Panace@ - Revista de Medicina, Lenguaje y Traducción - Tremédica

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La traducción de textos médicos especializados para el ámbito editorial (inglés-español) Marta Escribà Jordana*

Ana Belén Martínez López (2010): La traducción de textos médicos especializados para el ámbito editorial (inglés-español). Granada: Comares; colección Interlingua, n.º 93; 184 pp. ISBN: 978-8498365641. Precio: 12,00 €.

Quisiera empezar este breve comentario aclarando que me he acercado a esta monografía de Ana Belén Martínez López como profesional de la edición de textos científicos de disciplinas diversas, pero fundamentalmente médicos, actividad a la que me he dedicado durante años en el ámbito de las empresas editoriales del sector. Adelanto, pues, que las impresiones que he sacado sobre la utilidad, adecuación o interés de esta lectura adolecen del sesgo que me impone mi formación científica, por un lado, y mi falta de formación en los aspectos más teóricos del enfoque estrictamente lingüístico.

En las consideraciones preliminares de la introducción la autora define con claridad sus intenciones, que son «un acercamiento interdisciplinar a la problemática teórica, metodológica y práctica que rodea a la traducción de textos especializados de medicina para el ámbito editorial, dentro de la combinación lingüística inglés-español», y avanza que su hipótesis de trabajo es la siguiente: que desde una perspectiva traductológica existen una serie de «lugares comunes» a todas las disciplinas del ámbito biosanitario, lo cual posibilita que la reflexión teórica general contenida en el libro sea aplicable a todos los ámbitos de la medicina y disciplinas cercanas. No me atrevo a decir que la monografía consigue validar esta hipótesis de partida, y en cambio diría más bien que a partir de cierto punto, tras los primeros capítulos, la da por buena y pasa sin más a caracterizar y categorizar los problemas que afronta el profesional de la traducción, ya desde una perspectiva más práctica que teórica. Sí me atrevo a decir, en cambio, que entre las intenciones expresadas por la autora y la hipótesis de trabajo la coincidencia es solo parcial, en tanto que la reflexión sobre la existencia de los citados lugares comunes, tal y como se aborda en esta monografía, quizás aporte algo a la reflexión teórica sobre la traducción médica especializada, pero poco a la problemática metodológica y práctica. Si la primera parte está dominada por una discusión teórica que la autora teje a partir de referencias a diversos y numerosos autores pero que no protagoniza, muy académica y no siempre relacionada con el tema del libro si nos atenemos al título (La traducción de textos médicos…), como más adelante comentaré, en la segunda parte abundan los ejemplos y se incluyen ya algunas propuestas terminológicas del ámbito médico/biosanitario. Los ejemplos, que la autora toma prestados de distintos autores y que reproduce sin más, no están aquí al servicio de la discusión ni el apunte de «criterios de decisión», que son instrumentos útiles para el traductor cuando los «criterios de traducción» no resuelven. Ahí está seguramente la mayor objeción que puede hacerse a esta monografía, como ya comentaré. Repasemos brevemente los capítulos de la monografía en el marco del planteamiento general arriba descrito. En el capítulo 1, dedicado al encargo de traducción, la autora analiza en primer lugar con más o menos profundidad los condicionantes «logísticos» a que se enfrenta el traductor de textos médicos en su trabajo, y que se derivan no tanto de la dificultad de la traducción en sí misma como de su trato con las empresas editoriales. El capítulo se cierra con la breve mención de las etapas del proceso propiamente de traducción. Cuestiones como la unidad de traducción, la negociación de criterios —o, en el peor de los casos, la aceptación de aquellos

* Editora (Barcelona). Dirección para correspondencia: [email protected].

