mundo rural y cambio sociai AWS

75 J. García E scudero: De Cánovas a la República. Madrid, 1951. Abundantes notas de interés en Fernández Almagro, Malefakis y La- comba, ya citados. 76 S. A znar: Despoblación y colonización. Barcelona, 1930. J. Ca- randell: Distribución y estructura de la propiedad rural en la pro vincia de Córdoba. 1934. J. M. A ...
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MUNDO RURAL Y CAMBIO SOCIAI

DOCUMENTACION SOCIAL REVISTA DE ESTUDIOS SOCIALES Y DE SOCIOLOGIA APLICADA Núm. 32

Julio-Sept. 78

Consejero Delegado: Esteban Ramírez Director: José Navarro

Consejo de Redacción: María Antonia Gallén Angel López de Torre Pilar Malla Miguel Roiz Rafael Rubio

EDITA:

CARITAS ESPAÑOLA San Bernardo. 99 bis, 7.°

MADR1D-8

CONDICIONES DE SUSCRIPCION Y VENTA España: Suscripción a cuatro números, 500 ptas. Precio de este número: 3 2 5 pesetas. Extranjero: Suscripción, 14 dólares. Número suelto, 5 dólares.

DOCUMENTACION SOCIAL no se identifica ne­ cesariamente con los juicios expresados en los trabajos firmados.

DOCUMENTACION SOCIAL REVISTA DE ESTUDIOS SOCIALES Y DE SOCIOLOGIA APLICADA

Depósito legal: M. 4.389.— 1971 Imprenta Sáez. Hierbabuena, 7. Madrid-29

SUMARIO 5



1 La conflictividad campesina y la dinámica so­ cial agraria. José Sánchez Jiménez

45



2 La reforma agraria en la España contempo­ ránea. Julio Artillo González

79



3 Estrategia de clases y reformismo agrario. Miguel Roiz Célix

99



4 Estructura de la empresa agraria. José María Alonso Torréns

119

#

5 La vía asociativa-cooperativa en el marco de la autogestión agraria. Angel López de Torre

143



6 Mundo rural y cambio social.

161



7 La mentalidad rural en España. Miguel Roiz Célix

183



8 Cultura rural y dependencia campesina. Jesús Contreras.

193

#

9 Equipamiento familiar y colectivo del mundo rural español. José María Alonso Torréns

Carlos Abaitúa

Anexo: 213



10 Algunos problemas del campo andaluz.

220



11 Bibliografía.

n.° 32

julio-septiembre T97B

índice

CONFLICTIVIDAD CAMPESINA Y DINAMICA SOCIAL AGRARIA Por José Sánchez Jiménez D o c to r en H is to ria P r o fe s o r de H is to ria C o n te m p o rá n e a en la U n iv e rs id a d P o n tific ia de S a la m a n c a

INTRODUCCION C uando en la sociedad a ctu a l se h a ce p resen te la con flictivid ad cam p esin a, co n tin ú a utilizando, junto a fo rm a s ap ren d i­ das en la y a clá sica con flictivid ad in d u strial y u rb a n a , sus esp ecíficas m a n e ra s de reacció n : aq u ellas en las que se m ez­ cla n in d istin tam en te los m ecan ism os de defen sa con los t r a ­ dicionales sistem as de resp u esta, de agresión y h a s ta de e x ­ p resión vital. E ste fenóm eno y su análisis no es hoy n uevo p a ra los ojos del h isto riad o r, aú n m enos p a ra los del te ó rico de las cien cias h u m an as en sus m últiples vertien tes. Desde los m is­ m os orígenes h istóricos de la sociología se h a ido m an ifes­ tan d o u n a dicotom ía ra d ic a l que divide sus enfoques teóricos; es la con trap osición en tre u n a visión de la e s tru c tu ra com o «orden social», y u n a im agen to talm en te opuesta: el orden com o la ilusión que o cu lta los «conflictos sociales» que des-

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g a rra n la vida c o le c tiv a 1. F ren te a u n a te o ría del «consensus», los enfoques cen trad o s en la con m in ación y el con flicto tr a ta n tam b ién de e x p lica r el p asad o y p resen te hum an os. L a exp li­ cació n del cam bio, del devenir, m ed ian te uno u otro sistem a se realiza, en definitiva, siem pre al resp ald o de las ideologías que los b asan . Los h om b res en sociedad, a firm a B arb e r, son an im ales v alo rad o res que sienten p referen cias: se con sid eran unos a otros su p eriores o in feriores; se tr a ta n com o m ejores o peores; en o tra s p alab ras, se valoran segú n v a ria s e s c a la s 2. L a dife­ renciación, pues, y la valoración de las d iferen cias d an las b ases a u n a com unidad, de m odo que la d esig u ald ad social se con vierte en req u isito p a ra que la p rop ia e s tru c tu ra social m arch e. Y com o la d esigualdad, en a firm a ció n de D ah ren dorf, sign ifica siem p re la g a n a n c ia de los unos a co sta de los otros, c a d a sistem a de estra tifica ció n social lleva en sí m ism o la p ro testa c o n tra su propio p rincipio y la sem illa de su p rop ia s u p e ra c ió n 3. P or lo tan to , si h ay m ovim iento, si h a y dinam ism o d en tro de la socied ad ru ra l y en sus d iversas exp resion es a g ra ria s , n ecesariam en te existe el con flicto en su seno, laten te o m a n i­ fiesto, exp resión de un sistem a co activ o de in te g ra ció n social, cu yos elem entos, individual o colectivam en te, con trib u yen al dinam ism o, al c a m b io 4. L a e s tru c tu ra social de la com u n id ad ru ra l, donde el h om ­ b re o rg an iza el suelo en u nidades de p rod u cción o e x p lo tacio ­ nes, y u tiliza el te rrito rio con fines ag rario s, c o n ta rá n e ce sa ­ riam en te con la te n e n cia o no te n en cia de la tie rra , y las di­ v ersas relacio n es que de la m ism a su rgen , p a r a p la n te a r u n a

1 C. M oya: Poder y conflicto social: Ralf Dahrendorf y C. W. Mills. En «Revista Española de la Opinión Pública», (20), abril de 1970; página 31.

2 B. B arber : Estratificación social. Análisis comparativo de es­ tructura y proceso. Trad. española en F. C. E. Méjico, 1964; pági­

nas 11-77. 3 R. D ahrendorf.- Sociedad y libertad. Madrid, 1966; pág. 193. 4 Ibídem, pág. 189. Siempre, comenta este autor, encontraremos conflictos allí donde existen sociedades humanas. Cfr. págs. 180-1.

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7 e stra tifica ció n social in tern a, u n a e stratificació n re la tiv a pro­ pia, ten g a o no la m ism a fu e rz a d en tro y fu e ra del m e d io 5. El apoyo en la p ropiedad de la tie rra com o p rim e r dato vin cu lan te p a ra u n a d eterm in ad a e stratificació n social, y las con secu en cias que este hech o g en era en sus diversos niveles de v aloración , responde a u n criterio objetivo, u n iversalm en te acep tad o , bien com o válido en sí, bien com o hech o criticab le, a ta ca b le en cu an to u n a sociedad c o n cre ta así lo c o n s id e ra 6. De todos modos, el recon ocim ien to de la propiedad y el trab ajo, e n tre otros, com o criterio s objetivam en te válidos de e s tra ti­ ficació n p erm ite en este caso sen tir y coin cid ir en u n a e s tra ­ tificació n social cuyo fu n cion am ien to g e n e ra en u n a conflictivid ad social, exp resión de su prop ia d in ám ica, ta n to in te rn a com o h a cia a f u e r a 7. P o r o tra p arte, M. W eb er hizo fam o sa la distinción en tre las tres dim ensiones de la sociedad: el orden económ ico, r e ­ p resen tad o p or la clase ; el orden social, rep resen tad o por el status, y, fin alm en te, el orden político, rep resen tad o por el p artid o 8. C uando en la vida ru ra l se ob serva la relig ació n e n tre te n e r y poder y la co n sid eración del status en función de los otros dos órdenes, siem pre bajo el con d icion am ien to de tra d ició n y h eren cia, a p esar de la v aried ad in fin ita de tipos de a g ric u ltu ra y de gén eros de vida a g rario s, re su lta lógico co n clu ir que estas poblaciones tien en cosas en com ún, las m ism as en que coinciden a la h o ra de v a lo ra r, exigir, p ro testar, re a c c io n a r o a ta c a r.

5 L uque B aena : E stu d io a n tr o p o ló g ic o s o c ia l d e un p u e b lo d e l S u r . Madrid, 1974; pág. 109. D. S evilla G uzmán y A. G ámiz L ópez : E str u c­ tu r a e s p a c ia l d e la s fo r m a s d e te n e n c ia d e l a tie r r a e n E sp a ñ a . En «Revista de Estudios Agro-sociales» (74), enero-marzo de 1971. Pá­ gina 111. 6 T. B. B ottomore: In tr o d u c c ió n a la s o c io lo g ía . Barcelona, 1967. G. G urvitch : T e o r ía d e la s c la s e s s o c ia le s . Madrid, 1971. 7 R. S tavenhagen : L a s c la s e s s o c ia le s e n la s s o c ie d a d e s a g r a r ia s .

Méjico, 1969. Pág. 20, nota 1. 8 M. W e b e r : E c o n o m ía y s o c ie d a d . Méjico, 1969. Dos vols. Cfr. Vol. I. Cap. IV. Cfr. tb. C. M. R ama: I d e o lo g ía s , r e g io n e s y c la s e s s o ­ c ia le s e n la E s p a ñ a c o n te m p o r á n e a . Montevideo, 1963. (Existe recien­ te reimpresión en España.)

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Econ om ía de su b sisten cia, exp lo tació n a g r a r ia fa m ilia r p oco p ró sp era y som etid a a las v ariacio n es del clim a y a la ca p richosidad de la d em an d a en m om entos de b u en a cosech a, p a ro endém ico, estacio n al o p erm an en te, m odos de exp lotación in­ suficien tes y m al re p a rto de la tie rra , jorn ales escasos y e x ­ cesivas c a rg a s fiscales y de otro tipo: dem asiad os m otivos p a r a p e rm a n e ce r en pasividad, frecu en tem en te in te rp re ta d a com o secu lar y clásica. El c a r á c te r difuso del resen tim ien to cam pesino, la f a lta de u n a d o ctrin a idónea y la im posibilidad de u n a o rg an izació n o p o rtu n a h ab ía im pedido en el siglo x ix cu a lq u ie r aso ciació n de c a r á c te r g en eral y p erm an en te, an u lan d o así la posibilidad de co n v ertir la re v u e lta en un sistem a razo n ad o y coord in ad o de conflictos. Fue, p or esto, la filosofía a n a rq u ista la que p red om in an tem en te se con virtió en «evangelio», en fu e rz a m ís­ tic a de u n a m a sa d esh ered ad a que esp erab a la red en ción p o r el re p a rto , m ed ian te reivin d icacion es y satisfaccio n es con si­ guientes a co rto p la z o 9. Si el an arq u ism o re cié n em pren d id o en A n d alu cía, con fu e rz a o rg an izativ a p erm an en te, llegó a r e c h a z a r cu alq u ier o rg an izació n je rárq u ica , e ra p re cisa m e n te p or u n a exp erien cia v ital que id en tificab a fo rm a s o rg an izad o ­ ra s con exp lotación y abuso. L a asim ilación en la vid a re a l de poder político y riq u eza, de fu e rz a ju ríd ica con posibilidades económ icas, p a re c ía obligar, al m enos h a s ta el C ongreso C ons­ titu y en te de la C. N. T. en 1910, y el p o sterio r in crem en to de la U. G. T. en d eterm in ad as p rovin cias an d alu zas, a u n a especial intensidad en el m ovim iento cam pesino, c a ra c te riz a d o p or su carácter violento, m an ifiesto o clandestino, en re sp u e sta a la violen cia e stru ctu ra l m an ten id a: la de la distribución de la tie rra y la propiedad de la m ism a; la a ctitu d eco n ó m ica 9 E. J. Hobsbawn: Rebeldes primitivos. Barcelona, 1968. Pági­ nas 117-43. De milenaristas califica Hobsbawn los movimientos de los braceros en Andalucía del latifundio, como milenaristas resulta­ ban las posturas descritas por J. Zugasti o C. Berlando de Quirós, mantenidas y defendidas por los bandoleros, apoyados y defendidos por la sierra para su desarrollo y mantenimiento defensivo. Es la sierra en estos casos el más perfecto guerrillero, individualista en excesivo y difícilmente asimilable a los movimientos sociales de la época de la Restauración.

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y social de los p atron os; su in flu en cia y p a rticip a ció n en el p oder político a todos los niveles (recu érd ese, com o h a señ a­ lado C alero, a las tro p as del ejército segando, en Je re z , g ra c ia s al fa v o r p restad o p or las au to rid ad es m ilitares a los te r r a ­ tenientes, las cosech as que los h u elgu istas se h ab ían n egad o a r e c o le c ta r )101.

1.

A gitacion es cam p esin as a principios del siglo X X

Se sigue, pues, de m odo gen eral, com o en la segu n d a m itad del siglo x ix , rep rod u cien d o casi sistem áticam en te la p ro te sta p or crisis de su b sisten cias en tod as las zonas ru ra le s del país; p ro te sta que responde a un m ovim iento m ás «popular» que «proletario», aunque en sus ra íce s d iferen ciad o ras region ales se aco m p añ e o se m otive p or todo u n acerv o de quejas a c u ­ m u lad as, trasm itid as de g en eració n en g en eració n y n o rm a l­ m en te vividas en la p ro p ia ca rn e en los m om entos en que m alas co sech as o cu alq u ier otro evento, in tern o o extern o , favoreée la rá p id a subida de los precios de consum o y el to d av ía m a y o r d escab alam ien to del p resu p u esto fam iliar n. En este sentido se aú n an en u n a p ro te sta com ú n no sólo los pueblos donde el n ú m ero de asalariad o s del cam p o es gran d e, sino tam b ién los «propietarios pobres», los del m inifundio g a ­

10 J. D íaz del M oral: H isto r ia d e la s a g it a c io n e s c a m p e s in a s a n ­ d a lu z a s . C ó r d o b a (A n te c e d e n te s p a r a u n a r e fo r m a a g r a r ia ) . Madrid, 1963. Págs. 182ss. J. S ánchez J im énez : V id a ru r a l y m u n d o c o n te m ­ p o r á n e o . Barcelona, 1976. Págs. 88ss. A. M. C alero : M o v im ien to s s o c ia le s e n A n d a lu c ía (1820-1936). Madrid, 1976. Págs. 28ss. C. E. L ida: A n a r q u is m o y re v o lu c ió n e n la E s p a ñ a d e l sig lo XIX. Madrid, 1973. 11 J. D íaz del M oral: Op. cit. Cap. VII. Insiste en que la catástrofe colonial, reavivada por la presencia de los repatriados, la prepara­ ción de los adelantos agronómicos, la intensificación de los cultivos junto con el proceso parcelario de grandes fincas y la agitación republicana son las nuevas circunstancias ambientales en que se produce la agitación agraria cordobesa. Conviene, por supuesto, no olvidar la acción de la propaganda, el mitin, la prensa, el folleto y la correspondencia.

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llego y a s tu r ia n o 12, tam bién, en p arte, el vasco y el n a v a ­ r r o 13; los de las tie rra s castellan as, donde con m ás fu e rz a p ren d e el sindicalism o cató lico a g ra rio , tra ta n d o de ev itar, así, com o A. M onedero d irá m ás ad elan te, que los pequeños p ro ­ p ietario s «se alcen algú n día, com o ejército del h am b re, a co g er lo que se g u a rd a , tom án d ose la ju sticia p or su m ano» 14. E n las region es c a ta la n a y lev an tin a, el m ás p ron to desenvol­ vim iento del sindicalism o facilitó el paso a la h u elg a com o re sp u esta social y m ecan ism o de p oder m ás eficaces y p e r­ m an en tes que la m e ra explosión c o y u n tu r a l15. Las accion es in m ed iatas del pod er público y las resp u estas p a tro n ales fren te a la exp lotación de quejas y a las h u elgas de la p rim e ra d ecen a del siglo co n tin u ab an m an ten ien d o el clá sico y g ra d u a l sistem a trad icio n alm en te aplicado: a lo ja ­ m ientos de los jo rn alero s en p aro en tre los p rop ietarios de la localidad; el re p a rto de p an y com idas desde el A y u n ta ­ m ien to e in stitu ciones de carid ad ; a rre g lo de cam in os con ca rg o a l p resu p u esto e sta ta l o m un icip al, y, cu an d o no e ra n sufi­ cien tes las an terio res salid as p a ra con trol del p roblem a, el re cu rso a la rep resión , exp licad o y ju stificad o com o v ía de orden y solución a p eligrosas alteracio n es. L a p resen cia de la G u ard ia Civil en los cam p os y pueblos de E sp a ñ a y su a c tu a ­ ción com o fu erza de ord en ju stifica esta lu ch a p or la n o rm a12 J. A. D urán : Agrarismo y movilización campesina en el país gallego (1875-1923). Madrid, 1977. 13 B. F ernández y J. G irón : Aproximación al sindicalismo agrario en Asturias (1906-1923). En «La Cuestión Agraria en la España Con­

temporánea» (edic. a cargo de José L. García Delgado. VI Coloquio de Pau). Págs. 151-200. Tb. J. Ruiz de A rcaute : Las Cajas Rurales en Navarra. Inédita Memoria de Lie. Facultad de CC. SS., Instituto So­ cial León XIII. Madrid, 1978. Tb. A. E lorza: El tema rural en la evo­ lución del nacionalismo vasco. En «La Cuestión Agraria...», ya citado. Págs. 457-521. Tb. J. J. C astillo : Notas sobre los orígenes y primeros años de la C. N. C. A. En «La Cuestión Agraria...». Pági­ nas 201-257. 14 A. M onedero: Siete años de propaganda. Madrid, 1951. Pág. 159. Tb. J. G arcía N ieto : Sindicalismo cristiano en España. Bilbao, 1960. Tb. G arcía V enero : Historia de los movimientos sindicalistas espa­ ñoles. Madrid, 1961. 15 E. G iralt , A. B alcells y J. T erm es : L os movimientos sociales en Cataluña, Valencia y Baleares. Barcelona, 1970.

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lidad cu an d o h ab itu alm en te re su lta im posible el con trol y la segu rid ad púb licas 16. E ra , desde 1890, sobre todo, la co n tra p ro ­ p u e sta a las «sociedades de resisten cia» de las region es a g r a ­ ria s de C astilla y del Su r, casi siem pre in te rp re ta d a s com o «un insulto a las clases p atron ales» 17. L as m an ifestacion es y m otines espon tán eos de 1898 en p ro te sta p o r la subida de precios en los artícu lo s de p rim e ra n ecesidad, esp ecialm en te en el p recio del p an 18; las h u elgas de 1901, año de m a la co sech a g en eral; las de 1902, cie rta m e n te m ás escasas; las de 1903, desde ab ril h a s ta octu b re, en todo el valle del G uadalquivir, Sevilla, Cádiz, M orón, C órdoba y Je re z , e tcé te ra , cu an d o se co m en zab a a co n o cer la fu e rz a o rg a n iz a ­ d o ra de los líderes y el cam pesino an d alu z vivía el sueño de la «hu elga gen eral», d esco n certab an a las au to rid ad es y a los p atron os. N adie, co m en tab a Díaz del M oral, a c e rta b a a in te r­ p re ta r la actu a ció n de las sociedades de cam p esin os 19. P ro g re ­ sab a la c re e n cia en el rep arto , con un m esianism o ciego y con c a r á c te r com p letam en te prim itivo, sin otro rem edio p a ra los p atron os, en m ás de u n a ocasión, que el h a c e r concesiones al objeto de no p erd er la cosech a, al p a r que las au torid ad es se veían fo rzad as a la p rotección del jo rn alero in m ig ran te y al m an ten im ien to del orden con m edidas re p re s iv a s 20.

