septiembre - octubre 2016 volumen 30, número 5

su hija biológica a esa mujer y entregarla a la excompañera ... Nazaret era suficientemente poderoso para liberarla ... dia de su hija biológica, y vio sólo dos op-.
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(La historia se encuentra en la página 12)

septiembre - octubre 2016 volumen 30, número 5

Este librito no es para la venta Junta Directiva: Eugenio Heisey

Duane Nisly Marcos Yoder Pablo Schrock Noé Schrock Antonio Valverde Jesús Villegas Sanford Yoder

Editor

CONTENIDO

Trampas del diablo . . . . . . . . .portada Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3 Peligros que la iglesia enfrenta . . . . . . . . El trato social y la Biblia . . . . . . . . . .4 Un corazón nuevo . . . . . . . . . . . . . . .15

Sección para padres

El llamado supremo La amargura y el perdón 9c . . . . . . .16

Historia bíblica:

Duane Nisly

Jesús cabalga sobre un asna . . . . . . . . .18

Jimmy Ramírez

Frijoles con pan . . . . . . . . . . . . . . . . .23

Circulación

Cualquier correspondencia debe dirigirse a: La Antorcha de la Verdad Apartado Postal #15 Pital de San Carlos Costa Rica, C. A. Tel: (506) 2465-0017 Fax: (506) 2465-0018 [email protected]

Sección de cocina

Sección para jóvenes

El camino que ella escogió Instruye al niño 1c . . . . . . . . . . . . .24

Sección para niños

Un buen nombre . . . . . . . . . . . . . . . . .31 Actividad para niños . . . . . . . . . . . . . .34 Ante ti . . . . . . . . . . . . . . . . . . .contraportada

LA ANTORCHA DE LA VERDAD se publica bimestralmente por Publicadora La Merced, ubicada en Santa Rita de Río Cuarto, Costa Rica. PUBLICADORA LA MERCED trabaja sin fines lucrativos para extender el evangelio, para propagar doctrina sana y bíblica de orientación anabaptista, y para presentar consejos para la vida cristiana práctica en América Latina.

Si desea hacer una donación, la puede hacer por medio de un cheque en dólares estadounidenses a nombre de Asociación Servicios Cristianos Menonitas, o por medio de una transferencia internacional: (Asociación Servicios Cristianos Menonitas, cuenta #15201347000014732 en dólares estadounidenses. SWIFT: BCRICRSJ y/o UNIVERSAL ID019339, Banco de Costa Rica. San José, Costa Rica, entre Av. central y segunda, calles cuatro y seis.) Diseño de la portada: Randall Nisly

Estimado lector: Hace poco un buen amigo pastor cumplió un mes de estar privado de libertad. Se encuentra preso en medio de otros reos acusados de toda clase de crímenes. Pero, este pastor no está en la cárcel por algún mal que cometió, sino por su amor al Señor Jesús. Está allí porque sintió de parte de Dios ayudar a una mujer que se había arrepentido de su vida pecaminosa como lesbiana y se había entregado a Cristo. Cuando el estado quería quitarle a su hija biológica a esa mujer y entregarla a la excompañera de ella (de la cual se había separado), este pastor se involucró en ayudarle a salir del país con su hija. Por su involucramiento en proteger a esta madre con su hija, fue procesado en el tribunal y declarado culpable como cómplice de un secuestro internacional. A continuación citamos lo que él dijo el día que lo encarcelaron: “Voy a la cárcel hoy porque la fe de una mujer colisionó con la sociedad moderna. Hace unos 12 años, esta mujer descubrió que Jesús de Nazaret era suficientemente poderoso para liberarla de sus pecados. Él transformó su vida totalmente. En el transcurso del tiempo, ella procuró seguir fielmente al Señor y a su conciencia…. Con el tiempo, ella enfrentó el hecho de perder la custodia de su hija biológica, y vio sólo dos opciones: rendirse al nuevo orden social, o mantenerse fiel al orden moral [la ley de Dios], establecido por Dios. Ella escogió la segunda opción y huyó con su hija de su país en la búsqueda de libertad de culto

para criar a su hija bajo la dirección y el orden de Dios, según dictaban su fe y conciencia … Aquí en la cárcel, me siento bendecido de poder apoyarla en su búsqueda de la verdad y la libertad verdadera. Hay algunas cosas que no se pueden encerrar dentro de los muros de la cárcel… La verdad, la conciencia, la justicia moral, y el Evangelio de Jesús.” Luego el hermano termina su testimonio con unas palabras de exhortación que yo quiero dejar con nosotros hoy: “Querido creyente, estamos en una guerra en contra de la tiranía de Satanás. Pero recuerda: ‘las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas’ (2 Corintios 10:4). Nuestra arma es la cruz de Cristo, sufriendo con gozo y amando a nuestros enemigos. ‘No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas’ (2 Corintios 4:18). Jesús reina; su reino es para siempre. Y pronto volverá.” Estimado lector, es difícil entender cómo la sociedad ha llegado a este extremo. A mí me duele el corazón, pensar en que mi hermano tiene que estar privado de libertad y separado de su familia, además de todo lo demás que está sufriendo. Pero no nos debemos sorprender de que tales cosas sucedan. Sí debemos preocuparnos por estar firmemente arraigados en la roca para que cuando venga la prueba, también podamos mostrar esa misma fidelidad a nuestro Señor, cueste lo que cueste.

Duane Nisly

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#5

El trato social y la Biblia Por: Daniel Lapp

A

través de la historia se ha visto mucha discriminación entre personas. La historia está repleta del machismo y del menosprecio del pobre, del

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analfabeto, de las razas supuestamente menos desarrolladas, y del extranjero. Cuántos conflictos armados se han desatado a causa de diferencias religiosas. Este mal del

trato social o de la acepción de personas obviamente proviene del orgullo y el egoísmo nacidos de la condición depravada y pecaminosa del ser humano. Hoy en día, los movimientos humanistas han pretendido hallar la solución a estos problemas. Se cree que lograr una igualdad social a nivel global es la solución. Con el fin de realizar sus objetivos, se han valido de las filosofías humanas y no de lo que dice Dios al respecto. Los movimientos feministas creen que la igualdad social de la mujer es la solución. Los gobiernos creen que se halla en las ayudas humanitarias, los derechos humanos, y la política. Muchos, sobre todo los que se consideran pueblos del tercer mundo, creen que la educación arreglará este problema. Los grandes movimientos religiosos están pidiéndose perdón por los conflictos de muchos siglos y enseñan que el camino de todos conduce hacia Dios. ¿Se estarán logrando la igualdad y el respeto mutuo a como Dios lo ve? ¿Es Dios glorificado con los valores que el hombre ha establecido para relacionarse con otros? ¿Por qué rige aún la idea de que el rico es

más que el pobre y que el que tiene preparación académica es más que el analfabeto? ¿Por qué persiste tanto afán por ser más que el otro? ¿Por qué se eleva al grande y se menosprecia al que es considerado menos importante? ¿Por qué se pisotea al prójimo en el afán de subir los escalones de lo que el mundo llama el éxito? En el mundo de hoy, el ser humano tiende a poner el valor de la persona según su importancia en la sociedad, su inteligencia, su preparación académica, su valor económico, su familia, su raza, su nacionalidad, su religión, y muchas cosas más. Cuando una persona no reúne los requisitos que se le pone, o no alcanza los ideales que se espera de ella, la tienen en menos y se justifica el maltrato. El racismo es resultado de esta manera de pensar y se muestra de muchas maneras distintas. Muchas guerras hoy son resultado de algún prejuicio racial o étnico. Dios tiene algo que decir al respecto. Aunque la sociedad cree y actúe de una forma incorrecta, la iglesia de Cristo tiene el deber de mostrar el corazón de Dios en estos asuntos. Somos llamados a ser 5

la luz del mundo. Tenemos que guardarnos de las corrientes de pensamiento de este mundo y no contaminarnos con las ideas humanistas. Veamos lo que dice Dios.

igual respeto a los pobres y a los ricos, y no hacer acepción de personas.

