J.L. SAIZ, NOSOTROS Y LOS MAPUCHES: DISCREPANCIAS VALÓRICAS Y PREJUICIOS
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NOSOTROS Y LOS MAPUCHES: DISCREPANCIAS VALÓRICAS Y PREJUICIOS
José L. Saiz*
RESUMEN Este estudio describe la presencia y magnitud de dos fenómenos intergrupales: el prejuicio hacia un exogrupo y las diferencias percibidas entre los valores que guían la vida personal y los valores que guían la vida de un exogrupo. Además, este estudio pone a prueba la hipótesis de que las diferencias percibidas entre estos valores están asociadas con el prejuicio. En ambos análisis se explora el rol moderador que podría jugar el género de la persona. Una muestra de 200 estudiantes universitarios chilenos, todos no mapuches, respondió una escala de prejuicio hacia los indígenas mapuches y evaluó la importancia que, en su opinión, tienen distintos valores para ellos mismos y para los mapuches. Los análisis revelaron bajos niveles de prejuicio y discrepancia valórica y, como se había hipotetizado, una relación directa entre ambos constructos, resultados que son moderados por el género del participante. Estos hallazgos son discutidos en términos de la naturaleza y fundamentos de la noción de prejuicio empleada, la probable deshumanización del exogrupo y sus consecuencias justificatorias, y la generalización y utilidad de los resultados.
NOSOTROS Y LOS MAPUCHES: DISCREPANCIAS VALÓRICAS Y PREJUICIOS En la perspectiva de un autor clásico (Allport, 1954), este estudio entendió el prejuicio como antipatía, hostilidad, o rechazo que miembros de un grupo (endogrupo) sienten hacia miembros de grupos ajenos (exogrupos). Esta noción de prejuicio, denominada en la actualidad prejuicio manifiesto (ver, por ejemplo, Pettigrew y Meertens, 1995), se basa en la percepción de amenaza procedente del exogrupo y, consecuentemente, en la
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Dr. en Psicología (PPUU), Departamento de Psicología, Universidad de La Frontera.
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evitación de vínculos muy estrechos con miembros de tal grupo. La presencia de prejuicio manifiesto hacia los indígenas, en general, o hacia los mapuches, en particular, ha sido verificada en Chile tanto en poblaciones amplias (p.e., Fundación Ideas y Universidad de Chile, 1997, 2000, 2003; Merino, en prensa; Merino y Quilaqueo, en prensa) como en poblaciones más específicas de estudiantes (p.e., Fajardo, 1986; González et al., 2002, 2003; Saiz, Jerez, Lucero, y Rojas, 1988). A fin de continuar refinando el conocimiento que se tiene sobre este fenómeno, el presente estudio se planteó contribuir con nueva evidencia acerca de la presencia y magnitud del prejuicio hacia los mapuches. Diversas revisiones de la literatura (p.e., Fajardo, 1983; Cornee, Scheepers, y Felling, 2001) revelan que los resultados obtenidos al indagar si los hombres difieren de las mujeres en prejuicio étnico no son concluyentes. De interés es el hallazgo hecho por Gajardo (1983) en estudiantes universitarios chilenos. Este autor, luego de hipotetizar que las mujeres, en contraste con los hombres, presentarían un mayor nivel de prejuicio hacia los mapuches, encontró que estos dos grupos no diferían significativamente. Considerando estos resultados inciertos, el presente estudio se propuso explorar, nuevamente, una posible asociación entre el género de la persona no mapuche y la intensidad de su prejuicio hacia este grupo indígena. Los valores sociales desempeñarían un rol importante en el antagonismo entre los grupos sociales (Gaertner y Dovidio, 1986; McConahay, 1986). En particular, la diferenciación valórica percibida (DVP) entre endogrupo y exogrupo parece ser un factor relevante en la formación y mantenimiento de sesgos intergrupales, incluido el prejuicio. Struch y Schwartz (1989) definen la DVP como la divergencia en el grado de importancia que una persona, como miembro de un endogrupo, asigna a sus propios valores en comparación con el grado de importancia que esa misma persona atribuye a los valores que, supone, tienen los miembros de un exogrupo. De especial interés es el caso en que esta divergencia ocurre a favor de la persona, esto es, cuando la persona considera que los valores son más importantes para ella que para el exogrupo. En tal caso, que podría denominarse DVP positiva, la discrepancia axiológica implicaría una tendencia a deshumanizar a los exogrupos y, por tanto, a correlacionar con antagonismo hacia las personas de esos grupos (Struch y Schwartz, 1989). El mecanismo que conecta la DVP, la deshumanización, y el antagonismo social parece ser el siguiente. Los valores que uno percibe como característicos de un grupo condicionarían la opinión que uno tiene acerca de la naturaleza humana de los miembros de ese grupo (Schwartz y Struch, 1989). Resulta plausible asumir que la gente considera a su endogrupo como definitivamente humano y que utiliza tal condición como criterio de contraste para juzgar la humanidad de los grupos ajenos. Consecuentemente, mientras mayor es la discrepancia percibida entre los valores del endogrupo y del exogrupo a favor del primero, mayor tiende a ser la percepción de inhumanidad que se tiene del exogrupo. Esta diferenciación valórica, al considerar al exogrupo como “menos que humano”, puede constituir una fuerte justificación para ignorar las normas que se oponen a la exprePERSONA Y SOCIEDAD, VOL XVIII No1 / 2004 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
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sión de hostilidad hacia el exogrupo (Kristiansen y Matheson, 1990; Struch y Schwartz, 1989). Respaldando la noción de que la discrepancia axiológica entre endogrupo y exogrupo implica antagonismo vía deshumanización, distintos estudios realizados en Canadá, España e Israel han encontrado que una DVP positiva se relaciona con diversas formas de sesgo adverso hacia las feministas, los homosexuales y/o lesbianas (Haddock y Zanna, 1994; Haddock, Zanna, y Esses, 1993; Quiles, Betancor, Rodríguez, Rodríguez, y Coello, 2003), con intenciones conductuales agresivas hacia exogrupos religiosos (Struch y Schwartz, 1989), con hostilidad hacia personas alemanas (Schwartz y Struch, 1989), y con prejuicio hacia los gitanos, inmigrantes, o minusválidos (Gómez y Ruiz, 2001; Rodríguez-Bailón y Moya, 2003). En Chile, Dunbar, Saiz, Stela, y Sáez (2000), empleando a los mapuches como exogrupo, constataron que estudiantes universitarios no mapuches presentan, en promedio, una DVP positiva, resultado que sugiere el involucramiento de la deshumanización en la percepción de discrepancia axiológica. Además, concordando con los hallazgos previamente señalados, estos autores reportan que mientras mayor es la DVP positiva que tienen estos estudiantes, mayor tiende a ser el nivel de prejuicio que exhiben hacia los mapuches. Lamentablemente, estos autores usaron una medida global de DVP la cual, por su naturaleza indiferenciada, no permite identificar en qué valores particulares ocurre la discrepancia. A fin de superar esta limitación, el presente estudio se propuso indagar, usando a los mapuches como exogrupo, la presencia de DVP, y de su relación con el prejuicio, a través de dimensiones valóricas distintivas. Los antecedentes expuestos permiten hipotetizar, entonces, una relación directa entre la DVP en cada una de estas dimensiones valóricas y el nivel prejuicio hacia los mapuches. Adicionalmente, este estudio se planteó explorar el rol moderador que el género de la persona no mapuche podría tener tanto en la manifestación de la DVP como en el eventual vínculo de ésta con el prejuicio. Tomando