(La historia se encuentra en la página 11)
septiembre - octubre, 2018 volumen 32, número 5
Este librito no es para la venta Junta Directiva: Eugenio Heisey Duane Nisly Marcos Yoder Pablo Schrock Noé Schrock Antonio Valverde Jesús Villegas Sanford Yoder
Editor Duane Nisly
Circulación Jimmy Ramírez
Cualquier correspondencia debe dirigirse a: La Antorcha de la Verdad Apartado Postal #15 Pital de San Carlos Costa Rica, C. A. Tel: (506) 2465-0017 Fax: (506) 2465-0018
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CONTENIDO Viento en contra . . . . . . . . . . . .portada Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3 Estemos dispuestos a morir . . . . . . . . .4 La libertad verdadera . . . . . . . . . . . . .16
Historia bíblica:
Esteban, el primer mártir . . . . . . . . . .18
Sección para padres
Un exámen para los padres . . . . . . . . .17 La mujer en su hogar . . . . . . . . . . . . .22
Sección de cocina
Cuadritos de café . . . . . . . . . . . . . . . .25
Sección para jóvenes
El camino que ella escogió Una promesa... 4d . . . . . . . . . . . . .26
Sección para niños
Una prueba en la vida real . . . . . . . . .31 Actividad para niños . . . . . . . . . . . . . .34 Cómo usar la Biblia . . . . . . . .contraportada
LA ANTORCHA DE LA VERDAD se publica bimestralmente por Publicadora La Merced, ubicada en Santa Rita de Río Cuarto, Costa Rica. PUBLICADORA LA MERCED trabaja sin fines lucrativos para extender el Evangelio, para propagar doctrina sana y bíblica de orientación anabaptista, y para presentar consejos para la vida cristiana práctica en América Latina. Si desea hacer una donación, la puede hacer por medio de un cheque en dólares estadounidenses a nombre de Asociación Servicios Cristianos Menonitas, o por medio de una transferencia internacional: (Asociación Servicios Cristianos Menonitas, cuenta #15201347000014732 en dólares estadounidenses. SWIFT: BCRICRSJ y/o UNIVERSAL ID019339, Banco de Costa Rica. San José, Costa Rica, entre Av. central y segunda, calles cuatro y seis.) Diseño de la portada: Randall Nisly
Estimado lector: Qué considera usted importante en su vida, ¿la familia, el trabajo o negocio, el dinero, las posesiones, el prestigio, las amistades, la libertad? ¿Cuál es lo más importante para usted? Se considera que lo que más se valora en la vida es la causa por la cual estaríamos dispuestos a dar la vida. En realidad, es probable que sean pocas las cosas por las cuales estaríamos dispuestos a morir. Sin embargo, todos consideramos algunas cosas de mucho más valor que otras. La respuesta a la pregunta de arriba indicará mucho acerca de su persona. Con ella dará expresión a lo que ha dado más valor en la vida. Representa una ventana al corazón y sus valores. Según la Biblia, si nuestro enfoque es sobre todo lo terrenal, no hemos entendido el mensaje de Jesús respecto a su reino espiritual. Él dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios” (Mateo 6:33). También enseñó que no debemos hacer tesoros aquí en la tierra (Mateo 6:19), sino en el cielo. Esto significa que todo lo terrenal tiene que tomar un segundo lugar en nuestra vida, y que lo espiritual, las cosas de Dios tomen el primer lugar. En estos días, he estado observando la situación política en el país vecino de Nicaragua. Me llama mucho la atención la manera en que la
gente cree en cierta causa al punto que creen que vale la pena luchar, sacrificarse y hasta morir por ella. Pero es una lucha netamente por una causa terrenal, por la patria, un reino terrenal. Como cristianos, somos llamados a luchar y sacrificarnos por otro reino, el reino de Jesús. Los valores son distintos a los valores de los reinos terrenales. Es un reino eterno que no tendrá fin. Es un reino espiritual y no material. En este número de la Antorcha, el primer artículo destaca lo que el ciudadano del reino de Dios debe considerar importante, por el cual debe estar dispuesto a sacrificarse y hasta morir. En el mundo en que vivimos, es muy fácil perder el enfoque en lo más importante, los valores del reino de Dios. Los valores de un reino terrenal nos llaman mucho la atención y nos atraen. Fácilmente perdemos el afán de buscar sobre todo lo demás los valores del reino de Dios. Dios nos llama a ser ciudadanos fieles y verdaderos de su reino espiritual, y a estar dispuestos a luchar y sacrificarnos por causa de su reino. ¿Está usted dispuesto a unirse a las filas y luchar por la verdad y por el reino de Dios?
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Estemos dispuestos a morir Val Yoder
—Si no dejas de predicar ese mensaje de Jesús y la cruz, a ti también te voy a crucificar. El que hablaba era Aegeas, gobernador de cierta región en Grecia. Se dirigía al apóstol Andrés, que había estado predicando el Evangelio de Jesús en esas regiones. 4
—Señor gobernador —respondió el apóstol—, yo no predicaría de la gloria de la cruz si no estuviera dispuesto a morir en ella. En seguida, llevaron a Andrés y lo amarraron a las vigas toscas de una cruz. Allí quedó colgado el apóstol por tres días. Sin embargo, Andrés no dejó
de predicarle el Evangelio a la gente hasta que, por fin, su Creador y el Tesoro de su corazón lo llevó a estar 1 con él. Hoy día, la iglesia de Cristo en las Américas vive en un ambiente en que nos cuesta identificarnos con los sufrimientos del apóstol Andrés. Al contrario, hacemos todo lo posible para no sufrir. Esta mentalidad ha influenciado a la iglesia de tal forma que preferimos ceder a nuestra cultura malvada antes que sufrir por resistir y reprender la maldad. Estamos dispuestos a creer que las palabras de Jesús referentes al sufrimiento se aplican a otra época, o al menos a otras regiones del mundo. Damos por sentado que la persecución predicha por Jesús para sus seguidores se limitó a la época de la iglesia primitiva, y probablemente a la Edad Media. Elogiamos a los cristianos de Europa del siglo 16, la época de la Reforma, que también entendieron el alto costo de seguir a Jesús. Sabemos también que aun hoy día, en algunas partes del mundo, los cristianos sufren persecución por su fe en Jesucristo. Pero en América, la mayoría de los cristianos tiende a creer que el sufrimiento es una teoría de la vida cristiana y no una experiencia de la vida real. ¿Qué dijo Jesús en cuanto al sufrimiento de sus discípulos? En Juan 15:18 y 20 dice: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha
aborrecido antes que a vosotros. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán.” ¿Qué quiso decir Jesús con estas palabras? Y ¿cuál es nuestra interpretación de estas palabras? ¿Decimos: “Gracias, Señor, porque la persecución es cosa del pasado, porque hoy no es más que algo teórico”? Pero notemos qué dijo Jesús. Él no dijo que es posible que enfrenten persecución, o que algunos sufrirán persecución, o que los creyentes carnales sufrirán persecución. Jesús dio a entender claramente que el que lo sigue a él, sufrirá persecución. ¿Por qué, pues, hoy no sufrimos más persecución? ¿Será porque no seguimos a Jesús debidamente o con suficiente determinación? ¿Por qué no se ve hoy la persecución que se vio en el primer siglo, o durante la Reforma? ¿Qué espera Dios de nosotros hoy? Quiero ser sincero; creo que muy a menudo he negado esta verdad, creyendo que esta regla no se aplica a mí. Me ha sido difícil creer que hoy debo estar dispuesto a sufrir por Cristo. ¿Será que esa actitud me ha perjudicado en mi relación con Jesús? ¿Resisto la idea de sufrir físicamente por mi Señor? La verdad es que, si no estoy dispuesto a morir físicamente por Cristo, tampoco estoy muy bien preparado para vivir por él. Jesús no hablaba en metáforas 5
