Sistematización de experiencias educativas en derechos humanos

guía de acción con contenidos que tengan sentido para quien decida acompañarnos en este recorrido práctico. II. ¿En qué consiste la sistematización? Al igual que en cualquier otro tema, especialmente en los de reciente desarrollo, existen tantos conceptos como autores sobre la materia. En términos sencillos podemos.
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Sistematización de experiencias educativas en derechos humanos Una guía para la acción

Ligia Bolívar O.

© 2002 Instituto Interamericano de Derechos Humanos San José. Reservados todos los derechos. Las ideas expuestas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no corresponden necesariamente con las del IIDH o las de sus donantes. Se permite la reproducción total o parcial del material aquí publicado, siempre y cuando no sea alterado, se asignen los créditos correspondientes y se haga llegar una copia de la publicación o reproducción al editor.

341.481.07 B689c Bolívar O., Ligia Sistematización de experiencias educativas en derechos humanos: Una guía para la acción / Ligia Bolívar O. --San José, CR.: Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2003. 32 p. ; 21.5 x 28 cm. (Serie Cuadernos Pedagágicos) ISBN 9968-917-01-X 1. DERECHO A LAEDUCACIÓN 2.DERECHOS HUMANOS 3. EDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS SISTEMATIZACIÓN I. Título II. Serie

Equipo productor de la publicación: Ligia Bolívar Autora Ana María Rodino Coordinadora de la Unidad Pedagógica IIDH Randall Brenes Oficial de Proyectos de la Unidad Pedagógica IIDH Diseño y diagramación: Unidad de Información y Servicio Editorial IIDH Impresión: Imprenta y Litografía Hermanos Segura S.A.

Instituto Interamericano de Derechos Humanos Apartado Postal 10.081-1000 San José, Costa Rica Tel.: (506) 234-0404 Fax: (506) 234-0955 e-mail: [email protected]

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Índice Presentación de la serie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7 I.

Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

II.

¿En qué consiste la sistematización? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

III.

¿Es diferente la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10

IV.

¿Por qué sistematizar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12

V.

¿Para qué sistematizar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12

VI.

¿Para quiénes sistematizar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13

VII. ¿Qué pasos podemos seguir para sistematizar? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13 1. Selección de la experiencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .14 2. Identificación de los objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 3. Identificación de los destinatarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16 4. Identificación de los actores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17 5. Identificación de las fuentes de información . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .18 6. Mecanismos de búsqueda de información . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19 7. Cronograma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20 8. Procesamiento de la información . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21 VIII. ¿Cómo podemos contar nuestra historia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23 1. Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23 2. Contexto y problema planteado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24 3. Propósito de la experiencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24 4. Estrategias seguidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 5. Contenidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

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6. Obstáculos enfrentados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26 7. Logros alcanzados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27 8. Aprendizajes obtenidos por el equipo educador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27 9. Aprendizajes obtenidos por los participantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28 10. Otros factores a considerar en experiencias futuras . . . . . . . . . . . . . . . . . .28 11. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29 IX.

¿Qué más podemos hacer?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

X.

¿Y ahora qué? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .30

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32

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Presentación La educación en derechos humanos es el eje central del mandato por el cual fue creado el Instituto Interamericano de Derechos Humanos. A esta labor ha dedicado importantes esfuerzos desde su establecimiento hace más de dos décadas, contribuyendo al entrenamiento de un significativo contingente de trabajadores de este campo en todo el hemisferio. Esa línea regularizada de formación de educadores se sustenta en el reconocimiento jurídico de la educación en derechos humanos consagrado en el artículo 13.2 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales –Protocolo de San Salvador-. La estrategia de trabajo del IIDH en el campo de la educación formal y no formal en derechos humanos ha incorporado, desde el inicio, acciones concretas de asistencia técnica a instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil y universidades, en el desarrollo de programas de estudio y de capacitación a sus funcionarios, técnicos y docentes, en tanto agentes multiplicadores de contenidos teóricos y metodológicos. Junto a estas acciones, el IIDH nunca ha perdido de vista el valor del material didáctico, sea como instrumento de autoformación o como herramienta de apoyo de la labor docente. Por ello, los proyectos educativos contemplan y estimulan la elaboración de materiales para enriquecer y fortalecer el trabajo de los educadores en América Latina y El Caribe. En ese sentido, la serie Cuadernos Pedagógicos del IIDH se propone ofrecer nuevas herramientas teórico-metodológicas para enriquecer la tarea de educar en y para los derechos humanos y la democracia. Por eso, desde su mismo nombre, evoca a ese pequeño gran instrumento de trabajo en la labor diaria del enseñar y aprender, que se nos ofrece con sencillez para acoger toda idea importante y nos invita a compartirla. En el formato de un texto unitario, centrado en un tema específico, de longitud breve y lenguaje accesible a un público amplio de docentes y capacitadores de distintos niveles, estos Cuadernos Pedagógicos tratan contenidos variados con un denominador común: los puntos de encuentro entre la educación y los derechos humanos. Así, en ellos se aborda este vasto campo interdisciplinario desde alguna de sus tres perspectivas centrales: el derecho a la educación, la educación en derechos, y la vigencia de los derechos humanos en la educación.

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Los Cuadernos están dirigidos a facilitar que estos problemas se aborden desde distintos ángulos, se sitúen en el contexto social e histórico contemporáneo, en particular el latinoamericano y caribeño, se sometan al análisis crítico y se pongan en práctica en los procesos concretos de educación formal o no formal que cada educador lleva adelante e implementa cotidianamente. Cada Cuaderno está elaborado tomando en cuenta criterios que aseguren su calidad y pertinencia educativa: aportes doctrinarios novedosos; planteamiento desde la doble perspectiva teórica y práctica; rigor científico en el desarrollo de la investigación y, no obstante su especialidad, presentación accesible para una gama amplia de destinatarios. El IIDH espera que los Cuadernos Pedagógicos se traduzcan en una contribución para quienes inspiran su trabajo educativo en los derechos humanos y los principios democráticos, entendidos como objetos de estudio y, sobre todo, como normas de convivencia cotidiana. La serie Cuadernos Pedagógicos se inicia con el aporte de la Autoridad Noruega para el Desarrollo (NORAD), la misma que contribuye a varios de los esfuerzos del IIDH en el campo de la educación en derechos humanos. Roberto Cuéllar M. Director Ejecutivo

Reseña biográfica de la autora Ligia Bolivar O. Venezolana. Socióloga. Directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello. Fundadora del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos –PROVEA-. Miembro del Consejo de Administración del Fondo de Asistencia Técnica de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Consultora y colaboradora de diferentes institutos y organizaciones de derechos humanos. Ha sido expositora en distintos foros especializados. Fue Presidenta del Centro para la Justicia y el Derechos Internacional –CEJIL-. Fue integrante del Comité Ejecutivo Internacional de Amnistía Internacional. Autora de diversas publicaciones y artículos especializados sobre aspectos relativos a los derechos humanos.

