Sinceridad en el turismo, ¿la antipublicidad?

13 oct. 2013 - cepcionando a sus clientes desde hace 40 años”, al tiempo que lanza una seguidilla de esloganes del ti- po Mejore su sistema inmunológico,.
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12 | TURISMO

| Domingo 13 De octubre De 2013

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Sinceridad en el turismo, ¿la antipublicidad? Por Teresa Bausili

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ace 50 años, Avis revolucionaba el mundo de la publicidad con una campaña que los gurús del marketing citan al día de hoy: Somos los segundos, por eso nos esforzamos más. No sólo rompía con el tradicional discurso publicitario hiperbólico y exaltador, sino que transmitía una muy valorada y bienvenida sinceridad. Medio siglo después, ciertos anuncios turísticos parecen rescatar aquella vieja pero exitosa fórmula. Apuntan a un público cansado de los comerciales con familias lindas y felices, dentaduras brillosas y un abuso de la palabra paraíso, haciendo de la honestidad su punto fuerte. Los brochures de los centros de esquí checos (sí, ¡también se puede esquiar en el país de la cerveza y los pueblitos de cuento !), por ejemplo, promocionan sus pistas como ideales para esquiadores no muy calificados, donde se puede gozar de paisajes sobrecogedores mientras se lucha por deslizarse en pistas algo simplonas y con poca pendiente, aun-

que a precios muy convenientes. Si de economía de bolsillo se trata, el Hans Brinker Budget Hotel, un desvencijado pero barato hostal de Amsterdam, es un caso famoso de antipublicidad y, de paso, de estudio. El reducto de mochileros señala estar “orgulloso de venir decepcionando a sus clientes desde hace 40 años”, al tiempo que lanza una seguidilla de esloganes del tipo Mejore su sistema inmunológico, Pague por una cama que no querrá usar o Somos los mejores en ignorar sus quejas. El sarcasmo parece funcionar a la perfección, ya que la lista de espera para alojarse en el hostal es sorprendentemente abultada, y los comentarios en TripAdvisor son, cuanto menos, elogiosos (No hace honor a su reputación, no fue tan malo como esperaba, se queja por ejemplo un turista). Hace un par de años, West Virginia lanzó un eslogan que rezaba Whatever you do, don’t come to West Virginia (Hagas lo que hagas, no vengas a West Virginia), que definitivamente puso en el mapa al mon-

tañoso estado norteamericano. Claro que, a veces, la publicidad arriesgada no arroja los resultados esperados. En 2006, Australia gastó 180 millones de dólares en una campaña que fue muy comentada alrededor del mundo, pero que no se tradujo en un aumento del número de visitantes al país. Con un título provocador, Where the bloody hell are you? (algo así como ¿Dónde diablos estás?), el anuncio replanteaba los clásicos conceptos de distancia e ironizaba sobre lo lejos que quedan los países del hemisferio norte. Pero no fue eso lo que molestó a las llamadas naciones desarrolladas, sino el uso ofensivo del lenguaje. De hecho, la campaña fue prohibida en Gran Bretaña y Canadá, mientras que en Singapur se reprodujo con un más suave ¿Dónde estás? Después de aquel fracaso resonante, el país de los canguros optó por una consigna más conservadora y ahora se presenta con un simple There’s nothing like Australia (No hay nada como Australia).ß