en cuenta su demostrada validez transcultural, la presente investigación recurrió a la teoría axiológica desarrollada por Schwartz (1992, 1994) como substrato conceptual para abordar la DVP. Esta teoría define a los valores como creencias acerca de metas deseables o modos de conducta que procuran esas metas, que trascienden situaciones específicas, que varían en su grado de importancia, y que sirven como principios generales para la selección o evaluación de conductas, personas o eventos (Schwartz y Bilsky, 1987). Además, esta teoría plantea la existencia de 10 conjuntos de valores o tipos valóricos (poder, logro, hedonismo, estimulación, autodirección, universalismo, benevolencia, tradición, conformidad, y seguridad), los cuales pueden ser resumidos en dos dimensiones bipolares que incluyen contenidos más generales. Estas dimensiones, por entregar información más parsimoniosa que los tipos valóricos, fueron empleadas en el presente estudio. La primera dimensión opone Apertura al Cambio (APE) versus Conservación (CON). El polo innovador (que incluye a hedonismo, estimulación, y autodirección) recalca la autonomía de pensamiento y acción y la búsqueda de variedad PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XVIII No1 / 2004 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
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y gratificación sensual, en tanto que el extremo opuesto, el polo conservador (que incluye a tradición, conformidad, y seguridad) enfatiza la preservación del statu quo y la certidumbre que éste provee. La segunda dimensión opone Autotrascendencia (TRA) versus Autopromoción (PRO). El polo autotrascendente (que incluye a universalismo y benevolencia) busca la superación de las preocupaciones egoístas y el bienestar de los demás, junto al cuidado de la naturaleza. El polo contrario, el de la autopromoción (que incluye a poder y logro), enfatiza la satisfacción de los intereses personales, aún a costa de los demás. En suma, tres fueron los objetivos de este estudio: 1) Aportar evidencia sobre la presencia y magnitud del prejuicio hacia los mapuches, 2) Proporcionar información sobre la existencia y extensión de la DVP positiva, 3) Examinar la relación entre DVP y prejucio. Este tercer objetivo incluyó la hipótesis de un vínculo directo entre la DVP en cada una de las cuatro dimensiones axiológicas y el grado de prejuicio hacia los mapuches. Los tres objetivos fueron logrados mediante el análisis de datos recolectados en estudiantes universitarios no mapuches de la IX Región de la Araucanía. Para el logro de cada objetivo el análisis consideró, en primer lugar, al conjunto de participantes y, en segundo lugar, a hombres y mujeres por separado. Se eligió a los mapuches como exogrupo por constituir actualmente la minoría indígena más numerosa en Chile (Instituto Nacional de Estadísticas, 2003) y, como se expuso, por ser objeto de rechazo social por parte de la sociedad mayoritaria. Se eligió como endogrupo a estudiantes universitarios residentes en la IX Región de la Araucanía por ser ésta la zona geográfica con mayor porcentaje de población mapuche en relación a la población regional (23,4%; Instituto Nacional de Estadísticas, 2003), situación que incrementa la probabilidad de contacto interétnico. Además de las facilidades de acceso y disponibilidad que implica, la condición de estudiantes universitarios del endogrupo permitió comparar los resultados del presente estudio con investigaciones previas que habían empleado estas mismas poblaciones. MÉTODO PARTICIPANTES