16 G. B renan : A l su r d e G ra n a d a . Madrid, 1974. Idem: L a fa z a c ­ tu a l d e E sp a ñ a . Buenos Aires, 1964. 17 J. D íaz del M oral: Op. cit., págs. 201ss. R. C a rr ¡ E sp a ñ a , 1808­ 1939. Barcelona, 1968. Pág. 431. 18 P. C onard y A. L qvett: P r o b lé m e s d e V ev a lu a tio n d e co ü t d e la v ie e n E sp a g n e. L e p rix d u p a in d e p u is le m ilie u d u X lX e s ié c le . En «Melanges de la Casa de Velázquez», V. 1969. Tb. J. M ontojo S u r e -

L a p o lític a e s p a ñ o la s o b r e trig o s y h a r in a s . Años 1900-1945. del M oral : Op. cit. Pág. 197. Tb. E. M alefakis : R e fo r m a a g r a r ia y re v o lu c ió n c a m p e s in a en la E s p a ñ a d e l I sig lo XX. Barcelo­ n a, 1970. Pág. 172. S. M oret : E l p r o b le m a s o c ia l a g r a r io e n E sp a ñ a . 1910. D. A bad de S antillán : H isto r ia d e l m o v im ie n to o b r e r o es p a ñ o l. da:

19 J. D íaz

Méjico, 1960. Págs. 502-3.

20 I nstituto de R eformas S ociales : M e m o r ia a c e r c a d e la in fo r m a ­ c ió n a g r a r ia e n a m b a s C a stilla s, p o r A. A lvarez B uylla y G. A leg r e .

Madrid, 1904. Págs. 17-18 y 37-39. A. M. C alero : i Op. cit. Pág. 11.

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1.1.

El problema agrario en el Mediodía de España

L as ag itacio n es cam p esin as del Su r, an alizad as y a p o r la Com isión de R eform as S ociales en 1883, al p ro n u n ciarse sobre los prob lem as del cam po; a g ra v a d a s de nuevo, com o a c a b a de in d icarse, en 1901 y 1902, p ro v o caro n en 1903 el inform e oficial a c e r c a de los ob reros a g ríco las p ublicado en 1905 p o r el Ins­ titu to de R eform as S o c ia le s 21. P o r si ello no b a sta b a , co m e n ta P a scu al C a r r ió n 22, la re a l orden de 6 de feb rero de 1903 co n ­ vocó un co n cu rso sobre el tem a «El p ro b lem a a g ra rio en el M ediodía de E sp añ a: conclusiones p a r a a rm o n iz a r los in te­ reses de p ro p ietario s y obreros; m edios de a u m e n ta r la p ro ­ ducción del suelo». Al co n cu rso se p resen ta ro n 74 m e m o ria s desde m u y diversos gru p os y secto res sociales; y la M em o ria que la C om isión n o m b rad a p a ra ad ju d icar al prem io p re se n ta al In stitu to de R eform as S ociales a c u s a en sus juicios lo q u e el propio co n cu rso e x ig ía com o base: la b ú sq u ed a de a rm o 1 n ización p a ra in tereses en con trad os; el in ten to de lo g ra r unam ejor p rod u cción del suelo. Las ag itacio n es cam p esin as y las m an ifestacio n es de d escon ten to dejan de an alizarse, y p re o cu ­ pa, sobre todo, la b ú sq u ed a de la arm on ía, la ru p tu ra de la ato n ía econ óm ica cam p esin a, ta n p rofu n d am en te con d icion ad a p or la situ ación global del territo rio . El an álisis detenido de las quejas a las que las resp ectiv as M em orias se d ed ican es sim ilar al que o frecen los lab rad o res de las dem ás region es de E sp añ a: «Los ag rav io s a la ag ricu ltu ra » : «Exceso de las contribuciones; escasez y carestía de los medios de comunicación; falta de abonos naturales y precio elevado de los químicos; ensañamiento de la usura por lo escaso de los capitales, y ausencia de créditos para los labra­ dores y aún para los propietarios; deficiencias y trabas de la Administración Central, y corrupciones de la municipal; ne­ gación de justicia para los más numerosos y falta de amparo para el jornalero, a quien en cambio solicitan y atraen los 21 C. B ernaldo de Q uiró s : El Instituto de Reformas Sociales. Eft «Revista del Trabajo» (25), 1969. Págs. 151-8. I. L ópez P ena : L os orí­

genes del intervencionismo laboral en España: el Instituto de Refor­ mas Sociales. En «Revista del Trabajo» (25). Págs. 7-44. 22 P. C arrión : L os latifundios en España. Madrid, 1932. Pág. 39.

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predicadores de toda clase de violencias; desigualdad de las lluvias, productora de la sequía; atraso e ignorancia de la población rural, y todo esto agravado por el estado moral y religioso de las clases trabajadoras, por la rutina de los cul­ tivos y por las ocultaciones que los grandes propietarios consiguen al amparo de la extensión de sus fincas, con las que hacen más insoportable la carga de los pequeños, sobre quienes recae el consiguiente aumento de la contribución...» 23 . El tin te co n serv ad o r de las M em orias no im pide, p or su­ puesto, la en u m eració n de cau sas que «justifican» el conflicto: p resu p u estos fam iliares de «anem ia» (pág. 13); «la can tid ad de tie r r a in cu lta y ab an d on ad a» (pág. 15); «las m a sa s de tie ­ r r a d ed icad as a la c ría de reses b ravas» (pág. 16); «el cultivo llam ad o extensivo, que req u iere tres unidades de tie rra , la sem en tera, la ra s tro je ra y el b arb ech o p a ra cu ltiv a r u n a sola» (pág. 16); «el absentismo de los ricos» (pág). 16), y, fin al­ m ente, «el absentism o forzad o del ob rero, conden ad o a vivir m eses en teros en la g añ an ía, sep arad o de su fam ilia» (p ági­ n a 17). Al final, p or supuesto, el co n tra ste y d isgregación en tre ca u sas y con secu en cias se m an tien e in tacto . L as cau sa s a n a ­ lizad as llevan al o b rero a «sentir en su alm a, prim ero, la a m a rg u ra ; después, el odio a u n a sociedad que le con d en a a la d esesp eración , y luego, la p ro te sta a ira d a y violen ta a que le em pujan, azu zan d o sus enconos, los que p red ican los proced im ien tos de violen cia com o el ú n ico m edio de m ejo rar la situ ación de las clases m e n e s te ro s a s 2324. El rem edio difícilm ente llega a la solución del conflicto. A p a rte las refe re n cia s «a que todos los ob reros lle g a ra n a ser p rop ietarios», la n ecesid ad de u n a a cció n e sta ta l y, a veces, la lib ertad de a ctu a ció n de las sociedades o b r e r a s 25, el re cu rso 23 I nstituto de R eformas S ociales : Memoria que la Comisión nom­ brada... El problema agrario en el Mediodía de España... Madrid,

1904. Pág. 10. 24 P. C arrión : El problema agrario andaluz. Publicado en «Estu­ dios sobre la Agricultura Española». Ed. a cargo de J. L. García Del­ gado. Madrid, 1975. Págs. 107ss. I nstituto de RR. SS.: Memoria ya citada. Pág. 17. 25 X. M. D onezar : Situación defr obrero agrícola en el Mediodía de España a principios del siglo (Datos para su comprensión). En «Re-

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definitivo ofrecido en las M em orias, se b ifu rca: Si queréis re­

solver la cuestión social, rehaced la moral por medio de la instrucción y la religión, y la agricultura, por medio de la química. R EFO RM A R ALGO PA RA CO N SERVARLO TODO co rre s ­ pondía, en efecto, a las e x p e cta tiv a s y concep cion es sociales de los p rop ietarios, tem orosos de ag itacio n es cam p esin as de c a r á c te r r a d i c a l 26. Las h u elgas que desde 1904 p roliferan , ofrecen unos h u el­ g u istas que insisten en las peticiones de m ejores salarios, m e­ jores condiciones de tra b a jo y la lu ch a c o n tra el destajo; p ero son p recisam en te los p atron os los que se sienten m ás a fe c ta ­ dos p o r la p érd id a del prin cip io de au torid ad , p or la fa lta de segu rid ad p erson al y las exig u as g a ra n tía s p a ra la p ropiedad y el trab ajo . El m al inviern o de 1904, cu an d o la ag ita ció n o b re ra p a re ­ cía d ism in u ir y la e x tra o rd in a ria sequía de p rim a v e ra en 1905, de esp ecial g rav ed ad en A n d alu cía, p ro v o caro n escasos jorn ales y p an caro , ro g a tiv a s con im ágen es religiosas y alo­ jam ien to de obreros, su scrip ciones exig u as y algú n co rto t r a ­ bajo en o b ras púb licas m unicipales, y las re v u e lta s y m otines co m en zaro n con los asalto s a ta h o n a s y estab lecim ien to s de com estibles, p etición de trab ajo en los A yu n tam ien tos y ocu p acion es de fin cas m al cu ltiv ad as p a r a o b lig ar a los p ro ­ p ietarios a d arles tr a b a j o 27. P ero las p reocu p acion es por la su b sisten cia in m ed iata, «la desilusión, la d iscord ia in testin a y, sobre todo, el ham bre» a ca b a ro n con aq u ella in ten sa eclosión de en tu siasm o ob rero al resp ald o de ideas y o rgan izacion es vista Internacional de Sociología (2.a época) (3 y 4), julio-diciembre de 1972. Págs. 131-172. Es la exposición detallada del contenido de unas de las Memorias que obtuvo accésit en el concurso abierto por real decreto de febrero de 1903, la realizada por Francisco Fuentes Cumplido, con el lema «El problema agrario resuelto por los obreros agrícolas». 26 M. P érez L édesma: El problema agrario en Andalucía a prin­ cipios de siglo, en «Agricultura y Sociedad» (3), abril-junio 1977, Págs. 266. 27 P. C arrión : Op. cit. Pág. 33. El Gobierno, de hecho, aparte de algunos millones dedicados a obras públicas, no proporcionó soco­ rros ni dinero ni perdonó contribuciones, como se pedía.

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de m a n e ra ta n ráp id a a com o h ab ía sido su últim o d e sp e rta r en 1902. «En 1906, a firm a Díaz del M oral, el m ovim iento ob rero cam p esin o quedó to talm en te extinguido» 28, sin m ás co se ch a p a ra el jo rn alero que el «desaliento» y la «sumisión», a p e sa r de la p erm an en cia so terrad a, en pequeños com ités, de en se­ ñ an zas lib ertarias e ilusiones de rep arto . Este letarg o en la «lu ch a de clases» cam p esin a h ab ía de d u ra r en A n d alu cía, a nivel p opular, h a sta diez años m ás tard e.

1.2.

Un modelo de huelga campesina en Castilla

La ola de h u elgas y las resisten cias cam p esin as de 1904 a p a re ce n asim ism o en o tras region es de típico predom inio m in ifundista; y la lu ch a p or la asociación , al ab rigo de las o rgan izacion es o b reras socialistas g erm in ab a en p rovin cias de C astilla la V ieja y León. La M em oria a c e rc a de la in fo r­ m ació n a g r a r ia en am b as C astillas que p ublica, en 1904, A lvarez B uylla en el In stitu to de R eform as Sociales, re la cio n a las h u elgas cam p esin as castellan as con el d esarrollo de aso ­ ciacion es socialistas en T ie rra de C am pos, co n cre ta m e n te en U nión de Cam pos, B ecilla de V ald erad u ey y M edina de Rioseco, posiblem ente éste es el m unicipio m ás rep re se n ta tiv o de la co m a rca , en la p ro v in cia de V alladolid, donde las sociedades de ob reros m an ten ían p referen cias y org an izació n socialistas. L a explosión de la h u elg a cam p esin a en M edina de Rioseco se c o n c re ta a los m eses de m arzo, ab ril y julio de 1904, en plen a ép oca de siega. En los m eses de ab ril y m ayo, y al ab rigo de la Sociedad O b rera, posiblem ente socialista, co n stitu id a por los peones ag ríco las el 12 de feb rero de 1904, las p re te n ­ siones no p arecen o tras que la sim ple m ejo ra del jornal. En m arzo p recisam en te su rgió la p rim era d esav en en cia en tre p atron os y ob reros a la h o ra de a r ic a r los sem brados. L a ca re s tía del p an y alim entos, la exigü id ad del jo rn al y el te m o r de los lab rad o res a la Sociedad O b rera c re a ro n el e n fre n ta ­ 28 J. D íaz

del

M oral:

Op. cit. Págs. 211 y 214.

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m iento, cu an d o los ob reros pidieron com o jo rn al 2,25 p esetas d iarias, m ás ad elan te reb ajad o a dos p esetas a n te los consejos del alcald e que a c tu a b a com o m e d ia d o r29. L a resp u esta p atro n al no fue o tra que la solicitud de p ro­ tecció n de la fu e rz a p ú b lica y la fu n d ació n de u n a S ociedad de L ab rad o res, con p rom esas de alojam ien to obrero, jorn ales de 10,50 p o r se m a n a desde m arzo a noviem b re y de 9,50 desde d iciem b re a feb rero, som etidos a revisión c a d a vez que su­ b iera el p recio del pan , soldadas v eran ieg a s de siega e n tre 125 y 150 p esetas, según el p recio del trig o en septiem bre, se­ g u ro s de p aro , en ferm ed ad y «botica» p o r plazo de tre s m eses, re tiro s de vejez de 50 cén tim os si el tiem po de c o b e rtu ra su­ p e ra b a los q uince años, e tc . 30. Com o no n a ce el acu erd o y los colonos a rre n d a ta rio s com ­ p lican la situ ació n al n o a c e p ta r ni su b id a de salario s ni aso ciació n o b rera, estalló la h u elg a y su rgió el con flicto e n tre am b as so cie d a d e s31. P a re ce ser, segú n el «N orte de C astilla» in form a, que lo que dificultó esp ecialm en te el entendim iento y tra jo la h u elg a a p a r tir del d ía 7 de m a rz o no fue ta n to el to tal del jo rn al com o la e x ig e n cia de re n u n c ia a uno de los m ás sag rad o s y leales d erechos, el de asociación : «La huelga, triste, mansa, silenciosa, ha surgido, aunque inesperada, no precisamente porque el elemento patronal y a los obreros les separasen abismos anallanables, ya que unos y otros han hecho mucho para aproximarse y entenderse, y hoy puede añadirse que se hallan aproximados y casi enten­ didos respecto del tanto del salario y otros puntos esenciales. Ha surgido la huelga, como tantas otras, por una cuestión accidental, que ha pasado a ser primaria, por un punto de honor cuya abdicación exige indirectamente una clase y a cuya renuncia se niega Ja otra» 32 29 Cfr. El Socialista, 24 de junio de 1904. Tb. El Norte de Castilla, 3 de julio de 1904. 30 La Crónica de Campos, 6 y 13 de marzo de 1904. El Norte de Castilla, 9 de marzo de 1904. 31 La Crónica de Campos, 13 de marzo de 1904. El Norte de Cas­ tilla, 9 y 13 de marzo de 1904. 32 El Norte de Castilla, 9 de marzo de 1904. Abundan en los mis­ mos días, en las páginas de El Socialista, noticias sueltas sobre la m archa de la sociedad en los municipios de Tierra de Campos, Unión de Campos, Villalón, Bolaños, etc.

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R esulta, sin duda, in teresan te, en el an álisis de este con ­ flicto o b serv ar cóm o no se tra tó de u n a re sp u e sta a u n a situ ación de crisis de subsistencias, ni de u n a o rg an izació n o b re ra sólida, firm e, p roced en te de u n a id ea o de u n a d oc­ trin a que elab o ra m ecan ism os ordenados de acción . M ás bien p a re ce que se asiste a u n a secu en cia lógica de aco n tecim ien ­ to s que sorp ren d e a sus m ism os p ro tag o n istas:

«Mientras tanto —es el comentario del N o rte d e C a stilla —, la huelga se declara. Las máquinas agrícolas permanecen he­ rrumbrosas en los corrales y cobertizos, se agrupan los obreros inactivos bajo los soportales de la calle Mayor y los campos abandonados y solitarios esperan» 33. Los peones, sin em b argo, ayu d ad os en el p rim er m om ento p o r la resp u esta fav o rab le del p u e b lo 34, sin co n fia r en las g a ra n tía s individuales del grem io de los lab rad ores, y sin p e r­ d e r de vista, p o r supuesto, la fu erza de la solid arid ad p rove­ n ien te de la asociación , ten ían co n cien cia de la n ecesidad de u n a solución u rgen te:

«Tras un largo invierno en el que el trabajo en el campo se hizo imposible, han tenido que arrastrar tres meses de penu­ ria entre la carencia de salario y la carestía de la tahona» 35. Los patron os, que en este caso no e ra n latifu n d istas, ta m ­ bién n ecesitab an de u rg en te solución. El tem or, por últim o, de to d a la p oblación an te la p ersp ectiv a de u n a m a la cosech a, después de la pésim a del año an terio r, tam b ién p a re cía a y u ­ d a r a la con clu sión de «hostilidades». El dom ingo 27 de m arzo se a co rd a ro n u n as bases que «sirvieron p a ra que el tra b a jo volviera a los cam pos aban d on ad os m ás de vein te días» 36.

33 E l N o rte d e C a stilla , 9 de marzo de 1904. 34 Ibídem.

35 I nstituto de R eformas S ociales: Memoria... sobre ambas Cas­ tillas. Una suscripción popular para subvencionar a las necesidades de los huelguistas recauda 3.000 pesetas, con aportaciones de co­ merciantes, industriales, particulares y ayuntamientos, acostumbra­ dos desde tiempos remotos a acudir en auxilio de los trabajadores. 36 E l N o rte d e C a stilla , 22 de marzo de 1904.

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En los m eses de invierno el jo rn al se rá de 44 reales; y la soldada v e ra n ie g a q u ed ará en tre 28 y 35 duros, según la im ­ p o rta n cia de la co sech a y el p recio de cotización del t r i g o 37. A unque en el m es de ab ril se firm an los co n trato s, cu an d o se creían n orm ales las relacio n es lab orales, la celeb ració n en V alladolid del C ongreso de la F ed eració n de T rab ajad o res de la co m a rc a caste lla n a en los días 6 y 7 de m ayo, y el m an ifies­ to final del C ongreso señ alan d o la fo rm ació n de u n a S e c re ta ­ ría en M edina de R ioseco viene a sig n ifica r la con exión p ri­ m e ra o el fo rtalecim ien to de u n a con exión an te rio r, al p a re c e r no vin cu lan te, con la sociedad v alliso letan a L a P ro g re siv a , de c a r á c te r a n a r q u is ta 38. A p rim eros de junio el p rob lem a surgió cu an d o cie rto s ob reros que no h ab ían en co n trad o trab ajo tra s los co n tra to s de abril, co m u n icaro n su d escon ten to y p ro v o caro n en los d em ás deseos de re v isa r co n trato s y salario s en vísp eras y a de la re c o le c c ió n 39. Los p atron os, cu an d o a d v irtiero n sín tom as de ag itació n en vísp eras de cosech a, se a d e la n ta ro n pidién­ doles proposiciones, que la Sociedad fijab a a finales de junio de m a n e ra especial en un m ínim o de tre in ta duros p or la ca m p a ñ a de veran o, obligación de c o n tra ta r a los ob reros asociados, jorn al de cin cu en ta reales en ép o ca de sem en tera, siete h o ras de descan so en la fa e n a v eran ieg a, etc. Y a n te la n eg ativ a p atro n al, la in tran sig en cia del p acto y la a m e n a z a de p aro total, a p esar de que «el ced er de unos es la ru in a y el ced er de otros, el h am b re»: «El grano se caerá sin que nadie siegue las espigas, porque ellos no trabajarán ni consentirán que trabajen otros» 40. La fa lta to tal de ayu d a, tan to m o ral com o econ óm ica, p o r p arte del vecin d ario y posiblem ente tam b ién la e x ig e n cia im p eriosam en te im p u esta desde La P ro g re siv a de re sistir a

37 La Crónica de Campos, 3 de abril de 1904. 38 El Norte de Castilla, 29 de marzo de 1904, y La Crónica de Cam­ pos, 3 de abril de 1904. 39 Instituto de R eformas S ociales : Memoria..., antes citada. 40 El Norte de Castilla, 3 de abril de 1904.

