U.N.M.d.P. - F.A.U.D. - TALLER DE URBANISMO “A”
FACULTAD DE ARQUITECTURA, URBANISMO Y DISEÑO
TALLER DE URBANISMO "A" PROFESOR ADJUNTO A CARGO: arq. ANA NUÑEZ
CURSO I Notas de Clase desarrolladas por el Profesor Arq. Alberto Cignoli
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CONTENIDO Plan del Curso 1
PLAN DEL CURSO
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GUIA PARA EL TRABAJO DE APLICACIÓN GUIA DE ACTORES SOCIALES
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NORMAS PARA PRESENTACION DE TRABAJOS Y CITAS BIBLIOGRÁFICAS
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Notas de cátedra 1
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REFERENTES CONCEPTUALES BÁSICOS
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Modo de producción
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Sobretrabajo-plusvalía
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Capital productivo y capital de circulación
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Valor de uso y valor de cambio (la mercancía). Trabajo concreto y trabajo abstracto. La “alienación” del trabajador en el capitalismo.
13
El trabajo doméstico
14
La composición del capital
15
Cuadro 1. Composición del capital
15
Los flujos espaciales y el ciclo de reproducción del capital
15
Figura 1. Ciclo de flujos espaciales
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FORDISMO Y POSFORDISMO
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Cuadro 2. Contraste entre fordismo y acumulación flexible
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EL ESTADO
22
El Estado en América Latina
23
El Estado en la década de los ´90
23
PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
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TERRITORIO Y TERRITORIALIDAD
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5
RENTA DE LA TIERRA
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2 3
6
7
La renta del suelo como obstáculo a la reproducción del capital
25
Beneficio, salario, renta
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Relación entre propietarios de tierras y capitalistas
26
La apropiación de la renta de la tierra por el capital
26
Precisiones: renta absoluta y renta diferencial
27
LA CONTRADICCIÓN ECOLÓGICA COMO SEGUNDA CONTRADICCIÓN DEL CAPITAL
28
Las “rentas ambientales”
29
Figura 2. Esquema general de producción y reproducción
30
Figura 3. Economía circular
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EL PROCESO DE URBANIZACIÓN
32
El proceso de urbanización y la división internacional del trabajo: la metropolización
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La producción social de la ciudad capitalista
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Rentas territoriales y uso del suelo urbano
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El mercado de tierras
35
Las contradicciones que se generan en el proceso de urbanización
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1) La financiación de los medios de circulación social y consumo colectivo 2) Competencia entre los distintos actores que ocupan o transforman el espacio urbano 3) La renta del suelo
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Apropiación y segregación (social) del espacio urbano
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PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
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LA ESPECIFICIDAD DEL PROCESO DE URBANIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA
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Caracterización histórica
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Urbanización periférica y división internacional del trabajo
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Estado y urbanización en América Latina
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Nota sobre las teorías de la “modernidad” y de la “marginalidad” social
41
PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
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PLAN DEL CURSO 1- Posición ante la arquitectura, la enseñanza y el plan de estudios Puede afirmarse que el objeto último de la Arquitectura es la construcción del espacio material; esta construcción significa una reutilización del espacio construido ya existente y que en cada uso sucesivo se da como "natural" y se manifiesta como un cambio de forma. Es decir un cambio que se opera sobre la "naturaleza" a través de un "proceso de trabajo". Esta serie de transformaciones se inscribe dentro de períodos históricos determinados. La construcción del espacio material que se manifiesta en la organización del espacio territorial -siendo la Arquitectura instrumento de esta organización- forma parte del proceso más general de "apropiación de la naturaleza", proceso que es operado por los "individuos que producen en sociedad" -y que hoy está en camino de devastar el planeta. La Arquitectura -y el Urbanismo- no son fenómenos "autónomos", no tienen capacidad propia de generar valores "sociales" independientemente de las prácticas que los generan. Sin embargo los planes de estudio de Arquitectura, remanentes de la aplicación de criterios tradicionales ligados al ejercicio "liberal" de la profesión, omiten la enseñanza de la interpretación de datos de la realidad social que hacen a la producción arquitectónica. Estos planes parecen ignorar que los arquitectos trabajan cada vez menos para clientes individuales y cada vez más para grupos sociales; que la mayoría de los egresados van a trabajar como asalariados en agencias públicas o privadas -que van a ser parte de la "fuerza de trabajo"- que muy probablemente deban integrarse a grupos pluridisciplinarios y deberían estar preparados para ello. 2- Teoría y práctica del urbanismo en la carrera de arquitectura La naturaleza se nos presenta cada vez más como algo "producido" que como algo "dado", éste es un resultado del desarrollo histórico. Esta afirmación puede extenderse a las nociones de sociedad y de espacio territorial. El análisis del espacio territorial (rural- urbano) y el análisis de la sociedad están estrechamente relacionados. Es decir que debemos considerar la conformación del territorio como producto de las prácticas sociales: De qué manera las prácticas referidas a diferentes magnitudes y usos del territorio, se inscriben en distintas fases del desarrollo social. La organización del espacio dista aún de ser una ciencia y los métodos que se emplean para su estudio resultan bastante empíricos. Se la presenta habitualmente como práctica. Pero una práctica no comporta un campo de sabiduría propio, se necesitan ideas que la orienten. Para fundar un campo del conocimiento y para que éste sostenga e incorpore dialécticamente su praxis, puede recurrirse a una "importación" teórica. Para superar criterios puramente "fenomenológicos" y métodos puramente empíricos, debemos recurrir a categorías teórico- metodológicas que permitan analizar la realidad. El método no es algo separable de la teoría, un sistema de conceptos y categorías es también un método. Los datos que se requieren para producir conocimientos sobre situaciones sociales concretas o la manera de interpretar los mismos datos, dependen del sistema de conceptos que organiza la indagación. No se puede describir y explicar la realidad, sin un sistema conceptual que organice el estudio, a riesgo de incurrir en un "datismo" que sólo puede producir resultados confusos por falta de selección y articulación de la información reunida. Los métodos empíricos que se presentan como "neutros" no ofrecen más que "modelos" que proponen y reproducen lo dado y ocultan propósitos ideológicos que procuran mantener el "status quo". Planteadas estas "cuestiones de método" debemos caracterizar el "status" del Urbanismo en la carrera de Arquitectura. El plan de Estudios de Arquitectura se estructura considerando a la asignatura Diseño Arquitectónico "... como área de síntesis proyectual del conjunto de los conocimientos adquiridos y desarrollados en las distintas disciplinas de la formación concretados a través de la práctica proyectual constructiva". Es decir, que "Urbanismo" como "Estructuras" u "Organización de Obras" es visualizado como concurrente al Diseño Arquitectónico. Por otra parte, la percepción del urbanista como creador de formas -el Urbanista sería a la ciudad lo que el Arquitecto a los edificios- subsiste en muchos docentes y alumnos. Invocando a Castells, podemos afirmar que la "planificación urbana" (y regional) se sitúa entre dos problemas: 1) "Remedios" para hacer frente a contradicciones que obstaculizan el proceso de acumulación y 2) Gestión técnico- económica de unidades espaciales cada vez más complejas y que la 4
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magnitud de ambos problemas hace que sólo puedan plantearse como problemas políticos. También debe tenerse en cuenta que, consecuentemente con la afirmación anterior, las intervenciones urbanísticas de hoy se refieren a "pedazos" de la ciudad y no a planes "totales" y "totalizadores". Desde el punto de vista "técnico", la práctica "urbanística" requiere la adquisición de un marco teóricometodológico para articular conocimientos propios a diferentes disciplinas, lo que comporta trabajos grupales de integración y síntesis conceptual (labor pluridisciplinaria) y no resulta de puras intuiciones individuales. Partiendo de la situación "epistemológica" expuesta, formulamos el objeto, el programa y la metodología para el desarrollo del Curso. Aquí cabe una consideración final: En el Curso se procura la elaboración teórico- práctica del conocimiento, pero si consideramos que la práctica efectiva de la planificación (conjunto de políticas) debería ser un gestión colectiva, es decir que implicara los momentos de elaboración teórica, de verificación empírica de la aplicación de conocimientos y técnicas, debemos reconocer que la actividad académica resulta limitativa, al operar sobre "simulaciones" con lo cual escinde teoría y práctica y omite la verificación empírica. 3- Objetivos del curso El Curso tiene como objeto, por una parte, la interpretación de las relaciones entre sociedad y formas de apropiación del territorio (factores que lo configuran) y del papel del Estado y de sus maneras de intervención en ese proceso. Por otra parte, el adiestramiento en las prácticas (métodos e instrumentos) de intervención en el territorio y su análisis crítico. 4- Contenidos temáticos y metodología El Curso se articula mediante exposiciones para transmitir conceptos e instrumentos de análisis básicos, lectura comentada de textos y sesiones grupales de discusión sobre cada tema, mediante el comentario de las exposiciones docentes y la bibliografía para fomentar la participación activa de los alumnos y estudios de caso y trabajos de aplicación para su adiestramiento.
URBANISMO I (La relación histórica entre sociedad y territorio) PRIMER CUATRIMESTRE I.
Marco teórico- metodológico del curso. Conceptos básicos: modo de producción y su diferenciación histórica, relaciones y clases sociales, formación social, Estado, territorio.
II.
La relación histórica entre sociedad, territorio y Estado. La expresión territorial de los diferentes modos de producción. Las contradicciones territorial- ecológicas del desarrollo capitalista. La propiedad fundiaria y la renta de la tierra. La apropiación destructiva de la naturaleza y las "rentas ambientales".
III.
El proceso de urbanización y la división internacional del trabajo. La metropolización. La producción social de la ciudad capitalista. Las contradicciones que se generan en el proceso de urbanización. La especificidad del proceso de urbanización en América latina.
SEGUNDO CUATRIMESTRE IV. La estructura urbana: enfoques conceptuales. Unidades ecológicas y procesos ecológicos (concentración, centralización, segregación, invasión- sucesión). La composición de la estructura urbana. Las estructuras urbanas de América latina. V.
La cuestión regional. El concepto de región. Ciudad y región. Red de ciudades. La división territorial del trabajo y los "conflictos" regionales. Las ciudades como sedes de la acción regional.
VI. La formación social argentina y su red de ciudades. Origen y evolución, periodización histórica. El proceso de acumulación y la configuración del territorio. Las "desigualdades" regionales. Caracterización de la red de ciudades. TRABAJO DE APLICACIÓN: Se procura que los alumnos, a través del análisis de hechos urbanos concretos, verifiquen empíricamente los conceptos desarrollados en el curso y se familiaricen con tareas y métodos de las ciencias sociales y que son propios del Urbanismo. 5
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URBANISMO II (Prácticas de gestión urbanística) TERCER CUATRIMESTRE VII. Origen y evolución de las prácticas urbanísticas. Proceso social de acumulación, patrones de configuración espacial y prácticas urbanísticas. La gestión urbanística en nuestra realidad. El papel actual del "urbanista". Las técnicas urbanísticas, la regulación normativa. La articulación técnicoprofesional entre arquitectura y urbanismo. VIII. La incidencia del enfoque "ambiental" en la gestión urbanística. Definición de ambiente. Componentes bióticos, abióticos y antrópicos. Flujos de materia y energía. Unidades de organización ambiental. Unidades urbanas. IX. Evaluación socio- ambiental de impacto de acciones y proyectos urbanos. Definición de impacto. Contenido de la evaluación. Métodos de evaluación: matrices, cartográficos, modelos matemáticos. Criterios cualitativos y cuantitativos. ALUMNOS REGULARES Deberán asistir al ochenta por ciento (80%) de la exposiciones y de las sesiones grupales o de "taller", aprobar una prueba individual en cada cuatrimestre y un trabajo de aplicación en cada asignatura. Las pruebas individuales tendrán una instancia recuperatoria. La asiduidad del alumno incidirá en la evaluación. Los alumnos que no alcancen el concepto de "bueno" en el promedio de las pruebas individuales deberán presentarse a un coloquio complementario de verificación de conocimientos adquiridos, para determinar su calificación final. ALUMNOS LIBRES La inscripción para exámenes finales, en condición de Libre, se limita al primer llamado de los turnos de exámenes de marzo, julio y diciembre de los respectivos ciclos académicos (Ordenanza de Consejo Académico Nº 159/87). Los alumnos que rindan las asignaturas en estas condiciones, deberán demostrar el dominio teórico e instrumental que, en principio, adquieren los alumnos que la cursan y aprueban como regular. El examen del alumno Libre consistirá en un ejercicio por realizar en dos etapas: Æ
La primera, el día de la convocatoria, en la cual fundamentará y planteará metodológicamente el tema que se le proponga.
Æ
Si el resultado alcanzado en la primera etapa es satisfactorio a juicio de la mesa examinadora, pasará a una segunda etapa de dos semanas para su desarrollo.
Aprobado el ejercicio, que se agregará como anexo al acta de examen, pasará a la exposición oral sobre un tema del programa vigente, determinado por sorteo.
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GUÍA DE ACTORES SOCIALES Definición Sujeto colectivo articulado a partir de una conciencia de identidad propia, con recursos que le permiten actuar en la sociedad, con vistas a defender los intereses de los miembros constituyentes (genera estrategias de acción). Para caracterizar los actores indagar sobre: Æ
Su campo de actuación.
Æ
La función que cumple.
Æ
Su representatividad.
Æ
Los recursos de que dispone.
Æ
El poder que inviste.
Æ
Los objetivos que persigue.
Æ
Las acciones que desarrolla.
Æ
Los resultados que obtiene.
Æ
Las relaciones con otros actores.
Figura 1. ACTORES SOCIALES
1. Propietarios del suelo
6. Poderes públicos
2. Promotores inmobiliarios
CIUDAD 5. Compradores de viviendas (usuarios) 3. Empresas constructoras
4. Entidades financieras
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NORMAS PARA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS El Trabajo de Aplicación, así como los Ejercicios de Taller, Reelaboraciones de textos y Cuestionarios se presentarán en hojas A4, dejando márgenes superior, inferior e izquierdo de 3 cm y derecho de 1,5 cm. Los textos deben estar impresos en computadora (fuente: Arial, tamaño: 10), escritos a máquina o manuscritos con letra de imprenta clara, en color negro. Los gráficos también deben dibujarse en negro o en escala de grises, salvo por requerimientos particulares en que, por convención, deban utilizarse otros colores. CITAS BIBLIOGRÁFICAS "Terminada esta larga reseña sobre los usos bibliográficos, intentemos recapitular poniendo en una lista todas las indicaciones de que deben constar una buena cita bibliográfica. Hemos subrayado (para la impresión se emplea cursiva) lo que haya de ir subrayado y puesto entre comillas lo que haya de ir entrecomillado hay comas donde se requieren comas y paréntesis donde estos son precisos. Los asteriscos señalan indicaciones esenciales que nunca han de omitirse. Las demás indicaciones son facultativas y dependen del tipo de tesis. LIBROS 1. Apellido y nombre del autor (o autores, o del que está al cuidado de la edición con eventuales indicaciones sobre seudónimos o falsas atribuciones). 2. Título y subtítulo de la obra, 3. («Colección»), 4. Número que hace la edición (si no hay muchas), 5. Lugar de edición; .si en el libro no figura, se escribe: s.l. (sin lugar). 6. Editor: si en el libro no figura, se omite, 7. Fecha de edición: si en el libro no figura, se pone s. f. (Sin fecha) o s. d. (sin data), 8. Datos eventuales sobre la edición más reciente a que nos referimos, 9. Número de página y si es el caso, número de tomos de que se compone la obra. 10. (Traducción: si el título estaba en una lengua extranjera y existe traducción al español, se específica el nombre del traductor, el título en castellano, el lugar de edición, el editor, la fecha de edición y eventualmente el número de páginas.) ARTÍCULOS DE REVISTA 1. Apellido y nombre del autor, 2. «Titulo del articulo o capítulo», 3. Nombre de La revista, 4. Volumen y número del fascículo (e indicaciones eventuales de Nueva Serie), 5. Mes y año, 6. Páginas en que aparece el artículo. CAPÍTULOS DE LIBROS, ACTAS DE CONGRESOS, ENSAYOS EN OBRAS COLECTIVAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
1
Apellido y nombre del autor. «Título del capitulo o del ensayo», En: (en que obra se lo encuentra) Eventualmente, nombre del que está al cuidado de la obra colectiva o AAVV, Título de la obra colectiva, (Si al principio se ha puesto AAVV, eventual nombre del que está al cuidado de la edición), Eventual número del tomo de la obra en que se halla el ensayo citado, Lugar, Editor, fecha, número de páginas, todo como en los libros de un solo autor".1
Extraído de: ECO, Humberto (1977): "Técnicas y procedimientos de investigación, estudio y escritura", Editorial Gedisa, Barcelona, pág.10.
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REFERENTES CONCEPTUALES BÁSICOS Las interpretaciones de la sociedad pueden agruparse fundamentalmente en dos corrientes: a) la funcionalista, que considera a la sociedad como una unidad funcional. Los hechos sociales son explicados por las funciones que desempeñan los actores sociales dentro del todo; funciones que son aceptadas con el fin de mantener el equilibrio social, equilibrio que se logra por el reconocimiento de valores comunes, normas compartidas por una amplia mayoría de individuos (consenso social) y b) la estructural o clásica, que estudia la sociedad sin adjudicarle un objetivo al todo, ni una función a cada una de las partes. Analiza como actúan los diversos grupos sociales, las relaciones entre estos grupos conforman la estructura social. En general la estructura social beneficia a algunos grupos en detrimento de otros, existe un conflicto latente que se origina en la misma estructura social y crea tensiones entre intereses favorables o contrarios a la transformación de la estructura, es decir, es la dinámica interna de la sociedad la que determina su desarrollo histórico. El enfoque de este Curso pretende inscribirse en la segunda corriente, que considera al conflicto como motor del desarrollo de la sociedad y para evitar limitarse a una mera descripción de los fenómenos que se estudian y llegar a su esencia (no como ocurren sino por qué ocurren), su contenido se apoya en una teoría, entendida esta como un conjunto de hipótesis que trata de ajustarse a una serie de hechos. Con ese fin se adopta el conjunto de categorías analíticas originadas en la teoría crítica fundada por Karl Marx por considerar que es la única "... que intenta sintetizar el movimiento del capital y el proceso de transformación social, según sus determinaciones simultáneas por los conflictos de clases en la producción, el consumo, el poder y en los valores culturales." (Manuel Castells). En Marx el trabajo aparece como eje de las relaciones entre los humanos y de estos con la naturaleza. Se reitera que una teoría es un conjunto de hipótesis que deben verificarse aplicándolas a una realidad en continuo cambio. Cuando a la inversa, se pretende ajustar la realidad a una teoría se incurre en dogmatismo. Modo de producción El trabajo social organizado es el modo específico a través del cual los seres humanos, a diferencia del resto de los animales, reproducen su vida y transforman la naturaleza. Cada sociedad puede ser definida según se organiza el trabajo (producción) y la distribución. Esta forma particular de organización social define un Modo de Producción. Un modo de producción se caracteriza por un estadio de desarrollo de las fuerzas productivas y por unas formas particulares de intercambio social, es decir relaciones de producción. Las fuerzas productivas consisten en a) la fuerza laboral de los productores; b) el conocimiento técnico, en la medida en que se convierte en técnicas de producción; c) el conocimiento organizativo, en la medida en que es eficientemente empleado para poner la fuerza laboral en movimiento, para producir trabajo calificado y para coordinar trabajo especializado (movilización, cualificación y organización de la fuerza de trabajo). Las fuerzas productivas determinan la extensión hasta la que se pueden controlar los procesos naturales y la explotación de los recursos naturales. Las relaciones de producción, por otra parte, constituyen aquellas instituciones y mecanismos sociales que especifican de que manera el trabajo puede ser combinado con los medios de producción disponibles. La forma de control de la fuerza de trabajo socialmente utilizada determina la distribución de la riqueza socialmente producida. En las sociedades primitivas, el trabajo y la distribución se encuentran organizados a través de un sistema de parentesco, no existe acceso privado a la naturaleza ni a los medios de producción (modo de producción primitivo o comunitario); administrado por los sacerdotes, los militares y la burocracia, en las tempranas civilizaciones de la Mesopotamia, Egipto, Antigua China, Antigua India y Antigua América, existe propiedad de la tierra que pertenece al Estado, el cual se superpone a los residuos de propiedad comunitaria aldeana (el llamado modo de producción asiático). En Grecia, Roma y otras sociedades lindantes con el Mar Mediterráneo, el propietario de la tierra privada combina el status de ciudadano en la comunidad política de la ciudad o el Estado (modo de producción antiguo). En la Europa Medieval, el feudalismo se basa sobre extensas fincas de tierras privadas distribuidas entre muchos poseedores individuales. Los poseedores de la tierra forman parte de diversas relaciones políticas y económicas de dependencia -incluso servidumbre- con el señor feudal (modo de producción feudal). Finalmente en el modo de producción capitalista no existe coacción legal que imponga servidumbre de unas personas hacia otras, la fuerza de trabajo se convierte en mercancía, de manera que la dependencia de los productores directos (trabajadores) respecto de aquellos que poseen los medios de producción (instalaciones, máquinas, herramientas, etc.) está institucionalmente legalizada a través del contrato de trabajo y económicamente regulada a través del mercado de trabajo. Un determinado modo de producción conlleva un determinado modo de cooperación, es decir una 9
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determinada división social del trabajo (funciones particulares que cada individuo cumple en el proceso social de producción), división que deviene más compleja con el paulatino desarrollo de las fuerzas productivas. La realidad demuestra que una sociedad resulta combinación de modos de producción. Por formación social se designa a una sociedad concreta, caracterizada por una combinación de modos de producción, uno de los cuales es dominante. Este resulta dominante en la medida que desestructura a los otros y los subordina. En toda formación social se distinguen clases sociales, constituidas por grupos humanos que se diferencian entre si por el lugar que ocupan en el proceso productivo, la función que cumplen en la división social del trabajo y consecuentemente por su participación en la distribución de la riqueza social. El proceso de acumulación puede ser caracterizado como la forma de reproducción del capital (y de la fuerza de trabajo) en un determinado momento histórico. El conjunto de las relaciones de producción, en determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas, constituye la base real de una sociedad, sobre la que se yergue una superestructura jurídica y política a las que corresponden formas de conciencia social determinadas. Sobretrabajo -plusvalía En su análisis de la historia del proceso de trabajo, Carlos Marx concluye en que todo trabajador agrega al tiempo de trabajo destinado a su subsistencia, un sobretrabajo (tiempo suplementario) destinado a la subsistencia del poseedor de los medios de producción. En los modos de producción precapitalistas los actores esenciales son el trabajador servil (esclavo, vasallo, encomendado, etc.) y los poseedores de la tierra (medio de producción básico). Por ejemplo, en el modo de producción feudal los actores esenciales son el señor feudal y el vasallo y la relación de explotación esencial es el tributo, obligación que el segundo tiene de proporcionar especies o servicios al primero. Decimos actores esenciales porque son los que configuran el modo de producción dominante; en la sociedad feudal también existen artesanos, comerciantes, prestadores de servicios personales, etc. En el modo de producción capitalista los actores esenciales son el capitalista (quien detiene los medios de producción) y el asalariado, que aporta su fuerza de trabajo y la relación social de explotación es la plusvalía. Para la economía clásica, el valor de las mercancías (no confundir valor con precio) está determinado por el tiempo de trabajo necesario para producirlas. Siguiendo este pensamiento, Marx se preguntó ¿cuál es el valor del trabajo? Es el valor equivalente de las mercancías necesarias para la sobrevivencia y reproducción del trabajador; pero si el intercambio de salario por trabajo es un intercambio de equivalentes, como ocurre con las demás mercancías, ¿de dónde surge la ganancia del capitalista ? No es por la venta de mercancías por un precio superior al de sus valores, pues, de esta manera lo que los capitalistas ganarían como vendedores lo perderían como compradores. En primer lugar, Marx descubre que el trabajador no vende al capitalista su trabajo sino su fuerza de trabajo, su capacidad de trabajo, el gasto por un determinado tiempo de su energía física y mental, es decir la capacidad que tiene la fuerza de trabajo de crear valor. En segundo lugar, que no solo la fuerza de trabajo es la única mercancía capaz de crear valor sino y aquí está la clave de la cuestión, que es capaz de crear valor sobre su propio valor y así surge la plusvalía, el secreto del capital y la relación social esencial del modo de producción capitalista. La plusvalía producida mediante la prolongación de la jornada laboral, sin aumento del salario, se denomina plusvalía absoluta. La que se logra reduciendo el tiempo de trabajo necesario para producir una mercancía, se denomina plusvalía relativa (aumento de la productividad del trabajo). Ejemplo: si se pasa de 100 horas a 80 horas para fabricar un automóvil, se registra un aumento de la plusvalía relativa. Capital productivo y capital de circulación En la historia humana, el capital es mucho más antiguo que el modo de producción capitalista. Ya en la antigüedad el capital comercial desempeña un papel importante en la sociedad. El desarrollo de los intercambios mercantiles requirió la inserción del comerciante -intermediario entre vendedores y compradores- como una especialización en la división social del trabajo. La ganancia del puro comerciante resulta de la diferencia entre los precios de compra y venta de las mercancías. El margen de ganancia, el valor de las transacciones y su número en un período determinado, constituyen 10
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el beneficio total. La competitividad -en el mercado- determina la relación entre el monto de dinero del cual dispone -su capital- y el beneficio. La aparición de la moneda -mercancía que sirve de equivalente general- da lugar a la aparición de otra especie de capital, el capital financiero, que surge como capital usurario. En una economía de mercado monetario, el dinero es una reserva de valor. En efecto, el dinero acumulado (tesoro) constituye un poder de compra congelado, aplicable en cualquier momento. Los poseedores de tesoro en este tipo de economía son los que tienen acceso inmediato a bienes de uso y pueden transferir este acceso a los productores necesitados (campesinos, artesano) concediéndoles crédito -préstamo en dinero- a cambio de su futura restitución aumentada de intereses. Los intereses son proporcionales al monto prestado y al tiempo fijado para su reintegro. En resumen, las ganancias del capital usurario depende de tres elementos: del valor del capital adelantado, de la tasa de interés y del período del préstamo. Es fácil deducir que el beneficio del capital financiero resulta de factores formalmente semejantes al del capital comercial: competitividad en el mercado y monto del capital disponible. La diferencia radica en que el beneficio del capital comercial es tanto mayor cuanto menor sea el tiempo de la operación, mientras que el del capital financiero crece con la duración del crédito. Resulta obvio aclarar que tanto el capital comercial como el capital financiero son capitales de circulación, en contraposición al capital productivo, que genera la plusvalía. El proceso total de reproducción del capital, implica tanto el productivo como el de circulación. Las redes de transporte, de comunicaciones, de transmisión de energía, de instituciones financieras, permiten los flujos de mercancías, de informaciones y monetarios que constituyen “condiciones generales de producción” (de reproducción del capital). Valor de uso y valor de cambio (la mercancía). Trabajo concreto y trabajo abstracto. La "alienación" del trabajador en el capitalismo Normalmente, todo producto del trabajo humano tiene alguna utilidad, satisface alguna necesidad humana (incluso el goce estético) es decir, que posee un valor de uso (alimento, vestido, conocimiento) y constituye un consumo directo. Además, ese producto, valor de uso, puede tener valor de cambio y ser destinado a la venta. Los productos destinados a la venta en el mercado constituyen una mercancía. Evidentemente, para que un producto tenga valor de cambio (sea una mercancía) debe tener valor de uso socialmente reconocido. Se denomina trabajo concreto al que se aplica con el objeto de producir un valor de uso. Es el trabajo de un zapatero, de un carpintero, de un médico, de un arquitecto, etc. El trabajo considerado independientemente de la forma que reviste (características, objeto) como gasto de energía humana, se denomina trabajo abstracto (fuerza de trabajo comprada como mercancía, paga en forma de salario). El doble carácter de la mercancía se debe al doble valor del trabajo creador de la misma, a la vez trabajo concreto y trabajo abstracto. De aquí deriva Marx, el concepto de trabajo alienado, en el cual el hombre no se realiza a si mismo (pierde el dominio sobre la totalidad del proceso y no aplica su capacidad creativa); su vida resulta una herramienta de trabajo y su producto ha asumido una forma separada (alienada) de él como persona. El trabajo doméstico Debemos aclarar que en las sociedades capitalistas subsiste, entre otras, una categoría de productos que siguen constituyendo simples valores de uso y no mercancías: es la que corresponde a todo lo que se produce en el hogar: la producción doméstica. Cuando se prepara una comida, aunque se emplee mucho trabajo, se produce para el consumo directo y no para el mercado. La descomposición de la forma social comunitaria, en la cual se anudaban relaciones de interdependencia entre trabajadores que dominaban sus medios de trabajo y la disolución del vínculo que los unía a la tierra, medio de toda vida colectiva -la ruptura con la realidad y la representación comunitaria que sobrevivían en los trabajadores- la separación de estos de sus medios de trabajo, la aparición y generalización de la mercancía que subsume bajo esa forma a la fuerza de trabajo, transforma totalmente la organización social y diferencia radicalmente el modo de producción capitalista de los precapitalistas. (Ver MANDEL E.: Introducción a la economía política marxista)
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La composición del capital El valor de una mercancía al finalizar el proceso de su producción es: V = C + V + Pl. Æ
Donde (C + V) es el valor del capital adelantado por el capitalista y Pl. es la plusvalía que valorizó el capital adelantado.
