Ocho hábitos para ser feliz:

consciente y disciplinada). Da varios ejemplos de grandes personajes: The Beatles, Bill Gates y Steve Jobs, entre otros, quienes lograron dominar y llegar a ser ...
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Ocho hábitos para ser feliz: El camino a la estabilidad personal.

Hiram Martínez

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Índice Primera sección: Introducción. Segunda sección: ¿Que es la felicidad? Psicología positiva. Emociones positivas. Compromiso. Sentido. Relaciones positivas. Logros. El coctel de la felicidad. El análisis de tu bienestar. Tercera sección: Hábitos. Análisis Causa Raíz. No shortcuts, no excuses. Sin atajos, sin excusas. En piloto automático. El ciclo de la formación de los hábitos. Cuarta sección: Los hábitos y la felicidad. Eliminar o reducir hábitos. La aventura de iniciar o formar nuevos hábitos. Quinta sección: Taller de ocho hábitos para ser feliz. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Antes que nada: el hábito de crear hábitos. Aquí y ahora: el hábito de meditar. Soltar los lastres: dejar los malos hábitos que nos causan adicción. Mente sana en cuerpo sano: el hábito de hacer ejercicio. Tu compromiso: el hábito de aprender. Relaciones sanas: el hábito de escuchar atentamente. El club de los sueños: el hábito de creer en ti mismo. Enfoque: el hábito de la autodisciplina o cómo dejar de procrastinar.

Sexta sección: No estás solo. Agradecimientos y dedicatorias. Referencias y bibliografía. 2

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Primera sección: Introducción. “La felicidad es un hábito, cultívalo”, Elbert Hubbard, escritor anarquista. Los hábitos definen lo que somos. Más del 40% de nuestras actividades diarias están marcadas por los hábitos. Lo que inicia como una pequeña rutina, si lo realizamos de forma constante y disciplinada (la mayoría de las ocasiones de forma inconsciente) se convierte en un hábito. Dependiendo de las consecuencias, podríamos decir que es bueno o malo, pero es importante aclarar desde el principio que, para nuestro cerebro, no existe diferencia en los hábitos que tenemos, por lo tanto, es igual de probable adquirir el hábito antes de dormir, de leer un libro que el de ver televisión. Todo depende de que es lo que TÚ quieres. Entonces, ¿ser feliz podría ser un hábito? Si tomamos en cuenta que la felicidad es un conjunto de características, las cuales de forma integral conforman lo que llamamos el bienestar humano y que cada una de ellas se puede realizar de forma rutinaria y constante, entonces sí, podemos formar el hábito de ser felices. Tal vez no siempre podremos ser felices, ya que en la vida muchos factores juegan con nosotros, pero al menos conseguiremos regresar con mayor facilidad a ese estado. Así que de eso trata este libro: mostrarte un camino que te ayude a formar los hábitos necesarios para aumentar o mantener tu capacidad de ser feliz. Podría sonar esto pretencioso y para algunos así lo será, pero en mi experiencia personal, se pueden encontrar la inspiración y la energía que te ayuden a realizar el cambio que necesitas donde menos lo esperas. Sinceramente, espero poderte ayudar a ser una persona más feliz, más saludable y en especial, más tranquila y en paz. El concepto general de la educación universitaria es formar a grupos de personas con gustos afines en temas particulares con el objetivo de que puedan desempeñar un trabajo después, es decir, ser útiles a la sociedad. Estemos de acuerdo o no, este modelo es el que a la fecha mejor nos ha funcionado. Si bien la teoría y las horas como oyente y estudiante son importantes, para la mayoría de las carreras la cantidad de horas de práctica hacen la diferencia entre buenos y malos estudiantes y para algunas la práctica es crucial, por ejemplo para la Medicina, las carreras Militares, como Piloto aviador, etc. ¿Por qué es tan importante el haber simulado horas y horas de vuelo en una pequeña cabina en tierra para un piloto aviador, incluyendo situaciones anormales de clima, fallas y otro tipo de problemas que estadísticamente resultan casi imposible que sucedan? ¿Por qué los médicos deben de ensayar una y otra vez cómo resucitar a una persona, realizar una traqueotomía o simplemente coser una herida? Porque cuando las cosas salen mal, esa práctica podrá significar la diferencia entre la vida y la muerte. Esos segundos de reacción difícilmente lo hará el profesional de forma consciente, tendrá que dejar que el inconsciente y los cientos de horas de práctica hagan su trabajo. Tiene que dejar que el hábito entre en acción. Forrest Gump (el personaje interpretado por Tom Hanks) dijo: “La vida es una caja de chocolates y nunca sabes qué es lo que te va a tocar.” La vida está llena de sorpresas, nunca sabrás qué es lo que sigue. Eso es lo bonito de vivir, que nada está escrito, pero así cómo te puede tocar el chocolate rico con almendras, puede que después llegue el que no te gusta con cebolla y ajo (si es que existen). Lo importante no es querer controlar la vida, la suerte, el destino o como quieras llamarlo, no se puede, me consta; lo que debemos hacer es prepararnos, como hacen los profesionales, para actuar rápido cuando las cosas se ponen feas. ¿Se te ha ocurrido pensar que puedes entrenarte para ser feliz? Si tomamos en cuenta que una parte de nuestro carácter lo heredamos y que muchas de las situaciones y personas que nos rodean no las podemos controlar aunque quisiéramos, entonces debemos entrenarnos horas y horas practicando métodos para ser felices bajo la mayoría de las situaciones, de forma casi automática, instintiva y reactiva. En momentos de crisis el cerebro buscará siempre huir (¡corre!) o el lugar más seguro y familiar cercano, ya sea algo físico y real o una rutina en tu mente que le haga sentir que todo está bien y controlado. Es muy probable que una persona 4