Participó en este estudio una muestra de 200 alumnos (50% hombres) que cursaban segundo año en diversas carreras de pregrado de dos universidades de la IX Región de la Araucanía. Estos estudiantes fueron seleccionados intencionadamente, a) por ser personas que carecían de orígenes mapuches y b) procurando equilibrar la distribución por sexo en la muestra. La edad promedio fue 20,43 (DT = 1,85). El 70% de la muestra provino de la Universidad de La Frontera (UFRO), en tanto que el 30% restante provino la Universidad Católica de Temuco (UCT). La distribución de los participantes según área de estudios fue la siguiente: agricultura (30%), ingeniería (22,5%), ciencias sociales (21%), salud (15,5%), y educación (11%). PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XVIII No1 / 2004 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
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INSTRUMENTOS
Los participantes respondieron una batería de medidas psicosociales, siendo de interés para el presente estudios tres de ellas, a saber, un breve cuestionario de datos personales, la Escala de Prejuicio Negativo hacia el Mapuche (EPNM; Gajardo, 1983) y un procedimiento para medir DVP.1 El cuestionario de datos personales indagó el género, la edad, la carrera, y la universidad de cada estudiante. Además, para propósitos de selección de la muestra, se incluyó la pregunta “¿se considera usted una persona de origen mapuche?”, frente a la cual se podía responder positiva o negativamente. La EPNM consta de 20 afirmaciones que reflejan una abierta animadversión hacia las personas mapuches y mide, por tanto, prejuicio manifiesto. Por ejemplo, dos de estas afirmaciones son: “Debido a su flojera, a los mapuches conviene tratarlos con mano dura” y “Por mucho esfuerzo que se haga para educar a los mapuches es difícil hacerlos cambiar”. El participante debía expresar su grado de acuerdo o desacuerdo con cada afirmación empleando una escala de respuesta con formato Likert. A fin de incrementar la variabilidad de las respuestas, en este estudio se aumentó el número original de opciones de 4 a 7. Así, la escala de respuesta cubrió desde “totalmente en desacuerdo” (0 punto) hasta “totalmente de acuerdo” (6 puntos), con una opción central neutra “ni de acuerdo ni en desacuerdo” (3 puntos). El rango posible de los puntajes totales fue, entonces, de 0 a 120 puntos. Puntajes más altos indicaban niveles mayores de prejuicio negativo hacia los mapuches. Investigaciones previas (Gajardo, 1983; Saiz et al., 1988) han demostrado la confiabilidad y validez de la EPNM al ser empleada en estudiantes universitarios. En el presente estudio, la EPNM exhibió una muy buena confiabilidad por consistencia interna (coeficiente alfa de Cronbach = 0,92). La DVP fue evaluada usando la estrategia desarrollada por Haddock, Zanna, y Esses (1993) a partir de una medida de valores, el Inventario de Valores de Schwartz (IVS; Schwartz, 1992), que ha mostrado adecuadas propiedades psicométricas en poblaciones universitarias chilenas (Saiz, 2003; Saiz, Franz, y Ramírez, 2001; Saiz y Gempp, 1996, 2001). Esta estrategia de medición fue elaborada seleccionando desde la versión chilena del IVS (Saiz y Casullo, 1994) 20 reactivos, dos por cada tipo valórico. Cada reactivo consiste en un valor específico seguido de descriptores entre paréntesis que pretenden clarificar su significado; por ejemplo, “Buenos Modales (cortesía, buenas maneras)”. De hecho, valga como ilustración, los valores “Buenas Maneras” y “Autodisciplina” fueron seleccionados para medir el tipo conformidad. Este listado de reactivos fue presentado dos veces a cada participante. Primero, se le pidió que señalara qué tan importante era
1
Puede parecer redundante que el nombre de la EPNM incluya los términos “prejuicio negativo”. Ello se debe a que la existencia de algunos estereotipos favorables sobre los mapuches (Saiz, 2002) sugiere que los chilenos no mapuches podrían tener, adicionalmente, prejuicio “positivo” o paternalista hacia ese grupo indígena, en el sentido señalado por Glick y Fiske (2001).
