Recientemente en Bahía Blanca, una ciudad costera que sin embargo ...

Heredia Chaz, Emilce (2012), “The sea in the city. Art and politics in ..... o bien, lo cercano y lo lejano, lo visible y lo invisible, lo cotidiano y lo extra-cotidiano.
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Versión en español y con modificaciones del texto Heredia Chaz, Emilce (2012), “The sea in the city. Art and politics in environmental conflicts”, Third Text, (en prensa)

Recientemente en Bahía Blanca, una ciudad costera que sin embargo vive de espaladas al mar, se ha producido una invasión de gaviotas, cangrejos, flamencos y peces. Esta fauna marina ha irrumpido en la calles de la ciudad haciéndose presente en marchas, jornadas y actos, ha ocupado sus paredes por medio de murales y diversas intervenciones urbanas e incluso ha logrado fisurar el cerco mediático instalándose con fuerza en la prensa local. Toda una nueva estética se ha ido conformando en torno a las múltiples acciones de lucha del movimiento socioambiental que emergió al calor de diversas problemáticas medioambientales que atraviesa la ciudad, teniendo como principal factor aglutinante la oposición al proyecto de dragado del área interna del estuario de Bahía Blanca y la consiguiente expansión del complejo industrial y portuario. Gaviotas y cangrejos, flamencos y peces abrieron una grieta en el cinturón industrial que ciñe la costa de Bahía Blanca, diciendo no al dragado, sí a la vida e interpelando el modelo de ciudad vigente.

UNA CIUDAD COSTERA SIN VISTA AL MAR Durante décadas, la costa de Bahía Blanca (1) no sólo suponía puerto e industria, sino también playa, sol, malla, conservadora, caña de pescar, familia y amigos. Producción y esparcimiento no eran excluyentes, y se podía disfrutar de balnearios como Maldonado, Colón, Galván, la playita de la usina. (2) Incluso, hasta hace unos pocos años atrás, el

puerto constituía un tradicional paseo de fin de semana, que ofrecía la posibilidad de observar grandes buques y pescar en los muelles. Sin embargo hoy, han dejado de existir los balnearios y prácticamente no encontramos paseos con vista al mar. Bahía no sólo no mira el mar, pareciera incluso haber olvidado que existe. ¿Qué fue lo que sucedió? Si bien la franja costera ha venido modificándose desde hace más de un siglo, en las últimas décadas se ha producido un conjunto de intensas transformaciones que han vuelto el espacio costero cada vez más inaccesible para la población. Estas transformaciones necesitan ser comprendidas en relación a la aparición de nuevos actores, dentro de una dinámica donde lo local se encuentra articulado con procesos globales. En el contexto de las políticas neoliberales de desregulación económica y reforma del Estado que se aplicaron en la década del ´90 en la Argentina, el gobierno nacional decretó la disolución de la Administración General de Puertos, entidad estatal que tenía hasta entonces bajo su responsabilidad la totalidad de los puertos nacionales. Como parte del proceso de descentralización del sistema portuario que se puso en marcha, el puerto de Ingeniero White se convirtió en el primer puerto autónomo del país en 1993, pasando a ser administrado y explotado por el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca (CGPBB). A partir de entonces, bajo la gerencia de este nuevo ente público no estatal, cuyo directorio pasó a estar integrado por mayoría de representantes privados, el puerto comenzó a desenvolverse persiguiendo las premisas de modernización, eficiencia y productividad en pos de captar el arribo de una mayor cantidad de buques y de atraer nuevas inversiones que se radiquen en la ciudad. Teniendo bajo su poder la gestión del espacio costero, el CGPBB comenzó a llevar adelante un proceso de racionalización y cerramiento del área, lo que conllevó una

