Trabajo colaborativo: Estrategia clave en la educación de hoy.
Resumen En la educación actual todavía una gran cantidad de profesores se sienten atraídos por el tipo de enseñanza tradicional basada en clases expositivas dirigidas a un alumno oyente-pasivo. Una clase muy centrada en el docente con muy poca participación e interacción entre los alumnos. Con pocas oportunidades para la reflexión y para el desarrollo de habilidades sociales y cooperativas. Surge entonces la necesidad de comprender por qué, si existen tantas evidencias teóricas y prácticas sobre los muchos beneficios del trabajo colaborativo, éste no se promueve ni en la escuela ni en el aula. Las razones son diversas, desde el poco conocimiento de esta estrategia hasta el temor de los docentes de perder la disciplina y no cubrir los contenidos del currículum. Trabajar de manera cooperativa es algo complejo que requiere de tiempo. Es necesario promover y propiciar una cultura de la cooperación en la escuela. Es pertinente involucrar a toda la comunidad educativa para comprender y abordar este problema.
Abstract
In today’s education a big amount of teachers feel attraction for a kind of traditional teaching based on expositive classes directed to a passive-listener student. A class teacher-centered, with little participation or interaction among students. With a few opportunities for reflection and for the development of social and cooperative skills. Thus there is a necessity to comprehend why, if there is so many theoretical and practical evidences of the benefits of this strategy, this strategy is not promoted in the class or at school. There are different reasons, from the little knowledge that teachers have about this strategy to the afraid of having disciplinary problems and not to be able to teach all the contents of the curriculum. To work in a cooperative way is complex and takes time. It is necessary to promote a cooperation culture at school. It is pertinent to involve the whole school community to comprehend and to deal with this problem.
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Introducción La presente investigación-acción parte del supuesto de que el trabajo colaborativo mejora la calidad de los aprendizajes y promueve el desarrollo de habilidades sociales en los jóvenes. Este trabajo busca dar cuenta de los pasos que se realizarán para llevar a cabo un plan de intervención que permitirá en conjunto mejorar la práctica docente, específicamente en lo relativo al uso de estrategias colaborativas, lo que permitirá una mejora en el desarrollo de las habilidades cognitivas y sociales de los alumnos. Con esta investigación-acción se busca que los docentes reflexionen sobre sus prácticas, así como también que creen, de manera colectiva, material para desarrollar e implementar el trabajo colaborativo en el aula. Asimismo, se debe señalar que como plantea Latorre (2003), el objetivo detrás de esta investigaciónacción es revisar la propia práctica con el claro objetivo de mejorarla. Es evidente que para conseguir mejoras será necesario establecer otro ciclo de acción, el cual dependerá de los resultados obtenidos, así como de las relaciones que se generen entre profesores, alumnos e investigadores. Todo esto llevará a nuevas observaciones, acciones y reflexiones, iniciando otro ciclo de investigación-acción.
Problema La presente investigación-acción se lleva a cabo en el Centro Educacional San Mateo, ubicado en la comuna de Puente alto. Es un colegio particular subvencionado con un nivel socioeconómico medio bajo, con un alto índice de vulnerabilidad, es decir, son alumnos que no cuentan con todos los estímulos ni los medios necesarios para aprender, lo que su vez significa un desafío mayor para los docentes. En este establecimiento se cuenta con muy poca participación, compromiso o acompañamiento de los padres en el proceso de enseñanza- aprendizaje de los jóvenes. Muy pocos asisten periódicamente a citaciones o reuniones de apoderados. En el colegio hay muy pocas instancias para la reflexión entre los docentes, pues no hay trabajo cooperativo, porque el colegio no fomenta esta práctica entre el profesorado. No se trabaja por departamentos, no se socializan las experiencias en el aula. Las reuniones de GPT se destinan básicamente a hacer trabajo administrativo. En definitiva, los docentes trabajan de manera solitaria y esta falta de espacio para la participación también se da entre los jóvenes. En pocas palabras, la escuela no promueve la colaboración. El problema surge de la percepción de algunos docentes de que los alumnos del Centro Educacional San Mateo no trabajaban de manera colaborativa en el aula. Al contrario la mayoría de los jóvenes se ven expuestos a clases expositivas con poca interacción real de los alumnos para construir aprendizaje. 2
Esta falta de trabajo colaborativo podría incidir en el bajo rendimiento de los alumnos y en el poco desarrollo de las habilidades sociales. Tengo la convicción de que el proceso de enseñanza- aprendizaje es un proceso social colaborativo con el otro. Comparto la idea de que como docentes debemos promover en el aula un aprendizaje cooperativo que prepare a los alumnos a enfrentarse a la sociedad de hoy. Asimismo, propiciar un clima de aula de respeto y apoyo mutuo. Creo que el trabajo cooperativo es esencial para promover un clima de diálogo, de participación y de reflexión entre todos. Considero a los alumnos agentes activos en el proceso de enseñanzaaprendizaje, que tienen mucho que aportar, mucho que decir. Que necesitan relacionarse con los otros en instancias que les permitan dialogar, reflexionar, y ser constructores de su propio conocimiento. El docente debiera ser un facilitador que motiva y monitorea la actuación de los estudiantes, un mediador en la construcción del conocimiento y del desarrollo de las habilidades cognitivas y sociales de los alumnos. Asimismo, creo que el docente debe hacer un aporte en la construcción valórica, en la personalidad moral de los estudiantes, es decir debe ser un profesional con sólidos principios éticos, valóricos que sirva de referente y modelo para los jóvenes que está formando. No considero al docente como un ser omnipotente poseedor del conocimiento. Al contrario, creo que en el proceso de enseñanza-aprendizaje tanto el docente como el alumno aprenden unos de otros. Según Carreteo (1997),
El conocimiento es el producto de la interacción social y cultural.
