sebreli contra todos

3 ene. 2009 - Rodaron a sus pies las cabezas de. Claude Lévi-Strauss, Roland Barthes, Gilles Deleuze,. Louis Althusser, Jacques Derrida, Jacques Lacan, ...
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ENTREVISTA | UN ICONOCLASTA

SEBRELI CONTRA TODOS En este diálogo, el autor de Comediantes y mártires (Debate), su flamante libro sobre los mitos argentinos, arremete contra cuatro de las figuras más populares de la Argentina: Carlos Gardel, Eva Perón, el Che Guevara y Diego Maradona. A la vez que analiza de un modo demoledor ese cuarteto, enjuicia en forma implacable el modo de pensar, los sentimientos y las costumbres populistas de la sociedad nacional POR HUGO CALIGARIS De la Redacción de La Nacion

A

trincherado en un departamento del sexto piso de la calle Juncal, un hombre de contextura frágil libra la batalla final para evitar el fin del mundo tal como lo conocemos. Es un combate interminable: los frentes de la acción se reproducen como hidras más agresivas cada vez, las brechas son cada vez más hondas. Cualquier desatención o distracción del hombre de contextura frágil podría terminar en catástrofe. Por eso, ni aun a los 78 años el caballero andante de la razón se puede conceder el lujo del reposo. Debe seguir de pie. Tiene que descargar golpes a diestra y a siniestra, aun sabiendo que no habrá compasión del otro lado, que el enemigo será impiadoso y que aspira a quedarse con todo. Aquí no pasará, no profanará estos muros, parece que se dijera a sí mismo Juan José Sebreli, acorazado entre sus libros, apuntes y papeles, que desbordan de las paredes al parquet y son los diques ante los que se ve obligada a detenerse una época cada vez más vulgar, obscena e invasora. Muchos de esos libros son munición pesada y fueron escritos por el propio Sebreli. Contienen argumentos mortales contra la alienación de la vida cotidiana, el “ocio represivo” de las vacaciones en Mar del Plata, el mito burgués del Tercer Mundo, el peronismo, el fútbol, la decadencia de la oligarquía vacuna concentrada en el nombre de los Anchorena, la vanguardia... Hace dos años, no dejó títere con articulaciones sanas en el santuario de los filósofos, psicoanalistas y sociólogos posmodernos. Rodaron a sus pies las cabezas de Claude Lévi-Strauss, Roland Barthes, Gilles Deleuze, Louis Althusser, Jacques Derrida, Jacques Lacan, Michel Foucault y otros artífices de la relatividad, el estructuralismo, la oscuridad deliberada y, en general, la falta de sentido común. En su último trabajo, tal vez el más difícil, Sebreli se ha enfrentado con cuatro mascarones populares, cuatro mitos que con mayor o menor suerte nos representan en el mundo y a los que les descubre pies de barro, en una autopsia minuciosa y tremenda. Pero imprescindible, piensa él. Muy necesaria. Se trata de Gardel, de Maradona, de Eva Perón, del Che. El libro, publicado por Debate, ya está en las librerías, y se llama Comediantes y mártires. Tiene un subtítulo explícito, sin margen para dudas: Ensayo contra los mitos. No “sobre los mitos”, “alrededor” o “en torno a” los mitos. Contra los mitos, porque los mitos son enga-