Æ
C es el capital constante (valor de los medios de producción) que trasmite pero no agrega valor en el proceso de producción.
Æ
V es el capital variable (fuerza de trabajo) que agrega valor en el proceso de producción (la plusvalía)
Se denomina composición orgánica del capital a la relación -en un período de producción determinadoentre la proporción de valor aplicado al capital constante y la proporción de valor aplicada al capital variable (C/V). Cuadro 1. COMPOSICIÓN DEL CAPITAL Categorías dentro de la producción Formas materiales
Producción de
Movimiento del
plusvalía
capital
Planta y equipo
Capital fijo
Infraestructuras físicas de la producción Materias primas
Capital constante
Materiales auxiliares Materiales a la mano Fuerza de trabajo
Capital circulante Capital variable
La composición orgánica del capital revela la relación social de producción del modo de producción capitalista (la explotación del trabajo por el capital). En parte por eso, el resto de las corrientes del pensamiento económico, da gran importancia a la distinción entre capital fijo y circulante y omite la distinción entre constante y variable. Los flujos espaciales y el ciclo de reproducción del capital Los flujos sobre el espacio geográfico de personas, mercancías, capital e informaciones, deben ser vistos como factores integrantes del proceso de la existencia y reproducción de la vida social. El ciclo de reproducción del capital constituye un proceso que origina, directa o indirectamente, gran parte de los referidos flujos e implica múltiples localizaciones y sus articulaciones en virtud de los requerimientos de la producción y del consumo. En el ciclo de su reproducción el capital sigue el siguiente esquema: D-M
ft
...P ...M’ – D’...
mp En el cual: D
= capital dinero por ser invertido.
M
= mercancía.
ft
= fuerza de trabajo. 12
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mp = medios de producción P
= proceso productivo
M’
= mercancía (producto final).
D’
= dinero incrementado (por el beneficio).
Para facilitar la comprensión del ciclo de flujos espaciales se transcribe un ejemplo extraído de R. Lobato Correa. (Interações espaciais. En: Explorações geográficas. Río de Janeiro, Bertrand, Brasil, 1997). Consideremos una hipotética corporación constituida por unidades localizadas en nueve centros urbanos. La figura 1.1 se refiere al momento inicial del ciclo de reproducción del capital, es decir cuando en la sede central de la corporación se decidieron inversiones en forma de capital dinero en las ocho unidades espacialmente dispersas. Entonces la figura 1 representa el momento D-M. La figura 1.2 se refiere al momento M
ft
que corresponde a una espacialidad más compleja.
mp La figura 1.3 describe el momento M’ – D’ que comprende a la distribución y consumo de los productos industrializados. Y la figura 1.4 al momento D – D', el momento que viabiliza la reiniciación del ciclo de reproducción del capital.
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Figura 1- CICLO DE FLUJOS ESPACIALES
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FORDISMO y POSFORDISMO El término fordismo fue acuñado por Antonio Gramsci para referirse a una forma de organización de la producción industrial orientada al consumo masivo, basada sobre un nuevo sistema de gestión y reproducción de la fuerza de trabajo. El fordismo nace simbólicamente en 1914, cuando Henry Ford introduce la jornada laboral de ocho horas y cinco dólares de paga, para los trabajadores de la línea de montaje de automóviles de la planta que él había localizado en el Estado de Michigan. El intento de Ford consistía por una parte, mediante la racionalización del trabajo (taylorización) aumentar la productividad (plusvalía relativa) y disciplinar la fuerza de trabajo y por otra parte, mediante salarios suficientes, dar a ésta el tiempo y la posibilidad de participar en el consumo masivo de bienes durables, cuya producción se estaba expandiendo. Como afirmaba Gramsci, implicaba “un modo específico [y nuevo] de pensar y sentir la vida.” Pero el régimen social de acumulación fordista fue algo más abarcante. La crisis de las relaciones de producción, posteriores a la Primera Guerra Mundial y la “gran depresión” consecuente, que culminó al comienzo de la década de los treinta, llevó a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica a Franklin D. Roosevelt y a su propuesta del New Deal (Nuevo Orden), que a través de la intervención del Estado y aplicando políticas keynesianas (asegurando la demanda efectiva y el pleno empleo, mediante el desarrollo de programas de inversiones públicas y asistenciales, regulando la moneda y los mercados y convenios laborales colectivos) procuraba cierto grado de compromiso social entre capital y trabajo, dando así los lineamientos del “Estado de bienestar”. El principio estratégico del Estado de bienestar social, extendido en todos los países de Europa Occidental a partir de fines de la Segunda Guerra Mundial, es proteger a aquellos que estén expuestos a los riesgos y contingencias de la sociedad industrial capitalista y crear cierta equidad social. Pero esta estrategia puede tener éxito en la medida en que lo tengan las políticas de crecimiento económico y pleno empleo y de que se disponga de los recursos necesarios para las políticas sociales y así poder paliar las reivindicaciones populares. A mediados de los ‘70, luego de la notable y sin precedente expansión económica de las décadas anteriores, las sociedades industriales capitalistas se confrontaron con nuevos problemas. Comenzó a crecer el capital fijo per cápita y a disminuir la productividad con la consiguiente caída de la tasa de beneficio y la baja del empleo. Esta situación es caracterizada como la crisis del régimen social de acumulación centrado en la producción de bienes de consumo durables, el fin del keynesianismo, la limitación del crecimiento económico y el colapso del acuerdo social de posguerra entre capital y trabajo. En Gran Bretaña, el gobierno de Margaret Thatcher inaugura en el hemisferio norte un abrupto cambio de política -ya experimentado con diversa suerte en Chile y otros países de este continente. De un keynesianismo orientado al sostén de la demanda se pasa a una estrategia que deja al mercado regular la oferta. El Estado se desliga de su compromiso con el pleno empleo. Se hace responsables a las políticas aplicadas hasta entonces de la inflación y el déficit fiscal. Las décadas de los ‘70 y los ‘80 constituyen un período turbulento, signado por una profunda reestructuración del aparato productivo. En el espacio social generado por la cambiante situación, una serie de nuevas prácticas empiezan a configurarse, como expresión de transformaciones en el régimen social de acumulación. Algunos autores concuerdan en aludir a este nuevo momento del desarrollo capitalista, como el “régimen de acumulación flexible”, pero como todavía no se pueden precisar los alcances de esta transformación nosotros preferimos calificarlo de “posfordista”. La acumulación flexible puede asociarse a un grupo de sectores dominantes en la producción industrial caracterizado por la aplicación de alta tecnología, que incluye entre otras actividades, la farmacéutica, la bioingeniería, la metalurgia avanzada, la electrónica, los equipos militares y aeroespaciales. Aunque difieren entre sí bastante en cuanto a las características del empleo y en la producción final, se asemejan por la dependencia directa o indirecta de la ciencia y la ingeniería de avanzada. Hoy se presenta como central en este complejo el sector de la industria electrónica. Este incluye la electrónica en un sentido estricto y en un sentido amplio: Sistemas de montaje compuestos o parciales (computadoras, equipos de comunicaciones, proyectiles dirigidos, vehículos aeroespaciales, etc.), donde los componentes electrónicos son los activos básicos. La electrónica es central porque provee los medios para regular el trabajo (sobre todo los procesos de medición, cálculo, control e información) sin la mediación de auxilios mecánicos. (Scott y Storper, 1988). La electrónica permite flexibilizar el proceso de producción; esto significa que ella abre la posibilidad teórica de modificar automáticamente el modo operativo de máquinas estandarizadas. Si bien el costo 15
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de éstos equipamientos requiere su uso continuado, no es necesario que lo sea para un sólo producto. La operación rentable de un equipo flexible es posible mediante varias series cortas dentro de un abanico de productos diferenciados, destinados a mercados segmentados y pequeños. La producción en lotes no requiere ni los estoques ni los inventarios propios de la producción masiva de bienes homogéneos; el control de calidad no se hace a posteriori, está integrado al proceso de producción, permitiendo el detecte y rechazo inmediato de las piezas defectuosas, evitando su estoque y reduciendo las pérdidas de tiempo. La producción flexible pone énfasis en la corresponsabilidad del trabajador y fomenta la competencia individual. En lo que respecta al empleo industrial, no debe sobreentenderse la existencia de un vínculo forzoso entre la flexibilidad de las nuevas tecnologías con la “flexibilización laboral”. Esta flexibilización, reclamada por el patronato, permite emplear y despedir a voluntad al personal. En el modelo fordista, por principio, no se hace responsable a la mayoría de los trabajadores por los logros de productividad o la calidad de la producción de la empresa. Las relaciones laborales se regulan tomando como pauta lo normado en los convenios colectivos de trabajo aplicados en los sectores líderes y el salario mínimo fijado por el Estado. Los convenios colectivos establecen tareas fijas para los trabajadores y limitan el despido. La flexibilidad laboral surge como una adaptación del capital a la crisis de demanda y como una reacción contra la regulación fordista. Se trata de lograr un mayor compromiso de los trabajadores con la marcha de la empresa, fomentando la competencia entre ellos, precarizando el trabajo mediante contrataciones temporarias y subcontratación de mano de obra. La patronal reclama convenios laborales por empresa, en sustitución de los convenios colectivos por rama, para debilitar la influencia sindical. Estas nuevas formas productivas provocan un mercado de trabajo industrial dual: a) un segmento de mano de obra técnica y científicamente capacitada, relativamente estable, que efectúa tareas de investigación y desarrollo y de fabricación avanzada y b) un segmento de mano de obra barata, rotativa que ejecuta tareas no especializadas. La transformación estructural del mercado de trabajo fomenta el resurgimiento de formas mercantiles simples, como las microempresas familiares, los trabajadores “por cuenta propia” subordinados (trabajadores formalmente autónomos, que en realidad prestan servicios a una empresa y son retribuidos por piezas que confeccionan total o parcialmente, forma de pago que permite al empresario disminuir los costos por mano de obra), vendedores ambulantes que reciben “comisiones” por unidad vendida o vendedores ambulantes de servicios. Paralelamente retornan formas de trabajo doméstico o patriarcal, donde la mano de obra es explotada sin ninguna regulación. A estas actividades deben agregarse las de la “delincuencia social” que se desarrolla en estas circunstancias. Si bien estas formas siempre existieron en los intersticios de la estructura productiva -y con peso en la periferia del capitalismo- están reviviendo con un papel central y no accidental. Es importante resaltar que la oposición entre éstas formas y las asalariadas, no corresponde a una dualidad estructural que enfrente dos formas productivas, una dinámica y “moderna” y otra inerte y “tradicional”, en el proceso de generación de la riqueza social, como durante tanto tiempo sostuvieron los analistas de las sociedades sudamericanas. Se trata de una misma lógica estructural, específica a un régimen social de acumulación que en su desarrollo crea o recrea formas “modernas” y “arcaicas” en la división social del trabajo. (Cignoli, 85). Afirmamos que el fordismo se apoyó en dos piernas, una fue el aumento de la productividad del trabajo para que se reflejara efectivamente en el aumento del poder adquisitivo de los asalariados, la otra fue el Estado de bienestar y sus políticas keynesianas. Los gastos del Estado, exigidos para la acumulación privada de capital y los necesarios para mantener la paz social (instalación y mantenimiento de la infraestructura, servicios administrativos, educacionales, médico-asistenciales, policiales, etc.) por su índole, son totalmente improductivos y no pueden ser aumentados arbitrariamente. Los límites están determinados por la disponibilidad de fondos y la capacidad de las instituciones afectadas. La disminución de la población activa incorporada al mercado formal de trabajo, disminuye el flujo de fondos hacia los grupos de población excluidos del mismo. Estas contradicciones provocan la crisis fiscal del Estado de bienestar. Como cada vez parece más improbable que el pleno empleo pueda ser reestablecido y por lo tanto cada vez habrá menos recursos disponibles, la crisis se presenta como endémica. Un régimen social de acumulación es por su naturaleza territorializado; las relaciones sociales dominantes se difunden espacialmente y conllevan pautas culturales y de comportamiento que se concretan institucionalmente. 16
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(Texto extraído de: CIGNOLI A.y otros: La cuestión urbana en el posfordismo). Cuadro 2. CONTRASTE ENTRE FORDISMO y ACUMULACIÓN FLEXIBLE DE ACUERDO A DAVID HARVEY (1990) citando a E. SWYNGEDOUW (1986)
Producción Fordista
Producción-Justo-A-Tiempo (basado en una economía de competencia) EL PROCESO PRODUCTIVO
Producción masiva de bienes homogéneos
Pequeña remesa de producción
Uniformidad y estandarización
Pequeñas y flexibles remesas de variados tipos de productos
Gran stock e inventario
Ningún stock
Control de calidad al final del proceso (fallas y errores se detectan luego)
Control de calidad como parte del proceso (inmediata detección de errores)
Los fallados se ocultan en el stock de mercaderías usado para estabilizar precios
Inmediato rechazo de las partes defectuosas
Pérdida de tiempo de producción por largo de tiempo de puesta en marcha, partes defectuosas, cuellos de botella en los inventarios, etc.
