Un circuito para acercarse a conocer y también comprar prendas ...

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Turismo

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Domingo 8 de julio de 2007

[ ARTESANIAS AUTOCTONAS ]

Tejidos, el Muestrario de Seclantás, Salta

Por Marta Salinas Para LA NACION

L

a diáfana brisa de los Valles Calchaquíes hace flamear levemente el muestrario de mantas y ponchos, que como ropa tendida al paso anuncia la llegada a lo de Alfonso Tero Guzmán. Como en una perfecta escenografía, en el amplio patio y bajo la reparadora sombra de los árboles, dentro de un silencioso afán, la familia entera trabaja en los rústicos telares allí instalados y todos colaboran. Un adolescente hila en un huso la lana de llama, mientras que a su lado una bella chiquita con cuidadoso peinado teje los flecos que terminarán cada prenda. Esta escena se repite a lo largo de la ruta que atraviesa Seclantás, reconocido centro de tejedores de ponchos salteños, visita imperdible para sumarla a la bellísima iglesia del lugar. La región es una muestra de la ancestral tradición telera que se esparce por todo el noroeste argentino, que sigue tejiendo su historia con las mismas técnicas de sus antepasados. Desperdigados por los paisajes andinos, bajo un algarrobo y cerca de un arroyo, o en las dramáticas sequedades de la Puna, la rudimentaria herramienta estará siempre presente dibujando en sus urdimbres distintas tramas, con los tonos de la tierra o en coloridas combinaciones.

De la Quebrada En Jujuy, desde Humahuaca, recorriendo la Quebrada, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es posible encontrar toda suerte de piezas salidas de las localidades que la componen. La plaza de Tilcara es un completo muestrario en su feria artesanal plena de color en las distintas labores, principalmente, mantas, ponchos, fajas y chuspas (bolsos) de todos los tamaños, y piezas de barracán y picote. En el pueblo se encuentran las bellas labores de Las Hijas de la Luna, agrupación que rescata lo mejor de las raíces del tejido puneño. Cerca de Maimará hay una filial de la Red Punha, cooperativa de pequeños productores textiles de Abra Pampa, y en Volcán, en el Mercado Campesino allí instalado se puede ver rústicos trabajos y enterarse de todos los detalles de la factura. Sus creadores, con mucha sencillez y modestia

Un circuito para acercarse a conocer y también comprar prendas tradicionales confeccionadas a mano y en telar, con viejas técnicas que se transmiten de generación en generación. Mantas, ponchos, fajas, bolsos y alfombras realizadas en diferentes lanas en Salta, Jujuy, Catamarca, Santiago del Estero y Neuquén los pondrán al día acerca de las técnicas del tejido y las tinturas naturales empleadas. Cerca está Purmamarca con su mercado, una brillante pincelada que se suma a su famoso cerro de los Siete Colores. El derrotero de los telares sigue su rumbo hacia el sur de la región y retoma una fuerte impronta en la zona de Amaichá del Valle, en Tucumán, famosa por sus alfombras y tapices exhibidos junto a un interesante museo, programa ideal que se suma a las cercanas ruinas de Quilmes. Santiago del Estero supo tener un gran protagonismo telero desde el siglo XVI, cuando partió el primer cargamento textil hacia Buenos Aires y Brasil, y un gran auge en los siglos XVIII y XIX por sus importantes labores artesanales, cuando la influencia victoriana agregó flores y curvas a los diseños de mantas, colchas y cubrecamas. Con los años mucho de esta tradición se perdió, pero aún conserva dispersa en ignotos poblados de la provincia sus telares, que son un estallido de color. Desde lugares como Blanca Pozo, Sumchituyoj, El Silencio o Quimilí Paso salen sus bellas colchas, donde la imaginación de la artesana le pone su sello personal, logrando piezas únicas, generalmente en dos paños unidos por coloridos festones, y algunas con terminaciones de rapacejo. Diferentes muestras de estos tejidos

Bordadora catamarqueña

las encontrarán en mercados de la capital, las termas o en Villa Atamisqui, a unos 80 km de Santiago.

Catamarca Además de la Ruta del Adobe, Catamarca suma la Ruta de los Telares, por la importancia en la variedad de texturas y diseños que esta artesanía tiene en la provincia, alguno de cuyos memorables trabajos forman parte de valiosas colecciones privadas. El circuito comienza en Santa María, importante sitio arqueológico de los Valles Calchaquíes, donde se asentaron hace años familias tejedoras, principalmente en el barrio La Loma, conformando un núcleo textil artesanal de gran importancia. En sus patios, visibles desde la calle, cada grupo familiar se dedica a tejer especialmente alfombras y tapices, en gamas de la tierra y con dibujos con motivos que sus ancestros aborígenes les legaron. Hacia las alturas de la Puna, donde reluce Antofagasta de la Sierra con sus más de 200 volcanes y escasos 1200 habitantes en el encantador poblado de rosado adobe, encontrarán seguramente algún nativo que les ofrecerá ir a lo de una telera, donde por una módica suma hallarán rústicos tejidos de camélidos de la zona con el encanto que el lugar le agrega. Bajar a Belén es entrar a la joya de la corona de los tejidos catamarqueños. Famosa por sus refinadas tramas en lana de vicuña, visible en sus antológicos ponchos, las teleras beliches hacen honor a su fama. Una visita a lo de Petrona de Molina, que muestra con orgullo sus impecables ponchos, chales y ruanas en llama o vicuña, estos últimos con el delicado rapacejo, casi un encaje, tejido al crochet como terminación, o una pasada por lo de Teodora de Yapura, que rodeada de sus hijas y frente al telar bajo un gran algarrobo no deja de tejer mientras conversa con el visitante, es acercarse a una cultura milenaria aún viva. A unos pocos kilómetros está Londres, donde en el patio trasero de la casa de Selva Díaz su familia trabaja en los telares sacando piezas de diversas lanas, especialmente de alpaca. Al acercarse a la precordillera cambia el paisaje y con él, los telares. En Tinogasta y Fiambalá se puede encontrar preciosos trabajos de mantas y sobrecamas de oveja o llama, con abigarrados bordados en lana de flores y pájaros, en gamas multicolor. Estos trabajos pueden