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I. Introducción Existe una cantidad considerable de textos sobre sistematización de experiencias en general y otros tantos sobre sistematización de experiencias educativas en derechos humanos, las cuales brindan un cúmulo importante de información sobre la materia. No obstante, la gran mayoría de estos textos ha desarrollado un sofisticado sistema conceptual sobre la materia, al punto que, tales niveles de complejidad, lejos de estimular a los educadores en derechos humanos a asumir el reto y la necesidad de la sistematización, han terminado por desanimarlos. Muchos educadores en derechos humanos se sienten simplemente paralizados ante la idea de sistematizar su experiencia, debido al manto de misterio y complejidad con que se ha pretendido cubrir este ejercicio. En las páginas siguientes se pretende, en primer lugar, desmitificar la sistematización, a fin de que, como educadores en derechos humanos le perdamos el miedo a esta actividad tan esencial y necesaria para la multiplicación de nuestras prácticas educativas; en segundo término, y como consecuencia de lo anterior, el texto busca compartir y proponer un manejo instrumental de la sistematización, es decir, un conocimiento no basado en abstracciones teóricas, sino en el dominio práctico del ejercicio sistematizador; por último, tratándose de un texto sin mayores pretensiones teóricas, intentaremos compartir las bases de este ejercicio a partir de nuestra propia experiencia y de lo que hemos aprendido de otros educadores en derechos humanos en talleres formativos sobre la materia. En función de lo antes dicho, el texto se divide en nueve secciones presentadas a manera de interrogante, en las que no se pretende presentar verdades absolutas, sino sugerencias para la acción de sistematización. Siendo ésta una guía para la acción, se invita al lector - actor a incorporar, paso a paso, su propia experiencia a fin de llenar esta guía de acción con contenidos que tengan sentido para quien decida acompañarnos en este recorrido práctico.

II. ¿En qué consiste la sistematización? Al igual que en cualquier otro tema, especialmente en los de reciente desarrollo, existen tantos conceptos como autores sobre la materia. En términos sencillos podemos decir que la sistematización consiste en:

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Registrar, de manera ordenada, una experiencia que deseamos compartir con los demás, combinando el quehacer con su sustento teórico, y con énfasis en la identificación de los aprendizajes alcanzados en dicha experiencia.

Esta definición nos remite a varios componentes de la sistematización: • Es un registro ordenado de hechos. • La organización de la información no se realiza como un mero ejercicio histórico o teórico, sino que pretende transmitir una experiencia a otras personas que puedan aprovecharla a futuro. • Debe mantener un equilibrio entre aspectos teóricos y prácticos. • Implica reflexión sobre la práctica. • Su propósito es compartir un aprendizaje.

Esta sencilla definición nos lleva igualmente a considerar lo que no es sistematización. • No es una investigación histórica o social, con todo el rigor de la investigación científica. • Tampoco es un simple recuento de actividades o un listado de tareas, aunque éstos puedan ser parte de la misma. • No es una actividad que se agota en sí misma.

III. ¿Es diferente la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos? Es posible sistematizar prácticamente cualquier experiencia en el quehacer social y, en general, la metodología empleada para ello no difiere sustancialmente, sea que se trate de la sistematización de la experiencia del proceso productivo de una cooperativa, o de una experiencia en el campo de los derechos humanos; de hecho, buena parte de las sugerencias presentadas a lo largo de este texto pueden ser empleadas en cualquier caso. No obstante, lo que caracteriza la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos, es, en primer término, el sentido de la misma, es decir, la razón de ser de la experiencia, ya que en nuestro caso, la sistematización tiene una finalidad específica: contribuir a formar ciudadanos preparados para la defensa de sus derechos y, también, a formar funcionarios comprometidos con su respeto y promoción.

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Otro factor que caracteriza a la sistematización de las experiencias educativas en derechos humanos, es su capacidad de multiplicación, pues debemos tomar en cuenta que, aunque seamos parte de una organización de derechos humanos relativamente grande y bien financiada (lo cual es más la excepción que la regla) nunca seremos suficientes para transmitir y compartir el mensaje educativo con toda la población. De allí la necesidad de compartir experiencias de manera reflexiva, a fin de que puedan ser multiplicadas por otros, en zonas o con sectores a los que no podemos llegar directamente. Por otra parte, en el caso de los derechos humanos, la educación no se limita a transmitir conocimientos teóricos. Se trata, generalmente, de una educación orientada a la acción, a la transformación de conductas, al cambio de actitudes, bien sea en sectores populares afectados por la violación de sus derechos, o en sectores oficiales responsables por la protección de éstos. En tal sentido, la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos tiene, necesariamente, una visión de proceso, donde no cuenta solo la posibilidad de “ganar” un caso ante las autoridades, sino también y principalmente, la posibilidad de generar conciencia crítica en lo que son las relaciones Estado - sociedad, formando personas cívicamente maduras y capaces de asumir la defensa de sus derechos, a partir de su conocimiento, pero sin limitarse a ello. Los saldos organizativos y educativos son, entonces, tanto o más importantes que la mera solución de un conflicto jurídico que afecta derechos humanos. En el campo de la educación en derechos humanos el proceso de aprendizaje y defensa es tan o más importante que el resultado o desenlace de un conflicto. Finalmente, cabe aclarar que cuando nos referimos a experiencias educativas en derechos humanos, no aludimos de manera exclusiva a aquellos procesos controlados donde hay un grupo sujeto de un proceso formativo que se apropia de un conocimiento mediante un esfuerzo deliberado a través de las modalidades tales como foros, cursos, talleres, charlas, folletos, manuales, etc. La educación en derechos humanos es una tarea permanente que debe permear toda nuestra actividad. Tengo muy presente el relato de un abogado que trabajaba para una organización de derechos humanos del Cono Sur en los años duros de la dictadura y a cuya oficina llegó la madre de un detenido afirmando -

Doctor, ayude a mi hijo, pues él no ha hecho nada. Y el abogado le contestó: Señora, su hijo sí hizo algo: estaba participando en una manifestación y eso es algo considerado como ilegal por las autoridades, pero es un derecho humano; su hijo sí hizo algo, pero eso no lo convierte en criminal.

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Con esta simple frase, el abogado, sin organizar un taller ni redactar una cartilla, estaba realizando una labor educativa. La educación en derechos humanos puede pasar por diversas modalidades, estructuradas o no; la mayoría de ellas merecen ser sistematizadas, siempre que las asumamos desde una visión de proceso y no como ejercicios aislados.

