Paradigmas de evaluación…

Alfonso Borrero C., S.J. (2003) en su conferencia XXXV, Planeación, autoevaluación y acreditación. Simposio Permanente sobre Universidad. Este ejercicio es ...
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Paradigmas de evaluación…. Elaborada por : Luis Antonio Vargas Hernández Esperanza Hernández de Santos Olga Esperanza Terreros Carrillo

El propósito de esta relatoría es dar cuenta de algunas reflexiones sobre las metas y resultados educativos : los sistemas de evaluación, construcción e interpretación de indicadores educativos y sistemas de información en la educación superior. Para ello giraremos en torno al texto pretexto del Padre Alfonso Borrero C., S.J. (2003) en su conferencia XXXV, Planeación, autoevaluación y acreditación. Simposio Permanente sobre Universidad. Este ejercicio es una aproximación a los temas que enmarcan la Calidad en la educación superior. Es necesario tener en cuenta que el tema aquí tratado es supremamente amplio y que existen muchas posturas frente al mismo, por lo tanto todos los aspectos desarrollados pretenden convertirse en abrebocas para la discusión que amerita un tema que de una u otra forma toca a los diferentes paradigmas que sobre evaluación, calidad y acreditación han evolucionado a partir de la promulgación de la Ley 30 de 1992. Abordaremos el tema desde el Proceso de Acreditación en general como sinónimo de evaluación y calidad, por considerar que éste facilita desglosar temas centrales de la relatoría, pero al mismo tiempo pretendemos mantener el desarrollo temático del texto pretexto. Después de este recorrido relacionaremos algunos aspectos referentes a la experiencia en Acreditación de algunos países, para finalmente contextualizar este proceso en nuestra propia vivencia como Institución de Educación Superior en los últimos cinco años, y cerrar nuestra reflexión con algunos interrogantes que sobre esta materia quedan en el aire y merecerían ser discutidos a profundidad. Hablaremos en primer lugar sobre la evaluación. Lo primero que habría que decir de ella , es que por sí misma no existe. La evaluación es un componente estructural de cada proyecto, de cada programa, de cada acción que emprendemos. La evaluación es en la administración de la educación lo que el color es a las cosas que lo contienen. Consecuentemente, desde el momento en que tenemos el propósito, la finalidad, los objetivos, ya estamos realizando un primer ejercicio de evaluación, puesto que estamos visualizando una fábrica de determinadas características, una universidad de determinado tipo, una excursión con tal o cual modalidad. AL respecto estamos decidiendo comparativamente, ya que nuestro proyecto es así o asá, pero no de otra manera y es precisamente esta propiedad comparativa la esencia de la evaluación.

Ahora bien, esa universidad que concebimos como modelo corresponde al deber ser que dicho modelo representa, en función del cual estaremos contrastando, es decir evaluando. En lo educativo, sin embargo, el “deber ser” resulta más complejo, ya que enuncia lo planeado, y tiene que ver con todo el proceso de realización del proyecto. Es por esto que comparamos la evaluación con la caja negra de los aviones, ya que en educación difícilmente podemos asegurar si el desempeño de los estudiantes es el resultado del modelo de la universidad o de su interacción con otras variables del contexto. Estamos hablando del quehacer fundamental de la evaluación : identificar el efecto deseado y darlo a conocer con la mayor precisión posible; y decimos con la mayor precisión, ya que la evaluación depende de muchos factores y de los miradores donde nos ubiquemos. Volvemos al símil de la caja negra : vemos un efecto, pero difícilmente sabemos a ciencia cierta a qué atribuirlo. La evaluación sin lugar a dudas está relacionada con la calidad y por ende con los procesos de acreditación y la autonomía universitaria. En el país, a raíz de la promulgación de la carta constitucional de 1991, y probablemente hubiese sucedido independientemente de ella, se ha venido revisando la legislación sobre la educación en general, y, especialmente, sobre la educación superior. Punto nuclear de la carta en este aspecto es la consagración o mejor, el reconocimiento de la autonomía universitaria. Sus alcances y límites son definidos, en forma no muy clara en la ley 30 de 1992, según lo afirma Nohora Pabón Fernández,(1999), profesora de la facultad de educación de la universidad pedagógica Nacional en su ponencia : Autoevaluación Institucional en la perspectiva de la autorregulación. La misma ley 30 delegó está función del Presidente en el Ministro de Educación Nacional, para que fuese ejercida con la inmediata asesoría del Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) y con la cooperación de las comunidades académicas, científicas y profesionales, de las entidades territoriales y de aquellas agencias del Estado para el desarrollo de la ciencia, de la tecnología, del arte y de la cultura. Además, la ley crea el Sistema Nacional de Acreditación (SNA), cuyo objetivo fundamental es garantizar a la sociedad que las instituciones que hacen parte del sistema cumplan los más altos requisitos de la calidad y que realicen sus propósitos y objetivos. Pero estos aspectos que define la ley, todos ellos relacionados con la evaluación ya sea en el nivel de autoevaluación, coevaluación , o heteroevaluación buscan en el fondo asegurar la calidad de los programas universitarios. Consideramos a modo personal que el afán, por demostrar la calidad de los programas y de las universidades, es una estrategia del gobierno con miras a recuperar la “autoridad” perdida con la promulgación de la autonomía universitaria. La autonomía universitaria no fue entendida en su momento como un sinónimo de responsabilidad de la Institución de educación superior, lo cual

