LA FAMILIA (Primera Sesión) Gabriel Restrepo
La familia sigue siendo objeto de estudio fundamental de la Sociología, así haya perdido muchas de sus funciones tradicionales, como lo examina muy bien Parsons en su libro Familia y Procesos Interactivos1. La relación de la familia con la producción, por ejemplo, tiende a atenuarse en la medida en que surgen entidades como las corporaciones, como lo subraya Benley en su libro clásico, con ese mismo nombre, Las Corporaciones, escrito hacia 1931. La familia es un vínculo muy importante en toda la sucesión de tejidos y la conformación del poder en la sociedad occidental a través de la monarquía; pero, en la medida en que hay una tendencia a la dispersión del poder en la sociedad moderna, esta relación de la familia con el poder tiende a atenuarse. Incluso uno podría decir también que la familia ha perdido buena parte de sus tradicionales funciones en lo que se refiere a la socialización y a la educación de los hijos. De hecho toda la tendencia a la revolución objetiva que caracteriza a las sociedades modernas como una alianza de las humanidades y de la técnica ha llevado a que otras agencias especializadas diferentes de la familia se encarguen desde muy temprano -desde los tres años- de la socialización y de la educación del niño. De manera que a la familia solo se le reserva ese momento elemental y primitivo de la socialización que está caracterizado por el cuidado ma1
Parsons, Talcott. Familia y Procesos Interactivos.
temo en los primeros años. Además la familia está siendo afectada, por ejemplo, por los medios de comunicación y difusión, que ya son competentes, junto con los maestros y los mismos padres, en la formación de la mentalidad del niño, de las imágenes del niño, de sus modos de apreciar la vida, de juzgar lo estético y de juzgar lo bueno y lo malo. Igualmente creo que la familia es una de las instituciones que más ha debido responder de un modo crítico a toda la incidencia de los cambios científicos y técnicos de la sociedad contemporánea, hasta el punto de que hoy en día se podría señalar que hay una serie de interrogantes muy esenciales sobre el ser de la familia y sobre sus posibilidades hacia el futuro. La misma reproducción está siendo afectada por los avances en los campos técnicos en lo que se refiere a la contracepción, a las posibilidades de reproducción artificia], al papel de la mujer y del hombre en el matrimonio. Todo esto crearía una serie de complejidades que apenas enuncio en este preámbulo, y que responden fundamentalmente a una serie de cambios técnicos que determinan modificaciones respecto a lo que pudo haber sido la situación de la familia en la época de Hegel e incluso la situación de la familia en la época en que Parsons examina la familia nuclear en los Estados Unidos en su libro publicado en 1955. Con estas precisiones iniciales quisiera en primer lugar examinar el texto mismo de Hegel, que es una consideración filosófica sobre la familia, aunque, repito, con la circunstancia de que en su época la familia no podía estar experimentando una serie de cambios en sus funciones ya que estas obedecen a tendencias de la modernidad. Y consideraría, en un segundo lugar, la reflexión propiamente sociológica de Parsons sobre el problema de la familia y trataría de establecer los vínculos, las articulaciones entre lo que es una visión filosófica determinada por su tiempo y una consideración sociológica como la de Talcott Parsons. Tal vez, y este es uno de los asuntos que procuraría explorar en la siguiente sesión, un punto de mediación importante entre el texto de Hegel y un pensamiento como el del estructural-funcionalismo respecto a la familia estaría dado por el pensador y sociólogo alemán Ferdinand Tonnies2, quien habría extraído de la lectura de Hegel la Tónnies, Ferdinand (Oldensworth 1855- Berlin 1936) sociólogo y filósofo alemán. Estudió en Jena, Leipzig, Bonn, Berlín y Tübingen doctorándose en esta última en 1877. Fue profesor extraordinario (1908-1909) y profesor titular (1909-1933) en la Universidad de Kiel: Influido por el voluntarismo de Friedrich Paulsen y Wilhelm Wundt e interesado en la filosofía política y social, especialmente la de autores como Hobbes y Marx, Tonnies se dedicó a investigaciones sociológicas. Su importante y conocida contribución a la sociología y a la filosofía social en su intento de análisis y, a la vez, de síntesis de dos tipos básicos de organización social: la "comunidad" (Gemeinschaft) y la sociedad (Gesellschaft). Ninguna de las dos existe en su estado puro:
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antinomia entre lo que es sociedad y comunidad. Antinomia que servirá para que Parsons defina los elementos o los atributos estructurales que pueden caracterizar la acción social y la describa en sus variaciones formales y temporales. Sobre estos fundamentos pasamos a examinar, a glosar y a seguir el texto de Hegel en lo que se refiere a la familia. Estamos, entonces, en el dominio de la eticidad que corresponde propiamente a la manifestación del espíritu, el terreno en el cual el espíritu se realiza como cultura, que es el objeto de ese sujeto que es el hombre, Y en la medida en que vamos penetrando en el reino de la eticidad, en el reino del espíritu, vamos adentrándonos en la libertad. Es decir, vamos descubriendo esa segunda naturaleza que el hombre impone sobre su naturaleza natural por decirlo así, empleando esta redundancia. Toda la eticidad es, en esencia, el descubrimiento de esta segunda naturaleza, es crear el hombre, elaborar el hombre, a partir de su cultura, de ese fruto de su libertad, de\ ejercicio de su libertad. Ahora, esta eticidad se manifiesta ya en sí y por sí en el Estado como pensamiento. El Estado es pensamiento y acción al mismo tiempo. Ese dijéramos es el porvenir de la libertad, el punto donde la libertad se encuentra en su máxima realización; el Estado es ese elemento donde la libertad se encuentra en sí y por sí en su máxima realización, en su pleno desenvolvimiento. Y allí el Estado tiene como atributo suyo y propio el de ser pensado, autoconcebido, y en ese ser pensado y autoconcebido se muestra como un ser activo para desplegar la libertad, tanto del individuo como de la sociedad en su conjunto. Pero en este terreno de la familia nos encontramos con que esa eticidad se manifiesta fundamentalmente a través de un sentimiento que es el amor. Y en esa misma medida vamos a encontrar que esa libertad, esa eticidad, ese espíritu y esa cultura en que se manifiesta la familia están todavía entre la naturaleza y el espíritu; están mediados por un sentimiento que es el amor que contiene a la vez esa referencia a la naturaleza y esa referencia al espíritu y a la cultura. El amor como mediación determina que los que entran en esta relación de familia no comunidad y sociedad son nombres que designan conceptos límites o tipos ideales de organización. La contraposición entre comunidad y sociedad es la contraposición entre lo originado naturalmente y lo contractual, lo orgánico y lo "mecánico". La comunidad posee una estructura cuya unidad no es el producto de una adición o suma de elementos sino u n conjunto que, al surgir espontáneamente, posee todos los caracteres de una totalidad orgánica, en tanto que la sociedad es el resultado del predominio de los elementos mecánicos, artificiales y racionales que sustituyen las unidades originarias de la familia, de la tribu y de la aldea por los conjuntos construidos mediante u n a reflexión consciente sobre los fines, como la gran ciudad o el Estado. Su principal obra es Comunidad y Sociedad (1887) (Dice, de Filosofía. José Ferrater Mora, Tomo 4. Alianza Editorial. 7a. Reimpresión. 1990. Barcelona.