IV. ¿Por qué sistematizar? La defensa y promoción de los derechos humanos, con frecuencia están marcados por el activismo; la mayoría de las veces nos dejamos ganar por las urgencias y postergamos lo importante. Sin embargo, en nuestra práctica diaria vamos acumulando un conjunto de valiosas experiencias que merecen ser registradas, analizadas y compartidas, precisamente porque han sido importantes, más no necesariamente urgentes. La sistematrización de nuestras experiencias educativas en el campo de los derechos humanos nos permite hacer un alto en el camino para reflexionar sobre lo que estamos haciendo, valorarlo, ordenarlo y extraer aprendizajes que puedan ser compartidos con terceros.

V. ¿Para qué sistematizar? Sistematizar, nos permite revisar el pasado y proyectarlo ordenadamente hacia el futuro, a partir de un proceso reflexivo. Muchas veces las organizaciones en general — y las de derechos humanos no son la excepción — tienden a identificar su actividad con sus dirigentes, personalizando el trabajo de tal forma que todo está en las cabezas y en las memorias de unos pocos. Sin embargo, si queremos que las organizaciones perduren más allá de nuestra presencia, debemos entender que no somos imprescindibles ni insustituibles. Las personas pasan; las organizaciones quedan. En tal sentido, la sistematización sirve para preservar la memoria histórica de la organización, de tal forma que las generaciones de relevo puedan multiplicarla en el futuro, sin depender de la memoria o la presencia de los primeros trabajadores. En el caso de las experiencias educativas, la sistematización permite, además, recoger una visión de proceso, que no se agota simplemente en una lista de actividades, contenidos y dinámicas. Así, la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos tiene un sentido reflexivo sobre el quehacer formativo, tomando en cuenta sus motivaciones, desarrollo, contenidos, técnicas, resultados y aprendizajes, más allá de la asimilación de contenidos.

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VI. ¿Para quiénes sistematizar? Ya hemos afirmado que sistematizamos para los demás. Pero ¿quiénes son los demás? Los destinatarios de la sistematización son diversos y todos ellos deben ser tomados en cuenta a la hora de preparar el proceso de sistematización. Entre los destinatarios más frecuentes podemos señalar: • Otros miembros de nuestra organización que participan en iniciativas de educación en derechos humanos. • Futuras generaciones de educadores en derechos humanos de nuestra organización. • Educadores de otras organizaciones de derechos humanos. • Dirigentes y activistas de otras organizaciones sociales, comunitarias, educativas u oficiales (sindicatos, asociaciones gremiales, campesinas, religiosas, estudiantiles, centros de formación de funcionarios judiciales o policiales, etc.). • Participantes en la experiencia educativa que se sistematiza. En ocasiones la sistematización de una experiencia educativa está dirigida a uno solo de estos sectores; en otros casos es posible que resulte pertinente considerar diferentes destinatarios.

VII. ¿Qué pasos podemos seguir para sistematizar? Lo primero que debemos tener presente es que una buena sistematización no comienza cuando termina una experiencia educativa, sino al inicio de ésta. Por esta razón es recomendable mantener archivos y registros de todos aquellos materiales y documentos que se van produciendo a lo largo del proceso: una minuta de una reunión preparatoria, una carta de convocatoria, una lista de participantes, fotografías de una comunidad afectada en sus derechos, una evaluación previa del perfil profesional de los funcionarios judiciales de una determinada región... todos ellos son insumos útiles para la sistematización. Otra recomendación previa tiene que ver con la selección de la persona o equipo que estará a cargo de la sistematización. Mientras más pronto se asigne esta responsabilidad, más sencillo será mantener los registros necesarios para realizar la tarea. No obstante, en algunas oportunidades, no es posible anticipar el valor o impacto de una experiencia educativa; a veces el grupo solo se percata de la importancia de la experiencia y de sus méritos para ser sistematizada, una vez que ésta ha concluido, especialmente cuando se trata del acompañamiento integral de un conflicto comunitario. Si bien en estas circunstancias no es posible designar a la persona o equipo sistematizador desde el comienzo, lo que sí resulta crucial es que en la actividad de

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sistematización participe, al menos, una persona de la organización que haya estado involucrada en el proceso educativo, aún si se decide delegar la responsabilidad general por la sistematización a una persona ajena al equipo educador. En ocasiones, la organización prefiere confiar esta tarea a algún integrante de la misma con facilidades de redacción, o hasta contratar los servicios de un “experto”. Muchas veces esta “salida” obedece a razones de tiempo: los integrantes del grupo están tan ocupados en la actividad diaria, que prefieren dejar esta tarea a especialistas. Sin duda, hay personas que se han especializado en esta actividad y sus orientaciones siempre serán de utilidad. Pero, como ya hemos señalado, el propósito de esta guía es precisamente permitir al educador en derechos humanos apropiarse de la actividad de sistematización, mediante su manejo instrumental, por lo que resulta poco relevante referirnos a ejercicios de sistematización realizados por terceros; simplemente insistiremos en la conveniencia de que, independientemente de quién tenga responsabilidad final por la sistematización, participe en ésta al menos una de las personas que formaron parte del grupo de educadores que acompañaron el proceso.

1. Selección de la experiencia Como ya hemos advertido, en ciertas oportunidades no resulta sencillo saber con antelación si una experiencia educativa tiene méritos para ser sistematizada. Si bien, en principio, podría decirse que toda experiencia educativa merece ser sistematizada, la realidad nos enfrenta con recursos escasos, y ello nos obliga a establecer prioridades. Los méritos de la experiencia dependen de diversos factores, en cuya identificación puede ayudarnos la reflexión sobre preguntas tales como: • ¿Existen pocas o ninguna experiencias educativas sistematizadas en relación con el tipo de grupo destinatario? (Por ejemplo, experiencias con grupos afrodescendientes, con asociaciones de jubilados y pensionados, etc.). • ¿La temática o contenidos desarrollados a lo largo de la experiencia son relativamente nuevos? (Por ejemplo, la organización y formación en derechos humanos de una asociación de personas que viven con VIH - SIDA para negociar reformas legislativas). • ¿Recoge la experiencia modalidades educativas innovadoras? (Por ejemplo, el uso de dramatizaciones y técnicas lúdicas en un proceso de formación de funcionarios policiales). • ¿Se trata de una experiencia con importantes saldos educativos u organizativos para los destinatarios? (Por ejemplo, la formación de un grupo de familiares de víctimas de violencia policial que logran trascender el dolor individual).

