tesis completa 12

GREGORY, S.V.; SWANSONS, F. J.; MC KEE, W. A. & K. W. CUMMINS. 1991. An ecosystem perpective of riparian zone. Bioscience. 41 (8): 540. • GUIDO, E. y ...
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Evaluación de la Calidad Ecológica del Hábitat Ripario en Tramos del Río Muerto, Yerba Buena, Tucumán, Argentina. Tesinista: Leila M. Gonzalez Director: Martín G. Sirombra Trabajo Final de Licenciatura en Ciencias Biológicas or. Botánica

Año 2005

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RESUMEN El término latino “riparius” significa “de o perteneciente a la orilla de los ríos”; que adaptado al anglosajón “riparian” hace referencia a las comunidades bióticas de las orillas de ríos y lagos, por ello se considera a las riberas como interfases entre ambientes acuáticos y terrestres. Generalmente tienden a estar cubiertas por vegetación, siempre que el sustrato y las crecientes del río lo permitan. Actualmente este ambiente se encuentra afectado por numerosas actividades antropogénicas, como ser la extracción maderera, el vertido de residuos, asentamientos urbanos e industriales, que se traducen en un paulatino deterioro ambiental. El presente trabajo propone evaluar la calidad ecológica del hábitat ripario del río Muerto. Este es un curso de agua subtropical de montaña, influenciado por características ambientales, geomorfológicas y antropogénicas. La evaluación de la calidad ecológica riparia se realizó mediante la aplicación del “Índice Q.B.R.” sigla que proviene del catalán: Qualitat del Bosc de Ribera. Se establecieron 12 estaciones de muestreo en las que se aplicó el índice. Los resultados muestran un marcado deterioro en la calidad del hábitat ripario, basados en las alteraciones y canalizaciones del canal fluvial, como así también en la cobertura vegetal del área de ribera. El análisis florístico arrojó como resultado 32 especies arbóreas nativas (6 exóticas); 10 especies arbustivas nativas (2 exóticas). El análisis de similitud entre los diferentes sitios de muestreo y tomando como base la presencia y ausencia de especies arbóreas y arbustivas, reflejan que las especies más frecuentes en estas riberas corresponden a un 75 % del total de las estaciones analizadas. Además en el análisis de cluster se identifican dos grupos con características florísticas diferentes. La evaluación por rangos de calidad del índice QBR, permite una rápida interpretación del estado ecológico de las riberas del río Muerto; reflejando una marcada diferencia en cuanto a la estructura, cobertura y composición florística de las zonas riparias estudiadas. Finalmente se proponen recomendaciones para preservar el ambiente ripario.

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CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN Las Riberas un tipo de Humedal La Convención Ramsar (1971) define a los Humedales como aquellos ambientes que comprenden una amplia variedad de hábitat como pantanos, turberas, llanuras de aluvión (riberas), ríos y lagos, de aguas poco profundas, temporarias o permanentes inundadas, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, y toda superficie cubierta de agua de origen natural o artificial. Cicerone et al. (2003) afirma que los humedales poseen amplias y variadas características, siendo constante el gradiente elevado de humedad en el suelo el cual permite el alojamiento de diferentes especies vegetales exclusivas (hidrofitos) o no de estos ambientes. Es por ello que se pueden encontrar numerosas formas de vida adaptadas cada una a sus propios requerimientos. Estas adaptaciones favorecen la alta biodiversidad y productividad que caracterizan a los humedales, además de su encumbrado valor estético y socio cultural asociado al paisaje del que forman parte, motivo más que importantes para conservarlos.

Cuencas Hidrográficas y Ríos Tanto los humedales como las cuencas hidrográficas y los ríos, presentan un sinfín de belleza paisajística y numerosos motivos ecológicos y biológicos para su conservación. Las Cuencas hidrográficas son definidas como una unidad fisiográfica, conformada por el conjunto de sistemas de cursos de agua determinados por el relieve. Sus límites o “divisorias de aguas” están dados naturalmente y corresponden a las partes más altas del área que encierra un río (Ramakrishna, 1997). Las cuencas, también conocidas como zonas de captación, son cada una de ellas diferentes en cuanto a su tamaño, características físicas, biológicas, sociales, y culturales (UICN, 2000). Sin embrago todas poseen como factor común: ser las unidades del paisaje que aportan agua y sedimentos por arroyada difusa, a un cauce en una sección dada (Aguilo Alonso y Aramburu, 2000) (Figura Nº 1).

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Figura Nº 1: Alimentación de los ríos por arroyada difusa Fuente: Strahler, 1992

En las cuencas se produce la captación de agua proveniente de las precipitaciones y el flujo de las vertientes; permitiendo en su recorrido final la formación de un río. Según Strahler y Strahler (1989) los ríos son componentes esenciales del paisaje continental, son cursos de agua corriente que fluye por la superficie del terreno, moldeando bajo su acción erosiva el relieve por donde transcurre. En su recorrido realizan un arduo trabajo geológico que consiste en tres actividades interrelacionadas: erosión, transporte y sedimentación (Apéndice I). Los procesos erosivos que actúan en la dinámica de un curso de agua, no son ni permanentes ni casuales, sino discontinuos, cambiantes en su modalidad, en los efectos que produce y directamente relacionados con el clima (Viers, 1974). Para Strahler y Strahler (1989) la acción de los cambios climáticos sumado a las características superficiales de una cuenca hidrográfica, producen diferentes fases de alteraciones en la descarga de materiales y en el cauce de un cuerpo de agua. Las primeras variaciones serán facilitadas por la escorrentía, y cuando la cantidad de carga de fondo sea elevada junto con la crecida, originará entonces una elevación del lecho. A medida que este fenómeno aumenta y disminuye la descarga de materiales de escorrentía, el río es ahondado activamente; mientras tanto, disminuye el nivel de las aguas y aumenta el fondo del lecho debido a la acumulación de materiales aluviales. La deposición de sedimentos permite nuevamente la elevación progresiva del lecho del cuerpo de agua. Entretanto, las orillas son excavadas progresivamente, fenómeno que recibe el nombre de erosión lateral. 4

En el proceso erosivo de los cuerpos de agua, se desprenden numerosos materiales que serán arrastrados y depositados en áreas menos elevadas. Uno de los sitios de deposición pueden ser las orillas del cauce fluvial, denominadas riberas aluviales, las cuales constituyen la base para el desarrollo del lecho de inundación (Figura Nº 3). En otras circunstancias, puede ser que la erosión lateral continúe y las franjas de lechos de inundación lateral se ensanchen formando meandros aluviales, o barreras de sedimentos naturales que darán lugar a una típica corriente de agua anastomosada (Strahler y Strahler, 1989) (Figura Nº 2).

Figura Nº 2: Proceso de erosión lateral Fuente: Strahler y Strahler, 1989

En general todos los cursos de agua corriente tienden a desplazarse siguiendo la pendiente hacia niveles más bajos en su trayectoria. El área por donde transcurre su recorrido puede ser más o menos estrecha y es denominada: cauce fluvial (Smith y Smith, 2001). Los cauces son modificados físicamente en el ciclo hidrológico del cuerpo de agua, cuando se encuentran inundados la mayoría de los días del año, recibe el nombre de canal bajo. Hacia ambos lados del curso de agua se observan zonas elevadas llamadas márgenes u orillas, las cuales encauzan el flujo de agua (Strahler, 1992). Generalmente en los márgenes se visualizan indicios de las crecientes máximas, lo cual facilita la determinación del máximo nivel alcanzado por el agua (Strahler, 1992; Puchulu y Sayago, 1991; Guido y Sesma, 1995; Neder y Puchulu, 1995) (Figura Nº 3).

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Figura Nº 3. Elementos de un lecho fluvial Fuente: Viers 1973

Se puede definir a la Orilla de un cuerpo de agua, como la zona perteneciente al cauce fluvial que es inundable en crecidas ordinarias en un periodo aproximadamente de dos años (Munné et al., 1998-a). Para Munné et al. (2003) la acción modeladora de las crecidas ordinarias suele resultar en la formación de un talud (bankfull) que marca el límite y se convierte en el mejor indicador del final de la orilla y el inicio de la ribera. Según el Protocolo HIDRI (2006) la porción de tierra formada por la corriente aluvial a los costados del cuerpo de agua es denominada Bankfull u orilla. Las orillas o bankfull se forma en un periodo relativamente estable en las condiciones climáticas del área, permitiendo la existencia de un equilibrio entre el flujo de agua y el canal por donde transcurre la misma. Estas áreas son fácilmente identificadas, ya que sobre ellas se asienta en la mayoría de los casos la vegetación natural riparia. Suelen ser zona más elevada que el canal fluvial o de estiaje por donde transcurre el agua, generalmente están compuestas por depósitos de arena, rocas o fragmentos de ellas dispersos y raíces expuestas o no de la vegetación que crece en las mismas (Figura Nº 4).

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Figura Nº 4: Canal fluvial, bankfull y ribera Fuente: Protocolo HIDRI, 2006

Todas las características indicadas con anterioridad son también compartidas por los ríos de montaña. A estos últimos se los suele dividir o definir en tramos o cursos. Cada una de estas secciones se diferencian por ejemplo por la velocidad de las aguas, y por los sedimentos que transportan y o arrastran (Schroh, 1998). A los cursos altos o superiores de un río se los caracteriza por poseer lechos angostos, escabrosos, fondos rocosos y una elevada pendiente que le confiere la típica rapidez a la corriente de agua, y le otorga un alto potencial erosivo. Este ambiente es típico de ecosistema heterótrofo, es decir que presentan una elevada tasa respiratoria y alta oxigenación, siendo la producción de nutrientes escasa. Por otro lado la vegetación riparia no presenta diferencias con respecto al resto del bosque o ecosistema adyacente (Schroh, op. cit.). Mientras en los tramos medios el lecho de inundación es más amplio y menos abrupto que en los cursos superiores; compartiendo ambos los fondos rocosos, según sea el ambiente por donde transcurre. El deslizamiento de la corriente de agua para los cursos medios, es por terrenos con pendientes menos abruptas, favoreciendo la deposición de sedimentos y acarreando un considerable poder erosivo. 7

El hábitat acuático que se desarrolla en la citada zona es autótrofo, posee una tasa de producción y respiración mayor que 1; favoreciendo al aumento de la diversidad de especies allí presentes; como así también a la temperatura y la turbidez del agua; en consecuencia disminuye la cantidad de oxígeno. Para estos ambientes la flora es más diversa, siempre que el sitio se encuentre en un óptimo estado de conservación o con pocas modificaciones antrópicas (Schroh, 1998). Finalmente en el curso bajo o inferior de un río se produce la acumulación de grandes depósitos de arena y limo en sus márgenes u orillas. El caudal, la temperatura y turbidez son máximos con respecto al resto de los tramos, mientras que el oxígeno es mínimo (Schroh, op. cit.). Cabe señalar que en numerosos casos los ríos de montañas son definidos como torrentes, compartiendo las características mencionadas, además de una serie de fenómenos torrenciales comunes entre ellos. Estos fenómenos torrenciales se encuentran directamente vinculados con la presencia de caudales sólidos y la existencia de crecidas violentas y repentinas. Suscitando entonces los fuertes acarreos provocados por la fuerza tractiva del caudal, que será mayor cuanto mayor sea el caudal, la pendiente y la velocidad de escorrentía (Martensen y Casagrande, 1997). Podemos decir entonces, que el dinamismo torrencial de las aguas sobre los cauces aparece ligado a la tensión tractiva. Esta tensión ejerce un control móvil sobre el cauce que lo limita, a la vez que transporta los materiales en suspensión y el agua (Martensen y Casagrande, op. cit.). Martensen y Casagrande, op. cit. afirman que cuando la tensión tractiva de las aguas supera la capacidad de resistencia del contorno o margen, entonces ocurren fenómenos de socavación y graves daños tanto in situ como ex situ. Es por ello que se llevan a cabo medidas protectoras y preventivas de curvas y orillas de estos ambientes. En si todos los ríos constituyen dinámicos sistemas hídricos, relacionados con las características geomorfológicos y climatológicas de la zona en donde se encuentren. Estas particularidades le confieren o no cierto grado de peligrosidad al curso de agua y su entorno. Además debe considerarse a estos ecosistemas naturalmente valiosos, no tan solo por el valor intrínseco del agua como recurso natural, sino también por la diversidad de procesos naturales que allí ocurren. Entre otros el desarrollo de especies de flora y fauna que los caracteriza (Schmidt y Otaola-Urrutxi, 2002; Ward, 1998).

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Riberas El hábitat que se desarrolla a lo largo de las orillas de un curso de agua se denomina riberas, las mismas se encuentran directamente influenciadas por el cuerpo de agua (González Del Tángano, 2002) (Figura Nº 4). Según Strahler y Strahler (1989) el ambiente ribereño es el que esta formado por el río aluvial y su lecho de inundación (Figura Nº 3). El término latino “riparius” significa “de o perteneciente a la orilla de los ríos”, que adaptado al anglosajón “riparian” hace referencia a las comunidades bióticas de las orillas de ríos y lagos (Naiman & Decamps, 1997) Para Munné et al. (1998-a) las riberas son zonas inundables en crecidas de gran magnitud (periodos de hasta 100 años), en ellas se pueden incluir a las terrazas fluviales. Es importante tener en cuenta que la frecuencia de las inundaciones permitirá la existencia de especies vegetales adaptadas a estas perturbaciones. Este mismo autor determina, que un buen indicador del límite del área riparia es el cambio en la cobertura vegetal natural por comunidades dominadas por especies propias del ecosistema forestal adyacente. Según el Protocolo HIDRI (2006) cuando las riberas se encuentren alteradas total o parcialmente, ya sea por usos agrícolas, urbanos o industriales, los límites de las mismas estarán dados por manchas residuales de vegetación de ribera más allá de los prados, campos de cultivo o espacios construidos. Indicando esto la proximidad del nivel freático a la superficie y por lo tanto la extensión de la zona riparia. Otro indicador del área de ribera puede ser el aumento de la pendiente hacia el cauce, ya que implica un distanciamiento entre la superficie y el nivel freático. Robins & Cain (2000) definen al ambiente ripario como aquel perteneciente al banco de un río, haciendo referencia a las comunidades bióticas que viven en ambas márgenes del cuerpo de agua. Schroh (1998) menciona que todos los ecosistemas fluviales pueden ser extensos y a menudo poseer comunidades riparias diferenciadas de las entidades en que se encuentran. Estos bosques ribereños en las diferentes ecoregiones del mundo varían ampliamente en cuanto a los procesos dinámicos que en ellos ocurren, ya sea físicamente, florísticamente y estructuralmente (Aguilo Alonso et al., 2000), expresados a través de la historia natural y sucesional del área en particular (Arcos Torres, 2005). Generalmente los suelos de zonas riparias carecen de estructura, son rugosos, con buena aireación debido a la frondosidad natural de la vegetación riparia (González Del Tángano, 2002), mientras que la presencia de residuos orgánicos le confiere su mejor calidad (Robins & Caín, 2000). 9

Sin embargo la mayoría de las áreas riparias presentan amplias características que las hacen únicas e importantes, por ejemplo Schade et al., (2002); Brosofske et al., (1997) y Gregory et al., (1991) mencionan la capacidad de estos ecosistemas para diseñar micro ambientes terrestres y acuáticos utilizados por los organismos que lo habitan. Mitsch et al. (1994) y González Del Tánago (2002) han estudiado la función de las riberas como zonas de transición o interfase entre el medio acuático y el medio terrestre de las inmediaciones de un río. Sin embargo, aún queda mucho por conocer referente a su función como corredor en sentido longitudinal y la importancia que pueden llegar a tener en el desplazamiento de especies silvestres, entre parches de diferentes ambientes cercanos a los mismos (Naiman & Decamps, 1997). Para que estos ambientes sean considerados como corredores tienen que presentar tres aspectos fundamentales: en primer lugar la sinuosidad del río, que depende del trazado del cauce y la magnitud del caudal, la pendiente y la carga de sedimentos del cuerpo de agua. En segundo lugar su altura relativa en el entorno, ya que el bosque de ribera adquiere mayor importancia en cuanto a su estructura vertical en zonas de relieve llano y no en áreas montañosas. Y finalmente la conectividad con el ambiente adyacente (González Del Tángano, 2002). González Del Tángano (op. cit.) define la conectividad como “el grado de conexión o continuidad espacial del corredor, que determina la eficacia de su estructura para el transito y dispersión de las especies a lo largo del mismo”. Sea o no eficaz la estructura florística de los ambientes riparios, estos sitios tienden a estar cubiertos por vegetación, siempre que el sustrato, la recurrencia de las grandes avenidas y la geomorfología lo permitan. O sea que la vegetación se distribuirá según el grado de humedad del curso de agua, recibiendo el nombre de bosques de galería, bosques de ribera o sotobosques (Munné et al., 1998-b). La vegetación constituyente de este entorno es por lo general alta y densa, estructuralmente más compleja que el medio circundante. Las más de las veces posee un microclima húmedo y se encuentra sujeta a variaciones ocasionales del curso del agua, que en muchos casos afectan a la misma flora causando su destrucción (Treviño et al., 2001). Sin embargo la vegetación ribereña juega un papel fundamental sobre la calidad ambiental de los ecosistemas adyacentes, ya que la cobertura arbórea y o arbustiva funciona como un “paraguas” evitando la insolación directa de las aguas y por lo tanto controlan la temperatura de las mismas (Beschta et al., 1997). Así mismo mejoran la concentración de oxígeno disuelto, regulando la entrada de luz en las aguas y el crecimiento de algas (González Del Tángano, 2002). Además la masa vegetal que se incorporada en los cuerpos de agua funciona 10

aportando grandes cantidades de nutrientes orgánicos, los cuales en muchos casos son la principal fuente de energía para el inicio de la cadena trófica en el medio acuático (González Del Tángano, op. cit.). También podemos mencionar a estas zonas como áreas que permiten el mantenimiento de valiosos recursos forestales y silvestres (Indiana Division of Forestry, 2004). Con respecto a la capacidad de los bosques de riberas como sitio que permite el establecimiento de diferentes especies animales, es que Indiana Division of forestry (op. cit.) sugiere que la remoción de bosques conduce por clareo al desplazamiento y perturbación en la estructura de los ensamblajes de peces. La sustracción, sustitución y paulatino deterioro del bosque de ribera, conlleva a una constante disminución de las aves típicas de la zona riparia (Smith & Johnstone, 1977; Woinnarski et al., 2000). Indiana Division of Forestry (2004) afirma lo expuesto, ya que la eliminación de los estratos vegetales elimina consigo las áreas propicias para la nidificación y la invernada de una gran cantidad de aves silvestres y con ello disminuye la composición poblacional de aves en estos ecosistemas, que suelen poseer una mayor riqueza y abundancia de especies que en los ambientes vecinos (Arcos Torres, 2005). Estudios realizados por Arcos Torres (op. cit.) en comunidades de aves de ecosistemas riparios, arrojan datos de impactos sustanciales por la deforestación y modificación ambiental de los paisajes vecinos. Menciona la escasa información respecto a la dinámica poblacional de las aves en el agropaisaje fragmentado y la relación con los anchos de franja, por lo que aconseja su estudio, ya que existe una estrecha relación entre la fragmentación del bosque, el número de especies y la disponibilidad de nichos para la alimentación y reproducción. También este autor propone para la conservación de aves migratorias y residentes, mantener bosques riparios con franjas de 50 m de ancho como mínimo. Conjuntamente con las características mencionadas, la vegetación ribereña de cuencas y vertientes (Strahler y Strahler, 1989), juega un papel esencial y fundamental en la retención y atenuación de grandes crecientes (Decamps, 1996), retardando y reduciendo la velocidad de escorrentías superficiales, pudiendo favorecer en la recarga de aguas a los acuíferos. También actúa reteniendo los nutrientes y sedimentos arrastrados y desprendidos de tierras más altas sean o no suelos de cultivo (González Del Tángano, 2002). González Del Tánago (op. cit.) asegura que los bosques riparios contribuyen a la estabilidad de las orillas a través de su sistema radical, disminuyendo el riesgo de erosión por la acción de la corriente; la presencia de raíces aumenta la cohesión del suelo y su resistencia, a la vez que disipa la energía y velocidad de las aguas. 11

