Espectáculos
Página 8/LA NACION
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Domingo 19 de septiembre de 2010
TEATRO (En el mundo)
La imponente puesta de Next to Normal, en uno de los teatros oficiales de Oslo
Por Pablo Gorlero
Bipolaridad en un musical. OSLO.– No hay demasiadas publicidades en la capital noruega. Es parte de su idiosincrasia, de su forma de comunicar con discreción. La gente se entera de otros modos: por estar atentos, por los medios de comunicación, a los que todos tienen acceso. Por eso quien esto escribe se enteró de que en Oslo estaba en cartel el musical Next to Normal, sólo por haber transitado por casualidad, por la puerta de su teatro, el Det Norsketeatret. ¿Entradas para ese mismo día? Imposible. Hasta las obras del Festival Ibsen están acomodadas de tal forma que el espectador común pueda combinarlas con otra función de teatro comercial o alternativo. Pero cómo poder reprimir la curiosidad por ver cómo los noruegos adaptaron este musical alternativo que se convirtió en objeto de culto de la escena de Broadway. Conseguimos entradas. De alguna forma, Next to Normal pasó a ocupar el lugar que dejó Rent, sólo que amplió su espectro de público hacia edades que traspasaban los treinta y pico. Es lo que ocurre, en un primer vistazo, con los espectadores noruegos... aunque un poco más. En su mayoría con cabezas canosas (casi nadie se tiñe en Oslo) cumplen con la ceremonia teatral nórdica. Arriban al teatro, cuelgan sus abrigos en alguno de las enormes filas de percheros (a nadie se le ocurriría llevarse el equivocado), se toman un “vermucito”, cada uno se acomoda por sí mismo en la butaca que le corresponde y, en punto, absolutamente todos, están en su asiento para presenciar el espectáculo. Luego no habrá euforia, pero la obra finalizará con un estruendoso aplauso que obligará a que los intérpretes salgan cuatro veces a saludar. Prueba de que el buen teatro y el buen rock puede ser también saboreado por cualquier edad. Next to Normal es un musical rockero con libro y letras de Brian Yorkey
hizo en Broadway, el director noruego Svein Sturla Hungnes realizó una puesta en escena imponente, en la que la escenografía en tres niveles de Even Børsum y las luces de Ola Bråten tienen una presencia estridente que envuelve. Sobre el nivel superior, se instala la contundente banda musical liderada por Atle Halstensen. Next to Normal es una obra con un discreto elenco de seis intérpretes, que llenan la escena con mucha presencia y gracias a un montaje ágil que aprovecha todo el enorme dispositivo escénico. Es una obra hecha para una gran protagonista. Alice Ripley se ganó el Tony gracias a su composición de la alterada Di Goodman. En esta versión, ese papel recae en la estupenda actriz y cantante noruega Heidi Gjermundsen Broch, quien impone dramatismo sin desbordes. La acompañan Jon Bleiklie Devik, Charlotte Frogner, Thomas Bye, Frank Kjosås y Lasse Kolsrud.
N
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GENTILEZA DNT
y música de Tom Kitt (ganadores del Tony). Es la historia de una madre que lucha contra sus disturbios bipolares y la fuerte presencia en su vida de su hijo muerto. Eso causa serios trastornos en el entorno familiar, pero tanto su esposo como su hija la ayudan a pelear contra su problema mental. Allí entrarán en escena su psiquiatra, los psicofármacos y un serio planteo que los autores hacen en torno a algunos tratamientos a pacientes con estos trastornos. Asimismo, es una alerta para estar atentos a esta enfermedad, cada vez más común en estos nuevos tiempos. Aunque inspirado en el montaje que Michael Greif (Rent, Grey Gardens)
GENTILEZA MICHAEL PALMA
Eric Robledo, Mariana Buoninconti y Yanko Bakulic, en una escena de La estupidez, de Rafael Spregelburd, en Nueva York
N Una de Spregelburd, en Nueva York. La estupidez es una de las mejores obras de Rafael Spregelburd. Dura más de tres horas, y el espectador se ve sumergido en una película en vivo de la que no es posible salir, porque atrapa, divierte y envuelve en ese juego vertiginoso planteado desde una dramaturgia exacta y erudita. Se presentó con éxito durante tres meses en el teatro Repertorio Español, de Nueva York. La dirigió un argentino, Julián Mesri y el elenco internacional que encarnó a 24 personajes estuvo integrado por la argentina Mariana Buoninconti, el chileno Yanko Bakulic, la española Freia Canals, el mexicano Eric Robledo y el puertorriqueño Mario Mattei. Al público hispano de Nueva York le encantó esta épica ambientada en Las Vegas.
