SALUD, ENFERMEDAD Y MUERTE EN EL QUIJOTE Isaías Moraga Ramos
La comunicación que presento es una introducción al t e m a «salud, enfermedad y m u e r t e en el Quijote», que espero convertir en u n estudio m á s amplio en el futuro. A lo largo de la historia hay variados estudios sobre la medicina en el Quijote, y, desde luego, el t e m a m á s tratado h a sido la psicología de los personajes, sobre todo el referente a la locura de don Quijote. El primer problema que se m e plantea es la ubicación cronológica y científica, ya que puede interpretarse desde la óptica de las ciencias, de la ciencia médica en concreto, en el siglo de don Quijote, o analizarlo desde la óptica del siglo XX, extrapolando conceptos desde la complejidad científica actual. Para a b o r d a r todos los apartados del estudio es casi obligado olvidar el término medicina y apoyarme en los de sanidad y salud, m u c h o m á s amplios. Y, así, parto de sanidad como la aplicación de n o r m a s para conseguir la salud, y empleo para salud la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1948, discutible, pero válida como método de trabajo que la define así: «Salud es la consecución del m á x i m o estado de bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad». Hay que tener en cuenta que términos tan similares a los actuales como boticario, cirujano, médico, no tienen n a d a que ver en el siglo xvn con lo que son y representan hoy científica, social y económicamente. Las referencias que se dan corresponden a la edición de Martín de Riquer, y las citas corresponden a la Primera o Segunda Parte en n ú m e r o romano (I o II) y capítulo y página en numeración arábiga (I, 2, 22 por ejemplo). 1
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1. Véase A. Hernández Morejón, Bellezas de medicina práctica en el Quijote; H. López Méndez, La medicina en el Quijote; J.M. Reverte, «La antropología médica en el Quijote», entre otros varios autores que tratan temas más concretos o con menos amplitud. 2. Véase J.B. Avalle-Arce, El Quijote como forma de vida; M. de Iriarte, El Dr. Huarte de San Juan y su Examen de Ingenios...; S. Ramón y Cajal, Psicología del Quijote y el quijotismo; R. Royo Villanova, Don Quijote y la locura; A. Vallejo Nágera, Apología de las patografías... 3. M. de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, seguido del Quijote de Avellaneda, edición, introducción y notas de Martín de Riquer.
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De la lectura de la obra he ido entresacando por materias todas las frases o situaciones que, en mi opinión, tenían algo que ver con las cuestiones estudiadas, realizando u n a división en temas que se relacionan en u n apéndice. Trataré los siguientes temas: —Postura de don Quijote ante las lesiones en general y propias. Su locura. —Lesiones caballerescas, a m e n a z a de lesiones, exageraciones. —Lesiones traumáticas, craneales, heridas y fracturas. —La a n a t o m í a en sí y como definición de personajes. —Estudio de remedios y sus impartidores. —La dieta como tal y diferencias según personajes. —Enfermedades según aparatos y sistemas: metabólicas, infecciosas, digestivas, mentales, congénitas. —La m u e r t e en el Quijote y la m u e r t e de don Quijote. —Las ciencias (medicina) en los siglos xvi y xvii en España. —Aproximación bibliográfica sobre t e m a s médicos en el Quijote. Hay obras que han expurgado de forma exhaustiva y casi como u n diccionario todas las palabras y temas m é d i c o s . 4
Postura de don Quijote ante las lesiones en general y propias. Su locura La locura de don Quijote, su personalidad, carácter y tipología ha sido, quizá, el tema m á s ampliamente tratado dentro de lo que p o d r í a m o s llamar medicina en el Quijote por especialistas o no, psicólogos, psiquiatras. Pero quiero exponer que desde el principio de la novela decide el autor que su personaje se está volviendo loco, ya que «con estas razones perdía el pobre caballero el juicio» (I, 1, 34), y, al final, «del poco d o r m i r y del m u c h o leer se le secó el celebro, de m a n e r a que vino a perder el juicio» (I, 1, 35). Cervantes decide a priori que su personaje va a ser loco, y loco p o r leer, y por leer en una época y en u n pueblo m a n c h e g o en el que el hidalgo ha conseguido, no se sabe cómo, u n a copiosa biblioteca. Parece que pensar y leer ya estaban condenados entonces y h a n seguido siendo peligrosos. Y parece que a ú n lo son. Esto va a condicionar la locura de don Quijote, ya antes de realizar acciones «anormales» p a r a su época. Y casi todos los personajes que le traten le considerarán así, a u n q u e a veces surge la duda en algunos. Yo también la tengo, ya que no se analiza su locura, que vendrá dada por sus acciones y por la opinión de los demás, basados en éstas. Pero nuestro autor le quiere loco 5
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4. Véase H. López Méndez, La Medicina en el Quijote, Terminología médico-anatómica del Quijote; J.M. Reverte, La antropología médica y el Quijote. 5. Ver revista Anales Cervantinos, nota 2, y otros en Bibliografía. 6. J. Caro Baroja en una entrevista reciente (extra del periódico El Independiente de 22-10-89), y ya escrita esta comunicación, dice: «¿Por qué al Quijote lo consideran loco sus contemporáneos según el texto de Cervantes? Pues porque lee, tiene ideales, sensibilidad [...]. De esta manera, don Quijote no es la regla, sino la excepción respecto al tipo medio».
