Número 5 Buenos Aires - 2009

petrográficos sobre muestras experimentales y arqueológicas. Las cerámicas arqueológicas provienen de la Quebrada de Matancillas, que se encuentra.
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ISSN 1669-7456

Número 5 Buenos Aires - 2009

Realizado con el apoyo del Ministerio de Ciencia,Tecnología e Innovación Productiva de la Presidencia de la Nación. Resolución Nº 703/09.

Comité Académico

Directores Melina P. Bednarz

Dr. Alejandro Acosta

Estudiante Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Centro de Arqueología Urbana

CONICET - INAPL

Marcelo G.Vitores Spinetta

CONICET - Departamento de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA

Prof. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA CIAFIC - CONICET

Comité Editorial Agustín Acevedo

Estudiante Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Asociación de Investigaciones Antropológicas

Nicolás C. Ciarlo

Estudiante Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

Irene Lantos

Dra. Elvira Inés Baffi

Dr. Ramiro Barberena CONICET, DIPA, IMHICIHU

Dr. Luis Alberto Borrero CONICET, DIPA, IMHICIHU

Dra. Adriana Callegari

Instituto de Arqueología, FFyL, UBA

Lic. María Magdalena Frère

Instituto de Arqueología, FFyL, UBA

Dr. Luis González

CONICET - Departamento de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA

Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”

Dra. María Isabel González

Joaquín Izaguirre

Dr. Daniel Loponte

Estudiante Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”

Ivana L. Ozán

Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”

Ariadna Svoboda

Estudiante Lic. en Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA Instituto de Arqueología

Instituto de Arqueología, FFyL, UBA CONICET - INAPL

Dra. Liliana M. Manzi

CONICET, DIPA, IMHICIHU - UBA

Dr. Javier Nastri

CONICET - Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”, FFyL, UBA

Dr. Axel Nielsen

CONICET - INAPL - UNC

Dr. Daniel Olivera

CONICET - INAPL - UBA

Dr. José Antonio Pérez Gollán

CONICET - Director del Museo Histórico Nacional

Dra. Paola S. Ramundo CONICET - FFyL, UBA

Dra. Myriam Tarragó

CONICET - Directora del Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”, FFyL, UBA

Dra. Beatriz N.Ventura

CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA

Dra.Verónica I. Williams

CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA

Dr. Hugo D.Yacobaccio

CONICET - Instituto de Arqueología, FFyL, UBA

La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología es una publicación anual, propiedad de la Sociedad Argentina de Antropología (SAA), que tiene como objetivo la publicación de los resultados de las investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de carreras de arqueología o disciplinas afines. Publica artículos e informes de investigación originales que son evaluados en consulta con dos evaluadores, pudiendo ser alguno de los integrantes del Comité Académico, o bien evaluadores ad hoc. Notas breves, entrevistas y otros contenidos de la revista son evaluados por los editores. La Zaranda está incluida en el Catálogo de LATINDEX (Folio Nº 15292). El contenido de la revista es indexado por Anthropologial Literature (Harvard University, Hollis Catalog Nº 010132040). Impreso en la Argentina (2009) Número 5 - ISSN 1669-7456 Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología Sociedad Argentina de Antropología Presidente: Dr. Gustavo G. Politis Moreno 350 (1091) Ciudad Autónoma de Buenos Aires [email protected] www.lazarandadeideas.com.ar

Auspicios Institucionales Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Resolución Nº 1715. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Resolución Nº 249/2004. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (UBA). Resolución Nº 3300. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Resolución Nº 969/2004. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy (UNJu). Resolución Nº D-164/04. Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Ciencias Naturales e I.M.L. Universidad Nacional de Tucumán (UNT). 08/06/04. Museo Etnográfico “Juan Bautista Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 17/05/04. Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina (AAPRA). 5/9/04. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta (UNSa). Resolución 1261/05. Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. 3/11/08.

Evaluadores del Número 5 Dr. Alejandro Acosta

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL)

Dr. Juan Bautista Belardi

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Universidad Nacional de la Patagonia Austral

Dr. Mariano Bonomo

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad Nacional de La Plata

Dr. Luis Alberto Borrero

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) DIPA, IMHICIHU

Lic. Diego Carabias

Dra. Silvana Espinosa

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) UNPA - UARG

Lic. Nora Flegenheimer

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Area Arqueología y Antropología, Necochea

Dra. Liliana M. Manzi

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) DIPA, IMHICIHU

Dr. Matías E. Medina

Centro de Estudios Históricos “Prof Carlos A. Segreti”. Unidad Asociada al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET), Córdoba.

Dra. Paola S. Ramundo

A. ARKA Consultores, Chile

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Universidad de Buenos Aires

Dr. Marcelo Cardillo

Dra. Norma Ratto

Dra. Judith Charlin

Mg. Mauricio Uribe Rodríguez

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) DIPA, IMHICIHU Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) DIPA, IMHICIHU

Lic. María Teresa Civalero

Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti” (FFyL-Universidad de Buenos Aires) EDA - Universidad Nacional de Catamarca Departamento de Antropología Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Chile

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL)

Lic. Rafael Suárez

Lic. Mariana Dantas

Programa Historia Bajo las Baldosas Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad Nacional de Córdoba

Mg. Daniel D. Delfino

Instituto Interdisciplinario Puneño Universidad Nacional de Catamarca

Lic. Jorge Garcia Llorca

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) INCIHUSA (CCT-Sede Cricyt-Mendoza)

Museo Nacional de Historia Natural y Antropología, Uruguay

Dr. Marcelo Weissel

Dra.Verónica I. Williams

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) Instituto de Arqueología (FFyL, Universidad de Buenos Aires)

Lic.Nora Inés Zagorodny

Laboratorio de Análisis Cerámico Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad Nacional de La Plata

Índice

Editorial .................................................................................................................................................................. 07 Artículos Estudio actualístico sobre la producción cerámica en la Quebrada de Matancillas, Puna de Salta Ulises A. Camino ............................................................................................................................................ 09 Una revisión de la arqueología subacuática en Argentina Nicolás C. Ciarlo ............................................................................................................................................

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Estancia La Suiza 3 (provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica Gisela M. Sario ............................................................................................................................................... 45 Hacia una arqueología del pasado contemporáneo Diego M. Leiton .............................................................................................................................................. 65 Pensando al agua como parte del paisaje Lorena Salvatelli ............................................................................................................................................ 85 El paisaje cazador en la Quebrada de Antofalla (Antofagasta de la Sierra, Catamarca) Enrique A. Moreno ......................................................................................................................................... 101 Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6” (partido de General Lavalle, provincia de Buenos Aires) Mario Silveira y Analía García .................................................................................................................... 121 Tecnología lítica en el piedemonte tucumano durante el Formativo. El caso de Horco Molle Gabriel Miguez, Jorge Funes Coronel y Carlos M. Gramajo Bühler .................................................. 133 Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos ubicados en el Valle de Ambato, Catamarca Andrés Barale ................................................................................................................................................. 147 Manejo diferencial de materias primas líticas en el sitio Bloque 1 - Oquedad (lago San Martín, sudoeste de la provincia de Santa Cruz, Argentina) María C. Pallo ................................................................................................................................................. 167

Informes Análisis zooarqueológico del recinto 353 del sitio La Huerta, Huacalera María A. Llago ................................................................................................................................................ 185 Notas El material arqueológico excavado por Craig Morris en Huánuco Pampa. Su desconocimiento y destrucción Luis R. Monteverde Sotil .............................................................................................................................. 195 Entrevista Entrevista al arqueólogo Luis A. Orquera Nicolás C. Ciarlo, Marcelo Vitores, Melina Bednarz e Ivana L. Ozán ............................................... 201 Misceláneas Ollas y Cucharines: Recetas de campaña por Ariana Andrade ....................................................................................................................................... 219 Recursos de Internet: Software sin costo, para arqueólogos por Marcelo Vitores ...................................................................................................................................... 221 Desde afuera: Aiem nocopita napaxagen (Yo deseo aprender) por Clara Romero ........................................................................................................................................... 225 Rescate Humorístico por Marcelo Vitores ....................................................................................................................................... 226 Consurso de fotografía ................................................................................................................................ 228 Normas Editoriales ............................................................................................................................................. 231

EDITORIAL Sin duda, para nosotros éste fue un año de cambios, o más bien de cambio, pero uno de importancia. Resultó un gran desafío timonear este nuevo número sin la presencia de la mayoría de los editores con mayor experiencia, quienes dieron vida al proyecto en un comienzo. A lontananza, perdimos de vista aquel puerto donde despedimos a Fernando Cabrera, Vanina Cejas, Paula Granda, Jennifer Grant, Catriel Greco y Julia Olub; quienes nos legaron no sólo las responsabilidades de una publicación, sino la posibilidad de continuar un proyecto trascendente. Desde entonces, hemos recorrido un año más, entre peripecias y alguna que otra tormenta sorteada ¡finalmente llegamos a destino! Tenemos algunas novedades que contarles, como la reapertura del ciclo de entrevistas. Esperamos contar en cada número con las palabras de una personalidad de amplia trayectoria, quien habrá de discurrir sobre diversos temas actuales y de la historia de la disciplina, con especial énfasis en nuestro país. En esta oportunidad, nos complace presentar al Prof. Luis A. Orquera. Asimismo, a partir de este número, damos inicio a la modalidad de comentarios de los artículos, a fin de generar un espacio de reflexión sobre determinadas cuestiones. Incluimos una serie de notas breves de pares que estén abordando la temática del trabajo, así como una réplica de las mismas por parte del autor, lo cual fomenta el intercambio de ideas entre los investigadores. Han sido meses de renovación y no podía quedar exenta de esta corriente nuestra página Web, la cual exhibe un nuevo formato y novedosos contenidos. Como fue prometido, debido al arrollador éxito en ventas, están disponibles de forma libre y gratuita todos los trabajos (en formato pdf) de los números 1 y 2. Sin más introducción, los invitamos a visitarla (http://www. lazarandadeideas.com.ar). Entre los estrenos, disfrutarán de las imágenes ganadoras del concurso de fotografía. No estábamos seguros de lograr hacer de nuestro entusiasmo el suyo, pero tuvimos la grata sorpresa de contar con excelentes contribuciones. En verdad, la elección no habría sido posible sin los agudos ojos de nuestro jurado, integrado por los fotógrafos profesionales Marcelo Endelli y Enrique del Bianco. A ambos y a todos los participantes, les agradecemos las buenas ondas. Premiamos con la publicación en papel a los tres primeros puestos y armamos un espacio en la página Web donde se exhiben las mejores obras del concurso. Por otra parte, encontrarán dos nombres nuevos dentro de Comité Académico, los jóvenes doctores Ramiro Barberena y Paola Ramundo. Para nosotros, es un honor y un placer contar con ellos. No se preocupen, ¡no serán molestados más que de costumbre! Siguiendo con el ya tradicional ciclo de seminarios, este año disfrutamos de una interesante gama de presentaciones:“Iniciación al dibujo de artefactos en arqueología”, dictado por Maria Mirta Lamarca, “Introducción a las evaluaciones de impacto ambiental”, dictado por Luciano Pafundi y Miguel Sainz,“La arqueología y la comunicación pública de la ciencia”, dictado por Virginia Salerno, e “Introducción a la metodología y teoría en arte rupestre”, dictado por Anahí Re. Nuestro más profundo agradecimiento a los profesores. 7

Por cuestiones logísticas (que incluyen desde gripe, cerdos, danzantes y reformas), los eventos no tuvieron un espacio fijo. Durante la segunda mitad del año nos albergaron dos nuevas instituciones, el Centro Cultural Francisco “Paco” Urondo (FFyL, UBA) y el IMHICIHU-DIPA, por lo que también le estamos enormemente agradecidos a Luis Beraza, Susana Fuerte, Graciela Dragoski, Ariel Guiance y Nora Franco, quienes nos abrieron sus puertas. Asimismo, a ERM Argentina S.A. y la familia Svoboda, por facilitarnos los medios de proyección audiovisual en más de una oportunidad. Como es de costumbre, el Museo Etnográfico “J. B.Ambrosetti” nos brinda siempre un espacio para realizar muchas de nuestras actividades durante el año, entre ellas varias de nuestras reuniones y algunos de los seminarios que les mencionamos. Por ello, le agradecemos a su directora Myriam Tarragó y a todo su personal. Con igual efusividad, queremos extender nuestra gratitud a las autoridades de la Sociedad Argentina de Antropología, especialmente a su Presidente Gustavo Politis y a su Secretaria Victoria Coll, por creer en nosotros y apoyarnos año tras año, en especial con los arduos trámites que todavía no logramos sortear. Les corresponde un reconocimiento a todos los delegados provinciales y aquellas personas que se han encargado desinteresadamente de los canjes dentro y fuera del país. Ellos son Arnaldo Mera (Perú),Valeria Espiro (Catamarca), María Laura López (Córdoba),Alejandra Gasco (Mendoza), Mabel Mamani (Salta), Keila Sulich y Laura Roda (Santa Fe), Ezequiel Del Bel y Silvina Curletto (Tucumán), Marco Giovanettin y Verónica Lema (La Plata). Nos faltan las palabras para retribuir al Ministerio de Ciencia y Técnica y al Sr. Ministro, Dr. Lino Barañao, por brindarnos el sustento económico sin el cual no habríamos podido realizar la impresión de este quinto número. Quisiéramos hacer una mención especial a Catriel Greco, quien no ha dejado de ayudarnos en diversos temas durante todo el transcurso del año. Por su entusiasmo y eterno compromiso con la revista, muchas gracias. Por último, pero siempre presentes en todo momento: a los autores de las contribuciones, los lectores, los cursantes de los seminarios y todos aquellos que dan aliento de una u otra forma al proyecto. Lo que sigue, está dedicado a ustedes.

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ARTÍCULOS

ESTUDIO ACTUALÍSTICO SOBRE LA PRODUCCIÓN CERÁMICA EN LA QUEBRADA DE MATANCILLAS PUNA DE SALTA Ulises A. Camino* RESUMEN En este trabajo se presentan los estudios actualísticos realizados en la Quebrada de Matancillas, Puna de Salta. Los mismos constaron de, por un lado, trabajo etnográfico con observación participante del proceso de producción cerámica y, por el otro, confección de ladrillos experimentales con arcillas locales. La información obtenida nos habilita a discutir sobre los costos de producción cerámica en un ambiente de alto riesgo como la Puna. Los ladrillos experimentales fueron estudiados mediante análisis petrográficos, lo que permitió inferir la producción local en momentos tempranos de la producción de alimentos. Palabras clave: Estudios actualísticos - Cerámica temprana - Puna - Costos de producción Etnografía ABSTRACT In this work we present the actualistic study carried out in the Quebrada de Matancillas, Puna of Salta.These studies can be divided in, on one side participant observer ethnographic work, and on the other, the experimental work with bricks made out with local clays. The obtained data allow us to talk about the costs of ceramic production in an environment of high risk like the Puna. The experimental bricks were subject of petrographic studies that may allow us to think that the archaeological sherds are of local confection. Key words: Actualistic studies - Early ceramics - Puna - Production costs - Etnography

* CAU - FADU - UBA - CONICET - [email protected] Camino, Ulises A. 2009. Estudio actualístico sobre la produccíon cerámica en la quebrada de Matancillas Puna de Salta. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 9-22. Buenos Aires.

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Ulises A. Camino. - Estudio actualístico sobre la producción cerámica...

INTRODUCCIÓN Dentro de las investigaciones que se vienen realizando desde el año 2000 sobre la cerámica arqueológica de Quebrada de Matancillas, Puna de Salta, se desarrolló un estudio actualístico con el objetivo de evaluar los costos de producción de la cerámica en dicho lugar. En este trabajo se presentan los resultados de dicho estudio, el cual constó de: experimentación, trabajo etnográfico y análisis petrográficos sobre muestras experimentales y arqueológicas. Las cerámicas arqueológicas provienen de la Quebrada de Matancillas, que se encuentra ubicada a 40 km en dirección noroeste de la población actual de San Antonio de los Cobres (ver Figura 1). A 3750 msnm, surcada de oeste a este por un arroyo permanente, participa del gradiente ecológico y la macro región Puna.

Esta región corresponde a un bioma de altura, posee intensa radiación solar consecuencia de la altitud, gran amplitud térmica diaria, una marcada estacionalidad con precipitaciones estivales escasas y alta inestabilidad interanual debido a las fluctuaciones en las precipitaciones de una temporada a otra (Muscio 1998, 1999). En la actualidad, las propiedades de los terrenos aluviales de la Quebrada permiten el desarrollo del pastoreo y la agricultura con irrigación. En la mencionada quebrada, se identificaron dos conjuntos de estructuras, Matancillas 1 (M1) y Matancillas 2 (M2). Ambas se presentan como “una gran concentración de estructuras arquitectónicas circulares, semicirculares e irregulares de diferentes tamaños, algunas de ellas llamativamente grandes, con muros de base de hilera doble, conformados por lajas paradas” (Azcune 2007:523). En diversas campañas arqueológicas, fueron excavados

Figura 1. Mapa de la región de estudio. 10

La Zaranda de Ideas 5: 9-22 (2009)

cuatro recintos en M1, y tres recintos, un ínterrecinto y un basural en M2. Se han obtenido varias dataciones radiocarbónicas sobre carbón y hueso. Todos los fechados calibrados (p=68,2%), están en torno al cero de la era (Muscio 2006:11). Entre los hallazgos registrados se identificaron en un afloramiento rocoso varios paneles con arte rupestre, realizados mediante la técnica de grabado por picado (Mercuri y Frete 2004). En cuanto a los artefactos líticos recuperados, se destaca la alta proporción de piezas en obsidianas alóctonas (desde puntas de proyectil hasta artefactos de formatización sumaria). También se encuentran presentes elementos de molienda, como manos de moler y molinos (Mercuri y Vázquez 2007). Entre los materiales orgánicos hallados, los más abundantes son los restos óseos de camélidos domésticos (López 2002). Los resultados obtenidos de la flotación de sedimentos confirmaron la existencia de especies vegetales domésticas (Muscio 2004). Asimismo, se ha recuperado gran cantidad de restos cerámicos, los cuales superan los 3500 especímenes, entre ellos fragmentos de pipas (Camino 2007). La cerámica de Matancillas fue vinculada por Muscio (2004) a la Tradición Alfarera1 San Francisco, fundamentalmente por el predominio de la decoración incisa en los bordes y las asas y los modelados en porciones del cuerpo de las vasijas y en las pipas cerámicas. Una de las características de la cerámica del Período Temprano en el NOA (González 1977) es la presencia de dificultades en el control de las condiciones de cocción, lo que ocasiona situaciones de reducción u oxidación imperfectas (Vigliani 1999). Otro aspecto clave a tener en cuenta, es el costo del combustible para la cocción de las piezas. Éste debió ser alto ya que la leña es un recurso crítico en el ambiente puneño. Hay que agregar que las temperaturas alcanzadas son más bajas cuando la altura sobre el nivel del mar

aumenta, debiéndose a la menor cantidad de oxígeno (García 1993). Cabe esperar, entonces, que esto se manifieste en tiestos con una menor temperatura de cocción. Se podría hipotetizar que el combustible utilizado pudo haber sido la bosta de camélido silvestre o domesticado (Palamarczuk 2004), o el arbusto que actualmente se presenta en la Quebrada que comúnmente se denomina tola (Parastrephia sp) (March 1989).Aunque cabe la posibilidad de que hayan usado una combinación de éstos a los que podrían sumarse restos óseos (Lagiano 2006; Merlo 2006). Aquí se presentan los resultados del trabajo actualístico llevado a cabo. El mismo se divide en dos partes, una experimental y otra etnográfica. Este estudio se hizo en función de identificar posibles fuentes arqueológicas de aprovisionamiento de arcillas y de evaluar costos de producción. Para esto fue necesario realizar un análisis petrográfico que también se presenta aquí. Marco Teórico: Teoría Evolutiva y Arqueología Este trabajo se basa en los modelos teóricos de comportamiento óptimo y en las estrategias sensibles al riesgo en sociedades cuya base de recursos incluye la producción de alimentos (Winterhalder y Goland 1997). Enmarcada en una perspectiva evolutiva dentro del pensamiento darwinista, la ecología del comportamiento parte de dos premisas fundamentales: En el pasado actuó la selección natural de tal manera que produjo un fenotipo muy plástico en Homo sapiens, es decir, una gran capacidad de adaptación a los distintos ambientes. Es, en términos ecológicos, euriambiental.2 Como consecuencia de la anterior premisa, la variabilidad del comportamiento que se 11

Ulises A. Camino. - Estudio actualístico sobre la producción cerámica...

observa en el registro arqueológico puede ser una resultante de dar respuesta adaptativa a ambientes específicos. Aunque esto no invalida procesos selectivos de largo plazo ni conductas basadas en la transmisión cultural (Boyd y Richerson 2002). Es necesario poner especial atención en el concepto de ambiente que en sentido amplio incluye tanto el contexto social así como el físico, el cual es fuente primaria de las presiones selectivas de la adaptación (Durham 1991). En términos ecológicos, la cultura de Homo sapiens es una herramienta que integra a personas y a animales y plantas domesticados. U n p ro g r a m a e c o l ó g i c o evo l u t i vo en arqueología debe estar basado en el reconocimiento que el comportamiento humano es fundamentalmente un fenómeno social mediado por mecanismos de transmisión cultural que operan principalmente a nivel poblacional (Muscio 2000). La continuidad y discontinuidad cultural se produce como consecuencia de dos procesos generales: generación de variedad y, sobre ésta, selección (Plog 1974). Dunnell (1989), postula que el fenotipo humano tiene dos componentes: el individuo y su comportamiento.Tanto la transmisión genética como la cultural son responsables del fenotipo, ya sea en humanos como en otros animales. Los artefactos son la parte material del segmento conductual de los fenotipos. No se plantea con esto que los artefactos puedan considerarse como unidades de reproducción, sino que deben ser vistos en términos de éxito replicativo (Leonard y Jones 1987). Si la selección o la transmisión cultural adaptativa operan como mecanismos de cambio, los artefactos aumentarían o disminuirían en sus frecuencias de acuerdo con las ventajas que otorguen a los individuos portadores de éstos (Borrero 1993). En relación con la escasez de combustible, un punto clave es la minimización de costos 12

de procesamiento de los alimentos. De modo que se esperan cerámicas que optimicen la relación entre cantidad de combustible y cocción de alimentos. Esto se evidencia en tiestos delgados, dado que las paredes finas permiten un ahorro de energía al posibilitar que el contenido de las vasijas se caliente más rápido al disiparse menos el calor (Rye 1981; Rice 1987; Orton et al. 1993; entre otros). Hay otras variables que se podrían considerar, como las morfológicas, pero en nuestro conjunto la frecuencia de artefactos enteros y/o remontados es mínima (únicamente tres vasijas) por lo que en este trabajo no se las considera. ESTUDIOS ACTUALÍSTICOS Experimentación: las arcillas y los ladrillos En función de detectar posibles fuentes de materias primas utilizadas en el pasado, se realizó una experimentación con arcillas locales. Durante la campaña arqueológica del año 2001 en la Quebrada de Matancillas, se recogieron arcillas de tres bancos diferentes, señalados todos éstos por una pobladora local, Doña Eulalia, en las inmediaciones de los sitios Matancillas 1 y 2. El desgrasante (ella lo llamó “pirca”) fue recolectado en el ingreso de la Quebrada, lugar indicado por la informante. Éste dista de los sitios unos 10 km aproximadamente. El antiplástico es una pizarra de grano muy fino, que se localiza en los afloramientos metamórficos de las laderas del cerro Matancillas. Todas estas fuentes de materias primas corresponden a la litología del “Complejo Eruptivo Oire” (sensu Blasco et al. 1996) en el cual predomina la granodiorita fina, el granito porfírico, leucogranito, pórfiro riodacítico, las pegmatitas, aplitas y lamprófiros, junto a vidrios volcánicos, otras rocas plutónicas y sedimentarias (Blasco et al. 1996).

La Zaranda de Ideas 5: 9-22 (2009)

Con posterioridad, en Buenos Aires, se confeccionaron 14 ladrillos, que luego fueron cocidos, con el propósito de testear las pastas cerámicas. Cada ladrillo se realizó con distintas proporciones de arcillas y antiplástico (ver Tabla 1) constituyendo 100 cm3 de material en seco. Macroscópicamente la muestra 1 es homogénea y tiene pocas inclusiones, la 2 es heterogénea con inclusiones medianas y la 3 es heterogénea y con grandes inclusiones. Este conjunto de materiales se amasó con agua. El amasado tiene el objetivo de evitar burbujas de aire que pudieran producir el estallido de las piezas en el momento de la cocción. La cualidad más marcada de la arcilla es su plasticidad y ésta se manifiesta en el hecho de que mezclada con agua, puede amasarse en una pasta que adopta todo tipo de formas mediante la presión y el modelado, pero que al perder todas sus moléculas de agua vuelve al proceso irreversible (Hald 1986). Las masas grasas tienen mayor plasticidad por el alto contenido de materia de grano muy fino. La

Ladrillos

cantidad de agua que debe contener la pasta para alcanzar su máxima plasticidad es muy diferente dependiendo de la clase del material, pero es mayor para la arcilla grasa y menor para la magra ya que ésta contiene inclusiones de mayor tamaño (Hald 1986). Por otra parte, debido a que la masa grasa contiene mucha agua, su encogimiento es mayor al de las materias con plasticidad mediana y baja, por lo que es fácil que tenga deformaciones y curvaturas al secarse, lo que ocasiona a su vez muchas grietas que afectan la fuerza mecánica de resistencia a la flexión (Yu y Chunrong 1993). Las arcillas muy plásticas pueden mezclarse con grandes cantidades de antiplástico, sin perder su plasticidad, lo que es beneficioso para dar forma y aumentar la resistencia mecánica al secado. Las de alta plasticidad pueden mezclarse con un 40-60% de otras materias no plásticas y conservar buena plasticidad y resistencia, mientras se reduce el potencial encogimiento, disminuyendo la deformación y la curvatura (Zhang 2003). Esto es muy importante porque

Muestra banco de Muestra banco de Muestra banco de arcilla 1 (%) arcilla 2 (%) arcilla 3 (%)

Pirca (%)

Ceniza (%)

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0

50

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Tabla 1. Porcentaje de las muestras de arcillas y antiplásticos en la composición de los ladrillos experimentales. 13

Ulises A. Camino. - Estudio actualístico sobre la producción cerámica...

la mayoría de los especimenes arqueológicos de Matancillas tienen un rango de 40-60% de inclusiones, salvo dos casos con un rango ligeramente mayor (70-80%), quizás porque los artesanos buscaban una cerámica más porosa resistente al estrés térmico que implica la cocción de alimentos. Durante el amasado de las pastas experimentales se las fue clasificando según escala de ductilidad: 0 nada dúctil, 1 muy poco dúctil, 2 poco dúctil, 3 más o menos dúctil, 4 dúctil, 5 muy dúctil (Figura 2). L u e g o s e i n t ro d u j e ro n l a s m a s a s sucesivamente en un molde rectangular para que todos los ladrillos tuvieran las mismas dimensiones. Cuando estuvieron secos, cada uno de los ladrillos fue pesado y se calculó el peso específico de cada ladrillo dividiendo su peso por el volumen (Tabla 2). La cocción de los ladrillos formó parte de la práctica etnográfica participativa. Etnografía: fabricación Actual de cerámica en la Quebrada de Matancillas Pasos de la manufactura cerámica Durante las campañas en la Quebrada de Matancillas, parte de los trabajos de campo estuvieron dirigidos a la realización

Figura 2. Ductilidad de las pastas de los ladrillos experimentales.

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de trabajo etnográfico con el objetivo de obtener datos que pudieran ser útiles para responder cuestiones arqueológicas tales como la posibilidad de confección de alfarería en el lugar. En la campaña del año 2002 se observó a Doña Eulalia confeccionar cacharros y se aprovechó esta ocasión para contar lo pasos y evaluar los costos de la producción. Se identificaron siete etapas de producción que se presentan en orden cronológico: 1. La primera etapa consiste en la búsqueda de arcilla. En este caso, Eulalia ya la había recogido con anterioridad, por lo que no hubo necesidad de realizar este paso, pero tampoco se pudo contabilizar el tiempo que llevó. Día1: 2. En el segundo paso, a las 8:00 hs se buscaron piedras planas en un cono de deyección para hacer de base y apoyar la masa mientras se confeccionan los cacharros. 3. Quince minutos después, Eulalia comenzó a realizar las piezas. Antes de comenzar a amasar, colocó algunas hojas de coca en la masa y comenzó a levantar los cacharros por la base. La primera pieza que realizó se le agrietó “porque tenía mucha pirca”. Así que agregó un poco más de arcilla a la pasta antes de retomar la confección de los cacharros. A las 13:30 hs se detuvo a almorzar. Una hora y veinticinco después retomó el trabajo, alisando el interior de los cacharros con la parte de atrás de una cuchara metálica. Luego emparejó la superficie exterior de los mismos con un cuchillo metálico. El acabado de la superficie exterior de los cacharros se realizó con un baño de engobe, que ya tenía preparado, distribuyéndolo con la mano, sin la ayuda de ninguna herramienta. Las piezas deben ser siempre trabajadas al sol y resguardadas del viento ya que éste provoca que se “sequen demasiado rápido”.

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A las 18:20 hs, al ponerse el sol, Eulalia detuvo su labor. Para esta hora casi tenía concluidos los cacharros. Guardó las piezas sin terminar dentro de su casa, tapadas con nylon y mantas de lana para que no pierdan humedad durante la noche Día 2: A las 7:30 hs del día siguiente se retomó el trabajo, el cual fue concluido a las 9:40 hs. En total, la confección de los cacharros consumió 8 hs. 16 minutos netos de trabajo. Día 3: 4. La cuarta etapa consistió en la confección del horno (Figura 3). Este es un pozo en forma de cubeta ovalada de 1,10 m x 0,7 m y 0,55 m de profundidad, aunque las medidas varían por tener forma semi-cónica. Su construcción consumió 30 minutos, usando una pala de punta. 5. Obtención del combustible para la cocción de las piezas cerámicas. Eulalia utilizó como combustible principal bosta de vaca. Se recolectaron 3 bolsas de bosta de 12 kg cada una (en total 36 kg). Esta tarea consumió 20 minutos. Luego se recolectó material vegetal, tolas (Colletia ferox) y

cortaderas (Cortaderia sp.) secas para ser utilizadas en el encendido del fuego, esto demandó otros 20 minutos. Día 4: 6. A las 7:30 hs se colocaron los ladrillos experimentales dentro de las vasijas que había confeccionado Eulalia. Éstas fueron puestas sobre un pequeño colchón de bosta, luego fueron cubiertas por tola, cortaderas y sobre éstas una gran cantidad de bosta. A las 7:50 hs se dio comienzo a la combustión. Las temperaturas alcanzadas se midieron con un pirómetro (SKF CMSS 2000 Temperature Probe, Model CMss 2000 USA).A las 9:25 hs se alcanzó la máxima temperatura, 753 ºC. La temperatura fue declinando lentamente hasta enfriarse totalmente (Figura 4). El horno permaneció tapado hasta la mañana siguiente, habiendo sumado unas 24 hs de cocción y enfriado. Ésta no es una etapa de trabajo intensivo, ya que no es necesario que una persona permanezca 12 hs junto al horno, por lo que se pueden realizar otras tareas simultáneamente. 7. La última etapa es la extracción de los cacharros del horno. Luego, se los limpia con un paño para sacarles el hollín y los restos de bosta. Esta tarea le demandó 35 minutos.

Figura 3. Esquema de horno utilizado actualmente para la fabricación cerámica en Matancillas. 15

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Los tiempos de trabajo en la elaboración cerámica no se distribuyen de manera homogénea: se concentran en la etapa 6. Se debe tener en cuenta que esta etapa no es de trabajo intensivo (Figura 5), por lo tanto en este sentido, su importancia no es mayor, ya que se pueden realizar -por ejemplo- tareas agrícolas mientras se cocina la cerámica.

Figura 4. Gráfico de las temperaturas alcanzadas en la cocción cerámica.

Figura 5. Porcentuales de tiempo empleado en las etapas de trabajo intensivo de la confección cerámica. 16

Recipientes cerámicos en la Quebrada de Matancillas Durante seis campañas se tomó nota de la cerámica utilizada actualmente por Doña Eulalia y su familia. Se documentaron tres tipos de recipientes cerámicos. El primer grupo son vasijas de gran longevidad que pasan de una generación a la otra, este es el caso de las utilizadas para la cocción de la primera masa de maíz (Zea mais) utilizadas en la preparación de chicha. Estas vasijas son utilizadas únicamente para realizar dicha bebida, que se prepara exclusivamente para ocasiones especiales como la señalada3. La mayor parte del tiempo estas cerámicas están almacenadas boca abajo en una de sus casas. Las vasijas son de gran tamaño, bocas anchas, tienen asas que están dispuestas lateralmente en forma vertical, el cuerpo es troncocónico y la base plana (Figura 6 a y b). Un segundo tipo de vasija es utilizado para tostar habas (Vicia faba) o maíz (Figura 6 d y e). Éstas son usadas todo el año mientras haya maíz o habas que tostar. Son cacharros de tamaño mediano, de unos 30 cm de altura, de boca más bien restringida y asas labioadheridas. Además presentan una capa externa de hollín adherido por los años de uso.

Figura 6. Vasijas utilizadas actualmente por doña Eulalia.

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El tercer tipo esta representado una olla de tamaño mediano que Doña Eulalia utiliza para cocinar todos los días, para hervir carne, polenta, quínoa, etcétera (Figura 6 c). Tiene una boca de aproximadamente de 15 cm de diámetro, labio evertido, un par de asas a mitad del cuerpo y es de forma lobular. Presenta también, en su superficie exterior, una gruesa capa de hollín adherida debido al uso sobre el fuego directo. Asimismo se registró un tipo particular de cacharro, llamado kobero, un incensario utilizado durante la señalada. Se usa ritualmente, en pos de que el ganado se multiplique de una señalada a otra. Se lo ubica, orientado hacia a los cerros y el sol naciente, dentro del corral donde se encuentra el ganado (Figura 7). El kobero se diferencia de la forma tradicional de un plato por tener una base de mayor dimensión y por la altura de sus paredes, además posee dos asas dispuestas horizontalmente debajo de la boca. Presenta abundantes manchas oscuras producto de la continua exposición al humo. Es interesante notar que las vasijas utilizadas para la producción de chicha, las ollas utilizadas en el tostado de habas y maíz y el kobero, son

similares a las que registró Varela Guarda (2002) para el pueblo chileno de Toconce y a las registradas por Menacho (2001) en el Departamento de Rinconada, en la Provincia de Jujuy.Toconce se encuentra a 3400 msnm, en la puna chilena, cercano a la frontera con Bolivia. El Departamento de Rinconada tiene una altitud media de 3650 msnm, a unos 85 km al noroeste de Matancillas. Tal semejanza habla del aspecto conservador de los artesanos cerámicos, y más en contextos de alto riesgo como la puna. Estas tres poblaciones alejadas, que sufrieron muchas transformaciones culturales desde su integración a estados-nación diferentes (sin contar lo que significó la conquista española), siguen compartiendo muchos rasgos en su cerámica. Cocción de ladrillos experimentales Volviendo a los ladrillos experimentales, estos fueron llevados a Matancillas para ser cocidos dentro de los cacharros realizados por la pobladora local. Una vez cocidos fueron pesados y medidos en el laboratorio nuevamente para poder obser var las diferencias que habían sufrido durante la

Figura 7. Fotografía de kobero utilizado durante la señalada de llamas. 17

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cocción (Tabla 2). El ladrillo número 5 fue uno de los que más se redujo (23,79%). Seguramente, esto se debe a que su pasta era de gran ductilidad (Rice 1987). ANÁLISIS PETROGRÁFICO Una línea de investigación fecunda para un estudio exploratorio de procedencia de las materias primas utilizadas en la manufactura de las cerámicas es el análisis petrográfico y el estudio comparativo de la litología de las muestras arqueológicas y los bancos identificados de arcillas locales (ver por ejemplo Cremonte 1994). En esta línea de investigación se ha emprendido el análisis de fuentes de la Quebrada de Matancillas, en la cual se identificaron tres bancos de arcillas, los cuales son utilizados de manera discontinua por los pobladores actuales de la Quebrada. De los 14 ladrillos realizados con distintas proporciones de antiplásticos y arcillas de diferentes fuentes en la quebrada, se seleccionó el número 5 para análisis litológico por corte delgado. Dicho ladrillo fue confeccionado con un 60% de la muestra 3 (la preferida por Eulalia), un 30% de la muestra 2 (una arcilla Ladrillo 1

Peso sin cocción en Peso con cocción en gr/cm3 gr/cm3 2,629 2,510

2

2,508

2,227

3

3,109

2,495

4

2,779

2,525

5

2,739

2,087

6

2,713

2,211

7

2,802

2,376

8

3,241

2,423

9

2,678

2,466

10

2,937

2,931

11

2,898

2,471

12

2,606

2,167

13

2,752

2,693

14

2,460

1,920

Tabla 2. Peso especifico, en g/cm3, de los ladrillos experimentales. 18

con inclusiones medianas) y un 10% de pirca. De tal manera, este espécimen presenta una arcilla de buena calidad para la confección de cacharros y además contiene información sobre los antipláticos utilizados actualmente. Con el fin de comparar la litología de las muestras arqueológicas con el espécimen de control, se realizaron siete cortes delgados a las muestras arqueológicas de Matancillas. Los cortes fueron hechos en el Instituto de Geocronología y Geología Isotópica (INGEIS-CONICET), y la interpretación petrográfica de la muestra la realizó la Doctora Teresa Montenegro. Uno de los aspectos más interesantes que emergen del análisis es la alta representatividad del total de elementos litológicos de toda la muestra que presenta el espécimen de control. El total de elementos litológicos identificados en toda la muestra es de 17, incluyendo litos plutónicos típicamente puneños (Blasco et al. 1996). De este total, el espécimen de control presenta 13, lo cual arroja un índice de representatividad de elementos litológicos de 0,76. Se puede proponer que los litos compartidos por el resto de los especimenes indican una procedencia geográficamente solapada con el espécimen experimental. Esto se refuerza aún más considerando que los elementos no presentes en la muestra de control son de origen plutónico. En la muestra experimental también están ausentes el epidoto, circón y esfena, estos tres minerales son silicatos cuya génesis principalmente se relaciona con actividad magmática y metamorfismo que puede operar sobre rocas volcánicas. La génesis plutónica de estas especies minerales es un punto importante que apoya la naturaleza puneña de la materia prima con la que se confeccionaron los especimenes que los presentan. Un elemento con alta incidencia en toda la muestra presente en los bancos de arcilla de Matancillas es la mica; esto refuerza la hipótesis de que la cerámica fue confeccionada con arcilla de bancos locales.

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Las muestras arqueológicas de Matancillas y la experimental (Nº 5) comparten la presencia de los siguientes materiales líticos: cuarcitas, feldespato plagioclasa, biotita y minerales opacos. Algunos de los especimenes arqueológicos comparten aún más cantidad de elementos líticos en común con la muestra experimental. Muscio (2004) realizó un dendrograma con distintos cortes delgados de diferentes especimenes de la cerámica de la región. En ese trabajo se ve claramente que los especimenes arqueológicos de Matancillas son mucho más cercanos en su mayoría a la muestra de control, que a los ejemplares de otros sitios del valle de San Antonio de los Cobres. En ese análisis el autor destacó dos grupos más inclusivos que distinguen a los bancos de arcillas de Matancillas de los de Urcuro -Quebrada paralela al caso de estudio- (Muscio 2004). Esto, no sólo refuerza la hipótesis de la producción local de la cerámica, sino que expone la variabilidad de escala regional de la composición de los bancos de arcilla. PALABRAS FINALES La minimización de costos de cocción en la puna es importante por una dos razones. En primer lugar, que los costos de cocción de alimentos tales como el maíz y la quínoa (Chenopodium quinoa) son muy altos. En segundo lugar, que el combustible y el oxígeno son escasos por la altitud. Esto llevó a los pobladores locales a desarrollar una tecnología destinada a maximizar los beneficios en la cocción. Los análisis sobre las técnicas alfareras andinas, tanto antiguas como presentes, sugieren que la mayoría de las actualmente utilizadas representan la continuidad de una tradición cultural desde épocas tempranas. Foster (1962) demostró el conservadurismo de los alfareros campesinos y su reticencia a innovar, esto da como resultado que las

tecnologías se mantengan por largos períodos sin grandes cambios. Así, el conocimiento tecnológico se sistematiza, adopta, adapta y es transmitido de generación en generación, de este modo el uso de técnicas conocidas asegura el éxito del alfarero, más aun teniendo en cuenta un ambiente como la puna, de escasa productividad primaria y de alta fluctuación impredecible. Es de hacer notar que el aspecto más inestable y cambiante de la cerámica sea el de los patrones decorativos en contraposición de los aspectos estructurales que son estables por cientos de años (Digby 1978; Ravines 1978). En este sentido son de destacar las similitudes que se dan entre la artesana de Matancillas, los Toconceños y los pastores de La Rinconada, y que la fórmula para producir cerámica en la puna se acerque a lo óptimo, por lo que realizar innovaciones traería aparejado riesgo de fracaso. En cuanto a la técnica de cocción, es interesante notar que es la técnica más sencilla, que es y fue más utilizada en diferentes partes del mundo por efectividad y bajo costo (Colton 1951; Reina 1966; Weigand 1969; David y Henning 1972; Rye y Evans 1976; Reina y Hill 1978). Una de las características, de las piezas cocidas con este tipo de técnicas, es que presentan manchas de cocción y poco control sobre los colores de la cerámica (Association pour les journéss de la céramique 2005) que, como se mencionó antes, es también una característica de la cerámica del Período Temprano en el NOA (Vigliani 1999). Seguramente en el pasado, como en la actualidad, existieran cerámicas de tipo ritual como es actualmente el kobero. Éstas se pueden confundir con las vasijas utilizadas en la cocción de alimentos, o con las utilizadas en el servicio. Este tipo de cerámica es igualmente muy importante en la minimización del riesgo porque permite establecer relaciones sociales de largas distancias y con estas relaciones también se obtendrían ciertas materias primas y bienes inexistentes en la quebrada. Otra función potencial es la de obtener fuerza de trabajo en 19

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los momentos claves del ciclo agrícola, donde la población aislada de todas las quebradas del valle de San Antonio de los Cobres se juntarían a colaborar. Anteriormente (Camino 2006) se pudo probar que la cerámica arqueológica de Matancillas fue de confección local, que esta tecnología estaba orientada a la minimización de costos de cocción y a la maximización del retorno energético. Asimismo, la presente investigación señala que la producción se solapa con las actividades agrícolas y, para poder superar esto, los pobladores locales en la actualidad invierten poca mano de obra intensiva en el proceso de fabricación de cerámica. Parece que esto mismo fue lo que ocurrió en el pasado de Matancillas. Otro dato a destacar es que los cacharros cerámicos que utilizan hoy los pobladores locales son similares a los que usan otras poblaciones de la región puneña, como es el caso de Toconce en Chile. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en septiembre de 2008 NOTAS 1. Considero, siguiendo a Muscio (2004), una tradición alfarera como a un conjunto de rasgos homólogos de la cerámica culturalmente replicados y temporalmente persistentes. 2. Se utilizan los prefijos estenos y euri (estrecho o amplio respectivamente) para referirse a los organismos con ámbitos de tolerancia para un factor dado (Ville 1964). 3. La señalada es el momento en el cual se marca el ganado.

permitirme trabajar en equipo, y al CONICET por el finaciamiento de la investigación. BIBLIOGRAFÍA Association et des jounéss de la céramique 2005. Expérimentations archéologiques. http://www. chez.com/ceramique/culsmeu1.htm (Acceso 16 de Diciembre de 2006). Azcune, C. 2007. Análisis preliminar de las distribuciones arquitectónicas de Matancillas: organización del espacio y demografía. En Actas del XIV Congreso de Arqueología Argentina, Tomo 1. Universidad Nacional de Rosario, Rosario. Borrero, L. A. 1993. Artefactos y Evolución. Palimpsesto 3:15‑32. Blasco, G., E. Zappettini y F. Hongn 1996. Hoja Geológica 2566-I, San Antonio de los Cobres, Boletín N° 217. Secretaria de Minería de la Nación. Buenos Aires. Boyd, R. y P. J Richerson. 2002. Group Beneficial Norms Spread Rapidly in a Structured Population, Journal of Theoretical Biology 215: 287–296. Camino, U. A. 2006. La cerámica del Período agro-alfarero Temprano en la Quebrada de Matancillas (puna de la provincia de Salta). Tesis de licenciatura, departamento de antropología FFyL-Universidad de Buenos Aires. 2007. Tecnología cerámica del Temprano como estrategia adaptativa en la Puna Salteña. En Actas del XIV Congreso de Arqueología Argentina, Tomo 1. Universidad Nacional de Rosario, Rosario. Colton, H. S. 1951. Hopi Pottery Firing Temperatures. Plateau 24:73-76.

AGRADECIMIENTOS

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A Cecilia Mercuri quien hizo posible la realización de este trabajo, sin ella esta labor jamás hubiese sido, a Hernan Muscio por

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*Ulises Adrián Camino es Profesor en Enseñanza Media y Superior en Ciencias Antropológicas de la UBA (2005). Es Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación Arqueológica de la UBA (2006) y becario doctoral del CONICET (2007). Se desempeña como Profesor titular de la Cátedra de Arqueología en la Escuela Nacional de Museología (ENaM) desde 2006. Preside la AAS, Arqueología Antropología y Sociedad, Asociación Civil desde Noviembre de 2005. Desde el año 2002 participa activamente en las investigaciones arqueológicas en el barrio porteño de San José de Flores. Desde el 2005 a dirigido más de media docena de excavaciones arqueológicas en la ciudad de Buenos Aires. Ha escrito más de media docena de trabajos sobre arqueología histórica. Además, realizó varios trabajos sobre la cerámica prehispánica en el NOA y también investigaciones etnográficas en la Puna Salteña. Dirección de contacto: ulisescamino@yahoo. com.ar

UNA REVISIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA EN ARGENTINA

Nicolás C. Ciarlo* RESUMEN En este trabajo presentamos una sinopsis de las investigaciones realizadas en nuestro país en arqueología subacuática, junto con una reseña de los antecedentes de esta especialidad y el afianzamiento de la misma dentro del ámbito científico. Abordaremos los proyectos de investigación desarrollados, fundamentalmente en sitios de momentos históricos, por parte del Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y del Área de Arqueología Subacuática de la Universidad Nacional de Rosario. Finalmente, repasaremos algunas cuestiones teóricas y metodológicas de las investigaciones, y diversos aspectos relacionados con la protección del patrimonio cultural sumergido. Palabras clave: Arqueología subacuática - Naufragio - Teoría - Metodología - Patrimonio cultural subacuático ABSTRACT In this paper we present a synopsis of the investigations made in our country in underwater archaeology, in addition to a review of the background of the topic and its increasing scientific recognition. We shall address the ongoing research projects, mainly on historical sites, by the Underwater Archaeology Program of the National Institute of Anthropology and by the Underwater Archaeology Area of the National University of Rosario. Finally, we will review some theoretical and methodological issues, and several aspects related to the protection of the Underwater Cultural Heritage. Key words: Underwater Archaeology - Shipwreck - Theory - Methodology - Underwater cultural heritage

* Programa de Arqueología Subacuática, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Grupo de Arqueometalurgia, Facultad de Ingeniería, UBA. [email protected] Ciarlo, Nicolás C. 2009. Una revisión de la arqueología subacuática en Argentina. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 23-43. Buenos Aires. 23

Nicolás C. Ciarlo - Una revisión de la arqueología subacuática en Argentina.

INTRODUCCIÓN Los trabajos de síntesis sobre la arqueología subacuática en Argentina son escasos: Underwater heritage:The case of Argentina (Elkin y Dellino 2001) y Water. A new Field in Argentinian Archaeology (Elkin 2002). Otras reseñas sólo dan cuenta de los principales proyectos en general, en especial de los más recientes (e.g. Valentini 2003a; Elkin 2004; Vainstub 2004). Si bien muchos de los estudios y antecedentes mencionados en esta presentación han sido descritos previamente, sobre todo en las dos primeras publicaciones, durante los últimos años hubo notables avances. Es por ello que consideramos necesario encarar una investigación integradora y actualizada, con el fin de presentar las labores más novedosas, así como abordar otras temáticas importantes que no fueron expuestas previamente. A lo largo del presente trabajo haremos una revisión de las investigaciones que se realizaron en arqueología subacuática, junto con los antecedentes de la misma y su afianzamiento dentro del ámbito científico local. No procuramos hacer un análisis intensivo de todos los trabajos, lo cual excedería ampliamente este espacio, sino más bien presentar un racconto ordenado que nos permita formular una periodización de la especialidad y discutir algunos temas relevantes en particular1. Proponemos tres etapas para el desarrollo de la arqueología subacuática, de las cuales las dos primeras serán consideradas preludio de la especialidad. La primera, denominada Intervenciones y estudios inaugurales sobre restos arqueológicos navales, se extiende desde finales del siglo XIX hasta los últimos años de la década de 1970. Durante el transcurso de la misma se produjeron los primeros hallazgos fortuitos de restos arqueológicos –producto de la actividad del ser humano ligada al medio acuático–, los cuales fueron efectuados por personas fuera del ámbito científico y se caracterizaron por ser azarosos. A partir de 1978 comienza una 24

segunda instancia que llamamos Primeros estudios de orientación científica, asociada con el conocimiento, la preservación y protección de este patrimonio por parte de diversos profesionales no arqueólogos. Finalmente, es en 1995 cuando se consolida la Arqueología subacuática como especialidad científica, escenario definido por el emprendimiento de proyectos interdisciplinarios dirigidos y obrados por arqueólogos con capacitación en los métodos científicos de trabajo subacuático. En relación a esta última etapa, expondremos brevemente los principales proyectos de investigación; asimismo repasaremos algunas cuestiones sobresalientes, como los aspectos teóricos y metodológicos de la especialidad y los aportes de otras disciplinas durante los últimos años; y finalmente, pero no menos importante, discurriremos sobre la problemática de la protección del patrimonio cultural sumergido en nuestro país. Debemos aclarar que estas etapas, definidas en rasgos generales por determinadas características contrastantes con las demás, no son rígidas. Su utilidad yace en que nos permiten ordenar y contextualizar los acontecimientos. No obstante, la realidad nos muestra una situación mucho más compleja, donde la frontera entre cada una de ellas no siempre es tan evidente. LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA Y SU CAMPO DE ESTUDIO Antes de recorrer las etapas mencionadas creemos que es necesario mencionar, aunque sea brevemente y sin ánimos de establecer una definición, qué es lo que consideramos como arqueología subacuática. Como especialidad dentro de la arqueología, sus ejes son el conocimiento, la investigación y preservación de los restos materiales de las actividades humanas en el pasado vinculadas con el medio acuático (marítimo, fluvial y lacustre), que se encuentran actualmente bajo el agua (total o parcialmente) o en tierra.

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En el caso particular de Argentina veremos que el trabajo se ha dirigido, aunque no de forma exclusiva, a ciertos temas en particular, como el estudio y la protección del patrimonio cultural subacuático relacionado con la navegación de momentos históricos o post-hispánicos. Ello se debe, fundamentalmente, a que los barcos hundidos son los ejemplos más frecuentes de restos arqueológicos sumergidos en el país (Elkin et al. 1994). No obstante, también se han realizado otras investigaciones en asentamientos hispánicos cuyos vestigios yacen parcialmente sumergidos. Desde un ámbito más general, se la ha considerado en algunas oportunidades como una rama o tema dentro de la arqueología histórica latinoamericana (e.g. Politis 2003; Zarankin y Salerno 2007). Creemos que ello se debe a que la gran mayoría de las investigaciones emprendidas en el país se realizaron en sitios de tiempos históricos. Aunque los casos estudiados que fehacientemente corresponden a momentos prehispánicos son muy pocos, es importante tener en consideración el hecho de que el campo no se restringe a la investigación dentro de un marco temporal tan acotado. I. INTERVENCIONES Y ESTUDIOS I N AU G U R A L E S S O B R E R E S TO S ARQUEOLÓGICOS NAVALES Los primeros descubrimientos de embarcaciones fueron efectuados durante las décadas finales del siglo XIX. Se encontraron enterradas en la tierra firme costera al Río de la Plata, siguiendo el trazado de la línea de diques de Puerto Madero (ver Fernández 1999). Sin embargo, los restos pertenecientes al maderamen de dos naves y otros artefactos asociados no fueron relevados; y lamentablemente “…los cascos fueron literalmente despedazados y arrojados a los desperdicios del relleno, como si las viejas naves mereciesen un segundo naufragio” (Fernández 1999:427). Años más tarde, en 1933, durante

las maniobras de dragado en el exterior de la Dársena Norte, se encontraron restos que fueron atribuidos a una de las naves más emblemáticas de la Nación: la embarcación insignia del Almirante Guillermo Brown, la fragata 25 de Mayo, vista por última vez a flote en 1827 (ver Luqui Lagleyze 1998; Aldazabal y Castro 2001). Numerosos artefactos provenientes de embarcaciones naufragadas en aguas nacionales y recuperados de forma fortuita pasaron a formar parte, en muchas ocasiones, de las colecciones de museos. Es el caso del Museo Naval de la Nación (MNN) que alberga, entre otros restos arqueológicos, parte de las piezas adjudicadas a la fragata 25 de Mayo, y del Museo Histórico Nacional (MHN), que exhibe los únicos restos de los hallazgos de fines del siglo XIX –probablemente correspondientes a los naufragios mencionados por Fernández (1999)– que llegaron hasta nuestros días gracias a la donación que hiciera Eduardo Madero en aquella época. Por otro lado, desde la década de 1940 se hallaron varias canoas monóxilas en los lagos de montaña de las provincias de Neuquén y Río Negro, las cuales se encuentran actualmente distribuidas en varios lugares: el Museo de la Patagonia, el Centro de Interpretación de Puerto Blest, la División Movilidad del Parque Nacional Nahuel Huapi y el Museo Histórico Regional de Villa La Angostura (Eduardo M. E. Bessera, com. pers. 2008). Durante este período de casi un siglo no se emprendieron estudios arqueológicos, exceptuando los estudios de canoas de un palo halladas en la región del litoral argentino por parte de los arqueólogos Greslebin, Lothrop y Vignati (ver Aldazabal y Castro 2003). Desde otro ámbito de estudio, podemos observar a partir de la primera mitad del siglo XX una gran cantidad de trabajos sobre historia naval (e.g. Ratto 1942; Arguindeguy et al. 1978; Sidders 1983; Armada Argentina 1984; 25

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Tanzi 1994), obras de referencia utilizadas en la actualidad por los arqueólogos y otros investigadores. Algunos de los restos recuperados durante esta etapa fueron estudiados y conservados recientemente. A pesar de ser investigaciones sobre casos aislados, permitieron arrojar luz sobre distintos aspectos relacionados fundamentalmente con la tecnología de las piezas, las cuales habían sido desconsideradas por completo hasta hace poco tiempo. II. PRIMEROS ESTUDIOS DE ORIENTACIÓN CIENTÍFICA Como afirman Elkin y Dellino (2001:89): “…we conceive archaeology as a discipline carried out with scientific standards and by professional archaeologists. Therefore, many underwater activities relating to submerged archaeological remains must not necessarily be considered as archaeology”. Esta diferencia, de larga data y amplio reconocimiento en el mundo, es la línea teórico-metodológica que separa esta segunda etapa de la siguiente. En 1978 el arqueólogo Jorge Fernández, bajo la dirección técnica del buzo Francisco Requelme, extrajo los restos de una canoa monóxila del lago Nahuel Huapi (dentro del Parque Nacional homónimo), que podría ser de mediados del siglo XVII a finales del XIX (Fernández 1978, 1997)2. Este rescate constituye la primera operación subacuática en Argentina sobre restos arqueológicos que fue impulsada con fines científicos, por lo que la consideramos como marcador del inicio de esta segunda etapa. A pesar de ello, todavía no puede ser calificado como el primer ejemplo de arqueología subacuática por haberse efectuado sin los métodos y estándares propios de la especialidad (Elkin y Dellino 2001). La década de 1980 estuvo caracterizada por los trabajos del Comité Argentino del 26

Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (International Council of Monuments and Sites, ICOMOS), fundamentalmente de la mano de arquitectos y estudiantes de la carrera. Durante estos años se dictaron los primeros seminarios de “arqueología subacuática”, los cuales derivaron en la creación del Grupo de Trabajo de Arqueología Subacuática (GTAS), conocido posteriormente como Grupo de Trabajo de Patrimonio Subacuático (GTPS) y dirigido por el arquitecto y buzo Javier García Cano. Sus objetivos estuvieron centrados en la experimentación con técnicas de trabajo subacuático y en la transmisión de recomendaciones sobre cómo manejarse ante la presencia de restos arqueológicos (ver Elkin y Dellino 2001; Elkin 2002). El principal proyecto del Grupo fue el estudio de la corbeta de guerra británica HMS Swift (naufragada en 1770 en Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz), donde se cumplieron cuatro temporadas de trabajo de campo entre 1987 y 1989, las cuales incluyeron el relevamiento del sitio y la excavación y extracción de objetos en algunos sectores de la nave (ver Murray 1993) 3 . El GTPS también realizó otras investigaciones durante esta época en Santa Fe y Misiones. En los primeros años del decenio del noventa el GTPS-ICOMOS gradualmente se disolvió y los trabajos en este ámbito fueron sucedidos por una organización privada sin fines de lucro, la Fundación Albenga para la Preservación del Patrimonio Cultural Subacuático (Elkin 2002). Dentro de este ámbito, en 1994, se realizaron nuevamente los trabajos en el sitio Swift, en esta oportunidad de carácter no intrusivos (ver García Cano 1996, 2001). Durante los siguientes años se emprendieron otros trabajos en sitios subacuáticos en los que comenzaron a integrarse arqueólogos, aunque permaneciendo todavía fuera del agua. Es el caso de las prospecciones subacuáticas en un sitio prehispánico de Las Encadenadas

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(Partido de Saavedra, provincia de Buenos Aires) (Austral y García Cano 1999, 2001), del proyecto Arqueología subacuática de la Ciudad de Buenos Aires, bajo la dirección arqueológica del Dr. Antonio Austral (Luqui Lagleyze 1998) y del proyecto El Puerto de Buenos Aires, Río de la Plata, dentro del Programa de Arqueología Histórica de la Ciudad de Buenos Aires, dirigido por el Dr. Daniel Schávelzon (Valentini 2003a). Si bien las investigaciones estuvieron orientadas con fines científicos y se utilizó una metodología de estudio y conservación más sistemática que en un primer momento, adolecían de quienes van a caracterizar la siguiente instancia: los arqueólogos “… dispuestos a bucear para acceder a un registro material que está sumergido” (Elkin 1998:1). Debemos destacar que, en materia de legislación nacional, no estaban establecidos aún los parámetros explícitos para la protección de los restos culturales, ni los estándares científicos de investigación (ver Endere 1999). Por otro lado, durante esta segunda etapa se vislumbra un accionar cada vez más intenso de parte de aficionados, contexto dentro del cual la generalización de las técnicas de buceo deportivo ciertamente tuvo un impacto negativo. Entre los numerosos artefactos extraídos de las aguas próximas a la ciudad de Puerto Madryn podemos destacar los cañones del Golfo San José, que representan los restos presumiblemente más antiguos de la zona. Las intervenciones subacuáticas han tenido un impacto muy fuerte sobre el patrimonio cultural, en especial en ciudades como Puerto Madryn, que poseen una larga historia ligada a la navegación y el buceo deportivo. En otros casos del litoral atlántico, la recolección de piezas se ha limitado a restos distribuidos por la franja costera intermareal, muchos de las cuales pasaron a formar parte de pequeñas colecciones privadas.

III. LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA COMO ESPECIALIDAD CIENTÍFICA Como hemos descrito en la primera y segunda etapa, la cantidad de trabajos en sitios subacuáticos fueron muy escasos y la mayoría de ellos estuvieron realizados por profesionales desprovistos de las herramientas teóricometodológicas propias de la arqueología. El salto cuali-cuantitativo se produce en 1995 con la creación del programa Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural Subacuático Argentino del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), de la Secretaría de Cultura de la Nación.Tiempo más tarde denominado Programa de Arqueología Subacuática (PROAS), es dirigido desde su formación por la Dra. Dolores Elkin (ver Elkin y Dellino 2001; Elkin 2002). Como parte de esta tendencia se crea en 1996, bajo la dirección de la arqueóloga Mónica Valentini, el Área de Arqueología Subacuática de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). A partir de este momento, los proyectos de investigación avalados por instituciones científicas estarán a cargo y serán desarrollados por arqueólogos, junto con la colaboración integral de especialistas de diversas disciplinas. La arqueología marítima y naval y el Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Muchos de los trabajos en Argentina se han concentrado en investigar y proteger el patrimonio cultural sumergido relacionado con la navegación de tiempos post-hispánicos a lo largo de la costa atlántica. En el caso del PROAS, la mayoría de los sitios estudiados hasta la fecha están relacionados con algunos de los naufragios ocurridos en la costa patagónica, particularmente en las provincias de Chubut y Santa Cruz. El principal proyecto de investigación del equipo desde 1997 es el Proyecto Arqueológico 27

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HMS Swift (embarcación que mencionamos con anterioridad), emprendido por iniciativa de la provincia de Santa Cruz y dirigido por la Dra. Elkin (CONICET / PROAS-INAPL). Numerosas publicaciones presentan los objetivos y resultados del proyecto a lo largo de los años (Acevedo y Grosso 2000; Elkin 2000, 2006; Elkin et al. 2000, 2001, 2007; Bastida et al. 2001, 2002; Vainstub et al. 2001; Murray et al. 2002; Dellino-Musgrave 2005; Grosso 2006; Underwood 2006; Grosso y Bastida 2007; Elkin y Murray 2008). Este sitio constituye un caso excepcional, debido a sus excelentes condiciones de integridad. Se han encontrado toda clase de materiales inorgánicos y orgánicos en muy buen estado de preservación, entre los que podemos destacar una gran diversidad de artefactos de cerámica, vidrio, metal, madera y cuero, además de restos óseos y de semillas. En los trabajos citados arriba podemos apreciar los grandes adelantos alcanzados dentro de las principales líneas de investigación: aspectos de la vida a bordo de los tripulantes (alimentación, salud y relaciones jerárquicas), los desarrollos y cambios tecnológicos de la época (relacionados con la construcción naval, el armamento y la cultura material en general) y los procesos naturales de formación del sitio. En 2003 el PROAS dio inicio al Proyecto Un naufragio holandés en la Patagonia; búsqueda e investigación de los restos del Hoorn (1615), en conjunto con la Fundación De zoektocht naar de Hoorn, de Holanda, dirigido por el arqueólogo Damián Vainstub (PROAS) y el arquitecto Cristian Murray (PROAS-INAPL), junto con el arqueólogo holandés Martijn Manders. El mismo tuvo como objetivo la localización, identificación y estudio no invasivo de los restos de la embarcación mercante (jacht) Hoorn, de la expedición holandesa de Jacob Le Maire y Willem C. Schouten, naufragada en 1615 en la ría Deseado, provincia de Santa Cruz (Elkin 2003b; Vainstub y Murray 2006; Murray et al. 2007, 2008; Elkin y Murray 2008). Durante tres temporadas de campo entre los años 2004 y 2006 se realizaron prospecciones en la zona 28

intermareal y en el lecho de la ría, adyacente al sitio denominado Playa Guijarros y en otros sectores del lugar. Se identificaron diversos materiales –principalmente tiestos cerámicos, fragmentos de vidrio, artefactos y fragmentos metálicos, plomo fundido, concreciones metálicas, rocas alóctonas, semillas y carbón–, a partir de los cuales se corroboró la información acerca de la ubicación y causas del naufragio (Vainstub y Murray 2006; Murray et al. 2007, 2008; Elkin y Murray 2008). Hacia 2004, el PROAS realizó los primeros relevamientos de naufragios costeros de la zona de Puerto Madryn y Península Valdés, como parte del Proyecto Investigación y Puesta en Valor del Patrimonio Cultural Subacuático de Península Valdés (provincia de Chubut), bajo la dirección actual de Elkin y Murray. Los principales objetivos del proyecto son el estudio de los restos culturales subacuáticos e intermareales de la región y la realización de un plan de manejo con el fin de poner en valor y lograr la preservación del patrimonio en cuestión, así como su uso sustentable como recurso turístico. Hasta la fecha se han ubicado alrededor de treinta naufragios (que ocupan un lapso temporal entre los siglos XIX y XX), en el intermareal y bajo el agua; trece embarcaciones y varios restos aislados, entre ellos dos cañones correspondientes presumiblemente al siglo XVIII, fueron relevados entre 2004 y 2006 (Elkin y Murray 2004, 2005, 2008). Durante este último año se realizaron trabajos de relevamiento, excavación y protección de uno de los pecios registrados más antiguos del lugar, presumiblemente de la segunda mitad del siglo XIX, denominado Bahía Galenses 2 (BG2) (Murray et al. 2009). El último proyecto de investigación iniciado por el PROAS es el denominado Arqueología Marítima en el Parque Nacional Monte León, bajo la dirección de Elkin y Murray. A fines de 2006 y principios de 2007 se llevaron a cabo dos campañas de prospección y relevamiento de la zona intermareal del Parque Nacional Monte

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León (provincia de Santa Cruz), como parte de uno de los estudios de base que se realizaron antes de su apertura. El trabajo consistió en la localización, estudio, evaluación del estado de preservación y puesta en valor de los sitios y bienes culturales relacionados con la historia de la navegación del lugar, con especial interés en la identificación de posibles restos de la nao Santiago, una de las naves de la expedición de Hernando de Magallanes naufragada en las inmediaciones en 1520 (Elkin 2007a)4. Con relación al manejo del patrimonio cultural subacuático, se propuso hacer una base de datos de naufragios del litoral atlántico argentino, la cual posibilitaría conocer la diversidad, el número y la localización (estimada o confirmada) de los mismos, y a su vez serviría como cimiento para el trabajo de campo y las políticas de conservación correspondientes (Elkin 1999, 2003a; Elkin y Dellino 2001). Para ello se utilizaron fuentes inéditas, así como trabajos previos de otros investigadores en diversas regiones del litoral argentino: la provincia de Buenos Aires (e.g. Pisani 2003) y el extremo sur del territorio (e.g. Vairo 2000; Galdeano 2006). Actualmente se estiman 1.500 naufragios del siglo XVI al XX, entre el Río de la Plata (jurisdicciones argentina y uruguaya) y el litoral patagónico nacional e islas del Atlántico Sur (Dolores Elkin, com. pers. 2007). Sobre la base de la información recabada, Guagliardo (2006, 2006-2007) analizó los factores culturales y naturales de la variabilidad distribucional en espacio y tiempo de las embarcaciones naufragadas en aguas rioplatenses. El componente subacuático de los sitios terrestres y el Área de Arqueología Subacuática de la Universidad Nacional de Rosario Muchos de los proyectos arqueológicos del Área de Arqueología de la UNR estuvieron dedicados a complementar, por medio de la metodología propia de la arqueología subacuática, otras investigaciones desarrolladas en tierra. Las

mismas se llevaron a cabo fundamentalmente en la región del nordeste del país, donde muchos sitios mantienen una estrecha relación con los cuerpos de agua, particularmente con el río Paraná y sus afluentes. La importancia de este abordaje para lograr una concepción integral y de totalidad de los sitios arqueológicos, se ve reflejada en varias de las investigaciones que mencionaremos a continuación. Durante 1995, 1996 y 1998 se efectuaron los trabajos de campo en la porción sumergida de la ciudad de frontera fundada en 1573 por Juan de Garay, Santa Fe La Vieja (provincia de Santa Fe), la cual ha sido objeto de numerosos trabajos arqueológicos en el sector terrestre. El proyecto estuvo dirigido por la Lic. Mónica Valentini (UNR y Fundación Albenga) y el arquitecto García Cano (Instituto de Arte Americano, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo [IAA-FADU]; Universidad de Buenos Aires [UBA] y Fundación Albenga). Las tareas incluyeron prospecciones a lo largo de transectas, sondeos, excavaciones, registro y recuperación de material, así como su posterior estudio y conservación. Diversos aspectos han sido desarrollados, entre los que podemos destacar el estudio de las características geológicas y la dinámica del sitio, las distribuciones de materiales y la acción de los procesos naturales de formación en el área (García Cano y Valentini 1997; Valentini y García Cano 1999), el testeo de metodologías subacuáticas novedosas en el país y la formación de recursos humanos mediante el montaje de una escuela de campo (Biondi et al. 2001; García Cano y Valentini 2001). Otro proyecto implementado en la región del nordeste fue San Bartolomé de los Chaná, Arqueología de la entrada de los españoles al Delta del Paraná, dirigido por la Lic. Ana María Rocchietti (UNR) y enmarcado en la investigación de la reducción franciscana “San Bartolomé de los Chaná” (puesto fronterizo de Santa Fe La Vieja en el siglo XVII). García Cano y Valentini fueron los responsables de 29

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los trabajos de prospección y relevamiento subacuáticos realizados durante 1997 y 1998 en el sitio La Boca, en la desembocadura del arroyo Monje en el río Coronda (San Jerónimo, provincia de Santa Fe). En este caso se siguió la misma metodología que en el sitio anterior (García Cano y Valentini 2001). Dentro del proyecto Investigación interdisciplinaria acerca de una batalla: la Vuelta de Obligado (enfrentamiento librado en 1845 contra las fuerzas franco-británicas en el río Paraná y su costa derecha, en cercanías de la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires), bajo la dirección general del arqueólogo Mariano Ramos (Universidad Nacional de Luján), se llevaron a cabo a principios del 2000 las únicas tareas subacuáticas del campo de batalla, a cargo de García Cano y Valentini (Ramos y Hernández 2000; Igareta et al. 2001). Los trabajos incluyeron la prospección y recolección de materiales, aunque ninguno de ellos pudo ser atribuido a la batalla (Mariano Ramos, com. pers. 2007)5. Por otro lado, entre 1999 y 2001, en el área del lago Nahuel Huapi (provincia de Río Negro) se realizaron tareas de prospección en el sector costero próximo al sitio Cancha de Pelota, dentro del marco del proyecto Arqueología Subacuática en el lago Nahuel Huapi. Tras los Puelches y jesuitas que lo navegaron. Durante este proyecto, dirigido por el arqueólogo local Adán Hajduk y la Lic.Valentini, se encontraron restos cerámicos hispánicos similares a los de la ocupación terrestre inmediata, vinculada con la actividad jesuita del siglo XVIII, confirmando la relación entre el sitio terrestre y el costero (Hajduk y Valentini 2001, 2002). Otros proyectos en los que ha intervenido el Área son: 1) Programa de Investigación Bialet Massé. Patrimonio Cultural, desarrollo turístico e identidad local, bajo la dirección general del profesor Juan Carlos Cantón, en la provincia de Córdoba, dentro del cual se realizó el relevamiento subacuático de la primera represa 30

del pueblo (construida en 1880); y 2) Proyecto Arqueología de un puerto, dentro del Programa de Investigación del Potencial Arqueológico y Sociocultural de la Ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, dirigido por la arqueóloga Ana María Rocchietti, en el que se emprendió un trabajo conjunto sobre la base de información arqueológica e historia oral de la ciudad (Valentini 2003a, 2006). Aunque sólo hemos destacado las investigaciones del Área de Arqueología Subacuática dentro de los proyectos de arqueología terrestre, también se han realizado algunas otras en diversos naufragios del país. Entre ellos podemos mencionar: 1) Golfo San Matías. Tras los pasos de los U-Boats, en la provincia de Río Negro, dirigido por Valentini y García Cano, junto con la colaboración del Instituto Marítimo de la Universidad Tecnológica de Noruega; 2) El Pecio de Bagliardi, en la provincia de Buenos Aires, proyecto de la Fundación Albenga en colaboración con la Armada Argentina; y 3) El Pecio de Reta, en la provincia de Buenos Aires, dirigido por Valentini y la Fundación Albenga (ver Valentini et al. 2001; Valentini 2003a)6. Otras investigaciones En los últimos años se han realizado trabajos de investigación y conservación sobre algunas de las piezas y estructuras rescatadas durante la primera etapa, muchas de las cuales en la actualidad forman parte de las colecciones de museos nacionales. Los restos de la fragata 25 de Mayo fueron estudiados dentro del proyecto homónimo, con los siguientes objetivos: identificar el probable lugar de construcción del barco y su derrotero mediante el análisis anatómico estructural de las maderas y los datos históricos relacionados, y revalorizar los restos que se exhiben actualmente en el Museo Naval de la Nación (Aldazabal y Castro 2001; Aldazabal 2002). Un trabajo similar, de menor envergadura, fue efectuado en el Museo Histórico Nacional con los restos del codaste

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de una de las embarcaciones halladas a fines del siglo XIX en la zona de Puerto Madero (Pereyra et al. 2006). Recientemente Braicovich (2004, 2006) realizó un relevamiento y estudio de las canoas monóxilas recuperadas durante el siglo XX en el Nahuel Huapi y otros lagos de la región. Dentro de los estudios que integran los ámbitos terrestre y acuático, debemos mencionar los trabajos dirigidos por el arqueólogo Miguel Mugueta y la antropóloga Marcela Guerci, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en el sitio Cantón Tapalqué Viejo (provincia de Buenos Aires), una fortificación militar del siglo XIX. La misma se ubica en una rinconada del arroyo Tapalqué, donde se realizaron prospecciones subacuáticas por buzos estudiantes de arqueología, las cuales incluyeron recolección de diversos materiales, algunos de ellos asociados con el sistema hidráulico (para riego o defensa) del sitio (Guerci et al. 2004).