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impuestos por la editorial contratante—, etc. no dejan de ser relevantes para el traductor profesional, a pesar de que, en mi opinión, los protocolos de coordinación que menciona la autora y los instrumentos que las editoriales del sector proporcionan al traductor contratado son menos habituales de lo que ella parece indicar. Queda claro que conoce el sector editorial, de modo que deduzco que obvia deliberadamente la mención de los problemas reales que éste padece, derivados del hecho de que muchas editoriales carecen de los citados protocolos e instrumentos, así como de la desprofesionalización del papel de editor de textos médicos y científicos en general. Todo ello obliga al traductor, cada vez con mayor frecuencia, a asumir toda la responsabilidad del resultado. El capítulo 2 se dedica enteramente a la discusión teórica sobre el discurso de la medicina y el estudio del lenguaje de la ciencia desde diferentes perspectivas. En la primera parte, de la mano de las propuestas de autores como Emilio Ortega y Teresa Cabré, la autora intenta esclarecer si existen límites teóricos a la unidad de los lenguajes de especialidad y establecer una distinción entre el discurso científico-técnico y otros tipos de discurso. En mi opinión, en el marco de esta discusión, la reiterada mención a la cuestión no resuelta sobre si se debe hablar de lenguas de especialidad o de lenguajes especializados, que se reproduce además en otros puntos del capítulo y la monografía, resulta algo estéril, aunque pueda ser pertinente en relación con la hipótesis de trabajo —mencionada al inicio— y el correspondiente planteamiento teórico de la autora. En cuanto al estudio del lenguaje de la ciencia, tanto desde una perspectiva filosófica como lingüística, en este capítulo se hace un repaso y una valoración crítica de las propuestas de diversos autores: Bertha Gutiérrez, Jesús Mosterín, Pedro Chamizo —se reproduce un amplio resumen del artículo «Catorce tesis sobre el lenguaje de la ciencia», publicado por este autor en 2003 en Panace@, y que desde mi punto de vista resulta especialmente lúcido e interesante—, Enrique Alcaraz Varó et al., Jacinto Martín et al., para proceder a continuación con una propuesta de caracterización del lenguaje técnico-científico y una categorización del léxico que le es propio. Solo quisiera comentar aquí que, en mi opinión, el texto resulta en este punto a veces disperso, a veces reiterativo, debido a que la exposición de las distintas propuestas se ve a menudo interrumpida por referencias a conceptos tangenciales a la propia exposición, si bien la autora probablemente considera pertinente introducirlos. Es el caso de las referencias a la definición de ciencia, cientifismo, la clasificación de las disciplinas científicas según su grado de hibridación —la importancia concedida a esta hibridación desde una perspectiva traductológica queda algo descontextualizada, según mi parecer—, o la clasificación de las disciplinas técnicas y tecnológicas —la derivación progresiva de las disciplinas afines a la medicina hacia disciplinas biotecnológicas se menciona pero no se trata desde el punto de vista de su influencia en el lenguaje científico-técnico—. La discusión crítica sobre la caracterización previa del discurso científico-técnico a partir de la propuesta de J. Martín et al., ya al final del capítulo, resulta esclarecedora y adecuada en este punto del libro, pues se analizan ya conceptos más relevantes para la posterior descripción teórica de la problePanace@.

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mática de la traducción médica. En el siguiente capítulo se continúa este análisis con una caracterización exhaustiva del lenguaje científico-técnico, ahora ya desde una perspectiva principalmente lexicográfica. El capítulo 3 está dedicado, como acabo de mencionar, a la caracterización del lenguaje científico-técnico sobre todo en su dimensión léxica y terminológica, pero también morfosintáctica, fraseológica y textual. Si bien en la introducción del capítulo se indica que incluye también una caracterización retórica y estilística, lo cierto es que ésta se desarrolla exclusivamente en el capítulo 4. Una vez establecida de entrada la importancia relativa de la dimensión léxica en los lenguajes especializados en general, y en el científico-técnico en particular, y una vez aceptada la idea de la existencia de «vasos comunicantes» entre los lenguajes especializados y la lengua común, el capítulo se organiza de manera ordenada en torno a la categorización de los términos de una especialidad y sus rasgos generales, para pasar a continuación a su estudio lexicológico partiendo de los planteamientos de A. Gómez. Al análisis de la dimensión lexicográfica le sigue el de la dimensión morfosintáctica y fraseológica, en el que destacan por su interés las páginas dedicadas a comentar la categorización de la terminología médica según J. M. López Piñero y M. L. Terrada Ferrandis, así como las normas de construcción de términos médicos y la formación de neologismos de estos mismos autores. Los ejemplos en este apartado pertenecen mayoritariamente al ámbito médico y por tanto resultan especialmente clarificadores, a diferencia de los utilizados en los apartados dedicados al análisis lexicográfico, que desafortunadamente pertenecen solo parcialmente al ámbito de la medicina. No me voy a extender en el comentario de las páginas de este capítulo, muy extenso, pero sí considero oportuno mencionar lo siguiente: 1) La cuestión de la normalización y la «estandarización» terminológicas, que podría ser especialmente relevante para el objetivo de esta monografía en general y de este capítulo en concreto, y que además es de gran interés para el traductor, debería ser objeto de un análisis y un debate más exhaustivo —solo se le dedica específicamente un breve apartado en la página 84 y se vuelve a mencionar su importancia en la página 101—, aunque quizás no esté entre los objetivos de la autora. Al afirmar que «lo único que nos interesa destacar aquí es que el traductor científico-técnico está obligado a conocer y utilizar correctamente los sistemas normalizados […] relacionados con la disciplina sobre la que esté traduciendo» (p. 84) se está limitando la relevancia del análisis que la normalización terminológica tiene para el traductor, que no debe limitarse al conocimiento de los sistemas normalizados. Por otro lado, y a modo de comentario adicional, desde mi experiencia debo decir que la realidad de la traducción médica en el mundo editorial desmiente que dicho conocimiento pueda darse por supuesto entre los traductores y editores especializados. 2) Al final del capítulo 3 se dedica convenientemente un apartado a las consecuencias que la caracterización expuesta del discurso médico tiene para la traducción médica, lo cual lleva al lector a constatar la ausencia de apartados similares 375

