nenia llora, llora urutaú circus

22 may. 2010 - POR PABLO GIANERA. De la Redacción de La Nacion. CIRCUS. Como el que en círculos. –atento– trota y da vueltas en la pista. Como el que.
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De la Redacción de La Nacion

L

os mitos y epopeyas que fundan una nación no se cuentan ni se cantan en prosa. Que el libro canónico de la Argentina terminara siendo Martín Fierro de José Hernández (en lugar de Facundo de Domingo Faustino Sarmiento, como le habría gustado a Jorge Luis Borges) no abre solamente toda una línea ideológica sino también una opción por la poesía como género fundacional. Verdaderamente, la poesía precede a la prosa y sobreviene también después, cuando la prosa se revela incapaz o insuficiente para nombrar ciertas cosas. Para el poeta Leopoldo Lugones, aquello que la prosa no podía nombrar ni constituir era justamente la patria. La elevación del gaucho a la condición de emblema nacional y la poesía gauchesca misma, tempranísimo ejemplo de literatura política en el Río de la Plata, fueron invenciones de poetas. En las conferencias que constituyen El Payador (1913-1916), Lugones definió al gaucho como “el campeador del ciclo heroico que las leyendas españolas inmortalizaron siete u ocho siglos antes”. Martín Fierro era para el autor de Lunario sentimental –incidentalmente, precursor del ultraísmo– el epítome estilizado de semejante gaucho y eso alcanzaba también la lengua: “Es la corrupción fecunda de una lengua clásica, la germinación que empieza desorganizando la simiente”. El libro canónico de la Argentina fue entonces un poema, Martín Fierro, elegido por otro poeta, Lugones. Como todos los aniversarios redondos, los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo alientan consideraciones retrospectivas, arqueos de la cultura. En la literatura, esos balances tienden a realizarse materialmente en volúmenes antológicos. Para el Centenario, Juan de la Cruz Puig preparó su Antología de poetas argentinos. Cien años después hay ya por lo menos –el avance del año puede deparar todavía más– cuatro antologías de poesía argentina. Ante todo, el monumental libro 200 años de poesía argentina que el crítico Jorge Monteleone preparó para Alfaguara y que aparece en estos días. Luego, el volumen bilingüe español-

CIRCUS Como el que en círculos –atento– trota y da vueltas en la pista. Como el que atento, alrededor de ese centro, da vueltas y trota. Como el que trota y da vueltas en la pista atento: olfateando su hocico el terror del tormento.

Leónidas Lamborghini

inglés que seleccionó el poeta Daniel Samoilovich y tradujo Andrew GrahamYooll y que publicará y distribuirá en agosto, durante la Feria de Fráncfort, el Ministerio de Relaciones Exteriores. En tercer lugar, La poesía del siglo XX en Argentina, con selección de Marta Ferrari, ya aparecido en España en una coedición entre Visor y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Por último, otro poeta, Jorge Fondebrider, convocó para la editorial Bajo la luna a diez poetas para que ellos eligieran a otros poetas. De las cuatro, sólo la de Monteleone cubre claramente el siglo XIX, y es notable que dos de esas tres (las de Monteleone y la de Samoilovich) incluyan poetas nacidos hasta 1959. En cualquier caso, los cuatro volúmenes podrían ser complementarios, en la medida en que no incluyen necesariamente los mismos nombres y, cuando lo hacen, difieren los poemas elegidos. Samoilovich, poeta él mismo incluido en dos de las otras antologías y excluido de la propia, tomó, como Ferrari, poetas nacidos en la primera mitad del siglo XX, con dos excepciones hacia delante y hacia atrás: Mirta Rosenberg (1951) y Oliverio Girondo (1891). Por lo demás, el único antecedente de antología bilingüe de poetas argentinos del siglo XX

era hasta ahora la de William Shand, publicada en 1969, y que, por la época en que se publicó, abarcaba evidentemente al menos una generación menos. Las razones por las que Monteleone y Samoilovich excluyen a las generaciones más jóvenes son semejantes: vasta circulación en Internet y en antologías anteriores; entre las más recientes y notorias, New Poetry in Argentine-Nueva Poesía Argentina, preparada por Gustavo López y lanzada el año pasado por Perceval Press, la editorial del actor Viggo Mortensen. El libro de Alfaguara tiene un perfil más nacional y popular (se incorporan por ejemplo letristas del tango). El hecho de que el primer poema de ese tomo de más de mil páginas sea la “Marcha Patriótica”, de Vicente López (el Himno Nacional Argentino desde la Asamblea del año XIII) no debería ser un dato desdeñable. En O juremos con gloria morir. Historia de una Épica de Estado, el ensayista Esteban Buch llamó la atención sobre la opción sonora que está en el primer verso del poema. Sus nueve estrofas arman un relato acerca de la existencia de una nación. Pero el primer verso (“Oíd mortales el grito sagrado”) pone las cosas del lado de los sentidos y los sonidos. Observa Buch: “La nueva nación se anuncia ante todo por una doble señal sonora, este grito de ‘libertad’ y ese ruido de cadenas que se rompen. Grito y ruido: el primero, lingüístico, articulado… el otro material e inarticulado. […] La canción es metáfora de su propio comienzo”. La imagen cifra algo de la poesía argentina misma. Al margen de su evolución inmanente, esta poesía admite leerse como una especie de contracanto (ya sea en términos de reacción o de aquiescencia) del presente en que fue escrita. Por ejemplo, las vanguardias de los años 20, los poemas de Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo, serían impensables sin las celebraciones y las nostalgias suscitadas por la modernización de Buenos Aires. O incluso la música intelectual que se escucha secretamente en los poemas que Alberto Girri escribió de la década de 1960 en adelante interpela ciertos desbordes vitalistas de su época, y no solamente en la literatura. La profusión de la poesía argentina tal vez sea incomparable con la de otros países de América latina. Justa-

Fabián Casas

Alejandra Pizarnik

Leónidas Lamborghini

Silvina Ocampo

Leopoldo Lugones

Bartolomé Hidalgo

POR PABLO GIANERA

NENIA LLORA, LLORA URUTAÚ En idioma guaraní, una joven paraguaya, tiernas endechas ensaya cantando en el arpa así, en idioma guaraní: ¡Llora, llora urutaú en las ramas del yatay; ya no existe el Paraguay donde nací como tú— Llora, llora, urutaú! En el dulce Lambaré feliz era en mi cabaña; vino la guerra, y su saña no ha dejado nada en pie en el dulce Lambaré. ¡Padre, madre, hermanos! ¡ay! todo en el mundo he perdido; en mi corazón partido sólo amargas penas hay— ¡Padre, madre, hermanos! ¡ay! De un verde ubirapitá mi novio, que combatió como un héroe en el Timbó, al pie sepultado está de un verde ubirapitá. Rasgado el blanco tipoy tengo en señal de mi duelo, y en aquel sagrado suelo de rodillas siempre estoy, rasgado el blanco tipoy. Lo mataron los cambá no pudiéndole rendir; él fue el último en salir de Curuzú y Humaitá— ¡lo mataron los cambá! ¡Por qué, cielos, no morí cuando me estrechó triunfante entre sus brazos mi amante después de Curupaití! ¡Por qué, cielos, no morí!... ¡Llora, llora, urutaú, en las ramas del yatay; ya no existe el Paraguay, donde nací, como tú— Llora, llora, urutaú!

Carlos Guido y Spano Sábado 22 de mayo de 2010 | adn | 5