Metodología de trabajo Lo primero que se realizó para llevar a cabo esta investigación-acción fue conversar el tema de manera informal, no estructurada, con docentes de diferentes asignaturas, de manera libre, sin presión, donde pudieron dar su opinión en relación al trabajo colaborativo y sus posibles alcances en el aprendizaje y desarrollo de las habilidades sociales. Se expresaron muchas opiniones, creencias, con diferentes miradas, pedagógicas, metodológicas, sociológicas. Luego de escuchar las opiniones y creencias de los docentes se buscó observar una clase para ver cómo los alumnos se comportaban específicamente a la hora de realizar una actividad grupal. Finalmente una profesora de historia me permitió observar una clase de cuarto medio en la que tenía preparada una actividad cooperativa, que consistía en realizar una reflexión sobre una película. Con esta observación se obtuvo información relativa al comportamiento de los alumnos frente a una actividad colaborativa, y sobre las estrategias que utilizaba la docente para formar grupos de trabajo.
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Luego se solicitó una entrevista a la profesora de lenguaje por ser una de las docentes con más años en este colegio, que podría entregar una visión más completa de lo que sucede y de lo que sucedía antes en el colegio con relación al tema en cuestión. Con esta entrevista se obtuvo información relativa a la manera de concebir el proceso de enseñanza- aprendizaje por los docentes, del rol del colegio a la hora de promover instancias de participación y reflexión tanto para los docentes como para los alumnos, y la visión sobre el trabajo colaborativo. También se observó a los alumnos en el patio en tres ocasiones diferentes cuando debían organizar actividades culturales y deportivas los días de paro. Estas observaciones aportaron información con relación a la capacidad de organización y el nivel de autonomía de los alumnos. Cuando se planteó el problema se creía que los profesores no hacían trabajo colaborativo porque consideraban que los alumnos no sabían hacerlo, no tenían las capacidades. Sin embargo, tras analizar todas las instancias de recogida de información se llegó a la convicción de que hay muchas otras razones, creencias y supuestos por las cuales el trabajo colaborativo no es una actividad muy recurrente en este colegio:
Los alumnos no tienen las capacidades para realizar trabajo colaborativo. Se pierde mucho tiempo al tratar de organizar a los alumnos. Los alumnos no tienen autonomía El trabajo en equipo no es bien visto por los directivos, porque los alumnos hacen mucho ruido, se paran, conversan. El aprendizaje es muy individualista. Hay poco espacio para el diálogo, la reflexión. El colegio no promueve instancias de colaboración ni en los alumnos ni en los docentes. Hipótesis de acción.