que dejó el hábito de fumar lo tome de nuevo si un evento fuerte le afecta, por ejemplo, que un familiar querido fallezca. Su cerebro pedirá fumar, ya que eso es lo que le hace sentirse bien, seguro y tranquilo. La base de los entrenamientos son las rutinas. Michael Phelps, el famoso nadador estadounidense, ganador de más de 20 medallas olímpicas, 18 de ellas de oro (tiene el record y difícilmente se lo quitarán), demostró que en esta época de alta competencia y sobrepoblación, aún es posible destacar del resto, sumando genética, habilidad y disciplina. Michael podría tener las primeras dos cualidades, pero sin la tercera jamás hubiera logrado ganar esas medallas. Sus rutinas son tan estrictas que antes de los juegos olímpicos, tenía horario para TODO, desde la hora de levantarse hasta la hora de dormir. ¿Podría haberse dado el lujo de faltar a un entrenamiento, de comer una rebanada extra de pizza o de tomarse una noche libre y salir con sus amigos de fiesta? Tal vez y posiblemente no hubiera afectado el resultado, pero sí te puedo asegurar que cumplió con el 99% del programa. Pagó el precio y ganó el premio. Y ésa, querido lector, es la clave de todo lo que quieras lograr en la vida: ¿Estás dispuesto a pagar el precio? La meta no llega sola al corredor que quiere hacer un maratón. Tienes que caminar, al menos, para llegar a ella. Te va doler, vas a pensar que no debiste hacerlo, que es inhumano, que no lo volverás a hacer, ¡que alguien te rescate por amor de Dios!, pero al final, al llegar a la meta por tu propio pie, sentirás esa enorme satisfacción del logro realizado, del éxito personal. Así que, sin más preámbulo, iniciemos nuestro entrenamiento para lograr la estabilidad emocional y nuestro bienestar, comúnmente llamado felicidad. Recuerda, todo depende de ti, de las horas de práctica, de los hábitos formados y del deseo de ser mejor persona, para ti y para las personas que te rodean.