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cada valor como principio que guía su propia vida. Esto proveyó información sobre los valores que el participante se asigna a sí mismo (autoatribución). Segundo, se le solicitó al participante que señalara la importancia que, según su parecer, un mapuche típico asigna a esos mismos valores como principios que guían la vida de esa persona. Esto entregó información sobre los valores que el participante asigna a los mapuches (héteroatribución). En cada tarea los participantes utilizaron una escala de respuesta de nueve opciones que iba desde “opuesto a mis/sus valores” (-1 punto) hasta “de suprema importancia” (7 puntos). Para obtener un indicador individual que reflejara la DVP en cada una de las 4 dimensiones (APE, CON, TRA, y PRO), se comenzó computando el promedio de los puntajes obtenidos por el participante en la pareja de valores específicos que medía a cada tipo valórico. Esto proporcionó 20 puntajes (10 en autoatribución y 10 en héteroatribución). Luego, se calcularon 8 puntajes dimensionales (4 en autoatribución y 4 en héteroatribución) mediante el promedio de los puntajes correspondientes a los tipos que integran cada dimensión; por ejemplo, en Conservación el promedio de la dimensión fue obtenido promediando los puntajes de los tipos tradición, conformidad, y seguridad. Los coeficientes alfa de Cronbach en autoatribución y héteroatribución fueron, respectivamente, 0,61 y 0,67 en APE, 0,59 y 0,61 en CON, 0,58 y 0,65 en TRA, y 0,53 y 0,60 en PRO. Estos coeficientes pueden ser considerados aceptables pues estos puntajes están basados en, como máximo, tres puntajes parciales. Finalmente, se obtuvieron 4 indicadores individuales de DVP, uno por dimensión valórica, restando el puntaje dimensional de autoatribución al correspondiente puntaje dimensional de héteroatribución. El rango posible de estos indicadores fue desde –8 a +8. Un indicador DVP positivo señala que el participante asigna más importancia a la dimensión valórica que la que, según cree, le asignan los propios mapuches. Un indicador negativo refleja el patrón inverso. Un indicador igual a 0 señala ausencia de DVP. PROCEDIMIENTO
Previo acuerdo con el profesor de una asignatura, los instrumentos fueron aplicados por dos alumnos avanzados de la Carrera de Psicología de la UFRO durante los 30 minutos finales de una clase regular. Excepto el cuestionario de datos personales, que fue presentado siempre en primer lugar, las medidas de la batería fueron administradas en orden contrabalanceado. Los participantes respondieron los instrumentos de manera voluntaria y anónima. RESULTADOS Y DISCUSIÓN PREJUICIO
El promedio EPNM obtenido por la muestra fue 35,66 (DT = 10,06), indicando que PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XVIII No1 / 2004 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
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los participantes presentan un moderadamente bajo nivel de prejuicio negativo hacia los mapuches.2 Este nivel es muy similar a los reportados previamente por Gajardo (1983) y Saiz et al. (1988) en estudiantes de la UFRO. Al parecer, el prejuicio, tal como es medido por la EPNM, tiende a mantenerse bastante estable a través de sucesivas generaciones de alumnos. Recalcando el relativamente bajo nivel de prejuicio, la prevalencia de participantes prejuiciosos en la muestra fue sólo de 8 %. La prevalencia fue operacionalizada como el porcentaje de participantes que obtiene un puntaje total en la EPNM igual o mayor al punto central de la distribución posible de estos puntajes. En otras palabras, se consideró como prejuiciosos a los participantes que respondieron, al menos, la mitad de los ítemes en una dirección prejuiciosa. La escasa prevalencia de prejuiciosos podría ser explicada apelando a la naturaleza manifiesta del prejuicio medido por la EPNM. Como Pettigrew y Meertens (1995) señalan, este tipo de prejuicio constituye una expresión abierta, “descarada”, de aversión hacia un exogrupo y, por tal motivo, resulta muy probable que muchos estudiantes, presionados por la deseabilidad social, hayan evitado admitir que estaban de acuerdo con las afirmaciones altamente despectivas contenidas en la escala, incluso pese a que su participación en el estudio fue voluntaria y anónima. En la actualidad y como producto de las crecientes coacciones normativas por la igualdad y la tolerancia hacia la diversidad, junto a este prejuicio tradicional han surgido nuevas formas de prejuicio más encubiertas y racionalizadas, denominada genéricamente como prejuicio sutil, que no se expresan en hostilidad abierta sino en incomodidad, inseguridad, disgusto, y miedo (Bobo, Kluegel, y Smith, 1997; Dovidio y Gaertner, 1991; McConahay, 1983; Pettigrew y Meertens, 1995; Sears, 1988). Como estas formas modernas de prejuicio pueden pasar desapercibidas, incluso para el propio sujeto, podría esperarse que medidas de prejuicio sutil hacia los mapuches arrojen una mayor prevalencia de personas prejuiciosas. Con todo, es un dato no menor que sectores del estudiantado universitario, aunque sean minoritarios, reconozcan fuertes sentimientos de desprecio hacia los mapuches. En desacuerdo con los resultados reportados por Gajardo (1983), la comparación por género reveló que los hombres son más prejuiciosos (M = 37,46) que las mujeres (M = 33,84), t = 2,59, p < 0,01. Este resultado indica que el nivel de prejuicio hacia los mapuches varía diferencialmente según el género de los participantes. DIFERENCIACIÓN VALÓRICA PERCIBIDA Los promedios DVP obtenidos por la muestra en las cuatro dimensiones valóricas fueron: 1,60 en APE, 0,62 en CON, 1,26 en TRA, y 1,17 en PRO. El hecho que todos
2
Como se recordará, en este estudio el rango posible de los puntajes de la EPNM fue desde 0 a 120 puntos. A fin de hacer comparable estos puntajes con aplicaciones previas (Gajardo, 1983; Saiz et al., 1988) que usaron un rango posible de 20 a 80 puntos, cada puntaje fue transformado linealmente a tal rango multiplicando el puntaje por 0,5 y sumando una constante de 20.
