¡Transmite!

18 oct. 2017 - Elidio Cortés jugó en el. Deportivo entre el 68 y el. 74, antes de irse al Oviedo y, después, al Cádiz. Este extremo, natural de Xun- queira de Espadanedo, en. Ourense, tenía sus mejores bazas en el regate y la for- taleza física y su cruz en el juego colectivo, porque al correr con la cabeza aga- chada sólo ...
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Depor

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dxtcampeón MARTES 17 | 10 | 2017

MONCHO VIÑA EDICIÓN: ADRIÁN MENÉNDEZ

VOL XII

Moncho nos trae hoy una de las más divertidas anécdotas de esta serie.

Agachados, abajo a la izquierda. Cortés y Loureda, protagonistas de esta jugosa anécdota | A.I.G.

Elidio Cortés jugó en el Deportivo entre el 68 y el 74, antes de irse al Oviedo y, después, al Cádiz. Este extremo, natural de Xunqueira de Espadanedo, en Ourense, tenía sus mejores bazas en el regate y la fortaleza física y su cruz en el juego colectivo, porque al correr con la cabeza agachada sólo veía al defensa del equipo contrario. En aquel mítico equipo de principios de los 70 con Seoane, Bellod, Luis, Cholo, Bordoy, Manolete, Loureda, Beci, Cervera y Juanito, con Arsenio como entrenador,

¡Transmite!

Cortés era el extremo derecho titular. Al jugar medio partido por la banda más próxima al banquillo debía ser el encargado de recibir las órdenes del entrenador y trasladarlas al resto del equipo. En un partido en Riazor, Arsenio estaba especialmente preocupado porque el rival había conseguido crear superioridades en el centro del campo y se

había adueñado del balón. Y el entrenador se esforzaba en dar órdenes para corregirlo. - ¡Cortés! Dille a Loureda que axude máis no medio. Y Cortés, concentrado sólo en lo suyo y con la cabeza agachada, corría por la banda sin hacer caso a nada más. - ¡Cortés! ¡Pero dille a Loureda que baixe máis! Y Cortés seguía corrien-

do la banda, pero se volvió al banquillo para notificarle al entrenador: - Non oio... Arsenio iba subiendo el tono: - ¡Cortés! ¡Pero dille a Loureda que baixe, coño! - Que non oio… -notificaba haciendo gestos en plena carrera tocándose la oreja. Arsenio ya empezaba a desesperarse porque Cor-

tés no paraba de correr y sólo hacía gestos cada vez que el entrenador le apremiaba para que trasladarse las órdenes. - ¡Cortéeesss! ¡Transmite, joder, transmite! Loureda, que llevaba ya un rato notando a distancia que algo pasaba en la banda del banquillo, preguntó: - Cortés…, Cortés…, ¿qué dice el míster? Y Cortés, sin parar de correr, levantó un poco la cabeza para responderle a Loureda: -Creo que di que dimite…