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porque si no, quizá, no podría construir su personaje. Pero, ¿quién es m á s loco?, ¿el que lee o el que destruye la lectura? Nos e n c o n t r a m o s r á p i d a m e n t e con u n a opinión de Alonso Quijano que puede ser clave para el posterior desarrollo de sus aventuras, sobre todo las relativas a las lesiones que recibirá e infringirá, y que pueden condicionar todas ellas y que le llevan al análisis y a la duda sobre sus lecturas preferidas, ya que «no estaba m u y bien con las heridas que don Belianís daba y recibía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales» (I, 1, 34). Y cito esto porque los golpes, fracturas, heridas y t r a u m a t i s m o s que sufrirá el hidalgo son abundantísimos, irreales y paralizantes, y, a veces, avergonzantes y crueles, c o m o si don Miguel quisiera ensañarse y ridiculizar a su personaje por medio de palizas castigadoras, m u c h a s de las cuales necesitarían hoy del ingreso hospitalario y serían de pronóstico reservado c u a n d o no grave. Lesiones
caballerescas,
amenaza
de lesiones
y
exageraciones
Estas lesiones, exageradas e irreales, no podían faltar en u n a obra que se ha considerado parodia de las de caballerías. Y es u n a vorágine de cabezas y cuerpos cortados, gigantes, encantadores, personajes reales y mitológicos. En suma, caballerescos. Y así tenemos a Roldan « m a t a n d o pastores» (I, 25, 258) y al que, como Aquiles, «no le podía m a t a r nadie si no era metiéndole u n alfiler en la p u n t a del pie», pero Bernardo del Carpió «le ahogó entre sus brazos en Roncesvalles» (I, 26, 272). Y qué decir de «Felixmarte de Hircania, que de un revés partió cinco gigantes por la cintura» (I, 32, 350). Alonso Quijano pone en d u d a estos t r a u m a t i s m o s feroces. Don Quijote no, y a m e n a z a y será a m e n a z a d o con ellos y a veces los sufrirá a u n q u e m á s débilmente. Es u n a m a n e r a de destrucción del personaje, que r á p i d a m e n t e cura de sus heridas. Las a m e n a z a s de lesiones son la mayoría de las veces exageraciones basadas en las luchas caballerescas y n u n c a se producen: a m e n a z a s de m u e r t e (II, 68, 1099), cercenar la cabeza (II, 39, 876). En los t r a u m a t i s m o s recibidos por don Quijote existe u n a disminución del nivel de lesión, se describen como reales y producidos en su cuerpo, pero no tienen repercusión en su quehacer posterior, ya que sigue cabalgando, luchando, respirando con las costillas rotas, situaciones que entonces, y ahora, serían invalidantes: le sepultan «dos costillas en el cuerpo» (I, 18, 180). Otras veces, la gran paliza n o produce heridas porque a pesar del gran molimiento «catándole las heridas no le hallaron ninguna» (I, 5, 65). Lesiones
traumáticas,
craneales,
heridas
y
fracturas
Las reciben los protagonistas y otros m u c h o s personajes, a veces producidas por aquéllos, sobre todo p o r el hidalgo, a u n q u e la mayoría de las veces lleva él la peor parte. En algunos estudios se e n u m e r a n las veces que recibe
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pedradas, mojicones, baciazos, estocadas, arañazos, mordiscos, caídas, de las que se cuentan 14, c o m o u n Vía Crucis. Ni a n a t ó m i c a ni fisiológicamente, desde el p u n t o de vista m é d i c o , son posibles estas lesiones, a n o ser en el contexto de la o b r a c o m o p a r á b o l a o parodia. Me parece el castigo del a u t o r a su personaje, la d e m o s t r a c i ó n , a partir de palizas, c o m o t é r m i n o general de la imposible misión del caballero, de estar fuera de lugar su p o s t u r a : p o r su edad, p o r sus a r m a s , p o r sus ideas, p o r la misión que se h a i m p u e s t o . Y n u n c a , o casi n u n c a , de u n igual. No ya de u n caballero, p u e s t o que n o existen, sino de personajes o cosas que p o d r í a m o s considerar inferiores en la escala social o moral: molinos (I, 7), yangüeses (I, 15), galeotes, Maritornes, los criados de los d u q u e s , ya a S a n c h o o a don Quijote, en este caso influidos p o r esos crueles y sádicos personajes de la nobleza. H a s t a los gatos a t a c a n y h u n d e n física y m o r a l m e n t e al caballero. 7