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entren como en el derecho abstracto como personas, ni siquiera entren como en la moralidad como sujetos, sino que entren a esta relación de la familia como miembros. Y este es quizás el principal aspecto que subrayará posteriormente en la reflexión Ferdinand Tonnies: el hecho de que exista una serie de relaciones sociales que se definan por fundamentos diferentes, que ese fundamento sea distinto para las relaciones de las personas en tanto entes de derecho abstracto o en tanto entes morales o incluso en tanto entes contractuales como va a subrayar Hegel más adelante. Y la familia no es meramente un contrato, sino mucho más; su eticidad está dada más allá de una relación de contrato. Entonces el que exista una comunidad -y la familia es eso-, en la cual los entes se definan con ese término de la membresía vendrá a ser fundamental para Tonnies al describir un tipo de relación caracterizado por esas relaciones de comunidad y diferente al de la sociedad. La eticidad se manifiesta entonces como una unidad mediada por el amor. Esta unidad es una especie de misterio quizás como la injusticia en el derecho abstracto, o como el mal en la moralidad, o como puede serlo quizás la guerra en las relaciones entre los estados. El amor o el desamor viene a ser como una especie de misterio de la humandidad que en cierta forma deja perplejo al entendimiento. Esa unidad del amor significa que mi yo está puesto en relación con otro y ese otro está también definido respecto a mí como la unidad o la identidad con el yo que soy. El amor implica la unidad dentro de una alteridad esencial, anticipándonos a ciertas consideraciones que Hegel expone más adelante. Lo singular de esta alteridad es que se trata fundamentalmente de la alteridad de dos géneros. Lo que se está expresando fundamentalmente en el matrimonio, en la relación del amor de dos personas, es la alteridad de dos géneros, la cual, sin embargo, están simbolizando la unidad esencial de la especie humana. De tal forma que uno diría que el amor es ese misterio que está en labase de la continu idad esencial de esa unidad de la especie a través de la reproducción de su alteridad. Dice Hegel en este pasaje: El amor es por lo tanto una enorme contradicción que el entendimiento no puede resolver, pues no hay nada más consistente que esa puntualidad de la autoconciencia que se niega y que sin embargo debo tener afirmativa-
Debo negarme para ser en el otro; pero mi ser es en el otro, en la medida en que el otro también es en mí. Ahí está esa contradicción en 3
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Agr. § 158.
la cual yo debo anular mi libre arbitrio, mi insularidad absoluta para poder entrar en una relación duradera y permanente con el otro. Al mismo tiempo para el otro también yo soy esa alteridad que debe permanecer como identidad a través del tiempo. Esta contradicción del amor es lo que determina, en buena medida, gran parte de la poesía lírica, pues esta se halla determinadajustamente por esta dialéctica del amor, por este ser y no ser en mi respecto a otro. Y uno podría aprehender toda esta dialéctia del amor en la poesía más que en la filosofía o en la sociología. Podría captarla en uno de los poetas líricos más extraordinarios como es Petrarca, en sus sonetos, uno de los cuales señala muy bien ese desasosiego del individuo que está en una situación de enamoramiento. Si no es amor, ¿qué es esto que yo siento? Mas si es amor, por Dios, ¿qué cosa y cuál? Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal? Si es mala, ¿por qué es dulce su tormento? Si ardo por gusto, ¿por qué me lamento? Si a mi pesar, ¿qué vale un llanto tal? Oh viva muerte, oh deleitoso mal, ¿por qué puedes en mí, si no consiento? Y si consiento, error grave es quejarme Entre contrarios vientos va mi nave -que en altamar me encuentro sin gobiernoTan leve de saber, de error tan grave, que no sé lo que quiero aconsejarme y, si tiemblo en verano, ardo en invierno4. Aquí podríamos ver esta esencia contradictoria del amor, que se realza en la poesía lírica que capta agudamente ese ser y no ser de un individuo en el otro. Ese ser y no ser también podría representarse como el morir y el nacer en su relación con el otro.O sea, el morir como un anular su propia identidad abstracta, para ser en el otro, y el nacer como saber que esa relación con el otro es también su propia riqueza. A propósito de este tema del amor y de la familia, del amor como comienzo de la eticidad, quizas también pudiera ser interesante repasar un texto como el Banquete. Petrarca, Francisco. "Sonetos y Canciones". Primera Parte: "En vida de Laura" Soneto CXXXII. Tradc. de Ángel Crespo. Edit. Oveja Negra. Bogotá, 1983. p. 99.
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Allí Platón define el amor como ese medio entre el cielo y la tierra, o sea justamente ese misterio. Ese medio entre los dioses y la tierra, como dice, ese demonio que comunica a los hombres las cosas celestiales y lleva a los dioses las cosas humanas, el amor como esa mediación entre lo natural y lo espiritual; que es justamente lo que estamos viendo con la eticidad manifestada en la familia, pues al fin y al cabo es una libertad que todavía tiene de suyo el peso de lo natural. En el matrimonio está el sentimiento en la relación de dos personas por una parte, pero por la otra también está la naturalidad de la reproducción de la especie. Para Platón en El Banquete, el amor es el hijo del recurso y de la necesidad. Se podría decir que en este sentido Platón se expresa en términos mitológicos, diferenciándose de Hegel para quien la filosofía debía expresarse en el pensamiento y no en el mito. Pero de todas formas en este mito justamente hay esa doble naturaleza del amor: por una parte el amor es necesidad y por otra parte es recurso, es un híbrido. Es un ser intermedio como Hegel en definitiva lo está mostrando en la familia, ya que como decíamos al principio, la familia es la eticidad que está presa de su inmediatez y que está determinada fundamentalmente por el sentimiento: ese sentimiento tiene el nombre y la figura del Amor. El derecho, respecto a esta relación de amor que se condensa en la familia, no tiene vigencia para la familia como un todo, sino solamente para sus miembros en cuanto se separen de esta relación familiar. Pero decir que no tiene vigencia no puede hacer olvidar lo que Hegel subraya en el texto cuando reitera que el derecho toma posición contra la disolución de la familia. Si bien no se aplica a la familia en cuanto tal, sí pone trabas para prevenir que la familia se disuelva. Por supuesto que eso va a subrayarlo más adelante. La familia se disuelve bien sea por muerte o bien sea por separación, pero lo que el derecho puede prevenir es la separación, esa contingencia de la familia. El derecho no puede permitir que la familia sea un ente contingente porque el permanecer es de su esencia. Y es de la esencia de la eticidad que la familia tenga permanencia y estabilidad. La familia viene a ser ese rito del espíritu de reproducir la especie a través de la fusión de los géneros, en una institución determinada, válida y reconocida por todos. En la separación, el derecho va a referirse a aquellas cosas que exteriorizan a la familia. La familia no sólo es una unidad espiritual, es un lazo espiritual, y como todo lo espiritual -la cultura misma que se plasma en los libros, en los edictos, en las patentes, en los inventos-, esta institución es producto de la libertad del hombre. Esa libertad se exterioriza en la forma de aquellos bienes, alimentos o costos de educación que entran en la existencia misma de la familia, en el ser allí en el tiempo y en el espacio. En el agregado del parágrafo 159 se señala como el amor es un sentimiento, o sea, tiene ese elemento de la naturalidad, tiene también
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ese germen de la contingencia, de la posibilidad, del capricho, etc., que puede dar lugar a que la familia se separe. Pero Hegel subraya de nuevo el valerse del derecho abstracto contra esta contingencia, contra este ser aleatorio del sentimiento en la familia para prevenir estos casos de separación. También registra, en las notas que servían para las clases, una diferencia con el Estado: mientras que en la familia el sentimiento está operando de una o de otra forma en esa relación espiritual de dos personas, el Estado obra sin sentimiento, sin ánimo (ohne Gemut). Es lo que subrayamos antes: atenerse al puro pensamiento es la actitud del Estado. En cambio, en la familia estamos todavía en esa determinación natural que es el sentimiento, que puede ser contingente, y precisamente porque puede ser contingente el derecho tiene que prevenir esa contingencia. La familia se realiza en tres aspectos, que son: primero, la relación de pareja que se expresa en institución como matrimonio, o sea, no solamente la relación de pareja (más adelante vamoa a ver la diferencia entre concubinato y matrimonio). El segundo momento es la exterioridad: el ser allí en la familia como ese llenarse de las condiciones que requieren los miembros para poder subsistir en el tiempo, o sea sus objetos, sus cosas, etc., es decir, la propiedad y los bienes de la familia. Y el tercero es ia relación de esos dos momentos previos conocidos como la objetivación de la familia que es al mismo tiempo una objetivación subjetiva, en la medida que está conformada no sólo por cosas sino por sujetos que vienen a estar en una relación de membresía, de pertenencia. Ahora bien, el matrimonio es esa alianza del cielo y de la tierra, haciendo una metáfora para expresar el pensamiento de Hegel. O en sus propios términos: el matrimonio es una relación ética, una relación de los géneros con la especie, es la fusión de los géneros en la especie; pero también es ese elemento de espiritualidad que es el amor autoconsciente, la relación autoconsciente duradera en el tiempo. Y en esa misma medida el matrimonio es un llenar de espíritu la naturaleza. Es un simbolizar permanentemente esa alianza de los dos géneros en la especie y llenar de contenido cultural, de símbolos, dirían los modernos pensadores. El matrimonio es esa transformación de la naturaleza, de la relación natural, de procreación, de la relación de los dos géneros llenándola de espiritualidad a través de la libertad y por medio del amor, fundamentalmente. Hegel subraya precisamente que el matrimonio, aunque contiene el elemento de la sexualidad, no se reduce únicamente a esa relación, o sea a la relación entre los dos sexos, que es la expresión más natural de la relación entre el hombre y la mujer. La sexualidad está contenida en él en la medida en que el matrimonio organiza esas fuerzas naturales y la atracción del hombre y la mujer.