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en partes anteriores del texto, que serían de gran ayuda para el lector traductor desde un punto de vista de la reflexión de su práctica y a la luz del objetivo y el título de la monografía. Una vez dicho que es pertinente incluir reflexiones sobre las consecuencias de la exposición teórica para la práctica de la traducción médica especializada, añadiría que dichas reflexiones no pueden limitarse a una lista de conocimientos que el traductor debería poseer ni de convenciones que rigen los encargos —p.103, punto que a mi entender queda completamente fuera del sentido del capítulo—, porque para el profesional las consecuencias del análisis lexicográfico van mucho más allá de las cuestiones logísticas y, en cierto modo, incluso son ajenas a ellas. Los capítulos 4 y 5 se centran en el estudio del discurso médico, ahora sí, desde la perspectiva de la traducción. El primero aborda el uso de figuras retóricas y el segundo los fenómenos de variación lingüística. En ambos casos el lector agradece la abundancia de ejemplos que ilustran el uso de recursos, pero, como he mencionado al principio, son en sí mismos insuficientes para abordar el estudio del discurso en profundidad. En el caso del capítulo 4 se trata de términos délficos, acrónimos, epónimos, calcos, anisomorfismos culturales, metáforas, etc., aunque a veces parece innecesario en este punto de la monografía recurrir a ejemplos de la lengua común para luego aportar ejemplos del campo de la medicina. El enfoque del análisis de los fenómenos de variación lingüística, en el capítulo 5, se basa en un estudio comparativo entre el español de España y el español de América de G. Haensch —publicado en Panace@ en sendos números de 2001 y 2002—. Para mí este ha resultado ser uno de los capítulos de mayor interés, no tanto por la ejemplificación de variaciones semánticas, sintácticas, modismos, etc. entre el español de España o de América, mayoritariamente ajenas al ámbito médico, como por el interesante análisis de las variaciones en el discurso, ya sean debidas al contexto, al registro de lengua, a la tabuización de expresiones o a los referentes culturales —el problema del «español neutro»—, y los problemas que estas variaciones suponen para la traducción médica. Igualmente relevante es la reflexión sobre el comportamiento de la «jerga lingüística» propia de la medicina y, como consecuencia, la constatación de las variaciones entre el lenguaje del médico y del enfermo. Celebro especialmente que la autora haya recurrido a los ejemplos proporcionados por Fernando Navarro para explicar la variación motivada por el contexto de utilización, ya que resultan especialmente adecuados y clarificadores. El último capítulo, el 6, dedicado a los límites y condicionamientos de la traducción médica especializada —el título especifica para «el sector editorial», pero yo creo que la validez de lo expuesto no se limita a este sector—, es el que quizás resultará más útil al lector traductor, por el orden expositivo y por la completa aunque muy breve caracterización de los problemas relativos a la práctica profesional de la traducción: la importación, adopción, calco de términos, los falsos amigos, la presencia de anglicismos, el tratamiento de las siglas. Los ejemplos, muy abundantes, proceden en todos los casos del lenguaje médico. Personalmente hubiera deseado que el capítulo 6 se beneficiara de una ampliación en su 376