Son numerosísimas las heridas, pérdidas sanguíneas y de piezas (orejas, dientes), que hay en la obra. Pero destaco que en contadísimas ocasiones éstas p r o d u c e n la muerte, a u n q u e existan n u m e r o s a s alusiones a fallecimientos. Parece que la herida, el t r a u m a t i s m o mortal, tiene lugar c u a n d o el personaje es verosímil. 8
La anatomía
en sí y como
definición
de
personajes
Antes o después hay que plantearse el t e m a de si Cervantes sabe o no medicina, si es u n conocedor de las ciencias médicas, o si ha leído libros de ciencia, ya que la cuestión ha sido tratada p o r diversos a u t o r e s . Hipócrates y Galeno están d a n d o paso a la ciencia m o d e r n a : Vesalio, Huarte, M o n t a ñ a de Monserrate. Hablar de u n padre cirujano como inductor de conocimientos no me parece probable, ya que la profesión de don Rodrigo estaba en la escala ínfima en esa época, dentro del protomedicato, y, a d e m á s , la biografía del autor t a m p o c o da para m u c h a tranquilidad: lecturas apacibles o diálogos familiares. Cito esto aquí porque los términos anatómicos usados por Cervantes son variados, pero igual que en otros autores de su época. Queda fuera de d u d a la observación profunda de la vida y la psicología en m u c h o s aspectos, lo que equivale a u n a historia clínica hipocrática. Es m u y probable, y algunas descripciones precisas nos llevan a pensarlo, 9
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7. J.M. Reverte Coma, en La antropología médica y el Quijote, cuenta 14 caídas. 8. M. de Riquer, en Historia de España de M. Pidal. vol. XXVI, 2, El siglo del Quijote, habla de sangre y guerra en el Quijote, y refiere como primeras muertes y únicas violentas las del capítulo 60 de la Segunda Parte. 9. J. Gómez Ocaña, A. Hernández Morejón, H. López Méndez, F. Martínez González, J.M. Reverte, y otros, presuponen amplios conocimientos médicos de Cervantes. 10. J. Canavaggio, Cervantes, quizá la biografía más científica hasta hoy, aunque no la más amplia (recordamos la extensísima y discutida de L. Astrana Marín). ' 11. H. López Méndez en «La Medicina en el Quijote», compara varios autores y obras en referencia a términos anátomo-clínicos citados, y Cervantes supera a algunos pero no a otros.
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que Cervantes conociera la obra de H u a r t e de San Juan, sobre todo en el retrato del caballero. Hay descripciones anatómicas como tales y otras que son apoyo p a r a la definición de personajes, ya sea el que describe c o m o el que es descrito. Podríamos resumirlos en los siguientes apartados: 12
a) Retratos precisos y autorretratos (el de Cervantes, o el de don Quijote). h) Definición de personajes c o m o bellos, asténicos, pícnicos, o p a r a descalificarlos (pero siempre con cierta elegancia). c) La que p o d r í a m o s llamar «ironía anatómica» de Cervantes; aquí podemos citar la aventura del labrador de Miguelturra (II, 47, 935). d) Anatomía como definición de belleza p o r c o m p a r a c i o n e s o metáforas; la palidez, la anemia, y a veces la androginia están presentes (Dorotea, Cardenio) y son síntomas de belleza. No se puede considerar u n conocimiento anatómico-científico del autor, sino la a n a t o m í a c o m o parte descriptiva similar a la del paisaje o cualquier otro enfoque literario. Estudio
de remedios
y sus
impartidores
Hoy hablaríamos, y me remito a la definición de salud de la OMS de medicina preventiva, social, del trabajo, asistencial, rehabilitadora, dietética naturista, etc. Y las llamadas marginales p a r a quien las considere así: balneoterapia, a c u p u n t u r a , hipnosis, curanderismo. En u n análisis exhaustivo y extrapolando conceptos, si no de todos los citados, sí se e n c u e n t r a n ejemplos de algunos. No se puede olvidar que médicos, cirujanos, boticarios, boticas, hospitales, no son equiparables en los siglos xvi y xvii y en el xx. Los barberos, sangradores, curanderos, p u e d e que tuvieran m á s importancia e incidencia en ese tiempo, en c u a n t o a la medicina asistencial o sintomática. R e s u m i m o s dos tipos de impartidores: 13
a) Los reales: médicos, cirujanos, barberos. b) Los caballerescos: magos, Urgandas, encantadores.
