¿Por qué quise ser docente? ¿Quiero ser docente? La gestión de la reelección vocacional de los docentes como condición de posibilidad para innovar en la escuela. Lic. Verónica Andrea Caputi
Innovar en la escuela debe ser la consecuencia necesaria de un trabajo previo en torno a por lo menos cuatro preguntas base sobre los aprendizajes que logran o no logran nuestros alumnos: ¿cómo estamos?, ¿cómo queremos estar?, ¿qué y cómo podemos hacer para estar cómo queremos? Las respuestas a esas preguntas serán exclusivas de la institución y del proyecto educativo en el que tengan anclaje. Sin embargo, problematizar las prácticas docentes en contexto, analizando el paradigma en el que inscriben parece ser el recorrido necesario común a toda escuela para armar esas respuestas. Todo modo de hacer profesional se inscribe subjetivamente en el ser que porta esa subjetividad, en el sujeto que sujeta un modo de ser profesional que se le vuelve espejo de su propia identidad. Entonces, no podemos pensar en cambiar las prácticas de nuestros docentes para que impacten en los aprendizajes de nuestros alumnos, sin trabajar con nuestros docentes sobre su identidad profesional. Haber elegido ser Profesor de Historia, porque como alumno había disfrutado leer y estudiar Historia y deseaba seguir haciendo eso para enseñarlo a los que serían sus alumnos, resultaba efectivo cuando del docente se esperaba que supiera mucho de su materia para poder transmitir ese saber en las clases. Eso era perfectamente compatible con el perfil profesional de quienes ejercían la docencia en el marco de la escuela tradicional. En esa escuela, cuanta más información tuviera un docente sobre los contenidos de la materia que debía dictar, mejor profesor sería. Saber cómo sinónimo de portar información para ser enseñada a los alumnos, era condición necesaria de todo buen docente. Cuando se sabía en esos términos, se gozaba de prestigio, de reconocimiento, de validación de la autopercepción profesional positiva. Subjetivamente se reforzaban rasgos identitarios ligados al saber ser-saber hacer. Ahora bien, con la irrupción de nuevas tecnologías que organizaron otros modos de construcción y circulación de conocimientos inscriptos en nuevos modos de concebir las relaciones sujeto-objeto, docente-alumno, contenido – alumno, contenido-docente, escuelaentorno, los docentes dejaron de monopolizar la información o al menos de ser fuente principal de información. Se produjo un quiebre que vació de utilidad y probablemente de sentido a la escuela desde la perspectiva de los alumnos y que puso en tela de juicio la biografía escolar del docente como sostén de la propia identidad profesional en tanto marco referencial al que se recurría para sostener las propias prácticas imitando a los viejos maestros. La innovación aparece, en ese encuadre, como la única salida para no quedar instalado en la repetición de una estrategia pedagógica sobre un mundo-escuela que ya no existe mientras se es parte de otro que se piensa perdurable en la medida en que pueda aprender a aprender para sortear los obstáculos que pondrán a prueba su existencia.
