Tras el fetichismo de la vivienda “digna” en una ciudad media argentina Ana Núñez* Centro de Estudios del Desarrollo Urbano Cátedra de Urbanismo Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño – Universidad Nacional de Mar del Plata Laprida 1931 – Mar del Plata (7600) E-mail:
[email protected] –
[email protected] Argentina *Arquitecta – Magíster en Ciencias Sociales (mención Sociología), FLACSO – Dra. en Ciencias Sociales (FLACSO) Profesora Adjunta exclusiva de Urbanismo – FAUD/UNMdP – Directora del Centro de Estudios del Desarrollo Urbano / FAUD/UNMdP – Afiliado a HIC (ARG-MO-047)- Directora del Grupo de Investigación en SocioAntropología Urbana
El problema “La penuria de la vivienda no es en modo alguno producto del azar; es una institución necesaria que no podrá desaparecer más que cuando todo el orden social que la ha hecho nacer sea transformado de raíz”. Federico Engels
En el contexto de crisis en que se encontraba Argentina en el 2002, una alianza de distintas fracciones sociales confluyó en fortalecer programas sociales destinados a la emergencia habitacional, como una forma de recomposición política y económica, y de contención social1, expresada en el Plan Federal de Viviendas, mediante el cual se financiaría la construcción de viviendas para las fracciones sociales más desfavorecidas. Hacia fines del 2002, el 45% de la población de Mar del Plata se encontraba debajo de la línea de pobreza; el 20% bajo la línea de indigencia; y la tasa de crecimiento anual de la población que habitaba en espacios de extrema pobreza (denominados villas y asentamientos), entre 1991 y 2001, casi sextuplicaba la tasa de crecimiento anual de la población total (Núñez, 2007). En este marco, se implementaron en la ciudad distintos programas habitacionales, de los cuales dos abordo en este trabajo, anudados como emergentes de formas de fascismo societal (de Sousa Santos, 2004). Por un lado, el registro de demanda2 habitacional que se abrió para posibles beneficiarios de alguna de las 2018 viviendas3 que se construirían dentro del Plan Federal; y, por otro, el Subprograma Bonaerense IX-Dignidad, del año 2005, destinado a “eliminar las viviendas insalubres y el hacinamiento.” 4 En la ciudad de Mar del Plata, éste último derivó en la construcción de 500 viviendas5, que serían destinadas al proyecto, surgido en 1998, de erradicación6 de la población de una villa, una de cuyas particularidades refiere a que ya había sido erradicada, también, en 1970.7 Sin embargo, 1
Las formas en que se organizan estos intereses sociales y económicos particulares desde la dominación capitalista, pueden ser comprendidos a través de Marx (1968:59-61), cuando esclarece las relaciones entre burocracia y corporación, dialéctica que va a explicar a través de la transfiguración de los intereses, particular y general. 2
Para un análisis del tránsito entre carencia material y la construcción normativa de lo que debe demandarse, ver Núñez (2007).
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Fuentes oficiales estiman 11.000 familias en situación de emergencia habitacional.
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Resolución Nº 2260, del Instituto Provincial de la Vivienda.
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Distribuidas en tres barrios diferentes de la ciudad.
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Para un análisis del obstáculo epistemológico que envuelve al término erradicación, y cómo abordarlo, ver Castagno (2008).
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Sus distintas denominaciones a través del tiempo, dan cuenta de este proceso, sólo reconstruible a partir de la prensa local.
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esta acción no se ha inscripto en la memoria colectiva, y los análisis sobre la segunda erradicación han sobrevalorado el evidente negocio inmobiliario que justificaría su elección por sobre algún otro de los restantes 200 asentamientos. Empero, estos dos hechos deben relacionarse como parte de la dinámica de procesos sociales que se encadenan, en ambos programas, en tanto la villa sería la forma socioterritorial del habitar8 que, siguiendo a Castagno (2008), más sólidamente concentra un cuerpo de estigmatizaciones de tradición discriminatoria, y donde pueden dirigirse los discursos sobre el enemigo. De modo que este estereotipo histórico delincuencial (Pereyra, 2005), no sólo desatará múltiples luchas, materiales y simbólicas, sino que la reproducción de la otredad negativa se materializará en esta política urbana, autoritaria y alienante, con la erradicación-relocalización, y con el aislamiento espacial9, y mediante distintos dispositivos, en ambos programas, y con el tránsito de los sujetos a través de ellos. Pero en sus intersticios, en la contradicción del espacio que envuelve la lucha de clases (Lefebvre, 1976), emergerán identidades desobedientes de la autoridad (Milgram, 1980), desatando criminalizaciones y conflictos no sólo de vección vertical, sino horizontal, que develan cómo la reificación del “derecho a la vivienda digna” congela e inhibe el conocimiento de los procesos sociales que potenciarían la transformación de este orden social. En este marco, este trabajo se inscribe en la línea de investigación que vengo desarrollando y que imbrica, por un lado, el análisis de la política urbana como una forma de lucha social (Núñez, 2007, 2009), y, por otro, las posibilidades heurísticas de pensar la apropiación legítima de territorios del habitar, tendientes a la producción de espacios diferenciales, es decir, poniendo en crisis la legalidad dominante desatada por la génesis urbana como una ilegalidad fundante (Núñez, 2000; 2007, 2007ª). Ello permite hacer observables los sustratos del orden social capitalista que se ocultan tras la necesidad de materializar objetos, o lo que Marx (1965) denominó el fetichismo de la mercancía:10 el sostenimiento de un conjunto de heteronomías, y de la propiedad privada. Así, vuelvo a plantearme la pregunta inicial sobre qué relaciones sociales se ocultan, se construyen y destruyen11, tras esa materialidad, buscando hacer visibles las múltiples, complejas y naturalizadas formas de violencia y control social, tanto simbólicas como materiales, que se producen y circulan por y con el acceso a una vivienda digna, interrogándome sobre ¿Qué formas y significados adquiere la vivienda en la configuración de las relaciones sociales? ¿Qué identidades se construyen en esa configuración? ¿Cómo y qué sujetos se construyen con los dispositivos que se imbrican en esta política pública? ¿Qué trayectorias atraviesan? ¿Cómo se interrelacionan los sujetos involucrados y qué clivajes ideológicos se ponen en juego? En este trabajo, el anclaje empírico es la reconstrucción del proceso de génesis y desenvolvimiento del colectivo Familias Sin Techo, de la ciudad de Mar del Plata, quienes adquieren visibilidad a partir de la crisis de obediencia a la institucionalidad, y emprenden la acción directa con la toma de un conjunto de viviendas en construcción, destinado a otra fracción social también en condiciones de “población sobrante”12: la tercera generación de habitantes de lo que el orden dominante denomina villa, a ser erradicada13 por segunda vez14.
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Habitar en contraposición al doble fetichismo de la ilusión urbanística y la ilusión estatal de hábitat (Lefebvre, 1969; 1972).
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Se niega, así, el derecho a la ciudad, que no es ni natural ni contractual, sino que pone la apropiación por encima de la dominación (Lefebvre, 1969; 1972). 10
“El fetichismo de la mercancía consiste en que lo que aquí reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre objetos materiales, no es más que una relación social concreta establecida entre los mismos hombres”. Marx (1965). 11
Por relación social se entiende “la relación ente individuos, entre personas, a través de cosas, mediante acciones, históricamente construidas y determinadas” y “saber mirar los efectos de las acciones es indispensable para poder analizar la construcción de lo social” (Marín, 1996:191). 12
Sobre este tema, ver el Dossier de la Revista Razón y Revolución, Nº 19, 2º semestre 2009, Buenos Aires, dedicado a ello.
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Para un análisis del obstáculo epistemológico que envuelve al término erradicación, y cómo abordarlo, ver Castagno (2008).