12. Lo afirman J.B. Avalle-Arce, Don Quijote como forma de vida; M. Iriarte, El Dr. Huarte de San Juan y su Examen de Ingenios; M. de Riquer, edición del Quijote; R. Salillas, Un gran inspirador de Cervantes: el Dr. Juan Huarte...; M. de Unamuno, Vida de don Quijote y Sancho, entre otros; también A. Encinar, «Don Quijote, una dialéctica entre la cordura y la locura», Suplementos Anthropos, 17, septiembre (1989), pp. 233-238. 13. Luis S. Granjel, Historia general de la medicina española; P. Laín Entralgo, Historia universal de la medicina; J.M. López Pinero, Ciencia y técnica en los siglos xv y xvu, describen la situación académica, formación de los médicos, instituciones del protomedicato, conocimientos y posición social de barberos, médicos, cirujanos, boticarios, etc.
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Y en cuanto a los remedios o sustancias curativas tenemos también: a) Reales: emplastos, bizmas, purgantes, sangrías, hierbas, hilas, ungüentos. b) Caballerescos: bálsamo de Fierabrás, hierbas «caballerescas» (para curar y para alimentarse). En otro orden, la dieta, el descanso, la higiene, son r e c o m e n d a d a s , y esto sería prevención. El m i s m o caballero a n d a n t e h a de ser médico y herbolario (II, 18, 710). O sea, la automedicación, a ú n hoy extendida, a u n q u e cada vez m e n o s . Pero hasta hace pocos años, el «mal de ojo», el «mirar de asiento» o la purga, eran prácticas corrientes en la región manchega. El trato a médicos, cirujanos, es a veces crítico, n o tanto como en Quevedo, por ejemplo, pero teñido casi siempre de ese toque burlón e irónico, c o m o el inefable Pedro Recio de Tirteafuera (II, 47, 931), que vuelve a hacernos pensar en el uso de la lesión y de la medicina p a r a castigo de los personajes principales; a u n q u e a veces el médico sea lisamente criticado, como el que purga a la mujer del labrador de Miguelturra y la m a t a (por eso es viudo); o el n o m b r e despectivo de «sacapotras» (I, 24, 252). Los b u e n o s profesionales parecen ser siempre los «caballerescos», c o m o el gran Elisabat (I, 24, 252), que curó a Amadís y que a d e m á s se a m a n c e b ó con la reina Madasima (I, 25, 256). A veces, el remedio es también castigo, y castigo usado en la historia en tristes épocas y situaciones. Así, al Caballero del Febo «le echaron u n a de estas que llaman melecinas» (I, 15, 151), o sea, una lavativa. ¿Cuándo estamos en la realidad o en la ficción con Cervantes? ¿Dónde está lo caballeresco y lo real, incluso dentro del t e m a que trato? Insisto en que Cervantes quiere anular, destruir, ridiculizar y demostrar la vacuidad de la misión de su personaje, u s a n d o la enfermedad, quitándole la salud, que el m i s m o hidalgo reconoce n o tener, y que le impedirá llevar a cabo su misión, e incluso reunirse con Dulcinea. La dieta como
tal y diferencias
según
personajes
Hoy, la dieta y la dietética constituyen, no ya u n t e m a médico, sino social, casi obsesivo. Mantener la línea lleva a veces a grandes enfermedades e incluso a la muerte. La medicina dietética, el ayuno como medicina, es hoy actual. El colesterol, las grasas, las hierbas, las discusiones entre dieta mediterránea o vegetariana, h a n dado y dan lugar a extensos tratados. Y quizá las referencias a la dieta y su diferencia según personajes sea de los capítulos m á s extensos en el Quijote. Podemos reunirías en cuatro: a) Consejos dietéticos: «la ternera mejor que la vaca y el cabrito mejor que el cabrón» (I, 2, 46); «come poco y cena m á s poco» (II, 43, 901).