(Breves) Murió la actriz Elda Dessel Anteayer murió Elda Dessel, estupenda actriz iniciada en la década del 40. Fue elegida por el realizador Luis Bayón Herrera para aparecer en breves roles en filmes del estudio EFA y trabajó intensamente en todos los medios. A su vez, integró las compañías teatrales de Pablo Palitos, Raúl Rossi, Elena Lucena, Pepita Martín y Manuel de Sabatini. En los años 50 actuó con frecuencia con Luis Sandrini
y Malvina Pastorino en teatro, cine y televisión. Sus personajes más destacados los cumplió en La casa grande, de Leo Fleider, y Cuando los duendes cazan perdices, de Sandrini. También se lució en los musicales Mame y Juanita, la popular. Ayer fue sepultada en el Panteón de Actores.
Narraciones
Con dirección de Laurentino Blanco, hoy y el próximo domingo, a las 17, sube a escena Vestida para contar, una
obra de narración oral con Geraldine Ricau, como narradora, y con Diego Avar, como actor invitado. En El Fino, Paraná 673 (156-752-6610). $ 25.
El vicio de chatear
Los domingos, a las 19.30, sube a escena Amores fóbicos, al borde de un ataque de chat, dirigida por Fernando Alegre. Con Silvina Genta, Carlos Ledrag, Eduardo Rozen, Débora Binder, Pablo Goldberg y Georgina Pestarino. En Liberarte, Corrientes 1555. $ 30.
Revivir los fantasmas de Eugene O’Neill Un universo de seres desprotegidos Muy buena (((( Viaje de un largo día hacia la noche. De Eugene O’Neill, en traducción de León Mirlas. Intérpretes: Claudia Lapacó, Daniel Fanego, Agustín Rittano, Sergio Surraco, Gimena Riestra. Vestuario: Daniela Taiana. Escenografía e iluminación: Gabriel Caputo. Dirección: Villanueva Cosse. En el Regio, del Complejo Teatral de Buenos Aires. Jueves a sábados, a las 20.30; domingos, a las 19. Duración: 140 minutos, con un intervalo incluido.
Nuevamente los fantasmas de O’Neill son convocados para mostrar su conmovedor drama familiar. Setenta años pasaron desde que el autor norteamericano registrara en la dramaturgia una historia que tiene muchos ribetes autobiográficos. Allí están sus padres, su hermano y él mismo, cargados con el peso de sus fracasos y expuestos con dolor y al mismo tiempo con patetismo. A pesar del tiempo transcurrido, la obra aún conserva ese sabor amargo que se destila de esos seres desprotegidos y vulnerables. El pasado los agobia con los proyectos inconclusos, el presente los desnuda crudamente en toda su mezquindad y frustración y el futuro es una posibilidad que no se vislumbra. Con estas características, la convivencia en ese largo día del verano de 1912 se vuelve agobiante y despiadada. No es fácil para el padre, Tyrone, transformarse en el sostén de su esposa, Mary, una mujer insegura y débil que encuentra en la morfina un camino para negar la
Sergio Surraco y Agustín Rittano
realidad. Frente a Tyrone se encuentra Jimmy, el hijo mayor, alcohólico y promiscuo, paradójicamente un espejo deformado del propio padre, a quien agobia con acusaciones como una forma de justificar su fracaso. Finalmente, Edmundo, el más joven cuyo problema mayor es la amenaza de una tuberculosis de la que todos prefieren no hablar. En ese viaje de un largo día no necesitarán mucho estímulo para ir armando una maraña de reproches y frustraciones que sólo ayudará a deteriorar aún más las interrelaciones.
Desafío Interpretar a una mujer que se instala con la misma facilidad tanto en la realidad como en el delirio no es una tarea fácil, por el contrario representa un gran desafío para cualquier actriz. Es un personaje que muestra constantemente diferentes manifestaciones de su desequilibrio mental y es esta característica la que demanda una gran elaboración. Claudia Lapacó se instala decidida frente a Mary y trata de exponer su complejidad con matices sugerentes, aunque por momentos recurre a los extremos: la suma debilidad y la máxima crispación. Daniel Fanego, como Tyrone, tiene un personaje más lineal, aunque con varios dobleces, y vuelca acertadamente esa carga de frustración amarga frente a lo que pudo ser y no fue. Agustín Rittano y Sergio Surraco se suman convincentes a este juego despiadado de resentimientos y acusaciones. En este sentido, es clara y precisa la dirección de actores de Villanueva Cosse, el mismo resultado que se registra en la dinámica de la puesta que cuenta además con el respaldo de una escenografía de Gabriel Caputo muy sobria y al mismo tiempo adecuadamente gráfica.
Susana Freire