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espectáculos
| Jueves 17 de octubre de 2013
clásica
A 100 años del ingreso de dos músicos polacos Pola Suárez Urtubey —PARA LA NACION—
A
Filipec durante la clase abierta que ofreció al día siguiente de su recital
gza. martin negri
Pianista para el fin del mundo goran filipec. Es croata y se convirtió en un habitué del Festival Internacional
de Ushuaia; se lució con un recital de la novena edición, que culmina el sábado Mauro Apicella LA NACION
USHUAIA.– Lo primero que un cronista argentino imagina de una entrevista con un pianista croata es que el diálogo debería ser en un idioma accesible a ambos: el inglés. Pero no será necesario en este caso, porque el músico habla con fluidez un castellano con acento italiano. La explicación es sencilla. Goran Filipec ya vino seis veces a tocar a la Argentina y es prácticamente un habitué. El acento tano se debe a que Croacia está más cerca de Italia de lo que uno imagina; además, Goran realizó parte de sus estudios allí. Y la fluidez del habla se debe a que Filipec es un tipo con facilidad de palabra que se defiende con cinco idiomas. “En realidad seis. El sexto es el croata, pero en este caso ni lo cuento porque no se habla en ningún lado fuera de mi país”, larga casi en tono de broma. Goran no tiene frío. Se entretiene pitando un cigarro en la puerta de la Casa de la Cultura de esta ciudad. Es primavera, por lo tanto la temperatura de la isla ya no es hostil. Sin embargo, está lejos de ser la ideal para cualquiera que llegue del Norte. En un rato, la tarea dentro de la Casa de la Cultura será dar una master class. Goran espera que los
asistentes sean pianistas; no sólo para escucharlos y corregirles las interpretaciones, sino también para compartir la música con colegas. Pero esta vez la concurrencia que aguarda en el hall tiene más que ver con curiosos y amantes de la música para piano que con colegas ávidos de conocer algunos secretos que el croata pueda tener bajo la manga. Quizá la próxima vez Goran tenga más suerte con el público. Ésta no fue su primera visita ni será la última. Su condición de habitué no es broma. ¿Será cierto que hasta tiene un club de fans en Tierra del Fuego o es sólo la propaganda que le hace uno de los productores del Festival Internacional de Ushuaia? Goran entra a la sala, se sienta al piano que usará para su clase y echa una carcajada en su castellano con acento tano. “Sí, el fan’s club del fin del mundo”, bromea. Goran ya tiene varios escenarios recorridos de nuestro país: “Creo que es la sexta vez que vengo. La primera vez fue para la tercera edición del festival. Siempre he venido a Ushuaia y también di conciertos en el teatro Coliseo de Buenos Aires, con la orquesta de Moscú; toqué en el teatro El Círculo de Rosario, y di conciertos para la Fundación Chopiniana y para la embajada de Croacia”.
Con 32 años, ya dejó de ser una promesa del piano para convertirse en un intérprete que ha recibido variados elogios y tiene buena llegada al público. Está en ese momento en el cual las elecciones y la proyección propia son tan importantes como esas puertas que se abren solas, sin que un músico las golpee. “En realidad, me siento empezando, porque ahora creo que viene el verdadero período en el que uno puede hacer cosas”, resume. El medio es competitivo y las elecciones son fundamentales: “Sí, así es. Ahora vivo en Croacia, pero desde el mes que viene me instalo en París. Me aceptaron la cursada de un doctorado de interpretación pianística en el Conservatorio de París y La Sorbona. Es difícil saber cuánto de una decisión es realmente de uno y cuánto la vida toma las decisiones por nosotros. Porque hay cosas que vienen solas y hay otras para las que tenemos que trabajar mucho. No sé si existe el equilibrio. La vida es adaptarse a nuevas situaciones y ver qué decisiones, en ese contexto, uno puede tomar”. Sucede con muchos pianistas que el universo musical se amplía o excede al instrumento. Hay tantos casos de concertistas convertidos en directores de orquesta o en compositores. Del último concierto