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b) La dieta como ayuda a las actividades: «que el trabajo no se puede llevar sin el gobierno de las tripas» (I, 2, 16). c) La dieta suave vegetariana en don Quijote: «su m á s ordinario sustituto debía ser dellas [frutas] y de algunas yerbas» (I, 10, 110); «frutos secos y yerbas del campo» (II, 13, 672). d) La dieta de Sancho, que pudiera equipararse a la llamada dieta mediterránea: prefiere la carne, el queso, el vino, etc. Sin olvidar la dieta y el h a m b r e como fenómeno social, y en relación con el picaro y la gran comilona como venganza a su situación. 14
Enfermedades según aparatos y sistemas: metabólicas, infecciosas, digestivas, mentales, congénitas En las descripciones y observaciones de Cervantes, p u e d e n verse retratadas enfermedades que hoy nos parecen cuadros clínicos a veces casi perfectos. Las lecturas de Cervantes, que quizá fueran las de don Quijote en su biblioteca q u e m a d a , no es muy probable que se dirigieran a los pocos libros científicos de la época, difíciles de comprar, caros, y de distribución improbable según la vida del autor o en el medio r u r a l . Citamos estos cuadros patológicos basados en la observación hipocrática, «norte y luz de la medicina» (II, 47, 930) según Pedro Recio, y que puede d e m o s t r a r el conocimiento del médico de Cos por don Miguel. El problema de si sabía o no medicina Cervantes es m u c h o más complejo. La mayoría está en el capítulo de la sabiduría popular: «de médicos, poetas y locos todos tenemos u n poco». 15
Insisto en que m u c h a s descripciones, ya anatómicas o de enfermedades, sirven para definir el personaje, y la mayoría de las veces para descalificarle, como ocurre con Maritornes o Clara Perlerina. Se citan m u c h o s síntomas, y quizá algún síndrome (conjunto de síntomas): hay dolores, diarreas, vómitos, mal sabor de boca (halitosis), tos, h e m o rragias, enfermedades de los ojos (Maritornes, Clara Perlerina), insolaciones, ictericia (don Quijote está casi siempre amarillo), caries (neguijón), desmayos, coma, aparte de los t r e m e n d o s males producidos p o r los encantadores, tanto físicos como morales, de los cuales casi el único receptor es el sufriente hidalgo. Aparecen enfermedades digestivas, sobre todo agudas. Y, en este amorodio de Cervantes p o r su personaje, la t r e m e n d a gastritis provocada p o r el bálsamo de Fierabrás (que pretendía curar, además), ya que «apenas lo acabó de beber c u a n d o comenzó a vomitar de m a n e r a que no le quedó cosa en el estómago» (I, 17, 167). Las enfermedades metabólicas, que también parecen congénitas (acrome14. J.A. Maravall, La literatura picaresca desde la historia social, donde dice que la glotonería del picaro es como una venganza a su situación. 15. M. Chevalier, Lectura y lectores en la España del siglo xvi y xvn, donde se analizan algunas bibliotecas y sus dueños, siendo escasos los ejemplares y casi nulos los referentes a temas científicos.
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galia, por ejemplo), las tenemos en los enanos, en Maritornes (que puede tener bocio, congénito aún en algunas regiones). Las de tipo infeccioso y parasitario también tienen su representación y, en algún caso, hacen relación a la higiene. Infección en la «calentura pestilente» que había acabado con «el cuerpo muerto» (I, 19, 189). E infecciones, a u n q u e por miedo en el síndrome de Sancho, que «comenzó a d a r diente con diente, como quien tiene frío de cuartana» (I, 19, 186-187). Hay también referencias a la sarna (I, 12, 122), a u n q u e en u n juego de reproche lingüístico del a m o al escudero, o a las «pulgas de la cama» de Sancho (I, 30, 329). La descripción de la hija del labrador de Miguelturra es u n auténtico tratado de patología y de variada etiología: perláticos (paralíticos), infecciosas (viruela que la deja tuerta), caries dental, angiomatosa, deforme, probable labio leporino y a d e m á s cheposa. No se queda atrás el hijo, que es «endemoniado» (epiléptico); tiene ectropion p o r q u e m a d u r a s y encima se aporrea él mism o (II, 47, 936). En cuanto a las enfermedades mentales, tenemos el gran loco, y todos opinan así (las citas son continuas a lo largo de la obra), a u n q u e es u n t e m a m u y tratado y discutible, como dije al principio. Y hay también cuadros de doble personalidad, c o m o «el Roto», que lo m i s m o ataca para c o m e r que es sumiso y casi dulce. Y, ¿quién sabe? ¿No serán todos locos menos nuestro don Quijote? 16