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tod a costa, provocó el debilitam iento in tern o de la Sociedad y la b ú squeda de m edios am istosos y p acíficos p a r a el e n ten ­ dim iento con los lab rad ores. E sta división in te rn a en tre aso ­ ciados, la fa lta de recu rso s y la d iscreta am e n a z a p atro n al de d ejarlos sin trab ajo , hizo que las deserciones com en zasen en el seno de la m ism a Sociedad, cu an d o se com en zaron a re a liz a r co n tra to s con aquellos ob reros que la ab an d on ab an . Los obreros con segu ían , al m enos de m om ento, tra b a jo y m e­ jores salarios; y los lab rad o res h ab ían lograd o disolver la Sociedad. La am en aza de h u elga in m ed iata sólo h ab ía d u rad o esta vez no m ás de tres días» 41.

1.3.

Agitaciones agrarias en Galicia.

Es p recisam en te en G alicia, con u n a densidad de población que a principios de siglo dobla la de E sp añ a, donde m á s seriam en te el fraccio n am ien to del te rre n o con d icion a los asen ­ tam ien tos h u m anos, h ab itu alm en te disem inados en innum e­ rab les ald eas disp ersas y en ca sa s aislad as; la m ás típ ica co n ­ n otación «no u rb an a», con un h am b re de tie rra s v o ra z y u n a «dem anda segu ra, firm e y sostenida» de propiedad, m a rc a d a s casi siem pre por un p asado, por un la stre señorial, el v e rd a ­ dero g en erad o r de la n u ev a b u rg u esía re n tista : foreros, pues, que p ag an foro y, a la vez, co b ran re n ta s a los labriegos que las cu ltiv an en a p a rc e ría o a rrie n d o 42. P roblem a, por tan to, de propietarios y rentistas, que no de lab riegos o c a m ­ pesinos trab ajan d o d irectam en te la tie rra . Propiedad, en de­ finitiva, m uy dividida; pero m al rep a rtid a , donde la fra g m e n ­ ta ció n de exp lotacion es se con vierte en el m ejor antíd oto con ­ t r a el socialism o y el m ejor resp ald o a la dom inación y a la

41 La Libertad, 28 de junio de 1904, y El Norte de Castilla, 3 de julio de 1904. 42 En un telegrama oficial, del que se remitió copia al Instituto de Reformas Sociales, fechado el 7 de julio de 1904, el gobernador civil interino comunicaba al ministro de la Gobernación el fin de la huelga y la solución de la misma en breve plazo en algunos otros pueblos.

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d e p e n d e n cia 43, las v erd ad eras bases sociales y de p od er del caciq u ism o gallego que re a liz a su fu n ción política, a p rin ci­ pios del siglo, u n as veces ad ap tán d ose el tu rn o y o tras, la m ay o ría, m ed ian te «la p erm an en cia sin tu rn o, que e ra la ley en á re a s no u r b a n a s » 44 U n a d em an d a de tie rra s m u y su p erior a la oferta, en u n a situ ación g en eralizad a de p erviven cia, re sp a ld a b a al sistem a foral, p ro v o cab a u n «p roletariad o de p rop ietarios d im inu­ tos» 45 y p erm itía, finalm ente, d e s c a rg a r ad em ás sobre colo­ nos y a p a rce ro s las c a rg a s con trib u tivas. La elab o ració n del Código Civil y la m a rc h a h a cia el su ­ frag io u n iv ersal se co n v ierte en los últim os o ch en tas del si­ glo x ix en el m ejor p retexto , bien p a ra lo g ra r la p e rm a n e n ­ c ia en nom b re de la propiedad, de fo rm as co n su etu d in arias de posesión y dom inio, o bien p a ra ag iliz a r al cam pesino en la acció n p olítica en c o n tra de la a ris to c ra c ia e h id algu ía foristas. L a a ctitu d del lab riego co n tra los im puestos, a le n ta d a en los últim os años del siglo por u n a b u rg u esía in te re sa d a en la m ejor ren tab ilid ad de sus prop ias tierra s, y tam b ién en e­ m ig a de nobles e hidalgos, con oce d iversas explosiones c a m ­ p esinas en P o n tev ed ra (1892), com o años an tes en L a C o ra ñ a (1886), rep etid as su cesivam en te en O rense (1892), P o n te­ v e d ra (1894) y S an tiag o de C om postela (1896). Y los m otivos se rep iten en tie rra s de viñedo, donde la filo x e ra y los im ­ puestos p ro v o caro n la ru in a, y las m ovilizaciones c o n tra los recau d ad o res fu ero n ta n g en eralizad as y b ru tales que las fu erzas de la G u ard ia Civil, p a r a p ro tecció n de re ca u d a d o re s y p a ra la im posición del orden, d ebieron m ás de u n a vez ser p o ten ciad as con fu erzas del E jército en pie de g u e rra co n tra los p aisanos. E n el m otín de M ag ares (Toén), en 1896, los al­

43 J. G arcía F ernández .- Organización del espacio y economía ru­ ral en la España atlántica. Madrid, 1975. Tb. J. A. D urán : Op. cit. Págs. 3-4, 13 y 131. 44 J. A. D urán : Crónicas-2. Entre el anarquismo agrario y el libre pensamiento. Madrid, 1976.

45 J . A. D urán : Historia de caciques, bandos e ideologías en la Galicia no urbana (Rianxo, 1910-1914). Madrid, 1972. Pág. 13.

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d eanos q u em an en el h orn o público al alg u acil y ap ed rean a los au xiliares de la ju sticia cu an d o tra ta b a n de a v e rig u a r a c e r c a del caso y n o tificarles el fallo del juez en un conflicto de f o r o s 4647. Si R icard o M ella, en el últim o c u a rto del siglo x ix a c h a ­ c a b a la em ig ració n g alleg a a la im posibilidad de cu m p lir con el fisco y a las c a rg a s excesiv as de foros, censos, u su ­ re ro s y «todo gén ero de gabelas», el m a le sta r del gallego, que siente la c a r g a de las pensiones, au n q u e a p a re z ca resign ad o, v a a e n co n tra r com o soluciones tan to el to m arse la ju sticia p or su cu e n ta com o la v ía del so c ie ta ris m o 41. L as sociedades a g ra ria s se extien d en por B etanzos, C h an tad a, V alle y ViIlarino en O rense; y ech a ra íce s con fu e rz a en Vigo, Tuy y P o n teareas: tod as in teresad as en la m ejo ra de la vid a del la ­ b riego y, al m ism o tiem po, rab io sam en te an ticaciq u istas, lu ­ ch an d o p or la red en ción del foro c o n tra los re p a rto s de la r e ­ ca u d ació n de consum os y co n tra las cam p a ñ a s eclesiásticog u b e rn ativ as in teresad as en la disolución de las so cie d a d e s48. Dos o rgan izacion es fu n d am en tales, «Solidaridad G allega» — «inteligente y a tra c tiv a p a ra el b u rgu és independiente»— 49 y la «Unión C am pesina» — c re a d a por in flu en cia de los a n a r ­ q u istas coru ñ eses— , p a rtid a ria s la p rim era de la red en ción del foro m ed ian te indem nización, y la segu n d a de la c a n c e ­ lación p u ra y simple del m ism o, lo g ran desde 1907, no obs­ ta n te la tensión en tre am b as, a u n a r in tereses individuales y p ro v o car accion es so cietarias en la b ú squeda de soluciones a las com plejas realid ad es políticas y sociales del en torn o cam p esin o gallego. Si a com ienzos de 1907 no p asab an de 80 las sociedades ag rícolas, en 1910 so b rep asab an las 500, aso ­ 46 G. B renan : E l la b e r in to es p a ñ o l. París, 1962. R. C arra : Op. cit. Pág. 404. 47 J. A. D urán : A g r a r is m o ... Pág. 80. Idem: H isto r ia d e c a c i­ q u e s ... Pág. 106.

48 P. R ovira: E l c a m p e s in o g a lleg o . A p u n tes s o b r e su c o n d ic ió n s o c ia l. Madrid, 1904. Págs. 74 sigs. 49 C. B ernaldo de Q uirós y F. R ivera P astor: E l p r o b le m a d e los fo r o s en e l n o r o e s te d e E sp a ñ a . Ins. de R. S. Madrid, 1923. Tb. J. A. D urán : A g rio s d e l m in ifu n d io ... En «Revista Española

de la Opinión Pública» (33), 1973.Págs. 23-110, espec. 35 ss.

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cian d o a m ás de 200.000 cam pesinos: u n a fu e rz a social y polí­ tic a cla ra m e n te indiscutible. En 1907, en un ce rta m e n social y litera rio celeb rad o en P on teved ra, se p rem ia u n a m em oria, la de J a v ie r V a lca rce O cam po, titu la d a «La R edención de los Foros» 50, y la S ocie­ d ad A g ra ria de Teis (Vigo) to m a com o p ro g ra m a de reden­ ción antiforista la a rg u m en tació n y la e stra te g ia de V a lca rce , dando origen de este m odo al m ovim iento a n tifo ra l que c a ­ ra c te riz a al «ag rarism o gallego» 51, de cla ro in terés social y de objetivos tam b ién políticos p a ra la b u rg u esía d irecto ra. El últim o en fren tam ien to local, y quizá el m ás san grien to, co n el «orden» y con la «ley» es el que se p ro v o ca en el añ o 1909, an tes de que los a n arq u istas coru ñ eses tom en el cam in o del d estierro, con ocasión de los p rob lem as surgidos en la in terp reta ció n de la p ropiedad com ú n del m on asterio de O sera. L a p ecu liar con cep ción de la propiedad eclesiásti­ c a y el en fren tam ien to con la G u ard ia Civil de aquellos c a m ­ pesinos que ocu p ab an tie rra s y se n eg ab an a p a g a r el foro, las c a rg a s y los im puestos, g en eraro n en h u elg a religiosa y en el rig o r rep resivo de los ay u n tam ien to s caciquiles. L a lu ­ c h a con la G u ard ia Civil costó diez m u ertos, la m ay o ría m ujeres. Las sociedades a g ra ria s re b a s a ría n m u y p ronto las líneas red en cio n istas h a s ta im p on er la abolición de las c a rg a s y el boicot al pago de las ren tas. Desde fin ales del siglo x ix , la p ecu liar a cció n cam p esin a g a lle g a e stab a p asan d o p or la m ás in ten sa e in eq u ívoca tran sfo rm ació n , y la lu ch a c o n tra el foro, h a s ta su to tal d esap arició n en 1936, m a rc h a rá jalo­ n a d a p or u n a co n stan te alte ra ció n de posiciones fre n te a u n a p olítica m u n icip al c e rra d a m e n te caciq u il y ce n tra lista . E l in terés cam p esin o q u ed ab a igu alm en te cifrad o en la co n ­ secu ció n de u n a p olítica esp ecíficam en te « g a lle g a » 52.

50 J. A. D urán *. 51 J . A. D urán :

Crónicas-2... Pág. 125. Agrarios del minifundio. Los antiforistas del Di­

rectorio de Teis. En «Revista del Trabajo». Madrid (47), 1947. Pág. 37. 52 J. A. D uran : Agrarismo..., ya citado. Pág. 282.

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23 2.

A cción sin d ical y acció n política. El p rotagon ism o de la h u elga a g ra ria .

Sin u n a o rg an izació n m ín im a y sin unos ca u ce s de poder — m ás fáctico que ju ríd ico— re su lta ría imposible no y a el triu n fo, sino la m ism a explosión de h u elga, la m an ifestación e x tre m a y «civilizada» del conflicto. A quellas ag itacio n es c a m ­ p esin as h a s ta a h o ra referid as p resen tan casi siem pre u n a c a r g a so cietaria p referen te, un in ten to de d efensa socioprofesion al a tra v é s de sociedades de resisten cia, au n cu an d o las élites de poder, los núcleos de dirección, estén com pues­ tos p or m ilitan tes cercan o s al socialism o o al a n a rco sin d ica ­ lism o. A sociaciones, por o tra p arte, coyunturales : n u m erosas y ágiles en épocas de crisis y de atm ó sfera esp ecialm en te con ­ flictiv a, p a ra q u ed ar red u cid as, en m om entos p osteriores de c a lm a real o ap aren te, a la p u ra in scrip ción sin con secu en ­ cias. V a a ser p recisam en te la acció n sindical de la U. G. T., sistem atizad a a nivel oficial en los con gresos celeb rad os en M ad rid en los años 1902, 1905 y 1908, y la acció n del p artid o socialista, desde principios de siglo, las que m ás d ire cta y eficazm en te vin cu len acció n sindical y acció n política p a ra u n a con q u ista del p o d e r 53. El con trol del an arq u ism o en el inm enso m ovim iento a g ra rio an d alu z y la cre cie n te im p or­ ta n c ia de las o rgan izacion es a n arco sin d icalista s co n v e rtirá n ig u alm en te a las trad icio n ales ag itacio n es cam p esin as en un m ovim iento hondo, e stru ctu rad o , co n ecta, si no d irectam en te, sí en cu an to a tiem po y efectos, con los con flictos de los p escad ores, los de los ob reros del fe rro c a rril y los m in eros de R iotinto y L in a r e s 54. A p a rtir de 1910 se in icia con m ay o r brío la o rg an izació n a n a rq u is ta en A n d alu cía, y en 1913 se a ce le ra el m ovim iento sin d ical cu an d o alg u n as asociacion es de cam pesinos c a ta la ­ n es p ro y ectan a u n a r a todos los de su oficio con vocan d o y

53 J. A. D uran : Historia de caciques... Pág. 113. 54 V. M. A rbeloa y J. A isa : Historia de la U. G. T. Madrid, 1974.

M. T uñón de L ara: El movimiento obrero en la historia de Es­ paña. Madrid, 1972. Págs. 402-4.

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,

celeb ran d o en C órdoba, en la te r c e r a sem an a de ab ril, ei C ongreso sin d icalista p en in su lar. E n él se h a ce «profesión de fe sindicalista» y se c re a la F ed eració n N acion al de A g ri­ cu ltores. Su órg an o de p ren sa, «La Voz del Cam pesino», y su lem a, «La tie rra p a ra los que la trab ajan » , ju n to con la t á c ­ tic a con d en a de cu alq u ier tá c tic a p o lític a 55. L a ú ltim a m an ifestació n de conflictividad agraria esta­ cional, an im ad a con el fe rv o r del C ongreso cordobés y con la fu n d ación recien te de la F ed eració n N acion al de A g ricu lto ­ res, supuso, en junio de 1914, en p resen cia de u n a b u en a co ­ se ch a de cereales, la m ay o r p ro liferació n de h u elgas en la s p rovin cias de Cádiz y Sevilla. A n tes de em p ezar la re co le c­ ción, las sociedades o b reras, dom in ad as p o r el m ás vivo vo­ lu n tarism o revolu cion ario, p resen taro n a los p rop ietarios u n a serie de peticiones lab orales que en el tra n scu rso de la h u el­ g a se co n v irtiero n tam b ién en sociales y p olíticas, al e x ig ir ta n to el recon ocim ien to de las asociacion es o b re ra s com o la d efensa y apoyo de la revolu ción social. La n e g ativ a de los p rop ietarios lanzó a la h u elg a a ca to rc e m unicipios, sevillanos y de Cádiz, algu n os de los cu ales se in clin aron h a c ia la h u elg a gen eral. A p e sa r de la a b u n d an ­ cia y rep resión de la fu e rz a p ú b lica y los e n carcelam ien to s gen erales, la h u elg a e ra m an ten id a en Je re z y U tre ra , lo m is­ m o que en S an lú car, p or las p rop ias m u jeres en un lograd o in ten to de m a n ten er el boicot a p atro n o s y esquiroles, y sólo la a ctu a ció n de los gob ern ad ores civiles logró la im posición de laudos a ob reros y a p atron os c u y a excelen te p e rsp e ctiv a de co sech a aconsejó ced er an tes de que la p érd id a fu e ra total. En otoño e invierno se rep itiero n los conflictos, lo m ism o que a p rincipios del v eran o de 1915 56. 55 I nstituto de R eformas S ociales.- M e m o r ia r e d a c t a d a p o r la C o ­ m isió n ... c o n d ic io n e s d e t r a b a jo e n la s m in a s d e R io tin to . Madrid,

1913. E. V aquero: D el d r a m a d e A n d a lu c ía : r e c u e r d o s d e lu c h a s r u r a ­ les y c iu d a d a n a s . Córdoba, 1923. 56 J. D íaz del M oral: Op. cit. Pag. 243. Tb. J. M au rice : P a r a u n a

m e to d o lo g ía d e l p r o b r e m a a g r a r io e n la E s p a ñ a C o n t e m p o r á n e a . P r o b le m á t ic a d e l es tu d io r e g io n a l: A n d a lu c ía . IV coloquio de Pau,

1973.

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En los años de la G ran G u erra el m ovim iento cam pesino su fre los con d icion am ien to de la p rop ia crisis del país, a la vez que se con vierte en fa c to r de p rim e ra lín ea p a ra el g e r­ m en y d esarrollo de la crisis. Los cam bios e stru ctu ra le s que p ro v o ca el p roceso de acu m u lació n cap italista, el im p acto del p roceso en el nivel de vid a cam pesino, la to m a de con cien cia y la cap acid ad de los líderes p a ra re h a c e r un p ro g ra m a con m étodos de acció n in corp orad os, y la p rop ia co y u n tu ra, ta n to in te rn a com o in tern acio n al con el triu n fo de la revolu ción en R usia, se co n v ierte en escen ario, m a te ria l y m oral, de la o r­ g a n izad a conflictivid ad a g ra ria de los años del «trienio bol­ chevista» 57. Si se añ ad en , por un lado la d e rro ta o b re ra que la h u elg a de 1917 supuso y, por otro, la crisis econ óm ica y so­ cia l subsiguiente al fin de la g u e rra , y la p rop ia crisis polí­ tic a del sistem a de la re sta u ra ció n en su m a rc h a h a cia la d ictad u ra, q uedan su ficien tem en te explícitos y acen tu ad o s a l­ gunos de los m últiples con d icion an tes, tan to de la situ ación com o de la resp u esta sindical globalm ente p lan tead a. Sindi­ cato, pues, com o m edio p a ra la defen sa de los d erech os de u n a clase, y h u elga, en la m ay o ría de los casos o rg an izad a, no esp on tán ea, p reviam en te p lan ificad a en las fed eracion es p ro ­ vin ciales o en los con gresos, de m odo que los estím ulos a la aso ciació n y a la actu a ció n co o rd in ad a quedasen com p ren d i­ dos y delim itados desde la lu ch a p or la con secu ción de m ejo­ re s salario s h a s ta los objetivos de la revolu ción social. El ra sg o dom in an te en esta acción sindical o rg an izad a no e ra tan to , o no lo e ra en p rim e ra in stan cia, el nivel sa la ria l com o el lo g ra r la acep tació n p or p arte de los p atron os de u n as fo rm as de co n tra to y de unos in stru m en tos de lu ch a y de con trol: la co n tra ta ció n co lectiv a con los cen tro s obreros; la abolición de los destajos de fo rm a u n án im e y p erm an en te; el au m en to de salarios y la dism inución de la jorn ad a; el fu n ­ cion am ien to de los cen tro s ob reros com o bolsa de trab ajo; la expulsión de tra b a ja d o re s fo rastero s o su co n tra to a tra v é s del cen tro siem pre.

