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Ni conductoras torpes ni zurdos de contramano

21 oct. 2007 - La escuela de conducción Juan. Manuel Fangio .... joven contó que fue al hospital para hacerse un ... cial Eva Perón, en Granadero Bai- gorria ...
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Información general

Domingo 21 de octubre de 2007

LA NACION/Página 29

Los mitos sobre el manejo: qué dicen los instructores de escuelas de conducción Opinión

Ni conductoras torpes ni zurdos de contramano Continuación de la Pág. 1, Col. 5

ser de los hombres: en general, acusan, las mujeres se acercan a una escuela de conducción luego de una experiencia de aprendizaje frustrada con un familiar o pareja, que termina por ejercer una presión mayor en la aspirante a conductora. En la Dirección General de Tránsito de la ciudad de Buenos Aires, los números avalan la experiencia de los instructores de manejo. En el examen teórico, que refleja el conocimiento de las reglas de tránsito, las mujeres son más exitosas: como ya publicó LA NACION, en lo que va del año el 23% de los hombres no aprobó el examen mientras que, entre las mujeres, sólo el 16% no mostró tener el conocimiento mínimo para pasar a la parte práctica. Arriba del auto, los hombres parecen desenvolverse mejor, pero por una diferencia muy inferior: en lo que va del año, de los 15.098 varones que se presentaron, el 6,7% (1015 aspirantes) reprobó; entre las mujeres, el porcentaje se eleva al 8,7% (954 de 10.923). Fernando Ciucci es instructor de

“Muchos padres dan el auto al hijo, pero no a la hija. A la hora de salir a la calle, las mujeres son más cuidadosas”, dice un instructor manejo desde hace 19 años y se opone a alguno de los mitos que circulan por las arterias viales argentinas. “Las mujeres manejan igual o mejor que los hombres; lo que pasa es que al principio pueden tener menos confianza. Muchas vienen con una experiencia de aprendizaje frustrada con alguna persona cercana y les cuesta largarse a manejar”, explica Ciucci, que trabaja en la empresa Driver’s, que tiene nueve escuelas en la Capital y el Gran Buenos Aires. Este instructor de 37 años cree que es más difícil aprender a manejar de grande. “Los que vienen con más de 30 tienen más miedo. También pasa lo mismo con los que los que vienen a aprender porque se lo obligan en el trabajo, que suelen estar muy presionados”, dice Ciucci, que cree que los zurdos manejan igual que los diestros y que el argentino en general maneja bien pero no respeta las leyes de tránsito. Gabriel, instructor de la misma empresa, cree que para hombres y mujeres lo peor es el miedo. “Es lo primero que hay que sacar y lo que cuesta

más. Por eso, una mujer que quiere aprender porque tuvo un hijo viene muy asustada y le cuesta más”. Las opiniones son parecidas en todas las escuelas de conducción. En Leo-Car, una empresa que funciona en Olivos desde hace 40 años, reciben por año, aproximadamente, a mil alumnos de los que, según calculan, el 65% son mujeres. “Ni los zurdos ni las mujeres tienen problemas para aprender a manejar. Lo que sí pasa en muchos casos es que los padres tienen algún prejuicio y le dan el auto al hijo, pero a la hija, no. Sin embargo, lo que pasa al final es que, a la hora de salir a la calle, las mujeres son más cuidadosas con el auto”, dice Sebastián Díaz, instructor en esa empresa desde hace 12 años. A los que se les complica más, explica, es a los que tienen más de 40 años. “Tienen más reparos y los reflejos no son los mismos que cuando tenían 17 o 18. Eso influye, entre otras cosas, a la hora de frenar”, ejemplifica. Según Díaz, los accidentes que dejan 22 muertos por día en la Argentina no tienen que ver con la capacidad de manejo, sino con cómo interactúan con otros automovilistas. “Falta conciencia sobre la problemática vial”, se lamenta. La escuela de conducción Juan Manuel Fangio, del Automóvil Club Argentino (ACA), es una de las más respetadas de la Argentina. Por sus aulas y autos con doble comando pasan cada día más de 200 alumnos que reciben los consejos de 14 instructores. Entre estos últimos está Jorge Zapata, que trabaja desde hace 10 años en los tradicionales autos amarillos. “Aunque al final aprenden todos, puede ser que a los hombres se les haga un poco más fácil el proceso. Probablemente tenga que ver con que, de chicos, los hombres estamos jugando con autitos y haciéndonos la idea. Igualmente, siempre hay mujeres que me sorprenden con su capacidad”, explica Zapata.

