La resiliencia de las familias en el desplazamiento forzado OLGA LUCÍA LÓPEZ JARAMILLO Profesora Universidad de Antioquia
Introducción En el mundo se conoce el desplazamiento interno como el éxodo obligado de pobladores dentro de las fronteras de un mismo país, por efecto de la violencia generada por un conflicto armado. Estas características –su carácter involuntario, su circunscripción dentro de un país y su relación directa con conflictos armados– diferencian este fenómeno de otro tipo de migraciones, como el exilio, aquellas que son activadas por razones económicas o por efecto de desastres naturales y los reasentamientos poblacionales ligados a la realización de megaproyectos. El fenómeno del desplazamiento forzado se ha venido incrementando en el contexto mundial a partir de las dos últimas décadas del siglo XX. Tal incremento ha estado asociado a la proliferación durante este período de guerras civiles generadas por conflictos políticos y étnicos, fundamentalmente. Diversos estudiosos, entre ellos Stathis Kalyvas,1 señalan como característica diferencial de las guerras entre estados y las guerras civiles que, en las últimas, la población civil es el objetivo primario y deliberado. En este contexto, el desplazamiento forzado en Colombia es una expresión de esa situación. El fenómeno del desplazamiento forzado en Colombia se remonta a mediados del siglo XX como expresión en ese entonces de la violencia bipartidista en el Kalivas, Stathis. “La violencia en medio de la guerra civil. Esbozo de una teoría”, en: Análisis Político No. 42. Bogotá: Iepri, Universidad Nacional de Colombia, 2001. 1
país. En las décadas subsiguientes el conflicto violento tomó nuevas proporciones y generó complejas manifestaciones con la introducción de actores armados que agencian sus propios proyectos contra el Estado y la sociedad civil. Las manifestaciones más frecuentes son las desapariciones forzadas, los secuestros y de nuevo el desplazamiento, el cual solo fue reconocido oficialmente en la década del 90. El desplazamiento forzado se convirtió en tema central de investigación para mejorar su abordaje. Las investigaciones que al respecto ha llevado a cabo el Instituto de Estudios Regionales, Iner, de la Universidad de Antioquia, se han focalizado en la perspectiva de las familias desplazadas. Además de constatar el drama humano que representa el desplazamiento forzado para las familias con vínculo rural, principales afectadas por el fenómeno, los estudios fueron una oportunidad privilegiada para empezar a captar la fuerza vital que ellas tenían para hacerle frente a una situación potencialmente devastadora. Las investigaciones2 mostraron que si bien la guerra las hacía víctimas de sus estrategias, ellas, con sus recursos y sus propias estrategias, lograban posicionarse como sobrevivientes. Con este texto propongo un nuevo enfoque tanto para el estudio como para la intervención del desplazamiento forzado en Colombia, con base en algunas reflexiones y resultados de las investigaciones que sobre el tema ha realizado el Iner.
Un nuevo enfoque para abordar el desplazamiento forzado en Colombia Familias desplazadas: de víctimas a sobrevivientes Muchos estudios han dado cuenta de los impactos sufridos por la población desplazada hasta el punto de constituir, entre otros, un enfoque identificable sobre este fenómeno en el ámbito de la investigación a cargo de analistas y científicos sociales.3 Lo anterior ha permitido ahondar acerca de los efectos psicosociales del desplazamiento forzado y propiciado una amplia mirada a la población como víctima. Esta situación es real, de hecho la población desplazada podría considerarse –según los victimólogos– como triplemente víctima. Henao Delgado, Hernán et al. Desarraigo y Futuro. Vida cotidiana de familias desplazadas de Urabá, INER, Universidad de Antioquia, Cruz Roja Colombiana y Cruz Roja Sueca. Medellín, Lito Brasil, 1998. López Jaramillo, Olga Lucía et al, Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia, “El proceso de desplazamiento forzado: estrategias familiares de sobrevivencia en el Oriente Antioqueño”, Proyecto de Investigación (Informe final), Estampilla Universidad de Antioquia 1999, Medellín, diciembre de 2001. Inédito.
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Uribe de Hincapié, María Teresa et al. Desplazamiento forzado en Antioquia. Volumen 0: Aproximaciones teóricas y metodológicas al desplazamiento de población en Colombia, Bogotá: Secretariado Nacional de Pastoral Social, Conferencia Episcopal de Colombia, 2001, p. 47.
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La victimología,4 una disciplina que se desarrolló en los últimos veinte años, plantea un nivel primario, uno secundario y uno terciario en las víctimas. Esta triple condición podría aplicarse a las familias en situación de desplazamiento, en tanto los daños sufridos por ellas no se limitan a la lesión o a la puesta en peligro de sus bienes jurídicos, sino que van más allá de estos primeros efectos, lo que les genera padecimientos frente a los cuales la respuesta social no siempre es solidaria; en este sentido serían víctimas primarias.5 Adicionalmente, las relaciones de las familias desplazadas con el sistema jurídico del Estado son casi de abandono o indiferencia; es una segunda experiencia que –según el victimólogo Gerardo Landrove– incrementa la condición de víctima; aquí se afectan las dimensiones psicológicas o patrimoniales de las víctimas y esto ubica a las familias desplazadas en el nivel secundario. Sostiene Freidor Dünkel que cuando hay etiquetamiento o estigma –como consecuencia de las victimizaciones primaria y secundaria–, se da lugar a la victimización terciaria,6 la cual es también aplicable al caso analizado. En este orden de ideas, las familias desplazadas de manera forzada serían triplemente víctimas. Esta consideración de las familias como triplemente víctimas trae por lo menos dos efectos indeseables. Por una parte, la victimización de las familias por los otros, y muchas veces por ellas mismas, las ubica en una situación de indefensión y de incapacidad. Lo que es más preocupante, pasan a ser consideradas como objetos pasivos de atención e intervención y no como sujetos activos, esto es, como agentes de su propia recuperación. La victimización refleja además la mirada a un solo aspecto del fenómeno, como es el efecto e impacto en las familias. Si bien este es innegable, existe otro aspecto importante y es la respuesta, la reacción al evento estresor del desplazamiento forzado por parte de las familias.
Para Peters, de la Universidad Católica de Lovaina, la victimología se ocupa en general de los problemas de las víctimas de diferentes acontecimientos. El estudio de la victimología comprende entre otros aspectos: “el conjunto de las implicaciones comparables de acontecimientos tan diversos como, catástrofes de tráfico (accidentes aéreos, terrestres, etc.) y de las diferentes formas de delincuencia como la violencia estructural (terrorismo y guerra) y la violencia entre ciudadanos individuales”. Peters, Tony. Criminología y Victimología. San Sebastián: Ed. Universidad del País Vasco, 1990, p. 99. Citado por: Velásquez A, Fernando. La víctima que asume una posición victimizadora hacia su victimario en el delito de secuestro. Trabajo de grado (Psicólogo), Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de Psicología. Medellín, 1999, pp. 30-32. 4
Landrove Diaz, Gerardo. La víctima y su juez. San Sebastián: Ed. Universidad del País Vasco 1990, pp. 152-187. Citado por: Velásquez A., Fernando., op. cit., pp. 30-32.