progresiva privatización del espacio portuario. Tal es así que hoy ya no es posible transitar libremente por ninguno de los muelles y apenas queda una pequeña plazoleta construida por el CGPBB desde donde se puede observar un pedacito de mar. Incluso, la Fiesta Nacional del Camarón y el Langostino, organizada desde hace años por la Sociedad de Fomento de Ingeniero White y que tradicionalmente se realizaba en los galpones del muelle nacional, ha dejado de celebrarse dentro del espacio portuario. También durante los ´90, bajo el mismo marco de las políticas neoliberales, tuvo inicio una vertiginosa radicación de grandes empresas cerealeras y petroquímicas de carácter transnacional, como Cargill y Toepfer, en el primer caso, y Dow Chemical, Solvay y Repsol en el segundo. Al mismo ritmo en que se fue ampliando el complejo industrial y portuario, avanzaron los cercos de alambrado sobre la costa. El estuario de Bahía Blanca fue quedando detrás del cinturón industrial, al tiempo que sus aguas pasaron a ser contaminadas de manera intensa por los desechos de la industria petroquímica. De este modo, se acentuó el carácter productivo y privado del espacio, obviando otros posibles usos y modificando de modo irreversible el medio natural. La franja industrial que se erigió entre ciudad y mar adquirió además el carácter de una economía de enclave en cuanto emplea una cantidad limitada de mano de obra debido a que opera con sistemas altamente automatizados, tiene una exigua capacidad de generar eslabonamientos hacia atrás (proveedores) y hacia delante (clientes), y exporta cuantiosas ganancias. Pero al mismo tiempo que genera un impacto poco significativo en la economía local, produce un impacto ambiental altamente negativo, tanto por consumir de modo intensivo recursos naturales como el gas y el agua, como por generar contaminación en las aguas del estuario y en el aire, perjudicando la pesca artesanal y generando problemas de salud en la población.

Es de destacar que junto a estas grandes transformaciones que configuraron un nuevo complejo industrial y portuario, se llevó adelante la producción de una nueva imagen identitaria que legitimara y justificara los cambios que se estaban efectuando. El concepto de ciudad puerto fue elaborado desde el gobierno municipal en 1996, sostenido por el CGPBB y difundido por los medios de comunicación hegemónicos a nivel local en tanto síntesis de `un proyecto integrador y una propuesta cierta de progreso y afianzamiento de la identidad cultural´ (3) de la ciudad. En efecto, la identidad portuaria se extendió a la ciudad toda, el desarrollo de Bahía Blanca se vio asimilado al crecimiento del puerto. Todo esto al tiempo que este puerto, así como se volvió autónomo del Estado que hasta entonces lo administraba, se fue aislando de la población que supo trabajar en él. El espacio portuario fue desacoplado de los procesos locales, pasando a rearticularse en el marco de dinámicas globales de valorización. Justamente en este momento, se realizó la construcción estratégica del concepto de ciudad puerto, evidenciando la violencia simbólica que fue necesario ejercer con el fin de producir y sostener el nuevo perfil de desarrollo industrial que estaba adoptando la ciudad. Actualmente, los poderes locales promueven el proyecto de dragado actualizando el mismo concepto de ciudad puerto a través de la siguiente operación histórica: si el puerto fue fundado a fines del XIX por parte de los capitales ingleses y vivió una segunda fundación en los `90 con la privatización del complejo ferroportuario, la creación del CGPBB y el arribo de grandes empresas transnacionales, en este momento, la tercera fundación del puerto se estaría gestando en el seno de dicho megaproyecto impulsado por el CGPBB. Con el refulado obtenido del dragado del área interior del estuario sería posible ganar tierras al mar para la expansión del complejo industrial y portuario. Se crearían dos

grandes islas destinadas a superar la actual limitación en la disponibilidad de tierras para la radicación de nuevas empresas y terminales portuarias, llevando aproximadamente al doble la capacidad actual del espacio físico. En efecto, el proyecto de dragado significaría la profundización del perfil de desarrollo industrial. Contra este proyecto es que se ha levantado el movimiento socioambiental de Bahía Blanca, abriendo una disputa en torno al modelo de ciudad vigente.