cuando nos dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lucas 9:23-24). Una metáfora es el uso de palabras con un sentido distinto del natural con el fin de expresar y destacar una idea por medio de una comparación. Es una forma de ver algo simbólicamente en lugar de tomarlo de forma literal. ¿Será que éste fue el objetivo de Jesús cuando habló de sufrir persecución o cuando nos dijo que debemos estar dispuestos a perder la vida? ¿Era Jesús un rey simbólico únicamente? ¿Será que la muerte de él fue algo metafórico? ¡No, rotundamente NO! Pero ¿de verdad hablaba Jesús de estar dispuestos a sufrir físicamente? Algunos dirán que no, que eso sería demasiado radical. Dicen que hablar de sufrimiento sería como tener un complejo de mártir, y tratar de aparentar un nivel espiritual extraordinario. Pensemos en el caso de Sadrac, Mesac, y Abed-nego cuando el rey exigió que todos se postraran delante del gran ídolo que él había levantado. Cuando estos tres israelitas enfrentaron la decisión, su negación no fue sencilla6
mente un asunto metafórico. ¿No hubieran podido ellos razonar que, para no causar alborotos ni problemas innecesarios, podían postrarse en cuerpo, pero en el corazón permanecer de pie como acto de lealtad a Dios? Sin embargo, su fe era mucho más que una mera metáfora. Cuando permanecieron de pie, sobresalieron claramente en medio de la multitud que se había postrado en tierra. Estos tres varones estaban dispuestos a identificarse con la verdad y reprender así las obras de maldad. Cuando Jesús dijo: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32), no estaba hablando únicamente de repartir tratados bíblicos en la calle o predicar y cantar en el parque central. Ser levantado significaba la muerte. Él se refería a la cruz, ese cruel instrumento de muerte. Se refería a entregar
su cuerpo físico a la muerte. No estaba hablando de forma metafórica. Y
fue de esa manera que Jesús reprendió las obras de maldad y se convirtió en piedra de tropiezo para los que no creyeron. Él estaba dispuesto a dar su vida; morir por la causa de la salvación. Jesús lo deja muy claro: la manera de vencer al mundo en nuestra generación no es por medio de hacer concesiones con la cultura pecaminosa de hoy día. El mundo no se convence de la verdad por medio de métodos modernos de evangelismo. El mundo se convence cuando ve que los creyentes están dispuestos a dar su vida por la verdad del evangelio. Nuestro mensaje y el testimonio de nuestra vida debe ser tal que reprenda las obras de maldad e incomode a esta generación. Jesús no da lugar para diluir el Evangelio ni para transigir con esta generación con el fin de evadir el sufrimiento. La palabra “testigo” significa “mártir”, y ser un mártir de Jesucristo significa estar dispuesto a sufrir persecución, malentendidos, maltratos, y hasta la muerte por causa de la verdad. En octubre del año 2014, un niño resbaló y cayó en el foso de un tigre en un zoológico de la India. El tigre, por la curiosidad de ver al niño en su territorio, empezó a juguetear con él como un gato juega con un ratón. Los presentes gritaron, le arrojaron piedras al tigre, y tomaron videos; pero nadie se atrevió a meterse en el foso y
rescatar al niño. Después de unos 15 minutos de tan horroroso escenario, la fiera mató al niño y lo devoró. Si ese niño hubiera sido el hijo tuyo, ¿habrías perdido tiempo tomando videos mientras el tigre jugaba con él? ¿Te habrías limitado a gritar y llorar por 15 minutos? O ¿habrías arriesgado tu vida entrando en el foso para rescatar a tu hijo? ¿Habría sido tu amor por tu hijo un acto de vida o muerte, o habría sido una simple intervención metafórica por medio de gritos y filmaciones? Parece que Adán quiso evadir su responsabilidad cuando su esposa fue tentada a desobedecer a Dios. Frente a una situación con tan graves consecuencias para él, su esposa, y sus descendientes, Adán tomó una actitud pasiva e indiferente. No se “interpuso” cuando la serpiente le habló a Eva. Y mientras avanzaba el proceso de rebelión entre la serpiente y Eva, Adán callaba. ¿No se parece Adán a muchos cristianos de hoy día? Un rasgo clave de los primeros cristianos frente a la persecución fue que no creían que esta vida fuera lo más importante. Más bien, no esperaban sobrevivir. Para ellos, las palabras de Jesús cuando dijo: “Yo os envío como corderos en medio de lobos”, era un asunto de la vida real. Una oveja entre lobos significa prácticamente una muerte segura. Los lobos de 7
maldad son feroces y su intención es matar y destruir. Notamos que en el juicio de nuestro Señor Jesús, la injusticia llegó a un colmo. El sistema judicial lo halló inocente. Sin embargo, fue azotado, le fue puesta una corona de espinas en la cabeza, y fue golpeado. Su juicio fue una muestra descarada de un proceso totalmente injusto. De la misma manera, no podemos esperar que el creyente fiel reciba un trato justo en un sistema que más bien lo persigue. No podemos esperar un trato justo cuando nos identificamos verdaderamente con Cristo en medio de esta generación impía. Alrededor del año 400 d.C., un monje católico llamado Telémaco iba caminando en frente de un estadio romano donde peleaban los gladiadores. Cuando percató lo que estaba sucediendo, saltó a la arena del estadio para intentar detener la lucha salvaje entre los gladiadores. “¡En el nombre de Jesús, dejen de pelear!” gritó. Pero a nadie le importaban sus palabras. Los espectadores querían más sangre. Pero, Telémaco no se dio por vencido. De nuevo gritó: “¡En el nombre de Jesús, dejen de pelear!” Los gladiadores, atónitos de ver el espectáculo que causaba el monje, dejaron de luchar para saber qué era lo que éste decía. Sin embargo, la multitud encolerizada apedreó al monje hasta matarlo. 8
De repente, los espectadores se callaron. La escena del religioso asesinado los golpeó a todos. Poco a poco la gente empezó a abandonar el estadio. Al rato, los gladiadores salieron y luego el emperador también salió. Solamente quedó el cuerpo de Telémaco que yacía en el suelo del estadio. Dentro de la misma hora, el emperador emitió un edicto en que abolió los combates de gladiadores, algo que no había logrado prohibir antes. Decimos: “Qué valor el de este hombre para meterse en medio de los gladiadores, entrenados para matar”. Pero, nosotros también tenemos que estar dispuestos a saltar a la arena y alzar la voz contra el pecado para denunciarlo tal y como es. El divorcio, el aborto, las contiendas en las iglesias, el adulterio, la pornografía, entre muchas otras perversiones están causando estragos en nuestra sociedad y también en la iglesia. En ninguna parte de su vida vemos a Jesús cruzado de brazos, observando el desenfreno de la maldad. Él habló firme y claramente, y como consecuencia fue perseguido. Y él dice que sus discípulos deben hacer lo mismo. No lo hacemos con armas carnales. Nos interponemos con armas espirituales que son poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas (2 Corintios 10:4). Debemos estar dispuestos a mantener una postura firme
sobre los principios que Dios estableció en su Palabra y no ceder ante las fuerzas modernas que tratan de torcer las leyes de Dios para llamar a lo malo bueno (Isaías 5:20). Lamentablemente, para muchos es muy fácil despotricar por medio de las redes sociales contra algunos de los males de hoy. Lo pueden hacer desde la seguridad de su casa sin tener que encarar las represalias. Pero pocos quieren ensuciarse con los problemas del vecino, en un esfuerzo de serle una ayuda. Nadie quiere amonestar al amigo que le ha sido infiel a la esposa. Pocos están dispuestos a meterse en el estadio y exponerse al menosprecio y los peligros que conlleva el ser un testigo fiel de Jesús. El varón cristiano que no se involucra en los chistes y las vulgaridades de los compañeros de trabajo, es un estorbo para los malvados. Sin embargo, cuando les habla de la santidad de Dios, se convierte en un estorbo aun más grande. La mujer cristiana que se viste honestamente reprende de forma gráfica la maldad a su alrededor. Su testimonio de modestia hace resaltar lo malo de la inmodestia y pone de relieve lo que es una vida santa. Ella es llamada a demostrar la belleza de la santidad de Dios a un mundo decaído e inmoral que sigue las directrices de Hollywood y la perversa cultura general.