Cano 2001; García Cano y Valentini 2001; Valentini 2003a). En un artículo reciente, Valentini (2006) presenta de forma conjunta los diversos casos del interior del país donde se aplicó este criterio de investigación, notando la importancia del mismo con el fin de explicar los fenómenos del pasado humano dentro de un paisaje integral tierra-agua. Esta temática también fue trabajada por Salvatelli en su tesis de licenciatura (Salvatelli 2007).

Las discusiones y producciones teóricas no han sido muy profusas. Podemos mencionar la revisión realizada por Dellino y Vainstub (2001) sobre los diversos marcos teóricos predominantes en arqueología terrestre y marítima, así como la relación de esta última con la arqueología histórica.

Son pocos los trabajos que trataron la problemática del uso de fuentes documentales en sitios subacuáticos de momentos históricos. Al respecto, destacamos a Dellino (2000a, 2002), Dellino-Musgrave (2006) y Elkin y Argüeso (2001) para el caso de la arqueología marítima, en particular con relación a la HMS Swift (1770). Según estos autores y en concierto con otros, el registro arqueológico posee una capacidad explicativa propia y, de forma conjunta con la documentación histórica (fundamentalmente escrita), puede ser utilizado para comprender el contexto sociocultural general y particular bajo estudio. A su vez, se propone a los documentos históricos como fuente para generar supuestos que luego son contrastadas con los restos materiales, al mismo tiempo que éstos pueden utilizarse para discutir las versiones oficiales de la historia (ver Elkin et al. 2007). En ningún caso se habla de llenar un vacío con la evidencia material o usar la misma para ilustrar lo que se sabe de antemano gracias a la historia; al contrario, le es otorgado el protagonismo dentro de las explicaciones.

Un aspecto teórico-metodológico ligado a los sitios que poseen un componente terrestre y otro subacuático fue planteado originalmente por Rocchietti (1997, 2001), a partir de los sitios isleros y costeros del río Paraná. Nos referimos a la noción de registro arqueológico integrado (sensu Rocchietti 1997). Varios autores han insistido en la necesidad de abordar de forma conjunta a la sección terrestre y subacuática de los sitios arqueológicos costeros (ver Austral y García

Varios autores han utilizado los registros escritos, entre otras fuentes de información, con el fin de conocer la diversidad, cantidad y ubicación (confirmada o potencial) de los sitios subacuáticos de una región (Elkin 2002); información organizada a través de una base de datos informática (ver Elkin 2007b, 2007c)7. Por otro lado, las crónicas de los viajes se convirtieron en un medio de orientación acerca de la ubicación de los restos náufragos, los tipos de materiales y su potencial estado de

Aspectos teóricos y metodológicos dentro de la arqueología subacuática

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preservación (Aldazabal 2000, 2002;Vainstub y Murray 2006; Elkin 2007a, entre otros), así como de los sobrevivientes (Acevedo y Grosso 2000). Fernández (1997) y Hajduk y Valentini (2001) hacen uso de fuentes etnohistóricas, entre otras evidencias, como una vía para mostrar la importancia que tuvo la navegación en las sociedades indígenas de la región lacustre de la Cordillera Andino-Patagónica y considerar probables áreas con potencial arqueológico. Sobre este mismo tipo de fuentes, otros autores realizaron estudios tecnomorfológicos y funcionales de embarcaciones indígenas de distintas regiones del país (e.g. Fernández 1998; Piana y Orquera 1998). Con relación a las metodologías de trabajo en sitios subacuáticos, las mismas se han aplicado en principio sobre la base de investigaciones previas en otros países, si bien en todos los casos debieron ser adaptadas a las condiciones particulares de cada sitio. Al respecto debemos mencionar los trabajos en zonas con visibilidad nula o casi nula y fuertes corrientes, emprendidos en varias oportunidades en el río Paraná y sus afluentes, para los cuales García Cano y Valentini (1997) propusieron una metodología específica. Por su parte, Elkin y Argüeso (2001) presentaron una propuesta de estudio teórico-metodológica para sitios relacionados con embarcaciones de momentos históricos, con especial énfasis en el caso Swift. En varias ocasiones se ha utilizado equipamiento geofísico, como resultado de la colaboración con especialistas extranjeros, lo cual permite realizar una investigación no intrusiva, sobre todo en sitios que son inaccesibles por condiciones adversas (Valentini et al. 2001). Las primeras prácticas con equipos de sonar de barrido lateral fueron realizadas dentro del proyecto Golfo San Matías. Tras los pasos de los U-Boats, mencionado más arriba, durante 1998, 1999, 2002 y 2003 (Valentini 2003a). Este equipamiento también fue utilizado por la expedición conjunta de la National 32

Geographic y la Armada Argentina durante las infructuosas operaciones de búsqueda del ARA General Belgrano en 2003 (Valentini 2003b) y junto con magnetómetro y ecosonda de simple haz, en las tareas de relevamiento del sitio Hoorn en 2005 (Murray et al. 2008). Los estudios interdisciplinarios han cobrado especial importancia durante la última década. La mayoría de los trabajos se practicaron sobre materiales específicos y artefactos en particular; no obstante, en algunos casos se han presentado los resultados conjuntos de varias investigaciones (e.g. Elkin 2007a, 2008; Elkin et al. 2007; Marconetto et al. 2007). Las identificaciones taxonómicas de madera fueron realizadas, fundamentalmente, sobre restos provenientes de naufragios (en algunos casos sobre madera carbonizada) (e.g. Aldazabal y Castro 2001; Castro y Aldazabal 2007a, 2007b; Marconetto et al. 2007). Los estudios sobre vestigios óseos se acotan a los trabajos de Mario Silveira (2001) y Barrientos y colaboradores (Barrientos et al. 2006), siendo este último el único caso del país en el que se recuperaron y analizaron los restos esqueletales de un ser humano proveniente de un naufragio. Por otro lado, durante los últimos años se han desarrollado varios estudios arqueometalúrgicos sobre ar tefactos provenientes de diversos sitios (e.g. Lorusso et al. 2003; Argüeso et al. 2004; Svoboda et al. 2005; De Rosa et al. 2007, 2008, 2009; De Rosa y Svoboda 2007; Marconetto et al. 2007; Ciarlo y De Rosa 2009; Ciarlo et al. 2009). Otros trabajos versan sobre los procesos de corrosión que afectan a las piezas y la metodología de estudio y conservación recomendadas (Pifferetti 2001; Piñeyro 2001; Ciarlo 2006). Finalmente, la aplicación de técnicas analíticas de la Ciencia de Materiales para conocer la composición química y las propiedades físicas de los materiales ha permitido caracterizar diversos artefactos provenientes del sitio Swift (e.g. Soncini 2007; Stefaniak et al. 2008;Vázquez et al. 2008, 2009).

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La protección del patrimonio arqueológico subacuático El impacto histórico de los saqueos en los sitios subacuáticos ha sido menor que en los terrestres, por razones de accesibilidad; a su favor, la mano de los buscadores de tesoros no alcanzó las costas nacionales. Sin embargo, se ha dado una acción menos selectiva y más extensiva por parte de los buceadores deportivos (Endere 1999), a la que debemos sumar la de los pobladores locales y, en los centros urbanos, las consecuencias de las actividades portuarias y las obras públicas. Ante estas actividades son pocos los casos en que los arqueólogos han podido proteger de forma adecuada el patrimonio afectado. Como primer antecedente, podemos mencionar el caso de la construcción del Hotel Hilton de la Ciudad de Buenos Aires, durante la cual se realizó un trabajo de rescate arqueológico de los restos de una embarcación de tiempos históricos8. Un ejemplo excepcional al respecto ha sido el trabajo emprendido recientemente por el arqueólogo Marcelo Weissel. Durante los primeros meses de 2009 dirigió los trabajos de excavación de los restos de una embarcación de madera –de propulsión a vela y 24 metros de largo, probablemente del siglo XVIII y asociada al comercio de la época– hallada durante las actividades de prospección del Programa Historia Bajo las Baldosas, durante la fase de excavación de la construcción edilicia del complejo Zencity (Puerto Madero) (Marcelo Weissel, com. pers. 2009). Con relación al marco legal, uno de los objetivos centrales de la agenda del PROAS en sus inicios, frente a la ausencia casi total de regulaciones para la protección del patrimonio arqueológico subacuático del país (ver Dellino y Endere 2001), fue la contribución a la formulación de una ley nacional con ese fin, cometido que estuvo a cargo de la arqueóloga y abogada María Luz Endere (Elkin 1999). Luego de la presentación sin resultados positivos de varios

proyectos (Elkin et al. 1997; Endere 1999), en junio de 2003 la ley nacional 25.743 sobre Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico incluyó a “…las cosas muebles o inmuebles o vestigios de cualquier naturaleza que se encuentren (…) sumergidas en aguas jurisdiccionales…” (Secretaría de Cultura 2003:1, énfasis propio), no consideradas previamente (ver Ramundo 2007). A nivel internacional, con antecedentes en las varias convenciones previas sobre patrimonio arqueológico que incluían a los bienes subacuáticos (Endere 1999; Dellino y Endere 2001), fue adoptada la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático (UNESCO 2001). La misma entró en vigor en enero de 2009, luego de haber sido ratificada por los veinte Estados Partes necesarios9. Por otro lado, acerca de las actividades de transferencia al público estamos de acuerdo con Elkin, quien ya hace varios años expresó “legislation does not go very far without education” (1999:14). Las acciones del PROAS al respecto se formalizaron por medio de la divulgación a organizaciones científicas, instituciones académicas, autoridades navales, escuelas de buceo y público en general (Elkin 1999). Estas actividades han sido emprendidas también por el equipo del Área de Arqueología de la UNR desde su formación, con el fin de lograr un verdadero interés de las personas por preservar los sitios (ver Valentini 2003a). La valorización y concientización por parte de la comunidad de cada localidad ha sido un tema trabajado en el marco de los proyectos del PROAS para el caso de Puerto Deseado, particularmente en el sitio Swift (Dellino y Endere 2001; Roy y Grosso 2004) y en Puerto Madryn y Península Valdés (Galak 2007). En el último caso se ha constatado una actitud positiva a favor del conocimiento y protección del patrimonio cultural marítimo de la zona (Elkin y Murray 2008). Por su parte, Almirón et al. (2002), junto con otros miembros del Área de Arqueología 33

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Subacuática obtuvieron muy buenos resultados sobre la base de la flexibilidad del discurso en las actividades de divulgación, destacando la heterogeneidad del público en cuestión.También se ha planteado la participación activa de la comunidad en las investigaciones arqueológicas (Braicovich et al. 2001), tarea puesta en práctica en el pecio de Reta (Valentini 2003a). Con relación a esta última temática, uno de los objetivos de los cursos de la Nautical Archaeology Society dictados por el PROAS es que personas no especializadas en arqueología puedan contribuir en los trabajos de relevamiento de sitios subacuáticos mediante la aplicación de técnicas adecuadas y simples.Todas estas actividades han ayudado, si bien no a erradicar por completo, a atenuar el accionar de los coleccionistas y emprendedores particulares, quienes van tomando conciencia de la necesidad de estudiar y proteger para la posteridad el patrimonio local. REFLEXIONES FINALES En este trabajo hemos propuesto tres etapas que comprenden los antecedentes y el desarrollo de la arqueología subacuática como especialidad en nuestro país. Fueron planteadas sobre la base de las diferencias entre una y otra instancia con respecto a los objetivos que impulsaron y dirigieron las investigaciones, la metodología de estudio implementada y los científicos que las pusieron en práctica. Si bien desde la década de 1980 observamos una preocupación por la investigación científica de los restos asociados al patrimonio cultural subacuático, así como la aplicación de técnicas de relevamiento y excavación de los sitios, es necesario comprender que el trabajo arqueológico no se restringe a la excavación, conservación y protección de los restos materiales, tareas por supuesto de suma importancia. ¿Cuál es, entonces, la razón por la cual consideramos fundamental que sean arqueólogos 34

quienes dirijan y trabajen personalmente en los sitios asociados al medio acuático? La arqueología intenta explicar el comportamiento humano y los sucesos del pasado por medio de la interpretación de la evidencia presente; por ello, tanto la planificación de un proyecto, así como la metodología de estudio aplicada en cada sitio en particular y las interpretaciones de los resultados posteriores, no podrán ser acometidos con éxito por otro especialista, más allá de su habilidad en buceo y el manejo de las técnicas de trabajo subacuático. No obstante, diversas actividades (logística, manejo de equipos especializados, caracterización de materiales, estudio de archivos, conservación, entre muchas otras) serán asistidas, o realizadas en muchos casos, por peritos de otras disciplinas participantes de los proyectos de investigación. Detengámonos en la etapa que hemos calificado como científica. Es notable la diferencia entre el Programa de Arqueología Subacuática del INAPL y el Área de Arqueología Subacuática de la UNR, en relación a las temáticas de estudio desarrolladas por cada equipo. En el primer caso, prácticamente la totalidad de las investigaciones estuvo dirigida al ámbito marítimo-naval de tiempos históricos. Como pudimos apreciar, ello tuvo que ver con el gran potencial arqueológico del litoral argentino ligado a la navegación, así como con el leitmotiv del grupo desde un comienzo: el conocimiento, estudio y protección del patrimonio cultural sumergido, aspectos en los que el PROAS se ha destacado. En el otro grupo podemos apreciar una óptica diferente, enfocada fundamentalmente en complementar los trabajos en sitios arqueológicos terrestres con el estudio de los sectores subacuáticos adyacentes a los primeros, como ríos y lagos del interior. Uno de los aspectos más relevantes para el Área fue la aplicación de técnicas no intrusivas de relevamiento y registro de los sitios y el desarrollo de una metodología para lugares con

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nula visibilidad y altas corrientes. Tanto en un caso como en el otro la producción teórica es menuda. Los temas abordados oportunamente se restringen sobre todo a cuestiones teóricometodológicas ligadas al modo en que se deben utilizar y entender las fuentes de evidencia disponibles, dada su cualidad diferencial (documentos - restos materiales) o la forma particular en que se presentan en el terreno (componentes tierra - agua). Frente a la gran cantidad de trabajos en sitios de momentos post-hispánicos, podemos resaltar algunas intervenciones aisladas en sitios prehistóricos de la provincia de Buenos Aires (e.g. Curtoni y Campos 1995; Austral y García Cano 1999, 2001). Más allá de las dificultades operativas ligadas a tales empresas (como la baja visibilidad arqueológica de los sitios), consideramos que el trabajo subacuático se ha limitado a un campo de estudio temporalmente acotado más por una contingencia histórica (predominio de sitios de naufragios históricos durante los últimos cinco siglos) que por la imposibilidad de estudiar bajo el agua los restos culturales de poblaciones prehispánicas. A pesar de que continúa siendo un campo virgen, posee un potencial explicativo muy importante, sobre todo con relación a las ocupaciones que por su antigüedad quedaron sumergidas. Debido a la imperiosa necesidad de conservar los materiales y a la falta de medios para tal fin, en general los proyectos de arqueología subacuática se han limitado a tareas de relevamiento y a la extracción de pequeñas muestras. La falta de una infraestructura para la conservación de las piezas ha representado en algunos casos un freno a las investigaciones. La presencia de un museo con un laboratorio de conservación en las proximidades del sitio, en el caso de la Swift, ha dado hasta la fecha los mejores resultados. Por su parte, la caracterización de materiales por medio de técnicas analíticas ha permitido estudiar diversos aspectos relacionados fundamentalmente con las tecnologías pasadas. Si bien en muchos casos

se trata de trabajos altamente descriptivos y circunscritos a uno o pocos artefactos o muestras, creemos en su relevancia para la posterior discusión y explicación de los temas desarrollados en las diferentes líneas de investigación de cada proyecto. Por otro lado, advertimos que durante los últimos años se sucedieron cambios a pasos agigantados con relación a la legislación en pos de la protección del patrimonio cultural subacuático, tanto a nivel nacional como internacional. Asimismo, todos los proyectos desarrollados por parte de ambos equipos han mostrado una articulación entre las actividades de investigación y transferencia a la comunidad, hecho de suma importancia contra uno de los principales enemigos del porvenir de los sitios, el desconocimiento y/o desvalorización de los mismos. Hasta ahora, sólo en el caso de los naufragios de Península Valdés y alrededores se encuentra en marcha un trabajo orientado al turismo cultural, emprendimiento focalizado en el manejo integral de los recursos de la zona. Finalmente, con relación a la formación de recursos humanos, es notable la participación de estudiantes de arqueología en los proyectos del PROAS y las investigaciones del Área de Arqueología Subacuática. Incluso, estudiantes y graduados de ambos equipos han colaborado en proyectos de investigación en Latinoamérica y otros países del mundo (Elkin 2003b;Valentini 2003a). Dentro del ámbito académico, podemos mencionar siete tesis de grado y posgrado sobre temas ligados a la arqueología subacuática desarrolladas, en el marco del PROAS, por alumnos de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Magallanes 1999; Dellino 2000b, 2004; Piñeyro 2001; Grosso 2006; Guagliardo 2006 y Galak 2007) y dos tesis de grado generadas en el ámbito de la UNR (Braicovich 2004 y Salvatelli 2007). A pesar de haberse dictado varias clases especiales y seminarios dentro de la UBA y la UNR, entre otras instituciones académicas, actualmente no 35

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hay una materia o seminario regulares dentro de la carrera de arqueología10. Como hemos podido apreciar a lo largo de estas líneas, no obstante las importantes metas alcanzadas durante los últimos años, resta mucho por hacer, sobre todo en lo atinente a la modificación de la currícula académica y la formación de profesionales arqueólogos, conservadores y otros profesionales que colaboren íntegramente dentro de los equipos o dirijan, en el caso de los primeros, proyectos de investigación en arqueología subacuática. Creemos que es dentro de este ámbito donde deberán concentrarse los próximos esfuerzos que han mostrado su eficiencia en materia de investigación y preservación del patrimonio cultural bajo el agua en nuestro país. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en agosto de 2008

ninguna de ellas a cargo de arqueólogos. En el año de su descubrimiento el sitio fue declarado de interés histórico por la provincia y se formó el Museo Regional Mario Brozoski (actualmente Museo Municipal Mario Brozoski), con los artefactos recuperados. Más adelante, el equipo del ICOMOS realizó recolecciones de artefactos en superficie y se hicieron relevamientos planimétricos de los restos estructurales de la nave. 4. Como antecedente de los trabajos del PROAS en el área del actual Parque Nacional Monte León, y bajo el nombre de proyecto Santiago 2000, se realizó una investigación arqueológica con el objetivo de determinar si los restos de las embarcaciones halladas al sur del río Santa Cruz correspondían a los vestigios de la nao Santiago (Aldazabal 2000, 2002). 5. Recientemente, en cercanías del sitio (aguas abajo de la desembocadura del arroyo Los Cueros), fueron hallados por un pescador local restos de madera y de hierro (probablemente parte de la borda y de una pieza de artillería) de una embarcación, aunque los mismos carecen de contexto arqueológico (Mariano Ramos, com. pers. 2009).

NOTAS

6. Se entiende por pecio a los restos de un naufragio.

1. Debido a la naturaleza de una investigación de esta índole, intentamos recopilar la mayor parte de la bibliografía disponible, haciendo hincapié en los trabajos más completos sobre cada tema. En el caso de los estudios similares editados en varias publicaciones, se optó por incluir sólo a las versiones originales. Es necesario destacar que aún hay muy pocos resultados publicados de los estudios realizados durante los últimos años, y en ocasiones la bibliografía disponible sólo corresponde a la presentación y avances preliminares de los trabajos. Por esta razón, fue necesario manejarnos en muchos casos con los informes manuscritos de cada uno de los proyectos.

7. Entre las fuentes documentales consultadas para la formación de la base de datos de naufragios en las costas argentinas (y uruguayas en el caso del Río de la Plata), podemos destacar la bibliografía publicada sobre el tema, trabajos inéditos, documentos históricos, información cartográfica e hidrográfica, historia oral de pobladores locales y registros de instituciones, como la Prefectura Naval y la Armada Argentina, entre los más importantes.

2. Estudios sobre 12 canoas monóxilas del lago Nahuel Huapi le permitieron a Braicovich acotar estas fechas entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX (Braicovich 2004, 2006). 3. Desde su descubrimiento en 1982 por un grupo de buzos locales, tuvieron lugar numerosas intervenciones, 36

8. Las actividades en el sitio fueron realizadas durante pocos días. Los restos del maderamen se encuentran en el depósito del INAPL, junto con los artefactos recuperados que estaban asociados. 9. La convención de la UNESCO establece que “Por ‘patrimonio cultural subacuático’ se entiende todos los rastros de existencia humana que tengan un carácter cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado bajo el agua, parcial o totalmente, de forma periódica o continua, por lo menos durante 100 años…” (UNESCO 2001).

La Zaranda de Ideas 5: 23-43 (2009) 10. En mayo de 2008 Dolores Elkin y el arqueólogo marítimo Chris Underwood dictaron el primer seminario de posgrado de la UBA en arqueología subacuática, titulado Investigación y gestión en arqueología marítima histórica. La presencia de alumnos de varias provincias del país y del exterior dejó en evidencia no sólo el interés en la materia por parte de muchos profesionales sino también la necesaria implementación regular de este medio de formación académica.

AGRADECIMIENTOS A Dolores Elkin, por la constante dirección y sus valiosos aportes críticos. A Alicia Tapia, Carlos Landa, Emanuel Montanari y Virginia Pineau, por las correcciones y sugerencias realizadas a una versión preliminar del trabajo. A los evaluadores, cuyas apreciaciones permitieron enriquecer esta presentación. Quiero hacer extensivo mi agradecimiento a Oscar Ahumada, Eduardo Becerra, Romina Braicovich, Horacio De Rosa, Mónica Grosso, Juan Pablo Guagliardo, Cristian Murray, Luis Orquera, Pablo Pereyra, Mariano Ramos, Lorena Salvatelli y Marcelo Weissel.Todos ellos me han brindado información inédita y bibliográfica a lo largo de la investigación. Finalmente, a aquellos investigadores que hicieron posible y contribuyen día a día con el crecimiento de este campo de la ciencia en nuestro país. BIBLIOGRAFÍA Acevedo, G. L. y M. Grosso 2000. Informe de las prospecciones realizadas en la costa de Puerto Deseado en relación al campamento de los náufragos de la sloop Swift (1770). Postulado de probables modelos de uso del espacio. IV Jornadas de Arqueología de la Patagonia. Desde el País de los Gigantes. Perspectivas arqueológicas en Patagonia,Tomo II, pp. 673682. Río Gallegos. Aldazabal,V. B. 2000. Primeros pasos españoles en las costas patagónicas: la expedición Magallanes y el naufragio de la “Santiago”. Anuario de la Universidad Internacional SEK 6:53-61.

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*Nicolás C. Ciarlo es estudiante de Ciencias Antropológicas de la UBA. Desde 2004 forma parte del Programa de Arqueología Subacuática del INAPL y del Grupo de Arqueometalurgia de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Ha trabajado en varios proyectos de investigación de naufragios entre los siglos XVII y XIX en la costa atlántica patagónica, fundamentalmente en el sitio HMS Swift (1770), Puerto Deseado, Santa Cruz. Es adscripto de la cátedra Arqueología Argentina de la UBA y miembro del comité editorial de la Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana y de La Zaranda de Ideas. Dirección de contacto: [email protected]

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ESTANCIA LA SUIZA 3 (PROVINCIA DE SAN LUIS): UN ESTUDIO DE LA TECNOLOGÍA LÍTICA

Gisela M. Sario* RESUMEN En este trabajo se presentan los resultados obtenidos del análisis de los materiales líticos de la excavación arqueológica del sitio Estancia La Suiza 3, provincia de San Luis. Para el análisis y discusión de los contextos líticos se desarrolla la aplicación del enfoque teórico-metodólogico que utiliza las nociones “de tecnologías generalizadas-estandarizadas”. Asimismo, para el estudio de los desechos de talla se aplica el método cuantitativo de “nódulos mínimos” y “no tipológico” con el fin de entender los modos de producción y uso de artefactos líticos en relación a la funcionalidad de los sitios desde una perspectiva cuantitativa. Los resultados pretenden así contribuir al conocimiento e interpretación del comportamiento de los cazadores-recolectores tempranos del sector austral de las Sierras Pampeanas. Palabras clave: Cazadores-recolectores tempranos - Tecnología lítica - Tecnologías generalizadas/ estandarizadas - Método cuantitativo - Sierras Centrales ABSTRACT The aim of our work is to contribute to the interpretation and knowledge of the early hunters-gatherers from the Southern Pampean Hills. We present here the results obtained from lithic assemblages of Estancia La Suiza 3 site, (San Luis province, Argentina). To study the organization of the technology we apply the theoretical approach of “GeneralizedStandarized Technologies”, and specifically to study the flakes assemblages we  use a quantitative perspective applying the “Minimum Nodules analysis” and the “Non Typological approach”. Our purpose is to understand the way in which the lithic resources where used and also to provide some detailed evidences related with the site functionality. Keywords: Early hunters/gatherers - Lithic technology - Standardized/generalized technologies Cuantitative method - Sierras Centrales

* Museo de Antropología, FFyH/UNC-CONICET - [email protected] Sario, Gisela M. 2009. Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): Un estudio de la tecnología lítica. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 45-64. Buenos Aires. 45

Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica

INTRODUCCIÓN Este trabajo tiene como objetivo conocer un aspecto de las estrategias tecnológicas de los primeros grupos de cazadores-recolectores del sector occidental de las Sierras de Comechingones, en particular aquel referido a los modos de producción de artefactos y cómo éstos se vinculan con el uso del espacio. Este enfoque privilegiará, entre otros temas, la descripción de los tipos de rocas utilizadas y los momentos dentro del proceso de talla que se encuentran representados en el sitio para cada una de las materias primas. En este marco se discutirán las evidencias provenientes de la localidad arqueológica La Suiza, que se encuentra en los faldeos de la Sierra de la Estanzuela, en las cercanías de la localidad deVilla del Carmen (departamento Chacabuco) a los 32º 56’ 51’’ de latitud sur y 65º 07’ 57’’ de longitud oeste, en la depresión del Conlara (Figura 1). El área bajo estudio corresponde actualmente por su fitogeografía a la provincia del espinal, distrito del caldén (Cabrera 1953, 1976) con formaciones vegetales de pastizales y bosques serranos (Anderson et al. 1970). Geomorfológicamente se ubica en la Depresión del Oriental donde se puede diferenciar la Sierra de la Estanzuela, un pequeño bloque elevado que rompe con la monotonía del paisaje (González Díaz 1981).

El sitio Estancia La Suiza 1 (ELS 1) es un yacimiento a cielo abierto integrado con una serie de sitios similares en una localidad arqueológica de aproximadamente 2 km de radio (Figuras 2 y 3). El descubrimiento de puntas de proyectil “cola de pescado” o“Fell 1” en recolecciones superficiales fue lo que motivó a realizar investigaciones en el área y abre nuevas expectativas en cuanto al poblamiento en la transición PleistocenoHoloceno de la región y las vías por las que se llevó a cabo. A 1,2 km de ELS 1 fue registrada una fuente primaria de abastecimiento (sensu Nami 1985) de chert y otros materiales silíceos (sitio Estancia La Suiza 2), de buena calidad para la talla (Figura 4) y a 700 metros otra cantera de menores dimensiones del mismo material rocoso (sitio Estancia La Suiza 4) con una concentración de materiales superficiales que incluyen núcleos, instrumentos y lascas. Excavaciones recientes en el sitio Estancia La Suiza 3 (ELS 3) durante la campaña de marzo de 2007 han permitido avanzar en la comprensión del conjunto tecnológico lítico de estas ocupaciones. Se excavaron 6 cuadrículas contiguas, de 2 metros por 1,50 metros cada una, siguiendo los lineamientos del método de Harris (Harris 1991), en donde se pudieron identificar 18 unidades

Figura 1. Mapa del área de estudio. 46

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Figura 2. El paisaje del área de estudio. Pueden observarse al fondo las Sierras de Comechingones.

Figura 3. Vista de la excavación desde el este. La superficie excavada corresponde a la remoción de las unidades estratigráficas desde la 1 hasta la 14. 47

Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica

estratigráficas y posteriormente interpretar dos componentes principales. El componente I, (inferior), abarca las unidades 11, 14 y 16 y el componente II, (superior), las unidades desde la 1 a 7 (Laguens, Demarchi y Cattáneo 2007; Laguens, Cattáneo, Pautassi y Sario 2007; Laguens, Pautassi, Sario y Cattáneo 2007; Sario et al. 2007 y Sario 2007). La geología y las fuentes de aprovisionamiento de material lítico La Sierra de la Estanzuela es un cordón de baja altura ubicado al oeste de las Sierras de Comechingones, flanqueado por abanicos aluviales que bajan de dicho macizo. Está constituida por rocas del llamado Complejo Metamórfico Conlara, de edad ordovícica, aflorante en gran parte de la sierra de San Luis (Candiani et al. 2008). El complejo metamórfico está compuesto principalmente por rocas bien foliadas, de color gris oscuro, denominadas

esquistos y gneises, que contienen segregaciones e inyecciones granítico-pegmatíticas de colores claros, blanquecinos a rosados. También, es posible observar mármoles y anfibolitas. Éstos han estado sujetos a la explotación comercial, lo que ha eliminado grandes áreas para el estudio de las canteras prehistóricas. Pese a ello aún pueden reconocerse sectores de taller correspondientes a ocupaciones humanas antiguas entre las áreas explotadas. En menor proporción, aparecen rocas (chert y otros materiales silíceos), constituyendo afloramientos vetiformes, de escasos metros de largo y algunos centímetros de espesor. Por encima de estas rocas, luego de un marcado hiato, en el Cuaternario se depositaron sedimentos fluviales y eólicos inconsolidados, como así también paleosuelos (Candiani et al. 2008) en donde podemos reconocer los sitios arqueológicos de la localidad. El material arqueológico está confeccionado mayoritariamente sobre chert y otras rocas

Figura 4. Afloramiento de chert (Estancia La suiza 2). 48

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silicificadas, que corresponden a los afloramientos de los sitios Estancia La Suiza 2 y 4, de acuerdo a su similitud macroscópica (Laguens, Pautassi, Sario y Cattáneo 2007). Estas rocas se encuentran en un radio de alrededor de 10 Km del sitio 3, siendo “inmediatamente disponibles” (Meltzer 1989; Bayón y Flegenheimer 2004). En cambio, el cuarzo posee una disponibilidad muy amplia a nivel regional y se encuentra también en ELS 2. Los cortes de lámina delgada de las variedades de rocas presentes en el sitio han sido descriptas como: - Un chert, compuesto por cuarzo, calcedonia y ópalo. Es escasa la proporción de óxidoshidróxidos de hierro, es intersticial. - Una roca volcánica, muy silicificada, con plagioclasa, biotita y cuarzo (pasta) con venas de cuarzo y calcedonia. Los cristales de cuarzo son mayormente de forma alargada y con una disposición o arreglo mayormente caótico. - Cuarzo, en sus variedades cristalino y hialino. Esta roca es muy abundante en todas las Sierras Pampeanas. ASPECTOS TEÓRICO METODOLÓGICOS Con la finalidad de analizar y discutir los conjuntos líticos se describirá el enfoque teórico-

metodológico desarrollado, el uso de modelos de “tecnologías generalizadas-estandarizadas” para los instrumentos líticos y el método cuantitativo denominado “Análisis Nodular” o MANA (Larson y Kornfeld 1997) y “No tipológico” (Ingbar et al. 1989) para el estudio de los desechos del proceso de talla. Estos enfoques ya han sido aplicados exitosamente en contextos de cazadores-recolectores de Argentina y Norteamérica (Kelly 1985; Ingbar 1994; Cattáneo 2005, 2006; Charlin 2007). Análisis de nódulos mínimos o MANA A partir de los estudios de remontajes entre piezas (Hoffman y Enloe 1992; Bellelli y Kligmann 1993) Mary Lou Larson y Marcel Kornfeld proponen en 1997 el MANA o “Minimum Analytical Nodule Analysis”. El análisis consiste en establecer los grupos mínimos de ítems que pudieran haber pertenecido al mismo nódulo teniendo en cuenta ciertos rasgos petrológicos. Los nódulos son definidos como “…grupos de artefactos con similitudes inherentes a la materia prima” (Larson y Kornfeld 1997:4). Para desarrollar este método se comenzó por tomar la muestra y dividirla en grupos según las características macroscópicas de las materias

Figura 5. Perfil de las cuadrículas B-D (tomado de Laguens et al. 2007b). 49

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primas. Primero se la dividió por tipo de materia prima, luego por color, textura e inclusiones, pudiendo establecer los grupos de ítems que pertenecieran a un mismo nódulo. La aplicación de esta metodología fue desarrollada en contextos de cazadoresrecolectores Fell de Patagonia brindando interesantes resultados que permitieron definir eventos discretos de talla para cada una de los materiales rocosos presentes en el sitio, los que fueron diferenciados fácilmente debido a sus coloraciones y texturas (Cattáneo 2006). Cada nódulo representa un evento discreto de producción en el proceso de talla. A diferencia de Patagonia, la separación del conjunto lítico estudiado en el presente trabajo no se logró fácilmente debido a la heterogeneidad interna de las rocas, que presentan características que dificultan su agrupamiento. Sin embargo, el método ha resultado adecuado porque nos permitió discriminar eventos finitos de talla para realizar estudios acotados sobre cada proceso de reducción en particular (Cattáneo 2005). Larson y Kornfeld (1997) han generado una teoría para derivar información acerca de las conductas tecnológicas del MANA que considera tipo y número de artefactos en cada MANA, lo cual permite discutir, por ejemplo, las actividades que ese nódulo representa. A partir del estudio de la configuración de los nódulos según clases artefactuales se pueden considerar dos tipos (Kelly 1985; Larson y Kornfeld 1997; Cattáneo 2005): simples, que consiste en la presencia de un instrumento, un núcleo, un bifaz o un desecho aislado y múltiples, que contienen varias piezas de un mismo grupo o nódulo, donde se pueden combinar instrumentos, núcleos y desechos, lo que plantearía distintos casos: - Cuando se encuentra un instrumento aislado en el sitio, la explicación según Larson y Kornfeld (1997) y Cattáneo (2005, 2006) es que ha sido introducido desde otro lugar y 50

puede haber sido o no utilizado in situ y luego descartado. La conducta representada por este tipo de nódulo incluye la producción o manufactura, el mantenimiento fuera del sitio y la conservación a largo plazo. - El hallazgo de una lasca aislada podría estar representando el paso de un núcleo o un instrumento por el sitio, que no han sido abandonados en el lugar. Hubo mantenimiento o reactivación en el sitio, dejando un desecho en el lugar y el núcleo o instrumento se transportó fuera de él. Es de destacar que la confiabilidad del método MANA recaería sobre los conjuntos y no sobre las piezas aisladas. - Se pueden identificar conjuntos de lascas provenientes de nódulos que comparten las mismas características petrológicas. Se infiere la producción de varios instrumentos en el sitio, que han sido transportados fuera de él o no se han hallado en las excavaciones. Las actividades representadas en el sitio implican la producción y/o manteniendo de instrumentos in situ y la conservación de la materia prima. - El hallazgo de instrumentos, desechos y núcleos indicaría producción, uso, mantenimiento y descarte en el sitio. El estudio de los conjuntos líticos con este método nos estaría aportando información sobre los modos de producción, estrategias expeditivas, estrategias conservadas, etc., que pueden ser comparables con otros conjuntos del mismo sitio o de otras regiones. El principal problema del método, según sus creadores, consiste en la capacidad de los arqueólogos de poder separar los nódulos

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de acuerdo a las características de la materia prima, lo que ocasionaría errores en las interpretaciones. Análisis no tipológico de los desechos de talla Una vez separados los grupos de ítems en nódulos, se procede a utilizar un enfoque cuantitativo, para analizar cada uno en particular. Uno de los objetivos de los análisis experimentales en desechos de talla de los últimos años ha sido poder utilizar correctamente aquellos atributos que fueran constantes y precisos para la descripción, disminuyendo la variabilidad de nuestras observaciones. En Argentina se ha discutido esta problemática entre los investigadores expertos en el estudio del material lítico (Cattáneo 2004). Asimismo, en otros países, ha sido encarada por Ingbar et al. (1989) y Shott (1996) quienes postularon que algunas de las categorías que son consideradas con menor error, según trabajos experimentales con desechos de talla son: - Materia prima - Largo total de la lasca - Ancho total de la lasca - Espesor en la sección transversal - Cantidad de cicatrices de lascados anteriores en la cara dorsal - Peso de la lasca Con la combinación de estos atributos, estos autores desarrollaron modelos que recurren a funciones matemáticas para evaluar el momento en el proceso de reducción de un núcleo o un bifaz en el cual la lasca fue removida. Esto implica que no se consideren etapas o estadios en el proceso de reducción. Este método de análisis para el estudio del proceso de manufactura, con un enfoque no tipológico, permite analizar el conjunto de desechos como parte de un continuo

de reducción (Ingbar et al. 1989). Todos los desechos son considerados en conjunto, es decir, cada uno es analizado en relación a otro proveniente del mismo nódulo. Los modelos generan una curva de regresión que permite predecir, con diferentes grados de adecuación, cuándo una lasca fue removida. El análisis de los desechos de ELS3 se propone contrastar uno de los modelos para cada una de las materias primas, el más confiable es el modelo cinco que se basa en el grado de reducción de los desechos teniendo en cuenta la densidad de extracciones en la cara dorsal. Una vez aplicado el análisis MANA, y el análisis no tipológico podremos establecer qué piezas se encuentran presentes y cuáles ausentes. La ausencia podría ser interpretada, por ejemplo, como ausencia por estar en área no excavada o ausencia por conducta de conservación de la pieza (Cattáneo 2006), entre otros casos. Análisis de los instrumentos Para la clasificación de los instrumentos se realizó la descripción morfotecnológica siguiendo los criterios de Aschero (1975, 1983) y Hocsman (2006) y esos datos fueron utilizados para entender las propuestas de Parry y Kelly (1987), Dibble (1991) y Andresfsky (1994), que consideran dos clases de instrumentos: formales e informales. Estas categorías permiten discutir los contextos de manufactura y uso de los artefactos, por ejemplo, la trayectoria de producción de un instrumento. Siguiendo a Parry y Kelly (1987), los instrumentos formales cuyas estrategias son estandarizadas, son catalogables en clases reconocibles; muestran una mayor y más intensiva inversión de energía, en relación con el proceso de manufactura, y usualmente se les atribuyen características de mayor grado de conservación lo que implica posiblemente 51

Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica

un aumento de transporte del instrumento. A nivel de conjuntos de sitios pueden observarse similitudes en formas y dimensiones. En cambio, los instrumentos informales cuyas estrategias son generalizadas, muestran un bajo costo o inversión de energía en su manufactura y las formas son generalmente versátiles. Se utilizan materias primas locales de buena a baja calidad para la talla, a menudo con corteza y raramente se registra reactivación o reutilización. En esta categoría se encuentran las lascas con rastros de utilización (Parry y Kelly 1987). El análisis de los núcleos Para el abordaje del análisis de los núcleos, se siguieron las propuestas de Aschero (1975, 1983); Parry y Kelly (1987); Kelly y Todd (1988); Whittaker (1994); Andresfsky (1998) y Prasciunas (2007). Siguiendo a Andresfsky, los núcleos bifaciales son definidos como “…cores that have been shaped into a disc and the edges of the disc are used as the striking platforms…” (Andresfsky 1998:15). Estos núcleos son conocidos como estandarizados, formales o preparados (Parry y Kelly 1987) y las plataformas de percusión a menudo exhiben algún grado de preparación. En cambio, los núcleos amorfos son definidos como núcleos “…with flakes removed opportunistically in many directions from many platforms…” (Whittaker 1994: 113), con escasa preparación de la plataforma. Son conocidos como multidireccionales, informales, no estandarizados, poliédricos o globulosos (Aschero 1975, 1983; Parry y Kelly 1987; Whittaker 1994; Andresfsky 1998). Se considera que entre los grupos móviles los núcleos bifaciales son más eficientes como portadores de bordes cortantes que los amorfos (Kelly y Todd 1988). Sin embargo, experimentos recientes indican que los núcleos bifaciales no son más eficientes en producir 52

lascas útiles que los amorfos (Prasciunas 2007). La eficiencia en la producción de lascas no explica por qué los grupos móviles favorecieron el uso de estos núcleos. Los bifaces Para la caracterización de los bifaces se propone utilizar las nociones de Schiffer (1987) y Hocsman (2006). Este último autor considera a los bifaces desde dos puntos de vista: uno que parte de la variabilidad morfológica-funcional y dimensional y otro basado en la evaluación del papel cumplido por los bifaces, como artefactos de larga vida útil, como subproductos del proceso de manufactura de instrumentos o como núcleos. Es importante para la comprensión de los bifaces la diferencia entre las nociones de reciclado y transformado. Según Schiffer (1987), el reciclado se presenta sólo en aquellos casos donde hay un cambio de forma y de función en el artefacto formatizado, perdiendo su identidad original. Una excepción a lo anteriormente dicho lo constituyen los bifaces, porque al poseer filos generalizados están pensados en ser transformados fácilmente, cambiando su morfología pero no su función, porque están destinados desde un principio a ser otra cosa (Kelly 1988; Hayden et al. 1996). Por lo tanto, se emplea el calificativo de “biface transformado” cuando hay una modificación de la sinuosidad de la arista, generalmente en arista regular, sin mediar reciclaje. A partir de esto, Hocsman (2006) clasifica a los “bifaces como tales” como piezas que no han sido transformadas y que tampoco han sido recicladas. Han sido descartadas conservando su identidad original. En cambio, los “bifaces en sí mismos” son aquellas piezas en las que la arista sinuosa

La Zaranda de Ideas 5: 45-64 (2009)

pudo ser utilizada como filo activo, habiéndose finalizado la formatización. Se caracterizan por poseer ángulos agudos, una arista sinuosa regular, sección transversal biconvexa simétrica regular. No se tiene que tratar de preformas. Por último, los “bifaces en proceso de manufactura” son aquellos artefactos que presentan evidencias de continuar en una instancia de producción, como una arista sinuosa irregular con una sinuosidad moderada a amplia, sección transversal biconvexa asimétrica irregular (Hocsman 2006). RESULTADOS La muestra estudiada corresponde al componente más antiguo de la excavación y contiene 669 artefactos (Tabla 1). Esta muestra fue escogida en función de los intereses sobre el poblamiento temprano. La materia prima más representada es el chert con un 94,4 % del total, seguida por el cuarzo con un 5,5 %. Predominan en alta proporción los desechos con un 97,3 %, secundariamente los instrumentos (0,6 %), núcleos (1,2 %) y bifaces (0,9 %) (Tabla 2). Se pudieron establecer 386 nódulos, incluyendo simples y múltiples, de los cuales 378 corresponden al chert y ocho al cuarzo. En el caso de los nódulos simples se determinó un instrumento sin desechos (un raspador), un núcleo, cuatro bifaces y 276 desechos de talla. Todos en chert, a excepción de un desecho. Para los nódulos múltiples se observaron siete grupos de núcleos y desechos, dos nódulos de bifaces y desechos y tres de instrumentos con sus desechos (uno en cuarzo) (Tabla 3).

Todos los nódulos corresponden al chert, a excepción de cuatro grupos de núcleos y desechos en cuarzo y un instrumento con su lasca en esta roca. Tanto para los artefactos en chert y cuarzo, no hubo casos de remontaje de piezas por nódulo. En el análisis de los instrumentos (Parry y Kelly 1987; Dibble 1991 y Andresfsky 1994) de acuerdo a la clasificación planteada encontramos tres formales y uno informal (Tabla 4). En relación a la división de los núcleos (Whittaker 1994; Andresfsky 1998), los que se hallan representados en el sitio son dos núcleos bifaciales y seis amorfos (Tabla 5). Con respecto a los bifaces (Hocsman 2006) observamos seis bifaces: dos enteros y cuatro fracturados. Las dos piezas enteras tienen sección transversal biconvexa y carácter de la sección irregular. Pertenecerían a la categoría “bifaces en proceso de manufactura” (Figura 6). Dentro de las piezas fracturadas, encontramos una trihédrica irregular, una biconvexa simétrica irregular y dos que están muy fracturadas lo que impide poder caracterizarlas. DISCUSIÓN En principio, el análisis presentado en este artículo confirma que los materiales recuperados en las unidades estratigráficas inferiores del sitio Estancia La Suiza 3 pueden ser asignados a un mismo componente. Esto se basa en que se han podido conformar nódulos con artefactos procedentes de tres unidades estratigráficas, cuyas características sedimentarias son similares. Se utilizó el 53

Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica

Chert

Componente 1

Cuarzo

Totales

n

%

n

%

n

%

Unidad estratigráfica 11

55

8.7

5

13.5

60

9

Unidad estratigráfica 14

193

30.5

12

32.4

205

30.6

Unidad estratigráfica 16

384

60.7

20

54

404

60.4

Totales

632

100

37

100

669

100

Tabla 1. Cantidades y porcentajes de elementos por materia prima lítica y unidad estratigráfica.

Instrumentos

Núcleos

Desechos

Bifaces

Totales

Chert

3

4

619

6

632

Cuarzo

1

4

32

-

37

Totales

4

8

651

6

669

Tabla 2. Relación entre instrumentos, núcleos, bifaces y desechos por materia prima. Nódulos simples Materia prima

Sólo desechos

Sólo instrumentos

Sólo núcleos

Sólo bifaces

Chert

275

1

1

4

Cuarzo

1

-

-

-

Total de nódulos

276

1

1

4

Nódulos múltiples Materia prima

Instrumentos y desechos

Núcleos, instrumentos y desechos

Núcleos y desechos

Bifaces y desechos

Chert

2

-

3

2

Cuarzo

1

-

4

-

Total de nódulos

3

-

7

2

Tabla 3. Tabla de resultados de análisis de nódulos mínimos. Instrumentos Chert

Estandarizados 1 cepillo

1 raspador

Cuarzo

1 percutor

Totales

3

Generalizados 1 lasca retocada

1

Tabla 4. Tabla de frecuencia de instrumentos de acuerdo a materia prima y categoría analítica.

Núcleos bifaciales

Núcleos amorfos

Chert

1

3

Cuarzo

1

3

Totales

2

6

Tabla 5. Tabla de frecuencia de núcleos de acuerdo a materia prima y categoría analítica. 54

La Zaranda de Ideas 5: 45-64 (2009)

método de matriz de Harris para definir las distintas unidades (Harris 1991).

muchas gamas de colores, diferentes texturas y tipos de inclusiones.

En el conjunto lítico de la materia prima chert están representadas las distintas situaciones explicadas más arriba en cuanto al análisis MANA:

- Los grupos de desechos corresponden a 86 nódulos de chert y 2 de cuarzo que implican la producción de instrumentos en el sitio que han sido transportados hacia otro lugar.

- Para el primer caso (nódulos simples, cuando se encuentran instrumentos aislados) se observó un ejemplar de chert, no se hallaron el núcleo y los desechos de su proceso de talla como así tampoco los desechos de su mantenimiento. Por lo cual sugiere que ha sido traído y descartado en el sitio. Por lo tanto, esta conducta representa mantenimiento y conservación fuera del lugar de hallazgo,

- El último de los casos está representado por tres nódulos de instrumentos y desechos, dos para el chert y uno para el cuarzo, lo que implica producción, uso, mantenimiento y descarte en el sitio.

- Con respecto a las lascas aisladas, la gran mayoría de los eventos pertenecen a esta categoría: 275 para el chert y una para el cuarzo, aunque en algunos casos los desechos han quedado aislados debido a los rasgos de una de las materias primas, el chert, que es una roca muy heterogénea lo que ha imposibilitado en muchos casos su agrupación, ya que contiene

Se pudo observar: - La ausencia de eventos de talla completa, es decir núcleos, instrumentos y desechos. - La presencia de 282 eventos de talla sin núcleos ni instrumentos. - La predominancia de lascas de adelgazamiento en chert, en algunos casos de adelgazamiento bifacial. Sobre la base de las caracterizaciones del análisis no tipológico se presentan los

Figura 6. Bifaz procedente de la unidad estratigráfica 16. 55

Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica

resultados de la evaluación de los conjuntos, por nódulo mínimo, a la luz de los modelos propuestos por Ingbar, Larson y Bradley (1989) y tomando en cuenta las modificaciones de M. Shott (1996). Con la combinación de algunas categorías ordinales (el espesor, la densidad de lascados dorsales y la superficie total de la pieza), aplicamos uno de los modelos experimentales, el modelo cinco; tomando en cuenta sólo las lascas enteras (165) y resultando en un coeficiente de Regresión, para evaluar el momento (más temprano o más tardío) en el proceso de reducción de un núcleo o un bifaz en el cual la lasca fue removida (Figura 8). En el gráfico 8 están representados algunos de los eventos de talla de nódulos múltiples de chert. Se diferenciaron seis grupos de desechos sin asociación de instrumentos, núcleos o bifaces que corresponden a los

momentos medios y finales del proceso de reducción lítica. El análisis de la varianza (ANOVA) muestra si existe una diferencia en las características de los desechos de talla pertenecientes a las distintas materias primas, por ejemplo en la densidad de lascados dorsales, lo cual constituye un indicador de reducción.También puede representar una diferencia en el uso de las distintas materias primas (Cattáneo 2006). En este sentido, el análisis muestra que no hay una diferencia significativa en las características de los desechos de talla por nódulo mínimo pertenecientes a ELS3, en la densidad de lascados dorsales. En síntesis, y de acuerdo a estas evidencias, podemos afirmar que los materiales recuperados corresponden a los momentos

Figura 7. Bifaz procedente de las unidad estratigráfica 14. 56

La Zaranda de Ideas 5: 45-64 (2009)

Figura 8. Gráfico de eventos de talla de nódulos de chert.

medios y finales del proceso de talla, tanto para el chert como para el cuarzo.

que el sitio tiene dentro de la trayectoria de producción.

Con respecto a los núcleos, tanto amorfos y bifaciales (ocho en total), constituyen un buen indicador del traslado de estas rocas desde la cantera para la fabricación de herramientas. Las bocas de lascado de algunos de estos núcleos presentan mayores dimensiones que los desechos pertenecientes al mismo nódulo, lo que reflejaría la ausencia de grandes lascas, que serían trasladadas hacia otra localización en forma de instrumentos. Otra posibilidad sería que estos núcleos hayan sido descortezados o reducidos inicialmente en la cantera.

Es importante destacar que hasta el momento se ha realizado un único intento para datar material procedente de la excavación, sin éxito. La causa de no obtener fechados radiocarbónicos se debe a que sólo se recuperó un fragmento óseo que fue enviado a Earth System Science Department, University California Irvine y los resultados confirmaron la inexistencia de colágeno.

Por último, podemos observar que los bifaces que se encuentran enteros presentan errores de talla y los filos no están activos; en los dos casos contienen charnelas y probablemente haya sido la causa del abandono. En algunas piezas fragmentadas se pudo diferenciar la fractura correspondiente al momento de la talla y no por causas post-depositacionales. CONCLUSIONES A través del estudio del material lítico se generan explicaciones acerca del manejo de las fuentes de aprovisionamiento, los procesos de producción de instrumentos y la posición

Debido a la mala preservación del material orgánico y la consiguiente ausencia de registro faunístico no poseemos un panorama más amplio de las actividades llevadas a cabo en el sitio y no contamos con la certeza de la funcionalidad del mismo. Sin embargo las evidencias hasta ahora presentadas nos conducen a definirlo como un sitio taller, en donde se estaban realizando los momentos medios y finales del proceso de manufactura de instrumentos. Puede decirse que los núcleos representan el traslado de la materia prima desde las canteras hacia el sitio y los desechos de talla constituyen los momentos medios y finales del proceso de manufactura. Probablemente, la ausencia de grandes lascas nos indica el traslado de éstas hacia otros lugares para su utilización como instrumentos. Otra posibilidad, 57

Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica

es el traslado de los instrumentos formatizados sobre estas lascas en el sitio. A pesar de que el trayecto de esta investigación recién comienza, los trabajos a futuro ampliarán este panorama y se contará con nuevas líneas de evidencia que propondrán la realización de comparaciones con materiales líticos procedentes de las fuentes de aprovisionamiento y con otros sitios locales y regionales.

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Finalmente, consideramos que la aplicación de este enfoque al estudio de los materiales líticos puede sumar información valiosa para esta u otras regiones incrementando nuestras interpretaciones sobre el pasado.

Bayón, C. y N. Flegenheimer 2004. Cambio de planes a través del tiempo para el traslado de roca en la pampa bonaerense. Estudios Atacameños 28: 59-70.

Recibido en marzo de 2008 Aceptado en noviembre de 2008

Bellelli, C, y D. Kligmann 1993. Con paciencia y plastilina...: implicancias de los estudios sobre ensamblajes en la investigación arqueológica. Arqueología 3:259-265.

AGRADECIMIENTOS Quisiera agradecer a mis directores, Dra. Roxana Cattáneo y Dr. Andrés Laguens, al proyecto FONCyT línea PICT 2003 N° 4-15187 en el cual se ha realizado este estudio, al Museo de Antropología (FFyH/UNC), a los estudiantes y colaboradores que han participado en los trabajos de campo, al Dr. Luis Gallo, a los pobladores de La Suiza por su hospitalidad, a los geólogos Juan Carlos Candiani (SEGEMAR, Cba.) por la información geológica, Claudia Di Lello por los cortes petrográficos, y especialmente a Marcos Salvatore. BIBLIOGRAFÍA Anderson, D. L., J. A. Del Aguila y A. E. Bernardon 1970. Las formaciones vegetales de la provincia de San Luis. En Revista de Investigaciones Agropecuarias, INTA, Serie 2, Biología y Producción Vegetal 8 (3):153-183. Andreksky, W. 1994. Raw material availability and the organization of technology. American Antiquity 59 (1):21-34.

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59

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Comentarios Manuel Carrera Aizpitarte** ANPCyT. Museo Etnográfico (FFyL, UBA). Facultad de Ciencias Sociales (UNICEN) [email protected]

Este trabajo presenta diferentes datos novedosos. Por un lado aporta información acerca de un sector de la región de Sierras Centrales que hasta hace algunos años contaba con escasos antecedentes arqueológicos. Por otra parte, menciona y localiza una serie de fuentes de abastecimiento de materias primas líticas de buena calidad para la talla. Estos datos posibilitan futuras vinculaciones entre sitios localizados en distintos puntos de la provincia de San Luis, como así también de las regiones aledañas. Finalmente, utiliza una metodología novedosa, no aplicada antes en la región, que permite prescindir del uso de tipologías. Este último aspecto del trabajo será desarrollado con mayor detalle a continuación. El análisis de nódulos mínimos, como Sario menciona, permite, mediante el examen de los rasgos macroscópicos de las rocas, asignar diferentes artefactos (desechos de talla, instrumentos o núcleos) a un mismo nódulo. En Estancia La Suiza 3, sin embargo, la alta heterogeneidad que presentan las rocas explotadas hace dificultosa esta tarea. En este sentido sería útil la aplicación de algunos análisis que permitieran conocer la composición química de las rocas y de esta manera permitir 60

la agrupación en un mismo nódulo de rocas microscópicamente diferentes. Estos tipos de análisis, no obstante, tienen la desventaja de implicar altos costos y, en algunos casos, la destrucción de la muestra. En cuanto a las ventajas de la metodología implementada por Sario, resalta la no utilización de tipologías, las cuales muchas veces llevan a tener que “forzar” artefactos de características dudosas dentro de las categorías ya establecidas. Con respecto a las debilidades del trabajo, Sario menciona una serie de atributos analizados en los desechos de talla, como ser: materia prima, largo y ancho total de las lascas, su peso, entre otros, los cuales son utilizados para determinar en que momento del proceso de talla son obtenidas las lascas. Sin embargo no presenta los datos correspondientes a estos análisis. Por ejemplo, en las conclusiones, menciona que “… la ausencia de grandes lascas nos indica el traslado de estas hacia otros lugares para su utilización como instrumentos”, pero no queda explicitado (ni en tabla ni en el texto) cual es el promedio de tamaño de los desechos de talla o los nódulos recuperados en el sitio. No obstante estos puntos, se trata de un trabajo que, como se dijo al comenzar el comentario, aporta datos novedosos para un sector escasamente investigado con anterioridad de la región de Sierras Centrales. Erico G. Gaál*** Museo etnográfico - (FFyL, UBA) [email protected] Actualmente, ya casi nadie dudaría en afirmar que durante la mayor parte de la historia evolutiva del género humano el hombre ha dependido de las rocas y de los productos de su trabajo para sobrevivir y evolucionar en casi todos los contextos geográficos y ecológicos que podamos concebir. Los artefactos líticos nos han acompañado desde nuestro origen mismo hace unos dos millones

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de años A.P. o incluso desde antes. Sin embargo, este enorme tiempo de convivencia no nos ha permitido develar todas las incógnitas que se han generado respecto a su origen, uso, conceptualización, transformación y descarte. Por el contrario, la arqueología que se enfoca a los estudios tecnológicos y ergológicos parece por momentos luchar contra la colosal Hidra de Lerna que regenera dos cabezas por cada una que le es cercenada. Pero sabemos que en el campo de la ciencia, a diferencia del mitológico, esto no es necesariamente negativo ya que cada incógnita que es generada a partir de las respuestas invita a la reflexión, al trabajo, y al avance lento y acumulativo del conocimiento. Es desde esta óptica que concibo el aporte de Gisela M. Sario como una sugerente propuesta a trabajar desde un enfoque distinto al análisis técnico-morfológico convencional y que posee la virtud de estar poco trabajado en la mayor parte de las regiones arqueológicas de la Argentina en general. La posibilidad de poder diferenciar eventos discretos de producción lítica en el proceso de talla a través del análisis nodular y el tratamiento no tipológico de los desechos generan una aproximación interesante que adquiere mayor vigor al aplicarse por medio de modelos matemáticos. Sin embargo, creo de suma importancia no olvidar que los resultados de este tipo de aproximaciones adquiere un impulso bastante más decisivo cuando se articula complementariamente con alguno de los estudios enfocados a analizar las distintas variables que suelen interceder en los procesos de manufactura e historia de vida de los artefactos. Algunos de estos casos lo representan los estudios morfométricos en los cuales se considera, a partir de las variaciones en los contornos de puntas, bifaces y núcleos, cuestiones relativas a cambios en la forma y simetría de los conjuntos y cuál es su implicancia en relación a las estrategias de uso implementadas en el pasado (Cardillo 2005). También es importante observar la variabilidad morfológica de los instrumentos como

producto de las intensidades diferenciales de uso a las que fueron expuestos y los procesos de reclamación, reciclaje y transformación (Hocsman 2006). Otras variables a tener en cuenta, por ejemplo, son la medición de los ángulos de desgaste y la presencia de filos naturales con rastros complementarios (Charlin 2007), los porcentajes en la cobertura de corteza, la evaluación de los diseños instrumentales (Nelson 1991), las estrategias de reducción de los núcleos de acuerdo a las materias primas presentes y su vinculación con los tamaños, formas y pesos de las lascas presentes (Shott 1996). Los análisis químicos aplicados a los filos de los artefactos, el análisis funcional (Mansur 1999) o incluso la talla experimental (Nami 1992) complementarían muy bien el enfoque no funcional aplicado en el artículo de referencia. Así, creo que la perspectiva aplicada resulta interesante pero, sin duda, podrá tener un potencial aún mayor si se complementa con alguno de los enfoques morfopotenciales y morfofuncionales (Carbonell 2008) mencionados o si utiliza el análisis de cortes delgados para precisar el reconocimiento de las rocas previamente a la aplicación del MANA y la identificación de eventos discretos de reducción lítica. Ésto se debe a que este punto es, sin dudas, el más controversial del método. Bibliografía Carbonell, E. 2008. Homínidos. Las primeras ocupaciones de los continentes. Ed. Ariel. Barcelona, España. Cardillo, M. 2005. Explorando la variación en la morfología líticas a partir de la técnica de análisis de contornos. Un enfoque evolutivo. Werken 7:77-88. Charlin, J. 2007. Explorando la intensidad de uso de las materias primas líticas en Pali Aike (provincia de Santa Cruz, Argentina). Intersecciones en Antropología 8: 287-299.

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Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica Hocsman, S. 2006. Producción lítica, variabilidad y cambio en Antofagasta de la sierra - ca. 5500-1500 AP. Tesis doctoral. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. Mansur, E. 1999. Análisis funcional de instrumental lítico: problemas de formación y deformación de rastros de uso. En Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, pp. 355-366. La Plata. Nami, H. 1992. El subsistema tecnológico de la confección de instrumentos líticos y la explotación de los recursos del ambiente: una nueva vía de aproximación. Shincal 2:33-53. Nelson, M. 1991. The study of technological organization. Archaeological Method and Theory 3: 57-100. Shott, M. 1996. Innovation and selection in prehistory. A case study from the American Botton. En Stone Tools: Theoretical Insights into Human Prehistory. Editado por G. Odell, pp.279-309. Plenum Press, New York.

Miguel Ángel Zubimendi**** (FCNyM , UNLP) [email protected] Para comenzar este comentario quisiera expresar mi felicitación a la autora por el trabajo que presenta, ya que logra brindar información novedosa sobre una provincia como la de San Luis, que se ha caracterizado por la escasez de trabajos arqueológicos en las últimas décadas. El trabajo está bien fundamentado y cuenta con una interesante y amplia introducción en la cual se aclara el marco teórico y la metodología que se emplea en los análisis líticos que se realizan. Este hecho resulta sumamente importante porque se emplean metodologías de análisis aun relativamente novedosas y que no son las estándar en la arqueología argentina. Sin embargo, sería recomendable profundizar en la justificación teórica relacionada con el estudio del proceso de manufactura dentro 62

del enfoque no tipológico, ya que permitiría comprender mejor por qué se contrasta con el “modelo cinco que se basa en el grado de reducción de los desechos teniendo en cuenta la densidad de extracciones en la cara dorsal” (Sario 2009:51). Este punto, y el motivo de la selección del modelo cinco, requerirían una profundización acorde al resto de la introducción teórica, junto con una aclaración del potencial interpretativo de cada uno de estos enfoques y modelos planteados (“tecnologías generalizadas-estandarizadas”, “Análisis Nodular”, y “No Tipológicos”). En cuanto a los resultados, los mismos son acordes a lo planteado en la descripción del marco teórico-metodológico. Sería interesante ampliar la discusión sobre el método cuantitativo MANA en relación a una materia prima como el chert, que al ser muy heterogénea, dificulta la agrupación de desechos, y cómo esto puede influir a nivel interpretativo. A su vez, al aplicar un análisis de varianza para conocer si existe una diferencia en las características de los desechos de talla pertenecientes a las distintas materias primas (específicamente sobre la densidad de lascados dorsales) no se brindan datos sobre los mismos y se afirma que no presentan diferencias. Por otro lado, se realiza un estudio particular centrado en los bifaces, sin que se entienda cuál es la importancia particular que lo justifique. Creo que aclarar y ampliar estos puntos sería importante para comprender mejor las interpretaciones que se realizan sobre el conjunto artefactual estudiado, ya que las conclusiones a las que se arriban quedarían mejor respaldadas. Finalmente, para cerrar, quiero destacar que se trata de un trabajo que no sólo presenta importante información e interpretaciones para ampliar el conocimiento sobre la arqueología del sector austral de las Sierras Pampeanas, sino que logra un apor te interesante a la discusión del poblamiento temprano americano.

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Respuesta Gisela M. Sario* Museo de Antropología, FFyH/UNC-CONICET La aplicación de esta metodología a los conjuntos líticos de este sitio me ha permitido obtener muchas respuestas a las preguntas que en un primer momento hice cuando excavamos el sitio. Creo que sería interesante que otros arqueólogos especialistas en lítico la puedan aplicar, además de los ya citados en este trabajo, siempre en combinación con los lineamientos propuestos por Aschero y otros. Todos los comentarios de los evaluadores de este artículo, Judith Charlin y Rafael Suarez, que junto a los comentaristas, Miguel Ángel Zubimendi, Manuel Carrera Aizpitarte y Erico G. Gaál fueron muy oportunos y aportaron interesantes sugerencias que modifican el desarrollo de esta investigación que sigue en curso, generando nueva información y logrando mejores resultados. Por último, quiero expresar mi conformidad al comité editorial de esta revista, cuya organización y comunicación ha resultado en ser una experiencia muy grata.

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Gisela M. Sario - Estancia La Suiza 3 (Provincia de San Luis): un estudio de la tecnología lítica *Gisela Sario es Licenciada en Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, desde el año 2005. Actualmente es becaria de Doctorado del CONICET, y su tema de investigación se refiere al poblamiento humano inicial en la provincia de San Luis desde la perspectiva de la organización de la tecnología. Dirección de contacto: [email protected] ** Manuel Carrera Aizpitarte es licenciado desde 2007 en Antropología, orientación Arqueología. La carrera la desarrolló en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. En la actualidad es becario de ANPCyT y su tema de tesis doctoral se refiere a las estrategias de aprovisionamiento lítico implementadas por las sociedades cazadoras-recolectoras en diferentes áreas de la provincia de La Pampa. Dirección de contacto: [email protected]. ***Erico Germán Gaál es estudiante avanzado de la carrera de Ciencias Antropológicas (Orientación Arqueológica) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte de una breve evaluación de un artículo de G. M. Sario. Es investigador regular del equipo de investigaciones del Proyecto Yocavil, bajo la dirección de Myriam Tarragó, Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti. Actualmente está realizando su tesis de licenciatura que consiste en el análisis tecno-morfológico y funcional del complejo artefactual lítico proveniente de sitios Tempranos (Soria 2) y Tardíos (Loma Rica de Shiquimil y Rincón Chico) del Valle de Yocavil, E. de Catamarca. Dirección de contacto: [email protected] ****Miguel Ángel Zubimendi (Mikel) es licenciado en Antropología en el 2004 de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Sus investigaciones se vinculan con las ocupaciones humanas de la costa norte de Provincia de Santa Cruz, realizando estudios distribucionales en diversos sectores de la costa y el interior inmediato. Sus intereses se vinculan también con el estudio de los restos malacológicos en contextos arqueológicos de la Patagonia, en especial en sitios de tipo concheros. Se desempeña como docente en la Unidad Académica Caleta Olivia de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Dirección de contacto: mikelzubimendi@ gmail.com

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HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DEL PASADO CONTEMPORÁNEO Diego M. Leiton*

RESUMEN Este trabajo es un ensayo sobre la praxis de la arqueología en contextos donde circulan y se representan diversas identidades vinculadas a experiencias sujetas a sentidos contemporáneos del pasado. Para ello me sitúo en casos en los que profesionales y estudiantes de arqueología, entre otros, se han implicado en la constitución de territorios sociales definidos por historias de vida trazadas por hechos traumáticos de represión y prácticas de confrontación a la violencia política del Estado en la década del setenta, en Argentina. Se trata de espacios de debate y construcción de conocimiento en los cuales los sentidos modernos que han dado lugar a las nociones eruditas de lo que el pasado significa en términos de tiempo e identidad, se diluyen para asumir otras fisonomías. Se exponen algunos aspectos de esas experiencias de trabajo y finalmente se plantea la necesidad de situar y debatir críticamente en la escena de la política de conocimiento arqueológico, otras nociones y vivencias respecto al sentido que tienen el pasado y sus identidades en la construcción actual de memoria histórica, verdad, justicia y cambio social. Palabras clave: Experiencias - Identidades - Tiempos - Representaciones - Crisis de la modernidad ABSTRACT This is an essay on the praxis of Archaeology in contexts in which diverse identities linked to experiences, and subject to contemporary senses of the past, are represented and circulated. I focus on cases where professionals and students of Archaeology, among others, are involved in the constitution of social territories, which are defined by life-stories affected by traumatic events of repression and confrontational practices to the political State violence in the seventies in Argentina. I deal with debate arenas and knowledge construction in which modern senses of the past, built on the erudite notions of time and identity, are diluted to assume other features. I describe some aspects of these work experiences and suggest the need to locate and critically debate other notions of the past in the context of the politics of archaeological knowledge, regarding the significance that the past and their identities have in the current construction of historical memory, truth, justice and social change. Key words: Experiences - Identities - Times - Representations - Crisis of modernity

* Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán (GIAAT). Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo. Universidad Nacional de Tucumán. E-mail: [email protected] Leiton, Diego M. 2009. Hacia una arqueología del pasado contemporáneo. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 65-83. Buenos Aires. 65

Diego M. Leiton - Hacia una arqueología del pasado contemporáneo

UNA INTRODUCCIÓN: PASADO, IDENTIDADESY REPRESENTACIONES EN CONFLICTO Lejos de los sentidos del tiempo sobre los cuales forjamos nuestro disciplinamiento académico, la temporalización como acción y experiencia vivida forma parte de las maneras propias de estructurar, representar y organizar nuestra realidad, nuestra disposición en el mundo (Elías 1997). Y, aunque solemos confundir esas formas de ordenación con la propia realidad, el tiempo no existe de manera autónoma, ni es un hecho en sí mismo; en cambio, es una cualidad diversa que adquiere nuestras particulares formas de existencia (Hernando Gonzalo 1999). En este marco, las constituciones y definiciones de las identidades sociales en las que se matizan esas experiencias se sostienen en gran medida en la posibilidad de situar y activar el pasado en el presente y orientar su continuidad hacia el futuro (Ricoeur 1999), tomando ello distintas fisonomías de acuerdo a los sentidos que adquiere el tiempo y las temporalidades en los distintos colectivos y actores sociales. Tener en cuenta esto en un campo del conocimiento como el de la arqueología (en el que el tiempo resulta ser su columna vertebral, y la temporalidad atraviesa parte de sus narrativas), es un paso necesario para explorar una economía política de la arqueología (sensu Gnecco 1999). Principalmente cuando ésta es comprendida en el marco de un proyecto crítico de conocimiento en el que puedan verse involucradas distintas experiencias sociales sobre las temporalizaciones del pasado y las identidades y materialidades que se constituyen en torno a ellas. En tanto modo de estructurar y significar la existencia social, el sentido pretérito del pasado1 por el que transitan las narrativas arqueológicas responde a una política específica de su representación en el presente; una forma peculiar de relacionarse con aquel y situarlo 66

en nuestra vida social, en la experiencia de nuestra realidad. Pero tal política, como sus representaciones, no es universal, global: está situada en un lugar particular de enunciación, siendo legítima solamente en el marco de las condiciones subjetivas y objetivas construidas por determinadas relaciones de poder (Shanks y Tilley 1987). Éstas son hoy confrontadas por distintos actores y colectivos sociales que se oponen a que el sentido histórico-constitutivo de sus identidades y sus vidas sea amarrado y expuesto bajo el rótulo pretérito del pasado. Resisten a que sus vivencias e identidades sean sometidas a representaciones cuya condición de posibilidad se sostenga sobre la dura alienación entre el pasado y el presente, y sobre la represión de sus experiencias emocionales y el sentido contemporáneo que para ellos tiene el pasado. Ésta es en parte la situación que define y territorializa socialmente, desde hace algunos años, el conflicto que se ha planteado entre arqueólogos/as y comunidades indígenas; un conflicto que en buena medida está trazado por la resistencia colectiva hacia la violencia epistémica (sensu Castro-Gómez 2000) de los saberes hegemónicos, a partir de los cuales el otro histórico adquiere identidad, historia y materialidad. En este contexto, hablar del pasado en arqueología no se ha vuelto una tarea fácil ni mucho menos exenta de complicaciones ontológicas, filosóficas y políticas, por mencionar algunos de los aspectos cuyas raíces parece costar remover mucho más desde el campo académico. El pasado y la existencia de los pueblos indígenas han estado sujetos sistemáticamente a los planes y tecnologías de jardinería social (sensu Bauman 1997) que ha inventado y aplicado en distintas épocas y lugares el proceso normalizador civilizatorio 2. Lo indígena, lo originario, sus mundos, sus gentes, sus historias, han debido pasar por la maquinaria colonial para ser despojados de toda peligrosidad y amenaza a los proyectos modernos de constitución de los

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estados nacionales (Delfino y Rodríguez 1991; Gnecco 1999, 2005). Su aniquilamiento cultural, material y humano significó la posibilidad para las élites de construir una identidad ideal colectiva y derechos de propiedad sobre las cenizas de la belleza del muerto indígena3. Esa, la belleza del otro muerto, esa belleza que significaba condenar a lo indígena a algún pretérito pasado4, fue en gran medida la condición simbólica sobre la cual el campo del saber arqueológico se ha erigido en Suramérica y sobre la que se han constituido sus representaciones narrativas. Los gobiernos constitucionales conservadores y las dictaduras militares que se sucedieron en Argentina durante el siglo XX, pretendieron sistemáticamente extender el sentido de los proyectos coloniales renovando los programas de jardinería y el uso de tecnologías de poder disciplinares y reguladoras (cf. Foucault 1996) para construir, identificar y combatir la peligrosa maleza (malas hierbas) que se multiplicaba y actuaba en los cultivos donde germinaban la moral, individualidad y seguridad del ser nacional. Distintas fuerzas sociales y sujetos calificados con diferentes nominaciones identitarias (anarquistas, comunistas, socialistas, marxistas, ateos, apátridas, entre otros), fueron acusados de promover ideologías extranjerizantes, ajenas y amenazantes del orden público, los ideales y valores del estilo de vida nacional occidental y cristiana, y combatidos con pretendida intención de concretar su deportación, neutralización y/o aniquilación (Andreassi Cieri 1996). En la Argentina este proyecto encontró su más terrible, álgida y fidedigna expresión durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón y la dictadura de la Junta Militar de 1976 (Comisión Bicameral 1991; Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas [CONADEP] 2006)5. Fue en ese contexto en el cual la figura de subversivo como maleza enemiga del orden establecido y la seguridad nacional se enquistó en las

subjetividades sociales y en el universo simbólico (sensu Berger y Luckman 2001) de buena parte de la población. Tales realizaciones se transformaron en condiciones de posibilidad para legitimar los procedimientos de represión, desaparición y aniquilamiento de distintas fuerzas sociales identificadas con la fisonomía de aquella categoría que remitía a un otro anormal y peligroso y a unas determinadas relaciones de solidaridad constitutivas (Vezzetti 2002; Feierstein 2007). En los gobiernos democráticos inmediatamente posteriores se pretendió sistemáticamente encontrar alguna forma de justificación mediadora de las acciones represivas mediante la construcción y promulgación de un pasado reciente trazado por el conflicto entre dos demonios (Feierstein 2000; Cerruti 2001). Esta representación pretendía constituirse en condición de posibilidad para legitimar una única y particular narrativa sobre la naturaleza de aquellos procesos de conflictividad social y sus relaciones con el presente de la sociedad nacional. De modo tal que permitiese de alguna manera hacer tabla rasa del pasado (pasado pisado), pretendiendo con ello construir y objetivar un presente amputado de su historicidad. En este sentido, con los juicios y leyes que promulgaban el perdón y la reconciliación nacional había que cerrar un capítulo y comenzar otro nuevo sin mirar atrás; había que definitivamente situar, entonces, aquel pasado lejos del presente (Cerruti 2001). Eso significó no sólo condenar lo sucedido al sentido pretérito del pasado, sino también amputar y reprimir las experiencias de distintos actores y colectivos cuyas condiciones histórico-sociales en las que sus identidades se forjaron se encuentran ancladas al sentido contemporáneo que para ellos tienen definitivamente aquellos hechos y experiencias históricas. Lo expuesto hasta aquí tiene varias implicancias para un quehacer crítico de la arqueología, al tratarse de aspectos que no pueden ni deben ser soslayados por 67

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quienes estamos particularmente involucrados en trabajos de investigación relacionados a historias de vida marcadas por hechos traumáticos de secuestro, tortura, desaparición y aniquilamiento, y por praxis de confrontación y resistencia a las formas de violencia política del Estado. El tratamiento reflexivo de tales implicancias es un camino que, por aquella razón, debe ser necesariamente recorrido de modo tal que se contribuya a poner en crisis nuestra condición disciplinaria limitante y al mismo tiempo, nuestras comprensiones y representaciones asumidas disciplinariamente como globales e inmutables. POLÍTICAS DE REPRESENTACIÓN DEL PASADO Y ARQUEOLOGÍA Una comprensión disciplinar inmutablemente asumida como global en la arqueología es la noción de pasado reciente, la cual ha sido tomada como una especie de diacrítico de este campo de la arqueología que investiga los procesos de conflicto social y represión ocurridos en los setenta. Esta noción no es propiamente una categoría inventada por la arqueología sino una forma de representación y temporalización histórico-política incorporada a ella pre-teóricamente desde las disciplinas historiográficas. La misma remite a una comprensión lineal del tiempo y la experiencia histórica; se encuentra implícita en ella una determinada condición de proximidad y temporalidad sociales entre pasado y presente, que nos sugiere la existencia de otros pasados menos recientes, así como también de otros presentes cuya proximidad con el pasado es tan lejana que casi sería imposible vincularlos. Pero tal noción ejerce otra importante función política: sitúa a los hechos, vivencias y procesos que pretende narrar en un lugar/tiempo que, aunque próximo, está definitivamente caducado por su condición pretérita. Así, al objetivar el pasado como un objeto distante, el nosotros/presente es separado como objeto de sus propias condiciones histórico68

constitutivas. La constitución de ambos como objetos mutuamente alienantes es la condición de posibilidad para que las identidades y los procesos de conflictividad social y violencia política en torno a los cuales ellas se despliegan, sean representados, comprendidos y legitimados convenientemente de acuerdo a políticas diferentes según se trate de un objeto u otro: el pasado pretérito o el presente contemporáneo. La correspondencia funcional entre políticas diferentes y objetos sociales disímiles es moneda corriente de los dispositivos y ejercicios de poder de los Estados nacionales modernos que se ven sujetos a relaciones de producción y socialización burguesas. En los últimos años, la oficialización de algunos reclamos de organismos de derechos humanos sobre los delitos cometidos por el Estado en los setenta, es acompañada por una práctica de diferenciación que opone como realidades mutuamente alienantes las condiciones histórico-identitarias constitutivas de las fuerzas sociales aniquiladas por el aparato represivo, por un lado, y aquellas constitutivas de los procesos de conflictividad social que tienen lugar en la actualidad, por otro. De esta manera, la historia reciente de nuestra sociedad es oficialmente construida sobre la negación de la historicidad de las condiciones de existencia que hoy sostienen las razones del desenvolvimiento político de los movimientos sociales populares. Lo contrario significaría para el Estado la dura tarea de reflexionar sobre las propias condiciones de violencia y exclusión que hacen a la emergencia de luchas sociales actuales; condiciones sujetas al ejercicio burgués y capitalista del poder político y a la producción social sobre los que definitivamente se sustentan y constituyen las actuales formas hegemónicas de gobierno. Lejos de esta crítica, el Estado reivindica la lucha social y condena la violencia política de los setenta, mientras que al mismo tiempo sostiene discursos que legitiman el monopolio de los actos de represión y violencia sobre

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los actuales sectores populares politizados, criminalizando sus acciones y endemonizando sus identidades6.

anclada al saber de la modernidad (Delfino y Rodríguez 1991; Gnecco 2005), sobre las otredades y la linealidad del tiempo.

