¿QUÉ HA PASADO CON LA CURIOSIDAD? - ObreroFiel

mayoría de nosotros cree, que lo que los niños deben aprender ya ha sido establecido. Simplemente depende de nosotros el asegurarnos de que toda la ...
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¿QUÉ HA PASADO CON LA CURIOSIDAD? Por Chris Davis Usado con permiso “Era el primer día de escuela de mi hijo. Ese día, mientras abordaba el autobús, yo estaba tan entusiasmado como él. Era un niño tan listo, creativo e inquisitivo. Yo sabía que progresaría en la escuela. Entonces, un día, muchos meses después, lo esperé en la parada del autobús. Mientras bajaba del camión, de repente noté que algo se había ido de sus ojos. No había entusiasmo, ni chispa. Me asusté. Dije en mi corazón “¿Quién le hizo esto a mi niño? ¿Dónde se fue su vida?” Esta triste historia (o una similar) ha sido experimentada un sin número de veces desde la llegada del movimiento de escuelas públicas. Quizá tú has tenido una experiencia similar y es por lo que tu pequeño ya no va más a la escuela. Sin embargo, ¿sabías que podemos mantener a nuestros niños en casa, y hacer con ellos lo mismo que se ha estado haciendo con millones de niños por más de 150 años? Los niños vinieron a un mundo que está lleno de cosas maravillosas, intrigantes; y si, algunas veces peligrosas. Hay muchísimo que necesitan saber. Y allá afuera, hay toda una subcultura de profesionales entrenados, solo esperando para meter a estos niños en un salón y decirles lo que deben desear conocer. El problema es que, los niños son curiosos. Dios los hizo así. Ellos quieren saber toda clase de cosas, la mayoría de las cuales realmente no son muy importantes; excepto para ellos. ¿Qué te preguntan tus hijos? Sus preguntas son maravillosamente creativas, y a veces irritantes. Ya sea que nuestros hijos estén en la escuela o que nosotros los estemos “escolarizando” en casa, la mayoría de nosotros cree, que lo que los niños deben aprender ya ha sido establecido. Simplemente depende de nosotros el asegurarnos de que toda la información que vayan a aprender se quede realmente dentro de ellos. Pero, ¿son estas las cosas que nuestros niños quieren saber? Si somos honestos, tendremos que admitir que la respuesta probablemente sería, “No.” Desde luego, no preguntamos a nuestros hijos de qué tienen curiosidad, o qué les intriga, o qué les gustaría saber. Después de todo, ¿quiénes son ellos? Son solo niños. Cuando mis hijos eran más chicos, me tomaba una o dos horas y les leía en voz alta nuestro catálogo de The Elijah Company (La compañía Elías). Así es, les leía el catálogo a los chicos, página por página. Frente a mí tenía un pedazo de papel dividido en tres partes. Mientras leía el catálogo, los animaba a detenerme cuando algo les sonaba interesante y pensaban que podrían querer aprender durante el siguiente año. Entonces pasaba en limpio una lista de lo que cada chico había indicado que estaba interesado en aprender. Desde luego, cada niño tenía más en su lista de lo que posiblemente podrían cubrir durante un año, así que pasaba tiempo con cada uno y reducíamos la lista a un tamaño más manejable. “James”, dije durante una de estas sesiones. “Tu dijiste que querías criar serpientes este año.” Mientras leía a través de la sección de ciencia de nuestro catálogo, llegué a la categoría de serpientes, y James me había hecho anotar “serpientes” en su lista. No me importaba que Jaime criara serpientes, si eso era lo que realmente quería hacer. Solo quería que él conociera, de mi propia experiencia siendo un niño de su edad, lo que implica criar serpientes. Después de escucharme atentamente, James dijo, “OK papá, tal vez haga lo de las serpientes el próximo año.” En realidad James nunca perdió su curiosidad por las serpientes porque, a pesar de que nunca crió una, le permití pasar el tiempo que él quisiera estudiándolas. Desde luego, a fin hacer esto con mis hijos, tuve que objetar el punto de vista mundial de que lo que los niños deben aprender, ya ha sido