Reducción del "tiempo perdido que disminuye tiempo de la porosidad del día laboral"
Los recursos conducen
La demanda conduce
Integración vertical y en algunos casos horizontal
Integración de subcontratación cuasi-vertical
Reducción de costos a través del control del salario
Aprendizaje de la experiencia integrado a una planificación a largo plazo TRABAJO
El trabajador realiza una sola tarea
El trabajador realiza múltiples tareas
Pago por tanto basado en standares de trabajo
Pago personal (por sistema de bonificaciones)
Alto grado de especialización en el trabajo
Eliminación de la demarcación en el trabajo
Poco o nada de entrenamiento en el trabajo
Largo tiempo de entrenamiento en el trabajo
Organización laboral vertical
Organización laboral más horizontal
Ninguna experiencia de aprendizaje en el trabajo
Aprendizaje en el trabajo
Énfasis en la disminución de la responsabilidad del trabajador "fuerza laboral disciplinada"
Énfasis en la co-responsabilidad del trabajador
No hay seguridad en el empleo
Alta seguridad en el empleo para los trabajadores principales (de por vida) 1 Ninguna seguridad laboral y pobres condiciones de trabajo para los trabajadores temporarios ESPACIO
Especialización funcional espacial
Agrupación espacial y aglomeración
(centralización 1 descentralización) División espacial del trabajo
Integración espacial
Homogenización de los mercados de trabajo regionales (especialmente los mercados de trabajo segmentados)
Diversificación de los mercados(En el lugar mercados de trabajo segmentados)
Provisión a escala mundial de componentes y subcontratistas
Proximidad espacial afirmas integradas cuasi – verticalmente
ESTADO Regulación
Desregulación
Rigidez
Flexibilidad
Ofertas colectivas
División/individualización negociaciones locales o con la filial
Socialización del bienestar (Estado del Bienestar)
Privatización de las necesidades lectivas y la seguridad social
Estabilidad internacional a través de acuerdo multilaterales
Desestabilización internacional Incremento en las tensiones geopolíticas
Centralización
Descentralización y encarnización inter– regional Competencia entre ciudades
Ciudad - estado subsidiada
Ciudad – estado empresarial
Intervención indirecta en los mercados a través del ingreso y política de precios
Intervención estatal directa en los mercados a través de adquisiciones
Políticas regionales a nivel nacional
Políticas regionales a nivel local
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Las firmas financian la investigación y el desarrollo
El Estado financia la investigación y el desarrollo
La industria lidera la innovación
El Estado lidera la innovación IDEOLOGÍA
Consumo masivo de bienes durables
Consumo individualista: Cultura Yuppie
Sociedad de Consumo
Sociedad de Consumo
Modernismo
Posmodernismo
Totalidad/Reforma estructural
Especificidad Adaptación
Socialización
Individualización sociedad - espectáculo
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EL ESTADO El Estado al que nos referimos es el Estado moderno, una forma histórica que nace en Europa occidental durante los siglos XVI y XVII, como producto del capital mercantil y consecuencia de la secularización de la sociedad y la separación entre el conocimiento revelado y el conocimiento racional, el desarrollo del método científico y del largo proceso histórico de sustitución del fundamento divino por el principio de la soberanía popular como argumento de legitimación gubernamental. El Estado moderno es el Estado- Nación. El concepto original de nación equivale al de etnia, una comunidad de este tipo era sin más una nación. Por lo general esta noción se presentó asociada a elementos culturales y lingüísticos que se retroalimentaban. La nueva Nación- Estado vincula a regiones dispersas a través del mercado y no por el poder tradicional de un mandato divino. Cohesiona nacionalidades sobre una base territorial y una lengua comunes. Hoy se reconoce que el Estado- Nación es una forma específica de comunidad que surge con el desarrollo de nuevas relaciones sociales de producción, relaciones que constituyen el germen de la sociedad burguesa y por lo tanto del modo de producción capitalista. Max Weber sostiene que el Estado moderno (racional) se constituye sobre una base legal de dominación y se sustenta en dos instrumentos esenciales que sirven a esa dominación: 1) la formación y desarrollo de una burocracia institucionalizada y 2) el monopolio de la violencia. Según Marx, las relaciones sociales de producción y sus contradicciones explican el Estado. El Estado está determinado por la sociedad civil, entendida esta como el tejido de relaciones sociales que los individuos establecen entre ellos en el seno de grupos o comunidades, relaciones fundadas en intereses recíprocos. Marx considera el Estado como parte de la superestructura política que legitima las relaciones sociales de producción. Marx analiza en "El Capital" las formas de intervención del Estado para evitar la desvalorización del capital y asegurar "las condiciones generales", requeridas por la acumulación. El Estado moderno, desde sus orígenes, ha intervenido directa o indirectamente para regular las contradicciones generadas entre el capital y el trabajo. Durante el proceso de expansión y centralización del capital y de la "socialización" del trabajo, en las primeras décadas de este siglo, el Estado aumenta y extiende su participación en la reproducción del capital y de la fuerza de trabajo: en un caso mediante la instalación y mantenimiento de la infraestructura, el desarrollo de la investigación científica y la tecnología, la capacitación de la mano de obra, etc. y mediante políticas de salud, previsión social, vivienda, etc., en el otro. La crisis del régimen de acumulación fordista ha generado una reacción contra el "Estado asistencial", que reivindica el "libre juego del mercado" para regular la oferta y la demanda de bienes y servicios y el abandono de la gestión pública reguladora. Pero la reivindicación del mercado como "gran disciplinador social" no le impide propiciar simultáneamente un "Estado fuerte" que garantice los derechos individuales, para el caso, la propiedad privada de los medios de producción. En la historia del Estado moderno aparecen como permanentes dos funciones: 1) Imponer la dominación de ciertos grupos sociales y 2) garantizar la disciplina de los trabajadores. Pero el Estado capitalista no es un simple instrumento de los grupos sociales dominantes; su autonomía relativa se funda en el hecho de expresar los intereses del capital en general, oponiéndose no sólo a los intereses de los trabajadores, sino también a intereses de capitales individuales (fracciones del capital). Estas circunstancias hacen aparecer al Estado como garante del interés general, en la medida en que mediante consenso lograría superar las contradicciones sociales. El Estado procura así preservar la reproducción de las relaciones sociales del modo de producción capitalistas presentándolas como naturales y no como históricas. El Estado en América Latina En América Latina el Estado presenta formas específicas. Puede afirmarse que en gran parte de este subcontinente, la ciudad precedió al campo. La ciudad, dispositivo estratégico de la conquista ibérica, sirvió para controlar el territorio y canalizar las exportaciones hacia las metrópolis. Posteriormente, cuando los países lograron la independencia, los Estados precedieron y constituyeron las naciones. La tarea de esos Estados fue -respondiendo a los intereses de las oligarquías terratenientes- ocupar y organizar el territorio mediante la tecnificación militar, la instalación de la infraestructura y la creación de mercados nacionales. 19
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A partir de la crisis de los años treinta, los sectores sociales medios comienzan a reclamar políticas que terminen con la hegemonía de las oligarquías terratenientes, entre ellas la de industrialización. Ciertos Estados, a través de agencias específicas, producen bienes y servicios, iniciando la etapa de "sustitución de importaciones." Como consecuencia surge una clase obrera urbana, que se trata de "disciplinar" ya sea por cooptación, ya sea por represión. A comienzos de la década de los años cincuenta el proceso de sustitución de importaciones esta agotado. Los Estados abren las puertas al ingreso del capital externo y cesa la intervención directa en la producción de bienes y servicios, proceso que culmina en la actual década con la privatización total o parcial según los casos de dichas actividades. (Ver OSZLAK O. "La formación del Estado en América Latina"). El Estado en la década de los '90 Si bien los Estados-Nación están operando menos como entidades "soberanas" y más como componentes de "sistemas de gobierno" internacionales, a cuyos procedimientos de legislación supranacional dan legitimidad, mantienen centralizado el dominio sobre sus territorios y sus poblaciones, en especial en lo que se refiere a la movilidad de la fuerza de trabajo, a la cual fracciona en mercados laborales nacionales para regular las condiciones de su explotación como manera de captar inversiones externas. Por otra parte, la constatación empírica muestra que la gran mayoría de las corporaciones internacionales operan desde bases nacionales y están sujetas a regulaciones y mercados de los países de origen. En la medida en que los ingresos y la estabilidad de cada Estado dependen de la acumulación de capital en su territorio, cada Estado trata de retener o captar en su jurisdicción el mayor capital posible, es decir que tiene que asegurar las mejores condiciones para dicha acumulación y esto define el marco referencial de toda política, el mantenimiento del orden social, el sistema educativo, la provisión de infraestructura, las normas comerciales. En este sentido la relación entre Estados es una relación competitiva. Hoy el proteccionismo a través de bloques regionales promueve, mediante barreras aduaneras la penetración de capital dinero o capital productivo extraregional en lugar de capital en mercancías. Por lo tanto no tiene sentido referirse a una globalización del capital en lugar de a un cambio en el grado de movilidad del capital (en busca de mayor valorización) es decir un aumento de la velocidad con que las relaciones entre capital y trabajo se producen. Las políticas estatales sirven para garantizar la base de expansión del capital. Entonces resultan ingenuas las interpretaciones que se centran en el poder declinante del Estado-Nación frente a la mundialización del capital. Como expresa Rosdolsky, la dificultad mayor para desarrollar una teoría interestatal tiene que ver con "...cómo reconciliar la visión del Estado definido principalmente como una estructura de clases a nivel nacional con el hecho de que el Estado es un componente del sistema de Estados". PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS ANSALDI, W. y MORENO, J. (org.) (1989) Estado y sociedad en el pensamiento nacional. Cántaro,
Buenos Aires. HOLLOWAY, J. (1994) Marxismo, Estado y capital. Cuadernos del Sur. Ficha temática nº 5. Buenos
Aires. OSZLAK, 0. (1986) Formación histórica del Estado en América latina. CEDES, Buenos Aires.
TERRITORIO y TERRITORIALIDAD Espacio (geográfico) y territorio no son términos equivalentes. El espacio es una realidad material anterior al territorio. El territorio se constituye a partir de un espacio apropiado. El espacio es preexistente a cualquier apropiación o dominio. El territorio se configura como espacio delimitado o definido por relaciones y prácticas sociales. El territorio se apropia y transforma mediante un proceso de trabajo, un modo de producción. La territorialidad se refiere al dominio directo o indirecto, formal o informal, que se ejerce sobre una porción del espacio. Pero la territorialidad también se asocia a un sentido, individual o colectivo, de identidad, de pertenencia a un espacio "vivido" que se liga a un conjunto de comportamientos y representaciones simbólicas, que lo diferenciaría o articularía con otras territorialidades. (Ver CIGNOLI A: “Sobre la gestión del territorio”, Cuadernos CEDU, Nº 4, F.A.U.D.- U.N.M.d.P., MdP) 20
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RENTA DE LA TIERRA “En la sección que trata de la acumulación primitiva vimos como este modo de producción presupone por un lado que el productor directo sea emancipado de la posición de simple accesorio del suelo (bajo forma de siervo de la gleba, vasallo, esclavo, etc.) y por otro lado que la mayoría de la población sea expropiada de la tierra. En este sentido el monopolio de la propiedad del suelo es un presupuesto histórico y permanece la base constante del modo de producción capitalista, como en todos los modos de producción anteriores que se fundan en una u otra forma de explotación de la población. Pero la forma bajo la cual el modo de producción capitalista en su inicio encuentra la propiedad del suelo no le corresponde. El mismo crea la forma adecuada subordinando la agricultura al capital y de esta manera también la propiedad del suelo feudal, la propiedad del clan, la pequeña propiedad de los campesinos combinada con el régimen comunal; a pesar de la disparidad de sus formas jurídicas son transformadas en su forma económica correspondiente a este modo de producción”. (El Capital III,3). Para Marx el trabajo crea valor, medido por el tiempo socialmente necesario para la producción de una mercancía. La tierra no es el resultado del trabajo humano, como el agua es un recurso natural, finito, que no puede ser reproducido. Cuando se trabaja la tierra no es para producir tierra, sino para producir su fruto o para utilizarla como soporte de alguna actividad. La tierra, a diferencia de otros instrumentos u objetos de trabajo no desaparece, no se consume. Como la tierra no tiene valor, este no se transmite a los frutos que de ella se extraen. Marx definió clásicamente como renta del suelo la proveniente de la apropiación privada, de porciones del espacio terrestre. “La propiedad de la tierra supone que ciertas personas tienen el monopolio de disponer de determinadas porciones del globo terrestre como esferas privativas de su voluntad particular, con exclusión de todas las demás voluntades. En lo expuesto se trata de aclarar que el valor económico, es decir la valorización de ese monopolio es la base de la producción capitalista". (Marx, ídem). En el modo de producción Capitalista el trabajador trabaja para el capitalista que se apropia de su fuerza de trabajo mediante el pago de un salario. En el modo de producción capitalista también la tierra se transforma en mercancía, así como el capitalista debe pagar un salario para apropiarse de la fuerza de trabajo del trabajador, también debe pagar una renta para apropiarse de la tierra. Como la fuerza de trabajo, la tierra también se transforma en mercancía. La licencia para la explotación capitalista de la tierra (el suelo) requiere el pago a su propietario, ese pago es la renta de la tierra (del suelo). La renta del suelo como obstáculo a la reproducción del capital Cuando el capitalista paga por la utilización de la tierra para la producción está de hecho inmovilizando (sustrayendo a la producción) parte del capital. Por lo tanto la renta del suelo constituye un obstáculo a la reproducción del capital. Corno afirma Sousa Martins: “...siendo la tierra un factor natural, sin valor porque no es resultado del trabajo humano, teóricamente no debería tener precio". Este hecho es herencia de modos de producción pre- capitalistas, derivado de que algunas personas tenían el monopolio de la tierra cuyo usufructo quedaba sujeto a un tributo. El advenimiento del capitalismo no suprimió esta irracionalidad, la propiedad privada de la tierra fue incorporada por el capitalismo. Pero atención: "...tal renta no tiene nada que ver con el pasado pre- capitaIista, no es más un tributo individual y personal del siervo al señor, ahora es un pago que toda la sociedad hace por el hecho que una clase preserva el monopolio de la tierra". (Ídem). El capitalismo va a engendrar la renta capitalista de la tierra. En verdad, el propietario inmobiliario se puede apropiar de plusvalía global de la sociedad sin que haya asumido ningún proceso de producción de esa plusvalía. Desde el punto de vista del capitalismo esto es irracional en la medida en que parte de la plusvalía que genera escapa de sus manos bajo la forma de renta de la tierra. El capital destinado a adquirir la tierra deja de entrar en el proceso productivo, lo que limita el desarrollo de las fuerzas productivas.
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Beneficio, salario, renta: De esta manera hemos definido la tríada: el capital que produce beneficio (extraído de la plusvalía que el capitalista retiene); el trabajo que produce salario y la tierra que produce renta. Pero cuando el capitalista paga la renta no produce nada, está distribuyendo parte de la plusvalía que extrae a sus trabajadores. Por lo tanto la renta capitalista de la tierra no nace de la producción, sino de la distribución de la plusvalía. El capitalista resulta sólo un intermediario entre el propietario de la tierra y sus trabajadores. El propietario de tierras recibe, en el modo de producción capitalista renta de la sociedad entera, renta que no necesariamente es producida directa o exclusivamente en sus tierras. Es una renta que sale del trabajo de los trabajadores del campo y de la ciudad, de la parte expropiada de su trabajo. Relación entre propietarios de tierras y capitalistas Las contradicciones entre tierra y capital crean las condiciones históricas para la existencia de dos fracciones de clase, en cierta medida contrapuestas. Ambas son propietarias de medios de producción separados de los trabajadores y están unidas en interés común por la apropiación de la plusvalía extraída a los trabajadores. Cuando el propietario de tierras dice que se están “valorizando” dice exactamente eso. Reiteramos que el trabajo que valoriza su propiedad no necesariamente debe realizarse en ella. El capital concentrado aumenta la capacidad de producción del trabajador, por lo tanto, aumenta la capacidad del capital en extraer plusvalía. La concentración de tierras no aumenta la capacidad de producción del trabajador, ni la capacidad del capital de extraer plusvalía en el proceso de producción, pero aumenta la capacidad del propietario de tierras; para apropiarse de la plusvalía social. Esta capacidad del propietario de tierras puede ser aplicada fraccionadarnente -mediante arriendo- o de una sola vez –mediante parcelamiento de la gran propiedad y venta-. De esta manera se logra la metamorfosis de la renta capitalizada en capital. El capital concentrado no resulta incompatible con la propiedad dividida, pero en el modo de producción capitalista, la propiedad de la tierra no se concentra ni se divide sin mediación del capital. La apropiación de la renta de la tierra por el capital La propiedad de tierras es un obstáculo a la expansión de las relaciones de producción capitalistas, pero el propietario de tierras no es un personaje fuera, sino dentro del capitalismo. La contradicción representada por la tenencia de la tierra no se produce “fuera" del capitalismo, es una contradicción interna, constitutiva del modo de producción capitalista. La irracionalidad que la propiedad de la tierra representa para el capital sólo será resuelta con el avance del mismo proceso del capital separando como figuras históricas, el capitalista y el propietario de tierras, tendiendo a la "nacionalización" del suelo. Pero esta no es la contradicción fundamental, la contradicción fundamental resulta de que la producción de la riqueza es social y la apropiación privada. En consecuencia, la cuestión de la propiedad capitalista y la explotación que conlleva sólo se resolverá cuando se resuelva esa contradicción fundamental. Donde el capital no puede convertirse en propietario real de la tierra para extraer conjuntamente la plusvalía y la renta, este trata de asegurarse la extracción de la renta. Este es el caso del pequeño productor que no es asalariado, ni está separado de los medios de producción, la subordinación al capital se inicia con el crédito bancario. El agricultor obtiene el crédito para inversiones destinadas a sus cultivos su propiedad como garantía, además. de sus instrumentos de trabajo (medios de producción). El trabajo familiar produce los Intereses del crédito, de esta manera el banco extrae del agricultor la renta de la tierra, sin ser propietario de ella. El agricultor pasa de propietario real a ser propietario nominal, pagando al banco la renta de la tierra que nominalmente es suya. Sin percibirlo, entra en una relación social con la tierra mediatizada por el capital, que lo convierte en arrendatario y trabajador. Como su tierra es tierra (medio) de trabajo, no de explotación de fuerza de trabajo, lo que precisa producir está regulado por la necesidad de reposición de la fuerza de trabajo familiar, pero la riqueza que crea “excedente” se realiza en manos ajenas a las suyas, es decir, la renta de la tierra se subordina 22
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al capital, condición para que éste pueda subordinar también el trabajo que se hace en la tierra. Precisiones Renta absoluta: “renta de la tierra independientemente de las diferencias de fertilidad, de tipos de suelo o de las inversiones sucesivas en una misma tierra". (Marx, XXV, 9) Renta diferencial: “diferencia de magnitud de la renta, la mayor o menor renta que procede de la diferente fertilidad de los tipos de suelo". (Marx, XXVI, 2). (Localización más ventajosa, mayor productividad del suelo).
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LA CONTRADICCIÓN ECOLÓGICA COMO SEGUNDA CONTRADICCIÓN DEL CAPITAL ”...Y cada progreso de la agricultura capitalista constituye un progreso no sólo en la forma de rapiñar al obrero sino también en el arte de rapiñar al suelo, cada progreso en el aumento de su fertilidad por un periodo dado, constituye al mismo tiempo un progreso de la ruina de las fuentes durables de esa fertilidad. Cuanto más un país, por ejemplo los Estados Unidos de América del Norte, parte de la gran industria como fundamento de su desarrollo, tanto más rápido es este proceso de destrucción. La producción capitalista desenvuelve por lo tanto la técnica y la combinación del proceso de producción social minando al mismo tiempo las fuentes de las cuales surge toda riqueza: la tierra y el obrero". (Marx El Capital Cap. I). Esta cita y la preocupación que Marx demostró por “la alteración del intercambio orgánico" entre el hombre y la naturaleza, propio de las sociedades pre- capitalistas -alteración debido a la concentración urbana provocada por la revolución industrial- prueban que él no veía en la destrucción de la naturaleza un cómodo parapeto para no ver la degradación o devastación de la fuerza de trabajo, como tampoco escondía detrás de las graves contradicciones sociales la devastación de la naturaleza, como pretenden hacer creer algunos ecólogos y ciertos movimientos ecologistas. La idea de "calidad ambiental" toma estado público y aparece, en el campo político a principios de la década de los '70, con la toma de conciencia social del progresivo deterioro de la naturaleza. La Carta de Estocolmo, producto de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el ambiente humano celebrada en dicha ciudad en 1972, trata de conciliar el desarrollo económico con la conservación de los recursos naturales, acuñando la expresión "desarrollo sustentable". Sin embargo, hasta ahora, las acciones para encarar la cuestión ecológica, en general, se limitan a la contaminación industrial y desde un punto de vista tecnocrático. Según James O’ Connor, toda la actividad del Estado democrático- liberal “... puede ser categorizada bajo el encabezamiento “regulación o producción de las condiciones de producción". Entre esas condiciones incluye lo urbano, el transporte, las comunicaciones, el agua, la tierra, la costa, el aire y los parques nacionales y las respectivas políticas, en general regulaciones del capital para acceder a los mismos. Para este autor, a la contradicción del modo de producción capitalista existente entre los propietarios de los medios de producción y la fuerza de trabajo, debe incorporarse una segunda contradicción, que estaría dada por "los costos de los elementos naturales que entran en la composición del capital". "La causa básica de la segunda contradicción es la apropiación autodestructiva por parte del capital y su uso, de la fuerza de trabajo, del espacio y de la naturaleza exterior, es decir del medio ambiente". Y agrega: "El desarrollo Capitalista global desde la Segunda Guerra Mundial, hubiera sido impensable sin la deforestación, la contaminación del aire y del agua, la polución de la atmósfera, el calentamiento global y otros desastres ecológicos... sin el desprecio que ha tenido por la salud comunitaria y familiar, física y emocionalmente y de otros “componentes” de la reproducción socializada de la fuerza de trabajo, no digamos de las generaciones futuras”. Sigue: "Si el capital global se hubiera preocupado en restaurar o reproducir las condiciones de producción como se presentaban al final de la reconstrucción de la segunda posguerra, el crecimiento del producto bruto hubiera sido probablemente no mayor de la mitad de las cifras que se registraron, quizás una cuarta parte solamente de esas cifras”. En resumen, aumentando el deterioro ambiental y de las condiciones de vida de la población, componentes del capital, éste se está autodestruyendo. Esta es la segunda contradicción del capital: los capitalistas individuales para bajar los costos de producción aplican políticas que resultan en mayores costos para el capital en general. El Estado en favor de la reproducción del capital global, al oponerse a intereses de los capitalistas individuales, trata de restablecer las dañadas condiciones generales de producción. Altvater señala a su vez, la contradicción que se presenta entre el breve tiempo insumido en la destrucción de los recursos naturales y el requerido para su renovación, cuando esta es posible. Las políticas estatales dependerán, en gran parte, del grado de organización y reivindicaciones de la población en pro de la mejora de sus condiciones de vida, del énfasis que ponga para que se considere el ambiente como valor de uso y no de cambio, del énfasis que ponga en participar de la gestión estatal. Las “rentas ambientales” Hasta recientemente, los recursos naturales no eran objeto de análisis económico porque no se los consideraba escasos. En la formulación tradicional del proceso productivo no se tiene en cuenta que, 24
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en el transcurso del mismo, se producen desechos que en algunos casos pueden ser reciclados y en otros quedan como residuos. El ambiente es considerado como proveedor de insumos y no como receptor de desechos. Recordemos que se denomina renta al excedente sobre un beneficio medio. Los recursos naturales (tierra, agua, aire, etc.) no son producto del trabajo humano y son finitos. El tributo pagado al poseedor de un recurso natural para su uso constituye una renta. Cuando las prácticas sociales convierten a bienes de uso colectivo en bienes de uso privado se generan rentas. Es el caso de quien para acceder a la orilla de un río o a la costa marítima debe pagar una suma, que será apropiada por el oferente del servicio o por el Estado, a través del precio de la concesión o por el primero que se posesionó del lugar. El uso de la naturaleza que degrada sus recursos, genera rentas ambientales de degradación al bajar el costo medio de producción. En efecto, los costos marginales (incremento de costo total por unidad) que realizan las inversiones necesarias para descontaminar el ambiente, originan precios medios en el mercado, beneficiando a las contaminantes que se apropiaran de la "renta diferencial ambiental”. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) define la renta ambiental corno el precio que resulta en una situación óptima del recurso ambiental, de la igualación del costo marginal por la reducción de la contaminación y del costo marginal del daño ambiental. La renta ambiental permanecía oculta; no hace mucho surgió a luz como impacto ambiental o daño ambiental. Los costos causados por la degradación ambiental se trasladan impunemente a las generaciones actuales y futuras y se traducen entre otros perjuicios, en mayores gastos en salud o esparcimiento para la población. El denominado ambiente o su pleonasmo2 “medio ambiente” se refiere al conjunto de recursos naturales que, en general, no deberían ser apropiados privadamente y que han devenido escasos.
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Redundancia que da fuerza expresiva.
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Figura 3. ESQUEMA GENERAL DE PRODUCCIÓN y REPRODUCCIÓN
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Figura 4- ECONOMÍAS CIRCULARES
ECONOMÍAS LINEALES Contaminación Maximización de la producción
Extracción de recursos Adelanto del agotamiento de los recursos no-renobables
(El objetivo de maximizar el PBI, maximiza la afluencia de materiales)
Maximización del consumo
Residuos Contaminación
ECONOMÍAS CIRCULARES
Extracción de recursos (en forma eficiente, para minimizar las pérdidas)
Crecimiento con énfasis en la producción de calidad que lleve a satisfacer las necesidades humanas básicas (eficiencia en la producción para realixar más con menos recursos naturales) (baja tasa de afluencia de materiales)
La mayor parte de los residuos son reciclados proporcionando recursos para una nueva producción y minimizando la contaminación
Consumo orientado a la satisfacción de las necesidades básicas y al mejoramiento de la calidad de vida
Contaminaciones minimizada y reciclada
ECONOMIA CIRCULAR – Modelo económico propuesto por el economista T.E. Jones en 1977. Corresponde a una economía cuyo desarrollo sustentable produce una serie de pequeños, medianos y grandes beneficios
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EL PROCESO DE URBANIZACIÓN Sumario: El proceso de urbanización y la división internacional del trabajo: La metropolización. La producción social de la ciudad capitalista. Rentas territoriales y uso del suelo urbano. El mercado de tierras. Las contradicciones que se generan en el proceso de urbanización. Apropiación y segregación (social) del espacio urbano. El proceso de urbanización y la división internacional del trabajo: La metropolización Las sociedades urbanizadas -en que la mayoría de los habitantes vive agrupada en ciudadesrepresenta una característica relativamente nueva en la historia de la humanidad. Si bien las primeras ciudades datan ya de unos 5.500 años, éstas eran pequeñas aglomeraciones rodeadas sustancialmente de campesinos. Antes de 1850, ninguna sociedad podría ser considerada como eminentemente urbana; en 1900, sólo Gran Bretaña presentaba esa característica. Hoy las naciones industrializadas están altamente urbanizadas y en las "periféricas", el crecimiento demográfico es dos veces más rápido que en aquellas; crecimiento que en gran parte se concentra en pocas grandes ciudades. Como afirma Manuel Castells, se pueden distinguir dos acepciones del término "urbanización": 1) La concentración territorial de la población a partir de ciertos límites; 2) La difusión del sistema de valores y comportamientos que son resumidos con la denominación de “cultura urbana”. Y agrega: "...se trata de hecho del sistema cultural característico de la sociedad industrial capitalista”. De los indicadores aplicados para construir la dicotomía rural-urbano (trabajo agrícola/ trabajo industrial; tradicional/ moderno), se desprende un sistema de valores caro a la sociología, donde la "modernidad" aparece como grado de desarrollo social. Un criterio etnocéntrico. Se puede definir la urbanización como un proceso de concentración de la población en dos niveles: 1) La multiplicidad de los puntos de concentración y 2) El aumento de la dimensión de cada una de esas concentraciones. La localización en ciertas zonas de densas concentraciones de población y de múltiples actividades, lugares que constituyen centros de regiones más o menos extensas, reguladores de flujos de personas, bienes, capitales, informaciones e ideas, da origen al fenómeno denominado "metropolización". Las metrópolis constituyen complejas formas; simbiosis de lo urbano y lo rural, donde se superan los criterios existentes para diferenciar lo uno de lo otro. Resultan un “medio tecnológico" cada vez más disímil del "medio natural". En algunos casos, esas formas constituyen verdaderas "nebulosas urbanas" que se extienden sobre vastas superficies como, por ejemplo, las que se presentan a lo largo del litoral NE de U.S.A. que contiene al "Gran Washington" y al “Gran Boston", y la del Radstad (en Holanda) que incluye a Amsterdam, Rotterdam y La Haya y tiende a unirse con las ciudades de la cuenca del Rhin-Ruhr, para configurar una sola "megalópolis". En forma general, podemos afirmar que el desarrollo capitalista, que es "desigual y combinado", se expresa territorialmente como una "dispersión" de centralidades" (ciudades) de diferente grado de complejidad y de interrelaciones. Estos complejos territoriales se corresponden con la especialización funcional y la división social del trabajo en escala mundial. La producción social de la ciudad capitalista El espacio urbano comprende múltiples y diversos elementos para la producción, el intercambio y el consumo: fábricas, oficinas, comercios, viviendas, escuelas, hospitales, teatros, templos, calles y redes de infraestructura, etc. Este espacio siempre aparece como un palimpsesto3 de paisajes diseñados durante distintos modos de producción. Pero las delimitaciones de lo urbano fundadas en criterios descriptivos o fenomenológicos (formas y funciones territoriales, situación geográfica, etc.) o en criterios cuantitativos, tanto sincrónicos como diacrónicos (umbrales de población, densidad de habitantes o de construcciones, empleo de la población económicamente activa, etc.) resultan insuficientes para caracterizarlo.