GAVIOTAS EN LA CIUDAD La crisis hídrica que atraviesa la ciudad, la instalación de la empresa minera Vale en el puerto local, la muerte de un trabajador en la refinería Petrobras, la dificultosa situación de los pescadores artesanales, los problemas de salud en la población… y, principalmente, el proyecto de dragar la zona interior del estuario, constituyeron en estos últimos meses las problemáticas alrededor de las cuales se fue organizando el movimiento socioambiental. Problemáticas que en su conjunto pueden ser explicadas desde el modelo de industrialización que hoy se pretende profundizar. El movimiento socioambiental ha construido el no con argumentos científicos de diversas instituciones académicas de la ciudad que se expresaron en relación al proyecto de dragado (la Universidad Nacional del Sur, la Universidad Tecnológica Nacional y el Instituto Argentino de Oceanografía) señalando el impacto irreversible que causaría sobre el área interna del estuario, un ecosistema espacialmente valioso por la gran diversidad biológica que concentra. También ha construido el no sobre la base del relevamiento y la producción de un conjunto de datos que indican el impacto económico poco significativo y el impacto ambiental altamente negativo que tiene para la ciudad el actual complejo industrial, el cual se pretende expandir a partir de las obras de dragado. Pero al mismo tiempo, el movimiento socioambiental ha venido construyendo el sí

volviendo la vista al mar, valorando el estuario, su flora, su fauna y el disfrute que permite el paisaje. Y también, frente a aquéllos que han querido levantar por sobre los reclamos del movimiento una simple oposición entre economía y medio ambiente, ha venido construyendo el sí dando a conocer proyectos alternativos de desarrollo local ambientalmente sustentables. Si algo caracteriza a este movimiento socioambiental es su heterogeneidad. Vecinos, organizaciones ambientales, docentes, estudiantes, científicos, artistas, sindicatos, partidos políticos comenzaron a movilizarse desde principios del 2011, hasta confluir en enero del 2012 en la Asamblea Ambiental Buenos Aires Sur (AABAS). Una enorme cantidad de energías sociales se han puesto en movimiento para la organización de una multiplicidad de actividades: charlas, marchas, realización de murales, bicicleteadas, conferencias de prensa, recitales, intervenciones en eventos públicos, paseos por el estuario… En principio, el objetivo de este conjunto de acciones ha sido difundir la problemática e informar acerca del impacto socioambiental negativo que generaría el eventual dragado. Es decir, acercar a la población un mensaje alternativo al que circula en los medios de comunicación hegemónicos, donde se presenta la ampliación de la zona industrial como un factor de desarrollo económico para la ciudad, al mismo tiempo que se minimiza el impacto ambiental que pudiera provocar. Este decir y actuar del movimiento se ha visto caracterizado por un tiempo de vértigo y creatividad social en el que la dimensión estética ha jugado un rol central como instrumento para interpelar a la gente desde una posición positiva y proactiva. (4) En este sentido, los murales han funcionado como una llamada colorida, interpelando al peatón desde las paredes de la ciudad. Los primeros murales fueron realizados en

General Cerri a partir de la iniciativa de la entidad conservacionista Tellus, la cual contó con la colaboración del artista plástico cerrense Francisco Felkar. Tellus fue una de las primeras voces que se manifestó en contra del proyecto de dragado, al mismo tiempo que comenzó a organizar una serie de actividades en el marco de la campaña contra dicho proyecto. Las salidas de interpretación natural, donde se invitó a la gente a caminar por el estuario y embarrarse, a descubrir y conocer la flora y la fauna nativas, fueron una de las actividades desarrolladas que contaron con una gran convocatoria. Felkar es un artista de importancia a nivel local, que cuenta además con una significativa trayectoria de trabajo en la problemática ambiental a través de sus obras. La cuestión ambiental como artista siempre me interesó, siempre fui sensible a la cuestión ambiental. En mi obra, antes de esto, ya estaba reflejada pero desde la cuestión de la contaminación en Bahía y White… pero jamás me imaginé, jamás se me pasó por la cabeza, que podría llegar a pasar acá en Cerri, es decir, el dragado como un principio de futuras instalaciones de industrias.