Los ejemplos anteriores son algunas maneras en que debemos reprender la maldad. Sin embargo, ¿qué tal Dios nos llama a algo aun más drástico? Si estuviéramos más dispuestos a enfrentar la maldad de este mundo, ¿quién sabe cuántos terminaríamos en la cárcel? Esto no sería improbable en esta época en que la sociedad ejerce tanta presión a favor de la perversión. En las Américas, cada vez más se está exigiendo que nos amoldemos a las perversiones de la cultura. Y los que permanecen de pie y no doblan la rodilla ante las presiones, sufrirán cada vez más el menosprecio y quizá aun prisiones. ¿Estamos dispuestos a identificarnos con Cristo y sufrir las consecuencias? Jesús vino a este mundo para morir y así ofrecernos vida. Nos pide a nosotros que muramos también para que otros puedan vivir. Este ciclo es el plan que Dios tiene para el cristiano. Jesús dice: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). Pero nos cuesta mucho cumplir con el versículo 13 que dice: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Jesús también dice en Juan 16:2 que llegará el momento en que los que maten a los creyentes, creerán que le hacen un favor a Dios. Ésta es una realidad en algunas partes del 9
mundo hoy. No es metafórico; es un compromiso con las filas del reino de Cristo. Es una resolución de estar dispuestos a estorbar la maldad. Y aunque relativamente pocos han sufrido esto en el mundo occidental, la sociedad se está volviendo cada vez más hostil al cristianismo. No debemos extrañarnos de las asechanzas que vienen a probar nuestra fe como si fueran algo anormal. La muerte es sorbida en victoria (1 Corintios 15:54). La muerte perdió la batalla. La muerte es nada más el medio que nos lleva de este mundo perdido y decadente a las bellezas y glorias del cielo. No tenemos que temer la muerte. Debemos regocijarnos cuando somos llamados a compartir con Cristo en sus sufrimientos. Y un día, cuando aparezca Cristo en toda su gloria, recibiremos la plenitud de gozo incomparable. En el cielo gozaremos de la comunión con los redimidos y participaremos del banquete de la Nueva Jerusalén. Estaremos así en compañía del Novio, perfecto y santo en toda su gloria. Él nos revelará los misterios que no hayamos entendido. La frase “No te desampararé, ni te dejaré” de Hebreos 13:5 cobrará un nuevo sentido. La satisfacción perfecta nun-
ca terminará. La belleza será eterna e irá en aumento. El deseo será cumplido en su plenitud para siempre. Bien sabemos que vamos a adorar a Dios en el cielo, sin embargo, esa realidad va mucho más allá de lo que alcanzamos a imaginar. Si fuera posible lograr tan siquiera un pequeño vistazo de las bellezas de nuestro hogar con Jesús en el cielo, y si pudiéramos entender tan sólo un poco de sus planes para nosotros en el cielo, nos bastaría para anhelar la muerte. No sería difícil permanecer fielmente frente a la persecución por causa de nuestra lucha contra la maldad. Mark Batterson dice: “Es hora de dejar de vivir como si el propósito de la vida fuera llegar con calma y seguridad a la muerte. Es hora de ponerlo todo en el que lo es todo y preparar2 nos para la muerte”. El llamado de Dios para su iglesia es permanecer de pie cuando todos los demás doblan la rodilla. Nos pide interponernos cuando vemos que Satanás sugiere ideas de rebeldía al hermano. Nos pide meternos en el foso, y saltar a la arena; no con armas carnales, sino con armas espirituales, en defensa de la verdad del Evangelio de Cristo. Adelante, hermanos.
1
Van Braght, Thieleman J., The Martyr’s Mirror, Herald Press, 1938.
2
Baerson, Mark. Going All In: One Decision Can Change Everything, Zondervan, 2013
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V IENTO
EN CONTRA
—Este viento del oeste no nos traerá nada bueno —le comentó Guillermo Rotch en voz baja a su esposa cuando volvía de asomarse por la ventana de su casa. Había amanecido otro día cualquiera de verano. Sin embargo, la tensión que se sentía era casi palpable. Corría el año 1778, y ya desde hacía unos dos años las 13 colonias inglesas de América del Norte se hallaban en una guerra para la independencia contra Inglaterra que dominaba en su territorio. Durante esos años de conflicto armado, los habitantes de las colonias sufrieron muchas privaciones y aun saqueos de parte del ejército británico. El pueblo isleño de Nantucket, una comunidad pacífica de cuáqueros, a todas luces, parecía ser el próximo en caer víctima en manos del enemigo. El viento había cambiado de dirección. Ahora soplaba hacia la bahía, y Guillermo Rotch comprendía muy bien la tragedia que eso les pudiera causar. —Papá, ¿qué mal nos puede traer el viento del oeste? —le preguntó su hijo Tomás de doce años—. Yo creí que el viento del oeste es bueno, que trae los barcos balleneros al puerto. —Sí, hijo, así ha sido en los años pasados. Pero, hoy, nosotros los habitantes pacifistas de Nantucket ya no podemos ocuparnos en nuestro oficio. Tú sabes que desde hace días los barcos balleneros no han salido del puerto. Temo que el viento le favorecerá a un corsario inglés entrar en nuestro puerto. —¿Qué? ¿Un barco con cañones y hombres armados? ¿Por qué quisieran venir a Nantucket? Bien saben que nosotros no peleamos. —Así es, hijo mío. Pero nuestra comunidad es conocida como un pueblo próspero, y ellos probablemente creen que una visita pueda resultar valiosa. Esos corsarios saquean dondequiera que puedan. —José Macy me contó que se han visto barcos ondeando bandera británica no muy lejos de la costa durante el mes pasado. —Así es, hijo, pero se les dificulta acercarse al puerto mientras sople el viento del este. Esto para nosotros ha sido bueno que el viento ha soplado del este ya por varios días. Voy a ir al pueblo para enterarme de las noticias. Quédate con tu madre y tus hermanas mientras no estoy. Esto pudiera ser un asunto serio. Sin decir más, Guillermo Rotch se puso el sombrero de ala ancha que correspondía al vestuario de los cuáqueros, y caminó con pasos resueltos hacia el muelle. Delante de él iban pequeños grupos de hombres ansiosos y turbados que 11
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también se dirigían al muelle. Los capitanes de barcos llevaban consigo sus telescopios para observar mejor la gran embarcación que venía hacia el puerto. Ya se distinguía claramente la embarcación con las velas izadas y los cañones en posición de combate. En el tope del mástil ondeaba el pabellón de la Gran Bretaña e Irlanda. La cubierta parecía repleta de hombres armados. El anciano Asa Prindle, sin decir nada, le ofreció su catalejo a Guillermo Rotch. Éste observó que el barco ya se preparaba para anclar en posición de que sus cañones apuntaran hacia el indefenso pueblo. Se distinguía claramente al oficial que dirigía las maniobras. Se podía oír la voz del contramaestre, Tipo de catalejo antiguo que utilizaban para llevada por el fuerte viento sobre las ver lejos. aguas. Gritaba órdenes para que bajaran una lancha de la nave. Inmediatamente entró en ella la tripulación seguida por el oficial que Guillermo había divisado. Le siguieron seis hombres con armas de color blanco. Impulsada por fuertes remos, la lancha pronto se aproximaba al muelle. —No hay duda de que vienen a saquear —comentó el anciano Asa. —Creo que debo ir a hablar con al comandante por el bien del pueblo —dijo Guillermo—. Sería bueno que pudiera convencerlo de que vaya a mi casa. Por las privaciones que nuestra gente ha sufrido por causa de la guerra, alguno podría ofender a estos visitantes y enojarlos aun más. —Guillermo, nuestra suerte está más segura en sus manos que en las nuestras. Haga lo que mejor le parezca. —Los que estaban con ellos también apoyaron a Guillermo. La lancha se acercó al muelle. Se detuvo junto a los pilotes para amarrar las cuerdas. En seguida, el oficial saltó hacia el muelle junto con su guardia de seguridad compuesta de seis hombres armados. En ese mismo momento, Guillermo se adelantó para recibir al oficial con un amable saludo como si se tratara de un amigo a quien esperaba con anhelo. —Amigo, mi nombre es Guillermo Rotch y le doy la bienvenida a la isla de 12
