RESUMEN Las emociones son sistemas inteligentes de respuesta de nuestro cerebro que nos permiten reaccionar de forma apropiada y rápida a los acontecimientos de nuestro entorno. Las emociones nos permiten actuar sin tener que pensar. Huir, atacar, o defendernos son procesos que ejecuta nuestro cerebro sin que seamos conscientes de los complejos procesos que ocurren en nuestro cuerpo. Las emociones básicas, por ejemplo, el miedo, la ira, la tristeza, el asco o la alegría, poseen un conjunto de características comunes como respuestas fisiológicas específicas, una expresión facial y corporal determinada, cambios atencionales y cognitivos, y una experiencia subjetiva sobre lo que nos ocurre y que nos permite asignarle una etiqueta verbal. Para muchos neurocientíficos, nuestro cerebro tiene un sistema de procesamiento emocional básico fruto de la evolución que nos permite la supervivencia a condición de ser poco permeable a la experiencia y permanecer casi inalterable a lo largo de la vida. Por otra parte, tenemos otros tipos de emociones como los celos, la culpa, el orgullo o la vergüenza. A estas las denominamos emociones complejas y están más vinculadas con nuestras interacciones sociales y la cultura y, a su vez, menos determinadas biológicamente y no preparan necesariamente al individuo para la acción. Esto implica que tenemos que adaptar nuestro cerebro a las demandas cambiantes y complejas del siglo XXI. Para ello, debemos educar las emociones desde los inicios del desarrollo del individuo. HISTORIA Un día, en el colegio, jugábamos durante el receso mis amigos y yo, no recuerdo a qué, pero recuerdo que reíamos a carcajadas porque toño se había caído de manera muy chusca y lo vi como si fuera en cámara lenta, un pie se le atoró con el otro, andaba a tropezones cuando de pronto no pudo controlar el equilibrio y cayó de puro cachete, ni las manos puso el muy zopenco, de pronto, un silencio de preocupación nos inundó… pero un instante después él se levantó con una mueca de sonrisa y fue ahí cuando todos soltamos la carcajada, incluso toño; sin embargo no durarían mucho tiempo esos carcajeos pues empezamos a escuchar unos ladridos muy fuertes, era el perro del conserje, quien de pronto sin saber cómo o porqué el perro estaba furioso ladrándole a toño, por un momento el perro dejó de ladrar pero seguía gruñendo frenético y no apartaba la vista de él, toño tenía mucho miedo, se veía claramente en su rostro y se quedó paralizado, entonces el perro dio un paso hacia toño, yo cerré los ojos pues creí que lo mordería directo en su cara pero de la nada se escuchó un grito e inmediatamente los volví a abrir, era paco, quien empezó a gritarle al perro y a hacer ademanes, entonces el perro volteo la mirada hacia paco, lo observó un breve instante y éste perdió el interés y se fue andando ya sin ladrar ni gruñir; otro silencio nos invadió… aún más grade que el anterior, pero sonó la chicharra y volvimos al aula. De regreso a casa mientras veía las casas pasar por la ventanilla del bus, no podía dejar de pensar en lo que pasó, me hacía muchas preguntas, ¿Por qué el perro estaba enojado con toño? ¿Por qué cerré los ojos? ¿Por qué toño se quedó paralizado y paco lo defendió de inmediato? ¿Por qué me siento celosa de no haber ayudado a toño? Cuando llegué a casa le pregunte a papá y me dijo que el instinto hizo la diferencia y que éste ha permitido vivir al homo sapiens más de 150 000 años y que gracias a eso existimos nosotros; yo creo que todos teníamos miedo pero reaccionamos diferente ante la misma emoción; entendí que tal vez se pueda aprender a reaccionar diferente ante el miedo u otra emoción y que probablemente no sea innato por instinto como dice papá, pues no quiero que un perro me muerda porque anda por ahí muy enojado y yo solo pueda cerrar los ojos.