Es por ello que el manejo apropiado de zonas riparias mejoraría la calidad del agua, las infiltraciones y disminuiría los daños río abajo ocasionados por las inundaciones (Arcos Torres, 2005). En términos generales las inundaciones son procesos naturales recurrentes que forman parte de la dinámica de un río, y las comunidades vegetales de zonas inundables tienen características específicas. Estas especies vegetales son capaces de resistir suelos saturados de agua, erosión y depósitos de sedimentos en sus raíces; son flexibles para aguantar el desarraigo ocasionado por las crecidas, o capaces de seguir viviendo tras ser arrancadas, a base de emitir raíces adventicias (Aguilo Alonso et al., 2000). No debe dejarse de mencionar el rol paisajístico que juegan las riberas, ya que se destacan por ejemplo, por ser lugares de recreación (Gonzalez Del Tánago, 2002). Sin embargo en numerosas ocasiones las actividades humanas llevadas a cabo en estos ambientes, producen impactos negativos en el paisaje. Entre ellas podemos mencionar a la forestación (Indiana Division of Forestry, 2004); como así también la deforestación o extracción de madera (Sirombra, 2003; Arcos Torres, 2005), aparejando consigo la pérdida y o reducción de la biodiversidad de estos bosques riparios a corto plazo. Mientras que un ejemplo de la pérdida de biodiversidad a largo plazo puede ser por la degradación de cuencas hidrográficas y cauces de los ríos. Dando como resultado consecuencias socio-culturales de gran impacto, agravadas si nos emplazamos en los bosques de montaña (Sirombra, op. cit.). Las características topográficas de los bosques de montaña, revelan la importancia de la vegetación en la intercepción de lluvias, reducción de insolación, transpiración, estabilización y anclaje de los suelos. Estudios realizados en la Sierra de San Javier ratifican el hecho y mencionan las conocidas erosiones causadas por deforestaciones (Halloy et al., 1994). Cabe mencionar que la mayoría de las veces el proceso de deforestación de bosques naturales, se lleva a cabo para realizar actividades agrícolas, sumado a ello el uso de plaguicidas, fertilizantes y otros productos químicos difícilmente degradables, fuentes de contaminación de suelos y aguas (Piña, 1990); hecho reportado por González Del Tánago (2002) en las riberas españolas. A continuación la Figura Nº 5 resume las características mencionadas:

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Figura Nº 5: Funciones ecológicas y servicios ambientales del bosque ripario Fuente: Arcos Torres, 2005

Muchas funciones ecológicas de la zona riparia, como las indicadas en la figura Nº 5, son alteradas por manipulaciones antrópicas. Entre ellas mencionamos las actividades de ganadería y pastoreo (Chaney et al., 1990); el ingreso del ganado vacuno a los aguadas; las invasión de malezas, el efecto de borde relacionado a la amplitud de la franja riparia; vaciaderos de residuos sólidos; vertidos de efluentes líquidos; vías de tránsito, etc. (Sirombra, 2003). En muchos casos estas actividades están ligadas a la realización de obras de canalización del cauce fluvial (previa eliminación de la cobertura riparia) y por lo tanto estos sitios se transforman en áreas poco atractivas y estériles paisajísticamente (Smith y Smith, 2001). Es por ello que Munné et al. (1998-a) consideran imprescindible integrar a los bosques de ribera en estudios de ecosistemas fluviales (físico-químicos, biológicos, hidráulicos, etc.), debido principalmente a su importancia como componente funcional. Estos bosques de ribera constituyen una parte esencial en la cuantificación de la calidad ecológica de los ríos, pudiendo expresarse en función de la naturaleza de la estructura de la vegetación componente, y en el funcionamiento de dicho ecosistema (Munné et al., op. cit.; Suarez et al., 2002). Es importante destacar que no todas las riberas poseen una amplitud definida y constante, por ello los estudios para aplicaciones de técnicas conservacionistas varían en estas áreas. Se sabe que a mayor amplitud ribereña mejor conservación de la biodiversidad; pero las zonas estrechas pueden ser útiles para algunas especie que no se encuentren perturbadas por los efectos 13

de borde, como por ejemplo los cambios en temperatura o la invasión de especies exóticas. Por ello deberían ser tenidas en cuenta para poder determinar la eficacia del corredor como tal (Robins & Cain, 2000). Robins & Cain (op. cit.) afirman la importancia en conservar los bosques riparios (sin tener en cuenta la amplitud de la franja riparia), como una pieza clave para la preservación de las cuencas hidrográficas. Consideran imprescindible el esfuerzo en las realizaciones de investigaciones y análisis socio-culturales, para así conseguir ventajas en las leyes necesarias en la protección, manejo y restauración de áreas degradadas pertenecientes a bosques de riberas. Según Sattler, (1993); Douglas & Pouliot (1997), citados en Woinarski et al., (2000) y Arcos, (2004) afirman la existencia de escasas investigaciones con respecto a los sistemas de bosques de ribera de los trópicos; y aún mas en cuanto a estudios de conservación y condiciones de soportar la presión de uso. Por todo lo expuesto, el presente trabajo aporta conocimientos sobre el estado ecológico de los bosques de ribera. Para ello se propone la utilización y aplicación del “Índice QBR” sigla que proviene del catalán: Qualitat del Bosc de Ribera (Munné et al., 1998-a), como herramienta que permite evaluar la calidad ecológica del hábitat ripario. Carrascosa & Munné (2000) afirman que a pesar de que el índice QBR fue ideado originalmente para ser aplicado en ríos mediterráneos de la península ibérica, puede utilizarse con algunas modificaciones en otros tipos de ríos. Se destaca que este índice ha sido aplicado en diferentes ríos de la Provincia de Tucumán, sin haberse realizado alguna modificación para tal uso. Un ejemplo de ello es el trabajo realizado por Ruedas (inédito), en los ríos Tipas y Tacanas en San Pedro de Colalao; concluyendo sus investigaciones con resultados satisfactorios. Para llevar a cabo el presente estudio se consideró necesario la realización de ajustes en el diseño original del índice; de esta manera se logró aplicarlo con éxito en cursos de agua subtropicales de montaña en Tucumán. Cabe mencionar que el presente trabajo es el primero en su tipo, que aborda el estudio de la calidad ecológica de los bosques de ribera bajo el enfoque propuesto. Se destaca que al no existir publicaciones sobre estudios en los que se aplique este índice en el área estudiada, se considera a la presente contribución como inédita, con un enfoque único para Tucumán y el NOA.

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CAPÍTULO II

ÁREA DE ESTUDIO Para llevar a cabo el presente trabajo se ha seleccionado parte de la cuenca del río Muerto.

Características geográficas El Río Muerto se ubica al oeste de la ciudad de San Miguel de Tucumán, emplazándose dentro de la ladera oriental de la Sierra de San Javier. Esta serranía limita al norte por el río Tapia, al sur por el río Colorado, al este por la llanura Tucumano centro-este y al oeste por el valle de San Javier. La altura máxima es de 1876 msnm, alcanzada en las cumbres del Taficillo. La cuenca del Río Muerto abarca desde la quebrada de las Cañas al norte y La Rinconada al sur (Halloy et al., 1994) (Mapa Nº 1). El presente curso de agua adquiere una dirección norte–sur (26° 40´ y 26° 50´ latitud sur y 65° 22´ y 65° 19´ de longitud oeste) desplazándose el mismo por una falla de origen tectónico con una superficie aproximada de 43 km2. Se puede acceder al río ya sea por la Avenida Aconquija y luego continuando por la ruta provincial Nº 338; o por el acceso al camino del dispensario de Horco Molle. Corresponde mencionar que algunos tramos del río Muerto donde se realizó este estudio, forman parte del Parque Sierra de San Javier (sur: 26º 47.954´ y oeste: 65º 19.680´).

Características geomorfológicas La Sierra de San Javier pertenece a la provincia Morfoestructural de Las Sierras Pampeanas constituidas por un complejo metamórfico, integrado por pizarras y filitas verdosas. En algunos sectores afloran sedimentos cretácicos-terciarios compuestos por areniscas rojas. Los depósitos cuaternarios cubren casi la totalidad de la cuenca, y están compuestos por limos loésicos, materiales clásticos cenoglomerádicos y depósitos fluviales (Neder y Puchulu, 1995). Los suelos son en general bien drenados debido a su permeabilidad moderadamente lenta (Puchulu y Sayazo, 1991). También se observan terrazas fluviales constituidas geológicamente por gravas y arenas fluviales del holoceno (Martensen y Casagrande, 1997). 15

Características climáticas Según Ortiz (1978) las precipitaciones medias anuales de las laderas orientales de las sierras, tienen un promedio anual de precipitación, para el año indicado, de 1330 mm. Actualmente estos valores oscilan hasta 1600 mm., en algunas ocasiones llegan hasta 2000 mm. (Martensen, com. pers.). Las precipitaciones se concentran en el periodo estival-otoñal, debido a la caracterización del régimen monzónico con mayores lluvias en Diciembre-Marzo, período en que suelen ocurrir las crecidas violentas y repentinas (Martensen y Casagrande, 1997).

Características hidrogeológicas Hidrológicamente la Sierra de San Javier esta formada por una densa red de drenaje con ríos de carácter transitorio (torrencial), que luego de recorrer la sierra desembocan en el pedemonte oriental. La mayoría de estos cursos fluviales presentan control estructural, variando de un diseño de drenaje subangular a subdendrítico. Siendo el sistema hidrológico principal y más importante el de la Cuenca Intramontana del río Muerto (Ortiz, 1978), (Guido y Sesma, 1995). La cuenca está constituida de norte a sur por los siguientes arroyos o subcuencas: Arroyo “Las Cañas”; Arroyo “Las Conchas”; Arroyo “Doña Hortensia”; Arroyo “Aguas Blancas”; Arroyo “El Frontino” y Arroyo “El Parque” (Puchulu y Sayazo, 1991; Neder y Puchulu, 1995) (Mapa Nº 1).

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Mapa Nº 1: Cuenca y Subcuenca del Río Muerto Fuente: Neder y Puchulu (1995)

Área de estudio

El arroyo “Las Cañas” nace a los 1100 msnm, transcurre por un valle limitado por dos fallas con dirección norte-sur una que corre junto a las Lomas de Imbaud y otra junto a la Sierra (Ortiz, 1978). En su recorrido el curso de agua presenta una dirección noroeste-sureste y toma 17

agua de varios afluentes permitiendo el aumento de su caudal que finalmente arrojará al río Muerto (Martensen, com. pers.). Los arroyos “Las Conchas” y “Doña Hortensia” se deslizan en dirección noroeste–sureste hasta alcanzar el cauce del río Muerto. Los arroyos “Aguas Blancas”, “El Frontino” y “El Parque” se desplazan en dirección casi oeste–este finalizando su recorrido también en el río Muerto. La mayoría de estos cursos fluviales suelen transportar agua en los meses estivales y permanecer secos el resto de año. Según Guido y Sesma (1995) la dinámica fluvial que presenta el río Muerto permitió la formación de incipientes terrazas fluviales. Rodríguez (1987) afirma que la dinámica de las aguas del río Muerto alimentan al arroyo Manantial que discurre en sentido noroeste-sudeste, uniéndose en su trayectoria con el río Lules y lo acompaña hasta su desembocadura en el río Salí.

Características florísticas La vegetación responde a las particularidades geomorfológicas y pluviométricas. En las superficies cumbrales y de vertientes se observan pastizales de altura entremezclados con vegetación propia de selva montana. Por otro lado estas superficies junto con los arroyos pertenecientes a la cuenca del río Muerto y el mismo piedemonte, han sido afectadas por la deforestación de especies nativas (Neder y Puchulu, 1995) y en algunos casos por la introducción de especies exóticas. Estudios de vegetación realizados por Ortiz (1978) para el arroyo “Las cañas”, revelan que la flora riparia en el presente curso de agua se distribuye en una clara selva en galería. Encontrándose representado el estrato arbustivo por: Psycotria cartagenesis; Cestrum strigillatum; Cestrum parqui; Rubus imperiales. Mientras que el estrato arbóreo esta caracterizado por: Urera caracasana; Anadenanthera colubrina; Enterolobium contortisiliquum; Cupania vernalis y Urera baccifera, etc. Para Ortiz (op. cit.) la selva con menos humedad (porción menos lluviosa) esta representada en mayor proporción por especies caducifolias como: Rapanea laetevirens; Tipuana tipu; Anadenanthera colubrina; Piptadenia excelsa; etc. También este autor menciona a la vegetación cultural secundaria, como producto de las modificaciones antrópicas; entre ellas se encuentra: Tecoma stans.; Celtis pubescens; Celtis iguanea; Solanum riparium; etc. Concluye entonces que fisonómicamente el sitio es un bosque arbóreo bajo, con carácter secundario, por ello 18

se hallan especies típicas de zonas modificadas antrópicamente, como por ejemplo: Morus sp.; Tecma stans; Heliocarpus popayanenses Cupania vernalis; Ligustrum lucidum; Solanum riparium; Celtis pubescens; Celtis iguanea; etc. Por otro lado Imbert (1996) asegura que la zona correspondiente al arroyo “Las Cañas” presenta un potencial de renovación dado por el abundante y diverso sotobosque. Millo y Morales (1997) realizaron análisis de la vegetación ribereña del arroyo “Las Conchas”, encontrando una leve a moderada alteración agravada en las zonas con mayor pendiente. Se aprecian bosques secundarios originados por la tala del bosque nativo ubicados en las proximidades de la margen occidental del río Muerto. Los citados bosques secundarios se han formado en parcelas abandonadas hace aproximadamente unos 20-25 años. En ellos se encuentran especies nativas mezcladas con exóticas, por ejemplo: Ligustrum lucidum; Persea americana; Morus sp.; Heliocarpus popayanensis; Tecma stans; Solanum riparium; Cupania vernalis; Blepharocalyx gigantea; Jacaranda mimosifolia; Cinnamomun porphyriu; entre otras. El estrato arbustivo posee una gran cobertura dominado por Psycotria cartagenesis; Vernonia squamulosa. Mientras que el estrato herbáceo es bajo y cespitoso cubierto casi en su totalidad por hojarascas.

Actividades antropogénicas. Características Muchas actividades antrópicas llevadas a cabo en la cuenca intramontana del río Muerto, han afectado y lo siguen haciendo a toda él área y sus alrededores. Los efectos negativos pueden ser observados no tan solo con las pérdidas de suelo y vegetación, sino también por una importante alteración a nivel paisajístico. Entre algunas de las actividades perjudiciales llevadas a cabo en las superficies cumbrales y las vertientes de la presente cuenca, se mencionan: la agricultura, el sobrepastoreo y la deforestación. Mientras que en el piedemonte se llevan a cabo actividades intensivas agrícolas y frutihortícolas (Neder y Puchulu, 1995). Guido y Sesma (1995) mencionan que para el citado año las terrazas fluviales fueron utilizadas para cultivos de citrus y caña de azúcar asociados a la vegetación natural. Estudios realizados por Imbert (1996) en el arroyo “Las Cañas” confirman que las actividades antrópicas llevadas a cabo en el presente curso ha sido principalmente la extracción de áridos. La mencionada actividad fue realizada por una empresa constructora y enmarcada dentro de un proyecto de canalización del cauce del citado arroyo. Este último fue llevado a cabo por la Dirección Provincial de Agua de la provincia de Tucumán (D.P.A.). 19

En general todas las actividades extractivas de áridos en el cauce, producen acumulación del descarte, ya sea en el lecho del río o en sus márgenes. Los áridos están especialmente desarrollados en las llanuras aluviales, de inundación y terrazas; se encuentran formados por arenas, gravas y bloques. Son fanglomerados de pie de monte, producidos por la destrucción de las rocas de basamento, depósitos de origen aluvial y sedimentos finos de tipo loésicos con aporte eólico. Estas características permiten obtener una variada selección granulométrica (Avila et al., 1998). Según Avila et al. (op. cit.) la calidad del los árido varía según el tipo de depósito y lugar de donde se extraiga, sin embargo todos ellos se adaptan a los mas variados usos. Por lo tanto la explotación permanente o de forma alterna de estos recursos no es rara, encontrándose canteras secas ubicadas sobre las márgenes del río Muerto. Como producto final de las actividades ripieras y las citadas obras se observaron deforestaciones y modificaciones de la línea de ribera (Imbert, 1996). También es relevante mencionar los efectos de las actividades antrópicas producidas por las obras viales sobre la ruta provincial Nº 338. La presente promueve la remoción del suelo y basamento, incrementan el deslizamiento, deformación y fractura, tanto para el camino como para las mismas obras viales realizadas. Esto conlleva a la producción de una gran cantidad de materiales de arrastre de los arroyos y el consiguiente aumento del poder erosivo, procesos geológicos más activos de la sierra (Moreno, 2006). Lo expuesto se encuentra relacionado con la extracción de la vegetación primaria, produciendo disminución o falta de cohesión de los suelos y texturas gruesas entre otras características, que finalmente facilitan el arrastre selectivo de las partículas finas dejando expuesto el material grueso en superficie, que será posteriormente erosionado por el agua (Ortiz, 1978).