La inteligencia ¿Estimamos más a las personas que consideramos más inteligentes? El adinerado Dios ha creado de una forma espe¿Tratamos con más respeto a cial y única a cada persona. Tiene un los que tienen más riquezas? propósito para cada uno. Cuida con Santiago 2:8-9 dice: “Si en verdad un cuidado especial la formación de cumplís la ley real, conforme a la cada uno desde el vientre de la Escritura: Amarás a tu prójimo madre. David, con palabras claras y como a ti mismo, bien hacéis; bellas en el Salmo 139:13-16 dice: pero si hacéis acepción de perso- “Porque tú formaste mis entranas, cometéis pecado, y quedáis ñas; tú me hiciste en el vientre convictos por la ley como trans- de mi madre. Te alabaré; porque gresores.” ¡Qué palabras tan fuer- formidables, maravillosas son tes! Hacer acepción de personas es tus obras; estoy maravillado, y pecado. Estos versículos se encuen- mi alma lo sabe muy bien. No tran en el contexto de un pasaje que fue encubierto de ti mi cuerpo, habla de cómo relacionarnos con los bien que en oculto fui formado, ricos y los pobres (Véase Santiago y entretejido en lo más profundo 2:2-7). Los versículos que siguen ha- de la tierra. Mi embrión vieron blan de las obras y la fe. El versículo tus ojos, y en tu libro estaban es17 dice: “Así también la fe, si no critas todas aquellas cosas que tiene obras, es muerta en sí fueron luego formadas, sin falmisma.” Nos dice que nuestras ac- tar una de ellas.” titudes y acciones hacia otras persoDios es el que proporciona los nas tienen tanta importancia como dones y las capacidades de cada uno nuestra creencia en Dios. En Prover- según lo que le parece bien a él (1 bios 14:31 y 17:5 nos dice que opri- Corintios 12:11). Las capacidades mir al pobre o burlarse de él es no le hacen a uno más importante ofender a Dios. Debemos tratar con que otro. El apóstol Pablo,

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en el mismo versículo advierte: “no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener”. En la parábola de los talentos en Mateo 25, Jesús nos enseña que Dios se fija más en la fidelidad de la persona que en sus capacidades. El señor recompensó a los siervos por su fidelidad, y no por sus capacidades. Para Dios, cada ser humano es precioso. Alguien dijo así: “Dios no hace basura, por tanto, todos somos preciosos para él”. Uno no es más importante, ni de más valor por ser más inteligente que otro, ni por tener más preparación académica.

La nacionalidad y la religión ¿Cómo reaccionamos ante personas de otros grupos étnicos o de otras religiones? ¿Clasificamos a todos los individuos de un grupo por las acciones de unos pocos? Como seres humanos tendemos a creer que lo nuestro es lo mejor, y menospreciamos a personas de otras culturas, nacionalidades, y religiones. Esta tendencia ha sido motivo de muchos conflictos y muchas guerras en el pasado, y aún persiste hoy día. Jesús nos enseña claramente que para sus seguidores esos prejuicios

no deben existir. En el ejemplo de su vida aquí en la tierra, mostró vez tras vez su aceptación de toda clase de persona. Un ejemplo de su vida que resalta fue su actitud para con los samaritanos. Ellos arrastraban desde hacía siglos una cultura mezclada con extranjeros y una religión distinta a la de los judíos. Aunque Jesús no estuviera de acuerdo con las creencias de ellos, él nunca los menospreció como personas. La Biblia dice claramente que el evangelio es para todos, tanto los gentiles como los judíos. Jesús dijo que “todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” ( Juan 3:16). En Juan 14:6 leemos que Cristo es el único camino a Dios. Dios nos manda mostrar esto al mundo por amor, no por fuerza ni desprecio. En el Antiguo Testamento, Dios les dice repetidas veces a los israelitas que no deben despreciar a los extranjeros (Levítico 19:33-34). En Hebreos 13:1-3 tenemos estas amonestaciones: “Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad…Acordaos de los presos…y de los maltratados…”

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La igualdad entre los sexos ¿Tienen ambos sexos el mismo valor, o despreciamos a uno de ellos? La Biblia enseña claramente que el hombre y la mujer no desempeñan el mismo papel en el hogar, la iglesia, y la sociedad. Dios le dio al hombre la responsabilidad de ser cabeza y líder del hogar para dirigir los asuntos de la vida (Efesios 5:22-23). A la mujer la creó más frágil y en su perfecto plan, manda que ella se sujete al hombre (1 Pedro 3:7; Efesios 5:24). Sin embargo, Dios atribuye el mismo valor a la mujer que al hombre. Hebreos 11, un capítulo que enumera los héroes de la fe, incluye tanto mujeres como hombres en la lista. Pablo le dice a Timoteo que su fe es fruto de la fe de su madre y de su abuela (2 Timoteo 1:5). En las epístolas a Timoteo y Tito, Pablo les da consejos de cómo relacionarse con los hermanos y las hermanas en las iglesias. Pedro les dice a los maridos que deben dar honor a la mujer “como a coherederas de la gracia de la vida”, y agrega que de ser lo contrario, Dios no escuchará las oraciones del marido (1 Pedro 3:7). La Biblia nos enseña que somos iguales en lo que se

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refiere a valor y a importancia como persona en el reino de Dios (Gálatas 3:28). Dios no da lugar ni para el machismo ni el maltrato de la mujer, ni para que la mujer pretenda desempeñar el papel que le corresponde al hombre.

El racismo ¿Somos culpables de la discriminación racial? Los que han estudiado la genética y el ADN nos dicen que cuando se compara el ADN de dos personas de distintas razas, hay una diferencia de solamente dos décimos de uno por ciento (0,2%). Además, sólo el 6% de esa diferencia tiene que ver con ser de distintas razas. Casi siempre, al comparar las diferencias entre las razas, pensamos mayormente en el color de la piel. Aunque en el mundo hay mucha variedad en los colores de la piel, en realidad todos tenemos el mismo tipo de piel. Lo que varía es la cantidad de melanina (un pigmento colorante de los tejidos) que está presente en la piel.1 Esto significa que la diferencia entre personas de distintas razas es muy poca. Esto concuerda con lo que dice en Hechos 17:26: “Y de una

sangre ha hecho (Dios) todo el linaje de los hombres.” Unos 1650 años después de la creación, Dios destruyó al hombre con un diluvio. Sólo Noé y su familia se salvaron. Luego, Dios bendijo a Noé y le dijo a su familia que se dispersaran y que llenaran la tierra (Génesis 9:1). Pero en el capítulo 11 de Génesis vemos que la gente se rebeló contra el plan de Dios y decidió construir una torre que le haría renombre entre las naciones. Eso fue en contra del consejo y la voluntad de Dios. Él detuvo la obra por medio de confundir las lenguas. ¿Qué sucedió después? La gente se dispersó, probablemente según las diferentes familias de lenguas. Se cree que entre esa confusión de lenguas, había menos de 100 idiomas distintos , ya que los expertos dicen que existen menos de 100 familias de lenguas en todo el mundo. Como resultado de aquel suceso, hoy se han desarrollado cerca de 7.000 lenguas según algunas estadísticas. Junto con esto, también se ha formado una gran cantidad de razas y grupos étnicos. Pero recordemos que todas las razas descienden de la familia de Noé.