Esto ha repercutido profundamente sobre las representaciones sociales en torno a lo que es legítimo o no en materia de reivindicación de los derechos humanos, lucha popular, violencia y relación pasado/presente. Con lo cual quedan desvirtuados y vaciados los sentidos más relevantes que para nuestro presente deberían tener los procesos de confrontación entre distintas fuerzas sociales y el Estado en los setenta, al amputarles a las experiencias de conflictividad contemporáneas cualquier anclaje con aquellos que constituyen sus referentes históricos.

Pero, en relación a lo anterior, nos encontramos también con otras comprensiones que requieren una reflexión crítica, como algunas de las designaciones que se han empleado para definir a este campo de la arqueología en el país: arqueología forense (Crossland 2000; Fondebrider 2006, 2007), arqueología de los desaparecidos (Bellelli y Tobin 1985), arqueología de la represión (Equipo Argentino de Antropología Forense [EAAF] 1990; Funari y Zarankin 2006), arqueología de la violencia (EAAF 1992) o de la violencia política (Arenas et al. 2005; Ataliva 2005, 2007) y arqueología del terrorismo de Estado (Ataliva 2004). Todas ellas, de una u otra forma, remiten a una representación en la que aquel objeto pasado reciente es comprendido para su investigación como un universo histórico-social sellado por la muerte, la ausencia de individuos y el miedo asociado a su producción y administración. Ninguna de tales designaciones refiere a las condiciones histórico-sociales que atravesaron el despliegue de aquellos hechos ni mucho menos a la diversidad de realizaciones (sociales, materiales y simbólicas) que aquellas acciones produjeron en el pasado y en el presente. La diagramación y conformación del plan de aniquilamiento social que el Estado operó con sistematicidad sobre fuerzas sociales cuyas identidades constitutivas se forjaron en el ejercicio de relaciones de solidaridad, resistencia y cambio social no se encuentran conceptualizadas en aquellas designaciones, por lo que entonces no dan cuenta de la realidad en toda su complejidad y dimensión. Es importante considerar esto ya que los efectos psíquicos y sociales de la totalidad de este proceso son constitutivos del sentido de contemporaneidad de la experiencia del pasado que muchas personas, familias y colectivos tienen y vivencian día a día. Particularmente en aquellas historias de vida marcadas por el acontecimiento límite de un proceso de vaciamiento de sentidos y desmantelamiento

Lo que trato de expresar con esto es la particularidad que asumen en estos contextos las políticas de producción de diferencias identitarias e históricas y la actuación de los dispositivos de poder-saber (sensu Foucault 1998) a partir de los cuales esas diferencias son representadas y legitimadas. En particular, en este caso, resulta importante entrever la forma discursiva que asume la lógica hegemónica habitual desde la cual el pasado y el presente son constituidos como objetos mutuamente alienantes, implicando ello el ejercicio de marcos político-legales diferentes para que la legitimidad de sus representaciones respectivas pueda ser sostenida objetivamente en la realidad social (también de manera alienante). El resultado de esto, en definitiva, es la constitución e identidad de víctimas y victimarios sociales dependientes del objeto de representación y comprensión que las comprenda: pasado pretérito o presente contemporáneo. Las narrativas arqueológicas se encuentran sujetas en gran medida a tales políticas desde las cuales se constituye la temporalidad, los dominios objetuales y los sujetos de conocimiento de los mismos. Esto puede explicarse por el sentido constitutivo de la propia arqueología en tanto práctica disciplinada

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de relaciones sociales en el que la violencia, la represión, la muerte y la desaparición fueron mera técnica de realización del aniquilamiento de aquellas fuerzas sociales. La naturaleza y sentido de este proceso y de sus profundos efectos sociales son ocultados cuando aquellas designaciones identitarias que remiten al despliegue técnico de su ejercicio y realización, son las que dan lugar a que el pasado reciente, en tanto objeto, sea motivo de tratamiento político en un presente que, de acuerdo a lo que las representaciones oficiales nos sugieren, muy lejos está de comprender condiciones político-institucionales que posibiliten la impunidad, el olvido y la injusticia en relación a aquellos hechos. Sin embargo, muy pocas veces aquel tratamiento contribuye efectivamente a reparar las realizaciones de aquel proceso. En efecto, como vimos anteriormente, en estos andamiajes de representación y subrepresentación el Estado encuentra legitimidad para construir las diferencias que le son más efectivas entre un pasado de luchas justas y represiones condenables y un presente de luchas condenables y represiones justas. Ésta es la terrible paradoja de oposición y negación sobre la que se montan en gran medida las representaciones colectivas de las diferentes identidades y condiciones que se encuentran en la raíz de los procesos de conflictividad social, en el pasado y en el presente. Las narrativas y representaciones arqueológicas sobre tales procesos también encuentran en aquel andamiaje sus sentidos y legitimidades, practicando pocas veces un ejercicio crítico y reconstructivo sobre ese poder hegemónico que las habilita. La sujeción de las narrativas arqueológicas a tales formas de representación del pasado suele dejar alienados a los actores sociales de sus condiciones de existencia constitutivas, siendo reprimidas sus experiencias como víctimas de la violencia al negárseles su condición de agentes políticos (Haber 2006). La razón de esto puede comprenderse tanto en el marco 70

de las relaciones de saber-poder institucionales a las que me he referido anteriormente, como también en el marco de los sentidos históricoidentitarios que indefectiblemente tienen las propias materialidades en torno a las cuales este campo de la arqueología se constituye. A saber, centros clandestinos de detención y tortura, fosas de inhumaciones, campos de concentración y exterminio, cuerpos ultrajados y flagelados, monumentos de memoria a víctimas, todos ellos emblemas de lo que de pasado tiene el presente, y de lo que el presente requiere no olvidar del pasado. Aún así, no significa esto que en tales materialidades estén definitivamente ausentes huellas que habiliten a recuperar también las praxis de confrontación de los actores sociales a la violencia del Estado, y las condiciones e identidades constitutivas que les fueron sistemáticamente arrebatadas en el pasado (secuestro, desaparición, tortura, exterminación…) y en el presente (leyes de la impunidad, narrativas tergiversantes, universos simbólicos alienantes…). Pero esto requiere analizar críticamente las condiciones e intereses que hacen posible que tales solapamientos, negaciones y reivindicaciones identitarias se confronten en función de las relaciones de saber-poder que se disputan las representaciones del pasado, del presente y de las relaciones entre ambos. Es innegable que parte de la sociedad fue puesta en ese lugar de víctima por quienes administraron y ejecutaron sistemáticamente las acciones de delito represivo sobre ella (persecución, privación ilegítima de la libertad, desaparición, aniquilamiento, secuestro y apropiación). Estas acciones, además, se nutrieron de un plan sistemático de encubrimiento y terror ejecutado principalmente por el Estado opresor y las instituciones cómplices sobre el colectivo nacional que fue su principal objetivo en la producción de miedo y legitimidad. En este sentido, la figura de víctima asume sentidos reivindicativos y constructivos cuando es

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entendida en el marco judicial y en el de las luchas sociales por la verdad y la memoria. Pero es la conflictividad desarrollada en torno a las representaciones y nociones de tales lugares y condiciones identitarias la que nos plantea la necesidad de ejercitar una reflexión crítica al respecto. Particularmente con el propósito de comprender la trama de significaciones e intereses en torno a la cual se narran y legitiman diversas identidades desde distintos lugares de enunciación, en especial desde las instituciones hegemónicas, organismos del Estado y medios de comunicación masiva. El conjunto de todas estas paradojas ontológicas y reflexivas, en este sentido, asume necesariamente el rol de elemento constitutivo de una arqueología que se ve permanentemente actuando a través de las márgenes del campo disciplinario de la ciencia ortodoxa y de sus regímenes de verdad y valor. Una arqueología que para producir conocimiento toma posición no en el borde, sino en el centro de las escenas de las relaciones sociales de saber-poder actuales poniendo permanentemente en crisis las condiciones disciplinares limitantes (Leiton 2007). Una arqueología que se zambulle críticamente en un espacio donde dialogan múltiples tiempos, lugares y personas, y donde las memorias se construyen, confluyen e interactúan en medio de controversias, ambivalencias, coincidencias y tensiones intersubjetivas (Ataliva 2006, 2007; Di Vruno y Seldes 2007). Una arqueología donde el pasado y el tiempo no se asumen como realidades únicas y absolutas sino como espacios interpelados y significados permanentemente desde las diversas experiencias y saberes del presente. Esta forma de hacer arqueología habilita a pensar y debatir de qué otras maneras podemos expandir el carácter crítico y político de nuestra práctica hacia los diversos intersticios de las relaciones entre pasado y presente que se enhebran en diferentes ámbitos institucionales y colectivos sociales. Ya que tal arqueología

sólo existe y es posible en tanto el tratamiento crítico de aquellas paradojas y disyuntivas sobre las narrativas del tiempo y las identidades permitan dar dimensión y sentido a diversas experiencias contemporáneas de pasados que, muy lejos de trascender inmutables en la vida social, puedan construirse permanentemente con miras al futuro. HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DEL PA S A D O C O N T E M P O R Á N E O : FORJANDO CAMINOS Y EXPERIENCIAS… Las investigaciones del EAAF fueron precursoras en la apertura de caminos hacia una arqueología de los sentidos contemporáneos del pasado, contribuyendo con sus trabajos a la formación de un campo de acción en el que necesariamente se ven involucrados saberes, narrativas e intereses de actores y colectivos sociales extra-académicos. En este caso, las exhumaciones e identificaciones de cuerpos de víctimas del terrorismo de Estado han implicado por sobre todo el consentimiento de los familiares de víctimas de desaparecidos y la colaboración de organismos de derechos humanos y ex-detenidos-desaparecidos para realizar investigaciones que requirieron de su participación en distintas instancias de los proyectos (EAAF 1990, 1992; Cohen Salamanca 1992; Fondebrider 2006). Además, estas investigaciones constituyen, tanto a nivel nacional como mundial, una experiencia pionera en cuanto a la articulación interdisciplinaria entre la arqueología, la antropología, la medicina, el derecho y la psicología en el marco de causas judiciales sobre los delitos del Estado cometidos contra la sociedad durante la última dictadura militar7. Actualmente las experiencias en este campo se han extendido a nivel nacional y se han comenzado a andar nuevos caminos con las tareas desarrolladas por varios colectivos académicos y sociales involucrados en la 71

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investigación de lugares que fueron parte de la tecnología represiva en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Tucumán.

Figura 1. Investigación arqueológica en el Pozo de Vargas (Archivo Fotográfico GIAAT).

del proceso que llevó a su desaparición y muerte. Los resultados alcanzados al respecto son de suma relevancia para imputar mediante las vías judiciales a los responsables de los delitos cometidos y restituir los restos de las víctimas a sus familiares (EAAF 1990; Somigliana y Olmo 2002). En este marco se sitúan las conocidas intervenciones del EAAF en cementerios públicos de las provincias de Tucumán, Córdoba y Buenos Aires, entre otras, donde se han podido localizar y excavar áreas de inhumación de los cuerpos de personas asesinadas por las fuerzas de seguridad del Estado. También en el contexto de causas judiciales un equipo interdisciplinario viene realizando en Tucumán investigaciones en el lugar conocido como Pozo de Vargas (Jiménez 2002; Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán [GIAAT] 2004; Ataliva 2005; Leiton 2007)8 (Figura 1 y 2). Se trata de una construcción subterránea edificada hacia fines del siglo XIX para el suministro ferroviario de agua en plantaciones de caña de azúcar, que en el contexto socio-político de los setenta habría sido empleada para depositar los cuerpos de personas víctimas de la violencia ejecutada por el Estado (Figura 3). Este equipo también lleva adelante investigaciones en el área militar donde funcionó el ex-campo de concentración y exterminio Arsenales Miguel de Azcuénaga, bajo la órbita de la 5ª Brigada de Infantería del Ejército Argentino (Comisión

Figura 2. Vista del sistema de canales para drenar el agua proveniente de la depresión de las napas freáticas en la investigación en el Pozo de Vargas (Archivo Fotográfico GIAAT).

Figura 3. Concentración de organismos de derechos humanos y otras agrupaciones políticas en el predio del Pozo de Vargas (Archivo Fotográfico GIAAT).

En el caso de las intervenciones de equipos de investigación en causas judiciales, las tareas están abocadas particularmente a aportar datos a la justicia sobre lugares que fueron empleados clandestinamente para detener, torturar, asesinar e inhumar a personas. Dentro de este campo han tenido lugar aquellas investigaciones cuyo propósito principal es la búsqueda, recuperación e identificación de restos de personas desaparecidas y la reconstrucción de las historias sociales en las cuales sucedieron sus vidas, como así también

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Bicameral 1991). Allí se están realizando trabajos interdisciplinarios con el propósito de localizar fosas de inhumaciones clandestinas y recuperar los restos de personas detenidasdesaparecidas que habrían sido ejecutadas en el lugar por las fuerzas militares (Figura 4). Por su parte, los trabajos que se llevan a cabo en edificios y lugares donde funcionaron centros clandestinos de detención (CCD) y campos de concentración, permiten relevar información que pueda complementarse y contrastarse con aquella aportada por distintas fuentes gráficas (fotografías, croquis, imágenes aéreas, etcétera), testimonios de sobrevivientes, civiles, militares y policías cuyos vínculos con aquellos lugares fueron forjadas en su carácter de partícipes, cómplices

y/o testigos de los hechos de violencia cometidos. Las experiencias narradas por estos testimonios resultan cruciales al momento de comprender y conocer cómo han funcionado aquellos sitios y las formas en que han sido modificados con el propósito de ocultar las marcas de los hechos cometidos. Se sitúan en este campo los trabajos llevados adelante por miembros del equipo de investigación Mansión Seré, en donde había funcionado el CCD Atila o Mansión Seré (Figura 5 y 6) en el partido de Morón, Buenos Aires (Seldes et al. 2007)9 y las investigaciones del GIAAT en el ex-campo de concentración y exterminio Arsenales Miguel de Azcuénaga, en Tucumán. En varias oportunidades estas diversas investigaciones han forjado su fisonomía de

Figura 5. La casona de la Mansión Seré donde funcionó el CCD Atila, antes de que fuera totalmente demolida en el año 1985 (Asociación Seré 2007).

Figura 4. Ingreso a la Sección Munición Tucumán (ex-Compañía de Arsenales Miguel de Azcuénaga) en el momento en el que el juez, peritos, querellantes y testigo se dirigían conjuntamente al sector donde habría funcionado el campo de concentración y exterminio durante la última dictadura militar (Archivo Fotográfico GIAAT).

Figura 6. Trabajos de excavación arqueológica en el lugar donde se encuentran los cimientos del edificio que funcionó como CCD Atila (Asociación Seré 2007). 73

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acuerdo a su permanente relación con otras instituciones técnico-científicas y diversos colectivos y actores sociales. Este trabajo de interacción y diálogo entre distintas disciplinas y personas vinculadas con la historia de aquellos lugares (familiares de desaparecidos, ex-detenidos, vecinos y militares, entre otros), está sujeto a los marcos legales de la justicia y los procedimientos de los trabajos periciales. La necesaria interpelación e implicación de los mismos constituye una instancia de fundamental importancia en el avance de este tipo de investigaciones, generándose condiciones para poder diagramar e implementar soluciones en el orden técnicometodológico, conocer las características de tales sitios, comprender las formas en que fueron empleados, transformados y abandonados, así como las condiciones en las que aquellos hechos sucedieron. Esta situación de permanente diálogo intersubjetivo en el ámbito judicial de las investigaciones arqueológicas, abre un camino a la consideración crítica de que también en el contexto de este campo de investigación legal, la memoria y los saberes vinculados a

diversas experiencias sociales son elementos fundamentales para construir condiciones y lineamientos de conocimiento de acuerdo a los cuales pueda fundamentarse y sostenerse la legitimidad de las evidencias y pruebas validadas desde los regímenes de verdad judiciales. Por tal razón, tienen necesariamente su inclusión y consideración ya no sólo sentido ético, político y social sino también relevancia y legitimidad científica, académica y judicial. Por otro lado, han significado importantes contribuciones a la constitución de este campo de praxis arqueológica un conjunto de proyectos sociales y políticos que han focalizado particularmente sus actividades en programas colectivos de interpretación histórica, construcción de la memoria políticosocial y de actividades culturales, en los cuales la arqueología ha asumido un lugar de acción fundamental. Entre ellos debemos mencionar los trabajos realizados en Mansión Seré (Bozzutto et al. 2004; Di Vruno y Seldes 2007) (Figura 7), Club Atlético en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Weissel et al. 2002; Weissel 2003; Zarankin 2006) (Figura 8), El Pozo (ex-Jefatura de Policía) en Rosario

Figura 7. Visita del público a las excavaciones arqueológicas en el predio de la Mansión Seré (Asociación Seré 2007). 74

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(Equipo de Investigación por la Memoria Político Cultural 2002; Rosetto 2004) (Figura 9) y Facultad de Educación Física en San Miguel de Tucumán (Arenas et al. 2003-2005; Ataliva 2006, 2007). En todos estos trabajos se ha puesto particular interés en la reflexión e investigación de las marcas del terrorismo de Estado y en la recuperación de lugares que habían funcionado como centros clandestinos de detención y tortura durante la dictadura. La participación en la mayor parte de estos proyectos de un colectivo social amplio y heterogéneo integrado variablemente por organismos de derechos humanos, familiares de desaparecidos, militantes políticos, ex-detenidos sobrevivientes, asociaciones vecinales, municipios y estudiantes

y profesionales universitarios, ha dado prioridad a la constitución de espacios de diálogo intersubjetivos con el propósito de transformar y gestionar a aquellos lugares de la represión como territorios de la memoria (sensu Da Silva Catela 2001) en los que puedan darse debates sobre el pasado, presente y futuro de nuestra sociedad (Equipo de Investigación por la Memoria Político Cultural 2002; Ataliva 2005, 2007; Di Vruno y Seldes 2007). Los procesos de constitución de estos espacios colectivos están sujetos siempre a los diálogos, acuerdos y desacuerdos que se urden y desatan entre distintos lugares de enunciación. Desde ellos se narran, sostienen y confrontan historias, temporalizaciones, intereses, identidades y experiencias diversas sobre lo que esos lugares significaron y deberían significar en

Figura 8. Trabajos arqueológicos en el lugar donde había funcionado el edificio del CCD Club Atlético (Arikah. net 2008).

Figura 9. Frente e interior del edificio del ex-CCD El Pozo (Vista Rosario 2008). 75

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el presente, dando lugar a controversias, ambivalencias y tensiones en torno a las memorias, representaciones y relaciones a construir alrededor de ellos10. Estos caminos abren el juego a que reflexivamente distintas historias e identidades vinculadas a aquellos lugares puedan ser representadas y comprendidas desde diferentes vivencias que los actores sociales implicados tuvieron con los mismos, tanto durante su empleo represivo como también con posterioridad al mismo cuando aquellos fueron reutilizados, abandonados y/o demolidos.El diálogo entre estos distintos sentidos que fueron inscribiéndose con el paso del tiempo en cada uno de los intersticios de estos territorios, habilitan a construir y urdir múltiples materialidades y temporalizaciones: formas diversas de conciencias y narrativas sobre la constitución mutua de las relaciones, las personas, los objetos, los espacios, los tiempos y las historias. C O N S I D E R AC I O N E S A B I E RTA S DE FRENTE A LA CRISIS DE LOS ABSOLUTISMOS MODERNOS Hablar en el marco de estas experiencias y caminos de un pasado contemporáneo, hablar desde esos lugares de enunciación, desde esas vivencias cuyos regímenes de verdad y valor quiebran las nociones modernas de tiempo e identidad como cosas inmutables, estáticas, completas y lineales, parece resultar incómodo y las respuestas reaccionarias al respecto son entendibles. Digo entendibles porque de alguna manera develan la crisis en la que se encuentran los territorios lingüísticos y simbólicos con los que la modernidad ha armado nuestra seguridad ontológica para referirnos, situar y comprender el pasado, el tiempo y las identidades como parte de nuestra vida diaria. La arqueología, como campo científico del saber moderno (Gnecco 1999, 2005), se encuentra también en medio de esta catástrofe en la que ha ingresado la seguridad ontológica de 76

la modernidad; esto porque las nociones de tiempo e identidad en torno a las cuales la arqueología erige comúnmente sus narrativas, se sostienen en gran medida sobre aquellos territorios lingüísticos y simbólicos que se encuentran en crisis. En este sentido, situar en la escena de la política de conocimiento arqueológico otras nociones y vivencias respecto al sentido que tienen el pasado y sus identidades en la construcción del presente y el futuro, y debatir las distintas implicancias de todo ello, también debería constituir parte del ejercicio crítico de la arqueología. Más aún si consideramos la posibilidad metafórica de que la praxis arqueológica, en términos generales, pueda comprenderse como una actividad terapéutica, en el sentido de que construye condiciones que contribuyen a situar y racionalizar socialmente dinámicas soterradas, exiliadas, inconscientes y traumáticas (Ataliva 2006; Falquina Aparicio et al. 2006). En este sentido, tal como he comentado con anterioridad, la arqueología se convierte en un trabajo de producción y narración que permite urdir materialidades, temporalizaciones e identidades sobre campos de sentidos fragmentarios y fantasmales. En ello se encuentra sujeta la posibilidad de que el quehacer arqueológico pueda significar alguna forma de reparación (sensu Buchli y Lucas 2001), emancipación y reivindicación de las experiencias, identidades y relaciones soterradas en el mundo de la subalternidad, el olvido y el vacío; porque tal ejercicio provoca un estado de conciencia, de encuentro, que nos facilita a los agentes y colectivos sociales construir y andar los propios caminos, los propios destinos, por sobre los traumas. Una realización como ésta requiere deambular, reflexionar y actuar a través de los márgenes del campo de disciplinamiento académico para posicionarnos e involucrarnos en el medio de las relaciones que hacen y definen a nuestras condiciones de existencia, de modo tal que podamos racionalizarlas y superar nuestro alienamiento de la realidad para actuar en y

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sobre ella como agentes políticos. Esto conlleva una doble acción: por un lado, reestablecernos en el mundo de la vida; por otro, implicarnos al mismo tiempo como sujetos y objetos de la praxis colectiva, expandiendo así el compromiso crítico de nuestra práctica hacia el interior mismo del campo disciplinar de la arqueología, el cual también se haya afectado por las realizaciones que originaron aquellas experiencias traumáticas (Leiton 2007). Las razones y andamiajes sobre los que se han forjado aquellas experiencias y caminos de trabajo colectivo que he comentado con anterioridad, pueden también pensarse en el marco de otros campos del ejercicio de la arqueología, como el de la historia y situación actual de distintos colectivos étnicos y de otros grupos subalternos que forman parte de la nación (obreros, colectivos de inmigrantes, gremios, mujeres, desocupados, entre otros) cuyas trayectorias de vida también han sido atravesadas por situaciones traumáticas y acontecimientos límites como el genocidio, el desamparo y la pobreza extremas, la trata humana y la violencia sexual, entre otros hechos 11. En todos esos campos también es posible desplegar y debatir conjuntos de razones por los que se hace cada vez más necesario formar y recorrer responsablemente caminos que impliquen asumir el compromiso con un proyecto de conocimiento superador de los absolutismos modernos desde los cuales se suelen sostener las representaciones temporales, biográficas e identitarias relacionadas al pasado y al presente12. A ello se encuentra en gran medida sujeta la posibilidad de construir condiciones adecuadas para que aquellas materialidades y temporalidades en torno a las cuales estos campos de la arqueología se constituyen, puedan inscribirse críticamente en la vida contemporánea de la sociedad y en la construcción de un futuro diferente. En este sentido, el quehacer de la arqueología tiene un importante rol que cumplir en la constitución de espacios de diálogo en los que colectivamente se pueda pensar políticamente

el pasado, pensando históricamente el presente (Delfino y Rodríguez 1991). Tomar en cuenta estas consideraciones en arqueología requiere edificar redes alternativas de formación y pensamiento, transgredir estructuras y regímenes enquistados, y por sobre todo, construir marcos epistemológicos, ontológicos y políticos adecuados y consensuados para que verdad, justicia, memoria y cambio social no remitan a un objeto ni a su representación amputada, sino a las relaciones y condiciones que hacen del pasado una experiencia de vida contemporánea. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en agosto de 2008 NOTAS 1. La noción de pasado en torno a la cual abordaré este trabajo, se aparta de los sentidos que la misma pueda guardar en tanto tiempo verbal. Más bien, la entiendo en el marco de los posibles significados socio-históricos, ontológicos y filosóficos que la misma pueda asumir. En el campo de la Física y la Mecánica la noción de pasado suele referir a la actuación de sucesos espacio-temporales que ocurren y/o se sitúan con anterioridad al suceso espacio-temporal que afectan. En este sentido, tal anterioridad de la actuación del suceso-pasado es constitutiva de la ocurrencia del suceso-presente. Sin embargo, esa condición no neutraliza la posibilidad de que el suceso-presente ocurra paralelamente mientras la actuación del suceso-pasado que lo antecede aún continúa ocurriendo, dando lugar a que el suceso espacio-temporal pasado y el suceso espaciotemporal presente ocurran o se sitúen en un lugar contemporáneo de actuación en algún momento de sus trayectorias. Tal situación, por lo tanto, daría lugar a que el suceso espacio-temporal presente afecte al suceso espacio-temporal pasado. Lo expuesto tiene relevancia particular cuando tratamos de comprender tales nociones en sus dimensiones socio-históricas y políticas. Aunque la existencia del pasado en tanto acciones, acontecimientos y sucesos ocurridos es innegable, es su experiencia vivida y narrada la que hace del pasado algo real tanto espacial como temporal 77

Diego M. Leiton - Hacia una arqueología del pasado contemporáneo y significativamente. En este sentido, el pasado sólo constituye una experiencia espacio-temporal particular y su verdad existencial se encuentra localizada en la experiencia del presente (Ricoeur 1981, 1987). Desde esta perspectiva, el pasado es una experiencia más del presente, siendo ambas constitutivas una de la otra. En determinadas experiencias de vida vinculadas a un acontecimiento limite (sensu La Capra 2006), como el aniquilamiento social por desaparición forzada de personas (cf. Vega Martínez 1997, 1999) que produjo traumas psicosociales vivenciados como una experiencia psíquica y corporal particular, sus realizaciones y efectos en el presente suelen tomar la forma de una experiencia atemporal donde queda atado en un mismo nudo espacio-temporal el pasado y el presente. En casos como estos, la experiencia del pasado se extiende como una experiencia particular del presente, vivenciándose ambas como contemporáneas. Por el contrario, cuando menciono la circulación de una noción pretérita del pasado intento hacer alusión a aquellas perspectivas que construyen, sitúan y sujetan a aquellas experiencias de contemporaneidad a la narrativa lineal de los tiempos verbales y a las conjugaciones verbales de la narración del tiempo lineal. En ellas, la noción del pasado aparece como algo caducado, soterrado y clausurado en la anterioridad. 2. Las particularidades de la mirada a la que remito sobre este proceso han sido analizadas y desarrolladas por Foucault (1976) y Elías (1987). 3. He tomado esta forma de representación de Michel De Certeau (1999), quien la emplea en su trabajo sobre la cultura popular francesa. Es una forma bastante irónica, mordaz y hasta sarcástica de representar una situación histórico-social, pero al mismo tiempo es bastante elocuente para la especificidad de lo que se pretende narrar y comprender aquí: una figura que resultó del trayecto histórico por el que atravesó lo indígena desde el exterminio colonial al que se vio sujeto material y simbólicamente por años hasta su reivindicación cultural en el ámbito folklórico y artístico hegemónico, una vez que su peligrosidad, esa supuesta esencia de lo indígena por la cual se los había combatido, ya estaba muerta. 4. El Cacique de la Comunidad India Quilmes (Tucumán, Argentina), Francisco Chaile, comenta de forma muy ilustrativa la manera en que esta comprensión se encuentra totalmente institucionalizada a nivel

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educativo: “A nosotros nos enseñan como pasado, pero no somos pasado, somos presente…” (Endere y Curtoni 2003:283). 5. Debemos recordar que en el gobierno nacional constitucional de María Estela Martínez de Perón fue promulgado y convenido el Decreto Nº 256/75 (5 de febrero de 1975) del Poder Ejecutivo con fecha del 5 de febrero de 1975, con el que se le daba figura legal a un plan para aniquilar el accionar subversivo en la provincia de Tucumán, el cual tuvo lugar con el nombre de Operativo Independencia. En ese mismo año se firmaron luego tres decretos más que promulgaron el compromiso de todas las Fuerzas Armadas y extendían las medidas ya decretadas a todo el territorio nacional (Comisión Bicameral 1991). 6. Al respecto son ilustrativas las estrategias discursivas de representación y legitimación que adoptó el gobierno nacional y bonaerense para narrar los hechos de enfrentamiento que sucedieron en Puente Pueyrredón (Buenos Aires) en el año 2002, entre organizaciones populares y fuerzas de seguridad del Estado, cuya acción represiva de estas últimas llevó a allanamientos ilegales de locales de partidos políticos, empleo ilegal de municiones de plomo por parte de la policía provincial, y al asesinato de dos militantes sociales: Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. En ese momento, tanto los voceros del Estado como varios medios de comunicación masiva pretendieron construir una imagen de aquellos hechos sujeta a teorías que sostenían el desenvolvimiento de enfrentamientos armados entre las mismas organizaciones populares o la existencia de un pacto maligno entre dirigentes populares e instituciones del Estado que comprendía un acuerdo previo respecto a la violenta represión que las fuerzas de seguridad desplegaron sobre ellos (cf. Escobar y Finvarb 2006). Algo semejante sucedió en el 2007 con la represión ejercida por el gobierno de Neuquén sobre las manifestaciones de los gremios docentes, que llevó al asesinato del maestro Carlos Fuentealba y a decenas de heridos. 7. El EAAF es una organización no gubernamental sin fines de lucro que lleva a cabo además investigaciones en países de África, Europa y América; su labor y experiencia ha estimulado y contribuido a la conformación de equipos y asociaciones que actualmente se encuentran dedicados a investigaciones forenses sobre crímenes y violaciones a los derechos

La Zaranda de Ideas 5: 65-83 (2009) humanos cometidos en el contexto de conflictos armados, dictaduras militares, etc. Recomiendo visitar el sitio Web del EAAF (http://www.eaaf.org) y el de la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense (http://www.alafforense.org). 8. Estas tareas son llevadas a cabo por el Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán (GIAAT), un equipo de investigación conformado por investigadores, docentes, técnicos y estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Catamarca, que desde el año 2002 trabaja en la construcción de conocimiento acerca de las especificidades con las que asumieron y se desenvolvieron en Tucumán los conflictos sociopolíticos, enfrentamientos armados y procesos de aniquilamiento social por desaparición entre los años 1975 y 1983 (GIAAT 2003, 2004). 9. Puede consultarse mayor información sobre la historia de Mansión Seré, la constitución del equipo de investigación y los objetivos de los proyectos que se llevan a cabo en el lugar, en el sitio Web de la Asociación Seré (http://www.asociacionsere.org.ar). 10. Son ilustrativas al respecto las vivencias que se han forjado en torno al proceso colectivo de recuperación y gestión del edificio donde había funcionado el ex-CCD El Pozo, en la ciudad de Rosario (Santa Fe) (cf. Haber 2006; Página 12, 6 de Enero de 2008) y, por otro lado, los foros organizados en los años 2002 (http://www. filo.uba.ar/contenidos/secretarias/seube/catedras/ ddhh/foros/2002/02-11-08.htm) y 2004 (http://www. filo.uba.ar/contenidos/secretarias/seube/catedras/ ddhh/foros/2004/foro-8.htm) por la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en los que se ha debatido el tema de la representación del genocidio y la reconstrucción de la memoria y la identidad en torno a las experiencias construidas por los trabajos de recuperación de lugares donde habían funcionado CCD durante la última dictadura militar, como los casos de Mansión Seré y Club Atlético en Buenos Aires. 11. En el 1er Encuentro de Gestores Culturales Comunitarios y Universitarios realizado en julio de 2007 en Quilmes (Tucumán, Argentina), donde se dispusieron al diálogo y debate comuneros indígenas, estudiantes y profesionales de arqueología y funcionarios del Ente

Turismo de la provincia, luego de que un arqueólogo expusiera sus comprensiones sobre el objeto de investigación arqueológica, un dirigente indígena de la Comunidad India Quilmes sostuvo no haber entendido “…cuando ustedes [los arqueólogos] hablan de pasado; (…) para nosotros el pasado es presente...” (Comentario registrado por el autor; énfasis mío). Este sentido del tiempo, esta forma de temporalización en torno a la cual los integrantes de la comunidad forjan y sujetan sus identidades colectivas y sustentan los reclamos y luchas por sus derechos, también está inscripta en otras experiencias discursivas, como por ejemplo cuando sostienen su resistencia a concebir a los lugares sagrados donde vivieron sus antepasados como ruinas o sitios arqueológicos (Marchegiani et al. 2004) como si se tratase de lugares cuyos sentidos están arruinados, muertos, extintos y condenados a un pasado soterrado. Algo similar podemos pensar en torno a aquellos sitios que fueron empleados por el Estado para administrar la represión y desaparición forzada de personas en los setenta: como sostiene Ataliva (2005, 2007) designarlos y narrarlos como ruinas o, simplemente, como sitios arqueológicos, no sería posible sin al mismo tiempo reprimir y negar su historicidad y constitución como lugares de la memoria; de la misma manera que lo son aquellos en los cuales se encuentra inscripto el universo simbólico de la vida social de las comunidades indígenas. 12. En Argentina, luego de las discusiones y planteamientos que al respecto fueron en profundidad tratadas y desarrolladas por Delfino y Rodríguez (1991) hace ya más de quince años, varios han sido los proyectos de arqueología que a nivel nacional han ido construyendo con cierta continuidad diversas experiencias en este camino (e.g. Delfino 1999a, 1999b; Cortegoso y Chiavazza 2003; Endere y Curtoni 2003, 2006; Marchegiani et al. 2004; Aschero et al. 2005; Haber et al. 2005; Mamaní et al. 2007, entre otros).

AGRADECIMIENTOS Este trabajo fue realizado en el marco del Proyecto de Investigación Arqueología, Historia, Antropología y Bioarqueología del Terrorismo de Estado en la Provincia de Tucumán, Argentina (1975-1983), que el GIAAT lleva a cabo con financiamiento del Ajuntament de Barcelona, Comissió de Barcelona Solidaria (España). Cristina 79

Diego M. Leiton - Hacia una arqueología del pasado contemporáneo

Villarroel y Florencia Becerra me auxiliaron en la traducción del resumen. Han sido muy enriquecedores los comentarios que sobre la lectura de versiones preliminares de este trabajo aportaron María Eugenia Rodríguez Pontet, Víctor Ataliva, Daniel Delfino, Lorena Cohen, Marco Giusta y Mercedes Vega Martínez. También las observaciones de los evaluadores y del Comité Editorial de esta revista han contribuido a mejorar el trabajo. A todos ellos les estoy muy agradecido. BIBLIOGRAFÍA Andreassi Cieri, A. 1996. Las raíces del genocidio. Los antecedentes de la militarización de la política y de una ideología del exterminio en Argentina. 1880-1920. Boletín Americanista 36 (46):19-54. Arenas, P.,V. Ataliva, S. López Campeny y E. Noli 2005. La arqueología y la antropología en la búsqueda de identidades: el caso de los desaparecidos durante la última dictadura militar. Estudios Sociales del NOA 8 (8):136-158. Arenas, P., V. Ataliva, S. López Campeny, G. Montini, A. Romano, F. Sansone Manzi y R. Zurita 2003-2005. Arquitectura del terror: los lugares de la no-memoria en San Miguel de Tucumán (Argentina). Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 20:27-45. Arikah.net 2008. Club Atlético. http://www.arikah.net. (Acceso Febrero de 2008). Aschero, C., V. Ataliva, M. L. Cohen, S. López Campeny y C. Somonte 2005. Arqueología e identidad... o Identidad de la Arqueología en la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle (Tucumán, Argentina). Textos Antropológicos 15 (2):263-276. Asociación Seré 2007.Asociación Seré. http://www.asociacionsere.org. ar. (Acceso Febrero de 2008). Ataliva,V. 2004. Disputas territoriales de las memorias: apuntes para una arqueología del terrorismo de Estado en Tucumán (Argentina). Resúmenes. XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina, pp. 86. Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto.

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*Diego M. Leiton es tesista de la carrera de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Esta contribución es parte de las actividades que realiza en el marco de los proyectos de investigación que el Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán (GIAAT) lleva a cabo en la provincia de Tucumán. Trabaja desde hace 5 años como perito de la Justicia Federal en causas sobre violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar en la provincia de Tucumán. Además, participa como auxiliar de investigación en proyectos arqueológicos en el altiplano de la provincia de Jujuy y en la región oriental andina del norte de la provincia de Catamarca, y se desempeña desde el año 2003 como Auxiliar Docente de Segunda Categoría en la Cátedra de Introducción a la Arqueología de la carrera de Arqueología de la UNT. Dirección de contacto: [email protected]

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EL AGUA COMO PARTE DEL PAISAJE

Lorena Salvatelli* RESUMEN El objetivo de este trabajo es discutir la importancia de los estudios de arqueología terrestre y subacuática como parte de un mismo proceso de interpretación del pasado. Se entiende que el registro arqueológico puede hallarse actualmente en una variedad de ambientes tanto terrestres como subacuáticos a causa de varias razones, como por ejemplo las oscilaciones de los niveles de agua ocurridas entre el Pleistoceno Final y el Holoceno Medio. Por lo tanto, se propone que para su recuperación debe utilizarse una metodología adaptada al medio ambiente en el cual se encuentre. En este sentido, es importante la interpretación integral del paisaje para acceder a la comprensión de la diversidad ambiental en la que se puede emplazar un sitio arqueológico, y en consecuencia poder “bucear” un registro integrado. Palabras clave: Arqueología Subacuática - Oscilaciones niveles de agua - Paisaje - Registro integrado ABSTRACT The purpose of this paper is to discuss the importance of studies of land and underwater archaeology as part of the same process of interpretation of the past. The archaeological record can be found in a variety of environments both on land and underwater.This is caused by different reasons, among which is the fluctuation of water levels that occurred between the Late Pleistocene to middle Holocene.Therefore, it is proposed to use a methodology adapted to the environment in which the site is located. In this sense, it is important to realize the importance of interpreting the different environments as part of the archaeological record. This will allow us to understand more clearly archaeological site composed of land and water. Key words: Underwater Archaeology - Water level fluctuations - Landscape - Integrated record

* Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (UNR) - [email protected] Salvatelli, Lorena. 2009. El agua como parte del paisaje. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 85-100. Buenos Aires. 85

Lorena Salvatelli - El agua como parte del paisaje

INTRODUCCIÓN Desarrollar un trabajo de revisión referido al origen de cualquier disciplina científica implica hacer un corte puntual -siempre algo arbitrario y cuestionable- en una historia que por lo general se extiende de modo mucho más amplio. El presente trabajo, orientado a analizar las condiciones históricas del surgimiento y consolidación de la arqueología subacuática en nuestro país, toma como punto de inflexión para dicho corte la percepción de los sitios arqueológicos como paisajes integrados. Históricamente la arqueología como ciencia ha incorporado progresivamente elementos a su contexto de análisis. Tal fue el caso de la arqueología subacuática, resultante de un proceso progresivo de exploración de ambientes ocupados por el hombre en el pasado y que culminó con la necesidad de avanzar aguas adentro para tener una verdadera perspectiva integral de dicha ocupación (Rocchietti 1998; Valentini 1998a). En general, se acepta que todo cambio observado en el medio ambiente tendrá un impacto significativo en la organización de las estrategias implementadas por las poblaciones humanas que, en ese momento, vivieron en él (Salvatelli 2007). Existen muchos registros arqueológicos que se encuentran en ambientes que no son los tradicionales, y a la vez no son observables a simple vista. Éstos deben ser interpretados como parte integral de una cultura, entendida como la relación bidireccional entre los grupos humanos y el medio ambiente que habitan, siendo este vínculo percibido como condición de supervivencia (Martín-Bueno 1992). De esta forma, se busca alcanzar un conocimiento del ser humano en su contexto espacio-temporal y social, intentando extraer del modo más completo posible información sobre su forma de vida, inquietudes, adaptación al medio, desarrollo intelectual y material, así como su 86

capacidad de estructuración social (MartínBueno 1992). En tal sentido, se considera que esta relación con la naturaleza por parte de los diferentes grupos humano no es -ni ha sido- un fenómeno ahistórico ni espontáneo, sino que se ha dado en el marco de una determinada organización social, lo que implica que las distintas sociedades impactaran y transformaran de modo diferente el medio que ocupan. El paisaje que rodea a las sociedades es percibido por parte de la arqueología moderna como un elemento clave de su desarrollo social, necesario para su subsistencia, y tan variable en sus condiciones y características como lo son las actividades humanas que se relacionan con éste (Binford 1962, 1965, 1977, 1994; Criado Boado 1993, 1995, 1999; entre otros). Acordamos con Curbelo cuando plantea que: “…un paisaje, está lejos de ser sólo el escenario externo de los movimientos de los seres humanos. No es ni la distribución de los recursos naturales ni el ordenamiento simbólico del espacio. Un paisaje se constituye como un registro de las vidas y trabajos de generaciones pasadas, que han vivido en él y han dejado algo de ellos mismos. Entre el paisaje y la gente que lo habitó se desarrolla una relación dialéctica” (Curbelo 1999:105). Criado Boado, por su parte, plantea que la construcción del espacio en el cual está inmerso todo sitio de ocupación se presenta como una parte esencial del proceso social, dando lugar al montaje de un tipo de realidad materializado por un determinado grupo -incluyendo aquí todo su bagaje cultural: creencias, mitos, ritos, etc.- y que es, de este modo, compatible con la organización socioeconómica. Este espacio no es una entidad estática es una construcción social en movimiento continuo (Criado Boado 1993). Esta interacción ser humano-ambiente produce un registro material que está presente en espacios muy diversos extendiéndose fuera

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de lo que tradicionalmente se considera como un sitio arqueológico. De esta manera se debe comprender al registro como un continuo que puede emerger en diferentes ambientes. Desde un principio, en esta relación los seres humanos dependieron del agua en múltiples niveles, utilizándola como fuente de alimentos, vía de comunicación y de intercambio con otras sociedades. Los cazadores-recolectorespescadores de la costa norte de canal Beagle (Tierra del Fuego), por ejemplo, se adecuaron a un medio ambiente hostil, en el cual los recursos alimenticios estaban totalmente relacionados con el agua, así también como la elevada movilidad de estos grupos (Orquera y Piana 1999). También la presencia de cuerpos y cursos de agua potable fue un factor frecuentemente determinante en la localización de asentamientos. Rapp y Hill (1998) plantean que los cursos de agua fueron un factor de suma importancia en el desarrollo de los paisajes y la creación de los hábitats de ocupación humana prehistórica. Los autores remarcan que la gran mayoría de los grandes sistemas fluviales del mundo poseen sitios arqueológicos importantes. Es por ello que la actividad arqueológica actual desarrolla búsquedas sistemáticas en ambientes acuáticos, entendiendo que allí se encuentra evidencia clave para una adecuada comprensión de los hechos del pasado. En este sentido, es fundamental revisar el concepto de paisaje arqueológico como un evento integrado “tierra-agua”, favoreciendo una percepción del sitio como un espacio total, que tenga en cuenta el rol jugado por la arqueología subacuática en el proceso de análisis. Procuramos, de esta manera, realizar un pequeño acercamiento al por qué de la importancia de la arqueología subacuática en nuestro país, cuya aplicación nos permite superar la imposición de límites actuales en sitios con cursos de agua lindantes. Desde nuestra perspectiva, la noción de “registro integrado” se entiende cuando:

un yacimiento se extiende por diferentes ambientes -enterrados o en superficie en la sección terrestre y en los depósitos subacuáticos (Rocchietti 1996)- debiéndose, por lo tanto, procurar una interpretación conjunta que comprenda la totalidad de este registro. Hasta hace algunas décadas, la mayor parte de los investigadores sólo prestaban atención a la parte emergida del contexto, pasando por alto aquella que pudiera encontrarse cubierta por agua. En cierta medida, es posible afirmar que ello derivaba de una imposición de límites actuales a los eventos arqueológicos, en la que los sitios se delimitaban teniendo como referencia las líneas de costas actuales, sin considerar en profundidad la posibilidad de que algún sector del mismo hubiera estado emergido al momento de la ocupación del lugar, o que sus ocupantes hubieran desarrollado algunas actividades en un espacio cubierto por agua. El trabajo de la arqueología subacuática en sitios en cuyas proximidades existe una fuente de agua, resultó fundamental en el proceso de construcción del sitio arqueológico como “un solo sitio”, compuesto por una porción terrestre y una acuática (Rocchietti 1998; Valentini 1998a, 1998b;Valentini et al. 2004).Tal percepción integrada de los sitios y del registro aún hoy está relegada pero paralelamente ha ido ganando adeptos a raíz de su enorme potencial explicativo. Es así que es fundamental poseer una visión completa del sitio que estemos trabajando. CONSIDERACIONES TEÓRICAS La presencia humana y los productos de su accionar han influido -e influyen de modo cada vez más marcado- en las características ambientales y geomorfológicas del planeta. El paisaje es una realidad socio-territorial, que constantemente oscila entre una construcción 87

Lorena Salvatelli - El agua como parte del paisaje

natural y otra cultural, estableciendo una dinámica singular entre ambas concepciones. Los espacios utilizados por los seres humanos no permanecen nunca estáticos, dado que éstos los adaptan en función de sus necesidades, cambiantes a través del tiempo. Corresponde a la corriente teórica conocida como Ecología del Paisaje (Bradford 1980; Butzer 1989; entre otros) el mérito de haber contribuido a la construcción de tal concepción actual del paisaje humano. Surgida hacia fines de la década de 1960, el tipo de análisis paisajístico propuesto por esta línea de pensamiento tomó fuerza a partir del diseño de investigaciones que utilizaban conocimientos de disciplinas tan diversas como la geografía, la botánica, la zoología, la ecología o la sociología en la elaboración de interpretaciones referidas a la acción humana en el espacio. Tomando como base esta línea teórica comenzaría a desarrollarse la denominada Arqueología del Paisaje (Criado Boado 1993, 1995, 1999;Anschuetz et al. 2001; Fábrega Álvarez 2004; entre otros). Desde esta perspectiva, se entiende por paisaje a la conjunción de tres tipos específicos de componentes distintos: el ambiente donde el hombre desarrolla sus actividades, la sociedad, la cual transforma el espacio físico en una construcción social y la cultura que configura el espacio como resultado de las concepciones del pensamiento de cada grupo humano (González Méndez y Criado Boado 2000). Este enfoque contribuyó a que los arqueólogos “levantaran la cabeza” de los sitios en singular, y se embarcaran en el estudio de cuestiones tales como cambios y variaciones del paisaje a nivel regional (e.g. Binford 1965, 1977, 1994; Schiffer 1987, 1988), considerando que ciertos vínculos humanos pueden verse influidos por factores físicos -elementos naturales como ríos, montañas- y funcionales -vivienda, agricultura, recursos- además de los sociales y culturales -representaciones simbólicas y estéticas- (Norberg-Schultz 1975). 88

Actualmente, todo análisis del paisaje debe considerar integralmente todos los elementos que lo conforman, incluyendo tanto la fauna, la flora, los estratos sedimentarios y las huellas de la actividad humana sobre ellos, como las relaciones existentes entre todos. Una parte del análisis del paisaje tiene por objeto reconstituir los vínculos existentes entre los elementos del paisaje, con el fin de observar los cambios que lo afectaron, basándose para ello en las relaciones que han sido definidas para ese espacio en particular y en el conocimiento de la historia global del lugar. En tal sentido, el paisaje arqueológico es entendido como el producto de la relación natural entre las sociedades y el espacio que ocupan; en otras palabras, deriva de la significación única del contexto relacional de las formas en que la gente se involucra con el mundo. Siguiendo esta perspectiva, un sitio arqueológico no debe ser entendido como una “isla” en la que las sociedades desarrollaron su accionar, sino como el núcleo interactivo a partir del cual dichos grupos humanos desarrollaron estrategias para apropiarse del espacio circundante -de allí la noción de interrelación entre entorno y sociedad que implica de que todo cambio en uno generará a la vez cambios en el otro- (Criado Boado 1995, 1999; Lanata 1996; Fábrega Álvarez 2004; Ballesteros Arias et al. 2005). De este modo, el paisaje no sólo es la construcción simbólica producida por las poblaciones, sino también es el entorno en donde las comunidades llevan a cabo sus actividades, el medio en el que sobreviven y se sustentan (Anschuetz et al. 2001), apropiándose de él según sus necesidades. También el arqueólogo se apropia de un espacio para llevar a cabo su investigación y, en función de sus necesidades metodológicas, realiza un recorte del total del espacio que analiza, definiendo para ello lo que considera los límites del sitio en el cual enfocará su actividad. Asimismo, este recorte se ve influido

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porque la materialidad del registro arqueológico puede expresar diferentes actitudes de posicionamiento del ser humano en el entorno, como resumen los conceptos de visibilización (cómo un elemento arqueológico es visto) y visibilidad (la panorámica que se domina desde él) (Criado Boado 1999; Fábrega Álvarez y Parcero Oubiña 2007). Estos criterios son muy significativos al momento de, por ejemplo, definir el tamaño de un asentamiento. Teniendo en cuenta la extensión de las superficies visiblemente ocupadas de cada sitio, será posible inferir la potencialidad de cada poblado. Pero es fundamental también evaluar las potenciales continuidades y discontinuidades de esa superficie visible, dado que puede extenderse también a superficies no inmediatamente accesibles -marítima, intermareal, terrestrepero no por ello menos significativas. La presencia de fuentes de aguas cercanas a un sitio obliga al arqueólogo a considerar que, cuando menos, se encuentra frente a un registro de límites poco definidos, dada la posibilidad de que una parte importante de éste se encuentre alterado, por ejemplo, por la erosión del agua y el transporte y redepositación de sedimentos.

e interpretar la variabilidad espacio-temporal de la organización y estructura del registro material. A la vez que nos permite discutir el marco paleoecológico y ambiental en las cuales las tácticas y estrategias humanas tuvieron lugar, teniendo en cuenta los diferentes procesos evolutivos que pudieron haberse dado en el pasado (Criado Boado 1995, 1999; Lanata 1996; Anschuetz et al. 2001; Fábrega Álvarez 2004). La consideración globalizadora del espacio como extensión del sitio tiene efectos prácticos para poder llevar a cabo nuestro estudio. De aquí nuestro interés en los estudios de las fluctuaciones en el nivel del mar ocurridas durante los distintos períodos glaciares, en la medida en que tales eventos no sólo produjeron cambios significativos en los paisajes, sino que tuvieron una relación directa con el poblamiento humano y con la posterior preservación del registro material derivada de ella (Dikov 1987). FLUCTUACIONES DEL NIVEL DE LAS AGUAS EN LAS COSTAS ARGENTINAS

El agua constituye, sin lugar a dudas, uno de los procesos transformadores de mayor importancia en los análisis históricos, debiendo tenerse en cuenta no sólo los efectos de su acción como agente natural sino también como recurso artificialmente manipulado por el hombre (entubamientos, embalses, represas, entre otros) (Schumm 1977; Muckelroy 1978; Hanson 1980; Gladfelter 1985; Schiffer 1987). El análisis de los procesos de formación y transformación de sitio, por ejemplo erosión y redepositación de sedimentos en determinados sectores, contribuirá a la resolución de los problemas que plantea el abordaje de sitios y registros asociados a ambientes acuáticos.

Como mencionamos anteriormente, los estudios arqueológicos que evaluaron el impacto de las fluctuaciones de la línea de costa durante el período glaciar constituyen el primer conjunto de trabajos en abordar orgánicamente el estudio de un proceso de transformación del paisaje a gran escala producido por el agua. Esto impulsó la necesidad de explorar tanto las superficies actualmente emergidas como las sumergidas, a fin de relevar la presencia de un registro que, con certeza, se extendía en ambos ambientes. Reconocer que la geografía en la que actuaron los grupos humanos de los períodos glaciares fue muy diferente a la actual, y que ello obligaba a considerar el registro en una escala espacial más amplia que la hasta entonces utilizada, resultó clave en el éxito de los trabajos que abordaron la temática.

Esta ampliación en la mirada del paisaje nos aporta un marco histórico-cultural para evaluar

Las últimas oscilaciones del nivel de las aguas en el período comprendido entre el Pleistoceno 89

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Final y el Holoceno Medio, fueron decisivas para la migración y asentamiento humano en determinadas zonas de los distintos continentes, a la vez que influyeron de modo determinante en la futura formación, preservación y visibilidad del registro arqueológico (Politis 1984; Borrero 1998; Bonomo 2005). Durante este período, y como resultado de los sucesivos ciclos de aumento y disminución de la temperatura y la humedad, se produjeron profundos cambios en el paisaje. En consecuencia, las zonas costeras en todas sus variedades: fluviales, lacustres y marinas, estuvieron particularmente afectadas. Numerosos estudios sobre los efectos de las glaciaciones permitieron determinar que cuando la capa de hielo crecía, y a medida que el agua quedaba atrapada en los glaciares, el nivel del mar bajaba; cuando el hielo se fundía, el nivel subía nuevamente (Renfrew y Bahn 1993; Adelson 1997; Rapp y Hill 1998; Cremaschi 2004; Bonomo 2005). Así, por ejemplo, durante el Pleistoceno Final el nivel del mar se encontraba unos 100 a 120 m por debajo de su cota actual, lo que significó que una superficie de considerable extensión de la plataforma continental estuviese expuesta. Hacia el 6000 AP ocurrió el máximo avance transgresivo, disminuyendo luego hasta alcanzar su cota actual (Dikov 1987; Renfrew y Bahn 1993; Gómez Otero 1995; Adelson 1997; Rapp y Hill 1998; Cremaschi 2004; Gutiérrez 2004; Bonomo 2005).

ocupación inicial de la Patagonia (cerca de 12.000 años A.P.), el nivel del mar estaba varias decenas de metros por debajo de su altura actual. Uno, dos o tres milenios antes de esa fecha, el nivel había comenzado a elevarse paulatinamente. Hace unos 5.000 años ese nivel se estableció. Si hubo asentamientos humanos junto a la costa entre el 12.000 y el 5.000 A.P., y si no se produjeron alzamientos tectónicos (como los hay en la Patagonia) que contrarrestaron el ascenso eustático, es probable que sitios arqueológicos de esa antigüedad se encuentren actualmente sumergidos” (Gómez Otero 1995:61). Estos cambios ambientales, ocurridos desde el Pleistoceno Final al Holoceno Medio, produjeron aumentos en los niveles marinos, anegando grandes extensiones de llanuras habitables y provocando retracciones de la línea de costa; por tanto, existen muchos sitios costeros del Pleistoceno Final-Holoceno Temprano sumergidos en el mar a una distancia de hasta 100 km de la línea de costa actual. Este ascenso sería otro factor que estaría sesgando la distribución de sitios litorales que tienen una antigüedad mayor a 6.000 años (Bonomo 2005).

La evaluación de las fluctuaciones en la extensión y los niveles de los cursos y cuerpos de agua, así como los efectos de dicha oscilación sobre las poblaciones americanas requiere de un estudio detallado de las superficies sumergidas bajo las cotas actuales. Tomando en consideración la magnitud de los cambios ambientales mencionados, coincidimos plenamente con lo planteado por Gómez Otero al sostener que:

Las impor tantes transformaciones ambientales registradas en nuestro continente a raíz de las variaciones climáticas mencionadas, condicionaron tanto el espacio que se podía ocupar como la oferta de recursos para las poblaciones prehistóricas. Dichas oscilaciones influyeron en la configuración de un paisaje con características completamente diferentes a las actuales, variabilidad que no sólo se evidencia en las especies de flora y fauna por entonces presentes, sino también en regímenes fluviales y pluviales completamente diferentes (Gómez Otero 1995; Carballo Marina et al. 1996-1998, entre otros).

“El estudio sobre el poblamiento temprano de la costa patagónica es el que mayores dificultades presenta. Hacia la época de

Por estas razones, es fundamental que los arqueólogos que investiguen en las franjas de costas -de mar, lagunas y/o ríos-, tengan en

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cuenta tanto las zonas de contacto tierra-agua como las zonas inmediatamente sumergidas del sitio. Siguiendo esta premisa, se realizó un relevamiento en las actas de los Congresos Nacionales de Arqueología Argentina (CNAA) a partir de 1994 1 , donde se registraron numerosos trabajos referidos a sitios que mostraran una íntima relación entre el registro terrestre y una fuente de agua lindante, conformándose una importante muestra con más de 60 ponencias en las cuales se manifestó esta relación. En la tabla 1 se enumeran entre nueve y once trabajos por congreso a modo ilustrativo, pero se reconoce que existen muchos más. A continuación se expone de manera sintética un trabajo por congreso a modo de ejemplo, reflejando la relación y a veces la continuidad de sitios terrestre con las fuentes de agua que los circundan. 1) XI CNAA (San Rafael): El sitio La Olla I, de ocupación prehispánica, ubicado 6 km al oeste de la ciudad de Monte Hermoso en la provincia de Buenos Aires, es un depósito limo-arcilloso de una laguna holocénica que aflora excepcionalmente en la playa actual, solamente durante bajamares extraordinarias. En 1984 se pudo realizar una excavación rápida y hubo que esperar hasta 1993 para que el sitio quedara otra vez expuesto y hacer nuevas recolecciones y estudios de los perfiles geológicos (Politis et al. 1994; Bayón y Politis 1998). 2) XII CNAA (La Plata): El trabajo de rescate en el curso inferior del Arroyo Las Conchas, en la provincia de Entre Ríos, es un caso semejante.Allí se realizó una recolección superficial de material en una isla que cuenta con una laguna interna y se encuentra rodeada por el Río Paraná, la cual está afectada por las crecientes y bajantes de ambos cuerpos de agua (Ceruti y Hocsman 1997).

3) XVIII CNAA (Córdoba): Los trabajos realizados en las cuencas de los Lagos Cardiel y Strobel, en la provincia de Santa Cruz, buscaron evaluar los procesos de poblamiento inducidos por las variaciones en los tamaños de las cuencas y superficies de las aguas de los lagos cordilleranos durante el Holoceno (Goñi et al. 2005). 4) XIV CNAA (Rosario): En la Laguna Chillhué, en el departamento Guatraché, provincia de La Pampa, se realizaron trabajos arqueológicos de prospección que permitieron la identificación de al menos cinco sitios con abundancia de material, también asignable al Holoceno. El trabajo permitió tanto caracterizar el registro arqueológico hallado en la laguna como analizar su relación con la dinámica de las sociedades indígenas pretéritas (Berón et al. 2001). 5) XV CNAA (Río Cuarto): El sitio “Paso Otero I”, localizado en la planicie de inundación del Río Quequén Grande, provincia de Buenos Aires, fue caracterizado como sitio de matanza y procesamiento inicial de guanaco (Lama guanicoe) y posee dataciones de 4800 AP. Uno de los trabajos realizado allí se enfocó en el análisis del contexto de depositación del sitio, intentando determinar si las fluctuaciones sufridas por el río influyeron en las re-estructuraciones de las pilas óseas de guanaco, originalmente depositadas por seres humanos (Gutiérrez y Kaufmann 2004). Como vemos, a lo largo y ancho del país, se encuentran sitios que estuvieron y están afectados por las fuentes de aguas circundantes y muchos de ellos actualmente están por debajo de ella, quedando al descubierto en períodos cortos de tiempo, efectuándose prospecciones y excavaciones en las orillas de las fuentes de agua. En ninguno de los casos se planteó explícitamente continuarlas en las zonas sumergidas, o por lo menos no se deja constancia de ello en los trabajos publicados, comprendiendo asimismo, que tal vez no era la intención del investigador continuar en este sector. 91

Lorena Salvatelli - El agua como parte del paisaje

AUTORES Lagiglia, H. Balbuan, J. L. Hoyos, M. I. Austral, A. Balesta, B. et al. Barrientos. G. et al. Bayón, C. y G., Politis De Feo, C. et al. Zavala, C. et al. Escuder, S. y F., Letieri Rodríguez, J. A. Castro, A. et al. Favier Dubois, C. y F., Borella Miotti, L. et al. Romero, X. Flegenheimer, N. et al. Mazzanti, D. L. Novellino, P. y G., Neme Ceruti, C. y S., Hocsman Nóbile, J. et al. Rodríguez, J. Avila, J.D. et al. Figuerero Torres, M. J. Coco, G. Escudero, S. Piñeiro, G. et al. Aldazabal, V. y E., Eugenio Bayón, C. y C., Zavala Levin, E. et al. Loponte, D. y A., Acosta Paez, M.M. et al. Politis, G. y M., Bonomo Caggiano, M. A. y O., Flores López Mazz, J. y A., Gascue Capdepont, I. y S., Pintos Eugenio, E. et al. Berón, M. et al. Levin, E. et al. Belardi, J.B. et al. Cortegoso, V. Orquera, L. A. Gutierrez, M. A. y C., Kaufmann Lanzelotti, S. Bonofiglio, M. M. Dantas, M. Aldazabal, V. et al. Ayuso, M.P. et al. Tamburini, D. et al. Ayuso, M.P. y M., Saghessi Martínez, G. et al. Castella, L. et al.

Nº CNAA XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XI Actas y Memorias San Rafael XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XII Actas, Tomo III - La Plata XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIII Resumen Córdoba XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XIV Resumen Rosario XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto XV Resumen Río Cuarto

PÁGINAS

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Tabla 1. Relevamiento realizado en las Actas de los Congresos Nacionales sobre trabajos referidos a sitios arqueológicos relacionados con fuentes de aguas cercanas. 92

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Pero podríamos pensar en un trabajo futuro donde se compartan las actividades tanto en tierra como en agua, ya que el registro arqueológico, como vemos, no distingue ambientes para asentarse Vale hacer una aclaración respecto a los ejemplos: el hecho de que la mayor parte provenga de la región pampeana y/o patagónica se debió al auge del estudio de estas dos zonas desde la década del ochenta hasta la fecha. Un breve recorrido por dichos trabajos da cuenta de la cantidad de investigaciones efectuada en sitios con fuentes de aguas muy cercanas al lugar de excavación. Esto se relaciona con que a mediados de la década del setenta, con los trabajos de Madrazo, se consolida la visión ecológica (Bonomo 2005). Este enfoque plantea la observación detenida de los cambios en los sistemas culturales donde intervienen tanto factores internos de la propia dinámica social como factores externos relacionados a los cambios producidos en el ambiente que rodea a ese grupo humano (Politis 1988). Así, la ocupación de estas diversas regiones es altamente dependiente de las variables climáticas que las afectan y, en particular, de los factores que controlan la disponibilidad de agua en el paisaje. Por lo tanto, es fundamental considerar las problemáticas de las oscilaciones de los cursos de agua a través del tiempo, derivadas de las fluctuaciones de los niveles en épocas de glaciaciones e interglaciaciones, observando la existencia de paleocauces y/o paleolagunas, registrando los períodos de sequía e inundación y explorando la evidencia referida a los ciclos diarios de bajamar-pleamar, a fin de tener presente que las márgenes de las aguas y el paisaje poseen una dinámica y variación constante (Salvatelli 2007). Asimismo, es relevante observar que hasta hace no demasiado tiempo el imaginario de la arqueología no consideraba el ambiente acuático -el sector sumergido del registro-

como parte de su universo de análisis, y que el único motivo de tal exclusión se relacionaba con la “aparente” falta de la visibilidad arqueológica del mismo (Salvatelli 2007). “Es la mirada la que construye el paisaje, que hasta que es observado y descodificado es sólo un espacio” (Ballesteros Arias et al. 2005:12). Es por ello que, uno de los intereses de este trabajo es intentar resaltar la necesidad de observar en nuestra disciplina el total de los procesos que modificaron la situación del registro. Trabajaremos, para dar cuenta de la importancia de interpretar integralmente todo sitio arqueológico, asumiendo que los mismos poseen variabilidad en términos de los ambientes por los cuales se extienden. Cabe esperar que el trabajo conjunto de la arqueología, en ambos ambientes, permita una interpretación más amplia de los sitios y la dinámica de la actividad humana en el pasado con relación a su entorno. Esta visión proporcionará nuevos datos a favor de la elaboración de una idea del uso total de los espacios, así como también de los procesos de transformación que afectaron y afectan al mismo -erosión, inundación, bioperturbación, entre otros-, contribuyendo al conocimiento de la dinámica de transformación de sitio y evidenciando la ausencia de sectores comprometidos por la acción hídrica (Renfrew y Bahn 1993; Lanata 1996). Recientemente, Rambelli (2002) denominó como “sitios terrestres sumergidos” a aquellos que en algún momento, estuvieron en tierra firme y actualmente se encuentran por debajo del agua, como concecuencia de los movimientos tectónicos, las elevaciones en los niveles de las aguas (tanto interiores como oceánicas), maremotos, erupciones volcánicas, entre muchas otras acciones naturales. Según entendemos, la relación entornosociedad es la que define la habitabilidad de los distintos sitios, habida cuenta el hecho estadísticamente comprobado de que las 93

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poblaciones humanas tienden a asentarse en regiones donde los recursos hídricos están a su alcance, facilitando de esta manera su utilidad, fundamental para la vida. Por ello es necesario incorporar todo el paisaje arqueológico a las investigaciones sin dejar a un lado ninguno de los sectores que lo componen. EL SECTOR DE AGUA COMO UNA PARTE MÁS DEL SITIO ARQUEOLÓGICO: OTRAS PERSPECTIVAS La información presentada en el apartado anterior permite iniciar este segmento con la siguiente afirmación: la arqueología subacuática, en tanto especialidad de una ciencia mayor -la arqueología- amerita la misma definición que ésta, la de una actividad dedicada a la recuperación, análisis y difusión de información relativa al pasado de la humanidad, con la salvedad de que al desarrollarse en un medio ambiente singular presenta ciertas dificultades técnicas, hoy ya fácilmente salvables (Bass 1966; Gianfrotta y Pomey 1980; Martín-Bueno 1993; Rodríguez Asensio 1996). La designación de dicha especialidad simplemente hace referencia al ambiente en el cual se lleva a cabo la recuperación de la evidencia material y no a otras diferencias significativas. La arqueología subacuática y la arqueología terrestre comparten un cuerpo teórico y metodológico semejante. La única diferencia sensible entre ambas es que la actividad subacuática posee una serie de técnicas particulares -un ejemplo de ello es la utilización de los equipos de buceo, necesarias para superar la dificultades que el medio acuático impone- que responden al lugar en el cual desarrolla su trabajo de campo. En tal sentido, la exploración del fondo de mares, lagos, ríos y distintos entornos anegados como turberas y pantanos (Barinov 1972) requiere de una disciplina que “bucee” en las profundidades del terreno que se extiende bajo el agua, sin 94

que ello suponga una separación tajante -e indebida- con respecto al trabajo desarrollado en tierra firme, como si se tratara de dos disciplinas diferentes o antagónicas. Esos fondos, cubiertos por las aguas y muchas veces por sedimentos o vegetación, construyen una enorme reserva de información que debemos recuperar y conocer si deseamos disponer de una historia más completa del pasado de la humanidad (Martín-Bueno 1992).Asimismo, es necesario tener en cuenta los múltiples desafíos que presentan los espacios de transición hacia los terrenos sumergidos tales como pantanos, zonas costeras u orillas de lagunas, dado que la mirada arqueológica debe incluirlos también al momento de construir su definición de paisaje arqueológico y de establecer los límites de los sitios en que trabaja. El esfuerzo puesto por los arqueólogos en elaborar interpretaciones integradas debe buscar reflejar una continuidad intrínseca del registro material, a la vez que evitar la construcción de un pasado fragmentario con dos corpus de información generados por dos “diferentes arqueologías”. Dado que el paisaje continúa más allá de nuestra vista (Rocchietti 1998; Valentini 1998b; Valentini et al. 2004) y que los diferentes eventos de una sociedad pudieron extenderse más allá de la orilla, es fundamental que un trabajo arqueológico que intente ser integral trate de realizar una investigación en ambos ambientes. Cabe recordar que la excavación es sólo una pequeña parte del proceso de investigación arqueológica, y es en ese momento en que se observan las ya mencionadas variaciones técnicas relativas a la recuperación de los materiales. Los pasos a seguir a partir de allí se enmarcan en las generalidades de cualquier otro trabajo arqueológico de análisis e interpretación. Por otra parte, es necesario tener en cuenta que:“…la actual disponibilidad de equipos y medios técnicos para realizar todo tipo de actividades subacuáticas obligan a efectuar este tipo de arqueología con el mismo rigor metodológico y técnico que

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en tierra” (Elkin 1998:1). Ya en el año 1978, la Recomendación 848, apartado nº 4 del Consejo de Europa planteaba: “La arqueología realizada en un medio acuático ha provocado, equívocamente, una indebida y tajante separación entre la arqueología terrestre y subacuática. La Arqueología es única, el que la realicemos sobre tierra o bajo el agua, aún con sus lógicas limitaciones, es una cuestión de medios y/o modo, y no de rigor científico” (Consejo de Europa 1978). Según entendemos, tal afirmación proporciona un acercamiento lógico y muy interesante acerca de cómo deben ser consideradas las investigaciones que se realizan bajo agua, descartando que sólo porque se deba incluir algo más de equipo tecnológico en su desarrollo, ello no implica que se trate de una disciplina diferente. En tal sentido, coincidimos con Gianfrotta y Pomey, quienes plantean algo similar al sostener que :

El desafío asumido por la arqueología subacuática no es diferente al de la arqueología de alta montaña, la arqueología de glaciares o la arqueología de cuevas. En los cuatro casos, el desarrollo de la actividad requiere de un equipamiento y conocimiento logístico específico para moverse en un ambiente y geografía particular, sin que ello modifique en lo absoluto la naturaleza de la acción científica en sí. Las acciones arqueológicas deben enfocarse en la reconstrucción de los procesos culturales a través de los restos materiales ya sea que se encuentren sumergidos, en las cumbres de las montañas o dentro de cavernas. Estas investigaciones solamente se pueden diferenciar por las técnicas empleadas, las cuales son más apropiadas para recoger la información existente en cada uno de los ambientes, pero los principios teóricos son los mismos para todas las investigaciones (Rambelli 2002).