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Para el conjunto de la sociedad, se produjeron dos momentos de un hecho: la usurpación, y su primigenia resolución, el violento e ilegal desalojo a los tres meses. Por el contrario, aquí se impone el análisis de la dinámica del conjunto de hechos como parte de un proceso, que permita abrir nuevos observables e insertarlos en el movimiento total de la sociedad. Asimismo, difiero de aquellos trabajos que se centran en la visibilidad de la violencia explícita, ya sea del momento de la erradicación (traslado), como del desalojo, y mantienen como inobservable, y desvinculada, la violencia implícita utilizada durante años para construir una relación de sometimiento, y con la que se sostiene el proceso de reproducción de un orden social en el que “el problema de vivienda” de las fracciones sociales más empobrecidas forma parte de la normalidad (Izaguirre, 1998; Iñigo Carrera y Podestá, 1989; Román, 2009). Para ello, se analizan las precondiciones de la emergencia de la acción directa, hasta la solución definitiva a su problema habitacional, en el marco de una Mesa de Trabajo abierta luego del desalojo. En otros términos, estas políticas urbanas (tanto la erradicación, como los programas habitacionales) podrían considerarse, siguiendo a Piaget y García (1985:81), como una pseudo necesidad, como un fenómeno corriente que se ubica en los primeros niveles de la génesis del conocimiento y que expresa la dificultad de imaginar otros posibles diferentes y, como tal, constituyen una fase de indiferenciación entre lo real, lo posible y lo necesario15. El abordaje es de carácter cualitativo, y supuso una estrategia metodológica integrada, de tipo documental con trabajo de campo de tipo etnográfico, articulando en un análisis relacional el entramado de sujetos interrelacionados y las acciones, en cuatro territorios de observación, entendidos como ámbitos de producción de condiciones sociales y materiales de existencia, de producción y reproducción de relaciones sociales (Marín, 1996; Lefebvre, 1972): el políticoburocrático; el empresarial; el barrial y el de los trabajadores de la construcción, bajo la hipótesis que la política habitacional no sólo es un resultado, sino un instrumento y una forma de lucha social, cuya apertura16 expresada en sus aspectos teóricos, económicos y políticos17 develará procesos y relaciones deshumanizantes. Esto implica invertir “el problema de la vivienda” y analizarlo como “síntesis de múltiples determinaciones” (Marx, 1965), inscribiéndolo en las leyes de la acumulación capitalista; como uno de los indicadores que permite medir no sólo el alto grado de desposesión de una amplia mayoría de fracciones sociales, sino su relación con el conjunto de la sociedad; cuáles son las condiciones que ha impuesto el capital para que la acuciante falta de una vivienda adecuada se exprese constante y crecientemente en la emergencia de inquilinatos, asentamientos, villas, etc. desde el notable movimiento social en la huelga de inquilinos de aquel agosto de 1907 en Argentina (Iñigo Carrera y Podestá, 1989). Así, los dispositivos que panoptizan18 la sociedad tras el acceso a una vivienda digna, son (re)producidos como incuestionables, en su justificación, desenvolvimiento y consecuencias, 14
La primera erradicación, producida en 1970, fue un proceso que ha quedado completamente elidido de la memoria, no sólo de las nuevas generaciones del asentamiento, sino del conjunto de la sociedad, y fue motivo de otra investigación. Ver Núñez (2002). Actualmente, trabajo en su análisis conjunto porque, parafraseando a Marx, la primera vez la historia se presenta como tragedia y la segunda se repite como farsa. 15
Ver Roze (2003).
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La idea de movimiento en que descansa la noción de apertura, se relaciona con el “cómo es” de lo real y con el “cómo es posible de darse” de lo real, re-conociendo la realidad, activándola y potenciándola, y no sólo describiéndola.” Zemelman (1987:66). En otras palabras, el conocimiento de la realidad que mueva realidades, vinculada a la construcción de lo social, implica tomar conciencia de la capacidad del sujeto de construirla, reconociendo la dimensión espacio-temporal y los ámbitos de sentido de la cotidianeidad. 17
La lucha política es el intento de la fracción dominante por institucionalizar, personificar el estado del poder; la lucha económica es la estrategia de la burguesía de fragmentar y cooptar a los sectores más desposeídos, burocratizarlos; y la lucha teórica refiere al ámbito de la reflexión, de la acción, el uso, adquisición y expropiación del conocimiento; a la producción de saberes (Marín, 1996). 18
Dispositivo en el sentido de Foucault (1992), como un conjunto heterogéneo de discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, leyes, medidas administrativas, etc. y panoptismo como conjunto de mecanismos que operan en el interior de todas las redes de procedimientos de los que se sirve el poder, pero sin limitarse a los aparatos del Estado.
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naturalizando y aceptando las acciones y condiciones deshumanizantes que encierran, incluso por parte de las fracciones sociales involucradas en tanto destinatarias, adjudicatarias o demandantes, (y no como sujetos de derechos) 19, legitimando diversas formas de violencia y dominación, imponiendo un conjunto de heteronomías, y la propiedad privada, pilares de la sociedad capitalista que, a través del discurso de “la vivienda digna”, se concretan en el sometimiento a la burocracia y la negación del derecho a la ciudad20, porque esos dispositivos espaciales, que poco tienen de dignos o adecuados, portan como objetivo la determinación de las condiciones necesarias para la reproducción del orden capitalista. Son muros que construyen y encierran soldados sociales (Marín, 1993). Es otro proceso de expropiación y expulsión que, bajo diferentes formas, lejos de propiciar soluciones al problema habitacional, la construcción de pseudoidentidades sociales como ilegal, clandestino, ocupante, etc. (Núñez, 2007; Roze, 2003), reproduce este orden social, y justifica y legitima la intervención de las distintas expresiones de la estatalidad. Por ende, hay que desnaturalizar el problema de la vivienda, poniendo en relación el “habitar” con la resistencia a estos procesos de expropiación, recuperando la historicidad de los procesos, y la articulación del problema de la construcción cualitativa de un conocimiento nuevo, del acceso a una nueva dimensión de la realidad, y el fetichismo de la mercancía (Marín, 1996), restableciendo la tríada dialéctica de Lefebvre (1976) de los momentos de producción del espacio21, sobre cuyo conocimiento descansa el derecho a la ciudad, y que exige extender la lucha de clases al espacio, y no describirla en el espacio. “Que bajen $20 millones para viviendas dignas...!” “Los pobres son necesarios por sus manos, como trabajadores, pero la ciudad dominada por el mercado, no ha sido construida para darles cobijo”22 “Significa cambiar la postal de la ciudad de Mar del Plata y cambiar el desarrollo urbano de barrios importantes” 23
En la década de 1990, en una nueva faceta de la estatalidad, los determinantes del capital, condensados en lo que denominé las miserias de la urbanización,25 provocaron la extensión y 19
Si bien el reconocimiento de los derechos se ha edificado sobre constantes luchas populares, constantemente encuentran innumerables obstáculos sociales para su ejercicio. A su vez, constituyen una totalidad sistémica, son interdependientes, en la que distintos derechos guardan una relación de implicación. No puede reificarse el término “derecho”, liberándolo de su contenido de clase. La lucha por los “derechos” dentro del orden establecido sólo tiene sentido puesto en relación con el poder, como relación social, que incorpora resistencia, contradicciones, y conflictos (Cárcova, 1993). 20
Me refiero al Derecho a la ciudad en el sentido de Lefevbre (1969; 1976), que implica no sólo la lucha por la apropiación de los servicios básicos, la salud, la educación, la centralidad, sino el derecho a la vida urbana; a la apropiación de la ciudad en un sentido amplio y no restringido, esto es, la apropiación de la información sobre las decisiones cruciales respecto del destino de los recursos públicos, que son monopolizados por las elites económicas y políticas. 21
Estos tres momentos refieren a las prácticas espaciales (cómo se genera, se usa y se percibe el espacio, y atañe a la producción y la reproducción); las representaciones del espacio (o espacios concebidos derivados de saberes técnicos y racionales, vinculados con las instituciones del poder dominante); y los espacios de representación, o de resistencias, en el que los actores se niegan a aceptar el poder hegemónico (es el espacio dominado que la imaginación busca cambiar y apropiar). 22
Oscar Pagni, ex Secretario de Legal y Técnica de la Municipalidad de Gral. Pueyrredon, uno de los mentores del Proyecto de relocalización de la Villa Paso, marzo de 1999. 23
Concejal Eduardo Salas; Debate sobre el proyecto de Relocalización de Villa Paso, Acta de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante, 16/07/99. 25
Razones de espacio me impiden extenderme en este concepto pero, sintéticamente, puedo decir que por mercantilización política me refiero a la degradación de la política a una carrera puramente electoralista, expresada en una progresiva desarticulación partidaria; con mercantilización económica conjugo la expulsión y expropiación de distintas fracciones sociales de sus espacios sociales de pertenencia, y la mercantilización teórica refiere a la sumisión del saber al pensamiento único, las prácticas sin teoría y el hacer sin reflexión. Las tres se entrelazan en la concepción y difusión de una ciudad despolitizada, afín a los ámbitos tecnoburocráticos. Asimismo, refuerzo el intento de apartarme, a la vez que invertir, el planteo hegemónico de urbanización de la pobreza, tesis lamentablemente aún vigente. Ver Núñez (2009).