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Segunda sección: ¿Qué es la felicidad? Cuando era pequeño, era muy feliz, cómo la mayoría de los niños. Era tan feliz ¡que no me preocupaba por ello! Pero todo cambió cuando llegó la adolescencia. De repente y sin darme cuenta, dejé de serlo. Y entonces comenzó mi búsqueda por la felicidad. Al inicio pensaba que la felicidad era una meta, un destino, un lugar seguro a donde llegas y no te mueves de ahí. Por supuesto que estaba equivocado. Era cómo desear llegar al final del arcoíris: cuanto más corres, más se aleja de ti. Así pasé de buscar una meta a buscar un camino. Fue cuando empezó a tomar sentido todo. La felicidad no es un estado eterno (al menos no en esta vida): es un proceso, un camino y principalmente, el objetivo de este libro, es un HÁBITO que debemos formar, cuidar y alimentar para que crezca sano y fuerte. Algo muy importante que he aprendido es que: “La felicidad es una decisión.” Pero, ¿Qué tan responsables somos de nuestra propia felicidad? Los psicólogos investigadores afirman (1) que cerca del 33% de nuestra felicidad actual está determinada por nuestros genes. Estos genes tienen que ver directamente con la producción de serotonina, la “hormona del placer o del humor”. Si bien éste estudio no es concluyente, para mí tiene sentido. Nuestros padres no solo nos heredan su nariz sino también su humor. ¿Eso significa que estamos condenados a vivir con este (bendito) humor toda la vida? Claro que no, primero recuerda que eres responsable directo del 66% restante de tu felicidad y de que hay formas naturales y artificiales de aumentar la producción de serotonina. Además de los factores biológicos y hereditarios, el entorno también influye directamente en nuestra felicidad. Un buen ejemplo es cuando medimos el nivel de bienestar de los países, realizando encuestas directas a la población con preguntas como: ¿Qué tan satisfecho se encuentra con su vida en este momento? Estos estudios nos revelan que los países con altos niveles de felicidad tienen en común estas características: una economía estable (con menores índices de desempleo y de pobreza), un gobierno democrático (no veo la relación con la democracia como tal sino con la libertad que conlleva), seguridad pública aceptable (bajos índices de asaltos por ejemplo) y en general sus habitantes disfrutan de un ritmo de vida tranquilo, estable y seguro. Pero aquí encontramos otro patrón importante en la búsqueda de la felicidad: los países, después de cubrir las necesidades básicas de sus habitantes, cierran la brecha de los niveles de felicidad con el resto de los países. Lo mismo pasa con los individuos. Un famoso estudio (2) realizado a personas que ganaron la lotería o que sufrieron un accidente grave, mostró que la frase “el dinero no compra la felicidad” es correcta (hasta cierto punto, ya que el no contar con dinero definitivamente si afecta tus niveles de estrés y de angustia) dado que las personas, después de un promedio de 6 meses, regresaban al nivel de felicidad que tenían antes de ganarse la lotería o del accidente. La felicidad no crece de forma proporcional a la cantidad de dinero que tienes. ¿Cómo influye el clima o la geografía en la felicidad? Aparentemente en nada. Por ejemplo en el 2005, Islandia, con temperaturas la mayor parte del año por debajo de los 0°C ocupó el primer lugar en el ranking de felicidad (bienestar), así como Dinamarca, Canadá y Noruega (todos en el top cinco del 2009). Existe el Happy Planet Index (Índice del Planeta Feliz) (3) creado por NEF (the New Economics Foundation) cuyo fundador es Nic Marks (4). Con un toque ecologista, este índice nos enseña cuáles países son más “felices”. Esto lo realizan midiendo 3 factores: 1. El bienestar. 2. La expectativa de vida. 3. La huella ecológica. 6

