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frentes, siempre manteniendo las espaldas bien derechas. Inspiren profundamente, aguanten la respiración, uno, dos... ¡Tres! En los cuatro muros del salón se ...
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sordomudo Novela corta de Ciencia Ficción Juvenil de Dan Guajars

Sordomudo

Al salir de la cabina ve la larga fila de niños que se enrosca como una lombriz dentro del salón. Los más cercanos le observan con curiosidad, los mayores hacen gestos de burla, pero en la mayoría ve sonrisas y esperanza. Al salir se topa con Carmen, que espera en otra fila para hablar con sus tías. Ella lo detiene, alarmada por algo que oyó y que alguien más le confirmó. —¿Es verdad que golpeaban a tus padres y que se escaparon por un túnel y que aprendieron la empatía con ayuda de unos gitanos? *** El taller se llama “Sincronizando el Pensamiento”. Para hacer este taller hay que tener aprobados “Relajando el Cuerpo y el Alma” y “Concentrándonos en la Tarea”. Ignacio espera hacer el “Sincronizando” con otra persona que no sea Carmen, pero al parecer están predestinados. No importa donde vaya, allí está ella esperándolo, sonriéndole, vigilándolo. —Se deben sentar en los cojines uno delante del otro de manera que sus rodillas se toquen —dice la profesora, una mujer con problemas metabólicos que la hacen sudar incluso cuando hace frío—. La palma de la mano derecha hacia arriba sobre el muslo, la 39

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palma de la mano izquierda sobre la mano de su compañero, tocándola. Ahora junten sus frentes, siempre manteniendo las espaldas bien derechas. Inspiren profundamente, aguanten la respiración, uno, dos... ¡Tres! En los cuatro muros del salón se dibuja un objeto sobre el tapiz, con una palabra que lo define escrita debajo. La profesora lo anuncia, los pequeños separan sus cabecitas y miran al muro que tienen justo delante y que su compañero de ejercicio no puede ver. Luego vuelven a juntar sus frentes y visualizan ese objeto en su mente. Deben dedicar absoluta concentración pues de ello depende que alcancen el primer estadio de la comunicación empática. Cada cierto tiempo una de las murallas muestra algo distinto, pero los alumnos no lo saben. El primer mes del taller no ocurre nada. Pero ya en la segunda semana del segundo mes hay novedades. Algunos niños muestran señales de desconcierto cuando ocurre la descoordinación en las imágenes. La pareja en cuestión es retirada de la sala sin desconcentrar al resto y son puestos a disposición del indagador jefe. Lo usual es que ambos niños avancen automáticamente al nivel dos, donde desarrollarán su capacidad empática con ejercicios más complejos. Pero en algunos casos 40

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se les recomienda permanecer en el nivel uno otra semana. Luego de cuatro meses, Ignacio, Carmen y cuatro niños más no han logrado avanzar. En ese momento la profesora los hace cambiar de pareja. Un mes después sólo quedan Ignacio y su nueva pareja, un niño hiperquinético llamado Raúl. Ambos son llevados ante el indagador, un anciano moreno y calvo de voz gruesa que los recibe con una gran sonrisa de dientes muy blancos. —Hola niños... Mi nombre es Mobutu, indagador jefe del Centro. Tú debes ser Raúl, mucho gusto en conocerte —da la mano al niño e inmediatamente mira a la profesora de pie en la puerta, guiñando un ojo—. Sólo quería saludarte, joven Raúl. Puedes ir con tu profesora, ya nos volveremos a ver. Y tú tienes que ser Ignacio. Se dan la mano y la sonrisa de Mobutu se desvanece de golpe. Sin soltar su mano, le acerca una silla y se sientan uno delante del otro. —¿Qué te parece esta escuela? —pregunta Mobutu con su sonrisa creciendo nuevamente— . Los talleres tienen metodologías pedagógicas más acordes a nuestros tiempos, me parece. En mi época de cachorro, cuando no aprendíamos algo, nos hacían llamar al apoderado. 41

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El anciano suelta una fuerte carcajada. Ignacio está visiblemente aterrado, pero Mobutu no siente nada, ningún susurro, ningún rechazo. La profesora está nuevamente de pie junto a la puerta. Mobutu la observa de reojo y vuelve a mirar a Ignacio. Ahora su sonrisa es menos fingida. Conversan durante una hora, siempre tomados de la mano. Hace frío, pero Mobutu suda y parpadea pesadamente. Deja ir la mano del niño, que está mojada con el sudor del anciano. —Ha sido un agrado conversar contigo, Ignacio —dice el hombre pasando una servilleta por su rostro y cuello—. Espero que podamos conversar en una nueva oportunidad. ¿Okey? Ignacio asiente sin imaginar lo que eso significa. *** Entre los alumnos del Centro la información no pedagógica se obtiene fácilmente a la hora de almuerzo y en los pasillos. Sólo hay que poner atención y mantenerse en silencio mientras los alumnos de más edad transmiten a viva voz toda suerte de leyendas urbanas y verdades a medias. Y de todo lo que ha escuchado, sólo hay un tema que fascina e intriga a Ignacio: los Indagadores. 42