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ParaHegel el matrimonio tampoco es una mera relación de contrato, y critica directamente a Kant por haberlo concebido en tales términos. En cierta forma uno diría que en sus aspectos más elementales está contenida una crítica al formalismo kantiano que llega a considerar el matrimonio como una relación contractual. En el matrimonio hay más que eso, está el elemento del amor, del sentimiento; pero en la medida en que el sentimiento puede ser un elemento contingente, el matrimonio necesita trascenderlo y necesita que el amor se convierta en algo ético. El amor, la atracción sexual, el amor expresado en esa forma sexual debe convertirse en algo ético; es decir, esa relación debe llegar a ser una relación propiamente espiritual, referida al espíritu. El amor se convierte en amor jurídico, ético, justamente en la medida en que desaparece todo lo caprichoso, lo instantáneo, lo azaroso de esa relación y ésta se establece como una relación duradera en el sentido espiritual. Ver la relación dentro del matrimonio como contrato sería para Hegel considerar esa relación del esposo con la esposa como la de un uso recíproco en la cual una persona estaría en posición de tomar ventaja sobre la otra. Lo que se hace en la relación de matrimonio es renunciar a la personalidad como una personalidad separada, o como dos personalidades separadas; es consentir esas dos personas que van a constituir una sola persona ellas mismas, o expresado en los términos de Hegel, que van a establecer una relación en la cual el uno va a ser para el otro y el otro para el uno. En esto, como en todo lo ético, hay una pérdida, por decirlo así, de lo que se diría "arbitrariedad libre", del arbitrio puramente individual. Sin embargo, en la pérdida de ese arbitrio -que es el sujetar mi vida a la vida de la otra persona, como en todo lo ético-, en esta limitación en que yo dejo de ser el hombre de antes para muchas mujeres y en la cual mi amor se expresa a través de una relación duradera en la entrega a la otra persona, en la medida de esa limitación hay para mí un enriquecimiento. La libertad, como Hegel lo ha manifestado en muchas ocasiones anteriores, supone una limitación. Ya muy bien todo el Siglo de los Luces lo indicaba, en particular Goethe. La libertad es limitación. Hay también, y eso es claro para Hegel, una diferencia entre la pasión y el amor. La pasión puede ser súbita, momentánea, mientras que para el matrimonio el aspecto de la permanencia en el tiempo es fundamental. Es una voluntad que se entrega a la voluntad de otro, que cede su arbitrio para entregarse al otro y enriquecerse en sí mismo con esa entrega al otro a través del tiempo, de la permanencia; en esa medida el amor del matrimonio se diferencia de la simple pasión en la medida en que se va haciendo más espiritual.
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Pero ¿cómo se llega a ese encuentro del amor, a ese momento del enamoramiento y sobre todo, no sólo del enamoramiento, sino del acordarse dos personas para constituir el matrimonio? Hay diferentes maneras, señala Hegel en el texto; en algunas sociedades, por ejemplo, eso lo determinan los padres de acuerdo con intereses. En el Estado monárquico, la escogencia de pareja no dependía del propio arbitrio, sino fundamentalmente de las conveniencias del Estado. Hay otros casos, en las sociedades anteriores en que el sentimiento del individuo no contaba tanto; lo único que contaba era reproducir esa ley de la especie: que el hombre encuentre una mujer y que la mujer encuentre un hombre. En las sociedades modernas el sentimiento mío, de lo particular, mi moralidad y mi yo son fundamentales; en sociedades anteriores era indiferente que la pareja fuera señalada por la tradición. El criterio moderno, indica Hegel, es el del enamoramiento, ese llenarse de sentimiento el propio individuo en la relación con la pareja. Ahí señala cómo siempre en esto hay mucho de azar, y de nuevo este elemento de misterio sigue interviniendo en el comienzo de una relación que tiene el amor o el sentimiento como un elemento fundamental o esencial5. Lo ético del matrimonio radica en la conciencia de esta unidad como fin sustancial, y por lo tanto, en el amor, la confianza y la comunidad de la totalidad de la vida individual6. Esto va a ser, como lo sugeríamos anteriormente, fundamental para todo ese pensamiento del idealismo, de la corriente idealista del siglo pasado que subrayaba en la sociedad los lazos de comunidad como contrapuestos a los lazos creados por el interés simplemente. En todo caso, el amor matrimonial no siendo mera pasión tiene que referirse a la vida en su totalidad, no solamente en el instante sino en el tiempo; no solamente a la entrega a mi pareja de toda mi vida y de todo mi ser en un instante, sino también a la entrega durante todo el tiempo, o sea con carácter de permanencia. Hay una diferencia entre el matrimonio y el concubinato. En el concubinato, indica Hegel, está elevado a norma lo que en el matrimonio es un momento simplemente: la relación sexual. La relación sexual está contenida en el matrimonio pero no es el matrimonio, ni es el objeto del matrimonio, y sin duda en toda sociedad esta diferencia se marca muy bien. Como lo indicábamos antes el derecho abstracto está señalando muy bien aquello que es lo ideal para toda la sociedad y aquello que es simplemente contingente. Relación de concubinato, por ejemplo, era la que podían tener en la época de Hegel, o un poco antes, los intelectuales 5
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típicos de la Ilustración, como podían ser Rousseau y Goethe. Rousseau mantuvo así una relación con la lavandera Thérese Levasseur y, en cuanto a Goethe, después de su relación intelectual y platónica con una noble de la corte de Weimar, entabla una relación de concubinato con una obrera que trabajaba en flores artificiales. Hubo hijos y sería interesante aquí hacer algunas glosas. En el caso de Rousseau, sus hijos fueron a dar al hospicio y hay toda una polémica alrededor de este hecho. Rousseau señalaba como justificación que esto era una práctica corriente, y en efecto era más corriente de lo que debería ser, pero acudía como justificación a una teoría posterior, de Flaubert, según la cual la educación de los hijos debía estar en manos del Estado, o sea de las instituciones públicas, algo que podría divergir del pensamiento de Hegel. En todo caso, yendo más allá de esto, lo que es curioso tanto en Goethe como en Rousseau es que, tras muchos años de esa convivencia en situación de concubinato, legalizaron sus relaciones. Esto no deja de ser significativo desde el punto de vista de lo que es esa diferencia entre concubinato y matrimonio; o sea, estos dos pensadores entablaron esta relación en oposición a la opinión de su tiempo, con todas las críticas que esto les acarreó por ser una situación atípica y excepcional. Y, en un acto de su plena libertad, elevaron esta relación de concubinato a una relación ética, por así decirlo. En el caso de Rousseau, el conocimiento con Thérese Levasseur se remonta más o menos a 1745 y su relación matrimonial fue hacia 1767; en el caso de Goethe el conocimiento de esta compañera se dio después de su regreso de Italia, aproximadamente en 1787 y su matrimonio con ella fue en 1808. Es interesante esa perspectiva en dos seres que tenían el espíritu por ocupación, por su vivencia, por su vida digna; que estuvieron más allá de los respetos puramente sociales y formales a los cuales, dentro de toda su libertad, ponían muy poca atención y que por una convicción ya íntima transformaron una relación de concubinato en una relación matrimonial. Es el tránsito de una esfera de la relación de pareja para la satisfacción de su necesidad sexual, o yendo más allá de cierta necesidad de compañía, a una relación ética que simboliza este elemento de la cultura y de la libertad dentro de esa relación. El matrimonio tiene muchos elementos de religión. Todo el pensamiento religioso ha tomado el matrimonio como un elemento fundamental en la representación de que es una institución no natural, sino divina. Y desde el Génesis mismo, desde la creación misma, el carácter divino de la institución está simbolizado, no solamente por el hecho de que son una misma carne, o sea la mujer es carne de la carne del hombre, es la relación primitiva entre Adán y Eva, sino por el hecho de que permanentemente la religión, por ejemplo la Ley de Moisés, está refiriéndose a esa unidad espiritual fundamental de los dos géneros.
