TEMA 13.3: TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES. LA EDUCACIÓN Y LA PRENSA.
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A lo largo del siglo XIX se van a producir importantes transformaciones en el ámbito social y cultural que modificarán las formas existentes hasta entonces. Los cambios culturales más trascendentales que acompañan a la revolución liberal burguesa los podemos resumir en los siguientes: ➢ Se produce una secularización de la cultura: la adopción de nuevos valores relacionados con la eficiencia, el progreso y las ciencias propios de los cambios que la revolución industrial ha introducido. ➢ Creación de una conciencia nacional: se potencia la lengua e historia española a fin de que la ciudadanía se identifique con el Estado-Nación. ➢ Se generaliza la alfabetización: los distintos gobiernos que se irán sucediendo en el poder van a tomar conciencia de la importancia que tiene la alfabetización de la población y la obligación que el estado tiene en cuidar de la misma lo que se plasmará en leyes favorables a la misma. Además, la educación va a separarse del control de la Iglesia. Se puede destacar la Ley Moyano, o Ley de Instrucción Pública de 1857, redactada durante el Bienio Progresista y que se mantuvo en vigor más de cien años. ➢ El mecenazgo de la burguesía: ahora la burguesía toma junto con la iglesia, corona y nobleza el gusto por el arte pero con ellos aparece una nueva estética propia y en consonancia con sus gustos, actividades, etc. El cambio de mentalidad de la sociedad del siglo XIX irá de la mano de la burguesía, con un nuevo modo de entender la vida en la que el esfuerzo, el trabajo sustituirán los antiguos valores defendido durante décadas por la nobleza. Los cambios que dan paso a la nueva sociedad de clases que sustituye a la sociedad estamental del antiguo régimen incluyen nuevos grupos que serán los protagonistas de ésta centuria: la burguesía y el proletariado. Durante el siglo XIX chocaron dos mentalidades: tradicionalismo e innovación. El tradicionalismo se basaba en los valores propios del absolutismo y del liberalismo más conservador e identifican España con catolicismo. Ejemplo será Marcelino Menéndez Pelayo. Innovación es la base de los pensadores liberales como Giner de los Ríos, defensores de una visión más abierta a las novedades europeas como darwinismo, racionalismo, positivismo. Surgirán dos corrientes: una moderna y laica entre la clase media y defendida por los liberales más radicales; y otra revolucionaria y anticlerical entre las clases bajas y defendida por el republicanismo, el socialismo y el anarquismo. (Laicismo: corriente ideológica que defiende la estricta separación de la Iglesia y el Estado. Anticlericalismo: aversión a todo lo relacionado con el clero)
LA EDUCACIÓN. Ya hemos señalado que desde los inicios del siglo XIX los gobernantes van a tener una preocupación por establecer un sistema educativo que llegue a todos los españoles. Pero no será hasta la segunda mitad del siglo cuando este pensamiento se lleve realmente a la práctica. En 1857 se aprueba la Ley de Instrucción Pública también llamada Ley Moyano que establecerá una organización general del sistema educativo español. Esta ley establecerá tres etapas de enseñanza: ➢ La enseñanza primaria: que se dividía en dos etapas la elemental y la superior. La etapa elemental tenía carácter obligatorio y ocupaba de los 6 a los 9 años. ➢ La enseñanza secundaria era impartida en los institutos y sólo accedían personas con recursos. ➢ La enseñanza superior o universitaria se impartía exclusivamente por el Estado. Durante ésta época el mayor problema era económico ya que el Estado solo dedicaba una pequeña parte de su presupuesto a la enseñanza y dentro de ésta a la etapa superior o