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profundización de la pobreza. Hacia 1996, esas condiciones desatan una tensión con el avance en la unidad de diversas fracciones sociales expulsadas de sus territorios sociales, configurando una nueva ofensiva de masas (piquetes, asambleas y luchas barriales, entre otras). En tensión con esos procesos, y en los marcos de la espacialidad social configurada por la imbricación de la estatalidad profunda y extensa (Núñez, 2009)24 se improvisa, en 1999, en el momento de auge de las políticas neoliberales, una nueva expropiación a la territorialidad social de la segunda y tercera generación de los habitantes de la denominada Villa Paso.25 El ¿debate? se circunscribe a personificaciones de pequeña burguesía acomodada, del campo político burocrático y de intereses corporativos, apoyando y dando continuidad a una política de repulsión y erradicación de la historia reciente argentina, dejando traslucir inconsistencias discursivas entre lo singular y lo colectivo, amparándose en una crítica moral al personificar a los vecinos legítimos26: “...solicito una rebaja de la alícuota de la tasa mientras permanezca la villa en el lugar; que se trate una compensación para los propietarios porque se ha disminuido y perjudicado nuestro patrimonio y nuestra calidad de vida por situaciones como la Villa Paso (...) más allá del grave hecho de la usurpación...Mi expresión representa el pensamiento de la amplia mayoría de los vecinos que no han 27 venido por miedo, miedo a ser identificados...” “...nuestra decisión es la formación de una Comisión Pro-erradicación de asentamientos irregulares. Es mi obligación hacer, con aciertos y errores, pero hacer...”28 “Estamos hablando de un programa de relocalización, que algunos confunden con erradicar cuando venían las topadoras, cargaban personas y muebles en los camiones y los trasladaban a otro lado. (...) Tenemos una realidad de 6 manzanas en las que la gente no tiene las condiciones para vivir dignamente y son discriminados...”29
Finalmente, se aprueba la Ordenanza Nº 12719 que crea el Programa de Relocalización; las gestiones para contratar un empréstito y para modificar el presupuesto de gastos de la Administración Central (Ordenanza Nº 12739). Respecto de esta última, resulta necesario destacar que el exConcejal y actual Intendente de la ciudad, Sr. Gustavo Pulti, manifestaba lo siguiente:
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Por estatalidad profunda me refiero a las estrategias de reproducción adaptativas; trayectorias, vínculos y relaciones sociales en el entramado de instituciones políticas; entre el secreto y la lucha por abrirse camino (Marx, 1968); y por estatalidad extensa a la permeabilidad hacia y con el exterior (burocracia, empresas, vecinos) a la construcción y reproducción de estrategias y categorías que reproducen el orden dominante en las instituciones sociales. Se trata de ver cómo ambas se vertebren y se mantienen en una vaporosa indefinición, en cuanto a límites y contenidos, y así se instala en el imaginario. 25
Sin embargo, la Ley 24374/94 (conocida como la Ley Pierri) hubiera posibilitado a los habitantes ser poseedores legítimos, dada la ausencia de los propietarios originales y el tiempo transcurrido en la ocupación de los lotes. Asimismo, el 20 de abril de 1995, el Concejo Deliberante sancionaba la Resolución Nº 0883, manifestando su “preocupación” por los asentamientos precarios, la degradación urbanística que provocan y el perjuicio a los vecinos lindantes; solicitan la modificación del Código Penal para que se tipifique como “delito” las acciones que promuevan el “asentamiento ilegal” y solicitan al Departamento Ejecutivo una política adecuada tendiente a “erradicar” los asentamientos. 26
Para una lectura de estos procesos en el marco de las reformas de mediados de la década de 1990 y la estrategia de rendición de cuentas a los gobernantes, ver Murillo (2008). 27
José Luis Rey, Martillero y Corredor Público, en Banca Abierta del 10/9/97, Honorable Concejo Deliberante de la MGP. Así se presenta en su página web: “He pasado 45 de mis 49 años de vida en el Barrio San Carlos, lo que me permite tener un profundo conocimiento de cada rincón la zona, por haberla visto desarrollarse desde ser casi una cantera abandonada, hasta lo que es hoy: una de las zonas mas exclusivas y cotizadas”. Asimismo, hacía referencia a las 262 notas de vecinos ingresadas a la Municipalidad, solicitando la intervención en este sentido. 28
Palabras del Sr. José Bujedo, Presidente de la Sociedad de Fomento San Carlos, Banca Abierta del 23/12/1997, Honorable Concejo Deliberante de la MGP. Bujedo era árbitro de fútbol en la Liga Marplatense y perteneció a los Servicios de Inteligencia de la Marina durante la última dictadura cívico-militar. Bujedo permanece en libertad, aunque los familiares de las víctimas han elevado un pedido de detención. (http://www.desaparecidos.org/arg/tort/marina/bujedo) y hasta el año 2007 trabajó en el Ente Municipal de Deportes y Recreación. 29
Ex-Concejal Carlos Irigoin, Acta de Sesiones del HCD, 16/7/1999
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“Es inteligente el proyecto (...) y reitero mi reconocimiento al autor. Propondría que en el artículo 8º se agregue ´la asignación de recursos del presupuesto municipal provenientes de otras partidas y el producido de la venta de inmuebles del patrimonio municipal”.30
Entre ambiguas y contradictorias representaciones del espacio reificadas en mapas, censos y registros, a lo largo de cinco años, se intentó conformar en el año 2002, una Comisión con los habitantes de la villa, con delegados por cada manzana, para analizar los lugares de destino, pero se disolvió a los 6 meses, por conflictos y falta de acuerdo31: “Para mí, sinceramente, es una sinvergüenza, [J.] porque ella se aprovecha de la gente. Porque cuando precisa así cosas políticas, ella viene y nos anota para que vayamos todos a acompañarla, y nos promete tal cantidad de mercadería, bueno, vamos todos y después cuando nos toca ir a retirar la mercadería, nos da polenta, lentejas, porotos…y las cosas que uno más necesita, se las queda ella. No sé de dónde recibe esas cosas para dar a la gente, cuando vienen los políticos así de afuera que necesita llevar gente. La gente, bueno, como somos muy ignorantes, vamos, pero no nos da nada de lo que promete” (Entrevista a L, habitante de villa Paso) “Esta vivienda era que no se iba a pagar, no se iba a pagar...pero ¿qué pasa? Todos de acá, de nosotros, los de la villa, ninguno hemos sido organizados, era llave por llave, llave por llave.” (Entrevista a B., habitante de villa Paso).
Siguiendo a Rebón (2004) las villas, en Argentina, pueden considerarse como un reservorio de fuerza de trabajo, cuya identidad social fue expropiada en su territorio de origen, es decir, constituyen una forma social que se ha ido configurando junto a las determinaciones del capital que gestan la transferencia de ingresos del sector agrícola al sector industrial. El costo de esta confrontación fue la derrota de su identidad social en su territorio de origen, y la expulsión de gran parte de la fuerza de trabajo rural hacia los centros urbanos. Esa expropiación se prolonga al interior de la villa, obstaculizando la unidad que posibilite la transformación de las condiciones de vida, a la vez que la reproducción de la otredad negativa construida socialmente, se materializa de una manera “naturalizada” en ellas: “Siempre afanan, aunque te conozcan te afanan. Hay gente que le gusta vivir de lo que afanan sus hijos. Yo trato que mis hijos no estén mucho en la villa, porque acá o son chorros o están en algo raro” (Entrevista a M. habitante de villa Paso). “Esto es una porquería...No tienen respeto por nada. Está bien que la saquen...” (Entrevista a R., habitante de villa Paso). “...Porque en esa cuadra vos sabías quién servía y quién no servía. (Entrevista a J., habitante de villa Paso)
Es decir, y tal como en el caso que analiza Rebón (2004), en los momentos más álgidos de la crisis que estalla en el 2001, al calor de las movilizaciones y la protesta social, en las que aparecían claramente conflictos de vección vertical, este “proyecto de viviendas dignas” muestra el alineamiento de fracciones de clases sociales dominantes, frente a la fragmentación de fracciones en extrema pobreza, atravesadas en su interior por distintas formas de conflicto, potenciadas por el proyecto: “...aparte ella quiere ubicar primero a la familia de ella, y los demás, bueno...” (Entrevista a L, habitante de villa Paso)
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En ibidem.
31 “
Hay bastante rivalidad porque se vincularon con el gobierno municipal a través de relaciones clientelistas...” “en realidad los que se postularon como representantes era población transitoria, temporaria, que aprovechaba esta apertura para ver si podía conseguir una vivienda, así de clarito...” lo que también generaba conflictos al interior del campo político-burocrático: “Le traían las listas a Pagni [exsecretario de Legal y Técnica de la MGP] y Pagni me dijo `ves que vos no podés conseguir una comisión, acá la tenés´, y le digo “ninguno de éstos está en el censo, ¿viste?” Entrevista a Lic. Crespo, responsable del Departamento de Promoción Social, a cargo del Proyecto, 16-03-2009.