de Goran en la Argentina surge una pista que tiene mucho que ver con su futuro. El programa de su recital incluyó nocturnos, baladas y la Gran polonesa de Chopin; una sonata de Macek y, antes de los bises, la paráfrasis de Rigoletto que escribió Franz Liszt. Esto último está ligado a los proyectos de Goran. “Es cierto. Parte del proyecto de mi doctorado tiene que ver con la transcripción de ópera, sobre todo del romanticismo. No sólo tiene que ver con Liszt, aunque él fue quien mejor las hizo. Dentro de este proyecto quiero presentar mis paráfrasis. Me gusta improvisar, pero hasta ahora no he presentado ninguna. He pensado en las de Pucini. En Madame Butterfly y Turandot; en L’arleciana de Cilea, o en las de Leoncavallo y Mascagni. Hay buenas cosas que se pueden hacer en ese sentido. Serían frescas, particulares. No se ha hecho tanto.” –¿Es una manera de pensar o repensar la ópera desde el siglo XXI? –No, porque este trabajo es algo que ya se ha hecho. Sólo digo que sería algo nuevo para el repertorio de mis conciertos, porque hay muchas óperas de las que no existe este tipo de transcripciones. No sólo de mis conciertos. Espero que a otros les interese tocar.ß
Liliana Vitale
cho más jazzy que la versión de su autor, Jaime Roos; “Animal tierno y fácil”, de Fontova; “Canción de amor para marea y tambor”, de Alberto Muñoz; una recitada, “Buen día, día”, de Miguel Abuelo, y, para el final, la exquisita “Jardín de gente”, de Luis Alberto Spinetta. El disco fue grabado por Liliana, en tres sesiones realizadas en mayo pasado, junto a Facundo Guevara y Ana Ponce en percusión, Eliana Liuni en vientos, Quique Ferrari en contrabajo y Mariano Delgado en guitarra. La presentación será hoy, a las 21, en la Sala Siranush, Armenia 1353. ß
Un buen repertorio para ponerse al día estreno. Liliana Vitale presenta hoy su
nuevo álbum, que publica en CD y en DVD
Hermoso disco el de Liliana Vitale. La cantante acaba de publicar una nueva producción, en CD y DVD, que tituló Al día y con la que se pone al día con piezas que ya habían formado parte de su cancionero, tiempo atrás. Se trata de un repertorio bello y,
al mismo tiempo, con momentos inesperados (¿A cuántos músicos se les ocurriría abrir un disco con el recitado sobre golpes de percusión de “Me caigo y me levanto”, de Cortázar?). Liliana grabó piezas propias y ajenas, como “Tu laberinto”, mu-
fines de la Segunda Guerra Mundial, dos polacos con distintos intereses por el arte de los sonidos se instalan en los primeros lugares de su contemporaneidad musical. Habían nacido con diferencia de apenas veintidós días, hace exactamente un siglo. El 25 de enero de 1913 lo hacía Witold Lutoslavski, en Varsovia, y el 17 de febrero, en la misma ciudad, René Leibowitz. Es cierto que en la primera mitad del XX Karol Szymanowski había logrado con su obra ubicar a Polonia en un plano destacado. Pero, como en el caso de Chopin, esa posición fue el resultado del talento o el genio individual. Había que esperar hasta 1956, aproximadamente, para que la música polaca ascendiera internacionalmente con la apariencia y el ímpetu de una verdadera escuela. Compositores, musicólogos, instrumentistas, directores de orquesta, atraían la atención musical en esos momentos. Pero es en el terreno de la creación donde Polonia se colocaba poco menos que como país regente en el desenvolvimiento musical contemporáneo, con Lutoslavski en la primera fila. Sin embargo, el deslumbrante panorama que se les presentaba a Leibowitz y a Lutoslavski los llevó por distintos caminos. Leibowitz fue uno de los grandes defensores del dodecafonismo. Estuvo en contacto con Webern, de quien estrenó varias obras así como de Schoenberg y de Alban Berg. Aunque autor de composiciones para diferentes géneros, inclusive dos óperas y L’ explication des métaphores (1947) para narrador, dos pianos, arpa y percusión, su nombre ha quedado ligado a la interpretación, la enseñanza y la labor teórica en Francia, a través de varios libros, Schoenberg et son
école (1946) o Introducción a la musique de douze sons (1949) y como maestro de la escuela francesa capitaneada por Pierre Boulez.