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Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente; tablilla antigua en que se podía borrar lo escrito para volver a escribir.
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El error de estos enfoques consiste en pretender explicar el hecho urbano como autónomo, como una variable independiente, como un hecho natural que pudiese ser analizado según criterios de la ciencia positiva. La naturaleza de la ciudad actual sólo puede ser comprendida a partir de la lógica que históricamente define al M.P.C.; donde la totalidad del espacio urbano tiende a ser construido como condición general de la producción y lugar de la división social del trabajo. “...[en] la multiforme variedad de definiciones y descripciones formalizadas con el designio de captar la variedad de situaciones en que este “fenómeno particular” -la ciudad- se nos presenta, vemos que esta concentración, inasible teóricamente -cuando se pretende hacer de ella una definición que describa una identidad omnicomprensiva- no es otra cosa -más allá de las diversas situaciones fenoménicas en que se concreta- que concentración de medios de producción y de fuerza de trabajo. Esta concentración es, en realidad, el punto de partida, histórico y conceptual, de la producción capitalista,4 y, en ese sentido, constituye (junto con la cooperación) “la forma fundamental del Modo de Producción Capitalista” por lo que respecta al uso que, en el seno de este modo de producción, se hace del espacio territorial (...) Por su peculiar naturaleza esta concentración asume una doble tarea: por un lado, se constituye en medio para la reproducción del capital (valorización del valor y su ulterior realización), medio, en definitiva, o condiciones para completar el ciclo de reproducción del capital; y, por otro lado, constituye el lugar de la reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, allí donde cotidianamente se reconstituye como reserva de trabajo vivo, tras haber sido consumido en el proceso de producción; o bien, allí donde la fuerza de trabajo reconstituye cotidianamente su propia disponibilidad (su propio potencial) de trabajo vivo, en la perspectiva de volver a ser consumido”. (FOLIN, M., pág. 121). Para Jean Lojkine, las actuales formas de urbanización "... son ante todo formas de división social (territorial) del trabajo". El proceso total de producción implica también la circulación del capital (condiciones generales de producción) coincide este autor y sostiene que en las formas capitalistas desarrolladas la concentración espacial de medios de producción y de medios de consumo social (equipamientos colectivos), constituyen condiciones necesarias a su reproducción. Ya Marx afirmaba que "...un país de población relativamente escasa con medios de comunicación desarrollados tiene una población más densa que un país más poblado con medios de comunicación poco desarrollados" (el término "medios de comunicación" debe ser entendido como medios de circulación en general: bienes, información, capital, etc.). Y Marx también caracterizaba a la ciudad como "...concentración de población, de los instrumentos de producción del capital, del placer y de las necesidades". Recapitulando: La producción total de la sociedad se subdivide en dos grandes sectores: el de los "medios de producción" y el de los "medios de consumo". Por lo tanto, la ciudad como producto social presenta ambas actividades. Es medio de producción y como tal entra en el consumo productivo, es medio de consumo y como tal entra en el consumo individual de trabajadores y de propietarios (de medios de producción) y en ciertas formas de consumo socializado (servicios públicos). Para comprender plenamente la génesis (el proceso social de formación) de la ciudad capitalista no basta con el análisis de la producción originada por el capital. Desde el punto de vista de su construcción y su consumo, la ciudad se presenta también como aglomeración e intercambio de mercancías, es decir como lugar de mercado. Considerados como mercancías, los elementos que constituyen el espacio urbano presentan ciertas peculiaridades. Son mercancías que no pueden moverse sin que se destruya el valor cristalizado en ellas. Construidas o armadas "in situ", tienen como atributos la apropiación de la renta de la tierra donde están implantados y su ubicación relativa: el orden espacial urbano depende de la vinculación de cada elemento con los otros. En esa aglomeración de producción e intercambio de mercancías, el suelo entra como materia prima y se presenta como mercancía. Pero este medio de consumo o materia prima se presenta en el mercado en cantidad limitada y con escasa posibilidad de ser sustituido por capital debido a su naturaleza. Pero si bien el suelo entra en el proceso de producción en forma de mercancía, en esta forma se oculta el “tributo” que significa para el capital la renta del suelo tributo que constituye una "transferencia" al propietario del suelo, de plusvalía producida en otro lugar. La renta inmobiliaria que se expresa en el precio de la tierra/ mercancía no es otra cosa, de hecho, que la "...forma bajo la cual la propiedad inmobiliaria es realizada, valorizada económicamente" (Marx. 4
“El laborar de un número más bien considerable de obreros, al mismo tiempo, en el mismo lugar (o, si se prefiere, en el mismo campo de trabajo), para la producción del mismo género de mercancías, bajo el mando del mismo capitalista, constituye histórica y conceptualmente el punto de partida de la producción capitalista” MARX, K., El Capital, I (IV,11), citado por FOLIN, M.
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Metamorfosis de la renta del suelo capitalista en capital). Llegando a este punto podemos concluir que la ciudad capitalista es producto (riqueza) social, resultado de la cooperación fundada en la división social del trabajo, pero que su apropiación es privada. Rentas territoriales y uso del suelo urbano Recordemos que Marx define como renta del suelo, a la proveniente de la apropiación privada de porciones del espacio terrestre. La licencia para la explotación de una fracción de tierra requiere un pago al propietario de la misma, este pago es la renta del suelo. Este privilegio del propietario puede ser usufructuado en tramos, por alquiler o arriendo, o de una sola vez, por venta. Como la fuerza de trabajo, la renta deviene una mercancía que se realiza en el mercado. Recordemos también que Marx, que centró sus análisis en la tierra agraria, denominó renta absoluta a la derivada de la propiedad del suelo, independientemente de diferencias de fertilidad, de tipos, de situación o de inversiones aplicadas sobre el mismo. Y denominó rentas diferenciales a las provenientes de diferencias de magnitud de la renta, o de la mayor o menor renta generada por la diferente fertilidad, tipo de suelo, situación o productividad. En Io referente al suelo urbano llegó a afirmar que "...en el caso de la renta del suelo para vivienda la ubicación constituye decisivamente un factor para la renta diferencial, como la fertilidad en el caso de la renta agrícola". Veamos como se presenta la renta en el suelo urbano. La renta del suelo se efectiviza mediante el pago al propietario (del suelo) por parte de otro agente que lo utiliza como factor de producción o bien de consumo final. Las rentas diferenciales del medio urbano provienen del grado de accesibilidad (con relación a otras actividades), ventajas de localización (producción que se perdería con el traslado de la actividad), las economías de transporte y la presencia de las denominadas "externalidades", en general. El suelo urbano deviene escaso por: 1) Alta demanda, 2) Factores Técnicos, y 3) Creación (El suelo urbano no es homogéneo, debido ya sea a las ventajas de localización o a condiciones inherentes). La renta del suelo es una “transferencia” de plusvalía de productores capitalistas a propietarios del suelo y por lo tanto existe una relación entre beneficios y renta, que se expresa en relaciones de precios entre mercancías en el mercado. Saturada la oferta de terrenos requeridos por la demanda, esta se traslada hacia terrenos hasta entonces considerados “marginales". Como consecuencia aumentan los precios de estos y los “sobreprecios” de los mejor ubicados, lo cual puede provocar la pérdida de la productividad general por aumento de las fronteras de producción. La búsqueda de nuevos terrenos por parte de los productores capitalistas y la recuperación de la productividad por parte de los mismos hacen caer los precios de los mejor situados y esa caída de precios provoca la disminución de las rentas. De esta manera el capital consigue contrarrestar el movimiento adverso que significa la ocupación extensiva del suelo urbano. Una parcela urbana queda en posesión de quien pueda pagar más por el terreno, y esto es más factible cuando más intensamente pueda ser ocupada ("verticalización") lo que implica a su vez la necesidad de una mayor aplicación de capital. El elevado precio de algunas localizaciones (verticalización, presencia de "externalidades") aumenta las rentas diferenciales. Cuando ciertas localizaciones generan beneficios extraordinarios por condiciones (del suelo, de la ubicación, etc.) que no se pueden repetir se originan rentas de monopolio. Conviene hacer una distinción: mientras la renta absoluta es renta de una clase -la de los propietarios de tierras-, la renta de monopolio es una renta "individual" de actores determinados. Por lo visto, podemos afirmar que las rentas son contingentes, es decir dependen de una serie de circunstancias. Esa contingencia quita consistencia a los modelos de ocupación del suelo urbano. Los efectos de la acción del capital inmobiliario sobre las rentas del suelo dependen del grado de su concentración (obras estructurantes o no del espacio urbano). El mercado de tierras Ligar el origen del precio de la tierra a la renta capitalista de la tierra no agota la problemática sobre el mercado de tierras. El espacio urbano es en parte privado y en parte público y los mercados de los componentes privados muestran las complejas relaciones entre los mismos. Describimos ese proceso. Las necesidades peculiares de circulación del capital a través del espacio construido han generado un tipo particular de sistema productivo que define papeles específicos para los actores económicos. Los 30
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terratenientes reciben renta, los fraccionadores reciben incrementos sobre la renta en función de las mejoras efectuadas, los constructores perciben ganancias de la empresa, los financistas cobran intereses sobre los préstamos otorgados y el Estado aplica impuestos (inmediatos o futuros), para financiar inversiones que no resultan atractivas para el capital. Claro que un mismo actor puede desempeñar varios papeles: cuando los capitalistas compran tierras, las fraccionan y construyen sobre ellas, aplicando su propio dinero, así resulta. Pero cuanto más capital empeñan en estas actividades, de menos dispondrán para aplicarlo a la producción de otros bienes. De allí que la producción y mantenimiento del espacio construido, frecuentemente, se realiza en un circuito sumamente especializado que vincula actores económicos que desempeñan papeles parciales dentro del mismo. La tasa media de beneficio del capital productivo influye en la magnitud y ritmo de las inversiones inmobiliarias. En tiempos de recesión, capital ocioso se aplica a inversiones de ese carácter. Pero la tasa media de interés -regulada por la relación entre la acumulación de capital y la oferta y demanda de capital dinero- y los ingresos futuros previstos por rentas constituyen los factores básicos que regulan el precio de la tierra. En consecuencia, la renta del suelo capitalista, como el interés sobre el capital adelantado constituyen un valor "imaginario". De aquí que la especulación siempre esté presente en el mercado de tierras. Se deduce entonces, que tanto el capital inmobiliario y bancario, mediante los tipos de crédito y la localización de las inversiones, como la intervención del Estado en cuanto al diseño y la regulación del sistema de transporte y la instalación de las redes de infraestructura (elementos de gran inercia y lenta recuperación del capital), resultan los determinantes mayores de la configuración del espacio urbano. Las contradicciones que se generan en el proceso de urbanización Jean Lojkine (1979), en su análisis de la urbanización en los países del capitalismo avanzado, afirma que si bien las relaciones sociales de producción capitalista y la gran industria que de ellas resulta, provocan una tendencia creciente a la aglomeración, este proceso no transcurre fluidamente, originándose tres contradicciones que limitan la organización del espacio urbano según la lógica del capital. Estas contradicciones se generan en: 1) Financiación de los medios de circulación social y consumo colectivo; 2) Competencia "anárquica" entre los actores que ocupan o transforman ese espacio y 3) La renta del suelo. 1) Financiación de los medios de circulación social y consumo colectivo Previamente al desarrollo de este punto, debemos transcribir una hipótesis básica de la argumentación de Lojkine: la similitud de la función social entre los gastos en medios de consumo colectivo y los gastos en medios de circulación social. Los medios de consumo social “...son condiciones esenciales para la continuidad del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo, se inscriben en la fase del proceso como auxiliares necesarios desde el punto de vista social, pero son absolutamente improductivo [de plusvalía]“. En efecto, los medios de consumo colectivo (escuelas, hospitales, asilos, etc.) están dirigidos a necesidades que sólo pueden ser satisfechas en forma colectiva y el trabajo consumido en estos servicios es trabajo concreto ya que producen valores de uso, no genera mercancías (valores de cambio). En consecuencia los gastos en consumo social resultan gastos a fondos perdidos, ya que no contribuyen a reducir el tiempo de producción, ni a abreviar el período de rotación del capital (lento retorno de las inversiones aplicadas). En resumen, son gastos que inmovilizan capital y no se adecuan a criterios mercantiles. Se genera así una contradicción entre la lógica de la acumulación privada de capital y formas no capitalistas de producción y consumo, que son necesarias para la reproducción del capital en general. Por lo tanto sea privado o público el origen de estos fondos, son reducidos al mínimo posible. 2) Competencia entre los distintos actores que ocupan o transforman el espacio urbano A la organización espacial relativamente racional, desde el punto de vista del capital, propia de la unidad de producción, se opone la “anarquía" de la configuración espacial urbana. Esta anarquía deviene de la competencia entre los actores que ocupan o transforman el espacio construido (firmas en busca de “externalidades”, inversores inmobiliarios en busca de rentabilidad, familias en busca de vivienda). Este proceso constituye factor determinante de la gran heterogeneidad de los paisajes urbanos y de ”deseconomías” de aglomeración. 3) La renta del suelo 31
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Lojkine piensa que a las funciones que valorizan el suelo analizadas por Marx (instrumento de producción o mero soporte de medios de producción) debería agregarse la capacidad de aglomerar, es decir, la capacidad de combinar socialmente, los medios de producción y reproducción de una formación social. Consecuentemente, el fraccionamiento del suelo (valor de uso que por su naturaleza es colectivo) deviene un obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas. Apropiación y segregación (social) del espacio urbano5 Pero quiénes son hoy propietarios del suelo urbano? Según Lojkine, la actual fase del capitalismo monopolista se caracteriza no por la presencia de una oposición entre monopolios productivos y propietarios "pasivos" que especulan con un desarrollo capitalista al cual no contribuyen, sino por la apropiación progresiva y contradictoria de la renta del suelo por los grandes monopolios. "Al estado clásico del capitalismo, marcado por la oposición entre capital industrial y propiedad del suelo agrario, sucede el estadio monopolista, marcado por la fusión del capital financiero y de la renta del suelo, fusión que lejos de suprimir las contradicciones entre capital y renta del suelo puede, al contrario, desarrollarlas, integrándolas a la más general que opone las tendencias parasitarias, especulativas del capital, a las tendencias a aumentar la tasa de plusvalía, aumentando la inversión en la producción". Para esa afirmación Lojkine se apoya en estudios históricos que muestran el paso progresivo de la renta urbana, fraccionada en múltiples propietarios independientes, a una renta del suelo monopolizada por grandes grupos financieros internacionales que dominan el mercado de tierras y de inmuebles. La monopolización de la renta del suelo por esos grupos financieros generaría un submercado inmobiliario especializado en la producción de la "superestructura material" para grandes operaciones urbanas (centros de edificios de oficinas, sedes de "estados mayores" de las multinacionales grandes "superficies" comerciales, grandes equipamientos de consumo colectivo, etc.). Mediante el juego de los precios del suelo, este "submercado" podría asumir rápidamente un papel determinante en la formación de los precios inmobiliarios para el área central de las grandes metrópolis y de esta manera provocar una segregación casi "automática" entre funciones económicas y clases sociales. Dentro de este proceso, y siempre según Lojkine, se podrían distinguir tres tipos de segregación urbana (social): 1) Una oposición entre el centro (precios más elevados) y la periferia. El papel "llave" de los efectos de aglomeración explicaría la importancia de esta renta de situación (diferencial); 2) Una separación creciente entre zonas y viviendas reservadas a los estratos sociales más pudientes y las zonas de habitación popular; 3) Una profundización de la diferenciación entre zonas urbanas especializadas, es decir lo que en políticas y planes urbanos ha sido denominado como "zonificación". El proceso de segregación espacial descrito no hace de los estratos sociales "medios" los principales beneficiarios de la expulsión de los sectores populares de las áreas centrales urbanas. La renta del suelo excluye a unos y a otros. Es por ello que el objetivo principal de la intervención estatal -en los países analizados por Lojkine- ha sido mediante "políticas urbanas" que impulsaron "contratendencias" que neutralizaron los efectos negativos señalados y que alcanzan al conjunto de la población: segregación territorial urbana y en los medios de consumo colectivo. Principales referentes Bibliográficos CASTELLS, M. (1978) La cuestión urbana, Siglo XXI (5 ed.), México. FOLIN, M. (1977) La ciudad del capital y otros escritos, G. Gilli, México. HARVEY, D. (1978) Urbanismo y desigualdad social, Siglo XXI, México. LOJKINE, J. (1979) El marxismo, el Estado y la cuestión urbana, Siglo XXI, México.
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La edición original del texto Lojkine se publicó en París en 1977 y la base empírica de su investigación se refiere a la Francia de esa época, pero sus conclusiones pueden aplicarse a la configuración de las ciudades argentinas.
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LA ESPECIFICIDAD DEL PROCESO DE URBANIZACIÓN EN AMÉRICA LATINA Sumario: Caracterización histórica. Urbanización periférica y división internacional del trabajo. Estado y urbanización en América latina, Nota sobre las teorías de la “modernidad” y la “marginalidad social” Caracterización histórica En la literatura especializada se distinguen dos géneros de colonización: a) Colonias formadas, casi exclusivamente, por pequeños propietarios agrarios, con poca predisposición a “asalariarse”; b) Colonias donde la propiedad de la tierra queda concentrada, generándose una sociedad de grandes terratenientes, con una neta división de clases entre propietarios y desposeídos (del medio de producción). El primero sería el caso de América del Norte y el segundo el de América latina. Los dos tipos de recursos -con destino a las metrópolis- que explotaron los colonizadores ibéricos fueron: a) Yacimientos minerales (oro y plata); b) Cultivos tropicales (palo brasil, azúcar, especies, etc.). También eran básicamente dos las restricciones que e presentaban para esas explotaciones: grandes distancias entre las fuentes y los puertos de salida y escasez de mano de obra. En el caso de los minerales, el excedente que producían justificaba el costo de las penetraciones territoriales, en el caso de los cultivos no, y por eso su explotación se localizaba en la periferia cerca de los puertos. En cuanto a la mano de obra, en todos los casos su reclutamiento fue compulsivo: encomienda, mitazgo, esclavitud (es decir explotación servil). Las regiones que más se desarrollaron fueron en las que se asentaron las actividades derivadas de la exportación. El resto fue asiento de actividades de subsistencia, o complementaria de las primeras. Como resultado del tipo de estructura social generada el “mercado interno" no existía, debido a la pobreza generalizada. Rotos los vínculos con las metrópolis, el poder tendió a desplazarse hacia la clase de los que Celso Furtado denominó “señores de la tierra”. En los años posteriores a las "guerras de independencia", los países de América latina encontraron grandes dificultades para generar corrientes comerciales. Metales preciosos, cueros y pieles fueron los únicos productos que lograron exportar. En ese estado de cosas, a mediados del Siglo XIX, comienza la ingerencia del capital inglés en América latina. El dominio comercial, financiero y tecnológico del capital inglés y el dominio sobre la producción local de las oligarquías (los señores de la tierra) se complementaron, dando origen a la primera “alianza imperialista”. Los Estados, que en América Latina "precedieron a las naciones”, aseguraron las condiciones generales y necesarias para la reproducción del capital externo y adoptaron las formas institucionales que garantizaran los procesos de acumulación. En cuanto al territorio, se definen las jurisdicciones nacionales sobre el suelo heredado de la colonia, el que se configura en concordancia con el dominio de las actividades ligadas a la exportación. Se agudiza la diferencia entre regiones en donde se produce para el mercado externo o pasan los canales por los cuales fluye el comercio y regiones que permanecen ajenas a esas actividades ligadas a la exportación. La población comienza a concentrarse en actividades, localizadas en el litoral marítimo. Durante la Primera Guerra Mundial (1914/17) en Argentina, Chile, Brasil, México y Uruguay, se desarrollan núcleos de industrias manufactureras. Posteriormente, hasta la Segunda Guerra Mundial (1939/44), con activa participación estatal, se produce una notable expansión de la actividad industrial especialmente orientada hacia el mercado interno (“sustitución de importaciones”). En las grandes ciudades se acelera la acumulación de pobladores, emigrados del campo (disolución de formas de producción precapitalistas: artesanales y agrarias, y procesos de "industrialización” de la actividad agraria). Según datos de Naciones Unidas, la población de América latina aumentó de 395 millones a 514 millones, 14,8%, desde 1985 al 2000. En el mismo período, su participación en el total de la población mundial pasó del 8,2% al 8,5%. De los 514 millones de habitantes existentes en el año 2000, el 75% eran urbanos, el incremento de la población urbana resultaría equivalente al total de la población urbana en 1960, lo cual da una idea del esfuerzo que requeriría cobijar a los nuevos habitantes urbanos en condiciones apenas similares a las de los ya asentados. Dicho crecimiento se concentraría en las áreas metropolitanas y ciudades intermedias. Como consecuencia de las prácticas denominadas “neoliberales” -dejar al libre juego del mercado 33
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regular la oferta y la demanda de todo tipo de bienes y servicios y relegar a segundo plano las políticas sociales- la mitad de la población urbana estará por debajo de la línea de pobreza; la indigencia y sus efectos resultarán cada vez más fenómenos urbanos. El alto nivel de desempleo entre los jóvenes, el subempleo generalizado y la precariedad del existente serán rasgos estructurales de la población urbana. A la vez, las nuevas políticas sociales promovidas por los organismos financieros internacionales, localizadas en la pobreza extrema, implican fundamentalmente una redistribución de ingresos de los estratos medios de población -antes beneficiados por las políticas sociales universales que se desmantelan- hacia los más pobres, mientras que los estratos de ricos y "nuevos ricos” permanecen beneficiados por los regímenes impositivos y las reducciones de los controles fiscales sobre los bienes privados. A pesar de las disparidades que ocultan los datos globales, existen rasgos comunes en el proceso histórico de urbanización de la América Latina: Æ
Aceleración del fenómeno.