Actividades antropogénicas riesgosas para el ambiente Según Sayago et al. (2006) se considera “riesgo a todo proceso natural, potenciado por la influencia antrópica, que genera efectos perjudiciales traducidos en pérdidas humanas, económicas o naturales y cuya valoración es posible mediante metodologías científicas o criterios empíricos”. Es por ello que todas las actividades llevadas a cabo con anterioridad son consideradas riesgosas para el área en estudio, ya que las mismas tienden a producir diferentes procesos erosivos que se conjugan con riesgos ambientales in y ex situ. 20

Moreno (2006) afirma que la cuenca hidrográfica del río Muero es importante en la Sierra de San Javier en cuanto a la generación de procesos morfodinámicos fluviales y aluviales que allí ocurren; como así también por la existencia de numerosos procesos erosivos siendo los más frecuentes remoción en masa y erosión hídrica (Neder y Puchulu, 1995). Según Sayago et al. (1998) la cuenca presenta de “severo” a “grave riesgo” de erosión laminar eliminando en gran parte el horizonte superficial del suelo. También en las zonas de piedemonte, se manifiesta el riesgo de erosión en cárcavas, siendo este moderado a severo, al igual que el riesgo de remoción en masa (Sayago et al., 2006). A pesar que la remoción en masa no caracteriza a los fenómenos erosivos aquí presentes, estos se manifiestan con pequeños desplomes y deslizamientos en las orillas de los cauces (Sayago et al., 1998). Para Neder y Puchulu (1995) “...la cuenca intermontana del río Muerto se encuentra dentro de un marco de gran susceptibilidad erosiva”. Estos autores evalúan el riesgo erosivo de los arroyos de la cuenca obteniendo los siguientes resultados: en el arroyo “Las Cañas” el riesgo es grave con perdida del suelo medidas en Tn/ha/año de 70.10, el área de riesgo predominante es de 2.86 km2 o sea 4%. Para el arroyo “Las Conchas”, “El Frontino”, “Aguas Blancas” y “El Parque” el riesgo erosivo es muy grave. Mientras que para el primer arroyo citado la pérdida de suelo es en el orden de 111.6 Tn/ha/año y el área de riesgo predominante es de 2.8 km2 es decir un 65.4 %; para los dos siguientes arroyos la pérdida de suelo es de 106.85 Tn/ha/año; siendo el área de riesgo predominante de 1.9 km2, o sea 51.3 %; mientras que el ultimo arroyo tiene una pérdida de suelo calculada en 124.6 Tn/ha/año, con un área riesgosa de 1.12 km2, en definitiva 256.9%. Por otro lado Eremchuk y Mon (2006) considera que el tramo canalizado del río Muerto hasta su unión con el canal oeste, presenta una valoración de riesgo alto, con grandes amenazas debido a los procesos de avulsión (Apéndice I) de las aguas por crecidas ordinarias provenientes de la cuenca alta del río. Entonces sumado a los peligros erosivos del área (incluido la zona de piedemonte), deben agregarse los graves riesgos de inundaciones fluviales y severos riesgos de inundaciones pluviales (anegamientos) además de los graves riesgos de aluvionamintos (Sayago et al., 1998; Sayago et al., 2006). Sayago et al., (1998) afirman que el riego de inundación se encuentra relacionado con el incremento del caudal en los cauces, especialmente en periodos de intensas lluvias; además de la inexistencia de medidas de control o sistematización a nivel de cuenca. 21

En síntesis: las características topográficas, litológicas, de vegetación y uso del suelo le confieren a la cuenca intermontana del río Muerto, una elevada susceptibilidad ambiental. Esta se encuentra agravada por la presencia antrópica manifiesta en mayor medida con la eliminación de la cobertura vegetal (Guido y Sesma 1995), la construcción de obras viales, la degradación de las cumbres y las vertientes (Puchulu y Sayazo 1991), con serios procesos de erosión laminar y en cárcavas, en respuesta a la presencia de suelos loésicos; deforestación; quema de pastizales; sobrepastoreo y un importante proceso de urbanización (Guido y Sesma 1995). Para Moreno (2006) el área es representativa de las condiciones ambientales del noroeste argentino; donde la acción antrópica produce una fuerte degradación ambiental reflejada en la aceleración y agravamiento de procesos naturales. Actualmente muchas de las citadas actividades antrópicas han sido reducidas o eliminadas por completo. Entre ellas se mencionan a la deforestación, tanto en las cabeceras de cuencas, en las vertientes y en el piedemonte del área estudiada; como así también a la disminución del pastoreo y el uso del fuego (Grau, A. 2007, com. pers.). Lo expuesto puede ser justificado ya que la mayor parte de la cuenca corresponde a terrenos protegidos pertenecientes al Parque Sierra de San Javier (dependientes de la Universidad Nacional de Tucumán) y por lo tanto las prácticas extractivas de vegetación, el manejo de ganadería, de suelo y sus usos son restringidos o eliminados gracias a las políticas del mismo parque. Es así que se observan incrementos de la cobertura boscosa y arbustiva en áreas cumbrales y de vertientes (Grau, A. 2007, com. pers.). Este proceso puede deberse a un aumento significativo en las precipitaciones del noroeste argentino en los últimos 20 años (Bianchi y Yañez, 1992), produciendo entonces mayores posibilidades para el establecimiento de diferentes especies vegetales arbóreas y arbustivas.

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CAPÍTULO III

RELEVANCIA DEL PROBLEMA PLANTEADO Nivel global Cuando se estudian los ríos o sistemas fluviales hay que considerar cualquier estrés ambiental natural u antropogénico que imposibilite la formación de un potencial bosque de ribera, cuya ausencia podría infravalorar su estado de conservación general (Suárez et al., 2002). La inexistencia de los bosques de ribera debido a procesos antropogénicas, se encuentra directamente relacionada con un sin fin de causas directas e indirectas. Entre las primeras se mencionan a la agricultura, ganadería, minería, industrias, transporte, comunicación, urbanización, etc. Mientras que para las causas indirectas se citan a las presas, embalses, canalizaciones, protección de márgenes, contaminación, deforestación, etc. (Malanson, 1995). Sean unas u otras las causas del deterioro del valor ecológico y biológico de las riberas, todas ellas afectan al equilibrio del sistema, además se sabe que para poder llegar a optimizar un buen manejo de las zonas riparias, es de gran utilidad inferir sobre la calidad ambiental de los ecosistemas acuáticos que las rodean (Beschta et al., 1997). Por otro lado la alteración de los bosques de ribera puede ocurrir por causas ambientales naturales, tales como erosión de los márgenes del cauce, por efecto de rápidas y violentas escorrentías y aluviones y a ello se adicionan las condiciones geomorfológicas y climáticas del área. Según Minetti (2007, com. per.) en la última década el aumento de precipitaciones es sostenido en el noroeste Argentino. En Tucumán este incremento es del orden de 50 % comparando Enero 2005 / 2006. Para Sayago et al. (2006) el aumento en las precipitaciones en el noroeste de Argentina implicaría un riesgo de inundaciones, remoción en masa y elevación de napas. Asegurando que el problema es mayor en áreas urbanas donde la relación infiltración– escorrentía ha sido modificado por los cambios artificiales de las primitivas líneas de avenamiento (segado, modificación y desvío de cauce, construcción de canales, etc.). Es decir que los factores naturales climáticos y antrópicos son los que hoy día afectan en mayor medida a las pérdidas de los bosques de ribera de nuestros ríos.

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Nivel local Una vez analizadas las características del área en estudio y relacionadas con las planteadas en párrafos anteriores, se puede realizar una breve reseña de los problemas que ocurren en la cuenca del río Muerto. Entre los de mayor envergadura se encuentran los inconvenientes que provocan las inundaciones y anegamientos. Este es un tema recurrente año tras año y aún presenta pocas expectativas ante buenas y factibles soluciones (Diario La Gaceta, 2007). Las crecientes ocurren en periodos estivales y afectan a los pobladores que se ubican en la antigua llanura de inundación del río, los cuales utilizaron estas áreas para realizar actividades agrícolas. Es decir que el sector con mayores riesgos de sufrir anegamientos de materiales transportados, es la fracción sur oeste de la ciudad de Yerba Buena (Guido y Sesma, 1995). Consecuentemente se colmatan los cauces en las zonas bajas, lo que contribuye aún más al desborde hídrico y a las inundaciones de localidades pobladas aguas más abajo (Puchulu y Sayago, 1991), afectando también en mayor o menor medida las tomas de captación de agua y las áreas de cultivo de las zonas pedemontanas (Halloy et al., 1994).

Reseña histórica Una de las primeras medidas que se realizaron para minimizar los daños ocasionados por las inundaciones del río Muerto, fue la realización de obras de canalización en diferentes tramos del curso de agua y en su cuenca. Según Ortiz (1978) para el año 1972, la dirección Provincial de Hidráulica de Tucumán (D.P.H.) había comenzado con los trabajos de sistematización en el arroyo “Las Cañas” el cual se llevó a cabo hasta Febrero de 1974. Mientras que el Parque Biológico Lillo (Instituto Lillo) entre los años 1973 a 1975 realizó lo mismo en los arroyos “Las Conchas” y “Doña Hortensia”, con la finalidad de contención del viaducto y el funicular. En cambio para los arroyos “El Parque” y “El Frontino”, los trabajos de contención fueron realizados por la Dirección Provincial del Agua de Tucumán (D.P.A.) entre los años 1968 hasta 1971. Sin embargo las sistematizaciones fueron poco efectivas y todas estas obras fueron destruidas por grandes crecientes registradas a partir del año 1971 hasta 1978, siendo las de mayor envergadura las correspondientes a los años 1975, 1976, 1977 y 1978 (Ortiz, 1978).

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Foto Nº 1: Casa inundada por aluviones del río Muerto Fuente: Ortiz, 1978

Pero no tan solo en los años mencionados las inundaciones provenientes del río Muerto fueron un motivo preocupante, ya que según registros obtenidos a partir del Archivo de microfilm del Diario La Gaceta (1954), habría ocurrido una inundación en Yerba Buena, “…sobre la Avenida Solano Vera donde desemboca el cauce del Río Muerto...”, así mismo el informe señala que “… violentos torrentes inundaron casas y destruyeron plantaciones,…los trabajadores de irrigación reparan tales daños…”, por este motivo se habrían realizado algunas obras de canalización para la zona correspondiente a la Rinconada. Según Guido y Sesma (1995) mencionan para este año que los citados problemas se habrían visto disminuidos con la construcción del canal de Yerba Buena, el cual capta las aguas del río Muerto y las conduce al canal Sur que rodea por el sur a la ciudad de San Miguel de Tucumán descargándolas finalmente en el río Salí. Sin embargo los daños producidos por anegamiento no habrían sido totalmente solucionados ya que registros del Diario La Gaceta (1999) afirman que “…el sector sur oeste de la ciudad de Yerba Buena – La Rinconada - fue victima del desborde del canal del Río Muerto; quedando El Barrio Portal del Cerro y el Barrio XIII totalmente anegados….”, “…Esto dejó como saldo 35 familias evacuadas…”, “…Las autoridades municipales informaron que el desastre se produjo porque el canal del Río Muerto se tranco y provocó un desborde. Los vecinos sostienen que el problema es debido a la construcción del country Las Yungas por las talas del 25

sitio y destrucción de las defensas naturales…vecinos aseguran que el canal esta abandonado y tapado de matorrales y ripio”, en el mismo informe “…las autoridades gubernamentales aseguran soluciones pero a largo plazo…”. Como muestran los relatos, los efectos de inundaciones y anegamientos han sido frecuentes tras el paso de los años. Ya Ortiz (1978) plantea que tales efectos son productos de ruptura de las infraestructuras montadas debido a la falta de mantenimiento de tales obras, ya que las mismas fueron construidas por diques de piedra en seco, que necesariamente necesitan reparación a lo largo del tiempo. Según Martensen y Casagrande (1997) el efecto de las deficientes estructuras de contención junto con los grandes sedimentos arrastrados y sumados a que en los últimos 20 años ha disminuido la energía de transporte de estos cuerpos de agua, llevó entonces ha producir una acumulación importante de sedimentos dentro del cauce. La acumulación de sedimentos en el cauce del río sobrellevó a su extracción. Ortiz (1978) señala que para este año las extracciones de lajas, áridos, limo y arcilla fueron para fines industriales y de construcción (fabricación de ladrillos, tejas, tejuelas, hormigón, etc.), cuya actividad fue llevada a cabo por organismos oficiales y empresas privadas. Por otro lado Martensen y Casagrande (op. cit.) mencionan que para este período las canteras en el río Muerto se ubicaban aguas abajo del área protegida y estaban autorizadas por la Municipalidad de Yerba Buena. Sin embargo no se tuvo en cuenta que las mismas se emplazaban en una zona del cauce que presentaba erosión lateral y profundización del mismo. Para el año 2005 los problemas de extracción de áridos no dejaron de ser importantes para los pobladores aledaños al río en estudio, ellos manifestaron “…la destrucción y el socavamiento irracional a la que está sometiendo al Río Muerto, ya que La Municipalidad de Yerba Buena y particulares están extrayendo miles de metros cúbicos de áridos con escaso o nulo control, sin prever las consecuencias que pueden ser catastróficas para quienes viven en las cercanías del río...” (Diario La Gaceta, 2005). Por orto lado mientras que el cauce del río Muerto comenzaba a elevar su nivel de base, las orillas comenzaron a erosionarse y ensancharse, debido a la invasión de los márgenes por flujos y sedimentos y consecuentemente la disminución de la pendiente (Martensen y Casagrande, op. cit.). Cabe mencionar que la zona en estudio registra un grave riesgo de erosión lateral de cauce (Sayago et al., 2006).

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Aspectos legales Muchos son los países que reglamentan mediante leyes, la protección de los bosques de ribera, indicando las restricciones respecto a sus usos. Sin embargo estas políticas no siempre son aplicadas y respetadas (González Del Tángano, 2002; Arcos, 2004). Argentina y Tucumán no se encuentran exentos a tales situaciones. En Argentina existe La ley Nacional de Defensa de la riqueza forestal, Ley Nº 13.273, Decreto 710 del año 1995 (Perez Miranda, 2002). En donde el artículo Nº 1 define a los Bosques como toda formación leñosa, natural o artificial que por su contenido o función sea declarada en los reglamentos respectivos como sujeto al régimen de la ley. Mientras que el artículo Nº 5 realiza una clasificación de bosques, donde menciona los “Bosques Protectores como aquellos que por su ubicación sirvan conjunta o separadamente para: proteger el suelo, caminos, las costas marítimas, riberas fluviales y orillas de lagos, lagunas, islas, canales, acequias y embalses y prevenir la erosión de las planicies y terrenos en declive; proteger y regularizar el régimen de las aguas; también hace referencia a las inundaciones y a la protección de especies de flora y fauna cuya existencia se declare necesaria”. Por otro lado los “Bosques Permanentes serán aquellos que por la constitución de su arboleda y / o formación del suelo deban mantenerse…”, también se refiere a “Bosques Experimentales” y “Bosques de Producción”. La misma legislación declara “obligatoria la plantación y conservación de árboles en terrenos fiscales o privados para la fijación de márgenes de río, arroyos, lagos, …”. En Tucumán la Constitución del año 2006 Artículo 41: 13.-.13 “la provincia adopta como política prioritaria de estado la preservación del medio ambiente, ya que es un patrimonio común. Toda persona tiene derecho de gozar de un ambiente sano y equilibrado, así como el deber de preservarlo y defenderlo en provecho de las generaciones presentes y futuras. El daño ambiental conlleva prioritariamente la obligación de recomponerlo y/o repararlo”. Según las atribuciones de la provincia ésta debe proveer: art. 1º) “los medios legales para proteger la pureza del ambiente preservando los recursos naturales, culturales y los valores estéticos que hagan a la mejor calidad de vida…”, art. 3º) “deberá prevenir y controlar la contaminación y la degradación de ambientes por erosión, ordenando sus espacio territorial para conservar y acrecentar su equilibrio”, art. 4º) “protegerá las reservas naturales declaradas como tales y creará nuevas con la finalidad de que sirvan como bancos de semillas de flora autóctona, material genético de fauna y lugares de estudio de las mismas”, art. 5º) “Fomentará la forestación, especialmente con plantas autóctonas, tanto en tierras privadas como en las del estado”, art. 8º) “Garantizará el amparo judicial para la protección del ambiente”, art. 10º) 27

“Establecerá la obligatoriedad de la evaluación previa del impacto ambiental de todo emprendimiento público o privado susceptible de relevante efecto”. En la Ley Nº 6253 del año 1991 “Ley de Medio Ambiente” menciona como fundamental el racional funcionamiento de los ecosistemas humanos y naturales, mediante una regulación dinámica del ambiente, armonizando las interrelaciones de Naturaleza - desarrollo – cultura en todo el territorio de la provincia de Tucumán. Para ello plantea la Regulación, Control o Prohibición de toda actividad que pueda perjudicar o perjudique alguno de los bienes protegidos por esta ley, en un corto mediano y largo plazo. Entonces por los antecedentes legales que existen, sería de esperar que nuestros bosques de ribera se encuentren amparados ante los efectos perjudiciales provocados en mayor medida por causas antrópicas.

Medidas preventivas a considerar De acuerdo a las características de susceptibilidad que presenta él área estudiada es que numerosos autores proponen realizar diferentes medidas preventivas. Puchulu y Sayago (1991) proponen un proyecto de sistematización de bajo costo de la cuenca del río Muerto el cual consta de tres etapas: la primera se refiere a la preservación y estabilización de las cabeceras de los tributarios, por medio de estabilización de las pendientes, reforestación y drenaje vial. La segunda etapa consistiría en la estabilización de los tributarios principales y secundarios a través de tareas de estabilización de pendientes, reforestación, retención de sedimentos, protección de márgenes y construcciones ingenieriles; como así también evitando el tránsito de personas y animales en las partes altas de la cuenca. Finalmente la tercera y última etapa, propone estabilizar el camino a San Javier y sistematizar los principales afluentes del río Muerto. Estos autores enfatizan también en emplear materiales locales de bajo costo y obras de ingeniería de escasa complejidad.

Estado actual de las riberas del río Muerto Actualmente los bosques riparios del río Muerto son sistemas que sufren el impacto de las actividades antrópicas, ya sea por la utilización de sus riberas para asentamientos de viviendas (Foto Nº 2), como así también para fines agrícolas, madereros, para senderos de motrocross, etc. 28

Además en el cauce se destacan las ripieras que junto con los vertidos de residuos, (Foto Nº 3) juegan un importante rol visual - paisajístico en el medio.