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Pero de nuevo, reitera Hegel, siempre hay esa posibilidad de la separación, de la contingencia en ese elemento del sentimiento. Refiriéndose a esto, dice: "Las legislaciones deben sin embargo dificultar al máximo esta posibilidad y sostener frente al capricho el derecho de la eticidad"7. El matrimonio, como todo lo ético, necesita llenarse en su realización de lo espiritual. El matrimonio como relación de la pareja no solamente ha de ser una relación ética, sino que para asegurarse necesita que esa espiritualidad se publique, por decirlo así, se haga pública. Y es esa la idea de que el matrimonio debe revestir un carácter solemne en su realización, debe ser presidida por una ceremonia. Lo espiritual se expresa en el espíritu y lo cultural en la cultura, o sea, la celebración del matrimonio llega a constituir un rito con toda la solemnidad que tienen los ritos. En este caso no es un rito de paso sino de estancia, de simbolizar la permanencia; ciertamente es de paso en la medida en que el individuo se compromete a ser en el otro, a que su individualidad sea en el otro, pero expresa ese paso a la permanencia, a la durabilidad. Creo que vale la pena mirar que toda la eticidad siempre está permeada de símbolos, de la señalización. Pudiéramos tal vez remitirnos, respetando la diferencia, al nombramiento, a lo que es la toma de posesión y a lo que se indica allí como designación en cuanto forma de la toma de posesión de una cosa. La designación es llenar de signo una cosa y en esa toma de posesión justamente Hegel va a señalar la importancia del dinero como ese símbolo que marca la igualdad de lo diferente, o sea, el quantum de calidades que pueden ser equiparables. En este caso el matrimonio también necesita ser designado, o signado mediante ritos, solemnidades, exterioridades; es la palabra, es la ceremonia, es la publicación, es lo escrito. Entre los católicos, por ejemplo, se hacen advertencias para saber si ese matrimonio que se va a consumar es realmente legítimo, para establecer si las personas antes no han entrado en relación de matrimonio con otras personas. El matrimonio debe revestir solemnidad en sus formalidades exteriores. Todos los ritos que son propios de la cultura se manifiestan con esos símbolos que son expresión de la eticidad y de esa unidad ética. Aquí se presenta la polémica entre lo que en Colombia, por ejemplo, es el rito y la ceremonia de un matrimonio civil y el rito y la ceremonia de un matrimonio católico. Hasta qué punto esa insipidez de la ceremonia civil puede estar haciendo que mucha gente considere que el único matrimonio válido es realmente el que se celebra con sotana, con intercambio de anillo, etc. En esc también hay otros aspectos como la capa7
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cidad del Estado para desarrollar el matrimonio civil vinculando símbolos que logren la credibilidad de la gente. Símbolos que logren realzar la eticidad de una relación, o si por el contrario se considera que ellos son simplemente una cuestión banal y por esta vía la relación se hace y deshace. Y también está la misma credibilidad en la justicia del Estado, de la cual éste sería un elemento. Naturalmente contra esta solemnidad hay todo lo que la literatura encuentra de risible en el matrimonio. Hegel se atiene allí con particular tenacidad a la idea del matrimonio, a lo ético que hay en él. Incluso hace caso omiso de toda esa literatura que muestra que el matrimonio es una farsa. Entre el siglo XVI y el XVIII toda la literatura, el teatro, la poesía, la novela, están llenos de esos casos reales que muestran lo contingente del matrimonio, la hipocresía que se instituye en esa relación, la forma como en la realidad las parejas se engañan unas a otras, la forma como el matrimonio es usado como un medio de adquirir poder o dinero, etc., los casos son múltiples, pero la filosofía de Hegel no trata de encontrar la norma que vea estas realidades contingentes. Hegel se atiene fundamentalmente a la idea, es consistente y, como he mencionado, es tenaz en ese atenerse a esta idea. Por supuesto él conocía estos ejemplos de la literatura y en el agregado § 164 manifiesta, por ejemplo, cómo en ese momento Friedrich Schlegel en su obra Lucinda* reproduce un sentimiento que había en la época (y que hoy se expresa con frecuencia) y es ese sentimiento de lo inútil de la solemnidad. Se expresaba que la relación de matrimonio debía ser más bien un contrato. A este propósito todo el mundo recuerda la relación de Sartre con Simone de Beauvoir en el sentido de que debía estar regida fundamentalmente por interés recíproco. La entrega sensual, señala Hegel muy irónicamente, es la argucia propia de los seductores, del Don Juan que exige la prueba de amor y por la cual la mujer se queda, por decirlo así, sin el pan y sin el queso. Pero todo esto en Hegel es para señalar la Idea misma del matrimonio, atenerse a esa idea del matrimonio como el elemento de la realización de la libertad de esa relación del hombre con la mujer y para señalar que esa solemnidad no es en modo alguno banal, sino que está expresando ese carácter sagrado o espiritual del matrimonio. Lucinda, publicada en 1799. Aquí el amor alcanza aquella mezcla etico-religiosa de la sensualidad y de la inocencia, gracias a la cual "las mujeres que aprecian los sentidos, la naturaleza, la virilidad" son exaltadas sobre las "que h a n perdido toda inocencia íntima y experimentan remordimientos por los placeres de la carne". (Dice. Literario. González Porto-Bompiani. Tomo VI. Montaner y Simón S A . Barcelona 1959, p. 712).
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En esta parte vale mencionar el hecho, que se desarrollará más adelante, de que a pesar de la aproximación empírica que tiene Parsons al problema de la institución familiar, se plantea una pregunta en algunos aspectos similar a la de Hegel. El comienza constatando, en el libro Familia y Procesos Interactivos, la crisis de la institución familiar, la pérdida de funciones que la familia tenía anteriormente; y el aumento de la tasa de divorcio, sobretodo después de la Segunda Guerra Mundial, y se pregunta si esta institución era algo contingente o si seguía siendo una norma, una ley para toda la sociedad. Su respuesta va a ser la de que es una institución esencial para la sociedad occidental. Esencial, no meramente contingente y susceptible de ser reemplazada por formas aleatorias, y en ese sentido también se va a atener a la idea, a la norma dominante, que es, en buena parte, lo que le reprochan algunos empiristas. El pasaje al que vamos a entrar es el de la relación de los sexos. Dice: "La determinación n a t u r a l de ambos sexos recibe por medio de su racionalidad un significado intelectual y ético 9 . Como se ve, subraya el significado intelectual y ético. O sea, que lo natural de ser hombre y ser mujer se reviste de una cultura, de una conceptualización, de una significación intelectual y ética. Este significado está determinado por la diferencia en que se divide en sí misma la sustancialidad ética en cuanto concepto, para conquistar, a partir de ella, su vida como unidad concreta 10 .