4 | adn | Sábado 3 de enero de 2009

ños, velos en la conciencia colectiva que disminuyen la capacidad de discriminar. Cultivan la sinrazón, impiden pensar, ponen en movimiento mecanismos primarios de la gente. Favorecen la manipulación. Son, en suma, el obstáculo, lo que hay que remover. Hurgar un poco en ellos es encontrar las pruebas para debilitarlos. Los cuatro, muy distintos, fueron de un modo u otro usados, dice Sebreli. Carlos Gardel, por los conservadores antiyrigoyenistas de los comités. Eva Perón, por su marido. Maradona, por la Cosa Nostra napolitana; por Videla y Massera en 1979, cuando salió campeón con el seleccionado de fútbol juvenil; por Fidel Castro, y por cualquiera que le dé o le haya dado algo a cambio. Y el Che, por los publicitarios que se siguen haciendo millonarios con su imagen romántica, una imagen que no tiene ninguna relación con el personaje cristalizado. El Che –opina Sebreli– era auténticamente un fanático. Dispuesto a sacrificarse, pero en su propio altar. Autodestructivo, violento. Y un idiota en el sentido político, un perdedor consuetudinario cada vez que trató de llevar sus ideas a la práctica. Sebreli sabe que los de enfrente contraatacarán. Ya lo están haciendo, y duramente. Pero él tiene sus respuestas a mano: sigue firme y activo, defendiendo la plaza. –¿Los cuatro personajes del libro representan el modo de ser de los argentinos? –Yo me propuse escribir un libro sobre los mitos y el primer lugar al que acudí fue a Internet. Ahí me encontré con que los cuatro nombres más citados de personajes argentinos eran estos cuatro, y además, los únicos conocidos mundialmente. Después hay otros, sí, Borges... pero son conocidos por una minoría. –¿Sólo ese dato lo llevó a elegirlos? –Sí. Además, no son temas nuevos en mi obra. De los cuatro yo he hablado en diversas oportunidades. Yo ya he escrito en varias oportunidades sobre Evita, sobre Gardel. Menos sobre Maradona y sobre el Che, pero también los retomo siempre desde nuevas perspectivas, con el enriquecimiento del tiempo pasado. –Sin embargo, especialmente al referirse al célebre gol con la mano de Maradona a los ingleses, usted parece subrayar rasgos o tendencias del carácter argentino, como festejar una conquista ilegítima. –Ante todo, quiero aclarar que yo no creo en las caracterologías nacionales. Creo en ciertas condiciones sociales que han predispuesto al culto de los héroes en general, y de estos cuatro, que en realidad no tienen nada que ver entre sí. Son muy distintos. Por eso no se los puede considerar representativos de algo significativo del supuesto ser nacional. Políticamente son muy distintos:

Gardel era conservador, Evita era populista, el Che era comunista y Maradona es todo al mismo tiempo. Es decir: es un oportunista. ¿Cuáles son los condicionamientos históricos que hacen que haya una predisposición al culto de los ídolos en la Argentina? Bueno, algunas son características locales y otras son universales. Los ídolos existen en todas partes, pero yo creo que acá con más intensidad. Yo lo remonto hasta el siglo XIX, cuando las clases gobernantes se sintieron atemorizadas frente al aluvión migratorio. Ante la invasión de inmigrantes, los gobernantes consideraron necesario inculcar un sentido de nación a esa masa heterogénea. Se instauró en forma muy planificada y muy consciente una verdadera religión cívica en la educación primaria y secundaria. De esta religión cívica formaba parte el culto de los próceres. Unos próceres que se convirtieron en seres totalmente sobrehumanos, en verdaderos héroes de la mitología. Semidioses, casi. Yo creo que eso predispone. Forma una mentalidad escasamente predispuesta al juicio crítico y a la racionalidad con respecto a los fenómenos históricos. A eso, fomentado en el siglo XIX por la escuela, se suman en el siglo XX los medios, que sustituyen a los próceres por los ídolos populares salidos del mundo del entretenimiento, y después, por los ídolos políticos. En un comienzo el culto del héroe tenía objetivos puramente nacionales, en el caso de los ídolos del siglo XX hay una manipulación netamente política y también económica. Hay una parte de los ídolos que es fabricada con técnicas de propaganda y de persuasión que nacen en el star system de Hollywood y después son adaptados por los especialistas de marketing de las empresas comerciales y en segundo término por los políticos. Sobre todo por los políticos totalitarios del siglo XX. El fascismo y el estalinismo adoptan muy bien a los ídolos. Y acá, bueno, indudablemente el peronismo fue al respecto un verdadero maestro en la utilización de los medios en la publicidad política. Y Evita va a ser, justamente, un personaje clave. Evita es realmente el engranaje, el punto de enlace entre los medios de comunicación y la política. Gardel también fue utilizado por los conservadores. Cantaba en los comités y apoyó campañas políticas contra Yrigoyen, apoyó el golpe del 30. Pero lo hacía en un nivel mucho más limitado que el de Evita. A Maradona lo usaron, pero también él usó a todos los gobiernos habidos y por haber en su propio beneficio. –¿Descarta a los caudillos federales, a Rosas y a Facundo, como precursores de la fábrica nacional de mitos? –Los caudillos son mitos muy locales. Casi se podrían remontar a la Edad Media, al mundo feudal.