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“El día que los quieran trasladar, acá, va a arder Troya en esta parte. Si salen esos primero.” (Entrevista a J., habitante de la villa Paso)
Asimismo, los conflictos desatados en cada uno de los barrios de destino de los habitantes,32 motivó que el entonces intendente difundiera la consigna de que “los que se asienten tendrán certificado de buena conducta y averiguación de antecedentes de la policía”, según relatan los entrevistados. “El tema era atomizar lo más posible. Pero hubo algunos intentos, algunas sublevaciones de algunas sociedades de fomento, recuerdo perfectamente, que cuando estaba por un barrio del sur, una señora muy aseñorada me gritaba a mí “el pueblo unido jamás será vencido, no queremos pobres”. Y me amenazaron romperme los dientes a patadas si yo llevada a alguno de la Villa de Paso a ese barrio” (Entrevista a un funcionario del Banco de Tierras).
Finalmente, el 23 de julio del 2003, es aprobado el Sub Programa Bonaerense IX-Dignidad, bajo la modalidad de un Convenio entre el IPV, la MGP y una asociación intermedia, la ONG Trabajar, presidida por Jorge Trujillo33. A pesar de las objeciones de distintos Concejales al Convenio, especialmente por no contar los terrenos con la factibilidad hidráulica, se convalida en la sesión del 13 de mayo del 2004, para no impedir “que bajen de la Provincia $20.000.000 para construir viviendas dignas en la ciudad y porque el compañero Trujillo ha ido a la Provincia a pedir trabajo no sólo para los trabajadores que están hoy acá, sino para todos los que golpean las puertas de la UOCRA”.34 “Me convocan los Trujillo, hablan que tenían para hacer 500 viviendas en Mar del Plata, a través de una ONG “Trabajar”. Estos tipos tenían una causa donde yo los estaba defendiendo, que era por el tema de las viviendas de Miramar...Van a seguir haciendo la misma y vamos a tener otra vez el mismo problema. A mí me daba bronca que “se van a robar toda la guita” y a mí no me iban a pagar. ¿Quién es la ONG Trabajar? No existe. Y a esta ONG Trabajar, que no existe, el estado provincial le dio, hasta ahora, $32.000.000” (Entrevista a A.B., exabogado de la ONG y abogado de la UOCRA)
Todo el proceso de licitación, construcción, adjudicación y traslado de las familias, que comenzó en el año 2006, y aún no ha finalizado, permite no sólo hacer observable el conjunto de dispositivos de heteronomía puestos en juego por las distintas expresiones de la estatalidad sino los intereses de las personificaciones que lo protagonizan, permeados por múltiples formas de violencia, corrupción e impunidad por parte de las fracciones sociales dominantes, que representan acumulación económica para las empresas, y deshumanización e indefensión para las fracciones sociales más desposeídas. Procesos deshumanizantes que no difieren en absoluto de programas similares ejecutados en distintas ciudades del país (Núñez, 2009ª; Boito, et.al; 2007; Cervio, 2008; Rodríguez, et. al., 2007)35, pero que además se normatizan como, por ejemplo, la Ordenanza Nº o-11306 que exceptúa del cumplimiento de las normas de habitabilidad de todos los programas oficiales de viviendas de “interés social” a los que adhiera el municipio:36 32
Barrios Don Emilio, Las Heras y El Martillo, todos con carencia de infraestructura, ausencia de medios de consumo social, escasos medios de transporte públicos, etc. 33
Secretario general de la UOCRA Mar del Plata, y de la CGT local, ExConcejal por el Partido Justicialista, asesor del Ministerio de OO y SSPP de la Pcia. de Buenos Aires, y reconocido como “la mano derecha de Aldrey Iglesias”, quien es propietario de varios multimedios, y de la cadena hotelera NH, apodado “el patrón” y es quien realmente gobierna la ciudad desde la década de 1990. 34
En Acta de Sesiones del HCD, del 13/05/04. En el primer trimestre del 2002, la industria de la construcción cae un 25%, respecto del último trimestre del 2001, y un 42% respecto del primero. 35
En efecto, avances de actuales investigaciones en distintas ciudades, muestran que un alto porcentaje de los adjudicatarios no reside en las viviendas, y ha retornado a otro asentamiento; un 48% de los hogares continúa sufriendo hacinamiento personal, un 24% padece hacinamiento familiar, se abandona el trabajo por los costos sociales y económicos que implica el traslado, pérdida de fuentes de ingreso, se producen rupturas de relaciones sociales y construcción de otras nuevas, muchas veces bajo la forma de conflictos de vección horizontal, cambios en los comportamientos demográficos, entre otras transformaciones. 36
Esto “amparó” que se escatimen materiales, además de su pésima calidad, y que ninguna de las actas de infracción por la mala calidad de las viviendas sea tomada en consideración. No sólo se trasladan, así, los costos sociales y materiales a las fracciones sociales más desfavorecidas, sino el en-cubrimiento de ilegalismos, vaciando el delito y legitimando un modo de confrontación social (Marín, 1993).
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“Las asistentes de la municipalidad han venido y nos han tirado así nomás...Chau, se olvidaron, se olvidan... Nadie nunca nos ha mostrado nada. Cuando vinimos, solamente el día que estaba listo nos han traído con el camión, nos han dicho “esto es de ustedes”. Han llevado el plano, una carpeta y nos decían “bueno, mirá esta manzana, esta casa, te pertenece, así y así. Te toca acá, te toca acá. Eso ha sido todo y agarralo si querés ¿y...?. Somos humanos, somos gente... A nosotros ahora que estamos viviendo acá, lo que nos interesa es la limpieza, la luz y el colectivo.” (Entrevista a B., en Las Heras). “Ni siquiera volvieron las asistentes. A nosotros nos entregaron las llaves y ya está. Cuando llegué, el baño perdía todo, las canillas de afuera no estaban, la pileta estaba toda rota, cuando abrimos las ventanas, los marcos se volaron porque están todos mal puestos. Fuimos a la municipalidad, un montón de veces, pero nada... dicen que ya hicieron el esfuerzo de hacer las casas y se lavan las manos” (Entrevista a A., en Las Heras). “Tendremos que buscar otra forma, romper todos los días las bolas en la municipalidad. Al IPV fuimos un grupo, pero es lo mismo que la nada…Por ahí ahora que se postuló Mirta, por ahí nos ayuda, porque son más votos para ella…” (Entrevista a P. y B., en Don Emilio).
Estos decires de los entrevistados, muestran no sólo el grado de solidez de relaciones heterónomas construidas, legitimadas y hasta reclamadas, con punteros37 y funcionarios38, y la distancia para reconocerse como clase explotada y expropiada, que desate procesos de unidad y solidaridad, tendientes a la transformación colectiva de sus condiciones de vida, sino la salida individual. Distancia que se profundiza con la propiedad privada, como valor social (Antón y Rebón, 2005), y que desenlaza nuevos conflictos de vección horizontal: “Porque las de atrás tienen lugar para hacer una habitación más, en el hueco que les queda. La chica de atrás tiene dos nenes y viene el tercero ya. Le robaron terreno, de acá se ve…Ahí donde está la hamaca, ese es el hueco que le quedó a ella, nada más. Tenían delimitado pero corrieron el alambrado…Las pocas veces que hablaron, fue para discusión. Los que hicieron la pieza, vinieron de la loma pero la chica era de Don Emilio” “Por ejemplo, la señora de atrás, tiene más terreno para atrás que yo. Tenés que llamar a un agrimensor que te mida y que no te caguen. Pero a mí me dijeron que lo que ellos tienen más para atrás, nosotros lo tenemos para adelante. Jorgelina discutió con el chabón porque le sacaron terreno, y el día que quiera hacer la piecita para el chico…” (Entrevista a P. y B., en Don Emilio)
Cuerpos derrotados, cuerpos dóciles, cuerpos obedientes…Listados y registros burocráticos que descansan sobre las mentiras y promesas de los técnicos y funcionarios, pero también sobre las esperanzas de los más desposeídos. Finalmente, orden policíaco, camiones de traslado y topadoras que no dejan vestigio de lo que fue un territorio social donde producir y reproducir sus condiciones sociales y materiales de existencia, de tres generaciones familiares. Fue así el 2 de octubre de 1970 y el 2 de noviembre del 2006. Pero hay otro aspecto que merece ser tomado en consideración y es la permeabilidad de los clivajes discriminatorios que envuelven la vivienda popular por parte de la tecnoburocracia y que precondiciona el doble fetichismo de la ilusión urbanística y la ilusión estatal (Lefebvre, 1969; 1972), ahondando la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio de la vivienda, motivando que el 40% de estas viviendas no esté ocupada por los beneficiarios originales. Es decir, el hacer sin reflexión, el hacer no se sabe cómo de la burocracia, produce planos e ideas sin participar del mundo material a ser representado y viviendas impuestas que no satisfacen las necesidades de la población.