Foto Nº 2: Asentamientos antrópicos en las riberas del río Muerto

Foto Nº 3: Vertido de residuos en la ribera del río Muerto 29

Como ya se mencionó, el deterioro paulatino de las zonas riparias que funcionan como lechos contenedores y encausadores de los torrentes del río, han provocado problemas de anegamiento e inundaciones en localidades pobladas aguas abajo, conjunto a esto las cuantiosas pérdidas económicas. Se puede inferir entonces que los factores que causan estos daños son los deficientes o no apropiados manejos del hábitat ribereño desde épocas pasadas, sumado a la alteración antropogénica de la vegetación natural de ribera, además del manejo inadecuado del cauce. A todo esto se agrega el incumplimiento de las pautas legales y compromisos asumidos para preservar los bosques de ribera y la falta de políticas de gestión. También se destaca el escaso presupuesto para hacer cumplir los requerimientos necesarios (legislación vigente) para la protección de estos ambientes. En síntesis, se considera indispensable realizar el estudio del hábitat ripario del río Muerto, ya que de esta manera se podría revaluar la zona a través de los atributos y funciones que en él se encuentren. Para ello se propone realizar un primer diagnóstico de la situación actual a través de la aplicación de un índice que detecta alteraciones en su calidad ecológica, y a partir de las valoraciones obtenidas, proponer planes de manejo en la restauración y o conservación de un potencial bosque de ribera.

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CAPÍTULO IV

OBJETIVOS E HIPÓTESIS OBJETIVO GENERAL •

Analizar la calidad ecológica del bosque de ribera del río Muerto, utilizando el índice

QBR y sus variaciones en función de diferentes parámetros fisiográficos y ambientales.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS I) Analizar, describir y comparar el estado de calidad ecológica de la vegetación de ribera en tramos del río Muerto.

II) Diseñar un conjunto de acciones orientadas a la preservación del ecotono ripario y el mejoramiento de su calidad a largo plazo.

HIPÓTESIS DEL TRABAJO I) La calidad ecológica en que se encuentra el ecotono ripario, permite inferir el estado ambiental general del sistema ecológico adyacente a la interfase riparia.

II) La sensibilidad del índice permitirá detectar cambios de calidad en la interfase riparia de los tramos evaluados y relacionarlos con actividades antropogénicas.

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CAPÍTULO V

METODOLOGÍA Para realizar el trabajo de campo se tomó como punto de referencia el puente ubicado sobre el río Muerto (563 msnm) en la ruta provincial Nº 338, que comunica San Miguel de Tucumán con San Javier. Las primeras estaciones de muestreo se ubicaron a 200 m tanto hacia el sur como hacia el norte de esta construcción vial. Cada punto de muestreo se denominó Estación (E). Las estaciones ubicadas al sur del puente fueron tres, designadas cada una de ellas mediante letras; mientras que fueron nueve las ubicadas hacia el norte y distinguidas con números arábigos. En cada estación se trazó una transecta lineal a lo largo de un tramo de 50 m, dispuesta en la zona donde se desarrolla la vegetación riparia y en forma paralela al curso de agua. Las siguientes estaciones de muestreo se situaron a 200 m, medidos a partir de los 50 m utilizados previamente para la transecta de cada estación, de modo tal que la distancia real entre estaciones fue de 250 m.

Esquema representativo del método utilizado para realizar el muestreo

SECTOR SUR

PUENTE

E-A

200 m

50 m

200 m

SECTOR NORTE

E-1

200 m

50 m

E-2

200 m

250 m

En cada estación se relevó la composición florística, las alteraciones físicas observadas en el cauce y en la ribera (extracción de áridos, erosión, obras de defensa), el tipo de contaminantes 32

(residuos sólidos orgánicos), las plantaciones forestales con especies exóticas, el tipo de conexión entre el ecosistema de ribera y el ecosistema adyacente utilizando planillas de campo confeccionadas al efecto. Una vez establecida la transecta, se caracterizó la morfología del tramo fluvial correspondiente al sitio de estudio adaptando la metodología propuesta por Rosgen (1996). La calidad del bosque de ribera se evaluó siguiendo la metodología de Munné et al. (1998-a), integrándola con la propuesta del Protocolo HIDRI (2006). En función de las particularidades del área de estudio se efectuaron modificaciones para poder aplicar el índice en ríos subtropicales de montaña, con las que se ajustó el diseño de las planillas de campo (Apéndice II).

Metodología específica para cada sector de muestreo En cada estación de muestreo se utilizaron cuatro planillas de campo diferentes (Apéndice II). La planilla número 1 corresponde a “La caracterización de la morfología fluvial para el tramo en estudio” permitiendo el análisis de diferentes ítems: 1- Tipificación o geometría del canal fluvial. Este apartado permite a través del trabajo de campo y de laboratorio (fotografías aéreas) describir y analizar la forma del canal fluvial (Rosgen, 1996). Pudiendo entonces definir al tramo en estudio como rectilíneo, sinuoso, meandriforme o trenzado (Figura Nº 6).

Rectilíneo

Meandriforme

Sinuoso

Trenzado

Figura Nº 6: Tipología del canal fluvial Fuente: Pedersen et al., 2004

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2- Variaciones en el ancho del canal fluvial. La variación de amplitud es la relación entre la dimensión máxima y mínima del canal fluvial (zona de crecidas ordinarias) en todo el tramo en estudio. El ancho debe medirse como la distancia en metros, entre el margen derecho e izquierdo (de ambas orillas) perpendicular a la dirección del flujo de agua, de forma independiente a las islas que puedan existir (Figura Nº 7), Rosgen (1996). Esta relación permite establecer diferentes categorías de variación de amplitud (Apéndice II, Planilla Nº 1).

∆ = Ancho máximo / ancho mínima a

Ancho máximo

Ancho mínimo

Figura Nº 7: Variación en el ancho de un tramo fluvial

3- Variación en profundidad del canal fluvial. Se valoró a través de una transecta transversal al río. Teniendo en cuenta el ancho del río (por donde circula el agua) en el momento de muestreo y el ancho del bankfull (máximo nivel que alcanza el agua en ambos márgenes en épocas de crecidas ordinarias). Por lo tanto la determinación de la profundidad depende de la variación de la misma en una sección dada, pudiendo ser entonces baja, media o elevada (Figura Nº 8).

Baja

Media

Elevada

Figura Nº 8: Categorías de variación en profundidad del canal fluvial Fuente: Pedersen et al., 2004

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4- Tipo de valle fluvial. Este apartado se analiza a través de diferentes categorías propuestas según sea la forma del valle fluvial: garganta; forma de V; forma de U estrecha; forma de U ancha; no perceptible y asimétrica (Figura Nº 9).

Garganta

Forma de V

U estrecha

No perceptible

U ancha

Asimétrica

Figura Nº 9: Tipo de valle fluvial Fuente: Pedersen et al., 2004

5- Pendiente del río. Se calculó a través de la media de tres lecturas realizadas (con clinómetros) cada 10 m aproximadamente una de otra.

Una vez analizadas las características antes descriptas, se procedió a realizar las observaciones y definiciones relativas a la segunda planilla, definiéndola como “Ficha descriptiva de la localidad en estudio” (Apéndice II, Planilla Nº 2). Antes de utilizar esta planilla es importante definir y delimitar correctamente el canal bajo, la orilla y ribera de un río (según se explica en el Capítulo I). Una vez limitadas visualmente las citadas zonas se procede a definir: 1- Uso del suelo y vegetación en áreas circundantes a la ribera. A través de la presente observación se evalúa la estructura de la zona riparia. Para ello se utilizaron métodos visuales llevados a cabo en el campo y análisis de fotografías aéreas en laboratorio. Clasificando finalmente el suelo en tres categorías de uso: Naturales, Agrícolas o Urbanos.

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2- Amplitud de la zona riparia. Se punteó observando ambas márgenes de la ribera, pudiendo establecerse los siguientes valores: 1a5m 5 a 10 m 10 a 20 m

3- Pendiente de las orillas. Se calcula como la diferencia (en metros) en elevación entre dos puntos en el sistema fluvial dividido por la distancia (en km) que los separa (Rosgen, 1996). Clasificándose en: Muy Suave: si su ángulo es inferior a 10º. Suave: si posee un ángulo que varía entre 10º y 22,5º. Moderada: si el ángulo es entre 22.5º y 45º. Escarpado o empinado: si el ángulo es menor a 45º. Vertical: si el ángulo es igual a 45º.

4- Porcentaje de canalización o encauzamiento del tramo en estudio. Con este parámetro se puede determinar el grado de alteración del canal fluvial, ya que se evalúa la proporción de sectores afectados por encauzamientos respecto a la longitud total del área evaluada. Se pondera el encauzamiento según si afecta a una o a ambas riberas, punteándose como: ≤ 25 %; entre 25 % y 50 %; entre 50 % y 75 % o ≥ 75 %.

5- Tipo de encauzamiento. Este apartado es definido según sean las estructuras de protección utilizadas: •

Tierra compacta o Mota: cuando se encuentra cúmulos de tierra en el margen del río.



Grandes piedras sueltas o Escolleras: son obras de cantos rodados, generalmente de gran tamaño, dispuestas en el margen del río.



Gavión: piedras de tamaño medio y grava incluidas dentro de una malla de alambre.



Muro de cemento lateral: construcción de una pared gruesa de hormigón dispuesto lateralmente al río.



Muro de cemento diagonal al río: construcción diagonal de cemento o pared gruesa ubicada en forma diagonal al río.

También se recolectaron datos de altitud con GPS. 36

Finalmente se utilizó la tercera planilla para realizar el análisis de la vegetación mediante la aplicación del índice de Calidad Del Bosque de Ribera (QBR) (Munné et al., 1998-a; 1998-b, 2003) (Apéndice II, Planilla Nº 3). Antes de ejecutar este apartado es necesario tener en cuenta las siguientes consideraciones.

Consideraciones previas a tener en cuenta en la aplicación del índice QBR

Pasos a seguir: Protocolo 1.

Seleccionar el área de observación. Es elemental diferenciar la orilla de la ribera; para

luego poder calcular la amplitud potencial del bosque de ribera y aplicar el índice correctamente. 2.

Independencia de los bloques a analizar. Los cuatro bloques en los que se basa el

índice son totalmente independientes unos de otros. Cada uno valora diferentes componentes y atributos del sistema: El primero tiene en cuenta el grado de cubierta vegetal de las riberas. El segundo, la estructura vertical de la vegetación. El tercero, la calidad y la diversidad de la cubierta vegetal y finalmente el cuarto, el grado de naturalidad del canal fluvial. De tal modo que la puntuación de cada uno de estos bloques no puede ser negativa ni superior a 25. 3.

Cálculo Bloque por bloque. En cada apartado hay cuarto entradas principales de las que

se escoge una de ellas, cada ingreso posee una puntuación determinada. Estas puntuaciones son modificadas en positivo o negativo tantas veces como sea necesario. Es decir que se sumarán todos los elementos que aportan cierta calidad al ecosistema de ribera; mientras que se restarán aquellos que supongan un distanciamiento respecto a las condiciones naturales. Todas las características señaladas se analizan considerando ambas márgenes del río como única unidad. 4.

Nota. Para poder aplicar el índice se utilizan áreas que presentan potencialidad de

albergar una masa vegetal permanente, sin tener en cuenta las zonas con sustrato duro (puentes, caminos, etc.), ya que en la misma la vegetación no puede enraizar. 5.

Puntuación final. Estará dada por la suma de las puntuaciones de los cuatro bloques

(previamente obtenidos en el trabajo de campo) variando entre 0 puntos como mínimo y 100 puntos como máximo. Estos resultados expresan en cinco rangos de calidad ecológica de la zona estudiada.

Se destaca que cada clase o rango se encuentra representado por un color característico 37

(Figura Nº 10), permitiendo de esta manera, una mejor interpretación visual de los datos que serán representados en un mapa del área de estudio.

Rango de puntuación del QBR 92 - 100 72 - 92 52 - 72 27 - 52 0 - 27

Nivel de calidad Muy bueno Bueno Moderado Deficiente Malo

Figura Nº 10: Valores de puntuación para el Índice QBR y Calidad Ecológica correspondiente Fuente: Munné et al., 1998-a

La Figura Nº 10 expresa de forma clara y precisa las puntuaciones con sus respectivos colores y significados. Siendo el color azul indicador de un muy buen estado natural del ecosistema ribereño sin alteración de la vegetación. Mientras que el color verde nos indica una leve perturbación en las riberas y el color amarillo, revela una calidad aceptable a moderada con inicio de alteraciones importantes. En cambio cuando el color es naranja o rojo, indica una fuerte alteración y deficiente a pésima calidad ecológica de las riberas. Sin embargo para llegar a obtener alguno de estos resultados, los cuales infieren la calidad del bosque de ribera, es por lo tanto importante la correcta manipulación de la hoja o planilla de campo y para ello a continuación se indican las características que deben tenerse en cuenta.

Consideraciones previas para utilizar la hoja de campo Según Munné et al., (1998-a; 1998-b, 2003) el índice QBR valora la calidad del bosque de ribera y con ello el grado de alteración de la zona riparia en cuatro bloques independientes, contabilizando para cada apartado ambas riberas en conjunto. El Primer Bloque considera importante la evaluación en porcentajes del grado de cobertura vegetal de la ribera. En este apartado se contabilizan todas las especies vegetales (árboles, arbustos, tanto pequeñas como grandes matas, lianas, cañas y herbáceas; pero no se 38

tienen en cuenta aquellas especies que sean de crecimiento anual). También se destaca el papel del bosque de ribera como elemento estructurador del río y su papel en la fijación del sustrato frente a grandes crecientes. En el mismo apartado se pondera la conectividad entre las riberas y los sistemas forestales adyacentes (Figura Nº 11, 12, 13 y 14), existiendo una total conectividad, cuando no existe ninguna alteración de origen antrópico longitudinal y paralela al río. Sin embargo los caminos con menos de 4 metros de ancho, no se consideran como elementos de aislamiento con el ecosistema adyacente, no así las carreteras asfaltadas, los caminos anchos, los campos de cultivos, etc., ya que estos últimos rompen la conectividad de la vegetación ribereña.

A continuación se ejemplifica la conectividad de la ribera, mediante diferentes gráficos que permiten una clara interpretación del Bloque Nº 1.

Figura Nº 11: Conectividad Total

Figura Nº 13: Conectividad entre 25 y 50 %

Figura Nº 12: Conectividad superior a 50 %

Figura Nº 14: Conectividad inferior al 25 %

39

El Segundo Bloque evalúa la estructura de la vegetación. La puntuación de este apartado se encuentra directamente relacionada con el bloque anterior (Apéndice II, Planilla Nº 3). Mientras que en el primer bloque analizamos la cobertura horizontal de la vegetación, en el presente ítems tenemos en cuenta la biodiversidad de la comunidad estudiada o sea la estructuración de la misma en su estado natural. Para ello es relevante el porcentaje de árboles y arbustos, la discontinuidad entre las manchas de vegetación, la existencia de sotobosque y el efecto de las plantaciones. Reflejándose entonces la biodiversidad del área. Por lo tanto solamente es punteado sobre zonas donde existe cobertura vegetal y no sobre la totalidad de las riberas. Hay que tener en cuenta que sobre una misma superficie, la suma del porcentaje de cobertura de árboles y arbustos puede ser superior al 100 % dado que son estratos de vegetación diferentes que pueden sobreponerse (Figura Nº 15, 16 y 17). Cabe destacar que la presencia de helófitos o arbustos, mejora la complejidad de la zona riparia aumentando la biodiversidad, por ello se introduce como un elemento positivo en el presente apartado. Mientras que negativamente se contabilizan las distribuciones en manchas, regular o no de la vegetación nativa, como así también las plantaciones de árboles exóticos, debido a la desestructuración ecológica que las mismas producen, siendo restablecidas las funciones como corredor biológico cuando existe un denso sotobosque. Para obtener una buena interpretación de la lectura se plantean gráficos que interpretan la cobertura vegetal:

Árboles

Arbustos

Figura Nº 15: Porcentaje de árboles y arbustos en la zona de ribera Cobertura = ∑ A, B, C y D

40

Figura Nº 16: Cobertura de helófitos o arbustos en la orilla superior al 50%

Figura Nº 17: Cobertura de helofitos o arbustos en la orilla entre el 25 y el 50%

El Tercer Bloque tiene en cuenta la calidad de la cobertura vegetal considerando la naturalidad y complejidad del sistema; previa determinación del tipo geomorfológico de la ribera. La Geomorfología de la ribera se evalúa en la segunda hoja de la planilla de campo del Índice QBR (Apéndice II, Planilla Nº 3). En esta sección se puntea el desnivel del margen derecho e izquierdo del río, la presencia o no de islas y el porcentaje de sustrato duro que impida el desarrollo de la cubierta vegetal. De acuerdo al resultado obtenido se definen tres tipos geomorfológicos de ribera: •

El tipo 1 corresponde a riberas cerradas, generalmente de cabeceras, con baja

potencialidad para desarrollar un bosque. •

El tipo 2 indica las partes medias de los ríos, con potencialidad intermedia para

desarrollar un bosque de galería. •

El tipo 3 representa generalmente tramos bajos de ríos, son riberas extensas con alta 41

potencialidad para albergar un bosque y con diferentes especies arbóreas e incluso pueden existir islas fluviales. Una vez definido el tipo geomorfológico característico según la puntuación, se procede nuevamente al tercer bloque. De esta manera se mide la naturalidad y complejidad de la cubierta vegetal la cual se encuentra totalmente relacionada con la diversidad de especies autóctonas existentes o no en el área estudiada. Se penalizan por ejemplo la existencia de especies alóctonas, las infraestructuras humanas en la zona de ribera o la presencia de vertederos o acumulaciones de basuras. En el caso que existan estructuras o construcciones de dimensiones reducidas, como así también aquellas que estén completamente naturalizadas e integradas en la vegetación, no serán penalizadas. De igual forma la presencia de basura debido a la capacidad de arrastre del agua. Solamente será considerada cuando se encuentre en forma de cúmulos por vertidos. El Cuarto Bloque evalúa el grado de naturalidad del canal fluvial, es decir que considera las alteraciones del canal del río debido a las modificaciones producidas por el hombre. Sean estas terrazas adyacentes al lecho del río, con la consecuente reducción del cauce o estructuras sólidas en el lecho ubicadas en diferentes posiciones.

Finalizado el análisis del Índice QBR, se procedió en el campo al realizar el inventario florístico de árboles y arbustos, tanto nativos como exóticos (Apéndice II, Planilla Nº 4). El relevamiento florístico fue realizado en cada estación de muestreo y en ambas márgenes del río, para ello se consideró clases de abundancia o clases de especies. Para cuantificar la abundancia de las especies vegetales se realizó una asignación en cuatro diferentes clases de importancia estimadas según el número de individuos existentes por especie. Dado el grado de subjetividad de la valoración esta debe ser siempre realizada por el mismo investigador (Sirombra y Fernández, 2001).