Recordemos también que el color de la piel nada tiene que ver con el valor de la persona ante Dios, ni el respeto que nosotros debemos tener unos para otros. Existe otra cosa en que toda la raza humana está igualada. Es su necesidad espiritual. Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Ninguna raza humana, por más desarrollada que sea, se escapa de esta realidad. Nadie tiene entrada en el cielo por su propia justicia. En Juan 14:6 Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Para acercarnos a Dios, todos tenemos que usar el mismo medio. Dios no hace acepción de personas. En los últimos 200 años el machismo y el racismo han sido promovidos por las ideas de hombres como Carlos Darwin, entre otros. Intentaron probar por medio de la ciencia que el hombre ha evolucionado más que la mujer y que algunas razas humanas se han desarrollado más que otras, y por lo tanto, son superiores.2 Estas ideas y enseñanzas apoyaron la esclavitud de los negros, y el exterminio de los 9

judíos en Alemania bajo el mando de Hitler. También han sido la raíz de muchas otras injusticias sociales que vemos hoy en día. Pero desde el principio de la creación, Dios se dio a conocer como uno que no hace acepción de personas. Moisés en los últimos días de su vida, exhortó mucho a los israelitas. Al hablarles del Dios creador, de los milagros que hizo a favor de ellos, y de su justo juicio, les dice en Deuteronomio 10:17: “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho.” Pablo también dijo en Romanos 2:11: “Porque no hay acepción de personas para con Dios”. En Colosenses 3:11 dice: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.” El apóstol Pedro era un judío cuya cultura enseñaba la discriminación de los gentiles. Sin embargo, un día, al encontrarse en la casa de un gentil llamado Cornelio, dijo lo siguiente: “A mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (Hechos 10:28). Tam10

bién dijo: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas” (v. 34). Además, son muy bellas las palabras que hallamos en Apocalipsis 7:9 y 14: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; … Éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” Dios nos ama a todos por igual y ofrece la salvación por medio de Jesucristo igualmente a todo ser humano. La sociedad tiene una idea muy extraviada y equivocada de “quién soy yo”. Este hilo de pensamiento está muy presente en los medios de comunicación y en los grupos sociales que promueven las ideas del mundo de hoy día. Por todos lados somos bombardeados con esas ideas falsas. ¿Cómo debe la iglesia de Cristo responder ante tales ideas y amenazas de la sociedad? En todos esos casos, nuestra guía de pensamiento y creencia tiene que ser formada por medio de los

principios que nos enseña la Biblia. Sólo con la base fundamental de la Palabra de Dios como punto de partida estaremos de acuerdo con nuestro Creador. De lo contrario, no podemos esperar encontrarnos dentro de esa gran multitud que está delante del trono de Jesús. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que pre-

sentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).

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ChristianAnswers.Net, Where Did Human Races Come From? Institute for Creation Research, Evolution and Modern Racism por Henry M. Morris Ph.D. Cite this article: Morris, H. 1973. Evolution and Modern Racism. Acts & Facts. 2 (7). 2

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” —Jesús 11

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DEL DIABLO

A continuación presentamos dos anécdotas que hacen resaltar trampas del diablo para perder las almas en el infierno. Miles de personas a diario están cayendo en estas trampas sin advertirse del destino que les espera. —La redacción

EL GUISO CONTAMINADO

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lguien había contaminado el guiso que se sirvió en el picnic de la escuela, lo cual muy pronto hizo que el alegre bullicio de la gente se convirtiera en gemidos de agonía. Nadie supo quién contaminó el guiso. Tampoco se murió nadie, aunque varias personas estuvieron muy enfermas por un tiempo. Pero a mi tío Héctor, este percance le sirvió para bien. Te voy a comentar lo que pasó: Mi tío Héctor estuvo presente en el picnic, pero como no comió del guiso, no se enfermó. Unas semanas después, el tío Héctor acompañó a un amigo al pueblo. Entraron en un restaurante y después salieron a almorzar a la raíz de un árbol. Mientras comían, el tío Héctor empezó a hablar de su tema predilecto, la religión. Mi tío Héctor nunca asistía a la iglesia. Ni siquiera se acercaba. Y no le daba vergüenza decirles a los demás por qué no lo hacía. —Hay tantos hipócritas en la iglesia —le declaró a su amigo con aire de resentido—. Son santulones en su manera de hablar, pero sólo los domingos. No lo practican el resto de la semana. Si así es el cristianismo, no me interesa. Mi tío miró a su amigo para ver qué respondería. Pero su amigo sólo se sonrió, y dijo: —Qué extraño lo del guiso del picnic escolar, ¿verdad? El disgusto que se marcaba en el rostro del tío Héctor se convirtió en sorpresa, y luego preguntó: —¿Qué tiene que ver el picnic con los hipócritas? —Bueno —dijo su amigo lentamente—, el picnic fue un desastre,

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así que yo jamás iré a otro picnic. El tío Héctor bajó la mirada. Después de un largo silencio respondió en voz baja: —Quizá mis razones sean demasiado infantiles. Las cosas se ven diferentes si comparas a la iglesia con el guiso contaminado de un picnic. Ese día, bajo el árbol de arce, el tío Héctor reconoció que estaba equivocado. Dejó de defenderse y tomó en serio su necesidad espiritual. Un mes después, entregó su vida al Señor. No quiso perder su alma por causa de unos “hipócritas” que hay en la iglesia. Así como mi tío Héctor, quizá tú también andas camino al infierno sencillamente porque hay hipócritas en la iglesia. Te es fácil detectar y condenar a “los que dicen ser pero no lo son”. Y después de todo, ¿por qué es éste un punto tan delicado para ti? La Biblia dice: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo” (Romanos 2:1). Así que, ten cuidado de lo que acusas a otros, no sea que tú también tengas un error igual de serio. Detrás de la fachada de tus acusaciones puede encontrarse oculta la verdadera razón por la cual rechazas a Dios y a su pueblo. Reconoce tu verdadero problema. ¿Tienes escondida alguna raíz de amargura? Humíllate y entrega tu vida al Señor Jesucristo y sométete a una iglesia bíblica. El creer que la hipocrisía de otros te puede justificar ante Dios es una trampa del diablo.