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No hay trabajo más electrizante. Esta persona, que usualmente es mujer pero que tiene también un pequeño porcentaje de hombres en su gremio, es capaz de penetrar las barreras más testarudas de la mente humana en busca de la verdad. Si alguien comete un delito, es la o el indagador el encargado de contrastar la evidencia disponible con los conocimientos del indagado. Para ser indagador son necesarios treinta años de entrenamiento ininterrumpido y una capacidad innata para sobrepasar las barreras del cerebro ajeno. Pero tiene una gran desventaja. Bastan sólo diez años de servicio con criminales y delincuentes comunes para volverse loco de remate. Por este motivo el indagador calificado trabaja en un ciclo de siete años para el Gobierno Mundial en puestos de alta responsabilidad. Y cumplido este plazo obtiene vacaciones por tres años en instalaciones paradisíacas a lo largo de la costa mediterránea. Terminadas las vacaciones, el indagador inicia un nuevo ciclo de diez años trabajando con adolescentes y jóvenes en resolución de problemas y conflictos. Posteriormente puede optar a retiro o a veinte años más de trabajo con niños, siendo premiados con su jubilación en las mismas instalaciones paradisíacas de la costa mediterránea, hasta el día de su muerte. 43

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En el Centro se rumorea que Mobutu fue el indagador que descubrió la colmena asesina de Mar del Plata, haciéndose pasar por un molesto persuasor de mall en vísperas de Natividad. Lo que nadie sabía es que este persuasor estaba indagando en sus mentes al tiempo que intentaba venderles calcetas rojas. Alguien de entre las miles de personas que transitaron esa tarde por el centro comercial era pariente lejano de alguien que vivía en el mismo edificio de uno de los participantes de una oscura colmena que no admitía nuevos reclutas. Eso por sí solo ya era bastante sospechoso, cuando todas las colmenas quieren captar nuevos adeptos y expandirse hasta el infinito. Al día siguiente el grupo completo estaba tras las rejas, con sus mentes abiertas como un libro ante el tacto de cualquier juez o fiscal del caso. Se rumorea que este último milagro habría sido cosa de un insertor, dato que hasta el día de hoy es negado por las autoridades y considerado como un meme spam de la peor calaña. Los insertores no existen. *** Ignacio se queda solo en el taller de “sincronizando”. Prosigue sus ejercicios con ayuda de practicantes de pedagogía 44

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seleccionados por Mobutu entre los más aventajados del Centro, pero no hay avance. —No te desmoralices —dice Mobutu sosteniendo su mano. Ignacio ya está acostumbrado a estas sesiones indagatorias sin resultados y pone todo de su parte para abrirse a las solicitudes mentales de su nuevo tutor exclusivo. »Estás en tu primer año aún. De acuerdo a las fichas de tus padres... sí, tengo acceso a ellas —agrega el anciano al ver la expresión curiosa de Ignacio—. Ellos tuvieron dificultades en el primer año. Pero tu madre en segundo año y más tarde tu padre en tercero, fueron capaces de superar sus dificultades. La empatía es una técnica inventada hace más de un siglo. Desde entonces la capacidad empática se ha vuelto, hmmm, relativamente innata. Pero incluso si tú no tuviste esa suerte, puedes aprender la técnica. Durante tu segundo año vamos a trabajar otros métodos más complejos. ¿Te parece apropiado? —Cualquier cosa —dice Ignacio esperanzado—. Haré cualquier cosa.... Para ser normal es el resto de la oración que prefiere no decir. —Bien dicho —sonríe Mobutu—. Y déjame decirte algo más, pero si por alguna extraña probabilidad eres el desafortunado poseedor del don más raro del mundo... sí hijo, un don, la sordomudez mental absoluta... aún puedes oír, 45

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hablar, leer y escribir. Puedes trabajar y tener una familia. ¡Y puedes tener secretos! Ésa es una ventaja a la que nadie más puede aspirar en todo el universo. »Como te envidio... pero mejor cambiemos de tema —dice Mobutu al notar como la cara del niño pierde su aplomo—. Tengo entendido que vas a cumplir cinco años en algunas semanas. ¿Qué es lo que más deseas para ese día? Ignacio tiene sus pensamientos en otra parte y responde lo primero que le viene a la cabeza. —¡Ser normal! *** Terminadas las clases cada viernes, Ignacio regresa a casa en el bus del Centro en un viaje nocturno de diez horas. Viaja leyendo hasta que se apagan las luces y su asiento se reclina, obligándole a dormir. Cuando el asiento vuelve a su posición vertical, Ignacio sabe que faltan diez minutos para llegar al paradero más cercano a su casa. A un lado de la ventana emergen un vaso con agua y un cepillo de dientes desechable, junto con toallas húmedas para quitarse la modorra y yogur con cereales. El bus llega puntual a su destino. Son las cinco de la madrugada y no hay nadie esperando en el paradero climatizado a un lado del bosque. 46

Dan Guajars Santiago, 1977. Dan Guajars escribe las historias y su otro yo, el tenebroso, las disfruta. Se lo puede encontrar con el nombre de Daniel Guajardo en Puente Alto, Chile, atravesando paredes y emergiendo de entre las tumbas de sus ancestros, mientras toma té con sacarina. Periodista de profesión, lector y autor de fantasía y ciencia ficción desde muy joven, trabaja en marketing online y hace clases de Internet para periodistas. Está felizmente casado con Lucía Gabriela y es el orgulloso padre de Amanda Luna. Más libros de Guajars y consejos para escritores, en sitio Web http://guajars.cl Otras publicaciones de Monstruito Ediciones es sitio Web http://www.monstruito.cl