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¿REALMENTE LE AMO……..? Juan 14:15; 15:10 Por Darwin ...

Por Darwin Perdomo. Usado con permiso. Para Jesús el verdadero amor, el verdadero significado de ser su discípulo, no era el simple hecho de seguirlo por ...
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¿REALMENTE LE AMO……..? Juan 14:15; 15:10 Por Darwin Perdomo Usado con permiso Para Jesús el verdadero amor, el verdadero significado de ser su discípulo, no era el simple hecho de seguirlo por donde quiera que él fuera, sino el hecho de que le obedecieran. La clave precisamente de dejarse formar por él, implicaba un carácter de fidelidad, representado aquí por la obediencia. Por supuesto este nivel de obediencia es en otras y claras palabras “HACER LA VOLUNTAD DEL PADRE”. Esto fue precisamente lo que el dijo que vino a hacer al mundo. No sé hasta qué punto estoy yo obedeciendo, o mejor dicho no sé si realmente estoy obedeciéndole. Si no lo hago, no puedo decir que lo amo, no puedo decir que soy cristiano, no puedo decir que soy su siervo. Juan 14:15 es más que claro, es ineludible, es la única manera de demostrar que mi amor por Jesucristo es auténtico y si no, estoy mintiendo, así de claro: Si me amáis, guardad mis mandamientos. Que le parece esto, ¿Confuso?, ¿difícil de entender?, ¿significa algo que sólo puede ser interpretación de sabios, o eruditos de la Biblia? ¿Qué hace usted cuando le dicen, mueva esa mesa…..la mueve verdad? Si se casa y vive con su esposa(o) y le dicen ámela…. ¿la va odiar? Si tiene sed y alguien le dice, tenga, beba agua…… ¿la va a rechazar? La única manera de demostrar que he entendido y que verdaderamente estoy convencido de algo, es expresándolo, haciéndolo. Bien dice Santiago, y es algo que tengo grabado siempre en mi corazón, y que por cierto es nuestra mayor falla: Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. (Santiago. 1:22) Esto también esta más que claro y es el significado de decir que amamos a Cristo, y no le obedecemos, precisamente nos estamos engañando a nosotros mismos, estamos conformándonos con lo más simple, ¡con oír y ya! Eso es todo, no necesito nada más, porque habría de necesitarlo al fin y al cabo algún día seré mejor, además éste es un proceso largo. Lamentablemente no es así de simple. Amar a Cristo aún estando en su camino, es hacer su voluntad, no es solamente escucharlo y ya. El amar al Señor implica entonces que le obedezcamos, que hagamos lo que él dice en su Palabra, si no, no podemos decir que le amamos. Por eso debemos preguntarnos………¿Realmente le amo? El Señor es aún más claro en los versículos 23, 24 : El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Sinceramente, no encuentro dificultad en entenderlo o posibilidad de interpretarlo de otra manera; así de claro y sencillo: si le amo, debo guardar su palabra, debo obedecerle. Si no le amo simplemente ¡jamás me preocuparé de guardar su palabra! ¿Para qué va a guardar algo que simplemente no ama, no anhela, no desea? “Ay, es que tener que ir a cada rato, es que tener que dejar mi diversión por ir a la iglesia………tener que estar leyendo la Palabra…muy aburrido….es que….tengo tanto que hacer; es que mi trabajo es demasiado pesado y no me queda tiempo.” Sabe, no sé hasta qué punto está usted amando al Señor, pero sí le puedo decir que lo que hasta ahora hemos hecho es simplemente oírlo. No hemos guardado su Palabra, no hemos permanecido en ella, ni siquiera por un día, simplemente, no queremos hacerlo, o quizás, como decimos a veces, es que no me a nacido. He allí el por qué nuestro gozo no se ha cumplido; porque no guardamos su Palabra y no permanecemos en su amor. Cristo lo dio todo en un solo momento, de una sola vez, sin titubear, sin quejarse, sin criticar la voluntad de su Padre, lo hizo todo por AMOR, POR AMOR HACIA USTED Y HACIA MI. No existe ninguna otra cosa que deba motivar nuestra entrega a Cristo, que no sea el reflejo de su mismo amor en nuestras vidas, solamente así, tendremos el gozo de que el Padre y el Hijo hagan morada con nosotros y cenen con nosotros. El versículo 10 del cap. 15, vuelve a remarcarlo: Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado lo mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Solamente si esto hacemos, podremos con seguridad y gozo decir…¡REALMENTE, LE AMO!

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