sólo dejó en el camino la creación o nacimiento de instituciones que en ningún momento gracias al perfil de sus egresados hacían gala de la alta calidad. Es por esto que en la actualidad esta autonomía se ve reflejada en la cultura de la autoevaluación institucional. “La autonomía Universitaria siempre se ha alzado como símbolo de la independencia indispensable del pensamiento en la investigación y el esclarecimiento de la verdad” ;Borrero,( 1994). La autonomía Universitaria, ASCUN. Es así como la exigencia de una planeación y sistemas de evaluación traen consigo el nacimiento de los indicadores de evaluación para las instituciones de educación superior. En este recorrido las universidades han tocado muchas puertas desde los lineamientos de la administración general pasando por la aplicación de diversas técnicas y modelos. Estamos totalmente de acuerdo con el Padre Borrero , en cuanto a la necesidad de contextualizar todas estas teorías y tendencias al medio educativo de cada país y de cada institución, sin colocarnos en ningún momento en los extremos de su total aceptación o rechazo. Para lograr enmarcar en forma más precisa el tema de los indicadores de calidad, nos permitimos esbozar algunas ideas de Helmer Quintero Vergara (1999), Educación Superior, indicadores de gestión en la Universidad Pública : una mirada desde dos perspectivas : “ En el ámbito de la educación superior , los indicadores se definen como medidas objetivas, usualmente cuantitativas del cumplimento de los logros de una institución o de un sistema educacional ( Gines Mora 1999). Los indicadores son valores numéricos que se utilizan para medir algo difícil de medir. Se entiende que las universidades han debido incorporar el uso de los indicadores dado que los sistemas contables no resultan, por sí solos, suficientes para detectar el logro de los objetivos. La construcción de indicadores que permitan medir la gestión y el desempeño de las universidades en Colombia adquiere particular relevancia en momentos en que el sistema de educación superior, evidencia problemas de baja calidad de un gran número de instituciones y de programas creados bajo el amparo de la ley. La necesidad de incursionar en el mundo de los indicadores de gestión como herramienta que aportará al mejoramiento de la calidad de la Educación Superior y la mirada a los indicadores de gestión como mecanismo de evaluación y seguimiento que aportará al mejoramiento de la calidad, se sustenta en que los indicadores son una herramienta que nos ayuda a tomar decisiones. La utilización de uno en particular depende del uso que se le quiera dar y quien lo va a utilizar.” También se debe tener presente que un indicador es un instrumento que permite evaluar en forma cuantitativa y cualitativa la gestión de una entidad sobre la base de su política, misión y visión ( lo cualitativo tiene que ver con el manejo de categorías y lo cuantitativo con el manejo de variables, lo cual no hace que una se excluya con la otra, sino más bien que se complementen, para así tomar decisiones acertadas), las cuales deben estar explícitas en el

proyecto educativo, su plan de desarrollo y operativo. De igual forma deben construirse por una serie de atributos, como son la pertinencia, oportunidad, sencillez, complejidad y precisión. Teniendo en cuenta lo anterior, no se puede dudar de los grandes beneficios que le pueden traer a la universidad la utilización de los indicadores, y generar una cultura de control en una entidad de educación y así apuntar al mejoramiento continuo de la gestión, lo cual traería como consecuencia grandes aportes al crecimiento de la calidad de la educación superior. Siguiendo con la ruta trazada para esta relatoría , abordaremos el tema de la acreditación propiamente dicha, auque creemos haber logrado que su espíritu haya impregnado las anteriores páginas. Consideramos de igual forma oportuno aclarar que la posición personal del grupo de relatores se encuentra sesgada hacia la defensa de la acreditación, vista como una herramienta de planeación estratégica en el medio educativo, que permite redireccionar la institución hacia las funciones de la educación superior e indica el camino hacia la reflexión sobre el quehacer. Aceptamos también que existen otras miradas hacia el proceso en cuanto a su surgimiento como política elitista, emanada de sectores educativos que ostentan el poder en esta área en nuestro país, posiciones que respetamos pero no compartimos en su totalidad y sería tema de amplia discusión el cual consideramos debe quedar como interrogante de la sesión. Iniciamos la reflexión con las palabras pronunciadas por el Señor expresidente de la República Doctor Andrés Pastrana Arango,(2001) en el acto de reconocimiento de programas académicos acreditados : “ Educación y calidad son caras de una misma moneda. Concebir la una sin la segunda es un contrasentido porque, para que la educación cumpla de verdad su función social, ante todo debe ser de calidad. Si no lo es, se cae en una trampa social que puede ser más perniciosa que la carencia misma de la educación.” El proceso de acreditación se propone fortalecer y sostener la calidad y la integralidad de la educación superior , haciéndola merecedora de la confianza pública y minimizando el alcance del control gubernamental externo. La medida en que cada institución educativa acepte y cumpla con la responsabilidad inherente a este proceso, es también la medida de su preocupación por la libertad y la calidad de la educación superior : Ethel Ríos de Betancourt (2001), miembro de la junta directiva de la Middle States Associatión. En la guía Lineamientos para la acreditación (1998), el Consejo Nacional de Acreditación define este proceso como : “ Acto por el cual es Estado adopta y hace público el reconocimiento que los pares académicos hacen de la alta calidad de los programas o instituciones y del cumplimiento de su función social”. Al mismo tiempo el concepto de calidad en educación superior esbozado por el C.N.A hace referencia a : “la síntesis de características que permiten reconocer

