Pensar la experiencia humana, hoy

El nuevo elitismo progresista. ¿Por qué desde la izquierda se pasa de puntillas sobre este problema y sólo se subraya el aspecto ideológico relacionado.
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NÚMERO 16 / 9 EUROS

Pensar la experiencia humana, hoy La glaciación islámica. Mapa de Oriente Medio

MARZO · ABRIL 2016 José Luis Pardo: Sobre el humanismo Marina Subirats: Del compromiso al deseo Alfredo Pastor: El futuro del trabajo Daniel Gamper: ¿Por qué la religión? Patricia Vieira: El posthumanismo

Alfabetización visual de los jóvenes árabes Fatema Mernissi

Lluís Bassets

Reescolarizar la escuela César Rendueles

María Zambrano. Un acercamiento Antoni Marí

sumario

Disponible en librerías, quioscos especializados y por suscripción, tanto en su edición en papel como digital Director: Josep Ramoneda Consejo Editorial: Jordi Alberich, Esperanza Rabat, Antonio Ramírez, Marta Ramoneda Molins, Josep Ramoneda, Joan Tarrida Directora de Arte: Esperanza Rabat Coordinación y edición: Patricia Valero Diseño original: Adriana Ventura Pérez Diseño y comunicación: Marta Bartolomé Ilustración de portada: Ana Himes Preimpresión: Maria García Corrección: Héctor Ortega Impresión y encuadernación: Industria gráfica CAYFOSA, S.A. Suscripciones: Júlia Castells Los derechos de autor de los textos que forman parte de La Maleta de Portbou son titularidad de cada autor La Maleta de Portbou es una revista de: © Promoción de Humanidades y Economía, S. L. Edición a cargo de: Galaxia Gutenberg, S. L. Av. Diagonal, 361, 2º 1ª A 08037-Barcelona Depósito legal: B. 17401-2013 ISSN de la edición impresa: 2339-6768 Contacta con nosotros en: [email protected] Suscríbete a La Maleta de Portbou en: [email protected] Puedes seguirnos en: www.lamaletadeportbou.com www.facebook.com/LaMaletadePortbou twitter: @MaletadePortbou Distribución: Les Punxes Distribuidora, S. L., [email protected]; Machado Grupo de Distribución, S. L., [email protected]

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César Rendueles Reescolarizar la escuela española

«A veces da la impresión de que la solución a casi cualquiera de los males del capitalismo es la creación de una nueva asignatura en algún tramo de la enseñanza obligatoria.»

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Pensar la experiencia humana, hoy José Luis Pardo Sobre el humanismo Marina Subirats Del compromiso al deseo. Las nuevas relaciones personales Alfredo Pastor Sentido y futuro del trabajo Daniel Gamper ¿Por qué la religión hoy? Patricia Vieira ¿Es el existencialismo un posthumanismo?

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Galería

Ramiro Villapadierna Upfront, para mirar de frente al mundo «Una reivindicación de la generación más internacional de fotoperiodistas, y también la más precaria, bregada en el nuevo desorden mundial tras el 11S y que trabaja sin apenas cobertura.»

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Lluís Bassets

La glaciación islámica «Un pequeño atlas de las transformaciones producidas después de aquella primavera fracasada de 2011 en los cuatro países donde más lejos llegó el cambio y en el que encabezó desde el primer día la contrarrevolución.»

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Paolo Flores d’Arcais Terrorismo islámico tabúes y wishful thinking

«La clave de la lucha contra la yihad terrorista es el islam moderado. De acuerdo. Pero ¿de verdad existe el islam moderado, o es lo más parecido a una quimera?»

© Reservados todos los derechos Se prohíbe cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, y sólo puede realizarse con la autorización expresa por escrito de sus titulares. La Maleta de Portbou no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores.

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sumario

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Fatema Mernissi

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Relato

Alfabetización visual de los jóvenes árabes

Un acercamiento Antoni Marí

«Ya en 1928, el artista húngaro nacionalizado americano László Moholy-Nagy predijo que “El analfabeto de mañana no será el que no conozca la escritura sino el que no conozca la fotografía”.»

«Posiblemente pasaré por Ginebra a finales de mes, ¿no estarás allí, por casualidad? Iré a visitar a María Zambrano.»

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Josep M. Martí

La economía del star system

«La estrategia operativa del sector del entretenimiento y en general de la comunicación audiovisual ha contribuido a generalizar la vedetización como un fenómeno habitual de nuestra cultura.»

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Entrevista Rosi Braidotti

Enric Puig Punyet «La explosión del antropocentrismo es una tragedia para las humanidades y las ciencias sociales tal como las entendíamos.»

