Papiloma humano: un virus que también es cosa de hombres

4 nov. 2009 - “Están empezando a aparecer ensayos clínicos sobre la incidencia del virus en hombres heterosexuales y que tienen sexo con otros hombres” ...
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CIENCIA / SALUD

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Miércoles 4 de noviembre de 2009

VICEVERSA

SALUD MASCULINA s EL 50% SE INFECTARA EN ALGUN MOMENTO

Papiloma humano: un virus que también es cosa de hombres

Primer diálogo sobre el cerebro

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Causa la mitad de los cánceres de pene, que cada año provocan 250 amputaciones FABIOLA CZUBAJ LA NACION El virus del papiloma humano (HPV), que causa el cáncer de cuello uterino, no es sólo cosa de mujeres. Uno de cada dos hombres sexualmente activos se infectará alguna vez con ese microorganismo, independientemente de cuáles sean sus preferencias para elegir pareja. “Los hombres deberían preocuparse definitivamente por el HPV por una cuestión de responsabilidad biológica: no convertirse libremente en el transmisor de un virus que puede causar cáncer en su pareja y en sí mismo, ya que es algo que padecen hombres y mujeres sin importar su orientación sexual”, señaló ayer el doctor Silvio Tatti, director del Programa de Tamizaje, Terapéutica y Vacunación del Tracto Genital Inferior del Hospital de Clínicas. El HPV es el responsable de nada más y nada menos que el 50% de los cánceres de pene en el país. Y dado que la consulta para el diagnóstico suele ser tardía porque la enfermedad puede no dar síntomas hasta estar muy avanzada, se realizan unas 250 amputaciones por año. De ahí la importancia de consultar cuanto antes al médico si aparecen verrugas, manchas blancas o úlceras en el pene, el escroto, la ingle, el ano, la boca o la garganta. Es que dos de las cepas de alto riesgo, las 16 y 18, del HPV empezaron a competir con el alcohol y el tabaco entre las causas del cáncer bucal, cuya edad de aparición bajó de los 60 a los 30 años. “Un estudio de la Universidad de Texas sobre cien casos de cáncer de lengua y de faringe halló en 70 la presencia de los tipos 16 y 18 del HPV. Eso demuestra que los mismos virus que causan cáncer genital son oncogénicos también para los tejidos bucales. A través del sexo oral, el HPV puede ingresar a la boca y producir una lesión tumoral”, explicó ayer a LA NACION el doctor Eduardo Cecotti, profesor consulto de la Sección Patología Oral de la Academia Nacional de Medicina y presidente de las 35as. Jornadas Internacionales de la Asociación Odontológica

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Argentina, donde hoy se dictará un curso sobre cáncer oral.

Alto y bajo riesgo El HPV tiene más de un centenar de tipos, pero entre 30 y 40 infectan los genitales masculinos y femeninos. Están los de “bajo riesgo” (benignos), que son los que causan las verrugas genitales, y los de “alto riesgo”, que son 13 y provocan los cánceres de cuello de útero, orofaríngeo (faringe,

amígdalas, base de la lengua, paladar) y de ano, vagina, vulva y pene. Entre esas cepas están los tipos 16 y 18, de transmisión sexual. Hasta ahora, poco se hablaba del papel del hombre en la circulación del virus del papiloma humano. Es más, durante una reunión de prensa realizada ayer, el doctor Tatti explicó que para los varones no existen exámenes de rutina para la detección del HPV, como sucede con el Papanicolaou

Primer programa de tamizaje gratuito El Hospital de Clínicas puso en marcha el primer Programa de Tamizaje, Terapéutica y Vacunación del Tracto Genital Inferior, donde hombres y mujeres acceden a información, detección y tratamiento de la infección por el HPV. Funciona en el sector de Consultorios Externos, en el entrepiso del hospital (Av. Córdoba 2351, Capital) y garantiza los tratamientos. “Los pacientes que quieran vacunarse y tengan la indicación podrán hacerlo a través de su obra social o prepaga, o con un descuento de casi el 50% en la farmacia del hospital”, dijo el doctor Silvio Tatti, que dirige el programa. Informes: (011) 5950-8582.