un programa académico específico o una institución de determinado tipo y hacer un juicio sobre la distancia relativa entre el modo como una institución o un programa presta dicho servicio y el óptimo que corresponde a su naturaleza”. Vale la pena recordar que aunque los procesos de acreditación nacieron como opcionales o voluntarios, haciendo realce de la autonomía universitaria , en el transcurso del tiempo han tomado el camino de la obligatoriedad dependiendo de las áreas del conocimiento, de la necesidad de demostrar la calidad previamente a la puesta en marcha de los programas, y a la verificación de registros de condiciones mínimas de funcionamiento. A pesar de ello la acreditación ha sido sinónimo de alta calidad, de excelencia. Por ello el C.N.A. en su guía de procedimiento 01. Apreciación de condiciones iniciales (1998) determina unas condiciones mínimas iniciales para acceder formalmente a la acreditación, esta misma guía nos permite bosquejar un flujograma de actividades que señala el camino para lograr la certificación de alta calidad otorgada por el Consejo Nacional de Acreditación, mediante autorización previa del Ministerio de Educación Nacional, y sellada con la entrega de la mención Luis López de Mesa en honor a este gran humanista y educador por excelencia. Es bueno recordar que nos estamos refiriendo al proceso por el que libremente optan las universidades y que corresponde al reconocimiento no solo de estándares mínimos, sino de alta calidad. La acreditación se podría ver desde el mirador de la búsqueda del consenso como operación política y operación técnica. Es un concepto multidimensional donde lo que cuenta por encima de todo es el compromiso institucional de aceptar mirarse en el espejo y de consagrar tiempo y energía para plantear los problemas de fondo. El valor pedagógico del proceso es tan importante como lo son sus resultados. A pesar de ser un proceso donde prima la autonomía y su aplicación depende del medio en que se quiera insertar, es bueno conocer aspectos generales de experiencias en otros países. Es así como consignamos aquí algunas características del proceso tanto en Estados Unidos como en El Canadá, para luego pasar a la contextualización del proceso en nuestra propia vivencia . Según Jesús Forero Bayona, rector de la universidad del Norte de Barranquilla en Experiencias de Acreditación. ICFES – ASCUN , el nacimiento de la acreditación en los Estados Unidos está estrechamente ligado con el itinerario histórico y el contexto social de la educación superior en este país. Sobre el desarrollo histórico podemos decir, que la acreditación se da en estados conforme a la evolución de las instituciones universitarias en un ambiente socioeconómico y cultural que se caracteriza por presentar estos rasgos : Un fuerte sentido de autonomía frente a los poderes del gobierno, sea estatal o federal; el carácter individualista y de libertad local que poseen las comunidades para decidir sus modos de acción colectiva; el arraigo de un

sistema privado educativo paralelo al sistema público y ambos hacia la aspiración de la calidad y excelencia y una visión sobre cómo forjar el destino de la nación a partir de una triple asociación de ideas : la educación, la democracia y la economía que se constituyeran en tres procesos simultáneos para construir la nación americana.