La muerte
en el «Quijote»
y la muerte
de don
Quijote
Los héroes de las novelas m u e r e n y viven en la ficción, pero algunos pasan a la realidad y provocan estudios como si de entes reales se trataran. Puede parecer u n a elucubración sin sentido, pero la historia, en sus investigaciones y en el acervo popular, h a hecho de don Quijote u n personaje vital y real. Tanto, casi, como su autor. Y a m b o s vivieron y murieron, y se ha escrito sobre a m b o s respecto a esta cuestión. La m u e r t e en la inmortal novela está presente, y algunos personajes a b a n d o n a n sus páginas, la mayoría de las veces por referencias. El último, y en la c a m a , el protagonista. A pesar de las posibilidades derivadas de las fantásticas aventuras, hay pocas muertes, y las divido en las siguientes: a) Muertes referidas, ya ocurridas o anunciadas: el labrador de Miguelturra es viudo porque a su mujer «la m a t ó u n mal médico que m e la purgó estando preñada» (II, 47, 935). b) Muertes ficticias: Basilio por el a m o r de Quiteria (II, 2 1 , 737). c) Suicidios supuestos o imaginados p o r el lector: Grisóstomo. d) Muertes por a m o r y tristeza: del ya citado Grisóstomo «se m u r m u r a que ha m u e r t o de amores» (I, 12, 119). e) Muertes con clara etiología, de relación causa-efecto inmediata y verlo. Véase nota 6.
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d a r e r a m e n t e reales, y con personajes r e a l e s . El bandolero de Roque Guinart (II, 60, 1.049) y don Vicente (II, 60, 1.044), p o r a r m a blanca y a r m a de fuego, respectivamente. 17
Pero hay pocas verdaderas muertes a lo largo de las i n n u m e r a b l e s páginas y aventuras de la obra que tengan relación con los hechos n a r r a d o s . Y todos en la Segunda Parte, m u y juntos. Y la del protagonista por enfermedad, m u e r t e serena y normal: en la cama, junto a sus amigos y familiares. Así, considero las siguientes muertes reales y casi únicas en la novela: 1) La provocada por Claudio Jerónimo a don Vicente, por hemorragia aguda. 2) El bandolero al que m a t a su jefe, Roque Guinart: t r a u m a craneal y posible descerebración. 3) Los marineros por disparos, en el puerto de Barcelona: por lesiones internas y hemorragia aguda. 4) La de don Quijote... ¿Cuál es la causa? Y ahora vamos con el personaje. ¿Quién muere, Alonso Quijano o don Quijote? ¿Y de qué muere? ¿De viejo? ¿De tristeza? ¿De t u m o r cerebral? ¿Por arteriosclerosis? ¿Por u n cuadro tumoral? O quizá como lógico final de u n personaje de novela cuyo ciclo ha terminado, y que no podía quedar en un manicomio. La supuesta locura podría tener causas orgánicas, por u n a demencia presenil, arterioesclerosis, o u n a tumoración que explicaría sus visiones, sus cambios de carácter, sus alegrías y sus depresiones y que pueden provocar la muerte. Clínicamente podría ser. En este afán de d e s m e n u z a r la obra cervantina en cualquier aspecto, y con las descripciones del autor, e n c o n t r a m o s u n a persona de edad avanzada para la época (la esperanza de vida en el siglo xvn estaría entre los 40 y los 50 años), asténico, irritable, amarillo (ictérico), que come poco, se d e s m a y a y vuelve en sí, elementos que descartan, de entrada, enfermedad infecciosa, hemorrágica, metabólica, cardíaca, congénita y, sobre todo, aguda (aunque sea cerebral). Hace pensar en u n cuadro de consunción, de agotamiento, p o r enfermedad que evoluciona en u n o o dos años, y puede ser u n síndrome de neo hepática o cabeza de páncreas. Sin las exploraciones complementarias de hoy, tan sofisticadas, b a s á n d o n o s sólo en u n a historia clínica hipocrática. Es u n a opinión m á s , resumida, y la expongo. Al principio, Cervantes hace loco a Alonso Quijano. Al final le hace morir cuerdo, quizá lo que fue siempre. Entre estas dos frases, don Quijote.