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La denominación puntero se utiliza para referentes barriales que son seleccionados por figuras de partidos políticos del orden, y que reproducen prácticas clientelísticas. 38
Estas relaciones heterónomas aparecen con claridad en el Dec. 750 de selección de adjudicatarios, cuando en su Art. 7º establece como criterio complementario de evaluación el “Tiempo de atención en el servicio social”.
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“Pero vos sabés que nos cuesta, porque ellos están acostumbrados a vivir a oscuras...lo primero que hacen es poner un modular y tapar una ventana. No, no, dice, porque es muy fuerte el sol, dicen. Adentro de la casa siempre están a oscuras ¿Sabés qué hizo uno? La pintó de marrón adentro, para que esté más oscura. Yo me quería morir! Me quería morir. Es imposible remover algunas cosas...” (Entrevista a G., Socióloga a cargo de Promoción Social de la MGP). “A esta gente, con poca guita, le cambió la vida...¿ven? este ranchito de mierda que estaba así, quedó súperhabitable...¿no? en realidad, estos tipos, están felices, ¿no? que es el objetivo del laburo nuestro ¿no? que la gente que esté ahí esté feliz, porque a esta gente...lo importante es que no se llueva ¿no? tienen otros códigos...” (Charla sobre Vivienda de interés social del Arq. Bartolucci, exdelegado del IPV en Mar del Plata, en la Facultad de Arquitectura, 2009).
Ideología y creencias que permean el campo barrial, pero, además, opera una invisibilidad de los procesos sociales que motivan la pobreza, redundando en un proceso de culpabilización individual: “Bueno, uno no se tendría que quejar porque a comparación de lo que vivías antes...” (Entrevista a P. y B., en su nueva vivienda, 24-03-2009).
Estos clivajes ideológicos discriminatorios, no sólo se materializan en los homogéneos prototipos de vivienda, y urbanísticamente con el aislamiento espacial, sino con la infantilización y amenazas que consolidan la heteronomía y la indefensión, reflejadas en las “Recomendaciones para beneficiarios” que el Departamento de Promoción Social entregaba junto a las viviendas, respecto a cómo higienizar y ventilar los ambientes, cómo distribuir los integrantes de la familia según sexo y edad, distintas prohibiciones y reglas de convivencia, para finalizar “alertando” que pasaría un tiempo hasta la “adaptación” y que, para ello, “contaban con el acompañamiento”. Emergencia de identidades desobedientes A dos años de haberse iniciado la construcción del Programa Dignidad, un alto porcentaje de las viviendas de los barrios Las Heras y El Martillo fueron abandonadas, semiconstruidas, por la empresa constructora, reclamando mayores costos39. Paralelamente, el municipio abrió un registro de demanda habitacional que, arbitrariamente, se congeló cuando hubo 7000 inscriptos. En palabras del subsecretario de Planeamiento Urbano, “en el registro que implementó el Municipio, hasta que se decidió suspenderlo, se inscribieron unas 7 mil familias que no tienen vivienda; sin embargo, consideramos que hay otras 3 mil que tienen ese mismo problema; es imposible pensar que semejante déficit pueda ser resuelto de la noche a la mañana” (Diario La Capital, 16-01-2009). Al 20 de febrero del 2009, podía leerse en la puerta del Departamento de Promoción Social: “A partir del 20 de marzo se brindará información sobre la modalidad de reapertura”. Se despliega así otro aspecto: la promesa, conformando un vínculo social que obstaculiza la autonomización de la población y consolida la obediencia pasiva y anticipada. “Una fórmula cómoda para quien no sufre el problema en la propia piel y lo “resuelve” declarando que no tiene solución. Un pasó más, y el problema “resuelto” es lanzado directamente para el olvido” (Weffort, 1978:10, trad. mía). Pero el 15 de enero del 2009, 54 familias del Bº Pueyrredon, que reproducían precariamente sus condiciones de vida a sólo siete cuadras de aquel complejo de viviendas abandonado, inscriptas desde hacía 2 años en el Registro de emergencia habitacional, pusieron en crisis esa obediencia anticipada (Milgram, 1980), y decidieron no esperar la institucionalidad de sus reclamos, y apeló a 39
En realidad, la empresa se dedicaba a desagotes industriales, y nunca había construido viviendas. “Todavía no sabemos qué empresa trabaja acá, pero sabemos para quién trabajamos... algo tiene que ver el capo de la UOCRA. Está un poquito metido todo...” (Entrevista a un obrero en Plan Dignidad, del Bº Las Heras, 05/04/2009). Asimismo, el 24/08/2005, el Secretario de asuntos gremiales de la UOCRA, envía una denuncia a Jorge Trujillo sobre el despido de todos los trabajadores en blanco de la obra, quedando sólo los que estaban en negro.
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la acción directa (Rebón, 2007; 2008), ocupando el complejo, y autodenominándose Junta vecinal Los Sin Techo. En ese barrio, las distintas facetas de la estatalidad fueron cimentando, con distintas formas de violencia, la personificación unificada y naturalizada de sujetos pobres, desocupados e inundados, identidades merecedoras de la espera burocrática de una vivienda digna, mientras se sucede, cada inundación, la presencia del gobierno con bolsones, frazadas y chapas... Esta toma, que dio visibilidad al colectivo, se realizó luego de un año de organización, marchas, petitorios y debates asamblearios,40 con un fuerte apoyo de distintas organizaciones sociales y con un recurso de amparo, por parte de los abogados del Frente Antirrepresivo. Sin embargo, el mismo día, la empresa constructora denuncia ante la Justicia “delito de usurpación” del predio, para justificar la no continuidad de las obras suspendidas...dos años antes. Las preguntas que se imponen son ¿qué lugar ocupa esta acción en los procesos de enfrentamiento social? ¿Qué metas y qué personificaciones la protagonizaron? ¿Qué nivel de conocimiento o toma de conciencia sobre la acción tenían? 41 Es decir, el carácter de toda acción social está determinado por una relación social; se deben mirar los efectos de las acciones para poder analizar la construcción de lo social y que permita cambiar la realidad (Marín, 1996). Si bien desde un principio se reivindicó como “recuperación” del predio 15 de enero, bajo la consigna “Muchas casas sin gente, mucha gente sin casas”, claramente la acción puede conceptualizarse como toma ya que ésta supone, como precondición, la existencia de un propietario al que se está desposeyendo y que responde con la fuerza de la ley; es la ocupación de un territorio ajeno y aparece contra lo que se ha asumido como ley; se violenta el sistema institucional. Es un instrumento de lucha que posibilita el poder de acción para toda la clase, donde la solidaridad se confunde con el interés del conjunto de la clase (Marín, 2007). En otras palabras, se ponía en crisis la institución de la propiedad privada y un conjunto de heteronomías. Parafraseando a Marx, lo hicieron, pero no lo sabían, porque el objetivo concreto de la lucha era “una vivienda digna”, aunque la toma transformaba en espacio de representación la representación del espacio.42 Sin embargo, la reificación judicial de la confrontación puso la acción en una bipolaridad “usurpación”43 vs. “derecho a la vivienda”, produciendo el alineamiento de distintas fracciones sociales de uno u otro lado, obstaculizando el desenvolvimiento político-social y el conocimiento del mismo.44 En muchos de sus protagonistas, había una sensación de extrañamiento, de enajenación: “Nosotros hicimos esto...cómo lo hicimos, no sé...nosotros ¿sabés lo que hicimos? Poner garras, garras y el empuje. Porque todo el resto, lo judicial, los compañeros, yo eternamente agradecida. Adonde yo me sentía extraña, es en que yo no podía creer que fuera parte de todo esto, como que no era 40
El 23 de marzo del 2008, 200 familias habían “tomado” el predio, pero en forma “espontánea”, es decir, sin apoyo legal ni de otras organizaciones, lo que motivó que se efectivice la represión y desalojo el mismo día. 41
“La cuestión de la relación entre lo conciente y lo espontáneo presenta un enorme interés general y es preciso analizarla minuciosamente. El elemento ´espontáneo´ no es sino la forma embrionaria de lo conciente, que culmina en la conciencia revolucionaria” (Lenin, 2004:67-68). Es decir, en el proceso de construcción de conocimiento o toma de conciencia, hay gradientes o niveles que hacen al conocimiento de sus intereses en una situación histórica concreta, que puede potenciar u obstaculizar las acciones. 42
“Cada uno va a tener, si dios quiere, su casita...”; “En esta vivienda estamos más tranquilos...”; “ No me voy a mover de esta casita nueva...”; “Gracias a dios, esto ya es nuestro...” (Entrevistas a Familias Sin Techo, enero 2009). 43
Es de destacar que desde la prensa oficial no sólo se criminalizaba esta forma de lucha, sino la participación política de la red de apoyo en la misma. Asimismo, es interesante comparar el discurso de estos medios, con los comunicados de prensa de la Junta Vecinal, y las acciones que efectivamente se desenvolvían en el predio, a lo largo de los tres meses. Desde el mismo día de la toma, la historia de lucha, el avance o retroceso de las negociaciones, distintas historias de vida, adhesiones locales, nacionales e internacionales, y otras comunicaciones, se difundían en el blog www.mdpsintecho.blogspot.com 44
Por ejemplo, el abogado defensor de las familias, teniendo en su poder toda la documentación del Plan Dignidad que un año antes había secuestrado la Justicia por todos los ilegalismos que lo envolvieron, no lo incorporó al reclamo por el “derecho” a la vivienda lo que, posiblemente, hubiera redireccionado la confrontación.