Más difícil de grande “Lo que sí es más difícil es aprender de grande”, continúa. Zapata cree que los argentinos manejan bien porque logran hacer zigzag en una autopista aun cuando parece imposible, pero cree que esto es lo que ocasiona la gran cantidad de accidentes. En este sentido, también destaca a las mujeres: “Son mucho más respetuosas de las leyes de tránsito que los hombres. En los grandes siniestros viales nunca hay una mujer al volante”. A pesar de todos los elogios de los instructores, en ninguna de estas empresas una mujer enseña a manejar.

En Rosario

La beba robada fue entregada a la madre La devolvió la suegra de quien la sustrajo Por Ricardo Luque Corresponsal de LA NACION ROSARIO.– Selene, la beba que el jueves pasado desapareció del Hospital Provincial del Centenario de esta ciudad, fue devuelta ayer a la madrugada por la suegra de la joven que la había robado. La entrega de la beba se realizó ante la policía de la vecina localidad de Granadero Baigorria. La mujer, que vive en un caserío situado a la vera del río Paraná, en el extremo norte del municipio, se presentó en la seccional 24a., preocupada por las consecuencias que el hecho podría ocasionarle a su hijo. Pocos minutos después, un móvil policial salió en busca de la joven que se había apoderado de Selene. La muchacha, de 20 años, fue hallada visiblemente alterada, en compañía de su pareja. “La suegra, que es una mujer conocida en el pueblo, trajo a la beba porque no le cerraba la historia que le contaba la nuera. Sospechó algo raro”, dijo a LA NACION el jefe de la seccional 24a., comisario Omar Moreno. En su declaración ante la policía, la joven contó que fue al hospital para hacerse un examen ginecológico de rutina y que, mientras esperaba ser atendida, salió de una de las salas de internación una enfermera con la beba y, confundiéndola con la madre, se la dejó a su cuidado. La muchacha relató que, después de esperar dos horas en el lugar, tiempo durante el que observó cómo el personal del hospital y de la policía buscaban a una beba perdida, decidió marcharse. Tomó un taxi que la llevó hasta la casa que comparte con su pareja, en Granadero Baigorria.

La joven, que aseguró haber perdido dos embarazos, confirmó que había entrado en la sala de neonatología donde estaba internada Selene, aunque advirtió que lo hizo porque un hombre, que a esas horas no podía ingresar en el lugar, le pidió que llevara un paquete de pañales. Aunque la versión de la joven no fue confirmada, el juez Eduardo Suárez Romero no dispuso su detención sino que quedará alojada en la casa de sus familiares que viven en Rosario y determinó que recibiera asistencia psicológica. La beba, que hoy cumple nueve días, fue llevada al Hospital Provincial Eva Perón, en Granadero Baigorria, donde después de que se le realizara un examen médico y se constatara su identidad, quedó internada en el área de neonatología. Por su bajo peso y exceso de bilirrubina recibió tratamiento de luminoterapia.

Personal aliviado La noticia de que Selene había aparecido alivió al personal del hospital de donde había desaparecido. “Vivimos unos días de pesadilla, con la angustia de que hayan llevado a la beba y de no poder hacer nada para recuperarla. Fue horrible, desesperante. Ahora que la encontraron y sabemos que esta bien vamos a poder festejar el Día de la Madre tranquilos”, se alegró la jefa de Neonatología del Centenario, Laura Levinson. Ayer al mediodía, cuando terminó los trámites en la seccional 24a., la madre de Selene tenía una amplia sonrisa dibujada en el rostro. “Al fin la encontraron, está muy bien, pude amamantarla. Estoy feliz”, confesó a LA NACION María Peralta sin poder ocultar su alegría.