17. Véase nota 8.
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Las ciencias
(medicina)
en los siglos XVI y XVII en
España
Los estudios, entre otros autores, de Granjel, Laín Entralgo, López Pinero, etc., sitúan en su punto exacto los conocimientos científico-médicos de los siglos xvi y xvii en el m u n d o y en España. Transición y revolución de u n a época considerada oscura (la E d a d Media), y que no lo es tanto, al Renacimiento, a ese despertar donde surgen H u a r t e de San Juan, Luis Mercado, Montaña de Monserrate, Miguel Servet, Vesalio, y tantos otros. Persistirán la sabiduría popular, los remedios caseros, las supersticiones, lo sobrenatural, las ideas de Hipócrates y Galeno, que se van superando, aunque hoy día algunas sean válidas aún. Los médicos, cirujanos, boticarios, eran otra cosa de lo que son hoy, y los medios de difusión no existían. ¿Qué p e n s a r de Cervantes respecto a los conocimientos que m u c h o s le suponen en esa época científicamente revolucionaria? No es muy probable que el ilustre alcalaíno tuviera tiempo para leer libros científicos, ni poseyera éstos, y es aventurado afirmar, como algunos estudiosos, su saber médico. Lo lógico es que no. Pero ahí quedan, a lo largo de su obra, sus opiniones, sus observaciones, su profundo conocimiento de la vida, su agudeza y exactitud en las descripciones, su saber de remedios caseros, de refranes. Leer el Quijote para saber medicina, según la anécdota que se atribuye a Sydenham (y que refiere el Dr. Reverte), m e parece exagerado; pero quizá nadie haya puesto tanto a m o r (aunque a veces parezca amor-odio) al describir la anatomía, los caracteres, los síntomas de enfermedad, las lesiones de los h o m b r e s , de su h o m b r e símbolo don Quijote entre todos. Quizá no supiera medicina, ni tenía por q u é , pero sí conocía la vida y la naturaleza h u m a n a como nadie. Volviendo al tema de este apartado y respecto a las normativas vigentes de la época, Felipe II encarga a Luis Mercado redactar las instituciones que debían regir los exámenes de médicos, cirujanos y algebristas ante el tribunal del protomedicato. En la práctica, se comienzan las disecciones, que culminarán con Vesalio, y también las sangrías. Pero en esa época la sangría es la panacea, no lo selectiva del siglo xx, y hay discusiones sobre ella. Así, por ejemplo, Vesalio la practica cerca de donde se produce el dolor, mientras árabes y medievales lo hacían en la parte m á s alejada del síntoma. E n el Quijote hay referencias pero no discusión científica. Si nos referimos a la fisiología, sigue siendo galenista, pero pronto surgirán innovadores como Servet, que descubre la circulación menor; Fabricio, que estudia la fibra muscular y su movimiento, etc. Algunos datos que cita Cervantes son del dominio popular, como las «fie18
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18. Véase nota 4. 19. Véase nota 15.
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bres pestilentes» (I, 19, 189), ya que hay u n a epidemia entre 1597 y 1604 que provoca u n a s 600.000 muertes, casi u n 7 % de la población española. No p o d e m o s olvidar la que sí parece segura influencia y conocimiento por parte de Cervantes de la obra de J u a n H u a r t e de San Juan, Examen de Ingenios para las Ciencias, que influyó en la tipología de sus personajes. El t e m a cirugía, y m á s concreto el de cirujanos, tiene m á s directa relación p o r la profesión de Rodrigo de Cervantes, padre de don Miguel. Laín E n t r a l g o cita los de «ropa larga» o universitarios y los de «ropa corta» o barberos, sin formación teórico-práctica en las facultades. La función de cirujano la practican personas carentes de formación universitaria, empíricos hábiles en alguna operación. Y quizá fuera así el progenitor de Cervantes. Otras profesiones como los algebristas, que reducían luxaciones y arreglab a n fracturas, hernistas, oculistas, litotomistas pululan p o r la obra, pero, a veces, o siempre, don Quijote (o Cervantes), parece confiar m á s en los bálsamos, curanderos u otros personajes caballerescos. El médico, que debía curar ciertas enfermedades, no intervenía, y hasta hace pocos años h a sido así, en situaciones c o m o partos, atendidos p o r comadres o parteras. Pero la ciencia aún no había dado el gran salto (y m e refiero al fríamente científico-tecnológico, que quizá no h u m a n o , a veces m á s importante). Estamos en u n a E s p a ñ a de u n o s 8 millones de habitantes, sin grandes ciudades, con predominio de población en núcleos rurales, como el lugar donde vive nuestro hidalgo, y cuyo medio conoció Cervantes en sus avatares. Perviven aquí prácticas médicas empíricas, curanderismo, supersticiones, creencia en lo sobrenatural y en lo ancestral. No ocurre igual en las ciudades importantes, con famosos médicos de corte, y que no existen fuera del medio u r b a n o , a u n q u e aparte del protomedicato hay cofradías c o m o la de San Lucas, San Cosme y San Damián, que realizaban exámenes similares, y ya se ataca el intrusismo, hay honorarios fijados y parece surgir u n a clase que d a r á lugar pronto a esa profesión liberal que tanto da que hablar. Pero los médicos de los que habla Cervantes, el que m a n d a n llamar para tratar a don Quijote, no parecen ser esos ya importantes, con conocimientos m á s o m e n o s actualizados y que tratan a la nobleza o la naciente burguesía. Y r e s u m o que, en estos siglos, la m e d i c i n a se va a seguir h a c i e n d o en p a r t e al m a r g e n de las universidades, persistiendo la tradición islámica, hipocrática y galénica, a u n q u e se vayan c r e a n d o c á t e d r a s a p a r t i r ya del si20
21
glo XIII.