57 J. D íaz del M oral : Op. cit. Su interés en los últimos capítulos de su libro traspasa las fronteras geográficas de su estudio para indicar la fuerza del movimiento en toda la región.

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L a p resen tació n de estas peticiones, co le ctiv a y sim u ltán ea­ m ente, al com ienzo de las cosech as, p rovoca, en caso de no a cep tació n p atro n al, la h u elg a fren te a p atro n o s con cretos, o en todo el térm in o m u n icip al en caso de que los p rop ietarios resp o n d ieran unidos. La e x h a u stiv a exposición que D íaz del M o ral h ace, a p esar de su co n creció n a C órdoba, lib era en este m om ento de cu alq u ier o tra descrip ción d etallad a. H uelgas p acíficas, en la m a y o ría de los casos, a lo la rg o de 1918 — al m enos h a s ta el otoño en que se siem b ra de nuevo y se reco g e la a ce itu n a cu an d o aú n los precios re su lta b a n altos, las co sech as ab u n d an tes y n o rm al la desp reven ción de los p atron os, resp ald ad os en el p oder local cu an d o no p a rti­ cip an tes en el m ism o. El añ o 1919, con el fin al de la g u e rra , la crisis in te rn a y la no ta n ab u n d an te cosech a, iba a p ro v o ca r desde finales del invierno los m ás du ros en fren tam ien to s en la s p rovin cias de predom inio sindical. L a supresión de las es­ c a rd a s a g ra v ó la situ ación del jo rn alero en los m eses de p ri­ m a v e ra , y el encono de las violen cias exigió la d eclaració n del estad o de g u e rra en C órdoba, con tres m u erto s com o r e ­ sultado. Los incendios de cosech as d u ran te el v eran o en los pueblos de C órdoba, Sevilla, C ádiz, y en las zonas de g ra n p rop ied ad de M á la g a y G ran ad a, lo m ism o que la c la u su ra de cen tro s y el en carcelam ien to de d irigen tes ob reros son n o­ ticia s n o rm ales en las ciu d ad es del S u r en los añ os 1919 y 1920. El delegado reg io n al estad ístico del In stitu to de R eform as So­ ciales en la p ro v in cia de Sevilla lo d escribe así tra s su visita a la de C órdoba: «En general, y como obedeciendo a una consigna, las huel­ gas surgían de repente, y grupos de trabajadores se esparcían por los campos, obligando a los capataces, muleros, guardas y ganaderos de los cortijos y haciendas a que las abandonaran, quisieran o no. En algunos pueblos presentó el problema graves caracteres, registrándose coacciones a los criados y criadas de las casas, agresiones de palabra y hasta conatos de asalto y saqueo de viviendas» 58.

58 Reeditado en Revista del Trabajo (7). Pág. 108.

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C iertam en te la co n flictiv a lab o ral m an ten ía com o estím ulo el au m en to del salario o el p rob lem a de la crisis de subsis­ ten cias; pero el en torn o u rb an o de los conflictos ru ra le s en el trien io 1918-20 — las g ran d es ciud ad es del Su r; los pueblos a g ríco las con m ás de 20.000 h ab itan tes— facilita b a la co n v er­ sión de las quejas en con flictos de clase, al ab rig o de la o r­ gan izació n y p ro p ag an d a ta n in ten sam en te m o n tad as desde 1917. «Clase o b rera cam p esin a asociad a» fren te a «clase p a ­ tro n a l asociad a», com o puntos de p a rtid a en la exp licació n del con flicto, v an a in tro d u cir en este espacio social revu elto, com o m ag istralm en te h a estudiado el p rofesor C alero, dos ele­ m en to s nuevos: «La lu ch a p or el recon ocim ien to del sindicato obrero y sus derechos» y «la h u elg a de solidaridad» 59. L a m ás in ten sa relació n cam p o-ciu d ad , facilita d a ya, al m e­ nos en p arte, por el d esarrollo de las com u n icacion es, p erm itía las conexiones con las fed eracion es p rovin ciales desde los n ú ­ cleos ru ra le s m ás ap artad o s, bien p a ra p rom over la «solidari­ dad in terp ro letaria», bien p a ra g estio n ar de las au torid ad es a lg u n as soluciones p a ra el conflicto. A unque en su descrip ción co n creta, y por ca u sa de in te r­ p retacio n es v a ria s — no siem pre con apoyo en realid ad es— , el m ovim iento cam p esin o p u d iera p a re c e r unívoco, desde el pu n ­ to de v ista de su ideología y desde las estra te g ia s co n cre ta s de a cció n en la vid a ru ra l se en tre cru z a n posiciones á c ra ta s , a n a r ­ quistas, an arco sin d icalistas, so cialistas y, m ás ta rd e y m in ori­ ta ria m en te, tam b ién com u n istas o «m oscu teras»; tod as n o rm a l­ m en te rad icalizad as y p rofu n d am en te divididas en tre sí, que po­ siblem ente ayuden a co m p ren d er y e x p lica r la crisis del m ovi­ m iento desde 1921 60. El m ovim iento socialista an d alu z se in sp irab a en los p ro ­ g ra m a s gen erales del p artid o socialista y de la U. G. T., cu y as d ire ctrices a g ra ria s solían elab o rarse en los con gresos n a cio ­ nales y en las reu n ion es de los com ités ejecutivos, que in sistían e n la socialización de las tie rra s a tra v é s de los m ecan ism os de acció n de las sociedades o b reras del cam po, que d eb erían co59 A. M. C alero : Op. cit. Pág. 67. 60 I nstituto de R eformas S ociales :

y asociaciones. Madrid, 1923-24.

Censo de instituciones sociales

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n é c ta r en p rincipios y objetivos con las de secto res in d u stria ­ les, m ineros y de tra n s p o r te s 61. L a m ay o r au to n o m ía y d escen tralizació n de las o rg a n iz a cio ­ nes á c ra ta s y sin d icalistas no ob sta p a ra que desde 1918 el an arco sin d icalism o tom e a nivel n acio n al la m a y o r d irección y co n tro l del m ovim iento, au n q u e a nivel ru ra l con tin ú e pesan d o en las exp resion es m an ifiestas de con flicto la asp iració n a un re p a rto de las tie rra s que, de no rea liz a rse desde a rrib a , obli­ g a ría a la p rá c tic a de u n a ju sticia p opular. El problema de la tierra a ú n a n eg ativ am en te voluntades, y el deseo ilusionado del re p a rto p erm ite o b serv ar cóm o el logro de un ideal individual­ m en te com p artid o puede volver p erm an en tes, o rg an izad as y d rá stica s las m ism as asp iracio n es trad icio n alm en te vivas, sin te­ tizad as siem pre, desde el punto de v ista del ob rero, en la m a la distribución de la p ropiedad de la tie rra . La confusión p or p a rte de las sociedades p atro n ales a g ra ria s en tre sindicalism o y revolu ción se a sie n ta en la m ism a base. Es el sindicalism o a g ra rio , so cialista o an a rq u ista , el que de e n tra d a tach ad o de rev o lu cio n ario h a ce tem er ta n to a g ra n d e s p rop ietarios com o a a rre n d a ta rio s y lab rad o res m edianos l a p érd id a de sus derech os en el m om ento del re p a rto . He aquí, pues, la razó n p a r a co m p ren d er el juicio d iverso de p atron os y ob reros en torn o a la sin d icación cató lica, sobre todo en region es de latifundio. L a Ley de S in d icatos A g ríco las de 1906 h ab ía significado p a r a los católicos preocu p ad os p or las cu estion es sociales u n conjunto de v en tajas econ óm icas, so cia­ les, m o rales y religiosas, al p erm itir a los católicos u n a opción sindical c o n c re ta aje n a a p lan team ien tos clasistas propios de ideologías socialistas y an arq u istas. Al a rrim o de la e n c íc lica Rerum novarum se pensó en sin d icatos confesionales en u n p ri­ m er m om ento, p a ra después d a r paso, a p esa r de las re tice n cia s en la je ra rq u ía s eclesiástica en sus p o stu ras de defensa de la sin d icación m ixta, a los sind icatos católicos lib r e s 62. 61 A. M. C alero : Historia del movimiento obrero en Granada, 1909-1923. Madrid, 1973. 62 A. H errero : Sindicalismo católico-agrario en España. Tesis doc­

toral, inédita. Instituto Social León XIII. Madrid, 1975. S emanas S ociales de E spaña : Semana Social de Pamplona. Pam­

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E sta inespecificidad del sindicato católico a g ra rio , de sen ti­ do m ás co o p erativ ista que profesional, la au sen cia de dirección o b rera, lo m ism o que la sum isión a n o rm as sindicales, queda esp ecialm en te co n cretizad a, desde 1912, en la m a rc h a h a cia la cre a ció n de u n a C on fed eración N acion al C atólico A g ra ria , en la que ta n ta im p o rtan cia tu vieron A ngel H e rre ra y los p ro p a g a n ­ d istas, de exten sión n acion al; pero esp ecialm en te d esarro llad a en las region es de m ed ian a y p eq u eñ a propiedad del N orte de E s p a ñ a y de la m eseta castellan a. En 1917, las 21 fed eracion es c a tó lico -a g ra ria s existen tes fu n d an la C. N. C. A., la cual, tres añ o s m ás tard e, re u n irá 58 fed eracion es, 5.000 sin d icatos y unos 600.000 socios o fam ilias. Su p reocu p ación p rin cip al de alivio y elevación de la situ ación del cam pesino; la cre a ció n de sindi­ ca to s m ixtos y secciones o b reras d en tro de los m ism os; la c r e a ­ ción de co o p erativ as de p rod u cción y servicios ag rícolas; el fom ento y d esarrollo de las ca ja s ru rales, etc., se ofrecen com o objetivo e in stru m en to de acción , tan to social com o ap ostólica, y com o esp ecial antíd oto co n tra el peligro del socialism o y co n ­ t r a los «avan ces del bolchevism o». U n solo testim onio en este sentido se vuelve su ficiente p a ra ilu m in ar sob rad am en te lo que se viene indicando:

«Nos hacen falta, por lo menos —escribirá Antonio Monede­ ro en el llamamiento para una Conferencia Nacional Católicoagraria—, de un a dos hectáreas de terreno de secano o su equivalente en regadío por cada obrero para que pueda ocu­ parse los días que no tiene salario. Dinero para proseguir nuestras propagandas salvadoras. El bolchevismo está derramando ríos de oro: con menos medios nosotros podemos hacer muchísimo más, pero esos medios se nos dan con verdadera miseria, lo que nos hará sus­ pender la propaganda. Necesitamos de 50 a 100.000 pesetas por cada provincia an­ daluza antes de dos meses, para poderlas arrancar al socialis­ plona, 1916. J. G arcía N ieto : Op. cit. J. J. C astillo : El sindicalism o am arillo en España. Madrid, 1976. S ánchez J im énez : El sindicalismo católico agrario en Andalucía. Los sindicatos católicos libres del P. Gerard, O. P., en Je r e z de la Frontera. En «Revista de Estudios Sociales» (17-18), 1976.

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mo y al anarquismo y ponerlas en condiciones de no volver a caer; y no hemos reunido más que unas 60.000 para toda España» 63. Díaz del M oral señ ala, p a r a A n d alu cía, el volum en y o rg a n i­ zación de los sin d icatos cató lico s com o la m á s se ria fu e rz a p a ­ tro n al c o n tra sin d icalistas y socialistas, utilizando com o m étodo, com o sistem a de a ctu a ció n en las p ro v in cias m ás con flictivas, el arren d am ien to y la p arcelació n de tie rra s y la cre a ció n de un bando te rrito ria l em peñado en el m ism o objetivo: la co m p ra y p arcelació n de f i n c a s 64

3.

F u erza y e ficacia de la legislación a g ra ria .

Si to d a sociedad «sana», au to co n scien te y d in ám ica, con oce y reco n o ce conflictos en su seno es porque exp e rim e n ta o h a exp erim en tad o u n «rep arto d esigual de dom inio d en tro de sí» 65. Y son las relacio n es de dom inación, cu an d o se p reten d en e stá ­ ticas, cristalizad as, el v erd ad ero punto de p a rtid a del con flicto social y la m ás rá p id a v ía h a c ia su explosión. En la sociedad ru ra l esp añ o la del p rim e r te rcio del siglo la génesis y evolución, o m ejor, la p ro liferació n de con flictos in­ tern os a las com unidades, cap aces de s a lta r los propios lím ites geográficos estricto s y ev o lu cio n ar con fu e rz a e x te n siv a e in ­ ten sa, h a conocido m om entos álgidos, com p licacion es m an ifies­ ta s y larg o s períodos de laten cia, bien por la fu e rz a re p re siv a del poder ejecutivo, o bien por las fo rm as co n cre ta s de a c tu a ­ ción del pod er m u n icip al o p rovin cial que u tiliza el castigo, red u ce a los líderes, g e n e ra inm ovilidad o, lo que es peor, r e ­ duce al silencio con la fu e rz a de la san gre. No es que se om itan las resp u estas, tam b ién sa n g rie n ta s a veces, p or p a rte de los gru p os que se n iegan a se r reducidos. Se t r a t a de e x a m in a r ah o ra, p or n ecesid ad m etodológica, la 63 J. J. C astillo : Notas sobre los orígenes y primeros años..., ya citado. Págs. 256-7. 64 S. A znar : Impresiones de un demócrata cristiano. Madrid. A. M onedero: L os principios básicos de la C. N. C. A. Madrid, 1920. 65 R. D ahrendorf : Sociedad y Libertad. Y a citado. Págs. 180 ss.

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31 re sp u esta que el poder ofrece a u n a situ ación de conflicto, y los in stru m en tos que em p lea cu an d o p reten d e red u cirlo, u n a vez que se ve im potente p a ra la p u esta en p rá c tic a de m e ca n is­ m os eficaces. Como los con flictos no d esap arecen al ser re g u ­ lados, la rep resió n a u to rita ria de los m ism os eq u ivald ría a un in ten to de co n tro l to tal de las rien d as del poder; con trol quizá m o m en tán eam en te efectivo, pero g en erad o r de u n a explosión m a y o r u n a vez que la crisis en cu en tre la n u eva vía de m an ifes­ tació n y p resen cia. En los conflictos cam pesinos del p rim er tercio del siglo, u n a vez que el poder, en sus diversos estrato s, h a tom ado con cien ­ c ia de los m ism os al v er alte ra d a s d eterm in ad as m a n e ra s de orden y con viven cia, lo n o rm al h a sido la ap licació n de dos sistem as de con trol, o dos intentos de solución: la in m ed iata rep resión m ed ian te in stru m en tos red u cto res del desorden en sí o la m ás len ta activ id ad legal, política o ad m in istrativ a, que evite rep eticion es con flictivas y p rev ea fu tu ra s explosiones. Desde el segundo tercio del siglo x ix, con la cre a ció n de la G u ard ia Civil, la cu stod ia o rd en ad a del cam p o y la lu ch a inm e­ d ia ta c o n tra las m últiples m an ifestacion es de desorden en el m ism o h ab ía en con trad o, teó ricam en te h ablando, la v e rd a d e ra solución oficial, tan to a nivel legal com o gu b ern ativo. En el últim o c u a rto del siglo x ix la acció n de la G u ard ia Civil en la vid a ru ra l co n tin ú a aplicándose con pretensiones sem ejantes cu an d o no es y a la m ism a c a u s a la que p ro v o ca el desorden. La lu ch a c o n tra el h am b re y los salarios bajos se resiste a u n a ca ta lo g a ció n d elictiva simple, a p e sa r de que el p oder p rovin ­ cial o el m ism o gobierno ce n tra l p arecen q u erer ig n o ra r las ca u sa s de esta lu ch a: el caciquism o, el sistem a de propiedad, situ acion es sociales de pobreza, fa lta de créd ito ag ríco la, a n a l­ fabetism o, escasez de servicios e higiene públicos, a u se n cia de u n a política social a g ra ria . A la G u ard ia Civil se le sigue, en líneas gen erales, resp e­ tan d o con m iedo, au n q u e sus n ú m eros sean hijos tom ados del m ism o m edio ru ra l; se le tem e, se le huye, sobre todo cu an d o se vive la exp erien cia del d erram am ien to de san g re en rev u el­ ta s m u ltitu d in arias y con v íctim as inocentes. L as «cargas» de la G u ard ia Civil c o n tra grupos reunidos en las p lazas de los

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pueblos en d em an d a de trab ajo , o en la ocu p ación de fincas, asalto de tah o n as y tien d as de com estibles, a c a b a n siem pre en detenciones, contusiones y d erram am ien to de san g re, m u ch o an tes de que las h u elgas de los añ os del «trienio bolchevique» co n sig u ieran la abolición de destajos, elevación de jorn ales, an u lació n de esquiroles o su presión de los im puestos de co n ­ sum os. H a sta que las posibilidades de con trol ob rero m ed ian te la h u elga o el boicot p ierd an su fu erza, y aquel p rim er im pulso v ital desem bridado term in e p or se r n u evam en te som etido en e sp era de m ejores tiem pos, la lu ch a o b re ra cam p esin a siem pre h a con tad o con la n ecesid ad de defen d er tam b ién fre n te a la G u ard ia Civil, d efen sora del «orden» anejo a las fo rm as co n ­ c re ta s de poder esp ecíficam en te d esarro llad as en ca d a n úcleo ru ra l, casi n u n ca proclive al an álisis de ca u sa s reales del m al y a la ló g ica ap licació n de rem edios eficaces. L a Sociedad O b rera de Fern án -N ú ñ ez, en re sp u e sta al cu e s­ tio n a rio del In stitu to de R eform as Sociales, provocad o p or los conflictos de otoño e invierno de 1918, resp on d ía e in te rp re ta b a e stas fo rm as de con flicto y esta au sen cia de solución p e rm an en ­ te de esta m ism a m an era:

«Toda tendencia a conjurar los conflictos sociales será in­ eficaz si no se destierra la pobreza del suelo español, pues el hambre que sufrimos los obreros no es creída por los satisfe­ chos, y la rebeldía que engendra el hambre es terrible. Ahora bien; si los gobernantes o la Junta de Reformas Sociales están dispuestos a sofocar la pobreza y a crear un estado económico capaz de proveer al obrero de una manutención racional variará el cariz de las cosas que engendran los actuales con­ flictos» 66. Inhábil, pues, la re fo rm a a g r a r ia lib eral del siglo x ix p a ra c r e a r posibilidades de con viven cia junto a u n in crem en to de la p rod u cción en el cam p o español, se vio co n stan tem en te obliga­ do el poder, a nivel de gobierno ce n tra l o p rovin cial o desde la m ás c e rc a n a ó p tica m unicipal, al em pleo de sistem as re p re ­ sivos, in teresad os m ás en el orden inm ediato que en la solución

66 I n stit u t o de R eformas S o cia les : Información sobre el probrema agrario en la provincia de Córdoba. Madrid, 1919.