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Dünkel, Freider. Fundamentos victimológicos generales de la relación entre víctima y autor en el derecho penal. Victimología. San Sebastián, Servicio Editorial Universidad del País Vasco, 1990. p.170. Citado por Velásquez A., Fernando., op. cit, p. 31. 6
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Estas reacciones activas de las familias en situación de desplazamiento, por el contrario, no han llamado suficientemente la atención de los estudiosos de este problema social y político que involucra todo un país y trasciende sus fronteras. Solo recientemente y en el caso de investigaciones de maltrato a mujeres, se ha propuesto cambiar la consideración de víctima por la de sobreviviente.7 Otra investigación en esta misma línea señala cómo construir a la víctima como “víctima” no necesariamente permite, en el caso de las mujeres maltratadas, recuperarse de los efectos de ese tipo de violencia. Sara Cobb agrega:8 “La identidad de víctima como construcción social posee una considerable fuerza centrífuga precisamente porque es una construcción social”; de ahí la propuesta de una acción intencional para construir a las mujeres maltratadas como “sobrevivientes”.9 Poner el lente analítico sobre este aspecto de la supervivencia puede ofrecer nuevas posibilidades de mirar y abordar esta grave problemática en un tema como el desplazamiento forzado, que, según la investigadora María Teresa Uribe y colaboradores, “está lejos de ser plenamente clarificado y explicado, pese a la extensa producción académica y a sus innegables aportes; es vasto, complejo, con muchas aristas y en pleno desenvolvimiento”.10
El sistema familiar frente a los eventos estresantes “La familia es el sistema donde vibran más las emociones, los sistemas de creencias, las tradiciones, las fortalezas y vulnerabilidades, los elementos de apoyo y, con frecuencia, la fuente de estrés y de presiones que nos empujan al éxito o al fracaso”.11 Ella se encuentra sometida permanentemente a innumerables sucesos y eventos, como sistema vivo e intensamente dinámico y complejo. El desplazamiento forzado puede ser para una familia un estresor además de inesperado (no normativo), externo, ambiguo, involuntario y crónico. De ahí lo difícil de su afrontamiento para ella y la importancia del papel de los recursos internos de la familia y externos a ella para lograrlo.
Bustos, Juan y Larrauri, Elena. Víctimología: Presente y Futuro. Santafé de Bogotá: Temis, 1993, p. 88. Citado por: Velásquez A., Fernando., op. cit, p. 19.
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Cobb, Sara. Dolor y paradoja: la fuerza centrífuga de las narraciones de mujeres víctimas en un refugio para mujeres golpeadas (Traducido por Stella Álvarez) En: Pakman, Marcelo (Comp.). Construcciones de la experiencia humana. Barcelona: Gedisa, Volumen II, 1997, p. 19.
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Ibíd., pp. 21-22.
10 Uribe de Hincapié, María Teresa et al. El desplazamiento forzado en Antioquia. Volumen 0., op. cit, p. 31. Mejía G., Diego et al. Sistema de Educación Continua. Salud Familiar. Bogotá: Instituto de Seguros Sociales, Ascofame, 1990, p. 52. 11
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Las teorías del estrés familiar Estas teorías giran alrededor de dos ejes básicos: de la vulnerabilidad12 a la crisis y el poder de recuperación de la crisis. Las teorías del estrés se concretan en modelos como el de resiliencia, que intentan responder, como otros modelos, a la pregunta: ¿por qué algunas familias logran afrontar las transiciones, las catástrofes o eventos inesperados y otras se rinden ante las dificultades en similares condiciones? Para responder a este interrogante los modelos se basan en estos cuatro supuestos: • Todas las familias, como sistemas vivos, enfrentan dificultades y cambios de manera natural y predecible. • Todas las familias desarrollan fortalezas y capacidades básicas para promover su crecimiento y para protegerse de los momentos de transición y cambio. • Todas las familias desarrollan fortalezas y capacidades específicas para protegerse de los estresores inesperados y para promover la adaptación después de las crisis. • Paralelamente, las familias se benefician y contribuyen a la red de relaciones y recursos de la comunidad, en especial en los momentos de estrés y crisis.13 El enfoque de resiliencia El modelo de resiliencia, planteado como uno de los explicativos de las teorías del estrés familiar en la investigación sobre el proceso de desplazamiento forzado en el oriente antioqueño, se definió como enfoque con el fin de darle mayor amplitud al concepto, más allá del funcionamiento familiar, aunque sin excluirlo. Este concepto es compartido con las y los autoras/es que, entre otros, han hecho importantes aportes en el estudio de la resiliencia en la familia, en los adolescentes y los niños, como Froma Walsh, Mabel Munist y colaboradores y José R. Machuca.
La vulnerabilidad se entiende como uno de los “factores internos de riesgo, de un sujeto o sistema expuesto a una amenaza, que corresponde a su disposición intrínseca de ser dañado” (Lavell, Alan. Viviendo en riesgo. La red Colombia, 1994. Citado por: Moreno Jaramillo, Gustavo F. Metodología para el Análisis de la vulnerabilidad Sociocultural Individual. Medellín: 1999, 100, p. Trabajo de posgrado. Maestría en Problemas Sociales Contemporáneos con Énfasis en Investigación y Gestión de Desastres. Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Departamento de Trabajo Social, p.13. 12
13 Hernández C., Ángela et al. Familia y adolescencia: Indicadores de Salud. Manual de aplicación de instrumentos. W. K. Kellogg Foundation, Organización Panamericana de la Salud, Organización Mundial de la Salud, Programa de Salud Integral del Adolescente. Coordinación Familia y Población. División de Promoción y Protección de la Salud. S.f., p. 6.
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El enfoque de la resiliencia familiar se funda en un paradigma basado en la competencia y la fortaleza de la familia más que en su patología. Deja de ver a la familia como una entidad perjudicada para verla como entidad desafiada. El concepto resiliencia fue tomado de la metalurgia y designa la capacidad de los metales de resistir a los golpes y recuperar su estructura externa; en osteología se ha utilizado de una fractura, y en el campo psicosocial es la capacidad del ser humano para recuperarse de la adversidad. En tal sentido, autores como Meg Gardiner la definen como una interacción creativa entre los recursos personales y los recursos sociales.14 El concepto de resiliencia familiar ofrece una postura flexible al abarcar múltiples variables, tanto las similitudes como las diferencias y tanto la continuidad como el cambio. Toda la familia tiene la capacidad potencial de actuar con resiliencia y hay muchas formas de hacerlo. En el nivel de análisis sobre el estrés en la familia en tiempos de guerra, dicho concepto llevó a avances conceptuales y de investigación en el campo de la superación y adaptación de la familia. Tal como es descrito por F. Walsh, abarca tanto la vulnerabilidad como la capacidad regeneradora de la familia –conceptos propuestos por Hamilton McCubin y Joan M. Patterson– ya que se ocupa de la actitud para minimizar el impacto disociativo de una situación estresante al modificar las exigencias y desarrollar recursos para hacerle frente. Una buena adaptación exige apelar a recursos tanto intrafamiliares como ambientales.15 Según Walsh, la resiliencia en una familia es su capacidad para reorganizarse después de una adversidad, con mayor fuerza y mayores recursos. Es un proceso activo de fortalecimiento y crecimiento en respuesta a las crisis y los desafíos que van más allá de sobrevivir, sobrepasar o escapar. Es la capacidad para sanarse de heridas dolorosas, de hacerse cargo de la vida y seguir el camino con coraje e infundirlo en los demás. Para esta autora, las llaves de la resiliencia son básicamente tres: • El sistema de creencias compartido de la familia, de acuerdo con el significado positivo que se da a la adversidad y a la vida en general, el sentido de trascendencia y la espiritualidad. • Los patrones de organización familiar en cuanto a la flexibilidad y la cohesión, tanto interna como externa a la familia, que le permite la movilización para utilizar los propios recursos y buscar los externos con otras familias y otras instituciones. Badilla A., Helena. “Para comprender el concepto de resiliencia”, p. 1. Artículo derivado de la tesis: Badilla A., Helena y Sancho, A. Estudio de antecedentes: Las experiencias de resiliencia como eje para un Trabajo Social alternativo. Universidad de Costa Rica, 1997.
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Walsh, Froma. “El concepto de resiliencia familiar: crisis y desafío”, en: Sistemas Familiares. Buenos Aires, marzo de 1998, pp. 20-21.