En cuanto Felkar se enteró de las primeras actividades de Tellus, se puso en contacto para informarse y participar, y así fue como se sumó a la organización de los murales. El primero se realizó en agosto del 2011 y, al siguiente mes, el segundo. Para este último, se sumaron además los Vecinos Autoconvocados de Cerri que, recientemente, se habían conformado como agrupación con el objetivo de informar acerca de los peligros que conlleva el proyecto del dragado. En ambos casos, las paredes sobre las cuales se hicieron los murales fueron ofrecidas por vecinos que se encontraban en oposición a dicho proyecto y Felkar fue quien diseñó los dibujos. Los mismos animalitos que Tellus estaba invitando a descubrir a través de las salidas por el estuario pasaron a ser los protagonistas de los murales. Esta fauna marítima ocupó las calles de la localidad siendo representada de manera naturalista. En este

sentido, Felkar afirma, `no inventé nada. Salvo por las luces y las sombras para hacer altos contrastes, los murales los trabajé bien realistas´.

En el primero se pueden ver dos gaviotas y un cangrejo que dicen, en un globito como de historieta, vecinos! digamos sí a la vida y no al dragado. En el segundo, los animales adquieren mayor dinamismo e intensidad. El cangrejo pasa a levantar sus pinzas al aire, la gaviota tiene sus alas desplegadas en posición de aterrizaje. A la escena se suman dos flamencos, uno de los cuales, con rostro severo, expresa ningún emprendimiento vale la salud de nuestros hijos. Para pintar estos dibujos, se realizó una convocatoria abierta bajo las consignas ¡no al dragado!, ¡sí a la vida!, invitando a la gente a traer pincel y mate. Los diseños ya habían sido dibujados sobre la pared por Felkar e integrantes de Tellus el día anterior. Durante las jornadas de trabajo, grandes y chicos, de Cerri y de Bahía Blanca, llenaron los dibujos de color. Colores brillantes, vistosos, contrastantes fueron los que se

utilizaron, en base a los diseños con color previamente realizados. Sin embargo, si bien existió un trabajo de planificación previo, la espontaneidad y la improvisación tomaron su lugar durante el proceso de creación grupal. En este sentido, Felkar cuenta, En el momento puede surgir que se termine un color y hay que inventar otro, hay que llenar un espacio que no se pensaba con otro color, siempre se puede modificar. Pintan nenes chiquitos y se gotea y se chorrea, y hay que dibujar otra cosa para tapar esa mancha y no quede tan como desprolijo.

Aunque Felkar actuó como coordinador, preparando los colores y repartiendo pinceles y tachitos con pintura, siente que el trabajo colectivo, de alguna manera, sucede solo, se desenvuelve de forma orgánica. `Como que nada tapa ni traba la acción del otro. Cada cosa está en su lugar, todo sucede como debe suceder. De forma armónica, va sucediendo, y está buenísimo cómo se da.´

Durante el tiempo que duró pintar los murales, la gente se fue turnando, iba y venía, generando un intercambio que superó el pasar de mano en mano el pincel. La

construcción de los murales, en tanto obras colectivas, generó espacios de encuentro y aprendizaje donde confluyeron vecinos, niños, artistas, integrantes de organizaciones ambientales, científicos, estudiantes, docentes. En el momento de pintar, al mismo tiempo al lado de un vecino hay un científico. Ese científico, a medida que va pintando, también va contando lo que sabe, entonces la información se propaga. La construcción de una obra colectiva, de una obra pública, empieza a juntar gente que no tiene acceso a la información con científicos que tienen todo el conocimiento académico pero que en ese momento tienen que transmitirlo de manera didáctica, lo que genera un intercambio humano increíble.

Con posterioridad, en el mes de octubre, se realizó otro mural pero esta vez sobre tela. Durante la III Marcha Musical Descontaminante que tuvo lugar en la plaza central de Cerri, al mismo tiempo que tocaron bandas musicales, se realizaron juegos para niños y se estamparon remeras, se pintó de manera colectiva una superbandera de dos metros por diez. El dibujo, diseñado también por Felkar, se volvió más complejo y dinámico en comparación con los anteriores murales. La representación adquirió mayor vigor al tiempo que también lo hacía el movimiento socioambiental. Sobre un intenso fondo amarillo, numerosas gaviotas y flamencos vuelan, mueven sus cabezas, abren sus picos. Esta vez las consignas son Cerri crece en armonía con la naturaleza y, nuevamente, no al dragado. Los Vecinos Autoconvocados de Cerri decidieron realizar este gran estandarte para que los represente en las diversas actividades en las que participan. Hasta el momento, habían hecho varias banderas pero de manera rápida, pintadas con aerosol, todas con la consigna no al dragado, sí a la vida. En cambio, esta superbandera los pasó a acompañar en varias intervenciones, no sólo en Cerri sino también en Bahía Blanca. Tal fue así que ya ha necesitado ser restaurada por los daños que sufrió.