EL PASILLO DEL DIABLO

Muchos que han visitado el antiguo castillo de Chillón en Suiza, ubicado a orillas del gran lago Lemán, pueden describir una de sus características más espantosas. El castillo tenía un pasillo totalmente oscuro, ante cuya entrada eran arrastrados los prisioneros desde sus calabozos. Allí, los guardias los declaraban libres. Pero, al internarse en lo que los prisioneros creían ser un pasaje a la libertad, de pronto caían al fondo de un pozo donde morían ahogados en las negras aguas que procedían del lago. 13

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Esta clase de engaño cruel no era nada nuevo. Ha sido un truco utilizado por el diablo desde el comienzo del tiempo. Incluso, fue él que inventó la traición. Primero, Satanás te hace su prisionero. Te desanima, y hace que se enfríe tu primer amor. El gozo de hacer la voluntad de Dios se convierte en una esclavitud. Luego, la serpiente se acerca y te susurra: “¿Es verdad que Dios te ha dicho que ...?” (Génesis 3:1). En seguida, Satanás te induce a alejarte de la voluntad de Dios, y hasta usa versículos bíblicos: “Todas las cosas me son lícitas…” (1 Corintios 6:12; 10:23) y “a libertad fuisteis llamados…” (Gálatas 5:13). Por supuesto, el diablo no te dice el resto de las citas: “mas no todas convienen” (1 Corintios 6:12), “pero no todo edifica” (1 Corintios 10:23), “solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne” (Gálatas 5:13). ¡Cuidado! El pasillo del diablo hacia la supuesta libertad termina en un pozo de muerte (2 Pedro 2:19; Romanos 6:16). La libertad verdadera se encuentra en la voluntad de Dios. “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” ( Juan 8:36). Procura el ferviente amor por la verdad, arrepiéntete, acude a Cristo, y obedece a su Palabra. Cristo te dará un profundo deseo por Dios y su voluntad. Él romperá las cadenas del pecado, y te librará de las trampas del diablo. Te elevará a nuevas dimensiones espirituales de libertad y vida en él... ¡verdaderamente libre!

Tomado de Para Ti Usado con permiso de Christian Light Publications

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Un corazón nuevo

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ecientemente, me enteré de una mujer que nació con serios problemas físicos. Entre ellos, nació con el corazón al lado derecho y en posición al revés. El reportaje decía que le habían practicado un trasplante de corazón, pero que, por alguna razón, no estaba funcionando bien.

Aparentemente, ahora le toca otro trasplante y nuevamente fue puesta en la lista de espera para un donador. Le pronosticaron diez días más de vida, si no recibe otro corazón. Dijeron que están “a la espera de un milagro”. Estuve meditando en la situación de Raquel, pues así se llama la mujer. “A la espera de un milagro.” Ella esperó lo imposible y al fin recibió un corazón nuevo, sólo para darse cuenta de que el nuevo corazón tampoco funcionaba bien. Qué situación tan difícil. Esperan un milagro. Pero, ¿qué milagro esperan? ¿De dónde provendría tal milagro? ¿Tendría algún costo? Al pensar en eso, mis pensamientos me causaron mucho pesar. Sea como fuera, si recibiera un corazón nuevo o no, alguien tendrá que sufrir la muerte. Es inevitable. No hay otra manera. Si Raquel recibe un corazón nuevo, en algún lugar habrá una familia en duelo por la muerte de un ser querido. Si Raquel no recibe un corazón nuevo, su familia es la que sufrirá la pérdida. Al contemplar esta situación, mi mente es llevada a otro escenario. Pensé en lo que sucede cuando una persona entrega su vida a Jesús y cree en él como su Salvador. Esa persona recibe un corazón nuevo. Yo recibí un corazón nuevo, pero en el momento en que me di cuenta de que necesitaba un corazón nuevo, no tuve que esperar un donador. Ya Jesús había muerto por mí. Además, al recibir ese corazón nuevo, mi cuerpo carnal trató de rechazarlo. Pero, con el poder de Dios, logré la victoria y el corazón nuevo llegó a funcionar, transformándome en un nuevo ser. Para que yo recibiera un corazón nuevo y para que no tuviera que morir, fue necesaria la muerte de otro, y ése fue Jesús. Él dio su vida para darme vida a mí. ¿Has recibido un corazón nuevo? O ¿todavía tienes el corazón enfermo por el pecado, esperando la muerte? No tienes seguridad de diez días más... ni de un día más. La buena noticia es que no tienes que esperar más. Jesús murió para que puedas recibir un corazón nuevo. Gracias a Dios, no tienes que hacer la fila a la espera de otro donador. Puedes recibir un corazón nuevo ahora porque el donador ya dio su vida por nosotros. “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).

Quintín Mast

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El llamado supremo Lección 9c

La amargura y el perdón

Lucas 17:1-5 “Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.” 16

Mateo 18:21-22 “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

Observaciones: Número 6 ~ Las ofensas son inevitables.

Ofender o hacer tropezar a otros no es correcto, pero se debe aceptar que es parte de este mundo y, tarde o temprano, alguien nos va a ofrender. En este mundo abunda el pecado. Muchas cosas no son ideales. Muchas personas resultan heridas. Nadie puede pasar por esta vida sin experimentar el dolor. Número 7 ~ La Biblia nos dice que una reacción correcta ante la ofensa es perdonar. Ya hemos observado en la Biblia que el enojo debe controlarse, y que la amargura es pecado y contamina a otros. La Biblia no da un diseño mecánico para controlar el enojo, pero sí nos proporciona una serie de alternativas para vencer este sentimiento. La reacción natural cuando alguien peca contra nosotros (o nos ofende) es enojarnos. Si lo repite, nuestra reacción natural será enojarnos aun más. Y si repite la ofensa a menudo, nacerá la amargura. Jesús nos ofrece una alternativa: ¡perdone! Y si lo vuelve a hacer, perdone otra vez; y si lo repite muchas veces, perdone muchas veces. ¿Qué significa perdonar? Significa “eximir” (liberar) a una persona de la obligación de restituir algo. La palabra perdón se conocía en la antigüedad como un término económico que se usaba con relación a las deudas. Perdonarle una deuda a otro era como hacer borrón y cuenta nueva. Vemos, pues, que la amargura es muy contraria al perdón: la amargura echa la culpa y busca el pago, pero el perdón libera de dicha culpa. En vez de agarrar a otros y acusarlos (ya sea en los pensamientos, en palabras, o aun con las manos), los liberamos. Quizá es verdad que ellos

(sigue en la página 20)