“…l` archeologia subacquea appunto, che non e` né potrebbe essere un ramo scientificamente autonomo dell` archeologia in generale: si tratta infatti semplicemente di una tecnica, del resto non del tutto nuova, che permitte di recuperare una documentazione particularmente rilevante (...) l´archeologia, n a t u ra l m e n t e , d ev e e s s e re c h i a m a t a semplemente archaeologia” (Gianfrotta y Pomey 1980:8).

Como mencionáramos anteriormente, con frecuencia, lo que se presenta como un obstáculo en el camino del arqueólogo (montañas, hielo, agua) no es más que lo que antes definimos como los límites aparentes del registro y que la interpretación de una dinámica social del pasado requiere de un abordaje contextual más amplio.

La aceptación de la noción “arqueología subacuática como arqueología” contribuirá a cumplir el objetivo general de la disciplina, favoreciendo interpretaciones más acabadas y precisas al permitirnos corroborar o refutar datos, contrastar la información surgida de otras fuentes -si las hubiera- o aportar elementos nunca antes contemplados en los análisis. Es preciso mantener como una constante la consideración del paisaje arqueológico como una entidad integrada, cuya adecuada interpretación posibilitará una mejor comprensión de la dinámica de la vida de los grupos que habitaban cada lugar y su relación con el espacio que los circundaba.

Coincidimos con Rocchietti cuando plantea que “…tener en cuenta la unidad entre lo terrestre y lo acuático es entender cómo se formó y transformó el sitio, sin perder el nivel de complejidad e integridad al que nos enfrentamos al construir el registro arqueológico, en un paisaje que podemos denominar como ‘paisaje de agua’” (Rocchietti 1998:2). En nuestro país existen muchos trabajos desarrollados en arqueología subacuática en los cuales se puede observar perfectamente el desarrollo del “paisaje de agua”. Algunos ejemplos de ellos son: El sitio Las Encadenadas en la provincia de Buenos Aires (Austral y García Cano 1999; Valentini et al. 2004); 95

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excavaciones realizadas en Santa Fe La Vieja, provincia de Santa Fe (Valentini y García Cano 1996, 1997, 1999a, 2001;Valentini 2001;Valentini et al. 2004); prospecciones y excavaciones en el sitio San Bartolomé de los Chaná-La Boca del Monje, tambien en la provincia de Santa Fe (Valentini 1998c; Rocchietti et al. 1999; García Cano y Valentini 2000; Valentini y García Cano 1999b, 2001a; Valentini et al. 2004); el paraje Vuelta de Obligado, en la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires (Igareta et al. 2001; Valentini et al. 2004); y el H. M. S. (His Majesty´s Ship) Swift, ubicado en la ría de Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz (Elkin et al. 2000), entre otros tantos trabajos. La percepción de ciertos escenarios arqueológicos como espacios mixtos (Valentini 1998a; Rocchietti 1998) ha sido -cuando menos en nuestro país- un desarrollo bastante reciente. Corrió mucho agua bajo el puente hasta que la arqueología superó su convencimiento de que no era posible recuperar un registro que no podía ver, o que -para el caso- requería de sumergirse para averiguar si existía. Afortunadamente, en la actualidad la arqueología subacuática está abocada a diseñar estrategias de investigación que permitan extraer la mayor cantidad de información posible de la evidencia arqueológica sumergida que haya sobrevivido hasta el presente, y que es llevada a la superficie con el objeto de determinar su significado cultural en el contexto de una investigación completa (García Cano y Valentini 2001). CONSIDERACIONES FINALES  De acuerdo a lo planteado, esperamos haber presentado las evidencias necesarias para vislumbrar la importancia de una interpretación integral del paisaje, como táctica para una comprensión total de los sitios arqueológicos, reflejada perfectamente en aquellos sitios con fuentes de agua cercana en donde existe más de un ambiente involucrado para ser investigado. 96

Esperamos haber establecido la significación del efecto de las variaciones en el entorno -por ejemplo, los cambios en los niveles del mar- en la visibilidad de una parte del registro que podría permanecer sumergida, destacando la necesidad de observación e interpretación de todos los ambientes involucrados en cada uno de los sitios como una unidad, y no como una dualidad. La utilización de las técnicas subacuáticas, permite que la arqueología extienda su campo de investigación al mundo sumergido, posibilitándole “ver” la totalidad de los yacimientos, así cómo analizar los procesos que formaron y transformaron los mismos, contribuyendo a la comprensión de la evidencia material, consecuencia de la actividad y la dinámica de la vida humana en el pasado. Como una modalidad más de la arqueología, la subacuática lleva implícita la aplicación de una metodología que resuelve los problemas científicos planteados y permite documentar con mayor precisión el conjunto de estos restos arqueológicos preservados y su posición en el espacio; obteniéndose una visión global del sitio (Valentini y García Cano 1996, 1997, 1999a, 1999b, 2001). Todos los trabajos pasados, presentes y futuros en el sector subacuático son de gran importancia para reforzar los trabajos realizados en tierra, ya que se podrá generar una complementariedad entre ambas metodologías, profundizando y ampliando, de esta manera, el conocimiento que se tenga de un sitio arqueológico. Trabajando a la par los dos equipos de tareas, se amplía el campo de investigación, dándonos una excelente y más completa información de cómo vivía la gente en ese lugar, sus costumbres, las tareas desarrolladas, cómo se relacionaban con otros grupos humanos cercanos. El arqueólogo siempre funciona como mediador entre el presente y los restos

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del pasado que ya no existe, desde y hacia donde se efectúa la “lectura” de los vestigios (Shanks y Tilley 1987). Esta lectura dependerá pura y exclusivamente del arqueólogo, por tanto mientras más información se obtenga de un sitio, más completa será la visión del mismo. El desarrollo de esta nueva visión es fundamental para entender los sitios arqueológicos en su conjunto, evitando visiones sesgadas y fragmentadas que no darán cuenta acabadamente de la riqueza del registro arqueológico (Austral y García Cano 1997; Valentini y García Cano 1997; 2001; Rocchietti 1998;Valentini 1998a). La actividad subacuática ha demostrado con la práctica, que los datos obtenidos surgen con la misma rigurosidad científica y metodológica que en las investigaciones realizadas en tierra firme. En cualquier caso, permiten estudiar estos momentos de la historia de la humanidad, que de otra manera serían inaccesibles, así como permite un enfoque más completo de estos acontecimientos. Recibido en febrero de 2008 Aceptado en septiembre de 2009 NOTAs 1. Los Congresos Nacionales faltantes se deben a que no se ha podido conseguir las publicaciones de las Actas ni los Libros de resúmenes. Estos Congresos son: 1983 - VII CNAA, realizado en San Luís; 1985 VII CNAA, realizado en Concordia, 1989 - IX CNAA, realizado en la Ciudad de Buenos Aires; 1991 - X CNAA, realizado en Catamarca. 

AGRADECIMIENTOS A todos aquellos que hicieron posible que llegara a la meta. Sobre todo a mi familia, a la Dra. Ana Igareta, Lic. Mónica Valentini, a mis amigas/os y a los evaluadores por su gran aporte a este trabajo.

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*Lorena Salvatelli es Licenciada en Antropología con orientación en Arqueología de la Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (2007). Este artículo es parte de su tesis de Licenciatura. Dirección de contacto: [email protected]

EL PAISAJE CAZADOR EN LA QUEBRADA DE ANTOFALLA (ANTOFAGASTA DE LA SIERRA, CATAMARCA)

Enrique A. Moreno* RESUMEN En los más de 11.000 años de ocupación humana en la puna meridional argentina, los camélidos han sido parte central de la organización de estas poblaciones. Uno de los modos de apropiación principal de estos animales ha sido la cacería. Para llevar adelante esta práctica, los cazadores prepararon el paisaje de forma tal de anticipar los movimientos de las presas y organizar los ataques. A partir de una prospección intensiva de la quebrada de Antofalla (Departamento Antofagasta de la Sierra, Provincia de Catamarca), hemos podido identificar diversas estructuras utilizadas por los cazadores para realizar estas prácticas, que posiblemente hayan sido reutilizadas en los diferentes momentos de ocupación humana del área. Palabras clave: Paisaje - Cacería - Camélidos - Puna de Atacama ABSTRACT In the last 11.000 years of human occupation of the argentinian meridional puna, camelids have been a central part of the organization of these populations. One of the main ways of appropriation has been hunting. To carry out this practice, hunters prepared the landscape in order to anticipate the movement of preys and organize the attacks.Through an intensive survey of Antofalla valley (Antofagasta de la Sierra Department, Catamarca Province), we have identified several structures used by hunters to perform these practices, which have possibly been re-used in different moments of the human occupation of the area. Key words: Landscape - Hunting - Camelids - Atacama Puna

* Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca – CONICET. [email protected] Moreno, Enrique A. 2009. El paisaje cazador en la Quebrada de Antofalla (Antofagasta de la Sierra, Catamarca). La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 101-120. Buenos Aires.

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Enrique A. Moreno - El paisaje cazador en la Quebrada de Antofalla...

INTRODUCCIÓN La Puna meridional argentina ha estado ocupada por poblaciones humanas durante los últimos 11.000 años (Aguerre et al. 1975; Nuñez 1983; Aschero 1984, 2000; Fernández Distel 1986; Nuñez y Santoro 1988; Aschero y Martínez 2001; Hernández Llosas 2000; Martínez 2003). Dentro de las estrategias económicas de estos grupos, la cacería ha sido una de las principales, siendo los camélidos las presas más aprovechadas dado su gran aporte calórico por unidad y además por proveer de importantes recursos secundarios, como por ejemplo el cuero y la lana. Ahora bien, realizar estas prácticas no resultaba una tarea sencilla dado que los camélidos poseen características adaptativas que les permiten adecuarse muy bien a las elevadas alturas del área de estudio, y por lo tanto poder escapar velozmente frente a los peligros (Wheeler 2006). Debido a esto, los cazadores tuvieron que recurrir a diferentes estrategias para poder realizar las cacerías, y es en este punto en el que se centra nuestro objetivo: evaluar la manera en que los paisajes fueron utilizados y modificados para anticipar los movimientos de los animales. Para ello mostraremos diferentes estructuras construidas por los cazadores, que aprovechando las formas naturales del territorio y sumado a los conocimientos acerca de la etología de las posibles presas, aumentaron las posibilidades de éxito en esta actividad. Pero antes de introducirnos en el caso particular, nos interesa mostrar la relevancia que las investigaciones arqueológicas han dado a la caza de camélidos como una de las fuentes principales de recursos para las poblaciones humanas en el largo término de ocupación en el área. LA CAZA DE CAMÉLIDOS EN LA PUNA Las poblaciones humanas que habitaron la puna meridional argentina en los últimos 102

11.000 años han utilizado a los camélidos como una de sus fuentes principales de alimentación y recursos secundarios (Yacobaccio 1988; Aschero et al. 1991; Yacobaccio y Madero 1992; Aschero et al. 1993-94; Yacobaccio et al. 1994; Elkin 1996; Pintar 1996; Olivera 1997; Yacobaccio et al. 1997-98; Aschero y Martinez 2001; Haber 2003a, 2006, 2007; Ratto 2003; entre otros). Para poder acceder a estos, la principal estrategia fue la cacería, al menos hasta la domesticación de la llama. Sin embargo, y como pretendemos mostrar a lo largo de este trabajo, la caza de camélidos salvajes (principalmente las vicuñas) continuó siendo una actividad importante hasta momentos muy tardíos, que podemos rastrear incluso hasta mediados del siglo pasado. Durante el Holoceno temprano y medio, las poblaciones se caracterizaron por poseer una economía basada en la caza de camélidos y roedores, por la recolección o el intercambio de recursos vegetales de zonas más bajas, principalmente los valles mesotermales (Elkin 1996; Yacobaccio et al. 1997-98; Aschero 2000; Martínez 2003). Las investigaciones arqueológicas han podido avanzar en la caracterización de las estrategias de cacería, así como también en los patrones de asentamiento y de la movilidad de estos grupos. Entre estos estudios podemos nombrar el llevado adelante por Aschero y Martínez (2001), quienes evalúan la organización espacial de los cazadores en la cuenca de Antofagasta de la Sierra, Provincia de Catamarca. Para ello, se basaron en la tipología de las puntas de proyectil recuperadas de la excavación de Quebrada Seca 3 (QS3). Estos autores aseguran que “…la caza de camélidos fue la actividad de subsistencia principal, incluso durante momentos tardíos bajo el establecimiento pleno de prácticas agrícolas (…) la caza más la recolección dominaron las modalidades y estrategias de subsistencia de la mayor parte de la historia del hombre en el desierto puneño, hasta que el pastoreo y la agricultura, como modos de subsistencia productivos, comenzaran a adquirir preponderancia en estas economías”

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(Martínez y Aschero 2001: 216; ver también Martínez 2003). Para constituir su modelo estos autores se apoyan en el análisis de los sistemas de armas, las evidencias arqueofaunísticas, la etología de los camélidos silvestres actuales (principalmente la vicuña), las características topográficas de los sitios arqueológicos y la probable organización de los cazadores. Entremezclando estos factores, Martínez y Aschero (2001) generan tres modelos de cacería para momentos diferentes: - Caza en espacios abiertos (8660±80 AP y 8640±80 AP): se trata de una caza a distancia en espacios abiertos (pampas y vegas) utilizando el propulsor. La caza se habría realizado por acecho y acercamiento, sin arreo ni persecución. - Caza por intercepción: ésta puede variar entre aquella en la que se utilizaba el propulsor (8670±110 AP y 7350±80 AP) y aquella otra con lanza arrojadiza (7130±110 AP y 6080±70 AP). En el primer caso se plantea que algunas personas acarrean las tropillas de camélidos hacia angostos. Para el segundo caso, se repite el mismo escenario, pero con arreo necesario de animales, reducción de la distancia de tiro y mejores condiciones de ocultamiento, como por ejemplo con la construcción de parapetos. - Caza por acecho y uso de propulsores (7130±110 AP y 6080±70 AP): se utilizaron parapetos de caza en combinación de rasgos topográficos naturales del terreno. Se diferencia del anterior en la gran cantidad de parapetos construidos y por una mayor participación social. En la cuenca de Archibarca (área de Antofalla, departamento Antofagasta de la Sierra, provincia de Catamarca), Haber (2003a, 2003b, 2007) realizó una investigación acerca de la caza de vicuñas, donde analiza algunos aspectos paisajísticos relevantes para la comprensión de la organización de las actividades de caza. Describe estructuras como trincheras,

escondites de carne, alineaciones de piedra y otros rasgos que le permiten comprender la manera en la cual el paisaje fue preparado para promover los encuentros entre personas y vicuñas. De la misma manera la tecnología lítica mostró que el paisaje estaría siendo equipado con lascas medianas y núcleos que pudieron servir como formas base disponibles, o para la preparación de las mismas en cualquier momento necesario. De esta manera Haber (2003b) interpreta a la cuenca de Archibarca como una trampa, es decir como un dispositivo construido por los humanos para atraer a los animales a su muerte. Esta investigación sirvió de base para comprender la estructuración del paisaje de la quebrada de Antofalla. En otro sentido, el análisis arqueofaunístico realizado por Elkin (1996) en QS3 muestra que los camélidos fueron la fuente principal de recursos en este sector de la puna catamarqueña. Esta autora propone la existencia de un predominio de la caza de camélidos sin seleccionar edades ni sexos de las presas. Una conclusión importante a la que arriba la autora es que “…las poblaciones de camélidos de la cuenca de Antofagasta de la Sierra parecen haber soportado una presión de caza periódica a través de varios milenios sin necesidad de que se proteja la tasa reproductiva de los animales, predándose sistemáticamente sobre grupos familiares, el sector más vulnerable de la población” (Elkin 1996:134-135). Otra investigación en el mismo sentido es la planteada por Ratto (2003) para la cuenca de Chaschuil, Tinogasta, Catamarca, donde evaluando los aspectos funcionales y ecológicos de las prácticas de caza distingue estrategias entre momentos correspondientes a sociedades extractivas y a sociedades productoras. En las primeras supone la realización de cacerías comunales que les permite a los grupos reducir el riesgo que implica el uso de un sistema técnico inseguro y de corto alcance, aumentando la recompensa tanto para el individuo como para el grupo. Para las segundas 103

Enrique A. Moreno - El paisaje cazador en la Quebrada de Antofalla...

propone el uso de arco y flecha como sistema técnico, lo que implica una disminución del riesgo y por lo tanto las cacerías podrían haberse realizado individualmente. Ya para el período incaico propone la realización de chakus en el área para el encierro y apropiación de la lana de vicuña. Se ha propuesto para varias regiones la realización de cacerías de camélidos, debido a que este recurso es de suma importancia en cuanto a su aporte calórico, así como también la posibilidad de la utilización de sus productos secundarios, tales como lana, cueros, huesos, etc. Así también, parte de la movilidad de las poblaciones humanas se habría relacionado con la ocupación por parte de tropillas de camélidos en momentos de variaciones climáticas, ocupando pisos ecológicos más bajos o más altos (Fernández Distel 1974; Gambier 1981; Núñez 1983; Yacobaccio 1991; Yacobaccio et al. 1997-98). Alrededor del 5500 AP iniciaría el proceso de domesticación de plantas y animales (entre los que se cuentan los camélidos), lo que implicó una modificación importante en las estrategias económicas, sociales, políticas y religiosas de las poblaciones locales. Este período muestra una disminución progresiva de la importancia de la cacería de camélidos que Yacobaccio et al. (1997-98) han planteado como un camino desde una economía de cazarecolección, pasando por caza-domesticación, caza-pastoreo hasta llegar a un momento de pastoreo-caza. Esta modificación se da en la estrategia predominante, que es definida como aquella que determina las esferas organizativas sobre las cuales se planifican y se llevan a cabo las diversas actividades económicas. El proceso de complejización de las sociedades cazadorasrecolectoras se caracteriza por una movilidad residencial reducida, o la sedentarización de sus asentamientos, el comportamiento territorial, la demarcación y protección de territorios, una alta densidad poblacional y la presencia de grupos residentes grandes. Asimismo, se observan las 104

desigualdades intragrupales, las jerarquizaciones sociales y la presencia de economías de retorno diferido. Se registra además una explotación intensiva de ciertos recursos y especialización ocupacional, llevando a una intensificación de la producción. Finalmente los cazadores-recolectores complejos presentan un importante desarrollo de prácticas rituales, como forma de cohesión social, así también como marcador de desigualdades y jerarquías (Hocsman 2006, Yacobaccio 2001). Este proceso muestra, entre otras cosas, un mayor interés en la discriminación de las especies silvestres y domesticadas de camélidos para comprender el establecimiento de las estrategias económicas. Como vemos, la cacería continúa siendo un factor importante dentro de las estrategias de subsistencia y reproducción de las poblaciones locales, pero cada vez más supeditada a la estrategia principal, que en el área de la puna meridional argentina habría sido el pastoreo. Alrededor del inicio del primer milenio DC se establecen definitivamente las sociedades agropastoriles, que conforman el Período Formativo dentro de la cronología constituida por la arqueología (Olivera 2001). Estas sociedades, en el caso de la puna, se caracterizaban en su mayoría por ser pequeños poblados dedicados al pastoreo, con un grado diferencial de desarrollo agrícola y con el aporte de la cacería de camélidos silvestres (vicuñas y guanacos) y roedores. De esta manera, la organización económica y por lo tanto las estrategias de reproducción de los grupos humanos giraba en torno del control de los rebaños, supeditándose las otras prácticas al desarrollo de estas actividades (Yacobaccio 2001). Sin embargo, datos de diversas investigaciones arqueológicas nos muestran que esta situación era más flexible, notándose una organización económica diversificada, donde todas las estrategias económicas poseían una importancia relevante a la hora de la reproducción de la vida

La Zaranda de Ideas 5: 101-120 (2009)

cotidiana. En relación a la agricultura, Quesada (2001, 2007) ha desarrollado una investigación en el área de Antofalla, donde muestra el desarrollo agrícola y la escala social del trabajo asociada a estas prácticas, remarcando la importancia de esta actividad. Por otro lado, investigaciones centradas en los conjuntos faunísticos de los sitios arqueológicos han mostrado una preponderancia relativa al aprovechamiento de camélidos silvestres, específicamente vicuñas, en relación a la llama ya domesticada. Estos son los casos de Tebenquiche Chico 11(Haber 2006; Revuelta 2005), Quebrada Seca 3 (Elkin 1996) y Real Grande 1 (Olivera 1997), en el área puneña de Catamarca, y Huachichocana III (Yacobaccio y Madero 1992) en la puna jujeña, entre otros. Esto nos permite reflexionar acerca del rol de la cacería de vicuñas para el período agro-pastoril y la organización de los paisajes cazadores en relación a los contextos sociales más amplios. En la época incaica, y según lo mostrado por las crónicas históricas, las vicuñas habrían recuperado un rol “económicoritual” importante al formar parte de las celebraciones del chaku en honor del Inka (Puló 1998, 2000; Ratto 2003). Este ritual consistía en la preparación de un gran círculo en el cual se hacía ingresar una gran cantidad de vicuñas y se las cazaba dándole la carne y la lana al Inka. Al parecer esta práctica tenía un fuerte control estatal por parte del estado incaico, como lo muestran diversas crónicas e investigaciones etnohistóricas (Cieza de León [1553] 1984; Polo de Ondegardo [1571] 1990; Murra [1978] 1999). Posteriormente, durante el período colonial, la vicuña se habría convertido en uno de los principales recursos para el pago del tributo por parte de las poblaciones locales dada sus características (factible de intercambiarse por metálico, materia prima transformable en manufacturas colocables en el mercado u objeto que se aceptara como ‘moneda de la tierra’) (Lema 2004, 2006; Yacobaccio et al. 2007). Sin embargo, esto se referencia en los escritos de los viajeros de la zona desde una visión determinista,

en donde la única opción económica era la subsistencia por la vicuña y no era pensado como un mecanismo de escape por parte de las sociedades puneñas para evitar el contacto o la intromisión de la colonia española. Esta situación de caza excesiva de la vicuña, sumada a la falta de tecnología apropiada para esquilar los animales sin matarlos, habría llevado a una disminución considerable, poniendo en riesgo las poblaciones, siendo al parecer los principales responsables los indígenas que habitaban estas regiones. Ya en período republicano la importancia de la caza de vicuñas seguiría siendo central para las poblaciones locales, proveyendo de un recurso que era posible de ser intercambiado por bienes provenientes de otras regiones. Así, la caza de vicuñas sumada a la de otras especies, proveía de una fuente excedentaria de recursos incluso más importante que la agricultura. Esta actividad dotaba de recursos tales como carne, fibras y cueros. Sin embargo, el principal recurso habrían sido los tejidos de vicuña que les permitían intercambiar por otros bienes en lugares como Cachi, en la provincia de Salta, o San Pedro de Atacama y Toconao, en Chile (Benedetti 2005). “El intercambio comercial consiste en la venta de cueros y lanas de vicuña, llama, oveja y cueros de cabra, a lo que se puede agregar las pieles de animales obtenidos de la caza (...) Otro de los productos que cambian por maíz o harina, son las telas de lana que hilan y tejen por métodos primitivos y que son muy apreciadas por los conocedores” (Catalano 1930, en Benedetti 2005:400). Desde hace aproximadamente 60 años, la caza de vicuñas se encuentra totalmente prohibida por disposiciones estatales en el territorio de la Provincia de Catamarca, como también en todas las áreas que poseen vicuñas en Latinoamérica. Las legislaciones surgieron a partir del reclamo desde diversos ámbitos por la matanza de vicuñas, dado el alto precio de la lana y el total descontrol de esta práctica (Puló 1998, 2000;Vilá 2006; Moreno 2008). 105

Enrique A. Moreno - El paisaje cazador en la Quebrada de Antofalla...

Este recorrido histórico nos permite demarcar la importancia de la cacería de camélidos en el largo término de ocupación humana en la puna, así como también la relevancia que ostentaba la vicuña para las poblaciones locales desde el origen de la domesticación de llamas y alpacas, y por lo tanto la caza como actividad económica importante en la definición de las estrategias de reproducción humana. Ahora bien, la arqueología ha centrado sus investigaciones en torno a las prácticas de caza en tres puntos centrales: las armas utilizadas (Núñez 1980; Aschero et al. 1991; Aschero y Martinez 2001; Hocsman 2002; Martínez 2003; Ratto 2003; Moreno 2005, por nombrar solamente algunos), el aprovechamiento de los animales sacrificados (Yacobaccio y Madero 1992; Elkin 1996; Yacobaccio 2001; Haber 2006, Revuelta 2007) y la organización del paisaje (Aschero y Martínez 2001; Haber 2003a, 2003b, 2007). Los antecedentes de investigación en relación a los mecanismos de apropiación de los animales, han centrado su atención en las primeras ocupaciones humanas, donde la cacería era prácticamente la única fuente de calorías para las poblaciones. Es así que propuestas del funcionamiento de las estrategias de caza se han desarrollado para estos momentos, como es el caso de los modelos propuestos por Aschero y Martínez (2001), utilizándose luego esta propuesta para otras áreas semejantes. Mientras tanto, para períodos más tardíos, el modelo del chaku incaico y del encierro de camélidos silvestres parece otorgar la explicación de cómo se atraparon estos animales (Ratto 2003). Por su parte, Haber (2003a, 2003b, 2007) propone para Archibarca un modelo de utilización a largo término que utilizamos de base para la comprensión del paisaje de la Quebrada de Antofalla. Nuestra propuesta se basa entonces en evaluar las características de los paisajes de cazadores, con el objeto de entender de qué 106

manera se estructuraron los espacios utilizados para estas prácticas, de la misma manera que evaluar la posible reutilización de estos lugares en el largo término de ocupación humana en el área. Para lograr este objetivo, nos centraremos en la forma en que los cazadores han aprovechado el paisaje de la quebrada de Antofalla, y el modo en que las articulaciones entre la etología de los camélidos silvestres2, el paisaje local, las estructuras construidas, las armas utilizadas y la escala social de los cazadores conforman un marco para la realización de estas prácticas. Pero antes de comenzar con el desarrollo de las articulaciones entre estas fuentes de información, debemos explicar cómo se comprenderá al paisaje y de qué modo se lo construirá para poder evaluar esta posible reutilización a través del tiempo. En este trabajo, el paisaje será entendido como un factor dinámico, en continua modificación y que es construido, aprovechado y modificado por las poblaciones humanas, siendo que a su vez, participa en la construcción, mantenimiento o modificación de las relaciones sociales imperantes. El paisaje, por lo tanto, puede ser interpretado como un lugar creado por las personas, es decir que se encuentra impregnado de acciones y significaciones humanas. Estas acciones tienen el poder de ser reservorios de las experiencias vividas por parte de poblaciones humanas a lo largo del tiempo, sedimentándose en la memoria. Es por ello que al circular por un paisaje determinado corporalizan experiencias que luego son incorporadas a la memoria de los sujetos. De esta manera los cuerpos humanos se conectan con el paisaje y con los aspectos materiales presentes en ellos de manera que perduran en el tiempo perpetuando y reificando los significados culturales (Potter 2004). De esta manera “…viviendo en el paisaje, este se vuelve una parte de nosotros como nosotros nos volvemos parte de él” (Ingold 1993:154, traducción del autor). Es decir que a la vez que

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vamos estructurando, preparando, viviendo el paisaje, nosotros construimos nuestra identidad en relación al paisaje y a las demás personas que comparten dicho paisaje. De esta manera el concepto de residencia, de morar un espacio, cobra relevancia, ya que la relación cotidiana, la observación diaria, el cultivar los campos, el cazar algún animal, el criar los hijos, y todo tipo de práctica tiene como marco este paisaje. Es en el marco de cada una de esas experiencias que se construye como metafórico, ya que diversos aspectos del mismo remiten a experiencias vividas en el pasado. Estas metáforas deben reproducirse a través del tiempo para permanecer en la memoria y para ello es necesaria la sedimentación de significados a través de la realización rutinaria

y periódica de prácticas, como por ejemplo la utilización de ciertos espacios para la caza de un determinado animal. El paisaje cuenta así una historia que es cualitativa y heterogénea (Ingold 1993), o mejor dicho polisémica (Bender 1993), ya que las historias que cuenta son diversas y responden a las experiencias personales de cada agente. ÁREA DE ESTUDIO La quebrada de Antofalla se encuentra ubicada en el tramo noroeste del Departamento Antofagasta de la Sierra, Provincia de Catamarca, Argentina (Figura 1). Es una de las quebradas que desciende hacia el Salar de Antofalla, siguiendo el curso de agua que se origina en un par de

Figura 1. Mapa del departamento Antofagasta de la sierra, donde se marca la ubicación de Antofalla y algunas localidades nombradas en el trabajo. 107

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ojos de agua ubicados a aproximadamente 4100 y 3900 msnm y que en su parte más baja forma un cono de deyección con una altura aproximada sobre el nivel del mar de 3400 m, donde se pierde en el salar. Esta particularidad del régimen hídrico forma un paisaje de vega alrededor del curso de agua, siendo árido el resto del paisaje (Figura 2). Las características principales de esta área son: clima árido, fuertes variaciones de temperatura entre el día y la noche, baja cobertura vegetal, topografía quebrada, con fuertes pendientes y alturas elevadas. Las precipitaciones son principalmente nivales, predominando las que ocurren en los picos más elevados. A pesar de ser definido originariamente como una meseta elevada, la puna presenta una variabilidad microrregional muy importante, que en Antofalla se caracteriza por un paisaje con diversas características topográficas, como por ejemplo, abras, hondonadas, aguadas,

afloramientos rocosos, etc., que dan una imagen de un paisaje quebrado y muy complejo, el que fue aprovechado tanto por los animales como por los cazadores a través del tiempo, por lo menos en los últimos 11.000 años. Este paisaje fue utilizado por los camélidos silvestres para su reproducción, manteniendo un comportamiento rutinario, que se basa en la realización de movimientos diarios entre los sectores altos, donde los roquedales les otorgan protección y reparo para dormir y los sectores bajos de vega, donde poseían pasturas y agua para alimentarse durante el día. Este comportamiento es realizado por los grupos familiares. Éstos se caracterizan por la presencia de un macho dominante (denominado relincho), varias hembras y las crías. Por otro lado se observan tropillas de machos expulsados de los grupos familiares y por último puede observarse machos solitarios que poseen comportamientos no tan pautados como los grupos familiares (Wheeler 2006). Las cacerías sobre estos animales habrían sido principalmente dirigidas a los grupos familiares (Elkin 1996) dado que son los que poseen un comportamiento más pautado y además que al intentar proteger a las crías, el escape de las tropillas se pudo ver entorpecido. Los cazadores, al conocer los movimientos diarios de los animales y las áreas que utilizan como comedero, aprovecharon los sectores medios y altos de las laderas para construir diferentes tipos de estructuras, que les otorgaban ocultamiento y les permitían atacar a los animales cuando recorrían estos sectores (Haber 2003b). METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN

Figura 2. Vista general de la quebrada de Antofalla. Nótese sobre el fondo de la quebrada el paisaje de vega y las laderas abruptas. 108

Para poder identificar estas estructuras llevamos a cabo un trabajo de campo que consistió en la implementación de prospecciones intensivas y sistemáticas de la totalidad de

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la quebrada de Antofalla. Las prospecciones realizadas entre los años 2001 y 2005 fueron diseñadas y llevadas adelante en el marco del proyecto Arqueológico Antofalla, dirigido por el Dr.Alejandro Haber y de las que participaron un gran número de profesionales y estudiantes de la Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires y de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. Se contó con el financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y la Universidad Nacional de Catamarca. Para sistematizar la información, dividimos la quebrada de Antofalla en tres sectores: fondo de quebrada (vega), ladera y quiebre de pendiente y cima. Se realizaron transectas lineales separadas cada 40 m, con el objetivo de identificar la distribución y el asentamiento de las evidencias (Criado Boado 1999). Esta metodología permite identificar, mediante cuantificación probabilística, la totalidad de los sitios de 40 o más metros de diámetro, el 50% de aquellos que miden 20 m y así proporcionalmente se pueden identificar estructuras de diferentes tamaños. Es importante tener en cuenta que por las características ambientales de la Puna la visibilidad de las evidencias arqueológicas es muy alta, por lo que esta tasa incluso puede ser mayor. En terrenos con una cobertura vegetal mayor una intensidad proporcionalmente mayor debería ser puesta en práctica. Esta metodología permite una relación entre probabilidad de hallazgo y tiempo de trabajo de campo viable para el desarrollo de una prospección intensiva como la que se planteó para este trabajo. Para el registro de las evidencias en el campo, dividimos a éstas en tres categorías principales: - Estructuras: conjuntos de bloques de rocas que conformaban una estructura definida asociada a diferentes funciones (escondite, visibilidad, refugio, entre otros).

- Dispersiones de material: se trata de la presencia en superficie de materiales de procedencia diversa, como puede ser cerámica, óseo, vidrio, u otro. Particularmente nos centramos en los restos de talla lítica, instrumentos, desechos de talla, nódulos, núcleos, percutores, etc., que indiquen actividades de manufactura o incluso de carneo y procesamiento de animales. - Hallazgos aislados: material utilizado por poblaciones humanas y que no se encuentran asociados a otros materiales y/o estructuras. En todos los casos tuvimos especial recaudo en identificar la manera en que las estructuras se relacionaban entre sí y con los aspectos naturales del área circundante (cerros, hondonadas, abras, agua, etc.). Cabe aclarar que las estructuras fueron identificadas individualmente para poder introducirlas luego en las base de datos y procesarlas3, pero que luego, para evaluar sus funcionalidades se tuvieron en cuenta las asociaciones entre ellas. Durante el trabajo de campo las estructuras fueron introducidas en una planilla en las que se registraron los siguientes datos: coordenadas geográficas, descripción (forma, tamaño, aberturas, orientación), tamaño (diámetro, largo, ancho y altura máxima), ubicación en el paisaje, asociación con otros materiales (lítico, óseo, cerámica), asociación con otras estructuras, visibilidad e intervisibilidad. Finalmente intentamos definir la funcionalidad de la estructura, lo que nos permitió generar categorías de estructuras en relación a esta interpretación. Los materiales identificados fueron analizados siguiendo la propuesta de Aschero (1975, 1983) e implementando algunas modificaciones propuestas por Moreno (2005), en lo que se refiere a la identificación de grupos tipológicos. Las dispersiones fueron evaluadas en relación a los materiales presentes (núcleos, desechos de talla, formas base, instrumentos) calculando la 109

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densidad de hallazgos por m2 con el objeto de medir la intensidad de trabajo en el lugar. Además, al igual que con las estructuras, analizamos la posición topográfica de las dispersiones de material. Los hallazgos aislados también fueron analizados de la misma manera. Las puntas de proyectil recibieron un tratamiento diferencial, ya que además de las variables básicas de análisis (materia prima, forma, serie técnica, situación de los lascados, forma de los lascados, largo, ancho, espesor y peso, etc.) (Aschero 1975, 1983), tuvimos en cuenta mediciones y observaciones que nos permitieran evaluar la aerodinamia, la penetración, el enmangamiento y la superficie de refuerzo (Ratto 1994, 2003). EL PAISAJE CAZADOR EN ANTOFALLA Teniendo en cuenta la implementación de la metodología descripta, prospectamos un total de 32 km2, identificándose 1.774 estructuras, relacionadas con diferentes prácticas, como son la agricultura, el pastoreo, la cacería, la minería, etc. Aquí nos centraremos únicamente en aquellas relacionadas con la cacería. Para poder hacer más efectivos y procesables los resultados del trabajo de campo, se utilizaron categorías de sitios asociados a prácticas de caza (figura 3): - Trincheras (n=503): se trata de estructuras conformadas por bloques de piedra, en la mayoría de los casos en forma de arco o de medialuna y cuya protección se relaciona con abras, pasos o se ubican en los quiebres de pendientes (Haber 2003a, 2003b). Están conformadas por un muro simple con una longitud promedio de 1,5 m, siendo la altura máxima promedio de 0,7 m. Se observan diversas formas constructivas, pero que siempre pueden ser confundidas con otras acumulaciones de rocas, por lo que son casi imperceptibles para los animales. La funcionalidad de estas trincheras es otorgar al cazador un escondite de las posibles presas. 110

- Escondites de carne (n=110): son acumulaciones de rocas que se sobreelevan del suelo algunos centímetros, llegando hasta 0,6 m de altura (Haber 2003a, 2003b, 2007). En planta tienen forma irregular y un diámetro aproximado de 1,5 o 2 m. En la mayoría de los casos se encuentran, al igual que las trincheras, en áreas altas y en quiebres de pendientes. En algunos casos se observan restos óseos en su interior y se asocian instrumentos y desechos de talla líticos, que indicarían el posible uso de éstos como escondites de animales ya cazados mientras se continúa con la cacería en el sector. Suelen presentar intersticios entre las rocas que protegen a la carne del sol, generando espacios muy frescos. Registramos uno de estos escondites que presentaba en su interior restos de un ovino. - Alineaciones (n=13): se trata de alineaciones de grandes dimensiones, hasta 25 o 30 m, conformada por rocas pequeñas y que en muchas ocasiones están relacionados con pequeños mojones en sus inicios o finales. En muchas oportunidades en la quebrada de Antofalla estas líneas atraviesan zonas deprimidas y se unen en áreas más altas en donde se ubican mojones. Estructuras semejantes fueron identificadas por Haber (2003a, 2003b) para Archibarca. - Mesadas (n=19): son empedrados de aproximadamente 1 m de diámetro conformados por rocas en su mayoría de superficies planas, que se preparan con el objetivo de carnear a los animales sin dañar los cueros (Haber com. pers.). Estas estructuras se ubican en algunas ocasiones en posiciones muy cercanas a las alineaciones incluso al lado de ellas. - Mojones (n=190): se trata de acumulaciones de rocas de tamaños variables y que habrían servido para señalar hitos en el paisaje (para delimitar territorios, áreas de pastura, u otros). Hemos logrado diferenciar tres formas básicas de construcción. Por un lado, aquellas semejantes a las apachetas, es decir una acumulación de rocas de forma vertical

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Figura 3. Tipos de estructuras de caza identificados en la Quebrada de Antofalla.

que alcanza en general una altura de 1 m y un diámetro de 0,5 m. Otro tipo de mojón se forma colocando dos o tres bloques medianos por encima de uno de mayor tamaño. Suelen ser más pequeños que los anteriores y de menor visibilidad, pero siempre son intervisibles con otros mojones de igual factura. Por último, hemos observado rocas ubicadas verticalmente y calzadas con pequeños bloques en su base.

- Refugios (n=254): se trata de estructuras pequeñas, en general de planta circular o semicircular y cerrada, que podrían aportar un refugio temporal o un escondite a los cazadores. Sus dimensiones son pequeñas, alcanzando en promedio 1,5 m de diámetro y una altura máxima de 0,8 m. Estos refugios se encuentran en general asociados a material lítico o cerámico, por lo que posiblemente 111

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hayan sido utilizados como áreas de actividades durante la estadía de una persona allí.

realizamos un relevamiento topográfico4 del área de Playa Negra (Figura 4).

Asociados a estas estructuras observamos material lítico, compuesto por piezas correspondientes a las diferentes etapas de las cadenas operativas (Collins 1989-90; Escola 1991; Moreno 2005), así como también una importante cantidad de puntas de proyectil. Esto indica que las actividades de talla habrían estado directamente relacionadas con las estructuras de caza. Posiblemente, mientras se observaba los movimientos de los animales, se aprovechara para preparar instrumentos o formas base. Por el objetivo central de este trabajo no detallamos el hallazgo de estos materiales, pero sí nos interesa notar la asociación que existe entre instrumentos líticos y las estructuras presentadas con anterioridad.

Este sector se caracteriza por la presencia de un abra que comunica el área baja de la vega con las partes altas donde habrían tenido los dormideros los animales. Identificamos un total de 30 trincheras, ubicadas todas sobre las laderas en una posición relativamente más alta al espacio circundante (Figura 5). Se observa una alineación de rocas pequeñas que corta el abra en dirección este-oeste. Estas estructuras habrían funcionado al atardecer, cuando los animales comenzaban a subir luego de alimentarse y beber. Posiblemente los camélidos habrían sido espantados por azuzadores que los habrían hecho circular por el frente del área de trincheras, produciéndose el ataque de los cazadores. La alineación podría haber servido para cortar el paso de los animales que, con la colocación de palos en sus extremos con una soga e hilos, asuste a los animales obligándolos a circular indefectiblemente por el frente de las trincheras (Figura 6). Otra posibilidad sería la de esperar que las tropillas pasen por el abra y allí realizar el ataque y ubicar más cazadores en la parte más alta para atacar a los animales mientras realizaban el escape. Sobre la ladera este se podrían haber ubicado azuzadores para hacer que los animales circularan hacia la zona donde estaban preparados los cazadores, ya que sobre esta ladera no registramos ninguna trinchera (Figura 7).

Por su ubicación, las estructuras fueron construidas de manera tal de aprovechar las características topográficas de la quebrada, permitiendo a los cazadores el ocultamiento en relación a los animales que van ascendiendo hacia la cima en busca de sus dormideros (Haber 2003b). Además, estas estructuras presentan buena visibilidad de las áreas de pastoreo de los camélidos, lo que les permitía planificar la cacería, pudiendo observar sus comportamientos sin ser observados. Las trincheras aparecen como las principales estructuras utilizadas para la realización de las cacerías. Éstas se encuentran siempre sobre sectores altos y asociadas en un importante número, de manera tal de poder funcionar en conjunto cuando se realizaran los ataques sobre las tropillas de animales. Esto implicaría la ejecución de cacerías comunales, o por lo menos de la participación de un número importante de personas, dada la cantidad de estructuras presentes y la posible intervención de algunos miembros del grupo como azuzadores. Para poder explicar y mostrar las relaciones entre las estructuras y los rasgos topográficos y la forma en que habría funcionado esta organización del espacio, 112

Ahora bien, la pregunta que surge ahora es en qué momentos se utilizaron estas estructuras. Lamentablemente, no podemos fechar directamente las trincheras, pero algunas evidencias nos permiten pensar en la reutilización de estas estructuras en diferentes momentos. Por un lado esto es posible al pensar que la inversión de tiempo y preparación de las mismas no se relacionaría con una única práctica de caza (Haber 2007). Además, las puntas de proyectil recolectadas asociadas a estas construcciones muestran una variabilidad de formas y diseños importante, que podría

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Figura 4. Relevamiento topográfico que muestra las relaciones entre las estructuras construidas y el paisaje circundante.

Figura 5. Vista general del área de caza de Playa Negra. Nótese la manera en la cual se aprovechan las laderas para ubicar las trincheras. 113

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Figura 6. Modelo de caza en el cual la alineación funciona como freno para el escape de los animales mientras los azuzadores los hacen circular por el frente de las trincheras. Las flechas indican la dirección de los ataques.

relacionarse con variaciones temporales en el uso del espacio.Al comparar las tipologías de las puntas de proyectil registradas en la Quebrada de Antofalla, con aquellas recuperadas en estratigrafía de otros sitios de la Puna argentina y chilena, notamos que se pueden establecer comparaciones entre algunos tipos morfológicos, que nos permiten pensar en la reutilización de estos espacios en diferentes momentos de los últimos 11.000 años de ocupación humana en el área de estudio (Núñez 1980; Martínez 2003; Ratto 2003; Hocsman 2006). En la figura 8 se observan algunos de los diseños de puntas de proyectil que podemos comparar y ubicar cronológicamente. Particularmente en el área de Playa Negra registramos 12 puntas de proyectil, que pudimos agrupar en cinco tipos, de los cuales dos se corresponden a tipos 114

morfológicos tempranos identificados por Martínez (2003) como QSA y PCz A y dos a momentos transicionales como los tipos QSB y QSF propuestos por Hocsman (2006) para la cuenca de Antofagasta de la Sierra. A partir de esta información no pretendemos fechar las estructuras, sino poder pensar en la reutilización de estos paisajes a través del tiempo, que implicaría el uso repetido de las mismas estructuras y zonas semejantes del paisaje, además del manejo de conocimientos acerca de las presas y por lo tanto de la anticipación de los comportamientos de éstas. Es posible que los sistemas de armas hayan provocado modificaciones en las estrategias de caza, pero posiblemente se hayan aprovechado los mismos espacios y las mismas estructuras. Es claro que

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Figura 7. Modelo de caza en el cual los animales circularían por el abra, dirigiéndose hacia los dormideros y donde los cazadores atacarían en dicho momento. Azuzadores se podrían haber ubicado de forma tal de cerrar la vía de escape hacia el oeste. Nótese cómo se ubican las trincheras de forma tal de aprovechar todas las vías de escape. Las flechas indican la dirección de los ataques.

las armas de fuego provocaron una modificación importante, pero aparentemente las trincheras en las que alguna vez se ocultó un cazador hace varios miles de años, sirvió para que un cazador del siglo pasado también realizara su cacería, como lo muestra la asociación de puntas de proyectil y balas servidas en algunos sectores de la quebrada de Antofalla5.

paisaje donde se produjeron los encuentros. En este sentido, las estructuras construidas y las formas del paisaje les permitían a los cazadores anticipar los movimientos de los animales al escapar o al regresar a sus lugares de descanso en las zonas altas (Haber 2003b). Las estructuras les otorgaban un importante ocultamiento en relación a los animales que iban ascendiendo por las laderas.

COMENTARIOS FINALES

De igual manera estos espacios fueron reutilizados a través del tiempo por diferentes grupos humanos, con distintas organizaciones económicas y sociales, lo que nos permite pensar acerca de la forma en que la memoria tradicional acerca de cómo cazar camélidos se encuentra presente en las estructuras que observamos en la actualidad, y que están

A lo largo del tiempo de ocupación humana en la Puna meridional argentina, la caza de camélidos ha sido una de las estrategias económicas principales, y en este trabajo mostramos un aporte en cuanto hace a la organización de los cazadores en relación al

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contando la historia de los encuentros que se produjeron a través del tiempo entre animales y cazadores. Estos espacios habrían servido también para la estructuración de relaciones sociales entre las personas, donde por ejemplo los jóvenes aprendían las técnicas de caza y todas sus particularidades, con el paisaje como significante de estas prácticas. Con respecto a la escala social del trabajo, creemos que la cacería habría implicado la participación de un número importante de personas, dada la cantidad de estructuras que se encuentran asociadas y la posible participación de algunas personas como azuzadores. Con esto no queremos decir que la totalidad de las estructuras hayan funcionado al mismo tiempo, ni que puedan ser de diferentes momentos de la historia de ocupación del área, pero sí creemos que varias de las estructuras asociadas deben haber actuado en conjunto para la realización de las actividades de caza.

Figura 8. Ejemplos de puntas de proyectil identificadas en el área de Antofalla y que han podido ser correlacionadas con otros diseños provenientes de otros sectores tales como la Cuenca de Antofagasta de la Sierra o el norte chileno (Núñez 1980; Martínez 2003; Ratto 2003; Hocsman 2006) correspondientes a diferentes momentos de la ocupación humana del área de estudio. 116

Cabe preguntarse ¿por qué tanta cantidad de estructuras a lo largo de la quebrada? ¿No era suficiente un sector que funcionara correctamente y repetir allí la cacería? Ante esta doble pregunta corresponden dos respuestas. Por un lado creemos que la utilización de diferentes áreas de la quebrada corresponde al aprovechamiento de diferentes grupos familiares que ocupaban distintos sectores de la quebrada. Es decir, diferentes tropillas ocupan diversos espacios de la quebrada y para no sobreexplotar ni generar la huida de estas tropillas hacia otras quebradas, la utilización de diferentes sectores de la quebrada preparados de la misma manera, promovía que se fueran aprovechando diferencialmente estos grupos de camélidos. Todos los espacios estaban construidos de manera semejante, de forma tal que las mismas prácticas eran realizadas. A su vez, estas estructuras eran prácticamente invisibles para los animales dado que no difieren del espacio circundante y por lo tanto luego de un tiempo circularían por allí sin percibir el peligro de ser cazadas.Así, se protegía la tasa de reproducción

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de los grupos de animales y por otro lado se evitaba que estos grupos decidieran ir hacia otros espacios por las continuas cacerías. La segunda explicación puede estar en la utilización por parte de los pobladores de diferentes espacios de la quebrada para establecer sus lugares de habitación. Esto provocaría que los animales no llegasen hasta estas áreas, dado que la presencia constante de las personas los haría huir. De esta manera, nuevos espacios debían ser preparados y organizados para la realización de cacerías. En resumen, la cacería de camélidos silvestres ha sido una importante fuente de recursos para las poblaciones humanas, las que para realizar estas prácticas conjugaron una serie de aspectos, como son las formas del paisaje y la etología de las posibles presas.A esto se añade que mediante el uso de diversos tipos de estructuras y de diferentes tipos de sistemas de armas, pudieron apropiarse de estos animales, constituyéndose en una práctica tradicional para estas poblaciones más allá de las particularidades económicas, sociales o políticas que atravesaron en los últimos 11.000 años. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en diciembre de 2008 NOTAS 1. En el caso de TC1, durante la ocupación de esta unidad doméstica durante el primer milenio, se identificó una representación de vicuñas que alcanza el 75% de la muestra total de restos faunísticos (Haber 1999; Revuelta 2005). 2. Tomamos como caso las vicuñas, ya que son los camélidos silvestres con más trabajo sobre su etología. 3. En gabinete se ingresó la información de campo en bases de datos Excel y se procesaron para la

construcción de mapas temáticos en entorno SIG utilizando el software GV-SIG. 4. El relevamiento fue realizado con la utilización de un teodolito TopCon DT-20B. 5. En algunas crónicas se postula la utilización de boleadores (Ratto 2003). Lamentablemente en el área de estudio no hemos podido identificar ninguna de éstas, pero es posible que también con esta tecnología los mismos paisajes se hubieran reutilizado, ya que el escondite y el aprovechamiento de las áreas de paso son una constante para el desarrollo de estas prácticas.

AGRADECIMIENTOS En primera instancia quiero agradecer a Alejandro Haber por introducirme en la problemática de los paisajes cinegéticos y por sus consejos. También agradezco a Patricia Lobo, que me diera una mano muy importante con los gráficos de este trabajo, y a Enzo Acuña, quien fue esencial para la realización de los trabajos de campo.También un agradecimiento especial para los pobladores de Antofalla que me han abierto las puertas de la mejor manera en cada trabajo de campo. Además, quisiera agradecer a los editores de la revista y a los evaluadores por comentarios y sugerencias muy importantes para el trabajo. Por supuesto que la responsabilidad del mismo es totalmente mía. BIBLIOGRAFÍA Aguerre, A., A. Fernández Distel y C. Aschero 1975. Comentarios sobre nuevas fechas en la cronología arqueológica precerámica de la Provincia de Jujuy. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 9: 211-214. Aschero, C. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Ms. en archivo, Informe presentado al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

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Enrique A. Moreno - El paisaje cazador en la Quebrada de Antofalla... Vilá, B. (ed.) 2006. Investigación, conservación y manejo de vicuñas. Proyecto MACS, Buenos Aires. Yacobaccio, H. 1988. Camélidos, domesticación y tamaño de la muestra. Reflexiones sobre la utilización animal prehistórica en los Andes. En De procesos, contextos y otros huesos, editado por A. Haber y N. Ratto, pp. 91-100. Facultad de Filosfía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires. 1991. Sistemas de asentamiento de cazadores-recolectores tempranos de los andes centro-sur. Tesis doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. 2001. Cazadores complejos y domesticación de camélidos. En El uso de los camélidos a través del tiempo, editado por G. Mengoni, D. Olivera y H.Yacobaccio, pp. 261-282. Ediciones del tridente, Buenos Aires. Yacobaccio, H. y C. Madero 1992. Zooarqueología de Huachichocana III (Jujuy, Argentina). Arqueología 2:149-188. Yacobaccio, H., D. Elkin y D. Olivera 1994. ¿El fin de las sociedades cazadoras? El proceso de domesticación animal en los Andes Centro Sur. En Arqueología de cazadores-recolectores. Límites, casos y aperturas, editado por J. Lanata y L. Borrero, pp. 23-32. Arqueología contemporánea 5. Buenos Aires. Yacobaccio, H., C. Madero, M. Malmierca y M. Reigadas 1997-98. Caza, domesticación y pastoreo de camélidos en la Puna Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 22-23:389-418. Yacobaccio, H., L. Killian y B.Vilá 2007. La explotación de la vicuña durante el período colonial (1535-1810). El negocio de los cueros y lanas de vicuña. Todo es Historia 483:16-21. Wheeler, J. 2006. Historia natural de la vicuña. En Investigación, conservación y manejo de vicuñas, editado por Bibiana Vilá. Proyecto MACS, Buenos Aires.

120

*Enrique Moreno es Licenciado en Arqueología, egresado de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca. Actualmente es becario de Posgrado Tipo I (CONICET) y candidato doctoral (Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata). Este artículo forma parte de la investigación doctoral en curso, dirigida por el Dr. Alejandro Haber y co-dirigida por la Dra. Alicia Castro, acerca de las prácticas de caza de vicuñas en el área del Salar de Antofalla, Provincia de Catamarca, a partir de un análisis de los paisajes culturales. Ha participado de diversas investigaciones en el área de Antofalla, en el marco de proyectos de investigación dirigidos por el Dr. Haber, siendo sus intereses centrales la tecnología lítica, las prácticas de caza y la arqueología del paisaje. Dirección de contacto: [email protected]

PROCESOS TAFONóMICOS EN EL SITIO “EL DIVISADERO MONTE 6” (PARTIDO DE GENERAL LAVALLE, PROVINCIA DE BUENOS AIRES)

Mario Silveira* Analía García** RESUMEN El sitio “El Divisadero monte 6” presenta un nivel con ocupaciones prehispánicas, asignable a cazadores-recolectores-pescadores y restos de fauna europea que en su mayoría se encuentran por encima de la ocupación. Con el objetivo de explicar la presencia de la fauna exótica, se planteó una serie de análisis tafonómicos y estudios sobre los diferentes procesos de formación, centrando nuestro análisis en Bos taurus debido a que es el taxón mejor representado y que se tiene material comparativo fuera del área de excavación. El análisis nos permitió concluir que los procesos de bioturbación no generaron mayores modificaciones sobre los conjuntos óseos de origen antrópico de la ocupación de pescadores y cazadores recolectores. Palabras clave: Tafonomía - Procesos de formación - Bos taurus - Fauna prehispánica y ocupación prehispánica ABSTRACT The “El Divisadero monte 6” site shows a level with prehispanic occupations of huntersgatherer-fisherer with European fauna, mostly overlying the occupattion.With the aim of explaining the remains of non-local fauna in the deposits, a series of taphonomic analyses and studies of formation processes were carried out, focusing in Bos taurus. This elelection was made due to Bos taurus is the best represented taxon, with the additional adventage that there are comparative specimens outside the excavation. Our search has led us to conclude that the bioturbation process did not affect the bones remains of anthropic origin of the fishing and gathered settlelment. Keywords: Taphonomy - Formation processes - Bos taurus - Prehispanic fauna and prehispanic ocupattion

* CAU-FADU-UBA, Ciudad Universitaria, CP 1429. Buenos Aires. [email protected] ** Integrante del proyecto “Arqueología de los pagos del Tuyú” dirigido por la doctora Verónica Aldazabal PIP 5866. Buenos Aires. [email protected] Silveira, Mario y Analía García. 2009. Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6” (partido de General Lavalle, provincia de Buenos Aires). La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 121-132. Buenos Aires.

121

Mario Silveira y Analía García - Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6”...

INTRODUCCIóN El sitio arqueológico “El Divisadero Monte 6” ubicado en el partido de General Lavalle a 36º 23´ 17´´ de latitud sur y 56º 40´ 13´´ de longitud oeste, se encuentra en la franja costera de Bahía de Samborombón. Esta bahía, comprendida entre la ría de Ajó y Punta Rasa, se caracteriza como humedal costero (Eugenio et al. 2006), un sistema ambiental complejo donde el agua tiene un papel determinante en la estructuración del ecosistema, conformando un ambiente de marismas, pantanos salobres y -en el sector próximo a la bahía- espacios sometidos al flujo diario de las mareas. En este ambiente se diferencian dos subáreas principales: los cordones litorales de conchilla, de origen marino, y los cangrejales, formas característica de la planicie aluvial del Río de la Plata; ambos con una importante biodiversidad tanto de flora como de fauna terrestre, acuática y aérea (Fernández et al. 2004). El sitio se ubica sobre una lomada de aproximadamente 2 msnm, dentro de un monte de talas (Celtis tala) que limita en su borde sur con un canal de marea que desemboca en Bahía de Samborombón, a 6 km. Debido a ello, este ámbito está sometido a las fluctuaciones diarias y estacionales de la marea, en consecuencia, presenta variaciones en el grado de salinidad del agua y en la cantidad y diversidad de especies ictícolas presentes (Eugenio et al. 2006). El material óseo rescatado en la primera etapa de las excavaciones realizadas en el año 2005 y en tres cuadrículas del año 2006, alcanzó a 10.839 fragmentos óseos en 19 m², distinguiéndose más de 52 taxas. Entre ellos hallamos fauna europea (Aldazábal et al. 2007), a pesar de que la ocupación arqueológica presenta un fechado radiocarbónico sobre carbón de 540 ± 60 años AP (LP 1667), ubicándose en momentos previos a la ocupación europea. Por esta razón, decidimos realizar una investigación de la tafonomía y de los procesos de formación del sitio. 122

CONSIDERACIONES TEóRICAS Y METODOLóGICAS La tafonomía es “El estudio del pasaje en todos sus detalles, de la introducción de restos orgánicos de la biosfera a la litósfera o registro geológico” (Lyman 1994:1, traducción de los autores). Si se estudia un conjunto de restos óseos de animales, como es nuestro caso,“lo que observaremos es el paso de una biocenosis (conjunto de animales vivos) a una tanatocenosis (conjunto de animales muertos)” (Chaix y Méniel 2001:142), aportando información relevante para entender la formación del sitio. Hay dos mecanismos, uno antrópico y otro no-antrópico susceptibles de provocar la entrada de material faunístico al sedimento que, si bien fueron planteadas para microvertebrados (Pardiñas 1999), pueden extenderse a todos los demás restos óseos que encontramos en un sitio arqueológico. Entre los mecanismos noatrópicos se pueden citar las siguientes causas eto-ecológicas: a) Acción de raíces. El sitio se ubica en un monte de talas (Celtis tala), cuyas raíces son múltiples y crecen tanto vertical como horizontalmente. Éstas, por su crecimiento a lo largo del tiempo y por la presencia de árboles caídos, pudieron haber provocado movimientos de los restos arqueológicos. En los alrededores de la excavación se observaron dichos árboles cuyas raíces, en posición vertical, horizontal y oblicua, pudieron arrastrar pequeños objetos desde los niveles inferiores. Sin embargo, en la excavación no se manifiesta este fenómeno. b) Acción de animales fosoriales. Varias especies animales que habitan en el área como los del orden Rodentia, mamíferos de la familia Dasypodidae y Canidae, aves striguiformes como la lechuza vizcachera y el lechuzón de campo (Atiene cunicularia y Asio flammeus) y paseriformes como el caminero común (Geosila cuniculataria) pueden hacer cuevas o recuperar las existentes (Canevari et al. 1991). Hay reptiles como el lagarto (Tupinanbis sp.) que también generan desplazamientos verticales y horizontales de

La Zaranda de Ideas 5: 121-132 (2009)

materiales. En la excavación, sólo se detectó una madriguera con este tipo de alteración. c) Pisoteo de animales. Este aspecto ha sido observado en el presente; más aún, la carcasa analizada en este trabajo se encontró en una senda transitada por animales de la estancia. d) Acción de lombrices y otros insectos. En la mayor parte de las cuadrículas de la excavación se observaron lombrices, hormigas,“bichos bolita” e isocas. Hay trabajos experimentales que demuestran cómo las lombrices producen desplazamientos tanto verticales como horizontales de pequeños objetos (por ejemplo, Wood y Johnson 1978; Armour-Chelu y Andrews 1994). e) Acción de jabalíes. Estos animales generan surcos en la superficie en busca de alimentos, favoreciendo la entrada de los huesos en el sedimento. Finalmente, los mecanismos antrópicos son aquellos que aportaron los restos de la ocupación del sitio (huesos, cerámica, lítico). Asimismo, la actividad humana pudo haber causado modificaciones dentro del sitio debido a:

con mayor número de elementos dentro de la fauna exótica. Esta información fue cruzada con los restos que hemos hallado en la excavación, tratando de conocer la historia tafonómica de estos huesos en la formación del sitio. Para mantener el mismo criterio utilizado en los huesos de superficie, se dividió la cantidad de restos óseos correspondientes a cada esqueleto por tres –ya que en excavación se registró un MNI de 3–. Luego se eliminaron los elementos de la dentición sueltos, así como aquellos huesos que no pudieron asignarse a Bos taurus, con el fin de realizar el análisis comparativo entre los huesos hallados en superficie y aquellos de excavación. Los procesos de desarticulación, dispersión y de incorporación al sedimento se evaluaron durante un periodo de tres años. En el análisis asumimos como 0 cuando no hay dispersión y 100 cuando todos los huesos están dispersos. Igual categorización se utilizó para definir el grado de desarticulación. DESARROLLO La fauna exótica

a) Las distintas instancias de consumo de los animales. b) Pisoteo. c) La realización de fogones en cubeta. d) Otras actividades/tareas domésticas. Con el objetivo de explicar los procesos de incorporación de la fauna exótica, centramos nuestro análisis en Bos taurus por dos razones: en primer lugar, tenemos como control datos sobre varias carcasas en el área, siendo dos de ellas objeto de observación y seguimiento. Además, una de ellas se encontraba en superficie dentro del mismo Monte 6, situación que nos permitió observar procesos de desarticulación, dispersión y eventuales procesos de incorporación al sedimento. La segunda razón es que Bos taurus es el taxón

Los elementos de fauna exótica hallados en la excavación corresponden a restos de vacunos (Bos taurus), equinos (Equus caballus), ovinos (Ovis aries), porcinos (Sus scrofa) y liebres (Lepus europaeus) (Tabla 1). Los restos de Bos taurus en superficie La carcasa que hemos tomado como referencia dentro del monte 6, se encontró a 66 m de la excavación. Se hallaron 54 huesos dispersos en una superficie de 58,5 m 2 , correspondientes a un animal muerto hace 3 ó 4 años. Tres de estos huesos (el metacarpo izquierdo, la escápula derecha y una costilla derecha) se encontraron a 10,35 m fuera del área marcada en la Figura 1. 123

Mario Silveira y Analía García - Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6”...

De los restos de la carcasa, el conjunto de huesos correspondientes a la parte axial del esqueleto suma un total de 40, de los cuales 39 GENERO Y ESPECIE

estaban distribuidos en una superficie de 33 m² (Figura 2). Consideramos que estos restos óseos han sufrido una baja dispersión ya que 31 de

NOMBRE COMUN

NISP

MNI

Bos taurus

Vacuno

57

Equus caballus

3

3 (1) 3 (2) 2 (3) 2 (4) 1

89

11

Caballo

6

Ovis aries

Oveja

11

Sus scrofa

Cerdo

12

Lepus europeaus

Liebre europea

TOTALES

Tabla 1. Fauna europea recuperada en excavación. Referencias: (1) 2 adultos y 1 juvenil; (2) 2 adultos y 1 juvenil; (3) 1 adulto y 1 juvenil; (4) 1 adulto y 1 juvenil.

Figura 1. Representación total de Bos taurus. 124

La Zaranda de Ideas 5: 121-132 (2009)

ellos (79,5%) se encontraron concentrados en sólo 7 m2 y el resto (20,5%) fuera de esa área. Con la desarticulación usamos el mismo criterio, observando una desarticulación de 100.

De la parte apendicular delantera se recuperaron sólo 7 huesos en 55,3 m2, todos desarticulados (Figura 3). Tanto la dispersión como la desarticulación tienen un valor de 100.

Figura 2. Esqueleto axial de Bos taurus. Referencias: 9. Atlas 20. Axis 32. Costilla derecha 37. Costilla derecha 38. Costilla derecha 39. Costilla derecha 391. Costilla derecha 393. Costilla derecha 394. Costilla derecha 405. Costilla derecha

30. Costilla izquierda 30. Costilla izquierda 33. Costilla izquierda 34. Costilla izquierda 35. Costilla izquierda 36. Costilla izquierda 390. Costilla izquierda 392. Costilla izquierda 394. Costilla derecha 395. Costilla izquierda

40. Cráneo 60. Mandíbula inf. der. 61. Mandíbula inf. izq. 1. Pelvis 7. Sacro 402. 3º V. Cervical 29. 4º V. Cervical 23. 5º V. Cervical 408. 7º V. Cervical

27. 2º V. Lumbar 21. 3º V. Lumbar 24. 4º V. Lumbar 291. 5º V. Lumbar 28. 6º V. Lumbar 25. V. Torácica 26. V. Torácica 401. V. Torácica 403. V. Torácica

125

Mario Silveira y Analía García - Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6”...

De la parte apendicular trasera sólo hallamos 5 huesos en una superficie de 21 m, tres de ellos en un área de 5,5 m² y todos se encontraban desarticulados (Figura 4). Esto sugiere que la dispersión en este caso fue sólo de 40, en tanto la desarticulación ha sido de 100 puesto que ningún hueso se encontró articulado. Por lo tanto, hemos hallado en superficie sólo 54 huesos de una carcasa que originalmente tuvo 189 huesos1, es decir un 28,6% del total; teniendo además una baja presencia del esqueleto apendicular en relación al axial (Tabla 2). Asimismo, observamos una desarticulación total en todos los huesos del esqueleto y una dispersión que tiende a ser baja en la parte axial y alta en las partes apendiculares, con la pérdida de las dos terceras partes de los huesos del esqueleto. Esta pérdida la interpretamos como resultado de procesos naturales como la acción de animales carroñeros. Dentro de los procesos naturales consideramos además los agentes atmosféricos, las inundaciones, los

Figura 4. Esqueleto apendicular trasero de Bos taurus. Referencias: 5. Calcáneo derecho 83. Fémur derecho 82. Fémur izquierdo

11. Metatarso derecho 81. Tibia derecha

agentes bacterianos y los insectos. El hecho de que las inundaciones pueden afectar -en ocasiones con intensidad- los materiales en superficie (Acosta et al. 2004:78), es un aspecto que hemos considerado detalladamente. Sin embargo, en los últimos 10 años no hay registros en el partido de General Lavalle de inundaciones catastróficas o mareas extraordinarias, reduciéndose el factor hídrico a las lluvias normales. Por otra parte, la historia tafonómica de estos huesos también está marcada por:

Figura 3. Esqueleto apendicular delantero de Bos taurus. Referencias: 410. Cúbito derecho 15. Escápula izquierda 14. Falange media 406. Húmero derecho

126

13. Húmero izquierdo 409. Radio derecho 12. Radio izquierdo

- Dispersión, probablemente causada por pisoteo de equinos y vacunos. El sitio se encuentra en un establecimiento ganadero de cría de vacunos; registrándose un sendero de animales en el lugar donde se relevó la carcasa. Otra causa de la dispersión pudo haber sido el carroñeo de animales como los miembros de la familia Canidae, Felidae y aves como el carancho, el cual fue identificado en el sitio.

La Zaranda de Ideas 5: 121-132 (2009)

TOTAL DE HUESOS

HUESOS IDENTIFICADOS

Esqueleto axial

95

40

42,1

Esqueleto apendicular delantero

48

9

18,75

Esqueleto apendicular trasero TOTAL

%

46

5

10,9

189

54

28,6

Tabla 2: Huesos hallados en superficie.

- Desarticulación por procesos naturales, como los mencionados anteriormente, y por cánidos silvestres. Se ha observado a los canidos actuales tomar los huesos y afectarlos. Asimismo, se debe subrayar que el área de estudio se encuentra cerca de una reserva ecológica donde habitan diferentes animales depredadores. Los restos de Bos taurus en la excavación Los restos de Bos taurus recuperados en estratigrafía sólo corresponden a los de los 19 m2 analizados y no al total de la excavación que aún está bajo estudio. El estado de conservación de los 57 huesos registrados es de: 50 huesos (87,7%) en buen estado y 7 (12,3%) meteorizados. Los huesos en buen estado corresponden casi en su totalidad a elementos de la dentición, falanges y autopodios, es decir, huesos de alta densidad ósea y por lo tanto los de mejor conservación (Tabla 3). En ninguno de los casos los huesos presentaron termoalteración, pero se recuperaron dos falanges primeras con huellas de corte muy bien marcadas. Esto probablemente se deba al hecho que a los vacunos que mueren en el campo se les quita el

cuero, operación que comienza en los extremos apendiculares a la altura de las falanges primeras. Ello explicaría las huellas de corte profundas provocadas por el filo de un cuchillo. Al cruzar la información de los hallazgos de superficie y los de excavación se observó que los huesos de Bos taurus hallados en estratigrafía que correspondían a un MNI de 3, como se mencionó anteriormente, darían una expectativa de 567 huesos. No obstante, se identificaron sólo 51 (9%). El 75,6% (43 unidades) de los huesos hallados en excavación estaban concentrados en sólo 9 m2. Dado que la expectativa de hallazgo era de 567 huesos y solamente se halló un porcentaje muy bajo de ellos, la dispersión es alta y la desarticulación es de 100 ya que ninguno de los huesos se encontró articulado (ver Figura 5, 6 y Tabla 4). En excavación también se hallaron restos de Mammalia indeterminada M1 y M?2 que podrían asignarse a Bos taurus o bien a Equus caballus. En estos huesos de Mammalia se observa un 40 % de ataque táfico3 (Hesse y Wapnish 1985) que va de un grado leve a medio. Asumimos que con las otras taxa de fauna europea sucedieron procesos similares a los de Bos taurus, correspondiendo M2 a Sus scrofa, Ovis aries y Lepus europaeus.