extensión a expensas de la reducción de algún capítulo inicial, pero es este un comentario que no pretende discutir el criterio del autor sino expresar un deseo personal. En cuanto a las conclusiones incluidas en el capítulo final, la confirmación o refutación de la hipótesis de partida me parece una cuestión tangencial, ya que la monografía supera ampliamente en sus contenidos el planteamiento inicial sobre si el lenguaje general y el lenguaje científico-técnico son sustancialmente distintos, y en cambio parece aspirar a proporcionar instrumentos valiosos de análisis y reflexión sobre las características de ese lenguaje y las dificultades que plantea su traducción, más allá de su condición de distinto. Desde mi punto de vista no lo consigue plenamente, pero en todo caso la hipótesis de partida me sigue pareciendo solo parcialmente relevante para el objetivo de la monografía. Me permito hacer un penúltimo comentario a tenor de una afirmación que aparece en el texto (p. 161): Otra cosa muy distinta es el estudio de la traducción médica desde la perspectiva de la interacción cultural entre la cultura anglosajona (referencia mundial dentro de este ámbito del saber) y la cultura española o hispanohablante (que es, básicamente, receptora nata de los avances científicos que se producen en el ámbito anglosajón). No puedo estar de acuerdo con la afirmación de que el mundo anglosajón es el gran «exportador» de avances científicos, y sí en cambio con la realidad contrastada de que la lengua inglesa es la lengua primera y habitual de comunicación y divulgación de esos avances, se produzcan donde se produzcan. La ciencia y el conocimiento avanzan en estos momentos en muchos lugares del mundo y gracias a infinidad de sinergias múltiples y «deslocalizadas»… afortunadamente para el traductor. Y ya para terminar esta reseña, solo añadiré un par de observaciones que expresan mis dudas sobre la adecuación del título al contenido y del contenido a los objetivos expresados por la autora. En primer lugar me parece obvio que el texto es el fruto de la mutilación de un trabajo más exhaustivo y ambicioso, y esto se pone de manifiesto de diferentes formas; si la remisión a algún capítulo inexistente es la prueba menos destacable, la dispar y desequilibrada exhaustividad con que se abordan las distintas cuestiones centrales a cada capítulo resulta más reveladora. Creo que no se ha encontrado el imprescindible equilibrio que ha de permitir, en un texto coherente, dedicar a cada reflexión y objetivo el espacio y relevancia que merece. La discusión teórica no solo es central a todo el planteamiento, sino que las perspectivas metodológica y práctica que la autora menciona en los objetivos iniciales tienen en mi opinión un espacio claramente insuficiente en la monografía, y esto la aleja de las intenciones que se deducen del propio título. En segundo lugar, pero en estrecha relación con el primero, ni la traducción médica es la protagonista indiscutible de la monografía —en todo caso lo es el lenguaje científico, ni siquiera la traducción científica, me atrevería a decir—, en toda su extensión y vocación, ni lo tratado se aborda desde la especificidad por tratarse de la traducción para el Panace@.

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sector editorial, más allá de algunos comentarios incluidos en el capítulo 1. En esta línea, los apartados que empiezan con «Consecuencias o implicaciones para la traducción…» son en general pobres, y su inclusión parece a veces forzada y destinada a tornar un texto eminentemente teórico en un «aplicado a». Ojalá en futuras ediciones o nuevos trabajos la autora consiga subsanar este déficit y abordar desde una visión más propia y más enriquecedora la problemática de la traducción científico-médica, una problemática que sin duda conoce y a cuya reflexión indiscutiblemente tiene algo que aportar.

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Bibliografía Chamizo Domínguez, Pedro J. (2003): «Catorce tesis sobre el lenguaje de la ciencia», Panace@, 4 (13/14): 268-271. . Haensch, Günther (2001): «Español de América y español de Europa, (1.ª parte)», Panace@, 2 (6): 63-72. . Haensch, Günther (2002): «Español de América y español de Europa, (2.ª parte)», Panace@, 3 (7): 37-64. .

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