ACTAS CONGRESO - III CONGRESO CHILENO DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN
ACTAS CONGRESO
III Congreso Chileno de Conservación y Restauración. Patrimonio, Conservación y Ciudadanía
desde la perspectiva de los contextos culturales en que están insertos. De esta forma, lo que para la comunidad científica y profesional es “material de estudio” es también herencia material, simbólica y afectiva de los pueblos originarios. Lo anterior vincula la cultura material a intereses políticos, sociales y culturales que deben ser considerados al momento de abordar su puesta en valor, integrando las políticas institucionales depositarias, los objetivos de investigación de los proyectos y los intereses de la comunidad local.
En este simposio se presentan experiencias de trabajo desde una visión participativa realizadas en los distintos espacios de encuentro de la cultura material, casos de políticas de gestión de colecciones en museos e instituciones docentes, de desarrollo de normativas en instituciones públicas que son depositarias o custodias de restos arqueológicos, de manejo de sitios arqueológicos en comunidades indígenas herederas de culturas originarias, y también experiencias relativas a la conservación del patrimonio en vías de apropiación por parte de comunidades proactivas.
Ponencias Plan de manejo de sitios arqueológicos: de la planificación a la acción Ismael Martínez Rivera, conservador-restaurador, asociado al Centro de Estudios Humanos y Patrimoniales. Santiago, Chile.
Resumen Se aborda el concepto de plan de manejo aplicado a sitios arqueológicos, se propone una metodología de desarrollo del plan en base a cartas internacionales de protección del patrimonio arqueológico. El modelo fue propuesto en un taller efectuado en la ciudad de Lebu, en la costa de la VIII Región, en el marco del proyecto realizado para CONADI: Catastro patrimonio arqueológico mapuche, provincia de Arauco1. En esta instancia, entre
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Quiroz, 2003.
otros aspectos, se discutieron con la comunidad de Morhuilla las acciones de conservación indirecta a realizar para la protección del patrimonio arqueológico de su comunidad. El método propuesto tiene una fuerte base de acción comunitaria en donde el consenso con los involucrados es esencial. Se propone el manejo del recurso por medio de acciones indirectas desarrolladas por la comunidad misma, actores habitualmente no considerados en la discusión patrimonial. Palabras clave: sitios arqueológicos, conservación arqueológica, plan de manejo, cartas internacionales, conservación indirecta, comunidades. 59
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Introducción Actualmente en proyectos de impacto ambiental se habla acerca de planes de manejo de forma más habitual, generalmente para disciplinas externas a la conservación o arqueología. Aplicado a estas últimas, el concepto puede ser abordable, pero se dista de saber en qué debería consistir un plan de manejo, qué elementos deben considerarse y cómo debe estructurarse. Para acercarnos a constituir un plan de manejo para sitios arqueológicos, es decir, un documento técnico en el que se dan directrices acerca del uso y manejo de recursos de valor patrimonial, debemos necesariamente referirnos a los organismos que son los encargados de velar tanto por la protección de éstos como por el cumplimiento de la normativa legal que les compete. El Consejo de Monumentos Nacionales, si bien no ha aportado una normativa al respecto, ha elaborado un documento guía en base a revisiones de Cartas Internacionales sobre el Patrimonio Cultural2, que sirvió de directriz para conducir la estructura del plan de manejo propuesto3. Si bien se considera que la estructura del plan (Figura 1) puede ser aplicada en cualquier sitio arqueológico, ésta deberá tener variaciones, ya que es sabido que cada sitio es un universo particular con sus propios problemas: tiene diferentes condiciones de emplazamiento geográfico y geomorfológico, variada estratigrafía, diverso potencial y tipo de materiales culturales, entre
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otros múltiples aspectos, que hacen único e irrepetible a cada uno de los yacimientos arqueológicos, por lo que gozan de la calidad de Monumentos Nacionales. El siguiente texto aborda la realización de un plan de manejo propuesto para el sitio Le-2 de Morhuilla, el que fue discutido con habitantes de esta isla-península, como por otras comunidades indígenas en el taller de arqueología, patrimonio y comunidades indígenas efectuado en la ciudad de Lebu en el 2003, en el marco del proyecto Catastro patrimonio arqueológico mapuche, provincia de Arauco4.