Esqueleto axial

95

HUESOS IDENTIFICADOS EN EXCAVACIÓN 8

Esqueleto apendicular delantero

48

7

14,6

46

2

12,3

189

17

9

TOTAL DE HUESOS

Esqueleto apendicular trasero TOTAL

% 8,1

Tabla 3. Huesos hallados e identificados en excavación. 127

Mario Silveira y Analía García - Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6”...

Figura 5. Restos de Bos taurus entre 0-12 a 15 cm de profundidad en excavación 2005. Referencias: f. Falange c. Carpiano Mt. Metatarso I. Incisivo Fi. Fragmento de incisivo PM Md. Premolar con fragmento de mandíbula PM Mx. Premolar con fragmento de maxilar M Md. Molar con fragmento de mandíbula PM Md. Premolar con fragmento de mandíbula PPC. Parte proximal de costilla

F H. Fragmento hioides F VT. Fragmento vértebra torácica F A. Fragmento axís R. Rotula Ep f. Epífisis de falange Ep M. Epífisis de metapodio Ep C. Epífisis de cubito Df T. Fragmento de diáfisis de tibia F m. Fragmento de molar

DISCUSIóN Y CONCLUSIONES Los estudios tafonómicos sobre restos de Bos taurus y el análisis de los procesos de formación del sitio realizados con el objeto de descartar todo material introducido de manera no antrópica, arrojaron los siguientes resultados: - Pérdida por ingestión de carroñeros. En este sentido, sobre el total relevado hay 12 huesos con marcas de cánidos (22,2%) y otros 12 que presentan marcas muy leves que podrían ser asignadas al mismo agente. Teniendo en cuenta que los cánidos trituran e ingieren los huesos y que algunos de ellos presentan marcas de ese origen, este factor explicaría parte de la ausencia observada. Figura 6. Restos de Bos taurus entre 0-12 a 15 cm de profundidad en trinchera a 10 m de la excavación. Referencias: Fcal. Fragmento calcáneo i. Incisivo

128

- Pérdida por ingreso de huesos en el sedimento. En este tipo de suelo (friable), todos los procesos de bioturbación y el pisoteo de

La Zaranda de Ideas 5: 121-132 (2009)

PARTES ESQUELETARIAS

SUPERFICIE

EN EXCAVACION

CANTIDAD

%

CANTIDAD

%

Esqueleto axial

40

74,1

23

45

Esqueleto apendicular delantero

9

16,7

21

37,3

Esqueleto apendicular trasero

5

9,2

17

33,3

54

100

51

100

TOTALES

Tabla 4: Restos óseos de Bos taurus en superficie y excavación.

animales pudieron contribuir en el ingreso de los restos óseos a la matriz sedimentaria. Se recuperaron algunos huesos semi-enterrados y otros enterrados en su totalidad (entre 0 y 15 cm de profundidad), a saber: una vértebra torácica enterrada en un 80%, ambos radios incorporados en el suelo en un 50% y 80% respectivamente, una ulna en un 100%, una tibia en un 20%, un calcáneo en un 20%, una falange segunda en un 80%, una vértebra lumbar enterrada en un 100% y varios fragmentos indeterminados. Los procesos tafonómicos observados muestran algunas semejanzas y diferencias respecto a los estudios realizados para este y otras taxa en sitios arqueológicos. En Tapalqué Viejo los restos de Bos taurus no se incorporaron al sedimento (Mugueta y Bayala 2002), en cambio en la isla de Tierra del Fuego, Borrero (1988) observó el enterramiento de huesos de Lama guanicoe. En un trabajo realizado en albardones en el nordeste de la provincia de Buenos Aires -donde no había ocupación humana- se hallaron restos óseos de algunos mamíferos, incluido Bos taurus, que por procesos naturales se habían incorporado al sedimento (Acosta et al. 2004). Consideramos que este comportamiento diferente podría deberse a los distintos mecanismos de enterramiento, o bien, a que el tipo de suelo en Tierra del Fuego, nordeste de la provincia de Buenos Aires y en el Divisadero monte 6 son relativamente friables, facilitando la entrada de los restos al sedimento. Contrariamente, los suelos del área Interserrana Bonaerense (Tapalqué Viejo) son más compactos, evitando el enterramiento.

- Acción por procesos pertotáxicos4 (Hesse y Wapnish 1985). La expectativa para huesos expuestos a la atmósfera por 3 o 4 años es la meteorización (Behrensmeyer 1978). Sin embargo, utilizando la escala de Behrensmeyer, se registraron 51 huesos en estadio 0 (sólo estaban blanqueados) y 3 (5,6%) asignables al estadio 1 (meteorización leve). Es posible que el ambiente con sombra del monte de tala haya retardado la meteorización. Por otro lado, se observó que los huesos apoyados en la interfase suelo-hueso estaban en mejores condiciones que en la interfase hueso-aire. Estudios realizados en África sobre carcasas de ungulados (Hill 1979a, 1979b; Hill y Behrensmeyer 1984; O`Connell et al. 1992) dan cuenta de que la desarticulación es consecuencia de la anatomía de la carcasa de manera independiente de los agentes de desarticulación; observando que los miembros del esqueleto apendicular delantero y la cabeza son las primeras partes en desarticularse, seguidos por los cuartos traseros y finalmente las vértebras. Fuera del monte 6, a unos 260 m al este de la excavación, se encuentra bajo observación otra carcasa objeto de estudios tafonómicos y, según lo observado en los años 2006, 2007 y 2008 el patrón de desarticulación es similar. En 2006 las vértebras y las costillas permanecían articuladas, en 2007 sólo estaban articuladas algunas vértebras y costillas con sus cartílagos intercostales. En el 2008 ninguno de los huesos se encontraba articulado. Con respecto a la presencia de fauna europea, podemos postular dos hipótesis: 129

Mario Silveira y Analía García - Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6”...

1. Los huesos de fauna europea provienen de ocupaciones indígenas en tiempos posteriores a la Conquista.

98,5% de los restos de Bos taurus se encuentran entre 5 y 12 cm, lo mismo ocurre con los demás restos de fauna europea.

2. Los huesos se han introducido naturalmente en el sedimento y no están asociados a la ocupación arqueológica.

c) Los huesos que se hallan en la posición estratigráfica superior son escasos a nivel de reconocimiento específico y buena parte de ellos parecen haber sufrido procesos táficos severos. Esto no sólo se percibe para Bos taurus sino también para el resto de la fauna europea. Justamente es en los niveles superiores del sedimento donde el pH es más activo sobre los restos óseos por presentar valores inferiores a 7.

El estudio realizado con los restos actuales de Bos taurus en superficie y los hallados en el sedimento permiten sustentar la segunda hipótesis por las siguientes razones: a) El fechado radiocarbónico del sitio es de 540 ± 60 años AP (LP 1667). Por lo tanto, el contexto arqueológico se produjo en momentos previos a la ocupación europea del área. b) La ocupación arqueológica se encuentra definida a partir de los 15 cm del suelo actual. El CANTIDAD

%

Material arqueológico y huesos de vaca

9

8,33

Material arqueológico

22

20,37

Huesos de vaca solamente

10

9,26

Sin hallazgos

67

62,04

108

100

TOTAL DE SONDEOS

Tabla 5. Material recuperado en sondeos.

ESTADO

d) En los muestreos sistemáticos realizados (Eugenio y Macchi 2007) se observaron áreas donde sólo había huesos de vacunos, áreas donde no había introducción de esos restos, otras que contenían material arqueológico y fauna europea y en zonas donde no hubo hallazgos (Tabla 5). En tres sondeos se observaron concentraciones de restos óseos de Bos taurus. Por lo tanto, se podría sostener que el proceso de enterramiento es independiente de la ocupación arqueológica. e) Observando los valores de las Tablas 6 y 7 se comprende que los dos primeros sectores presentan una cantidad alta de

FOGÓN A

FOGÓN B

ÁREA RESTANTE

Cantidad

%

Cantidad

%

Cantidad

%

Bueno

245

31,2

704

58,3

1258

91,3

Termoalterado

528

67,2

486

40,3

113

8,2

Erosionados

13

1,6

17

1,4

7

0,5

786

100

1207

100

1378

100

TOTAL

Tabla 6. Estado de huesos de roedores en fogones.

ESTADO

FOGÓN A

FOGÓN B

ÁREA RESTANTE

Cantidad

%

Cantidad

%

Cantidad

%

Bueno

390

72,3

214

77,8

960

95,1

Termoalterado

149

27,7

63

22.7

49

4,9

TOTAL

539

100

277

100

1009

100

Tabla 7. Estado de huesos de peces en fogones. 130

La Zaranda de Ideas 5: 121-132 (2009)

huesos de Rodentia y de peces termoalterados que disminuyen significativamente hacia los sectores 5 alejados a los fogones. Por lo tanto, la baja proporción de huesos con termoalteración en los sectores alejados de ambos fogones indica que no hubo una dispersión significativa. Una vez demostrada la hipótesis intrusiva de fauna europea, queda por definir un diagnóstico general sobre procesos de formación que actuaron en este sitio. Si bien los hubo y tuvieron incidencia sobre los restos arqueológicos, probablemente lo más importante fue el movimiento de piezas provocado por los animales cavadores. También es probable que hubiera algún aporte de depredadores, pero lo cierto es que son muy pocos los restos óseos con marcas de cánidos o de otro tipo de animal. De acuerdo a lo manifestado, aún cuando se observaron procesos de bioturbación, estos no modificaron significativamente el conjunto del material arqueológico. Por lo tanto, los restos de fauna europea, como asimismo los restos de Mammalia indeterminada hasta 15 cm del suelo no están asociados al nivel de ocupación arqueológica y su intrusión en el sedimento se debe a causas naturales. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en julio de 2009 NOTAS 1. Consideramos que el esqueleto de Bos taurus tiene 189 huesos (Sisson y Grossman 1950: 106-137). 2. Los restos de Mammalia indeterminada se han clasificado en cuatro categorías según correspondan a distintos pesos. Así, M1 es para animales superiores a los 50 kg, M2 para los que pesan menos de 50 kg pero más de 3 kg, M3 son los menores de 3 kg, y M? es cuando no se puede definir si es M1 o M2.

3. Los procesos táficos son las distintas acciones físicas, químicas, biológicas y mecánicas que se producen cuando los huesos se introducen en el sedimento (Hesse y Wapnish 1985). 4. Los procesos pertotáxicos son los que suceden cuando los huesos se encuentran en la atmósfera, antes de ingresar en la litósfera (Hesse y Wapnish 1985). 5. El análisis faunístico se realizó considerando tres sectores: dos de fogones y el restante, fuera de los fogones.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo se inserta en el PIP 5866 (CONICET) que dirige la Dra. Verónica Aldazábal. A ella y al Lic. Emilio Eugenio les expresamos nuestro agradecimiento por la lectura crítica del trabajo.Todo lo expresado en estas líneas es responsabilidad de los autores. BIBLIOGRAFIA Acosta A., D. Loponte, S. Duran, L. Mucciolo, J. Musali, L. Pafundi y D. Pau 2004. “Albardones naturales vs. Culturales”: exploraciones tafonómicas sobre la depositación natural de huesos en albardones del nordeste de la provincia de Buenos Aires. En Aproximaciones contemporáneas a la Arqueología Pampeana, editado por G. Martínes, M. Gutiérrez, R. Curtoni, M. Berón y P. Madrid, pp 77-91. Facultad de Ciencias Naturales, U.N.C.P.B.A, Olavarría. Aldazábal,V., M. Silveira y E. Eugenio 2007. Zooarqueología del sitio “El Divisadero monte 6” (Partido de General Lavalle, Provincia de Buenos Aires). Actas XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo 3, pp 241-246. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Universidad Nacional de Jujuy, Jujuy. Armour-Chelu, M. y P. Andrews 1994. Some effects ob Bioturbation by Earthworms (Oligochacta) on Archaeological Sites. Journal of Archaeological Science 21:433-444. Behrensmeyer, A. K. 1978.Taphonomic and ecologic information from bones weathering. Paleobiology: 4 (2):150-162.

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Mario Silveira y Analía García - Procesos tafonómicos en el sitio “El Divisadero Monte 6”... Borrero, L. 1988. Estudios tafonómicos en Tierra del Fuego: su relevancia para entender procesos de formación del registro arqueológico. En Arqueología Contemporánea Argentina, editado por H. D. Yacobaccio, pp.13-31. Ediciones Búsqueda, Buenos Aires. Canevari, M., P. Canevari, G. R. Carrizo, G. Harris, J. Rodríguez Mata y R. J. Straneck 1991. Nueva Guía de las Aves Argentinas. Fundación Alindar, Buenos Aires. Chaix, L. y P. Méniel 2001. Manual de Arqueozoología. Editions Errance, Paris. Eugenio, E.,V. Aldazábal y A. Murgo 2006. Avance de las investigaciones arqueológicas en General Lavalle. Actas de V Jornadas arqueológicas Regionales. Florentino Ameghino, Provincia de Buenos Aires. En prensa Eugenio E y D. Macchi. 2007. Muestreo de sitios arqueológicos. El caso de el Divisadero monte 6 (General Lavalle, provincia de Buenos Aires). Resumen extendido en Actas XVI CNAA Jujuy.Tomo 3, pp 293-299. Universidad Nacional de Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales.

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*Mario Jorge Silveira es Lic. en Química de la UNLP y Lic. en Ciencias Antropológicas de la UBA. Es Dr. en Filosofía y Letras de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) desde 2001. Actualmente su trabajo se focaliza en Zooarqueología prehistórica de las provincias de Buenos Aires y Río Negro, y Zooarqueología histórica de la ciudad de Buenos Aires. Dirección de contacto: [email protected] **Analía Patricia García es tesista de la carrera de Ciencias Antropológicas de la UBA. El artículo se ha realizado dentro del marco del proyecto de investigación PIP 5866 (CONICET) dirigido por la Dr. Verónica Aldazabal. Actualmente está desarrollando su tesis de Licenciatura, que se centra en el manejo de la fauna europea entre los siglos XVI y XIX en sitios de la provincia de Buenos Aires. Dirección de contacto: [email protected]

TECNOLOGÍA LÍTICA EN EL PIEDEMONTE TUCUMANO DURANTE EL FORMATIVO. EL CASO DE HORCO MOLLE

Gabriel Miguez* Jorge Funes Coronel** Carlos M. Gramajo Bühler*** RESUMEN El motivo de este trabajo es llevar a cabo el análisis tecnológico de una muestra de artefactos líticos registrada en el sitio “Horco Molle”, correspondiente al período Formativo y ubicado en el piedemonte tucumano. El mismo se centra en los aspectos tecnomorfológicos del conjunto, la variabilidad de materias primas utilizadas y la ubicación de probables fuentes de aprovisionamiento. Los resultados sugieren que la mayoría de los artefactos de la muestra fueron confeccionados en materias primas locales (principalmente cuarzo y cuarcita) observándose una predominancia de aspectos tecnológicos expeditivos. Palabras Clave: Formativo - Piedemonte tucumano - Tecnología lítica - Materia prima - Fuentes de aprovisionamiento ABSTRACT The aim of this paper is to carry out the technological analysis of a sample of lithic artifacts found in “Horco Molle” site, wich belongs to the Formative Period and is located in the Tucumán piedmont.This analysis focuses on the the technical and morphological aspects of the assemblege, the variability of raw materials that were used, and the localization of probable sourcing areas.The results suggest that most of the sample was manufactured in local raw materials (mainly quartz and quartzite), and a prevalence of expedient technological aspects were noticed. Key Words: Formativo Period - Tucumán piedmont - Lithic technology - Raw material - Sourcing area

* Instituto de Arqueología y Museo (IAM). San Martín 1545-San Miguel de Tucumán. ISES-CONICET [email protected] ** Instituto de Arqueología y Museo (IAM) – Facultad de Ciencias Naturales e IML (UNT). CIUNT [email protected] *** Facultad de Ciencias Naturales e IML. (UNT) - [email protected] Miguez, Gabriel, Jorge Funes Coronel y Carlos M. Gramajo Bühler. 2009. Tecnología lítica en el piedemonte tucumano durante el Formativo. El caso de Horco Molle. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 133-146. Buenos Aires.

133

Miguez et al. - Tecnología lítica en el piedemonte tucumano durante el Formativo...

INTRODUCCIÓN Las investigaciones arqueológicas en el área pedemontana del Noroeste Argentino, y en particular su porción tucumana, se han centrado principalmente en análisis ceramológicos, patrones de asentamiento y estudios geoarqueológicos. En este contexto, el estudio sobre tecnología lítica no ha recibido la atención que se merece. Probablemente se deba en parte a que los enfoques dominantes a lo largo de la historia de la pesquisa arqueológica para esta zona se han centrado en otros tipos de restos arqueológicos y tópicos de investigación, y a que las muestras líticas recuperadas en estos sitios arqueológicos, particularmente para el periodo Formativo, suelen ser escasas. Sin embargo, creemos que el estudio sobre la tecnología lítica en dicha área resulta crucial para comenzar a aproximarnos a ciertos aspectos del comportamiento de estos

Figura 1. Ubicación del sitio Horco Molle. 134

grupos pedemontanos, que nos resultaría difícil comprender mediante otras vías de análisis. En este trabajo se presenta el análisis tecnomorfológico de una muestra de materiales líticos tallados recuperados en el sitio Horco Molle (STUCyeb2). En tal sentido, se plantean algunas cuestiones relevantes en torno a las técnicas de talla, al uso diferencial de materia prima y a la movilidad del/los grupo/s formativo/s que habitaron la zona. Se considera además, ciertos aspectos recurrentes en los conjuntos líticos descriptos en la bibliografía arqueológica para el área pedemontana y se propone algunas hipótesis de investigación1. El sitio en estudio En la localidad de Yerba Buena, Provincia de Tucumán, se ubica el sitio Horco Molle (65º 19` O - 26º 48´ S) (Figura 1). El mismo se halla

La Zaranda de Ideas 5: 133-146 (2009)

comprendido en la zona homónima, ubicada en el piedemonte oriental de la Sierra San Javier2. El área se caracteriza por poseer un conjunto de lomadas de basamento terciario (glacis cubierto) en un ambiente de Selva Pedemontana de Yungas (Brown et al. 2001). Aunque hasta el momento no existan fechados absolutos para el área de Horco Molle, los estudios realizados en la zona coinciden en que estuvo ocupada por grupos prehispánicos formativos con cerámica estilo Candelaria entre el 1800 y el 1600 AP (Martínez et al. 1994; Cano 2002; Miguez 2005). Esta cronología relativa derivó de la comparación del material cerámico registrado en el sitio con la cronología propuesta por Heredia (1974). Por otro lado, la fuerte alteración antrópica producida en las últimas dos centurias sobre este sitio, sumado a los intensos procesos posdepositacionales naturales, ha resultado en la escasa preservación de sus restos y depósitos

arqueológicos (Miguez y Cano 2006). Es preciso señalar que parte del sitio se halla comprendido dentro de un área protegida de administración universitaria, denominada Reserva Experimental Horco Molle (REHM) dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo (IML) de la Universidad Nacional de Tucumán (Richard y Juliá 1998)3. Aunque desde la creación de la REHM la zona goza de cierta protección ante el impacto de las actividades humanas, en algunos sectores, la alteración de los restos arqueológicos continúa producto de prácticas agrícolas como las que se desarrollan en el campo de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia (EAS) (Figura 2). Antecedentes La primera investigación en la zona fue realizada en 1992 y consistió en una excavación efectuada en el campo de la EAS, ya que en este sector aparecían numerosos restos arqueológicos en superficie 4. Del material

Figura 2. Área aproximada del sitio Horco Molle y sectorización. 135

Miguez et al. - Tecnología lítica en el piedemonte tucumano durante el Formativo...

recuperado, se señala que, además de cerámica, se hallaron lascas y artefactos de cuarzo y cuarcita entre 30 y 50 cm de profundidad (Martínez et al. 1994). Posteriormente, en otra excavación practicada en el mismo sector, se registraron 10 microlascas (una de cuarcita y nueve de cuarzo) y cinco artefactos formatizados consistentes en dos piezas ovaladas y aplanadas de roca metamórfica y tres puntas de proyectil (dos confeccionadas en roca metamórfica de bajo grado y una en cuarzo) (Cano 2002). Este material lítico se halló asociado a gran cantidad de fragmentos cerámicos a la misma profundidad que los materiales recuperados en 1992. Se propuso que ésta pudo ser un área de actividad primaria, con un probable piso de ocupación ubicado a dicha profundidad, en consonancia con lo registrado en la anterior excavación (Martínez et al. 1994). Sin embargo, en ninguno de lo casos se detectó una compactación del suelo a ese nivel que pudiera estar indicando un piso de ocupación producto del continuado pisoteo humano, justificada esta ausencia por la intensa acción de los procesos pedológicos que impidieron la conservación del mismo (Cano 2002). Otros hallazgos en este sector corresponden mayormente a descubrimientos casuales de grandes restos cerámicos y rescates de urnas (Miguez 2005). Por ejemplo, el rescate de una de estas urnas fue realizado por un equipo del Instituto de Arqueología y Museo en el año 2002 (García Azcárate y Ribotta, com. pers. 2008). El sedimento interior de la misma fue luego retirado sistemáticamente en el laboratorio de la mencionada institución registrándose restos óseos de tres niños y ajuar compuesto por una pequeña vasija de estilo Candelaria y tres cuentas líticas (Colaneri et al. 2003). Posteriormente, se llevó a cabo una excavación más amplia alrededor del lugar preciso de donde se extrajo la urna. Entre los restos arqueológicos exhumados, se registraron 136

fragmentos cerámicos y una punta de cuarzo (Maloberti 2003; Maldonado 2007). En el curso de los trabajos reseñados anteriormente, ha resultado difícil determinar la estructura del sitio (por ejemplo, la ubicación del área de viviendas) debido a los fuertes procesos de alteración postdepositacionales, a la escasa visibilidad del área a causa de la densa vegetación y a la baja obstrusividad de los restos arqueológicos. Recientemente, mediante prospecciones y excavaciones sistemáticas adecuadas para la zona, se han podido ubicar tentativamente diferentes unidades socioespaciales dentro del paisaje arqueológico del área, donde se podrían haber llevado a cabo distintas actividades (Miguez 2005, 2006), aunque esto no significa que hayan sido las únicas. Miguez (2005) propone que una de las áreas destinadas a vivienda y actividades domésticas (sectores VII y X) estaría ubicada en llanuras cumbrales de lomas. Fundamentalmente en el sector VII, se registraron artefactos de molienda, gran cantidad de fragmentos cerámicos y algunas lascas de cuarcita y cuarzo (que se incluyen en la muestra analizada en este trabajo). También se relevó y excavó un alineamiento de rocas que, probablemente, formó parte de una estructura. En esta excavación se detectó, a 20 cm de profundidad, un probable piso de ocupación (inferido por una leve compactación del suelo) y, asociado al mismo, grandes fragmentos cerámicos dispuestos en forma horizontal. En el sector X sólo se recuperaron en superficie algunos tiestos cerámicos, pero se considera que el registro menos abundante de restos arqueológicos se debió a que las tareas de campo fueron acotadas y menos intensas en relación al sector anterior (solo una prospección y ninguna excavación).Además, esta área ha sufrido una mayor alteración antrópica debido a las prolongadas e intensas actividades agrícolas llevadas a cabo. Se ubicó, también, un área de entierros en urnas en los sectores V y VIII, al pie de las lomas,

La Zaranda de Ideas 5: 133-146 (2009)

basándose en el registro de urnas enteras y fragmentadas (Figura 2). Además, se plantea la existencia de otros espacios relacionados con la apropiación de materia prima (lítico y arcilla) ubicada en los ríos y arroyos cercanos (Miguez 2006). Este modelo de ocupación del espacio podría complementarse con lo propuesto en anteriores trabajos, que postulan otra posible área de ocupación en el sector VIII, ubicado al pie de las lomas (Cano 2002; Maldonado 2007). En los trabajos mencionados anteriormente se han enumerado en términos generales tipos y cantidades de materiales líticos, sin embargo ninguno de ellos se ha centrado en el análisis detallado de este tipo de resto, ni en el estudio de la distribución de los recursos en el área (potenciales fuentes de materias primas). En realidad, no existen estudios sobre materiales líticos de sitios formativos para el área pedemontana tucumana, pero cabe destacar un trabajo realizado en el sitio Mortero Hachado5 (ubicado cronológicamente en el período de Desarrollos Regionales), que se ha enfocado en el análisis de las materias primas y en el estudio tecno-morfológico del material lítico tallado para aproximarse a las secuencias y trayectorias de producción (Díaz 2004). Este autor señala que entre los diferentes grupos de materias primas, se destacan las cuarcitas y los cuarzos. Plantea además que la cuarcita es una materia prima local, encontrándose en fuentes secundarias inmediatas al sitio (llanura de inundación, paleocauces). En referencia al análisis técnomorfológico describe la presencia de núcleos, desechos de talla, FNRC, artefactos formatizados y artefactos de formatizacion sumaria (Díaz 2004).

1) determinar la variabilidad de materias primas en la muestra y aproximarse a las fuentes de aprovisionamiento; y 2) caracterizar la diversidad tecnológica del material registrado. METODOLOGÍA La metodología de trabajo se dividió en tres etapas, dos correspondientes a actividades de campo y una de laboratorio. La primera etapa consistió en prospecciones y excavaciones sistemáticas efectuadas entre los años 2004 y 2007. Debido a que el área de estudio presentaba una geomorfología compleja, con lugares ya trabajados, inexplorados, de difícil acceso o de densa vegetación, se decidió dividirla teniendo en cuenta estas características (sectores V a XI de la Figura 2). Por lo tanto, la metodología se adecuó a las variables de cada de cada uno de ellos. Por ejemplo, en los sectores que presentan una vegetación densa, la técnica prospectiva utilizada fue asistemática, mientras que, en las partes con buena visibilidad, se realizaron prospecciones de cobertura total mediante transectas paralelas. En ambos casos se recolectó todo el material hallado en superficie.

Objetivos

En la segunda etapa la materia prima fue analizada con lupa de 15 aumentos, a fin de identificarla y caracterizarla. Luego, se efectuó el análisis tecnomorfológico considerando como unidad de análisis a cada artefacto o desecho de talla. Para ello se aplicaron los criterios propuestos por Aschero (1975, 1983) y Aschero y Hocsman (2004). Para el estudio de las puntas de proyectil se tomaron en cuenta los lineamientos propuestos por Martínez (2003).

Con el fin de incrementar el conocimiento sobre el universo de instrumentos líticos y las materias primas utilizadas por los grupos formativos pedemontanos, los objetivos planteados son:

La tercera etapa comprendió la búsqueda de potenciales fuentes de aprovisionamiento de materias primas, de las mismas variedades que las recuperadas en el sitio. En tal sentido, se efectuaron prospecciones en los cursos de 137

Miguez et al. - Tecnología lítica en el piedemonte tucumano durante el Formativo...

agua cercanos al mismo, mediante una táctica pedestre de cobertura total sobre el lecho y las riberas. Las muestras obtenidas fueron debidamente medidas, embolsadas y rotuladas. Los cursos prospectados fueron: los arroyos Anta Yacu y Las Piedras, y los ríos Tapia, Muerto y Lules (Figura 1). Para complementar esta etapa se consultó la bibliografía y cartografía geológica específica para el área de estudio (Camino 1988; Durand 1998; Segemar 2005).

del sector VIII, obtenida de la misma manera. De allí proceden no sólo todas las puntas analizadas en este trabajo, sino también todas las que se registran para el sitio. Por otro lado se recuperó un sólo artefacto en el sector V, en una excavación de rescate (Miguez 2006). Segunda Etapa En la Tabla 1 se presentan los resultados de los análisis efectuados sobre el total de la muestra (34 unidades):

RESULTADOS Primera Etapa El total de la muestra de materiales líticos proviene de los sectores V, VII y VIII del sitio Horco Molle (Figura 2). En el sector VII se registró parte del conjunto lítico estudiado, recuperado en una recolección superficial. La otra parte de esta muestra estudiada proviene Nº de inventario 1

Sector del sitio V

En base a este análisis se han determinado tres grupos tipológicos (Aschero y Hocsman 2004) presentes en la muestra: 1) Artefactos Formatizados: puntas de proyectil, una punta destacada, un cuchillo de filo natural con dorso formatizado y un cortante. 2) Filos naturales con rastros complementarios (FNRC). 3) Desechos de Talla.

Descripción morfológica

Materia Prima

FNRC sobre lasca de dorso natural

Metagrauvaca (metasedimentita) gris oscura con trazas mica (moscovita y biotita), textura granoblástica Cuarcita de color rosado, de textura granoblástica

2

VII

Cortante lasca angular

3

VII

FNRC sobre lasca secundaria

Cuarcita de color rosado de textura granoblástica

4

VII

Cuchillo de filo natural con dorso formatizado sobre lasca laminar

Cuarcita de color rosado, de textura granoblástica

5

VII

FNRC + muesca sobre lasca angular

Cuarcita color rosado oscuro, textura granoblástica, más compacta (de grano más fino) que nº 2, 3 y 4

6

VII

Punta destacada por retoques unifaciales laterales Cuarzo transparente o de vena (ahumado) con relleno sobre lasca externa de cuarzo de hematita en microfracturas

7

VIII

Punta de proyectil apedunculada, entera, limbo Cuarzo transparente (cristalino), con un sector donde triangular, base escotada se perciben trazas de mica (muscovita), de fractura concoidal

8

VIII

Punta de proyectil, limbo triangular, base escotada, Cuarzo transparente (ahumado), compacto y macizo, fractura limbo apical y limbo proximal de fractura concoidal

9

VIII

Punta de proyectil, apedunculada, limbo triangular, Cuarzo transparente (ahumado), compacto y macizo, base escotada, fractura limbo apical y limbo de fractura concoidal proximal

10

VIII

Punta de proyectil limbo triangular, fractura limbo Cuarzo transparente (cristalino), macizo, compacto, apical y limbo proximal de fractura concoidal

11

VIII

Punta de proyectil, apedunculada, limbo triangular, Cuarzo blanco o lechoso o de veta, compacto y macizo, fractura limbo apical fractura concoidal

12

VII y VIII

Tabla 1. Descripción de la muestra6. 138

Desechos de talla

20 de cuarzo de distintas variedades y 2 de cuarcita rosada

La Zaranda de Ideas 5: 133-146 (2009)

A continuación se detallan los aspectos tecnomorfológicos determinados en los distintos grupos: Artefactos formatizados a) Puntas de proyectil: Las cinco puntas de proyectil analizadas (Nº 7, 8, 9, 10, 11) son de limbo triangular. Cuatro son apedunculadas, presentando tres de ellas (Nº 7, 8 y 9) base escotada, mientras que en el caso de la Nº° 11 es de forma concavilínea. La Nº 10 presenta una doble fractura proximal que impide identificar claramente la morfología de su base. En cuanto a la secuencia de formatizacion, las puntas numero 11 y 8 fueron formatizadas por adelgazamiento bifacial (Aschero y Hocsman 2004), retoque y microretoque extendido (Figura 3). Las puntas 10, 9 y 7 fueron confeccionadas por reducción bifacial y presentan retoque y microrretoque parcialmente extendido, permitiendo observar en una de sus caras restos del plano de lascado, por lo que se infiere que fueron formatizadas a partir de una lasca como forma base. En la Tabla 2 se muestran las dimensiones en milímetros

de estas puntas de proyectil, cabe señalar que en los casos en que no se pudo determinar una medida del artefacto por estar afectado por fractura se estimó esa magnitud, en la tabla se señala con el signo “>” el valor de la estimación. b) Punta destacada: artefacto formatizado por retoque unifacial parcialmente extendido sobre una lasca externa que aún conserva reserva de corteza en su cara dorsal. El ápice activo se formatizó por retoque lateral unifacial, sección triédrica. Tamaño mediano-pequeño (sensu Aschero 1975, 1983) (Figura 4). c) Cuchillo de filo natural con dorso formatizado: tamaño mediano, confeccionado sobre una lasca angular de cuarcita, de modulo laminar lo que permite un filo largo de bisel agudo, el dorso se formatizó por retoque continuo (Figura 5).

Figura 4. Punta destacada por retoque lateral (artefacto numero 6 de la Tabla 1).

Figura 3. Puntas de proyectil. La numeración hace referencia a la clasificación propuesta en la Tabla 1. Largo

Ancho

Espesor

Ancho / espesor

7

24

16

5.5

2.9

8

>25

15

4

3.7

9

>23

18

5

3.7

10

>26

14

6

2.4

11

>24

12

5

2.4



Tabla 2. Dimensiones de las puntas de proyectil (en mm).

Figura 5. Cuchillo de filo natural con dorso formatizado (artefacto número 4 de la Tabla 1). 139

Miguez et al. - Tecnología lítica en el piedemonte tucumano durante el Formativo...

d) Cortante: sobre lasca angular de cuarcita, el filo restringido se formatizó por retoque unifacial directo, sólo presenta reserva de corteza en el talón y algunos rastros complementarios en su filo natural (Figura 6). Filos naturales con rastros complementarios Se recuperaron tres FNRC de tamaño grande, dos en cuarcita rosada sobre lascas angulares, y uno en metagrauvaca7 gris, sobre una lasca de dorso natural. Los FRNC de cuarcita sólo conservan corteza en el talón de percusión, en ambos casos son talones liso-naturales cuyo espesor promedio es de 12 mm, asociados a bulbos pronunciados. El FNRC de metagrauvaca, no conserva el talón de percusión, pero en su cara ventral presenta un bulbo pronunciado y marcadas estrías de percusión (Figura 7). Desechos de talla La muestra de desechos de talla se compone de 22 especímenes. A partir de su estado

de fragmentación (Aschero et al. 1993), diferenciamos siete fracturados con talón, dos enteros, cuatro fracturados sin talón y nueve indiferenciados. La única reserva de corteza que se detectó fue en tres talones lisos-naturales. Los dos desechos enteros son lascas de aristas. Todos los desechos de talla son de cuarzo, excepto dos indiferenciados de cuarcita. Sólo se pudo determinar el tamaño en los dos desechos enteros de cuarzo: uno es una microlasca y el otro una hiper-microlasca. En general, los desechos son de bajo espesor (4-6 mm) en los casos en que fue posible determinarlo. Para el caso de los fracturados sin talón y los indiferenciados también se observa escasa reserva de corteza. Las fracturas, en general, son de tipo tabular. El redondeamiento y la falta de aristas en las caras dorsales indicarían que se extrajeron formas bases a partir de la reducción de guijarros fluviales, seguramente por percusión sobre yunque por ser las técnicas más adecuadas cuando se reducen nódulos pequeños o guijarros, lo cual se relaciona con el patrón de fractura tabular en la mayoría de los desechos. Tercera Etapa

Figura 6. Cortante sobre lasca angular (artefacto numero 2 de la Tabla 1).

Una vez determinados los tipos de materias primas de la muestra recuperada en la primera etapa, y conociendo el hecho de que la mayor parte de los artefactos provendrían de fuentes secundarias, se llevaron a cabo prospecciones pedestres en los ríos mencionados en el apartado anterior. En relación al cuarzo, se observó que se encuentra en forma de rodados menores de 10 cm de longitud máxima, en todos los cursos de agua señalados. Estos rodados se hallan disponibles en un radio aproximado de 500 m desde el sitio.

Figura 7. FNRC en metagrauvaca (artefacto número 1 de la Tabla 1). 140

Para el caso de las cuarcitas, sólo se registraron rodados disponibles en el lecho del río Tapia (a unos 20 km de Horco Molle) y en la zona de su desembocadura en el Dique

La Zaranda de Ideas 5: 133-146 (2009)

El Cadillal (distante a 25 km del sitio). Estos rodados se presentan en variados tamaños promediando los 25 cm de longitud máxima. Cabe destacar que a pesar de los resultados obtenidos en estas prospecciones, con respecto a la ubicación de las cuarcitas, Camino (1988) registró algunos afloramientos de esta materia prima sobre la ladera occidental de la Sierra San Javier (Valle de La Sala), ubicados aproximadamente a 5 Km al oeste del sitio Horco Molle. DISCUSIÓN Las materias primas predominantes en la muestra analizada son las cuarcitas rosadas y el cuarzo (Figura 8). Sobre este mineral se han confeccionado las puntas de proyectil y la punta destacada descritas. Estos artefactos se presentan en cuarzo lechoso, ahumado y transparente o cristalino, variedades de este mineral que también se encuentran en los desechos de talla de la muestra. La superficie redondeada de las caras dorsales, el tamaño de algunos indiferenciados y el rango de espesor de los desechos de talla de cuarzo, lleva a inferir que las puntas de proyectil pudieron confeccionarse a partir de lascas extraídas de rodados fluviales y, posteriormente, fueron adelgazadas y reducidas bifacialmente por retoque y microrretoque. Por lo tanto, esta materia prima ingresaría al sitio en forma

Figura 8. Proporción de materias primas.

de rodados fluviales obtenidos en los lechos de ríos cercanos. En cuanto a los restantes artefactos formatizados, a pesar de que las materias primas son de elevada dureza (cuarcita y metagrauvaca) y que probablemente por esta razón fueron descartados sin que sus filos estén embotados, su calidad para la talla es buena debido a que su textura es uniforme y presenta granos de tamaño muy pequeños. La escasa reserva de corteza en las herramientas confeccionadas en cuarcita y la baja representatividad de esta roca entre los desechos de talla, lleva a plantear el ingreso de la misma en forma de lascas para utilizar directamente sus filos naturales o formatizarlas expeditivamente en artefactos como los recuperados en esta ocasión. A partir del hecho de que no se observa inversión importante de trabajo en la formatizacion de los artefactos de cuarcita y que los FNRC se presentan en tamaños grandes (Figura 9), se puede pensar que la estrategia tecnológica de la que participó esta materia prima fue expeditiva (Nelson 1991). En general, ciertos rasgos morfológicos que comparten los artefactos analizados con los desechos de talla (e.g. el tipo de talón; los espesores, los bulbos y las estrías de percusión), se asocian a técnicas de talla por percusión directa con percutor duro.

Figura 9. Distribución de tamaños de artefactos formatizados. 141

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Por otra parte, en relación a la distribución u ocurrencia de las materias primas en el área de estudio se pueden realizar las siguientes apreciaciones: a) El cuarzo (blanco, ahumado y transparente) se presenta en venas o vetas existentes en afloramientos del basamento de la Sierra San Javier y El Taficillo, compuesto mayormente por rocas metamórficas de bajo grado (Camino 1988). Probablemente estos afloramientos constituyan el área fuente principal de este mineral que se observo en forma de rodados en los cauces cercanos al sitio (río Muerto, arroyos Anta Yacu y Las Piedras). En este sentido, pensamos que los grupos formativos que habitaban Horco Molle podrían haber utilizado estos cauces como fuentes secundarias de aprovisionamiento. b) Las cuarcitas rosadas presentes en la muestra provienen de yacimientos cuarcíticos ubicados sobre la ladera oriental de las Cumbres Calchaquíes, ya que esta roca se halla comúnmente en forma de rodados en los cursos medio e inferior de los ríos Tapia,Vipos y Choromoro (Segemar 2005; Gerardo Bossi, com. pers. 2007). Cabe señalar que en base a las observaciones realizadas en ríos cercanos, se pudo afirmar que las cuarcitas halladas en el sitio Horco Molle no se encuentran presentes al menos en un rango variable entre 4 km hacia el oeste y 20 km hacia el norte, este y sur. Sin embargo, a una distancia menor hacia el oeste, existen afloramientos de cuarcita en la ladera occidental de la Sierra San Javier, formando parte del basamento metamórfico (Camino 1988) y de nódulos de cuarcita rosada en el lecho de los ríos del Valle de La Sala, alta cuenca del río Tapia (Mario Caria, com. pers. 2007). Esto, sumado a la detección de nódulos de cuarcita en el curso inferior del río Tapia, pondría a éste como una de las principales fuentes potenciales de aprovisionamiento secundario disponible. 142

Por último, cabe destacar que también se han registrado en el sitio otros tipos de materias primas para artefactos líticos tallados tales como el mencionado FNRC realizado en metagrauva (Figura 7). Estas rocas afloran sobre la ladera occidental de la Sierra San Javier (Camino 1988). Además, otras piezas líticas mencionadas en trabajos anteriores (Cano 2002), fueron realizadas en pizarras verdosas (Cano com. pers. 2008), metamorfitas cuyos afloramientos se ubican en la ladera oriental de esta sierra (Camino 1988; Durand 1998) y se encuentran de forma abundante en el lecho de los ríos cercanos al sitio (Figura 1). En síntesis, los resultados expuestos en este trabajo muestran una relación entre la clase de materia prima y los tipos de artefactos elaborados. Vale decir que los artefactos formatizados hallados en el sitio Horco Molle se presentan mayormente en cuarzo (en sus distintas variedades), mientras que sobre cuarcita se registran artefactos de escasa formatización y lascas con rastros complementarios en sus filos naturales. Esta es una tendencia que sería recurrente en sitios ubicados en el piedemonte septentrional tucumano (Cuenca Tapia-Trancas y en zonas adyacentes). Por ejemplo, en el sitio Ticucho 1, ubicado sobre la margen derecha del río Vipos, se ha registrado una punta de proyectil de cuarzo y numerosas lascas de cuarcita rosada asociadas a un contexto de vivienda (Caria 2004). Artefactos de cuarcita rosada también se han recuperado de contextos de vivienda de otros sitios arqueológicos de la cuenca TapiaTrancas, tales como Moyellaco, ubicado en la localidad de San Pedro de Colalao (Heredia 1968). De la misma manera, en Horco Molle los FNRC en cuarcita proceden del sector del sitio que se ha propuesto como área de viviendas (Miguez 2005, 2006).Así, desde el punto de vista funcional en relación con el registro contextual, estos instrumentos habrían sido utilizados para

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efectuar cortes sobre diferentes tejidos blandos (carne, fibra o cuero) aunque esto debería contrastarse mediante estudios de rastros de uso o de microdesgaste. En el caso de las puntas de proyectil8, en cambio, estas han sido registradas en los sectores de enterratorios humanos del sitio Horco Molle, donde se recuperaron ejemplares tanto en superficie (Miguez 2005) como en excavación (Martínez et al. 1994; Cano 2002; Maldonado 2007). Por ende, pensamos que su posición en este contexto se debe a que formaban parte del ajuar que acompañaba al difunto en estos entierros. Esta situación es comparable con respecto al estudio realizado en la zona de El Cadillal, a 30 Km aproximadamente del sito Horco Molle. En varias excavaciones se registraron al menos cinco puntas de cuarzo y una de cuarcita (Berberián et al. 1977) asociadas a contextos funerarios de entierros de adultos en urnas de estilo Candelaria. Además, en este trabajo se realiza una interesante observación: “Numerosas puntas de flecha fueron reunidas en las recolecciones superficiales, en los distintos niveles excavados y asociadas a los enterratorios en todos los sitios de El Cadillal. Las puntas presentan idénticas características generales” (Berberián et al. 1977:34). CONSIDERACIONES FINALES En lo referente a los grupos del periodo Formativo que habitaron Horco Molle, el análisis de la muestra revela que se evidencia claramente un uso diferencial de la materia prima, donde el cuarzo se utilizó para formatizar ciertos tipos de artefactos como las puntas de proyectil y la punta destacada. Mientras que en cuarcita se agrupan los artefactos de filo, como lascas con rastros complementarios y artefactos de formatización expeditiva en tamaño mediano y grande. En este sentido, al no registrarse los primeros eventos de reducción

de esta materia prima, se plantea que ingresarían al sitio como formas base. Esto posiblemente se deba a las distancias entre las fuentes de aprovisionamiento propuestas y el sitio de Horco Molle, como también con la estrategia de llevar lascas como formas base que serán formatizadas en un diseño que mantenga cierto grado de expeditividad, para ser operativos en una diversidad de necesidades funcionales. En el caso del cuarzo, los desechos de talla tanto los enteros, los fracturados como los indiferenciados, estarían indicando etapas iniciales de extracción de formas base, lo que se relacionaría con la disponibilidad inmediata de dicha materia prima en relación al sitio. Es importante recordar que la mayoría de los desechos en esta materia prima son pequeños, si bien se pudo medir el tamaño sólo en dos enteros, el bajo espesor que presentan los fracturados así como la forma geométrica que se advierte en las caras dorsales de muchos de ellos permiten inferir que en el sitio se efectuaba la reducción completa de guijarros pequeños, característicos de los ríos gravosos del área. Es interesante destacar algunas implicancias en relación a la movilidad de estos grupos formativos. En general, estarían utilizando como fuentes de aprovisionamiento de materias primas arroyos y ríos en las proximidades del sitio, sin mayores problemas de accesibilidad sobre todo en relación al cuarzo y metamorfitas. En cambio, en el caso de las cuarcitas y metagrauvacas, el acceso a las fuentes de aprovisionamiento de estas rocas tuvo mayor dificultad debido a que habrían tenido que buscarlas del lado occidental de la Sierra San Javier9, como área más cercana. Probablemente por este motivo estas materias primas ingresaron al sitio en forma de lascas grandes como formas base para la producción de artefactos con filo. A pesar de que se ha sugerido que es probable que una buena proporción de los artefactos producidos por estos grupos 143

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pedemontanos fueron confeccionados en madera (Heredia 1968, 1974), al investigar su ergología resulta clara la capacidad que han tenido para manipular la materia prima lítica como es el caso de la producción de puntas de proyectil en una materia prima tan dificultosa de tallar como es el cuarzo. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en septiembre de 2008 NOTAS 1. Una versión preliminar de este trabajo ha sido presentada en el XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina (Miguez y Gramajo Bühler 2007). 2. La Sierra San Javier es un anticlinal asimétrico de 3 Km de longitud, con una orientación NNE-SSO limitado por fallas inversas de alto ángulo. El faldeo oriental presenta pendiente abruptas y el occidental más suaves y extensas. A lo largo de su superficie pedemontana presenta varios sectores con lomadas recortadas por ríos temporarios y abanicos aluviales coalescentes. El núcleo la sierra se compone de rocas metamórficas de bajo a muy bajo grado (Rodríguez y D’Hurso 2005). Las rocas que constituyen este basamento integran la Formación Medina, principalmente compuesta por pizarras, filitas, metagrauvacas y cuarcitas (Durand 1998). 3. Es preciso señalar que en el área de Horco Molle, además de la REHM, se encuentra parte de otra área protegida de administración universitaria: el Parque Biológico Sierra San Javier (PBSSJ), que cubre un 74 % de la Sierra San Javier (ver Figura 2). 4. La profundidad media del arado en la zona de Horco Molle está entre los 20 y 30 cm, dependiendo del tipo de cultivo. En el caso del sector del Campo EAS, la especie que se cultiva es caña de azúcar (Saccharum officinarum), por lo que la profundidad media de labranza ronda los 30 cm. El paso del arado alteraría hasta esa profundidad la estratigrafía en este sector del sitio, además de producir fracturas en los restos arqueológicos. Para mayores detalles sobre los procesos postdepositacionales en el área de Horco Molle, ver el trabajo de Miguez y Cano (2006).

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5. Ubicado en el valle del Río Rearte, Dpto. de Trancas, Tucumán. 6. El cuadro que se presenta en este caso contiene diferencias respecto del publicado en el informe preliminar anterior (Miguez y Gramajo Bühler 2007) debido al avance en la clasificación tecnomorfológica. 7. Sensu Castro Dorado, 1989. 8. Con respecto a las puntas de proyectil, hasta el momento se han registrado en Horco Molle un total de 10, dos de las cuales están confeccionadas sobre roca metamórfica de bajo grado (Cano 2002) y las demás en cuarzo (Cano 2002; Miguez 2005; Maldonado 2007; Martínez, com. pers. 2008). Todas han sido recuperadas del sector VIII (Figura 2). 9. La Sierra San Javier posee una altura que crece de sur a norte, variando desde los 1.150 msnm hasta los 1.870 msnm (Cumbres del Taficillo), mientras que la zona de Horco Molle posee una altura promedio de 600 msnm aproximadamente.

AGRADECIMIENTOS Queremos expresar nuestro agradecimiento al Geólogo P. Larrahona por el análisis de las materias primas y al Dr. G. Bossi por sus atinados comentarios al observar la muestra considerada. Asimismo agradecemos al Lic. Carlos Aschero, al Dr. Jorge Martínez, al Dr. Salomón Hoscman y a Eugenia Di Lullo sus comentarios y desinteresado apoyo a nuestro trabajo. BIBLIOGRAFÍA Aschero, C. A. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Informe presentado a CONICET. Ms en archivo, Cátedra de Práctica de Campo III, Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán.

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*Gabriel Miguez es arqueólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Naturales e IML, UNT (2005). Es becario de Posgrado del CONICET y miembro del Instituto de Arqueología y Museo (UNT) y del Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET). Dirección de contacto: [email protected] **Jorge Funes Coronel es arqueólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Naturales e IML, UNT (2009). Es becario de Posgrado del CONICET y miembro del Instituto de Arqueología y Museo (UNT). Dirección de contacto: [email protected] ***Carlos Matías Gramajo Bühler es estudiante del último año de la carrera de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales e IML, UNT, y miembro del Instituto de Arqueología y Museo (UNT). Dirección de contacto: [email protected]

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REFLEXIONES SOBRE EL TRABAJO INVERTIDO EN DOS ASENTAMIENTOS UBICADOS EN EL VALLE DE AMBATO, CATAMARCA Andrés Barale* Resumen El presente artículo tiene como objetivo presentar y discutir los resultados de un análisis de inversión de trabajo realizado en dos asentamientos arqueológicos ubicados en el valle de Ambato, provincia de Catamarca. Si asumimos que la capacidad de acceder a la fuerza de trabajo varía en función de las diferentes posiciones de las personas en el espacio social, la realización de estos cálculos constituye una importante herramienta a la hora de evaluar en qué medida dicho recurso cobró importancia para las sociedades del pasado. Los resultados obtenidos sugieren que este recurso no estuvo homogéneamente distribuido durante el período de Integración Regional (500 – 1000 años DC) en el área de estudio. Sin embargo, las diferencias observadas no parecen responder al control sobre la organización del trabajo, sino a la utilización de materiales más costosos cuyo acceso, al parecer, estuvo restringido para la mayoría de los asentamientos. Palabras Clave: Cálculo de Inversión - Fuerza de Trabajo - Valle de Ambato - Diferenciación Social - Período de Integración Regional Abstract This article presents and discusses the results of an analysis of labor investment in two archaeological settlements located in the valley of Ambato, province of Catamarca. If we assume that the ability to access the workforce varies according to the different positions of people in the social space, these calculations are an important tool to assess the importance of this resource in past societies.The results suggest that this resource was not evenly distributed during the period of Regional Integration (500 - 1000 years AD) in the study area. However, the differences appear not to respond to control over the organization of work, but to the use of more expensive materials whose access, apparently, was restricted for most of the settlements. Key Words: Investment Calculation - Workforce - Valley of Ambato - Social Differentiation Period of Regional Integration

* Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca (UNCa) - [email protected] Barale, Andrés. 2009. Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos ubicados en el Valle de Ambato, Catamarca. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 147165. Buenos Aires.

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Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

INTRODUCCIÓN Los grupos que se desarrollaron en la cuenca del río Los Puestos -también conocida como Valle de Ambato- entre el siglo IV y XI d.C. aproximadamente, fueron definidos como estratificados y heterogéneos en numerosas publicaciones (Pérez Gollán 1991; Laguens 2002, 2003; Laguens y Bonnín 2003). Dentro de este contexto nos preguntamos si el control sobre la organización del trabajo fue utilizado como una estrategia efectiva a la hora de acceder y mantener una posición de prestigio dentro de la sociedad. Para buscar una respuesta a nuestra incógnita se realizó una reflexión sobre los cálculos de inversión de trabajo llevados a cabo en los sitios Martínez 1 y Piedras Blancas, ambos ubicados en la cuenca del río de Los Puestos. La arqueología de Ambato de los últimos años se preocupó principalmente por estudiar y caracterizar la desigualdad social a través de sus manifestaciones materiales (Laguens 2003). Estos estudios generaron un amplio conocimiento de la vida en el valle durante el primer milenio de la era cristiana, incluyendo tanto a las sociedades Formativas que lo habitaron, como también cuando comenzaron a registrarse evidencias de ocupaciones Aguada, durante el período de Integración Regional (Pérez 1991) o período Medio (González 1977). A partir de esta base se establecieron diferencias entre ambas ocupaciones, permitiendo pensar a la última como una sociedad heterogénea y estratificada (Laguens y Bonnín 2003). Los cambios que se produjeron en las comunidades del Formativo fueron tantos que éstas se trasformaron radicalmente. Puede argumentarse que se configuró una sociedad más “compleja” en el sentido de que hubo un aumento de la diversidad y la heterogeneidad (McGuire 1983), con una economía intensiva que sobrepasó los límites de la simple subsistencia y produjo la acumulación de los excedentes necesarios para mantener un sofisticado culto. Se incrementó 148

la población, los roles sociales se diversificaron y finalmente aparecieron en escena ciertas desigualdades políticas, sociales y económicas entre individuos y/o grupos hacia el interior de la sociedad (Laguens 2002, 2003). Dentro de este contexto es de esperar que un sector de la sociedad tuviera el control sobre parte del trabajo, y manipulase la organización del mismo para mantener y reproducir una estructura social que promoviese la diferenciación entre los individuos. Pero ¿fue ésto realmente así? ¿Efectivamente se constituyó el trabajo como un recurso de importancia para el afianzamiento de las elites locales? CONSIDERACIONES SOBRE EL TRABAJO Existe un cierto paralelismo entre el desarrollo de la diferenciación social y el control del trabajo, y es importante analizar el rol que el mismo tiene durante períodos de cambio de una comunidad, sobre todo cuando la organización de éste es reestructurada de manera tal que sirva a sectores de la sociedad (Arnold 1993). Es posible definir al trabajo de dos maneras: por un lado, como las actividades de individuos, solos o en grupos, que invierten su propia energía para producir cambios en la naturaleza y, por otro, como un fenómeno social que vincula a diferentes individuos en una sociedad (Silliman 2001). Las relaciones que surgen del proceso de trabajo son siempre relaciones de propiedad (Lumbreras 1984). Esta es la forma en la que el hombre establece sus relaciones con las fuerzas productivas en su conjunto. El proceso es diferente dependiendo de quién mantiene la propiedad sobre si mismo. En un emprendimiento colectivo o comunitario la propiedad de los medios de producción pertenece a la comunidad, sin embargo este tipo de organización puede ser manejada para generar situaciones donde determinados

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individuos adquieren y mantienen una posición de poder frente al resto de la comunidad. Esta característica convierte al proceso mencionado en un espacio de lucha entre diferentes grupos e intereses.

sectores de la sociedad se articulan y negocian (Silliman 2001), donde unos piden/exigen y otros otorgan, pero también resisten. LA ARQUITECTURA Y EL TRABAJO

Dentro del contexto de los diferentes estudios sobre las organizaciones jerárquicas, y con especial énfasis al tratar la desigualdad social inherente a estas sociedades, algunos autores han comenzado a considerar el control sobre el trabajo como una de las estrategias que posibilitó el acceso al poder y su mantenimiento. Unos incluyéndolo dentro del conjunto de estrategias económicas (Brumfied y Earle 1987; Earle 1987, 1991; Gilman 1991); otros diferenciándolo de otras estrategias económicas y revistiéndolo de una importante significancia (Arnold 1993, 2000; Andrade Lima y López Mazz 2001). Teniendo en cuenta que diversos autores coinciden en que el trabajo puede convertirse en un recurso de suma importancia a la hora de acceder o consolidar una posición de poder; y considerando las descripciones que se han realizado sobre las sociedades de Ambato durante el período de Integración Regional, sería factible esperar que las elites de estos grupos detentaran la propiedad del mismo. Si esta premisa se cumple tendría que observarse una heterogénea distribución de la fuerza de trabajo en distintos recursos materiales. Es muy importante tener en cuenta que el proceso de institución formal de la diferenciación social no es un proceso pasivo. Las desigualdades se basan en la explotación de unos sobre otros y el proceso por el cual un individuo o elite adquiere el poder necesario para imponer sus decisiones no se habría desarrollado sin resistencias (Andrade Lima y López Mazz 2001). Además, al mismo tiempo, puede ser utilizado como un mecanismo o medio de dominación y control social, puede ser un medio de resistencia por parte de los trabajadores. De esta manera se convierte en un ámbito de encuentro, donde diferentes

La arquitectura es ideal para analizar poblados, patrones demográficos, urbanización, organización sociopolítica. A diferencia de otras tecnologías, esta es altamente visible y durable, lo que la ha convertido a través del tiempo en un medio efectivo por el cual comunicar expresiones sociales, políticas, económicas, ideológicas y simbólicas (Abrams 1989). El análisis espacial de los asentamientos es un indicador excepcional para identificar sociedades jerárquicas y, posiblemente por ello, uno de los más utilizados. En sociedades jerárquicas los jefes son directores centrales, y la centralidad es el indicador más claro de este tipo de sociedades (Earle 1987). Los modelos de lugar central y análisis de tamaño-rango son unos de los frecuentemente utilizados para interpretar patrones de asentamiento de sociedades estratificadas. Estos modelos se basan en el supuesto de que los asentamientos se ordenarían en jerarquías, con un número grande de pequeños asentamientos y un número pequeño de grandes sitios. La relación tamaño-rango es la relación entre el tamaño del asentamiento en la región y su rango dentro de la jerarquía, en donde el más grande ocupa el rango principal (Hodder y Orton 1976; Williams 1993-1994). Como se ve, el tamaño del asentamiento es aquí la principal variable para diferenciarlos (Williams 1993-1994; Nastri 1997-1998; Assandri 2002; Assandri y Laguens 2003). En algunos casos la variable que se toma es la demografía del área, pero aquí también el análisis espacial del tamaño de los asentamientos de un área sigue siendo lo primordial (Nastri 1997-1998). 149

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

Otros artículos que analizan la arquitectura para observar relaciones sociales se encargan de estudiar la organización interna de algunos asentamientos. Generalmente se basan en la morfología de las estructuras, técnicas constructivas, distribución interna, etc., por medio de las cuales se infiere una jerarquización interna de los asentamientos (Tarragó 1987; Gordillo 1991, 1994; Caro 2002). En estos análisis aparentemente se ha dejado al trabajo de lado, ya que generalmente se lo toma como un supuesto, por lo cual creemos que es escasamente estudiado como parte de los objetivos de las investigaciones. Por ejemplo, en los análisis espaciales el modelo de tamaño-rango lleva la idea implícita de que el asentamiento central de la jerarquía, el más “monumental”, es el que por ser el más grande supuestamente requirió más esfuerzo en su construcción. En los estudios donde se analiza principalmente la disposición interna de las estructuras y la morfología de las mismas, se pone especial énfasis en las técnicas, las que teóricamente serían más complejas y por ende requerirían más inversión de energía. Por ejemplo Gordillo (1994) infiere que para la construcción de la Iglesia de los Indios fue necesario el control de los recursos humanos y ambientales, pues estima que implicó un trabajo comunal organizado y planificado para levantar el asentamiento. Sus estimaciones se basan principalmente en la prolijidad de los muros que presentan un aparejo regular, con lajas planas, que fueron seleccionadas y/o canteadas requiriendo un gasto de energía mayor. Infiriendo que la selección y canteado de materia prima puede requerir un mayor esfuerzo, ¿realmente el uso de técnicas de mayor prolijidad en las estructuras representan una inversión significativa de trabajo? Podemos observar en la síntesis realizada que los análisis arquitectónicos en arqueología constituyen una importante herramienta para 150

el análisis de la organización social, y que muchos de estos expresan la importancia, ya sea explícita o implícitamente, del control de la fuerza laboral para la construcción de un asentamiento en una sociedad no igualitaria. Sin embargo, pensamos que para profundizar la problemática es necesario abordar la estimación energía que se deposita en un sitio arqueológico de manera directa. LOS CÁLCULOS DE INVERSIÓN DE TRABAJO Una de las formas, quizás la más directa para estudiar el tema que nos convoca, son los cálculos de inversión de trabajo. Estudios de este tipo realizados en estructuras arquitectónicas y asentamientos han permitido transformar las estimaciones, que durante mucho tiempo se han realizado de manera especulativa y sobre una base de variables cualitativas. Los análisis cuantitativos permiten comparar diferentes estructuras desde un criterio común y más preciso (Barale 2005). La unidad que utilizaremos para expresar los resultados será días/personas, esta se refiere a la cantidad de personas involucradas en un día de trabajo, tomando como tal 5 horas diarias. La metodología que se utilizó en los cálculos realizados en el área de estudio sigue los lineamientos teórico metodológicos propuestos por Abrams (1987, 1989, 1998). Esta metodología permitió realizar un seguimiento detallado de las diferentes etapas de construcción, es decir: se logró reconstruir el proceso por el cual fueron erigidas las diferentes estructuras, calculando el trabajo necesario para cada una de las tareas involucradas (Barale 2005). La principal característica de este método es dividir al proceso por el cual se crea una estructura en cuatro operaciones que se articulan entre sí. Estas son: (1) procuramiento de los materiales, (2) transporte, (3) manufactura de los componentes que van a ser utilizados y (4) edificación. Cada una

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de estas operaciones incluye diversas tareas como, por ejemplo, aquellas involucradas en el procuramiento de cada uno de los materiales necesarios, el transporte de cada material, sucediendo lo mismo para las demás operaciones consideradas. Para poder identificar las diferentes operaciones y las tareas que cada una de ellas incluye, es necesario conocer cómo están construidas las estructuras estudiadas y qué materiales se emplearon para levantarlas. Estas han sido descriptas en otras publicaciones (Herrero y Ávila 1993; Gordillo 1994; Caro 2002; entre otros). En esta oportunidad no nos detendremos en describirlas, basta mencionar que para el cálculo de inversión de trabajo se utilizó información proveniente de los artículos mencionados y de observaciones propias en el campo. Las variables que serán tomadas para realizar el cálculo de la inversión de trabajo durante el proceso de construcción son las diferentes tareas que pueden ser identificadas en cada una de las operaciones propuestas que se articulan durante la construcción. Es decir se tienen en cuenta el costo de procuramiento y transporte de cada uno de los materiales presentes, como también la inversión de la manufactura necesaria antes de la edificación y finalmente el costo de esta ultima. Caso de Estudio: Piedras Blancas Con el propósito de ejemplificar el proceso por el cual se obtuvieron los resultados que se discutirán en el presente artículo, se describirá la metodología utilizada en el caso del sitio Piedras Blancas. Por razones de extensión, no se realizará lo mismo con Martínez 1, pero cabe recalcar que con este último se siguieron los mismos procedimientos que se describen a continuación. Ambos asentamientos fueron seleccionados principalmente por la información, proveniente de excavaciones, que se tiene de cada uno de ellos. Este criterio para su elección

es importante, ya que la metodología que presentamos aquí necesita de datos precisos provenientes de excavaciones sistemáticas, para conocer que tipo de materiales fueron utilizados y sus respectivas cantidades. En Piedras Blancas encontramos distintas combinaciones de las técnicas básicas de construcción de muros de tapia, con o sin revestimiento. Estas son: - Muro de tapia con columnas de piedras chicas”. - Muro de tapia con columnas de piedra “grandes”. - Muro de tapia con revestimiento de cuarzo. - Muro de tapia con revestimiento de piedras iguales a las de las columnas. - Muro de tapia con columnas de piedra y revestimiento. - Muro de tapia con revestimiento y revoque coloreado. - Muro de tapia con revestimiento y postes de madera. - Techos con un entramado de maderas de diferentes tamaños y especies, con torta de barro por encima. A partir de la identificación de estas técnicas constructivas es posible conocer que materiales fueron utilizados para la construcción del asentamiento. Estos fueron: - Tierra - Agua - Piedra (bola, seleccionada y canteada) - Cuarzo - Madera - Ramas - Paja - Pigmentos - Cueros y sogas Los valores de costos de aprovisionamiento utilizados para este análisis pueden observarse en la Tabla 11. Debido que a las ramas, la paja, los pigmentos y los cueros o sogas no ha 151

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

sido posible atribuirles costos que resulten satisfactorios, y sumado a que estos materiales no influyen mucho sobre los costos totales, serán excluidas de este estudio. Además no han sido tomados en cuenta los procesos erosivos y de formación de cada uno de los sitios, ya que no se encontró una forma satisfactoria de estimar en qué medida afectan los valores y las cantidades de los diferentes materiales. Para estimar el costo de trabajo en el aprovisionamiento de los materiales, se procedió a contabilizar el volumen de los materiales en metros cúbicos (m3), calculado a partir de los metros lineales de muros presentes en el asentamiento (Tabla 2). Luego se determinó la proporción de cada material presente en los muros según su técnica constructiva, para poder conocer el volumen total de cada material utilizado en Materias primas Tierra Piedra Agua Acacia visco Alnus sp Phoebe sp Prosopis sp

Costos 2,6 m3 p/d 3 1 m p/d 10 litros / 12 seg 88 min. / pieza 66 min. / pieza 44 min. / pieza 88 min. / pieza

Tabla 1. Costos de obtención de las materias primas empleadas.

la construcción del asentamiento. Finalmente, se calculó el costo de aprovisionamiento de cada uno de ellos. En el caso de la piedra para revestimiento se obtuvo un promedio del volumen de revestimientos en el sitio Piedras Blancas, logrado a través de la medición del volumen que ocupa este material en el muro en varios sectores del sitio. El resultado fue de 0,08 m3³ de piedra o cuarzo para un metro de muro. Para las piedras de las columnas, el volumen que ocupan en un metro de construcción varia entre 0,14 m3³ a 0,07 m3³; este rango de variación responde a que se utilizaron diferentes piedras dependiendo del ancho del muro, por eso van a variar entre muros perimetrales e internos. Además, también varían las distancias a la que se encuentran unas con otras: en un metro de construcción en los muros perimetrales solo encontramos una columna, mientras que en los internos es más probable encontrar dos. En el caso del agua se obtuvo, por experimentación, que la cantidad de este material tendría que ser del 0,17 % de la cantidad de tierra presente, para lograr que la tierra se humedezca pero que no se forme barro. Los valores de los volúmenes en que se presenta cada material en cada técnica

SITIO PIEDRAS BLANCAS Recintos Técnicas constructivas

Muros perimetrales

Patios Muros internos

Muros perimetrales

Muros internos

m lineales

m cúbicos

m lineales

m cúbicos

m lineales

m cúbicos

m lineales

m cúbicos

Tapia c/ columnas

50,9

80,17

71,48

75,05

75,95

68,33

17,37

10,42

Tapia revestida

4,09

6,44

8,45

8,87

-

-

-

-

-

-

-

-

16

14,4

-

-

9,1

14,3

-

-

6,82

6,14

-

-

64,09

100,91

79,93

83,92

83,92

98,74

17,37

10,42

Tapia revestida c/ cuarzo Tapia revestida c/ cuarzo y columnas Total

Tabla 2. Cantidad de metros lineales y cúbicos por cada técnica constructiva en el sitio Piedras Blancas. La diferencia entre patios y recintos es que la altura de los muros en los primeros es de 1m aproximadamente, mientras que en los segundos es de 1,75 m . Los muros perimetrales son los que presentan columnas de mayor tamaño, y tienen un ancho de 0,90 m, en contraste con los muros internos que presentan columnas pequeñas y anchos que rondan los 0,60 m . 152

La Zaranda de Ideas 5: 147-165 (2009)

Tapia con columnas Recintos Materiales de Muros Muros construcción perimetrales internos Tierra 1,43 m3 0,93 m3

Tapia con columnas

Patios Muros Muros perimetrales internos 0,82 m3 0,53 m3

Agua

0,003 m3

0,002 m3

0,0015 m3

0,001 m3

Piedra bola

0,14 m3

0,12 m3

0,08 m3

0,07m3

Tapia revestida Recintos Patios Materiales de Muros Muros Muros Muros construcción perimetrales internos perimetrales internos Tierra 1,43 m3 0,91 m3 0,82 m3 0,52 m3 Agua

0,003 m3

0,002 m3

0,0015 m3

0,001 m3

Piedra/cuarzo

0,14 m3

0,14 m3

0,08 m3

0,008 m3

Tapia revestida y con columnas Materiales de construcción Tierra

Recintos Patios Muros Muros Muros Muros perimetrales internos perimetrales internos 1,29 m3 0,79 m3 0,74 m3 0,45 m3

Agua

0,003 m3

0,002 m3

0,0015 m3

0,001 m3

Piedra/cuarzo

0,28 m3

0,26 m3

0,16 m3

0,15 m3

Recintos Patios Materiales Total de Muros Muros Muros Muros construcción perimetr. internos perimetr. internos Tierra 73,02 m3 66,47 m3 62,26 m3 9,2 m3 210,95 m3 Agua

0,15 m3

0,14 m3

0,11 m3

0,02 m3

Piedras bola

7,15 m3

8,58 m3

6,07 m3

1,22 m3 23,02 m3

0,42 m3

Tabla 4. Cantidad total de cada material utilizado en los muros realizados con tapia y columnas. Tapia revestida Recintos Patios Materiales de Total Muros Muros Muros Muros construcción perimetr. internos perimetr. internos Tierra 5,87 m3 7,69 m3 13,56 m3 Agua

0,01 m3

0,02 m3

-

-

0,03 m3

Piedras

0,57 m3

1,18 m3

-

-

1,75 m3

Tabla 5. Cantidad total de materiales utilizados para el levantamiento de los muros de tapia revestidos en Piedras Blancas.

Tabla 3. Volumen de cada material de construcción en un metro de cada técnica constructiva.

Tapia revestida con cuarzo

constructiva por metro lineal se pueden observar en la Tabla 9.

Recintos Patios Materiales de Total Muros Muros Muros Muros construcción perimetr. internos perimetr. internos Tierra 13,28 m3 13,28 m3

Luego los valores de materiales obtenidos por metro lineal de técnica constructiva, fueron pasados a la totalidad de m3 de cada técnica. El procedimiento que se utilizó fue una regla de tres simple y los resultados obtenidos pueden apreciarse en las Tablas 4, 5, 6 y 7. En el caso de los techos, a partir de información obtenida de las excavaciones y de la observación de la forma en que todavía se construyen algunos techos en la actualidad, se calculó la cantidad de madera que requirieron para ser construidos. Primero se procedió a estimar qué cantidad de madera de cada especie fue necesaria para techar una superficie de 42 m2, correspondiente a la de un recinto promedio (Tabla 8). Para techar el área propuesta, fue necesario 1 cumbrera de aproximadamente 6 m de largo

Agua

-

-

0,02 m3

-

0,02 m3

Cuarzo

-

-

1,28 m

-

1,28 m3

3

Tabla 6. Cantidad de materiales gastados en la construcción de muros con revestimiento de cuarzo. Tapia revestida con cuarzo con columnas Recintos Patios Materiales de Total Muros Muros Muros Muros Construcción perimetr. internos perimetr. internos Tierra 11,75 m3 6,14 m3 16,8 m3 Agua

0,03 m3

-

0,01 m3

-

0,04 m3

Cuarzo

1,27 m3

-

0,55 m3

-

1,82 m3

Piedras bola

1,27 m3

-

0,55 m3

-

1,82 m3

Tabla 7. Volúmenes de materiales utilizados en la construcción de muros revestidos en cuarzo con columnas de piedra.

(que muy posiblemente fuera de Laurel de la Falda) y unas 20 vigas de por lo menos 3 m de largo (éstas pueden ser de aliso, viscote o algarrobo, pero es más probable que las dos primeras especies hallan sido utilizadas para esta función) y dos postes como mínimo para 153

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos... Cantidad para Dimensiones de Volumen cubrir 42 m2 cada pieza Laurel de 6 m de longitud. Cumbrera 1 0,42 m3 la Falda Diámetro: 0,30 m 3 m de longitud. Aliso Vigas3 20 0,21 m3 Diámetro: 0,20 m Viscote/ 2/2,5 m de longitud. Postes 2 0,09 m3 Algarrobo Diámetro: 0,20 m Maderas Función

Tabla 8. Se muestran las cantidades de madera, discriminadas por especies, para techar un recinto de 42 m2. Estas se infirieron a partir de información proveniente de excavación, como así también de observación de techos actuales en la región.

sostener la estructura (éstos podrían ser de algarrobo o viscote). A continuación, a partir de lo ya analizado, se calcularon las cantidades totales de materiales de construcción en Piedras Blancas y los costos de aprovisionamiento de cada uno de ellos. Procuramiento Para estimar en costo de aprovisionamiento de los materiales se procedió a calcular los totales a partir de las cantidades usadas en cada técnica constructiva en el sitio Piedras Blancas. Luego estas cantidades se dividieron según los valores de costo de aprovisionamiento que habíamos propuestos y que reunimos en la Tabla 7. De esta manera se pudieron obtener los costos de aprovisionamiento de cada material para todo el sitio, los cuales son reunidos en la Tabla 9.