Durante el siglo XX la mayoría de los índices económicos se basaban en el bienestar económico, por ejemplo el PIB. Si bien para un mundo post segunda guerra mundial esto fue importante para normalizar la economía mundial y asegurar que los países volvieran a ser autosustentables, en el siglo XXI nos estamos dando cuenta que además del aspecto económico debemos cuidar otros igual de importantes, como son el bienestar humano o social (felicidad, seguridad, espacios públicos, relaciones humanas, etc.) y el uso de los recursos naturales. Basados en estos tres factores, encontramos datos muy interesantes. Por ejemplo que la mayoría de los países latinoamericanos estamos en los primeros lugares. A pesar de los niveles de pobreza (economía) y de corrupción (gobierno), vivimos felices, con usos “decentes” de nuestros recursos y así, Costa Rica está en primer lugar del HPI. Por el otro lado, Estados Unidos, cuya economía es de las más fuertes del mundo, se encuentra en el lugar 105, debido al uso excesivo y derrochador de los recursos naturales. Cada vez es más común escuchar como parte de los planes estratégicos y económicos de los países el incluir temas de “nivel de felicidad” o “bienestar social”. Aterrizando lo anterior, soy un amante de las estadísticas y uno de mis mantras como ingeniero es “lo que no se puede medir, no se puede mejorar”. Esto aplica para países o gobiernos así como para individuos o familias. ¿Haz medido tus niveles de bienestar últimamente? Eso es un hábito, por cierto. Recuerda, que para mejorar, primero debemos conocer el estado actual. Pero no te preocupes ya que juntos descubriremos como realizarlo y cómo usar esta información para descubrir el camino de la felicidad. Psicología positiva. Para responder a la pregunta concreta de ¿Qué es felicidad? Nos apoyaremos en los estudios realizados por el Psicólogo estadounidense Martin E. P. Seligman (5) y otros investigadores acerca de la Psicología Positiva. Varios datos de este libro los he tomado del libro escrito por Seligman: Florecer: La nueva Psicología Positiva y la búsqueda del bienestar (6). Por favor, si estás interesado en la búsqueda de la felicidad cómo una parte importante de tu vida, debes leer este libro. La psicología positiva inició con estudios, experimentos y talleres, todos basados en el método científico, para descubrir lo que significa ser feliz para el ser humano. La psicología tradicionalmente se enfocaba en los aspectos negativos de la mente humana (depresión, neurosis, ansiedad). La psicología positiva, por el contrario, busca el desarrollo de la mente humana a través de los aspectos positivos como son la felicidad, la paz mental y el amor. Irónicamente, para entender lo que felicidad significa, debemos “deshacernos” de la palabra felicidad, ya que es solo una parte del bienestar humano y está “desgastada” por su uso comercial y popular, lo cual no ayuda en el proceso de encontrar su camino. Ser feliz no significa estar alegre. Si fuera tan fácil ser feliz con solo tomar un refresco negro… Aunque pensándolo bien, tomarlo te puede dar felicidad instantánea, pero si tomas 20 refrescos, pasarás de amarlo a odiarlo. Esa es una de las razones por las cuales la palabra “felicidad” está desgastada: cualquiera que sea el detonante de felicidad inmediata (comer, comprar, apostar, jugar, masturbarse, criticar, etc) si lo repetimos constantemente terminará por cansarnos y aburrirnos, obligándonos a buscar más y más, sin llegar a tener un bienestar personal. La psicología positiva en lugar de buscar la felicidad de las personas, busca su BIENESTAR y para poderlo medir lo divide en cinco elementos (los cuales explicaremos a detalle): 1. 2. 3. 4. 5.

Emociones positivas. Compromiso. Sentido. Relaciones positivas y Logro.

Para recordarlos, podemos usar la regla mnemotécnica PERMA (por sus siglas en inglés): Positive emotion, Engagement, positive Relationships, Meaning y Accomplishments. 7

Los cinco elementos están relacionados entre sí pero al mismo tiempo pueden no coexistir en las personas. Se pueden medir y los buscamos “por si mismos”. El objetivo primordial es que los conozcas, los identifiques en tu vida (presente, pasada o como un deseo futuro) y busques el mejorar cada uno de estos factores. Lo más seguro es que al menos uno de ellos esté presente en este momento, pero la idea es que busques mejorar y enfocar tus esfuerzos en satisfacer tus necesidades para un mayor bienestar en tu vida. Emociones positivas. Una emoción positiva es lo más parecido al concepto popular de felicidad. Está ligada con los sentimientos inmediatos. Puede ser detonada (leerás mucho esta palabra en el libro) por un programa de televisión, por una comida, una plática o un momento y por lo general dura poco. Vivir toda tu vida en torno a este elemento sería una vida cómoda. Todos los elementos del bienestar son importantes y positivos, excepto cuando se realizan en exceso y sin tomar en cuenta los demás. Por ejemplo: ¿ver mi programa de televisión favorito es bueno? Claro que sí. Pero verlo 12 horas seguido, por 2 semanas, sin preocuparte por relacionarte con los demás, entonces ya tenemos un problema. ¿Ir al casino es bueno? Por supuesto, jugar una hora te dará una felicidad instantánea y momentánea, pero si pasas todo el día jugando y gastando el dinero que no tienes, entonces pasa de ser algo positivo a algo negativo. A este rasgo del bienestar debemos prestarle especial atención, ya que tendemos a caer fácilmente en la tentación de buscar la felicidad “fácil” como es drogarnos, fumar o comer en exceso. En el 2013, la revista británica especializada en estudios médicos The Lancet, publicó el análisis que se realizó acerca del sobrepeso y la obesidad mundial (7), haciendo referencia a los problemas de salud originados por esta condición física. Cerca del 30% de la humanidad tiene sobrepeso o es obeso. Las mujeres mayores de 20 años son las que más presentan casos. Principalmente, ¿Cuál es la causa del sobrepeso? Pues es relativamente sencillo: exceso de ingesta de calorías y disminución de la actividad física, en otras palabras, comemos más de lo que quemamos. La receta para disminuir el peso es igual de “sencilla”: comer sanamente (no significa comer menos) y tener más actividades físicas. Lo más preocupante es que desde el primer estudio hace 20 años la tendencia es ascendente o positiva. Es decir, cada año somos más gordos. ¿Por qué menciono esto? Porque el sobrepeso tiene una relación directa con las emociones positivas y los hábitos. El placer que nos produce comer es altamente adictivo y está relacionado directamente con el manejo de las emociones. Por ejemplo, Pavlov, un fisiólogo ruso, investigó acerca de la reacción instintiva a los estímulos en su estudio de La ley del reflejo condicional. En este mundialmente conocido estudio, Pavlov y sus compañeros, descubrieron que los perros salivaban cuando escuchaban un metrónomo sonar justo antes de darles de comer. Obtenían una reacción física a partir de un acto externo intencional. ¿Esto qué significa para los humanos? Pues que nos pasa lo mismo: agentes o situaciones externas pueden detonar en nosotros reacciones instintivas no controladas de forma inconsciente. Esta es una de las bases para el estudio de los hábitos. Regresando al tema de la obesidad y de las emociones positivas, mezclar el acto de comer con situaciones que nos causen felicidad o que al menos mitiguen la infelicidad (como en estados de depresión o de ansiedad), es un camino seguro para subir de peso. Por ejemplo, reunirte a comer con tus amigas, es una bomba de tiempo ya que estás mezclando dos factores importantes para formar un hábito: el platicar te hace feliz y comes cuando platicas, por lo tanto formas el hábito de comer cuando te reúnes con quien aprecias. A veces, cuando el hábito está muy arraigado, hacemos las cosas sin pensarlo, de forma inconsciente. ¿Cuántas veces, al llegar a una fiesta, tomas una botana de la mesa, sólo porque está ahí, aun cuando no tienes hambre? La emoción positiva es una excelente recompensa para formar hábitos. El problema es que el cerebro no entiende de “buenos o malos” hábitos, para él todos son simplemente hábitos. Tomemos esto en cuenta cuando más adelante hablemos acerca de la formación de hábitos. Creo que expliqué el punto: la emoción positiva es el más común de los elementos del bienestar, ya que lo identificamos fácilmente y nos da placer instantáneo. Debemos comenzar por identificar estas emociones en nuestra vida y analizar si tenemos comportamientos sanos o si debemos corregirlos, modificando nuestros hábitos. 8