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HISTORIA JESÚS CABALGA

Jesús se lament

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uando ya se acercaba el tiempo de la pascua, Jesús y sus discípulos llegaron a la aldea de Betania. Fueron a visitar a María y Marta y a su hermano Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Todos disfrutaron de la comida especial que Marta les había preparado. Ninguno de los discípulos sabía que pronto los dejaría Jesús. Pero María notó que Jesús estaba triste. Tomó una libra de perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús. Después le secó los pies con su cabello. ¡Cuánto animó esto a Jesús! Al acercarse la hora de su muerte, había a lo menos una persona que entendía algo de la importancia del momento. Entonces les dijo a sus discípulos: —Ella me ha ungido para la sepultura. Esta historia del amor de María todavía hoy se cuenta entre los creyentes en todo el mundo, tal como lo dijo Jesús. Al siguiente día, mientras Jesús y sus discípulos caminaban hacia Jerusalén, Jesús mandó a sus discípulos a una aldea cercana para tomar prestada un asna. Los discípulos trajeron el asna a Jesús. El asna, que nunca antes había sido montada, se dejó montar por Jesús para ir a Jerusalén. Así Jesús cumplió la profecía que dio Zacarías, diciendo: “He aquí tu rey vendrá a ti... cabalgando sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna”. Mucha gente había venido a Jerusalén para celebrar la pascua. Todos se agolpaban alrededor de Jesús, extendiendo mantos y palmas por donde él pasaba. Gritaban: “Bendito el Rey de Israel que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna!” Muchas personas alababan a Jesús porque él las había sanado. Con toda esa alegría, nueva esperanza surgió en los discípulos. ¡Tal vez ahora Jesús será coronado rey! Pero, ¿por qué se detuvo el asna? Ellos miraron con sorpresa a Jesús. Desde una colina, Jesús contemplaba la ciudad y lloraba. Más tarde, mientras enseñaba en el templo, dijo: “La paz eterna estaba a tu alcance. Pero la desechaste, y ya es demasiado tarde. Oh, Jerusalén, ¡cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 21:1-9; 23:37; Marcos 11:1-10; Lucas 19:28-44; Juan 12:1-8, 12-19; Zacarías 9:9 18

BIBLICA SOBRE UN ASNA

a por Jerusalén

“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria” (Salmo 24:7).

La gente le da la bienvenida a Jesús en Jerusalén

1. ¿Sobre qué derramó María el perfume? 2. ¿En qué animal se montó Jesús? 3. ¿Quién lloró por la gente de Jerusalén?

Usado con permiso de: Christian Aid Ministries, Berlin, Ohio Del libro: 101 Historias Bíblicas Favoritas © 1994

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actuaron mal, pero ya no los obligamos a sufrir el castigo por lo que hicieron. En la mente y en el corazón, en donde se puedan anotar los agravios, borramos la cuenta y los liberamos... para no aferrarnos más al recuerdo de lo malo que han hecho y la deuda pendiente. Número 8 ~ El perdón es difícil para el hombre carnal. Al oír la exhortación de Jesús sobre perdonar siete veces, los discípulos se asombraron y exclamaron: “Señor, auméntanos la fe.” Y cuando Jesús le dijo a Pedro que debía perdonar “setenta veces siete”, supongo que los discípulos quedaran atónitos. Nosotros podemos contar hasta siete con facilidad. ¿Pero quién desea llevar la cuenta hasta 490? Ése era precisamente el razonamiento de Jesús: no cuente, sólo perdone. Ninguno de nosotros es capaz de hacer eso. Como seres humanos nos resulta difícil perdonar más de una vez. “Te perdonaré esta vez” suena bastante generoso según nuestra manera de pensar. Perdonar una y otra vez sin llevar la cuenta es algo que está completamente fuera de nuestro alcance humano. No solamente es difícil, sino imposible. Para perdonar como Jesús nos enseñó, es imperativo contar con la vida y el espíritu de Jesús en nosotros. Él fue el gran Perdonador y todavía lo es. Mientras los soldados lo crucificaban, él decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Seguramente en aquel día la cantidad de ofensas y pecados contra Jesús excedió los 490, pero Jesús no los contaba. Él se ocupó de perdonar. Y nos pide hacer lo mismo. El problema es que no podemos hacerlo por nuestro propio esfuerzo. Perdonar como lo hacía Jesús exige el espíritu de Jesús en nosotros. Cuando el Perdonador mora en nuestro corazón, lo primero que hace es ofrecernos su perdón, puesto que nosotros mismos tenemos gran necesidad de ser perdonados. Tras obtener su abundante perdón, recibimos la fuerza necesaria para perdonar a otros. Número 9 ~ El perdón es una obra de fe. Con respecto al perdón y la enseñanza del Señor, como vimos antes, los discípulos respondieron con un ruego: “Auméntanos la fe.” Ésta sigue siendo una petición apropiada, pues el perdón es una obra de fe. Cuando alguien nos ofende, nuestra atención se centra naturalmente en esa persona y en la ofensa. Pero el perdón exige que centremos nuestra 20

atención en Dios. La Biblia nos asegura repetidas veces que el Señor obra a favor de aquellos cuyo corazón confía en él. Él tiene la última palabra en los asuntos humanos. Quiere obrar en TODAS las cosas para nuestro bien eterno (Romanos 8:28). Es capaz de valerse incluso de aquellas experiencias desagradables que nos toca atravesar. Éstas sirven para moldear nuestro carácter a la semejanza de Cristo, y también producen en nosotros una actitud más compasiva y comprensiva para con los demás. No precisa saber de qué manera hará esto el Señor. Tampoco necesitamos saber cuáles beneficios obtendremos de las dificultades, los sufrimientos, y los problemas que él permite en nuestra vida. Lo único que precisa es confiar en él por medio de la fe. Al depositar nuestra fe en Dios, quedamos libres para perdonar a aquellos que nos ofenden. A decir verdad, mientras no confiemos en Dios, es imposible perdonar. Podemos intentar perdonar sin recurrir a Dios, y decirle a la otra persona “te perdono”, pero si aún fijamos la atención en el ofensor, lucharemos siempre con el rencor. La única alternativa que nos queda es confiar en Dios. Solamente la fe en un Dios soberano puede darnos la victoria sobre las tendencias a enojarnos y culpar a los demás. e Preguntas de estudio e 1. ¿Qué significan “tropiezos” y “hacer tropezar” en Lucas 17:1-2? ¿Se podrá referir esto también a las ofensas comunes entre las personas? 2. ¿Está de acuerdo en que es inevitable que hayan tropiezos y heridas en este mundo? Decir que son inevitables, ¿quiere decir que los aprobamos? 3. ¿A cuáles personas dijo Jesús que debemos procurar en especial no hacer tropezar? 4. ¿Cómo debemos tratar a la persona que peca contra nosotros? 5. ¿Cuántas veces al día debemos perdonar al ofensor arrepentido? ¿Cuál fue la reacción de los discípulos al escuchar esta enseñanza? 6. ¿Qué quería enseñar Jesús cuando dijo que se debe perdonar hasta “setenta veces siete”? 7. ¿Qué significa perdonar? ¿De qué otro modo se solía utilizar este término en la antigüedad? 21

8. ¿Por qué es tan difícil perdonar? ¿Cuáles límites le ponemos al perdón cuando seguimos la tendencia carnal? 9. ¿Qué ejemplo de perdón nos dejó Jesús? 10. ¿Cómo podemos perdonar de la manera que Jesús enseñó? 11. ¿En qué se centra la atención del hombre natural cuando alguien le ofende? ¿Cómo afecta esto su capacidad de perdonar? 12. ¿Cómo se relacionan el perdón y la fe? ¿Cuáles verdades bíblicas (que fortalecen la fe) demuestran la soberanía de Dios sobre aquellos que nos ofenden? Busque otros pasajes bíblicos, además de Romanos 8:28, que fortalecen la fe. 13. Describa, en sus propias palabras y según su perspectiva, cómo la fe en Dios cambia nuestra manera de ver el perdón.

