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El Mundial de Clubes
| Domingo 21 De Diciembre De 2014
La vida azulgrana, en Marrakech: 14.000 fanáticos siguieron al Ciclón en la mayor aventura de su historia, con la imagen de su hincha más famoso: Francisco
afp
Pasión azulgrana. Aquí, allá y en todas partes... De Marrakech a Boedo, miles de fanáticos del Ciclón acompañaron al club de sus amores en el duelo más trascendente de su historia; el reconocimiento superó al lamento por la derrota
A
llá y aquí. “Allá” es Marrakech, y “aquí” es Buenos Aires. Pero, por unas horas, esos 9000 kilómetros entre el suelo marroquí y la capital argentina parecieron no existir, o se redujeron a la nada. No hubo distancia que pudiera separar la pasión por San Lorenzo, en el día más esperado por sus miles de hinchas, la jornada de la gran final, la
que se encendió en los corazones apenas minutos después de alzar la Copa Libertadores de América, el gran choque contra el poderosísimo Real Madrid, después de pasar el obstáculo que significó Auckland City. El Stade de Marrakech tuvo, como era de esperarse, sus tribunas prácticamente repletas. Desde ha-
cía semanas, todo parecía indicar que Real Madrid, admirado por los marroquíes, iba a tener un fuerte apoyo; aparte, unos 2000 españoles asistieron a lo que entendían como una fiesta asegurada. Pero San Lorenzo fue local. A su manera. Con esos 14.000 hinchas que, a puro esfuerzo, viajaron desde cualquier rincón para acompañar allí, para ha-
San Juan y Boedo, un clásico de la historia del Ciclón
cerse sentir con los bombos, con los trapos, con los cánticos, con la barra. Ya se habían adueñado de Marrakech durante una semana, y estaba claro que iban a dejar la piel en la cita más trascendente de la historia. Desde los primeros minutos sonó el hit: “Ponga huevo San Lorenzo/ vamos vaya al frente/ Que acá está tu hinchada, que acá está tu gente/
daniel Jayo
Porque ser de San Lorenzo es muy diferente / Este sentimiento, nadie lo comprende/ Que no tiene explicación, eso es verdad / Cada vez te quiero mas, y siempre yo voy a estar presente / Este sentimiento es verdadero, Ciclón te amo, sin vos me muero...” Hasta que el 2-0 marcó el derrumbe, y un apagón que luego dio paso a otras canciones, con el
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| Domingo 21 De Diciembre De 2014
sentido de pertenencia como foco, con las gastadas de Huracán, el archirrival con el que volverá a cruzarse el año próximo. Y, con la derrota consumada, los hinchas le ofrendaron al equipo una enorme ovación por el esfuerzo dejado ante un rival que, al fin de cuentas, fue superior, y también como agradecimiento a la posibilidad de estar allí, en el epílogo de un 2014 histórico. Eso, en Marruecos. En Buenos Aires, desde temprano, como en una procesión, la familia cuerva llegó hasta ese cruce de calles que es una suerte de tierra prometida. San Juan y Boedo se vistió pronto de cientos de camisetas azul y grana, de miles de almas esperanzadas en alcanzar el milagro del Mundial de Clubes. Algunos, incluso, desembarcaron a primera hora, cuando la lluvia se desataba con todo sobre la ciudad. Otros acapararon desde temprano las mesas del bar de la esquina, el que evoca a Homero Manzi, para seguir el partido a través de la televisión. Acaso no era lo mismo que estar en Marrakech, o en el Nuevo Gasómetro, pero a los hinchas del Ciclón no les importaba: era llegar y sentirse en suelo azulgrana, como si estuvieran en la popular. Todos preparados para saltar, cantar y alentar desde varios minutos antes del encuentro, y acompañar a la distancia a los dirigidos por Edgardo Bauza, y gritar que “ésta es tu banda descontrolada, la que te alentó y nunca pidió nada, la que está reloca por esa copa”... Alrededor, un poco de pirotecnia y el humo de bengalas en azul y rojo; arriba, el cielo plomizo de una tarde húmeda. Y a soñar con la epopeya, por qué no. Una esperanza que empezó a convivir con la tensión y con el sufrimiento a medida que se acercaba la hora del partido, y que la pelota comenzaba a rodar en la noche marroquí, y el corazón saltaba del pecho con las emociones de la final tan esperada. Es cierto que esa ilusión de cristal duró poco más de media hora. El gol de Sergio Ramos aplacó un poco los ánimos, pero nadie se levantó y se fue, qué va. El festejo del galés Gareth Bale fue una estocada que impactó en el centro del pecho. Y sin embargo, aun con la certeza de que la hazaña se reducía a un puñado de cenizas, la hinchada se quedó. Para festejar que se llegó muy lejos. Para agradecer a ese plantel batallador que ofreció cuanto estuvo a su alcance. Incluso con la derrota ya consumada, más gente se acercó hasta San Juan y Boedo. Hubo un poco de lamento, una pizca de frustración, cómo no: San Lorenzo tiene mucha historia de victorias sobre las adversidades como para imaginar que el sueño era posible, al mismo tiempo que también había consciencia del poderío de Real Madrid. Y, entonces, esas lágrimas que asomaron en algunos rostros, entre la pena y el orgullo por estar allí, sentado a la mesa del torneo de clubes más importante del planeta, reflejaban las emociones de un sábado que no fue un sábado más para San Lorenzo.ß