Ahí entraríamos en el asunto de hasta qué punto las determinaciones naturales son determinaciones absolutamente inmodificables, hasta qué punto la constitución biológica está determinando una diferencia psicológica en el comportamiento de los dos sexos, o hasta qué punto este comportamiento de los dos sexos es un producto de la cultura y de la historia. Se ha planteado la relación con ese problema de la diferencia entre los dos sexos, pero en la visión de Hegel esa naturalidad está simbolizada o expresada culturalmente en la forma en que el hombre está hecho para el Estado, para la actividad exterior, para lo que represente pensamiento, para lo universal; mientras que la mujer está más referida a la casa, al domus, a la interioridad de la familia y a la interioridad también en cuanto a la intuición de la familia, en cuanto a representación de esa familia, a recreación y vivencia de ese sentimiento de lo interior en la domesticidad, en la interioridad de la familia. Por supuesto, se manifiestan todas las afirmaciones que, en general, eran propias de esa época, en el sentido de que el sitio de la mujer es la casa, que la mujer no tiene pensamiento para lo universal pensando y, 9
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como diría Hegel, habrían de tenerlo, siguiendo a Goethe, para lo universal sentido, lo universal intuido. Y que lleva incluso a afirmaciones como: El Estado correría peligro... peligro si hubiera mujeres a la cabeza del gobierno, porque no actúan según exigencias de la universalidad sino siguiendo opiniones e inclinaciones contingentes. Sin que sepa por qué, la educación de las mujeres tiene lugar de algún modo a través de la atmósfera de la representación, más por medio de la vida que por la adquisición de conocimientos11. Haciendo el papel de la diabla, uno podría argüir que Hegel queda demasiado preso de la naturalidad, que Hegel no se cree a sí mismo cuando postula a la cultura como el elemento de liberación del hombre y de creación de una segunda naturaleza. Creo que se podría hacer una crítica más sutil a Hegel, no adoptando argumentos extemos, sino que con sus mismos argumentos se podría superar esta prisión de la representación de su tiempo. Y decirle que justamente la cultura y la educación constituyen un hilo espiritual, un tal medio de liberación del hombre que lo lleva a superarse, sin negar nunca las diferencias naturales o la pura naturaleza. De hecho, habría que pensar en que históricamente, de todas maneras, la mujer ha carecido en cierta forma de voluntad. Como el mismo Hegel lo subraya en la Filosofía de la Historia, la mujer se consideraba con los niños como esclava durante mucho tiempo; por lo tanto su voluntad era la voluntad de otros y su fuerza, por así decirlo, era su debilidad. O sea, la ventaja de las mujeres en esas condiciones de esclavitud era propiamente su debilidad y en esa misma debilidad debió desarrollar extraordinariamente el sentimiento como esa fuerza de la debilidad y la intuición como ese sentimiento de lo íntimo. Mientras que en ese contexto del esclavismo y de las sociedades tradicionales al hombre le estaba reservada la movilidad: ir a otros territorios, ocupar otros territorios, salir de la casa. Como dice Rafael Humberto Moreno Duran en Finale Capriccioso con Madonna12 en la frase que le da comienzo a esa novela, el "penetrar en territorio enemigo", el ser un guerrero, el ser viajero que lo lleva a salir de ese recinto de lo propiamente doméstico, expresado en ese luto del hombre que viaja por el mundo y finalmente regresa a donde Penelope, que está tejiendo lo que es el destino de Ulises. Se podría pensar en todo esto y se podría pensar que las representaciones de Hegel todavía están muy determinadas por esa posición 11
Agr. §166.
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Moreno-Duran, Rafael Humberto. Finale Capriccioso con Madonna. Tercer Mundo Editores. 2a. Edición. Bogotá, 1988.
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subsidiaria de la mujer, y se podría pensar en que lo que ha sucedido del siglo XVIII acá lleva a que las sociedades modernas estén conscientes, hasta cierto punto, de una cierta indiferencia de los sexos, por lo menos en un sentido espiritual; una situación que uno pudiera quizá calificar de androginia espiritual, que no es por supuesto equivalente a una situación de anulación del hombre y de la mujer sino a un cierto estado de fusión de los elementos espirituales del hombre y la mujer. Sobre todo en el siglo moderno, eso se ha dado por el hecho de que la mujer halle también espacio fuera del hogar: sale al trabajo, se educa, y la socialización del niño también le exige menos tiempo, etc. Pero naturalmente que esto no borra las diferencias, en la forma de acentuación de las manifestaciones espirituales del hombre y de la mujer. Si las mujeres quisieran tomar ejemplo de un partidario, de un pensador del siglo XVIII que pudiera en cieto punto representar esta androginia, podría ser Rousseau que, a diferencia de Hegel, decía que el Estado debía encomendar muchas tareas a la mujer porque, tal como señalaba él en el libro de Economía Política, la mujer ha probado su virtud en la administración de la casa y por ello podría probarla en la administración del Estado, que en manos de los hombres ha encontrado tanta corrupción y tanta venalidad. De hecho, Rousseau tiene un tipo de mentalidad andrógina que incluso reflejaba él mismo en su época en ciertos rasgos que eran objeto de burla y de estigma social. Su forma de vestir era símbolo de un cambio en la vestimenta que también revelaba cierta indiferencia frente a eso; él mismo señalaba que era un estúpido en la conversación porque no podía tener la gracia de la ocurrencia que tenían los demás y como su intuición era más rápida que su pensamiento, según señalaba él, entonces en las conversaciones se ocupaba del tejido en crochet. Pero más allá de eso, como ha señalado, tenía una visión diferente de lo que podía ser el papel de la mujer en el Estado. El matrimonio, dice Hegel, es esencialmente una relación monogámica13. Aquí ciertamente entraríamos dentro de estos presupuestos que él ha señalado de la entrega del uno al otro en una relación permanente. Pero también tendríamos la consideración de otra cultura y de otro funcionamiento de las estructuras sociales que subsisten por lo menos con otro tipo de modalidades como la poligamia, en el caso del islamismo moderno. Entonces surge la pregunta: ¿Hay en el islamismo eticidad, y si la hay de qué es? ¿Qué relación hay entre los dos sexos en esa estructura poligámica? ¿Tiene la mujer posibilidad de desarrollo espiritual y no simplemente ha de manifestar su espiritualidad en el amor hacia el que expresa su espiritualidad en el Estado, en la sociedad civil o en la eco13
§ 167.
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nomía? Aquí aparece un campo muy amplio de consideraciones sociológicas. Entraríamos a ver que en el Islam, con su estructura de poligamia, no hay prostitución, como la hay en todo Occidente, ¿Hasta qué punto una eticidad como la del matrimonio monogámico tiene que convivir con algo que es por su permanencia, prácticamente, una institución pervertida como la prostitución? Nos vamos a encontrar, en cierta forma, con el mismo problema cuando consideramos a Parsons, quien también examina la familia nuclear y la monogamia como requisito del funcionamiento de las sociedades modernas ¿Qué dirían los antropólogos, que son más sensibles a las variaciones de las estructuras del parentesco? Otro punto es la idea de que el matrimonio es un lazo espiritual, que se fundamenta en la naturaleza pero que al mismo tiempo trasciende lo meramente natural; la relación de consanguinidad o afinidad está en cierta forma restringida, la idea del matrimonio debe ser alejada de toda relación puramente consanguínea. Ahora bien, respecto al patrimonio de la familia, el hecho de que esa relación de la pareja tenga las connotaciones de la perdurabilidad y la permanencia, que son connotaciones de lo ético, tiene como condición el que haya un patrimonio, unos bienes, una exterioridad a la familia y que esta exterioridad sea poseída en común. El régimen que signa a estas cosas es el de la comunidad de los bienes. Otra vez está ese elemento propio de una tipología de relaciones comunitarias que se contrapone a las relaciones de contrato, de interés o de conveniencia. El hecho de que en la familia se den relaciones de membresía y no de personas o de sujetos indica que esa es una propiedad común. El derecho se atiene a esta comunidad de bienes y la protege especialmente en la perspectiva de la posible contingencia de esta relación, o sea, la disolución de la familia o la separación, que implica la intervención del derecho para cuidar que los bienes poseídos en común sean divididos; para asegurar el bienestar de los miembros y, sobre todo, como sucede en el caso de la separación, que esa comunidad de bienes proteja la educación de los niños. El derecho esencialmente atiende a que esta comunidad de bienes satisfaga sobre todo a los miembros más débiles y que la mujer también tenga posibilidad de esa exterioridad que tiene el hombre en la relación laboral o en la relación con el Estado. Respecto a la educación de los hijos y la disolución de la familia, es en los hijos donde la relación de amor se objetiva. Pero a diferencia de lo que es el patrimonio, esa relación de amor se objetiva en sujetos dependientes emocionalmente, en la durabilidad de esa pareja; y esa dependencia se manifiesta fundamentalmente en la educación y en la alimentación de los hijos. La eticidad de la relación matrimonial se manifiesta en el deber que los padres tienen de dar educación a los hijos
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y en el derecho que estos tienen de ser educados, lo que quiere decir básicamente, como se indicaba anteriormente en relación con la eticidad, ser limitados. Dice Hegel: La finalidad del castigo no es lajusticia como tal, sino que es de naturaleza subjetiva, moral, es la intimidación de la libertad aun prisionera en la naturaleza y la exaltación de lo universal en su conciencia y su voluntad 14 .