El plan La planificación del manejo, vista de una manera global, es una forma de pensar un proceso que incluye registrar, evaluar y planificar. El plan de manejo debe ser entendido como un documento técnico estructurado, que debe ser analizado, revisado, cuestionado y enriquecido por todos los organismos, profesionales y comunidad participante, para constituirse como un elemento flexible de potencial dinámico, de acuerdo a necesidades y realidades actuales que bien pueden variar en el futuro5. La estructuración del modelo se articuló en base a un texto anterior6, cartas internacionales sobre patrimonio cultural y en una compilación de éstas, publicadas bajo el alero del Consejo de Monumentos Nacionales. Esta última hace mención a las “Cartas que establecen los 4
Quiroz, 2003.
Cabeza y Simonetti, 1997.
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Martínez, 2003 b.
Martínez, 2003 b.
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Martínez, 2003 a.
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principios que deben guiar la conservación de bienes muebles e inmuebles del patrimonio cultural” 7. Si bien son varias las normas internacionales que se pueden aplicar para nuestra investigación, sin desmerecer las otras, la Carta para la conservación de lugares de valor cultural, más conocida como Carta de Burra y los documentos anexos a la misma8, son los que resultan más apropiados y actualizados para la problemática que nos atañe. De un punto de vista general, la guía para la Carta de Burra “recomienda un proceso metódico para medir el valor cultural de un lugar, para preparar una declaración de valor cultural, y para que dicha información reciba difusión pública”9. Resultaría ilusorio pensar que una sola persona pueda hacerse cargo de la totalidad de un plan de manejo, ya que éste implica el contacto y discusión con la comunidad, manejo de aspectos culturales, arqueológicos, sociales, antropológicos y de conservación, entre otros aspectos10. Por tanto nuestro trabajo se basa en acciones efectuadas por profesionales de la arqueología, antropología y conservación, las que fueron orientadas al desarrollo de un taller de comunidades indígenas, en donde se expusieron –entre otros aspectos– las directrices de este modelo y fueron discutidos sus alcances y metas 7
Cabeza y Simonetti, 1997.
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realizables en consenso con los participantes. Para Uribe y Adán (2003): “Uno de los temas cruciales en la actualidad es la necesidad de establecer relaciones más estrechas entre quienes trabajamos en investigación y las poblaciones locales, herederas o depositarias de este patrimonio cultural”11. Por lo que este tipo de instancias surgen como un potente catalizador de inquietudes en cuanto al patrimonio local. Tanto los lineamientos originales como la estructura del plan fueron definidos en el marco del proyecto CONADI12, por lo que abordaremos su información de manera parcial (ver Figura 1). En la primera parte del plan de manejo buscamos acercarnos a una curaduría de la información, un proceso de revisión de toda la información directa o indirecta relacionada con el sitio, en términos de la Society for Historical Archaeology (SHA)13. Solo con afán demostrativo, reproducimos parte de la descripción detallada: “Morhuilla se encuentra ubicada a unos 12 km al sur de la ciudad de Lebu, capital de la provincia de Arauco, VIII Región. La llamada también “Isla Morhuilla” es una pequeña península, de forma rectangular, de unos 2.5 km2 de superficie, con una altura máxima de 32 m.s.n.m., unida al continente por un pequeño istmo arenoso de unos 300 m de longitud y 800 m de ancho, de muy baja altura [1 a 2
ICOMOS, 1988 a y b.
11
Uribe y Adán, 2003: p. 302.
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Cabeza y Simonetti, 1997.
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Martínez, 2003, a y b; Quiroz, 2003.
10
ICOMOS, 1981.
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SHA, 1993.