(continuará en el siguiente número)

—John Coblentz Usado con permiso de: Christian Light Publications, Inc. Harrisonburg, Virginia, EE.UU. Derechos reservados

Re s pu e st as : A c t iv i da d pa r a ni ño s ¿Dónde debe estar escrito tu nombre? (Busca Apocalipsis 3:5.) Mi nombre debe estar escrito en el libro de la vida. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.

__d__ Jacob __h__ Azarías __a__ Saulo __k__ Noemí __f__ Ananías __i__ José __c__ Sarai __j__ Simón __g__ Misael __b__ Abram __e__ Daniel

a. Pablo b. Abraham c. Sara d. Israel e. Beltsasar f. Sadrac g. Mesac h. Abed-nego i. Zafnat-panea j. Cefas k. Mara 22

Frijol_s ]on p[n Preparación:

Ingredientes:

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tazas de frijoles cocinados y molidos cebolla cuarto de mantequilla cucharadita de café molido cucharadita de azúcar sobre de consumé de pollo Cominos o pimienta al gusto Un poco de manteca

½ Licúe la cebolla en una ½ licuadora o pique muy finamente. ¼ Ponga en una olla la manteca y ½ luego la cebolla, y fríala bien. ½ Añada los frijoles, la mantequilla, el café molido, el azúcar, el consomé, y la pimienta o cominos. Mueva todo muy bien y deje hervir durante 10 minutos. Luego unte rodajas de pan cuadrado o pan francés con los frijoles. Si gusta, unte el pan primero con mayonesa.

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EL CAMINO QUE ELLA ESCOGIÓ Capítulo 1c

Instruye al niño —Sería más cerca volver a la casa por la vía del tren —sugirió el padre después del culto. El hermano Miller estuvo de acuerdo; así que de regreso a casa, las dos familias siguieron el ferrocarril a través de los cultivos recién sembrados. —Déjame cargar a Santiago un rato —ofreció el hermano Miller después de haber caminado un kilómetro. El papá asintió alegremente. La señora de Miller tomó una de las manos de Laura mientras la mamá tomaba la otra. María y Sara iban adelante. —Mamá, ¿podemos quitarnos los zapatos y las medias? —preguntó Sara después de un rato—. Hace mucho calor. —Sí, si a la mamá de María no le importa que ella también se quite los zapatos. 24

—¿Puedo, quitarme los zapatos y las medias, Mamá? —preguntó María. —Sí, hoy está haciendo mucho calor, y éste no es un lugar público. Está bien —dijo la madre. Las dos muchachas se tomaron de las manos y corrieron hacia la curva adelante para adelantarse unos treinta metros. No querían terminar retrasadas mientras se quitaban los zapatos. Cansadas de correr, se sentaron en los rieles para desatar los cordones de los zapatos. Sus caras brillaban por el aire fresco, el sol, y el placer de caminar juntos como amigas. Absortos en sus comentarios del mensaje animador de la mañana, los padres siguieron lentamente con los más pequeños. De repente, Juan se detuvo. ¿Qué oía? ¿De qué provenía la vibración ligera que sentía en los rieles bajo sus pies? Los mismos rieles en que estaban sentadas las niñas treinta metros adelante. Sí, ¡era un tren veloz que se aproximaba a la curva que se encontraba más adelante! Se puso en acción antes de que los demás notaran algo. Las dos niñas desprevenidas no oían nada más que su propia charla animada. Tampoco vieron al padre de Sara que corría rápidamente para rescatarlas, arriesgando su propia vida. El tren ya venía por la curva; las niñas alzaron la vista. Repentinamente, la bocina del tren lanzó un sonido recio y claro de advertencia. Al mismo tiempo, ambas madres se pusieron de rodillas debajo de los árboles al lado de los rieles. —Oh, Dios —clamaron desesperadamente—, salva a las niñas. Salva a los hombres si así es tu voluntad. Sara oyó el sonido de la bocina, y el estrépito del tren. —¡María! —gritó mientras se ponía de pie. En ese instante fue arrastrada por el brazo fuerte de su padre que la lanzó rodando por el terraplén hacia el área boscosa en la hondonada al lado del ferrocarril. También agarró a María, la lanzó a un lado de los rieles, y luego saltó para salvarse en el momento en que el tren pasó zumbando. El señor Miller que lo había seguido, también dio un salto y se deslizó por el terraplén. Esperaron en silencio mientras el tren pasaba ruidosamente. Entonces los dos padres agradecidos recogieron a sus hijitas asustadas. Los ojos brillantes de Sara miraron a los de su papá. Sus mejillas se sonrojaron por la emoción. 25

—Papá, no vi el tren a tiempo. ¿Cómo llegó usted aquí tan rápido? No me habría escapado a tiempo si no me hubiera apartado de los rieles. —Y todavía temblando, agarró la mano de su papá. —Lo sé, Sara, lo sé —respondió su padre con voz temblorosa—. Yo temía que no llegara a tiempo. Sara todavía tenía agarrada la mano de su padre. —¿No tenía miedo de que el tren le pasara encima, Papá? —exclamó; ahora los ojos se desorbitaban de asombro. Su padre era un héroe valiente. —Sara, no pensaba en mí mismo. Pensaba en mi hijita. Sara se conmovió profundamente al oír estas palabras tiernas. Amó más que nunca a su querido padre. En realidad, ¡él arriesgó su vida por ella! Con lágrimas de gozo, las madres se acercaron. La madre de Sara apretó a su hija mayor contra su pecho y lloró. —Ay, Sara, pensé que tu papá no llegaría a tiempo, pero Dios lo ayudó y tuvo compasión de ustedes dos. ¡Gracias al Señor! —Examinó las rodillas y los brazos raspados de Sara, que estaban heridos y sangrientos. —No me duelen mucho, Mamá —dijo la niñita—. Papá tuvo que sacarnos rápido, o hubiera sido mucho peor. —Es cierto —asintió la mamá—. Tu papá tuvo que lanzarte al terraplén para evitar que fueras aplastada debajo de esas ruedas de metal. Fue su amor lo que lo llevó a ser tan duro contigo. Sabía que te golpearías y te rasparías sobre las rocas y las zarzas, pero quería evitarte un dolor peor. —¡Ay, Mamá, los zapatos! —lloró María—. Todavía están allá en los rieles. Espero que no estén aplastados y molidos. —Probablemente, estén bien si estaban en medio de los rieles. —Iré rápido a buscarlos —ofreció el padre de María. Subió rápido y regresó pronto con los dos pares de zapatos y medias. No se habían dañado, y cada niña tomó alegremente los suyos. Todos reanudaron la marcha, aunque esta vez las niñas se mantuvieron cerca de sus padres. Sara agarró la mano de su padre. Mientras sentía el dolor de las contusiones y el ardor de los raspones, pensaba seriamente. Papá tuvo que lastimarme un poco para evitar que me lastimara mucho. Y me alegro de que lo hiciera. Tengo un padre maravilloso. 26