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Otro es el camino de Lutoslavski, con su desapego por la Escuela de Viena y los procedimientos de Schoenberg y Webern. Al abandonar el sistema tonal, no abraza la dodecafonía, la cual, según sus declaraciones, le es “extraña y lejana”, sino que arriba a una organización propia. Hay en ella una linealidad constructiva cerrada, una lúcida geometría sonora, que no le impide mostrarse con apariencia de espontaneidad. Como otros compositores de Europa oriental, escucha la lección de Bartók, aun recurriendo a procedimientos muy diferentes. En Juegos venecianos, de 1961, Lutoslavski utiliza por vez primera elementos de la técnica aleatoria, que consiste en dejar abierta su composición a elecciones por parte de los intérpretes. Vuelve a utilizarla en Tres poemas de Henri Michaux, de 1963, obra que, junto con la anterior, se han erigido desde entonces en fascinante prueba de sus logros colorísticos y en obras fundamentales dentro de la producción de la segunda posguerra. En esta misma línea se ubica su Livre pour orchestre (así, con título original en francés) que conocimos hace años en el Colón, obra que refleja aleatoriedad (de alea, azar) “controlada o limitada”, según aclara el autor. Porque en realidad lo que queda a elección del intérprete es el aspecto rítmico; casi nunca la altura de los sonidos, pues éstos quedan por lo general perfectamente fijados en la partitura. En este año de su centenario habría sido bueno recordarlo con todos los honores del caso.ß
allegro
Los modos de Wagner hijo siegfried. Ser el hijo de un prócer de la música, además, una personalidad consular de su tiempo, no debe haber sido sencillo para Siegfried Wagner. Eso, sin tomar en cuenta la figura opresiva de su madre, Cosima Liszt, la hija del gran compositor y pianista húngaro quien, a la muerte de su esposo, en 1883, asumió de una manera implacable el manejo de las cuestiones familiares y el legado musical, comercial y patricio de su marido. Cuando murió Richard Wagner, su hijo tenía trece años y cuatro hermanas mayores posesivas y entre quienes, conforme fue avanzando el tiempo, se descerrajó una cruel disputa por el poder. Sobre ese cuadro, cierta lógica podría concluir que Siegfried debería haber sido un hombre de escaso carácter y de ínfimas posibilidades para un desarrollo personal independiente. Sin embargo, Siegfried supo elegir su destino. Fue un compositor de óperas muy bien conceptuado en
su época, un avanzado régisseur y un dignísimo director orquestal que, además, supo mantener a distancia a hermanas y a cuñados para asumir el mando del Festival de Bayreuth, en 1908. Pero lo más curioso es que se diferenció de toda su familia por su lejanía de cualquier conducta que implicara el uso desmedido de la autoridad. Lo mismo cuando dirigía orquestas. Al margen de los directores de orquesta que ejercían el mando a través del terror, Siegfried alcanzaba sus muy buenos resultados desde otra postura. En cierta ocasión, antes de un ensayo, se encontró con un ausentismo inesperado. Sin inmutarse, tal vez con alguna sonrisa, escribió en una pizarra: “Los músicos que planeen hacer un viaje de placer deben informar, previamente, al director del festival, no porque éste desee sumarse a la excursión sino porque le gustaría saber si puede tener la osadía de programar un ensayo”.ß Pablo Kohan
nuova harmonia
Buey solo
Hoy, Interpreti Veneziani
Moguilevsky y su ciclo de recitales
Hoy, a las 20.30, Nuova Harmonia presenta en el teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125) a Interpreti Veneziani, un nuevo ensamble integrado por Paolo Ciociola, Guglielmo De Stasio, Sebastiano Maria Vianello, Pietro Talamini, Nicola Granillo, entre otros. Todos juntos interpretarán obras de Corelli, Vivaldi, Marais, Merula, Haendel-Halvorsen y otros.ß
Si tantas veces definieron a Marcelo Moguilevsky como multiinstrumentistas, aunque el término no suene demasiado concreto ni específico, es una buena manera de explicar por qué este músico es capaz de plantear solo un espectáculo que ya tiene forma de álbum y que lo muestra en su mejor forma. Hoy y los próximos jueves, a las 21, en Café Vinilo, Gorriti 3780.ß
nuevo escenario
el Baruyo
adrián Iaies y Manuel Bayón
los Mileo: música y poesía
Por una noche, el pianista Adrián Iaies cambiará de escenario. Saldrá del circuito jazzístico que lo suele tener como uno de sus protagonistas para dar un concierto dentro de la IX Temporada Musical de la Comunidad Amijai. Esta noche, a las 20.30, en la sala de Arribeños 2355, se presentará acompañado por el contrabajista Manuel Bayón.ß
Hoy, a las 20, en El Baruyo, Belgrano 3584, se presentarán Los Mileo. El grupo interpretará temas de sus dos producciones discográficas, A boca de jarro e Irala, sueño de amor y de conquista. Además, Los Mileo (Raúl, Eduardo, Gabriel y Diego Mileo) planean estrenar algunas nuevas canciones en este espectáculo que integra la música con la poesía.ß