Costo en d/p

Tierra

254,59 m3

2,6 m3

Costo total en d/p 97,94

Agua

510 litros

10 litros/12 seg.

0,035

4

Cuarzo

3,10 m

Piedra bola

24,84 m3

3

Piedra 1,75m3 Costo total de aprovisionamiento de materiales para muros

1m

3,1

1 m3

24,84

1 m3

26,59

3

127,66 d/p

Tabla 9. Costos de aprovisionamiento de materiales de construcción de muros en el Sitio Piedras Blancas.

Como se observa en la Tabla 9 para el revestimiento de cuarzo que le da el nombre al sitio fue necesario 3,10 m3 de este material, lo que implica, según los costos que propusimos para el m3, 3,10 p/d de trabajo. El resto del sitio requirió utilización de 26,59 m3 de piedra tanto para las columnas en las paredes de tapia, como para los muros que presentan revestimiento, por lo tanto el costo de procuramiento fue de 26,59 d/p de trabajo para obtener el material. La tierra es el material más utilizado: fueron calculados 254,59 m3 de la misma, lo que implicó un costo total de trabajo en el procuramiento de la tierra de 97,94 p/d, teniendo en cuenta que el costo propuesto es de 2,6 m3 d/p. Mientras que proveerse de agua significó un costo de trabajo de 0,03 d/p, ya que habíamos estimado la utilización de 510 litros en todo el asentamiento con un costo de aprovisionamiento de 10 litros / 12 segundos.

Costo de tala6 (min/p)

Costo total para techar 42 m2 (min/p)

1 cumbrera 44 (minutos/personas)

44 (minutos/personas)

Cantidad Laurel de la Falda

Cantidad total

Materiales

Costo de procuramiento de cada Equivalente en días especie para techar 1 m2 (min/p) 1,05 (minutos/personas)

0,0035 d/p

Aliso

20 vigas

66 (minutos/personas) 1320 (minutos/personas)

31,42 (minutos/personas)

0,10 d/p

Algarrobo/ Viscote

2 postes

88 (minutos/personas) 176 (minutos/personas)

4,19 (minutos/personas)

0,014 d/p

36,66 (minutos/personas)

0,12 d/p

Costo de procuramiento de todas las especies juntas 1540 (minutos/personas)

Tabla 10. Costos de aprovisionamiento de maderas para techar una superficie de 42 m2 y de 1 m2, el costo de 1 m2 será utilizado para poder estimar el costo de procuramiento de maderas en toda la superficie techada de los sitios elegidos. 154

La Zaranda de Ideas 5: 147-165 (2009)

Todo ello da un total de 127,66 p/d de trabajo para obtener todo el material necesario en la construcción de los muros del sitio del sitio. Ya conocemos el costo de trabajo total de procuramiento de materiales para la construcción de muros en Piedras Blancas, ahora debemos lograr estimar los costos de procuramiento de materiales para la construcción del techo. Una cumbrera de laurel de la falda cuesta 44 min./p, las 20 vigas de aliso (para Piedras Blancas utilizaré aliso ya que fue en este sitio donde fueron encontrados restos de esta especie) 1320 min./p y los postes de viscote o algarrobo 176 min./p. Lo que equivaldría a 25.67 horas que traducido a días7 sería aproximadamente 5 d/p de trabajo. Ahora, ese es el costo para una superficie de 42 m2. Me interesa averiguar el costo de procuramiento de materiales para 1 m2 para luego poder calcular toda la superficie techada de Piedras Blancas. Pasando los valores obtenidos para 42 m2² a 1 m2² lo que obtenemos son los siguientes resultados: procuramiento de Laurel de la Falda 1,05 min./p,Aliso 31,42 min./p y algarrobo o viscote 4,19 min./p. Es decir un total de 36,66 min./p para aprovisionarse del material necesario; si lo expresamos en días obtenemos un costo de 0,12 d/p para conseguir la madera necesaria para techar 1 m². En Piedras Blancas tenemos 223,42 m2 de superficie techada. En consecuencia el costo total en el procuramiento de madera para este sitio es de 26,81 d/p.Ahora bien, si en una superficie techada de 42 m2 se utilizaron 1 cumbrera, 20 vigas y 2 postes, para 223,42 m2 fueron necesarias 5 cumbreras, 106 vigas y 11 postes. El costo de 26,81 d/p es para proveerse de estas cantidades de materiales.

conocer la cantidad de estos y a la distancia que se encuentran de donde se realizó la construcción. La cantidad ya la conocemos, la estimamos para poder realizar el cálculo de inversión de trabajo en el procuramiento. La distancia la obtuvimos mediante reconocimiento en el campo de las áreas, donde existen los materiales utilizados, midiendo la distancia que separan estas áreas del sitio (Tabla 12). Las distancias expresadas en la Tabla 12 son aproximadas. En el caso de materiales como la tierra, los algarrobos y el viscote se tomó un área estimada donde podrían haber conseguido los materiales, pero hay que tener en cuenta que los mismos pueden ser obtenidos de los alrededores del asentamiento. En el caso de las piedras se las puede encontrar en los piedemontes, lechos de ríos y cumbre de los cerros que delimitan el valle. Esta última posibilidad no fue considerada ya que Materiales de construcción Tierra

Transporte Para calcular el costo de trabajo en el transporte de todos estos materiales, debemos

254,59 m3

Agua

510 litros

Cuarzo

3,10 m3

Piedra

1,75 m3

Piedra bola

24,74 m3

Laurel de la Falda

5 cumbreras (6 m x 0,30 m c/u) = 2,10 m3

Aliso Algarrobos o viscote

106 vigas (3 m x 0,20 m c/u) = 22,26 m3 11 postes (2-2,5 m x 0,20 m c/u) = 0,99m3

Tabla 11. Cantidad total de materiales que se utilizaron para construir Piedras Blancas. Materiales Tierra Agua Cuarzo

En la Tabla 11 se presentan las cantidades totales de materiales que fueron utilizados para la construcción del sitio Piedras Blancas.

Volumen total utilizado

Piedra Aliso

Área de aprovisionamiento Fondo de valle Río Los Puestos Cantera en el piedemonte Piedemonte y lecho de los ríos Yungas

Distancia al sitio 0,60 km 0,20 km 1,42 km 2 km 50 km

Algarrobos

Fondo del valle

0,50 km

Laurel de la falda

Yungas

50 km

Viscote

Fondo del valle

0,50 km

Tabla 12. Áreas de aprovisionamiento de los diferentes materiales y distancias aproximadas al sitio Piedras Blancas. 155

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

se consiguen piedras de la misma calidad a distancias menores en el piedemonte, los 2 km propuestos son aproximados a algunos lugares donde se puede acceder a este material, tanto en el piedemonte como el río Huañomil, que tiene un lecho muy rocoso, no sucede lo mismo con el río de Los Puestos, que se encuentra mucho más cercano al sitio pero se pueden conseguir pocas piedras. Utilizando la información de las cantidades de materiales y distancias al sitio se procedió a calcular el costo de transporte de los materiales según la formula propuesta páginas arriba, comenzando con los materiales de los muros. El transporte de la madera hasta el lugar donde se realizará la construcción será tratado por separado, ya que presenta algunas particularidades. Los resultados fueron los siguientes: T = [D/0,15 m3/día] x (0,53 p/km) pers/días/m8 T Cuarzo = (1,42 km / 0,15 m³ / día) x (0,53 p/km) = 5,02 d/p/m³ T Piedra = (2 km / 0,15m³ / día) x (0,53p/km) = 7,07 d/p/m³ T Piedra bola = (0,20 km / 0,15 m³ / día) x (0,53 p/km) = 0,70 d/p/m³ T Tierra = (0,60 km / 0,15m³ / día) x (0,53 p/km) = 2,12 d/p/m³ T Agua = (0,20 km / 0.15 m³ / día) x (0.53 p/km) = 0,70 d/pm³

Estos resultados representan los costos de trabajo en días/personas para el transporte de 1m³ de cada material, si a éstos los multiplicamos por la cantidad empleada de cada material (Tabla 11) obtendremos el costo total de trabajo para el transporte de estos materiales: 156

T Cuarzo T Piedra T Piedra bola T Tierra T Agua

5,02 d/p/m³ x 3,10 m = 15,7 d/p 7,07 d/p/m³ x 1,75 m = 2,4 d/p 0,70 d/p/m³ x 24,84 m = 17,4 d/p 2,12 d/p/m x 254,59 m = 539,73d/p 0,70 d/p/m³ x 0,51 m = 0,36 d/p

Subtotal =585,59 d/p

Como ya se mencionó con anterioridad, para el caso del transporte de madera no podemos considerar en la fórmula la capacidad del contenedor, ya que lo que se transporta es la madera de tamaño deseado para utilizar de viga o poste. La operación entonces seria la siguiente: primero debemos saber el tamaño de la madera transportada, en m3. Propuse anteriormente la utilización de troncos de 6 m de longitud y 0,30 m de diámetro para el laurel de la falda (Phoebe sp.), para algarrobos (Prosopis sp.) y viscote ( A.Visco) troncos de 3 m de longitud y 0,20 m de diámetro y, finalmente, para el aliso (Alnus sp.) troncos de una longitud de 3 m y un diámetro de 0,30 m. Luego, a partir de estas medidas podemos conocer el volumen de madera que se habría transportado por cada una de las piezas. Dicho volumen lo obtenemos mediante una simple operación, multiplicando la base del tronco por la altura o longitud del mismo. Alcanzamos los siguientes resultados: - Phoebe sp.: 0,42 m3 por esta especie transportada. - Prosopis sp: 0,09 m3 por esta especie transportada. - A. visco sp.: 0,09 m3 por esta especie transportada. - Alnus sp.: 0,21 m3 por esta especie transportada.9

cada pieza de cada pieza de cada pieza de cada pieza de

Recordemos que en Piedras Blancas se utilizo un total de 5 cumbreras, que equivalen a 2,1 m3, 106 vigas de aliso, es decir 22,26 m3 de esta especie y 11 postes de algarrobo o viscote, equivalentes a 0,99 m3 de estas maderas (Tabla 17). Ahora estamos en condiciones de utilizar nuestra formula para calcular el costo de

La Zaranda de Ideas 5: 147-165 (2009)

trabajo para transportar los materiales de construcción:

más viajes tendrán que hacerse a igual volumen de transporte.

T = [D / (Q x H)] x 1 p / V + 1/ V`]10 pers/día/m3

En consecuencia para Piedras Blancas tenemos un costo total de transporte de madera de 475,51 d/p, que sumado al transporte del resto de los materiales de construcción nos da un costo total de transporte de 1062,10 d/p.

Phoebe sp.:

[50 km / (0,42 m³ x 5 h)] x 0,53 p/km = 50 km / 2,1m³/d x 0,53 p/km = 12,62 d/p/m³

Entonces, 12,62 d/p/m³ es el costo para transportar 1 m³ de laurel de la falda. Ahora si tenemos en cuenta que se necesitaron 2,1 m³ del mismo material el costo final del transporte de este material es: 12, 62 d/p/m³ x 2,1m³= 26,5 d/p

Lo mismo sucede con los cálculos de costo de trabajo de transporte de las otras especies de maderas: Alnus sp.: [40 km / (0,21 m³x5 h)] x 0,53 p/km = 40 km / 1,05 m³/d x 0,53 p/km = 20,19 d/p/m³ = 20,19 d/p/m³ x 22,26 m³ = 449,43 d/p

Prosopis sp o A. visco sp.: [0,50 km / (0,09 m³ x 5 h)] x 0,53 p/km = 0,50 km / 0,45 m³/d x 0,53 p/km= 0,59 d/p/m³ = 0,59 d/p/m³ x 0,99 m³ = 0,58 d/p Subtotal: 475,51 d/p

En un primer momento, esta cifra parece ser elevada, pero si la comparamos con los costos actuales, observaremos que los costos calculados parecen adecuarse a la realidad. Si tenemos en cuenta que actualmente entre dos o tres personas tardan dos días en talar un árbol, sacarlo del monte y llevarlo al aserradero, utilizando herramientas de trabajo y movilidad modernas y buscando árboles de los alrededores (Gabdán 1999), se puede apreciar que los valores expuestos no son elevados. Por su parte, los costos se intensifican si se utilizan maderas de las yungas, debido a la distancia desde donde tienen que ser transportadas, además del volumen trasladado en función del peso específico de cada especie, por lo cual, cuanto más liviana

Manufactura Algunos de los materiales, antes de ser utilizados en la construcción de una estructura, fueron trabajados para adecuarlos a las necesidades de la misma. En Piedras Blancas, este es el caso del cuarzo y de las piedras de revestimiento. Esta preparación previa de algunos de los componentes de la estructura, significan un costo de trabajo adicional que debemos calcular. La Tabla 13 muestra la cantidad del material que fue trabajado de esta forma y el costo de trabajo invertido correspondiente. Como puede apreciarse en la Tabla 13 el costo del canteado del material de revestimiento requirió 5,60 d/p de trabajo, que si bien no es una diferencia muy grande con la utilización de las piedras sin ningún trabajo previo, es necesario tener en cuenta este tipo de detalles en la construcción, porque los muros revestidos, aparentemente, están realizados para marcar diferencias (Caro 2002). Edificación Finalmente para el levantamiento de los muros, se utilizó los m3 de muros estimados al Preparación del material de revestimiento Materiales

Cantidad (en m2)11

Costo de trabajo

Total

1,75

1 m2 / 1,16 p/d

2,03 d/p

Cuarzo

3,1

1 m2 / 1,16 p/d

3,60 d/p

Total

4,85

1 m2 / 1,16 p/d

5,60 d/p

Piedras

Tabla 13. Costo del canteado de los materiales utilizados en el revestimiento. 157

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

principio del análisis, discriminado entre patios y recintos, muros perimetrales o internos (Tabla 14). Como se puede observar, se requirió un costo de trabajo de 22,74 d/p para levantar los muros de los patios, mientras que los recintos costaron 38,51 d/p de trabajo. Resultando un total de 61,25 d/p para la construcción de los muros del asentamiento. Para el caso de los techos, los costos de construcción pueden observarse en la Tabla 15, en este caso se utilizó, la fórmula propuesta por Abrams (1989). Siguiendo esta formula, la superficie techada de 223,42 m2, significó un costo de trabajo de 38,70 d/p. Los costos totales de la construcción de Piedras Blancas, incluyendo todas las operaciones y tareas pueden observarse en la Tabla 16. También para fines comparativos se presentan los valores obtenidos para Martínez 1. Si tomamos los resultados obtenidos para Martínez 1 y los comparamos con los de Piedras Blancas, observamos que el transporte constituye la actividad que requirió mayor trabajo, aún más que la edificación del asentamiento. Entre los materiales, el laurel de la Falda es el más costoso 12,62 d/p (nos referimos al costo de transportar 1 m3 de cualquiera de los materiales), la piedra le sigue en importancia, con 7,07 d/p, luego la piedra bola y el agua con un costo de 2,47 d/p, luego la tierra: 2,12 d/p y por último el viscote y los algarrobos. Con relación a las tareas que

Patios

Muros Muros Costo de Costo Total perimetr. internos trabajo total 98,74 m3 10,42 m3 109,16 m3 4.8 m3 d/p 22,74 d/p

abarcan el procuramiento, la manufactura y la edificación, al igual que en Piedras Blancas, no presentan grandes diferencias. Es importante tener en cuenta que tanto el Laurel de la Falda como el Aliso son especies propias de las yungas y no se encuentran en la región (Marconetto 2000). Piedras Blancas y Martínez 1 presentan diferencias contrastantes: el costo de construcción de Piedras Blancas fue de 1322,12 d/p mientras que Martínez 1 requirió un costo de 237,48 d/p (Tabla 16). Si tenemos en cuenta que Piedras Blancas cuenta con una superficie de 1774,62 m2 y Martínez 1, de 738,12 m2, a partir de los valores obtenidos en los cálculos de cada sitio podemos estimar el costo del m2² en cada uno de estos asentamientos. De esta manera, el costo de 1m2 en Piedras Blancas implica un gasto de 0,74 d/p mientras que para Martínez 1 el m2 fue de 0,32 d/p. Es interesante observar que gran parte de las diferencias en la inversión entre los dos asentamientos surgen a partir de las diferencias en el costo del transporte de materiales, no solamente por la cantidad de materiales transportados para construir los asentamientos, sino principalmente por el uso en Piedras Blancas de materiales más costosos, como las maderas de la región de las yungas y el cuarzo. La ausencia de estos materiales en Martínez 1 es la principal causa de las diferencias entre ambos asentamientos. Discusión Hasta aquí los resultados de los cálculos los he expresado en días/ personas, siendo ésta una unidad que está expresando un valor determinado en la fuerza de trabajo, representada por las personas y el tiempo

Recintos 100,91 m3 83,92 m3 184,83 m3 4.8 m3 d/p 38,51 d/p Total

199,65 m3 94,34 m3 293,99 m3 4.8 m3 d/p 61,25 d/p

Tabla 14. Costos de construcción de los muros del sitio Piedras Blancas12. 158

Metros cubiertos

Techos

223,42 m2

Costo de trabajo

Costo total

d/p = 2.95 + 0.16 (área) 38,70 d/p

Tabla 15. Costo de construcción de los techos de Piedras Blancas.

La Zaranda de Ideas 5: 147-165 (2009)

Costos del proceso de construcción para Piedras Blancas y Martínez 1 Piedras Blancas

Procuramiento

Martínez 1

Cuarzo: 3,10 d/p

Piedra: 1,54 d/p

Piedra: 1,75 d/p

Piedra bola: 8,28 d/p

Piedra bola: 24,84 d/p

Tierra: 23,41d/p

Tierra: 97,94 d/p

Madera: 9.67 d/p

Madera: 26.81 d/p

Agua: 0.0006 d/p

Agua: 0.03 d/p Subtotal: 154,47 p/d

Transporte

Piedra: 10,89 d/p

Piedra: 12,4 d/p

Piedra bola: 20,35 d/p

Piedra bola: 17,4 d/p

Tierra: 129,04 d/p

Tierra: 539,73 d/p

Madera: 7,00 d/p

(p/d/m3= [D/0.15m3/ día] x (0.53 p/Km) Madera: 476,51 d/p Agua: 0,36 d/p

Agua: 0,28 d/p

Subtotal: 1062,1 d/p Manufactura Edificación TOTAL

Subtotal: 42,87 p/d

Cuarzo: 15,7 d/p

Subtotal 167,56 d/p

Talla tosca: 5,60 d/p

Talla tosca: 1,79 p/d

Construcción de muros 61,25 d/p

Construcción de muros: 12,63 d/p

Construcción techo: 38,70 d/p

Construcción techo: 12,63 d/p

Subtotal: 99,95 d/p

Subtotal: 25,26 d/p

1322,12 d/p

237,48 d/p

Tabla 16. Resumen de los cálculos de costo de trabajo expresados en días/personas de las diferentes etapas de construcción.

en el cual transcurre el mismo, en este caso expresado en días. Esta manera de representar los valores es muy útil para realizar una comparación entre diferentes estructuras, sin embargo nos aleja de poder apreciar el proceso mismo de construcción y, sobre todo, la organización del mismo. Para poder aproximarnos al aspecto organizacional debemos conocer cuántas personas estaban implicadas y cuánto tiempo tardaron en realizarlo. Esto lo podemos estimar desde nuestros valores si conocemos o podemos suponer algunas de las dos variables (personas o tiempo). Como ya se ha mencionado, se separó el proceso de constructivo en diferentes operaciones y tareas, con el fin de organizar la información disponible. Sin embargo esta separación en etapas y tareas no alcanza para dimensionar el proceso de trabajo a través del cual una estructura fue levantada. Hace falta una referencia temporal más precisa que

el simple orden cronológico creado por las relativas posiciones en el tiempo que ocupan las etapas planteadas, descriptas y analizadas para la construcción de un edificio. Es importante destacar dos aspectos interesantes del tiempo a tener en cuenta. Primero, si las estructuras o asentamiento fueron construidos en un solo momento o en etapas, por el agregado de diferentes estructuras. Segundo, con qué disponibilidad de tiempo se contaba para realizar una estructura. Con respecto a la primera observación, consideramos ingenuo pensar que el asentamiento se construyó de una sola vez, sin embargo lamentablemente no contamos con evidencias claras que nos permitan delimitar diferentes etapas. Existen algunos indicios que pueden tener relación con eventos posteriores a la creación de la estructura. Tales son, por ejemplo, la presencia de estructuras con técnicas mixtas en un mismo muro (Caro 2002). Surge la duda sobre si esta combinación de técnicas está en relación a 159

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

aspectos funcionales, simbólicos o estéticos, o bien si obedece a eventos puntuales de remodelación. En cuanto al tiempo en que estuvo ocupado el sitio, al parecer hubo ocupaciones extensas pero difícilmente con presencia de episodios de abandono y reocupación posterior. En ambos sitios hasta el momento fue encontrado un solo piso de ocupación (Assandri 1991; Laguens 2001). Sabemos por las características de la técnica empleada para levantar los muros que fue necesario elegir épocas del año lo suficientemente secas, de lo contrario las estructuras quedarían muy débiles, con tendencias a agrietarse bajo condiciones húmedas como consecuencia de las tensiones que produce la pérdida del agua excedente (Ribotta 1998), además de la dificultad de una pared de tierra humedecida apisonada en épocas lluviosas del año. En los registros de lluvias en la cuenca del río de Los Puestos se puede observar que la época más seca del año es el trimestre de Junio-Julio-Agosto (De La Orden y Quiroga 1997). Es muy probable que esta fecha fuera la elegida para realizar una obra, ya que en ella se dan las condiciones necesarias para hacerlo. Es oportuno mencionar, que en el período considerado la labor agrícola necesita de menos cuidados y menos trabajadores. Esta situación habría facilitado la movilización de gran cantidad de mano de obra para realizar proyectos arquitectónicos, sin resentir la subsistencia. En consecuencia podemos suponer que el trabajo se distribuyó durante esos 90 días, si bien es cierto que no necesariamente todas las operaciones y tareas que integran el proceso de construir una estructura necesitan un clima seco, como el procuramiento de algunos materiales, la edificación puede realizarse en este período, así como también el procuramiento, transporte y uso de la tierra, ya que mojada no sirve. 160

Aplicando el supuesto de 90 días disponibles nos podemos aproximar a la cantidad de personas que estuvieron involucradas en cada empresa constructiva. Hay que considerar que no todas las actividades que están involucradas en la construcción se realizaron durante este período, simplemente por el hecho de que éste se propuso teniendo en cuenta factores climáticos y éstos no producen dificultades en el desarrollo de todas las tareas a realizar por igual. Preferiblemente dentro de este período estimamos que se tendría que realizar la edificación de las estructuras, así como también el procuramiento y transporte de tierra y agua, ya que se considera posible que ambos materiales fueran obtenidos y transportados en el momento mismo de la edificación. No sucede lo mismo con la madera y la piedra. El procuramiento y transporte de estos materiales puede ser realizado en cualquier otro momento. Incluso la madera debe pasar por un periodo de secado antes de ser colocada en la estructura, y algunas de las piedras son trabajadas para adaptarlas a los fines propuestos por los constructores. Por este motivo también se excluye a la manufactura, ya que puede ser realizada en cualquier momento y los materiales pueden ser almacenados. En la Tabla 17 se presenta el número aproximado de trabajadores utilizados durante 90 días para cada uno de los asentamientos. Estos valores representan los máximos costos, según los cálculos realizados, en personas invertidas en tareas que requirieron un momento específico para ser realizadas. La fuerza de trabajo invertida aumenta, si consideramos las restantes tareas, pero el número de trabajadores movilizados al mismo tiempo no necesariamente tiene que sobrepasar la cantidad de personas propuestas. Debemos distinguir entre la fuerza de trabajo que se acumula en la estructura al

La Zaranda de Ideas 5: 147-165 (2009)

Procuramiento Tierra Martínez 1

23,41 d/p

Transporte Agua

0,3 p

Piedras Blancas 97,94 d/p 01:00 PM

Tierra

0,0006 d/p 0,000001 p 129,04 d/p 0,03 d/p

Agua 1,5 p

0,28 d/p

0,0003 p 539,73 d/p 06:00 PM 0,36 d/p

Edificación

0,003p 25,26 d/p

0,3 p

Total 02:00 PM

0,004p 99,95 d/p 01:00 PM 08:00 PM

Tabla 17. Número aproximado de trabajadores para las tareas de procuramiento y transporte de tierra y agua, además de la edificación del asentamiento.

materializarse el mismo, que en este estudio se expreso en días/ personas y la movilizada en un momento determinado, expresado en personas. Para el caso de los dos asentamientos tomados como ejemplo, la inversión total que para Martínez 1 237,48 p/d y para Piedras Blancas 1322,12 d/p, pero el número aproximado de trabajadores que se pudieron haber utilizado en un mismo momento rondó las 2 y 8 personas respectivamente. Ahora, lo que en un primer momento parecía ser una diferencia marcada en la inversión de trabajo, el panorama cambia rotundamente cuando intentamos calcular el número de personas que hipotéticamente podrían haber estado involucradas en la construcción de ambos asentamientos al mismo tiempo. Dos y ocho personas trabajando en un asentamiento corresponden a cantidades que una unidad doméstica podría coordinar sin presentarles demasiados inconvenientes. Incluso los números pueden reducirse aún más, ya que esta estimación se realizó sobre la base de que todo el asentamiento se construyera de una sola vez, hecho que como ya mencionamos es por lo menos poco probable. Podíamos concluir en este momento que la organización del trabajo, al menos en lo que se refiere a la arquitectura, en Ambato estuvo bajo el control de las unidades domésticas. Sin embargo hay que tener en cuenta otros aspectos que complejizan un poco el panorama, o por lo menos prometen hacerlo si se continúan haciendo investigaciones en esta línea. Uno es que existen otros asentamientos más grandes en la región, pero que por falta de datos provenientes de excavaciones no se pudo aplicar la metodología que aquí

utilizamos. Estos tal vez corroboren nuestras premisas expresadas al principio del artículo. Otro aspecto que no hay que obviar son los costos de transporte de materiales distantes al lugar del asentamiento, si los recordamos estos resultaron ser los más elevados, y en las estimaciones que realizamos para calcular las personas involucradas no fueron tomados en cuenta ya que el transporte de los materiales más costosos no requería necesariamente la estación seca del año. Si incluimos el costo total en nuestra estimación de los 90 días de trabajo los valores que obtenemos son: 2,64 personas para Martínez 1 y 14,69 personas para Piedras Blancas. Si bien los valores obtenidos no representan un cambio significativo, es interesante apreciar que mientras la cantidad de personas apenas se incremento para Martínez 1, para Piedras Blancas la cantidad de personas está cerca de duplicarse. Consideramos que es un dato a tener en cuenta el aporte de costos de trabajo que realizan las maderas provenientes de las yungas, sobre todo el transporte de las mismas, pudiendo incluso cambiar la visión que hemos obtenido de la dimensión de la organización del trabajo en las sociedades del Valle de Ambato. El procuramiento y especialmente el transporte de estos materiales representaron costos considerables, especialmente si se los compara con los de otras actividades, sobre todo por la distancia a la que se encuentran estas materias primas desde los sitios estudiados. Sin duda acceder a estos recursos requirió cierta organización y planificación, ya no para organizar a los trabajadores que se encargarían de realizar 161

Andrés Barale - Reflexiones sobre el trabajo invertido en dos asentamientos...

las tareas, sino para generar las condiciones necesarias que faciliten el acceso a la región donde se encuentran estas dos especies. Esto nos está hablando de cierto tipo acceso a los recursos (ya sea por intercambio con otros grupos o por control directo de la región) que excede el área geográfica donde se encuentra el grupo asentado. En todo caso, antes de arribar a conclusiones definitivas sobre cómo se articuló la extracción y transporte de materiales en las yungas, es necesario profundizar el conocimiento sobre la interacción de las poblaciones del Valle de Ambato y las yungas. CONSIDERACIONES FINALES Si consideramos el trabajo como un recurso, en tanto tiene potencial de uso, inversión y acumulación, los costos de inversión obtenidos a partir de la metodología propuesta permiten observar diferencias en cómo se encuentra distribuido este recurso. Aunque éstas arrojaron resultados que pueden o no ser significativos dependiendo de cómo se tomen los diferentes valores obtenidos, si sólo tomamos los valores obtenidos en días/personas, las diferencias que se observan permiten considerar que existe una importante diferencia en el trabajo invertido en ambos asentamientos. Estos resultados apoyan la idea a la que hicimos referencia al principio; considerando el gran cúmulo de evidencias que apuntan hacia la heterogeneidad y estratificación social, con su consecuente desigualdad, esperábamos una distribución diferencial en la inversión de trabajo. Sin embargo es necesario ampliar los análisis para poder afirmar que el trabajo estuvo diferencialmente distribuido, ya que solo contamos con cálculos en dos asentamientos. Por otro lado si tomamos sólo las estimaciones de la cantidad de personas involucradas en 90 días, obtenemos valores 162

muy por debajo de los que uno podría esperar a priori. En este punto, los resultados indican que el trabajo en la construcción de estructuras de vivienda fácilmente pudo estar organizado a baja escala, contrariamente a lo esperado, es decir, siendo una sociedad estratificada y heterogénea sería factible esperar que las elites locales intervinieran en los procesos de trabajo. Sobre todo habríamos esperado en Piedras Blancas, además de mayor cantidad de trabajo acumulado, evidencias de una organización más centralizada del mismo. Esta discrepancia nos lleva a pensar que la acumulación de estatus y poder no se articulaba con el control del proceso de trabajo (es decir sobre el control directo de los trabajadores) sino a través de la sedimentación del mismo mediante la utilización de materiales “más costosos”. Otra posible explicación tal vez sea que el fin de estos materiales sea exhibirlos dando cuenta de vínculos con áreas distantes y acceso (mediante diversos mecanismos) a recursos que no son accesibles para cualquier persona, principalmente debido a la distancia desde donde se los puede obtener. Para finalizar, consideramos que la madera utilizada se transforma en un elemento crucial que posiblemente puede explicar las diferencias de trabajo invertido en días/ personas entre ambos asentamientos sin implicar una gran movilización de trabajadores. Si volvemos a los primeros valores obtenidos, 237,48 d/p para Martínez 1 y 1322,12 para Piedras Blancas, es decir que aproximadamente la inversión en éste último fue cinco veces más grande, mientras que en tamaño sólo es el doble. Si consideramos que las diferencias principalmente responden a la utilización de maderas provenientes de las yungas para el caso de Piedras Blancas, podemos inclinarnos a afirmar que la diferenciación en la acumulación del trabajo no responde a una concentración y organización del mismo (al menos en lo que se refiere a la construcción de sitios de vivienda),

La Zaranda de Ideas 5: 147-165 (2009)

sino a la utilización de materiales y recursos que tienen un acceso restringido. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en octubre de 2008 NOTAS 1. Estos valores han sido tomados de los cálculos realizados por Abrams (1989, 1998). Para conocer su adaptación a este trabajo consultar Barale (2005). 2. Un metro lineal de muro perimetral (de 0,90 m de ancho) equivale a 1,57 m3 de material en su totalidad cuando el muro pertenece a un recinto (1,75 m de altura) y 0,90 m3 cuando pertenece a un patio (1 m de altura). En el caso de los muros internos (0,60 m de ancho), un metro lineal de estos equivale a 1,05 m3 de material cuando el muro pertenece a un recinto y a 0,60 m3 cuando pertenece a un patio.

7. Recordemos que sólo se consideran 5 horas de trabajo diarias. 8. Donde T es transporte; D es la distancia entre lugar de aprovisionamiento al sitio; 0,15 m3 / día, representa la razón entre el contenedor de 0,03 m3 y las 5 horas de trabajo diario; y 0,53 p/ km es -la suma de los resultados de las razones entre los km recorridos por una persona sin carga (5 km) y con carga (3 km) 9. Debemos tener en cuenta que no todas las especies de maderas tienen el mismo peso y por consiguiente éste variará aunque el volumen transportado sea el mismo. En este caso el mismo volumen de algarrobo y viscote pesan más que el aliso o el laurel. 10. Donde T = Trasporte; Q = Capacidad del contenedor en m3; H = Horas trabajadas por días (5 H contantes); V = Km recorridos por hora sin carga (constante de 5 Km); V’ = Km recorridos de vuelta por hora con carga (constante de 3 Km).

3. Las vigas también pueden ser de algarrobo o viscote. Sin embargo, las características del aliso lo convierten en la mejor opción para la construcción de vigas. En otros sitios donde no se han realizado análisis antracológicos, el algarrobo o el viscote reemplazarán al aliso en la confección de vigas, ya que al ser este ultimo una especie que se encuentra fuera del valle y al no tener determinaciones de especies en otros sitios, no tenemos la seguridad de que haya sido utilizado.

11. Los valores en m3 de cada material que se utilizan en esta tabla, responden a las cantidades totales de materiales que se utilizaron en el sitio Piedras Blancas, si se desea se puede consultar estos en la Tabla 17.

4. La cantidad de agua que había sido calculada en m3 es expresada en litros para poder realizar el cálculo de costo de aprovisionamiento. De esta manera los 0,51 m3 que habían sido calculados son equivalentes a 510 litros.

BIBLIOGRAFÍA

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5. El resultado de 2,04 d/p para el agua corresponde a los 612 seg./p. Todos los resultados finales son expresados en la unidad días/personas para facilitar el cálculo final.

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*Andrés Barale es Licenciado en Arqueología egresado de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca. Actualmente es Becario de CONICET y desarrolla su trabajo sobre las interacciones sociales mantenidas entre el Valle de Ambato y el Valle de Catamarca durante el Período de Integración Regional, dentro de los proyectos Ambato y Arqueología del Ambato-Manchao. El trabajo aquí presentado forma parte de su tesis de licenciatura (2005). Dirección de contacto: [email protected] 165

MANEJO DIFERENCIAL DE MATERIAS PRIMAS LÍTICAS EN EL SITIO BLOQUE 1-OQUEDAD (LAGO SAN MARTÍN, SUDOESTE DE LA PROVINCIA DE SANTA CRUZ, ARGENTINA)

María Cecilia Pallo* RESUMEN Este trabajo presenta el análisis del conjunto lítico del sitio Bloque 1-Oquedad, ubicado en la margen sur del Lago San Martín (provincia de Santa Cruz), y forma parte de las primeras investigaciones sistemáticas sobre la dinámica del poblamiento humano de las cuencas de los lagos San Martín y Tar durante el Holoceno. Los resultados sobre el material recuperado en un sondeo de 1 m2 señalan un uso logístico del sitio a lo largo del tiempo y el predominio y uso más económico de materia prima alóctona (obsidiana) comparado con las locales. Este análisis es una vía de acceso a escala temporal en el aprovechamiento diferencial de las materias primas líticas y el uso del espacio por parte de las poblaciones cazadoras recolectoras durante el Holoceno. Las características de los primeros momentos de ocupación del sitio (ca. 9600 AP) son comparables con datos de sitios tempranos asociados al poblamiento inicial del sur de Patagonia. Palabras clave: Lago San Martín - Cazadores-recolectores - Materias primas líticas - Uso del espacio - Poblamiento inicial del sur de Patagonia ABSTRACT This paper presents the analysis of the lithic assemblage at site Bloque 1-Oquedad, located on the margin of San Martín Lake (province of Santa Cruz ).It is part of the first systematic research on hunter gatherer settlement dynamics on the San Martín and Tar lakes during the Holocene. Results on the artifacts recovered from an excavation unit of 1 m2 indicate a logistic use of the site throughout time and the dominance and economic use of alloctonous lithic raw materials (obsidian) compared to local ones. This analysis is a way to approach differential raw materials treatment trough time, and land use by hunter-gatherers during the Holocene. Also, the characteristics of the first occupation moments of the site (ca. 9600 AP) are comparable to site data related with the initial settlement of southern Patagonia. Key words: San Martín Lake - Hunter-gatherers - Lithic raw material - Land use - Initial settlement of southern Patagonia * Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires (UBA) - [email protected] Pallo, María Cecilia. 2009. Manejo diferencial de materias primas líticas en el sitio Bloque 1-Oquedad (Lago San Martín, sudoeste de la provincia de Santa Cruz, Argentina). La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 167-184. Buenos Aires.

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María Cecilia Pallo - Manejo diferencial de materias primas líticas...

INTRODUCCIÓN El material lítico aquí analizado proviene del sitio Bloque 1-Oquedad ubicado en la margen sudeste del Lago San Martín (sudoeste de la provincia de Santa Cruz, Argentina). Dicho sitio ha sido trabajado dentro de las primeras investigaciones sistemáticas sobre las cuencas de los lagos San Martín y Tar con el fin de conocer la dinámica del poblamiento humano en relación con las variaciones paleoambientales del Holoceno (Belardi 2005-2006a, 2005-2006b). Los resultados obtenidos del análisis de la tecnología lítica del sitio Bloque 1-Oquedad se utilizan aquí para caracterizar el aprovechamiento diferencial de la materia prima no local (obsidiana), en relación con las materias primas locales (en particular dacita y sílice) en este sector del espacio (sensu Meltzer 1989). Asimismo, se consideran sus implicancias para delinear la modalidad de uso e incorporación de este sitio dentro de los rangos de acción desarrollados por las poblaciones cazadoras-recolectoras en las cuencas de los lagos San Martín y Tar. EL SITIO BLOQUE 1-OQUEDAD El sitio Bloque 1-Oquedad se ubica dentro del campo de bloques de la Estancia La Angelita (49º° 11´ 28,4´´ S y 72º° 15´ 24,6´´ O). Se trata de un alero con 10,5 m de largo, un ancho mínimo de 0,5 m y un máximo de 2,8 m. El paisaje circundante consiste en un ambiente de estepa sobre la margen sudeste del Lago San Martín, provincia de Santa Cruz (Figura 1). Dicho lago se halla a 200 msnm (49º° 7´ S y 72º° 11´ O), incluyendo ambientes de estepa, ecotono bosque-estepa y bosque en sentido este-oeste circunscriptos por diversos sistemas de morenas (Bonarelli y Nágera 1921; Auer y Cappannini 1957; Rabassa y Coronato 2002). El sitio fue seleccionado para realizar un sondeo estratigráfico durante los primeros trabajos de campo realizados en el año 2006 a partir de información tafonómica y de superficie, con el fin de dar cuenta de la variabilidad regional 168

Figura 1. Ubicación del sitio Bloque 1-Oquedad (1) en la cuenca de los lagos San Martín y Tar, SO provincia de Santa Cruz.

en la ocupación de diferentes espacios en las cuencas de los lagos San Martín y Tar (Belardi et al. 2007). El sondeo presenta una superficie excavada de 1 m2, alcanzando una profundidad máxima de 1,58 m donde se halló la roca de base (Figura 2). La excavación de esta unidad puso en evidencia una continuidad de material arqueológico (restos óseos de fauna, artefactos líticos y carbones) que se mantuvo dentro de los límites de una baja tasa de depositación artefactual (24,5 artefactos x m2/100 años) a lo largo de la secuencia estratigráfica. El sedimento es relativamente homogéneo, sin evidencias claras de variación en su composición y consolidación, lo que no dejó entrever indicios de discontinuidad ocupacional. Debiendo exceptuarse, a lo anteriormente mencionado, la presencia de bloques caídos hacia los 1,29 m que marcan un corte en la continuidad estratigráfica del sitio. La excavación se llevó a cabo por niveles artificiales de 5 cm, con excepción de algunos niveles (54-64 cm, 129-142 cm, 142-149 cm y 149-158 cm). En total fueron excavados 25 niveles, presentando todos ellos material lítico. Hasta el momento los fechados radiocarbónicos (realizados en el Laboratorio Center for Applied Isotope Studies, University of Georgia, y corregidos por fraccionamiento

La Zaranda de Ideas 5: 167-184 (2009)

Figura 2. Sondeo de 1m2 realizado en el sitio Bloque 1-Oquedad, SE Lago San Martín.

isotópico), disponibles para el Bloque 1-Oquedad (Belardi et al. 2007) son los siguientes: - Nivel 34-39cm.............1040 ± 50 años AP - Nivel 74-79cm.............1030 ± 50 años AP - Nivel 124-129cm.........2270 ± 50 años AP - Nivel 149-158cm.........9760 ± 60 años AP Las conclusiones que puedan alcanzarse responderán al lapso temporal comprendido entre ca. 9700 AP y ca. 1000 AP: ca. 9700 a 2300 AP, ca. 2300 a 1000 AP y ca. 1000 AP a momentos recientes. Estos bloques serán tratados con el fin de poder abordar la variación temporal en el aprovechamiento diferencial de las materias primas líticas. Cabe aclarar que si bien la muestra de fechados radiocarbónicos permite estimar la existencia de cierta migración de material entre los depósitos del sitio (hay una inversión de fechados en los dos niveles superiores), la observación de las tendencias generales de la muestra (diversidad artefactual y aprovechamiento de materias primas líticas) neutraliza el impacto de dicho fenómeno, sin alterar los resultados alcanzados.

ca. 9700 a 2300 AP, desde ca. 2300 a 1000 AP y desde ca. 1000 AP a momentos recientes) de acuerdo a los fechados radiocarbónicos disponibles (Belardi et al. 2007). Dentro de estos bloques temporales se siguieron los niveles artificiales de la excavación. La identificación de las materias primas se efectuó a nivel macroscópico, mientras que para el análisis del conjunto artefactual se siguió la tipología propuesta por Aschero (1975, 1983).

LINEAMIENTOS METODOLÓGICOS PARA EL ANÁLISIS LÍTICO

Una vía de entrada al análisis de las materias primas líticas consistió en reconocer la calidad, disponibilidad y accesibilidad de las rocas aptas para la talla en el área de estudio. En relación a ello, Meltzer (1989) considera una distancia de 40 km desde el sitio como la línea de división entre las materias primas locales y no locales o exóticas. Sobre la base de esta demarcación fueron definidas las variedades de rocas de procedencia local y alóctona. Cabe aclarar que, si bien aún no se han localizado fuentes de aprovisionamiento, de acuerdo con observaciones geológicas existe una amplia disponibilidad de rocas silíceas, basaltos y areniscas en los afloramientos del Complejo del Quemado y la Formación del Río Mayer que coronan las mesetas de las cuencas de los lagos San Martín y Tar (Súnico 2006; Espinosa et al. 2007).

Para llevar adelante el análisis se dividió el material por bloques temporales (desde

Asimismo, este estudio implicó evaluar las materias primas en concordancia con 169

María Cecilia Pallo - Manejo diferencial de materias primas líticas...

la manufactura de los artefactos. Esto comprende el análisis comparativo de las clases artefactuales (desechos de talla, núcleos e instrumentos), el potencial de reactivación de los filos, de los artefactos formatizados y su relación con el módulo de tamaño de los núcleos recuperados, las posibles fuentes de aprovisionamiento y la calidad de la materia prima para la talla (Nami 1992). De esta manera, se obtuvo información sobre los patrones relacionados con las etapas de producción lítica, el grado de inversión de trabajo en la talla de útiles y la intensidad de su uso en relación con el aprovechamiento de las materias primas. EL CONJUNTO ARTEFACTUAL DE LA OQUEDAD La muestra consta de 2353 piezas líticas. Se reconocieron 14 clases artefactuales con una alta proporción de desechos de talla (96%), en relación con los instrumentos (3%) y núcleos (1%) recuperados. Entre los desechos de talla el 24,3% se presenta entero, el 32,2% está fracturado con talón y el 43,5% está fracturado sin talón. El 75% de los artefactos

formatizados posee algún tipo de fractura mientras que el 25% está entero. Entre los núcleos sólo un 15 % presenta fracturas mientras que el 85% restante está entero. A fin de obtener una mayor confiabilidad en los resultados del análisis se consideraron los desechos de talla enteros y fracturados con talón, los núcleos y los instrumentos, ya que los mismos poseen la mayoría de los atributos necesarios para resolver la problemática planteada.Todos ellos suman un total de 1352 artefactos líticos. La frecuencia artefactual mantiene un nivel bajo, si bien aumenta desde los depósitos iniciales hacia los tardíos (Figura 3). Por su parte, la riqueza de clases artefactuales por nivel es relativamente estable a lo largo de la secuencia sin corresponderse con la frecuencia artefactual por nivel. DISPONIBILIDAD Y APROVECHAMIENTO DE MATERIAS PRIMAS Entre tipos y subtipos de materias primas se encontraron 17 clases de rocas. Las más

Frecuencia artefactual por nivel 120 100 80

Núcleos 60

Instrumentos Desechos

40 20 0

149-158 142-149 129-142 124-129 119-124 114-119 109-114 104-109 99-104 94-99 89-94 84-89 79-84 74-79 69-74 64-69 54-64 49-54 44-49 39-44 34-39 29-34 23-29 0-23 0

Figura 3. Frecuencia (N) artefactual por niveles artificiales (barras). Los círculos representan los bloques temporales: desde momentos recientes a ca. 1000 AP (izq.), desde ca. 1000 a 2300 AP (centro) y desde ca. 2300 a 9700 AP (der.). 170

La Zaranda de Ideas 5: 167-184 (2009)

representadas son la obsidiana (34,7%), la dacita (31,5%) y la sílice (21,4%); las restantes materias primas no superan individualmente el 2% del total (excepto la riolita con el 2,6%). Durante la ocupación, la obsidiana (alóctona) domina entre los desechos de talla, la sílice (local) entre los instrumentos y la dacita (local) en la mayoría de los núcleos. En su distribución temporal (Figura 4), la cantidad de tipos de roca es fluctuante (entre 2 y 9 variedades de roca por nivel), sin presentar una relación clara con la densidad artefactual por nivel. Los antecedentes arqueológicos (Espinosa et al. 2007) y las observaciones geológicas (Súnico 2006) dan cuenta del fácil acceso y la disponibilidad local de rocas. La única materia prima alóctona (sensu Meltzer 1989) es la obsidiana, roca volcánica que proviene de la Pampa del Asador (Stern 1999), a 150 km lineales al noreste del Lago San Martín. Cabe aclarar que, siendo la dacita y la sílice las que sobresalen entre las variedades locales, son ellas las que tienen mayor peso en el análisis sobre el aprovechamiento diferencial de la obsidiana en relación a las materias primas disponibles en el área de estudio.

PRESENTACIÓN DE LA INFORMACIÓN Desechos de talla Durante la ocupación, las principales materias primas identificadas entre los desechos (96% del total de artefactos recuperados) son la obsidiana (35,4%), la dacita (31,7%) y la sílice (20,8%); las demás se presentan en porcentajes mínimos (por debajo del 3%). Ahora bien, teniendo en cuenta los bloques temporales, se pueden advertir diferencias en la frecuencia de las principales materias primas. La dacita domina en los inicios de la ocupación y tiende a disminuir hacia las etapas finales. Contrario a esto, la obsidiana registra un aumento desde los niveles iniciales (ca. 9700 AP) hasta momentos tardíos (ca. 1000 AP), donde se vuelve la materia prima predominante. Por su parte, la sílice alcanza sus valores más altos en los niveles medios (ca. 2300 AP) y decae hacia los extremos de la secuencia (Figura 5). A lo largo de la ocupación, predominan las lascas internas (90%), particularmente en obsidiana, dacita y sílice. En los niveles medios (Tabla 1) las lascas de reactivación inversa son

Frecuencia de materias primas por nivel 50 45 40 35

Otras Dacita Obsidiana Sílice

30 25 20 15 10 5 0 149-158 142-149 129-142 124-129 119-124 114-119 109-114 104-109 99-104 94-99 89-94 84-89 79-84 74-79 69-74 64-69 54-64 49-54 44-49 39-44 34-39 29-34 23-29 0-23 0

Figura 4. Frecuencia (N) de materias primas por niveles artificiales. Los círculos representan los bloques temporales: desde momentos recientes a ca. 1000 AP (izq.), desde ca. 1000 a 2300 AP (centro) y desde ca. 2300 a 9700 AP (der.). 171

María Cecilia Pallo - Manejo diferencial de materias primas líticas...

claras evidencias de intentos de prolongación de la vida útil de los artefactos formatizados, particularmente en sílice y obsidiana. Las lascas externas (3%), si bien en bajas proporciones, señalan que algún tipo de esfuerzo estuvo invertido en las primeras etapas del proceso de reducción, principalmente para las variedades de dacita y obsidiana, aunque en frecuencias escasas y dispares durante la ocupación del sitio. Las lascas indiferenciadas (1%) están pobremente representadas. Entre los desechos de talla predominan los talones lisos (50%) y filiformes (22%). Los facetados (9%), puntiformes (8%), diedro (7%) y corticales (1%) son escasos (Tabla 2). La obsidiana presenta mayoría de talones filiformes (33,2%). Asimismo, concentra los porcentajes más altos de talones facetados y puntiformes, advirtiendo sobre la preparación de las plataformas de percusión y de la presencia de talla por presión (Espinosa 1995) asociada a etapas avanzadas en la talla de útiles líticos. A diferencia de la obsidiana, los talones lisos son mayoría en las dacitas (66,3%) y las sílices (57,7%) indicando un bajo grado de inversión de energía en la formatización artefactual. En

general, estos valores se mantienen a lo largo de la secuencia de ocupación del sitio. Dentro del conjunto total de desechos predominan los tamaños muy pequeños (80%). Los intervalos restantes se hallan en muy bajas proporciones (Tabla 3). En sílice son mayoría los Bloques temporales

Materias primas

Total

Ext

RI

Indif

10

2

1

-

13

8

-

-

-

8

3

-

-

-

3

8

-

1

-

9

139

4

4

-

147

119

7

26

-

152

105

1

22

1

129

52

6

7

-

65

Dacita

226

6

3

9

244

Obsidiana

275

13

8

3

299

Sílice

136

1

5

-

142

Otras

75

2

2

2

81

1156 42

79

15

1292

Dacita Etapa inicial Obsidiana ca. 9700/2300 AP Sílice (158 a 129 cm) Otras Dacita

Etapa intermedia Obsidiana ca. 2300/1000 AP Sílice (129 a 79cm) Otras Etapa tardía ca. 1000 AP/m.r. (79cm a sup.)

Desechos de talla Int

Total

Tabla 1. Frecuencia de desechos de talla por materia prima de acuerdo a bloques temporales. Referencias: Int: internos, Ext: externos, RI: reactivación inversa, Indif: indiferenciados, m, r: momentos recientes, sup: superficie.

Frecuencia de materias primas en desechos de talla por nivel 50 45 40 35

Dacita

30 25

Obsidiana

20

Sílice

15 10 5 0 149-158

142-149

129-142

124-129

119-124

114-119

109-114

104-109

99-104

94-99

89-94

84-89

79-84

74-79

69-74

64-69

54-64

49-54

44-49

39-44

34-39

29-34

23-29

0-23

0

Figura 5. Frecuencia (N) de materias primas en desechos de talla por niveles artificiales (barras). Los círculos representan los bloques temporales: desde momentos recientes a ca. 1000 AP (izq.), desde ca. 1000 a 2300 AP (centro) y desde ca. 2300 a 9700 AP (der.). 172

La Zaranda de Ideas 5: 167-184 (2009)

tamaños muy pequeños (90%); sin embargo, se advierte un bajo porcentaje de lascas pequeñas y mediano pequeñas. Entre las dacitas predominan los tamaños muy pequeños (63%); sin embargo, abarcan un rango más amplio de dimensiones llegando a tamaños mediano grandes (60 mm a 80 mm). En el caso de la obsidiana, si bien las lascas poseen tamaños muy pequeños (89%), también se advierten, aunque en menor proporción, lacas pequeñas (11%) que pudieron servir de potenciales formas base producto de una reducción primaria desarrollada en el sitio.

potencial de reactivación, algunos (siete) con restos de corteza (entre un 5% y un 30% de la pieza). Asimismo, su distribución y frecuencia por niveles es muy baja, particularmente en los momentos tardíos de la secuencia de ocupación del sitio Bloque 1-Oquedad (Figura 6). Las materias primas identificadas entre los núcleos son la dacita (65%) y la obsidiana (30%); un núcleo en pelita (5%) marca la diferencia, siendo el único artefacto en esta materia prima hallado en el sitio. Si se evalúa el aprovechamiento de las materias primas de acuerdo a los bloques temporales, se pueden advertir ciertas diferencias (Figura 5). En los niveles iniciales (ca. 9700 AP) sólo aparecen tres núcleos en dacita enteros, uno de ellos es de tamaño grande y posee cierto potencial de reactivación, mientras que los otros dos son de tamaño mediano pequeño y están agotados. Para los niveles medios de la secuencia (desde

Núcleos En general, los núcleos (1,2%) poseen formas irregulares producidas por la extracción de lascas de diversos tamaños en múltiples direcciones (entre tres y siete extracciones; la excepción es un núcleo de dacita con 12 extracciones). Presentan un bajo o nulo Bloques temporales Etapa inicial ca. 9700/2300 AP (158 a 129 cm)

Etapa intermedia ca. 2300/1000 AP (129 a 79cm)

Etapa tardía ca. 1000 AP/m.r. (79cm a sup.)

Materias primas

Tipos de talón en desechos de talla Cort.

Diedro

Estall.

Dacita

1

1

Obsidiana

-

-

Sílice

-

Otras

Total

Facet.

Fil.

Liso

-

-

1

10

-

13

-

1

1

2

4

8

-

-

-

2

1

-

2

-

-

-

-

1

8

-

9

Dacita

1

6

7

9

21

102

2

148

Obsidiana

4

9

9

27

38

42

23

152

Sílice

1

7

5

15

19

72

9

128

Otras

2

5

2

4

13

36

4

66

Dacita

1

29

4

11

32

159

8

244

Obsidiana

7

21

8

38

111

77

37

299

Sílice

-

3

3

5

34

85

11

141

Otras

1

11

-

6

10

50

4

82

18

92

38

116

282

644

102

1292

Total

Punt.

Tabla 2. Frecuencia de tipo de talón por materias primas de acuerdo a los bloques temporales. Referencias: Cort: cortical, Estall: estallado, Facet.: facetado, Fil: filiforme, Punt.: puntiforme. Tamaño en desechos Materia Prima

Muy Pequeño

Pequeño

Mediano pequeño

Mediano Grande

Total

Dacita

99

38

15

4

156

Obsidiana

160

19

-

-

179

Sílice

124

11

2

-

137

Otras

50

18

4

4

76

433

86

21

8

548

Total

Tabla 3. Representación de tamaño en desechos de talla enteros por materias primas. 173

María Cecilia Pallo - Manejo diferencial de materias primas líticas...

Frecuencia de núcleos por nivel 5

4

3

Pelita Obsidiana

2

Dacita 1

0 149-158 142-149 129-142 124-129 119-124 114-119 109-114 104-109 99-104 94-99 89-94 84-89 79-84 74-79 69-74 64-69 59-64 54-59 49-54 44-49 39-44 34-39 29-34 23-29 0-23 0

Figura 6. Frecuencia (N) de núcleos por niveles artificiales (barras). Los círculos representan los bloques temporales: desde momentos recientes a ca. 1000 AP (izq.), desde ca. 1000 a 2300 AP (centro) y desde ca. 2300 a 9700 AP (der.).

ca. 2300 AP hasta 1000 AP) se halla la mayor cantidad de núcleos, predominando los de dacita, enteros, de tamaño mediano grande y sin potencial de reactivación. En estos momentos, comienza la presencia de núcleos de obsidiana fracturados y agotados, dos pequeños y uno muy pequeño (Tabla 4). Se suma un núcleo en pelita de tamaño mediano grande (60 a 79,9 mm), con una sola extracción y un bajo potencial de reactivación. En los niveles tardíos (desde ca. 1000 AP), la cantidad de núcleos representada es mucho menor; se hallan dos pequeños núcleos de obsidiana y uno grande de dacita, todos ellos agotados. En líneas generales podemos decir que los núcleos de obsidiana se distribuyen dentro de Tamaño en núcleos Materia Muy Mediano Mediano Pequeño Grande Total Prima Pequeño pequeño Grande Dacita

-

1

5

3

2

11

Obsidiana

1

4

-

-

-

5

Pelita

-

-

-

1

-

1

1

5

5

4

2

17

Total

Tabla 4. Frecuencia de tamaños en núcleos por materia prima. 174

un rango menor de tiempo (desde los 2300 AP hasta los ca. 1000 AP), son muy pequeños (menores a 19,9 mm) y principalmente pequeños (20 mm a 39,9 mm). Los núcleos de dacita aparecen desde los inicios de ocupación y van desde tamaños mediano pequeños (40 mm a 59,9 mm) a grandes (80 mm a 119,9 mm). Su estado general de agotamiento pudo haber sido un motivo para su descarte in situ. Junto con la información sobre los núcleos, consideramos necesario analizar la distribución de las formas base en los artefactos formatizados y no formatizados por materia prima, para evaluar las posibles actividades de reducción primaria orientadas a la obtención de lascas como soporte de artefactos formatizados (Tabla 5). Entre las formas base del instrumental, predominan ampliamente las lascas (92%) a lo largo de la secuencia, señalando un comportamiento tecnológico bastante similar durante la ocupación. Sin embargo, también se registran dos guijarros (5%) como soportes de artefactos no formatizados (un percutor -ca. 9700 AP- y un lito modificado por uso -ca. 2300 AP), y un bifaz (3%) como soporte de una piece esquillée hacia los ca. 1000 AP. La mayoría

La Zaranda de Ideas 5: 167-184 (2009)

de los artefactos formatizados con lascas como formas base se presentan en sílice (43%), siendo una materia prima ausente entre los núcleos. De esta manera, la reducción primaria sobre dichas materias primas no fue realizada in situ, existiendo posiblemente transporte de artefactos ya formatizados o en proceso de formatización. La dacita (24%), por su parte, se presenta sobre lascas internas durante toda Bloques temporales Etapa inicial ca. 9700/2300 AP (158 a 129 cm)

Etapa intermedia ca. 2300/1000 AP (129 a 79cm)

Etapa tardía ca. 1000 AP/m.r. (79cm a sup.)

Materias primas

Forma Base

Total

Biface

Guijarro

L. externa

L. indif.

L. interna

Dacita

-

-

-

-

2

2

Obsidiana

-

-

-

-

-

-

Sílice

-

-

-

-

-

-

Otras

-

1

-

-

-

1

Dacita

-

-

-

1

1

2

Obsidiana

-

-

-

-

3

3

Sílice

-

-

-

-

6

6

Otras

-

1

1

-

1

3

Dacita

-

-

-

-

6

6

Obsidiana

1

-

-

-

1

2

Sílice

-

-

1

1

9

11

Otras Total

la secuencia de ocupación, con excepción de una lasca indiferenciada empleada como forma base de un bifaz cercana a los ca. 2300 AP. Para la obsidiana (11%) se advierte el uso de lascas internas durante la ocupación; la excepción es un bifaz empleado como forma base de una piece esquillée hacia los ca. 1000 AP. En principio, para los casos de la dacita y la obsidiana, se puede asumir que algunas de las lascas usadas

-

-

-

-

4

4

1

2

2

2

33

40

Tabla 5. Frecuencia de formas base en instrumentos por materia prima de acuerdo a los bloques temporales. Referencias: L: lasca, L. indif: lasca indiferenciada, m.r.: momentos recientes, sup: superficie. Frecuencia de clases artefactuales por nivel 7

LMU Raspador + Rbo Raspador Raedera Punta Piece esquille FNCR FAF Bifaz AFS ¿Percutor?

6 5 4 3 2 1 0

149-158 142-149 129-142 124-129 119-124 114-119 109-114 104-109 99-104 94-99 89-94 84-89 79-84 74-79 69-74 64-69 59-64 54-59 49-54 44-49 39-44 34-39 29-34 23-29 0-23 0-0

Figura 7. Frecuencia (N) de clases artefactuales por niveles artificiales. Los círculos representan los bloques temporales: desde momentos recientes a ca. 1000 AP (izq.), desde ca. 1000 a 2300 AP (centro) y desde ca. 2300 a 9700 AP (der.). Referencias: AFS: artefacto formatizado sumario, FAF: fragmento de artefacto formatizado, FNCR: filo natural con rastros complementarios, LMU: lito modificado por uso, Punta: punta de proyectil, RBO: retoque en bisel oblicuo. 175

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para la formatización de artefactos sobre tales materias primas, provienen de actividades de reducción de núcleos efectuadas en el sitio. Para el caso particular de la dacita, desde los ca. 1000 AP, las formas base parecen haber sido extraídas fuera del sitio, teniendo en cuenta que se registra sólo un núcleo en esta materia prima -que tiene tres extracciones y fue desechado por mala materia prima (Espinosa, com. pers. 2006)- y 5 artefactos formatizados. Artefactos formatizados y no formatizados En el conjunto instrumental (3%) el grado de bifacilidad es bajo (aproximadamente 10%), mientras que el grado de fragmentación general es alto (75%). Su distribución y frecuencia por niveles es muy baja, principalmente en los niveles iniciales de la secuencia de ocupación (Figura 7). Los grupos tipológicos suman 14, siendo mayoritarios los raspadores con el 42,5% (12,5% para los raspadores con retoque en bisel oblicuo -RBO- y 30% para los raspadores), los fragmentos de artefactos formatizados (25%) y las raederas (7,5%); las

restantes clases no superan el 5% del total. Al observar su representación a lo largo de la secuencia de ocupación es claro el predominio de artefactos asociados a las tareas de procesamiento. Las materias primas más representadas son la sílice (42,5%), la dacita (25%) y la obsidiana (12,5%). Cada una de ellas muestra usos particulares durante la ocupación, teniendo en cuenta las características de los artefactos en cuanto a sus dimensiones, serie técnica y su representatividad proporcional por materia prima. A lo largo de la secuencia (Figura 8), la dacita presenta mayoría de artefactos pequeños (80%), escasamente formatizados, unifaciales y con retoque marginal, con excepción de un bifaz de tamaño mediano pequeño hacia los ca. 2300 AP. Dos artefactos formatizados en dacita, y un percutor en granito, son los que conforman el conjunto instrumental en los inicio de la ocupación. Entre los ca. 2300 AP y los ca. 1000 AP, la dacita sólo está representada por un bifaz y una raedera. Luego de los ca. 1000 AP aumenta su proporción, siendo la segunda materia prima más representada entre los instrumentos.

Frecuencia de materias primas en clases artefactuales por nivel 7 6

Sílice Riolita Obsidiana Madera sil. Indif. Granito Dacita Calcedonia Basalto

5 4 3 2 1 0 149-158 142-149

129-142 124-129 119-124

114-119 109-114

104-109 99-104

94-99 89-94 84-89

79-84 74-79

69-74 64-69 59-64

54-59 49-54

44-49 39-44

34-39 29-34 23-29

0-23 0-0

Figura 8. Frecuencia de materia prima en clases artefactuales por niveles artificiales (barras). Los círculos representan los bloques temporales: desde momentos recientes a ca. 1000 AP (izq.), desde ca. 1000 a 2300 AP (centro) y desde ca. 2300 a 9700 AP (der.). 176

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La sílice presenta la gama más amplia de artefactos formatizados, con predominio del tamaño pequeño (76%). Si bien para los niveles iniciales (ca. 9700 AP) se halla ausente en el conjunto instrumental, luego de los ca. 2300 AP se vuelve dominante, asociándose tanto a artefactos manufacturados con bajo grado de inversión de energía por su retoque marginal y carácter unifacial (raspadores, fragmentos de artefactos formatizados y una raedera), como a artefactos bifaciales con una inversión de trabajo algo mayor (un bifaz y una piece esquillée); éstos últimos vinculados a la etapa final de ocupación. Para la obsidiana, cabe destacar que se halla en muy bajas proporciones e incluso ausente en el conjunto instrumental en los primeros momentos de ocupación del sitio. Luego de los ca. 2300 AP, se vincula a una escasa variedad de clases artefactuales de tamaño muy pequeño (40%) y pequeño (60%); algunas con poca formatización (dos raspadores) y otras con mayor grado de inversión de trabajo como piezas bifaciales (una piece esquillée hacia los ca. 1000 AP, un posible fragmento de punta clasificado como fragmento de artefacto formatizado (FAF), y una posible preforma de punta clasificada como artefacto formatizado sumario (AFS), éstos últimos para los ca. 2300 AP). En suma, se observa una baja inversión de energía en los artefactos formatizados, principalmente en dacita y sílice donde predominan el retoque marginal (86%), la forma base lasca (87%) y la unifacialidad (90%). Existe además, una mayoría de útiles sin potencial de reactivación y un bajo grado de estandarización, mayoritariamente en tamaños pequeños (75%). En algunos casos, las dimensiones de los útiles parecen estar asociadas al tamaño de los núcleos, particularmente para la dacita y la obsidiana. Tampoco se distingue una selección de materias primas para las distintas clases artefactuales (excepto la posible selección de la obsidiana para la manufactura de instrumentos bifaciales).

DISCUSIÓN En líneas generales, la materia prima no local presenta los tamaños menores en núcleos y lascas y se halla escasamente representada en los artefactos formatizados. Las rocas locales se presentan en núcleos y desechos de talla abarcando rangos de dimensiones, particularmente la dacita, y son las más representadas entre los artefactos formatizados, principalmente la sílice. La dacita predomina en los inicios de la ocupación y luego queda por debajo de la obsidiana. Ésta última va en aumento a lo largo del tiempo, siendo dominante hacia los 1000 AP. La sílice siempre mantiene un tercer lugar entre las rocas más representadas. Si bien existe cierta variabilidad a lo largo de la secuencia en los valores de la obsidiana, la dacita y la sílice, su constante presencia y predominio respecto de otras materias primas nos hace suponer que una alta disponibilidad de estas variedades estuvo presente durante el tiempo de ocupación del sitio Bloque 1-Oquedad. Desechos de talla En lo que refiere a los desechos de talla predominan las lascas internas (90%) con tamaños muy pequeños (80%). En este sentido, es posible advertir que el conjunto artefactual del sitio Bloque 1-Oquedad es en gran parte producto de actividades finales del proceso de producción lítica, como ser el acabado y/o mantenimiento de útiles líticos, principalmente en obsidiana, dacita y sílice. La presencia de algunas lascas de reactivación, particularmente en obsidiana, refuerza esta idea. A ello se suma que, en principio, las lascas son predominantemente más pequeñas que los instrumentos. Sin embargo, las tres materias primas antes mencionadas implican, si bien en un bajo porcentaje, lascas con tamaños mayores posibles de ser empleadas como soportes para la formatización artefactual. En el caso particular de la sílice, la ausencia de núcleos señala que tales posibles soportes fueron transportados al 177

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sitio. Para los casos de la dacita y la obsidiana, la presencia de lascas externas e internas de diversos tamaños junto con las características de los núcleos y las formas base de los útiles líticos, llevan a pensar que, en principio, dichos artefactos fueron formatizados a partir de la reducción de núcleos in situ. Los núcleos Si se evalúa el aprovechamiento de la obsidiana en los núcleos respecto de la materia prima local se pueden advertir ciertas diferencias. Los núcleos en dacita son mayoría (65%), un 45% alcanza el tamaño mediano grande, están enteros y en algunos casos con cierto potencial de reactivación. A diferencia de éstos, los de obsidiana son pocos (30%), presentan dimensiones menores y llegan a un grado mayor de agotamiento, a juzgar por su estado de fractura. A ello se agregan las instancias en el proceso de manufactura lítica, particularmente la reactivación de filos. Todas estas características parecen vincular a la obsidiana con un comportamiento de cuidado y economía.Asimismo, su presencia en el sitio, ya sea por aprovisionamiento directo o por intercambio, confirma una estrategia de circulación de materias primas y/o poblaciones que mantuvo el contacto con áreas de más al norte. En el caso de la dacita, la morfología no estandarizada de los núcleos parece haber favorecido una falta de control sobre las dimensiones de las lascas empleadas como formas base para la formatización del instrumental. Si bien los núcleos amorfos pueden ser resultado de una variedad de factores tecnológicos (Patterson 1987), se los podría atribuir a la alta disponibilidad de materias primas locales (Súnico 2006; Espinosa et al. 2007) que habría hecho innecesario un tratamiento económico de la dacita. En este sentido, la tecnología de núcleos en dacita parece ajustarse a las necesidades del momento (Escola 2004). 178

El conjunto instrumental El mayor número de raspadores y raederas a lo largo del tiempo de ocupación señala una continuidad en el predominio de tareas de procesamiento, seguidas por el descarte de útiles in situ por motivos de embotamiento o fractura de filos. Un dato interesante es que las variedades más representadas son coincidentes con los tres tipos de rocas antes mencionados para los desechos de talla (obsidiana, dacita y sílice) pero sus porcentajes de representación se invierten respecto de éstos últimos. Esto concuerda con el hecho de que la mayoría de los artefactos fueron ingresados ya formatizados o en proceso de formatización al sitio, siendo que la sílice es la materia prima dominante en el conjunto instrumental y se halla ausente entre los núcleos. Los artefactos formatizados en dacita y obsidiana parecen haber sido manufacturados en el sitio, a juzgar por la presencia de núcleos y desechos de talla que reflejan un rango amplio de etapas del proceso de talla lítica. Sumado a ello, las dimensiones de algunos útiles en dacita y obsidiana parecen estar asociadas a las proporciones de los núcleos. En líneas generales, los artefactos en materia prima local presentan fracturas y filos embotados lo que podría señalar una explotación intensiva de los mismos, producto de un tiempo de estadía prolongado más que a una falta de disponibilidad de las materias primas. Esto, a juzgar por la baja inversión de energía en su manufactura: predominan el retoque marginal (86%), la forma base lasca (87%), la unifacialidad (90%) y la falta de estandarización en los tamaños y materias primas seleccionadas. En relación a éstas últimas, el análisis señala que siempre se seleccionaron materias primas de buena calidad. Esto parecería indicar que la amplia disponibilidad en el área de materia primas de buena calidad para la talla (Espinosa et al. 2007) no sufrió modificaciones sustanciales en el tiempo. A esto mismo puede asociarse la baja inversión de trabajo en los artefactos,

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antes mencionada. En función de esta escasa formatización en el componente artefactual, las demandas funcionales se vieron cumplidas a través de una tecnología de instrumentos no estandarizados y con bajo grado de modificación. El uso no selectivo de las materias primas locales en la formatización de distintas piezas de una misma clase instrumental podría deberse a un cierto interés en el beneficio de mantener una “funcionalidad equivalente” en el instrumental (Belardi com. pers. 2006). A diferencia de las rocas locales, para la obsidiana cabría la posibilidad de una utilización selectiva en la manufactura de artefactos complejos, funcionalmente específicos y que requerían una alta inversión de trabajo como son las puntas de proyectil. En relación a ello, si tomamos en consideración la aparición de un fragmento de pedúnculo en basalto, un posible fragmento de punta y una posible preforma de punta (entre los ca. 2300 AP y los ca. 1000 AP, correspondientes a los niveles 124-129 cm a 79-84 cm), se podría sugerir que no sólo existió el descarte de útiles líticos sino también el recambio de puntas de proyectil en algún momento de la ocupación. Aprovechamiento de las principales materias primas Si se toman en consideración las condiciones de accesibilidad, disponibilidad y calidad de las variedades de rocas, se puede advertir diferentes grados de aprovechamiento y actividades realizadas en relación con las etapas de manufactura lítica y el grado de inversión de energía en la formatización artefactual entre las principales materias primas empleadas durante la ocupación del sitio Bloque 1-Oquedad. La trayectoria en el aprovechamiento de las materias primas locales Los niveles inferiores (149-158 cm a 129-142 cm, entre ca. 9700 AP y 2300 AP) cuentan con la presencia de núcleos, una baja densidad de instrumentos con escasa

formatización en dacita, así como un posible percutor en granito, pero los desechos de talla dominan en los inicios. En sílice se registran sólo desechos de talla de dimensiones muy pequeñas, que podría vincularse al transporte de artefactos formatizados desde y hacia otro emplazamiento. Esto concuerda con lo esperado para un momento de exploración de un área (Borrero 1989-1990, 1994-1995), en el cual predominaría el uso de materias primas locales disponibles para la formatización de artefactos de manufactura expeditiva que puedan ser trasportados en caso de hallarse rocas de buena calidad para la talla (Franco 2004). Desde ca. 2300 AP (niveles 124-129 cm a 79-84 cm), la cantidad de núcleos es notable (siete) en relación a la cantidad de útiles (dos) en dacita. Si se considera las cantidades y dimensiones de las lascas en dacita, se podría sugerir que, al menos en algunos casos, la reducción de núcleos estuvo orientada a la formatización de artefactos o preformas de artefactos para ser transportados hacia otro emplazamiento. La sílice registra un aumento en artefactos formatizados y lascas muy pequeñas, posiblemente vinculados a etapas de regularización y/o mantenimiento de filos que una vez agotados se descartaron in situ. Los momentos finales de ocupación cuentan con sólo un núcleo en dacita y artefactos con un bajo grado de formatización, principalmente en sílice. Entre ellos, una pieza bifacial de esta misma materia prima podría corresponder a una punta de proyectil. El aumento en la densidad de instrumentos correspondería con una mayor intensidad de uso de este espacio. Asimismo, teniendo en cuenta el número y dimensiones de los desechos respecto de los artefactos formatizados, las actividades de producción lítica deben haber estado enfocadas en la regularización y/o mantenimiento del filo de artefactos transportados, particularmente en sílice y en menor medida en dacita. Sumado a ello, pudo existir una formatización artefactual 179

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a partir de una reducción primaria de dacita y/o a partir de lascas de sílice trasportadas. En suma, el empleo de materias primas locales durante la ocupación del sitio estuvo vinculado principalmente a las etapas finales del proceso de talla, como ser la regularización y/o el mantenimiento de filos artefactuales. En particular, la dacita muestra una gama más amplia de actividades de talla desde la reducción de núcleos in situ. La escasa formatización artefactual señala un bajo grado de aprovechamiento de las rocas locales que podría atribuirse a la alta disponibilidad y accesibilidad de los recursos líticos en el área (Espinosa et al. 2007). El estado de agotamiento general que presentan los núcleos y útiles en dacita y sílice parece no coincidir con este planteo, sin embargo, podría explicarse por una prolongación de las estadías en el sitio (Civalero y Franco 2003) más que por la escasez de los recursos líticos. En este sentido, si bien el número de útiles líticos es bajo, su presencia/ausencia no aparenta estar asociada al grado de disponibilidad de las rocas en el área, sino más bien al potencial de utilidad de los artefactos que determinaba su transporte a otro emplazamiento o abandono en el sitio. Asimismo, el aprovechamiento y traslado de las rocas locales estaría marcando la incorporación de este espacio a los circuitos de circulación de materias primas implementados por las poblaciones cazadoras-recolectoras, teniendo en cuenta que son de buena calidad para la talla. La trayectoria en el aprovechamiento de la obsidiana El uso de la obsidiana en los inicios de la ocupación del sitio se presenta en unos pocos desechos muy pequeños, particularmente menores a los de dacita. Esto parecería indicar que la materia prima no local estuvo orientada a la formatización final de artefactos transportados desde y hacia otro lado, como parte del equipo personal de individuos (Kuhn 180

1992), teniendo en cuenta el desconocimiento de la disponibilidad local de recursos líticos, como se esperaría para un momento de exploración de un área nueva (Borreo 19941995). Para los ca. 2300 AP (niveles 124-129 cm a 79-84 cm), la obsidiana alcanza proporciones similares a la dacita. La presencia de núcleos (tres), artefactos formatizados (tres) y un alto porcentaje de lascas de diverso tamaño y morfología señalan una gama amplia de etapas de manufactura lítica orientadas a la reducción de núcleos, formatización, regularización y/o mantenimiento del filo de los artefactos. En particular, las lascas de reactivación advierten sobre un fuerte contenido de conservación y economía de esta materia prima mientras que las lascas de adelgazamiento, si bien en bajas proporciones, evidencian la intención de manufacturar artefactos bifaciales. Luego de ca. 1000 AP (niveles 74-79 cm a nivel de superficie), la obsidiana se vuelve la materia prima dominante, superando a las variedades locales. En su mayoría, son lascas a las que se suman un núcleo, un raspador y una piece esquillée descartados por motivos de fractura o agotamiento. En este sentido, parece existir una continuidad desde el punto de vista tecnológico con momentos previos, asociado a etapas de reducción de núcleos, formatización y mantenimiento de filos artefactuales. Se puede sugerir que dadas sus condiciones de disponibilidad, el aprovechamiento de la obsidiana debe haber implicado grados de inversión más elevados respecto de las variedades locales, teniendo en cuenta el estado y dimensiones que presentan núcleos, artefactos formatizados y desechos de talla. En este sentido, la obsidiana no se correspondería con una alta disponibilidad, como en los casos de las materias primas locales. Sin embargo, más allá de los costos involucrados en su aprovisionamiento, la importancia dada a su empleo queda evidenciada por una notoria

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representatividad que va en aumento desde los inicios de la ocupación hasta volverse la materia prima dominante en las etapas finales. Sumado a ello, la selección de la obsidiana por parte de los grupos cazadores recolectores del Lago San Martín podría relacionarse con la preferencia de esta materia prima para la manufactura de puntas de proyectil (Espinosa et al. 2007) y con la calidad de la misma.