Si el camino a la innovación en educación es la distancia que media entre la escuela tradicional y los nuevos modos de ser-hacer escuela, entonces se vuelve necesaria lo que llamo una “reelección vocacional en servicio” que permita a los docentes pasar del “quise ser docente de Historia porque siempre me gustó la Historia y me resulta fácil explicarla “ al “ quiero seguir siendo docente de Historia porque me gusta pensar en qué y cómo puedo hacer para que mis alumnos aprendan a aprender Historia”. Esto, que a simple vista parece un juego de palabras, implica poner en el centro de la escena el verbo “aprender” dejando como partenaire al verbo “enseñar” en tanto sinónimo de “transmitir/informar” En las escuelas innovadoras, la capacidad de aprendizaje se vuelve rasgo definitorio del perfil docente. Entonces, la reelección vocacional de la carrera docente en sintonía con el nuevo perfil, se vuelve condición necesaria para innovar. Es el Director como líder del equipo docente, quien deberá facilitar el tránsito de la pregunta “¿para qué quise ser docente?” a la construcción de la respuesta individual e intrasubjetiva a la pregunta “¿para qué quiero ser docente hoy”? Será parte de su tarea armar el tablero de juego para facilitar a sus docentes ese pasaje mientras él mismo reconstruye su rol en servicio, para reafirmar su yo-profesional. Ahora bien, ¿por qué debería hacerlo? .Porque sin ese recorrido identitario que derive en la reelección vocacional docente, probablemente se produzcan cambios inconsistentes en las prácticas del aula, innovadoras en apariencia si además se valen de chiches tecnológicos, pero no medulares ni perdurables en términos de qué se entiende por enseñar, qué se entiende por aprender, qué es ser docente, qué es ser alumno, cuál es el sentido de la escuela en los múltiples escenarios cambiantes en los que paradójicamente se tiene que asentar.
¿Cómo puede el Director transitar y facilitar ese tránsito a los docentes del equipo que lidera? Trabajando con ellos en reuniones presenciales y virtuales consignas sencillas que permitan visualizar hacia dónde va la escuela, cuál es su misión, quién soy y quién quiero ser en la escuela en la que me desarrollo personal y profesionalmente; qué huellas quiero dejar en su proyecto educativo; cómo y por qué quiero ser recordado por mis alumnos, por sus padres, por mis colegas y por mis directivos; en qué me siento bueno dando clases y en qué creo que aún no logro ser tan bueno, A continuación, a modo de ejemplo que sirva de guía, algunas de consignas posibles de ser abordadas en reuniones – talleres con docentes. En un primer momento cada docente las resuelve de manera individual para pasar a un segundo momento de intercambio y puesta en común. ✓ Mis docentes, yo docente. Seguramente recordarás y tendrás clasificados a tus buenos y malos maestros/profesores. Tratá de recordar qué de los que hacían en clase, en la escuela, los convertía en buenos o malos según tu valoración. Armá una lista para cada caso mencionando esas acciones. Ahora mirate en ese espejo desde el maestro/profesor que sos. ¿En qué te pareces y en qué te diferencias en cada caso? ¿Reconoces en vos un atributo que tus buenos maestros/profesores no tuvieron y que a vos te distingue? Si la respuesta es sí, anotalo. Si la respuesta es no, imaginá por qué podrías
distinguirte. Anotá todas las ideas que se te ocurran. ¿Cuál de ellas te animarías a desarrollar primero para sumar un nuevo buen atributo a tu forma de ser docente? ✓ Sentirme buen docente Recuerda una clase que hayas planificado y concretado con tus alumnos que te haya hecho sentir lo muy buen docente que sos y cuánto te gusta ser docente. Anota qué pasó en esa clase, cuánto tuviste que ver en eso, qué hiciste para haberte sentido tan bien cuando la concretaste. ¿Qué es lo que hiciste bien para que la recuerdes especialmente? Si esa clase no existió, imaginá una clase que te haga sentir que sos un excelente docente. Anotá todo lo que imaginás que pasa y tiene esa clase. Pensá: si fuiste capaz de imaginarla, ¿qué te impide transformarla en una experiencia real? Hacé una lista de obstáculos y de posibles