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yo la que lo vivía. Todavía no lo puedo creer” (entrevista a L. en el 15 de enero).
Si bien por razones de espacio no puedo hacer aquí un análisis exhaustivo de lo publicado, interesa resaltar algunas de sus características. De la producción discursiva de la prensa resaltaban ciertas ausencias, el refuerzo de la ilegitimidad de la forma de lucha, agravada por la vinculación de “sujetos de izquierda infiltrados” y “militantes políticos”, y el “delito de usurpación”, por parte de distintas personificaciones del campo político burocrático. Será recién al tercer día en que declaran el sector deliberativo opositor al gobierno (contra la forma de lucha, contra el Ejecutivo y para deslindar responsabilidades), y el presidente del Concejo, quien se refiere 4 veces a la “peligrosidad” del antecedente; 14 a reivindicar los marcos legales; 12 a exhortar la vigencia del registro; y 2 a “respetar las esperanzas, deseos y derechos de la gente que en vez de tomar casas, espera y se somete a lo administrativo”.51 Ahora bien, Los Sin Techo, como categoría social, implica una condición social y una identidad social. Respecto de la primera (Núñez, 2009b) puede destacarse que la edad promedio es de 18 años; el 50% de los hogares son mujeres solas con hijos; presenta una tasa de actividad del 37% y de desocupación del 39%. Considero esta población como proletariado, en tanto refiere a una fracción que ha sido expropiada de sus condiciones materiales de existencia, es decir, que no puede reproducirse más que entregando su fuerza de trabajo para poder obtener sus medios de vida bajo la forma del salario, y son explotados por diversos mecanismos, evidenciados a través de la heterogeneidad que presenta la relación salarial, ocupando posiciones de gran vulnerabilidad laboral y precarización. Los que trabajan, se ubican en distintos intersticios económicos del sistema capitalista, con ingresos ocasionales y/o por debajo de la línea de subsistencia, es decir, mayoritariamente constituyen fuerza de trabajo de reserva. Hay, por un lado, un sector proletario no formalmente asalariado, frecuentemente denominado Trabajador por Cuenta Propia (TCP), cuya característica es la de ser propietarios de sus mínimas condiciones de trabajo (vendedores ambulantes, cuida coches, changarines, etc.), y, por otro, un sector proletariado ocasional (peones, albañiles, estibadores), que trabajan esporádicamente. Asimismo, el 80% de las mujeres y casi el 70% de los hombres que participan en alguna forma de relación salarial, no está registrado, lo que introduce una situación más de precariedad y explotación, y expropiación de conquistas obreras. Respecto de su situación habitacional, casi el 70% de las familias debía calentar el agua en ollas para higienizarse y tampoco disponía de desagüe cloacal. El 100% de las familias que compartían el baño o lo tenían fuera de la vivienda, tampoco tenían cocina ni agua caliente. El 46.4% presentaba hacinamiento de hogares y/o familiar,45 oscilando entre 6 y 14 integrantes, y el 100% de las unidades domésticas padecía hacinamiento personal crítico. Si bien un 25% de las unidades domésticas habitaba en viviendas que podrían considerarse como Casas B, y un 11% declaró ser propietaria, las mismas se asientan en terrenos fiscales, además de ser compartidos por varias familias; alrededor de un 52% habitaba en una habitación o pieza de inquilinato, ya sea mediante pago de un alquiler o en préstamo, precariedad a la que se le sumaba el hecho de tener que compartir el baño y/o la cocina. A esta situación de empobrecimiento estructural, se le sumaba la amenaza latente de expulsión, revelada a través de la condición de tenencia, ya que el 41% de los lugares que se habitaban eran prestados. 51
De Diarios La Capital y El Atlántico, de Mar del Plata. Mientras se exponía que “El registro determina quién tiene más derecho”, otros funcionarios reconocían que 200 familias del Bº Pueyrredon estaban inscriptas dentro del registro de los 7000 presuntos beneficiarios. Claro que “Va a ser injusto, porque cómo decís qué es más importante...” (Entrevista al Ex-secretario de Planeamiento, 25-02-2009). Es notable el desconocimiento que existe en la ciudad sobre la problemática habitacional, desde los organismos especializados, llegando a hablar, en pocos días, de 7000, 11000 y 20000 familias en situación de emergencia habitacional. La información sólo tendía a restituir el orden, deslegitimando una forma de lucha. Ver Pereyra (2005). 45
No he podido establecer exactamente uno u otro tipo de hacinamiento, debido a que no en todas las entrevistas se discrimina si los distintos núcleos conyugales que comparten la vivienda, también comparten los ingresos.
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En más del 70% de las viviendas, dos o más miembros de la familia debían compartir una misma cama, fundamentalmente por falta de espacio. Esta situación de necesidad y condición social, llevó a la apropiación de la identidad social Sin Techo, identidad surgida como movimiento (MTST) en Brasil, en 1997, que tiene como metas no sólo la lucha por la vivienda, sino por la reforma urbana y por la transformación social. Siguiendo a Rodrigues de Lima (2004), el alcance de las metas de la reforma urbana depende de la lucha simultánea de la lucha por la reforma agraria, ampliando la correlación de fuerzas. En el caso de los Sin Techo de Mar del Plata, los antecedentes organizativos y trayectoria de lucha de sus integrantes, es heterogénea, derivando en contradicciones entre la vida en el predio y la resolución del conflicto posterior al desalojo. Es decir, la reivindicación era la inmediatez de una “vivienda digna”:
“¿Qué íbamos a querer? Una vivienda digna, nada más. Nosotros no pretendíamos usurpar la casa de nadie, ni nada, lo que nosotros queríamos era ser escuchados, y una vivienda digna” (Entrevista a C., en el 15 de enero).
Al tener el “problema de la vivienda” solucionado en el predio, se mantuvo la modalidad de toma de decisiones por asamblea y comenzaron a construir un proyecto de vida comunitario y autogestivo, consistente en una huerta, talleres de alfabetización, apoyo escolar, etc. impulsado y sostenido, en gran parte, por integrantes de la red de apoyo, conformada por estudiantes, profesionales, y militantes, en su mayoría pertenecientes al Centro Cultural América Libre, edificio recuperado y autogestionado desde el 2006: “Se quiso una vez intentar con las otras organizaciones (Polo, Nahuel, MTR), pero cuando les planteamos el tema de la toma no quisieron. No querían, primero porque no era el barrio de ellos, y segundo porque le iban a meter una patada en el orto. O sea más que nada fue miedo, de ellos, no querían arriesgarse, a venir y que la policía los saque a palos. Invitamos a las organizaciones, nosotros invitamos a todos pero nadie quiso, entonces se organizó en el barrio Pueyrredón con la gente de América libre” (Entrevista a S. y M., en el 15 de enero).
Empero, los tres meses que duró el proceso judicial, este proyecto no estuvo exento de tensiones, en tanto la información fluía verticalmente a través de un vocero, que era el nexo con el exterior: “Al principio, se vivía con mucho miedo acá y A. no vivía acá. Ella iba y venía. Estaba en Tribunales, venía, iba a las mediaciones, y se hacían las 12 de la noche y la estábamos esperando, las 2 de la mañana y la estábamos esperando a ver qué pasaba, a ver qué decía, por ahí nos llamaba a las 2 de la mañana y nos decía “tienen el desalojo en dos horas” y nosotros preparando todo, corriendo de un lado para el otro y...no dormías...”(Entrevista a S., en el 15 de enero).