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Nantucket. Y usted, ¿cuál es su nombre? —Yo soy el caballero Conway-Etherege, al servicio del rey —contestó de manera rígida el oficial. —Le invito a que venga a mi casa, junto con sus compañeros —dijo Guillermo, observando con calma a los seis hombres armados, cada uno con dos pistolas en el cinturón. —Los hombres esperarán mis órdenes aquí —respondió el oficial. Al parecer, el caballero Conway-Etherege creía que su misión se había facilitado gracias a su encuentro con este amable partidario. Conway-Etherege caminó al lado de Guillermo en dirección hacia a un grupo de casas a lo largo de la calle. Guillermo condujo a su huésped a una de las casas más grandes y lo invitó a pasar adelante. Ya era casi el mediodía. —Lo invito a almorzar conmigo. —Lo haré. Se lo agradezco. Guillermo le presentó a su esposa al oficial y también a sus hijos antes de que se sentaran juntos para disfrutar la comida sencilla, pero abundante. Los ojos desorbitados de los hijos menores de la familia brillaban de emoción ante tal escenario, pero obedecieron las instrucciones de su madre de no hacer preguntas. Con asombro, ella había visto que con su esposo venía un desconocido posiblemente peligroso. Aun supuso que su esposo lo invitaría para el almuerzo. Guillermo trató con humildad al comandante que aparentemente se sentía al gusto con la plática. El oficial sabía que a causa de la guerra, los isleños no tenían contacto con el mundo exterior. Él de su parte, le proporcionó a Guillermo las noticias del día, y aun los rumores que le llegaban por medio de los ingleses. De vez en cuando miraba a Guillermo de manera pensativa, como si no supiera cómo exponerle la misión que había llegado a cumplir en la isla, aunque esto era lo principal en la mente de ambos. Por fin se levantaron de la mesa. Con los modales de su posición social, el caballero Conway-Etherege pronunció un discurso florido de elogios a la señora Elisabet de Rotch, se inclinó hacia ella, y le besó la mano con mucho respeto. El hijo, Tomás apenas pudo contener la risa. En seguida, la madre se retiró del comedor y los hijos la siguieron. —Señor Rotch, debido a sus finezas para conmigo, considero que usted está de parte del rey. ¿Podría decirme cómo y dónde empezar a trabajar este día? 13
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Como usted sabe, tengo a mis órdenes el corsario. Con mucho éxito hemos estado patrullando la costa y realizando saqueos. Disponemos de armas con la capacidad de rastrear todos los edificios y distritos principales de un pueblo antes de entrar en negociaciones. Así que, su pequeño caserío está completamente a nuestra merced. Espero que no haya ninguna resistencia desagradable. —No habrá resistencia —afirmó Guillermo. —Entonces, ¿cómo y dónde me aconseja que empiece? La tarde está avanzando. Guillermo se sonrió y dijo: —Yo no conozco un lugar mejor que aquí en mi propia casa. Creo que yo podré soportar mejor las pérdidas que cualquier otro. Tenemos un almacén de artículos domésticos, sábanas, y frazadas. Además, en la bodega de la casa hay víveres de varias clases. Usted se equivoca al creer que yo estoy a favor de los que hacen la guerra. Al caballero Conway-Etherege le extrañó lo dicho y se quedó mirando a Guillermo con una curiosidad que no podía disimular. Jamás se había encontrado con un hombre de esta clase. Entonces preguntó: —¿Habrá algunos más como usted aquí en Nantucket? —Hay otros mejores que yo. —¿Lo dice en serio? Tengo que conocerlos antes de que pueda creerlo. —Entonces venga conmigo; me será un gusto presentarle algunos de los isleños. El oficial siguió a Guillermo; bajaron las gradas de la casa y salieron a la calle otra vez. Ésta era una experiencia inesperada para el comandante del corsario, y casi no hallaba cómo conducirse. Pronto entraron en un almacén. No parecía muy próspero, porque a causa de la guerra, la gente en esos días no tenía dinero para hacer compras. Sin embargo, el almacén daba la apariencia de que en un tiempo hubiera gozado de mucho movimiento, pues parecía amplio y bien surtido. Guillermo llevó al oficial hasta donde estaba el propietario para presentárselo. —Nuestro visitante quiere saber qué clase de gente somos nosotros. Le conté que el invierno pasado usted distribuyó 400 barriles de harina entre los pobres de la isla. Sin embargo, dudo de que yo o ningún otro sepamos todo lo 14
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que ha hecho para ayudar a los necesitados. Asombrado por la generosidad de este hombre que se ganaba la vida con su negocio, el oficial entabló conversación con el propietario que le contó de los donativos en dinero que Guillermo hizo a los hogares necesitados, sin que supieran que él era el donador. Cuando Guillermo oyó lo que decía de él, se despidió prontamente y salió con el oficial. Más adelante, al acercarse al muelle de nuevo, entraron en un almacén donde vendían telas. —Buenos días, Pedro — saludó Guillermo—. Este oficial de la nave en el puerto desea conocer al que regaló colchas, ropa, y zapatos el invierno pasado cuando los pobres padecían de gran necesidad. —Sí, es cierto, algo regalamos. Pero no hay nadie que ha ayudado tanto como usted. Nosotros sólo seguimos su ejemplo. Guillermo se sonrojó por el elogio que recibió y de nuevo condujo al oficial a la calle. —Mis amigos son modestos —comentó Guillermo—. Yo tengo más posibilidades de proporcionar bienes que ellos. ¿Desea cruzar la calle y conocer más de los nuestros? —Gracias, no. Me cuesta creer que haya tres hombres como usted en todo el mundo. Una calle llena de ellos es mucho. Estoy muy agradecido por su fineza y paciencia. Adiós, amigo. Nunca me olvidaré de Nantucket. Dicho esto, el oficial estrechó con sinceridad la mano de Guillermo. Contempló una vez más la frondosa y bella calle. Luego miró hacia el puerto donde esperaba el barco con sus armas que apuntaban de modo amenazador. Todavía había grupos de hombres conversando en el muelle. Los marineros y la guardia de seguridad estaban inquietos por saber por qué el comandante se había tardado tanto. Al fin lo vieron venir. Cuando el caballero ConwayEtherege llegó, lo recibieron con el saludo militar. Las órdenes del oficial fueron rápidas y breves. Los marineros volvieron a sus puestos en los remos y dirigieron la lancha de vuelta al oficial. Levaron anclas e izaron las velas. Para el asombro de todos de Nantucket, el gran corsario se alejó lentamente y finalmente desapareció en el horizonte. Por Elizabeth Hershberger Bauman Tomado de: Ascuas de fuego
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Palabras del anciano Sanford Yoder
LA LIBERTAD VERDADERA Gálatas 5:1-13
odo el mundo desea la libertad y la busca. En la mayoría, existe algo en el corazón que clama por la libertad. Pero pocos comprenden lo que es la verdadera libertad. Los impíos creen que la libertad consiste en no tener que obedecer a nadie y poder hacer lo que uno quiera sin ninguna restricción. Sin embargo, tarde o temprano, se darán cuenta que esa supuesta libertad en realidad es una esclavitud. Pregúntele al adicto al tabaco, el alcohol, o a las drogas. Si el adicto es honrado, reconocerá la gran esclavitud que es su vicio. El adicto al vicio no tiene las fuerzas para resistir lo que el cuerpo le pide. Las exigencias del cuerpo son más fuertes que la voluntad propia y lo dominan. ¿Qué, pues, es la libertad? Un joven, recientemente convertido a Cristo, entró en una tienda donde lo conocían bien. El propietario de la tienda le habló diciendo: —Te tengo mucha lástima. Ahora tienes que vivir bajo una gran esclavitud. Ahora no vas a poder fumar, ni tomar, ni bailar. No te podrás divertir en nada. El joven le respondió: —Está equivocado. Al contrario, usted no entiende la libertad que he encontrado. Ya no quiero hacer esas cosas. Más bien, quiero agradar a Dios. Ahora, por su gracia yo puedo hacer lo que en verdad quiero hacer. Tengo toda la libertad para servir a mi Señor. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). También dijo: “Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). El apóstol Pablo dijo: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte…” (Romanos 8:2). ¡Qué gloriosa libertad!
