fruticultura
Alejandro Giayetto • Técnico INTA Alto Valle •
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AVES EN
LOS
M ONTES FRUTALES Durante los últimos años, en el INTA Alto Valle se caracterizaron 85 especies de aves presentes en el monte frutal. A continuación se describen las más perjudiciales para los cultivos de la zona, y algunas de las estrategias que se utilizan para combatirlas
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Las aves siempre han llamado la atención del hombre por su capacidad de volar (que envidiamos profundamente), por su canto o por sus colores vistosos. Su estudio, ubicación taxonómica, biología y ecología son abordados por la ornitología, disciplina que cuenta en el país con un gran número de adherentes. La especialidad también se ocupa de la biodiversidad, el comportamiento y la importancia que tienen estos organismos para el hombre ya sea desde un punto de vista beneficioso como perjudicial. En la historia del hombre las aves han ocupado un lugar importante como fuente de alimento (las de corral en general), con fines ornamentales, en cetrería e incluso como antiguos “correos electrónicos” (palomas mensajeras). Sin embargo, en la medida que la agricultura se instaló como forma sedentaria de vida en los pueblos y la tecnología fue avanzando para desarrollar grandes extensiones cultivadas, algunos grupos de aves acompañaron este desarrollo beneficiándose de esas fuentes de alimento ilimitadas que nuestra especie les proporcionaba. De esta manera, tuvimos que “competir” con ellas a fin de evitar pérdidas en los cultivos. Probablemente, aquellas especies granívoras, grandes grupos de passeriformes (pajaritos), columbiformes (palomas) y psittaciformes (loros y cotorras) fueron las que mayor provecho obtuvieron y, debido a su gran adaptación a distintos nichos, acompañaron al hombre en la expansión de la agricultura y en la diversificación de los cultivos.
En el Alto Valle la situación no es distinta a lo que pasa en otras zonas productivas. Hace tiempo que el chacarero convive con las palomas, sobre todo quienes producen fruta de carozo. En los últimos años se ha notado un incremento sustancial de las poblaciones de loritas, en particular la especie Myiopsitta monachus (catita, lora argentina o cotorrita) que se ha adaptado muy bien a la zona y ha empezado a ocasionar daños cuantificables tanto en frutales de pepita como de carozo. Así también, otros loros producen severos daños en nuevas zonas de cultivo. El daño no solo contempla el deterioro de la fruta, implica también la ruptura de ramas por el peso del ave y, en algunas situaciones, la transmisión de enfermedades. En este sentido pueden observarse dos situaciones: el ave puede actuar como vector mecánico de esporas de hongos y/o bacterias visitando órganos enfermos de algunas plantas y llevándolos a distancia a plantas sanas (este mecanismo es bien conocido para el caso del tizón de fuego -Erwinia amylovora-, bacteria que no está presente en el país pero causa severos daños en las principales regiones productivas del mundo). O bien, puede producir pequeños daños en la fruta, lo que a posteriori se transforma en puerta de entrada de algunos patógenos secundarios y, una vez cosechada la fruta y llevada al galpón y/o al frío, el microorganismo encuentra condiciones de temperatura y humedad óptimas para su desarrollo.
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Descripción de las principales especies perjudiciales Psittaciformes (loros y cotorras) La cotorra argentina (Myiopsitta monachus), también llamada cotorrita gris, es un ave altamente gregaria proveniente de Sudamérica. Su tamaño es pequeño, con un largo no superior a los 30 cm. La coloración del dorso y la cola es verde, y el pecho, la parte inferior del cuello, la frente y las mejillas son grises. El iris es café oscuro y las patas son del mismo color. Es el único miembro de la familia de los loros que no hace sus nidos en cavidades de árboles. Sus nidos son construidos generalmente con ramitas de plantas espinosas entretejidas, y los comparten un buen número de parejas en árboles o en estructuras artificiales como torres de radio-comunicación o tendidos eléctricos. Coloca de 5 a 8 huevos por nidada, los que demoran unos 26 días en incubar. Se adaptan a cualquier tipo de climas templados o tropicales. Su alimentación se basa en frutos, semillas y flores. Sus principales predadores naturales son las aves rapaces y las comadrejas. En nuestros valles se ha adaptado perfectamente. Hasta hace algunos años su distribución llegaba al Valle Medio, pero hoy en día se la observa cada vez con más frecuencia en el Alto Valle, en la costa del río y alimentándose en las chacras.