Æ
Fuerte desequilibrio de la red urbana en beneficio de una aglomeración preponderante (macrocefalía: alto índice de “dominación” de una ciudad sobre el resto).
Æ
Falta de relación entre empleo y servicios para las nuevas masas urbanas.
Æ
Gran segregación social y territorial.
Es decir se comprueba una vez más que le proceso de apropiación espacial expresa la estructura y las prácticas de las respectivas formaciones sociales. Pero el factor decisivo del acelerado crecimiento urbano "macrocefálico" de América latina es al incremento sostenido de la migración rural- urbana. La afluencia de población a las “áreas metropolitanas” transforma las formas espaciales pero poco afecta la estructura productiva. Al contrario de lo sucedido en Europa en el siglo XIX, urbanización e industrialización no resultan procesos paralelos. Es decir aparece el fenómeno de un espacio articulado por el capital pero no necesariamente por la industrialización. Urbanización periférica y división internacional del trabajo La estructura de clases en las regiones “periféricas” deriva del proceso “desigual y combinado" del modo de expansión del M.P.C. y da lugar, entre otros, a los fenómenos caracterizados como “marginalidad social” y “mercado informal de la economía”. Este último es considerado como un “polo marginal do la economía” y los contingentes de población alcanzados son también considerados como "marginales" tanto al sistema productivo como a la vida social y cultural de los respectivos países (L. Kowarick, 1977). Esta situación que conlleva la denominada “urbanización salvaje”, es consecuencia del proceso de "disolución" de formas de producción agrarias y artesanales, de la concentración de la desocupación estructural y la resultante “no rentabilidad” para el consumo de “mercancías” y la ausencia de medios de consumo. La presencia constante de una masa de desocupados, presiona para disminuir el costo de reproducción de la fuerza de trabajo. Resulta necesario que nos detengamos para analizar más de cerca el proceso que nos ocupa. No es por azar que todos los países coloniales (o que fueron objeto de la explotación colonial) tienen hoy las mayores aglomeraciones urbanas desde América latina al Asia. Una actividad económica orientada fundamentalmente a la explotación de productos “primarios" debe presentar un "terciario” más importante que el “secundario”, debido a sus necesidades del crecimiento industrial no permiten la capitalización intensa y simultánea de los servicios, en razón de los escasos recursos disponibles para la acumuIación. La aparente hipertrofia de las actividades terciarias oculta un mecanismo fundamental del proceso de acumulación: los servicios realizados sobre la base de pura mano de obra, remunerada a niveles muy bajos y que transfieren una parte de su valor (plusvalía) a las actividades “capitalistas”. En estas situaciones el carácter del "terciario" está también relacionado con el tipo de actividad exportadora, el peso relativo en ella de la actividad agropecuaria, el grado de concentración de la renta y su influencia sobre la estructura social (ausencia de pequeños propietarios de tierras agrícolas, falta de mercado internacional la absorción por la ciudad de población expulsada del campo y también el grado de industrialización de éste, asalaramiento de mano de obra, consumo de “mercancías 34
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industriales”, etc.). Por otra parte y como ya hemos visto, la industrialización tardía se produce cuando existe una gran reserva de trabajo "'cristalizado” en el conjunto del sistema mundial, que en forma de tecnología es transferida a otros países en dicho proceso. La aplicación de tecnología reduce la etapa de acumulación, el ciclo de “realización” del capital y por lo tanto el "efecto multiplicador" de la inversión (uno de ellos el empleo directo e indirecto). “A su vez el complejo de las relaciones que modeló la expansión industrial, estableciendo desde el comienzo un foso abismal en la distribución de las ganancias de la productividad, entre beneficios y salarios, pone en movimiento otro acelerador del crecimiento de servicios, tanto de producción como de consumo personal. Se crea para atender las demandas nacidas de la propia expansión industrial vista desde el lado de las poblaciones comprometidas en ella, esto es desde la urbanización, una vasta gama de servicios desparramados por las ciudades, destinados al abastecimiento de las poblaciones dispersas: pequeños almacenes, bazares, negocios, tallares de reparaciones, de servicios personales. "Estos son los sectores que funcionan como satélites de las poblaciones nucleadas en los suburbios y por lo tanto atienden las de bajo poder adquisitivo: de esta forma los bajos salarios de esas poblaciones determinan el nivel de ganancia de esos pequeños pseudo propietarios (lo que parecería una operación de creación de “bolsones de subsistencia” a nivel de las poblaciones de bajo poder adquisitivo); en verdad, el bajo "nivel de esas ganancias representa costos de comercialización de los productos industriales y de productos agropecuarios que son puestos fuera de los costos internos de producción y refuerzan la acumulación en las unidades centrales del sistema" (Francisco de Oliveira, 1980). Es decir, que el elemento estratégico del conjunto de la economía, la relación de producción establecida entre capital y trabajo en las unidades principales del sistema, no tiende a desplazarse al resto de la economía, como en el modelo “clásico". Al contrarío, por razones históricas que devienen estructurales, las nuevas relaciones de producción impuestas en el sector estratégico de la economía, tienden a perpetuar relaciones de producción, no-capitalistas en la agricultura y a crear un “modelo” no-capitalista de reproducción y apropiación del excedente en los "servicios". La especificidad de este "modelo” consistiría en la creación de una amplia "periferia", donde predominan patrones "no-capitalistas” de relaciones de producción, como forma y medio de sustentar los sectores estratégicos nítidamente capitalistas que a largo plazo son la garantía de la estructura de dominación y reproducción del sistema. Nos hemos detenido en el desarrollo de esta cuestión para desmistificar ciertas interpretaciones, entre ellas la concepción "dualista” de la estructura social de América latina, que durante varios años predominó en el pensamiento sobre la región. El "subdesarrollo" no es un modo de producción, es la forma específica que adquiere la expansión del capital en ciertas condiciones históricas. La "marginalidad", la oposición entre "marginados" y asalariados tampoco corresponde a una dualidad estructural que enfrenta dos formas productivas, una inerte y una dinámica, en el proceso de creación de la riqueza social. Se trata de una misma lógica estructural, que recrea formas “arcaicas" y "nuevas" formas "tradicionales" en la división social del trabajo y donde sobresale el trabajador por cuenta propia. Estado y urbanización en América latina En las sociedades del capitalismo avanzado, el Estado subsidia una parte de la fuerza de trabajo para que, aunque no produzca, siga consumiendo (seguro de desempleo, etc.). En los países de la América Latina, las formas de "economías de subsistencia" urbana cumplen las funciones que en las sociedades del capitalismo maduro son objeto de políticas estatales. La hipótesis que sostenemos es la siguiente: en América latina, en general, no es necesario que el Estado intervenga en la reproducción de una parte de la fuerza de trabajo. Las formas de "economía de subsistencia" ahorran al Estado (al capital) los costos del mantenimiento del "ejército de reserva" de mano de obra que esas formas ocultan. Es decir, que la acción del Estado en el proceso de reproducción social (consumo colectivo) y en el ámbito de concentración de esa reproducción (la ciudad) difiere significativamente de la que caracteriza al “Estado de bienestar”. El penoso problema provocado en las metrópolis de América latina por el loteo y ocupación de tierras en zonas no aptas para habitar, las “invasiones” clandestinas, el déficit de equipamiento infraestructural, el aumento constante del tiempo necesario para recorrer el trayecto entre lugar de habitación y lugar de trabajo, las deficiencias acentuadas del transporte, la polución ambiental, dan idea de la “calidad de 35
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vida” de gran parte de la población de este continente. Los planes de vivienda, de equipamiento social, de ordenamiento urbano esbozados, en general quedan en el nivel del discurso. En América latina, el Estado da prioridad a la creación o ampliación de las condiciones generales de la producción (dispositivos de circulación material y social) y relega a segundo plano el consumo social y las condiciones de vida de la fuerza de trabajo. Pero afirmamos una vez más que la acción del Estado se corresponde con el movimiento dialéctico (contradictorio) de las fuerzas sociales, y por tanto es también consecuencia del grado organizativo y reivindicativo de la fuerza de trabajo. Este es el marco en donde se inscribe el proceso de urbanización en América latina. Nota sobre las teorías de la “modernidad” y de la “marginalidad” social “Cultura de la pobreza”: Concepto que concibe a la pobreza como una entidad que se autoperpetúa en una especie de circulo vicioso. Subyacente a esta visión está la imputación a los propios miembros de las clases pobres la responsabilidad de la situación en que se encuentran atrapados. Entre dos posturas extremas: los pobres son diferentes (marginados) o los pobres son iguales (integrados) parece más real tener en cuenta el desarrollo de un proceso dinámico en el cual estos grupos sociales simultáneamente comparten rasgos de la cultura dominante y otros propios, lo que puede verse como una estrategia de sobrevivencia, que traduce una doble necesidad: la convivencia con el resto de la sociedad y el mantenimiento de su identidad. (Oliven, 1980). La teoría de la “modernización" originada en Estados Unidos de Norte América, opera a través de un mito, que trata de explicar como las diferencias culturales (y étnicas) entre las sociedades serian responsables de las diferencias económicas y sociales. La modernización, generalmente, se caracteriza en dos dimensiones: a nivel de la sociedad y a nivel del individuo. En el primer caso, las sociedades son comparadas según ciertos indicadores, en el segundo, el foco se centra en los individuos que son clasificados en términos de comportamiento y actitudes más o menos modernas. (Y aquí reaparecen los dos polos del continuum: tradicional/moderno). Este resulta un “modelo” a-histórico y lineal del cambio social: toda sociedad estaría en un punto del continuum tradicional/moderno y podría moverse de un extremo al otro, siendo el prototipo de lo moderno, el de las sociedades del capitalismo avanzado. Se corresponde con la del “desarrollo” y la concepción “dualista” de las sociedades (donde convivirían la “tradicional” y la ”moderna”). Principales Referentes Bibliográficos ª
CASTELLS, Manuel (1978) La cuestión urbana, Siglo XXI, (5 ed.), México. CASTELLS, Manuel (1981) Capital multinacional, estados nacionales y comunidades locales, Siglo XXI, México. FURTADO, Celso (1985) Formación histórica de América Latina, Siglo XXI (18ª ed.), México. KOWARIK, Lucio (1977) Capitalismo e marginalidade na América latina, Paz e Tierra, Río de Janeiro. OLIVEIRA, Francisco (1980) Crítica a razao dualista, CEBRAP, S. Pablo. OLIVEN, R. (1980) Urbanízaçao e mudança social no Brasil, Vozes, Petrópolis. a
SlNGER, Paul (1983) Economía política de la urbanización, Siglo XXl (6 ed.), México.
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FACULTAD DE ARQUITECTURA, URBANISMO Y DISEÑO
TALLER DE URBANISMO "A" PROFESOR TITULAR: ALBERTO CIGNOLI
CURSO I
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Notas de cátedra 9
LA ESTRUCTURA URBANA
45
Enfoques conceptuales
45
Las estructuras urbanas de América Latina
47
PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
48
LAS CATEGORÍAS DE CASTELLS PARA ANALIZAR LAS ESTRUCTURA URBANAS METROPOLITANAS EN FUNCIÓN DE LOS DIFERENTES PROCESOS ECOLÓGICOS
49
El espacio del Intercambio (I)
49
El espacio de la Gestión (G)
50
El espacio de la Producción (P)
51
El espacio del Consumo (C)
51
Cuadro 3. Relaciones entre los elementos de la Estructura Urbana
52
PLANOS Plano de Mileto Plano de Martina Franca
53
Plano de Filadelfia
52
Plan piloto de Brasilia
53
Plano de Barcelona
53
Plano Para comprender la ciudad
54
52
Plano Zonas
54
Plano Ciudad y sociedad capitalista
54
Plano La segregación étnica en Chicago
55
Plano Isocronas de Toulouse
55
10 LA CUESTIÓN REGIONAL
58
El concepto de región
58
Ciudad y región
58
La división territorial del trabajo
59
Conflictos y movimientos sociales regionales
59
La ciudad en el posfordismo
59
11 LA FORMACIÓN SOCIAL ARGENTINA Y SU RED DE CIUDADES
60
Orígenes
60
El siglo XIX
62
El papel del Estado en el período
62
La estructura social del final del período
63
El ciclo agroexportador y la “especificidad” de la formación social argentina en América Latina
64
La crisis mundial del ´30 y su repercusión en la Argentina
65
El “pacto populista”
66
La “transnacionalización” de la economía
66
La “latinoamericanización”
67
El proceso de acumulación y la configuración del espacio territorial. Las “desigualdades regionales”
68
La región centro
68
El Sur
68
Comahue
68
Patagonia
69
Región monoproductora
69
38
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69
Región periférica La trama de ciudades
69
PRINCIPALES REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS
71
12 SINOPSIS: ESTADO, RÉGIMEN Y GOBIERNO
72
Ciclos históricos del Estado capitalista
72
39
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LA ESTRUCTURA URBANA Enfoques conceptuales El concepto de estructura urbana es algo central tanto en los estudios urbanos como en la práctica de la planificación. También en este tema, puede afirmarse que hay dos enfoques predominantes en la aproximación a su estudio: 1) el Funcionalista y 2) el Clásico. El funcionalismo considera que hay elementos y relaciones que componen el sistema urbano y su interés radica en describir las leyes sobre cómo se insertan las actividades en lugares específicos. Así, dentro de él, se destacan dos aspectos: a) uno general acerca del concepto de Estructura urbana y b) la teoría específica que precisa las relaciones entre los elementos, o sea, las leyes del sistema. Aquí encontramos a autores como Foley, Webber y más tarde, Yujnovsky. Este es un esquema muy general, dentro del cual se ubican teóricos de la ecología como Burgess; de la economía neoclásica de la localización, como Wingo y Alonso y otros más personales como los estudios con aporte instrumentales de Chapin. En su esquema conceptual, el objeto de estudio es el ordenamiento de las actividades en el espacio urbano (lo que para Yujnovsky sería la conformación interna de las ciudades). Para este enfoque, el aparente caos funcional sería un orden estructural y los estudios urbanos deben identificar esas estructuras para poder planificar o controlar el desarrollo urbano. La morfología de la ciudad es, para este enfoque, una consecuencia de la dinámica de las actividades urbanas, donde habría tres niveles: 1) los pautas culturales o normativas (lo que permite el consenso social); 2) las funciones o la organización (los distintos tipos de actividades); y 3) los elementos materiales (las edificaciones y su soporte). Aquí el papel clave lo desempeñan las actividades, que dependen de los valores de la comunidad. Entonces, las actividades o tipos de funciones son los elementos dinámicos claves de la estructura urbana. La planificación va a adaptar el espacio material a las demandas de actividades; el espacio urbano es considerado un receptáculo de esas actividades; el espacio existe apriori y en él se inscriben las actividades. La estructura urbana se definiría en base a relaciones funcionales, artefactos materiales y localización de actividades. Sin embargo, Yujnovsky va a ampliar el concepto al introducir el de sistema decisional, el cual restablecería el equilibrio entre la estructura socio- económica y la estructura material. Dentro de cada uno se dan relaciones internas que, a su vez, requieren elementos materiales para existir y desarrollarse. Se pretende detectar leyes que expliquen la inserción de las actividades en lugares específicos del espacio. En lo que atañe a la escala urbana, hay dos corrientes importantes: la ecología humana y la escuela económica. Los análisis de la primera -que concibe a la ciudad como un ambiente donde los individuos compiten entre sí para apropiarse de los recursos disponibles- parten de un sistema de funciones diferentes pero complementarias, ligadas a una localización. Existen unidades ecológicas que se relacionan y que conforman la estructura urbana. El dinamismo se analiza por procesos descriptivos pero no explicativos (segregación, concentración, invasión- sucesión, etc.) Para la segunda, inspirada en la economía neoclásica, ha tenido poco interés la teoría del crecimiento y parte de los principios típicos del marginalismo. Hay un conjunto de agentes donde, a través de un mercado de competencia perfecta, el espacio urbano adquiere diferencias que determinan la ubicación de las actividades. Aquí los actores típicos son: los terratenientes (utilizan la competencia de los consumidores de tierra), las empresas (que intentan maximizar sus beneficios) y los residentes (donde existe preferencia y un ingreso familiar dado). Los ingresos de la población son exógenos, es decir, no es algo que se cuestione o que intente ser explicado. Estos tres actores persiguen una utilidad y la asignación de funciones al espacio urbano se realiza a través del precio de la tierra, el cual está determinado por la accesibilidad. En este enfoque, los procesos son básicamente de intercambio. Es evidente que ni en el esquema general ni en las teorías aparece una preocupación por la producción del espacio urbano o por el proceso social que conduce a su producción. Se conceptualiza el comportamiento de agentes privados y el Estado es sólo un regulador; las relaciones entre estos son relaciones técnicas y no relaciones sociales. Dentro de la tradición clásica -en cuya corriente pretende inscribirse este Curso- encontramos a autores 40
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como Manuel Castells, David Harvey y Jean Lojkine y dentro de América latina a Paul Singer, Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto. Contrariamente al anterior, en este enfoque el espacio es considerado un producto o materialización de relaciones sociales. Es un producto de la relación sociedad- naturaleza. La producción del espacio urbano implica no sólo algo tecnológico sino un conjunto de relaciones sociales; se produce como un bien; es una mercancía. La ciudad es producto de un proceso histórico. En este sentido, el espacio urbano debe ser visto no sólo desde el ángulo del consumo sino de la producción, es decir, de las actividades necesarias para construir el espacio urbano. Aquí los elementos que definen la estructura urbana no son las actividades sino 1) los grupos sociales que actúan dentro de cada actividad; 2) los medios de producción; y 3) los bienes y servicios urbanos. Esto significa que habrá un consumo diferenciado de los productos, o sea, de los bienes y servicios. En otras palabras, el enfoque clásico no sólo estudia la interdependencia técnica entre las actividades urbanas en un espacio ya construido sino, además, las relaciones sociales que se dan en un espacio que no sólo se consume sino que es necesario construir. En Harvey hay dos problemas relevantes: 1) la ciudad como elemento construido y 2) la renta de la tierra, a partir de concebir el urbanismo como forma social, la ciudad como elemento construido y el modo de producción dominante. Manuel Castells será quien intente una definición de la estructura urbana, retoma el concepto de unidad ecológica como base material de la conformación del espacio urbano, pero la considera producto de las relaciones sociales que se dan en dicho espacio y en ese sentido, centra el análisis de la estructura urbana, este autor, la considera como conformada por tres subsistemas: 1) el económico; 2) el político o de gestión y 3) el ideológico o simbólico. El subsistema económico, que es el que más ha desarrollado, tiene a su vez los elementos de producción, consumo e intercambio. Aquí cabe una observación: el análisis de sistemas es un método empírico que permite articular, con fines operativos, fenómenos naturales con fenómenos sociales, pero como todo funcionalismo, subestima el comportamiento de los actores sociales y diferencia la sociedad en subsistemas a los cuales otorga el mismo peso significativo y dota de lógicas propias (lo económico, lo social, lo político, lo cultural, lo tecnológico). Y si bien en el texto que adoptamos como eje de esta temática, Castells cambia el marco de interpretación general que hace el funcionalismo sobre la estructura urbana, la propuesta de este autor presenta rasgos similares a las de aquél. Una definición simple de estructura resulta la siguiente: "La disposición ordenada de las partes en un todo”. Consecuentes con la misma podemos definir la estructura urbana como "la forma de localización espacial de los elementos materiales que configuran una ciudad”. Pero según nuestra tesis, en toda conceptualización o en todo análisis de la estructura urbana, subyace explícita o implícitamente una teoría de la organización social. "Se explica entonces la organización urbana corno un conjunto del proceso modelado, distribuido y puesto en relación por las “unidades ecológicas” a saber, toda expresión espacial que presenta una determinada especificidad con relación a su medio ambiente inmediato" [Residencial, industrial, administrativa, etc.] (Castells, 1977). (El concepto de ecología surge de estudios zoológicos y botánicos que intentan verificar las relaciones entre seres vivos entre sí y de estos con el medio natural, no tardando en extenderse su aplicación al conjunto de la sociedad humana). Los principales procesos ecológicos que se pueden distinguir en el espacio urbano son: 1) La concentración, o sea el aumento de la densidad de población en un espacio y momento determinado; 2) La centralización o especialización funcional de una actividad o red de actividades sobre un mismo espacio y su vinculación jerárquica con el entorno. La centralización y su contrario, la descentralización, originan flujos de movilidad en la estructura urbana y por consiguiente funciones de circulación en sentido amplio; 3) La segregación, que se refiere al proceso mediante el cual el contexto social del espacio se hace homogéneo dentro de una unidad y se diferencia fuertemente de unidades exteriores, generalmente según la distancia social derivada de la forma de estratificación social; 4) La invasión- sucesión, que explica el movimiento por el cual una nueva población o actividad se introduce en un espacio previamente ocupado, siendo rechazada por el asentamiento anterior, integrada o sucediéndola como dominante en la unidad ecológica en cuestión. Insistimos, la sola formalización de observaciones empíricas sobre tal o cual realidad urbana no permite avanzar ni profundizar el conocimiento de esa realidad. La composición, la diferenciación y la 41
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interrelación entre formas espaciales son consecuencias de las prácticas contradictorias de los actores sociales y de la articulación de diferentes modos de producción. Si bien la forma en que se distribuye la riqueza social resulta determinante en la apropiación y uso del suelo, la segregación espacial urbana se corresponde con características de la estratificación social. Por lo tanto el examen de este proceso debe basarse más que sobre la división de clases, sobre estratos sociales diferenciados por niveles de ingreso, grados de instrucción, tipos de actividad ocupacional, afinidades étnicas, pautas de consumo, valores simbólicos. (Por ejemplo: Busca de residencia en barrios “prestigiosos”, preferencia por vecinos del mismo '”status”). Manuel Castells, funda el análisis de la estructura urbana en la expresión espacial de las principales prácticas sociales y los consecuentes procesos ecológicos. Distingue: A) Actividades productivas (factores de localización: presencia o ausencia de economías de escala, presencia o ausencia de "externalidades", entre ellas la infraestructura de transporte y comunicaciones. B) El espacio de consumo (configuraciones de áreas residenciales, tipologías habitacionales, actividades para la reproducción social). C) El intercambio (la circulación intraurbana, de bienes, servicios y personas). D) La centralidad urbana (como lugar geográfico, como centro social y simbólico, diversidad de centralidades). Corresponde formular dos observaciones: 1) Castells toma como paradigma de sus investigaciones las áreas metropolitanas de países centrales; 2) Los estudios a que hacemos referencia corresponden al período del régimen de acumulación fordista. El posfordismo se caracteriza por una forma emergente de organización industrial, la empresa red, tanto en el caso de grandes unidades de producción que se descentralizan como en el caso de distritos industriales constituidos por pequeñas empresas interdependientes. Estos sectores combinan una estructura flexible de microempresas, que resultan constelaciones, con una o más sedes de decisión y representación. En estas formas la fuerza de trabajo está organizada en función de flujos intermitentes o sea mediante empleos precarios. Las nuevas industrias -en expansión- de la información, de la cultura, del esparcimiento, se organizan en esa forma. Este proceso repercute en el tejido social y en la conformación del espacio urbano. Las estructuras urbanas de América Latina No existe semejanza alguna entre la “génesis" de las ciudades de América latina y las de Europa occidental. Estas últimas resultan del proceso de concentración del patrimonio monetario y desarrollo de la burguesía y constituyeron focos dinámicos en la disolución del feudalismo. La ciudad colonial fue establecida por sociedades ya urbanas, como plataforma para la ocupación del territorio y la explotación de sus recursos naturales exportables a la metrópolis; estuvo marcada por el predominio de oligarquías terratenientes. Influyeron sobre estas ciudades dos tendencias: en el caso de las españolas, la preferencia por la vida urbana y el "ausentismo", la no residencia en las explotaciones; en el caso de las portuguesas, la preferencia por residir en las plantaciones, rodeado por el séquito de servidores ocupados en la producción y los servicios. Las ciudades de la conquista española están trazadas por la aplicación de las "Leyes de Indias", interpretadas en forma rígida. La voluntad de dominio de los españoles, la obstinación castellana en imponer a la naturaleza y a los pueblos sometidos la marca del rey, los llevó a diseñar "ciudades abstractas", en las cuales el cuadrilátero central de la plaza mayor y la rectitud de las calles que de ella deberían nacer, oponían a la geografía local, la autoridad metropolitana. Los portugueses, más pragmáticos, dejaron que sus ciudades se desplegaran en el "desalíneo” de callejas que tanto en el llano como en las laderas, constituyeron la simbiosis entre la variada naturaleza tropical y las concepciones europeas del trazado urbano. En estas ciudades no existe la plaza mayor, su equivalente cercano es el "rocío", terreno comunal sin construir, o bien el "largo", calle ensanchada con función de mercado, similar al de las ciudades medievales. Conviene señalar que, hacia fines del siglo XIX, salvo Buenos Aires, México y Río de Janeiro, las ciudades de América latina eran pequeñas, sin suburbios, abiertas, con muchos baldíos y que el campo era de acceso inmediato en todas las orientaciones. Si bien hoy las ciudades de América latina no constituyen un patrón común de configuración espacial, en general son el resultado de la "simbiosis" de dos formas urbanas: una la heredada de la colonización, con un "centro histórico”, que sirvió de residencia de los sectores sociales más pudientes 42
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y de sede de las actividades político- administrativas, rodeado de barrios populares; la otra la resultante del "crecimiento industrial", que conlleva la especialización del área central, la difusión residencial y la proliferación de los distritos, no siempre periféricos, constituidos por las "villas miseria". Principales referentes Bibliográficos ª
CASTELLS, Manuel (1977) La cuestión urbana. Siglo XXI, 5 edición. México. CIGNOLI, Alberto y otros (1997) La cuestión urbana en el posfordismo. Homo Sapiens. Rosario. YUJNOVSKY, Oscar (1979) La estructura interna de la ciudad: El caso latinoamericano. SIAP.