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estampa

La profecía

© Fabrice Monteiro

La profecía es el resultado de la colaboración entre el fotógrafo Fabrice Monteiro, el diseñador de moda senegalés Doulsy (Jah Gal) y Ecofund. Tomada en diez lugares muy contaminados de Senegal, este proyecto es una denuncia sobre el deterioro ambiental de África y el mundo. Los vestidos, parcialmente fabricados con basura, se hacen eco del ambiente y el estado en el que se encontró cada lugar. Esta obra fue incluida en la exposición Making Africa: A Continent of Contemporary Design del Vitra Design Museum en Weil am Rhein, Alemania, en 2015, y también pudo verse en el festival LagosPhoto el mismo año. Fabrice Monteiro es fotoperiodista, fotógrafo de moda y de retrato. Su objetivo es construir un universo visual que retrate el mestizaje cultural y que muestre al mismo tiempo el peso de la tradición y de la modernidad. www.fabricemonteiro.viewbook.com

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editorial

E L E S TAD O D E LA VIDA Por

Jo s e p r a mone d a

L

a crisis de los refugiados se ha convertido en el icono del desconcierto europeo. Pero la dificultad de Europa para construir instituciones efectivas, dar legitimidad a la Unión, encontrar su sitio en el nuevo mundo y devolver a los ciudadanos el reconocimiento que les corresponde viene de lejos, de mucho antes que la guerra de Siria. La pérdida del sentido de los límites en los años previos a la crisis económica de 2008, en que la política incapaz de reaccionar al cambio de escala de los problemas se entregó por completo a los designios del poder económico, pasa factura. El espejismo de que la sociedad era una inmensa clase media, con una minoría que ya se había fugado por arriba y vivía su mundo aparte, y otro sector, en la parte baja de la pirámide, sumido en la invisibilidad, se hundió cuando mucha gente que se creía salvada para siempre vio el abismo. Una sociedad que había vivido en la indiferencia política, dejando que los partidos tradicionales hicieran y deshicieran a su antojo, de pronto descubrió que tenía que hacer oír su voz. Se rompió el encanto. Aparecieron nuevos actores y creció la sensación de impotencia de unos gobernantes a los que parece que ya sólo les queda el papel de jefes de policía. En algunos países, muchos de ellos del tan civilizado Norte, ha crecido la extrema derecha. En otros, han surgido nuevos actores de izquierdas, generando el pánico en las élites. La forma, con voluntad ejemplarizante, con que se humilló a Grecia ha dañado más de lo que parece el prestigio de las instituciones europeas. En España, con las instituciones saqueadas por las mayorías nacionales y locales del PP, donde la corrupción se ha hecho trama, los intentos de aislar a Podemos ponen de manifiesto la incapacidad de los sectores

conservadores de la derecha y de la izquierda de entender que la sociedad está cambiando sobre la base de una profunda fractura generacional. Los menores de 45 años, a los que se les han borrado las expectativas de futuro, buscan nuevas voces para hacerse oír, mientras los partidos de siempre apuntalan su supervivencia en el voto de los mayores. En medio de miserables regateos tácticos y de sistemática elusión de responsabilidades, ¿quién se ocupa de los problemas capitales de una sociedad en transformación? La educación, el trabajo, las relaciones personales, las creencias y las condiciones de la existencia configuran la experiencia humana. Y están sometidas a importantes mutaciones. No aparecen en la agenda política. Sobre ellas, sobre el estado de la vida, gira el bloque principal de este número. Fruto en buena parte del trabajo de la Escola Europea d’Humanitats que La Maleta de Portbou y la Obra Social de “la Caixa” hemos puesto en marcha este año. En un tiempo en que, como ha explicado Santiago Alba Rico en Islamofobia, la forma en que se estimula el rechazo a lo musulmán recuerda a la construcción del antisemitismo, que hizo del odio al judío algo natural y dio pie al nazismo, el artículo de Fatema Mernissi que publicamos es a la vez un homenaje a su memoria y a todos aquellos que, cualquiera que sea su ubicación cultural, intentan decir las cosas por su nombre, aunque irriten a los que se retroalimentan con la confrontación. Hace ahora un año de la última vez que vi a Fatema. Estaba muy centrada en el papel de la televisión por satélite en la secularización del mundo islámico. Como siempre, hablar con Fatema abría una perspectiva sobre las cosas que hacía saltar por los aires los lugares comunes de los que se empeñan en seguir viviendo unos contra otros.