A través de estos murales, el cangrejo, la gaviota y el flamenco comenzaron a hablar o, más bien, a gritar a la ciudad, en la ciudad, mensajes claros y concisos, volviéndose más humanos, más cercanos. La idea subyacente en estos murales era, de una forma simple y didáctica, invitar a la gente a conocer, querer y proteger el estuario que tiene a unas cuadras de su casa. Francisco cuenta que anhelaban que

esos animales que están a unos pocos metros o, en algunos casos, a un par de kilómetros, comiencen a ser cotidianos como los perros y los gatos. La gaviota y el cangrejo que están allá en la costa, traerlos al centro del pueblo (…) Una gaviota gigante que empieza a caminar por la ciudad, las banderas y `¿qué es ese bicho?´ Que el que no sabe se empiece a preguntar `¿qué es esa paloma?´ `No, no es una paloma, es una gaviota cangrejera.´ `¿Y ese tipo de araña?´ `No no, es un cangrejo.´ `¿Ese pájaro rosado?´ `No, es un flamenco.´ Como empezar a volver cotidiano eso que era extracotidiano, que estaba desconocido, enterrado allá sólo, que se venga a la ciudad a hacernos recordar.

A su vez, los muros de Bahía Blanca han sido intervenidos de modo activo por el colectivo Murales Los Cangrejos. Este grupo forma parte de Aukan - Asamblea Ambiental del Sur, entidad que ha venido actuando intensamente en el marco del conflicto originado por el proyecto de dragado.

Desde sus murales, Los Cangrejos introdujo a Blinky, el pez de tres ojos tomado de la serie televisiva Los Simpsons, el cual pasó a convertirse en un emblema distintivo del movimiento socioambiental de Bahía Blanca. En la serie, este personaje es un pescadito

mutante generado por los desechos tóxicos que la planta de energía nuclear arroja a las aguas de Springfield. `Bahía Blanca es medio como Springfield´, señala uno de los integrantes de Los Cangrejos. En Bahía Blanca, la imagen de Blinky se actualiza en relación a la contaminación del estuario provocada por el polo petroquímico de la ciudad. El pez de tres ojos ha sido representado por Los Cangrejos en numerosos muros de la ciudad, con colores estridentes, interpelando a los bahienses a través de diversas consignas como no al dragado - sí a la vida, informate, protejamos la ría. Varias de las intervenciones de Los Cangrejos han tenido la particular característica de gozar de una vida efímera. Esto se ha dado, según la ocasión, debido a dos circunstancias. Algunas pintadas fueron realizadas sobre carteleras publicitarias, haciendo uso del alto grado de visibilidad del que gozan esos espacios, los que, por esa misma razón, son disputados por otros actores. De este modo, al cabo de un tiempo ciertos murales terminaron siendo tapados por la colocación de nuevas publicidades. Pero, en otras ocasiones, la vida de estas manifestaciones habría sido interrumpida según órdenes provenientes del gobierno municipal. Las intervenciones sufrieron agresiones directas, durando apenas unos pocos días. Con la construcción de estos murales, y junto a toda una multiplicidad de intervenciones donde los recursos expresivos ocuparon un lugar preponderante, se fue conformando un repertorio creativo de imágenes y consignas a través del cual el movimiento socioambiental fue inscribiendo y visualizando su discurso y sus acciones. Toda una nueva estética de fauna marina comenzó a hacerse presente en la ciudad en ocasión de diferentes eventos y bajo diversos soportes. En eventos públicos como la carrera de atletismo de Reyes y el paso del Dakar por la ciudad, tuvieron lugar auténticos gaviotazos en donde vecinos y estudiantes se hicieron