Buenos Aires.
LAS CATEGORÍAS DE CASTELLS PARA ANALIZAR LAS ESTRUCTURA URBANAS METROPOLITANAS EN FUNCIÓN DE LOS DIFERENTES PROCESOS ECOLÓGICOS I. Espacio del Intercambio (I) 1
Reconocimiento
1a.
Concepto: transferencia (sentido mercantil). Son aquellas actividades espacialmente expresadas que contribuyen de manera directa o indirecta a la transferencia de bienes.
1b.
Bienes
1b.1.
De uso intermedio
1b.2.
De uso final
1c.
De manera directa
1c.1.
Comercialización: Mayorista / Minorista
1c.2.
Gerenciamiento
1d.
De manera indirecta
1d.1.
Almacenamiento
1d.2.
Publicidad y marketing
1e.
Espacialmente expresadas
1e.1.
Localizadas por condiciones de mercado
1e.2.
Especializadas por condiciones de mercado
1e.3.
Estratificadas por capacidad de transferencia
2.
Patrones de localización en Intercambio
2a.
Concentrada
2a.1.
Centralizada
2a.2.
Descentralizada Æ subcentros comerciales
2b.
Dispersa
3.
Espacio de transferencia (sistema de circulación y transporte)
3a.
Concepto: desplazamiento (sentido funcional)
3b.
De manera directa
3b.1.
Vías de tránsito: calles y autopistas – líneas de ferrocarril - túneles y puentes
3b.2.
Terminales y estacionamientos
3c.
De manera indirecta
3c.1.
Estaciones de servicio
3c.2.
Talleres mecánicos
3d.
Espacialmente expresadas
3d.1.
Sistema circulatorio central (red vial secundaria, terciaria, cuaternaria, especiales y peatonales)
Æ (borde - dentro - canal) de manzana
43
U.N.M.d.P. - F.A.U.D. - TALLER DE URBANISMO “A”
3d.2.
Sistema circulatorio periférico (red vial primaria)
3d.3.
Sistema circulatorio de entrada (red regional e interregional) Red interregional: vías que vinculan al Partido con los centros urbanos de la provincia y del país. Red regional: rutas que carecen de continuidad fuera de la región, vías que vinculan al partido con partidos adyacentes y confieren entidad regional al área de influencia de la ciudad. Red rural: integrada por los caminos que conforman la trama vial del partido, vías que vinculan las diferentes áreas rurales y urbanas del partido y se conectan con la red vial primaria de la ciudad. Red vial primaria: integrada por avenidas de tránsito rápido, cuya función es prolongar dentro de la ciudad los accesos que vinculan a esta con la región y el resto del país; distribuir el tránsito regional a la red secundaria y permitir el rápido ingreso y egreso a los distritos centrales, a la costa balnearia y a los extremos del ejido. Red vial secundaria: integrada por las avenidas con menor ancho y menor continuidad que sirven como aliviadores o vinculaciones parciales de sectores de la ciudad. Primordialmente conectoras entre las vías primarias y también ofician como colectores y distribuidores de centros generadores y receptores de tránsito. Absorben elevado caudal del transporte público automotor y sirven de interconexión entre diferentes sectores de la ciudad. Red vial terciarias: calles colectoras- distribuidoras separadas entre sí a ritmos regulares. Permiten encauzar el tránsito más pesado (aprovisionamiento, mudanzas, construcción) o más rápido, con la máxima continuidad obtenible en relación a las más fina y menos dinámica trama de acceso vecinal (trama cuaternaria) Estas calles colectoras deben actuar como pioneras en materia de mejorados, pavimento y alumbrado domiciliario a todas las unidades parcelarias de las áreas urbanas, las que solo accidental y periódicamente reciben vehículos de carga. Red vial cuaternaria: calles que pueden tener menor sección, quedando exclusivamente para permitir el acceso vehicular domiciliario a todas las unidades parcelarias de las áreas urbanas, las que solo accidental y periódicamente reciben vehículos de carga. Vías peatonales: su característica es estar vedadas al tránsito vehicular regular, para que oficien de paseos peatonales.
II. Espacio de la Gestión (G) 1.
Reconocimiento
1a.
Concepto: en el sentido político, la regulación institucional (poder coercitivo y legitimado por el sistema económico) que hace al funcionamiento general del sistema capitalista, dentro de ello la organización del espacio urbano necesario al proceso general de producción, que engloba todas aquellas actividades (P, C, I) espacialmente expresadas.
1b.
En forma directa (Ejecutivo, Legislativo, Judicial).
1b.1.
Administración Pública (burocracia): organismos dependientes, sede de la administración política y jurídica.
1b.2.
Organismos descentralizados (con legitimación Estatal): dedicados a la administración del espacio urbano, a través de la planificación, regulación, control e inversión publica, tratando de ordenar el desarrollo urbano (Plan director, Código de Ordenamiento Territorial, Infraestructura, Equipamiento).
1c.
En forma indirecta.
1c.1.
Los partidos políticos.
1c.2. 1c.3.
Corporaciones (Bolsa de Comercio, UCIP, etc.). Asociaciones intermedias ( Soc. de Fomento, Amigos de la Calle, etc.).
1d.
Espacialmente expresadas.
1d.1.
Centros históricos con actividades estratificadas (en América latina).
1d.1.1 Actividades centralizadas (altas jerarquías de gobierno). 44
U.N.M.d.P. - F.A.U.D. - TALLER DE URBANISMO “A”
1d.1.2 Actividades descentralizadas (delegaciones de recaudación, ministerios, embajadas, etc.). III. Espacio de la Producción (P) 1.
Reconocimiento.
1a.
Concepto: "Son aquellas actividades espacialmente expresadas que contribuyen en forma directa a la formación de bienes o a la gestión y reorganización del proceso productivo".
1b.
En forma directa: disponibles inmediatamente a la formación de bienes.
1b.1.
Indispensabilidad.
1b.2.
Inmediatez.
1b.3.
Permanencia.
1c.
En forma indirecta: todas aquellas actividades que suponen elaboración in situ de materia prima al producto final.
1c.1.
"Formación de bienes": Transformación industrial de la materia prima en producto final de bienes primarios (alimentos), secundarios (artefactos, maquinarias) y terciarios (altas tecnologías).
1d.
Gestión y organización en el servicio a la producción.
1d.1.
Financiamiento.
1d.2.
Gerenciamiento y administración.
1d.3.
Tecnificación: investigación, experimentación y desarrollo de los centros productivos.
1e.
Gestión y regeneración: beneficios de la producción.
1e.1.
Burguesía: propietarios de los medios de producción.
1f.
Espacialmente expresadas: que están materializadas en el espacio de una economía de aglomeración.
1f.1.
Localizadas: radicadas en algún lugar de la ciudad.
1f.2.
Especializadas: diferenciadas por su modalidad productiva.
1f.3
Estratificadas: jerarquizadas por nivel económico y/o capacidad productiva.
1f.4
Tienen expresión arquitectónica
2.
Patrón de localización en (P). De acuerdo a características estructurales, determinantes en cada tipo de empresa.
2a.
Condiciones de mercado: de índole económica. Pequeñas y medianas empresas alimenticias que requieren mercado para la salida directa de sus productos.
2b.
Requerimientos funcionales: de índole técnico. Necesidad de un medio tecnológico para el buen funcionamiento de empresa.
2c.
Valoración simbólica: de índole social (joyeria, IBM). Se refiere a aquellas empresas que requieren de cierta imagen en espacios valorizados socialmente.
IV. Espacio del consumo (C) 1.
Reconocimiento
1a.
Concepto: Son aquellas actividades espacialmente expresadas que contribuyen de manera directa e indirecta a la reproducción de la fuerza de trabajo.
1a.1.
Reproducción: en el sentido económico, recuperación de la fuerza de trabajo.
1a.2.
Fuerza de trabajo.
1a.2.1 Calificada (alta productividad). 1a.2.2 No Calificada (baja productividad). El adiestramiento adquiere valoración social. 1b.
De manera directa: reproducción simple (recuperación biológica de la fuerza de trabajo).
1b.1.
Habitación (vivienda): individual y/o colectiva.
1b.2.
Residencia (barrio - zona). 45
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1c.
De manera indirecta: reproducción ampliada (cultura, recreación, educación, salud, etc.).
1c.1.
Recreación y cultura.
1c.2.
Recreación y deporte.
1e.
Espacialmente expresadas.
1e.1.
Localización: respecto del núcleo de actividades especializadas de primer nivel.
1e.1.1 Centrales. 1e.1.2 Intermedias (con posibilidades de transporte de rápida comunicación con el área central). 1e.1.3 Periféricas (de acceso restringido). 1e.2.
Segregación.
1e.2.1 Clase media alta. 1e.2.2 Clase media. 1e.2.3 Clase obrera. 1e.3.
Patrón de estratificación: (valoración social).
1e.3.1
Simbólico: histórico, tugurio, contaminado.
1e.3.2 Ecológico: medio ambiente. Barrios parque. 1e.3.3 Funcional: equipamiento. (valoración económica).
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Cuadro 3. RELACIONES ENTRE LOS ELEMENTOS DE LA ESTRUCTURA URBANA P
C
I
G
P
Tráfico de Insumos
Desplazamiento de trabajadores (retorno)
Abastecimiento de mercancías
Abastecimiento de productos
C
Desplazamiento de trabajadores
Intercambio de productos
I
Abastecimiento de insumos
G
Servicios
Desplazamiento de trabajadores
Abastecimiento de productos Desplazamiento de trabajadores (retorno)
Servicios comerciales
Servicios administrativos
Tráfico de mercancías
Abastecimiento de productos
Servicios
Desplazamiento de funciones
Servicios Desplazamiento de trabajadores (retorno)
Nota: Los movimientos son pendulares, desplazamiento - retorno
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Desplazamiento de trabajadores
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LA CUESTIÓN REGIONAL El concepto de región La región (porción de territorio identificada según características de homogeneidad o heterogeneidad) puede ser definida como campo de estudio o como campo de acción. (El término región deriva del latín regere es decir, regir, dominar y constituye una forma de organización política del territorio). Durante el régimen de acumulación fordista se produjeron acciones públicas de gran envergadura y se reorganizaron vastos espacios geográficos. Los planes regionales se formularon y aplicaron como instrumentos políticos de regulación de las contradicciones sociales generadas por el desarrollo capitalista que es "desigual y combinado". La evidencia empírica comprueba que, en general, los planes regionales se refieren a territorios en los cuales se presentan problemas o conflictos graves de diferente origen -incluso debidos a fenómenos naturales- que devienen cuestiones políticas y es así como surge la denominación "región- problema". (Ya durante la década precedente a la Segunda Guerra Mundial; la regulación del curso del río Tennessee, en los Estados Unidos de Norteamérica, fue considerado el proyecto paradigmático de planificación regional capitalista. Propuesto en su mensaje al Congreso en 1933 por el presidente Roosevelt, quien inauguró la aplicación de las políticas keynesianas para salir de la crisis de acumulación y de la gran depresión de los años 30; el plan que quedó a cargo de la Autoridad del Valle del Tennessee, significó la construcción de un sistema de embalses que encausó el río poniendo fin a las inundaciones periódicas, la dotación de energía eléctrica al valle, la fertilización de grandes superficies de tierra y la renovación de centros urbanos). Las configuraciones urbano- territoriales son productos contingentes del despliegue en el espacio geográfico de las relaciones sociales de producción. La vinculación entre territorio y Estado remonta a los orígenes de éste; el Estado antes de constituirse como nación se conformó como territorio entre fronteras. El dominio del espacio geográfico es requisito esencial para ejercer el control social. La intervención del Estado en el territorio tiene el mismo carácter que su intervención en la totalidad social: Como representante virtual del interés colectivo, trata de legitimar y asegurar la articulación espacial de las relaciones sociales de producción. Ciudad y región En la ciudad se concentra y moviliza excedente producido socialmente, es decir que ella constituye lugar privilegiado de valorización del capital. (La génesis de la ciudad resulta de la transferencia de la renta agraria a la economía urbana.) La ciudad es sustancialmente inseparable de su ámbito geográfico inmediato, de sus interacciones y por lo tanto no puede ser examinada independientemente de aquél. Las regiones han sido abordadas por distintos autores (Lösch, Isard, Berry, Rochefort, entre otros) como un conjunto de centros urbanos jerarquizados que responderían a una matriz funcional de redes de flujos de bienes, servicios, personas e información, siendo de rango superior los que concentran mayor población y las actividades menos frecuentes. La hipótesis que guía este análisis descriptivo de las vinculaciones interurbanas es que las ciudades constituyen nodos de transformación social y "puntos fuertes" para apoyar acciones regionales. La objeción mayor que puede hacerse a este abordaje es el de asignar a las propias ciudades capacidad de generar por su influencia los más variados efectos sobre la vida social. El comportamiento de los actores sociales es reificado en atributos de las ciudades. Este fetichismo hace que las relaciones entre fuerzas sociales sean presentadas como relaciones entre ciudades o entre regiones. Las ciudades o regiones no se pueden analizar como variables independientes. Una vez más, el proceso contingente de la producción de las formas espaciales debe estar siempre en el centro del análisis, tratando de evitar reduccionismos ecológicos, tecnológicos o de cualquier otro orden.
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La división territorial del trabajo El proceso de regionalización resulta en gran medida de la división territorial del trabajo. Al entrar en crisis la industrialización fordista, en busca de mejorar la tasa de beneficio, se consolida una segmentación del proceso productivo, constituida por: 1) Concepción, organización de métodos e ingeniería, devenido autónomo; 2) Fabricación calificada, que exige mano de obra capacitada; 3) Ejecución y montaje que no requiere mano de obra calificada. La posibilidad de disociar geográficamente esos tres segmentos permitió articular el circuito productivo en tres tipos de disponibilidad de mano de obra, diferenciado principalmente por la calificación y las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo. La aplicación de esta estrategia, experimentada inicialmente en el centro, se trasladó hacia la periferia, donde los salarios son más bajos y los trabajadores están menos organizados o imperan regímenes represivos que los controlan rigurosamente. La reorganización posfordista del proceso productivo, que destruye y precariza empleo y el modelo de acumulación impuesto a los países periféricos a través del Fondo Monetario Internacional, está generando una nueva división territorial del trabajo. El territorio se fragmenta por la apropiación y gestión privada de grandes parcelas que se integran al espacio geográfico supranacional y otras que quedan excluidas del mismo. Conflictos y movimientos sociales regionales La configuración del territorio es objeto y consecuencia de luchas políticas; los procesos de organización territorial y los procesos sociales están relacionados dialécticamente. Lo que se suele presentar como relaciones entre regiones o como conflictos regionales son, en realidad, relaciones o conflictos entre fuerzas sociales: Entre formas no propiamente capitalistas y formas capitalistas, entre fracciones de capital no oligopólicas y sectores oligopólicos o derivados de la reorganización de la fuerza de trabajo, de la defensa de identidades culturales, etc. Estos conflictos dan lugar al desarrollo de movimientos sociales regionales (ocupación de fábricas, cortes de rutas, movilizaciones hacia las sedes de organismos gubernamentales, etc.), movimientos “policlasistas” que no necesariamente cuestionan la hegemonía dominante, pero que pueden enfrentarla, cuestionando las repercusiones locales de políticas nacionales. Estos movimientos ponen en jaque la legitimidad de la acción del Estado, el que es atravesado por conflictos entre jurisdicciones territoriales (nacionales, provinciales, locales), que agudizan sus contradicciones internas. La ciudad en el posfordismo En las actuales condiciones en las que se busca reducir la intervención del Estado en la regulación del mercado y en la inversión total, minimizar su papel empresarial y en la producción social no resulta arriesgado suponer que la inversión/ acumulación regional/ local quedará en manos de la actividad privada. El progresivo abandono de la "planificación regional" en beneficio de tendencias que parecen confluir con fundamentos y propósitos dispares- en la "descentralización”, erige a las ciudades en sedes de la acción regional/ local. Ante esta coyuntura las comunidades urbanas compiten entre si para ofrecer "ventajas comparativas" a la radicación de capitales tratando de crear mejores condiciones de vida, adecuado ambiente para negocios y realización de grandes eventos, mediante inversiones en infraestructura y equipamiento de dudosa rentabilidad.