Toda la evidencia recogida indica que la mayoría de los docentes del colegio San Mateo no incluyen en sus clases trabajo colaborativo por las razones ya expuestas. Los alumnos no han desarrollado en gran medida capacidades cognitivas superiores, ni tampoco habilidades sociales. Todo esto influye en el bajo rendimiento de los alumnos, en la mala calidad de sus aprendizajes y en su falta de autonomía y capacidad de organizarse a la hora de llevar a cabo tareas en conjunto. En un principio el problema se planteó desde la perspectiva del docente. ¿Por qué el docente no emplea el trabajo colaborativo en el aula? Es decir, se consideró al docente como el mayor responsable de la falta de trabajo colaborativo en el aula. Luego de leer literatura relacionada con el tema, se pudo comprender que la escuela tiene un rol fundamental a la hora de promover el trabajo colaborativo, y que esta estrategia es de suma importancia para desarrollar en los jóvenes habilidades cognitivas y sociales para hacer frente a los desafíos 4
de la sociedad actual. Entonces el problema ahora se plantea de la siguiente manera: ¿Cómo propiciar en la comunidad educativa una cultura de la cooperación que lleve a los jóvenes a desarrollar las habilidades necesarias para hacer frente a las demandas de la sociedad de hoy? A través de la comprensión de parte de los docentes, pero por sobre todo del equipo de gestión de la comunidad educativa, de que el trabajo colaborativo es una estrategia que se debe desarrollar en el aula y en la escuela, por los muchas bondades que conlleva a la hora de desarrollar habilidades en los alumnos. Será necesario comprender y reflexionar entre todos sobre el trabajo colaborativo, lo que, sin duda, implicará que más de algún docente tenga que replantarse la visión que tiene sobre la educación, de cuál es el objetivo de ésta. Más de algún docente tendrá que desarrollar habilidades para promover el aprendizaje cooperativo, y de seguro tendrá que replantearse muchos aspectos de su práctica, partiendo por cambiar la estructura de sus clases, donde se asegure un espacio para que propicie el trabajo cooperativo, y con ello el diálogo, la reflexión. Todos tendremos que modificar la forma de enseñar y la forma de aprender. Es un cambio, un desafío, que necesitará de la participación, la motivación y el compromiso de todos.
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El trabajo colaborativo El trabajo colaborativo, como sostienen Johnson y Johnson (1999) y Pujolás (2002) tiene una larga data. Ya Commenuis en el siglo XVI creía firmemente en esta estrategia y en el siglo XVIII, Joseph Lancaster y Andrew Bell utilizaron los grupos de aprendizaje colaborativo que más tarde exportaron a Estados Unidos. En este país Francis Parker se encargó de difundir esta estrategia y John Dewey introdujo el aprendizaje cooperativo como un elemento esencial de su modelo de instrucción democrática. Sin embargo, hacia fines de los años treinta, la escuela pública empezó a enfatizar el uso de la competencia interpersonal. A mediados de los años sesenta los hermanos Roger y David Johnson empezaron a formar docentes en el uso del aprendizaje colaborativo en la Universidad de Minnesota. La fundamentación teórica del aprendizaje colaborativo se fundamenta en cuatro perspectivas teóricas, la de Vygotzki, la de la ciencia cognitiva, la teoría social del aprendizaje y la de Piaget. Como sostiene Felder R, y Brent R (2007), Vygotzky y Piaget promovieron un tipo de enseñanza activa y comprometida, al plantear que las funciones psicológicas que caracterizan al ser humano, y por lo tanto, el desarrollo del pensamiento, surgen o son más estimuladas en un contexto de interacción y cooperación social. Según Johnson y Johnson (1999), la más influyente teorización sobre el aprendizaje cooperativo se centró en la interdependencia social. Esta teoría postula que la forma en que ésta se estructura determina la manera en que los individuos interactúan, lo cual, a su vez, determina los resultados. La interdependencia positiva (cooperación) da como resultado la interacción promotora, en la que las personas estimulan y facilitan los esfuerzos del otro por aprender. La interdependencia negativa (competencia) suele dar como resultado la interacción de oposición, en las que las personas desalientan y obstruyen los esfuerzos del otro. La interacción promotora lleva a un aumento en los esfuerzos por el logro, relaciones interpersonales positivas y salud psicológica. La interacción de oposición y la no interacción llevan a una disminución de los esfuerzos para alcanzar el logro, relaciones interpersonales negativas y desajustes psicológicos. Según Zañartu (2003) el aprendizaje colaborativo está centrado básicamente en el diálogo, la negociación, en la palabra, en el aprender por explicación. Comparte el punto de vista de Vygotszy sobre el hecho de que aprender es por naturaleza un fenómeno social, en el cual la adquisición del nuevo conocimiento es el resultado de la interacción de las personas que participan en un diálogo. El aprender es un proceso dialéctico y dialógico en el que un individuo contrasta su punto de vista personal con el otro hasta llegar a un acuerdo. Este diálogo no está ajeno a la reflexión íntima y personal con uno mismo. El aprendizaje colaborativo aumenta la seguridad en sí mismo, incentiva el desarrollo de pensamiento crítico, fortalece el sentimiento de solidaridad y respeto mutuo, a la vez que disminuye los sentimientos de aislamiento (Johnson y Johnson, 1999).