presentes portando máscaras de gaviotas, y llevando también banderas y carteles. Un ejemplo de esto último lo constituyeron los carteles con flamencos que, simulando ser una señal de tránsito habitual, subvierten el código vial indicando la presencia de este animal costero en una ciudad que no suele mirar hacia el mar. Las marchas también han tenido este mismo carácter performático, desenvolviéndose además la acción de estampar con aerosol sobre la ropa de los manifestantes a partir de un repertorio de consignas e imágenes ya preparado. Así, la imagen circula y se dispersa más allá del momento y el lugar de la manifestación. Los carnavales fueron otro momento en que el movimiento se expresó de manera enérgica y colorida, participando en los corsos de diversos barrios y en el centro de la ciudad. Desde el espacio de AABAS se conformó la Murga Desde El Barro que bailó por las calles con sus estandartes y levitas verdes y amarillas. Además, se construyó de manera colectiva una enorme gaviota que se paseó volando entre la gente, acompañada por integrantes de la asamblea que portaban máscaras de gaviota, llevaban banderas y vestían disfraces de cangrejo y gaviota. A partir de la construcción y el accionar de este repertorio de diversos recursos expresivos, el movimiento socioambiental, de manera más o menos directa, fue trazando y dando visibilidad a la trama conflictual de la que forma parte. Lo anterior implica un movimiento trifásico (5) que es posible observar si nos detenemos, por ejemplo, en lo ocurrido durante los corsos de carnaval. En principio, los recursos expresivos sedimentan un nosotros, devienen marcas de identidad colectiva, en el marco de un proceso de reconocimiento y heterorreconocimiento complejo debido a la heterogeneidad de los participantes, la diversidad de trayectorias, los diferentes grados de definición política. En este sentido, la construcción del gaviotón, las horas que llevó soldar la estructura de hierro, cubrirla

con media sombra, coser y pintar, se dio a través del trabajo colectivo de diversos integrantes de la asamblea posibilitando un espacio de encuentro, intercambio y consolidación del movimiento. A su vez, a través de los recursos creativos se crean audiencias. Es decir, funcionan como medio para acercar el mensaje a la gente, dando visibilidad al movimiento y posibilitando espacios de entendimiento. En el caso del gaviotón, éste llamó la atención de mucha gente desde un lugar de gran simpatía, generando incluso que algunas personas que estaban participando de los corsos se quieran sacar fotos junto a él. Y asimismo, se precisan y visibilizan los adversarios. AABAS pudo participar de diferentes corsos por los barrios de la ciudad pero no exenta de conflictos. En algunos casos se vio impedida de hacerlo debido a las presiones ejercidas por representantes del gobierno local, el mismo que hizo público su apoyo hacia el proyecto de dragado que impulsa el Consorcio de Gestión de un puerto transnacional y de espaldas a la población de la ciudad.

El mensaje político de estas obras se produce en la medida en que una nueva estética ligada a la fauna marítima irrumpe en la ciudad provocándose un choque entre elementos heterogéneos. (6) Es decir, en tanto gaviota, cangrejo, flamenco y pez se expresan en el espacio público de una ciudad que vive de espaldas al mar, mezclándose elementos de diversas áreas de la experiencia, que incluso habitualmente se presentan como opuestas: el espacio urbano y el espacio productivo, la ciudad mediterránea y el entorno marítimo, sociedad, economía y naturaleza, o bien, lo cercano y lo lejano, lo visible y lo invisible, lo cotidiano y lo extra-cotidiano. El encuentro entre elementos heterogéneos, al mismo tiempo que produce la percepción de una ruptura, posibilita un espacio donde se reconfiguran las coordenadas ordinarias de la experiencia de las relaciones entre espacios, sujetos y objetos: se ponen en escena nuevos sujetos, se hace visible lo que no lo era, se vuelve cercano lo lejano, se trae el mar a la ciudad. De este modo, ese choque que atestigua una realidad política en conflicto, simultáneamente abre grietas en el modelo de ciudad vigente desde donde se vuelve posible pensar y construir nuevos modos de vida en que se establezcan relaciones diferentes, no excluyentes, entre sociedad, economía y naturaleza.