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3. Plan de Acción / Prescripciones
Figura 1: Plan de manejo desarrollado para el proyecto y aplicado al caso de Le-2 de Morhuilla. Ilustración: Ismael Martínez. 62
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m.s.n.m.], inundado en transgresiones marinas importantes durante el pasado. Se sabe que hace unos 5000 años el nivel del mar en la región estaba unos 5 m por encima del nivel del mar actual [Campana 1973], por lo que la localidad era hace cinco mil años, con toda seguridad, una isla que se encontraba a unos 500 a 800 m de la orilla [Quiroz et al. 1998, Quiroz, Vásquez & Sánchez 2000]… El sitio de Morhuilla Le-2 corresponde a un conchal monticular ubicado en una pequeña loma al costado suroriente de la isla-península de Morhuilla, uno de los sitios más importantes y con mayor proyección para la prehistoria regional. Le-2 es un sitio situado cronológicamente entre el 3000 y el 2500 a.C.14 [Quiroz et al. 1998] y los moluscos explotados corresponden principalmente al intermareal rocoso, con un predominio de gastrópodos tales como lapas, caracoles y locos. La presencia de fauna de habitat arenoso [machas y almejas] es prácticamente nula como también la correspondiente a desembocadura de esteros [Quiroz & Sánchez 1998]. Hemos definido a Le-2 como un campamento de cazadores de lobos marinos, equipados con unas mortíferas puntas de proyectil pedunculadas con barbas y borde dentado, que están operando frente a Isla Mocha. En ese sitio además se atrapaban pingüinos, se pescaba, se recogían mariscos [moluscos, crustáceos y equinodermos] y se fabricaban artefactos en piedra, en hueso y conchas [Quiroz, Massone & Contreras 14
El sitio presenta dos niveles ocupacionales: en el más tardío las fechas se agrupan en torno al 2500 a.C. [4825[4680]4505 AP [Beta-110334], 4820[4570]4390 AP [Beta-123577]] y en el más temprano las fechas se agrupan en torno al 3000 a.C. [5305[5045]4830 AP [Beta-123576], 5270[4975]4805 AP [Beta-123578], 5125[4890]4805 AP [Beta-110335]] .
2000]. La depositación masiva de basuras alcanza un espesor máximo aproximado a los 3.0 metros”15. Consideramos entonces la recopilación de la totalidad de la información que pueda ser obtenida sobre el sitio, no solo arqueológica, del mismo modo se pueden colectar datos históricos, etnográficos, geológicos, geomorfológicos, biológicos u otros. La primera visita a terreno se efectuó en julio del 2003 en el marco del proyecto CONADI. Ésta era de carácter prioritario para la realización del plan de manejo ya que solo por medio de la observación directa se pudo comprobar el estado de preservación del sitio, que dio directrices para abordar la problemática de la alteración del yacimiento arqueológico, considerando la estabilización del mismo como prioridad. En esta visita aprovechamos de recorrer el sector de la caleta y tuvimos un diálogo informal con algunos lugareños, constatando que habrían hurgado el sitio recientemente, a la vez que se les instaba a la protección del yacimiento arqueológico para el beneficio de la comunidad. Fue de esta forma que se fue conformando como primer objetivo operacional el concientizar a la población acerca de la protección del recurso cultural, razón por la que se efectuó el taller con comunidades mapuches en la ciudad de Lebu16. 15
Quiroz, 2001.
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“Desde la perspectiva de la arqueología en la zona sur del país, es importante considerar el problema de la difusión en relación al pueblo mapuche. Esto es especialmente cierto si consideramos que en estos territorios habitualmente los sitios arqueológicos se encuentran dentro del territorio de las comunidades mapuches. En estos casos, el trabajo en conjunto con
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La acción La acción en sí parte por la integración de la mayor cantidad posible de información: fotografías, planos, informes, publicaciones, entre otros documentos, apuntan a la evaluación de la información del sitio que ayuda a establecer su valor cultural, ya que: “Es necesario evaluar toda la información que pueda ser relevante para la comprensión del lugar y de su tejido histórico”17. La realización del taller comunitario es un punto decisivo en cuanto a la exposición del trabajo antropológico, arqueológico y de conservación en el marco del proyecto. Del mismo modo, la retroalimentación por parte de las comunidades indígenas y esencialmente la comunidad de Morhuilla resulta enriquecedora en cuanto a las posibilidades de desarrollo del plan en consenso. La evaluación de la información permitió darle al sitio Le-2 de Morhuilla un valor científico preponderante en la prehistoria regional; este punto de vista de los profesionales del equipo de trabajo fue explicitado a los asistentes al taller en la ciudad de Lebu, los que manifestaron gran interés en saber más del lugar donde viven y de cómo vivían los grupos que habitaron el área, que consideraron
la comunidad y las escuelas rurales puede servir para reforzar su identidad étnica y, a la vez, contribuir a la preservación y rescate de los sitios arqueológicos. Se debe recordar que para la mayoría de las personas es muy difícil llegar hasta donde se encuentran los museos y otras entidades de difusión. Por esta razón es necesario llegar a ellos con un lenguaje accesible y con los materiales adecuados” (Navarro, 1995: p. 37). 17
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ICOMOS, 1981.