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los promedios sean mayores a cero indica la presencia de DVP positiva entre estos estudiantes. En otras palabras, los participantes tienden a considerar que estos valores son más importantes para ellos que para los mapuches, situación que genera la posibilidad de deshumanizar al exogrupo. Sin embargo, a juzgar por el rango posible de variación de estos puntajes (-8 a +8), la DVP encontrada es de baja intensidad. La prevalencia de participantes con DVP positiva fue relativamente alta: 90,5% en APE, 67,0% en CON, 78,5% en TRA, y 68,5% en PRO. Así, en las 4 dimensiones valóricas al menos dos tercios de los participantes proporcionó una discrepancia valórica a favor de ellos mismos. De este modo, la DVP, aunque de baja intensidad, fue bastante generalizada. La alta prevalencia de estudiantes con DVP, en contraste con la observada en el prejuicio, podría obedecer a que el propósito de su medición resulta menos transparente para el respondiente. En términos teóricos, la DVP forma parte de los argumentos socialmente aceptados que subyacen al prejuicio sutil (Pettigrew y Meertens, 1995) y es probable que, por tal razón, la DVP comparta en alguna medida el carácter encubierto y sofisticado que define a este nuevo tipo de prejuicio.
Figura 1. Diferenciación Valórica Percibida (DVP) en hombres y mujeres
2.0 1.8
1.72 1.53
1.5 1.39
Promedio DVP
1.48 1.3
1.12
1.0
0.81
0.66
0.8
0.57
0.5
Hombres Mujeres
0.3 0.0 APE
CON
TRA
PRO
Dimensiones valóricas
En la Figura 1 se compara la DVP de hombres y mujeres. La única diferencia significativa surgió en la Dimensión PRO, mostrando los hombres una DVP mayor que las mujeres, t = 3,08, p < 0,01. De este modo, en contraste con las mujeres, los hombres admiten una mayor discrepancia entre ellos y los mapuches en cuanto a la valoración del propio éxito individual y el control sobre personas y recursos. Es interesante advertir que los contenidos axiológicos de la autopromoción son consonantes con los atributos de PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XVIII No1 / 2004 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
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carácter instrumental (por ejemplo, competitivo, individualista, asertivo) que la gente frecuentemente adscribe al rol masculino tradicional, atributos que, a su vez, generan no sólo diferentes expectativas acerca de la conducta de hombres y mujeres sino también diferencias de género en la conducta social misma (Eagly, 1987). En términos culturales, la autopromoción parece ser una dimensión valórica más “masculina” que “femenina”. DIFERENCIACIÓN VALÓRICA PERCIBIDA Y PREJUICIO Los participantes fueron divididos en dos grupos (bajo y alto prejuicio) utilizando como punto de corte la mediana de los puntajes de prejuicio (Md = 34,25). Luego, se comparó a estos dos grupos en términos de los cuatro indicadores de DVP. La Figura 2 exhibe los resultados obtenidos en la muestra completa. Las correspondientes pruebas t de Student revelan que los dos grupos difieren significativamente en cada una de las cuatro dimensiones valóricas (ts > 2,49, ps < 0,01). Todas las diferencias ocurren en la dirección hipotetizada, esto es, el grupo de alto prejuicio obtiene mayores promedios DVP que el grupo de bajo prejuicio, siendo estas diferencias más amplias en CON (g = 0,60) y PRO (g = 0,77). Este conjunto de resultados señala que mientras mayor es el nivel de prejuicio, mayor tiende a ser la discrepancia que se percibe entre los propios valores y los valores atribuidos a los mapuches, siendo esta brecha siempre a favor de los propios valores. La hipótesis sobre una relación directa entre estos dos procesos psicosociales debe ser, por lo tanto, aceptada. Figura 2. Diferenciación Valórica Percibida (DVP) según alto o bajo prejuicio, en muestra total 2,0