—Dios es como tu papá —le explicó la mamá de Sara más tarde—. Nos vigila y nos protege, pero a veces nos deja sufrir para alejarnos de dolores más grandes. Sara no comprendió toda la verdad de lo que dijo su madre, pero a menudo meditaba en lo que le había dicho. Más adelante en la vida, sí entendió más a fondo el significado de las palabras de su madre. Pronto después de que las clases comenzaran de nuevo, Sara experimentó el gozo de tener otro hermanito. El papá les preguntó a las niñas cómo lo querían llamar. Sara y Laura querían que le pusieran por nombre José, uno de sus personajes preferidos de la Biblia, y el papá y la mamá estuvieron de acuerdo. Al bebé le pusieron José. Al año, la familia se regoció de recibir a otra bebé y le pusieron Luisa. José trajo gozo y deleite al hogar durante un año y seis meses. Entonces enfermó de repente. Durante varios días estuvo muy enfermo. Sara, una niña valiente de ocho años, ayudó a su madre en todo lo que pudo. Ayudó a cuidar a Laura, a Santiago, y a Luisa, de seis meses y a preparar las comidas. Con la ayuda de Laura, Sara doblaba la ropa y planchaba después de las clases. Ayudaba a su papá a hacer surcos en el huerto y a sembrar arvejas, cebolla, y lechuga. Preparaba la avena para el desayuno y las patatas para la cena. Laura y Santiago ponían la mesa, mientras su madre atendía a José. Cuando trabajaban juntos, a menudo los tres niños apartaban un rato para arrodillarse en la cocina y pedirle a Dios que sanara a su hermanito si era su voluntad. La mamá mecía tiernamente a José y cantaba suavemente. Al final de la semana, Sara y su mamá estaban muy cansadas. Finalmente, una tarde, José parecía dormir profundamente, y la mamá lo llevó al dormitorio sin hacer ruido y lo acostó suavemente. Luego acostó a los otros niños en sus camas y trató de descansar. Cada vez que la mamá se levantaba en la noche para atender a Luisa, también caminaba de puntillas a la cama de José para ver cómo estaba el niño. Al parecer, José descansaba bien, y ella no quería despertarlo. Al día siguiente por la mañana, la mamá preparó el desayuno como de costumbre. No se había oído que José hiciera ruido. Antes de sentarse a la mesa, el papá fue una vez más al dormitorio para ver al niño enfermo. 27

Unos minutos más tarde, cuando regresó a la cocina, la cara acusaba una expresión extraña. Sara lo notó y se preguntó qué sucediera. El papá se dirigió a la mamá y le dijo algo en voz baja. Entonces ambos fueron juntos al dormitorio. Cuando regresaron a la cocina, el papá y la mamá hallaron a tres niños que esperaban en silencio y con ojos inquisitivos. La mamá sollozaba suavemente, mientras el papá les explicaba a los niños que Dios se había llevado a su hermanito al cielo. —Ya no sufre —dijo el papá—. Lo extrañaremos, pero Dios sabe lo mejor. Tenemos que pensar en lo contento que está José, salvo en los brazos de Jesús. El padre se aclaró la garganta. Laura y Santiago lo miraron dudosos, pero Sara respiró profundo y estalló en sollozos sofocados. Ella entendió que José había muerto. Llegó mucha gente a la casa y trajo comida ya preparada para ayudar a la mamá con la comida para la familia y las visitas. Sara quedó insensible de tristeza. ¡Cuánto había amado a José! María llegó con sus padres, pero las niñas no tenían deseos de jugar. Las horas pasaron lentamente, pero finalmente, cuando todos se habían ido, el papá leyó la Biblia y oró como de costumbre antes de que los niños se fueran a la cama. Luego, mientras el padre acostaba a Santiago y a Laura en sus camas, la madre le dio de comer a Luisa. Pero Sara se quedó en la cocina. —Mamá, no tengo ganas de acostarme —dijo con lágrimas. La niña tierna nunca antes había sufrido una verdadera tristeza. —Esperemos hasta que tu papá termine de acostar a los más pequeños —sugirió su madre con compasión—, y entonces habla con él. Ya verás que luego querrás acostarte y dormir un rato. Te cansarás mucho si no duermes esta noche. Sara asintió y se acurrucó más cerca del brazo consolador de su madre que la abrazaba. Apenas podía hablar por el nudo que tenía en la garganta. —Dios es bueno, y su sabiduría es mucho más grande que la nuestra —le explicó el padre cuando se sentó con ellas dos. Los padres platicaron largo rato con Sara acerca de la muerte y el cielo y la provisión maravillosa de Dios para los que le aman. Entonces Sara pudo sonreír y se dispuso a ir 28

a la cama. Sus temores y preguntas habían desaparecido por la calma serenidad de sus padres. Su reverencia por un Dios amoroso y justo y su confianza en él fueron fortalecidas, y se durmió en paz. Los años escolares de Sara pasaron rápidamente. En los primeros años del siglo veinte, se consideraba que siete años lectivos eran suficientes para una buena educación, sobre todo en los pueblos pequeños como Germantown. Después de eso, las muchachas recibían su educación en la cocina y en los quehaceres de la casa con la madre como maestra. Aprendían muchos artes domésticos como tejer, hacer hilados, colchas, y costuras, además de las tareas diarias de cocinar, cultivar un huerto, conservar alimentos, lavar la ropa, y limpiar. Los muchachos pasaban sus años de adolescencia con su padre, aprendiendo las técnicas de la agricultura además del cuidado de los animales y muchas destrezas importantes para la supervivencia, limpiando las tierras, y haciendo uso de los recursos naturales. Llegado el otoño, cuando Sara cumplió los trece años de edad, observaba a Laura y a Santiago ir a la escuela sin ella. Su madre necesitaba una ayudante, y Sara aprendió muchas lecciones valiosas durante aquel invierno. Además de los dos niños que iban a la escuela, dos se quedaban en la casa junto con Sara. Luisa tenía cinco años, y David tenía un año. Cuando nació la pequeña Rut aquel invierno, los hijos sumaron seis. La madre no quedó bien de salud después de que Rut nació, y estaba muy contenta por la ayuda de una adolescente en la casa. Durante todo el invierno, Sara ocupó el lugar de ayudante de su madre. Había que lavar la ropa, cocinar, limpiar, y coser. Estaba contenta de cuidar a una bebecita también, y pasó muy ocupada mientras fielmente desempeñaba sus deberes. —Estoy contenta de estar fuera de la escuela cuando todavía hay bebés en la casa —le dijo Sara a su madre un fragante día de primavera—. No tuve mucho tiempo para cuidar a los bebés que nacieron durante mis años escolares. Sara ahora tenía catorce años. Ella y su madre sembraban patatas en el huerto mientras Luisa se sentaba cerca en una manta, cuidando a Rut y vigilando a David, que jugaba en el patio con un caballo de palo. 29