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• Los procesos comunicacionales caracterizados por la claridad, la apertura a la expresión emocional y la disponibilidad a la colaboración en la solución de problemas.16 La resiliencia se forja a través de la adversidad, no a pesar de ella, es decir, es necesario afrontarla. La capacidad inherente a la resiliencia de recobrarse de los peores golpes no reside en “pasar la crisis” como si esta no afectara, no se trata de librarse de una experiencia penosa y de sentimientos dolorosos simplemente. Por el contrario, la resiliencia implica integrar la totalidad de la experiencia en la trama individual y familiar –en relación con su identidad– y en la forma como individuo y familia continúan viviendo.17 Es necesario distinguir entre enfoque de resiliencia y enfoque de riesgo. Ambos son consecuencia de la aplicación del método epidemiológico a los fenómenos sociales y aunque se refieren a aspectos distintos, se pueden complementar. El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, el síntoma y en características que se asocian con una elevada probabilidad biológica o social de hacer daño. Estas características o cualidades, que pueden ser de personas o comunidades, constituyen los factores de riesgo. El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha denominado el modelo “del desafío” o “de la resiliencia”. Este enfoque describe la existencia de verdaderos escudos que harán que dichas fuerzas no actúen de manera lineal, atenuando de esta forma sus efectos negativos y en ocasiones transformándolos en factor de superación de la situación estresante. En otras palabras, se refiere a los factores protectores.18 La visión proporcionada por los modelos basados en los conceptos de vulnerabilidad a la crisis, el poder de recuperación de la familia y el enfoque de resiliencia posibilitan considerar nuevas miradas a la encrucijada en que estas se encuentran, de tal manera que se les reconozca como reconstructoras de su realidad, sin desconocer el papel fundamental y relevante que tiene el medio, en un amplio proceso de resiliencia social basado en los derechos ciudadanos de las familias desplazadas. Enfoque de resiliencia en el estudio del desplazamiento forzado en el oriente antioqueño El estudio sobre el proceso de desplazamiento forzado: Estrategias familiares de sobrevivencia en el oriente antioqueño fue realizado por el Iner, en el año
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Walsh, Froma. Strengthening Family Resilience. New York: The Guilford Press, 1998, pp. 6 y 24.
17
Walsh, 1998, op. cit., p. 22.
Munist, Mabel et al. Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes. Washington: OPS, OMS, Fundación Kellogg, ASDI, septiembre 1998, pp. 10 y 12.
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2001. Es un estudio de corte cualitativo, desde una perspectiva sistémica, que considera el fenómeno no solo de manera secuencial, como un proceso, sino con efectos de doble vía. Es decir, que sin desconocer las consecuencias que el desplazamiento forzado tiene sobre las familias buscó visibilizar las reacciones de las familias frente a dicho fenómeno, que con frecuencia quedan ocultas y, por ende, no valoradas suficientemente como potencial social. Se pretendía visualizar las estrategias familiares de afrontamiento del problema, con el propósito de contribuir a trascender el solo papel de “víctimas” que la sociedad y las mismas familias desplazadas se atribuyen y colocarlas como protagonistas activas y como fuerza transformadora de alto valor social. Se obtuvo una muestra final para el estudio de 63 familias desplazadas, que se encontraban en distintas etapas del proceso de desplazamiento (pre-desplazamiento físico o preludio, desplazamiento físico y ubicación provisional en los sitios de asentamiento, reubicación y retorno). Se seleccionó un municipio expulsor y receptor de población desplazada, de cada una de las zonas en que está dividido el oriente antioqueño, así: Marinilla en la zona del altiplano, El Peñol en la zona de embalses y San Luis en la zona del páramo. El proceso de desplazamiento forzado, por sus características de forma, contenido y dinámica particulares en el oriente antioqueño, se constituyó para las familias cuyo desalojo fue objetivo militar de los grupos armados, como un evento inesperado de cambios no predecibles y por tanto no-normativo, como un estresor de gran tensión que les exigió movilizar sus capacidades, es decir, sus potencialidades y fortalezas disponibles para afrontarlo. El desafío de que fueron objeto por parte de los actores armados las retó a utilizar la reserva de todos sus recursos, los propios y los externos, y con base en ellos a actuar proactivamente.
Potencialidades de las familias en situación de desplazamiento En el estudio sobre el desplazamiento forzado en el oriente antioqueño, se identificaron las potencialidades de las familias. Hay dos tipos de capacidades o fortalezas que reflejan en primer lugar lo que la familia tiene, es decir, los recursos, y en segundo lugar lo que la familia hace, las conductas proactivas que lleva a cabo, las cuales dan cuenta de las estrategias de afrontamiento frente al desplazamiento forzado. El recurso se define como una característica, rasgo, competencia o valor de las personas de la familia a nivel individual, de la familia como unidad y de la comunidad como su contexto inmediato. Joan Patterson, citado por Ángela Hernández, sugiere considerar las tres dimensiones en la tenencia de recursos: el personal, el familiar y el comunitario.19 Hernández C., Ángela. Familia ciclo vital y psicoterapia sistémica breve. Santafé de Bogotá: El Búho, 1997, p. 234. 19
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Por recursos personales se entienden las competencias que a nivel individual tienen los miembros de la familia y a los cuales esta puede acudir en casos de necesidad. Los más reconocidos son: • El conocimiento y las habilidades adquiridas por medio de la educación formal, entrenamiento y experiencia, que facilitan consecución de ingresos y desempeño de tareas. • Los rasgos de personalidad, la salud física y emocional y otros. Los recursos familiares, es decir, los valores de la familia como unidad se detectan en su funcionamiento y se identifican en especial estos tipos de recursos: La cohesión entendida como el vínculo de unión que se mantiene a través de la vida familiar, la confianza, el apoyo, la integración y el respeto a la individualidad. La adaptabilidad, considerada como la capacidad de la familia para afrontar y superar los obstáculos que amenaza su subsistencia. La habilidad para comunicarse es otro recurso familiar crítico. Aunque la comunicación incluye diferentes aspectos, se destaca la capacidad de la familia para comunicarse, tanto sobre lo instrumental, como sobre lo afectivo. La calidad de la comunicación es de gran importancia para el manejo del estrés, permite coordinar los esfuerzos para afrontar las demandas y reducir la ambigüedad de las mismas. Otros autores (Curran, Pratts, Mc.Cubbin) han sugerido una serie de recursos familiares como la tradiciones familiares, las creencias religiosas y el compromiso para mantener relaciones regulares, entre otros.20 Para J. Patterson, por recursos de la comunidad se entienden las personas, grupos e instituciones externas a la familia, a los cuales ella puede acceder y obtener ayuda. Entre estos recursos al que más atención se le ha dado es al apoyo social, en el cual se destacan dos elementos: ¿quién da ese apoyo y qué se da como apoyo? Dentro de estos últimos, adquieren relevancia el apoyo emocional, que denota preocupación y cuidado a través de una adecuada comunicación; el apoyo informacional, a través de sugerencias, oportunas orientaciones sobre el problema y sus soluciones y el apoyo instrumental o ayuda efectiva en dinero, especies alojamiento, tiempo y trabajo.21 Con base en lo definido se identificaron algunos de los recursos que en las tres dimensiones hacían parte de las fortalezas o capacidades, y también debilidades de las familias campesinas que fueron desplazadas en el oriente antioqueño y que se constituyeron en bagaje fundamental para afrontar un evento no normativo, inesperado, como lo es para ellas el desplazamiento forzado. 20
Ibíd., p. 56.
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Ibíd., p. 56.