La educación es entonces esta obra de llenar de espíritu lo que es en principio naturaleza, por medio de la educación misma de lo natural que hay dentro del niño. Estos aspectos de la educación y socialización quisiera verlos con más detalle en Parsons, que prácticamente trabaja la familia en relación con todo el proceso y el problema de la socialización. En Hegel se encuentra la herencia ya como manifestación de la disolución de la familia y el tránsito a la sociedad civil en la medida en que la familia pasa a ser diferente. Lo que vamos a ver en el plano de la eticidad es la dispersión de una multiplicidad de familias que ya no tienen relaciones de consanguinidad o intereses precisos; y una nación con la coexistencia o la pruralidad de familias que no tienen conexiones entre sí como familias, como lazos puramente familiares. Algunos de los aspectos de la socialización o de la educación del niño pueden verse en conexión con el texto de Parsons que retoma de la familia el elemento de la socialización, el cual sigue siendo importante en la institución familiar aun cuando esa socialización dependa ya en mucho de la educación pública o privada o también de los medios de comunicación. Estos serían los elementos más sobresalientes en el texto de Hegel. En la próxima sesión los veremos en conexión con el pensamiento sociológico de Parsons. Síntesis de preguntas, respuestas e intervenciones Dr. Mesa: Lo que Hegel nos plantea, a mi ver, es no solamente la apariencia de la familia sino su esencia. Si esto es así, es válido preguntarnos si lo que Hegel nos está proponiendo se comprueba empíricamente en el mundo entero. Es decir, si la apariencia, lo que él llama el mundo apariencial de la eticidad, el mundo de la sociedad civil, corresponde realmente, en cuanto a la familia se refiere, a estas manifestaciones especiales. Para un sociólogo, para un historiador, por ejemplo, la familia en Colombia o la familia urbana en todas sus manifestaciones, aparte sus desarreglos observable, corresponde a esta definición esencial? La 14 § 174.
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familia considerada como elemento primo de la sociedad civil, y la familia constituida por varios elementos, entre los cuales de manera fundamental está el amor, como ese ser el uno para el otro y el otro para en uno, como ese identificarse cada uno en el otro: es este elemento constitutivo comprobable en todas las sociedades, o no es comprobable? Me parece que esto es lo que los sociólogos, los antropólogos, los historiadores, etc., tendrían que comprobar empíricamente. Por ejemplo, en cuanto a la relación de la familia y los bienes patrimoniales, señala que ese patrimonio es esencial para la realización de la vida familiar, es decir, para que la familia como concepto llegue a ser idea, llegue a su realización como concepto, llegue a materializarse. Los hijos también son concebidos como la realización de dos subjetividades que se hallan en integración, en unión, pero son subjetividades. Esto me parece sugestivo desde el punto de vista sociológico y antropológico; esas dos subjetividades se realizan, se vuelcan, se convierten en realidad en los hijos, y esto explicaría psicológica y sociológicamente la atención de los padres a los hijos, el cuidado de los hijos, porque se están viendo en ellos, se están proyectando en ellos, o, como Hegel diría, se han alienado en ellos de modo positivo. Me parece que este capítulo es extremadamente importante para la consideración filosófica, en primer lugar, y luego, sobre todo, para disciplinas como la sociología, la economía, la historia, la antropología, la psicología, etc.; esto llevaría a ver en ese mundo apariencial de lo ético cuanto hay tras esta pregunta: ¿por qué es así ese problema? Es así necesariamente porque corresponde a esa esencialidad señalada aquí por Hegel. Me parece que este es un punto que valdría la pena formularse, desde cada profesión. La relación de la esencialidad y la apariencia. Preguntarse si necesariamente la apariencia es así porque así lo determina la esencia. ¿Cuál es el carácter de la familia realmente? ¿El carácter de la familia invalida las reflexiones de Hegel? ¿Sí podríamos establecer la realización de esto en Occidente y sólo en Occidente? O el elemento del amor, de los hijos, el elemento patrimonial es común a todas las sociedades o no? y esto aparte de las circunstancias de la historia que determinan en Hegel una manera de expresión. Asistente: Hay situaciones como la de China, para ver un problema crucial de la familia: la intervención del Estado en la limitación del número de hijos. Dr. Mesa: Ya por razón de Estado con los traumatismos que eso implica. En el capítulo de la educación de los hijos hay un elemento muy importante que tiene que ver con la sociología, pero de manera particular con la psicología, donde Hegel advierte cómo los hijos no han ser educados mediante el aniñamiento de los padres. Cómo los padres no pueden rebajarse a hablar como los niños, ni a jugar como si fueran niños
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también, porque entonces el niño empieza a despreciar esa condición del adulto que tiene que ver en el padre: él todavía no es adulto, está potencialmente como tal y aspira a ser adulto. Veo ese elemento repetido en algunos coetáneos de Hegel. Hoelderlin escribe su "Falsa Popularidad": "...él se presenta infantilmente ante los niños, pero el árbol y el niño buscan lo que está más alto que ellos...". Es lo mismo que Hegel dice. El expositor: Uno podría decir que la generación del Dr. Spock15 se vio muy afectada por eso. Prácticamente todo era una concesión a esa infantilidad. Dr. Mesa: El Dr. Spock sabía que las madres ven de manera particular la educación de sus hijos. Educar al hijo es un castigo, y entonces la preocupación reside en cómo no reprimirlo, cómo no contenerlo. Esto es rechazar lo que Hegel llama elevarlo a la generalidad. Eso llevó al desastre que para el mismo Dr. Spock tenía en parte como causa su propio libro, su propia obra. Hegel no era sociólogo pero por supuesto lo era, no era historiador pero por supuesto lo era: su tarea era buscar la esencialidad de los fenómenos. Insisto: esa esencialidad es la que nos tendría que inducir a formular una serie de preguntas desde los ángulos de cada profesión. Me parece que para la psicología, por ejemplo, resulta apasionante. Hay un equívoco en la educación de los hijos que se relaciona con lo que hemos mencionado. Ahora veo cómo algunas dirigentes del feminismo europeo, singularmente alemanas, están rectificando en algunos aspectos esto: Hay una actriz y una escritora muy notables que, después de muchas experiencias como conductoras del movimiento feminista, resolvieron ser madres solteras. Una de ellas acaba de casarse con el padre de su hijo de 14 años. ¿La razón? 'Me casé con él porque ya no podía soportar esta convivencia con mi hijo hablando en su mismo lenguaje, contemplando necesariamente su mismo horizonte sin que nadie compartiera este esfuerzo conmigo. Empecé a alarmarme cuando vi que en el lenguaje y en el comportamiento yo me estaba aniñando". Se aterró al encontrarse aniñada porque ella se rebajó al horizonte impuesto por el hijo. 15
Spock, Benjamin Me Lañe (New Heaven 1903) pediatra norteamericano cuyos libros sobre la crianza de los niños, especialmente El Sentido Común en la crianza de los Niños (1946), influyó toda una generación de padres después de la Segunda Guerra Mundial. Otros libros sobre cuidado infantil incluyen Primer año del Bebé (1955 con J. Reinhart y W Miller); Con versaciones del Dr. Spock con las madres (1961), Cuidados p a r a niños limitados (1965) y Educando niños en Tiempos Difíciles (1974) Nuestro comportamiento político y personal. (1970). La gran oposición de Spock contra la Guerra del Vietnarn durante los sesentas lo llevó ante los tribunales sindicado de evadir el servicio militar. En 1972 fue el candidato presidencial del partido pacifista.