En El Canadá podemos citar de igual forma algunas especificidades de su proceso de acreditación, citando a Simoneau Richard (1999), la evaluación universitaria en El Canadá:” De acuerdo a la diversidad cultural intrínseca a la sociedad canadiense, hacen que sus sistemas universitarios no sean fácilmente abordados desde una óptica común, ya que se nos presentan como sistemas altamente descentralizados y diversificados”. La acreditación especializada se ha limitado en Canadá a algunas profesiones como la medicina y la ingeniería en las que los graduados pueden ejercer la profesión solamente cuando son egresados de un programa acreditado. Según Simoneau, la acreditación institucional no se generalizó en Canadá debido al crecimiento más lento de los sistemas universitarios. En los años cincuenta, mientras se consolidaba en Estados Unidos, la acreditación voluntaria y no gubernamental , en Canadá los poderes públicos eran los encargados de dar el reconocimiento a las universidades. Finalmente, podemos verificar que este proceso está ligado a la misma política y momento histórico en el que se encuentre inmerso tanto el país como las mismas instituciones, lo cual consideramos debe ser parámetro para Colombia, evitando imponer la acreditación como un modelo cerrado o receta que fácilmente pueda aplicarse para medir la calidad, desvirtuando su objetivo de ser una mirada desde nuestros propios propósitos y misiones. Es por ello que el Padre Borrero en su Conferencia XXXV (texto pretexto) nos plantea diversos modelos para partir hacia la evaluación de la institución o de programas, recordando que son simplemente esto : modelos ya que todo depende de las necesidades propias de cada Institución. Ya recorridos a grandes rasgos los temas de la evaluación , construcción de indicadores de evaluación, calidad, autonomía y acreditación, es nuestro deseo relacionar algunas huellas que la cultura de la acreditación nos ha dejado en nuestra institución Fuerza Aérea en un proceso que hizo su aparición hace aproximadamente cinco años. La acreditación aquí se inicia por un grupo reducido de docentes , tomándola como herramienta metodológica para evaluación institucional, sin embargo tácitamente se va logrando su implantación como cultura de la evaluación, cultura de planeación y cultura de acreditación , lo cual se encuentra en concordancia con lo afirmado por el Padre Borrero(2002) en su conferencia XXXV , planeación, autoevaluación y acreditación de instituciones de educación superior, simposio permanente sobre la universidad.

Este proceso ha servido de igual forma para que en una institución con nuestras características se desarrollen políticas en torno al desarrollo educativo y a la búsqueda de la calidad, ya que anteriormente existía el paradigma del ICFES como ente de vigilancia y última palabra en nuestro propio destino. Ahora la autonomía ha tocado las puertas exigiendo así responder por nuestra función social y reflexionar permanentemente en torno a los temas educativos. De igual forma la mirada se ha visto obligada a buscar la convergencia entre la academia militar y la formación en la educación superior y para lo superior. Es por ello que los procesos de capacitación a todo nivel, la aplicación de la ley 30 del 92 en su alma de la calidad, el manejo y análisis de la integralidad, la reorientación de la misión y visión acorde con las funciones sustantivas de la educación superior, la reorientación del Proyecto educativo, la búsqueda del engranaje entre el plan estratégico y los lineamientos de acreditación entre otros, hacen que evaluemos la política de la acreditación como una herramienta de crecimiento , un proceso amplio y exigente que lleva al trabajo en equipo y al manejo de objetivos comunes. Ya finalizando esta relatoría queda solo el deseo enriquecer estos temas con las personas especializadas de nuestra línea y quizás lograr analizar algunos interrogantes que nos han quedado sobre los temas tratados como son : Qué sucederá en un futuro próximo con las Instituciones o programas académicos que no logren la acreditación? Las exigencias que plantea el C.N.A. como indicadores de calidad están acorde con el apoyo que el Mismo Ministerio de Educación otorga a las instituciones? La acreditación puede ser una estrategia del estado para dejar en manos de solo determinados grupos el manejo de la educación superior? Cuáles han sido las implicaciones para las Instituciones que como la Pontificia Universidad Javeriana han sido acreditadas? La acreditación es estretegía política? Económica?, educativa? Social?

BIBLIOGRAFÍA

BORRERO , Alfonso( 2002): Planeación, autoevaluación y acreditación de Instituciones de educación superior. Conferencia XXXV. Simposio permanente sobre la universidad, Bogota. CNA, Lineamientos para la Acreditación.(1998) Tercera edición CNA, Apreciación de condiciones inciales, (1198), guia de procedimiento CNA 01 ICFES,( 2002), Simposio sobre acreditación universitaria. Memorias. Bogotá ICFES, ASCUN, Programa de fomento a la cultura de la acreditación. Experiencias en Acreditación Tomo I y II. Bogotá ICFES. (1997), Comisión Nacional para el desarrollo de la educación superior, Bogotá ICFES (1998) Frente a la calidad de la educación superior. Autonomía universitaria Bogot,a UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL ( 1998), Auoevaluación Institucional en la perspectiva de la autorregulación. Nohora Pabón fernández, Bogotá

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA MAESTRIA EN EDUCACIÓN LINEA DE INVESTIGACIÓN EN POLÍTICAS Y GESTION DE SISTEMAS EDUCATIVOS