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• ¿Revela la experiencia lecciones novedosas? (Por ejemplo en formas de lucha contra la impunidad, en la apropiación del conocimiento jurídico por parte de comunidades). Evidentemente, no se espera que las experiencias educativas en derechos humanos abarquen toda la gama de posibilidades antes mencionadas — la cual, además, no es exhaustiva — pero la respuesta afirmativa a, al menos, una de estas preguntas nos puede servir para saber si estamos en presencia de una experiencia con méritos suficientes para ser sistematizada. Además, al responder estas preguntas también obtenemos pistas sobre los elementos de la experiencia que vale la pena destacar. Por ejemplo, si se trata de una experiencia cuyo principal mérito se encuentre en la novedad de contenidos o temáticas abordados en el proceso educativo, es en ese aspecto donde habrá que centrar la mayor parte de la sistematización, aún si en lo inmediato no se perciban saldos organizativos, o si no se emplearon modalidades pedagógicas particularmente novedosas.

Proponemos: A. Mencionar al menos dos experiencias de educación en derechos humanos en las que haya participado su organización y revisarlas a la luz de las preguntas arriba sugeridas. 1. 2. 3. B. Llegar a un consenso sobre la experiencia que, a juicio del grupo, tiene méritos suficientes para ser sistematizada. Experiencia seleccionada:

2. Identificación de los objetivos Al responder a las preguntas sobre los méritos más relevantes de una experiencia educativa, estamos allanando el terreno para identificar los objetivos de la sistematización, los cuales pueden ser variados y abarcar propósitos tales como: • Compartir una experiencia educativa desde una visión de proceso.

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• Ordenar la forma de presentación de contenidos novedosos. • Compartir metodologías y dinámicas educativas novedosas. • Reflexionar sobre el saldo organizativo de una experiencia. • Analizar el papel desempeñado por diferentes actores en un proceso de educación y acción. La pregunta clave es ¿para qué? Encontrar la respuesta precisa no es fácil, pero, una vez solventada, habremos allanado una parte considerable del camino. Es posible que una misma experiencia educativa nos conduzca a la identificación de más de un objetivo válido para su sistematización. Sin embargo, es conveniente no tratar de abarcar demasiados objetivos, pues ello podría conducirnos a la dispersión. Mientras más claramente delimitado esté el objetivo, mejor enfocado estará el trabajo de sistematización.

Proponemos: En la experiencia ya seleccionada, preguntarse: ¿Cuál es el propósito que queremos lograr con la sistematización de esta experiencia educativa? Y, a partir de allí, redactar en los términos más sencillos y concretos posibles, el objetivo.

3. Identificación de los destinatarios Una vez definido el objetivo de la sistematización, corresponde preguntarnos a quién va dirigida ésta. Como ya hemos señalado, los destinatarios pueden ser diversos, pero deben ser claramente definidos. Por otra parte, una clara identificación de los destinatarios tendrá importantes consecuencias en etapas posteriores del proceso de sistematización, como, por ejemplo, en la consideración del tipo de lenguaje a usar en la presentación de la experiencia. Así, si la sistematización va fundamentalmente dirigida a sectores comunitarios, seguramente será fundamental cuidarnos de usar un lenguaje técnico y resultará más necesario acudir

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a recursos de presentación con gráficos, fotos, etc. para hacerla visualmente más atractiva. En cambio, si el destinatario principal es el cuerpo de capacitadores de funcionarios policiales o judiciales, la precisión en el lenguaje técnico es esencial.

Proponemos: Marcar de la siguiente lista el/los principal/es destinatario/s de la sistematización de esta experiencia educativa: Otros miembros de nuestra organización que participan en iniciativas de educación en derechos humanos. Futuras generaciones de educadores en derechos humanos de nuestra organización. Educadores de otras organizaciones de derechos humanos. Dirigentes y activistas de otras organizaciones sociales, comunitarias, educativas u oficiales Participantes en la experiencia educativa que se sistematiza. Otro/s:

4. Identificación de los actores En cada experiencia educativa interviene una gran variedad de actores, cada uno de los cuales juega un papel específico, a veces a favor, a veces en contra de la experiencia o de los derechos humanos que se pretende defender. En el caso de las experiencias en derechos humanos, los actores no se limitan a quienes intervienen directamente en el proceso, sino que incluyen otros que lo afectan, aún no siendo parte de éste. En una experiencia de educación - acción sistematizada hace algunos años por una organización de derechos humanos, el problema principal se centraba en la violación de los derechos a la salud y al ambiente sano de una comunidad, por parte de una empresa petroquímica. A primera vista, podría decirse que los actores serían la comunidad, las autoridades sanitarias y ambientales, los gerentes de la empresa y el grupo de derechos humanos que los acompañó en el proceso. Sin embargo, a lo largo de la experiencia, el

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sindicato de la empresa jugó un importante papel, por su acceso a información crucial sobre las normas de seguridad ambiental de la planta petroquímica. Un diario local, también jugó un importante papel, aunque nocivo para el propósito de defensa de los derechos de la comunidad, al hacerse eco de una campaña de desinformación promovida por la empresa. A los efectos de sistematizar una experiencia educativa en derechos humanos, actor es toda aquella persona o sector que influya de manera positiva o negativa en el desarrollo del proceso. Sin duda, unos actores tienen más relevancia que otros y hay que distinguir la importancia de su papel. Además, es posible que a lo largo del proceso de sistematización, identifiquemos actores que no habíamos reconocido al comienzo.

Proponemos: Elaborar una lista de todos los actores que intervinieron en la experiencia. Seguidamente, intentar una primera clasificación de actores entre principales y secundarios y dividirlos después entre quienes jugaron un papel a favor o en contra de la experiencia.

5. Identificación de las fuentes de información Para sistematizar una experiencia educativa en derechos humanos, podemos recurrir a una inmensa diversidad de fuentes. Algunas fuentes, casi siempre de carácter documental, están disponibles desde antes de comenzar el proceso de sistematización. Entre ellas podemos mencionar: • Artículos de prensa sobre el contexto en el cual se desarrolló la experiencia. • Listas de participantes y de facilitadores. • Otros documentos de archivo como cartas, minutas de reuniones preparatorias, etc. • Material educativo: diseño de un taller, cartillas, registro de una actividad formativa, etc. • Material gráfico y audiovisual: fotografías, grabaciones, videos, etc. En otros casos, una persona o un grupo de personas pueden ser fuentes de información, pero probablemente ésta no esté registrada, en cuyo caso hay que buscarla para incorporarla al proceso de sistematización. Entre estas fuentes de información no documental se encuentran:

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• Miembros del equipo educador que facilitó la experiencia. • Los participantes en la experiencia. • Otras personas de la comunidad o sector en el cual se desarrolló la experiencia. • Personas que, sin tener ninguna participación directa o indirecta en la experiencia, tienen un conocimiento técnico importante sobre el tema o derecho abordado en el proceso educativo (por ejemplo, un ingeniero forestal en un caso de conflicto en tierras indígenas o campesinas; un dirigente del gremio de periodistas en un caso de libertad de expresión). • Integrantes de otras organizaciones de derechos humanos. En todo caso, antes de iniciar la sistematización, es conveniente hacer un listado de posibles fuentes de información, partiendo de las siguientes preguntas: • ¿Qué tipo de información necesitamos? • ¿Cómo podemos acceder a esas informaciones? (a través de personas o de documentos y otros registros como grabaciones o fotografías) • ¿Ya existe la información o debemos recopilarla?