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o reg u lació n p erm an en te, asidua, ord en ad a de las situ acion es c o n flic tiv a s 67. Las accion es de p olítica a g ra ria , que p arte n de fines del siglo x ix p a ra ad q u irir su d esarrollo a tra v é s de los tre s p ri­ m eros decenios del x x , m an tien en com o base u n a a g ricu ltu ra a tra s a d a , in cap az de serv ir de punto de p a rtid a p a ra un des­ a rro llo in d u strial; el crecien te p roteccionism o, im posibilitado p a ra resp on d er a un san eam ien to económ ico de la a g ricu ltu ra a m edio y larg o plazo, con c a rg a s trib u ta ria s excesiv as en m e ­ d ian os y pequeños p rop ietarios p a ra los que el E stad o se co n ­ v ie rte en el p eo r enem igo. Y, fin alm en te, u n a com p licación p o lítica in tern a, resp ald o de accion es caciq u iles que a s e g u ra ­ b an el fu n cion am ien to del sistem a sin a ten d e r m ín im am en te a l su strato h u m an o que h a cía posible la p rop ia p erviven cia de la m o n arq u ía r e s t a u r a d a 68. El abandono, por p a rte de Prim o de R ivera, de u n a legisla­ ción ru ra l y a g r a r ia acab ó au n con el intento de re fo rm a a g r a ­ r ia p ropuesto a las C ortes en 1921; recru d eció , a p e sa r de la clan d estin id ad im p eran te, las ten d en cias rev o lu cio n arias y de in su rrecció n de la C. N. T., y provocó, al su stitu ir, allí donde se pudo o in teresab a, las au torid ad es locales caciq u iles p or sus propios p artid ario s, la p erm an en cia de las fo rm as de p ro d u c­ ció n a g ríco la y la distrib u ción de la propiedad de la tierra*

67 J. F ontana : Cambio económico y actitudes políticas en la Es­ paña del siglo xix. Barcelona, 1973. Págs. 191-2. Recoge el prof. Fon­

tana el testimonio de J. de la Riba en 1931: «Los gobiernos de la monarqua son responsables de no haber pre­ parado la solución del problema, pero no lo hicieron porque no tenían medios para hacerlo, ya que se apoyaban precisamente en los grandes propietarios, los cuales, naturalmente, habían de resis­ tirse a admitir limitaciones a su derecho de propiedad. ¿Cómo po­ dían los gobiernos proceder contra los grandes señores que eran los amigos y puntales de la monarquía?» 68 J. V ela r d e : Política económica de la Dictadura. Madrid, 1973. Págs. 104 ss., 117, 123, 174. E. A u n o s : Itinerario histórico de la Es­ paña Contemporánea (1808-1936). Barcelona, 1940. Págs. 377 ss. J. A.

Introducción a la Historia económica de la España con­ temporánea. Madrid, 1969. Págs. 425. J. A n d r és -G a lleg o : El socia­ lismo durante la Dictadura, 1923-1930. Madrid, 1977. Págs. 194-95.

L acomba:

3

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34 3.1.

La legislación a g ra ria y la cre a c ió n de instituciones p a ra el ca m p o .

En ab ril de 1884, después de los C ongresos de A g ricu lto re s y G an ad eros de 1880 y 1881, donde se d ebate el p rob lem a del cereal español en la crisis a g ra ria de los años 80, el cu estio n a­ rio de la recien tem en te c re a d a Com isión de R eform as S ociales p reten d ía in form ación sobre el p rob lem a a g ra rio español. Des­ pués, el A teneo de M adrid in v estig ab a igu alm en te el te m a de los arrien d os de fin cas rú sticas, y v a ria s disposiciones g u b e r­ n am en tales reg u laro n las com un id ad es de reg an tes, ju rad os y sindicatos de riegos, de ta n v ital in terés en los inicios del d esarrollo de u n a «política h id ráu lica. El Código de C om ercio de 1885 regu ló ju ríd icam en te los «Bancos y sociedades agrícolas»; au n q u e el B an co H ip otecario las m an tu vo red u cid os a p u ras com p añ ías de seguros p a ra la s cosech as. En 1887 la ley de A sociacion es vino a o fre ce r vía libre p a ra la con stitu ció n y fu n cion am ien to de asociacion es de c a ­ r á c te r ag ríco la; tam b ién en este caso d ificu ltad as por el ré g i­ m en trib u tario y la e s tru c tu ra econ óm ica y social del p ropio cam po. L a creació n y reg u lació n de C á m a ra s A grícolas por re a l d ecreto de 30 de agosto de 1890, a sem ejan za de las C á m a ra s de C om ercio, y la con stitu ció n de C om unidades de L ab rad o res, p or u n a ley de 8 de julio de 1898, a m p a ra b a la d efen sa de los cam p os y el papel de la policía ru ra l p o r m edio de sus g u ard as, sindicatos y ju ra d o s 69. Sin em b argo, la segu rid ad cam p esin a e x ig ía m ás u rg e n te ­ m ente, au n q u e e ra de m ás difícil solución, la lu ch a c o n tra la u su ra y la cre a ció n de cau ces cred iticios p a r a la peq u eñ a y m ed ian a propiedad. El inform e de la Com isión de R efo rm as Sociales, y a citado, así com o la «Inform ación sobre la crisis a g ríco la y p ecu aria» de 1887, obligad a por la depresión y a g i­ 69 G imeno M ed iavilla : La política agraria y las com unidades de labradores. Castellón, 1906. A. Orti .* D ictám enes y discursos de J o a ­ quín Costa en los Congresos de A gricultores y Ganaderos de 1880 y 1881. En «Agricultura y Sociedad» (1). Octubre-diciembre de 1976. Págs. 209 ss.

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35 tación de las «clases productoras», desde 1880, efecto del atraso de la ag ricu ltu ra y de la com petencia de los cereales ex tran ­ jeros, reafirm an nuevam ente la persisten cia de problem as y la necesidad de un program a agrario, económ ico y social, fi­ n an ciero y a ra n c e la rio 70. La crisis y las huelgas de prim eros de siglo provocan, por u na parte, el rea l decreto de 2 de febrero de 1902 que crea el M inisterio de Fom ento la Comisión de Reform as A grarias, la cual comenzó el estudio de un nuevo proyecto de crédito agrícola, partiendo de la existencia y fuerza de los pósitos; por otra, el concurso desde la Comisión de Reform as Sociales, inm ediatam ente convertida en instituto, en torno a «El proble­ m a agrario en el Mediodía de España». Dos leyes — aparte la de diciem bre de 1907, que tra ta b a de ev itar los abusos de explotación de la em igración clandes­ tina y la protección al em igrante en su lu gar de destino— su­ ponen en su planteam iento y desarrollo un acercam iento a problem as reales con ciertas esperanzas a problem as no re ­ sueltos: la de Sindicatos Agrícolas, de 1906, y la de Coloniza­ ción Interior, de 30 de agosto de 1907. El problem a crediticio, que se an aliza m ás adelante, m antend rá una situación cons­ tante, casi endém ica a lo largo de las tres prim eras décadas del siglo. La ley de Sindicatos A grícolas, de 28 de enero de 1906, h ab ía ta rd a d o seis años en su m ad u ració n in m ed iata. El 18 de o c­ tu b re de 1901, en la sesión del Senado, el m in istro de A g ricu l­ tu ra , In d u stria, C om ercio y O b ras Públicas, V illan u eva, dio le ctu ra a un re a l d ecreto firm ad o por la R ein a R egente a u to ri­ zando al m in istro la p resen tació n a las C ortes de un p royecto de ley de Sindicatos A g ríc o la s 71. H asta 1904 no llega el p royecto al Senado; y en tre d ictam en y enm iendas y la in flu en cia de los cam bios en la política española, no sale ap rob ad o del Senado h a sta el 21 de n oviem bre de 1905. El 28 de en ero del año 70 C omisión de R eformas S o c ia les : Inform ación sobre la crisis agrícola y pecuaria. Madrid, 1887. Siete volúmenes. 71 N . N o g u e r : Las Cajas Rurales en España y en el extranjero.. Madrid, 1912.

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36 siguiente, tra s su discusión y d ictam en en el C ongreso, se p ro m u lg a la ley de S in d icatos A grícolas. O cho artícu lo s re g u la n la cre a ció n y activid ad es de estos sindicatos, cu yos requisitos legales de con stitu ció n y ex iste n cia vienen siem pre condicionados p or algu n o o algu n os de los fines siguientes: 1. A dquisición de ap eros y m áq u in as ag ríco la s y ejem pla­ res rep ro d u cto res de an im ales útiles. 2. A dquisición de abonos, p lan tas, sem illas y elem entos de p rod u cción a g ríco la o p ecu aria. 3. V en ta, exp o rtació n , co n serv ació n y elab o ració n de p ro ­ du ctos de cu ltivo o g an ad ero s. 4. R o tu ració n , exp lotación y san eam ien to de te rre n o s in ­ cultos. 5. C o n stru cció n y ap licació n de ob ras ap licad as a a g ricu l­ tu ra , g a n a d e ría e in d u strias d erivad as. 6. A p licación de rem edios c o n tra los m ales del cam po. 7. C reació n o fom ento de entid ad es de créd ito ag ríco la. 8. Institu cion es de coop eración , m u tu alid ad , seguro, au xilio y re tiro p a ra an cian o s ag ricu lto res. 9. En señ an zas, p u blicaciones, exp erien cias, etc. 10. Estudio y d efen sa de los in tereses a g ríco la s com unes a los s in d ic a to s 72. El sentido em in en tem en te co o p erativ ista que alie n ta y e x ­ p lícita ta n to la ley com o el reg lam en to p a ra su p u esta en m a r ­ ch a, de en ero de 1908, h a dejado su co n stan cia a lo larg o de todo el p rim er tercio del siglo, p rin cip alm en te en el sindicalism o c a ­ tólico a g ra rio , p ág in as a trá s b revem en te an alizado. Si la ley de S in d icatos A g ríco las de h ech o llegó a co n v ertirse e n el ca u ce legal de aso ciació n de pequeños y m edianos a g ri­ cu ltores, que en rég im en de co o p eració n se su rtía n de abonos, aperos, etc., y p en sab an lo g ra r la solución cre d iticia de las C ajas R u rales an te la e sca sa o p eran cia de los Pósitos, la pos­ te rio r ley de Colonización Interior de 1907, in ten tó u n a re s ­

72 G aceta de Madrid, 30 de enero de 1906, art. 1. R ev en t o s : El m ovim iento cooperativo en España. Barcelona,

J.

1970. Pag. 162.

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37 p u e sta al a cu cian te tem a de la con stitu ció n d efectu osa de lap ropiedad rú s tic a en E sp añ a, d esarrollad o u n año an tes en el V C ongreso de la F ed eració n A g ríco la de C astilla la V ieja. P a r a la solución a los problem as del m inifundio, al excesivo fra ccio n am ien to y dispersión de las tie rra s, y a la a cu m u la ­ ción excesiv a en zonas de latifundio, se re c u rre en el C ongreso a la re su rre cció n de las teo rías de Ferm ín C aballero, confiando en que el coto red o n d o , m ultip licad o m ed ian te la exp rop iación forzosa del Estado, si no h u b iera o tra salida, se co n v ie rta en rem edio sob eran o p a ra ev ita r la em igración , el absentism o, la a cu m u lació n excesiv a de propiedad, el fraccio n a m ie n to de fin ­ ca s y las deficien cias del cultivo. E sta ley de C olonización In terior, debida a G onzález B e­ sada, m in istro de Fom ento, tam b ién m ira b a h a cia a trá s, h a c ia la «im agen viva de u n a sociedad ideal, de que h ab lab a J. C os­ ta, b u scan d o u n in crem en to, en este tiem po imposible, de la población r u r a l 73. El Estado, en p rim era in stan cia, se propone el re p a rto de; sus terren o s baldíos, susceptibles de cultivo, a fam ilias pobres, «desprovistas de m edios de trab ajo o de cap ita l p a ra aten d er a su existen cia», que d isfru ta rá n el lote con d erech o de po­ sesión d u ran te cinco años, p a ra luego, si es con form e con la ley y con la com isión gen eral, co n v ertirse en p rop ietarios, sin m ás c a r g a que la o p ortu n a con trib u ción te rrito ria l al Estado. C uando los terren o s sean rep artid o s p or las m unicipalidades, el sistem a de trasp aso se rá en arren d am ien to , con el pago de 2 p or 100 de la ta s a del terren o com o re n ta y con fa cu lta d e s de red en ción en cin cu en ta años consecutivos. L a ley, ad em ás, a se g u ra la p erm an en cia del cam pesino en su propiedad, im pidiendo sobre el lote cu alq u ier cesión, p e r­ m u tació n o v en ta an tes de que tra n s c u rra n diez años, y ofrece al colono los m edios económ icos y de asesoram ien to p a ra que com ience la exp lotación del terren o. Se m an tien e, pues, y se defiende, com o ejercicio de las p ro ­

73 A . M arvaud : La cuestión social en España. Madrid, 1975. Pá­ gina 358. D irección G e n er a l de A g r ic u l t u r a .* M emoria sobre el pro­ yecto de Ley de colonización interior. Madrid, 1907.

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38 pias lib ertad es, el d erech o de propiedad, el cultivo individual, el re p a rto de la tie rra fren te a cu alq u ier im posición de ré g i­ m en colectivo. L a J u n ta p a ra la C olonización y Repoblación del país no e stab a au to riz a d a a e xp ro p ia r tie rra s p rivad as; dependiendo, p or tan to , su a ctu a ció n de tie rra s com u n ales ca re n te s de v a lo r cedidas g ra tu ita m e n te p or los m unicipios a l Estado. Desde 1908 a 1926 se lo g ra el asen tam ien to de 1.679 cam p esin os en 11.243 h e ctá re a s. Ni las tie rra s p rivad as, ni las tie rra s com u n es en v e n ta pudieron ser colon izad as o re p o ­ b lad as p or la Ju n ta , in cap az legal y p resu p u estariam en te de u n a fin an ciació n a g ra n e s c a l a 74. E n el m ism o sentido, pero en co n tra ste con estas p ersp ec­ tiv a s de división y p arcelació n de fin cas, el M inisterio de G on­ zález B esad a tra tó de aten d er a las dificu ltad es y e s ta n c a ­ m iento cread o s p o r el m inifundio en el n o rte de E sp añ a. L a com isión n o m b rad a p or re a l d ecreto de 22 de m arzo de 1907 p reten d ía estu d iar el m ejo r sistem a p a ra p on er rem edio a la e x tre m a p arcelació n de tie rra s y lleg ar a la solución de la cu estión fo re ra . L a fijación del n ú m ero de h e c tá re a s ap to p a ra el cultivo p rod u ctivo y p a ra la aten ció n a u n a fam ilia en c a d a u n a de las region es se co n v ertían en el p rim e r objetivo a co rto plazo. Sin em b argo, la preten sión , por este sistem a, de u n a n u ev a a g ru p ació n p a rc e la ria m ed ian te fo rm as de p erm u tació n voluntaria de p a rce la s d ispersas, sólo m u y excep cion alm en te co n v ertid a en obligatoria, no supuso m ejores logros, en la p rá c tic a , que el sistem a de división de las g ran d es fin cas. Las c a rg a s de foros, censos, etc., resu lta b a n u n a tra b a m ás difícil de rom p er, ju ríd icam en te hab lan d o, que u n a posible co n ce n tra ció n p a rc e la ria o la prohibición legal de d esm em ­ b ra rla s. El fin de la co n cen tració n , u n a vez m ás p ro y ectad o e in stru m en tad o desde la visión a g r a r ia del gobierno co n se rv a ­ d or de M au ra, no e ra otro que co n stitu ir u n a clase m odesta, independiente g ra c ia s a la prop ied ad de la tie rra y ca p a z de vivir con d esahogo de los p rod u ctos de la m ism a. No se lleg a m ás allá en el p royecto, y no p a re ce tam p oco

74 E.

M a l e f a k is :

Op. cit. Pag. 492, n@ta 9.

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39 d ed u cirse de las p reocu p acion es de C an alejas, D ato o S an tiago A lb a en años posteriores, m ás que un triple objetivo en sus re sp e ctiv a s con cepciones de la política a g ra ria : a u m e n ta r los in gresos del Estado, am p liar la p rod u cción y, al m ism o tiem po, in tro d u cir n u evas m ejoras sociales. El deseo de a m p lia r la p ro d u cció n e in c re m e n ta r la p rod u ctivid ad a g ra ria , del que se d ed u cirían enorm es beneficios sociales, exigía, p a ra sü re a lizació n efectiva, la acep tació n del d erech o del E stad o a co lo n izar tie rra s com u n ales y a exp ro p iar las p riv ad as si se e n co n tra b a n in su ficien tem ente exp lotad as, ab an d on ad as o in ­ cu lta s 7576. L a g rav ed ad de la crisis del país, a p a rtir de 1921, impidió q u e los p royectos se co n v irtieran en leyes. C on tin u ab an tam b ién sin resolverse, a p a rte de las y a se­ ñ alad as, dos cuestion es igu alm en te im p o rtan tes en la pano­ rá m ic a y en las fo rm as de vivir de la sociedad ru ra l: los p ro ­ b lem as de los a rre n d a ta rio s y la escasez de crédito. L a cre a ció n p or p a rte de S an tiag o A lba de u n a B an co A g ra ­ rio p a r a fin a n c ia r la exp rop iación y la co m p ra de tie rra s por los a rre n d a ta rio s se en cam in ab a p recisam en te a este fin. Los d oce g ab in etes m in isteriales que o cu p an los últim os cin co añ o s p reced en tes a la D ictad u ra vivieron la inestab ilidad su­ ficien te com o p a ra que ap en as p u d iera c u a ja r el m en o r in ten ­ to de refo rm a, por débil o m od erad o que fuese. El rep en tin o d esarrollo del catolicism o social fren te a los av a n ce s a n a rc o ­ sin d icalistas de estos años p ro cu ra b a refo rz a r, aunque sin ap en as éxito, los sindicatos ag ra rio s locales m ed ian te a rre n ­ d am ien tos colectivos de g ran d es exten sion es de t i e r r a s 7Ó.

75 J. G arcía E scu d ero : De Cánovas a la República. Madrid, 1951. Abundantes notas de interés en Fernández Almagro, Malefakis y Lacomba, ya citados. 76 S. A z n a r : D espoblación y colonización. Barcelona, 1930. J. Car a n d ell : Distribución y estructura de la propiedad rural en la pro­ vincia de Córdoba. 1934. J. M. A zara *. Apuntes sociales y agrarios. Zaragoza, 1919.

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40

3.2.

Política cred iticia oficial e n el ca m p o español.