CARTOGRAFÍA DE RESISTENCIAS CREATIVAS No al dragado, sí a la vida, la consigna emblema del movimiento socioambiental de Bahía Blanca, constituye al mismo tiempo un enunciado común y articulador de una diversidad de movimientos socioambientales que se extienden por Argentina y Latinoamérica y desde los cuales se sostiene una multiplicidad de luchas en defensa de la vida y contra el saqueo y la contaminación de los bienes comunes. Pese a las diferenciaciones y especificidades locales, la emergencia de estas luchas en su conjunto responde a la drástica redefinición del capitalismo mundial operada bajo la lógica de la

globalización neoliberal, que ha significado una aceleración y profundización de los procesos de expropiación de los bienes comunes de la naturaleza. (7) Durante los ´90, se abrió un nuevo ciclo de explotación intensiva de los recursos naturales por parte de grandes empresas transnacionales en alianza hegemónica con los Estados de la región, generalizándose un modelo de desarrollo extractivo-exportador en base a la utilización de recursos naturales no renovables, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. La minería a cielo abierto, los agronegocios, la industria petroquímica, las explotaciones forestales, la construcción de megarrepresas, constituyen las actividades que se promueven desde este modelo de desarrollo. No es casual, entonces, que hayan surgido nuevas formas de movilización social centradas en la defensa del medio ambiente, que van diseñando una cartografía de resistencias a lo largo y lo ancho de la región, abriendo una disputa en torno al modelo de desarrollo vigente. Estos movimientos socioambientales, de carácter multisectorial y policlasista, suelen adoptar la dinámica asamblearia como forma de organización flexible y no jerárquica. (8) Y además, como se puede observar en el caso de Bahía Blanca, activan formas de intervención política donde la dimensión estética ocupa un lugar de importancia. (9) Los movimientos socioambientales comparten un repertorio creativo de imágenes, consignas y prácticas de lucha que se van redefiniendo de acuerdo a los conflictos y se van renovando con el paso del tiempo. Este repertorio es fruto de la utilización de internet como medio de difusión e intercambio y, en Argentina, de la creación de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) como espacio para articular y potenciar las diversas luchas. (10) El contagio de ciertas consignas de lucha se puede observar en el caso de las asambleas que se extienden a lo largo de la cordillera argentina expresando no a la mina - sí a la vida, el agua vale más que el oro, el Famatina no se toca, y que en

Bahía Blanca fueron apropiadas y resifgnificadas localmente diciendo no al dragado sí a la vida, el agua vale más que el polo, la ría no se toca. Asimismo, murales, murgas, banderas, disfraces, canciones forman parte del reservorio creativo a través del cual los diversos movimientos visibilizan sus demandas en el espacio público. De este modo, nos encontramos con prácticas que no se ejercen a través de las herramientas clásicas de la política. Prácticas que, al mismo tiempo, se vuelven imposibles de evaluar exclusivamente en tanto arte. Esto último debido a que no son privativas de personas que poseen la condición de artistas, sus propios realizadores muchas veces no las consideran como tal, las producciones no circulan dentro de los espacios convencionales de exposición artística y, además, son creaciones colectivas y participativas que pierden la autoría individual. De lo que se trata, más bien, es de un reservorio de recursos socialmente disponibles que no existen ni el arte ni en la política convencionales, pero que hacen del arte un proceso activo y convierten a la protesta en un acto creativo. Es decir, un conjunto de prácticas que se desenvuelven en el espacio público, unificando y redefiniendo el arte y la política. (11) A través de esta multiplicidad de prácticas, los movimientos socioambientales van configurando y potenciando lenguajes de valoración (12) divergentes a los que sostienen empresas y Estados. Éstos últimos, por su lado, promueven actividades extractivas y contaminantes bajo la activación de la narrativa utópica del desarrollo, la cual condensa fantasías y esperanzas sociales en relación al crecimiento económico. (13) Desde esta narrativa, se ejerce la imposición del lenguaje económico como el lenguaje supremo, simplificando y descalificando otros puntos de vista. Por el otro lado, los movimientos socioambientales sostienen lenguajes de valoración en torno a la defensa de los bienes comunes de la naturaleza en tanto condiciones de posibilidad de la vida misma, rechazando la preeminencia del valor económico. De este modo, los

conflictos socioambientales se definen no sólo en tanto conflicto de intereses, sino también como conflictos de valores. En este choque entre sistemas de valorización, se producen las fisuras desde las cuales los movimientos socioambientales introducen no sólo un cuestionamiento al modelo actual de desarrollo, también proponen pensar y construir nuevas formas de vida.