Proponemos: Hacer un listado de las fuentes de información necesarias, usando como base las preguntas arriba sugeridas.

6. Mecanismos de búsqueda de información Como ya hemos señalado, buena parte de las informaciones necesarias, seguramente ya estarán disponibles en los archivos de la organización. Sin embargo, no debe sorprendernos que, incluso al interior de la organización, no consigamos la información que necesitamos, pues muchas veces el activismo le gana la batalla a los registros y archivos, por lo que dependemos de la memoria de quienes formaron parte de la experiencia. En esos casos, será necesario obtener la información, bien sea de fuentes internas (miembros de la propia organización que participaron en la experiencia) o externas (testimonios de participantes o de otros actores). Cuando no contamos con la información y tenemos que reconstruirla, podemos hacerlo de diversas maneras:

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• Entrevistas que deben ser previamente preparadas. • Encuestas o cuestionarios. • Instrumentos de evaluación, tras haber transcurrido algunos meses de terminada la experiencia. En cualquier caso, es recomendable ordenar primero la información ya disponible, para poder identificar los vacíos y de esta manera poder establecer el tipo de mecanismo más pertinente para recopilar información faltante, asegurándonos especialmente de incorporar preguntas sobre aquellos aspectos de la experiencia en los que tenemos vacíos informativos. En caso de recurrir al uso de encuestas o cuestionarios, es importante que las preguntas sean presentadas con un lenguaje claro y directo y que no induzca a una determinada respuesta. En estos casos, si el equipo de la organización de derechos humanos no cuenta con una persona formada en metodología de la investigación y, en especial, en la producción de encuestas o cuestionarios, valdría la pena preparar un primer cuestionario o encuesta y consultarlo con algún profesional de las ciencias sociales o humanísticas, para asegurarnos que la presentación de las preguntas nos ayude realmente a obtener la información que necesitamos.

Proponemos Reflexionar en equipo sobre una estrategia para obtener la información faltante o complementaria usando las siguientes preguntas orientadoras: ¿Qué información adicional requerimos? ¿Cuáles son las fuentes (documentales o personales) que nos pueden brindar esa información? ¿En cada caso, cuáles serían los mecanismos más apropiados para obtenerla?

7. Cronograma Generalmente, en nuestra experiencia educativa y en otras actividades de promoción y defensa de los derechos humanos, trabajamos con cronogramas, por lo que no parece necesario subrayar la necesidad e importancia de recurrir también a esta herramienta a la hora de sistematizar dichas experiencias.

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Como todos sabemos, el cronograma nos permite ordenar nuestro tiempo en el cumplimiento de tareas y con responsabilidades previamente definidas. Quizás, en la actividad de sistematización, el valor adicional que tiene el cronograma, es el de permitirnos ganarle la batalla al exceso de activismo. Ya sabemos que muchas veces no sistematizamos debido a que lo urgente y lo cotidiano se nos impone; en tal sentido, el cronograma en la labor de sistematización nos permite establecer un compromiso, una suerte de pacto con nosotros mismos, con nuestra organización y con los destinatarios de nuestra labor, para hacer y respetar el tiempo necesario para la reflexión sobre nuestro quehacer, aunque en ocasiones quizás será necesario hacer ajustes y reacomodos.

Proponemos: Preparar un cronograma detallando todas las tareas a realizar para la sistematización de la experiencia, usando como guía los aspectos señalados a lo largo del capítulo VII de esta guía, e identificando en cada caso: Actividad a realizar Responsable(s) Fecha límite

8. Procesamiento de la información Una vez recolectada toda la información necesaria, llega el momento de “digerirla”, es decir, de ir armando el rompecabezas de la experiencia que deseamos sistematizar. Para ello es necesario tener a mano todas las informaciones recolectadas, e irlas ordenando de acuerdo con un plan de presentación previamente diseñado. En el caso de haber usado encuestas o cuestionarios, es necesario preparar una tabla de resultados, en la que se totalicen las respuestas obtenidas y, de ser necesario, sacar porcentajes para cada tipo de respuesta. Sin embargo, es de hacer notar que el uso de tablas con porcentajes solo tiene sentido en la medida en que tengamos un número significativo de cuestionarios o encuestas por procesar (más de 50); en caso contrario, basta con presentar los resultados absolutos. Se puede ir procesando la información de acuerdo con diferentes criterios, tales como: • bloques temáticos (problema planteado al comienzo del proceso formativo, recursos utilizados, contenidos desarrollados, etc.),

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• cronológicos (ordenamiento por fechas desde el comienzo hasta el fin de la experiencia). • de acuerdo con el tipo de actor (organización de derechos humanos, comunidad, autoridades, etc.). También es posible combinar estos aspectos en una especie de tabla matriz que podría tener la siguiente presentación:

Este tipo de esquema de ordenamiento inicial, como veremos más adelante, no se corresponde necesariamente con la manera de presentar la experiencia al lector, pero sirve para que el equipo redactor tenga previamente organizada la información a utilizar. Se trata de ordenar la “materia prima” de acuerdo a criterios previamente definidos, antes de combinar los ingredientes para su presentación en un producto final.

Proponemos: Decidir los criterios de ordenamiento de la información disponible (por temas, por actores, cronológica, mixta) Preparar un esquema para organizar la información recolectada Desarrollar el esquema de ordenamiento de la información