T
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Un examen para los padres ¿Qué cambiaría si pudiera comenzar de nuevo como padre en mi hogar? Esta pregunta la hizo un padre que se sentía un fracaso como padre de familia. Sin embargo, este padre no es el único que ha hecho esta pregunta. Todo padre que toma en serio su responsabilidad para con los hijos en casa, hace bien en considerar conmigo sobre estas ideas que me llegaron a meditar en esta pregunta.
• Mostraría más libremente a mis hijos el amor que tengo por su madre. Yo le demostraría más fielmente a mi esposa, aun en cosas pequeñas, la cortesía y el cariño. Le abriría la puerta del automóvil, le acercaría la silla cuando nos sentamos a la mesa, le daría regalos en ocasiones especiales, y le escribiría notas de amor cuando no estoy en casa. Le tomaría la mano mientras caminamos. La alabaría en presencia de mis hijos. El niño cuyos padres se aman como se debe, disfruta de una estabilidad y seguridad en la vida que muchos carecen hoy día. 17
HISTORIA
ESTEBAN, EL P
Un testimon
espués de recibir el Espíritu Santo, los apóstoles predicaron valientemente el Evangelio de Jesús a toda persona. En Jerusalén, más y más personas llegaron a creer. Un predicador sobresaliente fue Esteban. Aunque era nuevo en la obra, predicaba con gran poder. Cuando los judíos trataron de argumentar con él, no pudieron resistir su sabiduría. Él les dio pruebas claras de que Jesús era el Mesías. Sin embargo, eso no hizo más que enojarlos, porque odiaban a Jesús. Alborotaron a la gente en contra de Esteban. Luego lo agarraron y lo llevaron ante el concilio judío para acusarlo. Dijeron: —Este hombre no cesa de hablar mal contra el santo templo y contra la ley de Moisés. También lo oímos decir que Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que Moisés nos dejó. —Por supuesto, eso no era cierto. Ellos estaban torciendo las palabras de Esteban como lo habían hecho con las palabras de Jesús en ese mismo lugar. Entonces todo el concilio fijó los ojos en Esteban. Vieron que su rostro era como el de un ángel. Resplandecía con el amor de Cristo; amaba aun a sus enemigos. El sumo sacerdote preguntó: —¿Son ciertas todas estas acusaciones? Entonces Esteban empezó a contarles la historia de los judíos. —Desde la antigüedad, la nación judía no ha querido oír a los profetas que Dios le ha enviado. Y ahora ha rechazado y matado al más gran mensajero de todos, Jesucristo, el Hijo de Dios. Al oír eso, los judíos se enfurecieron y empezaron a rechinar los dientes contra Esteban. Entonces Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró hacia el cielo y dijo: —¡Miren! Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios. Los judíos se enfurecieron en gran manera y se taparon los oídos. Entre fuertes gritos, sacaron a Esteban fuera de la ciudad y lo apedrearon. Las piedras daban contra el cuerpo de Esteban, golpeándolo despiadadamente. En seguida, él se arrodilló y clamó: “Señor, perdónales este pecado”. Dichas estas palabras, Esteban murió.
D
Hechos 6-7 18
BÍBLICA
RIMER MÁRTIR
nio glorioso
La multitud apedrea a Esteban.
“Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14). 1. ¿Por qué apedrearon los judíos a Esteban? 2. ¿Estaba enojado Esteban con los judíos? 3. ¿Oró Esteban por ellos? Usado con permiso de: Christian Aid Ministries, Berlin, Ohio Del libro: 101 Historias Bíblicas Favoritas © 1994
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“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella...” (Efesios 5:25).
• Estaría más dispuesto a prestarles oído a mis hijos. A la mayoría de los padres les es difícil sacar tiempo para escuchar a sus hijos. Después de un día de trabajo, llegan cansados a la casa. Yo prestaría más atención cuando mis hijos comparten su dolor, sus quejas, o las cosas que les entusiasman. Trataría de refrenar las palabras de impaciencia cuando me interrumpen. Estos momentos pueden ser las mejores oportunidades para mostrarles el amor y el cariño. Un niño quiso una vez interrumpir a su padre para mostrarle un rasguño en el dedo. Después de repetidos intentos, el padre bajó el periódico que leía, y le dijo con impaciencia: —¡Bueno, pero yo no puedo hacer nada para aliviarlo, ¿verdad? —Sí puede, Papi —dijo el niño—. Hubiera podido decir: “¡Ayayay!” Yo haría un esfuerzo por comprender lo que dice mi hijo. Estoy convencido de que el padre que escucha lo que dice su hijo cuando está pequeño, tendrá un hijo que también prestará atención a lo que diga su padre cuando sea mayor. Al escucharlo, pondría más cuidado a sus preguntas. Se calcula que el niño normal habrá hecho 500 mil preguntas para cuando tenga los 15 años de edad. Estas son, para los padres, un sinfín de oportunidades para compartir con el hijo las verdades de la vida y su necesidad de Dios. “Y estas palabras... estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronimio 6:6-7).
• Buscaría más oportunidades para hacer que mi hijo se sienta parte del ambiente familiar. Cuando el niño siente que es parte del hogar y que es una persona de mucho valor para los padres, no le es difícil sentirse aceptado, amado, y de valor para otros y para Dios. El niño siente que es parte del hogar cuando se incluye en las responsabilidades y los trabajos de la familia. La celebración del cumpleaños del niño, cuando se concentra en su persona y no en los regalos, hacen que él se sienta apreciado por la familia. También se siente igual cuando oye nuestras oraciones por él. No hay nada que desarrolle la confianza de los hijos como las palabras y los hechos que les aseguran de que son personas importantes, y que 20
son parte del ambiente caluroso del hogar. “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” (Salmo 127:3).