En general, las características tecnológicas del conjunto lítico recuperado y la baja frecuencia artefactual sugieren un patrón de uso logístico y marginal del espacio, con énfasis en una gama limitada de tareas asociadas a la reducción de núcleos en dacita y obsidiana, y, principalmente, a las últimas etapas del proceso de manufactura lítica incluido el descarte de núcleos y artefactos formatizados en materias primas locales y alóctona de buena calidad. Sin embargo, este patrón general para el sitio Bloque 1-Oquedad se complejiza desde la óptica de las variaciones diacrónicas derivadas del análisis sobre el aprovechamiento diferencial de la obsidiana respecto de las materias primas locales, de acuerdo con los fechados radiocarbónicos disponibles (Belardi et al. 2007). En relación a ello, se derivan algunas observaciones de interés.

en obsidiana asociadas a etapas finales del proceso de producción lítica da la pauta de que probablemente existió un mantenimiento de artefactos trasportados desde y hacia otro lado. Esto también es compatible con un momento de exploración de un área en que no se conoce la disponibilidad de los recursos locales y las materias primas alóctonas reciben un tratamiento más conservador debido a su baja disponibilidad. Si a esto se agrega que la densidad de instrumentos es baja (un percutor en granito y dos artefactos formatizados en dacita), y que estos depósitos se encuentran inmediatamente por encima del till glaciario, asumimos que es probable que representen la ocupación inicial del área (Belardi et al. 2007) y que la obsidiana provenga de la Pampa del Asador (Stern 1999), ubicada a 150 km al noreste de los lagos San Martín y Tar. La misma pudo haber llegado en forma de artefactos y/o núcleos como parte de un equipo personal (Kuhn 1992) transportado por los tempranos pobladores de Patagonia, siendo altamente economizada (Borrero y Franco 1997; Civalero y Franco 2003). Parecería ser que la exploración del sudeste del Lago San Martín fue realizada por poblaciones procedentes del norte o del este, puesto que esta última es la vía de entrada de menor costo posible (Belardi com. pers. 2007), o bien dichas poblaciones estaban relacionadas con aquella del norte o del este (Belardi et al. 2007).

Hacia el inicio de la ocupación (ca. 9700 AP) el uso de la obsidiana y las rocas locales se vinculan a una incursión en el sitio que manifiesta características exploratorias, teniendo en cuenta el modelo de ocupación del espacio propuesto por Borrero (1989-1990, 19941995). Por un lado, los núcleos con restos de corteza y cierto potencial de reactivación y los artefactos con un bajo grado de modificación suponen un uso expeditivo de la dacita, que es consistente con una fase exploratoria en la que se espera experimentación con los recursos líticos del área (Civalero y Franco 2003). Por otro lado, la presencia de lascas muy pequeñas

Asimismo, la información del sitio Bloque 1-Oquedad es comparable con la etapa de exploración planteada para el sitio Chorrillo Malo 2, ubicado en el área del Lago Roca (Franco et al. 1999; Franco y Borrero 2003) y el sitio Cerro Casa de Piedra 7 (CCP7), ubicado en el Parque Nacional Perito Moreno (entre otros, Civalero y Franco 2003). Chorrillo Malo 2 y CCP7 inician sus ocupaciones hacia los ca. 9700 AP, fecha coincidente con los inicios de ocupación del sitio Bloque 1-Oquedad (Belardi et al. 2007). Los conjuntos artefactuales de Chorrillo Malo 2 y CCP7 señalan el uso de materias primas locales (como dacitas en

CONCLUSIÓN

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Chorrillo Malo 2, y sílices y riolitas en CCP7) en la reducción de núcleos y manufactura de artefactos confeccionados expeditivamente (Civalero y Franco 2003). También, manifiestan un trasporte y descarte de obsidiana como materia prima alóctona. La obsidiana negra de la Pampa del Asador debe haber formado parte del equipo personal de los primeros pobladores, lo que sugiere que dicha fuente de abastecimiento ya era conocida por lo menos algún tiempo antes de los ca. 9700 AP (Civalero y Franco 2003). Por todo esto, la presencia de obsidiana en el sitio Bloque 1-Oquedad hacia los ca. 9600 tiende a reforzar este planteo. En suma, los tres sitios parecen estar dentro de un mismo momento de exploración del sur patagónico, caracterizado por una distribución de obsidiana negra que debió haber implicado la existencia de amplios rangos de circulación de materias primas y poblaciones tempranas, apoyando el Modelo Ecológico postulado por Borrero (Borrero 1994-1995; Civalero y Franco 2003). El sitio Bloque 1-Oquedad y el sudeste del Lago San Martín parecen incluirse dentro un rango de acción mayor asociado a una etapa de exploración que comprendió otras cuencas del sur de Patagonia, como ser el Parque Nacional Perito Moreno y el Lago Roca (Civalero y Franco 2003). La selección de la obsidiana, a pesar de ser trasportada en consecuencia de su escasa disponibilidad, aumentó en detrimento de las materias primas locales a lo largo del tiempo. La incorporación del sitio a los circuitos de circulación de materias primas líticas fue cada vez mayor, manteniendo el contacto con áreas ubicadas más al norte, ya sea por aprovisionamiento directo o por intercambio de obsidiana.A pesar de ello, la cuenca del Lago San Martín cuenta con una amplia variedad de rocas de buena calidad para la talla (Espinosa et al. 2007) que no parece haber sufrido modificaciones en su disponibilidad durante la ocupación del sitio. La presencia de núcleos y artefactos formatizados mayoritariamente agotados en dacita y sílice parece contradecir 182

este planteo. Sin embargo, esto podría asociarse a estadías prolongadas (Civalero y Franco 2003) más que a cuestiones relacionadas con la accesibilidad y disponibilidad de las rocas. En relación a esto, predominan los raspadores entre las clases artefactuales (Franco 2004), los núcleos presentan formas irregulares, la inversión de energía en la formatización artefactual es baja y el rango de dimensiones que presenta el conjunto artefactual es relativamente amplio, particularmente en dacita. A diferencia de lo anteriormente mencionado, es factible pensar que el agotamiento y fractura de núcleos y artefactos formatizados en obsidiana se deba a un máximo aprovechamiento de la materia prima. En este sentido, el rango de dimensiones que abarca el conjunto artefactual es menor al de las rocas locales y las lascas de reactivación se vinculan con el mantenimiento y reactivación de filos de artefactos formatizados. Así, se podría asumir que el transporte de núcleos implicó una maximización en el aprovechamiento de la obsidiana, teniendo en cuenta su baja disponibilidad. De esta manera, el empleo de las materias primas locales y no locales parece estar en relación con el grado de disponibilidad diferencial que presentan ambos tipos de rocas. Finalmente, la preponderancia de raspadores y raederas agotados señala una continuidad en el predominio de las tareas de procesamiento que implicaron uso intensivo del conjunto instrumental. Sumado a ello, si tomamos en consideración la aparición de un fragmento de pedúnculo en basalto, un posible fragmento de punta y una posible preforma de punta (entre los ca. 2300 AP y los ca. 1000 AP, correspondientes a los niveles 124-129 cm a 79-84 cm), se podría sugerir que en el sitio Bloque 1-Oquedad se realizó, al menos en algún momento de su ocupación, no sólo el descarte de artefactos formatizados sino también el recambio de puntas de proyectil. La preferencia por la obsidiana podría tener

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que ver con una posible selección para la manufactura de puntas de proyectil y su excelente calidad. La información obtenida en superficie (Espinosa et al. 2007) apunta en esta misma dirección.Asimismo, el aprovechamiento de las materias primas locales y alóctonas y su relación con el uso de artefactos trasportados, particularmente en sílice, sugieren que una estrategia de equipamiento de individuos se prolongó más allá de lo esperado para una etapa de exploración. De allí se desprende que la incorporación de la Oquedad a los rangos de acción de las poblaciones pasadas estuvo asociada al uso de otras localizaciones en las que se realizaron otros tipos de actividades y etapas de la secuencia de producción lítica. Los estudios en curso permitirán precisar este análisis sobre el sitio Bloque 1-Oquedad vinculándolo con una escala espacial mayor para discutir las variaciones en el aprovechamiento diferencial de las materias primas en relación al uso de este espacio dentro del proceso de poblamiento de las cuencas de los lagos San Martín y Tar por parte de grupos cazadoresrecolectores durante el Holoceno (Belardi 2005-2006). Recibido en abril de 2008 Aceptado en septiembre de 2008 AGRADECIMIENTOS Agradezco a Juan Bautista Belardi por su dirección y guía en la realización de este trabajo, dentro del Proyecto UNPA - UARG A/183/2 “Cazadores recolectores de los lagos San Martín y Tar: su conocimiento y puesta en valor como fuente de desarrollo regional” y del proyecto CONICET. PIP 6405 “La dinámica del poblamiento humano de las cuencas de los lagos San martín y Tar (Provincia de Santa Cruz) en relación con las variaciones paleoambientales del Holoceno” (Belardi 2005-2006). Gracias a Silvana Espinosa por su ayuda en el análisis del material, a Flavia Carballo Marina por sus

comentarios, a Marcelo Vitores por alentar esta presentación. A la revista y a los evaluadores de este trabajo. Todo lo aquí vertido es de mi absoluta responsabilidad. BIBLIOGRAFIA Aschero, C. A. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Ms. en archivo, Informe presentado al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). 1983. Ensayo para una clasificación morfológica de los artefactos líticos. Apéndices A y B. Cátedra de Ergología y Tecnología. Ms. en archivo, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Auer,V. y D. Cappannini 1957. La erosión en la región de los lagos San Martín y Tar. IDIA Marzo, pp. 7-27. Belardi, J. B. 2005-2006a. La dinámica del poblamiento humano de las cuencas de los lagos Tar y San Martín (Pcia. de Santa Cruz) en relación con las variaciones ambientales del Holoceno. Informe al CONICET, PIP 6405. Ms. 2005-2006b. Informe Cazadores recolectores de los lagos San Martín y Tar: su conocimiento y puesta en valor como fuente de desarrollo regional. UNPA A/183/2. Ms. Belardi, J. B., S. Espinosa, F. Carballo Marina, G. Barrientos, R. Goñi, A. Súnico, T. Bourlot, M. C. Pallo, A. Re y P. Campan 2007. Integración de las cuencas de los lagos Tar y San Martín (Pcia. de Santa Cruz) a la dinámica del poblamiento humano del sur de Patagonia: primeros resultados.Trabajo presentado en XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, San Salvador de Jujuy. Bonarelli, G. y J. J. Nágera 1921. Observaciones geológicas en las inmediaciones del lago San Martín (Territorio de Santa Cruz). Boletín Ministerio de Agricultura. Dirección General de Minas, Geología e Hidrología Serie B (Geología) Nº 27. Borrero, L. A. 1989-1990. Evolución cultural divergente en la Patagonia Austral. Anales del Instituto de la Patagonia (Serie Ciencias Sociales) 19: 133-139. 1994-1995. Arqueología de la Patagonia. Palimpsesto. Revista de Arqueología 4: 9-69.

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184

*María Cecilia Pallo es Antropóloga egresada de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es becaria de ANPCyT y desarrolla su trabajo sobre el uso del espacio en Patagonia Meridional e Insular durante el Holoceno tardío, dentro del proyecto Magallania (DIPA-IMHICIHU-CONICET). El trabajo aquí presentado forma parte de su tesis de licenciatura defendida a mediados de 2008. Dirección de contacto: [email protected]

INFORMES

ANÁLISIS ZOOARQUEOLÓGICO DEL RECINTO 353 DEL SITIO LA HUERTA, HUACALERA

María Alejandra Llago* RESUMEN En este trabajo se muestran los resultados preliminares referentes al análisis zooarqueológico del material recuperado en la excavación del recinto 353. La estructura se encuentra en el sitio La Huerta, de adscripción inkaica (Huacalera, Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy). Se presenta una primera aproximación al consumo de recursos faunísticos, la cual evidencia una marcada predominancia del taxón camelidae, sobresaliendo la presencia del esqueleto apendicular por sobre el axial. Asimismo y de manera complementaria, se identifican y calibran agentes y procesos tafonómicos que pudieron perturbar la muestra bajo análisis, por ejemplo estadios de meteorización y acción de carnívoros, roedores y raíces. También se tiene en cuenta la aparición del taxón ovicáprido en el recinto estudiado. Palabras clave: Zooarqueología - Tafonomía - Inka - Camelidae - Ovicáprido ABSTRACT This paper shows the preliminary results of the zooarchaeological analysis performed on the material recovered during the excavation of the Inka enclosure 353. This structure is located at La Huerta site, Huacalera, Quebrada de Humahuaca, Jujuy province.This is a first approach to the consumption of the faunal resources, which marks a clear predominance of the camelidae taxon, with more presence of the apendicular skeleton over the axial one. This analysis will identify and calibrate, in a complementary way, the taphonomic agents that could have disturbed the sample, such as meteorization stages and the action of carnivores, rodents and roots. It will also contemplate the recovery of the ovicaprid taxon at the enclosure. Key words: Zooarchaeology - Taphonomy - Inka - Camelidae - Ovicaprid

* Instituto de Arqueología - UBA - [email protected] Llago, María Alejandra. 2009. Análisis zooarqueológico del recinto 353 del sitio La Huerta, Huacalera. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 185-193. Buenos Aires. 185

María Alejandra Llago - Análisis zooarqueológico del recinto 353 del sitio la Huerta, Huacalera

INTRODUCCIÓN Los restos óseos que se analizan aquí provienen de una estructura del sitio La Huerta ubicado en la localidad de Huacalera, sobre la Quebrada de la Huerta (Figura 1); específicamente del recinto 353, el cual se

encuentra localizado en el sector A o inkaico del sitio1 (Figura 2). Se trata de un recinto subrectangular de 4 m por 3 m de lado, cuya técnica constructiva es de filiación inkaica. No presenta estructuras funerarias ni fogones; sólo se han detectado

Figura 1. Ubicación del sitio La Huerta en el contexto regional (Tomado de Palma et al. 2007). 186

La Zaranda de Ideas 5: 185-193 (2009)

Figura 2. Planimetría del sitio La Huerta (Tomado de Palma et al. 2007).

dos pequeñas lentes de cenizas. Se observa en el sector SO un agujero de poste que habría sostenido una techumbre parcial apoyada sobre los muros O y S. Al respecto, en esta área se han hallado restos de tirantes de cardón, lo que sostendría esta idea. En relación a las actividades desarrolladas en el recinto, en el sector NO se han recuperado varios artefactos vinculados a las actividades de molienda, entre ellos: tres molinos planos, cinco manos y una pequeña pecana fragmentada. Se destaca, también en el mismo sector, una gran olla ordinaria que contenía dos pequeños morteros y una pecana pequeña. Hacia el sector NE y SE del recinto se concentran los vestigios vinculados a la manufactura lítica y textil (Palma et al. 2007).

El resto de los materiales recuperados en las excavaciones confirman que este recinto fue ocupado durante el periodo inka que dependiendo de la región se puede ubicar entre el 1410 cal DC y ell 1536 cal DC (Palma 2000). El mismo fue excavado sistemáticamente en su totalidad en sucesivos trabajos de campo desde el año 2002 al 2005. METODOLOGÍA En este informe se procedió, en un primer lugar, a la identificación y cuantificación taxonómica. La medición de la abundancia de las distintas especies animales se llevó a cabo por medio de 187

María Alejandra Llago - Análisis zooarqueológico del recinto 353 del sitio la Huerta, Huacalera

la cuantificación de la muestra a través del NISP (número de especímenes identificados por taxón) y del MNI (número mínimo de individuos). Luego se realizó la identificación y cuantificación anatómica. Se calculó el número mínimo de elementos (MNE) siguiendo a Mengoni Goñalons (1999:60). Se establecieron diferentes zonas diagnósticas que se sumaron teniendo en cuenta tanto la lateralidad como la fusión. Esto permitió observar la abundancia relativa de las partes esqueletarias. Al mismo tiempo el MNE fue necesario para el cálculo del MAU (número mínimo de unidades anatómicas). También se calculó el MAU estandarizado, en una escala del 1 al 100 (Mengoni Goñalons 1988, 1999). Al mismo tiempo se establecieron controles tafonómicos sobre los huesos de camélidos para establecer la influencia que los agentes naturales tuvieron sobre el conjunto (Gifford 1981; Mondini 2002, 2003). La determinación del perfil etario se realizó por medio del análisis del estado de fusión de los huesos largos de camélidos, ya que éstos se fusionan a distintas edades, habiendo huesos de fusión tardía como el fémur y de fusión más temprana como el húmero (Kent 1982). R E S U LTA D O S D E L A N Á L I S I S ZOOARQUEOLÓGICO 1- Identificación y cuantificación taxonómica Se han hallado cuatro taxa presentes en la muestra (Tabla 1): ovicápridos (Boessneck 1980), camélidos, roedores y aves. Para

Camelidae se recuperaron restos de cinco individuos. En este caso algunos de los especímenes presentan marcas de origen antrópico. En el caso del taxón Rodentia se encontraron restos pertenecientes a un solo individuo, de tamaño muy pequeño, que puede estar relacionado con las marcas de roedores encontradas en los especímenes del taxón Camelidae (ver más adelante). Este taxón no presenta marcas de corte antrópicas. Por su lado los ovicápridos, están representados por dos especímenes y tampoco presentan marcas de corte. La presencia de la clase Ave está representada por cáscaras de huevo de especie indeterminada2. Los especímenes óseos identificados a nivel taxón dieron un NISP de 123. En la Tabla 1 se pueden observar las diferentes taxa identificadas y su respectiva abundancia calculada en base al MNI y al NISP. La presencia de ovicáprido (Boessneck 1980), si bien sólo está representada por un metapodio y una falange primera, es significativa debido a su vinculación cronológica directa con la presencia española en el sitio La Huerta. Al mismo tiempo se han recuperado en el mismo contexto otros materiales vinculados al momento hispánico (fragmentos de vidrio y de herradura de hierro). Aunque no se pudo observar una perturbación del sedimento en los niveles en que fueron hallados (20 y 30 cm de profundidad), ni cuevas de roedores, ni grandes raíces, no podemos descartar que los dos especímenes pertenecientes al taxón ovicáprido sean intrusivos. En el caso de que no lo hayan sido, la presencia de este taxón es

NISP

% NISP

MNI

% MNI

Ovicápridos

2

1,6

1

14,28

Camelidae

120

97,6

5

71,43

Rodentia

1

0,8

1

14,28

123

100

7

100

Total

Tabla 1. Abundancia Taxonómica en el recinto 353: NISP y MNI. 188

La Zaranda de Ideas 5: 185-193 (2009)

un fuerte indicador temporal ya que la oveja y la cabra fueron introducidas a América tras su conquista en 1492 DC. 2- Consumo de recursos faunísticos En este apartado se considerarán los especímenes del taxón Camelidae ya que representa el recurso faunístico más abundante (con un %NISP 97,6). En esta etapa se calculó el MNE y luego el MAU para determinar qué partes del esqueleto completo de los camélidos están representadas Especímenes

en los huesos de la muestra del recinto y en qué proporción. De este modo, se puedo evaluar qué huesos fueron preferencialmente descartados en el lugar, cuáles los fueron en menor proporción y cuáles se encuentran ausentes.Así, se realizaron algunas inferencias acerca del procesamiento de los animales, consumo y descarte de huesos en dicho recinto. Considerando la división entre el esqueleto axial y apendicular (Madero 1993; Mengoni Goñalons 1999), los resultados obtenidos del MNE, el MAU y el %MAU indicaron que las partes esqueletarias predominantes son las

NISP

MNE

MAU

% MAU

Dientes sueltos

11

-

-

-

Región Orbital

1

1

0,5

16,6

Maxilar

1

1

1

33,3

Mandibula

3

1

1

33,3

Lumbar: cuerpo

2

1

0,14

4,6

Innominado

5

2

1

33,3

Escápula

9

3

1,5

50

Humero

9

6

3

100

Radioulna

6

2

1

33,3

Carpo Accesorio

1

1

0,5

16,6

Fémur

8

3

1,5

50

Patela

1

1

0,5

16,6

Tibia

16

4

2

66,6

Calcáneo

6

5

2,5

83,3

Astrágalo

3

3

1,5

50

Cuneiforme 3°

1

1

0,5

16,6

Navicular

1

1

0,5

16,6

IV Tarsiano

1

1

0,5

16,6

Metapodios

21

9

2,3

76,7

Falange 1

9

8

1

33,3

Falange 2

4

4

0,5

16,6

Falange 3

1

1

0,13

4,3

Tabla 2. Huesos del esqueleto. 189

María Alejandra Llago - Análisis zooarqueológico del recinto 353 del sitio la Huerta, Huacalera

pertenecientes al esqueleto apendicular. Se puede observar que este último representa un 89,8% del MNE (ver Tabla 2).

observado en la ausencia de costillas y la baja proporción de vértebras. Más adelante se calcula la densidad ósea del conjunto para conocer si se dio un consumo preferencial de un esqueleto sobre el otro, o si la muestra estaba sesgada por el porcentaje de destrucción del material óseo.

Con respecto al esqueleto axial, éste se encuentra escasamente representado, hecho

Atributo

Marcas Antrópicas

MODIFICACIONES ÓSEAS

Fractura

Térmica

Camelidae N

%

Corte

14

11,67

Raspado

-

-

Percusión

1

0,83

Alisado

2

1,67

Pulido

-

-

Longitudinal

7

5,83

Transversal

-

-

Irregular

1

1,67

Espiral

4

3,33

No quemado

120

100

Parcial Quemado

-

-

Quemado

-

-

Calcinado

-

-

0

62

51,67

1

28

23,33

2

22

18,33

3

8

6,67

4

-

-

5

-

-

Huellas

-

-

Scooping out

4

3,33

Puncture

4

3,33

Estadio

Meteorización

Carnívoros

Roedores Raíces

Pitting

3

2,5

Scoring

-

-

Grooves

19

15,83

Root

43

35,83

Tabla 3. Modificaciones Superficiales óseas en el taxón Camelidae. La Huerta R-353. 190

La Zaranda de Ideas 5: 185-193 (2009)

Como se puede observar en la tabla 2, se han recuperado especímenes de las articulaciones como calcáneos, astrágalos, patela, navicular y cuneiforme tercero entre otros. A partir de esta evidencia se infiere el ingreso al recinto de los huesos articulados (enteros) procediéndose a la desarticulación in situ. 3- Controles tafonómicos El material óseo recolectado ha sido modificado por distintos procesos y agentes naturales. Se han identificado y calibrado el grado de acción de estos procesos tafonómicos. Para ello se han realizado los siguientes tipos de control: Meteorización Según Behrensmeyer (1978),la meteorización ósea es el proceso en el cual los componentes orgánicos e inorgánicos en el hueso son separados y destruidos por agentes físicos o químicos. En este trabajo seguimos la distinción de seis estadios de meteorización propuesta por la autora. Los mismos representan diferentes fases de deterioro progresivo y están relacionados al tiempo de exposición post mortem hasta el momento en que los huesos son enterrados. En la muestra recuperada sólo el 6,7% del total de especímenes que presentan meteorización corresponde al estadio tres, sin haberse presentado casos correspondientes a los estadios cuatro y cinco (siendo éstos los más avanzados).También es importante mencionar que un 75% de los especímenes están agrupados en los estadios 0 y 1. Acción de roedores, carnívoros y raíces Sabemos que las raíces, roedores y carnívoros actúan sobre los huesos descartados provocando diferentes tipos de alteraciones (Binford 1981; Lyman 1994); para su análisis se utilizó una lupa de mano de 10 aumentos. Como podemos observar en la Tabla 2, el 9,16% del total de la muestra del taxón Camelidae

está afectado por la acción de carnívoros; el 15,8% por la acción de roedores y por último, el 35,83% por raíces. Los tres agentes han tenido un rol significativo en la perturbación de la muestra. Al mismo tiempo podemos observar que hay acción antrópica sobre el 14,17% de los especímenes. Este valor es significativo ya que es mayor que la acción de carnívoros y apenas menor que la de los roedores. Densidad ósea El coeficiente de Spearman arrojó un valor de rs = 0,51, p 0,01. Estos resultados indican que hay una correlación moderada y significativa. De esta manera no se puede descartar totalmente (si bien no es una correlación alta) que la preservación diferencial de acuerdo a la densidad ósea haya afectado, al menos parcialmente, a la muestra (Elkin y Zanchetta 1991; Elkin 1995). 4- Perfil etario En el caso del recinto 353 se ha recuperado un solo espécimen que se encuentra sin fusionar, se trata de la diáfisis distal de la tibia y su epífisis distal que no se encuentran fusionadas. Siguiendo la tabla que presenta Mengoni Goñalons (1999) sobre la fusión ósea en la alpaca y basándose en los datos presentados originalmente por Kent (1982 en Mengoni Goñalons 1999), podemos decir que este hueso se agrupa dentro del rango de los de fusión temprana, correspondiendo a un subadulto. El resto de los especímenes se presentan fusionados por lo que pueden ser adscriptos a individuos osteológicamente maduros. PALABRAS FINALES En síntesis, este informe representa una primera etapa en la investigación de las prácticas de procesamiento, consumo y descarte de 191

María Alejandra Llago - Análisis zooarqueológico del recinto 353 del sitio la Huerta, Huacalera

animales en el recinto 353 del sitio La Huerta durante el período Inka. A partir de los datos expuestos, se infiere queen este recinto se priorizó el consumo del taxón Camelidae, con la mayoría de los especímenes de los huesos largos fusionados, excepto por uno. Estudios en relación al pastoreo actual revelan que una explotación del rebaño orientada hacia la producción de lana y carne genera un registro compuesto en su mayoría por animales maduros y en menor medida por animales inmaduros (Madero y Yacobaccio 1994). Este manejo de los rebaños podría estar evidenciado en la composición etaria del conjunto aquí presentado. Con respecto al procesamiento de camélidos hay una predominancia del esqueleto apendicular, aunque la poca presencia de huesos del esqueleto axial (como por ejemplo las costillas) puede estar indicando que algunos especímenes pudieron estar ausentes por su baja densidad ósea. De todas maneras, y aunque los procesos tafonómicos parecen haber afectado (al menos parcialmente) el conjunto, el principal agente de formación de la muestra parece haber sido el cultural. Si bien se registró baja incidencia de meteorización y alta influencia de agentes como roedores, carnívoros y raíces, la observación de marcas antrópicas fue también significativa (14,17%). El análisis zooarqueológico contemplará a futuro la profundización de los análisis tafonómicos, el estudio de la alteración de esta muestra en cuanto a las posibles dispersiones verticales y horizontales y la diferenciación entre especies silvestres y domesticadas. También se planea continuar con las tareas de excavación para obtener muestras comparativas de otros sectores y observar si esta muestra responde a un patrón del sitio o no. Recibido en marzo de 2008 Aceptado en marzo de 2009 192

NOTAS 1. Este informe forma parte de la investigación llevada a cabo por el proyecto “Patrimonio e Identidad en Huacalera, Quebrada de Humahuaca” (UBACyT F10 – 2004-2007), financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por el Dr. Jorge Palma. 2. Las cáscaras de huevo se han enviado para ser analizadas al Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.

AGRADECIMIENTOS En primer lugar, al Dr. Jorge Palma por permitir involucrarme en su proyecto de investigación. Especialmente a Gabriel López por su incansable paciencia y a Solange Fernández Do Rio por su apoyo y compañerismo.

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*María Alejandra LLago es estudiante de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este informe formó parte del proyecto UBACYT f010: “Patrimonio arqueológico e identidad: la microrregión de Huacalera, Quebrada de Humahuaca, pcia. de Jujuy”. Actualmente es participante del proyecto UBACYT f125 “Vida cotidiana de las sociedades nativas de la quebrada de Humahuaca durante los periodos tardío e inka” e integrante del proyecto E840177 - Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires: “La arqueología como discurso sobre el pasado y como practica en el presente”. 193

NOTAS

EL MATERIAL ARQUEOLÓGICO EXCAVADO POR CRAIG MORRIS EN HUÁNUCO PAMPA. SU DESCONOCIMIENTO Y DESTRUCCIÓN

Luis Rodolfo Monteverde Sotil* INTRODUCCIÓN El presente trabajo aborda la problemática de la mala conservación e inexistencia en el Perú de un registro oficial del material arqueológico excavado por el Dr. Craig Morris en el asentamiento Tahuantinsuyo de Huánuco Pampa (Huánuco-Perú). Situación que tuvo que afrontar el Proyecto Arqueológico de Puesta en Valor del Ushnu de Huánuco Pampa (PAPVUHP) durante sus trabajos de investigación entre los años 2006-2007. EL PROYECTO ARQUEOLÓGICO DE PUESTA EN VALOR DEL USHNU DE HUÁNUCO PAMPA (PAPVUHP) 20062007 En diciembre de 2006 tuve la oportunidad de formar parte del PAPVUHP, dirigido por el Arqueólogo peruano Alfredo Bar Esquivel. El asentamiento arqueológico Tahuantinsuyo de Huánuco Pampa, también conocido como HuánucoViejo o Huánuco Marka, está localizado en el distrito de la Unión, provincia de Dos de Mayo, departamento de Huánuco. El PAPVUHP estuvo orientado a la restauración del muro oeste del ushnu, al reinventario y a la conservación preventiva del material arqueológico excavado por el Dr. Craig

Morris1 en Huánuco Pampa. Este material se encontraba ubicado, parte en el distrito de La Unión (capital de la provincia de Dos de Mayo) y parte en la ciudad de Huánuco. El PAPVUHP se centró solamente en el material arqueológico de La Unión. EL MATERIAL ARQUEOLÓGICO DE HUÁNUCO PAMPA Durante las excavaciones e investigaciones realizadas por el Dr. Morris en Huánuco Pampa, entre fines de los años 60’ y la década de los 70’ del siglo pasado, se expuso no solamente importante información arqueológica (e.g. Morris 1970, 1974a, 1974b, 1978, 1985, 1987, 1992, 2003) sino también, como producto de las excavaciones, una abundante cantidad de material arqueológico (15 toneladas métricas) de distintas características; como cerámica, lítico y, en menor cuantía, óseo y botánico. Desde 1983, el material excavado por el Dr. Morris, quedó en custodia de su asistente Delfín Zúñiga Díaz, quien almacenó las piezas arqueológicas en su casa de la localidad Pampas, distrito de Tomayquichua, provincia de Huánuco. A lo largo de los años se produjeron en tres oportunidades robos en la casa de Zúñiga, sustrayéndose parte del material (Dianderas 2003).

* La Libertad 119, Santa Patricia La Molina. Lima, Perú. [email protected] Monteverde Sotil, Luis Rodolfo. 2009. El material arqueológico excavado por Craig Morris en Huánuco Pampa. Su desconocimiento y destrucción. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 195-200. Buenos Aires.

195

Luis Rodolfo Monteverde Sotil - El material arqueológico excavado por Craig Morris en Huánuco Pampa...

Alan Covey, quién participó en los años de la década de 1990 en la catalogación del material excavado por el Dr. Morris en Huánuco Pampa, comentó lo siguiente (Alfredo Bar, com. pers. 2006) respecto a los robos en la casa del señor Delfín: “…Craig me dijo unas veces que [en] su Proyecto Arqueológico Huánuco Pampa hizo un buen sistema de almacenaje de los materiales excavados, pero alguien entró el depósito para robarlo y rompió cajas y bolsas en busca de artefactos para vender. Me dijo que casi todo fue sacado de su propio contexto y mezclado…”. En el 2000 el señor Zúñiga solicitó dar el material en custodia a diversas instituciones. Pero recién en el año 2003 fue depositado por petición del INC Huánuco, a la Universidad Nacional Hermilio Valdizán, en el Museo Leoncio Prado de la ciudad de Huánuco. En ese mismo año, el señor Hílder Muñoz Alvarado, Alcalde en ese entonces de la Municipalidad Provincial Dos de Mayo (con sede en el distrito de La Unión), solicitó el material para el Museo Regional de Wanuko Marca a construirse en La Unión (museo que hasta la fecha no ha sido creado). Dicho material es trasladado en el mes de Agosto del 2003 a la Unión sin permiso del INC Huánuco, más o menos 8 toneladas (Dianderas 2003). Durante la división entre La Unión y el Museo Leoncio Prado se perdieron las fichas originales, elaboradas por el Dr. Morris, de la procedencia del material arqueológico, que el señor Zúñiga apresuradamente entregó a la Municipalidad Provincial Dos de Mayo (Dianderas 2003). Es por esa razón que en noviembre del año 2003 la Arqueóloga María Dianderas realizó un nuevo inventario (basado en el dato de las etiquetas originales de cada bolsa y pieza), el cual fue entregado al INCHuánuco mediante INFORME Nº 07 - 2003 - DMGPH - MNAAHP - SDRMC/MDV. Sobre la base de este inventario el PAPVUHP se valió para realizar el reinventario y conservación del material arqueológico de La Unión. 196

Asimismo, la Antropóloga Mabel Cruz de La Dirección Regional de Cultura Huánuco (Dianderas 2003) informó sobre un convenio para el manejo del material firmado entre la Municipalidad Dos de Mayo y la Universidad Nacional Federico Villarreal, del cual no se saben los términos del mencionado documento que fuera ejecutado ilegalmente sin la intervención del Dr. Craig Morris y del INC. En la actualidad el INC del Perú desconoce la real magnitud de este material arqueológico, ya que no cuenta con el registro oficial original. Sólo existen las bases de datos del análisis de gabinete y de las procedencias del material asignadas por el Dr. Morris, radicados en el American Museum of Natural History de los Estados Unidos de Norteamérica, donde la única persona con la autoridad legal sobre los archivos y datos de estas investigaciones es el Dr. Charles Spencer, Director de la División de Antropología del Museo (Alan Covey, com. pers a Alfredo Bar, 2006). LAS PIEZAS ARQUEOLÓGICAS DE LA UNIÓN Para poder cumplir con la segunda etapa del PAPVUHP, el equipo del proyecto permaneció durante un mes en el distrito de la Unión, ya que el material arqueológico procedente de Huánuco Pampa estaba almacenado en el último piso del Auditorio Municipal de Dos de Mayo; y no en un Museo Regional que fue la promesa que hiciera en el año 2003 el entonces Alcalde Hílder Muñoz. El material arqueológico que el PAPVUHP halló en el distrito de La Unión consistía en cientos de bolsas de tocuyo con cerámica (muy fragmentada) con decoración pictórica, por ejemplo de estilo Cusco Imperial, material óseo (muy fragmentado) y material lítico (hachas, cuchillos, etc.), además de gran cantidad de piezas sueltas de grandes dimensiones: líticos (dinteles, batanes, lajas, manos de batán, etc.) y cerámica (aríbalos, ollas, urpus, etc.).

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Figura 1. Imágenes en donde se puede apreciar el mal estado en que se encontraron almacenadas y apiladas las bolsas (Fotos del PAPVUHP).

El total del material estaba sin un orden o cuidado alguno, bajo un techo que parcialmente había colapsado producto de las fuertes lluvias, provocando que muchas bolsas y piezas sueltas se mojaran, incidiendo en la presencia de agentes biológicos de deterioro. Además, la luz natural que ingresaba en forma directa sobre las bolsas, a través de grandes ventanales sin cortinas, también jugaba en contra de la buena conservación de estas piezas. Este espacio era utilizado también como depósito de diversos materiales modernos (e.g. tubos de desagüe, cartones, herrajes de construcción, maderas, vidrios, una cocina malograda, entre otros). Estos materiales estaban colocados encima y alrededor de las piezas arqueológicas provocando, debido al peso que soportaban, que muchas bolsas se rompieran y

que cientos de piezas se fragmentaran aún más. Asimismo, el primer piso de este edificio era alquilado como local para recepciones y fiestas. Las personas que acudían a dichos eventos subían al piso donde estaba almacenado el material arqueológico a beber y fumar. Lo comprobamos al hallar gran cantidad de botellas de licor vacías y colillas de cigarros entre las piezas. En coordinación con el personal municipal de Dos de Mayo y con la ayuda del nuevo alcalde Fortunato Ramos Lavado, quien recién había accedido al cargo, el PAPVUHP realizó las siguientes actividades (figura 2): (1) Se retiró todo el material extraño que se encontrara encima y alrededor de las piezas arqueológicas. A su vez se recolectó gran cantidad de tiestos de cerámica y material

Figura 2. En la fotografía de la izquierda se aprecia parte de los trabajos de reinventario y registro fotográfico a una pieza lítica. En la imagen del centro podemos ver el material arqueológico luego de su limpieza y reinventario, acomodado lo mejor posible dentro de la Municipalidad Provincial Dos de Mayo (en el distrito de La Unión). En la foto de la derecha se destaca el detalle de algunos tiestos (Fotos del PAPVUHP). 197

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lítico diminuto, los cuales se encontraban desperdigados por el suelo. (2) Se procedió a trasladar el material arqueológico a la Municipalidad Provincial Dos de Mayo, depositándosele en una habitación con mejores condiciones –mas no las adecuadas–, que se usaba como almacén para guardar el vestuario y parafernalia empleada en la Fiesta del Sol o Inti Raymi2. Asimismo, esta habitación fue acondicionada como laboratorio provisional del PAPVUHP para el conteo y limpieza del material arqueológico. (3) Al mismo tiempo que se iba reinventariando el material se limpiaron las piezas con pinceles y brochas. Además, muchas de las bolsas originales fueron cambiadas por otras nuevas; se reemplazaron muchas de las etiquetas originales que indicaban los datos de las piezas, debido a que éstas estaban ilegibles y, para evitar futuras confusiones, se hicieron dos etiquetas por bolsa (una en el interior y la otra afuera, amarrada con una soguilla alrededor de la bolsa). (4) Finalmente, para llevar un mejor orden, el PAPVUHP les dio un número correlativo a cada bolsa, dependiente del orden en que estas bolsas fueron siendo trabajadas. El PAPVUHP culminó sus trabajos de reinventario y conservación preventiva de las piezas arqueológicas de La Unión en el mes de febrero de 2007, dejando dicho material al cuidado de la gestión municipal de Dos de Mayo, quienes se comprometieron a darles un mejor trato y cuidado. En la actualidad, este magnífico material arqueológico Tahuantinsuyo aún permanece dividido entre la Municipalidad Provincial de Dos de Mayo (con sede en La Unión) y el Museo Leoncio Prado (ciudad de Huánuco). Esperamos que pronto dicho material sea atendido correctamente bajo adecuados parámetros de protección, conservación y restauración; si no, se terminará por perder totalmente. 198

EL MATERIAL ARQUEOLÓGICO DEL MUSEO LEONCIO PRADO (CIUDAD DE HUÁNUCO) En relación al material arqueológico existente en los depósitos del Museo Leoncio Prado (bajo custodia de la Dirección Regional de Cultura Huánuco), María Dianderas (2003) informa de la existencia de 59 sacos y cajas con material perturbado procedentes de diferentes unidades de excavación, 13 cajas con material sin procedencia y 109 piezas líticas de gran tamaño sin información alguna. Las bolsas y sacos de tela están rotos, muchas piezas de cerámica han sido cambiadas arbitrariamente a otras bolsas, existiendo más de 80 sacos con material arqueológico revuelto. Asimismo, el 98 % de las etiquetas de las bolsas y sacos han desaparecido, los datos rotulados en los tiestos de cerámica están borrados o no se notan debido a la suciedad de las piezas. Los líticos, material orgánico y otros están en pésimo estado de conservación y requieren urgente tratamiento de limpieza y conservación. EL DE SCO NO CIM IEN TO DE LA REAL MAGNITUD DE NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL Durante nuestra estadía en La Unión pudimos notar que los pobladores de este distrito se sentían orgullos del asentamiento arqueológico de Huánuco Pampa y que para ellos “aún seguía siendo la capital del Chinchaysuyo”. Pero al mismo tiempo, gran parte de la población de La Unión desconocía que en su pueblo y en la Municipalidad Provincial Dos de Mayo se guardaban bolsas con cerámica traídas de Huánuco Pampa; mientras que otros manifestaban su desinterés hacia este material, como en una ocasión me comentó uno de los empleados de la Municipalidad: “Ingeniero, estas piezas no sirven para nada…no tienen valor…no he visto nada de oro…”.

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Como podemos notar, para el pueblo de La Unión existe una gran contradicción sociocultural entre lo que representa para ellos el sitio arqueológico de Huánuco Pampa y el patrimonio mueble extraído de ese sitio. Creo que la problemática principal del desapego hacia el patrimonio mueble de Huánuco Pampa se debe básicamente a su desconocimiento (qué es, cuánto es, cómo es, de dónde es y dónde está). Lamentablemente, esta problemática es una realidad nacional que se extiende por todo el territorio peruano. Asimismo, en el Perú muchos de los museos e instituciones culturales ya están colapsados para: (1) almacenar toneladas de material arqueológico, (2) darles una adecuada conservación y restauración, (3) promover trabajos de investigaciones científicas y (4) organizar exposiciones educativas. Es por ello que gran cantidad de material arqueológico pasa a ser almacenado y olvidado en depósitos inadecuados, como es el caso de las piezas de Huánuco Pampa. El registrar e inventariar nuestro patrimonio cultural3 (material e inmaterial) es un primer paso obligado que debemos dar. Sólo así, se podrá conocer la real magnitud de nuestro legado cultural, y sólo así se podrán tomar las medidas adecuadas para su conservación y protección. Se conoce para aprender, se aprende para conocer; si no, hechos como los sucedidos a las piezas arqueológicas de Huánuco Pampa seguirán repitiéndose y nuestro legado patrimonial de invalorable valor sólo será visto como toneladas de bultos inservibles. Finalmente, quiero decir que el caso del material arqueológico de Huánuco Pampa es un claro ejemplo del desconocimiento y abandono de nuestro patrimonio cultural, que se suma al de las piezas de Machu Picchu4 y al de las subastas de decenas de piezas arqueológicas peruanas que anualmente son ofertadas en el extranjero (e.g. en la casa de subastas

británica Christie´s) y que en el Perú recién nos enteramos de su existencia cuando éstas son puestas en remate. Recibido en marzo de 2009 Aceptado en julio de 2009 NOTAS 1. (1939- 2006†). 2. La provincia de Dos de Mayo celebra La Semana Turística del 26 de julio al 1 de agosto. Esta celebración es la más grande de toda la provincia, se desarrollan variadas actividades, como la “Fiesta del Sol o Inti Raymi”, el 27 de julio, en el ushnu de Huánuco Pampa. 3. En el Perú, la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación (2004), Título I, Capítulo I, Artículo 1, Inciso 1.2 también se refiriere como bienes culturales muebles a: Colecciones y ejemplares singulares de zoología, botánica, mineralogía y los especímenes de interés paleontológico. Personalmente pienso que estos bienes más que ser culturales son bienes naturales y deberían ser tratados y evaluados dentro de leyes y normas relacionadas con el patrimonio natural del Perú. 4. En la actualidad, todavía no se han podido llegar a acuerdos legales entre el Perú y la universidad de Yale sobre el total de las piezas excavadas por Bingham y su devolución a nuestro país.

AGRADECIMIENTOS Al arqueólogo peruano Alfredo Bar Esquivel, Director del Proyecto Arqueológico Puesta en Valor del Ushnu de Huánuco Pampa (2006-2007), al personal de la Municipalidad de La Unión y en general a toda la población unionina, a los arqueólogos Rémber Martínez Baca y Sue-Ellen Cruces Núñez, a Ernestito y a mi padre, por su continua correspondencia postal conmigo (gracias por enviarme los diarios desde Lima). 199

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DEDICATORIA A Edgar David Bautista Cornejo y Jorge Luis Rodríguez Ventura, jóvenes y entusiastas estudiantes de arqueología de la Universidad Nacional Federico Villareal, quienes perdieron la vida en un accidente automovilístico, cuando regresaban a sus casas, luego de haber finalizado el primer mes de trabajo del PAPVUHP.

BIBLIOGRAFÍA Dianderas Visurraga, M. 2003. Informe Nro. 07-2003-DMGPH-MNAAHPSDRMC/MDV. Huánuco. Morris, C. 1974a. El muestreo en la excavación de sitios urbanos. El caso de Huánuco Pampa. Revista del Museo Nacional 40:111-133. Lima. 1974b. Huánuco Viejo: An Inca Administrative Center. En The Rise and Fall of Civilizations: Modern Archaeological Approaches to Ancient Cultures, editado por C.C. Lamberg-Karlovsky y J. Sabloff, pp. 191-208. Cummins Publishing, Menlo Park. 1978. Huánuco Pampa: Nuevas evidencias sobre el urbanismo inca. Revista del Museo Nacional 44:139152. Lima. 1987. Arquitectura y estructura del espacio en Huánuco Pampa. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 12: 27-45. Buenos Aires. 1992 Huánuco Pampa and Tunsukancha: Major and Minor Nodes in the Inka Storage Network. En Inka Storage Systems, editado por T. Le Vine, pp. 171-175. University of Oklahoma Press, Norman. Morris, C. y A. Covey 2003. La plaza central de Huánuco Pampa: espacio y transformación. Boletín de Arqueología PUCP 7:133149. Lima. Morris, C. y D. Thompson 1970. Huánuco Viejo: An Inca Administrative Center. American Antiquity 35(3): 344-362. Morris, C. y D. Thompson 1985. Huánuco Pampa: An Inka City and its Hinterland. Thames and Hudson, New York.

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*Luis Rodolfo Monteverde Sotil es Bachiller en Arqueología (Universidad Nacional Federico Villarreal) y Maestrista en Arqueología (Pontíficia Universidad Católica del Perú). Actualmente está realizando los estudios de Historia del Arte en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

ENTREVISTA

ENTREVISTA AL ARQUEÓLOGO LUIS A. ORQUERA Nicolás C. Ciarlo* Marcelo Vitores** Melina Bednarz*** Ivana L. Ozán**** INTRODUCCIÓN Conocer la arqueología exige situar su trayectoria histórica, trabando relación de sus pormenores. El espacio de entrevistas que este número vuelve a abrir, tiene por objeto recuperar experiencias y reflexiones de quienes han sido partícipes activos en una parte del devenir disciplinar en nuestro país. Un registro presente, formado con el pasado y mirando al futuro, dedicado a todos aquellos jóvenes que se inician en la arqueología. A l a h o r a c o nve n i d a , l l e g a m o s a l departamento del barrio de San Nicolás, en Ciudad de Buenos Aires. Bueno, casi todos... uno de nosotros demoró unos instantes para llevar la cámara. Pero la bienvenida fue muy grata, para todos. Allí nos encontramos con algunos de los jóvenes investigadores que conforman el equipo de trabajo dirigido por el arqueólogo Prof. Luis Abel Orquera, leyendo o escribiendo entre papeles y computadoras. Nos saludaron y retomaron sus labores. A continuación nos dirigimos al estudio de Orquera, un ambiente algo más reducido que

los otros, ocupado en su centro por un gran escritorio cuyos extremos estaban coronados por apuntes y libros. Un librero escoltaba un flanco del mueble, y una computadora, el otro. Panorama del lugar de trabajo diario, aunque igualmente pulcro y ordenado.Algunos cuadros que embellecían las paredes y una ventana que dejaba entrar la luz de día, completaban este escenario. Frente a nosotros, ataviado con chaleco de lana, camisa, pantalón y zapatos de vestir, nuestro entrevistado. Luis Abel Orquera terminó de definir su vocación allá por la década del ’60, cuando comenzó la carrera de historia, y siendo ya un abogado en ejercicio. Desde entonces volcó su energía y dedicación a la arqueología. Se ha desempeñado en un sinfín de trabajos de campo, debates teóricos y metodológicos, docencia universitaria y numerosas traducciones con las que durante años acercó nueva bibliografía a colegas y estudiantes. Con gran afán didáctico, balanceándose sobre su silla y gesticulando con sus manos, fue contestando nuestras preguntas. A continuación, presentamos la entrevista completa.

* Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano - UBA - [email protected] ** Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural - CONICET - [email protected] ** Centro de Arqueología Urbana -UBA - [email protected] **** Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” - [email protected] Ciarlo, Nicolás C., Marcelo Vitores, Melina Bednarz y Ivana L. Ozán. 2009. Entrevista al arqueólogo Luis A. Orquera. La Zaranda de Ideas. Revista de Jóvenes Investigadores en Arqueología 5: 201-216. Buenos Aires.

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si bien no es imposible, por lo menos es muy difícil que el arqueólogo pueda tener acceso. Muchos aspectos de una organización social o de simbolismo, sí, alguno que otro puede ser deducido a partir de comparaciones y de deducciones a partir de los restos materiales. Pero otros muchos quedan permanentemente inertes, desconocidos.

ENTREVISTA ¿En qué consiste, para Ud., el trabajo de investigación en arqueología? No creo ser muy original al decir que es el estudio, la investigación sobre el comportamiento, la forma de vida, las relaciones sociales, las creencias de otros seres humanos, a través de los restos materiales que han quedado. Al decir creencias me refiero a creencias en sentido amplio, no únicamente a las cuestiones religiosas. Esto marca una diferencia con la etnografía y la antropología social, en las cuales la investigación sobre otros seres humanos se efectúa mediante el contacto directo, de la observación participante, de las preguntas y respuestas o de otros métodos de interacción directa. El arqueólogo no interactúa directamente con los autores de la cultura con los cuales trabaja, sino a través de los restos materiales que quedan de ellos, de su actividad o de su organización. Esta situación da a la etnografía y a la antropología social, aparentemente, una gran ventaja, puesto que les es mucho más fácil obtener información sobre aspectos que no tienen un correlato material demasiado evidente. [Lewis] Binford dijo alguna vez con cierta presuntuosidad que la arqueología podía obtener información sobre todos los aspectos de la vida humana. Fue un poco exagerado; hay muchos aspectos a los cuales, 202

Sin embargo la arqueología tiene también sus ventajas. Una de ellas, muy importante, es la longitud del tiempo. Algunas veces se ha dicho que la arqueología comienza a partir del momento en que se acaba el recuerdo vivo. Esto no es así, una prueba de ello es la arqueología histórica, la arqueología urbana, que puede estudiar hechos extremadamente recientes. Por supuesto, sacar inferencias a partir de los restos materiales suele ser más costoso que preguntar directamente a las personas que estuvieron presentes. No obstante, en algunos casos se puede hacer, y además la arqueología tiene una profundidad temporal enorme, que se remite a los dos millones de años que tiene el género humano sobre la Tierra. Además, hay otro aspecto sobre el que no se tiene debida conciencia: la arqueología muchas veces puede controlar, someter a prueba y corregir informaciones de índole etnográfica. Uno se puede preguntar ¿cómo a través de la basura, de los restos materiales, se puede corregir lo que alguien vio personalmente y describió? Sí, es posible. Un caso es el de nuestra investigación en Tierra del Fuego. La enorme mayoría de los observadores, misioneros, marinos y antiguos pobladores dijeron que los indígenas de la región, los canoeros que vivían en las orillas del canal Beagle, subsistían fundamentalmente consumiendo mariscos, y que sólo rara vez, si es que alguna vez lo hacían, cazaban un lobo marino. Nosotros fuimos a hacer arqueología y encontramos un panorama completamente distinto. El 60% o 70% de la alimentación estaba dado por los lobos marinos, los mejillones daban a lo sumo un 10% o 20% de las calorías consumidas.

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Tengamos en cuenta que esos datos de los observadores no se refieren únicamente al período posterior a 1870-1880, que es cuando los lobos marinos comenzaron a disminuir debido a la cacería intensiva y depredación por parte de los europeos, sino que también se refieren al período anterior, cuando los lobos marinos eran tan abundantes como hace milenos. ¿Esa incongruencia significa que muchos navegantes y observadores anteriores a 1880 eran malos observadores, eran tontos o mentirosos? No, de ninguna manera. Lo que ocurrió, según nuestra interpretación, fueron dos cosas. Primero, cuando los navegantes llegaban, los que subían a los barcos para hacer negocios y pedir regalos, eran los varones; y por consiguiente dejaban de cazar, mientras que las mujeres continuaban con sus actividades normales: alrededor de los barcos seguían pescando y recolectando mariscos. De aquí que los europeos creyeron ingenuamente que las actividades principales eran la recolección de mariscos y la pesca, y que la cacería de lobos marinos era poco importante. Lo segundo es que las conchillas de los mejillones dejan una enorme cantidad de residuos; en cambio los huesos de los lobos marinos dejan poco, son relativamente chicos. Los huesos de un lobo marino pueden ocupar menos de diez decímetros cúbicos, mientras que un metro cúbico de conchillas representa el equivalente alimenticio de dos lobos marinos, el volumen de residuos es cincuenta veces mayor. Los observadores del siglo XVIII y XIX veían esos enormes montones de conchillas, de caparazones de moluscos abandonados, y supusieron que los indígenas pasaban la vida comiendo mejillones. No advirtieron que los pocos huesos perdidos, distribuidos dentro de esa masa revelaban un alimento mucho más sustancioso y mucho más abundante. Claro, en el siglo XVIII, ¿quién se iba a poner a pensar en calorías? De modo que la arqueología muchas veces puede controlar y confirmar la información etnográfica, muchas veces la ha confirmado y dado mayor antigüedad, pero algunas veces también la puede corregir.

Con respecto a cómo considero la tarea de investigación arqueológica, mencioné que es la investigación del comportamiento, las relaciones sociales, las creencias de otros seres humanos que vivieron en el pasado a través de los restos materiales. Sin embargo, en los últimos tiempos se está propagando la idea de que la arqueología es el estudio del registro arqueológico en sí, y esto no es una diferencia menor. Creo que esto se debe a una mala interpretación de Binford. Él dijo que los documentos con los que trabaja el arqueólogo son los restos materiales, pero eso no significa que el arqueólogo deba limitarse al estudio de ellos en sí y su distribución. Decir eso sería un empirismo que nos remitiría a Stuart Mill1, cuando la mayoría de los empiristas está de acuerdo en que la información con que nos manejamos los seres humanos pasa a través de los sentidos pero no se limita a ellos. Pasa por los sentidos, pero luego debe ser estudiada, controlada y validada por procesos mentales, por procesos conceptuales. Por lo tanto, la información no se limita únicamente a la percepción directa, el empirismo admite también las elaboraciones e inferencias que se hagan a partir de las percepciones sensoriales bajo el control de la lógica, aunque esas elaboraciones e inferencias no hayan sido objeto de captación directa por los sentidos. Decir que el arqueólogo debe limitarse a estudiar el registro arqueológico equivale, desde mi punto de vista, a decir que los historiadores deben limitarse a estudiar el papel y la tinta con que los documentos están escritos y olvidarse de preguntar qué indican sobre las campañas de Julio César, o el comercio en el siglo XVII o las relaciones metrópolis-colonias en el siglo XIX o sobre la gran cantidad de cosas que ustedes pueden imaginar que un historiador puede decir con mucha autoridad. Podría creerse que el etnógrafo “ve” la sociedad -aunque ella misma es un concepto-, mientras que los arqueólogos somos necesariamente conscientes de no “verla” directamente ¿En qué medida cree que son nuestros esfuerzos metodológicos por 203

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salvar la dificultad de una aproximación indirecta a las sociedades del pasado los que nos estén ayudando a ampliar o corregir las observaciones de, por ejemplo, la etnografía? Obviamente toda observación de un ser humano está teñida de un grado de subjetividad, debido a su formación, a sus creencias, a sus prejuicios, intereses y muchas cosas más. Los antropólogos sociales deben ser conscientes y desprenderse de ello, al igual que los arqueólogos, quienes contamos con muchos prejuicios y condicionamientos derivados de nuestra formación académica y personal. Supongo que todos debemos tratar de buscar una visión objetiva, lo cual se relaciona con las distintas escuelas de procedimiento. Reitero lo dicho anteriormente sobre los empiristas –y que también fue mencionado por Kant2–, que el conocimiento entra a través de los sentidos, pero debe ser validado por la reflexión posterior, por los procedimientos lógicos que son anteriores a la percepción, anteriores a la observación, anteriores y universales. Si uno registra las observaciones y luego somete a prueba las conclusiones mediante hipótesis y contrastación con otros restos materiales independientes, entonces el riesgo en gran parte se elimina. ¿Podría, brevemente, hacer un recorrido por la arqueología argentina desde que usted participa como investigador, haciendo hincapié en las diferencias entre aquel entonces y la actualidad? Diferencias hay muchas… Mi primer contacto con la arqueología tuvo lugar en 1962, cuando era estudiante en la Universidad de Buenos Aires. En esos momentos predominaba en esta Universidad la tendencia del historicismo cultural, el normativismo. Dentro de este normativismo cultural había dos tendencias principales: la alemana-austriaca y la norteamericana. Mucha gente dijo y sigue diciendo que Buenos Aires estaba bajo un 204

enfoque histórico-cultural alemán dominado por la teoría de los ciclos culturales: situación que en gran parte es verdad, pero no absoluta. Es cierto que Prehistoria del Viejo Mundo era dada por Menghin 3, que era históricocultural, y que Menghin aceptaba la idea de los ciclos culturales como medio de síntesis, pero su idea de los ciclos culturales no era la de la escuela clásica de los etnógrafos, como arqueólogo Menghin no podía ignorar las etapas evolutivas. Por otra parte, en Arqueología Americana, se estudiaba a Menghin y se lo citaba, pero tenía mucha mayor importancia la escuela norteamericana. Con Lafón esto lo veíamos a fondo y para aprobar el examen realmente había que saber muy bien Ford, Bennett, Willey, Meggers, Lumbreras, inclusive Rex González 4, quien nada tenía que ver con la corriente histórico-cultural... y a pesar de que existía una enemistad personal entre González y Lafón. Se los estudiaba en profundidad, no sólo en Arqueología Americana, sino también en los seminarios. Eran autores normativistas, culturalistas, había mucho descriptivismo, se pensaba que las similitudes entre culturas significaban relaciones culturales y no únicamente respuestas adaptativas, pero no compartían las posturas extremas del historicismo cultural alemán. Se pueden hacer muchas críticas, pero no es justo decir que todo en nuestra carrera era historicismo cultural alemán-austríaco. Por otra parte, cuando se jubiló Menghin, en la época en que comencé a ser ayudante y luego jefe de trabajos prácticos, Prehistoria del Viejo Mundo se organizó en un trípode que daba igual importancia a las ideas de Menghin, de Bordes y de Childe 5, que de histórico-cultural germano ciertamente no tenía nada... Por esa época, alrededor de 196667, se comenzó a dar mucha importancia a Bordes y al análisis tipológico; Leroi-Gourhan6 llegó un poco después, alrededor de 197172. Muy poco después hizo su aparición la New Archaeology (Nueva Arqueología), lo cual

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significó una revolución en los procedimientos y principios fundamentales de la práctica arqueológica. En primer lugar, se propuso que no había que limitarse a describir sino que había que explicar por qué ocurrieron las cosas, a través de un método hipotético-deductivo. Esto significaba una mucha mayor importancia del método. A veces se dio más importancia al método que al conocimiento, pero esto es algo que ocurre al principio de todas las transformaciones teóricas. En segundo lugar, se dejó de lado el normativismo; se consideró que los humanos actuaban no porque estuvieran respondiendo a normas impuestas por la sociedad, sino que actuaban en forma pragmática como respuesta a las condiciones ambientales. Esto significó una consideración mucho más flexible de la cultura. Antes, con el normativismo, se pensaba que existía un modelo al cual los seres humanos se tenían que ajustar y el que no se ajustaba a dicho modelo quedaba excluido de la cultura. Si había muchas diferencias de índole menor, regional, estilística, se consideraba que correspondían a culturas independientes e irreductibles entre sí. Pero en realidad eran distintas manifestaciones de un mismo grupo cultural. Eso todavía sigue existiendo ¡no se hagan muchas ilusiones! Pero con las nuevas tendencias se comenzó a pensar que estas diferencias respondían a una flexibilidad en las culturas para adaptarse, para utilizar de la mejor manera posible los recursos a su disposición. La Nueva Arqueología también tenía algunas cosas que no me gustaban tanto. Por ejemplo, su rechazo por el particularismo, lo cual estaba muy bien, pero condujo –por lo menos en un comienzo– a una exacerbación del universalismo y de la atemporalidad. La Nueva Arqueología comenzó diciendo que no había que estudiar las manifestaciones humanas diversas, sino tratar de entender cómo es el comportamiento humano general, cómo actúa en abstracto. Esto era una herencia del siglo XVIII, de la idea que el ser humano nace dotado de todos los

atributos racionales que son necesarios y que la sociedad lo perturba, lo corrompe e impide que realice sus potencialidades. Esta idea llegó a la Nueva Arqueología porque ésta aprovechó, de alguna manera, los conocimientos económicos del liberalismo, fue una precursora de la globalización. Los Nunamiut fueron tomados como un modelo, de acuerdo con el cual había que explicar a los indígenas de Patagonia o de la Puna aunque las circunstancias en que vivían eran diferentes. En muchas circunstancias estoy de acuerdo con ello. Si ustedes me mencionaran, por ejemplo, al Jabaliense, o al Ríogalleguense, lo menos que haría sería sonreírme escépticamente, lo menos [risas]. Pero hay otras cosas… La secuencia de Patagonia: Toldense, Casapedrense7 se han convertido en malas palabras. Yo me preguntó ¿por qué? Nacieron como conceptos normativistas y como conceptos inflexibles, pero todas las cosas se pueden redefinir. No hay que pensar que el concepto Toldense implique imaginar subconscientemente que un consejo de ancianos determinaba cómo se confeccionaban las raederas. Basta con pensar que la gente estaba acostumbrada a hacerlo de esa manera porque les resultaba práctico y porque no se les había ocurrido una forma mejor. Es evidente que en determinado lugar de Patagonia y en determinada época las cosas se hacían de manera diferente a cómo ocurrieron después o cómo se hacían en otras zonas de Patagonia. Entonces, ¿por qué unificar todo, atomizarlo en una concepción en la cual todo equivalga o sea intercambiable con todo? No, la arqueología no encuentra eso y tampoco lo puede postular. Todos sabemos que el concepto “Edad Media” se ha criticado muchísimo; sin embargo ¿por qué se sigue utilizando? Porque es práctico, es cómodo, porque menciona una realidad muy variable, muy diversificada que cambió a través del tiempo y del espacio, pero que en conjunto es diferente a lo que vino después. ¿Por qué seguimos hablando de Auriñacense, Solutrense y 205

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Magdalenense8 y nadie se escandaliza? ¿Significa que los europeos siguen pensando en ese consejo de ancianos que determinaba cómo había que confeccionar un arpón y al que no lo hacía de esa manera lo expulsaban de la tribu? No, era que la gente lo hacía de esa manera porque estaba acostumbrada, porque los veía a sus padres y a sus tíos hacerlo de ese modo y veían que las cosas funcionaban. Después de un tiempo, a alguien se le ocurrió que los raspadores, si en lugar de ser cortos y anchos eran largos y angostos, funcionaban mejor. Alguien lo advirtió, lo puso en práctica, funcionó; los parientes, los amigos y los vecinos vieron que funcionaba y comenzaron a hacerlo de esa manera. No tenemos que ignorar esas diferencias; hay que aceptarlas dándole la significación que corresponde. No son diferencias normativas, sino diferencias de prácticas. Otro problema que tenía la Escuela Histórico Cultural era ser muy poco darwiniana; hablaba de evolución, pero era una evolución muy ambigua. La Nueva Arqueología tuvo muchísima repercusión y aceptación, sobre todo en Patagonia y Pampa. Con el tiempo se fue atemperando un poco y además en Estados Unidos sufrió una evolución. Primero aparecieron los darwinistas; luego se produjo una escisión, una contraposición entre los seleccionistas y los ecólogos evolutivos. La Ecología Evolutiva tiene algunos representantes en la República Argentina (se señala a sí mismo), no muchos… Con relación al seleccionismo, [José Luis] Lanata tuvo un acercamiento inicial, pero no es una corriente que haya continuado de manera muy firme. Por supuesto, ha habido otras tendencias, entre ellas la Arqueología Social, sobre todo en el Noroeste. Pero salvo el caso excepcional de Lumbreras, siempre se ocuparon mucho por el qué hacer, pero no por hacerlo. Los teóricos de la arqueología social se pasaban bajando línea sobre qué había que hacer, pero no lo ponían en práctica. Hay no obstante algunos casos de 206

aplicación interesante de esta corriente en nuestro Noroeste, pero son pocos.También hay otros a quienes les interesan los aspectos postprocesales, pero no creo que se pueda hablar de una corriente orgánica. Y sigue habiendo también algunos arqueólogos que trabajan con criterios puramente inductivos y empiristas, sin prestar mucha atención a la teoría. ¿Qué nos puede decir acerca de la relación cambiante entre la práctica profesional y el contexto político y social general? Los aspectos sociales y políticos por los que atravesó la Argentina tuvieron bastante repercusión en la arqueología del Noroeste y, sobre todo, en La Plata. En la Universidad de Buenos Aires, no tanto; hubo repercusiones, por supuesto, pero no correlación directa, covariación entre contexto político y práctica profesional. En primer lugar, en los años anteriores a 1948 la tendencia teórica era el historicismo cultural. Quienes hacían arqueología eran personas de derecha o extrema derecha, como Imbelloni y Casanova, y personas izquierdistas, progresistas, como Márquez Miranda o Aparicio9. Personalmente se habrán mirado con poca simpatía, pero teóricamente no había grandes diferencias. Algunos eran más exacerbados que otros, pero estaban todos en la misma corriente. Las circunstancias políticas empezaron a incidir con el primer gobierno peronista, cuando los progresistas (Márquez Miranda o Aparicio) quedaron excluidos y tuvieron que subsistir de maneras marginales. La parte dominante quedó centrada en Imbelloni y Casanova. En 1955 se revirtió la situación y ellos quedaron apartados de la Universidad y volvió Márquez Miranda (Aparicio había muerto). Mientras tanto, desde 1948 en Buenos Aires estaban actuando Menghin y Bórmida10. Pero ellos siguieron actuando bajo el peronismo, con la Revolución Libertadora, con el gobierno de Frondizi y el de Illia. Menghin se jubiló pero

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Bórmida siguió actuando con los gobiernos posteriores. Menghin fue una persona que cometió un tremendo error en Austria, pero en nuestro país no hizo mal a nadie. Es verdad que en 1966, con la Noche de los Bastones Largos, muchos profesores universitarios renunciaron. Pero en Buenos Aires, el único que renunció fue Austral, que de todos modos se quedó en Bahía Blanca y en La Plata. Yo lamenté mucho la partida de Austral, pero quedaron todos los demás: Menghin, Lafón, Bórmida, Sanguinetti de Bórmida y otros más. En 1973 se quisieron hacer algunas cosas bien y otras se hicieron mal, pero al año siguiente estaban normalizándose. Pero entre septiembre de 1974 –la intervención de Ottalagano– y 1983 la parte docente en la carrera en Buenos Aires fue un desastre, con la sola excepción de Aschero y Aguerre que en la materia Ergología trataban desesperadamente de cubrir baches. Otras cátedras quedaron a cargo de personas no capacitadas para desempeñarlas. En cambio, en lo que hace a las actividades de investigación, con [Amalia] Sanguinetti de Bórmida he tenido enormes discrepancias teóricas y metodológicas, pero también reconozco que apoyó y protegió a mucha gente que estaba haciendo sus primeras armas en la arqueología y que después del año 1983 se hizo cargo de los puestos dominantes de la actividad. Más aún, en 1975 no me renovaron el contrato en la facultad y la única persona que hizo gestiones para que se revirtiera la decisión fue Sanguinetti de Bórmida. Es decir, en lo que hace a la investigación no hubo en la Universidad de Buenos Aires covariación tan importante entre la situación política y las tendencias teóricas o metodológicas como la que hubo en la parte docente o la que ocurrió en otras instituciones. ¿Cuál cree que sea el lugar o el rol que actualmente ocupa la disciplina en nuestro país dentro de la ciencia?