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Recursos individuales de las familias en situación de desplazamiento. En la investigación mencionada solo se tuvieron en cuenta los conocimientos y las habilidades adquiridas por medio de la educación formal –principalmente– la no formal e informal y las experiencias de los miembros de las familias desplazadas, logradas en su ambiente, en el contexto de su cotidianidad y convivencia rural, como familias campesinas, a través de sus respectivas ocupaciones. Estos fueron algunos de los hallazgos en este aspecto. Por un lado el bajo nivel educativo presentado por la mayoría de los miembros de las familias campesinas en situación de desplazamiento, y en segunda instancia, el nivel educativo medio, que en ambos casos se complementan con las habilidades desarrolladas en su hábitat rural a través de la ocupación; esto se constituyó finalmente en el repertorio de conocimientos, el monto del recurso individual con que estas familias contaban para hacer frente al fenómeno del desplazamiento forzado. Ellas salieron con lo que tenían: poca ropa, pocos enseres y no muchos conocimientos para hacer frente a lo desconocido. Los recursos individuales en relación con lo aportado por la educación formal, la no formal e informal y las habilidades desarrolladas con las que podían contar no eran suficientes para lo que les esperaba; se constituían hasta el momento en factor de riesgo más que de protección, de inminente crisis, teniendo en cuenta lo inesperado del suceso para ellas, lo abrupto de la salida y el carácter violento de la misma. Los recursos familiares en el desplazamiento forzado En la investigación los recursos familiares considerados fueron la cohesión, la economía y la adaptabilidad familiar frente al evento del desplazamiento forzado. La categoría cohesión familiar –inherente al funcionamiento familiar– fue evaluada con la aplicación del instrumento denominado APGAR, en el cual se incluyó el apoyo, la integración, el afecto, la capacidad de compartir tiempo espacio y dinero, la valoración por las decisiones entre los miembros de la familia, y el componente de la comunicación intrafamiliar en relación con la verbalización acerca de lo ocurrido en la familia frente al desplazamiento. Este último componente se tuvo en cuenta para hacer un acercamiento al manejo del estrés y la expresión de los sentimientos generados, como forma inicial y elemental para la elaboración de duelos, en especial cuando se presentaron muertes violentas en miembros de la familia. La adaptabilidad de las familias, es decir, la capacidad de llevar a cabo ajustes o cambios se evaluó en este caso a través de las estrategias llevadas a cabo por la familia frente al desplazamiento con base en sus recursos. Se partió del número de estrategias y de su variedad en los momentos no solo críticos del proceso, como la salida de sus respectivas localidades, sino a lo largo del mismo proceso | 236 |
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hasta el momento del estudio; se consideraron además los miembros de la familia involucrados en cada estrategia. Esto da razón no solo de la flexibilidad y la capacidad de llevar a cabo los cambios necesarios para afrontar estresores severos como el desplazamiento, sino de actuar a través del tiempo para lograr y mantener la sobrevivencia. El desplazamiento forzado como consecuencia y/o estrategia de los actores del conflicto armado, tiene para las familias entre otros significados el de un conflicto externo a ellas que internamente las une, las integra, las cohesiona. Prácticamente más del 85% –la mayoría de las familias– se encontraron integradas o cohesionadas unas, y otras con tendencia hacia la integración o con una cohesión media aceptable, en una interacción de dar y recibir apoyo alrededor del fenómeno que las convocaba como familia. Todos habían sido desplazados y se encontraban en la misma situación. Esto ha contribuido a un manejo conjunto del estrés a través no solo del apoyo, también el poder hablar del tema en familia, el compartir el espacio el tiempo y el dinero incluso el miedo para mantenerse vivas. Es importante anotar que en los casos de muerte de familiares no resultaba fácil hablar sobre ello. Las reacciones de una familia ante un evento estresor no se improvisan, por el contrario, dan cuenta de una serie de recursos –en cuanto afecto, apoyo, comunicación y solidaridad entre sus miembros– que ya poseía. Sin embargo, no se descarta que frente a los eventos severos de mucha tensión entre los miembros de la familia se pueden también generar efectos contrarios a pesar de una historia de solidaridad y cohesión en el grupo. Esto podría asociarse con el caso del 12% de las familias cuya cohesividad se encontró baja, pero no se descarta otro tipo de situaciones inherentes al desarrollo mismo de las familias que afronta sus propios retos. De hecho, en la mitad de ellas se percibieron dificultades en la pareja, solo un caso relacionado con el desplazamiento y en la otra mitad los hijos se encuentran en el proceso de salida del hogar buscando su independencia. En estos casos normalmente la familia tiende a estar menos aglutinada para permitir la salida de los hijos.22 La mayoría de las familias enfrentan el evento del desplazamiento con características de pobreza rural, que se refleja en los recursos individuales en cuanto a conocimiento, experiencias y habilidades. Cuentan con la fortaleza de los recursos familiares que podrían considerarse como intangibles, invaluables que les ha permitido lograr la supervivencia. Los recursos familiares han sido para las La salida de los hijos del hogar es una de las etapas que vive la familia en el ciclo vital de su desarrollo. También se produce un cambio en este caso predecible, por tanto de carácter normativo, lo cual no exime a la familia de algún nivel de tensión. 22
La Ley 387 en el artículo 18, señala en relación con la cesación de la condición de desplazado forzado por la violencia, que dicha condición cesa cuando se logra la consolidación y estabilización económica, bien sea en su lugar de origen o en las zonas de reasentamiento. *
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familias desplazadas de manera forzada el mayor factor de protección, al contrario de los recursos individuales que han sido más bien factores de riesgo, al lado de la economía familiar, la cual se despotenció y se tornó altamente vulnerable después de la grandes pérdidas que para las familias ha significado el desplazamiento. Recursos comunitarios en el proceso de desplazamiento forzado En la dimensión de recursos comunitarios a los cuales las familias en situación de desplazamiento podían acceder, se consideran los dos tipos de comunidad que los hechos involucraron de inmediato: la comunidad de origen correspondiente a la localidad (vereda o corregimiento) denominada como expulsora por la acción de los actores armados y la comunidad de llegada y asentamiento de las familias que en situación de desplazamiento se ubicaron en las cabeceras de los municipios estudiados. En conclusión, la realidad de los recursos comunitarios, en especial el tipo de recurso institucional público y privado a los que las familias podrían acceder como base de partida para retornar o reubicarse voluntariamente en condiciones dignas después de la experiencia vivida –de paso terminar su condición de desplazados–* es una realidad vacía, carente de la voluntad política necesaria para transformar el nivel asistencial de emergencia y pasar al nivel de la reparación psicológica, moral y económica,23 es decir, a la etapa de la reconstrucción de los proyectos de vida de las familias campesinas –violentamente truncados–, que no solo tienen el derecho de rehacer, sino de mejorar sus condiciones de vida.
Estrategias de afrontamiento: en búsqueda de la reconstrucción Las estrategias de sobrevivencia desarrolladas por las familias durante el proceso de desplazamiento fueron el eje central, la búsqueda principal de la investigación. Éstas se definen como estrategias de afrontamiento y se refieren a aquellas conductas, o mejor, respuestas generalizadas de las personas o familias ante las demandas que se le presentan en un momento determinado –como el desplazamiento forzado–. Consisten en un esfuerzo específico, abierto o encubierto, por el cual la persona o la familia como grupo intenta reducir el impacto de una demanda o exigencia.24 Esta última se relaciona más directamente con el carácter forzado del desplazamiento. La investigación realizada por el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia plantea como parte de sus conclusiones, ante las pérdidas de los desplazados, la exigencia de una reposición material, la estabilización socioeconómica de que habla le Ley 387, el reconocimiento social y la reparación moral para esta población. Véase: Uribe de H. María Teresa y Col. Desplazamiento Forzado en Antioquia Vol. 0, op. cit., pp. 68-69. 23
24
Hernández, 1997, op. cit., p. 57.
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El afrontamiento familiar es el resultado de la(s) respuesta(s) coordinada(s) y de la integración de los esfuerzos de los miembros de la familia para la solución de problemas que tuvieron que enfrentar durante el desplazamiento, tales como la protección ante el contexto de peligro que vivían, los de albergue en los sitios de llegada, los de empleo para la sobrevivencia, entre otros. El afrontamiento tiene que ver con la forma como las familias enfrentan las dificultades haciendo uso de sus recursos y está en estrecha relación con el sentido que atribuyen a las demandas o eventos estresores. Aunque los significados atribuidos a las demandas son sostenidos por cada persona, la mayoría son compartidos y contrastados dentro del grupo de convivencia, es decir, la familia u otros grupos significativos dentro de la comunidad.25 McCubbin, Larsen y Olson, citados por Hernández, proponen dos tipos de estrategias de afrontamiento: Internas: relacionadas con el reconocimiento y aplicación de los recursos existentes en la propia familia. • Externas: orientadas a obtener recursos en fuentes externas a la familia.