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universitaria. Por ello la enseñanza primaria corría a cargo de los ayuntamientos y la enseñanza secundaria de las diputaciones. Durante este periodo el número de analfabetos fue disminuyendo pero no se erradicó. El analfabetismo era mayor entre las mujeres que entre los varones. Asimismo, también existía una diferenciación regional, el número de analfabetos era menor en el norte, con la excepción de Galicia; y mayor en el sur. El bajo salario de los maestros será otro problema ya que muchos de ellos tenían que dedicarse a desempeñar otros trabajos a fin de completar su salario; esto perjudicará a la calidad de la enseñanza. El número de estudiantes de secundaria se mantendrá estable durante este periodo. Lo habitual era que todas las capitales de provincia tuvieran un instituto y las ciudades más importantes tendrán hasta dos, como el caso de Madrid. El número de alumnos que accedían a la educación secundaria era muy pequeño, aproximadamente el 1,6% de los alumnos primaria pasaban a secundaria. La mayoría de éstos eran varones. Ya hemos señalado que los institutos estaban a cargo de las diputaciones, a fines del siglo, en 1887 pasaron a depender del Estado. Esta enseñanza también se impartía a nivel privado a cargo de asociaciones y congregaciones religiosas. La enseñanza superior era todavía más reducida, más o menos la mitad de los alumnos que superaban la secundaria proseguían sus estudios universitarios. Se trataba de un sistema centralista y uniforme. Sólo la Universidad Central de Madrid impartía todas las asignaturas e impartía los cursos de doctorado. Por detrás de ella Barcelona, Salamanca, Oviedo… Uno de los elementos a destacar en materia de educación es la falta de libertad de cátedra. En el año 1881 se aprobó la libertad de cátedra y a partir de 1885 se fue imponiendo una mayor tolerancia ideológica. De esta etapa surgirá la Institución Libre de Enseñanza (ILE) fundada por Francisco Giner de los Ríos, un centro privado y laico que se inspirará en el krausismo, una filosofía racionalista muy cercana al positivismo (corriente filosófica que sostiene que el único conocimiento posible es el conocimiento científico y sólo se puede adquirir a través de la experiencia y la aplicación del método científico). Por parte del movimiento obrero se fomentó la enseñanza popular a través de las escuelas de alfabetización de los ateneros obreros. Hay que destacar al pedagogo libertario Francisco Ferrer i Guardia, creador de la Escuela Moderna en 1901, en Barcelona, cuya ideología libertaria era de origen anarquista radical. LA PRENSA.- El periódico va a ser una de las novedades del siglo XIX. A partir del periodo del Trienio Liberal favorecerá la difusión del periódico, como un lugar de discusión y debate. Cuando a partir de 1937 se contempla la libertad de imprenta el número de periódicos aumentó. Cada vez tendrá mayor interés la prensa política. Las ideas se difundirán a través de ellos y se convertirán en lugares de encuentro para las distintas opciones políticas. Pero también serán medio de difusión para la cultura con las revistas especializadas donde se publicarán novedades científicas y técnicas que se podrán conocer por un público cada vez mayor. El mayor desarrollo de la prensa tendrá lugar a partir de la Ley de libertad de imprenta de Sagasta tras la Revolución en 1868. A finales de siglo encontramos periódicos como El Imparcial o la Vanguardia. Surgirá la prensa obrera como el Socialista, de tendencia socialista, o Tierra y Libertad de tendencia anarquista. También se editarán revistas ilustradas satíricas como La Flaca o El Motín. En esta época proliferarán como medio de difusión las academias, los museos y otras instituciones privadas como los Ateneos o Liceos artísticos y literarios. Durante la primera mitad del siglo XIX llegaron a España las corrientes artísticas denominadas Neoclasicismo y Romanticismo y durante la segunda mitad el Realismo y el
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Naturalismo. Será importante dentro de la literatura la novela realista y el teatro conservador. En las artes destacamos la arquitectura ecléctica (la etapa de los neos) y la pintura realista. Ya a finales de siglo los intelectuales lograron una fuerte proyección pública, intervinieron en la vida política y social mediante la firma de manifiestos, colaboración en los periódicos o revistas, conferencias en los Ateneos (como el de Madrid) incluso en la vida política, participando en las elecciones (Pérez Galdón y Pío Baroja). Tuvieron un punto de vista algo pesimista de la situación de España. Los intelectuales tuvieron un claro sentido colectivo y generacional. La famosa generación del 98 criticó los defectos del sistema político de la Restauración, pero no hicieron propuestas políticas alternativas coherentes. Destacamos a ensayistas como Joaquín Costa y Ramiro de Maeztu, escritores o periodistas como Miguel de Unamuno, Pío Baroja o Ramón María del Valle-Inclán.
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