Los loros barranqueros (Cyanoliseus patagonus) pertenecen a la familia de los psitácidos. Son aves de porte importante (43 a 47 cm). Su cabeza y lomo son de color verde oliva oscuro. Presentan un anillo ocular rodeando el ojo, de color blanco. La parte superior del pecho es blancuzca, mientras que la inferior es verde oliva. El abdomen, piernas y lomo son de color amarillo, y la parte central del abdomen es anaranjada. La cubierta de las alas presenta un color oliváceo y la cola es gris olivácea, mientras que el pico es gris oscuro, ganchudo y corto. Es una especie gregaria y bulliciosa. Anida en cuevas de barrancos, de allí su nombre, durante todo el año. Su postura en época de cría son 2 huevos de color blanco semibrillante y bastante redondeados, de tamaño de 37 x 31 mm. Es muy frecuente en el Valle Inferior, y en algunos sitios se lo ha considerado como plaga. Se lo suele asociar con daños en los cultivos de frutales y de uvas, particularmente en aquellos sitios nuevos para el cultivo, donde el monte natural o la estepa arbustiva se mezclan con éste.
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Tomado de www.fotosaves.com.ar
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Columbiformes (palomas) La paloma torcaza (Zenaida auriculata) es un ave que vive comúnmente en toda Sudamérica. Se la puede encontrar en lugares abiertos, aunque se ha adaptado muy bien a las zonas urbanas y cultivadas. Construye un nido pequeño en los árboles, donde pone tres huevos blancos que eclosionan en 12 a 14 días. Mide alrededor de 24 cm de largo. Esta especie se ha adaptado al ambiente del monte comercial. El sistema de cultivo en nuestros valles, donde muchas veces se alternan montes comerciales de frutales de pepita y carozo con otros cultivos hortícolas, permite a esta especie en particular, y a la gran mayoría de las aves en general, contar con una fuente de alimento alterante a lo largo del año. Así también, la presencia de alamedas como barreras rompeviento le ha asegurado sitios seguros para la nidificación.
Habita en los bosques chaqueños y del espinal, principalmente de algarrobos, en la selva tropical, en la selva de ribera, en la nuboselva tucumano-oranense argentina, en zonas semiáridas y húmedas de pastizales y arbustos. También es abundante en zonas urbanas. En la actualidad, esta especie expandió su distribución geográfica en Argentina, en virtud de verse favorecida por la ampliación de la frontera agropecuaria, al igual que Columba picazuro (otra especie de paloma cada vez más frecuente).
La Paloma de alas manchadas, paloma moteada o paloma cenicienta (Columba maculosa) tiene una distribución geográfica similar a la anterior especie, principalmente en los países del Cono Sur de Sudamérica.
Su largo total es de aproximadamente 33 cm, algo menor que Columba picazuro e igual a Columba livia (paloma común). Es más confiada que la primera y su canto es similar, pero más ronco. Se diferencia de ésta por tener cuello sin filetes, notables alas con pecas blancas, e iris de color gris. Tomado de www.faculty.ucr.edu
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La torcacita, palomita de la Virgen, picuí, urpilita o tortolita cuyana (Columbina picui) es un ave columbiforme nativa de América del Sur. Es una de las especies más comunes de palomas silvestres en su zona. Su plumaje es poco vistoso; muestra la cabeza grisácea y el dorso gris a castaño. La garganta tiene un collar blanquecino. Las alas son pardogrisáceas, con motas negras o azul muy oscuro; abiertas al volar se distinguen dos bandas negras y una blanca. La cola muestra una orla blanca bien visible. La hembra es ligeramente más oscura y menos grisácea y no supera los 18 cm de largo. El pico es negro y las patas rojas. La especie se asienta en ambientes muy diversos, desde estepas y sabanas hasta zonas boscosas y entornos urbanos. En regiones de abundancia alimenticia forma grandes bandadas de cientos de ejemplares, pero normalmente forma parejas. Se alimenta principalmente de granos. La reproducción es constante a lo largo del año, aunque la mayor parte de las uniones se registran en primavera y verano. El nido es muy precario, a veces una plataforma sin paredes construida a base de tallos de gramíneas y palitos, con o sin revestimiento de plumón en la cara interna. Pone en días alternos dos o más raramente tres huevos de color blanco.