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Las estrategias internas implican la “reestructuración” o la “pasividad”. La reestructuración es la habilidad para redefinir las experiencias estresantes de manera que sean más aceptables y manejarlas con base en la confianza de la familia y su propia resiliencia. En el caso de las familias que optan por la reestructuración, ellas definen el evento estresor como un reto que pueden superar. La pasividad es una respuesta no activa ni eficiente en función de la solución de problemas, donde se adopta una actitud que minimiza la responsabilidad y la propia iniciativa para afrontar las dificultades. En este caso las familias definen el evento estresor como una situación que se resolverá por sí sola con el paso del tiempo. La pasividad opera como una respuesta de evitación de los problemas que puede reflejar una actitud pesimista ante lo que es necesario resolver. Sin embargo, esta posición tiende a cumplir una función de protección familiar en especial cuando los recursos de la familia se perciben insuficientes para afrontar la situación problema.26 Las estrategias externas son de tres tipos: •
Búsqueda de apoyo social. Este como estrategia en los estilos de afrontamiento, se entiende como “el acceso a lazos sociales compensatorios”,27 con la familia extensa, amigos y/o vecinos.
25
Ibíd., p. 59.
26
Ibíd., pp. 79-80.
Musito Ochoa, Gonzalo. Apoyo social. Universidad de Valencia, Facultad de Psicología, Barcelona: PPU, s.f. p. 16. 27
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Búsqueda de apoyo espiritual, a través de actividades o rituales religiosos fundamentalmente. • Búsqueda de apoyo institucional y/o profesional, hacia los cuales se moviliza la familia para obtener y aceptar ayuda.28
•
Cuando una persona o una familia experimentan un estresor o una tensión que no comprenden, por desconocimiento de causa o por no saber cómo afrontarla, acuden por lo general a alguien que los ayude a encontrar interpretación y significado29. Con alguna frecuencia se encontró en las familias entrevistadas su desconcierto por el desconocimiento de las razones del desplazamiento en su localidad; ellas carecían de explicaciones aún de carácter subjetivo, mientras otras tenían sus propias explicaciones más cercanas a las condiciones objetivas del desenvolvimiento del conflicto en la zona. Las familias sobrevivientes al desplazamiento forzado han respondido con sus fortalezas, con la utilización de todos los recursos a su alcance –propios y externos– al desafío planteado por las estrategias de guerra de los actores armados. A continuación se resumen sus respuestas frente al desplazamiento con base en las categorías de los dos tipos de estrategias propuestas: internas y externas. La categoría de las estrategias internas abarcó las respuestas de las familias que movilizaron ajustes y/o cambios en la composición familiar, la utilización de la cohesión familiar, el apoyo en sus propias creencias y las conductas proactivas tendientes al restablecimiento de su economía. Esto ocurrió en el 73 % de las familias entrevistadas. En la categoría de las estrategias externas se consideraron tres tipos de búsquedas llevadas a cabo por un 94% de las familias entrevistadas, es decir, la mayoría. Tales búsquedas fueron: el apoyo social, la búsqueda de afiliación* y el apoyo institucional. Recapitulando, el conjunto de las estrategias desarrolladas por la mayoría de las familias –las internas en un 73% y las externas en un 94%– refleja varias situaciones: •
28
En primer lugar, es necesario partir de la base que posibilitó dichas estrategias, es decir, el repertorio de los recursos existente en las familias, con fortalezas en unos casos, como los recursos familiares; con debilidades en otros, como los individuales y los institucionales. Este repertorio produce un balance global que aunque ha significado la sobrevivencia de las familias, esta ha sido Hernández, 1997, op. cit, p. 80.
Ibíd., p. 60. * La búsqueda de afiliación, entendida como la agrupación o asociación de una(s) familia(s) con otra(s), es una forma de apoyo social. Sin embargo en esta investigación, por las características que revistió dicha afiliación, se consideró como una categoría separada. 29
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en condiciones muy difíciles, desventajosas y precarias. Así, se conecta con el presente un pasado con insuficientes oportunidades: las brindadas por el Estado a la población campesina en el ámbito económico y en el educativo principalmente, y las restringidas oportunidades futuras a causa de la evidente falta de programas a corto y mediano plazo para la reconstrucción de los proyectos de vida bien sean individuales, familiares o sociales, dada la magnitud del impacto que tuvo en ellas el desplazamiento forzado. •
En segundo lugar, al centrar la mirada en los dos tipos de estrategias empleadas y en la interacción que se dio para su ejecución entre los miembros de la familia y entre esta con el afuera, se produjeron a través de estas acciones una cantidad de sinergias que les permitieron afrontar el gran reto de la supervivencia en medio de la adversidad, perfilándose así la resiliencia de las familias desplazadas, es decir, su capacidad para desafiar los efectos del conflicto armado y sobrevivir en una situación de alto riesgo para la vida física, emocional y social. En estas familias se encontraron los tres factores que hacen resiliente a una familia: los patrones organizativos alrededor de la cohesión y la flexibilidad mostrada por la mayoría de ellas, sus creencias religiosas, los procesos comunicacionales que fueron base de varias de sus estrategias y la participación activa de todos los miembros de la familia, en uno u otro momento, para afrontar su situación. Se destaca el papel activo de las mujeres en dicha participación, quienes buscaron nuevos caminos con coraje y lo infundieron en los demás miembros de sus respectivas familias.
La visibilización de las múltiples acciones y posiciones que asumen las mujeres y los demás miembros de la familia para afrontar el reto del desplazamiento forzado, responde al interés de identificar las bases para la reconstrucción de sus proyectos de vida con una perspectiva social por medio de sus propias voces. Al respecto Caroline Moser y Fiona Clark plantean: Si deseamos tener un entendimiento completo de las consecuencias que producen el conflicto armado y la violencia en todas las mujeres en general, es necesario escuchar sus diversas voces. En Colombia, una verdadera paz, democrática y sostenible, no será posible si no se cuenta con la capacidad de incluir en el proceso a sus poblaciones, con todas sus características multiculturales y multiétnicas, de todas las edades y estratos socioeconómicos.30
Moser, Caroline y Fiona, Clark C. “Experiencias de América Latina”, en Género, conflicto y la construcción de la paz sostenible: un reto para Colombia. Informe de la conferencia realizada por el programa Paz Urbana y la Oficina de país del Banco Mundial en Colombia, con el apoyo de la agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (Asdi). Santafé de Bogotá: Tercer Mundo Editores, 2001, p.17.
30
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•
En tercer lugar, al tener en cuenta el número de estrategias empleadas por familia –tanto internas como externas, con predominio de estas últimas y con un promedio de hasta tres estrategias por familia–, la extensión de estas acciones en el tiempo, es decir, su permanencia durante todo el proceso del desplazamiento forzado, de acuerdo con circunstancias generales y particulares en cada familia, y la participación de todos los miembros de la familia –con frecuencia más la mujer, pero casi nunca sola en la búsqueda de alternativas– se constituyeron en parámetros para visualizar otra fortaleza de las familias entrevistadas, como es la capacidad de adaptabilidad a circunstancias tan adversas por medio de los ajustes y/o cambios requeridos para superarlas.