• Me expresaría con más palabras de aprecio y alabanza Muchos niños oyen pocas palabras de alabanza cuando hacen bien un trabajo o cuando demuestran una buena conducta. Yo le ofrecería alabanza. Alguien dijo: “Si mi hijo tocara una flauta, buscaría por lo menos una melodía que me agrada y se lo diría con sinceridad. Si su tarea de la escuela me parece bien, se lo diría, esperando que reciba una buena calificación”. Así que, me expresaría más libremente. No hay nada que anime más al niño a lograr buenas metas y a tener confianza que la alabanza sincera y apropiada. Se deben evitar las lisonjas, pero los cumplidos sinceros son importantes cuando el niño hace bien su trabajo. “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:10).
• Pasaría más tiempo con ellos. Un grupo de 300 alumnos del primer y segundo año de colegio, apuntó con precisión durante dos semanas cuánto tiempo pasaba su padre con ellos. La mayoría vieron a sus padres solamente a la hora de la cena. Muchos no vieron a sus padres por varios días seguidos. Durante una semana entera, el promedio de tiempo que pasaron los padres a solas con sus hijos era de 7 minutos y medio. Arturo Gondeon nos cuenta una experiencia interesante de su juventud: “Sucedió cuando yo tenía más o menos trece años y mi hermano tenía diez. Mi padre prometió llevarnos al circo. Pero a mediodía recibió una llamada telefónica; algún negocio de urgencia le exigía ir al centro. Mi hermano y yo nos estábamos resignando a no poder ir al circo cuando le oímos decir: “No, no puedo llegar. Tendrá que quedar pendiente”. Cuando regresó a la mesa, mi mamá sonrió y dijo: —El circo volverá otro día, ¿no es cierto? —Si —dijo mi padre—, pero la niñez no. “Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16). —John M. Drescher Tomado de: Voice in the Wilderness
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La mujer en su hogar iempre he admirado a la mujer cristiana en su hogar. Me encanta ver la manera en que ella dirige sus actividades. Me impresionan el cariño, esmero, y cuidado de ella para hacer de su hogar un lugar atractivo y de buen gusto para la familia. También reconozco la gran responsabilidad que Dios le ha dado a la mujer, de ser una buena esposa y madre. Es importante recordar que se pueden cumplir debidamente esta responsabilidad únicamente con la ayuda de Dios, y manteniéndose fielmente en el lugar donde él la ha puesto. Veamos unos consejos que pueden ayudarla a tener éxito en estos deberes tan importantes.
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La mujer cristiana debe ser buena esposa: Para ser buena esposa, la mujer debe mantener su relación con Dios al día y viva. Jesús es la fuente de vida y poder. En Juan 15:5 nos dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. La mujer no puede desempeñar el papel de la buena esposa en su propia fuerza. Es necesario que tome tiempo para orar y meditar en la Palabra de Dios para alimentar el espíritu con la voluntad divina de Dios. Llenarse de la Palabra le ayuda a mantener siempre un espíritu tranquilo, gozoso, y reposado en Dios. Este espíritu es necesario para proveer al esposo de un ambiente atractivo para su esposo y a los hijos de un lugar seguro. La buena esposa también debe reconocer el orden de autoridad que Dios ha establecido desde la creación y sujetarse a ello. Cuando ella reconoce que Dios la ha puesto bajo la autoridad de su esposo, le será más fácil sujetarse. No sólo esto, sino que lo hará con gusto. Además, estará agradándole al Señor si lo hace. “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor” (Colosenses 3:18). Un punto muy importante es que la esposa mantenga siempre en su hogar la regla del amor. Por ejemplo, ella procura la felicidad y el bienestar de su esposo antes que los de ella. De esta manera ella le hace saber que él es el número uno en su vida después de Dios. La esposa que ama a su marido se preocupa por los interesas de él. Saca tiempo por compartir con él, escucharlo, comprenderlo, y darle ánimo. Puede hasta aconsejarlo, pero sin imponerle sus opiniones. La esposa con tal actitud y conducta contribuye positivamente a la felicidad y el bienestar del hogar. 22
La buena esposa es paciente con su marido. No debe quejarse ni hablarle de manera áspera cuando él hace algo que a ella no le gusta. Si es necesario corregirlo, debe hacerlo de manera amorosa. La esposa también debe ser cuidadosa de sí misma y su hogar. Debe vestirse con modestia y humildad. Debe procurar una alimentación equilibrada y nutritiva para su familia y de vez en cuando prepararle al esposo su comida preferida. También debe preocuparse por mantener el hogar limpio, en orden, y atractivo. Y cuando el esposo llega a la casa, le es un ánimo encontrarse con su esposa que lo recibe con una sonrisa. ¿A cuál hombre no le es un gusto llegar a la casa donde prevalece un ambiente de alegría y tranquilidad? La mujer cristiana debe ser una buena madre Ya hemos visto algunos puntos de cómo es la buena esposa, lo cual se relaciona estrechamente con ser una buena madre. Ninguna mujer puede ser una buena madre si antes no es una buena esposa. Los hijos no son ciegos; a temprana edad observan cómo se comporta la mamá con el papá de ellos. Se ha dicho: “Si la madre quiere hacer algo importante por sus hijos, que ame y respete a su marido”. Esto crea una unión firme y un ambiente de amor y respeto en el hogar en que los niños sentirán seguridad. Unas características sobresalientes de una buena madre son la gentileza y ternura. Sin importar cuántas veces se impaciente o se equivoque con los niños, es importante que les exprese su amor siempre. Aun cuando tiene que disciplinarlos, debe hacerlo en amor. Al mismo tiempo debe hacerlo con firmeza para que los hijos aprendan a obedecer. De esta manera ella les muestra que los ama y desea lo mejor para ellos. “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:24). La madre nunca debe corregir a sus hijos con amenazarlos. Tampoco debe castigarlos cuando esté enojada. Dios manda criarlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4; Proverbios 19:18). Eso hará que sus hijos la respeten y la amen. También es imperativo tomar tiempo para sus hijos. Debe escucharles cuando quieren expresar sus ansiedades. Muchas veces los hijos salen con ocurrencias que a la madre le parecen insignificantes, pero para ellos son importantes. Una buena madre no rechaza a sus hijos cuando salen con las suyas. También comparte con ellos y saca tiempo para jugar con ellos. Aunque los platos quedan sin fregar o la casa sin limpiar, la buena madre toma tiempo para enseñarles las cosas importantes de la vida. Su llamado es el sacrificio de sí misma: su tiempo, sus deseos… todo para sus hijos y su esposo. Ella debe buscar el bien de sus hijos antes que su propio bien. 23