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Hegel está estudiando aquí la familia nuclear, pero advirtiendo también, en alguna parte de este capítulo, cómo esa familia proviene de una escidión, de una división de la tribu, del clan, de la familia extensa que el llama la casa, etc. Es la familia nuclear que está en el fundamento de la sociedad capitalista moderna; claramente la distingue al decir cómo esta familia proviene de las tribus o de las estirpes o de las grandes casas de la familia extensa. Esto también nos da pábulo para una reflexión sobre nuestra familia colombiana, sobre las limitaciones y las posibilidades que pueda tener. Y naturalmente de aquí se forma la sociedad civil entendida como el mundo apariencial de la eticidad; por eso vamos a ver en qué consiste ese mundo apariencial de la eticidad y desde luego los pueblos, las naciones, etc. Su perspectiva tiene ese sentido. Estas reflexiones darían ocasión para preguntarse cuál es la validez real, esencial y no sólo apariencial, de la llamada crisis de la familia o crisis del matrimonio. ¿Dónde está la crisis? ¿Está en el impacto de la cultura del momento? ¿o en la institución misma que proviene de la unión de un hombre y una mujer mediante el amor, los vínculos, de una clase y de otra, pero con el elemento componente del amor? El amor como "yo te necesito y tu me necesitas". Creo que si nos detenemos a pensar de una manera más circunstanciada acerca de lo que se llama hoy la crisis, para algunos definitiva, de la familia, del matrimonio, del amor incluso, tendríamos que demorarnos un poco. Las experiencias, por ejemplo, de los movimientos Hippies en Estados Unidos y en Europa; de algunos movimientos anarquistas, las experiencias de la comuna hippie y anarquista de Dinamarca, en Copenhague, la famosa comuna Cristiania; comunas en que todo era común, empezando por las mujeres, etc: ¿qué experiencia tuvieron? La experiencia de la comuna Cristiania, de comunas italianas, de comunas españolas últimamente, es la de que la monogamia aparece de manera inevitable. ¿Qué significa esto? Por supuesto hay elementos de la cultura, de la transitoriedad, que determinan alteraciones, formas, etc., pero me parece que a nosotros nos es indispensable preguntamos por la permanencia y esa permanencia es esencialidad. Asistente: En un programa de la British Broadcasting Corporation (BBC) presentaban un análisis del bolero. Pasando boleros, iban haciendo una disección muy interesante de los sentimientos, de todo el sentimentalismo, de la violencia. Entonces me pregunto en relación con esta expresión, ¿realmente la familia latina, nuestra familia, tiende a reforzar en la educación de los hijos ese elemento sentimiento o la sentimentalidad? Y que significa a nivel colectivo digamos ese desborde de las pasiones. Dr. Mesa: Leí hace poco una entrevista concedida por Ernesto Sábato, importante, sobre todo por lo que sugiere este escritor argentino
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acerca de la cultura de su país. Entre muchas cosas él señalaba cómo los argentinos sienten el tango y como lo comprenden. El tango ha surgido para permear todas las clases sociales y toda la cultura de la Argentina. Antes había escrito, en un estudio muy difundido entre los sociólogos, que los argentinos también tenían una metafísica. No es que tengamos -decía- a Kant, ni a Hegel, ni a San Agustín, ni a Santo Tamas; es que tenemos el tango. En el tango él ve la trascendencia del pueblo argentino. Si eso fuese cierto, si la sociología y la psicología lo comprobaran, podríamos ver transparente la crisis argentina en el plano de la política, de la moralidad, de la eticidad. Asistente: García Márquez dice lo mismo del bolero. Dr. Mesa: Entonces es una de las razones, esa exageración sentimental. Es ei puro sentimentalismo, que tendría que ser diferenciado del experimentar los sentimientos. Es el poner el sentimentalismo por encima de la razón, del pensamiento; por eso es tan característico el patetismo del mundo político colombiano y también del mundo intelectual. Fíjense que en la violencia y en la situación nuestra lo que se subraya, lo que primeramente impresiona y lo que guía las medidas políticas es lo dramático de la situación, lo apariencial de la situación, lo que realmente está tocando la sensibilidad de cada uno; pero en el examen que se hace de esto no se apela a la razón, a la articulación de los distintos elementos componentes del fenómeno, sino a todo lo que plásticamente impresiona y subleva: la sangre, los muertos, etc., que son parte de lo real, por supuesto, pero que no se explican por sí mismos. Un tango argentino, pues, le permite a uno ver ciertas cosas. En el caso de Evita, por ejemplo, y ellos tenían un sentido muy vivo de la propaganda, de la publicidad, Evita se comporta así, una mujer pobre que llega a ascender y se opone a los ricos; algo así como una versión de la película "Dios se lo pague", que fue muy famosa y duró mucho tiempo en los cines. "Dios se lo Pague" era eso, los ricos contra los pobres en el nivel sentimental, en el nivel de la pura protesta, del resentimiento, etc., como un tango. Y el bolero seguramente tiene elementos de eso. Asistente. Quiero retomar la pregunta que se hacía anteriormente, en el sentido de tratar de captar la esencia que expresa Hegel en cuanto a la familia, al margen de lo que usted llama las contingencias históricas. O sea, ¿qué tan válida puede ser esta visión del amor, de la familia, al margen de las diferentes contingencias históricas que existían en esa época, o de las varias concepciones sobre los sexos?. Pienso, por ejemplo, aludiendo a la crisis que se menciona actualmente, en la inculpación que se hace de esa crisis a la mujer. El hecho mismo de que el rol de la mujer
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dentro de la familia haya cambiado: a este se atribuye la causa o sería uno de los factores indicativos de la crisis de la familia. La familia actualmente está cambiando, está transformándose y ese motor de transformación surge de la misma posición de la mujer. ¿El lugar que ocupaba en la familia era esencialmente el que debía ser para ella, ai que ella debería acogerse, con el que ella debería estar satisfecha porque se estaba realizando como persona? Si eso es así, por qué ese vuelco tan dramático, tanta insatisfacción de su papel en la familia, tanta crítica a su papel doméstico, a su única realización como madre y como esposa, como mantenedora de ese orden doméstico, etc. Eso cuestiona esa esencialidad: más que pensar que es una crisis, que es el caos, ¿por qué no pensar que es un tránsito hacia otro tipo de familia, o hacia otro tipo de concepción de los sexos? Dr. Mesa: Pero, ¿qué es lo que se conserva a través de la crisis? Esa es cuestión que habría que examinar. Lo que usted dice es muy atendible. El papel de la mujer de entonces a ahora ha cambiado radicalmente. ¿Eso ha alterado esa esencialidad? Por ejemplo, ese acopio de los bienes, esa educación de los hijos, esa identificación de la mujer y el marido, la unión de los dos sujetos como hombre y mujer por el vínculo del amor, ese aspecto del amor que no por azar se encuentra expresado en una u otra forma en ia literatura de modo casi idéntico, etc. ¿Eso se ha alterado? Asistente: Me pregunto ahora si esos tres elementos de la relación hombre-mujer, de la propiedad y de la educación de los hijos serían los elementos fundamentales todavía para hacer el cuestionamiento de la crisis de la familia. Yo no sé si habría otros elementos en particular, pero me parece que allí si hay elementos esenciales. En el primer elemento de la relación del hombre y de la mujer, si se mira la situación de la mujer en la actual situación latinoamericana se vería que hay una transformación ética; mientras que antes la mujer estaba oculta y era, como dice Hegel en la Fenomenología del Espíritu, la ley de lo interior, la ley de lo oculto, ahora hay un traspaso a la ley de lo público, y allí se presenta la posibilidad de una mayor igualdad de los sexos, una mayor posibilidad de identidad en el sentido de Hegel. O sea, que yo me reconozco en el otro y el otro se reconoce en mí en un nivel de identidad y también en un nivel de igualdad, en la medida en que ambos participamos de niveles similares en lo económico, en lo social y en la educación de los hijos. Sin embargo, pienso que aparecen cuestionamientos válidos para el presente. ¿Ha habido un cambio, hay un ascenso de la mujer en el espíritu, hay un cambio en los patrones de autoridad de manera que hombres y mujeres los compartan? En esa situación de crisis y en la ambivalencia de los valores todavía aparece una relación de no igualdad entre el hom-