Clase 1: entre 1 – 5 individuos. Se las denominará especies Puntuales, son especies muy poco frecuentes y muy poco abundantes. Clase 2: entre 5 – 10 individuos. Se las denominará especies Ocasionales, son especies frecuentes pero poco abundantes. Clase 3: entre 10 – 15 individuos. Se las denominará especies Abundantes. Clase 4: más de 15 individuos. Se las denominará especies Dominantes, Muy Abundantes o Frecuentes. 42

Para el análisis e interpretación de datos de presencia - ausencia de especies vegetales por estación de muestreo, se realizó un análisis de cluster utilizando el coeficiente de Sorensen (CD = 2 A / 2 A + B + C). Es un coeficiente de asociación para datos de doble estado que enfatiza las presencias compartidas (A) y puede tomar cualquier valor entre 0 (menos similitud) y 1 (máxima similitud) (McGarigal et al., 2000). También se analizaron fotografías aéreas a escala 1:50000 pertenecientes al año 1968 y al año 2006. De esta manera se pudo comparar la evolución temporal de la comunidad riparia y su entorno geomorfológico.

43

CAPÍTULO VI

RESULTADOS I- De las características morfológicas en los tramos estudiados Las observaciones realizadas en el río Muerto, manifiestan que la tipología del canal fluvial es tipo rectilíneo para las estaciones “A”, “B”, 1, 2, 5, 6, 8 y 9; mientras que las estaciones “C”, 3, 4 y 7 tienden a tener un canal fluvial de tipo sinuoso (Tabla Nº 1).

Tabla Nº 1. Características geomorfológicas de los tramos estudiados en el río Muerto Estación

C B A 1 2 3 4 5 6 7 8 9

Tipo de canal fluvial Sinuoso Rectilíneo Rectilíneo Rectilíneo Rectilíneo Sinuoso Sinuoso Rectilíneo Rectilíneo Sinuoso Rectilíneo Rectilíneo

Amplitud del canal fluvial 53.9 58.50 33.60 25.30 47.40 66.75 73 43 58 53.30 50 46

Amplitud del curso de agua 2.80 3.15 5.90 3.33 2.90 7.15 ---7 2 2.20 4.20 5.70

Variación en la profundidad Baja Baja Media Media Baja Baja Media Media Baja Media Baja Baja

Amplitud del bankfull 53.90 58.50 39.90 25.30 47.40 59.60 73 43 58 53.30 50 46

Profundidad del bankfull 2 3 2 2.40 3.40 3 2.20 4.50 3 4 2 1.50

Los resultados referidos a la tipología del canal fluvial (Tabla Nº 1) han sido contrastados con fotografías aéreas del año 1968 y del año 2006 observándose que la morfología del canal se mantuvo prácticamente constante a lo largo este período. Sin embargo la amplitud del canal fluvial aumentó considerablemente en casi toda el área analizada siendo las estaciones de mayor impacto las Nº 3, 4, 5, 6, 8 y 9. La tabla Nº 1 muestra la variación en la profundidad del cauce en las estaciones estudiadas, las cuales presentan un patrón de baja a mediana profundidad aún en aquellas zonas en donde el agua circula libremente por la superficie del cauce, sin superar una amplitud media de 3.64 metros. Debido a la escasa profundidad que moldea el agua en el canal fluvial es de esperar que la amplitud del bankfull se encuentre correlacionada con la amplitud del canal fluvial. Mientras que la profundidad media del bankfull no supera los 2.75 m, esto se justifica ya que el río Muerto se encuentra en un valle fluvial con forma de U ancha, característico de un 44

cursos de agua de montaña pero no de cabecera. Los análisis tipológicos, de amplitud y variación tanto del canal fluvial como del bankfull nos permiten inferir características que se encuentran relacionadas con el área circundante al curso de agua. Entre ellas se mencionan la amplitud, el uso del suelo y vegetación en zonas periféricas del canal fluvial (Tabla Nº 2).

Tabla Nº 2. Características descriptivas de los tramos estudiados de las riberas del río Muerto Estación

Amplitud de la zona riparia

Pendiente de la orilla

C

Uso del suelo cercano a ribera Este Oeste Natural Natural

Este 1-5 m

Oeste 5-10 m

Este suave

B

Urbano

Urbano

1-5 m

1-5 m

suave

A

Urbano

Urbano

1-5 m

1-5 m

moderada

1 2 3 4 5 6 7 8 9

Urbano Natural Natural Natural Natural Natural Natural Natural Urbano

Urbano Natural Natural Natural Natural Natural Natural Natural Natural

5-10 m 5-10 m 5-10 m 5-10 m 1-5 m 5-10 m 5-10 m 10-20 m 5-10 m

1-5 m 5-10 m 5-10 m 1-5 m 5-10 m 5-10 m 5-10 m 10-20 m 10-20 m

moderada suave moderada moderada moderada moderada suave moderada moderada

Oeste muy suave muy suave muy suave moderada moderada moderada moderada suave suave suave moderada moderada

% de Canalización

QBR

Este ----

Oeste ----

55

25-50

25-50

0

25-50

25-50

0

≤ 25 50-75 ≤ 25 50-75 50-75 ≤ 25 25-50 50-75 ≥ 75

≤ 25 ---≤ 25 ≤ 25 50-75 ≤ 25 25-50 50-75 50-75

5 10 10 10 30 65 50 60 55

En la Tabla Nº 2 se presentan las características descriptivas de las riberas analizadas del río Muerto observándose que las estaciones “B”, “A” y Nº 1 exhiben una marcada urbanización en ambas márgenes del canal fluvial. En cambio la misma característica se encuentra únicamente en el flanco oriental en las estaciones Nº 2 y Nº 9. Se destaca que solamente en las estaciones Nº 1 y Nº 2 el uso del suelo es urbano no rural, denominado así ya que la zona es considerada como área residencial. También en las últimas estaciones citadas, se visualizan caminos no consolidados que descienden desde las propiedades privadas hacia el lecho del río. Las estaciones “C”, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 presentan en ambas márgenes del río (excepto en la estación 9) vegetación natural con respecto al ambiente circundante de la ribera siendo poco intervenida y o utilizada por parte del los pobladores aledaños a las mismas. Los resultados obtenidos a partir de las fotografías aéreas del año 1968 demuestran que las riberas del río Muerto eran utilizadas con fines agrícolas disminuyendo esta actividad en las 45

áreas cercanas a la naciente del río. Las foto-interpretaciones correspondientes al año 2006 se encuentran relacionadas con los resultados de la Tabla Nº 2. En ésta se observa que las estaciones (A, B y C) ubicadas al Sur del puente que atraviesa el río Muerto presentan en su mayoría una amplitud riparia que oscila entre 1 a 5 m, mientras que prácticamente la totalidad de las estaciones correspondientes al sector norte varían entre 5 a 10 m. También se aprecia que la amplitud ribereña para las estaciones Nº 1 y Nº 4 (orientación oeste) es de 1 a 5 m. Observándose en la cuarta estación un denso sotobosque. Por otro lado las estaciones Nº 8 y Nº 9 superan ampliamente los valores de amplitud ribereña con respecto a los restantes tramos estudiados. También es importante mencionar que en el lecho del cauce de las estaciones Nº 3, 5, 6 y 7 se llevan a cabo actividades extractivas de áridos, visualizándose además zarandas y maquinarias utilizadas para tal fin (Foto Nº 4).

Foto Nº 4: Saranda en el cauce del río Muerto, utilizada por las ripieras

En la Tabla Nº 2 se representan las características correspondientes a la pendiente observando que las estaciones “C”, “B”, “A” con orientación oeste exhiben pendientes muy suaves, siendo suave en los márgenes este de las estaciones “B”, “C” y Nº 2, en cambio las estaciones Nº 5 y Nº 6 presentan el mismo resultado en el margen oeste y la estación Nº 7 comparte este resultado en ambas márgenes del río. Las características moderadas han sido 46

observadas en las estaciones “A”, 3, 4, 5 y 6 (orientación este) 1 y 2(orientación oeste) y en ambas márgenes de las estaciones 8 y 9. Con respecto a la canalización de los tramos estudiados las estaciones “A” y “B” cuentan con canalización entre 25 a 50 % en ambas márgenes (Tabla Nº 2) siendo las estructuras predominantes grandes piedras sueltas o escolleras. Es relevante destacar que actualmente en éstas estaciones se llevan a cabo obras de canalización (en forma de muros ubicados lateralmente al río) realizadas por la Dirección Provincial del Agua de Tucumán (D.P.A.) (Foto Nº 5). Casi la totalidad de las restantes estaciones analizadas, presentan canalización entre 50 y 75 % para sus márgenes orientales siendo este valor compartido con el flanco occidental. También se observa un porcentaje de canalización menor al 25 % en los márgenes oeste de las estaciones Nº 1, 3, 4 y 6.

Foto Nº 5: Obra de canalización del sector Sur del Río Muerto

Las prácticas de encauzamiento en el sector norte del río Muerto fueron en su mayoría realizadas a través de compactación de tierra junto con cúmulos de grandes piedras sueltas o escolleras. Sin embargo en la estación Nº 2 con disposición este se observa una construcción de cemento a modo de muro o pared lateral al río. Este mismo tipo de obra de cimentación se encuentra en la estación Nº 3 pero con orientación diagonal respecto al curso de agua.

47

II- Del Índice QBR En la Tabla Nº 3 se presentan los valores del Índice QBR obtenidos tras su aplicación en las riberas del río Muerto. Los resultados muestran que el mayor porcentaje (67 %) de estaciones analizadas en el sector Sur del río Muerto (A, B y C) poseen mala calidad ecológica en sus riberas y el 33 % restante se encuentra en deficiente calidad riparia (Figura Nº 16).

Tabla Nº 3. Valoración del Índice QBR y Calidad riparia Estación C B A 1 2 3 4 5 6 7 8 9

Valor QBR 55 0 0 5 10 10 10 30 65 50 60 55

Calidad Riparia Deficiente Mala Mala Mala Mala Mala Mala Deficiente Moderada Deficiente Moderada Moderada

33% Mala Deficiente 67%

Figura Nº 16: Calidad ecológica del bosque de ribera del sector sur del río Muerto

Los datos de la Tabla Nº 3 muestran que el 45 % de las estaciones 1 a 9 corresponden a riberas con mala calidad ecológica, el 33 % con calidad deficiente y el 22 % restante pertenecen a riberas con calidad ecológica moderada (Figura Nº 17).

48

33% 45%

Mala Deficiente Moderada

22%

Figura Nº 17: Calidad ecológica del bosque de ribera del sector norte del río Muerto

Si el análisis se realiza en ambas zonas en conjunto como un todo sin diferenciar los tramos correspondientes al sector sur y norte del mismo río, entonces se obtiene que del 100 % de las riberas analizadas la mitad de ellas corresponde a una calidad mala y el resto es compartido entre una calidad ecológica deficiente y moderada (Figura Nº 18).

25% Mala Deficiente 50%

Moderada

25%

Figura Nº 18: Calidad ecológica de las riberas del río Muerto

Es decir que el intervalo del índice con valores que oscilan entre 0 a 27 puntos concentra el mayor porcentaje de estaciones. Esta proporción disminuye en el resto de los tramos estudiados (Figura Nº 19). En la misma figura se observa que ninguno de los sitios analizados supera los 72 puntos del índice QBR o sea que ninguno de ellos posee un estado muy bueno o simplemente bueno de calidad en sus bosques de riberas.

49

60% 50% 50% Mala 0 - 27

40%

Deficiente 27 - 52

30%

25%

Moderada 52 - 72

25%

Buena 72 - 92

20%

Muy buena 92 - 100

10% 0%

0%

72 - 92

92 - 100

0% 0 - 27 Mala

27 - 52

52 - 72

DeficienteModerada Buena

Muy buena

Figura Nº 19: Porcentaje y calida ecológica de las riberas del río Muerto

En el Mapa Nº 2 se presenta la cartografía resultante de la aplicación del índice QBR según los rangos de calidad riparia.

En general el índice QBR permite interpretar diferentes características de la vegetación de ribera del río Muerto, observándose una asociación e interacción de especies nativas vs. especies exóticas (Tablas Nº 4 y 5). Estas interacciones permiten el establecimiento de un sotobosque abierto en las estaciones bajas (C, B, A, 1, 2, 3, 4). A medida que se asciende por las riberas del río Muerto el sotobosque comienza a ser más cerrado, favoreciendo al establecimiento de numerosos renovales de especies vegetales nativas típicas del presente ambiente yungüeño. Ésta característica favorece a las puntuaciones mayores (Calidad Moderada) del índice (Tabla Nº 3). Sin embargo de acuerdo a los resultados del índice QBR el río Muerto tiende a una disminución de la calida ecológica de las riberas, debido a que la cantidad de estaciones con valores próximos a cero son mayoría en relación a las estaciones con valores superiores a 70 puntos (Figura Nº 19).

50

Mapa Nº 2: Calidad riparia de sectores del río Muerto, obtenida a través del Índice QBR

III- Del relevamiento florísticos obtenido en los tramos estudiados Los resultados del relevamiento florístico se muestran en el Apéndice III y en las Tablas Nº 4 y Nº 5. En las estaciones analizadas se contabilizaron: 32 especies arbóreas, de las cuales 6 de ellas son exóticas. Se considera que la cantidad de especies arbóreas alóctonas no es relevante en comparación con las 26 especies nativas restantes. Sin embargo se destacan dos especies 51

arbóreas exóticas típicamente invasoras Morus sp. y Ligustrum lucidum existentes en casi todas las estaciones con características poco frecuentes a dominantes respectivamente (Tabla Nº 4). En cuanto a las especies nativas arbóreas ninguna alcanza una dominancia completamente visible en toda el área estudiada; en cambio se encuentran interrelacionadas unas con otras siendo Tecoma stans, Piper hieronymi y Piper tucumanum las mas frecuentes o abundantes en toda el área. Cupania vernalis, Vassobia brevifloa y Trema micrantha son especies poco frecuentes o menos abundantes para el mismo ambiente. Las especies Bauhinia candicans, Juglans australis, Cederla lilloi, Allophylus edulis, Myrcianthes pungens, Blepharocalyx salicifolius, Enterolobium contortisiliquum y Pisonia ambigua son poco abundantes o puntuales para el área analizada. En la Tabla Nº 5 se observan 10 especies arbustivas nativas y 2 exóticas. De las especies arbustivas nativas Psycotria cartagenesis es dominante, mientras que Rubus imperiales y Chamissoa altísima comparten la abundancia junto con Ricinos communis (especie exótica) en toda el área estudiada. Lantana camara es otra especie exótica que presenta una distribución poco frecuente o poco abundante. Ésta especie al igual que otras exóticas tanto arbóreas como arbustivas se ubican linealmente en ambas márgenes de las riberas del río Muerto. También se registró Bambusa tuldoides (caña exótica) distribuida en matas aisladas en las estaciones “B”, “C”, 1, 5 y 6; con igual distribución se relevaron palmeras y bananeros. Vernonia squamulosa, Celtis iguanea, Rubus imperiales y Chamissoa altísima son arbustos con características apoyantes encontrándolos en un rango de puntuales a abundantes respectivamente (Tabla Nº 5). Cestrum strigillatum y Cestrum parqui son especies arbustivas ocasionales o poco frecuentes.

52

Tabla Nº 4: Matriz de clases de abundancia de las especies Arbóreas encontradas en las riberas del río Muerto. Se indican con asterisco (*) las especies exóticas Especies Árboles / Estaciones *Ligustrum lucidum Aiton *Morus sp. *Psidium guajava *Eucalyptus sp. *Grevillea sp. Eriobotrya japonica (Thunb.) Lindl. Tecoma stans (L.) Juss. ex H. B. K. Vassobia brevifloa (Sendtn.) Hunz. Urera baccifera (L.) Gaud Heliocarpus popayanensis H. B. K. Piper hieronymi C. DC. Piper tucumanum C. DC. Bauhinia candicans Benth. Cinnamomun porphyria (Grises.) Mez Cupania vernalis Cambess. Juglans australis Grises. Eugenia uniflora L. Cedrela lilloi C. DC. Solanum riparium Pers. Syn. Blepharocalyx gigantea Lillo Allophylus edulis (St. Hill.) Radlkofer Tipuana tipu (Benth.) O. Kuntze Jacaranda mimosifolia D. Don Tessaria integrifolia Ruiz et Pavon Salix humboldtiana Willd. Tabebuia avellanedae Lor. ex Griseb. Myrcianthes pungens (Ver) Legrand Anadenanthera colubrina (Vell.) Brenan var. cebil (Grises.). Altschul Blepharocalyx salicifolius (H.B.K.) O. Berg. Urera caracasana (Jacq.) Gaudich ex Griseb. Enterolobium contortisiliquum (Vell. Conc.) Morong Trema micrantha (L.) Blume Pisonia ambigua Heimerl

C 4 4 0 0 0

B 3 4 0 0 0

A 4 3 0 0 0

1 4 2 1 2 0

2 4 2 1 1 1

3 4 2 1 0 0

4 4 2 0 0 0

5 3 2 1 1 0

6 4 2 0 0 0

7 3 3 0 0 0

8 3 3 1 0 0

9 0 2 1 0 0

1

0

0

0

1

0

0

0

0

0

0

0

4

4

2

3

4

4

1

1

1

1

4

4

0 0

0 0

0 1

2 0

2 1

1 2

2 1

2 1

2 1

0 1

2 1

0 1

2 2 2 0

2 0 0 0

1 1 0 0

0 0 0 0

2 0 0 0

1 3 3 1

0 3 3 1

2 4 4 0

2 4 4 0

3 3 3 0

3 0 2 0

4 0 2 0

0 1 0 0 0

1 0 0 0 0

0 0 0 0 0

0 0 0 0 1

0 2 1 0 0

1 2 0 0 0

0 2 1 2 0

2 3 0 1 0

3 2 0 3 0

3 3 1 3 0

2 2 1 2 0

2 1 0 2 1

0

2

0

1

0

1

1

0

1

4

4

1

0

0

0

0

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Tabla Nº 5. Matriz de clases de abundancia de las especies Arbustivas encontradas en las riberas del río Muerto. Se indican con asterisco (*) las especies exóticas Especies Árbustos / Estaciones Cestrum strigillatum Ruiz et Pavón Cestrum parqui L`Heritier Psycotria cartagenesis Jac. Baccharis tucumanensis (var. tucumanensis) Phenax laevigatus Wedd. Boehmeria caudata Sw. Vernonia squamulosa Hooker et Arnott Rubus imperiales Cham & Schltdl. Chamissoa altísima (Jacq.) H.B.K. Celtis iguanea (Jacq.) Sarg. *Ricinos communis L. *Lantana camara L.