Una experiencia piloto para el abordaje del desplazamiento forzado 31
A partir de las investigaciones realizadas por el Iner, se concluyó que en el caso de las familias desplazadas era urgente establecer programas de recuperación que incluyan los aspectos psicológico, social y económico, ya que la atención humanitaria que ellas reciben es limitada, pasiva e insuficiente. También se incluyó el nuevo enfoque para abordar el trabajo de intervención con la concepción de las familias desplazadas como protagonistas de su propio restablecimiento y como sujetos de la reconstrucción. En consecuencia y retomando además su experiencia como entidad coordinadora del Programa Nacional de Alianzas desde 1996,32 el Iner elaboró una propuesta de intervención psicosocial con la población desplazada. En esta propuesta se considera que las familias desplazadas han sufrido pérdidas humanas y materiales con consecuencias que rebasan sus propios recursos para lograr el restablecimiento por sí mismas, y que ese restablecimiento debe hacerse por medio de “un trabajo en alianza entre ellas y las instituciones del sector público y privado”. Se eligió el municipio de El Peñol para llevar cabo la experiencia piloto de abordaje que condujera a mejorar las condiciones de vida de las familias asentadas en ese municipio después del desplazamiento. Rodríguez, Ángela. Alianza por una nueva vida para las familias desplazadas por la violencia en el municipio de El Peñol (Antioquia) Alianza conformada por: Alcaldía de El Peñol, Personería municipal de El Peñol, Instituto de Estudios Regionales, INER, Universidad de Antioquia, Fundación para el Bienestar Humano. Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli (CISP). Asociación de Familias Desplazadas de El Peñol Fuentes de Progreso. Sistematización. Medellín, octubre 2003. 31
El Programa Nacional de Alianzas se basa en un trabajo asociativo que reúne al sector público, el sector privado y la comunidad, con el fin de mejorar la calidad de vida de las poblaciones. Es una propuesta apoyada impulsada y difundida por la Fundación Corona, El Banco Mundial y seis universidades del país. 32
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Desplazamiento forzado en El Peñol El municipio de El Peñol está ubicado en el oriente del departamento de Antioquia, a 2.000 metros sobre el nivel del mar y a 67 kilómetros de Medellín; su área es de 143 kilómetros cuadrados y su temperatura promedio de 18 grados centígrados; las actividades económicas más importantes del municipio son la agricultura –es el principal productor de tomate en el departamento– y el turismo, el cual tiene como centro un monolito gigante que se alza al pie de la represa y se conoce con el nombre de “Piedra del Peñol”. Aunque esta piedra tiene la particularidad de estar situada en jurisdicción de Guatapé, los peñolitas la consideran como propia en su imaginario colectivo. Desde los años ochenta el oriente antioqueño ha sido una zona de influencia de las Farc,33 pero en los últimos tres años la región y sus riquezas hidroeléctricas se han convertido en un objeto disputado por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El enfrentamiento entre estos grupos por el territorio, ha provocado la intensificación del conflicto en la zona. Los desplazamientos en el municipio de El Peñol comenzaron a presentarse en agosto de 2000, ante la amenaza de una masacre que efectivamente se llevó a cabo el cinco de enero de 2001; al comienzo fueron casos esporádicos, pero luego se incrementó el éxodo de familias principalmente en las veredas La Meseta, Chiquinquirá y el Chilco.
Conformación de la alianza En el año 2003, por iniciativa del Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia y la Fundación para el Bienestar Humano (FBH), se formalizó una alianza a la cual se vincularon entidades y organizaciones del sector público y de la sociedad civil del municipio de El Peñol y la ciudad de Medellín, y las familias desplazadas por la violencia que residen en ese municipio.* Se logró consolidarla con un objetivo común: ...reconstruir los proyectos de vida individual, familiar y social de las familias desplazadas en el oriente antioqueño, que se asentaron en la cabecera del municipio del Peñol.34
Palacios, Marco. Entre la legitimidad y la violencia. Colombia 1975-1994. Santafé de Bogotá, Norma, 1995, p. 78. * Desafortunadamente no fue posible vincular al proyecto a entidades del sector privado, como era la intención original de los proponentes. 33
34
Rodríguez A. 2003, op. cit., p. 15.
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En la propuesta formulada se planteó que la nueva alianza, después de consolidada, debía capacitar a sus asociados en procesos de gestión para construir nuevos proyectos de vida integral con las familias desplazadas por la violencia.35
Socios de la alianza Las siguientes son las entidades del sector público y las organizaciones y agrupaciones de la sociedad civil que se vincularon al proyecto: • • • • • •
Personería municipal de El Peñol Granja Modelo León XIII –adscrita a la Dirección de Desarrollo Comunitario del municipio de El Peñol–. Instituto de Estudios Regionales (Iner) Fundación para el Bienestar Humano (FBH) Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli (Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos –Cisp–) Familias desplazadas de El Peñol
Modelo de intervención psicosocial La atención tradicional a las víctimas de un desastre –tal es el desplazamiento forzado a causa de la violencia– consiste en brindarle a las personas techo, comida y salud física, pero en la actualidad se considera que también son importantes los aspectos emocionales en tanto ellos le pueden restar a las personas capacidades para desenvolverse adecuadamente en otros campos de su vida. Las familias desplazadas tienen necesidades psicosociales específicas derivadas de su situación, ya que es grande el impacto que sufren antes, durante y después del desplazamiento. El modelo de intervención psicosocial que se aplicó en el proyecto realizado en El Peñol con las familias desplazadas, fue desarrollado por el Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia (Iner) y sintetiza dos componentes: el primero de ellos se refiere a las implicaciones psicosociales que tiene el desplazamiento forzado para los individuos y las familias –que se evalúan a partir de las investigaciones del Instituto sobre el tema– y el segundo propone la adaptación al caso colombiano del modelo utilizado por el Kensington Consulation Centre for Marie Stopes International (MSI), el cual se deriva de una experiencia de
Fue así, como un representante de cada institución socia de la alianza se capacitó en el curso sobre “Metodología para el trabajo en alianzas” a cargo del INER, Universidad de Antioquia, con el apoyo del Programa Nacional de Alianzas. Medellín, julio-septiembre 2003.
35
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trabajo con los refugiados por la guerra en Europa Oriental.36 Se busca con la propuesta: ...crear un espacio vivencial en donde las familias logren identificar y reconocer las pérdidas humanas, materiales y los efectos emocionales de las mismas, para que elaboren el duelo correspondiente y construyan un nuevo proyecto de vida social.