El p rob lem a económ ico m ás im p ortan te, que tan to a nivel de cau sas com o de exp licacion es gen erales im pedía la re e s­ tru c tu ra c ió n del cam p o y el inm ed iato v iv ir cam pesino, fu e la escasez, lentitud, m a la o rg an izació n y débil p rod u ctivid ad del créd ito a g ríco la existen te. Desde el punto de v ista n egativo, esto es, desde el in ten to de e v ita r el abuso gen eralizad o p or p a rte de u su rero s y p restam istas, la ley de 26 de enero de 1900 trasp asó los servicios de Pósitos desde el M inisterio de G ober­ n ación al de Fom ento, ap aren tem en te m ás a p a rta d o de im ­ p u rezas políticas y caciq u iles; y la aú n m ás im p o rtan te «ley c o n tra la U su ra», de 23 de julio de 1908, b u scab a la m ás d ire cta e rrad icació n de este m al e n d é m ico 778. No es que la ley en sí su p u siera un antíd oto ni siq u iera u n a co rrecció n a u n a realid ad m a lsa n a donde con vergen , junto a la escasez econ óm ica alu d id a y la fa lta de cau ce s e in stitu cio­ nes cred iticias, las condiciones típ icas de u n a cu ltu ra a n a lfa ­ b eta, ajen a, p or supuesto, a concep cion es y relacio n es im p er­ sonales. El co n tra ste en tre la d escon fian za h a c ia el banco, y la con fian za, con sum isión y h a s ta con co n cien cia de abuso, al u su rero de la com u n id ad o de la co m a rca , el p restam ista, «el m ás cru el e in saciab le de los enem igos sociales del lab rad or» 79r con d en a igu alm en te a la invalidez cu alq u ier in ten to de cam bio. Los 16 artícu lo s de la ley an alizan d eten id am en te la a n u la ­ ción de co n trato s de p réstam o con in terés su p erior al n o rm al del dinero; con d en a al p restam ista a la devolución de los in­ tereses devengados; im pone co rreccio n es d iscip lin arias b ajo m u lta, etc. Soluciones legales, m ás que reales. El cam p esin o pobre, que p rod u ce siem pre con déficit, co n tin u a b a en to d as p artes v íctim a de u su rero s y de los co m ercian tes en gran os. En julio de 1910 el m in istro de Fom ento p resen ta al Sé77 J . V ives L lorca : El problem a del crédito agrícola. El Pósito, institución española, facto predom inante para su resolución. Ma­ drid, 1923. 78 R. de R oda y J im é n e z : El crédito agrícola cooperativo. Barcelona, 1932. 79 R. de R oda y J im é n e z : Op. cit. Págs. 100 ss y 154-5.

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41 nado un nuevo proyecto: la fundación del Instituto N acional de Crédito A grícola, desfavorablem ente juzgado por técnicos y políticos. En 1916 otro proyecto de San tiago A lba pretendía la creación de un Banco A grícola N acional, de excesiva am ­ plitud y de fa lta consiguiente de agilidad p ara llegar a los últim os vitales núcleos necesitados de crédito. C asi un año después el vizconde de E za fu n d ab a, en junio de 1917, la C aja C en tral de C rédito A grícola; p ero tam bién fra ca só al fa lta rle el apoyo de los pósitos, de las asociacion es a g ra ria s y del B an co H ipotecario. Y tam p oco p a sa ro n de ser p royectos el de Cam bó, p a r a la creació n de un In stitu to N acio­ n al A g rario , y el de don Abilio C alderón, en 1919, p a ra la fu n ­ dación de un B an co A g ra rio E s p a ñ o l80.

Aunque Prim o de Rivera, como ya quedó indicado, no favo­ reció la legislación ru ral, em peñado en la solución del pro­ blem a agrario m ediante la expansión industrial, la realización de obras públicas y el desarrollo de u na política hidráu lica, p ara dar empleo a los que quedaban en el campo, sí impulsó, no obstante, el sistem a de crédito m unicipal m ediante la crea ­ ción, en 1925, del Servicio N acional de Crédito Agrícola, cuyo objetivo era la prestación al pequeño y m ediano labrador de medios económ icos p ara atención de sus explotaciones agríco­ las y su progreso, de modo que les fuese posible la u tilización de modernos adelantos en los cultivos y la posibilidad de afro n ta r catástrofes y m alas cosechas sólo con garan tías en la producción 81. A bolida la Ju n ta que ad m in istrab a la colonización in terior, con form e a la ley B esad a de 1907, creó el D irectorio la D irec­ ción G en eral de A cción S ocial A g ra ria , en el M inisterio de T rab ajo, p a r a ay u d a de los a rre n d a ta rio s en la co m p ra de f i n c a s 82, y p a ra im p u lsar u n a ley gen eral de A rre n d a m ie n ­ tos, p ro m u lg ad a en 1929, que c o rta ra los abusos de los sub1 arrien d os, g a ra n tiz a ra arrien d os m ás largos e im p u siera com o

80 R . R edonet

y

L ópez D ó r ig a :

o r g a n iz a c ió n . Madrid. Pág. 275.

Crédito agrícola. Historia, bases y

81 E. R id r u e jq : El sistem a bancario español. En «Moneda y Cré­ dito» (51). Diciembre de 1954. Pág. 56. 82 Cita de E. M a l efa k is : Op. cit. P ág. 501, n o ta,

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42 obligación la red u cció n de las re n ta s en casos de ca tá stro fe y p érd id a de las c o s e c h a s 8384. Este sistem a de activ id ad de la D irección G en eral de A cción Social A g ra ria , in clin ad a a fa v o re ce r la con versión de los a rre n d a ta rio s en p rop ietarios de las tie rra s, com p rán d olas a los p rop ietarios que d eseasen ven d er, sobre todo en las zonas m ás deprim idas, ten ía el fallo de co n v ertirse en u n a re fo rm a a g r a r ia dem asiad o c a r a y len ta p a ra el p resu p u esto e sta ta l e im posible p a ra las econom ías de los a rre n d a ta rio s co n ­ cre to s M. L a p olítica in terv en cio n ista y co rp o ra tiv a de la D ictad u ra p ro cu ra b a ro b u ste ce r y am p liar la acció n de los pósitos, de a ú n m ás dudosa e ficacia en este período; pero se vio im pedida, e sto rb ad a por la cre a ció n del B an co A g rario , que v en d ría a su p on er la in stitu cio n alización de los com p ortam ien tos c r e ­ diticios en el secto r a g ra rio , lo m ism o que el B an co de C rédito L ocal lo fue p a ra la fin an ciació n de las C orp oracion es locales. L a agilización de los asu n tos ad m in istrativos que la D icta d u ra supuso en co n tra ste con la ú ltim a e ta p a de la R estau ració n , no pudo, sin em b argo, d esarro llarse fren te a la p lu to cra cia te rrito ria l, p a ra la que co rp o rativ ism o e interven cion ism o, m an ten id os sin posibles cam b ios en la in fra e stru ctu ra , serían rem ed io y apoyo p erm an en tes fren te a la co m p eten cia econ ó­ m ica e x te rio r y el c a u c a m ás idóneo p a ra n iv elar p rod u cción y c o n s u m o 85. A unque u n a p olítica oficial siem pre a p u n ta a la acció n global, la reg u lació n de p ro g ra m a s cuyo d esarrollo su p on ga el logro de exp e cta tiv a s de realizació n en fases su cesivas, la fa lta de u n a g e re n cia local a nivel de ay u n tam ien to s y aldeas, con d icion a casi de fo rm a ab so lu ta la con versión en realid ad es de cu alq u ier p reten sión eficaz de ord en ación legal. L a p olítica m u n icip al, p ro y e cta d a desde el poder, y en este

83 C. B ernaldo

de

Q u ir o s : L o s

d erechos sociales de los cam pesinos.

Madrid, 1928. E. A u n o s : Política social de la Dictadura. Madrid, 1944.

84 C. de C astro : A i servicio de los cam pesinos. H ombres sin tie­ rra. Tierra sin hom bres. La nueva política agraria (Ensayo sobre la reform a agraria en Europa y su aplicación a España). Madrid, 1931. 85 J. V e la r d e : Op. cit. Pág. 188. E. A u n o s : Política social... passim.

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43 ca so tam b ién el p roceso de re fo rm a de la ad m in istració n local se co n v ierten en el único paso que fa cilita o dificu lta, según los casos, la con versión de las leyes en realid ad es. C uando un servicio de créd ito o de cu alq u ier otro tipo lo g ra h a ce rse re a l en la vid a de u n a ald ea gallega, en u n pequeño pueblo de C astilla o en cu alq u iera de las ag ro ciu d ad es del Sur, h a n e ­ cesitad o su p e ra r m u ch as dificultades a nivel p rovin cial y local, y p ocas veces se m u estra eficaz en la vid a d iaria, ta n to por dificu ltad es señ alad as com o p or el h ab itu a l desconocim i° i to o d esacu erd o en tre fines p ro y ectad o s a rrib a y realizacion es con segu id as en los niveles donde las necesid ad es h a b itu a l­ m en te anid an .

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LA REFORMA AGRARIA EN LA ESPAÑA CONTEMPORANEA Por Julio Artillo González P r o fe s o r de H is to ria en el C o le g io U n iv e rs ita r io de Ja é n

La cu estió n a g ra ria , en cu alq u iera de sus m an ifestacion es, es u n a de esas claves de re fe re n cia obligada p a ra en ten d er la d in ám ica p olítica esp añ ola y el d ram atism o de la conflictividad social que la c a ra c te riz a . V arias y com plejas razon es a v a la n este p rotagon ism o. No olvidemos, por ejemplo, que E sp a ñ a h a sido un país em in en tem en te a g ríco la h a sta bien e n trad o el siglo x x , y que sus posibilidades de su b sisten cia de­ p endían de la p rod u ctivid ad a g ra ria . El resto de los sectores económ icos e ra n d em asiado débiles o dependían en exceso de los a v a ta re s, siem pre aleatorios, de n u e stra a g ricu ltu ra . E sta su stan cial ad v e rte n cia econ óm ica es m ás im p o rtan te de lo que su contenido, p or sabido, sugiere. Sobre todo, si nos p lan team os el te m a específico de la refo rm a a g ra ria . No es lo m ism o a b o rd a r u n a re fo rm a de la a g ric u ltu ra en un país tecn ificad o y altam en te industrializado, que en otro cu y a depen­ d en cia a g ríco la es incu estion ab le y donde, com o con secu en cia, la p resión d em o g ráfica se m an ifiesta sobre todo en la p obla­ ción ru ra l. E ste segundo es el caso de E sp añ a, y se com p ren d e

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46 que la re fo rm a a g ra ria , en estas condiciones, se co n v irtie ra e n la u rg e n cia esp eran zad a de unos y en el fa n ta sm a in acep tab le de otros.

La reforma agraria en España Sin em b argo, an tes de co n tin u ar, es p reciso c la rific a r a l­ gunos con cep tos p revios y situ a r el alca n ce de un tra b a jo que n ecesariam en te h a de ser lim itado y sin tético K ¿Q u é es u n a re fo rm a a g ra ria ? ¿ H a exp erim en tad o E sp a ñ a u n a a u té n tica re fo rm a a g ra ria ? E n tre los v a rio s sentidos que puede d ársele al térm in o y aú n a p esar de la vag u ed ad de la form u lación , entendem os p or refo rm a a g ra ria u n a a lte ra ció n su stan cial y p rofu n d a del sistem a de p ropiedad de la tie rra . S e rá m ás o m enos im p ortan te, m ás o m enos a u té n tica , m ás o m enos decid id am en te rev o lu cio n aria, en definitiva, según se a el g rad o de a lte ra ció n del sistem a de p ropiedad vigente. B ajo e sta p ersp ectiva, en E sp añ a h a habido m ás sueños y p royectos que realid ad es. L a re fo rm a a g ra ria h a sido u n a de esas cu es­ tiones p alp itan tes que h an p reocu p ad o a la opinión, a sec­ to res lab orales, in telectu ales o políticos, pero que, con fre cu e n ­ cia, a la h o ra de la v erd ad h an ido a en g ro sa r ese rico m u es­ tra rio de bu en as in tenciones donde ta n ta s posibilidades h is­ tó rica s h an n au frag ad o . Se h an m ultip licad o los inform es, los estudios y los p royectos; am p lia y brillan te lite ra tu ra co n e sca sa in cid en cia p rá ctica . Y , desde luego, n in g u n a ab so lu ta­ m en te ra d ica l ni rev o lu cio n aria. H ay, sin em b argo, dos m om entos a los que es n e c e s a ria re ferirse: el p roceso lib eral de las d esam ortizacion es y el in~

1 Sobre el tema que en este artículo se analiza, puede consultarse, entre otras, las siguientes obras, donde se encontrará información más amplia: A n e s , G.: Las crisis agrarias en la España m oderna. Madrid, 1970. C alero , A. M.a: Movimientos sociales en A ndalucía. Madrid, 1976. C arrión , P.: Los latifundios en España. Barcelona, 1975. M a u r ic e , J.: La reform a agraria en España en el siglo XX (1900-1936). Madrid, 1975. M a l e f a k is , E .: R eform a agraria y revolución cam pesina en la España del siglo XX. Barcelona, 1970. T omás y V a l ien t e , F.: El m arco político de la desam ortización en España. Barcelona, 1971. T uñ ó n , M.; A n e s , G.; E lorza , A., etc.: La cuestión agraria en la Es­ paña contem poránea. Madrid, 1976.

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47 ten tó de la II R epública, el ú nico que se planteó con seriedad la cre ació n de u n as n u evas y m ás ju stas relacio n es de prop ie­ dad. A n tes de an alizarlos, h a y u n a cuestión in soslayable que su b yace y d eterm in a todo el p roceso refo rm ista: el origen de la e s tru c tu ra de propiedad a g ra ria y su evolución h a sta el siglo XIX .

Origen de la estructura de la propiedad E sp añ a, com o es bien sabido, se divide incluso g e o g rá fica ­ m en te en dos á re a s ca ra c te riz a d a s por su opuesto sistem a de propiedad de la tie rra . M inifundio y latifundio son y a h a s ta tópicos y, aun q u e n ecesitad os de precisión, su ficien tem en te válidos p a ra en ten d er a qué aluden. U no y otro p resen tan problem as técn icos, económ icos y sociales. Pero el latifundio, p or los efectos sociológicos que, por lo gen eral, p ro v o ca (paro, em igración , rev u eltas cam p esin as, etc.) es, sin duda, el asp ec­ to m ás grave, u rg en te y decisivo. P or eso, cu an d o de la re fo r­ m a a g ra ria se tra ta , es obligado a n a liz a r su p ro b le m á tic a 2. Sobre el origen de la e s tru c tu ra de propiedad latifu n d ista se h an vertid o exp licacion es com p licad as e in teresad as. Se la h a querido v e r com o efecto lógico de u n as condiciones cli­ m á tica s o incluso psicológicas. L a realid ad , sin em b argo, no es ta n n a tu ra l ni tan p ereg rin a. B a sta re m o n ta r la h isto ria p a ra e n co n tra r su exp licación . A unque algunos au to res nos ad v ierten de su existe n cia p re rro m a n a o ro m an a, h ay que esp e ra r a la llam ad a R econ ­ q u ista y al p roceso de ocu p ación -rep ob lación d u ran te la m is­ m a, p a ra d a r con su v e rd a d e ra dim ensión. Los recien tes estu ­ dios m ed ievalistas h an puesto de m an ifiesto las diferentes e ta p a s de este larg o y com plicado proceso que dependía, en c a d a caso, de circu n sta n cia s nu evas: tipo de tie rra s, am plitud de las m ism as, presión d em ográfica, co y u n tu ra política, r e ­ lación de fu erzas presente, etc. F a cto re s ta n diversos d eter­

2 El término la tifu n d is m o se presta a numerosos equívocos y debe ser precisado en relación a diferentes tipos de tierra, tipos de cultivo, desarrollo de las técnicas, relación entre población y extensión de un determinado territorio, etc. Sobre el particular, cfr. M a l e fa k is , E., o. c., págs. 33 y sigs., y C arrió n , P., o . c., págs. 71 y sigs.

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48

m in aron que en las dos p rim eras e tap as de la rep ob lación — que coinciden, en líneas gen erales, con las tie rra s ocu p ad as a uno y otro lado del D uero— se sig u iera u n p roceso de asen tam ien d o de pequeños p rop ietarios atraíd o s a u n a zona to d a ­ vía b élica y p eligrosa p o r las g a ra n tía s de estab ilid ad del sistem a de p r e s u r a , o bien basán d ose en la d otación re a l a fa v o r de los consejos m unicipales. Y cu an d o a lg u n a circu n s­ ta n c ia o rigin a la cre a ció n del g ra n latifundio, su p rop ietario se ve en la n ecesid ad de o frecer arren d am ien to s en fitéu ticos que fav o recen el estab lecim ien to de cam p esin os m edianos y pequeños, su ficien tem en te asegu rad os. Tales fa cto re s p rop i­ ciaro n , ad em ás de u n cam p esin ad o estable, u n as condiciones que im pidieron la im p lan tació n en C astilla de un sistem a de relacio n es feudales de tipo carolin gio. Sin em b argo, cu an d o a fines del siglo x i y com ienzos del x i i se in icia la ocu p ación del valle del Tajo y se p rofu n d iza h a c ia el Sur, la c o y u n tu ra socio-econ óm ica y p olítica ca m b ia de m a ­ n e r a su stan cial. En p rim er lu g ar, p or la am p litu d de las tie rra s con q u istad as, la despoblación de las m ism as y los problem as que se p resen tan de e n c o n tra r nuevos colonizadores que las p on gan en cultivo. A todo esto h a y que a ñ a d ir la p resen cia de fu ertes con tin gen tes m ilitares p roced en tes del M agreb — alm orávid es y alm oh ad es— que acu d en p a ra fo rta le c e r la debilidad fra g m e n ta d a de los taifas h ispánicos. Se t r a t a de v e rd ad ero s ejércitos re g u la re s a los que es difícil p re se n ta r b a ta lla y que obliga a los reyes castellan o-leon eses a o rg a n iz a r m ilicias con la a y u d a de la nobleza y, sobre todo, de las re cié n cre a d a s O rdenes M ilitares. A p a rtir de estas realid ad es es com o h a y que en ten d er rep artim ien to s, d onaciones y p ri­ vilegios en base a g ran d es concesiones de propiedad rú stica , ú n ica fo rm a de p re m ia r y a g ra d e c e r los servicios p restad os por estas influyentes y p od erosas in stitu ciones sociales y po­ líticas. C om ienza así, de m a n e ra definitiva, a estab lecerse un sistem a de propiedad latifu n d ista en E x tre m a d u ra y la M an ­ ch a, que se rep etiría, con escasas v arian tes, en el rein ad o de E e rn an d o III p a ra las fértiles llan u ras del valle del G u ad al­ quivir. D u ran te los siglos crítico s y caó tico s de la b a ja Ed ad M edia ca ste lla n a , el proceso de acu m u lació n se in ten sifica. E n tre

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49 o tra s razon es, p o r las n o rm as ju ríd icas estab lecid as por la Iglesia — o tra de las b en eficiarías de rep arto s y concesion es— , que tiene d erech o a poseer y co m p rar, pero no a en a je n a r y v en d er u n p atrim on io que se con sid era colectivo, vin cu lad o a la prop ia in stitu ción eclesial. M ás im p ortan cia, si cabe, tuvo la in stitu ció n del m a yorazgo , establecido en el siglo x i i i , pero que em pieza a ap licarse de fo rm a g en eralizad a a p a rtir del siglo xiv. Sirve, en tre o tras cosas, com o m ecan ism o nobiliar de defensa con el que h a c e r fren te al debilitam iento del siste­ m a feudal, cuyo proceso de descom posición se a c e le ra en estos siglos fin ales de la Ed ad M edia. L a nobleza acu m u la en ton ces sus posesiones, en lu g a r de fra g m e n ta rla s h e re d ita ­ riam en te, evitan d o así p erd er fu erza económ ica, que es la fo rm a m ás ad e cu a d a p a ra m an ten er el predom inio social y el influjo político. A m bas fo rm as de vin cu lación eclesiástica y n o b iliaria de la p ropiedad te rrito rial, m an ten d rá n casi in ta c ­ ta s las p re rro g a tiv a s socio-políticas de estos dos estam en tos privilegiados h a s ta la e ta p a de las revolu cion es b u rgu esas.