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Entre las capacidades que se promueven con el aprendizaje cooperativo se pueden mencionar autonomía individual y de grupo, cumplimiento de compromisos y actitud de comunicación. Asimismo, la bondad de propiciar el desarrollo de habilidades cognitivas en los alumnos, tales como: aprender a procesar la información, analizar, sintetizar, además de socializar, lo que conduce a la comprensión de que mediante el trabajo grupal los resultados que se obtienen, alcanzan mayor amplitud por la interacción cognitiva de los integrantes y aumenta la visión de la realidad de todo estudiante. Zañartu (2003) hace una distinción entre aprendizaje cooperativo y aprendizaje colaborativo, a diferencia del resto de los autores que tienden a homologar ambos términos. Según la autora, citando a Dillenbourg (1996) y a Gros, (2000), el aprendizaje cooperativo requiere de una división de tareas entre los componentes del grupo. Citando a Brufee (1995), la autora sostiene que el enfoque colaborativo es el que requiere de una preparación más avanzada para trabajar con grupos de estudiantes. El aprendizaje colaborativo cambia la responsabilidad del aprendizaje del profesor como experto, al estudiante, y asume que el profesor es también un aprendiz. Citando nuevamente a Bruffee (1995), considera los dos enfoques como si fueran lineales, y sostiene que el aprendizaje colaborativo está diseñado para entrar justo cuando el cooperativo sale o termina. Esta transición puede verse como un continuo que se desplaza desde un sistema muy controlado y centrado en el profesor a un sistema centrado en el estudiante, donde el profesor y los estudiantes comparten la autoridad y el control del aprendizaje. Los autores coinciden en señalar que el hecho de juntar a los alumnos y permitir su interacción no significa que el aprendizaje aumentará, que se producirán relaciones de alta calidad entre pares o que mejorará la adaptación psicológica, la autoestima y la competencia. Los alumnos pueden facilitar u obstruir el aprendizaje de los demás o pueden ignorar por completo a sus propios compañeros. La forma en que se interactúe dependerá de la manera en que los docentes estructuren la interdependencia en cada situación de aprendizaje.
Para que un grupo sea cooperativo, en el grupo debe existir una interdependencia positiva bien definida y los integrantes tienen que fomentar el aprendizaje y el éxito de cada uno cara a cara, hacer que todos y cada uno sea individual y personalmente responsable por su parte equitativa de la carga de trabajo, usar habilidades interpersonales y en grupos pequeños correctamente y recapacitar cuán eficaz es su trabajo colectivo. Estos cinco componentes esenciales hacen que el aprendizaje en grupos pequeños sea realmente cooperativo. (Johnson, et al, 1999)
Al dominar estos componentes el docente podrá estructurar las actividades, los programas y los cursos de manera cooperativa; adaptar las actividades de aprendizaje a las diferentes necesidades educativas, materias y estudiantes; 7
diagnosticar los problemas que puedan tener algunos estudiantes al trabajar juntos e intervenir para aumentar la eficacia de los grupos de aprendizaje. De lo contrario el trabajo en grupo se traduce en desorden, escaso nivel de rendimiento y pérdida de tiempo. En toda la bibliografía revisada se ve el aprendizaje cooperativo como una estrategia para mejorar la calidad de los aprendizajes y el desarrollo de las habilidades sociales. Sin embargo, en el texto de Pere Pujolás (2002), se sostiene que desde hace algún tiempo el aprendizaje colaborativo se ve como un recurso o una estrategia para atender a la diversidad. Asimismo, Beck, M, y Malley J (2003) ven esta estrategia como una alternativa para los estudiantes con problemas de aprendizaje. Por su parte, Stenlev Jette (2003) sostiene que el aprendizaje colaborativo es, además, una alternativa contra el bullying, pues al trabajar en equipo los estudiantes comparten en un momento con todos en la sala de clases, lo que derriba los mitos y las inseguridades. Asimismo, siguiendo la línea de Marzano Marzano R; Gaddy B; Dean C. (2000), Collazo et al. también sostienen que este tipo de aprendizaje no se opone al trabajo individual ya que puede considerarse como una estrategia de aprendizaje complementaria que fortalece el desarrollo global del alumno. La eficacia del aprendizaje cooperativo ha sido confirmada tanto por las investigaciones teóricas como por la práctica. Las investigaciones se han hecho con participantes de diversas clases económicas, edades, sexos, nacionalidades y formaciones culturales (Denegri, M; Opazo, C y Martinez, G (2007)) . Son muy conocidas los innumerables ventajas de esta estrategia por sobre las individualistas y las competitivas, entonces surge la pregunta de por qué, en cifras de Johnson, sólo un 7 por ciento del trabajo del aula se destina a trabajo cooperativo. Y si la competitividad parece ir en detrimento del éxito profesional, por qué ha sido algo tan predominante en las aulas. Según se desprende del trabajo del Consejo de trabajo de Castilla y León (2005) y Johnson y Johnson (1999), los docentes aún se ven muy atraídos por las clases expositivas dirigidas a un alumnado oyente-pasivo. Donde el docente hace mucho y el alumno hace poco. Donde el docente hace muchas cosas al alumno y no con el alumno. Desde luego todo esto se da por varias razones que van desde la manera de concebir el aprendizaje hasta los temores de los docentes a la hora de implementar el trabajo colaborativo.