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C É SAR REND U E L ES

Reescolarizar

la es c u ela es pañola

© Luci Gutiérrez, www.holeland.com

El auge de la ideología formativa

E

s muy característico del momento político que estamos viviendo el modo en que la educación ha llegado a convertirse en la única solución que somos capaces de imaginar para una asombrosa cantidad de desafíos y problemas colectivos. Creo que no es exagerado hablar de una auténtica ideología formativa, que atribuye a la educación una capacidad sobrenatural para

moldear las almas y así transformar la sociedad. Se ha generalizado la tesis de que la educación es el único remedio para la crisis económica, el cambio climático, la desigualdad, el sexismo, la delincuencia, la exclusión y casi todo lo demás. A mediados del siglo xx, la respuesta que dieron los gobiernos occidentales a los enormes fallos de la economía de mercado fue limitar la internacionalización de los capitales y la especulación financiera e impulsar la inversión pública, la redistribución fiscal y el desarrollo de servicios sociales universales. La Unión Europea contemporánea prefiere el minimalismo institucional, una navaja de Ockham pedagógi-

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C É SAR REND U E L ES ca: en 2014 la UE publicó un extenso informe acerca del empleo y el desarrollo social en el que se indicaba que el factor esencial para superar la crisis económica era la cualificación y solicitaba más inversión en educación y formación. La derecha neoliberal suele atribuir a la cualificación de la fuerza de trabajo propiedades económicas taumatúrgicas capaces de remediar los fallos del mercado laboral. La realidad de las economías contemporáneas es más bien que la cantidad de trabajos de alta cualificación ofertada es muy pequeña y la mayor parte de los empleos que se crean requieren una baja cualificación y más aprendizaje que formación. Pero también una parte significativa de la izquierda política ha reivindicado con entusiasmo esta especie de neoidealismo formativo. El consenso progresista parece ser que el Ministerio de Educación debe hacerse cargo de un ambicioso programa de avance moral que abarca desde el respeto de la diversidad cultural hasta las preocupaciones medioambientales pasando por la educación emocional. Eso sin descuidar las aspiraciones profesionales de una legión de especialistas en toda clase de materias. A veces da la impresión de que la solución a casi cualquiera de los males del capitalismo es la creación de una nueva asignatura en algún tramo de la enseñanza obligatoria. La verdad es que la ideología formativa es básicamente un placebo discursivo fruto de la impotencia política que nos lleva a sublimar en la educación nuestras esperanzas fallidas de cambio social. En lugar de plantearnos cuáles son las reformas que necesitamos en cada ámbito institucional de nuestra sociedad –el trabajo, la cultura, la familia, la salud, la religión…– buscamos un mediador neutro que convierta esos desafíos en una responsabilidad individual en lugar de en una tarea colectiva que debemos articular deliberativamente. Desde esta perspectiva, la formación prolongada y difuminada por toda la sociedad sería un mecanismo procedimental que remediaría el declive postmoderno de las instituciones de socialización tradicionales: los sindicatos y cooperativas, los partidos políticos, las iglesias, las asociaciones culturales o deportivas… La formación te capacitaría para ser, si lo deseas, un trabajador responsable, creativo y solidario, un consumidor de cultura avanzado, un ciudadano ilustrado que medita su voto con racionalidad. Todo ello sin comprometerte con una visión concreta, éticamente cargada, de la materialización de esos fines, como hacen las instituciones tradicionales.

Por eso, a pesar de las numerosas disputas y choques de intereses que presenciamos en torno a la educación, en el fondo la ideología formativa es profundamente consensual y aconflictiva y realmente coherente con el medioambiente antiinstitucional del capitalismo contemporáneo. Pero tal vez lo más grave de esta bulimia formativa es que nos incapacita para abordar los auténticos dilemas de la institución educativa, algunos profundos y dolorosos para la tradición política de izquierdas. En nuestras sociedades, la educación –o más bien alguno de sus sucedáneos: como la formación y el credencialismo– parece estar en todas partes excepto donde debería estar: en las guarderías, colegios, institutos, centros de formación profesional y facultades.

La anomalía educativa española El sistema educativo español, al menos en su tramo obligatorio, parece el experimento de un discípulo loco de Bourdieu para observar la reproducción social a gran escala. La educación española está marcada por una anomalía insólita en los países de nuestro entorno: el sistema de conciertos educativos. El 32% de los estudiantes españoles de primaria y secundaria estudian en colegios e institutos de gestión privada, en su mayor parte centros concertados subvencionados en su práctica totalidad con fondos públicos. Por resumirlo groseramente, las familias usuarias de esa red privada y concertada proceden mayoritariamente de la clase media-media y media-alta y de la población con mayor estatus social y capital cultural. La escuela concertada es un pilar de los privilegios de los que disfrutan las familias que ocupan aproximadamente el tercio superior de la distribución de rentas y cuyos intereses están manifiestamente sobrerrepresentados en las políticas públicas, los medios de comunicación y los programas de los partidos. La historia española de la financiación con fondos públicos de la enseñanza de titularidad privada es bien conocida. En los años ochenta, el gobierno del PSOE estableció el sistema de conciertos educativos como una vía para asegurar una universalización rápida de la educación en un contexto en el que no existía suficiente oferta de educación pública.