formas de sortearlos. Podés sumar a tu lista los nombres de otros docentes que consideres que podrían ayudarte. ¡Manos a la obra! ✓ Viaje en la línea del tiempo. Eres profesor/maestro. Elegí un contenido a enseñar a tus alumnos. Anótalo. Viajas en el tiempo al SXIX para dar una clase sobre ese contenido. Imagina el desarrollo de esa clase (momentos, recursos, consignas, actividades, qué hacen los alumnos, dónde se ubican, qué haces vos como docente, dónde estás ubicado, si sos requerido por otro docente, por directivos o padres, cómo interactúas con ellos. Descríbela. Puede grabar un audio para que quede registro sonoro de la descripción o bien generar un texto escrito. Ahora viajas al SXX para enseñar el mismo contenido. Imagina esa clase. Descríbela considerando los mismos aspectos que consideraste en el SXIX. ¿Te viste obligado a incluir otra variable de época? ¿Cuál? ¿Impactó en el desarrollo de tu clase? ¿De qué manera? ¿Cómo evaluas a ese docente que eres en esa clase? Volvé a generar un registro escrito o sonoro de tus respuestas. Sabiendo que ahora estás en la línea de tiempo parado en el 2017, y en tu actual escenario geográfico, imagina, sobre el mismo contenido, el desarrollo de tu clase. Una vez más, descríbela (momentos, recursos, consignas, actividades, qué hacen los alumnos, dónde se ubican, qué haces vos como docente, dónde estás ubicado, si sos requerido por otro docente, por directivos o padres, cómo interactúas con ellos, etc. Genera un registro de esa descripción. Compará las tres clases ¿Fuiste el mismo docente en tu viaje en el tiempo? ¿Qué cambió, qué no cambió, por qué te parece que ocurrió eso? ¿En qué momento del viaje te sentiste más cómodo con quien eras? ✓ Con censura previa ¿Qué haces cuando das clases? Recuérdate en ese momento y arma una lista de tus acciones de la manera más descriptiva posible (ej.: ingreso, les pido a los alumnos que se acomoden en sus asientos, controlo si hicieron la tarea, etc.). Léela. Ahora imagina: ¿qué harías para dar clases si no te permitieran ejecutar ninguna de las acciones de la lista anterior? Armá una nueva lista. Planificá tu próxima clase incluyendo únicamente esas acciones novedosas. Ejecutala y evaluá la experiencia tratando de identificar aciertos.
Así como la personalidad no es algo acabado porque las personas la desarrollan durante toda su vida siendo parte de relaciones vinculares y vinculantes de mutuo impacto, la identidad profesional tiene vida propia y por lo tanto atraviesa crisis que deben ser consideradas desde la gestión como una oportunidad de crecimiento del único recurso imprescindible en educación: el recurso humano. Sin ese crecimiento, cualquier intento de innovación como parte de un plan de mejora estará condenado a ser fallido.
Bibliografía Aguerrondo, I., & Braslavsky, C. (2002). Escuelas del futuro en sistemas educativos del futuro: ¿Qué formación docente se requiere? Papers Editores. Castro Rubilar, Fancy; (2005). Gestión curricular: Una nueva mirada sobre el curriculum y la institución educativa. Horizontes Educacionales, Sin mes, 13-25. Coll, C. (2013). El currículo escolar en el marco de la nueva ecología del aprendizaje. Aula de Innovación Educativa, 2013, núm. 219, p. 31-36. Hargreaves, A., & Mata, À. (2003). Enseñar en la sociedad del conocimiento: la educación en la era de la inventiva. Barcelona: Octaedro. Rivas, A. (2014). Revivir las aulas: Un libro para cambiar la educación. Debate.
BIO Lic en Psicología (USAL) Diploma Superior en Educación y nuevas tecnologías (FLACSO) Desde 1994 se ha dedicado a la Educación, participando como psicóloga en equipos de orientación escolar, luego como coordinadora pedagógica. Ha coordinado sesiones de Filosofía para Niños en el marco del Programa Internacional de FpN (Filosofía para Niños) y actualmente es facilitadora de Clubes de Ideas TEDed. (TEDXRIODELAPLATA) Desde 1999 se desempeña como Directora del Nivel Secundario del Instituto Victoria Ocampo (Buenos Aires, Argentina) Tiene vasta experiencia en gestión de instituciones educativas. Coordina talleres para docentes y directivos sobre estrategias pedagógicas facilitadas por las TIC