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bre y la mujer, por ejemplo frente a los roles domésticos. Hay una contradicción que es necesario superar. Pero asimismo pienso que sí hay un avance en la posibilidad del reencuentro ético en la medida en que hay mayor posibilidad para atender a ese plano de igualdad con el hombre. O sea que ese aspecto de la relación hombre-mujer en este momento sería más propicio al reencuentro a pesar de las limitaciones. Esta situación en lugar de anular la eticidad de la familia, la reforzaría y plantearía una posibilidad de mayor equilibrio y de mayor igualdad. Dr. Mesa: Lo que se está señalando entonces, según entiendo, es que la crisis contemporánea no sólo afecta la apariencia, sino la esencia. Asistente: Ese sería un aspecto por aclarar: ver si habría condiciones más favorables para una mayor eticidad de la familia. Ahora, en ei plano de la propiedad, que sería el otro elemento por examinar en la crisis de la familia, pienso que muchas de las experiencias de las separaciones del presente indican que se esta en imposibilidad en nuestro medio de garantizar las condiciones económicas de la supervivencia de la familia. O sea, ver la posibilidad de eticidad no solamente en el interior de la familia, sino también que las condiciones sociales que garantizan esa situación ética para la reproducción de la familia se están negando. Dr. Mesa: En otra sesión se decía que la propiedad en Colombia está muy concentrada; la mayoría de la gente no la tiene. Ese es uno de los indicadores de la crisis para nosotros. Pero, a propósito de los que se está indicando, me parece que tenemos una experiencia sobre que es necesario reflexionar. En una sociedad como la soviética se tiene el mayor número de divorcios, particularmente entre la gente joven: el 52% de las parejas casadas hace cinco años están hoy separadas. Razón primera: la dificultad de la vivienda. Esas parejas jóvenes tienen que ir a vivir con los suegros, en una u otra forma. En China yo no sé cómo sea, pero en la Unión Soviética ocurre que el número de divorcios se debe a eso. Ese es un problema que está en Hegel claramente formulado y que los dirigentes soviéticos no se habían planteado hasta ahora con la claridad con que lo están haciendo. Entonces, la familia necesita, como ya lo sabemos desde las primeras páginas, un espacio para su realización; el individuo y la familia, por supuesto. Asistente: Bueno, el tercer elemento que planteaba en relación con la crisis de la familia es la educación de los hijos. Pienso que debe haber muchos conflictos sociológicos en la educación de los niños del presente, por todos los problemas de las separaciones, por la incapacidad en que uno está como madre para educar sola, o como padre para educar solo también. Creo que esta situación se contrarresta en la medida en que,
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así no se viva conjuntamente, los dos garanticen su papel de padres, a pesar de lo difícil que es. Pienso que, con el tiempo, la posibilidad de estabilidad de la familia será una garantía de la responsabilidad compartida en la educación de los hijos, que no es simplemente una educación momentánea. No se trata de un problema de la inmediatez, sino de esos elementos y valores que se trasmiten en la cotidianidad y a largo plazo: es un problema de estabilidad. Percibo que están implícitos ahí muchos elementos, afectivos y sociales, que tienen que estar en la base de la personalidad del niño y que hay que garantizar. Todos sabemos los conflictos y los problemas que viven las parejas separadas para poder mantener el equilibrio y para poder establecer esa relación de padres que no viven juntos; es un conflicto permanente. Dr. Mesa: Lo importante es que Hegel nos induce a pensar ya en el plano de lo empírico en todo esto, con mucho detenimiento. Hegel no se está refiriendo sólo a su época. Las alusiones al derecho romano, sobre todo a la historia romana, son permanentes. El no está contemplando únicamente su experiencia inmediata, sino la experiencia del género. Es por eso por lo que tiene tanta trascendencia. Asistente: La formulación mía pretende la comprobación de que los elementos especulativos en la obra de Hegel se refieren a lo que es la relación a nivel de género; pero en el caso de la familia, a lo que era el momento de la familia nuclear burguesa. Sin embargo, uno examina lo que él consideraba como los condicionamientos para que se diera característica de lo ético y advierte que, en el presente, ninguno de esos condicionamientos se está dando. El mencionaba que lo que hace ético un vínculo en la comunidad es la conciencia de la unidad y del fin de la unión; pero lo que él considera como no amor, o sea lo que no es realmente familia, está extendiéndose en el presente. Es decir, la confianza, el amor, la comunidad total y la vida empiezan a tener un ambiente más vasto que el de la familia; el aumento de los niveles de solidaridad en cierto tipo de sociedades, por ejemplo, en comunidades políticas, lo demuestra. Y si uno mira lo que serían las condiciones éticas para la familia, su carácter indisoluble, el papel de la ceremonia, el carácter monogámico, el papel de la permanencia, uno encuentra que esos elementos son los que se ven cambiantes en la condición de la familia. Dr. Mesa: Eso es lo que hay que estudiar en la sociología, en la psicología, etc. ¿Cambiantes en qué esfera? Porque lo que uno ve, lo que se sugería antes es un reforzamiento de la vida de familia.
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Expositor: Todo el argumento de Parsons en este libro busca mostrar que indudablemente la familia está sujeta a cambios de toda índole. Y no en vano la familia es el centro de convergencia de todos los cambios. Todo le está llegando a la familia de una u otra forma; los cambios en el trabajo están afectando la condición del hombre y de la mujer; los medios de comunicación están incidiendo en el proceso de socialización, etc. El señala ese fenómeno, pero dice, ¿esto niega la tendencia a un afianzamiento de la familia nuclear? Toda una serie de pruebas demuestran que no. Hasta 1955, tomando ratas de separación, viendo la frecuencia de separación, en matrimonios viejos o jóvenes, viendo las condiciones de separación afectadas por el problema de la guerra, todas esas pruebas terminan por demostrar que a pesar de que la familia esté incluso perdiendo una serie de funciones como socialización, producción, etc., sigue siendo una etapa de estabilidad de las personas para la formación de ia personalidad. Dr. Mesa: Simplemente tomemos como índice la separación de los esposos; que el esposo es médico y tiene que trabajar en el Chocó y la esposa se queda en la casa en Bogotá, sea o no profesional. O lo que han descubierto en la Unión Soviética: el esposo es ingeniero y se tiene que ir a trabajar a Siberia y la esposa ha de quedarse en una capital. Eso naturalmente pone un elemento de desarreglo en la vida familiar. Los dirigentes políticos tienen que considerar eso. Si ellos quieren conservar la unidad familiar físicamente y, por supuesto, espiritualmente, tienen que saber que si mandan al marido un año a Siberia y dejan la esposa en la ciudad, a miles de kilómetros, esto tiene consecuencias éticas. Pero lo que eso indica es que estos elementos han de ser considerados en el análisis político, sociológico, psicológico, jurídico, etc.,. Ver si las relaciones son permanentes, son fuertes, son estables o no son estables; y si no lo son cómo se manifiesta eso en la apariencia, en la vida real, en la vida cotidiana de las parejas. ¿Tiene la familia una habitación adecuada o no la tiene? ¿Tiene problemas en la educación de los hijos?, ¿a qué se deben?, etc. Asistente: Lo que me llama la atención es que percibo en el presente un aumento en las relaciones de pareja en la parte espiritual, o sea, lo que llamamos el ascenso de la mujer a tener autoconciencia del vínculo, perder un poco esa posición subordinada que tenía antes, que estaría en relación con la posible crítica a Hegel por quedar un poco preso de la naturalidad. Precisamente la idea mía es que el papel de la educación , el papel de la socialización, de las comunicaciones, todo ese acercamiento de la cultura, hace que la disposición de los individuos sea más cercano al elemento del conocimiento; permite, entre otras cosas, que esa adscripción a la familia se amplíe, o sea, que el vínculo familiar no sea el único elemento para encontrar por ejemplo relaciones de amor. Esto es
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lo que yo percibo, apenas como sugestión, y en esa medida me parece que esas condiciones anteriores son las que empiezan a estar cambiando. Uno encuentra que los matrimonios son muy fugaces pero como tales son matrimonios, son entrega total, pero no funcionan por ciertas razones. Asistente: Habría algo interesante para considerar. La semana pasada se presentó una tesis en Sociología sobre la sexualidad en la mujer universitaria, y se planteaba allí esta situación de lo contingente. Las universitarias están permanentemente cambiando de pareja, cuatro o cinco compañeros en muy corto tiempo, pero esto no deja una situación de seguridad en estas mujeres, sino una situación de crisis, de angustia, de desarreglo emocional. Hay que mirar si esa contingencia demostraría que hay mucha intensidad en estas situaciones cambiantes, pero que en el fondo no dejan nada. Habría una serie de variables colaterales a esa situación; con datos demográficos, se analizaba que la tasa de abortos en nuestras estudiantes es de 36%, una de las más altas. Esto muestra una situación hasta de ignorancia del funcionamiento del propio cuerpo, de irracionalidad en las relaciones sexuales, que deja mucha angustia en estas niñas, muy jóvenes, que han tenido dos y tres abortos. Tada esa situación de contingencia debería mostrar la libertad y la posibilidad de proyección personal. Pero, al contrario, lo que revelan las encuestas y las entrevistas es que deja mucha angustia y desazón en cuanto a la sexualidad.
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