RELATORIA

TALLER DE FORMACIÓN EN INVESTIGACION DR. ANGEL FACUNDO Elaborada por : Luis Antonio Vargas Hernández Esperanza Hernández de Santos Olga Esperanza Terreros Carrillo

Sesión -Bogotá Junio 16 de 2004

El propósito de este trabajo es dar cuenta de algunas reflexiones sobre los logros educativos y la calidad de la educación. Para ello giraremos en torno al texto pretexto del Padre Alfonso Borrero C., S.J. (2003) en su conferencia XXXV, Planeación, autoevaluación y acreditación. Simposio Permanente sobre Universidad, al estudio del Dr. Angel Facundo(1982) Calidad de la educación secundaria. Y a otros textos relacionados en la bibliografía final que nos permitieron hacer un análisis de la calidad en la educación superior.

Este ejercicio es una aproximación a los temas que enmarcan la Calidad en la educación haciendo énfasis en la superior, ( por tocar directamente nuestro tema de proyecto de grado) . Es necesario tener en cuenta que el tema aquí tratado es supremamente amplio y que existen muchas posturas frente al mismo, por lo tanto todos los aspectos desarrollados pretenden convertirse en abrebocas para la discusión que amerita un tema que de una u otra forma toca a los diferentes paradigmas que sobre evaluación, calidad y acreditación han evolucionado a partir de la promulgación de la Ley 30 de 1992. Abordaremos el tema desde el Proceso de Acreditación en general como sinónimo de evaluación y calidad, por considerar que éste facilita desglosar temas centrales de la reflexión. Después de este recorrido relacionaremos algunos aspectos referentes a la experiencia en Acreditación de algunos países, para finalmente contextualizar este proceso en nuestra propia vivencia como Institución de Educación Superior en los últimos cinco años, y cerrar nuestra reflexión con algunos interrogantes que sobre esta materia quedan en el aire y merecerían ser discutidos a profundidad. Hablaremos en primer lugar sobre la evaluación. Lo primero que habría que decir de ella , es que por sí misma no existe. La evaluación es un componente estructural de cada proyecto, de cada programa, de cada acción que emprendemos. La evaluación es en la administración de la educación lo que el color es a las cosas que lo contienen.

Consecuentemente, desde el momento en que tenemos el propósito, la finalidad, los objetivos, ya estamos realizando un primer ejercicio de evaluación, puesto que estamos visualizando una fábrica de determinadas características, una universidad de determinado tipo, una excursión con tal o cual modalidad. AL respecto estamos decidiendo comparativamente, ya que nuestro proyecto es así o asá, pero no de otra manera y es precisamente esta propiedad comparativa la esencia de la evaluación. Ahora bien, esa universidad que concebimos como modelo corresponde al deber ser que dicho modelo representa, en función del cual estaremos contrastando, es decir evaluando. En lo educativo, sin embargo, el “deber ser” resulta más complejo, ya que enuncia lo planeado, y tiene que ver con todo el proceso de realización del proyecto. Es por esto que comparamos la evaluación con la caja negra de los aviones, ya que en educación difícilmente podemos asegurar si el desempeño de los estudiantes es el resultado del modelo de la universidad o de su interacción con otras variables del contexto. Estamos hablando del quehacer fundamental de la evaluación : identificar el efecto deseado y darlo a conocer con la mayor precisión posible; y decimos con la mayor precisión, ya que la evaluación depende de muchos factores y de los miradores donde nos ubiquemos. Volvemos al símil de la caja negra : vemos un efecto, pero difícilmente sabemos a ciencia cierta a qué atribuirlo. La evaluación sin lugar a dudas está relacionada con la calidad y por ende con los procesos de acreditación y la autonomía universitaria. En el país, a raíz de la promulgación de la carta constitucional de 1991, y probablemente hubiese sucedido independientemente de ella, se ha venido revisando la legislación sobre la educación en general, y, especialmente, sobre la educación superior. Punto nuclear de la carta en este aspecto es la consagración o mejor, el reconocimiento de la autonomía universitaria. Sus alcances y límites son definidos, en forma no muy clara en la ley 30 de 1992, según lo afirma Nohora Pabón Fernández,(1999), profesora de la facultad de educación de la universidad pedagógica Nacional en su ponencia : Autoevaluación Institucional en la perspectiva de la autorregulación. La misma ley 30 delegó está función del Presidente en el Ministro de Educación Nacional, para que fuese ejercida con la inmediata asesoría del Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) y con la cooperación de las comunidades académicas, científicas y profesionales, de las entidades territoriales y de aquellas agencias del Estado para el desarrollo de la ciencia, de la tecnología, del arte y de la cultura. Además, la ley crea el Sistema Nacional de Acreditación (SNA), cuyo objetivo fundamental es garantizar a la sociedad que las instituciones que hacen parte del sistema cumplan los más altos requisitos de la calidad y que realicen sus propósitos y objetivos. Pero estos aspectos que define la ley, todos ellos relacionados con la evaluación ya sea en el nivel de autoevaluación, coevaluación , o