Compromiso. En su libro Fuera de serie. Por qué unas personas tienen éxito y otras no, Malcolm Gladwell expone su teoría de las diez mil horas, la cual consiste en que para ser “maestro” en una actividad o área, por ejemplo la música, el baile, dar clases, manejar, etc, se necesitan esa cantidad de horas de práctica aplicada (esa es la clave, hacerlo de forma consciente y disciplinada). Da varios ejemplos de grandes personajes: The Beatles, Bill Gates y Steve Jobs, entre otros, quienes lograron dominar y llegar a ser “maestros” en sus respectivas actividades. Además de la maestría, Gladwell comenta que las personas exitosas tuvieron suerte, lo cual a mí me encanta, ya que la mayoría de la gente no cree en eso y de vez en cuando es bueno sacudir las ideas para desempolvarlas. Pero de eso no vamos a hablar. Lo interesante es analizar la capacidad del ser humano de dominar prácticamente cualquier área con solo tomar la decisión (elegir) y practicarlo con disciplina y metodología durante el tiempo suficiente hasta llegar a dominarlo de tal manera que lo realicemos en “automático” y, ya que fue una decisión nuestra, disfrutemos al realizarlo. Claro, en algunos casos, en lugar de ser un placer es una tortura, en especial cuando fuiste obligado. Este grado de maestría afecta al bienestar de las personas en varios aspectos: le da sentido a nuestra vida, pertenencia a una comunidad (de músicos, maestros, deportistas, etc), satisfacciones por los logros obtenidos y en particular, al experimentar el “flujo” o estado de concentración al que entramos cuando practicamos esa actividad. El segundo elemento, el compromiso, es lo contrario a la emoción positiva, ya que para lograr el estado de concentración se necesita primero una pasión por esa actividad y en cierto grado una maestría. Por ejemplo, el pianista, que después de entrenar por varias horas, disfruta tanto tocar el piano que cuando lo hace entra en un estado de concentración total. ¿Cuál sería la diferencia entre estar comprometido y tener una emoción positiva? Pues podría decir que el resultado a largo plazo. Por lo general, el compromiso te lleva a un bienestar positivo (sin excesos por supuestos) con mayor eficacia que las emociones positivas. Otros ejemplos de compromisos: correr un maratón (o un 5k), leer un libro, escribir un libro, disfrutar un concierto, hacer tu trabajo, pero solo cuando estás completamente concentrado y encuentras tranquilidad al realizarlo. Al compromiso debemos buscarlo y cultivarlo, con disciplina y tenacidad. Actividades como el yoga, la meditación y el entrenamiento físico nos pueden ayudar a mejorarlo. Los hábitos son muy importantes para conseguir una maestría, es por eso que debemos aprender a identificarlos y controlarlos si queremos lograr un estado de concentración total. Vivir toda tu vida en torno a este elemento sería una vida con maestría. Los bailarines de ballet, los jugadores de ajedrez o los atletas de alto rendimiento viven este estado constantemente y el común denominador en ellos es que disfrutan realizar la actividad y dejarse llevar cuando están en ello. El lado negativo es cuando te exiges demasiado o no puedes disfrutar de emociones o de relaciones positivas por permanecer demasiado tiempo en flujo. Sentido. El sentido es dedicar la vida (o parte de ella) al servicio de algo más grande que el Yo. Mientras que la búsqueda del compromiso y el placer son actividades “egoístas” o solitarias, el sentido involucra relacionarse con gente que tengan ideales o compromisos comunes. Los humanos hemos entendido esto a través de la formación de comunidades: las religiones, las asociaciones civiles (los boy scouts son un gran ejemplo), los grupos ambientalistas e inclusive esas comunidades extrañas (y por extraño me refiero a poco comunes) de coleccionistas o fans de películas. Cuando una señora mayor participa en el grupo de oración de la iglesia, siente que su vida tiene sentido y un propósito: agradar a Dios. Cuando un niño va a un campamento y aprende a encender una fogata, descubre que la vida está llena de sorpresas y tiene sentido vivirla. Henry Miller dijo o escribió “Hay que darle un sentido a la vida por el hecho mismo de que la vida carece de sentido." Brillante, pero al mismo tiempo, si te toma “fuera de base” (haciendo referencia al baseball), te puede llevar a la depresión. Lo interesante de esta frase, fuera de que estés de acuerdo o no, es que el sentido de la vida es algo que 9