La buena madre inculca valores espirituales en sus hijos, tales como el amor a Dios y el prójimo. Ella instruye a sus hijos de acuerdo al proverbio que dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). Ella procura siempre ser un buen ejemplo para sus hijos. Y no debe olvidar nunca que los niños harán lo que vean en ella. Ella les muestra el respeto debido a sus hijos. Al mismo tiempo les enseña a cumplir sus deberes y a vivir de una manera que no sólo le agrade a ella, sino también a Dios. La buena madre estimula los intereses de sus hijos. Los anima en sus proyectos. Tiene cuidado de no desanimarlos en lo que emprenden, pues podría marcar su desarrollo, trabajo, y su persona futura. La buena madre además se preocupa por la salud de sus hijos. Se preocupa por suplir todas sus necesidades físicas. La buena madre también apoya a su esposo delante de sus hijos aun en la ausencia de él. Este ejemplo de la madre les enseñará a los hijos a amar, respetar, y apreciar a su papá. Los hijos son un regalo de Dios, y las madres tiene el sagrado deber de cuidar ese precioso regalo y preparar a sus hijos para esta vida y para la eternidad. La mujer cristiana debe mantener una buena relación con Dios Finalmente, pero no de menos importancia es su relación con Dios. Quiero recalcar esto porque tiene que ver con los valores y las prioridades en la vida. Todos sabemos que la esposa y madre dispone de poco tiempo libre. Y conforme crece la familia, las responsabilidades aumentan. Por un lado, los hijos, y por otro, el esposo. Cada uno tiene distintas necesidades que sólo la mujer de la casa puede suplir. Esto requiere una relación activa y a diario con Dios. Es imperativo que la esposa y madre saque tiempo para la oración y meditación en la Palabra de Dios. Esto le dará el gozo y ánimo que necesita para desempeñar su papel en el lugar donde Dios la ha puesto: su hogar. Yo creo que Dios no se equivocó cuando dijo: “...le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Sí, Dios sabía lo que el hombre necesitaba. Ahora a cada esposa le queda el sagrado deber de desempeñar fielmente este deber. ¿Le parece demasiado difícil y complicado el papel de la mujer en su hogar? Dios sabe bien lo difícil que es su trabajo. Pero él no la ha dejado sola. Su deseo es que acuda a él y reciba de él la ayuda, la fortaleza, el ánimo, y la fuerza para cumplir con este trabajo tan importante que Dios ha entregado en sus manos. —Una hermana
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Cu[^ritos Cu[^ritos ^_ ][fé Ingredientes: 2¾ 1 1 1 1 1 2 3
tazas de azúcar moreno taza de aceite vegetal cucharadita de bicarbonato cucharadita de sal cucharadita de vainilla taza de café tibio huevos tazas de harina
Preparacio´n: Mezcle y hornee en un molde para galletas. Se puede rociar choco chips encima. Hornee a 350º F (180ºC). Rocíe con azúcar moreno mientras esté tibio. Cristina de Paniagua De: El rinconcito de la cocinera menonita
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EL CAMINO QUE ELLA ESCOGIÓ Una promesa de por vida Capítulo 4d
ronto terminaron la cena y guardaron los platos. La familia viajó a la iglesia en el carruaje. El culto no tenía mucho más significado para Sara que el culto de la mañana. Se sentía frustrada. No sabía cuál era el problema. Después del culto, Sara se quedó atrás para darle a Jacob una oportunidad de hablarle. Cuando lo vio parado junto a la puerta de la salida, deliberadamente pasó cerca. —Sara —dijo Jacob al tiempo que salía al lado de ella—. Sara, ¿hoy cumples dieciocho años? —Sí —respondió Sara con una sonrisa alegre y mejillas sonrojadas.
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—¿Me concedes el placer de llevarte a casa esta noche? Sara alzó la vista a sus ojos suplicantes. Rápidamente, antes de perder el valor, contestó: —Sí. Sara esperó mientras Jacob enganchaba al caballo al carruaje. De repente dijo: —Por favor, Jacob, quiero ir y decirle algo a mi mamá. —¿Es necesari? —preguntó Jacob un tanto impaciente. —No lo sé, pero de todos modos voy. Así hacemos las cosas en la casa. Sara se dio prisa hacia el carruaje de sus padres; su corazón latía con fuerza. Solamente su madre y Rut estaban allí. Laura se dirigía también al carruaje, pero fue detenida por una amiga. Sara sintió alivio; no quería que más personas oyeran la plática. No sabía con certeza qué iba a decir. En este momento, ni siquiera sabía si quería que Jacob la llevara a casa. Estaba asustada. ¿Por qué no pedí permiso primero? se regañó. Realmente deseaba haberlo hecho. Probablemente su madre habría dicho que no, pero en este momento Sara no tendría inconveniente con esa respuesta. ¿Cómo se me ocurrió que tengo la madurez para tomar mis propias decisiones, sólo porque ahora tengo dieciocho años? —Mamá, voy a la casa con Jacob Bender. Quiero decir que él me va a llevar a la casa esta noche. Sara hizo su anuncio apresuradamente. Estaba inquieta. Su madre no sonreía en señal de aprobación… Sara no esperaba otra cosa. De inmediato se volvió para cruzar el patio de la iglesia. —¡Sara! —la llamó la madre—, espera a que venga tu padre. Hablemos con él primero. —No, Mamá —contestó Sara con determinación. Su respuesta cortante trajo lágrimas a los ojos de su madre. Sara nunca había desafiado abiertamente a su madre ni la había lastimado de semejante manera. Sara sintió una punzada aguda de culpa. De repente hubiera querido renunciar a todo aquello, pero Jacob la esperaba, y Sara tenía razón de creer que la esperaba con cierta impaciencia. No podía hacerlo esperar más. Podía verlo… Jacob se paseaba de un lado al otro de su carruaje, lanzando miradas ansiosas hacia ella todo el tiempo. 27
En un tono suave y angustioso, dijo: —Tengo que darme prisa, Mamá. Me está esperando. Sara había dado un paso cuando vio que su padre venía hacia ellas. —Por favor, Sara, espera unos instantes —le suplicó la madre—. ¿Por qué no nos dijiste antes? —Mamá, él acaba de hablarme después del culto. No lo sabía antes. —¿Así que ni siquiera has tomado tiempo para orar antes de darle tu respuesta? —preguntó la madre con preocupación. —Sí, Mamá, estaba orando al respecto aun antes de que me pidiera —le aseguró desesperadamente—. Papá dijo que puedo tener novio cuando tenga dieciocho y medio. Por ahora sólo nos veremos ocasionalmente para conocernos un poco. Eso nos ayudará a saber si queremos empezar un noviazgo formal. —Pero tu padre también te dijo que no puedes salir con un joven que no haya nacido de nuevo, ¿no es cierto? —¿Cómo sabe que no lo ha hecho? —demandó Sara impacientemente—. Yo creo que él pronto pedirá su ingreso en la iglesia. Sólo denle tiempo... —¿Muestran sus acciones y conducta que es cristiano? —preguntó la madre. Sin contestar, Sara se escabulló rápidamente por la parte de atrás del carruaje antes de que su padre llegara. Al otro lado del patio, Jacob salió a encontrarla. Le tomó la mano, pero Sara la retiró. Perplejo, Jacob se limitó a caminar al lado de ella. Sara, sin embargo, sí permitió que él la ayudara a subir al carruaje. Él parecía estar contento, y Sara sintió la confianza de que él siempre respondería a todos sus deseos tan pronto como supiera lo que ella quería. Había sido criado tan diferente que la gente de Germantown. La conciencia inquieta de Sara pronto cedió. La personalidad de Jacob tranquilizó todos sus pensamientos serios y Sara disfrutó mucho el recorrido. Jacob se fue por el camino más largo a la casa, un antiguo sendero por un bosque talado junto al río. —Sólo para tener más tiempo y platicar —le explicó. Hizo caminar lentamente al caballo. Se detuvo una vez junto al río por unos minutos, hasta que Sara le pidió que siguiera, porque sus padres estarían 28
