transformaciones sociales. crecimiento demográfico. de la sociedad ...

SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS ... europeos. A efectos informativos y con la poca precisión propia de los tiempos, España.
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TEMA 13.2: TRANSFORMACIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.

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Durante el siglo XIX se produjeron grandes transformaciones demográficas coincidentes con el cambio social que se dio durante el paso del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea. Con el paso al siglo XIX la población española experimentó un crecimiento estable pero lento. Las características de este cambio demográfico son: ➢ Lento crecimiento, continuado pero inferior al que se produce en otros países europeos. A efectos informativos y con la poca precisión propia de los tiempos, España pasó de unos 11 millones de habitantes hacia el año 1800 a unos 18 millones de habitantes al finalizar el siglo. La causa del escaso crecimiento se debió a los periodos de hambre, epidemias y las continuas guerras. ➢ Los movimientos migratorios que se dieron a nivel interior, del campo a la ciudad industrial; y las migraciones a ultramar especialmente a finales del siglo. ➢ En la segunda mitad del siglo XIX la mejora de las condiciones favorecidas por la industrialización y la construcción del ferrocarril que supusieron una mejora en el empleo, la dieta alimentaria e higiene y condiciones médicas, aceleran el crecimiento de la población, descendiendo la mortalidad y manteniéndose la natalidad. El índice de esperanza de vida asciende de los aproximadamente 35 años a principios del siglo XIX a los aproximadamente 50 años en los primeros años del siglo XX. ➢ Otro factor fue el crecimiento de las ciudades con población procedente del mundo rural, fue localizado, hacia las ciudades más industrializadas como Barcelona, País Vasco y Madrid y hacia la costa en general. Esto produjo una distribución espacial con tendencia a crecer en la periferia de la península (litoral). ➢ Estas ciudades crecerán rápidamente manifestándose a nivel urbanístico con los conocidos ensanches (Madrid barrio de Salamanca o Barcelona con la Diagonal de Cerdá).

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La sociedad del siglo XIX pasa de la estamental del Antiguo Régimen a la sociedad de clases de la nueva Edad Contemporánea. Desaparecerán las desigualdades y los privilegios y unos grupos sustituirán a otros. La nueva sociedad de clases será más igualitaria técnicamente pero en la realidad siguieron manteniéndose grandes diferencias entre sus grupos. La nobleza perdió su influencia pero supo adaptarse a las nuevas circunstancias. Se aliará a los empresarios (enlaces matrimoniales) y se mantuvo en los altos cargos del ejército y la administración del Estado. Mantuvieron cierta relevancia política que observamos con su presencia en las altas instituciones (Senado). A esto añadiríamos que se continuaron otorgando títulos nobiliarios a empresarios de éxito y militares destacados como el marqués de Salamanca, el marqués de Comillas o el Príncipe de Vergara. Serán pocos los nobles que se involucren en el ámbito empresarial o financiero, pero si se aprovecharon de su influencia y apellido en los consejos de administración de empresas importantes. El clero, sí se vio afectado por el nuevo cambio social. La Iglesia perdió la mayor parte de sus bienes a causa de las desamortizaciones y las órdenes religiosas se redujeron considerablemente. Sólo se mantuvo en número importante el clero secular. El clero fue desposeído de su principal fuente de ingresos, el diezmo, y también irá perdiendo a lo largo del

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siglo su importancia en el mundo de la enseñanza. Estuvieron siempre en contra del liberalismo, de la tolerancia religiosa y de la separación Iglesia-Estado. La burguesía, fue la gran protagonista del siglo XIX a todos los niveles. Encabezaron las revoluciones políticas y económicas y causaron el cambio de la sociedad. Se dedicaban a numerosas actividades. Su principal fuente de riqueza procedía de los préstamos al Estado y a la administración local, de la inversión en el mundo industrial, comercial y transporte así como de la especulación con el suelo urbano (coincidiendo con el crecimiento de las ciudades). Fueron banqueros, grandes comerciantes, industriales, propietarios de tierras rústicas y de inmuebles urbanos. También ocuparán altos cargos del Estado y del ejército. Vivían en las ciudades pero tenían propiedades por todo el territorio nacional. La burguesía regional era también muy dinámica vinculada a las actividades comerciales e industriales: Cádiz al comercio ultramarino, Castilla a la producción de cereal; Valencia a la exportación de productos agrarios; Asturias y País Vasco a la minería e industria; Cataluña a la industria textil. Pero la burguesía también formó una amplia clase media formada por profesiones liberales como abogados, periodistas, catedráticos, funcionarios, arquitectos, ingenieros, médicos… Su estilo de vida se centraba en torno a la familia como núcleo fundamental con el matrimonio y los hijos. Su forma de entender la vida se basaba en el trabajo y el esfuerzo con el que obtenían sus beneficios. También hubo una burguesía en el campo, los grandes propietarios. En cuanto a la población rural encontramos los pequeños y medios propietarios sujetos a los rápidos cambios del mercado. En muchas ocasiones tenían que trabajar como asalariados. Las desamortizaciones no les favorecieron. Los arrendatarios y aparceros tendrán unas condiciones de vida dependiendo del tipo de contrato, pero su situación era precaria, malos salarios, mala alimentación y paro estacional. Los jornaleros más numerosos en el sur de la península trabajaban en los latifundios con bajos salarios y sufrían paros estacionales. Fueron base para las futuras revueltas sociales. La población de las ciudades fue la que sufrió más los cambios sociales. Primero porque se alteró mucho el aspecto de las ciudades; segundo porque asumían una gran diversidad de trabajadores. Las ciudades crecen y lo hacen sus servicios: mercados, galerías, centros administrativos, estaciones de ferrocarril, alcantarillado, alumbrado… Sus habitantes serán de todo tipo, desde la nobleza y alta burguesía, pasando por las clases medias y el nuevo grupo, el proletariado industrial. Estos proletarios nacen con la industrialización por lo que este grupo se desarrollará con mucha lentitud debido a la escasa y lenta industrialización española. El proletario es la clase más baja y la forman aquellos trabajadores por cuenta ajena, es decir que venden su fuerza de trabajo por un salario. Cuando hablamos de proletario hablamos del trabajador industrial. Sus condiciones de vida fueron muy duras. Además podríamos incluir a las clases marginales, pobres y mendigos.