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C É SAR REND U E L ES Esa medida, supuestamente transitoria, se encabalgó sobre una larga tradición franquista de subvención a fondo perdido a los colegios religiosos. Aunque de hecho la Iglesia católica se resistió a las condiciones legales que imponía el sistema de conciertos, lo cierto es que ha sido su principal beneficiaria y la más interesada en que perdiera su carácter provisional. Por eso los debates en torno a la escuela concertada se han desarrollado casi siempre en torno a la cuestión ideológica de la presencia de la religión en las aulas y el poder que el sistema de conciertos otorga a la Iglesia. En realidad, si ni los gobiernos del PSOE ni los del PP se han planteado jamás un proceso de incorporación de los centros concertados a la red pública no ha sido por razones religiosas sino políticas. La red de enseñanza concertada constituye un elemento central en el sistema de lealtades sociales que durante décadas ha vertebrado el régimen político español. Aún más, aunque la Iglesia controla una parte significativa de la red concertada, la confesionalidad es una cuestión importante sólo para un porcentaje relativamente pequeño de las familias que acuden a esos centros. El sistema de conciertos educativos ha sido la forma en que el Estado ha asegurado a la clase media la transmisión de su patrimonio social y cultural, del mismo modo que la burbuja especulativa fue la forma en que le ofreció una vía individual de movilidad social intergeneracional a través de la transmisión del patrimonio inmobiliario. A menudo se señala que una vez igualadas las condiciones socioeconómicas la enseñanza concertada española no ofrece mejores resultados académicos. Es cierto, ofrece algo mucho más importante: la reproducción de las condiciones socioeconómicas. El resultado es que en España la clase media real (no la aspiracional) disfruta de los privilegios sociales de la educación privada a un coste muy reducido. Este amplio grupo social ha podido esquivar una parte significativa de los problemas asociados a la escolarización de las clases populares y acumular un valioso capital social. Por ejemplo, en España la red pública escolariza al 85% de los inmigrantes, mientras los colegios concertados y privados sólo escolarizan al 15% restante. El anecdotario sobre las vías de segregación que ponen en marcha los colegios concertados –que en teoría deberían garantizar las mismas condiciones de acceso que los colegios públicos– es inagotable. Abarcan desde los filtros económicos –como las famosas cuotas «vo-

luntarias» o las actividades «complementarias» (añádanse cuantas comillas se considere necesario)– hasta la selección explícita y sin tapujos: en numerosos colegios concertados un criterio de admisión importante es ser hijo de un antiguo alumno.

El nuevo elitismo progresista ¿Por qué desde la izquierda se pasa de puntillas sobre este problema y sólo se subraya el aspecto ideológico relacionado con la presencia de la Iglesia en la concertada? Cuando Pablo Iglesias afirmó en un programa de televisión que, en su opinión, la enseñanza concertada debía ser eliminada para quedar reducida a situaciones experimentales, la respuesta de un dirigente de UGT fue: «Es una utopía, es irrealizable». Es cierto que Izquierda Unida se ha atrevido a incluir la cuestión en su programa electoral, pero en términos asombrosamente tímidos: propone una moratoria de la concertada, la voluntariedad del proceso de conversión en pública y, además, justifica la medida basándose en cálculos extremadamente discutibles sobre el coste comparado de la enseñanza concertada para el Estado (es un asunto técnicamente complejo pero las pruebas apuntan más bien a que el coste por alumno en la concertada es menor que en la pública). Me temo que la razón de esta timidez es muy antipática: la izquierda española está radicalmente atravesada por el clasemedianismo. La enseñanza concertada –sobre todo por medio de las cooperativas de profesores o padres– se ha ido convirtiendo cada vez más en un refugio para familias laicas y progresistas con suficientes recursos económicos que buscan modelos educativos alternativos a los que ofrece la educación pública y una mayor capacidad de intervención en su comunidad educativa. No hay ningún motivo para dudar de la sinceridad de esas motivaciones, pero lo cierto es que la realidad de las cooperativas educativas laicas es también la de una profundísima segregación social. Es un proceso aún minoritario y característico de las grandes ciudades, en especial en Madrid, Cataluña y País Vasco, pero apunta a una tendencia que posiblemente se acelerará en el futuro. El desembarco de la izquierda en la concertada con su discursos acerca de la innovación educativa,