parte de sus propias raíces. Los habitantes de Morhuilla se mostraron especialmente entusiasmados al reconocer parte de la cultura material expuesta, esencialmente puntas de proyectil. Para Marco Sánchez: “Creo que en la medida que siga creciendo la cantidad de gente, y el interés por los objetos arqueológicos que hay en este sitio y que (debido a que) esta área se ha abierto a un turismo de verano, esa gente también interviene estos sitios pero también estas otras personas (los lugareños) aprovechan de ofertarles los materiales que aquí están (…) se puede ver que gran parte de los objetos que no tienen interés (para la gente), como los restos óseos y la mayoría del material lítico, fundamentalmente consistente en piezas de basalto, formas y preformas, que no son puntas de proyectil, no tienen interés para ellos y han estado históricamente tirados sobre el sitio”18. Al preguntarle acerca de la alteración del sitio, Sánchez agregó: “Lo más probable es que el sitio continúe con un deterioro progresivo hacia adelante, sobre todo si la población (de la caleta) sigue incrementándose y además hay que sumarle que éste es un lugar de tránsito de los macheros que también ocasionalmente, en ratos de ocio, y cuando la marea no es favorable pasan a hurgar el sitio arqueológico. Estos provienen fundamentalmente de Lebu y abastecen a las grandes compañías que
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Sánchez (com. pers.), 2003.
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Figura 2: Imagen del sitio Le-2 Morhuilla.
procesan los mariscos que alguna vez fueron mas abundantes”19. Estos aspectos fueron expuestos y corroborados en el taller comunitario por la comunidad de residentes de Morhuilla, los que proporcionaron datos clave como la alteración del conchal arqueológico por la intromisión de cerdos. Estos estarían depredando el sitio al hozar sobre su superficie. La situación actual de abandono del sitio promueve las excavaciones ilícitas, por un lado, ser un lugar de paso y tránsito de personas y animales, implica alteraciones de varios tipos en el tejido histórico, que van desde la disturbación no intencional hasta el huaqueo. Por otro lado, influye la relación existente entre personas de la caleta con el sitio y –para algunos– el sentirse con el derecho a hurgar el yacimiento arqueológico, como una medida económica que les permite obtener algo de dinero extra por venta de puntas de proyectil, principalmente. El que existan personas de Lebu u otros lugares que se dediquen a coleccionar piezas
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Sánchez (com. pers.), 2003.
arqueológicas es una influencia externa que condiciona a los lugareños y que se refleja en el tejido histórico. El tránsito de personas y animales por superficies alteradas y excavadas ilegalmente20 colabora en procesos erosivos que aumentan con la influencia de las condiciones climáticas, especialmente el viento y la lluvia: con el sedimento suelto el material se disgrega, se lava, se moviliza por pendiente, por gravedad y por el agua de escorrentía. Todos estos aspectos se conjugan para reflejar una gran área disturbada en que la dispersión de materiales tiene 21 m de largo por 13 de ancho (Figura 2). La descripción sucinta del sitio, su estado de conservación y del plan de manejo en términos simples permitió un contacto sincero con la comunidad de Morhuilla. Para los dirigentes comunitarios resultó esencial el conocer parte de la prehistoria local así como del sitio Le-2
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“Cada Estado Miembro debería tomar todas las disposiciones necesarias para impedir las excavaciones arqueológicas clandestinas y la deterioración de los monumentos (…) de los lugares arqueológicos, así como la exportación de los objetos que de ellos procedan” (UNESCO, 1956).
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y sus problemáticas de preservación. De esta manera y con el consenso de los involucrados, se sugirió como objetivo a largo plazo la estabilización del talud del sitio para evitar que se siga deteriorando por la acción antrópica, y de este modo llegar a la reconstrucción del entorno paisajístico21.
Mediante esta instancia comunitaria se logró definir el plan de acción y las prescripciones con las partes involucradas y establecer un compromiso informal orientado a que serían los propios lugareños, mediante un plan de acción simple, los encargados de velar por la preservación del sitio arqueológico.
Ahora bien, se pudo asignar, discutir y consensuar el valor del recurso, pero también se debe tener en mente qué es lo que se desea lograr22, como por ejemplo, fortalecer vínculos,
Las intervenciones se refieren a unidades de trabajo específicas en un sitio arqueológico, las que no fueron consideradas en esta instancia por falta de recursos. A diferencia de esto se desarrolló un plan de acción.
concientizar, generar espacios de reflexión colectiva, espacios recreacionales, de trabajo, alternativas de desarrollo, apuntar al turismo rural, ecomuseos, museos de sitio, parques temáticos, entre otros23.