heteroevaluación buscan en el fondo asegurar la calidad de los programas universitarios. Consideramos a modo personal que el afán, por demostrar la calidad de los programas y de las universidades, es una estrategia del gobierno con miras a recuperar la “autoridad” perdida con la promulgación de la autonomía universitaria. La autonomía universitaria no fue entendida en su momento como un sinónimo de responsabilidad de la Institución de educación superior, lo cual sólo dejó en el camino la creación o nacimiento de instituciones que en ningún momento gracias al perfil de sus egresados hacían gala de la alta calidad. Es por esto que en la actualidad esta autonomía se ve reflejada en la cultura de la autoevaluación institucional. “La autonomía Universitaria siempre se ha alzado como símbolo de la independencia indispensable del pensamiento en la investigación y el esclarecimiento de la verdad” ;Borrero,( 1994). La autonomía Universitaria, ASCUN. Es así como la exigencia de una planeación y sistemas de evaluación traen consigo el nacimiento de los indicadores de evaluación para las instituciones de educación superior. En este recorrido las universidades han tocado muchas puertas desde los lineamientos de la administración general pasando por la aplicación de diversas técnicas y modelos. Estamos totalmente de acuerdo con el Padre Borrero , en cuanto a la necesidad de contextualizar todas estas teorías y tendencias al medio educativo de cada país y de cada institución, sin colocarnos en ningún momento en los extremos de su total aceptación o rechazo. Para lograr enmarcar en forma más precisa el tema de los indicadores de calidad, nos permitimos esbozar algunas ideas de Helmer Quintero Vergara (1999), Educación Superior, indicadores de gestión en la Universidad Pública : una mirada desde dos perspectivas : “ En el ámbito de la educación superior , los indicadores se definen como medidas objetivas, usualmente cuantitativas del cumplimento de los logros de una institución o de un sistema educacional ( Gines Mora 1999). Los indicadores son valores numéricos que se utilizan para medir algo difícil de medir. Se entiende que las universidades han debido incorporar el uso de los indicadores dado que los sistemas contables no resultan, por sí solos, suficientes para detectar el logro de los objetivos. La construcción de indicadores que permitan medir la gestión y el desempeño de las universidades en Colombia adquiere particular relevancia en momentos en que el sistema de educación superior, evidencia problemas de baja calidad de un gran número de instituciones y de programas creados bajo el amparo de la ley. La necesidad de incursionar en el mundo de los indicadores de gestión como herramienta que aportará al mejoramiento de la calidad de la Educación Superior y la mirada a los indicadores de gestión como mecanismo de evaluación y seguimiento que aportará al mejoramiento de la calidad, se sustenta en que los indicadores son una herramienta que nos ayuda a tomar

decisiones. La utilización de uno en particular depende del uso que se le quiera dar y quien lo va a utilizar.” También se debe tener presente que un indicador es un instrumento que permite evaluar en forma cuantitativa y cualitativa la gestión de una entidad sobre la base de su política, misión y visión ( lo cualitativo tiene que ver con el manejo de categorías y lo cuantitativo con el manejo de variables, lo cual no hace que una se excluya con la otra, sino más bien que se complementen, para así tomar decisiones acertadas), las cuales deben estar explícitas en el proyecto educativo, su plan de desarrollo y operativo. De igual forma deben construirse por una serie de atributos, como son la pertinencia, oportunidad, sencillez, complejidad y precisión. Teniendo en cuenta lo anterior, no se puede dudar de los grandes beneficios que le pueden traer a la universidad la utilización de los indicadores, y generar una cultura de control en una entidad de educación y así apuntar al mejoramiento continuo de la gestión, lo cual traería como consecuencia grandes aportes al crecimiento de la calidad de la educación superior. Siguiendo con la ruta trazada para esta relatoría , abordaremos el tema de la acreditación propiamente dicha, auque creemos haber logrado que su espíritu haya impregnado las anteriores páginas. Consideramos de igual forma oportuno aclarar que la posición personal del equipo de este trabajo se encuentra sesgada hacia la defensa de la acreditación, vista como una herramienta de planeación estratégica en el medio educativo, que permite redireccionar la institución hacia las funciones de la educación superior e indica el camino hacia la reflexión sobre el quehacer. Aceptamos también que existen otras miradas hacia el proceso en cuanto a su surgimiento como política elitista, emanada de sectores educativos que ostentan el poder en esta área en nuestro país, posiciones que respetamos pero no compartimos en su totalidad y sería tema de amplia discusión el cual consideramos debe quedar como interrogante de la sesión. Iniciamos la reflexión con las palabras pronunciadas por el Señor expresidente de la República Doctor Andrés Pastrana Arango,(2001) en el acto de reconocimiento de programas académicos acreditados : “ Educación y calidad son caras de una misma moneda. Concebir la una sin la segunda es un contrasentido porque, para que la educación cumpla de verdad su función social, ante todo debe ser de calidad. Si no lo es, se cae en una trampa social que puede ser más perniciosa que la carencia misma de la educación.” El proceso de acreditación se propone fortalecer y sostener la calidad y la integralidad de la educación superior , haciéndola merecedora de la confianza pública y minimizando el alcance del control gubernamental externo. La medida en que cada institución educativa acepte y cumpla con la responsabilidad inherente a este proceso, es también la medida de su preocupación por la libertad y la calidad de la educación superior : Ethel Ríos de Betancourt (2001), miembro de la junta directiva de la Middle States Associatión.