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VIII. ¿Cómo podemos contar nuestra historia? Un asunto es tener a mano toda la información necesaria para sistematizar la experiencia educativa, y otro muy diferente es acordar una estructura para su presentación a los destinatarios del texto final. Hay datos que pueden ser muy importantes, pero cuya inclusión en el texto principal puede resultar tedioso, por lo que conviene incorporarlos en un anexo (por ejemplo, los resultados de una encuesta, o el temario de un taller). Si bien todas las informaciones son relevantes, debemos buscar mecanismos para que su presentación sea atractiva, de tal forma que la narración (y, por tanto, su lectura) no resulte pesada. La sistematización de una experiencia educativa en derechos humanos debe buscar, en primer término, ganar la atención del lector mediante la narración de nuestra experiencia de la manera más sencilla posible, sin simplificar, pero sin aburrir con aspectos irrelevantes o demasiado complicados que pueden ser remitidos a un anexo. Para definir la estrategia de presentación, es muy recomendable volver a los objetivos del proyecto y a los destinatarios, ya que ellos nos ayudarán a precisar la mejor forma de presentar la experiencia. Como ya hemos adelantado, si nuestros destinatarios principales son docentes que no conocen el lenguaje jurídico, la redacción debe evitar el uso de un lenguaje técnico especializado y, si éste resulta indispensable, entonces deberíamos pensar en la pertinencia de recurrir a un anexo, a manera de glosario, que explique los términos técnicos de manera sencilla. Lo que queremos es llegar a un determinado público; de allí la importancia de cuidar que el lenguaje esté adaptado a las necesidades de ese público. También hay que decidir sobre la forma más adecuada de presentar la información. Evidentemente, tiene sentido cierto ordenamiento cronológico de la información, pero debemos cuidar que un excesivo apego a la narración a lo largo del tiempo no resulte lineal, de forma que se pierdan detalles que enriquecen la experiencia. Otro recurso útil para la presentación en estos casos es el uso de recuadros, donde podemos incluir una reflexión sobre un aspecto específico que queremos relevar y que probablemente no “encaja” en el plan general de la narración, como por ejemplo, los criterios de selección acordados para la participación de un grupo de funcionarios judiciales en un proceso formativo, o la síntesis de una reunión de negociación entre la comunidad y las autoridades en la búsqueda de soluciones a un problema de abuso policial. En este caso, el recurso del recuadro es como abrir un paréntesis en la narración para relevar un aspecto particular. 1. Presentación En la presentación o introducción debemos plantear las razones que motivaron a la realización de la experiencia y a su posterior sistematización, el objetivo de la

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sistematización, sus destinatarios y, en términos muy generales, el problema que dio origen a la experiencia educativa. También es conveniente hacer una breve síntesis de lo que el lector encontrará a lo largo del texto, así como de los mecanismos utilizados para recolectar la información.

2. Contexto y problema planteado La utilidad de una experiencia para terceros dependerá, en buena medida, de que sientan que ésta es relevante para su trabajo y en la posibilidad de discernir cuáles son los aspectos de esa experiencia que pueden ser replicados y cuáles son únicos e irrepetibles. De allí la importancia que tiene presentar, en la manera más detallada posible, cuál es el contexto en el que se realizó la experiencia con información como: • Ubicación geográfica de la comunidad. • Características de la comunidad (población, situación socio - económica, grado de organización, relación con las autoridades, etc.). • Características de las autoridades y de otros sectores involucrados. Es igualmente importante realizar una descripción del problema que dio origen al inicio de la experiencia educativa. El problema no tiene que ser, necesariamente, conflictivo (como la violación sistemática de un derecho por parte de las autoridades), sino que puede tener sus orígenes en necesidades de información y preparación para mejorar la capacidad de respuesta de la comunidad en la defensa de sus derechos (por ejemplo, la necesidad de profundizar en el conocimiento de una ley y las formas de acceder a las autoridades para hacerla cumplir). En todo caso, lo importante es ubicar al lector en el inicio de la experiencia, las características del entorno y las motivaciones del proceso formativo.

3. Propósito de la experiencia El propósito de la experiencia es diferente al objetivo de la sistematización, pues mientras éste se orienta a la organización reflexiva de una serie de informaciones, aquél se centra en las motivaciones que dieron origen al proceso educativo. En este caso lo que interesa es ubicar al futuro lector en la experiencia de educación en derechos humanos y sus objetivos. Algunos ejemplos son: • Brindar a un grupo de maestros herramientas metodológicas para incorporar la educación en derechos humanos en su labor docente. • Preparar a una comunidad para mejorar su capacidad de interlocución con las autoridades ante un conflicto que afecta su derecho a la salud.

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• Proporcionar elementos de juicio a funcionarios del Ministerio Público para dar seguimiento a casos judiciales desde la perspectiva de los derechos humanos en general y del debido proceso en particular. • Profundizar sobre los principios y características de los derechos humanos con una asociación de trabajadores jubilados o pensionados para que éstos estén en capacidad de discutir un proyecto de ley en la materia, con las autoridades legislativas. Podríamos seguir presentando una infinita cantidad de ejemplos, pues la diversidad de experiencias educativas en derechos humanos es enorme. Lo que cabe resaltar es la importancia de ubicar al destinatario de la sistematización en las motivaciones que dieron origen al desarrollo de la experiencia.

4. Estrategias seguidas En esta parte de la sistematización interesa responder a una pregunta central: ¿cómo se desarrolló la experiencia educativa? Para ello puede ser recomendable preparar previamente una serie de preguntas, colocándonos en el lugar del destinatario de la sistematización. Algunas de esas preguntas podrían ser: • ¿Cómo se inició el proceso de acercamiento con los participantes en la experiencia? • ¿Qué criterios se utilizaron para seleccionar a los participantes? • ¿Cómo se convocó a los participantes? • ¿Se involucraron los beneficiarios en el proceso de selección y convocatoria? • ¿Dónde se desarrolló el proceso formativo? ¿Influyó el lugar en la asimilación de los contenidos por parte de los participantes? • ¿Qué criterios se utilizaron para seleccionar al equipo facilitador de la experiencia? • ¿Se solicitó ayuda a otras organizaciones o expertos? ¿De qué tipo? ¿Cómo funcionó esa tarea coordinada? • ¿Qué esfuerzos se realizaron para integrar a los participantes con el resto de la comunidad, funcionarios o colegas? • ¿Era importante que el proceso formativo tuviese un reconocimiento formal (por ejemplo, un certificado de participación por parte de las autoridades educativas, en el caso de un curso para docentes)? ¿Qué se hizo para lograr la aceptación de las autoridades respectivas con el objeto de otorgar el certificado que las involucrara?

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• ¿En qué horario y con qué frecuencia se desarrolló el proceso educativo? ¿Influyó el horario en el logro máximo de atención y asistencia? • ¿Cómo se hizo la selección de material de apoyo y bajo qué criterios (por ejemplo, tomando en cuenta el grado de complejidad del lenguaje, etc.)? • ¿Fue necesario recurrir a algunas dinámicas de integración al comienzo de la experiencia? ¿Por qué? ¿Cómo se hizo? ¿Qué resultados tuvo? Éstas y muchas otras preguntas surgirán a lo largo del proceso de sistematización y deben ser contestadas exhaustivamente por el equipo redactor, pensando en las necesidades de información del lector, sin dejar detalles por fuera, aunque algunos puedan parecer irrelevantes.