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establecido. ¿Por qué? Porque si permitimos a nuestros hijos hacer muchas de las cosas que les interesan, se utiliza mucho tiempo que de ordinario sería invertido en enseñarles la información “oficialmente” reconocida. En su muy importante libro, Discover Your Child’s Learning Style, los autores Willis y Dodson hicieron las siguientes observaciones: “Cuando los niños entran al salón de clase del kinder o el primer grado, son juzgados por su habilidad para someterse y actuar de acuerdo a las normas establecidas.” Y, “...la medida de su conformidad y desempeño es la que cuenta. La memorización de hechos, elaboración de exámenes, y el recibir calificaciones reemplaza al investigar, maravillarse, descubrir, jugar, y hacer preguntas.” (pág. 25-26). Asumimos que los niños aprenderán lo que queremos, y que aprendan de la manera que queremos que lo aprendan. Lo altamente peligroso de esta suposición es que, para muchos niños, les es destruido en el proceso lo que realmente queremos para ellos: que cada hijo desarrolle un amor al aprendizaje de por vida. He escrito muchos artículos, y pasado muchos años hablando acerca de métodos de estudio “unitallas” de grados, géneros, paquetes, preempaquetados, alcance y secuencia, que son usados actualmente por muchas familias de escuela en casa. Este tipo de métodos de estudio fueron producidos originalmente cuando se inició el movimiento de escuelas públicas a mediados del siglo XIX, porque estos eran los materiales más útiles para educar eficientemente, a masas de niños en una “fábrica” modelo de escolaridad institucionalizada gubernamental (o, en su caso, privada o cristiana) Al principio del movimiento de escuela en casa, el tipo de método antes mencionado, no estaba disponible para los padres de escuela en casa. La razón es que en los primeros años, los padres de la escuela en casa definitivamente no estaban interesados en reproducir el modelo de la escuela pública, sobre lo que el niño debía hacer durante el día. Puesto que los niños de escuela en casa no utilizaban los mismos materiales que los niños que estaban “en la escuela”, los editores inicialmente no vieron a las escuelas en casa como un “mercado”. Pero, mientras el movimiento de escuelas en casa atraía a familias cuyo interés primario era la educación de sus hijos, los editores de métodos de estudios para escuelas públicas, privadas y cristianas, encontraron un nuevo mercado para su tradicional estilo del método de alcance y secuencia. Los padres de escuela en casa comenzaron a tratar de producir la misma clase de graduados del bachillerato de las escuelas públicas, así que comenzaron a usar el mismo método. En el marco de una escuela institucional, los niños son juzgados por su habilidad para sujetarse y actuar de acuerdo a las normas preestablecidas. Me gustaría sugerir que, en el marco de la escuela en casa, lo que necesita juzgarse es el nivel de curiosidad que se encuentra en nuestros hijos. Recientemente leí un estudio que concluía que el 85% de toda la comunicación dirigida a un niño de tres años es, decirle al niño que no haga algo que está haciendo, o lo malo que ha sido por hacer lo que hizo. Quedé asombrado. ¿Qué tanto hacen todos estos niños de tres años que necesitan tal corrección de continuo? Yo sospecho que están explorando, y al hacerlo, se meten en cosas que no debían. Animando y nutriendo la curiosidad Toma un pedazo de papel y dibuja una línea de izquierda a derecha de la página. Al extremo izquierdo de la línea, escribe “nacimiento.” Al extremo derecho de la línea, escribe “se va de casa.” En alguna parte a lo largo de la línea, pon “12 años de edad” Ahora, desde el nacimiento hasta cerca de los 12 años, las experiencias de aprendizaje de tu niño deben ser tan experimentales como sea posible. Este es el tiempo para incluir actividades ordinarias (p. ej. poner la mesa, construir una casa para pájaros, mirar a través del microscopio) y aprender mientras se realizan. Es el tiempo para comprar muchas guías de campos y un buen microscopio. Coloca un terrario en la mesa de la cocina (o en la barra) y dile a tus

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niños, “Cualquier cosa que encuentren afuera y no sepan lo que es, tráiganlo y pónganlo en el terrario. Traeremos la guía de campo y lo buscaremos.” Esta es la época de tener mascotas, de conocer las estrellas, y hacer miles de preguntas. ¿Miles de preguntas? Si, tú deberías estar haciendo preguntas cada pocos minutos, Y ni siquiera tienes que saber las respuestas. Solo preguntar. “¿Por qué suponen que el pasto es verde y el cielo es azul?” “¿Por qué las flores azules son tan raras en la naturaleza?” “¿Por qué muchos animales se esconden de nosotros?” “¿Qué es la electricidad?” ¿Por qué debes hacer esto? Porque los niños necesitan saber que el hacer preguntas no solo es algo bueno, sino que es la mejor manera de ser un aprendiz de por vida. Si tus niños te escuchan hacer preguntas todo el tiempo, ¿qué crees que harán mientras crezcan? Correcto. Y si crecen haciendo preguntas, quizá no acepten cualquier cosa y todo lo que se les diga. Quizá hasta lleguen a ser inmunes a la publicidad. ¡Ellos pensarán! Los niños de hoy no hacen preguntas porque, tempranamente en sus vidas, se dieron cuenta de que los mayores eventualmente les dirían todo lo que necesitarían saber. Los hombres han creído muchas cosas por largos períodos de tiempo que se han convertido en falsedades cuando alguien decide cuestionar su validez. Pero, primero, alguien tuvo que preguntar. Una de las citas más famosas de Einstein era esta: “Si los hechos no apoyan la teoría, cambia los hechos.” Einstein pasó su vida cuestionando las aceptadas creencias científicas, “La curiosidad es más importante que el conocimiento.” Y, debemos hacer a nuestros hijos preguntas acerca de la Escritura. Si la Escritura es la máxima verdad de las verdades, la fe de nuestros hijos será fortalecida conforme llevemos más preguntas a la Biblia. Reto a los padres, y me reto a mi mismo, a producir un sentido de curiosidad en nuestros hijos. Una de las palabras más importantes que jamás escucharás decir a tu hijo es, “¿Por qué?” La segunda palabra más importante es, “¡WOW!” Este mundo está lleno de expresión, maravillas y curiosidades. Eventualmente, necesitarás añadir la parte académica al aprendizaje experimental de tus hijos. No lo inicies demasiado pronto y nunca permitas que lo académico acabe con la curiosidad. Uno casi puede ver a Einstein moviendo su cabeza mientras escribió, “Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación formal.” Asegúrate que tu educación nunca sea tan formal, que un día notes que falta algo importante en los ojos de tu niño.

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