En la guía Lineamientos para la acreditación (1998), el Consejo Nacional de Acreditación define este proceso como : “ Acto por el cual es Estado adopta y hace público el reconocimiento que los pares académicos hacen de la alta calidad de los programas o instituciones y del cumplimiento de su función social”. Al mismo tiempo el concepto de calidad en educación superior esbozado por el C.N.A hace referencia a : “la síntesis de características que permiten reconocer un programa académico específico o una institución de determinado tipo y hacer un juicio sobre la distancia relativa entre el modo como una institución o un programa presta dicho servicio y el óptimo que corresponde a su naturaleza”. Vale la pena recordar que aunque los procesos de acreditación nacieron como opcionales o voluntarios, haciendo realce de la autonomía universitaria , en el transcurso del tiempo han tomado el camino de la obligatoriedad dependiendo de las áreas del conocimiento, de la necesidad de demostrar la calidad previamente a la puesta en marcha de los programas, y a la verificación de registros de condiciones mínimas de funcionamiento. A pesar de ello la acreditación ha sido sinónimo de alta calidad, de excelencia. Por ello el C.N.A. en su guía de procedimiento 01. Apreciación de condiciones iniciales (1998) determina unas condiciones mínimas iniciales para acceder formalmente a la acreditación, esta misma guía nos permite bosquejar un flujograma de actividades que señala el camino para lograr la certificación de alta calidad otorgada por el Consejo Nacional de Acreditación, mediante autorización previa del Ministerio de Educación Nacional, y sellada con la entrega de la mención Luis López de Mesa en honor a este gran humanista y educador por excelencia. Es bueno recordar que nos estamos refiriendo al proceso por el que libremente optan las universidades y que corresponde al reconocimiento no solo de estándares mínimos, sino de alta calidad. La acreditación se podría ver desde el mirador de la búsqueda del consenso como operación política y operación técnica. Es un concepto multidimensional donde lo que cuenta por encima de todo es el compromiso institucional de aceptar mirarse en el espejo y de consagrar tiempo y energía para plantear los problemas de fondo. El valor pedagógico del proceso es tan importante como lo son sus resultados. A pesar de ser un proceso donde prima la autonomía y su aplicación depende del medio en que se quiera insertar, es bueno conocer aspectos generales de experiencias en otros países. Es así como consignamos aquí algunas características del proceso tanto en Estados Unidos como en El Canadá, para luego pasar a la contextualización del proceso en nuestra propia vivencia . Según Jesús Forero Bayona, rector de la universidad del Norte de Barranquilla en Experiencias de Acreditación. ICFES – ASCUN , el nacimiento de la acreditación en los Estados Unidos está estrechamente ligado con el itinerario histórico y el contexto social de la educación superior en este país.

Sobre el desarrollo histórico podemos decir, que la acreditación se da en estados conforme a la evolución de las instituciones universitarias en un ambiente socioeconómico y cultural que se caracteriza por presentar estos rasgos : Un fuerte sentido de autonomía frente a los poderes del gobierno, sea estatal o federal; el carácter individualista y de libertad local que poseen las comunidades para decidir sus modos de acción colectiva; el arraigo de un sistema privado educativo paralelo al sistema público y ambos hacia la aspiración de la calidad y excelencia y una visión sobre cómo forjar el destino de la nación a partir de una triple asociación de ideas : la educación, la democracia y la economía que se constituyeran en tres procesos simultáneos para construir la nación americana.