5. Contenidos En esta parte de la sistematización la pregunta central es ¿qué se dijo? Es esencial transmitir con mucha precisión el tipo de contenidos abordados y las estrategias utilizadas para su tratamiento. Bien sea en el cuerpo principal del texto o en anexos, vale la pena detallar: • Los contenidos desarrollados y el énfasis dado a cada uno de ellos. • Las dinámicas y metodologías usadas para su abordaje. • Una relación de los materiales de apoyo empleados.

6. Obstáculos enfrentados Aún las experiencias educativas en derechos humanos mejor planificadas, pueden enfrentar con obstáculos no previstos, tales como dificultades para transmitir un contenido muy técnico a los destinatarios de la experiencia; desmotivación de los destinatarios, que puede expresarse en incumplimiento de acuerdos o disminución en asistencia y participación; escepticismo de los destinatarios para valorar el uso de mecanismos judiciales en la defensa de sus derechos; resistencias de otros sectores la comunidad o de las autoridades a lo largo del proceso formativo, entre otras. La importancia de reflexionar sobre los obstáculos encontrados radica en advertir al destinatario de la sistematización sobre los posibles problemas que se pueden encontrar en un proceso educativo. Por ello es necesario responder a las siguientes interrogantes: • ¿Qué problemas se enfrentaron? • ¿Qué estrategias se usaron para superarlos? • ¿Qué resultado se obtuvo?

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7. Logros alcanzados Una cosa es el objetivo propuesto en una experiencia educativa y otra diferente los logros alcanzados. Si bien es cierto que ambos están íntimamente relacionados, y los objetivos iniciales deben ser una suerte de vara de medición para confrontar los logros, puede haber otros logros que vayan más allá de esos objetivos iniciales. Así, por ejemplo, es probable que un saldo no previsto, pero que fue producto de la experiencia educativa, sea un mayor grado de cohesión entre los participantes para el desarrollo de futuros proyectos de promoción y defensa de los derechos humanos. También es posible que, como resultado del proceso educativo conjunto, el grupo haya acordado la formación de una red de alerta temprana, o de vigilancia sobre la actuación del Estado en torno a la situación de un derecho, o que haya decidido convertirse en equipo facilitador para multiplicar la experiencia formativa en su comunidad. Todas estas son iniciativas meritorias que deben ser rescatadas, pues son saldos positivos de la experiencia educativa, independientemente de que no hayan sido inicialmente previstas en el diseño de la misma. En definitiva, los logros son una combinación del cumplimiento de objetivos previstos y de otros saldos no anticipados, pero igualmente valiosos. 8. Aprendizajes obtenidos por el equipo educador Cualquier experiencia educativa, si es realmente integral y bidireccional, deja aportes no solo para los destinatarios, sino también para el equipo educador y ello debe ser reflejado en la sistematización, tanto por su valor para contribuir a la reflexión sobre el proceso, como por el provecho que de dicha reflexión pueden sacar otros equipos de educadores. Los aprendizajes del equipo educador pueden ser positivos o negativos, pero en todo caso se trata de un aspecto de la experiencia que merece ser tomado en cuenta. Entre los aprendizajes positivos puede encontrarse: las ventajas de contar con el apoyo de otras organizaciones o expertos en un proceso educativo sobre temas muy específicos o novedosos; la realización de la experiencia educativa en el sector geográfico de residencia de la misma comunidad, para tener una visión más realista de los problemas que ésta enfrenta; la utilización de ejemplos y casos de la misma comunidad para asegurar que los temas tratados tengan un abordaje fundado en la realidad, etc. Algunos aprendizajes a partir de lo negativo podrían ser: la necesidad de una mayor precisión en los criterios de selección de los participantes; la falta de una evaluación previa del sector sujeto del proceso educativo, a fin de identificar y prever posibles resistencias a lo largo del proceso educativo; la ausencia de una estrategia clara de seguimiento a un grupo que espera más que una simple transmisión de información y conocimientos, etc.

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9. Aprendizajes obtenidos por los participantes En casi toda experiencia educativa — por no decir en la totalidad — es altamente recomendable hacer una evaluación al final de la misma, centrándonos en aspectos tales como: cuál fue el tema que más relevancia tuvo para los participantes, cómo evalúan la metodología, los facilitadores, los contenidos, etc. Con frecuencia es posible entresacar de estas evaluaciones algunos elementos importantes para valorar los aprendizajes de los participantes, no solo en cuanto a contenidos, sino en cuanto a la experiencia educativa como proceso. Ejemplos de algunos saldos educativos serían: • La vigencia de métodos de disciplina no represivos en la escuela, para un grupo de docentes. • La valoración de espacios de interlocución con las autoridades, por parte de un grupo que espera avanzar en la aprobación de un proyecto de ley. • La posibilidad de ejercer la fuerza con criterios de proporcionalidad, por parte de un grupo de funcionarios policiales. • La importancia de una buena estrategia de comunicación, por parte de un grupo que pretende relevar un problema de derechos humanos frente a la opinión pública. • La conveniencia de la consulta con otros miembros de la comunidad para enfrentar una situación violatoria de derechos, por parte de dirigentes de organizaciones sociales. Quizás, la conclusión más valiosa que podemos sacar en esta parte del trabajo de sistematización consiste en que, más allá de los aprendizajes propios de la transmisión de contenidos que puede darse en una experiencia educativa sobre derechos humanos, es muy probable que el grupo saque sus propias conclusiones y lecciones a lo largo del proceso, y ello es digno de una reflexión y una reseña especial en la sistematización.

10. Otros factores a considerar en experiencias futuras Con frecuencia, en las experiencias educativas, hay una serie de factores no previstos ni previsibles al comienzo de la misma, y cuyo manejo representa un reto para el equipo facilitador, especialmente cuando se trabaja por primera vez con un determinado sector de la población o con un tema novedoso. De nuevo, se impone aquí un profundo proceso de reflexión por parte del equipo educador y redactor. Esta parte de la sistematización es, en cierta medida, la sección de los consejos útiles pensando en el futuro: • ¿Cómo no repetir los errores identificados? • ¿Cómo optimizar el tiempo y los recursos empleados?

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• ¿Cómo aumentar los niveles de motivación del grupo? • ¿Cómo prever los posibles obstáculos y resistencias? • ¿Cómo mejorar el seguimiento de la experiencia? Aunque los imprevistos siempre estarán presentes, es posible desarrollar un proceso reflexivo al final de la experiencia, que nos permita reducirlos al mínimo en futuras oportunidades.