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LA FORMACIÓN SOCIAL ARGENTINA y SU RED DE CIUDADES Sumario: Orígenes. El Siglo XIX. El papel del Estado en ese periodo. La estructura social al final del periodo. El ciclo agro-exportador y la “especificidad" de Argentina en América latina. La crisis mundial del 30 y su repercusión en la Argentina. El "pacto" populista. La "transnacionalización" de la economía. La "latinoamericanización". El proceso de acumulación y la configuración del espacio territorial. Las "desigualdades” regionales. La trama de ciudades. Orígenes El territorio que se extiende al sur del trópico de Capricornio y al este de la cordillera de los Andes hacia el Océano Atlántico no posee recursos naturales de magnitud, ni localización geográfica adecuada para constituirse en centro importante de la economía de la Colonia. La ausencia de minas y la imposibilidad de plantaciones tropicales indicaban perspectivas poco promisorias. El Caribe era el centro de gravedad del sistema colonial español. Tres fueron las corrientes "colonizadoras” que originaron los asentamientos urbanos de la Argentina actual: la del altiplano, la del agua y la de la cordillera. La primera descendió de la Puna de Atacama en busca de praderas. En 1553 funda Santiago del Estero, en un segundo avance Córdoba en 1573 y ese mismo año Santa Fe, en busca de un vínculo fluvial y marítimo. La segunda o del litoral, se origina en la importancia económica y política del Estuario del Plata, en 1580 se funda Buenos Aires, en su margen accesible desde el interior y por lo tanto desde las rutas colonizadoras del Norte y Oeste. Buenos Aires se configura como el Puerto-Puerta del continente. El Río de la Plata constituía el mejor acceso al corazón del imperio colonial al sur del Perú. Era una mejor penetración a Potosí que la de Lima, por razones de distancia y de relieve. Corrientes fundada en 1588 sobre el mismo derrotero servirá de articulación para la vinculación con Asunción del Paraguay. La corriente occidental o de Cuyo, respondió a incentivos para aprovechar recursos naturales y de mano de obra indígena en dependencia servil de colonizadores de Santiago de Chile. A estos objetivos respondieron las fundaciones de Mendoza (l561), San Juan (1562) y San Luis (1594). Estas corrientes configuraron las tres regiones de la Argentina colonial. Las poblaciones indígenas estimadas en trescientos mil individuos, estaban dispersas y en ellas predominaba un bajo nivel de organización social. Las economías regionales se desarrollaban fundamentalmente en torno a los centros urbanos. En el Noroeste las actividades estaban constituidas por artesanías (ropas, utensillos, alimentos), producto de las tradiciones indígenas y por la cría del ganado en pie, fundamentalmente mular, que se concentraba en el mercado de Salta y de allá partía hacia el Alto Perú, donde se extraía el mineral. Esta fue la región de mayor importancia relativa durante la época de la Argentina colonial y albergaba al 40% de su población. En Cuyo la actividad predominante era la producción agropecuaria bajo riego, en Córdoba y San Luis, la ganadería extensiva. En el Litoral, que contiene la Pampa húmeda, la región más atrasada y carente de mano de obra en esa época, reinaba la civilización del cuero. En estas regiones se desenvolvían economías “autónomas’', desvinculadas directamente del comercio internacional y que producían escaso excedente. La facilidad de la reproducción del ganado caballar y posteriormente del vacuno, marcó al litoral argentino. La merced de tierras era la forma jurídica a través de la cual la corona española entregaba tierras en propiedad a un particular. En la región del litoral el equivalente del vecino "encomendero" de otros lugares fue el vecino "accionero”. El término "accionero" proveiene de la acción de "vaquear" (cazar ganado cimarrón) que se arrogaron los señores del litoral y que conllevaba la prohibición de labrar tierras para la agricultura. En la práctica sólo se permitía la agricultura en tierras de “pan llevar" (cultivo de trigo). Las mercedes y las vaquerías, configuraron la estancia colonial y se complementaban institucionalmente para asegurar el dominio "de derecho o de hecho" sobre las grandes extensiones de tierras. Cabe destacar que la concentración de la propiedad de las tierras en pocas manos tiene antecedentes que se remontan al inicio de la conquista. Como señala Julio V González, cuando Juan de Garay funda Buenos Aires en 1580, establece "solares" en el trazado urbano, "chacras" en el ejido urbano y "especies de estancias" en campos aledaños, de aproximadamente unas 2000 has. de superficie. En 1580, 26 vecinos fueron beneficiarios de campos aledaños, en 1774, casi 200 años después, entre los 6033 habitantes blancos, sólo 141 poseían campos, es decir que en aquel lapso los poseedores de tierras rurales se habían incrementado en 115. La naturaleza de la producción, la cantidad de trabajo que ella exige, el espacio geográfico en que se desarrolla, se traducen en el método de reclutamiento y control de la fuerza de trabajo y en la política de la administración colonial. 50
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"En el nivel de los grupos dominantes, cuando el latifundista asume personalmente la dirección de su unidad productiva debe perfilarse como personaje muy diferente del rico minero potosino, del mercader cosmopolita. En los aspectos exteriores de las relaciones que mantiene con los hombres que trabajan con él aparece una cierta igualdad: el latifundista de ganado no puede tratar a sus peones como animales porque poseen un caballo y desenvuelven sus faenas cotidianamente en un desierto donde la vigilancia de cada hombre es imposible. Obviamente se trata de un igualamiento que no impide al dueño de las tierras y ganados de apropiarse del trabajo que realizan sus dependientes. Mientras tanto esta relación más libre produce sus efectos: En un número significativo de casos el patrón se torna una especie de caudillo militar, y sus hombres no son meros objetos de fuerzas ajenas, permitiendo a cambio, que se desenvuelvan como sujetos con un fuerte sentimiento de libertad personal, de autorespeto e inclusive de autosuficiencia. Es decir que esto está asociado a una posibilidad bien real de subsistir en las enormes extensiones donde siempre la vaca perdida brinda el alimento generoso" (León Pomer, pag.35). "Estos hombres de a pie [los trabajadores del noroeste] terminarán aceptando con mayor pasividad la condición de objetos que les es propuesta en el labrador sometido a servitud (poco importa si legal o no) lo vivido inmediatamente se repite implacablemente como experiencia de un mundo que siempre es igual a si mismo y no admite rupturas, que no tienen salidas". (idem pág, 34) En el Plata y en las regiones interiores de ganado, las formas de producción no favorecen el predominio de la esclavitud o la servidumbre, aunque no la excluyen, la primera existe en el ámbito doméstico. A fines del siglo XVIII los centros del interior eran débiles, porque era débil la base productiva del espacio colonial, la fortaleza de Buenos Aires proviene del comercio. Las exportaciones se orientaban hacia los Estados Unidos, a las Antillas, al Brasil. Los comerciantes son los mediadores entre los mercados distantes y los productos locales. Constantemente prestan dinero para empresas productivas, compran productos, fijan precios, proveen de objetos suntuarios a los grupos sociales dominantes. En otros casos compran las manufacturas que los artesanos y sus familias humildes fabrican. Se concentran en las ciudades y su poder se funda en el dinero, los contactos con el exterior y en los derechos de aduana que aportan al fisco. Los grupos que dominan en las regiones "...no constituyen una clase social o fracción de clase: su fragmentación y su hostilidad recíprocas y la naturaleza de su constitución impiden considerarlas como tales. Son más propensas a sentirse rivales, a verse como enemigas que a articularse entre si. Constituyen lo más alejado a una clase dirigente nacional que se pueda imaginar; serian incapaces de englobar a otros sectores sociales en un proyecto nacional bajo su hegemonía (...) las relaciones clientelísticas existentes en algunas regiones les permite obtener cierto apoyo popular. Mientras tanto el pueblo nunca sería consultado para una acción transformadora de la realidad social. Lograrán apoyo para sus empresas benéficas -cuando lo lograran- por el temor que inspiran, por el respeto que infunden a veces porque ante sus clientes aparecen con la aureola de protectores". Así define Pomer a las oligarquías regionales. (ídem pág. 45). “... Todo es colonia, es verdad, mientras tanto, las diferencias sociales y regionales se van estableciendo, los intereses y ámbito de acción de los propietarios de los medios de producción se van delineando: habrán de determinar los desarrollos posteriores de las respectivas sociedades y se constituirán en datos esenciales cuando llegue la hora de organizar el Estado que se pretenderá nacional" (ídem pág. 35). A fines de la época colonial, la burguesía mercantil de Salta cedía a Buenos Aires la primacía. En Salta, Jujuy y Tucumán se cultivaba caña de azúcar. En Mendoza se cría ganado y se comercia con Chile, Corrientes sobresale en la industria del cuero y en la construcción de embarcaciones, en Córdoba existe producción textil. La producción artesanal existe por todas partes, fuera del Litoral, y el ganado también. La agricultura es insignificante. Al norte, como herencia de las reducciones jesuíticas, reina la economía natural en el actual Chaco y al Sur del río Salado, indígenas belicosos ocupan el territorio. El siglo XIX La situación descripta subsiste, en general, y con pocas variantes durante las primeras décadas del siglo XIX. La Revolución de Mayo y la Independencia significaron para Buenos Aires el libre comercio que fue el objetivo de los intereses coligados de los terratenientes criollos del Plata y los comerciantes porteños, aunque el puerto de Buenos Aires presentaba un reducido hinterland. Toda la primera mitad del Siglo XIX fue marcada por el conflicto entre los intereses de la ciudad-puerto 51
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y los de las regiones interiores, conflicto derivado de la competencia entre las importaciones y la producción local. Como hecho paralelo se genera el auge de la región Litoral: se expande rápidamente la actividad pecuaria (cuero-tasajo-lana) posibilitada por la presencia de tierras fértiles, la expansión de la demanda, la simplicidad de la empresa ganadera, que requiere poca mano de obra. Se consolida la estancia como unidad de producción, con bajos costos comparativos y excedente significativo. Mediante la apropiación privada de tierras y rebaños (cercado de campos), en 1830 la “frontera pampeana" llegaba ya a una línea imaginaria que hoy pasará aproximadamente por Junín-BragadoTandil-Azul-Mar del Plata. Se ocuparon las tierras más fértiles y mejor localizadas de la Pampa húmeda, que se especializó en proveer el mercado local. El excedente muy probablemente se invertía en ganado y en el comercio y actividades urbanas afines. Según Ferrer, tesis no aceptada por otros autores, a mediados del siglo XIX, la mayoría de la población del Litoral estaba integrada a una "economía de mercado" y a relaciones de producción capitalistas (trabajador "libre") y a actividades diversificadas y con posibilidades de beneficios similares. En esta época todavía dominaba la "civilización del cuero" y el desierto, hechos que se manifiestan en: Æ
zonas rurales con muy baja densidad de población.
Æ
concentración de la propiedad territorial.
Æ
concentración de los medios de producción en muy pocas manos.
A partir de entonces, como resaltado de la derrota del aborigen y la paulatina ampliación de la frontera agrícola, se inicia al proceso caracterizado por el aumento creciente de las exportaciones, el trazado de las líneas férreas y la reafirmación de Buenos Aires como centro decisional del país. El papel del Estado en el período La débil acción del Estado se manifestó en la financiación de "campañas contra el indio" y la transferencia, sin costo, a agentes privados de tierras conquistadas. El marco jurídico para fijar corrientes migratorias o reclutar mano de obra para las grandes unidades de producción derivada de la agricultura y la ganadería constituirá la génesis de la estructura social y condicionaría el desarrollo argentino. En 1853 se dictó la Constitución por medio de la cual se pensó unificar el país, pero la Provincia de Buenas Aires se negó a perder el control sobre la aduana y el comercio exterior. El gran papel del Estado fue el de imponer el control del territorio y someterlo a las regulaciones del gobierno porteño. Entre 1863 y 1880, el 42% de la renta pública, originada en la exportación de la producción de la Pampa húmeda, fue destinada a las fuerzas armadas para “pacificar el país". La acción del Estado se orientó a la organización del espacio nacional y a su integración (red ferroviaria, de comunicaciones, tecnificación militar, etc.) El Estado representaba en esencia a los terratenientes y a los intereses privados nacionales y extranjeros ligados a la exportación. En el período 1880-1910, el Estado articuló en función de la incorporación del país a la división internacional del trabajo, la aplicación de las inversiones de capitales extranjeros, en la construcción de la infraestructura para facilitar la exportación de los recursos de la Pampa Húmeda, principalmente hacia Inglaterra. “Europa que tiene abundancia de capitales, espera sólo una garantía efectiva que le podamos ofrecer en tierra y en dinero para invertirlos en América del Sur” (Julio A. Roca). En síntesis, el papel principal del Estado fue el de establecer las condiciones generales requeridas para las inversiones de capital extranjero. La deuda del Estado argentino originada en garantías a empresas privadas representaban el 24% del valor de las exportaciones en 1891. El Estado mediante una mutación brutal de las economías regionales, en favor del proceso de acumulación adoptado, contribuyó a crear el mercado nacional para articularlo con el proceso de expansión del capitalismo. A tal efecto se facilitó la circulación del capital, con la creación de la moneda nacional y la unificación del sistema bancario. Este proceso tenía como ámbito: En el interior : Æ
Presencia de los propietarios de tierras, pilar de las economías regionales.
Æ
Debilidad del gobierno central y sistema político sometido a las presiones de las oligarquías 52
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regionales. En el exterior: Æ
Expansión mundial del capitalismo que conllevaba la difusión de las políticas fundadas en la libre competencia, regulada por el juego del mercado.
En este panorama, la lógica de la oligarquía pampeana, interesada directamente en la rentabilidad de sus tierras frente al mercado internacional terminó por imponerse al resto del país. Cabe señalar, que en 1900,el 32% del capital invertido en Argentina era extranjero. En 1913 dicha inversión llegaba al 47,7%. La estructura social del final del periodo Entre 1880 y 1914, Argentina recibió 6,5 millones de inmigrantes europeos. En dicho periodo la población (en un 80% extranjera) se duplicó. Esos inmigrantes, en su mayoría campesinos, venían en busca de tierras para labrar, pero encontraron grandes obstáculos para concretar sus aspiraciones. Sólo un porcentaje reducido logró acceder a la posesión de la tierra que laburaba. Los demás tras trabajar un tiempo como aparceros o como colonos terminaron trasladándose a las ciudades o retornando a su país de origen. La oligarquía, firmemente decida a impedir que esa mano de obra fuera agente de transformaciones del régimen de explotación agraria, trataron de retenerlos el menor tiempo posible (en general mediante contratos orales de aparcería de tres años de duración, que establecían que los campos debían ser devueltos sembrados con alfalfa). El control político y policial de la oligarquía resultó de gran eficacia. Buenos Aires, ciudad portuaria, pasa de 178 000 habitantes en 1869 a 1.576 000 en 1914. Las tensiones sociales comienzan a exacerbarse. Ya en 1870 inmigrantes europeos habían fundado en Buenos Aires una sección de la Internacional. Organizaciones de este tipo si bien se limitaron a connacionales o a la defensa de intereses gremiales, dieron impulso a la canalización de contradicciones sociales y a una primera organización de las capas populares. A fines del siglo XIX las capas medias adquirieron cierta fisonomía en las ciudades mayores, aunque eran inexistentes en el campo. La disolución de las formas precapitalistas del interior del país fomentaron el proceso de proletarización de la población. Los principios del liberalismo suministraron al Estado fundamentos doctrinarios que necesitaba (Bajo la consigna de “Orden y progreso”). La transformación del sufragio restringido en sufragio universal masculino dio el gobierno a la Unión Cívica Radical en 1914, primer partido de clase media de América latina. En general, el proceso de acumulación generado en la segunda mitad del siglo XIX y centrado en la actividad agro-exportadora, siguió su curso sin crisis graves hasta fines de la década de 1920. El ciclo agro-exportador y la “especificidad" de la formación social argentina en América latina El largo período que corresponde a la generación, auge y crisis del ciclo agro-exportador, merece ser analizado más detenidamente, ya que configura la particular fisonomía de la sociedad argentina en América latina. Argentina logró insertarse en la división internacional del trabajo desde mediados del siglo XIX, gracias a la actividad agro- exportadora, cuyo efecto dinamizador significó una persistente expansión de la frontera agrícola, un gran movimiento migratorio, la continua prolongación de las líneas férreas, cierta diversificación de las actividades productivas y un proceso de rápida urbanización en las ciudades portuarias. La expansión de la frontera agrícola como eje de la acumulación determinó la acción del Estado. La "conquista del desierto", las políticas activas para atraer inmigrantes, la prolongación de las líneas de transporte y comunicaciones desde los puertos hacia el interior, el montaje de una estructura financiera y comercial (condiciones necesarias para la reproducción del capital) constituyeron dicha acción. La dinámica condujo no sólo a la inmigración de mano de obra poco calificada, sino también de profesionales y técnicos, arrendatarios y colonos, que desarrollaron procesos de transformación tecnológica y de aumento de la productividad, acordes con la progresiva integración del país a la economía mundial. Estos hechos provocaron efectos diferenciadores en los componentes de la estructura social. Argentina, como otros países que se desarrollaron simultáneamente y en forma similar (Australia, Nueva Zelanda, Canadá, etc.), dispuso de una alta capacidad de acumulación durante un período relativamente largo, hecho motivado por la dotación de recursos naturales, un alto nivel relativo de 53
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ingresos por habitante, debido a la baja densidad de población, el bajo costo de los alimentos y la alta remuneración de la mano de obra en relación a la de otros países del subcontinente. Lo que resultó diferente con respecto a aquellos países citados, fue la apropiación de la tierra, lo que provocó que el excedente quedara en manos de un reducido grupo de latifundistas. En otros aspectos, la actividad agro-exportadora cumplió una función totalmente opuesta a la de los enclaves económicos, puesto que forma un mercado interno amplio y expansivo con importantes grupos sociales de altos ingresos y alto grado de concentración urbana, lo que facilitó el proceso. Es decir, que conjuntamente con la consolidación del grupo oligárquico terrateniente el proceso de acumulación generó una estructura social donde predominaron niveles de vida urbana relativamente altos para la época (empleados públicos y privados, profesionales y técnicos, comerciantes y empresarios, gestores y operadores de servicios. Etc.) y un mercado nacional bastante integrado y diversificado. Paralelamente se produjo una incipiente y diversificada industrialización. La significativa actividad manufacturera generó a grupos de empresarios que presionaron a favor de la aplicación de políticas protectoras de las actividades autóctonas. Este proceso de crecimiento industrial relativo que se desarrolló paralelamente a la actividad agrícola- ganadera fue una de las "particularidades" del desarrollo argentino con relación al resto de América latina. Las luchas políticas de la época estuvieron marcadas por la ideología de los inmigrantes europeos, los asalariados de actividades ligadas a la exportación (portuarios, ferroviarios, trabajadores de los frigoríficos) y grupos de pequeños empresarios, los intereses de estos grupos sociales impusieron la redefinición del "bloque hegemónico" y la consolidación de la base social del radicalismo. Las funciones de "legitimación" del Estado se ampliaron (sufragio universal, sanción de leyes sociales, inicio de la previsión social, etc). La crisis mundial del 30 y su repercusión en la Argentina La crisis mundial que eclosionó a fines de la década del 20 produjo una drástica disminución del excedente resultante de la exportación agro- ganadera. Se acentuaron los efectos derivados del "deterioro de los términos de intercambio" (bajos precios de los productos primarios con relación a los manufacturados) por el exceso de oferta en el mercado mundial debido a la recesión generalizada. Esta situación repercute internamente, provocando la caída de los niveles de empleo y de ingresos. El golpe militar de 1930, que pone fin a un largo período de vigencia de las instituciones republicanas en el país, devuelve el control del aparato estatal a la burguesía agro- exportadora, que trata de administrar el excedente frente a la aguda recesión mundial. La intervención del Estado en la reproducción ampliada se acentúa (al compás de un proceso mundial): se impondrá el control de cambios, se creará el Banco Central, se unificarán y federalizarán los impuestos internos y se adoptarán una serie de disposiciones "intervencionistas" en la economía. También se ejercerá el control ideológico y la represión social y política sobre sectores obreros y populares. Pero durante la década del 30 (la "década infame" por la constante burla a la voluntad popular) en los sectores sociales dominantes, se van delineando dos posiciones enfrentadas: por un lado los grandes productores pampeanos y los grupos ligados a la exportación hacia Inglaterra, que no querían modificaciones al esquema de acumulación existente. Por el otro lado, los grupos ligados al proceso de industrialización financiado con la renta proveniente de la agro- exportación, que querían cambios sustanciales de política dada la nueva hegemonía estadounidense y ante el factor de singular importancia en el proceso de acumulación interna que significaba la dinamización industrial. Detrás de esta actividad estaba también la pretensión de extender la presencia de capitales estadounidenses en la producción industrial y de una mayor ingerencia del Estado en la asignación de recursos para activar la producción y aumentar el empleo mediante el recurso a la construcción civil y la industrialización exportadora. Cabe recordar que ya entonces, en general, el capital externo había dejado de ser aplicado a la financiación de la infraestructura y de la comercialización del excedente de la agro-exportación y se orientaba hacia las inversiones directas. Sectores con cierta influencia ideológica (FORJA, grupos de las Fuerzas Armadas) consideraban a la industrialización como factor eje de un proceso de desarrollo nacional. La caída de las importaciones, debido al descenso de las exportaciones, junto con la presencia de un mercado interno relativamente amplio y diversificado para la época, constituyeron una base sólida para continuar el crecimiento industrial, que se apoyó en la demanda creciente de alimentos, bebidas, 54
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tabaco, calzado, textiles, caucho, metalmecánica liviana, industria gráfica y editorial ,etc. En 1935, la producción industrial argentina representaba el 40% de la de América latina El desarrollo industrial profundizó la división técnica y social del trabajo. En efecto surgió un nuevo estamento de capitalistas locales mas directamente ligados a la dinamización del mercado interno que a la agroexportación. Por otra parte, el pequeño taller de relaciones patrón-obrero, de tipo paternalista y poco "institucionalizada" es reemplazado por la fábrica y el obrero fabril, ligados ya por relaciones típicamente capitalistas. Es decir cobra peso social el proletariado. Como consecuencia de este proceso, se agudizaron las luchas por el control del excedente y el dominio por el proceso de acumulación, lo que significa controlar el aparato estatal. La nueva burguesía industrial consolidada logró cierto proteccionismo mediante la política estatal aplicada. Una prueba de esas luchas y cierta crisis de hegemonía durante esta época fue el "programa de reactivación de la economía nacional” elaborado por Federico Pinedo en 1940 y que no se aplicó. Dicho plan proponía la compra por el Estado de los excedentes agrícolas para su colocación en el mercado internacional, el estímulo de la producción industrial exportable y de la construcción, que no requería insumos importados. Este programa suponía un avance del Banco Central sobre las actividades financieras para orientar el crédito en el sentido deseado. El "pacto populista" La década del ‘40 se caracterizó por la irrupción de un nuevo "bloque hegemónico". Una alianza táctica entre la "nueva" burguesía industrial, la clase obrera organizada y sectores sociales "medios" impulsada y articulada por el Estado, que enfrenta y desplaza del poder al orden conservador entonces imperante. La Segunda Guerra Mundial había provocado el derrumbe del comercio multilateral argentino. El régimen peronista, mediante reformas tributarias, la expansión de las empresas públicas y la "política social" controla parte del excedente producido por la agro-exportación, para canalizar el proceso de industrialización y expansión del mercado interno. Es decir, mediante la nacionalización del comercio exterior y el control de cambios el aumento de la intervención estatal en la producción de bienes y servicios, la redistribución del ingreso, el eje de la acumulación se trasladó a la industria. A fines de la década del ‘40, la ocupación industrial había crecido en un 68% con relación a 1930, también para esos fines de década la "sustitución de importaciones" de bienes de consumo y bienes intermedios y simples de capital, mediante procesos industriales con empleo extensivo de mano de obra estaba consumada. Mientras tanto la producción de acero, petroquímica, química pesada y combustibles no se había incrementado. La "sustitución de importaciones" había llegado a su límite ante los obstáculos comunes con los presentados con otros países periféricos y cuyas causas no cabe analizar aquí. En cuento a la "reforma agraria" esta quedó en el discurso y el sistema de tenencia de la tierra rural no fue modificado. Las contradicciones con relación al desarrollo del capital internacional y fundamentalmente las generadas y agudizadas entre las fracciones de clase que componían el "pacto populista" provocaron su derrumbe. La “trasnacionalización” de la economía A mediados de la década de los ‘50 se inicia el período de la construcción de grandes obras de infraestructura (energía y transporte) y de impulso a industrias básicas, en las cuales el Estado desempeña el papel central, aumenta la inversión pública y comienza el endeudamiento externo. El Estado propicia políticas fundadas en la inversión masiva y directa de capitales extranjeros. Esta se centra en la producción manufacturera y funda su dinamismo en la producción de bienes de consumo durables y la mayor diversificación de la demanda interna. Esta penetración de capitales da lugar a una concentración industrial y centralización que eleva el ritmo de crecimiento de la productividad mediante la incorporación de procesos tecnológicos que ahorran mano de obra, en las ramas que se aplica, frente al "estancamiento" en las ramas donde predominan unidades de producción más pequeñas. El proceso de acumulación que se desarrolló entre mediados de los ‘50 y mediados de los ‘70 presenta características comunes a los procesos paralelos de industrialización del Brasil y México, pero sus límites aparecieron más rápidamente aquí. Políticamente resultó altamente conflictivo: no se logró la hegemonía necesaria para aplicar el modelo de acumulación adoptado, se desaceleró, al ser fundado en el consumo de grupos de altos y medios ingresos, lo que en un país de baja densidad demográfica provoca un déficit de demanda efectiva. Tampoco se logró la exportación de bienes manufacturados 55
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como en el caso del Brasil ni se dispuso del excedente derivado de la explotación de un recurso natural, como el petróleo en el caso de México. También, y a pesar de la proscripción política de los sectores populares, la defensa de sus ingresos reales por parte de la clase obrera organizada y de sectores asalariados frenaron en Argentina la política salarial regresiva que se aplicó en aquellos países. En conclusión, en el período analizado se produce otra modificación importante en el proceso de acumulación: la elevación de la composición orgánica del capital, el alargamiento del ciclo de rotación del mismo, en función del tipo de inversiones que transformó la relación capital- trabaio: una segunda etapa en la sustitución de importaciones asentada en el desarrollo de capital intensivo y la incorporación de tecnologías modernas. Durante este periodo el gran capital nacional se cohesiona con grupos financieros internacionales, fusionándose importantes intereses industriales, bancarios, agrarios y comerciales, bajo control de los primeros. El mercado de trabajo se amplía con la participación del sector obrero moderno y con la incorporación a la categoría de asalariados de contingentes de estudiantes, intelectuales y población femenina, debido al engrosamiento de los servicios y la desaparición de pequeños industriales. La "Latinoamericanización" "El gobierno surgido de las elecciones de 1973 con la mitad de los votos emitidos, intentó rearticular, a través del Estado, el bloque hegemónico conformado en el país durante el período 1945-55 para modificar el proceso de acumulación y reeditar las políticas de entonces (redistribución del ingreso, ampliación del mercado interno, fomento de las exportaciones de manufacturas, etc.) Pero la situación era otra y las contradicciones sociales se agudizaron (precedente trasnacionalización de la economía, notable en el sistema financiero, conflictos obreros generalizados, acciones de la guerrilla rural y urbana, etc.) conduciendo el intento al fracaso. El año 1975 termina con un descalabro financiero y una espiral inflacionaria sin precedentes. Este año marca un hito histórico que emblemáticamente, puede considerarse como el fin de un proceso de acumulación basado sobre la sustitución de importaciones y la aplicación de políticas de corte keynesiano y el comienzo de una transformación destructiva de gran parte de las fuerzas productivas del país. "En 1976, las fuerzas armadas ocuparon como corporación el aparato del Estado con planes de largo plazo. Podemos afirmar con fundamento que el objetivo principal y encubierto perseguido, fue desarticular las fuerzas sociales que habían constituído la base de sustentación de los sucesivos proyectos populares y crear un ejército de mano de obra de reserva1, para disciplinarla y reducir el costo de la fuerza de trabajo. El propósito declarado de aniquilar el terrorismo se empleó como pretexto para extender la represión hacia toda expresión de pensamiento crítico o acción reivindicativa y erradicar cualquier germen de socialismo. "Durante los veinte años transcurridos desde entonces, se produjo un giro notable en relación con tradiciones arraigadas y con criterios que sustentaron las políticas públicas durante el medio siglo precedente. Como consecuencia gran parte de la actividad industrial desapareció, el aparato del Estado está desarticulado y la estructura social del país se polarizó. Las políticas aplicadas -salvo un tímido intento por revertir sus efectos en el bienio 1984-86- privilegiaron la valorización del capital en detrimento del bienestar de la mayoría de la población. "El posfordismo criollo tiene poca vinculación con la "acumulación flexible", a mediados de la década de los '80, el producto bruto industrial representaba el 35 % del de 1972 -hecho poco común en la historia de las sociedades, salvo destrucciones físicas provocadas por guerras o catástrofes- pero las unidades de capital intensivo que lideraban la actividad, lo hacían con mecanización y automatización rígida. (Manzanal y Rofman, 1989). La única flexibilización puesta sobre el tapete con este proceso es la laboral, reclamada con insistencia por el gran patronato para facilitar la precariedad y rotatividad del empleo. "Las políticas del Estado se sitúan siempre en una determinada coyuntura histórica y no resultan de una formulación lógica y abstracta: responden a una específica correlación de fuerzas sociales. A la restauración en el país del "Estado de derecho” y de las instituciones republicanas, la sucedió un ambiente generalizado de anomia social, que favoreció al avance de acciones de desregulación normativa, en beneficio de la "libre" regulación del mercado. Esta "anomia boba" que padece la sociedad, argentina (Nimo, 1992), que revela una profunda crisis ideológica, produjo el apoyo generaralizado a una coalición de gobierno que abandonó principios arraigados de equidad social y aplicó políticas cuyos efectos están en las antípodas de los intereses de la mayoría de la población". 56
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(Cignoli y otros, pág. 64 y 65). "La baja participación de los asalariados en el ingreso nacional, un cuarto de la PEA femenina ocupada en servicios domésticos, el aumento del "cuentapropismo", la significativa proporción de trabajadores "en negro", son hechos que demuestran el actual deterioro del tejido social argentino. El incremento de formas no capitalistas, presentes también en la esfera de la circulación, traducen el aumento de economías de subsistencia. Estas formas mercantiles simples no producen excedentes y tienden a la pauperización generalizada y a la creciente marginalidad social. "En éste patrón de acumulación, la reproducción de una parte de la fuerza de trabajo no es necesaria para garantizar la valorización del capital y por lo tanto, el Estado relega a segundo plano las políticas sociales. Una situación en el extremo opuesto a la del país durante décadas anteriores". (idem) Por lo tanto, podemos afirmar con fundamento que la Argentina se ha "latinoamericanizado". El proceso de acumulación y la configuración del espacio territorial. Las "desigualdades regionales" Para el desarrollo de este tema seguimos a J. Villareal (1978), quien abordó la configuración territorial vinculándola con las relaciones sociales de producción, superando así los criterios descriptivos aplicados habitualmente. El análisis, que se refiere a la Argentina de mediados de los '70, tuvo en cuenta que si bien en el país el capitalismo y la economía monetaria dominaban, se presentaban situaciones de desarrollo social desigual, resultado de la combinación entre regiones con formas de producción capitalistas y regiones donde se presentaban con peso significativo, formas de producción no propiamente capitalistas. La presencia de esas formas, conjuntamente con ínsulas de desarrollo capitalista estancado, generaba en algunas partes, un medio social de pobreza, desocupación de población y atraso general. La región centro (Buenos, Córdoba, Santa Fe) Esta región presentaba una proporción significativa de trabajadores independientes y una baja concentración de la renta, lo que se manifestaba por la cantidad de pequeños propietarios en el agro y la industria. Contaba con más del 60% de la producción agraria y con más del 80% de la manufacturera. Sin embargo, debe señalarse para no deformar la realidad, que el Área Metropolitana de Buenos Aires, concentra el 40% de los establecimientos industriales del país y el 48 % del personal ocupados en ellos. En las Áreas Metropolitanas de Córdoba y Rosario se registraban: Æ
Peso significativo de la clase obrera
Æ
Alta tasa de urbanización
Æ
Buenos niveles de educación y sanidad.