Passeriformes (pájaros) Estudios realizados en la Estación Experimental Alto Valle indican que existen alrededor de 85 especies de aves asociadas directa o indirectamente a la producción frutícola, de las cuales 40 hacen uso pleno del hábitat (nidificación, alimentación y vivienda) y unas 10 pueden producir daños en el cultivo. Los “pajaritos” son un grupo muy heterogéneo de aves que, en general, poseen hábitos alimentarios muy diversos. Entre los más frecuentes pueden citarse los horneros, zorzales y calandrias, muy abundantes en nuestras chacras.
Medidas utilizadas por el hombre para minimizar el daño por aves A lo largo de la historia de la humanidad siempre se han tomado medidas para impedir el ingreso de aves a los cultivos. Su comportamiento indica que van haciendo pruebas sobre los frutos y los daños aumentan proporcionalmente a la maduración del cultivo. En general, a mayor contenido de azúcares en los frutos se observa mayor daño. Una de las medidas primariamente adoptadas fue la caza. En algunas provincias argentinas como Córdoba, por ejemplo, la caza de la paloma está habilitada todo el año. Ello interesa desde un punto de vista económico por la gran cantidad de extranjeros que viaja a la provincia con estos fines, dejando interesantes divisas. Sin embargo, desde un punto de vista ecológico, se ha demostrado que cuando se ejerce presión sobre este tipo de plagas disminuyendo el número de individuos capaz de alimentarse sobre los cultivos, el número de posturas (huevos) aumenta en la próxima temporada y se recuperan rápidamente los niveles poblacionales iniciales. En los cultivos anuales y que ocupan grandes extensiones se utilizan cebos tóxicos. Además de su elevado costo, esta práctica conlleva el riesgo de impactar negativamente sobre todo el ecosistema. El uso de aves rapaces (halcones, aguiluchos, águilas, gavilanes) es una práctica milenaria y en la actualidad puede considerarse como una alternativa limpia. En este sentido, la Asociación Argentina de Cetrería ofrece sus servicios en la página web http://www.cetreria.com.ar/principal.htm >
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Entre otros métodos alternativos existen los repelentes. Éstos se aplican sobre la fruta debiendo reunir condiciones mínimas para su uso. Tal vez las más elementales sean la de no alterar el sabor de la fruta y la de degradarse totalmente al momento de la cosecha. En la Estación Experimental del INTA Alto Valle se llevó a cabo una experiencia a fin de evaluar el principio activo Metil antranilato al 14,5%. El ensayo se realizó sobre cerezos (cv. Newstar) con dosis de 0,3, 0,6 y 0,9%. La evaluación al momento de cosecha puso en evidencia que la dosis más alta redujo el daño por pájaros en un 50% respecto al testigo no tratado (10% vs. 22%). Estos productos podrían tener un mejor comportamiento si se elige bien el momento de aplicación. El uso de cañones con aire comprimido permite preservar del daño a la fruta
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por un período corto ya que, pasado el tiempo, las aves se acostumbran a las explosiones y retornan al cultivo rápidamente. El estudio del comportamiento animal (Etología) ha permitido desarrollar algunos métodos como son el empleo de aerosoles con “olores a predador” (generalmente gatos), la utilización de ultrasonido, espantapájaros electrónico (que produce sonidos de alarma según las especies a controlar) y el uso de disuasivos visuales (visual scare) como métodos de distracción y desorientación como material reflectante, globos y siluetas de depredadores. La única solución efectiva hasta el presente ha sido la colocación de mallas en el cultivo, pero su elevado costo hace que no sea una técnica accesible para la mayoría de los productores. El problema está planteado. Se sabe que las aves son capaces de producir en los frutales de pepita y carozo una pérdida que puede rondar el 40%. Probablemente la combinación de alguno de los métodos expuestos pueda presentar una solución. ¤