preocupados por ella. Inmediatamente él le ordenó al caballo que siguiera adelante. Sara sabía que sus padres tendrían tiempo para haberse acostado ya, y deseó fervientemente que lo hubieran hecho. ¿Por qué debieran esperarme? Deben saber que ya soy adulta, razonó. Como le había dicho Jacob, ella tenía que aprender a tomar sus propias decisiones y no depender siempre de sus padres. Jacob rehusó la invitación a entrar. —Esta vez no —dijo él—. ¿Puedo pasar por ti el próximo domingo en la tarde? —preguntó de inmediato mientras caminaba con Sara hacia el porche. —Los novios aquí comienzan a verse cada quince días —le explicó Sara. Jacob parecía perplejo. —¿Tenemos que hacerlo como los demás lo hacen? —Lo prefiero así —se limitó a contestar Sara. —¿Disfrutaste el rato juntos? —preguntó. Antes de que Sara pudiera contestar, añadió: —Yo lo disfruté inmensamente y espero disfrutar más ratos juntos. El observó muy de cerca la cara de Sara. Ella asentía con la cabeza y sonreía. —Puedes pasar por mí dentro de quince días si así lo deseas —dijo Sara con una sonrisa amplia que mostraba sus profundos hoyuelos. —Estaré aquí. Buenas noches, Sara —dijo tiernamente—. Me has hecho muy feliz. Te veré dentro de quince días. Te pido disculpas por las veces en que te he ofendido; a veces no sé lo que se considera apropiado en esta comunidad. Perdóname. Estoy dispuesto a aprender. Quiero hacer lo correcto. Todo era tan diferente en nuestra comunidad y en mi hogar. Tú serás una gran ayuda para mí —decía Jacob rápidamente, mientras Sara lo miraba con ojos que acusaban confianza. En su inocencia e inmadurez, ¿cómo podía saber que aquellas eran palabras vacías? Sara miró sus ojos angustiados y deseó alargar la mano para ponerla sobre él y consolarlo. Pero se contuvo y se limitó a responder: —Estás perdonado. —Nos vemos. Jacob se volvió y se alejó. Subió al carruaje mientras le hablaba al caballo, y 29
rápidamente desapareció de la vista mientras Sara cruzaba el porche. La luz de la sala todavía estaba encendida, aunque los dormitorios de los niños estaban oscuros. Sara se alegró de ver que al menos los niños estuvieran en cama. Sin embargo, ¡deseaba que sus padres también estuvieran acostados! A la vez, sabía que sin duda estarían esperándola en la sala. Las mejillas le ardían. ¡Cuánto quisiera que Mamá y Papá ya se hubieran acostado! Podría enfrentarme a ellos más fácilmente en la mañana. Se puso nerviosa y entró lentamente. Caminó aún más lentamente a la sala, donde una lámpara de aceite todavía ardía sobre la mesa de biblioteca. Le dolía la cabeza. Sus pensamientos estaban confusos. Mientras Jacob estaba a su lado, se había sentido feliz, pero ahora… ahora tenía que darles cuenta a sus padres que la amaban mucho. Cuando entró en la sala, el padre estaba sentado y leía la Biblia. La madre cabeceaba en una silla. Sara pudo ver indicios de lágrimas en las mejillas de su madre.
(continuará en el siguiente número)
—Mary Miller Reimpreso con permiso de: Rod and Staff Publishers, Inc. Crockett, Kentucky, EE.UU. Derechos reservados
Respuestas: Actividad para niños
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Una prueba en la vida real arcos y cuatro de sus amigos estaban ayudando a la familia de Andrés, un amigo de los chicos, a cubrir con paja las matas de fresas para que el frío del invierno no les causara daño. Marcos iba delante de los demás. De pronto se volvió y dijo: —A que no adivinan lo que vi. —Paja —respondió Rubén. —Cuatro compañeros tratando de alcanzarte —adivinó Andrés. —No, no lo podrán adivinar. Vi un vehículo parado cerca de la arboleda en el otro extremo de la milpa. Y allí está todavía. ¿Qué puede estar haciendo ese vehículo tanto tiempo? —¿Quieres decir que tal vez se estén robando maíz otra vez? — preguntó Andrés emocionado. Hace unos días, alguien se había robado unas mazorcas de maíz. —¿Por qué no vamos a ver qué sucede por allí? —sugirió Rubén. La cara de Marcos acusó emoción: —Ofrezcámosle ayuda al hombre. De esa manera venceremos con el bien el mal. Será como amontonar ascuas de fuego sobre su cabeza. Apresurémonos. Crucemos por la milpa y la zanja para que no nos vea. —¡Qué chistoso sería si acepta la oferta y terminamos ayudándole a
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robarse el maíz al papá de Andrés! —dijo Rubén. Sigilosamente, los muchachos se deslizaron por la milpa hasta llegar a la calle. Después, agachados, pasaron por la zanja hasta acercarse al otro extremo de la milpa. De pronto, a escasos cinco metros de donde estaban ellos, apareció el vehículo. En seguida, Simón susurró: —¡Es una camioneta! —Lógico. Le caben más mazorcas que a un automóvil —masculló Marcos. La camioneta parecía abandonada. No se veía a nadie. Entonces Marcos comentó: —Debe de ser que se metió más adentro en la milpa para que no lo vean desde la calle. —Desde luego —respondió Andrés—. Jamás me imaginé que alguien tuviera el descaro para hacer eso. De pronto, Rubén se enderezó y dijo: —Vamos y le sacamos el aire a un neumático. —Buena idea —respondió Simón. Pero, Harold, otro de los compañeros, parecía sentirse incómodo. Carraspeó y luego dijo: —Un momento. ¿Es correcto hacer eso? Hace un rato hablamos de amontonar ascuas de fuego sobre la cabeza del ladrón. Con eso la Biblia quiere decir vencer con el bien el mal. Pero sacarle el aire al neumático no es hacerle un bien, ¿verdad que no? Los otros tres compañeros estaban de acuerdo con Harold. Pero Rubén comenzó a alegar: —Pero no le haremos ningún daño al neumático. De pronto, oyeron un ruido en la arbolera. De entre la maleza salió un pequeño perro de caza, seguido por un hombre con un arma de fuego. En seguida, el hombre rápidamente subió al perro a la camioneta y lo encerró en una jaula. Metió en un costal el arma. Después se dirigió a los muchachos: —Estábamos cazando mapaches. El perro encaramó un mapache grande en un árbol. Logramos matarlo, pero se quedó enganchado en una horcadura del árbol. El hijo de uno de los compañeros se subió al árbol para 32
soltar al mapache. Pero se deslizó, cayó, y se golpeó la cabeza. Lo tenemos que llevar al hospital. Pronto aparecieron dos hombres cargando al herido en una camilla improvisada. Rápidamente lo subieron a la camioneta y partieron. —¡Vaya! —silbó Rubén—. ¡Cómo me alegro de que no se hayan encontrado ningún neumático desinflado! —¡Qué mal nos hubiéramos sentido! —comentó Andrés al estremecerse. —Apenas a tiempo nos libramos de un gran problema —dijo Marcos con una sonrisa—. Gracias a Harold, no cometimos un gran error. Todos los muchachos estaban muy de acuerdo con él. Marcos le dio un apretón de manos a Harold y dijo: —Hiciste algo muy bueno. Aprobaste la prueba en la vida real. —Elmo Stoll —The Midnight Test —Usado con permiso
VERSÍCULO DE MEMORIA
“Cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida” (Santiago 1:12). 33
Escribe en la raya la letra del alfabeto que va entre las dos letras debajo de la raya. Las palabras te darán la respuesta a esta pregunta:
¿Cómo aprobó Harold la prueba? ___ ___
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(Las respuestas se encuentran en la página 30)
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N
unca dejes que lo que quieres te haga olvidar lo que tienes.
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Cuando quieres descansar
Lee Mateo 11:29-30
Cuando luchas con el rencor Cuando consideras una inversión Cuando deseas dar una invitación Cuando de un viaje
Lee 1 Corintios 13 Lee Marcos 10:17-31 Lee Isaías 55 Lee Salmo 121; 107:23-31