Rol del docente Los autores coinciden en que el rol del docente es fundamental a la hora de implementar el trabajo cooperativo en el aula. Mucho se ha hablado sobre los modelos colaborativos como mecanismo para mejorar el proceso de enseñanzaaprendizaje, pero poco se ha dicho de cómo su implementación generará cambios
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radicales en el entorno educativo. Habrá que introducir cambios en el rol del alumno y por sobre todo en el rol del docente. En la clase colaborativa los profesores comparten la autoridad con los estudiantes de muchas formas diversas. Collazo et al. dan un especial énfasis al rol del profesor. El docente debe hacer un esfuerzo por comprometer a todos los estudiantes en la vida de la clase y en la comunidad escolar. En este modelo los profesores hacen partícipes a los alumnos dándoles la posibilidad de elegir entre diferentes opciones para actividades y tareas que logren atraer la atención de los alumnos, animando a los estudiantes a ser parte también del proceso de evaluación. Los docentes animan a los estudiantes a usar su propio conocimiento asegurando que los educandos compartan su conocimiento y sus estrategias de aprendizaje, tratando a los demás con mucho respecto y enfocándose en altos niveles de entendimiento. Asimismo, ayudan a los estudiantes a escuchar opiniones, recibir críticas a comprometer el pensamiento crítico y creativo y a participar en diálogos abiertos y significativos. Denegri, et al (2007) señalan que un factor crítico en el éxito del aprendizaje cooperativo está en el soporte que el profesor brinda a su desarrollo, el cual debe expresarse en un seguimiento constante, la comunicación clara de las ideas, la guía para enfrentar las dificultades y la promoción de un sistema de evaluación.
Rol del estudiante
Los estudiantes que están comprometidos en el aprendizaje colaborativo son responsables, motivados, colaborativos, estratégicos. Cuando los estudiantes trabajan en equipo, comparten, escuchan, reflexionan, evalúan y desarrollan más habilidades de nivel superior. También se preocupan por el aprendizaje de cada uno de los miembros de su grupo. Asumen roles dentro del grupo y los llevan a cabo de manera responsable. Refuerzan su proceso de aprendizaje, pues constantemente están explicando conceptos o procedimientos a sus compañeros. Aprenden a aceptar y evaluar las opiniones de los otros.
Rol de la escuela Los autores sostiene que para impulsar un trabajo colaborativo en el aula, este debe darse en toda la institución. A nivel de docentes, de directivos, de alumnos, de padres y apoderados. Todos los elementos y los beneficios del aprendizaje cooperativo en el aula deben aplicarse y reflejarse en la escuela en su totalidad. Beck, M y Malley, M (2003) sugieren que muchos niños fracasan en las escuelas no por una falta de habilidades cognitivas, sino porque se sienten aislados, alienados, apartados de los otros, del proceso educativo. En un estudio en Ohio realizado a 30 jóvenes en riesgo social, se concluyó que los adolescentes decían que ellos no pertenecían a ningún lugar: ni al colegio, ni a sus familias ni a 9
sus comunidades. Goodenow (1993) citado por Beck M, y Malley M (2003) encontró que cuando los niños sentían que pertenecían, estaban más motivados, tenían mayores expectativas de éxito, y creían en el valor del trabajo académico. Kaplán, H, y Johnson, R, citados por Beck, M y Malley, M (2003) observaron que los estudiantes que fracasan en la escuela, no se sienten aceptados por sus compañeros y tienden a buscar su propio sentido de pertenencia en un contexto que es más antisocial. Beck M, y Malley M (2003) sostienen que la escuela a través de la colaboración debe promover un sentido de comunidad y pertenencia fortaleciendo las relaciones entre docentes y alumnos, e integrando al currículum estrategias de aprendizaje cooperativo.
Dificultades para desarrollar trabajo colaborativo Según el texto del Consejo Educativo (2005), se señala que son muchas las dificultades con las que se encuentra el docente cuando quiere trabajar desde una perspectiva cooperativa. Se sostiene que es difícil generar formas de trabajo en equipo entre el profesorado aún cuando haya consciencia clara de que los problemas sólo se soluciona si se abordan conjuntamente desde el colectivo y se involucra todo el profesorado y toda la comunidad educativa. Asimismo se señala que el modelo social dominante tiene su reflejo en el sistema educativo que a través del currículum y la organización de cada escuela favorece el individualismo, con cada vez menos espacio y tiempo para que el profesorado pueda tratar temas educativos de forma colectiva, sin espacio para el diálogo y la reflexión. También se debe señalar que la mayoría del profesorado no tiene experiencia vital en prácticas de trabajo cooperativo. Quizás sería bueno enseñar a los docentes esta estrategia en la formación inicial. Al igual que como ocurre en el aula el trabajo cooperativo a nivel de docentes se confunde con compartir un mismo espacio y tiempo para aportar o recibir información de un determinado tema, pero pocas veces estas reuniones tiene como finalidad la búsqueda de soluciones o alternativas conjuntas a problemas o necesidades detectadas. Asimismo existen ciertos sectores del profesorado que ven el trabajo en equipo cómo pérdida de tiempo. Todo lo anterior hace que sea difícil crear en los centros educativos una cultura basada en el trabajo cooperativo. Si el docente no sabe implementar las actividades para trabajar de esta manera, se puede volver un problema para el docente, y a la larga una resistencia de los alumnos para trabajar en equipo.