C

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9

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0

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IV- Del análisis de cluster Los resultados obtenidos del análisis de cluster revelan que las especies arbóreas más frecuentes encontradas en las riberas del río Muerto corresponden a un 75 % del total de las estaciones analizadas. En ellas se encontraron dos especies arbóreas exóticas Morus sp. y Ligustrum lucidum, y cinco especies arbóreas nativas: Tecoma stans, Urera baccifera, Heliocarpus popayanenses, Cupania vernalis y Tipuana tipu. En menor proporción se observan a Piper tucumanum, Solanum riparium y Trema micrantha. 54

Mientras que las especies arbustivas correspondientes al 75 % son dos exóticas y dos nativas siendo Ricinus communis, Lantana camara, Cestrum parqui y Cestrum strigillatum respectivamente. Con porcentajes menores se encuentra Psycotria cartagenesis. En la Figura Nº 20 se observa el resultado de la aplicación del análisis de clasificación (presencia o ausencia) de las especies vegetales arbóreas y arbustivas encontradas en las riberas del río Muerto. En base a ello se determinan dos diferentes grupos que comparten especies en común.

Figura Nº 20: Fenograma resultante de la aplicación del análisis de cluster

Árboles-Arbustos riberas río Muerto. Sorensen vecino cercano. Distance (Objetive Function)

En el primer grupo se encuentran las estaciones “C”, “A” y “B”. Las estaciones “C” y “A” se ubican próximas en el fenograma debido a que poseen especies similares (Tabla Nº 4 y 5). Mientras que la estación “B” se separa de las dos anteriores por poseer especies arbóreas (Cinnamomun porphyria, Solanum riparium y Salix humboldtiana) no comunes a las estaciones “A” y “C”. También se observa que las estaciones “A” y “B” que se encuentran próximas unas de otras, arrojan valores para el índice QBR que determinan una mala calidad ecológica en sus riberas, sin embargo la estación “C” no comparte este valor (Tabla Nº 3). El segundo gran grupo contiene a las estaciones correspondientes al sector norte del río 55

Muerto, a su vez este grupo se divide en 3 subgrupos menores. El primer subgrupo corresponde a la estación Nº 1 por ser la única que posee la especie arbórea Cedrela lilloi. En el segundo subgrupo se ubican las estaciones Nº 2 y Nº 3 ya que poseen numerosas especies comunes a ambas (Tabla Nº 4 y 5). La segregación de estas estaciones con las restantes es debido a la existencia de dos especies exóticas registradas únicamente en la estación Nº 2 Grevillea sp. y Eriobotrya japonica. Además de observarse Tabebuia avellanedae solo en la estación Nº 3. Es relevante mencionar que el primero y segundo subgrupo además de la estación Nº 4 del tercer subgrupo poseen valores muy bajos del índice QBR (Tabla Nº 3) por ello su cercanía. El tercer subgrupo corresponde a las restantes estaciones de muestreo y refleja claramente las similitudes con respecto a las observaciones de las especies encontradas entre las estaciones Nº 4 y Nº 6 (Tabla Nº 4 y 5). Por otro lado la estación Nº 5 posee mayor relación con las estaciones Nº 8 y Nº 9 observándose en las riberas de estas últimas la mayor similitud existente en toda el área analizada además de la mejor puntuación para el Índice QBR (Tabla Nº 3). La más alejada en similitud del tercer grupo es la estación Nº 7 debido a la inexistencia de especies encontradas en las demás estaciones. A partir de la Figura Nº 20 se puede afirmar que las similitudes entre especies arbóreas y arbustivas observadas en las estaciones de muestreo no son un reflejo de los valores de calidad del bosque de ribera.

56

CAPÍTULO VII

DISCUSIÓN I- De las características de los tramos estudiados Según lo expuesto en capítulos anteriores y comprobado a través de datos fotointerpretativos a lo largo de 38 años se observa que el río Muerto es un sistema hídrico que no presenta significativas modificaciones en cuanto a la tipología de su canal fluvial. Sin embargo existe una serie de características que fueron cambiando a lo largo del tiempo. Entre los caracteres modificados se encuentra la amplitud de canal fluvial y de su lecho de inundación. Esta variación es evidente en los tramos medios a bajos del cauce de agua y se relaciona con la propia dinámica del río. Además según Martensen y Casagrande (1997) las variaciones son también debidas a las actividades extractivas de áridos muy comunes en toda el área de estudio. Las ripieras se ubicaron en la mayoría de las veces en sectores cercanos al puente de la ruta provincial Nº 338, actualmente estas actividades son llevadas a cabo en sectores orientados hacia el norte del curso de agua. Las mismas adquieren importancia en cuanto al impacto visual, paisajístico y ambiental producido en el área, ya que el movimiento de vehículos y maquinarias provoca polvo y ruidos en el ambiente e inestabilidad de las barrancas del río, al no dejarse distancias precautorias de separación para realizar esta labor (Gamundi y Arroyos, 2006). Es de considerar que todas las actividades extractivas de áridos realizadas inadecuadamente, producen impactos de significativa importancia y de efectos variados. Entre ellos se encuentran los mencionados por Martensen y Casagrande (op. cit.), Ortiz (1978) y Gamundi y Arroyos, (op. cit.) como por ejemplo la erosión en los barrancos, el deterioro de obras de infraestructuras y consecuentemente las inundaciones y aluviones. Coincidiendo con las exposiciones de Martensen y Casagrande (op. cit.) y Ortiz (1978) las actividades extractivas ocasionan un paulatino deterioro del cauce conjunto con el gradual aumento de su amplitud y disminución de la zona riparia. Por otro lado las prácticas extractivas de áridos son justificadas como medidas de control para nivelar el canal fluvial, ya que los diferentes materiales granulométricos, acarreados por los arroyos que forman parte de esta cuenca, son depositados en el lecho del río Muerto. La sustancial acumulación de sedimentos conlleva a una elevación en el nivel de base del curso de agua y con ello el riesgo de sobrepasar los niveles altitudinales de las riberas; ocasionando por lo 57

tanto, daños significativos en ellas y en zonas aledañas a las mismas. A pesar de esta justificación La Dirección de Minería de Tucumán tiene la posibilidad de denegar permisos de explotación, siempre y cuando técnicamente se demuestre que hay algún grado de peligrosidad provocado por el emprendimiento minero. Una vez finalizada la tarea extractiva los canteristas tienen la obligación de recomponer la cantera, es decir mimetizarlas con el entorno natural del paisaje (Gamundi y Arroyos, 2006). En el río Muerto esto nunca ocurrió y no presenta expectativas de acciones ante la legislación vigente. Además de las inevitables marcas en el terreno que dejan las maquinarias que llevan a cabo la actividad extractiva, también existen las marcas de la irresponsable presencia del hombre en este ambiente, manifestado por la existencia de numerosos desechos dispersos tanto en el cauce del río como en sus riberas. Los residuos encontrados adquieren relevancia siendo en su gran mayoría productos de difícil degradación natural, como por ejemplo filtros de aceite, plásticos, partes metálicas de carrocerías, alambres, etc. En definitiva estas prácticas llevadas a cabo sin controles ambientales previos, durante y posteriores a dicha actividad producen a mediano o largo plazo un deterioro ambiental progresivo. El detrimento del ambiente no tan sólo es un factor provocado por la circulación de transeúntes ocasionales que se encuentran directamente relacionados con las actividades extractivas, sino que también es el producto de asentamientos urbanos en las riberas del curso de agua. Los asentamientos urbanos se han clasificado como rurales y no rurales. Ubicándose estos últimos en la margen derecha de la zona norte del cauce, cercanos al puente de la ruta provincial Nº 338 área considerada “residencial”. Mientras que los asentamientos rurales se sitúan en ambas márgenes de las estaciones “A”, “B” y Nº 9. Según registros de fotografías aéreas los asentamientos rurales en las riberas del río Muerto no habrían sido un factor ocasional, sino ligados a la utilización agrícola de las zonas riparias. En todas las estaciones estudiadas la influencia antrópica es un elemento constante de perturbación, ya que no existe por parte de los pobladores aledaños a las riberas, medidas tendientes a conservarlas. Es por ello que estas áreas tienden a disminuir su valor ecológico. Sin embargo la inexistencia de la presencia de ganado, como de actividades agrícolas en las riberas, favorecería a la recuperación de las mismas. Es relevante mencionar que las estaciones de muestreo situadas en tramos medios a altos del río Muerto (dirección norte) presentan mayor amplitud riparia, mejor estructuración y 58

cobertura vegetal. Estas particularidades están netamente ligadas a la existencia del Parque Sierra de San Javier el cual se manifiesta a partir de la estación Nº 5. Es de esperar que en los dominios pertenecientes al área protegida mejore la calidad ecológica de las riberas analizadas, en comparación con las que no se ubican en zonas protegidas. Sin embargo en los predios del parque se aprecia una leve mejoría en cuanto al ambiente ripario, arrojando el índice una valoración deficiente y no moderada o buena. Esto podría deberse a las cercanías de los asentamientos rurales, los cuales poseen caminos de múltiples usos que se conjugan con el ambiente provocando su desvalorización. Además se agrega la existencia de canteras y extensos caminos que producen un declive en cuanto a la calidad de la vegetación y disminución de los valores numéricos punteados del índice. Pero si conjunto con lo expuesto se tiene en cuenta que a medida que se transita hacia zonas cercanas a la naciente del río las vías de comunicación son cada vez menos y los controles por parte de los guardaparque se “intensifican”, entonces se observa que la calidad del bosque ripario y su sotobosque comienzan a mejorar. La regeneración de estos sitios es más visible en las márgenes occidentales del cauce del río y acontece desde sotobosques abiertos con escasos renovales a densamente poblados con numerosos renovales de especies nativas. Según los análisis realizados en la zona de estudio se infiere que las características sucesionales secundarias observadas en las riberas del río Muerto podrían estar relacionadas con la amplitud del cauce fluvial y su escasa profundidad. Las características de amplitud y profundidad del cauce fluvial permitirían que en los momentos de crecidas máximas del río el flujo de agua se desplace por el lecho primario y secundario de inundación, permitiendo de este modo acumular en mayor o menor medida sedimentos en el área de bankfull. La acumulación de diferentes depósitos transportados por las escorrentías, habría provocado un aumento en el nivel altitudinal de bankfull, que posteriormente delimitaría el área del canal y de la ribera (Protocolo HIDRI, 2006). El acumulo de sedimentos transportados mejoraría la estructuración en los suelos de las riberas y a la vez favorecería la implantación y crecimiento de especies vegetales típicamente tolerantes a las perturbaciones estacionales. Contrariamente en numerosas ocasiones la desestructuración de los bankfull o riberas, ocasionaría que en los momentos de grandes escorrentías la masa de agua se desplace sin perder su fuerza tractiva en el recorrido (Martensesn y Casagrande, 1997). El deslizamiento conlleva a la adición de diferentes tipos de materiales orgánicos e inorgánicos productos de la erosión de las riberas y del cauce. 59

La desestabilización de las zonas riparias en el río Muerto llevaría y ha llevado a la formación de grandes crecidas y avulsiones y con ello las consecuentes causas agua abajo del río. Las inundaciones no son raras en el área de estudio (Ortiz, 1978; Diario la Gaceta, 1999, 2005, 2007; Puchulu y Sayago, 1991; Guido y Sesma. 1995) es por ello que se aplicaron numerosas obras de canalización en diferentes tramos del río Muerto (Ortiz, 1978 Puchulu y Sayago, 1991; Guido y Sesma, 1995). Los relictos de las infraestructuras de contención se observan en diferentes zonas del río. Por ejemplo en la estación Nº 3 se encuentra un muro de cemento con disposición longitudinal al curso de agua. Entre las estaciones Nº 2 y Nº 1 como entre “A” y “B” se visualiza una construcción de cemento a modo de terrazas ubicadas en forma transversal al río, estas obras permiten una notable disminución de la velocidad del agua. Sin embargo las mismas no han sido monitoreadas para sus posteriores mantenimientos y o recuperaciones. Las fallas en estas infraestructuras no son solucionables acorto plazo, ya que a ellas deben agregarse las variaciones climáticas evidenciadas en un progresivo aumento de lluvias (Universitas, 2007). Actualmente se llevan a cabo obras de infraestructuras de canalización realizadas en la zona denominada sector sur del río Muerto, para ello se extrae materia prima de las ripieras ubicadas aguas arriba del curso de agua. La actividad extractiva es selectiva en cuanto al tamaño del material a utilizar, las rocas descartadas en esta selección han sido colocadas a modos de montículos de “rocas sueltas” en ambas flancos del cauce. De esta manera se establecieron las contenciones en ambas márgenes del río Muerto. El modo de llevar a cabo las estructuras de contención son cuestionables cuando el proyecto se difunde como “La Sistematización Del Río Muerto”.

II- De la aplicación del Índice QBR El índice QBR permite valorar la calidad ecológica de las riberas de un curso de agua de forma conjunta en ambos flancos. Sin embargo por las características ecológicas y antrópogénicas de la zona estudiada se cree que las condiciones ecológicas de la vegetación riparia podrían ser analizadas en forma independiente en ambas márgenes y no como un todo. Por otro lado el índice es considerado como una herramienta de fácil aplicación por cualquier personal medianamente capacitado para hacerlo. No obstante para llevar a cabo esta tarea es necesario poseer previos conocimientos de taxonomía vegetal de la zona en estudio. Las valoraciones numéricas totales del índice QBR oscilan entre 0 y 100 puntos, no superando los 25 puntos en cada apartado. Pero en algunas ocasiones los resultados de tales 60

puntuaciones arrojaron valores negativos. Según Munné et al., (1998-a) dado este caso los números son redondeados a cero cuando sobrepasan los 25 puntos, son llevados al máximo valor que se puede obtener por bloque, o sea 25. Se considera que este procedimiento lleva a infravalorar las riberas que se encuentren con puntuaciones mayores o sea con un mejor estado de conservación y a supravalorar a las áreas totalmente degradadas. Por otro lado el apartado número uno tiene en cuenta el grado de cobertura riparia y la conectividad de la misma con el ecosistema adyacente; no así a los caminos no asfaltados de menos de cuatro metros. Si embargo estos últimos deberían ser apreciados y analizados, no como elementos aisladores del medio ya que sus dimensiones no justifican la discontinuidad, pero si como elementos de futuras perturbaciones en el área. El segundo apartado del índice evalúa la complejidad de la vegetación riparia, sin considerar las plantas anuales que típicamente crecen en la zona de ribera y que son las primeras colonizadoras en la sucesión vegetal. En este mismo bloque se penaliza a aquellas especies arbóreas ubicadas linealmente o a las que se encuentran distribuidas aleatoriamente en manchas. No se tiene en cuenta las características del sotobosque que a lo largo del tiempo permitirán o no el restablecimiento del área degradada. El apartado número tres presenta la dificultad en cuanto al conteo de especies nativas arbóreas y arbustivas, ya que en el área de estudio los valores numéricos propuestos por Munné et al., (op. cit.) son claramente superados. Es por ello que este apartado requiere modificaciones para su posterior aplicación en zonas subtropicales de montaña. Carrascosa & Munné (2000) plantean adaptaciones y modificaciones del tercer apartado. Sin embargo cualquier modificación que se realice a un índice originalmente diseñado para otra región, debe ir acompañado de numerosos estudios de validación y finalmente adaptación de los puntajes de los taxones mencionados. Es por ello que el ajuste del diseño experimental y metodológico fue el que mayor tiempo demandó; realizándose numerosos censos de especies arbóreas y arbustivas hasta lograr obtener valores próximos a las condiciones potenciales de dicha vegetación riparia. En el apartado tres se observa que solo se penaliza la existencia de residuos productos de vaciaderos acumulados en la zona y no considera a aquellos que son arrastrados por la escorrentía del propio río. Sin embargo sean unos u otros los residuos, deberían ser tenidos en cuenta en la puntuación ya que producen un impacto visual negativo desvalorizando así el área riparia. 61

III- De los resultados obtenidos a partir del índice QBR y del relevamiento florístico El impacto antropogénico ocurrido en el pasado y actualmente en las riberas del río Muerto ha llevado al deterioro de estas áreas. Por ello no es sorprendente la inexistencia de puntuaciones altas para el índice QBR, ya que estos valores reflejan el estado y uso ecológico no tan solo de las riberas sino también del canal fluvial. No obstante en tramos superiores (cercanos a la naciente de este curso de agua) los valores numéricos ascienden, esto podría ser consecuencia de un menor impacto antrópico. El presente argumento adquiere mayor relevancia si se considera que a partir de la estación Nº 5 nos encontramos en terrenos del área protegida. Por otro lado en las áreas alejadas al Parque Sierra de San Javier las prácticas agrícolas junto con los asentamientos urbanos han llevado a la extracción del bosque de ribera. La eliminación de la cobertura vegetal riparia del río Muerto ha ocasionado problemas relacionados con inundaciones y aluviones agravados por las condiciones geomorfológicos y climáticas del área (Puchulu y Sayago, 1991; Neder y Puchulu, 1995; Guido y Sesma, 1995; Martensen y Casagrande, 1997; Sayago et al., 2006). Es por ello que en numerosas ocasiones se realizaron obras y proyectos de canalización para disminuir los daños en las riberas y zonas aledañas a las mismas. Tanto las infraestructuras de canalización las terrazas para reducir la velocidad de la escorrentía, como así también las plantaciones alóctonas y cualquier actividad antrópica, llevada a cabo en los cursos de agua y sus riberas, tienden a desestabilizar el índice QBR. Este desequilibrio provoca una disminución de los valores punteados en cada apartado. Por lo tanto la calidad ecológica riparia de las zonas más alejadas al área protegida presentan puntuaciones bajas y con pocas probabilidades de mejorar sus riberas, a menos que existan fuertes intervenciones planificadas a favor de dicho proceso. En tanto en los tramos medios (estaciones Nº 5 y Nº 6) los resultados infieren que el ambiente tiende una recuperación moderada de sus bosques riparios, dada por el mayor número de renovales y ejemplares adultos de especies arbóreas y arbustivas nativas. Entre las especies integrantes de las riberas y sus sotobosques se encuentran individuos nativos y exóticos. Mientras que el número de especies arbóreas nativas es 26 contra 6 exóticas y 10 especies arbustivas nativas contra 2 alóctonas, siguen siendo las especies nativas las dominantes o abundantes en el área. Esto podría ocurrir ya que pocas de las especies invasoras llegan a estabilizarse y progresar en el ambiente (Grau y Aragón, 2000). Sin embargo sus impactos son considerables en cuanto a la calidad del bosque de ribera. 62