El Sur (Regiones Comahue y Patagonia) Se caracterizaba por la ocupación y desarrollo recientes de formas capitalistas (escasa presencia de trabajadores independientes). Comahue Se registraba la presencia de medianos propietarios dedicados a la producción agropecuaria. Patagonia Se registraba un alto porcentaje de asalariados y una alta concentración de la propiedad y de la producción (contenía la zona franca de Tierra del Fuego) Región monoproductora (Cuyo y Noroeste) Esta región era fundamentalmente de actividades agro- industriales. Zona del vino: Mendoza y San Juan Zona del Azúcar: Jujuy, Salta y Tucumán Presentaba de escasa a media proporción de trabajadores no asalariados y una proporción alta de concentración industrial. La concentración mayor se registraba en Jujuy (ingenios azucareros). En esta zona del azúcar la situación económica era frágil debido a la monoproducción. La actividad agro-Industrial concentraba a la población activa. Las "actividades terciarias" insumían 57
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entre el 28% y el 32% del empleo (la media nacional era del 37%). La zona del vino presentaba mayor diversificación de la producción (cemento, molinos harineros, vidrio y en Mendoza gas y petróleo). Región periférica (Provincias del Noreste, Entre Ríos, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero y San Luis) Esta región se caracteriza por: Æ
Bajos niveles de ingresos, educación y salud pública.
Æ
Gran emigración de pobladores.
Æ
Ocupación de un tercio de los habitantes en actividades de subsistencia.
En las provincias del noreste, existía débil concentración de actividades económicas y se presentaban tanto el latifundio como el minifundio. En ellos se producía algodón, yerba mate, tabaco y té. Entre un 40% y 50% de la población se dedicaba a actividades agrarias. En Entre Ríos, adquiría importancia la producción de cereales y vacunos. La trama de ciudades La localización y magnitud de los centros urbanos son consecuencia directa del grado de desarrollo social y de las formas de producción dominantes en las regiones donde se sitúan y de factores geográficos. Las mayores aglomeraciones de la Argentina y la gama más completa y "jerarquizada" de centros se localizan en el Centro. Las urbes más importantes del país se sitúan en la periferia de la pampa húmeda. Tales son los casos de Córdoba, Santa Fe, Rosario, Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca. Estas ciudades constituyen verdaderas articulaciones con el resto del país y con el exterior. Hacia el Sur, en el Comahue se localiza la zona de mayor urbanización de la región, el alineamiento del Alto Valle del Río Negro en terrenos fértiles; cerca y al pie de la cordillera, San Carlos de Bariloche, capital turística. En la Patagonia, los principales centros constituyen ínsulas de población y sus mayores exponentes son Comodoro Rivadavia y Río Gallegos, puertos de reducido hinterland, ubicados en zonas de explotación minera. Al Oeste, la constelación de centros, cuyos principales exponentes son Mendoza y San Juan, se asientan entre desiertos de piedra, en oasis fértiles configurados por los ríos que descienden de los Andes. Hacia el Norte, las principales ciudades son Jujuy, Salta y Tucumán; las primeras se sitúan en valles que separan altas montañas, la última ubicada al pie de la sierra, constituye la articulación regional con el centro. Santiago del Estero, al sureste de Tucumán queda como traza de un lugar geográfico muy importante hasta mediados del siglo pasado, cuando constituía la vinculación entre Córdoba, Tucumán y Santa Fe. Sobre una y otra margen del río Paraná, en su confluencia con el río Paraguay, se sitúan Corrientes y Resistencia que concentran y vinculan actividades regionales. Más al sur, Santa Fe vincula el centro del país con la Mesopotamia. La construcción durante los últimos decenios del túnel subfluvial Paraná- Santa Fe y de los puentes Corrientes- Resistencia y Zárate- Brazo Largo ha vinculado la Mesopotamia con el resto del país y modificado el sistema de circulación interno y el internacional. La Mesopotamia no contiene un centro regional que domine sobre su territorio. Los centros están dispersos a lo largo de los ríos y se desarrollan en función de la actividad portuaria, hoy poco significativa. En síntesis, las diferencias regionales y la conformación dispar de las redes urbanas están determinadas por el forma de expansión del capitalismo, que es "desigual y combinado" en el espacio territorial argentino, cuya configuración resulta del proceso creciente de concentración y centralización del capital y la consecuente división territorial (social y técnica) del trabajo, en beneficio del centro, núcleo del sistema. La inercia de las estructuras territoriales retarda o atempera los efectos provocados sobre ellas por las transformaciones del régimen social de acumulación. Es así corno el proceso de reestructuración productiva y la sujeción de las políticas macroeconórnicas a las exigencias de los acreedores externos 58
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iniciadas a mediados de los '70- que impactaron negativamente en el espacio geográfico argentino, no modificaron sustancialmente la configuración regional del país (Rofman y Romero, 1997). Si bien las migraciones de las periferias norte y oeste del territorio nacional no se detuvieron, persistieron con otras características. Gran parte de la población que emigró hacía las áreas metropolitanas, aumentó la demanda de empleos y las necesidades de servicios y equipamientos sociales que las políticas adoptadas no pudieron satisfacer. Paralelamente, ante las condiciones existentes en las metrópolis, una proporción significativa de residentes en las zonas tradicionalmente expulsoras de población, reorientaron sus traslados hacia las urbes más importantes cercanas a su lugar de origen, aunque tampoco en ellas fueron satisfechas sus demandas de empleo. La principal fuente laboral fueron las administraciones provinciales y municipales, la población activa que no fue incorporada a aquellas, derivó hacia trabajos precarios, el cuentapropismo o el desempleo abierto. La fragmentación y concesión o clausura de las líneas ferroviarias troncales, medio de transporte tradicional de los argentinos, dejó aisladas a numerosas localidades del país. Como el Estado no ha promovido ni se ha interesado en la formulación de un plan rector de infraestructura, basado sobre las aspiraciones de toda la sociedad y faltan los estudios de impactos socio- ambientales de los proyectos encarados, resulta difícil prever sus consecuencias sobre el espacio geográfico argentino. Los pasos trasandinos, los oleoductos o gasoductos desde Argentina hacia Brasil y Chile, la modernización de rutas y puertos, requerida por la integración en un espacio supranacional, quedarán en gran parte, librados a las decisiones de grandes grupos de inversores en procura de la mayor rentabilidad de las mismas. En lo que se refiere a la red urbana argentina, debe señalarse que durante las últimas décadas la misma sufrió significativas transformaciones siendo los fenómenos más importantes la disminución de la "macrocefalía" del Área Metropolitana de Buenos Aires y el aumento poblacional de las ciudades medias. Mientras que la primera duplicó su población, éstas la triplicaron (Vapñarsky y Gorojovsky). Claro que este crecimiento no alcanzó a todas las ciudades medias por igual. La continuidad o reversión de este proceso dependerá de la dinámica y localización de las actividades y del trazado de la infraestructura. Pero en las ciudades sí se registran los efectos de las transformaciones en el régimen social de acumulación. A partir de la década de los ochenta, se está perfilando en nuestras metrópolis, como consecuencia de la profundización acelerada de la segregación social, una mutación. Se desarrolla la ciudad dual, caracterizada por la yuxtaposición de ínsulas y corredores urbanos de confort y opulencia y paisajes de pobreza y ruina ambiental. Como en ciudades de todo el continente, se está imponiendo un nuevo concepto de hábitat- vivienda, instalaciones y servicios- compuesto por “condominios” cerrados, que se presentan como alternativas a la calidad de vida ofrecida por la ciudad y su espacio público. Articulados sobre imágenes de seguridad y quietud, éstos condominios, terminan constituyéndose en símbolos de status. Universos privados, vueltos hacia sus interiores, con diseños y disposiciones que excluyen vínculos con el resto de la ciudad y la vida pública. Estos enclaves residenciales, asociados con los shopping- center, complejos de oficinas y otros ámbitos bajo control privado, representan una nueva forma de organizar diferencias y segregación sociales. Estos proyectos están lejos de las imágenes de apertura, libertad e integración social que, alcanzadas o no, nunca dejaron de ser referentes para los urbanistas modernos. (Cignoli y otros, pág.57) Principales referentes Bibliográficos ASPIAZU, D., BASUALDO, E., KHAVISSE, M. (1986) El nuevo poder económico (En la Argentina de los
años '80) Legasa, Buenos Aires. BARBE ITO, A. y LO VUOLO, E. (1992) La modernización excluyente. Losada, Buenos Aires. CARMAGNANI, M. (1984) Estado y sociedad en América latina. Grijalbo, Barcelona. CIGNOLI, A y otros. (1997) La cuestión urbana en el posfordismo. Homo Sapiens, Rosario. CIGN0LI, A. (1977) La configuración de l'espace territorial argentin. Laurif, París. DAUS, F. (1957) Geografía y unidad argentina. Nova, Buenos Aires. FERRER, A. (1969) La economía argentina. FCE, México. FURTADO, C. (1969) Formación histórica de América latina. Siglo XXI, México. JOZAMI, E., PAZ, F.,VILLAREAL, J. (1985) Crisis de la dictadura argentina. Política económica y
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cambio social (1976-83). Siglo XXI, Buenos Aires. MANZANAl, M. Y ROFMAN, A. (1989) Las economías regionales de la Argentina. Crisis y políticas de
desarrollo. Cedal/Ceur, Buenos Aires. NIMO, O. (1992) Un país al margen de la ley. Emece, Buenos Aires. OSZLAK, O. (1982) La formación del Estado argentino. Belgrano, Buenos Aires. POMER, L. (1985) Argentina: Raízes coloniales o Estado, en: Estado e burguesía en América latina.
(H. Bruit org.) Unicamp/Cone, Campinas. ROFMAN, A., ROMERO, L. (1997) Sistema socioeconómico y estructura regional argentina.
Amorrortu, Buenos Aires. ROMERO,L. (1994) Breve historia contemporánea de la Argentina. FCE., Buenos Aires. VAPNARSKY, A. y GOROJOVSKY, N. (1990) El crecimiento urbano en la Argentina. Gel, Bs. As. VILLAREAL, J. (1978) El capitalismo dependiente. Siglo XXI, México.
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SINOPSIS: ESTADO, RÉGIMEN y GOBIERNO En general, los ataques que se hacen al Estado, remiten a una imagen del mismo como “cosa”, visualizado como instituciones grandes, costosas y que emplean a mucha gente; como un instrumento o conjunto de aparatos pero también es visto como el lugar de lo nacional. Pero más que hablar de Estado capitalista hay que hablar de formas históricas de Estado capitalista, que tiene que ver con las fases del proceso de acumulación en escala mundial. El Estado es una relación social pero caracterizada por la dominación, separando los dominantes de los dominados a través de la estructura social. Por eso, no es posible escindir Estado de sociedad ni lo económico de lo político: ambos son constitutivos de la relación social capitalista. En primer lugar, esta relación de dominación tiene sus raíces en las relaciones sociales de producción., es decir, en el antagonismo entre los propietarios de los medios de producción y los productores directos. Ahora bien, el Estado aparece como el garante de la relación global del capital pero no es un árbitro neutral, porque debe reproducir tal asimetría. El Estado tiene dos tareas básicas: asegurar la acumulación y reproducción del capital y legitimar su dominación. En segundo lugar, las instituciones estatales son su expresión material, es decir, los aparatos estatales son la forma en que se expresa materialmente la relación social de dominación. La tercera cuestión es pensar la acción estatal, es decir, cómo el Estado se pone en movimiento a través de las políticas públicas, que son una toma de posición frente a determinada cuestión social. Las políticas estatales están dirigidas hacia fines que pueden ser agrupados de acuerdo a las funciones que cumple el Estado, a saber: 1) asegurar el orden social; 2) crear condiciones para el modelo de acumulación y 3) obtener apoyo político (Isuani, 1985). Oszlak define una política estatal como el conjunto de tomas de posición, implícitas o explícitas, de diferentes agencias e instancias del aparato estatal que expresan una determinada modalidad de intervención del Estado. El Estado es la condensación y materialización de determinadas relaciones sociales, el gobierno es la instancia decisiva dentro del aparato estatal y el régimen es una estructura formal que define la circulación del poder y construye las políticas públicas. La transformación estructural de la forma histórica de Estado puede darse sólo a través de una alteración profunda del modelo de acumulación. En síntesis: ESTADO: condensación- materialización de determinadas relaciones sociales; RÉGIMEN: estructura formal que define la circulación del poder y la construcción de políticas públicas. GOBIERNO: instancia decisiva dentro del aparato estatal; Ciclos históricos del Estado capitalista Cada ciclo histórico, como totalidad, implica: •
Una modalidad de acumulación de capital;
•
Una forma de producción y reproducción de las clases sociales (relación capital-trabajo);
•
Una determinada forma de Estado.
Los primeros Estados nacionales europeos (Inglaterra, Francia y España) comenzaron a gestarse entre los siglos XIII y XV, cuando comienza la crisis del feudalismo. Fueron Estados monárquicos, absolutistas, respaldados por la burguesía comercial. O sea, que en Europa el Estado surgió sobre la base de la derrota de los señores feudales y la centralización del poder político. En América latina el Estado presenta formas específicas. Puede afirmarse que en gran parte de este subcontinente, la ciudad precedió al campo. La ciudad, dispositivo estratégico de la conquista ibérica, sirvió para controlar el territorio y canalizar las exportaciones hacia las metrópolis. Posteriormente, cuando los países lograron la independencia, los Estados precedieron y constituyeron las naciones. Los Estados no surgieron de transformaciones socioeconómicas como en Europa, sino de una necesidad política de la burguesía criolla de consolidar la independencia. Durante la segunda mitad el Siglo XIX la tarea de esos Estados fue -respondiendo a los intereses de las oligarquías terratenientes- ocupar y organizar el territorio mediante la tecnificación militar, la instalación de la infraestructura (puertos, rutas y ferrocarriles) y la creación de mercados nacionales. 61
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A partir de la crisis mundial de 1930, los sectores sociales medios comienzan a reclamar políticas que terminen con la hegemonía de las oligarquías terratenientes, entre ellas la de industrialización. Ciertos Estados, a través de agencias específicas, producen bienes y servicios, iniciando la etapa de "sustitución de importaciones." Como consecuencia surge una clase obrera urbana, que se trata de "disciplinar" ya sea por cooptación, ya sea por represión. A comienzos de la década de los años cincuenta el proceso de sustitución de importaciones esta agotado. Los Estados abren las puertas al ingreso del capital externo y cesa la intervención directa en la producción de bienes y servicios, proceso que culmina en la actual década con la privatización total o parcial según los casos de dichas actividades. (Ver O. Oszlak "La formación del Estado en América Latina"). En los países de América latina no se produjo una articulación entre capitalismo y régimen parlamentario como en ciertos países de Europa o Estados Unidos de Norteamérica, sino que se caracterizaron por una constante inestabilidad política y períodos de regímenes autoritarios, que en algunos casos resultaron versiones periféricas del estado de bienestar. Específicamente en Argentina, la década del ‘40 se caracterizó por la irrupción de un nuevo "bloque hegemónico". Una alianza táctica entre la "nueva" burguesía industrial, la clase obrera organizada y sectores sociales "medios" impulsada y articulada por el Estado, que enfrenta y desplaza del poder al orden conservador entonces imperante. La Segunda Guerra Mundial había provocado el derrumbe del comercio multilateral argentino. El régimen peronista, mediante reformas tributarias, la expansión de las empresas públicas y la "política social" controla parte del excedente producido por la agro-exportación, para canalizar el proceso de industrialización y expansión del mercado interno. Es decir, mediante la nacionalización del comercio exterior y el control de cambios el aumento de la intervención estatal en la producción de bienes y servicios, la redistribución del ingreso, el eje de la acumulación se trasladó a la industria. Las contradicciones con relación al desarrollo del capital internacional y fundamentalmente las generadas y agudizadas entre las fracciones de clase que componían el "pacto populista" provocaron su derrumbe. A mediados de la década de los ‘50 se inicia el período de la construcción de grandes obras de infraestructura (energía y transporte) y de impulso a industrias básicas, en las cuales el Estado desempeña el papel central, aumenta la inversión pública y comienza el endeudamiento externo. El Estado propicia políticas fundadas en la inversión masiva y directa de capitales extranjeros. Esta se centra en la producción manufacturera y funda su dinamismo en la producción de bienes de consumo durables y la mayor diversificación de la demanda interna. Esta penetración de capitales da lugar a una concentración industrial y centralización que eleva el ritmo de crecimiento de la productividad mediante la incorporación de procesos tecnológicos que ahorran mano de obra, en las ramas que se aplica, frente al "estancamiento" en las ramas donde predominan unidades de producción más pequeñas. En conclusión, en el período analizado se produce otra modificación importante en el proceso de acumulación: la elevación de la composición orgánica del capital, el alargamiento del ciclo de rotación del mismo, en función del tipo de inversiones que transformó la relación capital- trabajo: una segunda etapa en la sustitución de importaciones asentada en el desarrollo de capital intensivo y la incorporación de tecnologías modernas. A partir de mediados de la década de los '70, se produce un giro notable en los criterios que habían sustentado las políticas públicas durante el medio siglo precedente. Desarticuladas las organizaciones populares, dichas políticas pasan a priorizar la acumulación de capital en detrimento del bienestar de la mayoría de la población. Como consecuencia, gran parte de la actividad industrial desapareció, creció aceleradamente el desempleo y la estructura social se polarizó. El pensamiento neoconservador que domina en los grupos que, a partir del inicio de la década de los 90, retoman el gobierno del país, considera que el destino de los individuos resulta de opciones personales y que el pensamiento neoconservador que domina en los grupos que, a partir del inicio de la década de los 90, retoman el gobierno del país, considera que el destino de los individuos resulta de opciones personales y que el mercado es el mejor regulador de la demanda y oferta de bienes y servicios de todo tipo; correlativamente asocia crecimiento de la economía con su "apertura". Esta postura ideológica implicó la desvinculación del Estado de su compromiso con el pleno empleo y la paulatina transferencia al mercado, mediante su privatización, de programas de previsión social y salud pública, la apertura abrupta e indiscriminada de las importaciones, la supresión de subsidios a las actividades productivas locales, el ingreso irrestricto de capitales del exterior, entre las políticas más significativas. Se pasó así del Estado benefactor al Estado subvencionador de grupos oligopólicos; 62
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consecuentemente, se destruyó el mercado interno y se acentuó la marginalidad social. (Grupo oligopólico: Conglomerado de numerosas empresas para la producción masiva de bienes y servicios que incluye todos los eslabones de la cadena productiva, pudiendo así formar precios en el mercado, poniendo en tela de juicio la regulación de éste por el libre juego de la oferta y la demanda. Es decir ante gran demanda pocos oferentes.)
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