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C É SAR REND U E L ES las pedagogías blandas o la transversalidad proporciona a esta red una cierta imagen de marca de la que carecía (hasta ahora su principal valor consistía sencillamente en que no era la pública). De hecho, la red de colegios laicos y progresistas es más elitista que la religiosa, que tienen su propio circuito low cost en el que tienen cabida algunos inmigrantes y personas procedentes de las clases populares. En cambio, un famoso centro educativo madrileño por el que ha pasado buena parte de la nueva izquierda se las ha ingeniado para que estudien allí un buen puñado de hijos de corresponsales de prensa, músicos y artistas extranjeros. De modo que cuando a sus responsables les preguntan por el porcentaje de inmigrantes que acogen pueden presumir de los esfuerzos integradores que realizan. A mi juicio, mucho más importante que la titularidad de la gestión es la obligación de que todos los centros financiados con dinero público cumplan con criterios exhaustivos de universalidad y equidad. Y lo alucinante es que eso ni siquiera está garantizado en los propios colegios públicos. La maquinaria segregadora de la concertada está contaminando cada vez más a la red pública. Empieza a ser frecuente que los centros públicos establezcan triquiñuelas en los procesos de admisión para promover una bunquerización social. Tanto en la Comunidad de Madrid como en el País Vasco, cada vez más centros públicos «prestigiosos» dan puntos en los procesos selectivos a los hijos de antiguos alumnos. Otros, como un famoso instituto público del centro de Madrid, renuncian voluntariamente a tener comedor escolar para ahuyentar a los alumnos de bajos ingresos que optan a becas de comedor. Pero seguramente la herramienta de discriminación social más ambiciosa que se ha ideado en España es el programa de bilingüismo de la Comunidad de Madrid (CAM), una auténtica pesadilla elitista. En la actualidad, la mayor parte de los colegios de educación primaria madrileños son bilingües –hay distritos enteros donde no hay ni un solo colegio no bilingüe– y los que no lo son sufren fortísimas presiones de la administración para que entren al redil. Hay que estar muy alienado por la anglofilia para no percibir que el programa bilingüe de la CAM es un delirio pedagógico sin parangón en ningún lugar del mundo, que ha convertido los centros educativos en academias de idiomas donde una parte significativa de las materias son imposibles de impartir

porque alumnos y profesores no comparten las herramientas comunicativas mínimas. Es algo tan sencillo como que los profesores de primaria dan clase de ciencias naturales, historia o ciencias sociales en inglés (y sólo en inglés) a niños de 6, 7 u 8 años que… no hablan inglés. Hay un dato curioso que permite entender el auténtico objetivo del bilingüismo en los centros públicos de la CAM. En educación secundaria los resultados académicos de los estudiantes del programa bilingüe son peores en las materias impartidas en inglés pero mejores en matemáticas y lengua española. Es decir, aparentemente dar clase de ciencias en inglés, mejora tu rendimiento en lengua española. La explicación es que los programas bilingües expulsan a las familias más pobres y con menos recursos culturales y que obtienen peores resultados académicos. ¿Qué familias pueden ayudar a sus hijos con los deberes de science? ¿Qué familias pueden proporcionar a los estudiantes que lo necesiten clases particulares de idiomas o viajes al extranjero? Al igual que la red de enseñanza concertada, los programas bilingües en educación primaria tienen un objetivo social: permiten que al llegar a la ESO los estudiantes puedan ser distribuidos en función de su nivel de inglés. Poco sorprendentemente, esta criba hace que los estudiantes de las aulas bilingües sean de piel más clara, más ricos y con mayor capital cultural que los demás. El ciclo se retroalimenta desde la docencia. Los profesores que imparten clase en inglés gozan de distintos privilegios –económicos y profesionales– de modo que el programa bilingüe acapara los docentes fijos y con más experiencia, mientras que por las clases de español van circulando profesores precarios y poco motivados.

La antinomia corporativista Desgraciadamente, el elitismo clasemedianista es sólo la mitad de la historia de los problemas de la educación española y seguramente el más fácil de remediar. Uno de los efectos más perniciosos de los ataques neoliberales a la educación pública es que ha generado entre el profesorado una dinámica reactiva de atrincheramiento corporativo. De modo que cualquier diagnóstico de los dilemas de la enseñanza pública es interpretado en términos de complicidad

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