Pero la ciencia seguirá separada de la técnica que realizaban m e r o s artesanos, que compartían su trabajo con otros quehaceres, y desde luego, en el 20. Véase nota 12. 21. En lo relativo a las ciencias (medicina), véase L.S. Granjel, op. cit., t. III, p. 119 ss.; Laín, op. cit., t. IV, p. 180 ss.; y 78-95; H. López Méndez, J.M. López Pinero, p. 40-46, J.M. Reverte; también el capítulo de J.M. López Pinero en Historia de España de M. Pidal, vol. XXVI-1 (p. 157-231) (El siglo del Quijote). Véase también nota 13.
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m u n d o rural, el que hoy l l a m a r í a m o s titular era el b a r b e r o s a n g r a d o r m u e l a s , y personaje i m p o r t a n t e del e n t o r n o de hidalgo. ¿Y de la influencia de esta ciencia aquí esbozada sobre Cervantes escribe el Quijote y se ha a s e n t a d o en Madrid? No cabe p e n s a r que amplios conocimientos. No tenía p o r qué. Era el g r a n escritor, el gran ta, p e r o n a d a m á s . Y n a d a m e n o s .
y sacacuando tuviera novelis-
BIBLIOGRAFÍA
Se expone una aproximación a la bibliografía de estudios relacionados con temas médicos, algunos muy selectivos y otros generales. He manejado algunas obras y otras provienen de diferentes repertorios bibliográficos. Así como obras generales no directamente relacionadas con la medicina. Pienso que debe haber bastantes más estudios, sobre todo referentes a la locura, en revistas a las que no he tenido acceso y que figuran en vastos repertorios citados. y M E S A , José, Un capítulo del Quijote, Sevilla, 1 8 9 8 . José Luis, Historia crítica del pensamiento español, tomos 2 y 3 , Madrid, 1 9 7 9 . Anales Cervantinos, Revista Madrid, tomo I ( 1 9 5 1 ) a tomo X X V - X X V I ( 1 9 8 7 - 1 9 8 8 ) . ABAURRE
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Híspa-
APÉNDICE Relaciono los Títulos de las fichas recogidas, que no forman capítulos aparte, ya que muchos se interrelacionan. Tengo también recogidos los del Quijote de Avellaneda para un análisis comparativo, y sigo la misma relación en el resto de la obra cervantina. Son los siguientes: Actitudes Amenaza de lesiones Anatomía Astenia Ataques
Azotes Belleza Boticarios Caídas Calentura
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Coma Comparaciones con el de Avellaneda Conmoción cerebral Contusiones Corazón Cuchilladas Curaciones Curanderos Desmayo Dieta Dietética Dolor Embarazos Encantadores Enfermedades congénitas Enfermedades gastrointestinales Enfermedades infecciosas Enfermedades mentales Enfermedades metabólicas Enfermedades parasitarias Enfermedades renales Enfermedades yatrógenas Enfermedades varias Etiologías Exageraciones Fatiga Fisiología Fracturas Golpes
Hospital Huesos Lesiones caballerescas
Hambre
T r a u m a t i s m o s varios
Hematomas Hemorragias Heridas
Varios Violación Virginidad
Libros
Locura Medicinas Médicos Menstruación Mitología Muerte Obesidad Palidez Palos Partos Politraumatismos Prevención Salud Sangre Sangrías Sanidad Síntomas Sueños Suicidios Suspiros Terapéuticas Traumatismos Traumatismos cráneo-faciales Traumatismos extremidades Traumatismos torácicos
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