Si bien todos los autores coinciden en que el trabajo en equipo debiera practicarse de manera tal que después se vea de forma natural en el aula, Marzano et al. (2000) sostienen que el aprendizaje colaborativo al igual que cualquier otra estrategia de aprendizaje puede ser sobre usada. Ellos señalan que los alumnos también necesitan tiempo para trabajar de manera independiente para practicar las habilidades y los procesos que necesitan dominar. Si se usa de 10
manera muy frecuente puede perder su efectividad. Por lo tanto sostienen que los docentes deben variar los tipos de actividades que utilizan en el aula.
Algunos estudios Johnson y Johnson (1999) en un análisis de 375 estudios experimentales que comparaban el trabajo colaborativo con el trabajo individual en el ámbito escolar señalan el impacto positivo del primero en tres grandes áreas: esfuerzo al logro, relaciones interpersonales positivas y salud mental. En un estudio realizado por Denigri M, Opazo C y Martinez G (2007) sobre 181 estudiantes chilenos de primer año de Educación secundaria Técnicoprofesional, pertenecientes a dos liceos ubicados en la novena región de la Araucanía, los autores concluyen que el trabajo colaborativo además de todas los beneficios a nivel de habilidades cognitivas y sociales, aumenta el auto-concepto de los alumnos. Además, facilita la incorporación de los contenidos transversales en el trabajo del aula. Son muchos los autores (Hinde and Kovac (2001), Tien et al (2002) Nurrenber and Robinson (1997), todos citados por Felder R, y Brent R, (2007)), que han hecho investigaciones sobre los beneficios del trabajo colaborativo en áreas como ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas que abalan las bondades que esta estrategia metodológica proporciona a estas áreas. Entre éstas se cuentan el desarrollo de las habilidades para resolver problemas, un mejor entendimiento conceptual, así como el desarrollo del pensamiento crítico y de habilidades para trabajar en equipo. Noll (1997), citado por Beck M, y Malley M (2003), preocupado de que los estudiantes con problemas de aprendizaje presentaban dificultades en el desarrollo de habilidades sociales, desarrolló un programa mentor entre niños de noveno grado y niños de séptimo grado, estos últimos con problemas de aprendizaje. La idea era que los estudiantes más grandes trabajaran de manera colaborativa con los alumnos de séptimo. Los resultados sugirieron que los niños menores habían aumentado su sentido de inclusión y habían mejorado su conducta, y que los niños mayores habían aumentado su autoestima y sus habilidades para resolver conflictos.
Uno de los principales retos de la educación actual es que los estudiantes aprendan a aprender. Considerando la literatura estudiada, se puede sostener que el trabajo colaborativo es clave para lograr dicho propósito. El trabajo colaborativo constituye ciertamente un enfoque y una metodología que supone todo un desafío a la creatividad y a la innovación en la práctica docente. Es una estrategia compleja que requiere mayores esfuerzos para su implementación en el aula, pero, que a la luz de los beneficios, vale la pena el esfuerzo. 11
Plan de Intervención
Objetivo general
El objetivo general del plan de intervención es crear espacios de sensibilización y reflexión para mejorar la práctica docente a través de la creación de iniciativas didácticas que promuevan el desarrollo del trabajo colaborativo en el aula, dadas las muchas bondades que esta estrategia conlleva para el aprendizaje de los alumnos, sobre todo en la que respecta al desarrollo de habilidades. Con anterioridad se ha señalado que para desarrollar una cultura de la colaboración en la escuela se necesita contar con la participación de todos. Sin embargo, debido a lo acotado del tiempo para llevar a cabo el plan de intervención, se partirá por abordar el trabajo colaborativo desde los docentes. Será necesario contrastar las creencias y los supuestos de los profesores frente al trabajo colaborativo con lo que efectivamente sucede en el aula. Asimismo, se tendrán que disipar los temores y hacer frente a la resistencia que un número importante de profesores de este establecimiento tiene con relación a esta estrategia metodológica.
Objetivos específicos
Proporcionar a los docentes estrategias que le permitan de manera progresiva incorporar el trabajo colaborativo en la planificación de sus clases.