en las mujeres, a pesar de que el 50% de los hombres sexualmente activos están infectados con un tipo de alto riesgo. “Están empezando a aparecer ensayos clínicos sobre la incidencia del virus en hombres heterosexuales y que tienen sexo con otros hombres”, dijo el presidente electo de la Federación Internacional de Patología Cervical y Colposcopía. Además de las relaciones sexuales por vía vaginal, anal u oral, el HPV se transmite por el contacto con las mucosas genitales y no hay demasiadas medidas para prevenir una transmisión que, según la Organización Mundial de la Salud, es más frecuente de hombres a mujeres. “Están el preservativo, la monogamia, el inicio tardío de las relaciones sexuales y las parejas estables –enumeró Tatti–. Y aunque parezcan principios arcaicos, que nada tienen que ver con la ideología o la religión, sino con la biología y la transmisibilidad de los virus, esas cuatro medidas actúan como una barrera para disminuir la infección por vía sexual.” El uso del preservativo reduce no más del 70% el riesgo de transmitir el HPV. Se estima que dos tercios de las personas que tengan contacto sexual con otra infectada desarrollarán la infección entre los 3 y 6 meses siguientes. “Es un muy buen elemento para preservarse de las infecciones de transmisión sexual que están en las sangre o las secreciones, como el semen o el flujo vaginal –precisó–. Pero no es un buen elemento para prevenir infecciones en las mucosas, como la vulva. La reducción existe, pero es de alrededor del 60 por ciento.” A partir de los datos disponibles, está claro que el sexo oral y anal son prácticas de riesgo. El 90% de los cánceres anales, que Tatti definió como “en vertiginoso crecimiento en hombres y mujeres que practican sexo anal”, está causado por el tipo 16 del HPV. Por su parte, Cecotti recomendó consultar dos veces por año al dentista para controlar las mucosas bucales si se practica sexo oral. “Los odontólogos están entrenados en la detección de las lesiones y ante una sospechosa lo derivará y podrá iniciar tratamiento con éxito asegurado”, dijo.

yer a la noche, cuando ya se cerraba la edición de LA NACION que tiene en sus manos, en el Museo Metropolitano todavía se prolongaba un encuentro inédito en el país, especialmente por su valor simbólico. En dos salones atestados, diez de los más destacados investigadores del mundo en neurociencias se encontraban cara a cara con un público compuesto por filósofos, economistas, educadores, escritores, abogados y periodistas de distintos medios para dialogar convocados bajo el lema “Más allá del laboratorio: ¿qué aportan hoy las neurociencias a la sociedad?”. Este inusual “Primer diálogo sobre el cerebro”, cierre del simposio científico que se había realizado durante todo el día como celebración del cuarto aniversario del Instituto de Neurociencias Cognitivas (Ineco), permitió casi naturalmente que se concretara ese antiguo reclamo de que se tiendan puentes entre científicos y público no entrenado. De un lado estaban algunos de los máximos expertos mundiales en toma de decisiones, neurobiología de la conciencia, libre albedrío, memoria, empatía y neurología de la moral, Jean Decety (de la Universidad de Chicago), Antoine Bechara (de la Southern California), Iván Izquierdo (Pontificia Universidad Católica de Río Grande del Sur, de Brasil), Mario Méndez (de la UCLA), Tristán Beckinschtein (Universidad de Cambridge), Jorge Moll (National Health Institute), Josef Parvizi (Universidad de Stanford), Patricio O’Donnell (Universidad de Maryland) y Facundo Manes (Ineco y la Fundación Favaloro); del otro, personajes como Alfonso Prat-Gay, Claudio Zin, Alejandro Rozitchner, Silvia Fesquet y muchos otros. “Esto en realidad es un experimento –bromeó Diego Golombek, y agregó más en serio–: La investigación del cerebro es una de las fronteras de la ciencia y estamos comenzando a tener un grupo de primer nivel en un área que no hace mucho no existía en el país.” Lo que siguió fue un pantallazo sobre algo de lo que las neurociencias vienen estudiando acerca del funcionamiento de esa máquina complejísima y maravillosa de poco más de un kilo de peso y miles de millones de intrincadas conexiones que es el cerebro humano. Especialmente acerca de por qué sentimos empatía o somos altruistas, por qué sentimos culpa, por qué nos ocupamos de otros y cómo tomamos decisiones. “Somos nuestro cerebro”, dijo Beckinschtein. “Hoy sabemos que la función principal del cerebro es la función social”, dijo Méndez. “Estudiar el cerebro es comprender la naturaleza humana. Si no entendemos nuestra naturaleza, no podemos entender la sociedad”, dijo Parvizi. Está claro que ningún país puede darse el lujo de ignorarlo...

NORA

BÄR

Estudiar el cerebro es comprender la naturaleza humana. Si no entendemos nuestra naturaleza, no podemos entender la sociedad

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