Evolución del sistema de propiedad D u ran te tod a la llam ad a Ed ad M oderna, la e s tru c tu ra de la propiedad latifu n d ista no hizo sino a u m e n ta r y consolidarse en beneficio del bloque dom inante. Es v erd ad que los Reyes C atólicos in co rp o raro n a título p atrim o n ial los te rrito rio s de las O rdenes M ilitares com o u n a fo rm a m ás del estab lecim ien to indiscutido de la m o n arq u ía a u to rita ria y que, en esa m ism a línea, lim itaro n los privilegios políticos de la nobleza. Sin em b argo, las donaciones a la Iglesia, la rev o lu ció n d e los p r e ­ cios en el siglo xvi que a rru in a ro n a num erosos pequeños p ro ­ p ietario s an d alu ces y los ap u ros económ icos de los A u strias que se vieron en la n ecesid ad de ven d er algu n os señoríos eclesiásticos o de realen g o a la nobleza, d e term in aro n un nuevo en riq u ecim ien to de los g ran d es p rop ietarios y u n a no peq u eñ a acu m u lació n de n u evas propiedades rú stica s. E sta situ ación ad q u iere u n a dim ensión especial en la co ­ y u n tu ra fav o rab le del siglo xvm , cu an d o em piezan a a p re ­ c ia rse las m edidas refo rm istas de los Borbones. El crecim ien to 4

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d em ográfico, posibilitado p or el re n a c e r económ ico, sirve de d esen cad en an te de un nuevo ritm o a lcista de los p rod u ctos a g ra rio s fav o recid o sobre todo p or las d em an d as u rb a n a s. El proceso, com o h a señ alad o G. Anes, no es idéntico n i tien e la m ism a inten sid ad en las d iferen tes regiones, pero en lín eas gen erales se ob serva u n a in ten sificación de cultivos, u n a e x ­ tensión de las ro tu racio n es de tie rra s bald ías o ab an d o n ad as y u n a rev alo rizació n g en eral de las tie rra s y de los p rod u ctos a g ra rio s. En conjunto, son los gran d es p rop ietarios y los p e r­ cep to res de diezm o — la Iglesia p o r p artid a doble— los ben e­ ficiario s inm ed iatos de ta n fav o rab le co y u n tu ra. Sin em b argo, a larg o y m edio plazo, la e s tru c tu ra tra d icio ­ n al de la propiedad evidenció las co n trad iccio n es p ro fu n d as de la sociedad estam en tal y se revolvió c o n tra las clases privilegiad as. P o r u n a p arte, la tie rra e ra la fu en te casi ú n ic a de riq u eza y se e n c o n tra b a en un m om ento óptim o de re n ta b i­ lidad, pero su in m ovilización ju ríd ica y su e sca sa o fe rta en el m ercad o d ificu ltab an su adquisición, provocán d ose así u n a in ten sa ca m p a ñ a c o n tra la v in cu lació n de m a n o m u erta . S u r­ gen p royectos y se ab re un d eb ate casi n a cio n a l ten d en te a lim itar o a c a b a r con la am ortización , con los privilegios de la M esta y con la acu m u lació n de la riq u eza te rrito ria l p o r p a rte de grupos, in stitu ciones o e s ta m e n to s 3. En este co n te x to económ ico y político h a y que s itu a r el p en sam ien to a g ra rio de n u estros m ás insignes ilu strad os. A p are ce el tra ta d o sob re la R egalía d e la A m o rtiza ció n , de C am p om an es; el In fo rm e so b re la Ley A g ra ria , de Jovellan os; los escrito s de O lavide, in ten d en te de A n d alu cía; el d esarrollo de las sociedades eco­ nóm icas, etc. Incluso se llevan a cab o alg u n as in te re sa n te s

3 En realidad, el reformismo ilustrado trató más frontalmente la desvinculación de baldíos, bienes comunes y de propios, que la des­ amortización de los bienes de la Iglesia. En sus escritos hay escasas referencias al abuso que representaban los bienes eclesiásticos, tal vez por prudencia, por respeto, por miedo o por las tres cosas a la vez. Campomanes, por ejemplo, hace una tímida alusión al tema en su Tratado de la R egalía de l ó Am ortización, que le costó el verse in­ cluido en el índice de libros prohibidos, anuncio de la resistencia de la Iglesia a hacer concesiones en este terreno. Algo similar le ocurrió a Jovellanos.

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51 exp erien cias, com o el re p a rto de baldíos en tie rra s del conde de A ra n d a y la colon ización de S ie rra M orena. Es evidente que las b ien in ten cio n ad as teo rías de los ilus­ tra d o s ven ían la stra d a s en su origen p or ciertos p rejuicios discutibles. Im buidos de los p recep tos de la fisiocracia eu rop ea que algunos con ocían a fondo — Jovellan os, p or ejem plo— , con ced ieron excesivo créd ito al papel de la a g ric u ltu ra en m en oscab o de otros secto res prod u ctivos que e stab an p rovo­ can d o, casi por los m ism os años, la m ás g ig a n te sca tra n s fo r­ m ació n econ óm ica en la h isto ria de Eu rop a. P or o tra p arte, sus con cep cion es socio-políticas liberales a c a rre a ría n a la la r­ g a nuevos d esastres sobre el cam p esin ad o que se v e ría des­ poseído incluso de los bienes de propios y com unes — tie rra s de p asto y leñ a— ta n n e cesarias a sus y a p re ca ria s posibili­ dades de subsistencia. Com o con p recisión y a cie rto a firm a b a un h istoriad or, se olvida fácilm en te que an tes de los ataq u es colectivos a la p ropiedad p riv ad a p or p a rte del p ensam iento socialista, existieron estos aten tad o s privad os a la propiedad co lectiv a p or p a rte de la b u rg u esía liberal. De tod as form as, y a p esar de sus m últiples lim itacion es te ó rica s y p rá ctica s, el p en sam ien to de los ilu strad os planteó con precisión algunos de los térm in os del p rob lem a a g ra rio en E sp añ a, puso en evid en cia las co n trad iccio n es del sistem a de p ropiedad estam en tal, m ostró la im posibilidad ju ríd ica que se o frecía al d esarrollo de n u evas fu erzas p ro d u ctiv as de signo ca p ita lista y colab oró a exten d er la id ea de u n a u rg en te y n e ce sa ria re fo rm a a g ra ria . En definitiva, estab lecieron p rin ­ cipios de acció n p olítica que el siglo x ix y p arte del x x in ten ­ ta ría n realizar.

El fenómeno liberal de las desamortizaciones L a d esa m o rtiza ció n no fue un acto aislado, con creto, sino un la rg o y com plicado proceso som etido a las re a ccio n e s au toc rá tic a s de Fern an d o VII y a los vaiven es de la p olítica p a rti­ dista. Se convirtió, de hecho, en uno de esos prob lem as p ro ­ longados e incom pletos que c a ra c te riz a n al siglo x ix en su len ta y p re c a ria an d ad u ra liberal. De tod as form as, es la m ás

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im p o rtan te y d u ra d e ra a lte ra ció n del sistem a de propiedad a g r a r ia an terio r. P o r eso, si h ab lam os de refo rm a a g ra ria , h e ­ m os de a n a liz a r este com plejo fenóm eno socio-político y eco ­ nóm ico, au nque, com o es sabido, no sirvió p a ra a lte ra r el sistem a de propiedad com o tal, sino p a ra c a m b ia r la sociología de los p rop ietarios; fue un am plio tra sv a se de tie rra s en tre p rop ietarios, no u n a re fo rm a del sistem a de p ropiedad a g r a ­ ria . A p esar de su lim itad a dim ensión social, hem os de a c e p ta r el c a r á c te r re fo rm ista e inclu so rev o lu cio n ario de la denom i­ n a d a re fo rm a a g ra ria liberal, con tod as las com illas y p re ci­ siones que se q u ieran . Sus p reced en tes se sitú an en el m ovim iento ilu strad o del siglo an terio r, si bien es preciso a d v e rtir que su realizació n d ecim on ón ica se su ste n ta rá sobre supuestos distintos. L a si­ tu ació n del país y la co rrelació n de fu erz a s sociales h ab ían cam b iad o lo suficien te com o p a ra a lte ra r tam b ién los p ro ­ yectos de refo rm a. Los ilu strad os re sa lta ro n su fu n cion alid ad econ óm ica, al defen d er el in crem en to de tie rra s de cultivo que ad em ás d eb erían e s ta r m ejor aten d id as. Sus h ered eros libe­ ra le s in te n ta rá n so lu cio n ar otros m uchos prob lem as y, sobre todo, con solid ar u n sistem a social, económ ico y político en p rovech o propio. El te m a d esam o rtizad o r se p lan tea ca si sin solución de con tin u id ad . A com ienzos del siglo x ix Godoy, Jo sé I y las C ortes g ad itan as asu m en e sta responsabilidad. No nos vam os a d eten er en el an álisis de unos p royectos lim itados o efím e­ ros, au n q u e sí a n o ta r que se añ ad en dos novedades que h a ­ b rían de te n e r un eco secu lar: la d esam ortización decidida de los bienes eclesiásticos y la u rg e n cia de so co rre r los ap u ros de la H acien d a, cu y a deu d a in terio r a lca n z a b a en 1808 la c a n ­ tid ad de siete m il m illones de reales. De esta fo rm a em pieza a p o sterg arse to d a p reo cu p ació n social, vigen te incluso en algu n os políticos del xvm , com o, p o r ejem plo, el in ten d en te O lavide. Las C ortes de C ádiz situ aro n la d esam ortización en el co n texto global del d esm an telam ien to de la sociedad e sta ­ m en tal. Se d iscutió así la abolición de los señoríos, siendo a p ro b a d a sólo la abolición de los señoríos ju risd iccio n a les (d ecreto del 6 de ag o sto de 1811) y se d eterm inó, con c la r a in ten cion alid ad , el re p a rto de tie rra s com u n ales en tre los

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53 com batientes de «la gu erra del francés». Esta últim a, com a casi todas las m edidas progresivas, fueron abolidas por la reacción absolutista de 1814. A p a rtir de este momento, salvo las fugaces decisiones del trienio (1820-1823), se abre un largo y oscuro paréntesis que con clu irá sólo con la m uerte de F er­ nando VII en 1833. La h eren cia del absolutism o fernand ino se presentaba pro­ blem ática. La contestación ca rlista en el N orte obligó a la R egencia a apoyarse en los perseguidos de ayer —los lib era­ les— p ara consolidar la tam balean te m onarquía, con lo que se ab re el proceso desam ortizador que tiene en Mendizábal. y Madoz sus principales protagonistas políticos. En 1836, con M endizábal en el poder, se aprovechan u n a serie de circu n stan cias p ara in iciar la desam ortización de los bienes eclesiásticos. El am biente no le era desfavorable: an ti­ clericalism o de am plios sectores que relacion ab an a la Iglesia con las represiones del pasado y con la reacción carlista del presente, m anifestado en la quem a y saqueo de num erosos conventos en el año 1835, y la disolución de las órdenes re li­ giosas (menos las dedicadas a la enseñanza y a la b en eficen ­ cia), con la consiguiente in cau tación por el Estado de sus bienes. P ara M endizábal la desam ortización eclesiástica es un valioso instrum ento p ara alcan zar de u na vez unos objetivos políticos e im p lan tar una serie de reform ar m odernas. Su am bicioso y com plejo plan puede resum irse en los siguientes aspectos: — am ortización de la deuda pública interior, que no h acía sino crecer con la gu erra del Norte, p ara la que el po­ lítico progresista h ab ía gestionado un crédito inglés inútilm ente; — reform a del clero, procurando dism inuir su núm ero y su excesivo peso en la sociedad a través de una m ayor austeridad en los conventos, donde, por otra parte, las sim patías carlistas estaban b astante extendidas; — D efensa del trono de Isabel II, aún inestable y precario, con la creación de un num eroso grupo social que, a tra ­ vés de las com pras de bienes desam ortizados, u nirían los intereses de su fortu na personal con la consolidación de la m onarquía liberal.

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El sistem a estab lecid o en la ley de 19 de feb rero de 1836 d e cla ra b a en v en ta los bienes del clero re g u la r y d e term in ab a u n a fo rm a c o n c re ta de realizació n que h a b ría de p ro v o ca r las crítica s m ás cá u stica s e in teresan tes: en p ú b lica su b asta, después de u n a ta sació n p ericial. El pago podía re a liz a rse en efectivo o en títulos de la deuda. E n el p rim e r caso se fijab a un lím ite de dieciséis años p a ra te rm in a r de p a g a r, con un in te­ ré s del 5 p or 100; a los ten ed ores de deu d a p ú b lica se les re b a ja b a el plazo a ocho años y se les subía el in terés al 10 p or 100. En uno y otro caso el sistem a fav o reció a las clases y gru p o s ad in erad os, a p esar de la reco m en d ació n oficial sobre la p a rce la ció n en lotes de las g ran d es fin cas con objeto de fa c ilita r su ad quisición a las clases cam p esin as o a jorn aleros q u e asp irasen a estab lecerse. ¡ V an o y tard ío in ten to de p reo cu p ació n social! «Los b en eficiarios de la ley de M endizábal — h a escrito Tom ás y V alien te— no p od rían se r otros que los cap italistas ten ed ores de títulos de la d euda o ca p a ce s de co m p rarlo s en el m ercad o ; o, am pliando el círcu lo, la b u rg u esía a d in erad a de p rovin cias, que invirtió su dinero en la tie rra a tra v é s de o p eracion es fab u losam en te lu cra tiv a s co n ce rta d a s al am p aro de su b astas oficiales, fácilm en te tr u c a ­ das y p rop icias a todo tipo de abusos y a la m ás lad in a p ica ­ resca» 4. El cam p esin ad o español, el m ás in teresad o en esas tie rra s que ven ían trab ajan d o com o colonos desde antiguo, se vio b u rlad o en sus esp eran zas de acceso a la p ropiedad p or u n a re fo rm a típ icam en te lib eral y clasista, según la cual la posesión de bienes de fo rtu n a con d icion a todo el sistem a s o c ia l5. En van o se esfo rzaría el ilu stre econ om ista Flores E s­ tr a d a p or e v ita r lo que co n sid erab a u n a tra g e d ia de a lca n ce 4 T omás

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p á g . 80.

5 Sobre la contradicción interna de la revolución liberal en rela­ ción con la problemática social, decía Ramón de la Sagra en 1840: «¿Qué hará el pueblo con el diploma de libre que se le ha concedido si este título no le asegura medios constantes de trabajo para no morir de hambre? Desengañémonos, las clases laboriosas, las clases proletarias, no mejorarán en su estado y posición social sólo con haberse promovido en su favor los intereses políticos, puesto que para entrar en el goce de estos bienes necesitan entrar antes en posesión de los intereses materiales y morales.»

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55 n acio n al. Desde la trib u n a de El E u r o p e o defendió un p royecto de e n fite u s is o arren d am ien to p erpetuo, ren ovab le a los cin ­ c u e n ta años, que con segu iría, a la la rg a y de fo rm a m ás se g u ra, los m ism os objetivos políticos y fin an ciero s que se h a b ía p ropuesto M endizábal, junto con la rea liz a ció n de u n a re fo rm a social de la propiedad a g ra ria . « ¿M a lo g ra ría n u estro G obierno — escrib ía el 28 de feb rero de 1836— la oportunidad r a r a y sin igu al ap reciab le que se le p resen ta, sin te n e r que v u ln e ra r n in gú n d erech o ni que e x c ita r n in g u n a queja fu n ­ d ad a, de re g e n e ra r E sp añ a, form an d o así la ley A g ra ria , esto es, d istribuyendo del m odo m ás eq u itativo y ven tajoso la p ro ­ piedad, que es don de la n a tu ra le z a y no p rod u cto de la in d u stria del hom bre, de cu y a ju sta d istrib u ción penden la consolid ación de las institu ciones fu n d am en tales de los p ue­ blos y el b ien estar de los asociados?» Es trág ico , pero así fue; aq u ella op ortu n id ad se m alogró y el giro desestab ilizad or que ad q u irió la cu estión a g ra ria tiene en esta fru stra ció n u n a de sus m ás c la ra s exp licacion es.

A p a rtir de este momento, el proceso desam ortizador adquie­ re curiosos ritm os alternativos al com pás de las vicisitudes de la política partidista. D urante la regencia de Espartero (1841-1843) se ponen a la venta tam bién los bienes del c le r o s e c u la r y se in crem en ta el ritm o de las adquisiciones, que cu l­ m ina en 1843, poco antes de que la llegada al poder de Narváez y los moderados im pongan un freno a la desam ortización. En estas com pras participan todas las clases acom odadas capaces de com petir en las subastas y parece que entre las personas de «orden y religión» no hubo dem asiados escrúpulos de concien­ cia p ara ad quirir los bienes de la Iglesia, como dem uestra la p articip ación incluso de eclesiásticos particu lares en la com pra de tierras desvinculadas. La etapa de gobiernos moderados que se abre en 1844, sign ifica precisam ente la tranquilidad defini­ tiva de las conciencias y la estabilidad asegurada de las adqui­ siciones. El Concordato con el V atican o en 1851 fue una h ábil tran sacción por am bas partes-, la Iglesia reconoció la m onar­ qu ía liberal y el trono de Isabel II y el Estado, con la com pen­ sación que sig n ificab a la dotación de culto y clero, consiguió que se resp etaran las com pras ya realizadas. En 1855, ra íz de la V ica lv a ra d a y del nuevo acceso al poder

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56 del progresism o, P ascu al M adoz, m in istro de H acien d a, p re ­ sentó el 5 de feb rero u n a n u ev a ley de d esam ortización , en c u y a elab o ració n in tervin o a ctiv am en te P a tricio de la E sco su ra. L a ley de desamortización civil fue ap ro b ad a en m ayo del m ism o añ o y re p re se n ta por su u n iversalid ad la cu lm in ación del p ro ­ ceso iniciado teó ricam en te un siglo an tes. Desde 1855 todo puede ser d esam ortizado. Se d e clarab an en v en ta los bienes p e rte n e ­ cien tes al E stad o (excep to algunos p alacios reales, p ropiedad de la C orona), al clero, a las O rdenes M ilitares, a cofrad ías, a ob ras pías, los bienes del ex in fan te don C arlos, los de propios y com unes de los pueblos y los que era n propiedad de in stitu ­ ciones b en éficas o de en señ an za. P a ra que nad ie e sca p a ra , se añ ad ía: «... y cu alesq u iera otros p erten ecien tes a m an os m u e r­ ta s y a estén o no m an d ad os ven d er por leyes an terio res». Sólo se exclu y ero n algunos bienes de ap ro v ech am ien to com ú n y se a rb itró un sistem a de com p en sacion es — lo que E sco su ra de­ nom inó cambio en la forma de propiedad — p a ra no d ejar com ­ p letam en te al aire las econom ías m u n icip ales o las de in stitu ­ ciones de b en eficen cia y en señ an za. A unque la d esam ortización civil fue in terru m p id a al añ o siguiente, se rean u d ó en 1858, consiguiendo las ven tas un r á ­ pido in crem en to de ritm o y de p recio, en tre o tra s razon es, p or la estabilidad p olítica y exp an sión econ óm ica de la e ta p a de la U nión Liberal, por el au m en to de precios re g istra d o en los p ro ­ ductos ag ríco las y por la p restig io sa im agen social ad q u irid a por los com p rad ores de la d esam ortización de M endizábal, que h ace p erd er el escaso re p a ro que p u d iera q u e d a r en algunos gru p os m ás con servad ores. El proceso global de la d esam ortización y el de la d esam o r­ tización civil en p a rticu la r, afectó de m a n e ra n e g a tiv a en un cam p esin ad o que se vio im pedido por la m e cá n ica c a p ita lista de la o fe rta y la d em an d a a la m ás a rra ig a d a de sus a sp ira cio ­ nes secu lares. L a v en ta de propios y com unes le privó, p a ra m ás d esg racia, de un au xilio com p lem en tario e indispensable del que se b en eficiab an m u ltitu d de jorn aleros y pequeños c a m ­ pesinos de los pueblos. No le fa lta b a razó n a Pi y M argall, hom bre de p rofu n d as inquietudes sociales, cu an d o d escrib ía años después la tra g e d ia ru ra l que se h ab ía consum ado: «No se h a distribuido la propiedad todo lo que exig ían los in tereses

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57 de la lib ertad y el orden; y los colonos, en vez de s a c a r de la revolu ción p rovecho, h an visto c re c e r de u n a m a n e ra fab u losa el p recio de los arren d am ien to s. E ra n casi condueños cu an d o e sta b a la p ropiedad en m an os de la Iglesia y la nobleza, que rica s, opulentas y estables, ni p ropendían al cam bio de a rre n ­ d atarios, ni ten ían afán por estru jarlo s; después h an sido m uy o tra s sus condiciones y su su erte. Así se exp lica que el nuevo orden de cosas h a y a tenido y ten g a to d av ía en los cam pos ta n escasos prosélitos» 6.

