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página dos

| Domingo 23 De marzo De 2014

Página dos el medio es el mensaje

ilustrado

Oyarbide, el señor de los anillos

Pablo Bernasconi —LA NACION—

Pablo Sirvén —LA NACION—

E

n la revista Noticias, del 9 de mayo de 1998, se le auguraba al juez federal Norberto Oyarbide, que ocupaba la tapa de esa edición –igual que esta semana–, un “frágil futuro”. No era para menos: trascendía el escándalo del video que mostraba al magistrado en una situación de esparcimiento sexual en el prostíbulo gay Spartacus, que Mariano Grondona potenciaría por TV dos meses después. Muchas cosas cambiaron en el mundo y en el país desde entonces y hasta los periodistas que firman esa nota –Darío Gallo y Roberto Caballero– hoy ejercen la profesión desde trincheras ferozmente enfrentadas. Pero Oyarbide se mantiene firme al pie del mismo cañón judicial en defensa del poder de turno. Como La inhundible Molly Brown de la comedia musical que toma la historia de una sobreviviente del Titanic, el hombre ha logrado una proeza singular: convertirse en el juez predilecto de dos hermanos peronistas supuestamente enfrentados (el menemismo y el kirchnerismo). En 2001 sobrevivió al juicio político por derivaciones del episodio mencionado al comienzo de esta columna y en la llamada “década ganada” el bolillero que sortea las causas judiciales (que ya hace años reemplazó un dispositivo electrónico) hizo recaer las más complejas en su juzgado. “Es obra del azar; en todo caso, hablen con Dios y averigüen por qué todas me tocan a mí”, ironizó con picardía en 2012, por radio América. Así, en 2009, sobreseyó al matrimonio Kirchner por su espectacular crecimiento patrimonial y tres años después dejó a Amado Boudou libre de culpa y cargo por las despampanantes remodelaciones en el Senado, en tanto que la Cámara Federal anuló la causa que sustanciaba por los turbios manejos de Sueños Compartidos, el sistema de viviendas que pergeñaban juntos los hermanos Schoklender y Hebe de Bonafini. Son tres botones de muestra de lo mucho que Oyarbide aportó desde Comodoro Py para aliviar la vida de funcionarios oficiales en problemas. Como en los “menemizados” años 90, en los últimos días Norberto Oyarbide volvió a saltar a las primeras planas y a ser centro de todo tipo de comentarios y especulaciones. Los analistas políticos cavilan, sin llegar todavía a una conclusión definitiva, sobre cuál será el sentido de la última movida del magistrado federal que tuvo en sus manos las causas más cruciales del kirchnerismo. Parece difícil que Norberto Oyarbide revelase a la Cámara Federal, con total inocencia y sin conciencia del escándalo que iba a desatar, que frenó en diciembre último el allanamiento a la financiera Propyme tras recibir un llamado de Carlos Liuzzi, el segundo del secretario legal y técnico, Carlos Zannini, con la excusa de que los policías que actuaban en el operativo reclamaban una coima al dueño. Casualmente, o no tanto, Oyarbide había sobreseído a Liuzzi un año antes en

una causa por enriquecimiento. El juez, que alardeó de tener aceitados contactos con la Policía Federal, llamó al secretario de Seguridad, Sergio Berni, para que retirara a los efectivos mientras “se quedó en una fiesta escuchando ópera”, insiste en crónicas sucesivas el diario Clarín, mientras en A dos voces, por TN, lo muestran de cuerpo entero en un troquelado de cartón, con ansias de que suceda más de lo que desde lo alto del poder están dispuestos a conceder. Incómodos, los medios oficialistas miran para otro lado como si no hubiese un claro “doble estándar” (para decirlo con un giro habitual de la Presidenta) en las decisiones tomadas por el Consejo de la Magistratura en su última sesión: apuro chaplinesco para cascotear al ahora levantisco juez Claudio Bonadio por mal desempeño en causas que tienen veinte años de antigüedad; cámara exasperantemente lenta para tratar el último grave episodio blanqueado de manera desafiante por Oyarbide que desnuda su connivencia con altos funcionarios del Poder Ejecutivo. Los consejeros oficialistas acusaron a sus pares opositores de haber hecho su “show mediático” en el tema y que con eso deberían darse por conformes. Desde el menemismo para acá hay una gimnasia cínica perfeccionada con el tiem-