El modelo MSI En el MSI, los terapeutas familiares desarrollaron una metodología de trabajo sustentada en su experiencia con familias refugiadas a causa de la guerra en Bosnia Herzegovina. La propuesta se caracteriza porque considera que la flexibilidad es una condición para que las familias puedan expresarse y encontrar una salida que surja de ellas mismas, con base en su capacidad resiliente, a pesar de sus condiciones de marginalidad. La adaptación de la experiencia del MSI al caso colombiano se hizo con base en cinco ejes. Cada uno de ellos representa una meta concretada en objetivos que se buscan lograr a través de actividades en grupo en el marco de un taller intensivo –7 horas de trabajo– con la denominación que recogiera un significado coherente con las actividades realizadas, a su vez en conexión con la meta esperada. Fue así como se llevaron a cabo una serie de cuatro talleres incluida la evaluación y cierre de los mismos en ceremonia especial, con la participación de 46 familias. Los talleres de recuperación psicosocial se inscribieron en el marco más amplio de un programa de capacitación dirigido a proyectos productivos y de seguridad alimentaria. Este programa estuvo a cargo de la Personería Municipal y la Alcaldía. Así en forma simultánea los adultos de estas familias se preparaban además para vincularse luego de la recuperación psicológica a su recuperación económica a través de la vinculación en alguno de los tres proyectos: capacitación por alimentos, proyecto de granja y sembrando futuro (orientado a la reforestación). Los adolescentes y niños de estas familias participaban paralelamente en talleres con el mismo objetivo acordes con los requerimientos de estos grupos generacionales. Los planteamientos teóricos del modelo psicosocial se encuentran sintetizados en: López J. Olga Lucía y Agudelo, María Eugenia A. “Investigación y trabajo psicosocial con familias víctimas de la guerra en Colombia”, ponencia presentada en el xvi Congreso Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social: La globalización y su impacto en el trabajo social hacia el siglo xxi. Chile, noviembre, 1998, en: Revista Colombiana de Trabajo Social. Consejo Nacional para la Educación en Trabajo Social-CONETS- No.14, 2000, pp. 111- 128. 36
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A los talleres de adultos asistió un representante de cada una de las familias desplazadas con el criterio de continuidad en el proceso de la misma persona como multiplicadora en su familia de lo ocurrido en cada taller, lo cual se logró. Para garantizar la activa participación de estos adultos, se dividió la población en dos grupos, así: el Grupo A lo conformaron veintiséis personas, todas mujeres, el Grupo B fue mixto y estuvo integrado por veinte personas, cuatro hombres y 16 mujeres. Cabe destacar que no se presentaron ausencias durante todo el proceso. Eje Uno: identificación y validación de los sentimientos generados por las pérdidas Se busca realizar con las familias un proceso que les permita definir el contexto social en el que se hallaban antes del desplazamiento, reconocer lo que tenían, a dónde pertenecían, saber cuál era su forma de vida y sus relaciones con la comunidad. En la mayoría de los casos se ha encontrado que las familias tenían satisfechas sus necesidades básicas en el sitio de origen. Este proceso se logró a través de la realización del trabajo individual y grupal que se denominó “reconstruyendo nuestra comunidad” dando lugar a la construcción simbólica de sus respectivas comunidades y la iniciación de los relatos de la historia particular del desplazamiento forzado. Al finalizar este primer taller los participantes manifestaron que tuvieron una oportunidad para hablar abiertamente –sin temores– de su desplazamiento e incluso algunos expresaron que por primera vez habían podido llorar y desahogarse por lo que les había sucedido. Los participantes crearon un nuevo espacio de confianza que les ayudó a sacar historias difíciles y duras de contar. Se llevaron a cabo otras actividades que posibilitaban el refuerzo para la reconstrucción del tejido social perdido con el desplazamiento.37 Con el desplazamiento forzado las familias sufren pérdidas abruptas y significativas que se traducen en sentimientos de dolor, enojo, tristeza, desesperanza, vacío y desamparo. Es preciso reconstruir el hábitat del cual provienen las familias para identificar las pérdidas que reportan y validar los sentimientos que esa situación genera, solo así es posible que elaboren el duelo. Eje Dos: elaboración del duelo La elaboración del duelo se induce mediante la formulación de preguntas reflexivas:
37
Rodríguez, A. 2003, op. cit., pp. 38-43.
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...preguntas hechas con la intención de facilitar la autocuración en un individuo o familia, mediante la activación de la reflexividad entre significados dentro de sistemas pre-existentes de creencias que permiten a los miembros de la familia generar o generalizar por sí mismos, patrones constructivos de cognición y conducta.38
Para elaborar el duelo se utilizan preguntas que generen un cambio inesperado de contexto,39 pues ellas se orientan a lograr que se manifieste lo que ha sido enmascarado o perdido. Con frecuencia los miembros de una familia ven los eventos desde una sola perspectiva y eso limita sus opciones de conducta, pero es posible que ellos obtengan un punto de vista recíproco que les permita abrirse nuevas posibilidades. En el caso de las familias desplazadas por la violencia, las preguntas se formulan en relación con la pérdida de seres queridos y bienes materiales. En este segundo taller se buscan tres objetivos: el primero, consolidar la reconstrucción del sentido de comunidad entre los miembros del grupo. El segundo, posibilitar la identificación y validación de lo sentimientos por las pérdidas humanas y materiales que han sufrido los participantes y tercero, crear condiciones para la elaboración del duelo. Con las actividades realizadas para el logro de estos objetivos se construye este taller que se denomina “ reencuentro con el pasado” para que puedan identificar y manifestar el dolor sufrido y despejar así las perspectivas para un futuro diferente. Los participantes elaboran nuevas historias que son re-relatos que les permite trascender a nuevos sentimientos validando los que ya han sentido y vivenciado por las pérdidas. En el momento en que se leen estas historias, pues el trabajo de cada uno se socializa, es cuando las personas manifiestan sus sentimientos de dolor más profundos y se generan las condiciones que las ayudan a elaborar el duelo y se da el acompañamiento entre las mismas personas del grupo. Es de anotar que en las personas los sentimientos se manifiestan con diferente intensidad, de esta manera fue observable que un grupo fue más emotivo en la manifestación de sus dolor y su tristeza que el otro. La elaboración del duelo finaliza con un ritual, un acto simbólico que facilite introducir cierto orden en el caos en que se hallan las familias y así limitar el peligro de desajuste. En el ritual debe aflorar intensamente la emotividad para que no se quede en el vacío, con él se logra darle salida y sentido al duelo de cada familia y un reconocimiento social aunque sea mínimo. El ritual permite dar el salto del pasado al presente y liberar al futuro de las trabas que significa el duelo. Terapia Familiar, Lectura 1, (Mark Beyenbach y J. L. Rodríguez Arias, trad.). Universidad Pontificia de Salamanca, España, 1987, en: KARL Tomm, Family Process, volumen 26, 1988, p. 6. Citado por. López, O. L. y Agudelo. M. E. Ibíd., p. 121. 38
Otro tipo de preguntas reflexivas son las que tienen que ver con el futuro y las que colocan al sujeto en la perspectiva del observador. Ibíd., p.121.
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Eje Tres: reconocimiento de fortalezas para afrontar las crisis (resiliencia) Identificar las condiciones en que estaban las familias antes del desplazamiento permite conocer sus fortalezas, es necesario actualizar el pasado para saber cuáles son las capacidades que les permitieron afrontar otras crisis semejantes o diferentes a la que están viviendo en el presente. Una vez elaborado el duelo, se espera que las familias desplazadas estén en condiciones de romper con los temores que las mantienen atadas al pasado y reconocerse en un presente, que sean capaces de situarse en un espacio nuevo para mirar hacia un futuro con más oportunidades. Esto es parte de un proceso de construcción de redes internas y externas que les permiten a las familias ser escuchadas y legitimadas y convertirse ellas mismas en artífices de sus propias historias. Las investigaciones realizadas por el Iner han mostrado que –a pesar de las condiciones extremas a las cuales se ven sometidas– las familias desplazadas poseen una alta capacidad para afrontar la adversidad y que la gran mayoría han logrado mantener su organización como familia mediante la constitución de nuevas tipologías familiares. Para adaptarse, las familias deben acudir a la flexibilidad, una característica de los sistemas familiares que es necesaria para construir nuevos proyectos de vida, al igual que la capacidad resiliente que demuestran al acudir a innumerable tipo de estrategias para lograr su sobrevivencia. Así se denomina el taller “sobrevivientes”, en donde los participantes identifican sus fortalezas a través de actividades que posibiliten su identificación y a la vez crear el tipo de condiciones que lleven al logro del cuarto eje. Eje Cuatro: empoderamiento de las familias con sus propias fortalezas Para que las familias desplazadas construyan un nuevo proyecto de vida –que es lo que más interesa–, hay que empoderarlas con sus propias fortalezas; ellas adquieren poder al descubrir que tienen conocimientos y cuando se coloca el futuro como meta para salir de la marginalidad, adquieren motivos para establecer una nueva organización individual, familiar y social. La identificación y apropiación de las fortalezas que tienen las familias y la seguridad que adquieren después del duelo, “les aportan progresivamente las condiciones necesarias para fundamentar la autogestión del proyecto de vida social, bien sea en la ciudad de llegada o en la posibilidad del retorno”.40 Los talleres con las familias participantes deben tener elementos que propicien su empoderamiento, algunos son:
40
Desarrollar la capacidad auto-organizadora. Ibíd.