Conocer y compartir las prácticas exitosas que tienen los docentes con el trabajo colaborativo generando espacios dentro de la escuela para que el profesor reflexione y comparta su experiencia vital en el trabajo colaborativo.
Que el docente a través del ejercicio de su práctica pueda a la vez ser constructor de conocimiento pedagógico.
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Actores que participarán directamente en el plan de intervención Dado que el trabajo colaborativo pasa necesariamente por la forma de estructurar las clase y del material empleado, se trabajará directamente con el jefe de UTP quien deberá constatar que las planificaciones contemplen espacios verdaderos de uso sistemático de trabajo colaborativo. Como sostienen Denegri et al. (2007) la eficacia de someter a los profesores a capacitación sistemática en el ámbito de metodologías innovadoras y trabajo cooperativo cobra sentido siempre que ésta capacitación implique un seguimiento y tutoría de su acción en el aula, lo que proporcionará pistas interesantes para el diseño de modelos efectivos de capacitación docente. Se trabajará con los docentes de Educación Media de Lenguaje y Matemática, en total seis docentes, quienes deberán elegir un curso de primero medio para llevara a cabo este proyecto. No se incluirán más docentes dado que esta investigación tiene un carácter experimental. En la escuela no se trabaja por departamentos por lo que no hay jefes de departamentos. Se elegirán entonces dos docentes, uno de Lenguaje y otro de Matemática, quienes deberán coordinar las reuniones con los restantes docentes que participan de esta investigaciónacción. Las reuniones se llevarán a cabo semanalmente y por un espacio de tres horas pedagógicas.
Procedimientos para lograr la sistematización
Reuniones por departamentos.
Para comprender, descubrir e implementar el trabajo colaborativo en el aula de manera sistemática, los docentes se agruparán por departamentos. Al trabajar en grupos los docentes estarán a su vez aprendiendo a trabajar de manera colaborativa con lo que se favorecerá el intercambio de experiencias, estrategias, recursos, ideas, conocimientos, etc. La idea es desarrollar y promover las habilidades de cooperación en esta escuela. Como señala Latorre (2003) Los centros educativos deben institucionalizar la cultura investigadora del profesorado. La investigación se considera una actividad que debe cristalizar en la cultura de las instituciones educativas.
Estas reuniones tendrán diferentes objetivos a medida que avanza la i-a. Primero los docentes se reunirán por cuatro semanas para interiorizarse sobe esta estrategia y a su vez revisar el currículum y en conjunto crear las actividades que propiciarán el trabajo colaborativo. Luego los profesores se seguirán reuniendo una vez a la semana para comentar, criticar y reflexionar sobre los resultados de
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la implementación del trabajo colaborativo en el aula, a la vez que seguirán creando iniciativas y materiales que fomenten la colaboración.
Observación de clases
Estas estarán a cargo del jefe de UTP, y de los respectivos jefes de departamentos. Tendrán como principal objetivo ver el grado y forma de utilización de estrategias de cooperación, y la actitud y respuesta de los estudiantes hacia esta forma de trabajo. Tendrán dos momentos, cuando los docentes comienzan a implementar el trabajo colaborativo, con el objeto de recabar la información que de luces sobre los aciertos y desaciertos de la implementación, y luego en una segunda oportunidad, luego de que hayan pasado cuatro semanas, para ver de qué manera los docentes han podido o no sortear las posibles dificultadas con que se hayan enfrentado en las primeras etapas de esta intervención. La idea es reflexionar de manera crítica sobre la práctica, pues sin reflexión no podrá haber mejora.
Grabación de clases.
Estas reflejarán las prácticas llevadas a cabo en el aula. Se grabará la experiencia a partir de la cual se reflexionará y se hará un análisis de aquellos puntos comunes que puedan contribuir al éxito de la implementación del trabajo colaborativo en al aula y con ello vislumbrar si se dan las condiciones para un mayor desarrollo de habilidades cognitivas y sociales. Asimismo, se extraerán las conclusiones de las experiencias metodológicas con el propósito de poder generar innovaciones didácticas y recomendaciones para ser utilizadas por todos los docentes. Estas grabaciones estarán a cargo de los jefes de departamentos. Cada uno deberá grabar a sus otros dos colegas para luego reunirse, observar, analizar y comentar de manera crítica las intervenciones, tanto de los grupos entre sí, como del profesor con los alumnos.
Bitácora de clases.
Cada docente deberá completar una bitácora al final de cada clase con sus propias reflexiones. El objetivo es que registre los resultados obtenidos, las dificultades y las reacciones de los alumnos. Esta información será compartida y contrastada en las respectivas reuniones de departamentos, con el objetivo de compartir y reflexionar con los otros docentes.