NOTAS (1) La ciudad de Bahía Blanca se encuentra ubicada al suroeste de la provincia de Buenos Aires - Argentina, sobre el Océano Atlántico. Ingeniero White y General Daniel Cerri son dos localidades que pertenecen al partido de Bahía Blanca. Ambas son de interés en el presente texto debido a que el complejo industrial y portuario se ubica en Ingeniero White y, a través del mencionado proyecto de dragado, se lo desea extender hacia el área de General Cerri. Por lo que de aquí en adelante, cuando se mencione la ciudad de Bahía Blanca, las dos localidades estarán incluidas. (2) Este tema ha sido abordado por Ferrowhite Museo Taller a través del proyecto de la Rambla de Arrieta por medio del cual se ha venido trabajando para la recuperación comunitaria del frente marítimo de la ex usina General San Martin y su conversión en un paseo con vista al mar. Actualmente, éste es el único sitio a través del la cual es posible acceder a las costas del puerto. http://museotaller.blogspot.com.ar/ (3) El trabajo de reconstrucción en torno a los imaginarios hegemónicos de ciudad fue realizado en base a la consulta de diversas ediciones y suplementos especiales de La Nueva Provincia, el único periódico de edición diaria de la ciudad. (4) La reconstrucción de las diversas acciones del movimiento socioambiental fue efectuada sobre la base de la realización de entrevistas a integrantes de AABAS durante

el 2012, la consulta de diversas fuentes periodísticas y de documentos elaborados por el movimiento y el relevamiento de imágenes e información en las redes sociales, además de la propia participación en varias de las actividades. (5) Ximena Cabral y Ileana Ibáñez, `Tramas conflictuales / intersticios para la acción: cuerpo(s), espacio(s) y recursos expresivos en las luchas socio-ambientales y su reescritura mediática´, en Los Movimientos Sociales en América Latina. Pasado, presente y perspectivas, Memorias de las Jornadas Internacionales de Problemas Latinoamericanos, Mar del Plata, 2008, pp. 1035-1047 (6) Las siguientes consideraciones fueron elaboradas teniendo presente los siguientes textos de Rancière, no en tanto una teoría acabada, sino más bien como un conjunto de materiales para la reflexión, atendiendo especialmente a las apreciaciones sobre el arte político o crítico. Jacques Rancière, Sobre políticas estéticas, Museu d´Art Contemporani, Barcelona, 2005; Jacques Rancière, `La política de la estética´, Otra Parte, 6, 2006 (7) Horacio Machado Aráoz, `Identidades en conflicto. Reconversión neocolonial, conflictos socioterritoriales y procesos de subjetivación en un contexto periférico del capitalismo global´, Boletín Onteaiken, 4:7, 2009 (8) Maristella Svampa, `La disputa por el desarrollo: territorios y lenguajes de valoración´, en Cambio de época. Movimientos sociales y poder político, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2009, pp 93-114 (9) Ximena Cabral y Leonardo Marengo, `Plásticas de la resistencia en el marco de la depredación´, Boletín Onteaiken, 5:9, 2010 (10) Ximena Cabral y Ileana Ibáñez, op cit (11) El texto de Ana Longoni, `¿Tucumán sigue ardiendo?´, Sociedad, 24, 2005 ha actuado como disparador en la elaboración de estas reflexiones. En el mismo, Longoni

aborda las relaciones entre arte y política a partir del análisis de un conjunto de grupos de arte activista que se movilizaron en el contexto de la crisis del 2001 en Argentina. (12) Joan Martínez Alier, El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Icaria, Barcelona, 2006 (13) Mirta Antonelli, `Miedos del Poder – Escenas del conjuro. La amenaza del activismo contra la depredación y el saqueo de bienes comunes. Argentina Era K´, en Corpolíticas: formaciones de raza, clase y género, Hemispheric Institute of Performance and Politics, Buenos Aires, 2007