Resultados Antes del taller los habitantes del lugar ignoraban por completo el significado del sitio, lo que constituye un punto esencial al planificar cualquier acción y futuro uso sobre éste. El taller permitió el acercamiento con la comunidad de Morhuilla y posibilitó una asignación de valor más amplia de la que tenían originalmente, esto es, pasaron de la materialidad de las puntas de proyectil a la reflexión y valoración de los estilos de vida de los habitantes prehistóricos del lugar. 21
Reconstrucción significa devolver un lugar a una condición pretérita conocida, y se distingue por la introducción de materiales (nuevos y antiguos) dentro del tejido histórico (ICOMOS, 1981).
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La política de conservación deberá identificar un uso, una combinación de usos, o limitaciones en cuanto al uso, que sean compatibles con el objetivo de mantener el valor cultural del lugar. Los usos tienen que ser factibles (ICOMOS, 1988a).
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Martínez, 2003.
El plan de acción y prescripciones definidas en consenso con la comunidad de Morhuilla estarían orientadas esencialmente al manejo del hábitat de manera no directa, es decir, por medio de acciones de conservación indirecta estabilizar el tejido histórico, recuperar el paisaje y geomorfología original. De este modo se definió que el objetivo a largo plazo correspondería a la estabilización natural del talud, planteándose como esencial la estabilidad del recurso en vista a cualquier aspecto relacionado con su uso sustentable. El plan de acción de la comunidad se definió en base a los siguientes puntos: –
Utilización y acceso: se debe tener en cuenta el concepto de uso compatible24 del recurso por parte de los lugareños, que no implique ningún tipo de alteración del tejido histórico, por lo que
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Uso compatible significa un uso que considera: a) ningún cambio al tejido histórico de valor cultural, b) cambios que sean esencialmente reversibles, o c) cambios que tengan un impacto mínimo (ICOMOS, 1981).
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el acceso a éste debe estar restringido hasta completar el primer objetivo a largo plazo que es la estabilización del talud. El acceso de animales, si bien es difícilmente controlable, fue focalizado al control de cerdos y la posibilidad de ponerles a lo menos un alambre en la nariz para evitar que hocen en el sitio. –
Atención ante los posibles excavadores furtivos: partiendo de la misma comunidad, este aspecto fue crítico para ellos mismos ya que más de alguno había excavado en el lugar buscando piezas arqueológicas. Se plantearon acabar con esta práctica y prestar atención al paso de extraños al sitio con el fin de detener los huaqueos.
Resultó clarificador el dar a conocer a la comunidad la secuencia de desarrollo del lugar, inferir su historia por medio de la investigación arqueológica, desde sus primeros habitantes hasta el presente, y de qué manera se relaciona esa historia con su aspecto físico, de modo que el entorno o ambiente que rodea a los sitios arqueológicos debe considerarse como indisoluble del sitio arqueológico25. El reconocer inquietudes en cuanto al manejo del recurso para su aprovechamiento sustentable, el conocimiento de su valor científico y su alteración presente, contribuyen en conjunto a la toma de conciencia sobre el tejido histórico
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La Carta de Venecia, que reafirma todos los principios establecidos en la Carta de Atenas e incorpora otros nuevos, tales como el de que el monumento histórico comprende no sólo el trabajo de arquitectura del mismo sino también el ambiente (Cabeza y Simonetti, 1997).
que se ha removido, el suponer su pérdida presente y de qué manera afecta los objetivos de la comunidad a largo plazo. Ideas como el establecimiento de un pequeño museo en la población, surgieron de ellos mismos las que, sin embargo, no podrían concretizarse si el sitio termina por destruirse. Las revisiones de largo alcance se deben seguir efectuando para cerciorarse de que los objetivos operativos se estén cumpliendo y que sigan siendo pertinentes. La frecuencia de estas revisiones dependerá de factores como la vulnerabilidad del sitio26.