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Jornada de difusión
Al final de esta primera investigación-acción, se realizará una jornada donde los docentes directamente involucrados en el plan de mejora puedan dar a conocer sus experiencias en la implementación del trabajo colaborativo en el aula. Se entiende que después de los análisis y las reflexiones de dicha investigación, se llevarán a cabo otras investigaciones, con el propósito de mejorar las posibles falencias de la primera investigación-acción, así como también para aceptar e incluir otras propuestas.
Cómo evaluar el avance La revisión de las planificaciones por parte del jefe de UTP, así como las reuniones semanales con los docentes serán las principales estrategias para evaluar permanentemente el avance y el logro del plan de intervención. Asimismo las grabaciones de clases permitirán evidenciar el logro de esta propuesta.
Posibles dificultades Entre las posibles dificultades se puede contar la falta de tiempo para planificar las clases. Para trabajar de manera colaborativa se necesita estructurar la clase de una manera más compleja, generar muchas instancias de diálogo e interacción entre los alumnos, así como también la creación o búsqueda de material. Sin duda, Internet será fundamental para conseguir ese material y ganar tiempo. Se tratará de hacer que los docentes estén dispuestos a ser parte de una investigación. De cambiar su rol de sujeto que es investigado a sujeto que ahora investiga, reflexiona sobre su práctica y construye conocimiento. Un docente que observa las estrategias pedagógicas y didácticas para someterlas a investigación y reflexión y así solucionar problemas de la práctica. Esta nueva imagen de docente reflexivo, cuestionador, investigador, autónomo y profesional que propone Latorre (2003) no es fácil de promover en una escuela donde el docente no está acostumbrado a reflexionar sobre su práctica ni a compartir con sus colegas. Los docentes no tienen el hábito o la costumbre de compartir sus experiencias y a veces se percibe un sesgo de egoísmo entre el profesorado. Por lo mismo será todo un desafío aprender y practicar esta nueva imagen del docente que tanto se necesita en la escuela de hoy. | Otra dificultad podría ser la falta de voluntad para trabajar en este plan. Quizás no todos los docentes estén dispuestos a participar de esta investigaciónacción. Será necesario hacer todos los esfuerzos para incentivarlos a participar. Asimismo, la falta de comunicación interpersonal podría ser una dificultad. Como ya se señaló el cuerpo docente de este colegio no acostumbra a intercambiar experiencias, será todo un reto trabajar en conjunto, y de paso mejorar y propiciar relaciones interpersonales más fluidas entre el profesorado. 15
Cómo coordinar la acción y la participación
Un cronograma de las reuniones semanales de los jefes de departamentos con el jefe de UTP será una de las principales estrategias para cautelar que el equipo que trabaja en el plan de acción logre coordinarse y avanzar en el logro de los objetivos. En estas reuniones se buscará evaluar las distintas actividades curriculares y las planificaciones de trabajo de aula realizadas por cada docente para constatar la presencia explícita de metodologías colaborativas. Sin embargo, la mejor manera de cautelar la participación de todos será informar a los docentes sobre el proyecto. Hacerles ver que para lograr una mejora se debe trabajar en conjunto y que nadie se puede quedar atrás. Si se explicitan los objetivos de la investigación-acción, y si se hace partícipe al profesorado de este plan de mejora, estarán más dispuestos a colaborar, estarán más comprometidos, pues no serán meros espectadores, sino que partícipes en cada etapa de este proyecto. También se deberá explicitar que los resultados servirán para sacar conclusiones generales no para individualizar los fracasos o los logros de los docentes de manera particular. Esto permitirá que no tengan temor y quieran participar. Al final de esta primera investigación-acción, se contemplará una jornada para difundir y compartir con los otros docentes los resultados de dicha experiencia, y también para entre todo el cuerpo docente, sugerir las nuevas intervenciones. El objetivo es que exista un intercambio de conocimiento y que entre todos propongan nuevas estrategias para llevar a cabo esta mejora. Como sostiene Latorre (2003): Las mejoras en la educación necesariamente tendrán que venir desde el interior de las escuelas desde el conjunto del profesorado.
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Cronograma de trabajo
Mes 1 Semanas
1
2
Mes 2
3
4
1
2
Mes 3
3
4
1
2
Mes 4
3
4
1
2
3
4
Acciones Reunión con directora y sostenedora Para comunicar objetivo de la i-a, y solicitar tiempo y espacio para llevarla a cabo. x Reunión con docentes y jefe de UTP para informar sobre propuesta de intervención. Reuniones por departamento Para trabajar en actividades y materiales cooperativos. Implementación de estrategias cooperativas en el aula. Primera observación de clases. Análisis y retroalimentación de observación de clases. Grabación de clase. Análisis y retroalimentación de la grabación de clases. Segunda observación de clases. Análisis y retroalimentación de segunda observación de clases.
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