La gran mayoría de las especies exóticas se ubican en forma aleatoria o lineal a lo largo de ambas márgenes del río. A pesar de su escasa abundancia, en relación al número de especies nativas, ellas juegan un papel fundamental en la cobertura de los suelos del área riparia. La presencia de las especies invasoras en las riberas, podrían ser consideradas como elementos estructuradores del suelo, dejando de lado la alteración provocada en si por la invasión. Entonces podemos decir que tanto unas especies como las otras juegan un papel fundamental en la regeneración de los suelos de las riberas, ya que ellas desarrollan una trama entrelazada de raíces que tienden a aumentar la mecánica en general de los suelos, dificultando el deslizamiento y desmoronamiento de las riberas. Por ello se plantea considerar a las especies exóticas dentro de planificaciones conservacionistas conjunto con las especies nativas de esta manera se podría prevenir problemas de degradación ambiental y recuperar áreas perturbadas. También deberían tenerse en cuenta futuros estudios de investigaciones concernientes a interacciones, establecimiento y regeneración de las especies nativas vs. exóticas y sus posibles dispersores. Esto puede ser justificado ya que la mayoría de las especies vegetales exóticas encontradas en el área son dispersadas por aves y por lo tanto pueden ocasionar una potencial agresividad al ambiente ripario y sus inmediaciones. Conocer la abundancia y riqueza de las aves de un ecosistema permite inferir la calidad del hábitat presente y con ello el planteo de mejoras en los manejos de bosques de ribera (Arcos, 2004). Como se manifestó en los capítulos anteriores los suelos de riberas ofrecen un claro beneficio económico, por ejemplo el estabilizamiento de las orillas al retrasan las crecientes. Como así también favorece a la recarga de los acuíferos y a una disminución de riesgos hidrológicos a corto y largo plazo entre otros (Naiman & Décamps, 1997; Beschta et al., 1997; Munné et al., 1998-a; González Del Tángano, 2002; Indiana Division of Forestry, 2004). En numerosas ocasiones el resultado de la eliminación de la cobertura riparia se manifiesta por los daños ocasionados debido a grandes crecientes aguas abajo. Una de las medidas para prevenir este desastre natural es a través de las obras de infraestructura y canalización de los cursos de agua. Sin embargo el mayor problema de estas construcciones es su deficiente planeamiento y ejecución. Por otro lado en Argentina y Tucumán existen legislaciones para proteger los bosques de riberas, sin embargo pareciera que hacer cumplir las citadas leyes, no es parte de las acciones gubernamentales. Esto se traduce en la necesidad de implementar políticas que tiendan a 63

incorporar herramientas para la evaluación de impactos ambientales, y de esta manera poder garantizar la valoración de todos los recursos del paisaje. También es importante mencionar que la vegetación riparia del río Muerto no se encuentra estructurada en galerías, presentando característica similar o prácticamente igual a la vegetación del bosque circundante. Esto se debería a la constante humedad (precipitaciones uniformes en las laderas orientales de la sierra de San Javier) en toda el área, favoreciendo entonces al reclutamiento de las mismas especies vegetales tanto en las zonas riparias como en los bosques circundantes a las mismas. En síntesis, el bosque de ribera en el río Muerto ha sufrido desde antiguas épocas procesos de fragmentación debido a las prácticas agrícolas y forestales extractivas. Sin embargo actualmente se observa una gradual sucesión secundaria manifestada en la cobertura de los suelos riparios, encontrándose especies arbóreas alóctonas como por ejemplo Ligustrum lucidum que se combinan con tempranas especies arbóreas pioneras y tolerantes como Tecoma stans o Cupania vernalis entre otras (Tabla Nº 4 y 5). Los procesos sucesionales producirían a lo largo del tiempo la recuperación ecológica de estos ambientes

IV- Del análisis de cluster El análisis de la agrupación de especies arbóreas y arbustivas realizada a partir de una matriz de abundancia, refleja que la mayoría de las estaciones analizadas tienden a una agrupación geográficamente altitudinal. Esta característica se encuentra relacionada con las condiciones geomorfológicas y ambientales, las cuales permiten el establecimiento de la vegetación. A partir de la Figura Nº 20 se puede observar dos grandes grupos que relacionan las similitudes entre especies arbóreas y arbustivas existentes en ellos. Sin embargo estas asociaciones no son un reflejo de la calidad del bosque de ribera del río Muerto. Por ejemplo la estación Nº 4 y Nº 6 con valores ecológicos riparios muy distintos (Tabla Nº 3) se ubican en el mismo subgrupo y a la vez claramente separadas de los demás sitios analizados. La misma observación se realiza en las estaciones Nº 5, Nº 8 y Nº 9 las cuales se encuentran ubicadas en el fenograma (Figura Nº 20) muy cercas una de otras. Este tipo de congregación, nos permitiría inferir que las diferentes valoraciones para el índice QBR (deficientes y moderadas, Tabla Nº 3) están dadas por variaciones en cuanto a las condiciones ambientales, geomorfológicos y antropogénicas. 64

No obstante la agrupación de las estaciones según la similitud de especies vegetales existentes en ellas, permiten inferir que son sitios ecológicamente similares y que con un adecuado manejo de sus zonas riparias, aumentaría la valoración en cuanto a la calidad del bosque de ribera. Finalmente en la figura Nº 20 se puede observar que la calidad ecológica riparia no se encuentra relacionada con la altitud de las estaciones estudiadas, ésto es verificado en las estaciones “C” y la Nº 9 ambas con valores deficientes para el índice QBR.

65

CAPÍTULO VIII

CONCLUSIÓN I- De la aplicación del Índice QBR En base a los análisis realizados y sus resultados se afirma que el índice QBR es una herramienta útil para establecer y evaluar el nivel de calidad ecológica de las riberas estudiadas. Sin embargo al ser un índice cualitativo las valoraciones efectuadas son subjetivas, es por ello que siempre deben ser realizadas por el mismo investigador. Es importante que en el sitio a estudiar se consideren todos los factores ambientales que interactúen en el área, sean estos naturales o antrópicos; y posteriormente se aplique el Índice QBR. De esta manera se podrá inferir a cerca de la potencialidad de recuperación del bosque de ribera. El Índice QBR es totalmente independiente de la composición taxonómica vegetal de las riberas, como así también de la complejidad y naturalidad del área analizada; es por ello que puede aplicarse en diferentes zonas riparias. En cuanto a los bloques componentes del Índice, el número uno, dos y cuatro son expeditivos y no presentan mayores inconvenientes, salvo que la identificación y diferenciación de especies arbóreas y arbustivas sea un problema para el ejecutor. Es por ello que se recomienda una familiarización con la flora característica del sitio a estudiar; por ejemplo mediante observaciones, recolecciones y posterior identificación de especies vegetales. La dificultad del apartado número tres, se encuentra en el momento de definir el número de especies nativas arbóreas y arbustivas para el área analizada. Para salvar este inconveniente, se realizaron relevamientos de abundancia florística de la ribera del río Muerto y de esta manera se pudo adaptar el presente apartado a las condiciones locales.

II- Del río Muerto y sus riberas El río Muerto ha experimentado a lo largo del tiempo numerosas modificaciones referentes a su dinámica y naturalidad, como las alteraciones producidas por las actividades antropogénicas. Entre ellas se destaca a las ripieras y sus desechos (producto de esta acción), distribuidos por el cauce y las riberas próximas a la actividad extractiva. A partir de las observaciones realizadas la presencia de las ripieras en zonas del área 66

protegida del Parque Sierra de San Javier podrían ser significativamente cuestionables, debido a su ubicación y al impacto visual y geomorfológico que producen en el área. Otro factor de impacto es la expansión urbana (residencial y rural) en la interfase riparia, ocasionando un deterioro en la cobertura vegetal y en numerosas ocasiones, introduciendo especies vegetales exóticas para la zona. Es entonces importante enfatizar que la influencia antrópica en el área estudiada, se manifiesta tanto en las riberas como en el cauce del río Muerto, ocasionando numerosas alteraciones ya sea a través de construcciones de caminos, de sendas para mountainbike, de obras de infraestructura de canalización del canal fluvial, del agrandamiento del lecho fluvial. Como así también ocasionando la disminución de la amplitud de estos bosques riparios, alterando sus funciones y los servicios que provee al medio. Las citadas características antropogénicas además del impacto visual que provocan podrían actuar en el tiempo como importantes elementos fragmentadores del bosque de ribera. La pérdida superficial de las riberas podría ocurrir entre otras características por una sistematización deficiente del cauce. Las triviales construcciones no llegan a mitigar la fuerza de las crecidas, ni a disminuir sustancialmente su caudal; provocando por consiguiente la abrasión de las zonas riparias. En algunas ocasiones esto se evidencia a través de rupturas y exposiciones de las raíces de especies vegetales. Por otro lado se destaca que el índice no se encuentra condicionado por las características perturbadoras naturales (precipitaciones, inundaciones, aluviones, etc), ni por la tipología de la comunidad vegetal, ya que esta última puede ser un reflejo de la geomorfología, la altitud y la climatología de la zona. En cambio si tiene en cuenta la valoración de las perturbaciones de origen antropogénico, que son las que mayor impacto producen, desestabilizando la estructura de la comunidad riparia. Según las observaciones y análisis realizados en el área de estudio, se podría inferir a partir del estado sucesional general que presenta el bosque ripario del río Muerto (estaciones “C”, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9), que la vegetación daría paso a una lenta pero progresiva recuperación del bosque secundario. Sin embargo lo expuesto podría estar en contraposición de los valores numéricos arrojados por el índice QBR en las riberas del río Muerto. Ya que según estos resultados las zonas riparias estudiadas tienen una alteración importante, debido a que se encuentran relacionadas con las actividades antrópicas pasadas y presentes en el área. Se sugiere integrar a posterior estudios de aves como bioindicadores del ecosistema ripario del río Muerto y su función como corredor biológico. Además de la realización de 67

inventarios relacionados con las características fenológicas de las especies vegetales nativas y exóticas. De esta manera se podría inferir las interrelaciones existentes entre ellas y la posibilidad de recuperación del bosque secundario nativo. En síntesis se concluye que la vegetación de ribera del río Muerto se encuentra en buen estado de conservación; representado por los numerosos estratos vegetales de diferentes especies, típicas de la cuenca intermontana del río Muerto. Asimismo se plantea como urgente la necesidad de la valoración de estos humedales o bosques de ribera; ya que los impactos negativos del presente ecosistema pueden superar los limites de estabilidad y recuperación del ambiente, transformándose entonces en perturbaciones que lleven al empobrecimiento, eliminación y disminución en los recursos naturales allí existentes. Por lo expuesto se proponen a continuación medidas tendientes a mejorar, restaurar y conservar a los bosques de ribera del río Muerto.

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CAPÍTULO IX

RECOMENDACIONES El presente capítulo trata de ser una herramienta para preservar la calidad de los bosques riparios del río Muerto. Por las características descriptas en este trabajo, se sugiere realizar medidas tendientes a disminuir los perjuicios que ocasionan las crecientes de citado río. Se propone a nivel local ejecutar un Comité de “Cuenca del Río Muerto”, u otra entidad similar, que tienda a monitorear los cursos de agua de esta cuenca y de esta manera prevenir posibles daños ocasionados por las crecientes. Para ello se considera imprescindible que formen parte de esta labor el personal del Parque Sierra de San Javier (guardaparques), como así también entidades gubernamentales, no gubernamentales, personal técnico - científico y todos aquellos que mediante capacitaciones pudieran realizar tareas de monitoreo y control, no tan solo de los cursos de agua de esta cuenca sino también de sus bosques de riberas. Es necesario revalorizar la cuenca del río Muerto, ya que el agua que proviene de ella es utilizada para consumo humano por pobladores aledaños. Es entonces indispensable realizar un enfoque sistémico del área, o sea como un todo, en el que interactúan tiempo, espacio, recursos socio - culturales, económicos, políticos, biológicos, cinéticos, etc. Cualquier proyecto de restauración, protección y prevención de las riberas del río Muerto, necesitan previamente estudios de las interrelaciones de los diferentes componentes que integran este ecosistema, como ser características geomorfológicos, biológicas y socio – culturales entre otras. Ya que el objetivo tiende a la recuperación del equilibrio natural del ambiente; hay que tener en cuenta también, que este equilibrio es dinámico por el propio carácter del curso de agua. Por ello se propone llevar a cabo diferentes acciones que conjuntamente tiendan a la recuperación del bosque de ribera. Coincidiendo con las propuestas de Puchulu y Sayago (1991), se mencionan medidas Forestales, Geotécnicas, Hidrogeológicas e Ingenieriles. Las Medidas Forestales en las riberas son imprescindibles para evitar la degradación y o posible desaparición de estas áreas. Como se ha mencionado en éste trabajo (Schmidt y Otaola – Urrutxi, 1999) la vegetación juega un rol fundamental al estabilizar los taludes y márgenes riparios, ya que su sistema radical aumenta la rugosidad del cauce, disminuyendo la capacidad erosiva del mismo. 69

Llegar a reconstruir un bosque de ribera tal cual fue en su estado más natural, debe ser el objetivo básico de la restauración de ambientes riparios. Para ello se propone la realización de un vivero, con el cual se pueda aumentar sustancialmente los renovales de especie nativas, que luego serán plantados estratégicamente en las riberas del río Muerto. A partir de este emprendimiento, se lograría recuperar total o parcialmente los bosques riparios y junto a ello la abundancia de algunas especies nativas en esta zona. La importancia de recuperar especies vegetales nativas tendientes a desaparecer, se debe no tan solo a su valor paisajístico sino también por su rol ecológico y protector del ambiente ripario. No debe olvidarse que una buena cobertura de vegetación de ribera proporciona ventajas a las poblaciones aledañas a los cursos de agua. Por ejemplo, permite la estabilización de los suelos a través de su sistema radical, además mejora la estructura del suelo a través del aporte de materia orgánica. Es así que la vegetación actúa minimizando los problemas de erosión e inundación, ya que disminuyen la velocidad de la corriente de agua. Entonces elegir un modelo o política de restauración de cauce y ribera, debe estar acompañado de soluciones naturalistas - estéticas. Es decir que las construcciones de canalización e infraestructuras que tiendan a minimizar el riesgo de desbordes del río Muerto, tendrán que ser medidas que provoquen el mínimo impacto visual y a la vez respeten la línea ambiental del ecosistema. O sea que se trataría de lograr reconstruir un ambiente ripario lo más natural posible, minimizando cualquier evento natural u antrópico que lo haya desequilibrado. Es por ello que identificar las especies nativas óptimas potenciales para el área es de gran importancia. También debe tenerse en cuenta que la elección de las especies debe ser de acuerdo al área de la ribera a restaurar, ya que si es un lugar propenso a sufrir anegamientos o escorrentías rápidas, deberán colocarse especies tolerantes a estas condiciones, con trocos flexibles y de propagación por estacas como por ejemplo Salix humboldtiana. Mientras que la vegetación a replantar en zonas más alejadas del cauce y cerca de los límites externos de las riberas, serán especies con crecimiento más lento y troncos más duros, quizás aquellas especies nativas tardías en la sucesión. Se considera importante el mantenimiento y monitoreo de las especies plantadas, ya que de esta manera se podrá extraer aquellas exóticas, u otras que de alguna forma impidan el crecimiento de los renovales de especies nativas. Se sugiere no realizar las plantaciones aisladamente o en filas, ya que de esta manera no se contribuye a una protección en sí de la ribera, sino por el contrario se tiende a crear un nuevo problema de erosión, causado por la discontinuidad en el flujo de agua. 70

Una vez decidido realizar la forestación, es aconsejable llevarla a cabo con diferentes especies tanto nativas como exóticas, eligiendo aquellas que mejor se adapten a las características paisajísticas y ambientales del área. Para ello se propone diferentes especies (nativas y exóticas), que según las observaciones realizadas en el área, podrían ser utilizadas obteniéndose resultados satisfactorios. El hecho de plantear la utilización de especies alóctonas, es debido a las características funcionales (al igual que las especies nativas), de permitir una estructuración, retención y mejoramiento de los suelos de las riberas del río Muerto. Las particularidades que poseen algunas especies exóticas, es su rápido crecimiento en comparación con las nativas, por lo tanto otorgarían una mayor cobertura del suelo en menor tiempo. Esto se traduce a menos erosión de las riberas debido a escorrentías e inundaciones. Entre las especies exóticas aconsejadas se encuentran las cañas. Por ejemplo la caña de castilla, o la caña de bambú, las cuales suelen ser utilizadas en otras regiones para estabilizar acequias. A pesar que estas especies carecen de un sistema radical profundo, si poseen extensas raíces rizomatosas, que tienden a fijar el suelo y prevenir su erosión. Es por ello que se aconseja que las mismas sean ubicadas en laderas, barrancos y proximidades a las orillas del río. También se podrían utilizar Eucaliptus sp., ya que son especies con rápido crecimiento y permitirían la fijación de suelos riparios. Ninguna de las especies exóticas mencionadas ocasionarían una importante alteración paisajística, debido a que se encuentran integradas al paisaje natural del área; además estarían acompañadas de especies nativas. En algunas ocasiones las plantaciones de especies exóticas vs. nativas, favorecerían a la formación de un sotobosque abierto con renovales de especies nativas. Sin embargo si se realizan monitoreos y un adecuado control de extracción de especies exóticas, se llegaría a lo largo del tiempo, a la regeneración de un sotobosque cerrado y una arboleda típicamente nativa. Las especies nativas aconsejadas para el comienzo de la etapa de recuperación de las riberas, deben preferentemente poseer crecimiento rápido y un sistema radical profundo. Por ejemplo Tecoma stans “guaran”, este es un árbol que no supera los 8 metros de altura, sus raíces no son muy profundas, pero favorecen a una buena estructuración y retención del suelo. Además, permite que en sus cercanías crezcan renovales de otras especies. Se dispersa por el viento y fácilmente pueden realizarse almácigos a través de semillas o estacas. Solanum riparium “tabaquillo”, también es un árbol de hasta 8 metros de altura con las mismas características que Tecoma stans. Siendo ambos muy comunes en los ambientes riparios de la serranía. 71

Heliocarpus popayanensis “afata blanca”, es un árbol de 5 a 10 metros que se regenera por semillas y posee un crecimiento rápido, con la particularidad de estar relacionada con ambientes transformados de la sierra. También es importante considerar a Tessaria integrifolia “palo bobo” ya que tolera suelos anegados, al igual que Salix humboldtiana “sauce criollo”. Este último presenta raíces densas, profundas y superficiales, favoreciendo la retención y fijación del suelo; además poseen una elevada capacidad colonizadora y de recuperación después de ser cortados o dañados. Otra especie nativa es Tipuana tipu “tipa” la cual crece rápidamente en suelos alterados, encontrándose generalmente sus renovales en las orillas de los cursos de agua de esta cuenca. Finalmente deben incorporarse aquellas especies nativas de crecimiento lento y con mayores requerimientos ambientales, como por ejemplo Cinnamomun porphyria y Eugenia uniflora. También es importante para estabilizar las orillas, utilizar materiales propios del área, como troncos, ramas de árboles caídos, rocas, etc. y con ellos realizar trincheras, combinadas con mallas de alambre. De esta manera la escorrentía deposita sus acarreos entre el entramado. Otro ejemplo es la utilización de estaquillas, por ejemplo de Salix humboldtiana dispuestas en las orillas del curso de agua. Dentro de las medidas ingenieriles los espigones son muy útiles para alejar el agua de las orillas e impedir el socavamiento de las mismas y conjunto a ello el aumento en la amplitud del cauce del río y la disminución de la zona riparia. Estas estructuras se ubican apoyadas o empotradas en las mismas orillas del río, generalmente son económicas y de fácil construcción. Pueden ser realizadas con diferentes tipos de materiales como maderas, troncos, ramas de árboles caídos, piedras, concreto, etc. Es importante que estas obras sean permeables al flujo de agua y disminuyan la velocidad de escorrentía; de esta manera son retenidos los materiales acarreados y fluye el agua con menos fuerza y carga de sólida. Una ventaja importante de esta estructura, es que si parte de ella es dañada la restante sigue actuando en defensa del sitio donde fue construida (Martensen y Casgrande, 1997). También deben realizarse medidas que tiendan a disminuir la erosión retrógrada del río, esto podría ser a través de gaviones o muros de contención ubicados en sus márgenes. En definitiva sean las medidas a tomar forestales, geotécnicas, hidrológicas o ingenieriles, es necesario que cada una de ellas y en conjunto, posean estudios detallados que revaliden las ubicaciones, y materiales a utilizar para las construcciones de obras de infraestructura en la 72

canalización del río Muerto. De esta manera se podrían tomar medidas más correctas para prever costos económicos y ambientales. Por todo lo expuesto, se considera que la mejor obra de reconstrucción de ecosistemas riparios es aquella que ejecuta la prevención antes que la restauración.