En El Canadá podemos citar de igual forma algunas especificidades de su proceso de acreditación, citando a Simoneau Richard (1999), la evaluación universitaria en El Canadá:” De acuerdo a la diversidad cultural intrínseca a la sociedad canadiense, hacen que sus sistemas universitarios no sean fácilmente abordados desde una óptica común, ya que se nos presentan como sistemas altamente descentralizados y diversificados”. La acreditación especializada se ha limitado en Canadá a algunas profesiones como la medicina y la ingeniería en las que los graduados pueden ejercer la profesión solamente cuando son egresados de un programa acreditado. Según Simoneau, la acreditación institucional no se generalizó en Canadá debido al crecimiento más lento de los sistemas universitarios. En los años cincuenta, mientras se consolidaba en Estados Unidos, la acreditación voluntaria y no gubernamental , en Canadá los poderes públicos eran los encargados de dar el reconocimiento a las universidades. Finalmente, podemos verificar que este proceso está ligado a la misma política y momento histórico en el que se encuentre inmerso tanto el país como las mismas instituciones, lo cual consideramos debe ser parámetro para Colombia, evitando imponer la acreditación como un modelo cerrado o receta que fácilmente pueda aplicarse para medir la calidad, desvirtuando su objetivo de ser una mirada desde nuestros propios propósitos y misiones. Es por ello que el Padre Borrero en su Conferencia XXXV (texto pretexto) nos plantea diversos modelos para partir hacia la evaluación de la institución o de programas, recordando que son simplemente esto : modelos ya que todo depende de las necesidades propias de cada Institución. Ya recorridos a grandes rasgos los temas de la evaluación , construcción de indicadores de evaluación, calidad, autonomía y acreditación, es nuestro deseo relacionar algunas huellas que la cultura de la acreditación nos ha dejado en nuestra institución Fuerza Aérea en un proceso que hizo su aparición hace aproximadamente cinco años.

La acreditación aquí se inicia por un grupo reducido de docentes , tomándola como herramienta metodológica para evaluación institucional, sin embargo tácitamente se va logrando su implantación como cultura de la evaluación, cultura de planeación y cultura de acreditación , lo cual se encuentra en concordancia con lo afirmado por el Padre Borrero(2002) en su conferencia XXXV , planeación, autoevaluación y acreditación de instituciones de educación superior, simposio permanente sobre la universidad. Este proceso ha servido de igual forma para que en una institución con nuestras características se desarrollen políticas en torno al desarrollo educativo y a la búsqueda de la calidad, ya que anteriormente existía el paradigma del ICFES como ente de vigilancia y última palabra en nuestro propio destino. Ahora la autonomía ha tocado las puertas exigiendo así responder por nuestra función social y reflexionar permanentemente en torno a los temas educativos. De igual forma la mirada se ha visto obligada a buscar la convergencia entre la academia militar y la formación en la educación superior y para lo superior. Es por ello que los procesos de capacitación a todo nivel, la aplicación de la ley 30 del 92 en su alma de la calidad, el manejo y análisis de la integralidad, la reorientación de la misión y visión acorde con las funciones sustantivas de la educación superior, la reorientación del Proyecto educativo, la búsqueda del engranaje entre el plan estratégico y los lineamientos de acreditación entre otros, hacen que evaluemos la política de la acreditación como una herramienta de crecimiento , un proceso amplio y exigente que lleva al trabajo en equipo y al manejo de objetivos comunes. Ya finalizando esta relatoría queda solo el deseo enriquecer estos temas con las personas especializadas de nuestra línea y quizás lograr analizar algunos interrogantes que nos han quedado sobre los temas tratados como son : Qué sucederá en un futuro próximo con las Instituciones o programas académicos que no logren la acreditación? Las exigencias que plantea el C.N.A. como indicadores de calidad están acorde con el apoyo que el Mismo Ministerio de Educación otorga a las instituciones? La acreditación puede ser una estrategia del estado para dejar en manos de solo determinados grupos el manejo de la educación superior? Cuáles han sido las implicaciones para las Instituciones que como la Pontificia Universidad Javeriana han sido acreditadas? La acreditación es estrategia política? Económica?, educativa? Social?

BIBLIOGRAFÍA

BORRERO , Alfonso( 2002): Planeación, autoevaluación y acreditación de Instituciones de educación superior. Conferencia XXXV. Simposio permanente sobre la universidad, Bogota. CNA, Lineamientos para la Acreditación.(1998) Tercera edición CNA, Apreciación de condiciones inciales, (1198), guia de procedimiento CNA 01 ICFES,( 2002), Simposio sobre acreditación universitaria. Memorias. Bogotá ICFES, ASCUN, Programa de fomento a la cultura de la acreditación. Experiencias en Acreditación Tomo I y II. Bogotá ICFES. (1997), Comisión Nacional para el desarrollo de la educación superior, Bogotá ICFES (1998) Frente a la calidad de la educación superior. Autonomía universitaria Bogot,a UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL ( 1998), Auoevaluación Institucional en la perspectiva de la autorregulación. Nohora Pabón fernández, Bogotá

FACUNDO, Angel y Carlos Rojas (1990). La calidad de la educación : Cómo entenderla y evaluarla. Bogotá