tú debes buscar, no te lo pueden dar, ni lo heredas en automático. Tus papás podrían haber encontrado el sentido creyendo en Dios o dedicando su vida a salvar vidas, pero eso no significa que ese sea tu propio sentido. Para mí, la libertad es la mayor de las condiciones humanas pero también puede ser la mayor causa de desdicha, si no sabes usarla. El encontrar tu propio sentido es la muestra más grande de libertad que la vida te ha regalado. Cada quién es responsable de su propia búsqueda y el resultado es sólo tuyo. Pero recuerda, no importa lo que hagas, LO ÚNICO QUE NO PUEDES HACER ES NO HACER NADA. Una persona que no entiende que vino a esta vida con un propósito es una persona que solo vino a respirar y a, bueno, dormir, por decirlo bonito. ¿Y cómo le encuentro sentido a mi vida? Pues fácil no es. Pero un consejo sencillo podría ser: ¿Cuál es la actividad que has estado postergando (el hábito de postergar o dejar para después se llama procrastinación) durante los últimos meses o años? Dado que la principal causa de procrastinar es el miedo al resultado, a que no sea lo que esperamos o a que se burlen de nosotros, es muy probable que eso sea lo que más te importa hacer. Puede ser iniciar un negocio, correr largas distancias, aprender fotografía o viajar a exóticos países. En mi caso, lo que más he postergado es escribir un libro. ¿Será que encuentre el sentido de mi vida al ser escritor? No lo sé, pero cuando lo descubra te lo platicaré. Al menos sé que no me puedo conformar con poco y que no quiero llegar al lecho de muerte pensando ¿y si hubiera escrito un libro, hubiera sido más feliz? Así que a darle, ¡a vencer el miedo y a luchar contra el mal hábito de la procrastinación! Las actividades enfocadas a encontrarle el sentido a la vida también se pueden cultivar a través de hábitos. Es importante reconocer que cada persona es distinta y por lo tanto, la base para tener relaciones sanas es la tolerancia y el respeto, ya que de lo contrario, caeríamos en el lado negativo del Sentido, el agredir o rechazar a los que no piensan como nosotros y en lugar de tener bienestar, lo convertimos en una fuente de infelicidad. Vivir toda tu vida en torno a este elemento sería una vida con propósito.

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