Reflexión final Para permitir el uso racional de las potencialidades de un sitio arqueológico se necesita algún tipo de acuerdo global entre los distintos involucrados. El proceso de planificación del manejo proporciona este tipo de acuerdo general y ayuda a preservar y difundir el conocimiento cultural, considerando el contexto sociocultural en que se encuentran inmersos los sitios arqueológicos y el beneficio social de las comunidades en donde las relaciones de identidad y pertenencia se potencian. El que un plan de manejo arqueológico regule el uso del recurso patrimonial, destaca la principal diferencia con planes de manejo de otras disciplinas, ya que en este caso se trata de un producto no renovable y altamente complejo debido a que los sitios arqueológicos son áreas dinámicas, expuestas a una variada influencia de factores naturales y sociales.
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Martínez, 2003 b.
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Como hemos visto, el llevar a cabo un plan de
comprender su propia visión del asunto. Por
manejo no es una labor sencilla, ni menos de un
lo mismo, muchos proyectos deberían surgir
solo individuo, ya que requiere de la discusión
o incorporar las iniciativas locales, ya que
de los involucrados. De otra forma, solo se
está sumamente probado que propuestas
podrían hacer propuestas sobre lo que parece
impuestas desde afuera tienen escaso impacto
adecuado, considerando una visión parcelada
y proyección, e incluso pueden despertar
de la realidad, o bien un enfoque forzado por
resistencia…”28.
una labor profesional específica. Sin embargo, la visión de los problemas actuales del recurso cultural estudiado da claras directrices acerca de qué se puede hacer con el recurso. Por medio de este estudio se propuso el inicio de labores de conservación preventiva en el sitio, lo que debiera constituir el primer esfuerzo en cuanto a desarrollar una política de conservación27.
Se debe comprender la necesidad de las comunidades en cuanto a generar una nueva función del recurso cultural orientado a la sustentabilidad; el plan de manejo resulta esencial en la generación de métodos sostenibles que integren a las comunidades al manejo de los recursos patrimoniales de su entorno29. Es de suma importancia el considerar el uso
El contacto con la comunidad resultó esencial,
que las comunidades plantean para el recurso
en cuanto a que se les presentó información
cultural, por lo que se deben concebir instancias
científica acerca del sitio y se consensuaron
de diálogo para la consecución de objetivos
las posibles vías de intervención del mismo. En
desarrollables en el futuro. En este sentido,
este punto, resulta esencial tener la capacidad
la interpretación del recurso por medio de la
de dar a conocer el valor cultural del sitio y
museografía es una labor que se debe considerar
lograr que los demás lo conserven en la retina
realizable30.
para resolver inquietudes propias. Para Uribe y Adán (2003): “Desde el punto de vista de las comunidades, al menos, nos ha quedado claro que la investigación y conservación de su
Los sitios arqueológicos deben ser considerados como recursos económicos que pueden ser orientados al desarrollo sustentable de
patrimonio debe tener consecuencias sociales, económicas y políticas concretas, por lo cual el por qué estudiar y para qué conservar
28
Uribe y Adán, 2003: p. 303.
29
“El proceso de integración tiene por objetivo la valoración del área por las comunidades, su participación en el mercadeo del ecoturismo, en la conservación, en la mejoría de su calidad de vida, entre otros factores que coayuden al desarrollo sostenible” (Troncoso, 1999).
30
“Cerca de los lugares arqueológicos importantes debería crearse un pequeño establecimiento de carácter educativo –en algunos casos un museo– que permitiera a los visitantes darse mejor cuenta del interés de los restos arqueológicos que allí se encuentren” (UNESCO, 1956).
son temas que tienen muchas posibilidades y programas por implementar, pero deben 27
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“La política de conservación deberá reconciliar los métodos que se usen para dar a conocer el valor del lugar con la retención de ese valor cultural. Esto podrá combinar tratamientos del tejido histórico con el uso del lugar y con la introducción de material interpretativo [museográfico]” (ICOMOS, 1981).
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comunidades: “Partimos del supuesto que los monumentos de interés arqueológico, histórico y artístico constituyen también recursos económicos al igual que las riquezas naturales del país. Consecuentemente, las medidas conducentes a su preservación y adecuada utilización ya no sólo guardan relación con los planes de desarrollo, sino que forman o deben formar parte de los mismos”31. Finalmente debemos destacar la importancia de emprender trabajos en torno a la puesta en valor de los recursos culturales y más aún que no sea una labor exclusiva de unos pocos, sino que partiendo desde las inquietudes de las mismas comunidades respecto a un trabajo desarrollado en torno a su historia y entorno, la labor nos competa a todos.
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ICOMOS, 1974.
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