—Con los bebés pequeños siempre hay más trabajo —comentó su madre mientras iba a llenar su pequeña cubeta de patatas—, pero definitivamente vale la pena cuidarlos. También estoy contenta de que tú estés adquiriendo experiencia en cuidar a los pequeñitos. Mientras la madre observaba a su hija mayor, notó con un sentido profundo, tanto de gozo como de responsabilidad, lo rápido que el brote tierno se estaba convirtiendo en una cariñosa señorita. Sus penetrantes ojos cafés, su largo cabello castaño y su piel blanca estaban tan hermosos como lo habían estado cuando era niña. Nunca se habían estropeado por las vanidades del mundo. Para gozo de sus padres, Sara le entregó su corazón al Señor. Era una niña inteligente. Había escuchado atentamente mientras sus padres enseñaban e instruían a la familia durante los cultos familiares. También puso atención al ejemplo de sus padres en la vida diaria. Después de que Sara recibió a Cristo como su Salvador, fue más cuidadosa que antes. Siempre había sido una niña compasiva. Ahora, gracias a su amor por su Salvador, se mostraba siempre humilde y dulce. Había veces cuando el tentador obtenía alguna victoria en su vida. Pero de esto Sara siempre se arrepentía y buscaba la ayuda de Dios para vivir más victoriosamente sobre el pecado. (continuará en el siguiente número)

—Mary Miller Reimpreso con permiso de: Rod and Staff Publishers, Inc. Crockett, Kentucky, EE.UU. Derechos reservados

“Mi preocupación mayor no es tanto que Dios esté al lado mío, como que yo esté al lado de Dios, ya que Dios nunca comete errores.” —Abraham Lincoln 30

Un buen nombre E

l lunes por la mañana cuando Timoteo llegó a la escuela, lo esperaba muy emocionado Franklin, su amigo. En voz no muy baja informó: —¡Timoteo, hay un alumno nuevo en nuestra clase! —Yo sabía que iba a llegar una familia nueva, pero no sabía que hay un muchacho de la edad nuestra. ¿Cómo es el muchacho? —No sé —respondió Franklin. Los dos entraron en la escuela—. Sí tiene un nombre extraño, pero ya se me olvidó cómo es. Después de guardar su abrigo y su lonchera, Timoteo se apresuró en seguir a Franklin por el pasillo hasta llegar al aula de ellos. Allí encontraron al muchacho nuevo solo. Estaba al otro lado del aula, observando la pecera de la profesora. ¡Conque es pelirrojo! pensó Timoteo. Nunca he visto a un pelirrojo tan encendido. Timoteo y Franklin se dirigieron lentamente hacia él. Timoteo se presentó cortésmente: —¡Hola! Me llamo Timoteo. ¿Cómo te llamas? —Yo me llamo Darwin. Estoy en cuarto grado. A Timoteo le pareció extraño el nombre Darwin, pues así se llamaba el hombre que había desarrollado la idea de la evolución. Con un toque de travesura, preguntó: 31

—¿Darwin? ¿Crees en la evolución, Darwin? El pelirrojo se erizó como un gallo de pelea. Obviamente, no fue ésta la primera vez que se le hiciera esa pregunta. —No, desde luego que no —espetó—. ¿Y tú? —No, era una pregunta, nada más —explicó rápidamente Timoteo—. Se debía a tu nombre. Ya sabes que “Darwin” se llamaba el que… —Sí, yo lo sé —interrumpió Darwin—. Pero me extraña que tú hables de los nombres de otros. En esta escuela abundan los nombres raros. — Miró a los muchachos que se habían reunido. Luego dirigió la mirada a dos alumnos del tercer grado—. Por ejemplo, Miqueas… y Jabes. ¿Quién ha oído jamás de un muchacho que se llame Jabes? Y Ee-uu-ge-nii-oo —añadió pronunciando cada sílaba con desprecio—. El que es hombre no querrá tal nombre. —Jabes era un hombre bueno de la Biblia —respondió Eugenio en defensa de su compañero de clases—. Preferiría llevar el nombre de un hombre bueno de la Biblia antes de tener el nombre de uno que creyó en la evolución como Carlos Darwin. Ahora Darwin estaba a punto de llorar, pero siguió: —No me dieron el nombre en honor a Carlos Darwin, el de la evolución. Mis padres me llamaron “Darwin” porque es un nombre hereditario en mi familia. Tengo un tío que se llama Darwin. Mi abuelo también se llamaba así. Además, el papá de mi abuelo se llamaba Darwin también y eso fue antes de que existiera la teoría de la evolución. Yo no tengo la culpa de que me llamo igual que él. Timoteo estaba incómodo. Él tuvo la culpa de iniciar todo. Se sentía mal por haber molestado al muchacho nuevo por el nombre que llevaba. Y eso que era el primer día que éste asistiera a la escuela. —Lo siento mucho. No debí haberme burlado de tu nombre, Darwin —dijo rápidamente—. Fue una falta de cortesía de mi parte. ¿Me perdonas? ¿Quieres que seamos amigos? Nadie había visto a la profesora que se había arrimado al grupo de muchachos. Ahora habló seriamente: —Muchachos, no deben burlarse nunca del nombre de otro. Es una gran falta de respeto. Nadie escoge su propio nombre. Por eso, no es 32

responsable por el nombre que lleva. —Sin embargo, hay una manera de ganarse un buen nombre —añadió con una sonrisa—. Proverbios 22:1 dice que “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas”. Este versículo no se refiere al nombre que le dieron sus padres. Se refiere al nombre que ustedes pueden ganar. El “buen nombre” es la reputación, el concepto que tienen otros de ustedes. Si son diligentes, honrados, veraces, y amables, los demás tendrán

un concepto bueno al pensar en su nombre. Ésa es la mejor manera de tener un buen nombre ¿no? Ya es hora de tocar la campana. Así que, tomen asiento. Darwin, tu lugar será al final de esta fila detrás de Timoteo. Timoteo le sonrió a Darwin y éste le devolvió la sonrisa. De ahora en adelante tendré más cuidado de ser amable, pensó Timoteo. Quiero tener un buen nombre. —De School Days with the Millers —Traducido y usado con permiso

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El nombre de unas personas de la Biblia cambió. Aparea los nombres. Las citas de abajo te ayudarán. (Quizá querrás leer más de un versículo para darte cuenta porqué unas personas cambiaron de nombre.) 1. ____ Jacob a. Pablo 2. ____ Azarías b. Abraham 3. ____ Saulo c. Sara 4. ____ Noemí d. Israel 5. ____ Ananías e. Beltsasar 6. ____ José f. Sadrac 7. ____ Sarai g. Mesac 8. ____ Simón h. Abed-nego 9. ____ Misael i. Zafnat-panea 10. ____ Abram j. Cefas 11. ____ Daniel k. Mara --------------------------------------------Génesis 17:5 Génesis 17:15 Génesis 32:28 Génesis 41:45 Daniel 1:7 Hechos 13:9 Rut 1:20 Juan 1:42 ¿Dónde debe estar escrito tu nombre? (Busca Apocalipsis 3:5.) (Las respuestas se encuentran en la página 22.)

VERSÍCULO DE MEMORIA

“De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas” (Proverbios 22:1). 34

C

ada instante de la vida es un paso hacia la muerte.

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Ante ti Ante ti, el corazón desnudo y sin reservas, Ante ti quito el antifaz de mi rostro sin resistencia, Ante ti expongo mi tristeza sin disimulo. Ante ti arrodillo mi arrogancia en humildad, Ante ti doblego mi voluntad sin rebeldía, Ante ti confieso mis faltas sin excusas. Ante ti dejo mis ilusiones sin egoísmo, Ante ti despojo mi alma sin guardarme nada, Ante ti entrego todo... Ante ti que ya lo sabes.

Gloria E. Romero Lozano