Prólogo
Obra pública. De tanto escuchar este par de palabras han ido perdiendo su significado original. Hoy confundimos lo público con el trabajo de gobierno, y este extraordinario concepto se ha transformado en referencia a contratos que pagan favores, deuda pública onerosa, retrasos en los pagos a proveedores y, más recientemente, en sinónimo de corrupción, enriquecimiento ilícito y pobre calidad en materiales y acabados. La obra pública nos pertenece a todos y la construimos todos. Se hace obra pública con nuestra riqueza petrolera o con el pago de nuestros impuestos. La levantan empresas que son fuente de trabajo para muchos mexicanos. Se planifica para atender demandas sociales y colectivas, todas aquellas que no puede resolver por sí mismo el mercado. La obra pública debe ser sinónimo de acción colectiva y sus beneficios, indudablemente, sociales. Por eso, cuando la obra pública se confunde con la aparente generosidad del gobernante, su razón de ser se ha perdido. El alcalde no hizo posible la obra pública; la obra pública es posible porque somos una sociedad responsable más allá de nuestros intereses privados. El gobernador no ha construido el camino o la escuela, sino la fuerza de una comunidad empeñada en resolver los problemas compartidos. Sin una sociedad generosa que ponga impuestos al servicio de lo colectivo, habría inversiones sólo en donde hubiera retornos financieros y todos los parques, caminos, puentes, escuelas, serían privados. La obra pública refleja el valor del Estado en la solución de los problemas colectivos y, por eso, abusar de ella es mucho más que desviar el dinero. Cuando la obra pública es vista como negocio privado, los gobiernos atentan contra todos nosotros. Cuando la obra pública sólo sirve a los intereses de unos cuantos, pierde sentido y vigencia y refuerza la desconfianza en las instituciones públicas. Hay que hacer que la obra pública recobre su sentido original de bien colectivo y este índice es una forma de ayudar a hacerlo. Al acercar este tema al concepto de Gobierno Abierto, un hospital deja de ser gu7
bernamental para volver a ser público. Deja de ser el “negocito privado” del servidor público y recobra su sentido social. Abrir la obra pública al escrutinio de todos los miembros de su comunidad es asegurar que sus beneficios se transformen en empleos, ingresos, espacios públicos y mayor calidad de vida para todos. El Índice de Obra Pública Abierta es pionero en el país y, como toda innovación, irá cambiando con los años. Es un instrumento para devolver a lo público lo que nunca debió dejar de serlo y para asegurar que las inversiones de todos sean realmente en beneficio de todos. Los componentes del índice ayudan a entender mejor el ejercicio del gasto y la racionalidad gubernamental. Y aunque ahora se limita a las inversiones hechas en Culiacán, su alcance claramente se ampliará hacia otros puntos cardinales. Demos la bienvenida a este índice que busca que la obra pública regrese a ser la obra colectiva más importante para todos.
Eduardo Bohórquez Director General de Transparencia Mexicana
8