11. Conclusiones La conclusión de la sistematización es una suerte de síntesis reflexiva sobre los aspectos más relevantes del proceso educativo, visto desde diferentes ángulos: los educadores, los destinatarios del proceso educativo, los sistematizadores y los futuros lectores. En cierta forma, las conclusiones son una vuelta a la introducción, pero con nuevos elementos de juicio. En nuestra opinión, la sistematizasción de experiencias guarda una serie de semejanzas con lo que se conoce como investigación evaluativa, ya que en ésta hay un orden lógico de presentación que pasa por las siguientes etapas:

Objetivo propuesto

Diseño para lograr el objetivo

Ejecución

Resultados

Proceso de evaluación

Al final se busca contrastar el objetivo con los resultados, preguntándonos dónde se encuentran las fortalezas y debilidades del proceso y si éstas tienen que ver con factores relacionados con el diseño de la propuesta o con su ejecución. Frecuentemente hay algo de ambas, pero lo que interesa es contar con suficientes elementos de juicio para saber valorar los aspectos positivos y las deficiencias de la experiencia, para de allí extraer los aprendizajes necesarios.

IX. ¿Qué más podemos hacer? Usualmente, las experiencias educativas en derechos humanos son altamente participativas, tanto en su diseño, como en su ejecución y en el tipo de metodologías empleadas en su desarrollo. En tal sentido, sería lógico suponer que este componente participativo se encuentre igualmente presente en el proceso de sistematización. De allí

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que resulte relevante que el equipo sistematizador se plantee la posibilidad de validar el producto de su trabajo antes de darlo por concluido. La validación externa puede hacerse de dos maneras, que no son excluyentes entre sí: Mediante la intervención de un pequeño grupo (sugerimos un máximo de 3 personas) de lectores externos, provenientes de sectores que hemos identificado previamente como destinatarios de la sistematización. Ello nos permitirá asegurar que el texto sea comprendido y que tiene para el lector una secuencia lógica, en la cual están presentes todos los elementos importantes. Solicitando a algunos de los participantes en la experiencia educativa (de nuevo, recomendamos un máximo de 3 personas) que hagan una lectura del texto, para cuidar que no se escapen detalles importantes y asegurar que los participantes se sienten adecuadamente reflejados en el texto. Después de este ejercicio de validación externa, solo falta que el equipo redactor realice los ajustes necesarios para que la sistematización esté lista.

X. ¿Y ahora qué? Si hemos partido de una base según la cual la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos tiene como objeto transmitir de manera ordenada una experiencia que puede ser relevante para terceros, entonces no podemos conformarnos con contar con un buen documento de sistematización. El siguiente paso será el de preparar una estrategia de difusión del documento entre los sectores potencialmente interesados en lo que en éste se analiza, es decir, en su contenido. En otras palabras, la sistematización no culmina con la edición del documento final. Este paso debe estar seguido por una estrategia que nos permita hacerlo llegar a quienes puedan tener interés en conocerlo y multiplicarlo, en función del mejoramiento de su propia labor educativa. También, en la medida de lo posible, vale la pena colocarlo en una página web, pues muchos buscadores de web orientan al lector sobre temas de su interés, incluso si nosotros no tenemos capacidad para llegar directamente. En tal sentido, es recomendable que el documento de sistematización se presente con un título sencillo que capte la esencia del trabajo, de tal forma que los buscadores lo identifiquen fácilmente para lectores interesados. Quizás un título muy poético para identificar una sistematización sobre el derecho a la alimentación, podrá ser “Frijoles, maíz y esperanza”, pero quizás el buscador lo ubicará como un tema de recetas culinarias... De allí la necesidad de escoger un título que describa de manera precisa el objetivo de nuestro trabajo, para facilitar la búsqueda por parte de terceros. Otro espacio obvio de difusión del texto de la sistematización es el del grupo inicialmente destinatario de la experiencia educativa y de otros grupos en situación

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similar. Debemos tener muy presente que la sistematización de una experiencia educativa es “propiedad” no solo de quienes la llevaron a cabo como facilitadores, sino, de manera especial y privilegiada, de quienes fueron beneficiarios del proceso. La difusión del texto de sistematización entre quienes participaron en la experiencia, permite que éstos se identifiquen como protagonistas y que se apropien del mismo para su multiplicación, al igual que ocurre con el equipo facilitador. En todo caso, lo que resulta más importante es entender que la sistematización de experiencias educativas en derechos humanos no es simplemente un ejercicio para la autosatisfacción de quienes estuvieron involucrados en ella. Por el contrario, y como hemos intentado enfatizar a lo largo de este texto, la sistematización en este campo consiste en una herramienta de trabajo que puede y debe contar con la mayor difusión posible entre potenciales interesados. Después de todo, como se ha insistido desde el comienzo de este texto, el verdadero valor de la sistematización consiste en su utilidad para terceros. Siempre, en función de ellos, debemos orientar el trabajo de sistematización, desde el diseño, pasando por la presentación y el lenguaje, hasta las estrategias de difusión.

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Bibliografía sobre sistematización de experiencias educativas Barnechea, María Mercedes y otros; “¿Y cómo lo hace?” Propuesta de método de sistematización. CEAAL. Perú, agosto, 1992. Cadena, Félix y otros. La sistematización en los proyectos de educación popular. CEAAL. Programa de capacitación de educadores populares. 2a. Ed. Santiago, 1988 CEAAL (Perú). Taller Permanente de Sistematización: Memoria. Experiencias de Educación. Taller Nacional de Sistematización. Lima, 1994. Centro de Comunicación y Educación Popular (CANTERA); La Sistematización: Concepción y método, curso intensivo de sistematización. Managua, 1996. Cide/Flacso; Seminario “Sistematización de Experiencias de Educación Popular y Acción Social” Informe Final. Santiago. 1984. Jara, Oscar: Para sistematizar experiencias: una propuesta teórica y práctica. San José, 1994. Bibliografía en línea Nuestra principal recomendación es consultar la página web www.alforja.or.cr/sistem. En ella se encuentra abundante bibliografía sobre la materia con contactos y direcciones de los autores u organizaciones o responsables, así como una biblioteca electrónica, un directorio de personas e instituciones dedicadas a la sistematización y noticias sobre eventos. La página cuenta además con una lista de suscripción abierta de fácil acceso; una vez registrado en la lista, el suscriptor recibirá información actualizada de interés. Una segunda excelente opción es www.metabase.net, que es una biblioteca electrónica. Basta con introducir en la casilla de búsqueda la palabra “sistematizacion” (sin acento) y se obtendrá un listado de más de 1.400 documentos sobre el tema, entre los que se encuentran cursos, talleres, reflexiones sobre la importancia de la sistematización y mucho más. Parte de los documentos se refiere a la sistematización en otras áreas (agricultura, negocios, etc.), pero hay una cantidad importante de documentos sobre sistematización de procesos educativos. La base no brinda acceso directo al documento, pero sí a la referencia bibliográfica y enlace con el editor para solicitar copia o adquirir la publicación. Otras páginas de interés son: www.desarrollo_local.org www.dafp.gov.co/documentos

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