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Establecer relaciones internas y externas. Fortalecer la reflexión acerca de los recursos propios y del entorno. Desarrollar habilidades de gestión. Los elementos anteriores se tuvieron en cuenta y se plantearon como objetivos alcanzables a través de actividades pertinentes para que los y las participantes lograran la apropiación de sus fortalezas identificados por ellas y ellos, como el amor a la vida, la unión de la familias, la entereza, la ganas de seguir adelante, la fe, la esperanza, la solidaridad, la responsabilidad, y la creatividad que fue totalmente identificable y visible a sus propios ojos frente a los trabajos realizados por cada participante en cada taller, desde el comienzo de la experiencia.41
Eje Cinco: elaboración de nuevos proyectos de vida Para propiciar la construcción del proyecto de vida por parte de las familias se recurre nuevamente a las preguntas reflexivas, esta vez orientadas hacia el futuro. Generalmente cuando una familia tiene problemas está muy preocupada por las injusticias del pasado o las dificultades del presente, vive como si no existiera un mañana y esto empobrece su capacidad para pensar en las alternativas y elecciones por las que puede optar en el futuro. Con una serie de preguntas intencionadas, el terapeuta puede motivar a los miembros de las familias a crearse expectativas frente al futuro. Es posible que quienes siguen atados al pasado o al presente no puedan contestar las preguntas en la sesión, pero con frecuencia ellos(as) siguen pensando sobre el asunto en sus casas. Las perspectivas futuras tienen incidencia sobre la conducta y los compromisos que se asumen en el presente y es de esta manera como las preguntas ejercen un efecto reflexivo. Las preguntas orientadas al futuro introducen posibilidades hipotéticas, permiten compartir las propias ideas con las de otros miembros de la familia en un proceso de co-creación y estimulan a tomar en cuenta alternativas que antes no se habían considerado. Fue así como en el taller se propició una situación en donde las familias se encontraban en la necesidad de planear estrategias de sobrevivencia ante un supuesto accidente en una isla con pocos recursos .El grupo se organizó de tal manera que conformaran distintos tipos de familia y las preguntas se orientaron hacia la búsqueda de recursos internos y externos que les permitiera construir proyectos de sobrevivencia como metáforas de lo que en la vida cotidiana serían las bases para sus proyectos individuales y familiares de reconstrucción.
41
Rodríguez, A. 2003, op. cit., pp. 46 y 51.
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Estado actual de las familias Con el propósito de conocer, en lo posible, el estado actual de las 46 familias que participaron en la experiencia piloto descrita, se estableció un contacto personal con funcionarios de la Alcaldía de El Peñol42 y representantes de algunas de las familias. Según sus manifestaciones la participación en la experiencia a través de los talleres psicosociales con los adultos, los adolescentes y los niños, dos años después de su realización, significó para ellas y ellos un positivo impacto reflejado en el cambio en sus vidas que fueron desafiadas de manera importante, por el desplazamiento forzado. Expresiones más representativas de las mujeres: El giro que dio nuestras vidas a raíz del desplazamiento forzado nos dejó en una grave desorganización, llegó el vacío, no sabíamos que hacer. Fue entonces cuando iniciamos el proceso de recuperación en los talleres, sacamos nuestras penas, nuestros miedos, comenzamos una nueva vida/…/ Regresamos a la finca, mi esposo la trabaja, los hijos y yo nos quedamos en el pueblo, acá trabajan y estudian. Yo realizo trabajo comunitario. Aprendimos a botar el miedo (mujer de 48 años). La situación para nosotros cambió y aprendimos a deshacernos de esas angustias. La experiencia en los talleres fue un alivio, disminuyeron los temores y pudimos llorar también por los otros/…/ tuvimos conciencia de lo que sucedió y que hay que echar pa’lante. Yo quisiera regresar a la finca de mi suegro pero mi esposo tiene un negocio (taller de mecánica) y está muy adaptado acá en el pueblo (mujer de 31 años). Pudimos reconocer que otros habían sufrido igual o más que nosotros. Ahora mi esposo trabaja en la finca y continuamos en el proyecto: “Sembrando Futuro”. Dos de los hijos trabajan y los dos menores estudian (mujer de 53 años). …con lo que nos pasó yo me sentía muy deprimida, compartir las penas y las historias nos sacó adelante…antes estaba sin saber que hacer. Con el desplazamiento mis hijos estaban muy retraídos, con la experiencia que tuvimos eso cambió (mujer de 42 años). Entendimos realmente el problema del desplazamiento…la verdad de lo que había pasado. La experiencia nos sirvió mucho porque estábamos en un estado lamentable, mis hijos estaban muy retraídos al menor todavía le falta hablar más de lo que nos sucedió. Volvimos a la finca pero mi esposo no está en condiciones Entrevista con Luis Alfonso Montes, Secretario de Desarrollo de la Comunidad. Agosto31 de 2005. 42
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de trabajarla, tiene una tienda en el pueblo y yo estoy al frente de este negocio (academia de conducción) (mujer de 37años)43.
Las representantes de las familias que trabajaron por una nueva vida para ellas, en alianza con las instituciones gubernamentales y no gubernamentales ya mencionadas hicieron la siguiente clasificación del estado general de las familias: El 20% retornaron parcialmente a sus fincas, el 30 % de las familias retornaron en forma definitiva a sus sitios de origen, y el 50% se establecieron en la cabecera municipal de El Peñol. Características de cada grupo: En el primer grupo, las familias recuperaron las propiedades reiniciaron el cultivo en sus fincas, alguien de la familia (por lo general el hombre), permanece en ellas, el resto de la familia se ubicó en el pueblo. Según las representantes “van y vienen” de acuerdo a sus necesidades o intereses. En el segundo grupo retornaron las familias completas a su propiedad y reactivaron los cultivos como el grupo anterior con el apoyo de los proyectos de la granja44 y el de reforestación: “Sembrando Futuro” este último vigente. El de la granja solo duró un año. Aunque para el restablecimiento de sus viviendas han recibido algunos auxilios, no puede asegurase que hayan sido suficientes, como era de esperarse de acuerdo con las promesas del gobierno. En el grupo mayoritario, aproximadamente el 50%, las familias se ubicaron en la cabecera municipal con alguna recuperación socioeconómica en tanto logran establecer pequeños negocios como graneros, tiendas, cafeterías, pequeña empresa de confecciones, artesanías y otros/as. Se vincularon a empleos informales, que sin embargo, les posibilita subsistir en mejores condiciones que las presentadas después del desplazamiento. Por lo general este grupo de familias no tenían propiedad en sus lugares de donde fueron desplazados, eran mayordomos de fincas que aun no se recuperan. En síntesis la experiencia piloto con las familias desplazadas por la violencia en el municipio de El Peñol puede considerarse como exitosa y posible de replicarse, por la recuperación psicosocial y las mejores condiciones económicas que lograron las familias participantes, en el contexto del municipio. Esta afirmación Entrevista colectiva de seguimiento a cinco representantes de algunas de las familias que participaron en la experiencia piloto: Alianza por una vida nueva para las familias desplazadas por la violencia en el municipio de El Peñol. Municipio de El Peñol. Septiembre 6 de 2005. 43
Las familias que se vincularon a este proyecto en su mayoría han sido las que retornaron parcial o totalmente a sus fincas replicando lo aprendido en el proyecto: construcción de gallineros, cocheras (cerdos) y conejeras ecológicas. Siembra de bancos proteicos. Entrevista con Luis Alfonso Montes Secretario de Desarrollo Comunitario, a cargo de la Granja Modelo León XIII. Agosto 31 de 2005. 44
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se concluye a partir de los testimonios de algunas de sus participantes, corroborados por el funcionario de la Alcaldía que fue entrevistado y lo que puede deducirse por la vinculación escolar y laboral de los integrantes de las familias que se reubicaron en el pueblo o las que decidieron retornar. En otras palabras puede decirse que lograron su reinserción social y construir nuevos proyectos de vida, para lo cual el trabajo en alianza fue clave. El retorno fue posible no solo por el mejor estado emocional de los integrantes de las familias, su mejor preparación para retomar el manejo de sus fincas, también por la mejoría de las condiciones de seguridad en esa zona del oriente antioqueño que cubre algunos municipios, con la instalación de una base militar en el municipio de Guatapé colindante con el municipio de El Peñol.
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