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CAPÍTULO X

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Fotos aéreas del año 2006. obtenidas a partir de la página web: www.Google Herat

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AGRADECIMIENTOS Quiero dejar mis más sinceros agradecimientos a mi director y amigo Martín Gonzalo Sirombra, quien paso a paso me ha guiado en el apasionante mundo de la ecología de riberas y me dio las palabras justas para seguir adelante en el camino de mis estudios. A la Secretaria de Ciencias y Técnicas de la Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT), por haberme dado la posibilidad, mediante la beca obtenida, de realizar esta investigación. A la Cátedra de Ecología General, por haberme facilitado el espacio físico en el desarrollo del presente trabajo. A la Lic. Ana Lía Aquino y a la Geóloga Maria Elena Puchulu, por facilitarme tan amablemente bibliografía de apoyo al tema de trabajo. A los encargados del Archivo de La Gaceta, por su disposición ante mis constantes pedidos. Al Geólogo Valladares, perteneciente al SEGEMAR, por su desinteresada amabilidad en facilitarme fotografías áreas. Al Geólogo Julio Martensens del Parque Biológico Sierra de San Javier. A los Guardaparques Imbert y José Tisone. Al personal de Sección Alumnos y de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Naturales. A Alejandra Molina, Ivana Guerra, Gabriel Rodríguez, quienes desinteresadamente y con sus picardías, me ayudaron en las labores de campo. A la Lic. Leticia Mesa y a la Dra. Mariela Alderete. A mi hermana Anahí, por estar en todo momento a mi lado. A mi amor Gabriel que trabajó a mi lado en el campo y me brindó palabras de aliento en los momentos más difíciles de la realización de este trabajo. A mi familia, simplemente por estar…

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APÉNDICE I

TERMINOLOGÍA GEOMORFOLÓGICA Y BIOLÓGICA •

Agua de arroyada - flujo superficial - arroyada difusa: escorrentía del agua laderas

abajo, se inicia cerca de la cima de la montaña. Cuando el agua adquiere forma en manto es denominada flujo superficial, el mismo tiene aspecto de una delgada capa de agua que se desliza sobre una superficie lisa del suelo, regolita o roca (Strahler y Strahler, 1989; Strhler, 1992). •

Aguas encauzadas o cursos fluviales: agua que discurre por canales delimitados por

márgenes laterales (Strahler y Strahler, 1989). •

Aluvionamiento o deposición: se refiere a parte de la carga del río, ocurre a medida que

disminuye la competencia (propiedad de una corriente de agua de transportar en un punto dado bloques de determinado tamaño), es selectivo, efectuándose según la disminución de la velocidad del agua, ya que ella no es uniforme en toda su anchura. Es un fenómeno discontinuo igual que el transporte (Strahler y Strahler, 1989). •

Aluviones: material detrítico generalmente no consolidado, depositados de forma

permanente o transitoria, debido a la disminución de la fuerza de arrastre de las corrientes fluviales (Aguilo Alonso et al., 2000). •

Amplitud del cauce: es la distancia en metros, ancho, a través del río de una orilla a la

otra (Strahler y Strahler, 1989). •

Arroyada concentrada o flujo en cursos de agua: es cuando el agua se mueve hacia

niveles más abajo en un cauce largo y estrecho, denominado cauce fluvial, limitados en ambos lados por zonas más elevadas llamadas márgenes las cuales encausan el flujo (Strahler, 1992). •

Arroyada de manto: agua que se desplaza por la superficie del terreno en forma de una

delgada película (Strahler y Strahler, 1989). •

Crecida: es cuando el flujo de agua de la corriente es mayor que los límites del cauce, por

lo tanto se desborda el agua, produciendo inundaciones sobre tierras adyacentes al mismo (Strahler y Strahler, 1989). •

Avulsión: proceso provocado por desbordes permanentes de ríos fuera de su lecho de

inundación (Eremchuk y Mon, 2006). •

Bankfull: porción de tierra formada por la corriente aluvial a los costados del canal.

Puede ser más elevada que el cauce por donde transcurre el agua. Sobre ellas se asienta la vegetación natural riparia. 82



Barrancos: son canales semejantes a cañones cuyas cabeceras se van desarrollando

vertiente arriba (Strahler y Strahler, 1989). •

Canal de estiaje: ocupa solo una pequeña parte del lecho aparente de un río, sobre todo

en aquellos de régimen irregular. No se encuentran definiciones marcadas de sus márgenes. Divaga por el interior del lecho aparente de una orilla a la otra. Puede dividirse en brazos más o menos numerosos (Strahler y Strahler, 1989), que se encuentran ocupados por las aguas más bajas (Viers, 1974). •

Carga de río: material sólido transportado en suspensión o de fondo, por una corriente de

agua (Strahler y Strahler, 1989). •

Carga de una corriente de agua: masa o el volumen del material que evacua el agua. La

naturaleza del material depende de la petrográfica de la cuenca, del clima y de la velocidad del agua (Viers, 1974). •

Cauce: depresión alargada, generalmente estrecha, ocupada y configurada por una

corriente fluvial en su progresivo desplazamiento hacia niveles inferiores (Strahler y Strahler, 1989). •

Caudal o descarga de agua: volumen de agua que atraviesa una sección transversal de la

corriente por unidad de tiempo, se expresa en metros cúbicos por segundo (Strahler y Strahler, 1989). •

Corriente: masa de agua larga y estrecha que fluye por un canal o cauce y que se

desplaza hacia niveles inferiores bajo el influjo de la fuerza gravitatoria (Strahler y Strahler, 1989). •

Corriente anastomosada: corriente con un cauce poco profundo que arrastra gran

cantidad de aluviones, y que se subdivide y vuelve a unir repetidamente, cambiando continuamente de posición (Strahler y Strahler, 1989). •

Daño: proceso social en si mismo, efectuado por transformaciones sufridas o potenciales

(Aguilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Deposición fluvial: acumulación de partículas rocosas en el fondo de una corriente, en el

lecho de inundación adyacente, o en un delta al llegar a aguas tranquilas (Strahler y Strahler, 1989). •

Estructura vertical: distribución de las especies en capas o estratos (Aguilo Alonso y

Aramburu, 2000). •

Estructura horizontal: distribución de los individuos que confieren un modelo – patrón,

para cada especie y para la vegetación como un todo (Aguilo Alonso y Aramburu, 2000). 83



Erosión: suscitada por el transporte de la corriente de agua, y la remoción del material

mineral del fondo y de las orillas del cauce (Strahler y Strahler, 1989). Según Viers (1974), la erosión es un fenómeno concreto y muy diversificado en sus modalidades. Es la acción de roer, gastar y provoca una pérdida de sustancia del relieve y elabora un vació, una disminución del volumen. La erosión presenta una segunda fase que es la ablación y el desplazamiento de los materiales desgastados, por acción del transporte (Viers, 1974). •

Erosión en surcos: se puede dar por acción de la escorrentía, sumado a las abruptas

vertientes, formándose acanaladuras o surcos típicos en el suelo. Con el tiempo, los mismos pueden transformarse en grandes depresiones llamadas barrancos (Strahler y Strahler, 1989). •

Espigón: paredes o diques construidos por el hombre de forma perpendicular a la costa.

Sirven para controlar la erosión de las playas (Strahler y Strahler, 1989). •

Gradiente o pendiente del río: es la proporción del desnivel de la superficie del río por

distancia avanzada en el plano horizontal, se expresa en metros de desnivel por kilómetros recorridos o millas de distancia horizontal del curso del río o en porcentaje (Strahler y Strahler, 1989). •

Interferencia: es la mayor o menor adecuación entre el proceso natural y el proceso

social (Agilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Heliófitos: plantas criptofitas (yemas de renuevo ubicadas debajo de la superficie del

suelo o bajo el agua), que viven en agua o en suelos saturados de agua (Agilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Inundabilidad: riesgo con que se produzcan inundaciones (Agilo Alonso y Aramburu,

2000). •

Inundación: aumento de las aguas de avenida de un río aluvial de modo que se desborda

por encima de los límites de su cauce ocupando todo el lecho de inundación (Strahler y Strahler, 1989). •

Lecho de Inundación o Lecho mayor: extensión de tierra baja y llana que limita el

cauce en uno o en ambos márgenes; son inundados por las corrientes de agua en períodos de máxima crecidas aproximadamente una vez al año (Strahler y Strahler, 1989). Viers (1974), define a esta zona como: Lecho primario, de inundación aparente, llanura de inundación o baja aluvial. La zona se encuentra cubierta por depósitos aluviales, de arena, arcillas y/o limos. Esta es una franja de tierra relativamente plana, junto a un río y que sufre desborde de las aguas durante las crecidas. El ancho de una llanura de inundación está en función del caudal del río, 84

velocidad de la tasa erosionante, pendiente del canal, y dureza de su pared. No son usuales en los canales de las partes altas de la cuenca fluvial. •

Lecho aparente: es el alveolo bien determinado entre las orillas, formado por los

materiales rodados por las aguas, arena y gravillas, poco enmascarados, generalmente se encuentra ocupado por vegetación o poblaciones humanas (Strahler y Strahler, 1989). Para Viers (1974) es llamado lecho menor u ordinario, ocupado por las aguas más altas y medias, puede encontrarse en algunos casos por bancos de aluviones con vegetación escasa o nula. •

Peligrosidad: se refiere al proceso natural en si mismo, y trata de clarificar sus sistema de

relaciones intrínsecas, valorando su potencialidad como causante de transformaciones en el medio, independientemente de que en él haya o no actividad social, por ello es evidente que determinados procesos naturales son por si mismos más peligrosos que otros (Agilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Potencial Recreativo: se refiere a la menor o mayor aptitud de la vegetación para

sustentar actividades recreativas al aire libre por sus características fisonómicas y estructurales. Relacionado mayormente con actividades que se centran en la permanencia y contemplación (esparcimiento pasivo); son importantes las características acogedoras y estéticas visuales del área (Agilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Reversibilidad: expresa el grado de dificultad que una comunidad estudiada tiene para

volver naturalmente a su estado anterior al impacto o sea recuperar su estado primitivo degradado por actividades humanas o no (Agilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Río alóctono: corriente que fluye a través de una región con clima seco y cuyo caudal

proviene de terrenos más elevados, donde si existen excedente hídrico (Strahler y Strahler, 1989). •

Río Aluvial: es aquel que fluye sobre una espesa acumulación de sedimentos aluviales,

formados por el propio río en sus primeras etapas de actividad. Estos experimentan inundaciones con frecuencia anual o bianual durante la estación lluviosa. La inundación cubre parte o gran parte de todo el lecho de inundación que esta limitado en cada lado por abruptas vertientes denominadas Escarpas (Strahler y Strahler, 1989). •

Sedimentación: es la acumulación progresiva de las partículas transportadas sobre el

lecho del río de inundación o fondo de una masa de agua no corriente (Strahler y Strahler, 1989). También pude llamarse Acumulación, ocurre como fin a la erosión, y puede o no modelar la geomorfología de un paisaje (Viers, 1974). •

Sistema de drenaje: es el conjunto de cursos de agua que circulan vertientes abajo, desde 85

el punto donde empezaron a fluir. Estos sistemas se componen de una red ramificada de canales fluviales que recogen agua de diferentes vertientes; todos ellos delimitados por las divisorias de agua que contornean la cuenca de drenaje. Podemos decir que el sistema de drenaje es un mecanismo de convergencia que encauzan e integran la escorrentía en una trayectoria cada vez más activa en cuanto a intensidad y profundidad del cauce (Strahler y Strahler, 1989). •

Terrazas: superficies relativamente planas, horizontales o con suaves inclinaciones,

limitada por una ladera fuertemente ascendente en uno de sus lados y por una ladera descendente en el lado opuesto. Suelen ser largas y estrechas, y formadas por corrientes de agua (Agilo Alonso y Aramburu, 2000). •

Terrazas aluviales o fluviales: Se forman medida que el río va excavando lentamente el

relleno aluvial de su valle. Son lechos abandonados por incisiones. Han sido ocupadas por el hombre ya que muchas veces sus suelos son ricos para desarrollara actividades agrícolas (Strahler y Strahler, 1989). •

Terrazas encajadas: están esculpidas en masas de aluviones superpuestas, son reflejos

de alternancias repetidas de fases de acumulación o de terraplenado y de fase de erosión (Strahler y Strahler, 1989). •

Terrazas escalonadas: formadas en sustratos y taludes de roca in situ, adquieren formas

de escalones sucesivos (Strahler y Strahler, 1989). •

Terrazas Rocosas: son opuestas a las terrazas fluviales, conserva una capa de aluviones,

más o menos gruesa que recubre un sustrato de roca in situ (Viers, 1974). Son primitivos lechos de inundación, situados muy por encima del nivel del río. Puede que en ellos queden marcados las sinuosidades de los meandros, llamados meandros encajados, diferentes de los del lecho de inundación de un río aluvial (Strahler y Strahler, 1989). •

Transporte: es el movimiento de las partículas erosionadas mediante su arrastre por el

fondo de un lecho, por suspensión o por disolución (Strahler y Strahler, 1989). •

Vertientes: área de la superficie del terreno inclinada respecto a la horizontal, se extiende

desde divisorias o cumbres hasta fondo de valles. Guían el flujo de agua bajo la influencia de la gravedad. Todas las vertientes de una misma área, se relacionan entre ellas, para formar sistemas de drenajes en los que el flujo de escorrentía converge finalmente en un río (Strahler y Strahler, 1989).

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APÉNDICE II

PLANILLAS DE CAMPO

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PLANILLA Nº 1: CARACTERIZACIONES DE LAS CONDICIONES MORFOLÓGICAS DEL TRAMO EN ESTUDIO 1- TIPOLOGÍA DEL CANAL FLUVIAL (marque con X) TRAMO Nº…. Rectilineo Sinuoso

Meandriforme

Trenzado

2- VARIACIÓN EN EL ANCHO DEL CANAL FUVIAL (marque con X) ∆ = ancho máximo / ancho mínimo Es la relación entre la dimensión máxima y mínima del canal fluvial en el tramo estudiado. Ancho: distancia entre margen derecho e izquierdo perpendicular a la dirección del flujo, independiente de las islas.

Muy elevada

Refererencia > 2,00

Elevada

1,51 - 2,00

Moderada

1,26 – 1,50

Baja

1,11 – 1,25

Muy baja

1, 00 – 1, 10

Variación en ancho Máximo Mínimo

Valor obtenido

3-VARIACIÓN EN PROFUNDIDAD (marque con una X) Se realiza una transecta transversal al río para calcular la sección. Se basa en la apreciación visual durante la inspección a lo largo del tramo. Medir el ancho del río (por donde corre el agua) en el momento del muestreo y el ancho del bankfull (máx nivel de agua entre márgenes). La determinación depende de la variación de la profundidad en las secciones medidas

Baja

Media

Elevada

4- TIPO DE VALLE FLIVIAL (marque con una X)

Garganta

Forma de V

No perceptible

5- ANCHO DEL BANKFULL:

U Estrecha

U Ancha

Asimétrica

PROFUNDIDAD DEL BANKFULL:

6- ANCHO DEL CURSO DE AGUA: 7- PENDIENTE DEL RÍO:

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PLANILLA Nº 2: FICHA DESCRIPTIVA DE LA LOCALIDAD EN ESTUDIO

ESTACIÓN O TRAMO Nº AUTOR FECHA 1- DATOS GENERALES RÍO CUENCA LOCALIDAD ALTITUD PUNTO GPS

ORIENTACIÓN DEL TRAMO 2- USOS DEL SUELO Y VEGETACIÓN CIRCUNDANTE AL ÁREA DE ESTUDIO (marque con X) NATURAL AGRÍCOLA URBANO MARGEN ESTE MARGEN OESTE 3- AMPLITUD EN METROS DE LA ZONA RIPARIA EN ESTUDIO (marque con X) 1 – 5 m. 5 – 10 m. 10 - 20 m. MARGEN ESTE MARGEN OESTE 4- PENDIENTE DE LAS ORILLAS (marque con X) Moderado Escarpado Vertical Muy suave Suave más de = 90º ≤ 10º 10º≤ 22.5º 22.5º ≤ 45º 45º MARGEN ESTE MARGEN OESTE 5- PORCENTAJE DE CANALIZACIÓN DEL TRAMO EN ESTUDIO (marque con X) No canalizado ≤ 25 % 25 – 50 50 – 75 % ≥ 75 % % MARGEN ESTE MARGEN OESTE 6- TIPO DE CANALIZACIÓN (marque con X) Tierra Grandes Gavión Muro de Muro de compacta o piedras cemento cemento Mota sueltas lateral diagonal MARGEN ESTE MARGEN OESTE

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