Se podía observar cierta rigidez disciplinaria, tomar asistencia, y funcionaban ciertas promociones y sanciones individuales, reproduciendo relaciones heterónomas y jerárquicas, contrapuestas a los conceptos de autogestión y comunidad,46 paradójicamente reivindicados por la organización, pero poco reflexionados, en mi opinión, con el conjunto de los Sin Techo. Participar de la comunidad se transformaba de una acción espontánea, en una obligación, en el marco de la altísima fragmentación que opera en y sobre las organizaciones sociales, entre la negociación y la cooptación (Rajland, 2008): “Yo militaba en la CCC. Empecé en el 2001, que debuté a los balazos de goma, gases lacrimógenos, que vos no sabés...Yo, a la CCC, la respeto mucho. Pero tuvo un problema interno porque con nosotros había gente que no necesita una vivienda ¿viste? Cuando nosotros empezamos a juntarnos con estos vecinos, porque necesitamos realmente la vivienda ¿viste? De repente empezaron a hacer presión, y nos pidieron que fijemos posición 46
Ver Boschi y Valladares (1983).
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¿con quién estamos, si con el barrio o con la CCC? Y a mí, no me presiona nadie...” (Entrevista a M., en el 15 de enero) “
Pero estamos medio a la deriva…Igual ahora la idea es reorganizarnos ahora que esto ya está más calmado. Hoy día nos sentimos más compañeros que hace 2 o 3 meses atrás, cuando se planteaban muchas dudas y no se tenía muy en claro dónde se iba. Hoy se reafirmaron un montón de cosas que hasta a uno que es militante le costaba creer...” (Entrevista a C., en el 15 de enero). “Nos sentimos...no sé, en el aire...No, no nos podemos acomodar. Lo que pasa es que ella, ella era la cabeza de todo, decía “chicos, hagan esto, esto y esto”, y ahora no, los de la comisión tenemos que decidir y no sabemos qué hacer, cómo explicarle a la gente lo que le querés explicar... Mucho no sabemos de esa información porque la manejaba sólo Adriana. Por eso nosotros lo que queríamos era que si realmente Adriana se retira definitivamente, agarrar todos los papeles y sacar un informe de todo lo que pasó, toda la gente que...un informe, para que nosotros sepamos dónde estamos parados.” (Entrevista a S. y M., en el 15 de enero). “Te digo la verdad. Acá, no es fácil ¿viste? La convivencia.... Se fueron 3 más del predio, porque por ahí pensaban que era estar acá y nada más y no, acá hay que trabajar, hacer guardias, había que hacer muchas cosas, y aparte a algunos se les exigía dormir acá y esa gente venía una hora en el día, y se iba. No era así...”. (Entrevista a L., en el 15 de enero) “Esta no trajo sus cosas ¿viste? Esta es otra que va y viene, tranquila y eso no puede ser. Gente que se va a dormir a otro lado, tranquila. Eso está mal. Por eso les dimos plazo de dos días para que se vengan. Se vienen un ratito acá para la asamblea y después se van a dormir calentitos a sus casas. A esos tienen que joder. Te cansa la gente, te cansa que le tengas que decir lo que tiene que hacer. Así es la cosa, Ana…Yo no confío, en nadie. Bah, en nadie, no...” (Entrevista a M., en el 15 de enero). “De hoy en más, ponemos plazo para todo. No hacés la guardia, una multa de $10.-, no la hacés la semana que viene, una multa de $20.- ¿Vos no venís a dormir? Bueno, entregá tu casa, porque si vos no venís a dormir, no traés tus cosas, es que vos no la necesitás.” Son cómodos, les encanta que le hagan las cosas, les encanta tener todo de arriba. Eso genera un problema de convivencia, porque 4 no pueden estar culo para arriba mientras los demás están limpiando el predio, porque es de todos. Si vos querés vivir acá, tenés que mantener limpio, tenés que hacer la jornada de limpieza, la guardia, y hay que estar siempre atrás” (Entrevista a C., en el 15 de enero).
Siguiendo a Mazzeo (2004), algunas posiciones basistas a ultranza que reivindican una autonomía tan absoluta como abstracta para las organizaciones populares, se olvidan de un dato contundente e ineludible: la ideología dominante, es la ideología de la clase dominante; no conciben su actividad en función de un proceso de autoemancipación de las clases subalternas y reproducen la fragmentación: “Porque yo creo que ninguno de ellos, vamos a ser realistas, ninguno de ellos, ni el Teresa, ni el Polo, ni el Nahuel, ninguno va a venir a ayudarnos a nosotros cuando nos vengan a sacar. Ninguno. Si nunca estuvieron, menos van a estar cuando vengan los milicos a sacarnos a palos. Ellos se quejaban porque alguno de ellos no estaba en la lista de ¿cómo se dice? las adhesiones, por eso están ofendidos,”cómo! nosotros te entregamos mercadería, te ayudamos, te dimos esto, te dimos aquello…y tienen agradecimientos de no sé dónde y no está el Polo ¿dónde está el Polo?” ¿qué vas a pensar vos?” (Entrevista a D., en el 15 de enero)
Mientras el régimen construía esta fuerza social como el enemigo, se abría la instancia de Audiencias de mediación, con la participación de los distintos niveles de gobierno, representantes de las empresas, de la ONG Trabajar y de las Familias Sin Techo, en las que se ofrecieron distintas soluciones47, menos una vivienda, a condición de desocupar el predio, las que son rechazadas. Entretanto, desde el campo político burocrático, se promueve la movilización de los 47
Desratización, limpieza del arroyo, inscribir a las familias en planes de mejoramiento habitacional, etc.
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habitantes de la Villa Paso, en tanto personificación de las viviendas con nombre y apellido, es decir, se impulsó el enfrentamiento entre los Sin Techo y los imaginarios legítimos destinatarios de las viviendas y, desde el campo del pueblo, los Sin Techo también son estigmatizados como usurpadores ligados a activistas y estudiantes: “
Han dejado perder la oportunidad y ahora vienen otros ¿ahora cómo los sacan? Ahora ¿sabés qué? Nos han llamado a nosotros para que hagamos un poco de pie nosotros y movamos y vamos y empecemos a apurar para que tengan solución ellos, porque ellos torean y nadie les da bola...” Entrevista a J., habitante de villa Paso) “...gente de un sector político, patotero, porque voy a decir lo que es, si fuera una gente como yo que está esperando una vivienda porque la necesita, estaríamos un poco más pasivos. Esa gente que agarró las viviendas, no necesita viviendas, tan urgente como para ir a usurpar una vivienda que tiene dueño, nombre y apellido...” (Entrevista a J. en Noticias&Protagonistas, 19-01-2009)
Pero enfrentamiento que, en realidad, abarcaba una lucha política que trascendía la reivindicación inmediata, a partir de la reproducción de prácticas punteriles por ambos referentes, siendo que habían compartido una misma lucha en el movimiento villero marplatense: “Tengo contactos con gente de la política y sé la plata que les mandan Ese es mi amigo, ese es político” (Entrevista a J., habitante y referente de la villa Paso) “Ella misma es la que va a dejar ahora que se arme la podrida si no nos entregan las viviendas...” (Entrevista a D., hijo de J.) “Yo me acuerdo cuando venían los políticos y eso, siempre la venían a buscar a ella, ella se encargaba de llevar gente y todo así, mucho antes de la toma, era como una puntera política, una onda así (risas) de cualquier partido, donde había plata, ella se metía, ella se mandaba. Es que tenés que hacer así con los políticos. Donde te den plata, andá y llevale gente, le decís que vas a comer un choripán ahí en la esquina y andá…Siempre vivió en el Pueyrredón, en el puerto hace 5 años...” (Entrevista a L., de los Sin Techo)
Con una casa, o en un cajón... El 5 de febrero se dicta la sentencia de desalojo, en aras de velar por la propiedad privada y, finalmente, el 17 de abril del 2009 se efectivizó el brutal e inconstitucional desalojo del predio por parte de las fuerzas del régimen, pero del que tampoco se tenía conocimiento cierto sobre su desenvolvimiento y efectos: “Estábamos ahí a la expectativa con los celulares en la mano, que por ahí te llamaba Adriana y te decía “está el desalojo” “no está el desalojo”, o cualquier otro te llamaba o te mandaba el mensaje, “está el desalojo” que por ahí no sabías quién mierda era y le tenías que creer porque por ahí era cierto y por ahí no...” (Entrevista a S., en el 15 de enero). “Nosotros pensamos que esto ya es nuestro y de acá no nos va a sacar nadie. Más allá, si nos quieran sacar, bueno, nos van a sacar pero con una llave en la mano. De decir, “bueno, está bien, te sacamos de acá pero vas allá”. Con una casa…O en un cajón...” (Entrevista a H., en el 15 de enero) “Hay incertidumbre, pero...De acá, no nos van a sacar, algo tiene que pasar. Tenemos que torcerle el brazo a alguien. De qué manera, no sé. Pero se lo vamos a ganar.”(Entrevista a N., en el 15 de enero).
