ENTREVISTA | ISTVANSCH
SEBASTIÁN SZID
“Sólo ahora la ilustración es vista con peso propio” Nacido en España y radicado en la Argentina, el reconocido artista, que además escribe sus propios textos, repasa la historia de las imágenes que han sido y son parte indisoluble de los libros dirigidos a chicos y adolescentes
POR GRACIELA MELGAREJO De la Redacción de La Nacion
¿P
iedra, tijera, papel...? Con una tijera un poco más afilada que la que usan los chicos en el jardín de infantes, un cúter, una pinza de depilar y decenas de cartulinas de colores minuciosamente recortadas, Istvansch (Istvan Schritter) está listo para crear magia. Y, entre ilustración e ilustración, también para reflexionar sobre su trabajo y el de todos los ilustradores de libros para niños que en el mundo fueron y son. Ha hecho tantas cosas desde que empezó (en la ciudad de San Jorge, Santa Fe, porque nació en Madrid, España, pero es santafecino por adopción) a trabajar y a vivir de su profesión-oficio-arte, que es un poco difícil resumirlas a todas. Sin embargo, si se repara en que uno de los motivos de esta entrevista es la ponencia que va a presentar en el primer Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (Cilelij 2010), en Santiago de Chile, entre el 24 y el 28 de este mes, comienza a perfilarse 18 | adn | Sábado 20 de febrero de 2010
más claramente aún el lugar que ocupa en el ámbito de la ilustración en la Argentina y en Hispanoamérica. El congreso está organizado por la Fundación SM (Fundación Santa María, de España) y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) de Chile, es el primero en su género y pretende dar “una visión global de la literatura infantil y juvenil iberoamericana, tanto desde el punto de vista geográfico (todos los países de habla española más Brasil) como histórico (pasado, presente y orientaciones para el futuro)”. Istvansch presentará, el jueves 25 por la tarde, su ponencia “Apuntes para una historia de la ilustración infantil iberoamericana (de las corrientes estéticas europeas a las autóctonas; diversas escuelas; recorrido visual)”. Un tema que, acepta, le interesaba desde hacía mucho, aunque lo había pensado en función de lo realizado en la Argentina solamente. –¿Hay algo escrito al respecto en el resto de Iberoamérica? –En realidad, no hay nada o muy poco escrito, tanto en la Argentina como en
el resto del continente. ¿Por qué? Porque es lo que pasa con la ilustración en los libros para chicos en general. Cuando yo escribí La otra lectura, en 2005, fue el primer libro sobre el tema en la Argentina y uno de los pocos en América latina. ¡Si hace 30 años todavía se escribían estudios que se preguntaban si existía una literatura infantil!, ¿cómo iban a pensar en la ilustración? El tema recién comienza a aparecer hace 10 o 15 años, y porque los ilustradores también empiezan a escribir e ilustrar sus propios libros. Surge entonces una corriente de pensamiento entre nosotros, los ilustradores, en los congresos, los foros, los seminarios, que lleva la atención sobre las ilustraciones también.
“Las nuevas tecnologías les permiten a muchos ilustradores proyectar su trabajo al resto del mundo aunque en su propio país no pase ‘nada’”
–Debe de haber sido difícil buscar material para tu ponencia... –Bastante. Por eso lo de “apuntes” en el título. En España encontré algunos estudios muy bien hechos, como la tesis de doctorado de Alberto Urdiales, sobre la ilustración en España de 1900 a 1936, o el libro de Jaime García Padrino. En América ya hay bastante menos: estudios de Manuel Peña Muñoz (Chile), Antonio Orlando Rodríguez (Cuba) –un especialista en literatura infantil, pero que todos conocen por su novela Chiquita, que ganó el Premio Alfaguara 2008–, algo en Brasil y mi libro aquí, en la Argentina. Hay muy poco, por ejemplo, en Nicaragua, El Salvador, Panamá y en Paraguay, aunque conseguí ahora una historia de la literatura infantil paraguaya. Y en Colombia y Venezuela, que han tenido y tienen una producción muy interesante de literatura infantil, se quejan sin embargo de que hay muy poco escrito sobre el tema. –¿Y cuál sería, en tu opinión, la razón de esta pobreza de textos críticos o de reflexión?