Como La inhundible Molly Brown de la comedia musical, el juez surfea las peores olas mediáticas po que consiste en mantener lo más impermeabilizados posible entre sí los canales mediático y judicial, de manera tal que, por más espectaculares denuncias que haya en el primero, no ingresen al segundo. Así se logra matar dos pájaros de un tiro: 1) demostrar que hay “absoluta” libertad de expresión; 2) que el periodismo miente y son falsas todas sus investigaciones. Resulta funcional al poder que los temas judiciales sean áridos para la TV y la radio y que sólo tengan desarrollo sostenido y en profundidad en la minoritaria prensa escrita. Así, una elite se entera cabalmente, mientras que el resto permanece indiferente. De Oyarbide sólo trascienden sus aristas excéntricas: si compró (o alquiló) el costoso anillo de diamantes que supo lucir, su afición aeróbica o su canto a dúo con la Mona Jiménez. Un cotillón mundano sin consecuencias que distrae y que su señoría sabe administrar. Puertas adentro de su despacho no embroma: ajusta los expedientes que “el azar” pone en sus manos a lo que la jerga tribunalicia denomina “debido proceso”. ¿Será justicia?ß [email protected] Twitter: @psirven

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57% 93%

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de los jóvenes latinoamericanos de 15 a 19 años culminaron un ciclo completo de educación primaria.

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“Estamos unidos los tres poderes enfrentando a los violentos y a la corrupción” Del gobernador de Santa Fe sobre las amenazas narco a un juez. Página 16

noticias incorrectas

señalador

Kiruna, la ciudad que se desplazará tres km

Crónica exquisita de París en la posguerra

Mariano Donadío

Víctor Hugo Ghitta

a ciudad de Kiruna, en Suecia, tiene que mudarse completa, tres kilómetros hacia el Este. Quizás este desplazamiento sea demasiado leve como para llamarlo exilio, pero sus 20.000 habitantes –esos gitanos módicos– van a vivir una experiencia extraña en los 20 años que va a llevarles este traslado. Empecemos desde el principio. Kiruna está ubicada sobre una zona minera y su suelo se está hundiendo. Mientras la nueva Kiruna se construye a pocos kilómetros, sus ciudadanos van ocupando las nuevas casas. “Queremos mantener todo el carácter que sea posible de la antigua ciudad, pero el costo y la mecánica de mercado significan que no podemos trasladar todo”, afirma el arquitecto Mikael Stenqvist. Qué pasará con los recuerdos, se preguntan sociólogos y antropólogos suecos. Imaginemos al poblador de la nueva Kiruna transitando la ciudad con ligero desacomodamiento. Viviendo como en una foto movida. Sospechando que no se está donde se está, aunque basta con estirar la mano para encontrarse, porque su alma camina a dos metros detrás de él.ß

urzio Malaparte cursaba el colegio secundario en Italia cuando decidió cruzar la frontera y alistarse como legionario francés. Fue el comienzo de su extensa relación con ese país que amaba. Admirador del más temprano Mussolini (con quien mantuvo una relación cambiante), se acercó luego al comunismo y, al momento de su muerte, legó su herencia a las juventudes maoístas. Cronista de la decadencia de Europa durante la contienda, pero también de su esplendor intelectual y artístico, en 1947 regresó a París tras haber sido encarcelado cinco años en Lipari a pedido del Duce. Las impresiones que provoca en él ese reencuentro están reunidas en Diario de un extranjero en París (Tusquets). Relato y memoria de la fulgurante vida parisiense en tiempos de Sartre y Camus, de Gide y Cocteau, rebosa elegancia y erudición, con un autor que se ubica siempre en el centro de la escena. Porque, como suele decirse en broma, Malaparte quería ser la novia en toda boda y, en todo funeral, el muerto.ß

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