Algunas familias recurrieron al alojamiento en casas de parientes o amigos, pero muchas otras debieron alojarse transitoria e inhumanamente en el Centro Cultural América Libre que, por supuesto, no cuenta con las condiciones mínimas de habitabilidad pero que, por su localización
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central en la ciudad, permitió que a partir del día siguiente del desalojo se programaran distintas acciones de lucha y movilización hacia la Municipalidad, de manera no sólo de reafirmar su existencia, sino conseguir recursos. Pero esa violencia explícita, no puede invisibilizar las otras formas incorporadas y construidas antes, y que ahora se prolongan, nuevamente, en una implícita (Román, 2009), naturalizada, en el predio ahora militarizado, para que, en orden, con documentación y testigos, las familias puedan retirar sus pertenencias: “Y hasta las 5 de la tarde tenemos tiempo y está la mitad del predio todavía afuera para sacar las cosas. Primero y principal, te piden identificación, y si no tenés dirección donde dejar las cosas, no te las dejan retirar de acá adentro. Y si no tenés flete, tampoco. Así se dijo ahí” (Entrevista a G., en el predio, 19-04-2009) “Ojo que el jefe a cargo del operativo me habló muy bien a mí, me habló muy bien en el sentido que cuando yo fui y le dije lo que me había pasado con estas dos oficiales agarró y me habló muy bien, cuando venimos acá a buscar nuestras cosas, ¿qué pasa? ¿con quién me encuentro? Con las dos oficiales femeninas que se reían de nosotros ayer, que nos sobraban. Una de ellas, pasaron las dos así, lateral, al lado mío, y yo pasé por el medio ¿no? Y cuando iba pasando, se entraron a cuchichear, una de ellas se sacó los lentes que tenía puestos, los lentes negros, y me sobraba, y la otra del otro lado me decía “ehh, sch, sch, callate” . Yo, no levanté la cabeza, agaché la cabeza, y me fui. ¿Qué hice? Agarré y fui y hablé con el oficial superior ¿no? Fui y le expliqué la situación” (Ibidem).
A los 20 días, se logró la apertura de una Mesa de diálogo con representantes del campo político burocrático, presidentes de los bloques del HCD, familias Sin Techo, el abogado defensor, red de apoyo y quien esto suscribe, a los efectos de alcanzar soluciones mediatas e inmediatas: alojamiento transitorio para las familias, cesión de tierras y un programa de autoconstrucción para las viviendas definitivas. Sintéticamente, el desenvolvimiento de las sucesivas Mesas, pasaron de reivindicar y aceptar soluciones focalizadas (bolsones de comida, becas individualizadas de $ 150.- por hijo, alojamiento transitorio para algunas familias, etc.) que, en mi opinión, deshumanizaban, fragmentaban y perdían el horizonte de sentido de la lucha, hasta la cesión de la tierra en un predio lindante con el 15 de enero. Esas tierras se cedieron en el marco de dos cuestiones: 1) el conocimiento de la existencia de tierra fiscal disponible para otro programa de viviendas, cuya licitación se había “estancado”; y 2) haber puesto en conocimiento de los representantes del campo político burocrático los ilegalismos e irregularidades que habían envuelto el Plan Dignidad. Sin embargo, esto que la organización veía como un triunfo, desencadenaba tensiones y contradicciones con la meta de la radicalidad de la lucha. Por un lado, era posible y de hecho lo hice, solicitar la cesión del predio sin subdividir, en propiedad colectiva para Los Sin Techo, y emprender una urbanización que permitiera avanzar con el proyecto autogestionario de comunidad, es decir, la producción de un espacio diferencial. Por otro, el reclamo individual del terreno propio por parte de algunas familias, lo que finalmente sucedió y se expandió como un logro, por lo que significaba conseguir 41 terrenos para una organización. Esta mercantilización de un instrumento de lucha (la toma) y de una identidad social (Sin Techo), expropió el sentido político inicial, operando como un obstáculo epistemológico que impidió conocer las metas de la acción. En otras palabras, se partió de la “necesidad” y de distintos niveles de conciencia para la acción, pero ésta, en mi opinión, no produjo un avance en el conocimiento sobre las perspectivas de transformación. Nuevamente, el fetichismo de la mercancía y la propiedad privada, la “normalización” de las acciones, hicieron no sólo perder el horizonte de lo nuevo que contenía la acción, sino que se reprodujeron procesos deshumanizantes propios del sistema dominante. A lo largo de estos meses,
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desde el 15 de enero, no se alcanzó a nivel colectivo el estadio inicial del cooperativismo, 48 ni al interior de la organización, ni en la articulación horizontal con otros grupos que comparten la extrema pobreza, cuyo nivel de confrontaciones obstaculiza el proceso de confrontación vertical y su constitución como fuerza social: “Y vivían peleando. Y mis hermanas, cuando entregaron las 10 casas, tenían que elegir los que estaban ahí, entonces era mucha competencia. Ya a lo último, no se hablaban, mi hermana mayor con mi mamá no se hablaban...” (Entrevista a U., en el 15 de enero). “Las comisiones siguieron funcionando como se habían formado previamente, pero después se empiezan a descolgar de todo, cada uno hace la suya. Cuando empezaron a instalarse bien, que se trajeron sus muebles, todo, ya es como que ahí empezaron a hacer su vida, no hay grupo, no hay nada, cada uno se individualizó. Bueno, ya tengo mi casa y chau...” (Entrevista a M., en el 15 de enero). “A los santiagueños mi marido no los puede ni ver porque están todo el día a guarachazos. Los ves corriendo con los cuchillos de acá para allá… O se pelean allá en Las Heras y vienen todos para acá enfierrados, todos enfierrados y vos tenés que estar con los postigos cerrados...” (Entrevista a B., en Don Emilio).
Como reflexión, por un lado, la toma, como instrumento y forma de acción directa, tuvo un carácter social defensivo y regresivo en tanto su contenido universalista derivó en particularismos en su forma (Rebón, 2008). Se desobedeció la relación con cierta heteronomía, pero no la forma dominante de regulación del conflicto: la lucha judicial. Ello obstaculizó la lucha hacia lo político, impidiendo reconocerse, unos y otros, como movimiento social y político antagónico, pero en articulación (Rajland, 2008). Por otro, el desenlace del desalojo del 17 de abril fue la represión disciplinatoria del estado de confrontación entre fuerzas sociales, y el enfrentamiento a la posible constitución de alianzas entre fracciones sociales, y no sólo la restauración de la propiedad privada. Es decir, fue la recuperación de una territorialidad social; la defensa de la forma organizacional corporativaburocrática de la burguesía,49 ante el ataque a la normailidad del “problema de la vivienda”. Referencias bibliográficas ANTÓN, Gustavo y REBÓN, Julián. 2005: “El conocimiento en los procesos sociales. Una aproximación a la conciencia de clase operante entre los trabajadores de empresas recuperadas”, International Institute of Social History, Ámsterdam BOITO, Ma. Eugenia, et. al. 2007: “Subjetividades y contextos de pobreza: indagación sobre los sentires vivenciados por los actores involucrados en las políticas habitacionales de la ciudad de Córdoba”, Ponencia presentada al Pre-ALAS, Buenos Aires, disponible en http://www.prealas.fsoc.uba.ar/pdf/prealas-2007/foros/foro-2/ej BOSCHI, Renato y VALLADARES, Lícia. 1983: “problemas teóricos na análise de movimentos sociais: Comunidade, ação coletiva e o papel do Estado”, em Espaço & Debates, Revista de Estudos Regionais e Urbanos, Rio de Janeiro CÁRCOVA, Carlos. 1993: Teorías jurídicas alternativas. Escritos sobre Derecho y Política, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires 48
No fue posible que las 41 familias conformen una cooperativa para la autoconstrucción de sus viviendas. Asimismo, se aplicaron sanciones para algunos de los integrantes de la organización, excluyéndolos de la posibilidad de obtener el terreno, aun cuando les ha sido otorgado por la propia Municipalidad, incurriendo así en prácticas reproductoras del orden dominante. Empero, al momento de escribir estas líneas, la construcción de las viviendas se comenzó a cargo de diez cooperativas, en las que participan algunos de los integrantes de Los Sin Techo que, aunque con métodos de lucha y objetivos diferentes, plantea el interrogante sobre si se abrirán las condiciones de construcción de nuevas relaciones sociales que permitan confrontar las formas cotidianas de violencia, y avanzar en la unidad. 49
Siguiendo a Marín (2007:56), en distinción a la de “clasista”, la noción de “corporativo” se utiliza para indicar la forma orgánica de definir y desarrollar los intereses en una sociedad capitalista, sin vulnerar el sistema de dominación.
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