Podemos aprender de ellas Por Jorge Pandini De la Redacción de LA NACION

FOTOS DE HERNAN ZENTENO

Los conos son uno de los primeros desafíos para los que quieren aprender a manejar

El duro desafío de volver a manejar después de diez años Marisa, de 42 años, toma clases para recuperar su licencia Marisa quiere volver a manejar después de una década sin hacerlo. Con sus 42 años y un registro vencido, el método que encontró para retomar el volante es un curso de conducción en una escuela especializada. “En estos años perdí la posibilidad de manejar y me ganó el miedo. La clave, me doy cuenta, es estar tranquila”, dice Marisa, antes de subirse al auto en el que tomará su cuarta clase en la empresa Driver’s. En las primeras clases, lo único que hacía Marisa era mover el volante. Gabriel, su instructor, manejaba los cambios y los pedales desde el doble comando del auto especial de la empresa. “Lo primero que queremos es que vayan tomando confianza en el control del auto y empiecen a medir distancias”, explica Gabriel, antes de que comience la clase. Marisa aprendió a tener todo el control del auto en la tercera clase y ahora le toca volver a intentarlo. “Bien tranquila, como hiciste tan bien el otro día”, le aconseja Gabriel.

Los conos El auto, muy despacito pero sin cabecear, ya se mueve, y la clase avanza por las calles de Villa Devoto. “Hoy, el desafío son los conos”, se anticipa Marisa con confianza. En una calle vacía del barrio, Gabriel ubica los obstáculos para el zig-

En un país donde el machismo no falta, es obvio que al hablar de habilidades conductivas las mujeres lleven las de perder, al menos en el imaginario colectivo masculino. Sin embargo, aunque las estadísticas no muestran diferencias significativas entre los géneros, los datos parecen indicar que ellas son más respetuosas de las leyes, aunque nosotros tengamos menos exámenes prácticos reprobados. Más allá de las observaciones que podamos hacer sobre algunas distracciones a bordo (como aprovechar las detenciones en los semáforos para el último repaso con el lápiz labial), lo cierto es que nosotros, con el celular y otras cuestiones, no nos quedamos atrás. Sin embargo, debo decir que estoy en favor de la igualdad de ambos géneros, pero que, al mismo tiempo, defiendo algunas diferencias, como las que indican que una dama merece de nuestra parte el mayor de los respetos. Lamentablemente, en el tránsito cotidiano es difícil ver actitudes caballerescas por parte de la mayoría de los conductores. El ambiente de nuestras calles y avenidas es extremadamente hostil. Y la prepotencia es esencialmente masculina. En esta lucha motorizada por ganar metros sin sentido y por poner la trompa de nuestro auto primero (sin importar a quienes encerremos en nuestras maniobras temerarias y carentes de cortesía) somos capaces de poner en riesgo también a mujeres que llevan a sus hijos en el auto. * * *

Marisa y Gabriel, el instructor, en el auto especial de la empresa

zag. “Despacio, pero sin frenar en los conos”, pide. Exactamente como reclamó el instructor, el auto avanza con naturalidad y esquiva todos los conos. “Estoy muy contenta, se puede decir. Prueba superada”, festeja Marisa. De regreso a la sede central, Marisa explica que una de las cosas que le daban miedo al principio era que algunos autos le tocaban bocina o se le acercaban demasiado cuando veían que era un auto especial de aprendi-

zaje. “Lo bueno es que a mí me ayuda a entrenarme para cuando salga a alguna avenida peligrosa y me cruce con los imprudentes de todos los días”, dice optimista. “Estos autos despiertan el morbo de las personas que se acercan con sus coches, hacen chistes y gritan cosas –cuenta Gabriel–, como si ellos manejaran tan bien.” Pero Marisa lleva el auto a destino y ya piensa en el objetivo de la próxima clase: aprender a estacionar.

Circulo por la autopista diariamente y estoy harto de ver a los apurados de siempre tirar el auto, colectivo, camioneta, camión u ómnibus, encima de vehículos conducidos por mujeres por el simple hecho de que ellas respetan la velocidad máxima. Esa agresión, que implica un riesgo real para todos, termina con un insulto cuando el descerebrado de turno logra pasar. Es cierto que ellas deben modificar algunos hábitos que no son los mejores a la hora de conducir, como por ejemplo, el uso de tacos altos (tan inapropiados como usar guantes de boxeo para manejar). Pero no es menos verdadero que recuperar la cortesía y los buenos modales, tanto en el tránsito como fuera de él, sería bueno para todos. Probablemente, las mujeres sean más distraídas, pero teniendo en cuenta que son más prudentes a la hora de pisar el acelerador y protagonizan muchos menos accidentes fatales, ¿no sería bueno que también nosotros aprendamos algo?