Primero hay que preguntarse si la arqueología es ciencia. No creo que lo sea todavía. Pienso que está realizando muchos progresos, creo que se está aproximando bastante pero todavía me parece incorrecto calificarla como ciencia. Primero porque una ciencia debe tener un cuerpo teórico central propio y fuerte, cosa que en la arqueología no noto. La arqueología tiene principios teóricos muy bienvenidos, como lo son las teorías de alcance medio, pero un cuerpo teórico central… ¿Cuál? La teoría de la evolución no es arqueológica. Es biológica. ¿Qué otro concepto central tiene la arqueología…? La arqueología, como dijimos, se caracteriza por utilizar los restos materiales para reconstruir el comportamiento humano en el pasado. Esa conjunción es característica de la arqueología. Pero analizar el comportamiento humano no es propio de la arqueología, es antropología. Analizar el pasado no es propio de la arqueología, es historia. La historia no se limita únicamente a los documentos escritos, la historia comenzó con los australopitecos, los afarensis o los Homo habilis, mejor dicho con estos últimos hace dos millones de años. Hay una diferencia que durante mucho tiempo se nos machacó y que yo nunca compartí, cuando allá por los años sesenta se nos decía: “la arqueología tiene que ser antropología o no es nada, no puede ser historia”. No, estamos confundiendo las cosas. La arqueología no tiene que ser crónica descriptiva; pero la historia no es necesariamente crónica descriptiva, puede ser mucho más que eso. Si nos vamos a limitar a estudiar el ser humano en abstracto, independientemente de las circunstancias de tiempo y lugar, como decían quienes propulsaban esa postura, entonces no podemos estudiar el proceso de evolución del Olduvaiense hasta la fecha. Sería lo mismo que decir que un paleontólogo tiene que renunciar a estudiar los dinosaurios para describir la densidad de restos óseos de cualquier naturaleza por kilómetro cuadrado. No tiene sentido. 207

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Para que una actividad sea ciencia también necesita tener métodos propios, y la arqueología los tiene. Son la excavación, el análisis de microdesgaste de utensilios, lo cual no lo tiene otra ciencia. Pero el análisis de radiocarbono no es arqueológico, es físico-químico, del mismo modo que tampoco el análisis de difracción de rayos X. Inclusive la excavación la compartimos con los paleontólogos; si bien excavamos de maneras completamente distintas. Es verdad que durante los últimos tiempos –sobre todo después del año sesenta– se ha intensificado mucho la precisión de las investigaciones arqueológicas de acuerdo con las características que buscamos y ello está impulsando un avance hacia el concepto de ciencia. Pero creo que todavía es necesario un mayo rigor en los procedimientos, de campo y de gabinete, y un mayor desarrollo teórico como para decir que la arqueología es ciencia. Para mí la arqueología es un método consistente en el estudio de los restos materiales, que permite extraer información de ellos y que está generando condiciones para convertirse en científica. Está cerca, pero todavía no lo ha hecho. Un tema interesante es la necesidad de que la teoría converja con la práctica. La teoría no genera necesariamente buena práctica. Los métodos también se construyen, independientemente de la teoría. Hay que tratar de ponerlos en relación armónica. Pongamos como ejemplo nuestro caso. Cuando fuimos a Tierra del Fuego nadie sabía cómo excavar un conchal, no figuraba en ningún manual. Manuales como el de Wheeler ni siquiera los mencionaban. Nos dijimos ¿qué hacemos, cómo hacemos esto? Comenzamos por trabajar de acuerdo con el método que habíamos aprendido en los sitios de llanura, por niveles artificiales.Algunos conchales, los que se suponía que habían sido trabajados con mayor cuidado, habían sido excavados en otros países con niveles artificiales de un pie, de treinta centímetros; nosotros bajamos a cinco.Y nos dimos cuenta que eso no bastaba. 208

La teoría supuestamente nos indicaba que había que diferenciar las capas de acuerdo con las diferencias en el material, en las conchillas, el color, la dureza, la fragmentación, cosas por el estilo. Nos volvimos locos. Durante dos años nos desesperamos diciendo “¿qué estamos haciendo?” Hasta que se nos prendió la lamparita y dijimos “no tenemos que guiarnos por la vista, tenemos que guiarnos por el tacto; es la mano la que tiene que guiar la excavación, no la vista”. A partir de ahí comenzamos a excavar los sitios más provechosamente, de acuerdo con las características de los conchales, sacándole mayor provecho a la estratigrafía. Porque los conchales son sitios de una estratificación muy compleja, lo cual da un enorme poder de resolución. Permite distinguir ocupaciones de pocos días de diferencia, pero al mismo tiempo es una estratigrafía tan endiablada que cuesta muchísimo rastrearla. Con la vista no pudimos y tardamos años en determinar que a través de la resistencia diferencial del terreno podíamos separar ocupaciones distintas. Ahora bien, ¿qué lugar ocupa la arqueología –sea ciencia o sea método– en relación con la ciencia? Existen ciertos prejuicios y ciertas críticas justificadas por parte de las llamadas “ciencias duras”, que le critican a la arqueología justamente su carencia de procedimientos suficientemente rigurosos. Eso se está tratando de mejorar. Existe también el prejuicio de que la ciencia tiene que ser universal, que tiene que estudiar únicamente procesos que sean comunes a todo el universo o a todo el mundo y que la arqueología no lo hace. En este punto estoy en discrepancia, porque es verdad que un átomo de níquel tendrá la misma cantidad de protones y de neutrones esté en Norteamérica o esté en Japón. Es verdad que un pingüino de la Antártida llevado a un zoológico al Amazonas no cambiará su ADN y los descendientes de ese pingüino –si logra tener descendencia– van a seguir teniendo el mismo ADN. Pero hay actividades que no son universales, que se caracterizan por ser particulares a

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determinadas regiones y a determinadas épocas. La misma geología es particularista; no podemos hablar de la geología del mundo en general, sino que tenemos que hablar de la geología de determinada región en particular. Lo mismo pasa con la agronomía. ¿Qué importancia tiene que un agrónomo se dedique a perorar acerca del cultivo de cereales en escala global, cuando lo que importa es saber qué técnicas o qué procedimientos permiten mejores cosechas en la Pampa Húmeda? Los seres humanos somos especialistas en diversificación, especialistas en flexibilidad. Somos individuos que, con la compañía de nuestras amigas las ratas y las cucarachas, sacamos provecho de los ambientes más diferentes del mundo. Salvo en el extremo polo, podemos prosperar en cualquier lugar. ¿Pero cómo? Diferenciándonos, aprovechando las circunstancias que brinda cada ambiente y sacándole provecho de modos distintos. Entonces, es bueno que alguien estudie al ser humano en general, en abstracto, pero también es necesario estudiar cuáles son las diversas particularidades, los fenotipos a través de los cuales esa cualidad típicamente humana se efectiviza. Eso a un físico o a un biólogo le cuesta un poco entenderlo. Por otra parte está el prejuicio de la gente que no es científica. El prejuicio del público en general, para el cual los arqueólogos somos unos seres un tanto exóticos, un tanto particulares, que nos dedicamos a buscar cosas bastante inútiles, cosas que no tienen demasiada utilidad. Eso en gran parte es culpa nuestra, porque –sobre todo después de los años 60– nos hemos dedicado muchísimo a la torre de cristal, a discutir entre nosotros, a discutir acerca de tecnicismos que interesan a poca gente, y nos hemos olvidado de la repercusión que nuestra actividad debe tener en la sociedad. En ese sentido los paleontólogos nos han pasado por encima. La gente está mucho más interesada en saber cómo vivía un dinosaurio hace 60 u 80 millones de años, que cómo vivía un tehuelche en el siglo XIX o un indígena de la Puna hace seis mil años.

En los años 60 recuerdo que el diario La Prensa cada dos o tres domingos sacaba una página entera dedicada a la antropología, en la cual publicaban notas y noticias y escribía la gente de esa época, Márquez Miranda, Serrano11, Casanova… Su forma de hacer arqueología hace mucho tiempo que no me satisface, pero la gente se enteraba. Decía “qué interesante”, “ah, estas urnas, cómo enterraban a los ancianos en Santiago del Estero”, “qué curiosas estas pinturas”. Antes había una conferencia de arqueología por semana, o algo por el estilo. ¿Cuántos años hace que no veo en el diario el anuncio de una conferencia de arqueología fuera de los ámbitos académicos? La culpa es nuestra. Hemos perdido la capacidad de divulgar nuestros conocimientos, y eso hace que la gente no nos tome demasiado en cuenta. ¿Qué falencias observa, a grandes rasgos, en la formación de grado actual? Hay que tener en cuenta que hace 35 años que no estoy en la Universidad de Buenos Aires, de modo que hablar en detalle de si la universidad cumple mal o bien su función, o si está mejor o peor que antes, no sería demasiado ético. Pero voy a hablar como arqueólogo, en función de los restos materiales que produce la Universidad, o sea los egresados. A través del contacto con los egresados, tanto personal –la gente que viene a colaborar conmigo– como con los proyectos que presentan y que tengo que evaluar, noto que la Universidad de Buenos Aires tiene un buen nivel de formación teórica. [Los alumnos] salen con buenos conocimientos, pero también con algunas deficiencias, con algunas fallas. Creo que en ese sentido la Universidad de Buenos Aires no está a la altura de los grandes institutos de investigación o de docencia universales. No se puede comparar con las grandes universidades norteamericanas o inglesas, pero está en un decoroso segundo plano. No está en un tercero, ni un cuarto, ni un quinto, está bien situada. 209

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Ahora bien, hay cosas que sí me gustaría que se corrigieran y aprovecho para comentárselas, a ver si alguno de los lectores las recibe. Ante todo, una cosa que me gustaría que mejoraran los estudiantes, los egresados, es un elemento metodológico. ¿Qué es una hipótesis? Se habla mucho de hipótesis, pero en general el 99% de la gente lo entiende muy mal. Una hipótesis no consiste en decir “mañana va a llover”. Una hipótesis tiene que ser una deducción a partir de un principio general; de una premisa, sea un modelo teórico o un conjunto muy sólido de datos empíricos, de datos inductivos. A partir de esa premisa pudo decir que “si esa premisa es verdad es probable que ocurra tal cosa” y entonces la someto a prueba con datos inductivos. Pero la gran mayoría de las hipótesis que veo en los proyectos de investigación son generalizaciones inductivas disfrazadas de hipótesis, o, peor, intuiciones. Muy pocas tienen real carácter de deducción a partir de principios generales. Por ejemplo, hoy es 24 de agosto. Si digo “la información de los últimos 200 años indica que en la última semana de agosto suele haber lluvias copiosas acompañadas por tormentas eléctricas, lo cual es producto del choque entre una masa de aire tropical y otra masa de aire frío proveniente de la Patagonia, lo cual tiene relación con la época del año pues las condiciones invernales están comenzando a ceder paso a las condiciones primaverales, entonces es probable que durante los próximos días llueva”, eso es una hipótesis. Si mañana llueve, la hipótesis habrá quedado confirmada.Y si no llueve, pero llueve el 31, como yo dije “la última semana de agosto”, también va a estar confirmada. Pero si en cambio digo “me duele la espalda, mañana va a llover” y mañana tengo que salir con un paraguas, ¡la hipótesis no queda confirmada porque no hay ninguna hipótesis válida! La espalda me puede doler porque hay mucha humedad en el ambiente, pero también puede ser porque me pasé ocho horas frente a la computadora, o por veinte razones más. Esa sería una razón intuitiva o una razón fáctica insuficiente. 210

Muchas veces he leído… “En esta excavación arqueológica la hipótesis es que haya abundancia de huesos de guanaco”. ¿Por qué? No se da ninguna razón. No es una hipótesis válida. Y si se toma como hipótesis porque el autor del proyecto hizo una prospección que dio muchos huesos de guanaco y después encuentra más huesos de guanaco, no está confirmando una hipótesis, está incurriendo en un círculo vicioso. Entonces, por una parte me gustaría, sería interesante, que se mejorara la comprensión de lo que es el concepto de hipótesis. Porque las hipótesis y su sometimiento a prueba son lo que hacen progresar el conocimiento. Las afirmaciones intuitivas producen únicamente acumulación de datos, y la simple acumulación de datos no conduce a ninguna parte, o tiene resultados escuetos. Claro, tampoco una teoría proporciona por sí sola conocimientos y debe bajársela a tierra, se la debe completar con datos empíricos suficientes. ¿Cuál es el problema, cuál es la pregunta que todavía falta resolver? Entonces genero la hipótesis. Si esta hipótesis fuera válida, ¿cuáles serían las implicancias que la contrastarían positivamente y cuáles las refutarían? A esas implicancias, a esos datos previstos por anticipado, es a las que hay que prestar atención prioritaria, sin perjuicio de lo cual hay que recoger todo lo que ande alrededor que puede servir como dato para otro investigador o un momento posterior en la propia investigación. Si un barco se hunde, mientras no haya pérdida de vidas humanas, no pasa nada, porque se puede construir otro barco más grande y mejor. Pero si el yacimiento se destruye, los indígenas de hace cien años o los Homo erectus de hace 500.000 años ya no están para construir otro sitio igual. El registro arqueológico es un recurso no renovable, al cual tenemos que cuidar no sólo en función de nuestros propios intereses, sino en función de los intereses que imaginemos, que advirtamos que puedan venir después. Otra cosa que me gustaría en el panorama universitario es que los estudiantes tengan

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mayores oportunidades de trabajo de campo. No se puede estudiar arqueología por correspondencia, como no se puede estudiar medicina por correspondencia. Hay que tener práctica. Y reconozco que es un problema difícil, dado la gran cantidad de estudiantes que son ahora. Movilizar los estudiantes para un trabajo de campo costaría mucho dinero, mucho tiempo y mucho esfuerzo. En mi época, en el Cursillo de Especialización en Arqueología –que era una de las últimas materias– era obligatorio el trabajo de campo. Más aún, cuando Lafón dio Técnicas de Investigación Arqueológica y yo era jefe de trabajos prácticos, si bien eran veinte o veinticinco alumnos –no era la cantidad de gente que hay ahora–, era obligatorio que todos los sábados nos fuéramos a trabajar en un sitio del Delta, cerca de Benavídez, donde una draga había removido un sitio arqueológico y nosotros podíamos hacer muchas cosas sin preocuparnos por perturbar el patrimonio arqueológico, que ya estaba perturbado, destruido. De esa manera, los estudiantes aprendían cómo manejar el cucharín, como manejar la brújula, cómo hacer el plano de un sitio, muchas cosas que después les servían para su vida profesional. En la actualidad sólo lo pueden hacer las personas que logran agregarse a equipos de investigación. Mucha gente ha venido conmigo a Tierra del Fuego; he llevado a cerca de doscientos alumnos hasta el momento. Pero ¿es ésa la solución? Yo lo hago con mucho gusto, los alumnos están muy agradecidos, tenemos muy buena relación con ellos. Pero ¿es ésa la solución? No sé cómo se la puede hallar. Hay algunas otras cosas que me gustaría que se contemplaran en el plan de estudios. Por ejemplo –no necesariamente como materias obligatorias o como cuatrimestres enteros, pero tal vez como seminarios optativos– la posibilidad de que los alumnos estudien y conozcan los fundamentos del análisis radiocarbónico, para poder elegir las muestras adecuadamente, para poder interpretarlas

adecuadamente, dado que mucha gente lo hace de manera simplista. Que sepan las normas generales del análisis de microdesgaste de los instrumentos líticos, que es un método muy preciso y muy informativo. Que no tengan que limitarse a esperar que Estela Mansur y Myrian Álvarez organicen un simposio en Ushuaia para irse hasta allá. O bien técnicas de preservación legal y práctica del patrimonio arqueológico. ¿Qué se estudia en la facultad de eso? No digo que los arqueólogos tengan que convertirse en operadores de museo remendando cacharros, pero sí que tengan un cierto conocimiento de cuáles son las necesidades elementales de preservación del material. Eso tampoco lo veo todavía… Son sugerencias que hago desde fuera de la Universidad porque en los egresados no lo veo atendido por la Facultad, deben comenzar a satisfacerlo después. Corresponde que ustedes, los estudiantes, y los profesores se pongan de acuerdo. Otra cosa que es necesaria, pero no termina de convencerme, es que el estudio en la Universidad se concentra en lo último, en lo más moderno, en lo más reciente, como si eso fuera una verdad mejor que lo antiguo. Veo en los egresados que ignoran mucho las cosas del pasado. Me duele que no valoren a Childe. El conocimiento que tenía de datos prehistóricos era por supuesto mucho menor que el actual, pero el enfoque que hizo Childe de la arqueología como estudio de procesos económicos, sigue siendo válido. Fue el fundador de una teoría que todavía no hemos terminado de aplicar. De paso, hago una autocrítica. Una vez, cuando todavía no estaba recibido, escribí un artículo en el cual decía que Childe era personalmente marxista, pero que su enfoque era liberal porque su esquema se fundaba sobre el progreso, la lucha de clases no aparecía en ninguna parte, y recién en relación a la Edad del Bronce aparecía una escueta mención al dominio de una elite. ¿Dónde estaba el marxismo expresado acá? Yo no lo veía. Después me di cuenta, al releer a Childe años después, que su marxismo era 211

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mucho más sutil, pero real. Cuando Childe dijo “la sociedad moldea a los hombres, pero son los hombres los que dan forma a la sociedad”, esto es un método dialéctico sensacional que los arqueólogos no aplicamos porque seguimos pensando las cosas unilateralmente –o la sociedad modela compulsivamente al hombre, o los hombres actúan sin que la sociedad y sus tradiciones tengan relevancia– en cambio de verlo como una relación dialéctica de ida y vuelta, de reciprocidad, de retroalimentación, que es lo más lógico y lo más razonable. ¿En qué aspectos considera que los jóvenes deben hacer hincapié durante sus primeros años de estudio e investigación como profesionales? Por una parte, una advertencia. Los estudiantes entran y salen de la facultad con la idea de que el único campo de desarrollo es la investigación; y hasta hoy lo ha sido. Pero creo que la arqueología puede ser orientada en tres direcciones: la investigación, la docencia y la preservación del patrimonio. Investigación y docencia están bastante bien atendidas, reconocidas. Pero la protección del patrimonio, el trabajo de difusión de la actividad del pasado en comunidades regionales, en museos provinciales, eso no es una cosa a la que se preste la suficiente atención. Eso tendrían que tomarlo en cuenta. Por otra parte, lo que hace a los comienzos del trabajo profesional posterior al egreso, es una cuestión difícil de resolver. Porque, por una parte, está el deseo ideal de que trabajen concienzudamente, metódicamente, intensivamente, y que se tienen que pasar diez años investigando un tema loable. Por otro lado, en contraposición, están las exigencias pragmáticas que establece la competitividad; en el sentido de que el egresado en cuatro años tiene doctorarse y en cinco años tiene que ingresar al CONICET porque de lo contrario se muere de hambre o no tiene oportunidades, y para eso necesita hacer publicaciones y 212

producir resultados. Eso no solamente crea unas tensiones psicológicas tremendas, sino que, además, achata la calidad de la producción. Porque no hay tiempo. Hace cincuenta o setenta años se podía hacer una prospección por la costa atlántica de quince días y publicar un trabajo de investigación. Ahora la investigación lleva muchísimo más tiempo y detalles, exige mucha más concentración de esfuerzos, y producir un artículo meritorio cada año o cada dos años es difícil. Esa contraposición no es producto de la Universidad, sino del sistema, que no sé cómo se puede resolver fácilmente. ¿Qué quisiera agregar sobre nuestra responsabilidad en la divulgación al público en general? Como ya lo señalé, los arqueólogos tenemos una deuda con la sociedad, debido a que nos hemos concentrado en la discusión entre nosotros, para nosotros. En realidad tenemos que agradecer a la sociedad que nos está pagando los estudios y las investigaciones. Tenemos que devolver eso a la sociedad y no lo estamos haciendo, o lo estamos haciendo en medida muy escasa. Eso hay que corregirlo. ¿Cuáles son las vías que Ud. priorizaría en este proceso de devolución? Museos más interactivos, que las colecciones no se exhiban años sin cambio, sino que se vayan renovando. Que haya más conferencias, más charlas, que se procure una mejor inserción en los medios masivos de difusión; que se entre en contacto con entidades culturales de provincias o de localidades. Que se establezca un mejor contacto o relación con los grupos aborígenes. Ellos tienen pleno derecho a sentir que son explotados por nosotros, o que le estamos quitando su pasado, pero también tienen que entender que si nosotros no estudiamos su pasado, ellos no lo hacen, y que por consiguiente le estamos suministrando información que

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ellos nunca hubieran imaginado. Los pocos descendientes de los yámanas que existen en Tierra del Fuego jamás hubieran imaginado que sus antepasados vivieron exitosamente en la región durante seis mil años. Además es lamentable la subordinación y el poco respeto que se ha tenido por los grupos indígenas. A mí nunca me gustó saquear los cementerios para colocar los esqueletos desordenadamente en los estantes de los museos. Me parece una atrocidad. Pero también pienso que la conservación del patrimonio indígena no atañe únicamente a los grupos aborígenes, sino que es un patrimonio de la humanidad toda. Porque los antropólogos estudiamos a la humanidad en su diversidad, incluidos los indígenas. Y los indígenas tienen que tener voz y voto, pero no son los únicos propietarios. Por eso hay que entrar en contacto con ellos y hacerles ver la conveniencia de la colaboración, de cuánto nos beneficiamos ambos, ellos y nosotros, si trabajamos de manera colaborativa, aportando nuestra experiencia y ellos aportando otras cosas. ¿Cómo imagina la participación de diversos sectores sociales en el trabajo arqueológico? Sobre todo pienso en la valoración del trabajo, que entiendan qué es lo que estamos haciendo y que lo reconozcan como interesante para ellos también. Participar de las excavaciones requiere de un cierto adiestramiento, no cualquiera lo puede hacer. Si a una persona se le proporciona el adiestramiento, creo que lo puede hacer. Si ello se le proporciona a los grupos indígenas a condición de que sepan que no basta con excavar sino que, además, hay que estudiar los materiales y que para hacerlo con provecho la excavación debe reunir determinados requisitos muy específicos, y además insoslayables, creo que se puede hacer.

En otros países hay experiencias que dicen que han sido muy promisorias, muy provechosas. Acá conozco casos de respeto del arqueólogo por los grupos indígenas y de respeto de grupos indígenas por el arqueólogo, lo cual lleva a una situación muy agradable de trabajo. Hay otros casos en que hay reticencias mutuas y la situación es inmanejable. A partir de su experiencia con quienes participaron en las excavaciones de Túnel ¿qué reflexión le motivan esos jóvenes de entonces que hoy son profesionales con vasta trayectoria? Las personas en las que estoy pensando se han incorporado sobre todo en los últimos años. Hay diversos motivos por los cuales la gente que nos ayudó, que colaboró y de la cual tengo muy buenos recuerdos en los primeros años de trabajo en Tierra del Fuego, no continuó con nosotros. Algunos, como Patricia Bernardi, Luis Fondebrider, Darío Olmo, se dedicaron a una tarea tremendamente meritoria, como es la arqueología forense. Me parece maravilloso que lo hayan hecho. Otros, encontraron que más que la arqueología le interesaban otras ramas de la antropología, por ejemplo Leonor Slavsky, quien está haciendo un trabajo muy inteligente e importante de integración con los grupos indígenas. Otros, se casaron o se pusieron de novios y se dedicaron a otra cosa. Otros encontraron que nuestros enfoques teóricos o procedimientos prácticos no los satisfacían o no les gustaban y emigraron hacia otros marcos o se dedicaron a otras áreas. Otros encontraron que las necesidades materiales eran más importantes que la satisfacción de la vocación y que tenían que trabajar en otra cosa para poder dar sustento a la familia. Lo entiendo perfectamente. Por lo tanto, durante mucho tiempo hubo una gran rotación de gente, hasta que hace aproximadamente diez años hubo una confluencia de gente nueva, Dánae Fiore, Myrian Álvarez, Francisco Zangrando, Angie Tívoli, 213

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con una gran capacidad de trabajo y sobre todo con una gran integración a los objetivos del grupo. En nuestro proyecto de Tierra del Fuego, desarrollado por [Ernesto] Piana y por mí, siempre consideramos que el proyecto de trabajo no estaba al servicio nuestro, sino que nosotros estábamos a servicio del proyecto. Que nosotros no teníamos que hacer lo que a nosotros nos gustara o nos conviniera, sino lo que el proyecto necesitara. Lo conversamos con esta gente, ellos contestaron unánimemente “sí, queremos continuarlo” y entonces, adelante. Eso por supuesto nos produce mucha alegría porque veo que los esfuerzos que hemos hecho van a ser continuados y espero que produzcan mejores resultados que los que hemos obtenido nosotros. Me da orgullo, por los resultados que ya han conseguido y que han dado a conocer. Sé que van a seguir progresando, que van a conseguir mejores resultados y posiblemente corregirán algunas de las cosas que hemos dicho, a otras las mejorarán y a otras las dirán mejor todavía. A modo de cierre ¿qué les puede aconsejar a los estudiantes que hoy están incorporándose al mundo de la arqueología? Por una parte las recomendaciones inevitables de que trabajen, que sean responsables, y cosas por el estilo. Pero creo que sería útil decir algunas cosas más concretas. Por ejemplo, que no se dejen llevar por la visión maniquea que tan común es en nuestra disciplina. Es muy frecuente pensar que lo que yo digo es lo correcto y los demás están todos equivocados o no conocen el tema. No es así. Si algo he aprendido en los 74 años que tengo es que, cuando dos personas discuten, algunas veces alguna de ellas tiene la razón, pero la mayor parte de las veces las dos comparten partes diferentes de la razón, y otras muchas veces ninguna de las dos tiene razón porque ambas están profundamente equivocadas. Por consiguiente, no tengan miedo a disentir, pero 214

no lo hagan por capricho, ni por prejuicios o posturas personales, ni por seguir alguna corriente aunque se la hayan enseñado en la facultad, examinen los argumentos que otros invocan (si es que los invocan) y rebátanlos con razonamientos claros y demostrables. Si lo hacen así van a hacer progresar la arqueología. De otra manera, multiplicarán sus falencias. Sugiero además que traten de actualizarse lo más posible. La arqueología está haciendo muchos progresos, está haciendo tanto que es difícil leer lo suficiente para saber qué se está produciendo y qué se está sugiriendo; no da tiempo, la bibliografía aplasta, abruma. Traten de hacerlo, sin embargo. Pueden especializarse, si quieren. Todavía hay lugar tanto para arqueólogos generalistas y arqueólogos especialistas. Los arqueólogos generalistas son los que se encargan de coordinar, de sintetizar el trabajo que hacen los otros, de organizar el esfuerzo. Los especialistas producen, por supuesto, datos más concretos sobre aspectos particulares; pero deben mantener siempre la concepción global, no creer que el mundo se reduce a lo que cada cual está haciendo. Si estoy estudiando el material lítico, no creo que este material sea toda la Arqueología. Tengo que poner en contacto el material lítico con el material óseo, con las pautas de asentamiento y con todo lo demás que pueden proporcionar la arqueología. Es decir, la arqueología tiene que se encarada de una manera holística, de una manera integrada, de una manera convergente. Hay situaciones que nunca entendí. Una es la situación que les mencioné, que la arqueología tiene que ser antropología y no puede ser historia. Otro caso se dio en la década pasada entre esas dos escuelas derivadas de las New Archaeology, el Seleccionismo y la Ecología Cultural. La lucha entre ellas fue terrible, se dijeron cosas espantosas entre ellos, y yo me preguntaba ¿por qué?, si son enfoques complementarios. La Ecología Evolutiva investiga los procesos por los cuales un comportamiento se configuró y

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funciona. El Seleccionismo estudia la sucesión a través del tiempo de los comportamientos. ¿Qué oposición irreductible hay entre ellos? ¿Cómo puedo saber por qué un comportamiento prosperó o fue abandonado si no sé cómo funcionaba? ¿Cómo puedo limitarme a estudiar el proceso de fundamentación y funcionamiento de una actividad sin preocuparme por qué consecuencias tuvo? Que haya algunos que hagan una cosa y otros que hagan otra, sí, es perfectamente factible. Pero, ¿por qué unos tienen que negar a los otros y decir que están equivocados? Es absurdo. En uno de los artículos de Current Anthropology donde se planteaba el tema, publicado por Lyman y O’Brien, [José Luis] Lanata tuvo una intervención en el mismo sentido: dijo, y estoy completamente de acuerdo, que son dos enfoques complementarios, que se potencian entre sí, que se mejoran recíprocamente. ¿Por qué vamos a decir “uno u otro”? Hay que enfocar las dos caras del problema.

del gas, tendré una idea de la composición total de lo que tengo en el recipiente. Pero los seres humanos no dejan un espacio homogéneo, puede ser que lo haga un animal, pero los seres humanos no. Los espacios producidos por acción humana suelen ser heterogéneos. Por lo tanto tenemos que hacer las dos cosas, excavaciones en extensión y sondeos.

Otra situación muy frecuente es la discusión de si el trabajo de campo debe consistir en sondeos o excavaciones extensas. Aquí hay también una mala interpretación de Binford. Él defendió los sondeos, pero los sondeos múltiples distribuidos al azar; no un sondeo único. Si hago diez o quince sondeos distribuidos al azar, obtendré información, una aproximación al contenido general del sitio. Pero Binford también dijo “…pero si quiero entender la estructura del sitio tengo que hacer excavación en extensión”. ¡Ese párrafo no lo lee nadie! Las dos cosas son necesarias. En algunos casos hay que hacer excavación extensa y en otros casos hay que hacer sondeos, pero múltiples. Como dijo Carlos Aschero en una conferencia hace unos años, “el que dice que ha entendido la estratigrafía de una cueva a través de un sondeo de dos por dos [2m x 2m] no ha entendido nada”. Estoy enteramente de acuerdo.Aquel es un planteo que parte de la suposición de que el espacio es homogéneo. Un gas puede tener una distribución homogénea de las moléculas y por lo tanto, si tomo con una pipeta una partícula

NOTAS

No creo que nadie estudie la carrera de arqueología con el ánimo de ganar mucho dinero o un gran prestigio social. Pienso que eso es muy favorable para valorar a los estudiantes y a los egresados, pero es importante que una vez en actividad no se olviden nunca de agradecer cada día al destino la posibilidad que tienen de trabajar en una actividad tan apasionante como es la arqueología. Por lo menos es lo que yo hago todos los días, agradecer al destino. Ciudad de Buenos Aires, agosto de 2009.

1. John Stuart Mill (1806-1873), filósofo inglés, exponente del empirismo. 2. Immanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán. 3. Oswald Menghin (1888-1973), arqueólogo austríaco, radicado en la Argentina en la posguerra. 4. Se ha referido aquí a los arqueólogos argentinos Ciro René Lafón (1923-2006) y Alberto Rex González (n.1918), a los norteamericanos James Ford (19111968), Wendell C. Bennett (1905-1953), Gordon Willey (1913-2002) y Betty Meggers (n.1921) y al peruano Luis Lumbreras (n.1939). 5. François Bordes (1919-1981), arqueólogo prehistoriador francés, y Vere Gordon Childe (18921957), arqueólogo australiano que tempranamente introdujera una perspectiva marxista en la disciplina. 6. André Leroi-Gourhan (1911-1986), arqueólogo prehistoriador francés. 215

Ciarlo et al. - Entrevista al arqueólogo “Prof. Luis A. Orquera” 7. Se refiere aquí a las industrias líticas, complejos o entidades culturales Jabaliense, Riogagalleguense, Toldense y Casapedrense; el primero de los cuales fue acuñado y definido por Marcelo Bórmida, y los otros, por Oswald Menghin, entre principios de los años ’50 y mediados de los ‘60. 8. El Auriñacense, el Solutrense y el Magdalenense son industrias o complejos característicos del Paleolítico Superior europeo. 9. Se refiere al antropólogo italiano, luego radicado en argentina, José Imbelloni (1885-1967) y a los arqueólogos argentinos Eduardo Casanova (19331977), Fernando Márquez Miranda (1897-1961) y Francisco de Aparicio (1892-1951). 10. Marcelo Bórmida (1925-1978), antropólogo italiano radicado en Argentina. 11. Eduardo Serrano (1899-1982), arqueólogo argentino.

*Nicolás C. Ciarlo es estudiante de Ciencias Antropológicas de la UBA. Desde 2004 forma parte del Programa de Arqueología Subacuática del INAPL y del Grupo de Arqueometalurgia de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Ha trabajado en varios proyectos de investigación de naufragios entre los siglos XVII y XIX en la costa atlántica patagónica, fundamentalmente en el sitio HMS Swift (1770), Puerto Deseado, Santa Cruz. Es adscripto de la cátedra Arqueología Argentina de la UBA y miembro del comité editorial de la Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana y de La Zaranda de Ideas. Dirección de contacto: [email protected] **Marcelo Vitores es Profesor de Ciencias Antropológicas de la UBA. Actualmente es becario doctoral de CONICET. Su tema de investigación es la cerámica de los grupos cazadores recolectores del noroeste patagónico, tópico al que se dedica en el marco de los proyectos de la cuenca del río Limay, dirigidos por el Dr. Eduardo Crivelli. Asimismo ha prestado colaboración como adscripto en cátedras de arqueología de la UBA y es miembro del comité editorial de La Zaranda de Ideas. Dirección de contacto: [email protected] ***Melina Bednarz es estudiante de Ciencias Antropológicas de la UBA. Desde 2004 desarrolla investigaciones arqueológicas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el marco de los proyectos del Centro de Arqueología Urbana. Actualmente se encuentra trabajando en su tesis de licenciatura, con un especial interés por las problemáticas de divulgación científica y patrimonio. Es docente de la carrera de Conservación y Restauración del IUNA y miembro del comité editorial de La Zaranda de Ideas. Dirección de contacto: [email protected] ****Ivana Laura Ozán es Licenciada en Ciencias Antropológicas, orientación arqueológica en la UBA. A lo largo de su carrera el interés se ha centrado en el estudio de poblaciones cazadores-recolectores de norpatagonia y la región pampeana. Su reciente tesis de licenciatura versó sobre los procesos de formación del registro cerámico de estas sociedades en la Provincia de La Pampa. Al momento, el eje de sus estudios se encuentra en la geoarqueología. Es adscripta de la Cátedra de Prehistoria Americana I y forma parte del comité editorial de La Zaranda de Ideas. Dirección de contacto: [email protected]

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Misceláneas

OLLAS Y CUCHARINES: Recetas de Campaña

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Consejos útiles a la hora de salir de campaña al medio de la nada, o peripecias y recuerdos de una salida al campo… por Ariana Andrade* Si usted está decidido (o necesitado) de emprender una campaña arqueológica lejos de alguna ciudad o poblado, aquí encontrará una práctica guía para no repetir cierta cantidad de errores cometidos en mis tiempos prístinos de experiencia en el campo. Cómo aprovisionarse para aquellos días de soledad entre usted, el sitio y el resto de su equipo arqueológico, cómo sobrellevar la falta de algún elemento, y algunas reglas básicas de qué se puede y qué no se debe hacer. Claro está que esto incluye definir qué se va a comer y quién va ser el encargado de esa ardua y difícil tarea. Habiendo confeccionado la lista de integrantes de su campaña, elija una posible víctima: “el encargado de cocina”, llénelo de adulaciones y deje en sus manos herramientas propicias para la confección de una lista, la nómina de cuántos viajan, cantidad de días a pasar en el campo, y tentativamente... un menú. Recuerde que dentro de esa lista tiene que incluir la información respecto de la cantidad usual de alimentos que ingiere cada individuo, no vaya a ser cosa que, como me ha sucedido a mi, descubra que sus compañeritos de campaña tienen un hambre voraz y están decididos a terminar con todas las reservas de alimentos en menor tiempo del que se estipuló para aquella maravillosa salida al campo. Será justamente ese momento donde la diplomacia se convertirá en la ciencia más necesitada, el momento en el que nuestro pobre encargado de cocina deberá intentar mantener las reservas de alimentos y tenga que defender entre amenazas y gritos aquellas provisiones. A la hora de hacer el menú recuerde que no va a poder tener heladera, los alimentos que usted puede llevar al campo deben ser secos, deshidratados, en lata o conserva. Se pueden llevar también embutidos, como salame, que no precisa refrigeración y quesos duros o cerrados al vacío. Las verduras tampoco necesitan frío, pero tenga en cuenta que la mayoría de ellas no van a durar más de una semana antes de empezar a marchitarse, exceptuando papas, cebollas y batatas que pueden pasar más tiempo antes de ponerse feas. A las frutas les sucede lo mismo, en general no necesitan heladera pero sólo se mantienen en buenas condiciones si no se las somete al rayo del sol directo por tiempo prolongado. Manzanas, naranjas y mandarinas están entre las que mayor cantidad de días se mantienen gustosas. Recuerde siempre llevar pastillas potabilizadoras de agua. Es mejor ser prevenido que tener a todo el equipo buscando el papel higiénico. Confíe en mí. Lista hecha, cocinero designado, equipo preparado y salida al campo. Reglas básicas a tener en cuenta Uso adecuado de los huevos: usted sabe que los huevos son una fuente rica en proteína animal y poseen el beneficio de no necesitar refrigeración, por eso son buenos para llevar en esta maravillosa campaña, pero OJO, el maple de huevos es incompatible con el lomo del caballo que nos lleva al sitio, no importa cuánto esfuerzo usted invierta en protegerlo, el caballo está decidido a abandonar esa carga de peso que cree innecesaria… es por eso que para no desperdiciar las 219

Ollas y Cucharines: Recetas de Campaña

víctimas que hayan quedado heridas y pegadas en el maple, en la primera comida puede aprovechar y hacer un revuelto. Recuerde que llevó conservas, entre las cuales casi seguro figurarán unas latas de arvejas y cebollas. Lo que sigue es muy fácil: recupere los huevos rotos con la ayuda de un vaso o algún recipiente en donde pueda invertir el maple y dejar que escurra lo que quedó de ellos, pique una cebolla mediana, y rehóguela. Cocine la cebolla con los huevos hasta que cuajen y agregue las arvejas. De esta manera, con una lata de arvejas, dos huevos y una cebolla tiene un comida para dos, si son más duplique los ingredientes. Salpimiente a gusto (¿se acordó de llevar sal?). Desayuno y merienda: usted seguro llevó de campaña café instantáneo, yerba mate, té y la extraordinaria leche en polvo; recuerde mantenerla alejada de los golosos. Sí, ha leído bien. La leche en polvo está constituida por leche deshidratada (es un proceso bastante extraño) y azúcar, es dulce y algunos compañeritos descubrieron que así sola con una cuchara nomás directo del paquete estaba “buena”. Cuide esa leche, no permita que se termine antes de volver. Además la ventaja de contar con leche en polvo es que va a poder preparar de sorpresa, al resto del equipo,“postrecito”. Sí, hay uno que es instantáneo y dice: agregue leche, revuelva y listo! No necesita ni fuego ni refrigeración, prepárelo con confianza. El equipo no lo va a poder creer y ese día recibirá adulaciones (y es posible que hasta se olviden de lo que ya les hizo comer…). Es muy importante, para mantener el clima de cordialidad luego de tan grato momento, recordar siempre donde dejó el azúcar. Falta de implementos: si se ve ante la necesidad de colar los fideos o el arroz y descubre que no se acordó de llevar un colador, ¡a no desesperar! Se soluciona con un poco de ingenio, tape la olla con su correspondiente tapa (¿llevó la tapa?) y deje sólo una pequeña hendidura como para que el agua se escurra pero no el contenido alimenticio. Asegúrese de que una persona hábil realice la tarea, de otro modo ese día solo se cena la salsa de tomate sin pan (no olvide que está en un páramo y no hay panadería cerca). Finalmente, resta el último día de campaña, ese donde descubre que sacó mal la cuenta y que debía tener una comida más que ha olvidado por completo… tranquilo. Con la excusa de no llevar el peso de lo que quedó, ese día se liquida todo. En mi propia experiencia agradecí tener todavía alguna cebolla, alguna lata de conserva y medio paquete de polenta. El milagro de la harina de maíz es que se adapta a la cantidad de líquido que usted le agregue, parecerá medio sopa al principio pero confíe en que un rato más al fuego realiza el prodigio de hinchar esas partículas y finalmente usted salvará el día con un regio guiso hecho de lo que quedaba y nadie se dará cuenta de que se olvidó un día de menú. Agradezco en principio al comité editorial por dejarme escribir estos pequeños y humildes consejos. Pero más agradezco aún al Dr. Javier Nastri, quien me invitó de campaña y no sólo me sobrellevó sino que “permitió” que yo me encargara de la cocina en el campo; si no fuera por esa experiencia no podría haberlos beneficiado con el relato de mis faltas. Espero sinceramente que no repitan estos errores; de ser así, no se preocupen, ¡todo tiene solución! *Ariana Andrade es estudiante de la Licenciatura en Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Gracias a Scout de Argentina logró tener conocimientos básicos de acampe y vida al aire libre. Sólo ha asistido a 4 campañas en toda su carrera universitaria habiéndose encargado de la comida en una de ellas, ¡léalo bajo su propio riesgo! 220

RECURSOS DE INTERNET

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SOFTWARE SIN COSTO, PARA ARQUEÓLOGOS por Marcelo Vitores* De la misma forma que los tehuelches consultados por Musters no imaginaban que sus antepasados hubiesen vivido alguna vez sin caballos, hoy en día no concebimos cómo realizar nuestra labor sin acudir en algún momento a las computadoras y a los programas que las tornan útiles. Aquí presentamos un listado -no exhaustivo ni necesariamente representativo- de programas que se obtienen sin costo desde la Web. Algunos son “soft propietario”, que podemos usar, pero no distribuir o modificar, mientras que otros son libres, de código abierto -open source-, o con grados intermedios de libertad. A todos podemos emplearlos sin poner un peso y sin infringir la ley, ni siquiera la ley del menor esfuerzo. El primer paso, obvio e ineludible, es contar con un navegador de Internet, uno de código abierto es Mozilla Firefox (www.mozilla-europe.org/es/firefox/). ¿Y luego? Confesemos que la mayoría absoluta del trabajo la realizamos con programas de oficina. OpenOffice.org provee toda la gama: procesador de texto, hoja de cálculo, base de datos, editor de fórmulas, dibujo de diagramas y presentaciones (saben de qué hablo... es que estamos tan acostumbrados a llamarlas por un nombre comercial). Es compatible con todos los formatos habituales, incluso guarda como portable document format (pdf). Es muy recomendable y se descarga en castellano desde http://es.openoffice.org/ Con cualquier otro programa que usen, a no desesperar si les exigen en pdf su proyecto, informe o solicitud de beca. Pdf Creator (www.pdfforge.org) emula ser una impresora y cuando lo seleccionamos, en vez de imprimir, crea el archivo que necesitamos. De paso, habrán notado la enorme cantidad de documentos y artículos que poseen, y que constituyen una auténtica biblioteca especializada. Mendeley (www.mendeley.com/) crea bases de fácil consulta, permite visualizar los pdf y renombrarlos intuitivamente. Pero lo mejor es que podemos invocarlo desde el procesador de texto (por ejemplo el de OpenOffice.org) para manejar en forma dinámica las citas y referencias de nuestros escritos. Si, en cambio, preferimos la sencillez y estandarización para una base bibliográfica, Winisis es un producto gratuito de UNESCO, típico de bibliotecas, pero aplicable a toda clase de fichas. En Argentina se descarga desde www.cnea.gov.ar/cac/ci/isis/winisis/convenio.htm Naturalmente nos interesará tener bases exclusivas para datos arqueológicos. Hasta los arqueólogos amateur sistematizan su labor: Happy Digger (www.nongnu.org/happydigger/) es un programa orientado a ese público, para “catalogar hallazgos”. No seamos menos que un buen huaquero: ¡puede ser muy útil con datos de prospección! De todas formas, programas hechos para arqueólogos, y por arqueólogos, los encontramos en el sitio Old Stone Age (www.oldstoneage.com). Las aplicaciones fueron desarrolladas por Dibble y McPherron para el trabajo en sitios paleolíticos como Combe-Capelle Bas (Francia). NewPlot es 221

Recursos de Internet

un SIG (ver más abajo) para registrar la proveniencia de artefactos. E4 se utiliza para el ingreso de datos (data entry) orientado a la medición de grandes colecciones de instrumentos líticos. Finalmente, EDMWIN tiene por objeto la recopilación de datos de relevamiento, prospección general o proveniencia de artefactos con estación total (esto último, algo lejos de nuestros recursos habituales). Todos se descargan desde www.oldstoneage.com/software.htm También encontramos asistentes como Point, que clasifica puntas líticas. Su interfaz es primitiva y su base de datos apunta a casos de Norteamérica; pero es interesante con fines educativos y para quien desee desarrollar algo similar. En el sitio pueden ver los criterios clasificatorios y, por supuesto, descargar el programa (www.nativetech.org/stone/pointprogram). Aunque no acostumbramos usarlos, también existen gestores para la creación, almacenamiento, manipulación y publicación de datos arqueológicos online, como por ejemplo Ark (http://ark. lparchaeology.com). Con los datos organizados, nos interesará analizarlos. R es un soft para cómputo estadístico y graficación, de código abierto y amplia funcionalidad (www.r-project.org). Requiere la introducción de comandos por escrito, pero se puede complementar con RKWard, una interfaz gráfica más amigable (http://rkward.sourceforge.net). PSPP es otro programa estadístico, cuyo nombre alude, por inversión, al soft comercial que lo inspira y con el cual es compatible. No presenta toda su complejidad y aún se esperan implementaciones para graficación, pero permite una rápida aproximación calcando la apariencia de su análogo. Se descarga en www.gnu.org/software/pspp. Past es otra alternativa. Ideado como aplicación para paleontología, pero recomendado en otras disciplinas. Incluye funciones para cladística, morfometría, bioestratigrafía y seriación, permitiendo graficar. Es útil descargar el manual para conocer sus capacidades. No requiere instalación (http:// folk.uio.no/ohammer/past/). Algunos de los datos y análisis que haremos serán sin duda estratigráficos. ArchEd nos ayudará a elaborar matrices de Harris con facilidad, tan sólo ingresando las relaciones entre unidades estratigráficas. Simplifica las redundancias automáticamente y nos permite interactuar gráficamente con la matriz resultante. Previo registro, se puede descargar de www.ads.tuwien.ac.at/ArchEd. Stratify cumple las mismas funciones, pero ofrece más detalle en la elaboración de las matrices, permitiendo compilar hojas de estrato completas, diferenciar tipos de unidades estratigráficas y agrupar estas mismas en bloques. También detecta inconsistencias y realiza las simplificaciones de rigor. Es una alternativa más potente, aunque no permite reorganizar el gráfico resultante. Se descarga de www.stratify.org No es excusa desconocer el sistema de matrices de Harris. Nada mejor que leer el libro de su creador bajándolo gratis de www.harrismatrix.com. El propio Edward Harris suele contestar mensajes y consultas. Sin duda usamos fechados radiocarbónicos. Usualmente los laboratorios calibran sus fechados, pero podemos encargarnos nosotros, tal vez para disponer gráficamente un conjunto de fechados, 222

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configurar en detalle las opciones de la calibración o integrar los datos con una base geográfica de información.Tres opciones son OxCal (http://c14.arch.ox.ac.uk), Calib (http://calib.qub.ac.uk/) y CalPal (www.calpal.de); todos pueden descargarse en la computadora o emplearse online. Apuntando a la dimensión espacial, requeriremos un sistema de información geográfica (SIG, o GIS en inglés). Con datos creados manualmente o bajados del “posicionador global” (abreviado GPS en inglés), podemos referir geográficamente diversos elementos o llevar a cabo algún análisis de los mismos. Hay cada vez más programas de acceso libre que funcionan en formato raster y vectorial. GRASS (Geographic Resources Analysis Support System) es de los más usuales. Permite la interrelación directa con otras aplicaciones y lee los formatos más comunes de software propietario (http://grass.osgeo.org/). Otras opciones son Quantum Gis (qGIS), compatible con GRASS pero mas simple y en castellano (www.qgis.org), o gvSIG, de Generalitat Valenciana (www.gvsig.gva.es), por sólo mencionar algunos. En busca de más recursos e información, pueden visitar The Open Source Geospatial Foundation (www.osgeo.org). Algunas aplicaciones son más específicas. MapAnalyst calibra mapas antiguos con datos modernos, indicando, entre otras cosas, estadísticas sobre su distorsión (http://mapanalyst.cartography.ch/).Y para georeferenciar fotografías tenemos a GpicSync, que combina automáticamente los datos del GPS con las fotos de la cámara digital (http://code.google.com/p/gpicsync/). Si nos interesa la simulación, exploremos StarLogo, una aplicación para recrear sistemas descentralizados en base a agentes que interaccionan entre sí y con el entorno. Hay versiones con distintas licencias desde la página http://education.mit.edu/starlogo/. Sobre simulación, redes y complejidad hay más información -y otro software antropológico- en las páginas de Carlos Reynoso (http://carlosreynoso.com.ar) y del Grupo Antropocaos (www.antropocaos.com.ar). Como parte del registro habitual, y también de cara a la publicación, es ineludible un administrador de imágenes que nos facilite revisarlas, manipularlas y mínimamente hacer ajustes. FastStone Image Viewer es muy completo y versátil, se lo encuentra en www.faststone.org Para mejorar la fotografía de gabinete existe CombineZP. Éste combina distintas tomas y genera una imagen enfocada del primer plano al fondo, muy útil para macrofotografía o para fotografiar a través de una lupa binocular (www.hadleyweb.pwp.blueyonder.co.uk). Para retoque fotográfico y dibujo de mapas de bits en capas, Gimp es idóneo. No es tan potente como su más famoso equivalente comercial, pero tiene todas las herramientas que seguro emplearemos y opera con muchos formatos (www.gimp.org). Las plantas, esquemas y dibujos de línea logran calidad de publicación al realizarse con vectores. Éstos guardan archivos livianos y permiten cambiar la escala sin problemas de resolución. Inkscape (www.inkscape.org) es la opción más completa. Guarda en un formato estándar, importable y exportable por otras aplicaciones. Para levantar planos, conviene un soft de dibujo técnico.También funcionan con vectores, pero permiten ingresar coordenadas para los trazos. Uno de ellos es A9CAD (www.a9tech.com). ¿Y sistemas operativos? En general usamos el de las “ventanas”, sin cuestionarlo. Pero los sistemas operativos libres tienen ventajas como la simpleza, la gratuidad y la ausencia de virus que 223

Recursos de Internet

los ataquen. Un ejemplo es Linux, en su multitud de versiones. Ubuntu se suele recomendar como la versión más sencilla de instalar y usar (la página en castellano es www.ubuntu-es.org). Hay una versión especial para arqueólogos, denominada ArcheOS (www.archeos.eu o www.arc-team.com/ archeos/wiki/). Cuenta con bases de datos, GIS, CAD, editores gráficos 3D, editores de gráficos vectoriales y de mapas de bits, fotogrametría, soft estadístico, programas de oficina, navegadores y demás. Para “tantear” su aspecto podemos iniciar la computadora con el disco de instalación, sin modificar nada de nuestro sistema, pero para probar su rendimiento será inevitable instalarlo. La mayoría de los programas aquí enumeramos funcionan en, o tienen versiones para, distintos sistemas operativos. Si no, podemos usar un emulador, por ejemplo Virtual Box (www.virtualbox. org). En cualquier caso, hay muchos proyectos de interés aún en desarrollo, como por ejemplo IBISA (http://dept-info.labri.fr/~sm/Projets/IBISA/) o los descriptos en Open Archaeology (http:// openarchaeology.net/). Sourceforge es repositorio de mucho software libre, una búsqueda con los términos archaelogy o museum puede arrojar resultados de interés (http://sourceforge.net/). Para obtener novedades, comentarios y tutoriales, no olvidemos buscar las diversas páginas y blogs con los rótulos arqueología digital o software libre. Es evidente que la informatización potencia la capacidad de producir y comunicarse; pero muchas veces acarrea un obstáculo económico para el acceso legítimo. Teniendo en cuenta que la investigación toma parte principalmente desde el ámbito público, es importante acudir a las opciones legalmente gratuitas cuando las haya. Entre éstas, el software libre y los formatos abiertos también merecen atención como formas de conservar el registro y socializar más ampliamente la información. Con esto en mente, lo aquí escrito no pretende cubrir todas las posibilidades, sino, simplemente estimular la búsqueda.

*Marcelo Vitores es Profesor de Ciencias Antropológicas egresado de la UBA y actualmente becario doctoral de CONICET. Su tema de investigación es la cerámica de los grupos cazadores recolectores del noroeste patagónico, tópico al que se dedica en el marco de los proyectos de la cuenca del río Limay, dirigidos por el Dr. Eduardo Crivelli. Asimismo ha prestado colaboración como adscripto en cátedras de arqueología de la FFyL -UBA- y es miembro del comité editorial de la Zaranda de Ideas. Dirección de contacto: [email protected]

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DESDE AFUERA

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Aiem nocopita napaxagen (Yo deseo aprender) por Clara Romero* Cuando hablamos de los antropólogos, siempre pensamos (nosotros los indígenas) que son poco más o menos profanadores de tumbas, que interrumpen el sueño profundo y eterno de nuestros antepasados y que profanan las ofrendas que con ellos dejamos  de vuelta en el vientre de nuestra Madre Tierra.Y cuando retiran los “esqueletos” y los exponen en museos, sentimos un profundo dolor.También cuando vemos las vasijas con las ofrendas fúnebres exhibidas en las vitrinas, muchas veces pensamos ¿por qué no exhibirán a sus propios ancestros? Y también pensamos que es una profesión, ¡que les pagan para eso y que van con palas y picos y rompen todo! Pero no todo es así; he tenido la oportunidad de estar con un grupo de antropólogos en Vuelta de Obligado, con Mariano Ramos y su gente, chicos jóvenes y de distintas universidades, y he visto el trabajo de campo, he compartido con ellos unos pequeños hallazgos y, les cuento hermanos, que el trabajo de por sí es sacrificado y duro: trabajan a la intemperie, con soles terribles, con mosquitos, con lluvia, durmiendo incómodos, lejos de sus casas y de sus seres queridos.Y he visto, con gran sorpresa y alegría para mí, el respeto con que se trata a la Madre Tierra excavando capa por capa, dibujando, midiendo, guardando en pequeñas bolsitas cual un tesoro valioso, todo lo que encuentran, y esas son las cosas que se estudian y pueden sacar conclusiones acertadísimas de lo que pasó en el lugar, de cómo vivían, cómo los enterraron, etc. Esta experiencia me cambió un poco mi forma de pensar con respecto a los antropólogos. Sigo pensando que no me gusta ver a mis antepasados en un museo, ni los elementos sagrados en las vitrinas, pero pienso también que es muy útil e importante que redescubran cosas que ni nosotros sabemos por eso de estar acallados por tantos siglos. Esa historia de tantos siglos ellos la arman y nos la cuentan y ¡Qué importante! para nosotros que somos profundamente creyentes y religiosos, que en cada encuentro hacemos ceremonia, porque así debe ser porque lo decían nuestros ancestros, qué importante decía poder saber cómo estaban enterrados, en qué posición, cuántas ofrendas... para poder hacerlo nosotros con nuestros muertos, como debe ser, como lo hacían ellos, ellos ya no están, ya no tienen voz, pero están los antropólogos que son la voz de los que ya no están, que sacan pedacitos de elementos que son “historia”, los arman y nos lo cuentan y eso ¡Está bueno! Estudien y cuéntennos, pero vuelvan a la Madre Tierra todo lo que sacaron y estoy convencida que vamos a ver hermanos indígenas buscando la historia, armándola y siendo la voz de los que ya no están, para mantenerlos presentes otra vez enriqueciendo nuestra cosmovisión. Ñachec iacaia antropólogos (gracias hermanos antropólogos) N. de E.: Los trabajos arqueológicos en Vuelta de Obligado, llevados a cabo por el Dr. Mariano Ramos, se enfocan en los restos del combate homónimo, acaecido a mediados del siglo XIX entre el gobierno argentino y la flota anglo-francesa, es decir entre criollo-europeos y europeos. Por la índole del registro se encuentra ocasionalmente artefactos indígenas.

*Clara Romero preside la asociación civil Lma Iacia Qom de San Pedro y es secretaria de comunicación de la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de Argentina. Nació en Juan José Castelli, provincia del Chaco, y como miembro del pueblo Qom se aboca a la investigación y el rescate de ritos y ceremonias ancestrales. Ha participado activamente en diversos proyectos, mesas de discusión y cumbres sobre pueblos originarios, como la Mesa Multiétnica por la defensa del Cementerio Indígena de Baradero o la Primer Cumbre sobre la Mujer indígena en Puno, Perú, y asimismo como veedora en algunos conflictos. 225

rescate humorístico por Marcelo Vitores

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CONCURSO DE FOTOGRAFÍA Primer puesto

Atsihna tahnyn / La mujer que teje Rodrigo Montani

Información de la fotografía Retratada: Griselda Rivero. Lugar y fecha: misión Los Baldes, Salta, 13 de enero de 2004. Descripción técnica: Toma con cámara reflex analógica sobre negativo fotográfico color 100 asas. Descripción de la toma: Por la tarde visito a Griselda, y la encuentro tejiendo una ‘yica’ (hile) con un dibujo no prototípico ‘patas de carancho’ (ahetsaj-jwes), en la puerta de su casa. 228

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Segundo puesto

Inmutable misticismo Odlanyer Hernández de Lara

Información de la fotografía Lugar y fecha: Cafetal La Dionisia, afueras de la ciudad de Matanzas, Cuba, febrero de 2006. Descripción técnica:Toma con cámara NIKON. E5000; punto F: f/8; tiempo de exposición: 1/1712 s; velocidad: ISO-400; distancia focal: 7 mm. Descripción de la toma: Corresponde a un árbol conocido en Cuba como Ceiba, árbol sagrado para la religión afrocubana, alrededor del cual se realizaron excavaciones arqueológicas y se hallaron monedas vinculadas a los cultos religiosos en la primera mitad del siglo XX. 229

Concurso de fotografía

Tercer puesto Nolhoq-wet ihit’e / No tenemos mesa Rodrigo Montani

Información de la fotografía Retratados: Nicodemo (Nicanor Gutiérrez) y un amigo de misión San Patricio. Lugar y fecha: Misión Los Baldes, Salta, 4 de febrero de 2004. Descripción técnica: Toma con cámara reflex analógica sobre negativo fotográfico blanco y negro 400 ASA. Descripción de la toma: Pasado el mediodía, almorzamos en casa de Nicodemo con las visitas que han venido de “campaña religiosa” desde misión San Patricio. En la casa de Nicodemo, siguiendo la costumbre wichí, no se come en torno de una mesa.

Jurados

Autores

Marcelo Endelli es reportero gráfico ARGRA y en la actualidad es parte del staff oficial de trabajo de la Confederación Argentina de Básquetbol, de la Asociación de Clubes de Básquetbol, la Federación Regional de Basquetbol de Capital Federal. Pertenece al staff de reporteros de la Revista Basquetplus y realiza colaboraciones con los diarios Olé, Clarín y La Razón. Es Licenciado en Publicidad de la Universidad de Palermo y se desempeña como docente de fotoperiodismo y diseño fotográfico en su agencia.

Rodrigo Montani es Licenciado en antropología de la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario (UNR). Se encuentra realizando su doctorado en Letras de la Facultad de Humanidades y Filosofía, Universidad Nacional de Córdoba y es becario doctoral del CONICET en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Las tomas fueron realizadas como parte de su trabajo etnográfico sobre la vida social de los artefactos entre los wichís del Chaco centro-occidental (provincia de Salta, Argentina).

Enrique del Bianco se inicio en el estudio fotográfico en el Instituto Nacional Buenos Aires con Florencia Cosin y tomo cursos de composición de imagen y retrato blanco y negro en el estudio de Adda Sacchi. Asimismo se capacito en iluminación y fotografía de producto en Espacio Buenos Aires. Hoy en dia se encuentra trabajando en un estudio de fotografía independiente (“Estudio Once”) en la ciudad de Berlín, Alemania. 230

Odlanyer Hernández de Lara es el Coordinador de Cuba Arqueológica (www.cubaarqueologica.org). La imagen corresponde a la primera campaña de excavación arqueológica realizada en 2006 en la plantación cafetalera La Dionisia, ubicada en las afueras de la ciudad de Matanzas, Cuba, que fue dirigida por el autor.

normas editoriales

La Zaranda de Ideas 5 (2009)

1. POLÍTICA EDITORIAL La Zaranda de Ideas es una publicación anual con referato que tiene como objetivo la publicación de los resultados de las investigaciones de estudiantes de grado y egresados recientes de carreras de arqueología o disciplinas afines. Consideramos egresados recientes aquellos que no hayan superado los cuatro años de haber defendido su Tesis de grado (o fecha de egreso en caso de no realizar Tesis) al momento del llamado para publicación y que no hayan completado una carrera de postgrado. Los autores envían sus contribuciones, las cuales se someten a consideración del Comité Editor, en forma de Artículos, Informes, Notas Breves, Entrevistas y Reseñas de Libros, pudiendo asimismo enviar colaboraciones a la sección Misceláneas. Todas las contribuciones deberán ser inéditas y podrán presentarse en forma individual o en coautoría, siempre y cuando al menos el 50% de los autores sea estudiante y/o egresado reciente. Los editores se reservan el derecho de selección de las colaboraciones a publicar. La selección de artículos, ensayos e informes de investigación se realizará a partir de la evaluación que de ellos hagan un referato anónimo integrado por un mínimo de dos profesionales especializados en cada tema. La clasificación de un manuscrito como Artículo, Informe de Investigación o Nota Breve es decisión última del Comité Editor, en consulta con los evaluadores del mismo, aunque los autores deben sugerir a que sección presentan su trabajo. Los artículos son usualmente más extensos y abordan tópicos de mayor importancia y alcance para una amplia audiencia. En contraste, los Informes de Investigación pueden ser más técnicos, describen proyectos de investigación en curso, y aportan información de base tanto de actividades de campo como de estudios de laboratorio. Las Notas Breves pueden implicar comentarios que corrigen errores de hecho o proveen nueva información directamente relevante a un artículo publicado previamente en una de las revistas; también pueden aportar información sucinta sobre proyectos de investigación en curso, tales como resultados preliminares de trabajos de campo, análisis de laboratorio, etc., así como información y discusión relativa a cuestiones académicas, científicas y/o profesionales, conclusiones adoptadas en congresos, etc. Las contribuciones a la sección Misceláneas refieren al ámbito cotidiano de la práctica arqueológica: anécdotas de campaña, recursos de internet, la visión de la gente no dedicada a la arqueología, relatos, fotografías, humor, etc. Alentamos la colaboración en cualquiera de las subsecciones, así como la sugerencia de nuevos tópicos. 2. INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES 2.1. Responsabilidades del Editor Los Editores se reservan el derecho a no considerar aquellas colaboraciones no pertinentes al perfil temático de la revista o que no se ajusten a las normas de estilo. Los Artículos e Informes de Investigación serán evaluados por el Comité Editor en consulta con dos evaluadores, pudiendo ser alguno de los integrantes del Comité Académico, o bien evaluadores ad hoc. En caso de haber discordancia entre las evaluaciones, el trabajo será remitido a un tercer evaluador a fin de desempatar. Los editores serán quienes seleccionen, con el asesoramiento del Comité Académico, los evaluadores pertinentes para cada trabajo. Los informes de los evaluadores serán anónimos, a menos que éstos decidan hacer pública su evaluación. Las decisiones finales serán responsabilidad de los editores. Los autores tienen derecho a recusar o excusar hasta dos posibles evaluadores, enviando a los editores una carta fundamentando dicha decisión. Las Notas Breves, Entrevistas, Reseñas de Libros y colaboraciones a la sección Misceláneas serán evaluadas por los editores. El Comité Editor se reserva el derecho de rechazar o devolver para su corrección aquellos trabajos que no respondan a las modificaciones sugeridas por los evaluadores y/o por los editores. Las correcciones de los trabajos deberán ser enviadas por los autores en las fechas que los editores oportunamente consignen. En caso contrario, los editores podrán optar continuar con el proceso de evaluación y publicar la versión definitiva del trabajo en un número posterior de la revista. Los autores serán notificados tan pronto como se sustancie la decisión de aceptar o rechazar el manuscrito. La aceptación será a condición de que se realicen las modificaciones de estilo y forma que los editores y/o 231

Normas Editoriales evaluadores sugieran. Asimismo, si fuera imposible publicar la totalidad de los trabajos aceptados, los editores seleccionarán algunos para ser publicados en el siguiente número de la revista. Aquellas contribuciones que hayan sido aceptadas serán remitidas a los autores por correo electrónico en un archivo PDF, una vez realizada la prueba de edición del correspondiente número de la revista, con el único objeto de controlar posibles errores tipográficos. No se admitirá reescritura del texto en esta instancia.Todo cambio o adición representa tan sólo una sugerencia, que puede no ser tenida en cuenta por los editores. Las contribuciones son voluntarias y los editores no cobran por la publicación en la revista. Los autores recibirán un ejemplar gratuito del número en que aparezca publicado su trabajo. 2.2. Responsabilidades del Autor Los autores firmantes son responsables del contenido de sus escritos, de adecuar sus trabajos a la presente guía estilística, de la exactitud de los datos consignados y de la correcta atribución de las citas y referencias bibliográficas, de los derechos legales por la publicación del material enviado y del apropiado manejo y tratamiento de las cuestiones relacionadas con la coautoría del mismo. No podrán presentarse manuscritos que están a consideración de otras publicaciones. Los autores deben firmar una declaración donde reconocen su responsabilidad sobre los contenidos de las colaboraciones, la precisión de las citas efectuadas, el derecho a publicar el material y la autorización para citar aquellos materiales inéditos que se incluyan en la publicación. Asimismo deberán completar un formulario con sus datos personales (uno por cada autor). Ambos documentos pueden descargarse en la siguiente dirección de internet www.lazarandadeideas.com.ar/normas.htm y deberán ser enviados en conjunto con el trabajo impreso. Los autores son responsables de enviar los trabajos, con las modificaciones sugeridas por los evaluadores y/o el Comité Editor, en las fechas que éstos estipulen para ser admitido para su publicación. De lo contrario aceptarán que la versión definitiva sea publicada en un número posterior de la revista. 2.3 Presentaciones Los trabajos deben enviarse en las fechas estipuladas en el llamado para publicación de dos maneras: a) dos copias impresas del texto, las tablas y las figuras a: Sociedad Argentina de Antropología, Revista La Zaranda de Ideas - Museo Etnográfico - Moreno 350 (1091) Ciudad de Buenos Aires. b) y una copia digital por correo electrónico a [email protected]. El texto debe enviarse en un archivo de Word con tablas y figuras incrustadas en el mismo. Además las tablas y figuras deben enviarse en archivos aparte cuyo nombre sea “Figura 1”, “Tabla 1”, etc. Las Tablas deben enviarse como archivos de Excel (.XLS). Las Figuras deben estar en blanco y negro o en escala de grises, y deben consignarse en formato BMP, JPG o TIFF, con una resolución no inferior a 300 dpi. Las figuras de tipo gráfico de barras, histogramas, etc, generados con Excel deben enviarse como archivos de ese programa. Idioma: para todas las secciones se aceptan colaboraciones en castellano y en portugués, o bien bilingües castellano-idioma original. Tamaño de papel: A4, impreso en una sola cara, todas las hojas numeradas. Márgenes: superior, inferior y derecho 2 cm, izquierdo 3 cm. Fuente: texto arial 12 / bibliografía, notas y agradecimientos arial 9 Párrafo: sin sangría ni tabulaciones, alineación justificada sin silabeo, interlineado sencillo, con un espacio entre párrafos. Extensión: La extensión máxima para Artículos e Informes será de 20 páginas, incluyendo notas, agradecimientos, figuras, tablas y bibliografía. Las Notas Breves, Entrevistas, Reseñas de Libros tendrán como extensión máxima 5 páginas. Las colaboraciones en la sección Misceláneas no deberán exceder 2 páginas. 232

La Zaranda de Ideas 5 (2009) 3. GUÍA DE ESTILO La guía estilística de La Zaranda de Ideas está basada en las correspondientes a las revistas Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Intersecciones en Antropología y Latin American Antiquity. Las consideraciones siguientes son aplicables a todas las contribuciones, salvo los resúmenes (en castellano y en inglés) y las palabras clave (en castellano y en inglés) que sólo deberán ser incluidas en Artículos e Informes de Investigación. 3.1 Secciones del manuscrito -Título -Autor/es -Resumen en castellano -Palabras clave en castellano -Resumen en inglés -Palabras clave en inglés -Texto (Tablas y Figuras incluidas) -Notas -Agradecimientos -Referencias citadas 3.1.1 Título El nombre del trabajo debe estar centrado y en mayúsculas. 3.1.2 Autor/es A dos espacios por debajo del título y alineado a la izquierda. Debe incluirse nombre y apellido del o los autores, incluyendo la pertenencia institucional y dirección postal y/o electrónica. 3.1.3. Resúmenes y Palabras Clave Los Artículos e Informes de Investigación deben estar acompañados por un resumen en castellano y otro en inglés de alrededor de 150 palabras cada uno. La pertinencia y correcta realización del resumen son tomadas en cuenta en la evaluación. Sugerimos efectuar una síntesis de los contenidos y conclusiones del escrito, referir datos novedosos allí presentados y aludir especialmente a la relevancia del manuscrito. El resumen no debe ser una introducción al trabajo, ni restringirse a enumerar las secciones que este último contiene, sino que debe presentar un panorama de los puntos temáticos sobre los que versa, invitando al lector a interesarse por el material. Deben incluirse cinco palabras clave en castellano y en inglés. Sugerimos utilizar términos generales de la problemática que abarca el trabajo. Evite incluir palabras que se encuentren en el título del mismo. Las palabras claves son fundamentales para la indexación de los artículos, por lo tanto si son muy específicas pueden resultar irrelevantes. 3.1.4 Encabezados Los encabezados principales deben estar en mayúsculas, los secundarios en minúsculas con negrita, los terciarios en minúsculas cursivas y los subsiguientes en minúscula normal. Siempre alineados a la izquierda, a dos espacios del texto que le precede y a uno del que le sigue. 3.1.5 Citas - Las referencias bibliográficas irán en el texto siguiendo el sistema autor-año. Ejemplos: (Rodríguez 1980) o (Rodríguez 1980, 1983) o (Rodríguez 1980a, 1980b) o Rodríguez (1980). - Se citan hasta dos autores; si son más de dos se cita el primer autor y se agrega et al. - Citas con números de páginas, figuras, o tablas especificadas: (Smith 1977:3), (Jones y Wilson 1971:Figura 2), (Brown 1968:533-534) Utilice los dos puntos para separar el año de publicación con el resto de la 233

Normas Editoriales información adicional. No debe existir un espacio entre los dos puntos y la información adicional. El número de páginas debe ser solamente indicado cuando se utiliza una cita textual en el trabajo. - Autores diferentes citados dentro de un mismo paréntesis o comentario siempre se deben ordenar cronológicamente. Ejemplo: (Coe 1965; Ashmore 1986; Freidel y Schele 1989). Separe las citas de diferentes autores con un punto y coma. - Evitar la referencia op. cit. - Las frases citadas textualmente que tengan menos de 8 líneas tipeadas deben incluirse dentro del texto entre comillas (“”). Las citas textuales que alcanzan 8 o más líneas tipeadas deben ser separadas del texto como una cita en bloque, con una línea de espacio arriba y abajo del bloque. Luego de la cita textual, cite entre paréntesis al autor, el año de la publicación, y el número de página(s). 3.1.6. Referencias Citadas La sección referencias comienza bajo el encabezamiento primario de BIBLIOGRAFÍA. Cada referencia debe tener un espacio con respecto a la siguiente, incluso cuando son varios trabajos del mismo autor. Los autores se hacen responsables de que las referencias sean exactas y estén completas. Todas las referencias citadas en el texto deben aparecer en la lista de la sección referencias citadas (excepto las comunicaciones personales y los materiales de primera fuente), y todas las entradas en la lista deben estar citadas en el texto. Los autores se ordenan alfabéticamente por apellidos. Utilice sólo las iniciales de los nombres (con espacios entre ellos) para primer y segundo nombre de autores y editores, del modo que aparecen en el título de sus trabajos. Sólo la inicial del nombre del primer autor va en el orden reverso. Los nombres de los siguientes autores se separan por comas. Dos o más trabajos del mismo autor deben ser listados cronológicamente. Dos o más trabajos del mismo autor o autores, en el mismo año, deben ser listados en el orden en el cual fueron citados en el texto y diferenciados por letras minúsculas seguidas de la fecha (i.e. 1991a, 1991b). Para números ordinales de edición use: 1ra, 2da, 3ra, etc., separados por puntos. Ordene las partes de cada referencia de la siguiente manera: Autor/es. Fecha. Título. Publicación, número, páginas. Editorial, Lugar. Ejemplo de lista bibliográfica: Ashmore, W. 1991. Site-Planning Principles and Concepts of Directionality Among the Ancient Maya. Latin American Antiquity 2:199-226. Fritz, J. M. 1978. Paleopsychology Today: Ideational Systems and Human Adaptation in Prehistory. En Social Archaeology: beyond Subsistence and Dating, editado por C. I. Redman, M. J. Berman, E.V. Curtin, W. T. Langhorne, Jr. N. M.Versaggi y J. Wanser, pp. 37-59. Academic Press, Nueva York. Schiffer, M.B. 1976. Behavioral Archaeology. Academic Press, New York.

La presente es una versión resumida de la guía estilística; la versión completa incluye mayores especificaciones que deben ser tomadas en cuenta en la preparación de los manuscritos y puede ser solicitada al e-mail de la revista: [email protected] o bajada de la siguiente página web: http://www.lazarandadeideas.com.ar/normas.htm 234

Se terminó de imprimir en Diciembre de 2009, en Rolta (4865-7337), Ecuador 334, Buenos Aires. Cantidad de ejemplares: 300