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Dios por ello, porque, junto con mi marido, fue quien me dio las primeras enseñanzas de la. Biblia. Esto no significa que nunca hayamos tenido diferencias o ...
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REMIENDOS Y BOTONES Por Arlina Cantú Lectura bíblica: 1 Tesalonicenses 4:6-11 Texto Clave: Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios. Hebreos 13:16 No muchas mujeres en el mundo pueden decir que amaron a su suegra. Yo sí. Y le doy gracias a Dios por ello, porque, junto con mi marido, fue quien me dio las primeras enseñanzas de la Biblia. Esto no significa que nunca hayamos tenido diferencias o que nunca se diera una fricción entre nosotras. Significa que el amor de Dios que existía en su corazón, le movió a tolerar mis fallas de juventud cuando yo todavía no aceptaba a Jesucristo como mi salvador personal. Me dejó grandes muestras de su cristianismo práctico. Y ahora que ya reina con Jesucristo, sé que su enseñanza marcó mi vida para que yo recordara siempre cómo el Señor se agrada de que vivamos. Han pasado 35 años de que la conocí. La invitábamos una vez al año a visitarnos y se quedaba por varios meses en casa. Aún me parece recordar su voz cantando himnos. Lo mismo le daba alabar a Dios mientras cocinaba que mientras lavaba su ropa o se bañaba. Disfrutaba mucho invitando a comer o a cenar al pastor de la iglesia a la que asistíamos, para hacerle consultas que le inquietaban sobre las Sagradas Escrituras. Ahora que han pasado los años pienso que tal vez lo hacía más para que yo fuera instruida que para ella misma. Y quizás el ejemplo más impactante como ama de casa que soy, fue verla cuando practicaba la misericordia para con los menesterosos o con las personas de menos recursos que nosotros. Por ejemplo: a la señora que trabajaba en el servicio de la casa, siempre le obsequiaba de sus vestidos o de sus zapatos. Era increíble para mí que viniera cargándolos en su maleta desde su casa. Y todavía más increíble que nunca se los dio en mal estado. Muchas veces la contemplé invertir su tiempo en remendar las prendas que lo necesitaban y si les faltaban botones los compraba y se los pegaba. Si los zapatos necesitaban alguna reparación, me pedía que la llevara al zapatero y pagaba por que los dejaran en el mejor estado posible. De igual manera, cuando el velador de la privada donde vivimos hacía su ronda nocturna en las duras noches de invierno, buscaba entre su equipaje lo que había conseguido que le obsequiaran – como guantes y bufandas- y se los daba diciéndole que eran para que no pasara mucho frío. Y a los que trabajaban en la recolección de la basura de la ciudad, les guardaba la comida que quedaba en los sartenes y que ya nadie se iba a comer. La ponía en frascos que lavaba con anterioridad, expresamente para ello, y con profundo amor cristiano les explicaba que todo aquello estaba en buen estado, higiénicamente guardado y agregaba sonriente que además tenía muy buen sabor.

A Dios sea la gloria por la vida de mi amada suegra. Por Mamá Mina. OREMOS POR TODAS LAS SUEGRAS DEL MUNDO. Usado con permiso. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.