¿Por qué somos tan geniales?

13 jul. 2012 - a inaugurarse en la Fundación Proa, con un aditamento poco trabajado hasta el momento: la puesta en diálogo de lo que ocurría por ese ...
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Arte Muestras

Diálogo del pop brasileño y argentino, una nueva mirada hacia los inagotables años 60, en Fundación Proa

Izquierda: Árbol de dinero, Cildo Meireles, 1969. Arriba: Che Guevara, Claudio Tozzi, 1968

¿Por qué somos tan geniales? POR DIANA FERNÁNDEZ IRUSTA La Nacion

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Viernes 13 de julio de 2012

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E

n octubre de 1967 una fotografía recorrió el mundo: mostraba al Che Guevara muerto, el cuerpo exánime sobre una superficie de cemento, rodeado de militares y periodistas. La perturbadora toma de un casi ignoto fotógrafo free lance –el crítico John Berger la comparó con el Cristo muerto de Mantegna– pronto pasó a formar parte del pregnante universo icónico que rodea la figura de Guevara. Dos años después, el artista argentino Roberto Jacoby incorporaba a una de sus obras otro enorme emblema, el re-

trato que Alberto (Díaz Gutiérrez) Korda realizara en 1960 a un Che de unos treinta años, aquel de la boina negra, el pelo revuelto, la mirada visionaria. En la serigrafía de Jacoby la imagen madre de todos los pósteres aparece inscripta en un afiche con una frase al pie: “Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue de la pared”. Es en esta zona de cruce entre política, experimentación visual y modernización cultural propia de los años 60 donde pone el foco la muestra próxima a inaugurarse en la Fundación Proa, con un aditamento poco trabajado hasta el momento: la puesta en diálogo de lo que ocurría por ese tiempo en los ambientes

artísticos de la Argentina y Brasil. Diálogo, en todo caso, a posteriori y entre las obras, porque –y éste es otro de los puntos que la exhibición viene a destacar– apenas hubo interacción directa entre los artistas de uno y otro país. Con curaduría del brasileño Paulo Herkenhoff y el argentino Rodrigo Alonso, Pop, realismos y política. Brasil-Argentina se propone mostrar un importante número de obras brasileñas que nunca se exhibieron en salas locales (trabajos de Hélio Oiticica, Lygia Pape, Cildo Meireles, Montez Magno, entre otros), y entramarlas con trabajos de Alberto Greco, Nicolás García Uriburu, Marta Minujín, Delia Cancela… y siguen los nombres.

Un mismo clima de época hermana las obras. Los artistas de ambos países estaban sumergidos en la enorme mutación cultural que sacudía Occidente; todos ellos participaban del ascenso del protagonismo juvenil, la búsqueda de nuevos espacios para la mujer, el deseo rabioso de soltar cada uno de los lazos que los ataban a la tradición. También acusaban el impacto de la crisis política que acuciaba tanto a la Argentina como a Brasil; en sus trabajos, de diversos modos, se perciben las estrategias de resistencia cultural y el impacto sufrido ante los golpes de Estado (el de 1964, en Brasil; el de 1966, en la Argentina). Asimismo, la exhibición se ocupa de