1,77
1,83
Promedio DVP
1,57 1,5
1,37
1,01 1,0
0,94 0,56
0,5
Prejuicio bajo
0,22
Prejuicio alto 0,0
APE
CON
TRA
PRO
Dimensiones valóricas
Como se indicó previamente, la DVP forma parte de los argumentos socialmente aceptados en que se sustenta el prejuicio sutil. En particular, estos argumentos se traducen, entre otros aspectos, en culpar a los grupos que son víctima de prejuicio por defender valores tradicionales que en la sociedad dominante no son funcionales para lograr PERSONA Y SOCIEDAD, VOL XVIII No1 / 2004 · UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO
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éxito social y, además, en exagerar las diferencias culturales entre endogrupo y exogrupo, con lo cual se encubre la percepción de inferioridad que se tiene del exogrupo (Morales y Moya, 1996). Conceptualmente, entonces, la DVP constituye uno de los fundamentos del prejuicio sutil y no del prejuicio manifiesto. La constatación en esta muestra de un vínculo empírico entre DVP y prejuicio manifiesto hacia los mapuches sugiere que estos dos tipos de prejuicio están asociados en el sentido que, cuando los mapuches conforman el exogrupo, los prejuiciosos manifiestos tenderían a ser también prejuiciosos sutiles. Apoyando esta idea, Rodríguez-Bailón y Moya (2003) reportan una correlación positiva entre estas dos modalidades de prejuicio empleando a los gitanos como exogrupo. Muy probablemente, la expresión de uno u otro tipo de prejuicio dependerá de la mayor o menor restricción normativa que cada situación particular imponga. La comprobación de la hipótesis sobre el nexo DVP-prejuicio es consistente con la noción de que la discrepancia axiológica de los estudiantes se traduce en rechazo hacia los mapuches a través del recurso justificatorio de la deshumanización de los indígenas. La argumentación implícita podría ser “si los mapuches son menos humanos que yo o mi propio grupo, entonces resulta justificado sentir rechazo y hostilidad hacia ellos”. En cualquier caso, la participación del recurso de la deshumanización debería ser verificada directamente, midiendo tal constructo y examinando sus relaciones empíricas con la DVP y el prejuicio, tal como lo hicieron, por ejemplo, Rodríguez-Bailón y Moya (2003) usando una medida de humanidad percibida. ¿Juega el género del participante no mapuche algún rol moderador en la relación general entre discrepancia valórica y prejuicio? En las Figuras 3 y 4 se exponen los resultados obtenidos al analizar esta relación en hombres y mujeres por separado. Figura 3. Diferenciación Valórica Percibida (DVP) según bajo o bajo prejuicio, en hombres 2,5 2,11
Promedio DVP
2,00 2,0 1,5
1,31
1,39 1,08
1,0
0,73
0,69
0,5
Prejuicio bajo 0,07
Prejuicio alto
0,0
APE
CON
TRA
PRO
Dimensiones valóricas
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Figura 4. Diferenciación Valórica Percibida (DVP) según bajo o bajo prejuicio, en mujeres 2,5 1,82
Promedio DVP
2,0 1,58 1,5
1,40
1,29 1,09 0,92
1,0
0,47
0,33
0,5
Prejuicio bajo Prejuicio alto
0,0
APE
CON
TRA
PRO
Dimensiones valóricas