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El Movimiento obrero, se desarrollará en consonancia con el desarrollo industrial y nacerá como resultado de las condiciones laborales y económicas de los trabajadores. La falta de protección social dio lugar a reivindicaciones, primero de carácter social (derecho de asociación y sueldo) y laboral y más tarde políticas. La clase obrera fue un grupo pequeño que se ubicará en Madrid, Barcelona y País Vasco y Asturias. Su situación laboral era dura: salarios bajos, lo justo para subsistir y las mujeres y niños cobraban mucho menos; largas jornadas de trabajo, hasta 15 horas; condiciones nocivas con mucho ruido, temperaturas extremas, suciedad, falta de higiene, mala alimentación, alta accidentabilidad; condiciones de vida precarias con hacinamiento, alcoholismo, enfermedades infecciosas… Todo ello les llevará a organizarse, primero mediante asociaciones de ayuda mutua para protegerse en caso de accidentes, enfermedades, etc. a partir de pequeñas

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retribuciones aportadas por sus socios. Ante la falta de medidas sociales les llevará a actuaciones violentas con brotes de ludismo (quema de la fábrica de Bonaplata en 1835). Poco a poco se fueron asociando siendo la primera la Asociación de Protección Mutua de tejedores de Algodón en 1840. Pero en la Década moderada se prohibieron las asociaciones. Hasta el Sexenio democrático no se autorizarán las asociaciones, aunque dependerán de los distintos gobiernos y de su tendencia. Los factores que favorecieron la expansión del movimiento obrero fueron: Con la fundación en Londres de la Primera Internacional o AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) en 1864 el movimiento obrero tendrá un fuerte impulso. Su propósito era lograr la emancipación económica y social de la clase obrera, acabar con la sociedad de clases, acabar con la propiedad privada que pasará a ser colectiva. Estas ideas llegaron a España en 1868 con Giuseppe Fanelli, enviado por Bakunin y fundó los primeros núcleos obreros. Entre los primeros líderes obreros españoles está Anselmo Lorenzo. Pero el enfrentamiento entre Bakunin y Marx por los planteamientos tácticos e ideológicos pondrá fin a esta Primera Internacional y se darán dos corrientes: la socialista o marxista y la anarquista o bakunista. Esta ruptura se trasladará a España y dará lugar a los dos grandes grupos de izquierda: el anarquismo y el socialismo. Los anarquistas se organizaron desde 1881 creando la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) pero las diferencias ideológicas entre ellos y la dura represión del gobierno les llevó a la extinción. Sin embargo, su actividad continuará mediante la acción directa que les llevará a practicar el terrorismo (atentado contra Martínez Campos, asesinato de Cánovas del Castillo, bomba del Liceo de Barcelona…). Esto favorecerá el endurecimiento de la ley por los distintos gobiernos. El Socialismo se organizará a partir de la llegada de Paul Lafargue, yerno de Marx, y que dará inicio a los primeros grupos socialistas o marxistas. En España será Pablo Iglesias quien creará el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 e inscrito en 1881 tras la aprobación de la nueva ley de asociaciones de Sagasta. El PSOE tenía tres objetivos: la abolición de las clases y emancipación de los trabajadores; la transformación de la propiedad privada en propiedad colectiva; y la conquista del poder por la clase política. El Partido Socialista dispuso de su propio periódico, “el Socialista”, participó en la Segunda Internacional y rechazó la colaboración con partidos políticos burgueses, incluidos los republicanos. En 1888 fundó un sindicato, la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato independiente pero subordinado al PSOE, compartiendo dirigentes. En el último cuarto del siglo XIX se intentó organizar un movimiento obrero de inspiración católica. Los primeros círculos obreros católicos surgen a partir de 1883 gracias a religiosos comprometidos como el jesuita Antonio Vicent. Buscaban la colaboración entre obreros y patronos basándose en la doctrina social de la Iglesia, formulada por el Papa León XIII en su encíclica Rerum Novarum (1891). Nunca llegaron a ser auténticos sindicatos.

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