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Apuntes tras la final en Marrakech el regreso del Ciclón, el desplante de CR7 a Platini y los refuerzos
El príncipe Moulay Hassan, entre los jugadores de Real Madrid
efe
Un principito entre los galácticos de la pelota
El regreso El plantel de San Lorenzo pasó la noche en Marrakech y, bien temprano, emprendió la vuelta a Buenos Aires. Lo hizo en un vuelo de Iberia que, vía Madrid, tiene previsto el aterrizaje a las 20.45 de nuestro país. Se espera una multitud en Ezeiza, no sólo en agradecimiento por haber participado en este certamen, sino con el recuerdo vigente del logro de la Libertadores. El Ciclón volverá a la ciudad deportiva el 12 de enero y, esa misma noche, viajará a Miami, donde realizará la pretemporada. El tercer puesto Auckland City, de Nueva Zelanda, venció por penales (4-2, luego de igualar 1-1 en tiempo reglamentario) a Cruz Azul, de México, y se quedó con el tercer puesto.
Moulay Hassan, heredero al trono del Reino de Marruecos, fue el invitado de honor a la final entre San Lorenzo y Real Madrid
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ARRAKECH (De un enviado especial).– Es un nene. Tiene 11 años. Debería estar jugando a ser Leo Messi en la Play, en el sofá de su casa. O pateando pelotas en los bellos jardines detrás de la Medina. Pero Moulay Hassan no es un niño común y corriente. Es un príncipe. No es un príncipe encantado, esos que se convierten en sapos por una mala jugada en las películas de fantasías animadas. Es un
príncipe de verdad, es el heredero al trono del Reino de Marruecos. Es el hijo de Mohamed VI, el hombre que tapiza con su inmaculada sonrisa todos los rincones. Plazas y hoteles. Negocios y bancos. En las barriadas y en los hoteles siete estrellas. El chico debe cumplir deberes de adulto, porque el padre está en otros asuntos, más delicados. El niño, el príncipe, es el invitado de honor a la finalísima del Mundialito.
La sana costumbre
efe
Real Madrid celebró su cuarto título del año: de la mano del italiano Carlo Ancelotti, su entrenador italiano, los blancos ya habían ganado la Champions League, la Supercopa de Europa y la Copa del Rey, en España.
Lalla Salma, su mamá, no lo lleva de la mano. Lo lleva Joseph Blatter, el controvertido suizo, presidente de la FIFA, con una sonrisa de oreja a oreja, antes de que empiece el show del fútbol. Un espectáculo en sí mismo. El estadio entero, de pie. Aplausos de colección. Al nene (porque no es más que un nene, que debe estudiar matemática, que debe entender de sujetos y predicados) le dicen que tiene que saludar a los planteles, a uno por uno. Darles la mano. Los capitanes son los encargados del compromiso social. Mercier lo lleva del brazo y el principito los va conociendo uno a uno. “Yepes”, le dice, cuando se topa con el defensor. “Kalinski”, le susurra, cuando ve al volante. La misma cantinela con los galácticos: aunque en ese caso, seguro, Moulay los debe conocer de la consola de juegos. Hasta que se va a un lado. Es que debe correr el balón. Es la hora. El pequeño de cuna de oro y responsabilidades insospechadas en un futuro no tan lejano se sienta en el trono. A disfrutar del espectáculo. Aplaude los goles y, cortés, entrega los diplomas. Las medallas, el trofeo. Por un momento, es el dueño de la cancha. Del escenario y, por qué no, del país entero. Moulay tiene ojos de niño y mirada triste. Una melancólica mirada de adulto.ß
El desplante En la entrega de premios, el portugués Cristiano Ronaldo (foto) le negó el saludo a Michel Platini, presidente de la UEFA, quien había declarado que el Balón de Oro, este año, debía ser para un alemán. El último de Kannemann Walter Kannemann jugó ante Real Madrid su último partido en San Lorenzo. Su futuro está en Atlas (México), que pagará una cifra cercana al millón de dólares. Los refuerzos Franco Mussis (Genoa), Nicolás Bertolo (Banfield) y Lucas Albertengo (Rafaela) son los candidatos a reforzar al Ciclón de cara a 2015.