En los hombres se observa el mismo patrón de diferencias significativas (en este caso, ts > 2,21, ps < 0,03) surgido al examinar la muestra completa. De modo similar, la discrepancia valórica en las 4 dimensiones tiende a acentuarse más entre los hombres con alto prejuicio que entre los hombres con bajo prejuicio. Las dos diferencias más amplias ocurren en CON (g = 0,66) y PRO (g = 0,83). En las mujeres, sin embargo, sólo en tres de las cuatro dimensiones surgen diferencias significativas entre los grupos de bajo y alto prejuicio (ts > 2,66, ps < 0,01), siendo la dimensión APE la excepción. Siguiendo el mismo patrón revelado en el examen de la muestra completa, en estas 3 dimensiones las mujeres con alto prejuicio presentaron mayores discrepancias valóricas que las mujeres con bajo prejuicio. Las dos diferencias significativas más amplias acontecen en TRA (g = 0,58) y PRO (g = 0,57), las cuales son de inferior magnitud a las observadas en los hombres. De esta manera, en las mujeres las discrepancias valóricas no ocurren en todas las dimensiones y, cuando ocurren, ellas son más atenuadas que en los hombres. Este conjunto de resultados demuestra que la relación entre discrepancia valórica y prejuicio involucra a un mayor número de dimensiones axiológicas, y acontece con mayor intensidad, entre los hombres que entre las mujeres. En otras palabras, el nexo general entre estos dos constructos es efectivamente moderado por el género del participante. El hecho que los hombres, en comparación con las mujeres, sean más prejuiciosos, perciban más discrepancias valóricas, y presenten una relación más intensa y generalizable entre estas discrepancias y el prejuicio, parece señalar que, al menos entre estudiantes universitarios, el sesgo social en contra de los mapuches es un fenómeno más masculino que femenino. Este es un tema que requeriría mayor investigación. Resumiendo, el presente estudio aporta evidencia, en estudiantes universitarios no mapuches, sobre la existencia de prejuicio hacia los mapuches y de la percepción de diferencias entre los valores propios y los valores que estos estudiantes asignan a los
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mapuches. Además, este estudio demuestra que una alta discrepancia valórica se asocia a altos niveles de prejuicio. El género aparece moderando tanto la presencia de estos dos procesos como la relación entre ellos. No cabe duda que los estudiantes universitarios constituyen un segmento minoritario y atípico de la población general y, por tanto, los resultados obtenidos en este estudio no son fácilmente aplicables a tal población. Es plausible suponer que los estudiantes universitarios poseen una orientación intelectual, una conciencia social, y un sentido crítico mayores que la población general. Estas características, por jugar en contra de la obtención de resultados significativos, hicieron de este estudio una prueba conservadora. A pesar de ello, el estudio exhibe hallazgos significativos, los cuales, es dable anticipar, deberían ser de mayor magnitud en la población general. Por último, aunque la naturaleza correlacional de este estudio no permite establecer conexiones causales entre discrepancia axiológica y prejuicio, los resultados obtenidos recalcan la importancia de considerar tal relación en los debates sobre las relaciones de la sociedad mayoritaria con los mapuches. Siguiendo a Rodríguez-Bailón y Moya (2003), aunque la gente esté de acuerdo en reconocer y respetar los valores de los mapuches, no debería olvidarse la relación que la percepción de diferencias valóricas guarda con el prejuicio. Quizás, un primer paso para evitar la deshumanización y el rechazo que suele acarrear la percepción de discrepancias valóricas sería abandonar la atribución idiosincrásica de valores y abrirse al conocimiento de los valores que efectivamente importan a los mapuches (Saiz, 2003).
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