La tragedia de la sociedad rural Las con secu en cias de la d esam ortización fu eron m últiples y v a riad as, difíciles de exp on er en el co rto esp acio de un a rtíc u ­ lo; ten d ríam os que d eriv ar h a cia cuestiones té cn ica s e incluso cu ltu rales, que nos a p a rta ría n del tem a cen tral. B aste a firm a r que algunos de los objetivos p rio ritario s no sólo no se a lca n z a ­ ron, sino que se agu d izaron . Tal es el caso del p rob lem a fin a n ­ ciero, a g rav ad o con n u evas em isiones de deuda pública p a ra reso lv er el p resu p u esto an u al de dotación del culto y sustento del clero, al que se com p en sab a así de lo que la Iglesia h ab ía calificad o de despojo. Los av an ces técn icos y p roductivos que cab ían e sp erar tra s las d esvinculaciones, tam p oco fu eron es­ p e ctacu lares: au m en tó la prod u cción a g ríco la por la extensión de algunos cultivos, se intensificó el ren d im ien to de los m ás com ercializad os, y poco m ás. Por el co n trario , prosp eró la des­ forestación , la g a n a d e ría sufrió un duro retro ce so con la p é r­ dida de baldíos y tie rra s com unes, y el uso de abonos o la se­ lección de sem illas fu eron innovaciones de algunos a g ricu lto ­ res em prendedores que obtuvieron escaso eco en la m ayoría. P ero hubo ad em ás otros efectos cu y a tra sce n d e n cia re b a sa el ám bito de lo an ecd ótico p a ra ad q u irir c a ra c te re s de trag ed ia. Me refiero a las con secu en cias p olíticas y sociales. Desde el punto de v ista político h ay que d e sta ca r el papel ejercido por las n u evas oligarq u ías ru rales, sobre todo en las region es del latifundism o consolidado: E x tre m a d u ra , la M an ch a y A ndalu-

6 Citado por

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pág. 161.

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58 cía. El predom inio económ ico p osib ilitará a estos dueños de la situ ación c o n tro la r la vid a p olítica y social de los pueblos de m ed ia E sp añ a. Su a lia n z a con la b u rg u esía in d u strial y fin a n ­ ciera, co n stitu irá la base eco n ó m ica sobre la que se m o n ta rá la R estau ració n can o v ista, que e n c o n tra rá en la n u e v a e s tru c ­ tu ra de la propiedad a g ra ria uno de los fu n d am en tos de su ficción política: el ca ciq u ism o . L a m an ip u lación ele cto ra l y la co rru p ció n social se rá n in stitu cio n alizad as com o fo rm a de po­ der, p rovocan d o n áu seas en los esp íritu s m ás ín tegros. « F a rsa el su fragio, fa rs a el gobierno, fa rs a el p arlam en to , fa rs a la lib ertad , fa rs a la P atria», d en u n ciab a C osta con a m a rg u ra . M ás trá g ic a s serán aú n las co n secu en cias sociales. L a r e a c ­ ción del cam p esin ad o, b u rlad o en sus asp iracion es, no se hizo e s p e ra r y tom ó u n a dim ensión com p ren sib lem en te violenta. Las alteracio n es y rev u eltas cam p esin as no a p a re ce n a h o ra com o u n a novedad. Las region es a g ra ria s latifu n d istas ten ían y a u n a c ie rta trad ició n rev o lu cio n aria. Lo que llam a la a te n ­ ción es el nuevo ritm o que alcan zan , la p eriodicidad trá g ic a que c a ra c te riz a la vid a cam p esin a de un am plio se cto r de la E sp añ a ru ra l y que p ro v o ca u n a d ia léctica re p re siv a p or p a r­ te del p oder público. P a ra los políticos en gen eral, com o a fir­ m a b a y a G onzález B rav o , el p rob lem a a g ra rio de las region es latifu n d istas e ra «un p rob lem a de G u ard ia Civil». No p reten d o h isto ria r los levan tam ien tos cam pesinos ni sus secu elas en la evolución p o lític a 7, pero sí se ñ a la r algu n as n o­ ta s típ icas de los fenóm enos revolu cion arios del siglo xix . P u e ­ den d istinguirse, a g ran d es rasgos, dos etap as divididas por el año 1870. En la p rim era, se t r a t a m ás bien de in su rreccio n es esp on tán eas, fru to de la d esesp eración y la fru stra ció n c a m ­ pesina, con objetivos en cierto m odo vagos e in con cretos, r e ­ lacion ad os frecu en tem en te con el te m a de la d esam ortización , com o pone de m an ifiesto el lev an tam ien to en la c o m a rc a de Loja (G ran ad a) de P érez del A lam o, en 1861, que m uy bien p u e­ de sim bolizar las rev u eltas de este p rim er período. Desde 1870, a raíz de las iniciales siem b ras ideológicas re a liz a d a s p or los em isarios de la I In tern acio n al, el m ovim iento cam p esin o a d ­

7 Otro artículo en esta misma revista analiza con detenimiento y profundidad el tema.

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quiere una im postación m ás consciente y coordinada; una di­ m ensión revolucionaria m ás específica. Son las acciones diri­ gidas y potenciadas por el anarquism o, cuya im plantación ru ­ ra l es por el m om ento indiscutida, y que culm inan con la ocupación de Jerez de la F ron tera en 1892, tan drásticam ente reprim ida. L evan tam ien to y rep resión son los dos polos de u n a tra g e d ia cam p esin a que rep ercu te in sisten tem ente en el p rogresivo de­ bilitam iento de todo el sistem a socio-político.

Intentos reformistas bajo la monarquía liberal El siglo xx se in icia sin dem asiados optimismos. El país vive aún bajo los efectos de la crisis de 1898, la provincia de C ór­ doba se ve agitad a por un intenso m ovim iento de huelgas cam ­ pesinas que atrav iesan toda la Cam piña (1903), y dos años des­ pués, en 1905, la pertinaz sequía sume al cam pesinado andaluz en el ham bre, la desesperación y el paro, que afecta a m ás de 100.000 braceros. E sta d ram ática situación h ab ría que com ple­ ta rla con una serie de datos socio-dem ográficos que resaltan aún más las som bras del cuadro:

( En m i l e s ) A ño

Pobl. total

Pobl. activa

Pobl. activa agríe.

% Pobl. activa

1900 1910 1920

18.594.405 19.927.150 21.303.162

7.539 7.516 7.921

5.125 5.053 4.686

69,6 67,2 61,5

Las cifras anteriores, que incluyen la población a g raria fe ­ m enina, m an ifiestan con claridad el peso de la agricu ltu ra en la vida económ ica y social del país. Si el problem a lo con cre­ tam os a A ndalucía, los datos adquieren una viru len cia aún mayor. Refiriéndose a esta época, A. M.a C alero h a precisado algunas de las notas que ca racterizan a la form ación social andaluza, en la que «el 82,9 por 100 de las fam ilias que tenían

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algú n tipo de p ropiedad rú s tic a e ra n du eñ as de m enos de diez h e c tá re a s (las p ro p ietarias de m enos de cinco h e c tá re a s re p re ­ sen tab an el 64,7 p or 100). P uesto que la in m en sa m a y o ría de los pequeños p rop ietarios e ra n al m ism o tiem po cu ltiv ad o res de sus tie rra s, sign ifica que m ás de trescie n ta s m il fam ilias — m illón y m edio de p erso n as— vivían y tra b a ja b a n en el c a m ­ po en situ ación de in su ficien cia. P o r otro lado, el 34 por 100 de p erson as cu y a profesión e r a tra b a ja r la tie rra ca re cía n en a b ­ soluto de p ropiedad alg u n a. M ás de d oscien tas m il fam ilias, un m illón de p erson as en n ú m eros redondos, con h am b re de tie­ rra . El resu ltad o de todo ello e ra un nivel de vida ínfim o en el cam p esin ad o, que u n a ab u n d an te lite ra tu ra , en su m a y o r p arte de origen b urgués, d en u n ciab a con frecu en cia» 8. Tales d en u n cias em p ezaron a ser can aliz a d a s a tra v é s de d eterm in ad os organ ism os oficiales, com o la Com isión de R e­ fo rm as S ociales c re a d a en 1883 y, sobre todo, por el In stitu to de R eform as S ociales que vino a su stitu irla desde com ienzos de siglo. Se h icieron m u ltitu d de inform es, se pidieron d atos a técn icos y sociólogos, se am o n to n aro n las estad ísticas, etc., a u n ­ que las soluciones co n cre ta s p a re cía n no te n e r la m ism a u r ­ gen cia. En este co n texto de d en u n cia y creació n de u n a opinión p ú b lica en torn o a los prob lem as sociales del país, la o b ra de Jo aq u ín C osta y los re g en eracio n istas sirvió, de m a n e ra p a r­ ticu lar, p a ra su b ra y a r la im p o rtan cia de la cu estión a g r a r ia y la n ecesid ad de im p la n ta r ráp id as refo rm a s de tipo co lecti­ vista. A ra íz de los sucesos de 1903 y la crisis a g r a r ia de 1905 en el Sur, se in ician u n a serie de tím idas refo rm as, sin g ra n éxito p ráctico . Conviene, sin em b argo, d eten erse en ellas porque, au n q u e se t r a ta m ás de a n a liz a r «intenciones que hechos», e x p re sa n las inquietudes un tan to co n tra d icto ria s y ta rd ía s de las g e n e ra ­ ciones lib erales in sp irad as en el reg en eracio n ism o de com ien ­ zos de siglo. E stas re fo rm as q u ed aron en p royectos m ás o m e­ nos b rillan tes p or razo n es v a ria d a s y com plejas. U n as veces porque los políticos y los p artid os a ctu a b a n a im pulsos de la m e cá n ica rev o lu cio n aria cam p esin a, y cu an d o ésta se a d o r­ m ecía, los p royectos refo rm istas lan g u id ecían sin p en a ni g lo ria 8 C alero, A. M.a, o. c., pág. 4.

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61 e n las com isiones p a rlam en tarias. En o tras ocasiones, prob le­ m as políticos o sociales m ás u rg en tes — al m enos así lo con si­ d e ra b an m in istros y dipu tad os— a rrin co n a b a n las p re o cu p a ­ ciones de la re fo rm a a g ra ria . Sin em b argo, com o irem os viendo, estos diversos inten tos con sigu ieron im p on er algu n os criterio s valiosos ad em ás de c re a r u n a opinión fav o rab le ca d a vez m ás exten d id a en am plios sectores del país. Los p rin cip ales p ro ­ yectos, que h an sido expu estos con precisión por M alefakis, fu ero n los siguientes: — P royecto d e G onzález B esa d a , en 1907, siendo m inistro de Fom ento en el gabinete de A. M aura. Se creó una Ju n ta p ara la Colonización y Repoblación del País, que estuvo vigente du­ ra n te dieciocho años, alcanzando escasos éxitos debido a la li­ m itación de medios y objetivos propuestos, a la m ala calidad de las tierras disponibles y al exiguo núm ero de cam pesinos asentados. — En 1911, C analejas, un político que y a h ab ía p lan tead o diez años an tes el p rob lem a del latifundism o a g ra rio , re to m a co n m ay o r agresivid ad el p royecto G onzález B esad a, p erm itien ­ do la adquisición y exp rop iación forzosa de tie rra s por p a rte del Estado, sobre todo las que estu v ieran en zonas de regad ío sin un ap rovech am ien to cu alificad o. A unque C an alejas p reveía el p ago en m etálico a p recio de m ercad o p a ra a d q u irir o e x ­ p ro p iar, su ley de re fo rm a a g ra ria re p re se n ta b a y a un a taq u e al con cep to m onolítico de propiedad, h a sta en ton ces in cu es­ tionado en el seno del liberalism o. — S a n tia go A lb a pretendió una reform a a g raria in d irecta a través de una tran sform ación del sistem a fiscal. Presentó su in teligen te y sibilino proyecto en 1916, siendo m inistro de H a­ cienda en el gobierno Rom anones. Se d eterm inaba en el mismo la im posición de una sobretasa fiscal progresiva que afectab a de m anera especial a tres tipos de propiedad rú stica: las que estuvieran en zonas de regadío, los latifundios y las fin cas insu­ ficientem ente cultivadas. Estas últim as, sobre todo, h abían de ser vendidas a p articu lares o al Estado (que las distribu iría en ­ tre colonos) si en el plazo de dos años no cam biaban de aspecto. A l mismo tiempo, se creab a un Banco A grario p ara im pulsar

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las co m p ras de individuos o colectivid ad es cam p esin as y se d ab an n u evas n o rm as sobre los arren d am ien to s. — El últim o, y q u izá m ás im p o rtan te de los p royectos, el del conde de Lizárraga, se p resen tó al P arlam e n to en 1921, sien­ do m in istro de T rab ajo. Recoge alg u n as de las ideas an terio res: exp rop iación fo rzo sa en zonas de regad íos con stru id os p or el E stad o o de las fin cas in su ficien tem en te cu ltivad as. Lo m ás in teresan te, sin em b argo, es la lim itación en las dim ensiones de la propiedad. U n a sola p erso n a no podía poseer, bajo u n a m ism a linde o d istrib u id a en v a ria s p arcelas, u n a exten sión su p erior a 500 H a en un sólo m unicipio. En co m p a ra ció n a com o se h ab ían tra ta d o los an terio res proyectos, la re a cció n p a rla m e n ta ria a éste fue ejem plar. L a com isión de las C ortes que inform ó lo hizo con in u sitad a rap id ez y a ú n re m a ch ó a l­ gunos de los principios sociales del p royecto inicial: la p ro ­ piedad individual podía se r lim itad a a 300 Ha, e incluso a m enos si estab an en los ruedos de los pueblos, las e xp ro p iacio ­ nes no se re a liz a ría n al p recio del m ercad o, sino en relació n con el líquido im ponible d eclarad o o estim ado, y se c re a b a ad em ás un In ven tario de P ropiedades Exprop iab les. T an b u e­ n as inten cion es del M inisterio y del P arlam e n to se vieron tru n ­ ca d a s p or el d esastre de A n n u al, el p rob lem a del p istolerism o b arcelon és y el con flicto co n stitu cio n al en tre poderes que em ­ p ezab a a p lan tearse. Com o h a escrito con p recisión M alefakis, «el últim o esfuerzo de la m o n arq u ía con stitu cio n al h a c ia la re fo rm a a g ra ria se vino ab ajo en la ag o n ía de la d e m o cra cia española» 9. Los años de la D ictad u ra no fu eron esp ecialm en te favorab les p a ra la p ro b lem ática social del m undo ru ra l. Prim o de R iv era p en sab a que su solución con sistía en aliv ia r la presión dem o­ g rá fic a cam p esin a. En este sentido, la in d u strialización u rb a ­ n a a tra e ría im p o rtan tes con tin gen tes de m an o de obra, y las ob ras públicas oficiales (c a rre te ra s , in fre s tru c tu ra h id rá u lica o de regad íos, etc.) co m p letarían el p roceso a seg u ran d o el em ­ pleo a los que p e rm an ecieran en las zonas ag rícolas. Pero, por supuesto, n in gú n in ten to serio de a lte ra r el sistem a de p ro ­ piedad. Sólo se refo rzó el créd ito en un ilusorio sueño de fa 9 M alefakis, E.,

o . c .,

pág. 499.

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63 cilita r de este m odo la adquisición de tie rra s a los cam p esin os en el m ercad o de ven tas, y y a al fin al del rég im en (en 1929), bajo la p resión de la UGT y del llam ad o «catolicism o social», se ap rob ó u n a ley que lim itab a y re strin g ía el sistem a de a rre n ­ dam ientos. Como d eja bien c la ra esta exposición, los p rim eros tre in ta añ os del siglo se d eb atieron en u n a d ialéctica e fím era de p ro ­ y ecto s y fracaso s, con la e sca sa ren tab ilid ad de u n a ley fin al sobre arren d am ien to s. P o ca cosa p a ra un p rob lem a que aq u e­ ja b a ag u d am en te a am p lias zonas del cam p o español. La h e ­ re n c ia que recib ía la R ep ú b lica en 1931 no podía ser m ás des­ alen tad o ra.

La reforma agraria durante la II República L a II República, n acid a en u n a co y u n tu ra econ óm ica n a ­ cion al e in tern acio n al poco p ropicia, re p re se n ta el ú nico in ten ­ to serio de n u e stra h isto ria de o rg a n iz a r la p rod u ctivid ad y de ra cio n a liz a r la p ropiedad a g ra ria . En el p lan team ien to y en la b ú sq u ed a de soluciones del p rob lem a a g ra rio puede con d en ­ sarse la g ran d eza y la tra g e d ia de este período histórico. El crecim ien to in d u strial de los años 20 en E sp a ñ a h ab ía conseguido lib e ra r al cam p o de b u en a p arte de su población ru ra l, au n q u e las estad ísticas no era n aú n co m p arab les con la situ ación de otros países europeos occid en tales. Al com ienzo de la c u a rta d écad a del siglo, la población a ctiv a a g ríco la e ra to d av ía su p erior al 45 p or 100 del total, y el re g re so de c a m ­ pesinos desde las zonas u rb a n a s se in crem en ta b a a m ed id a que se e xten d ía la recesión in d u strial p ro v o cad a p or la g ra n de­ p resión de 1929. Si a todo esto se añ ad e la crisis a g ríco la de las zonas o liv areras an d alu zas en 1930-31, con el au m en to de la inquietud y del p aro 10, se co m p letará algo m ás el p a n o ra m a que la R epública n ecesariam en te h ab ía de a fro n ta r. Y lo hizo

10 Carrión habla de más de 200.000 parados, y según Maurice, casi 100.000 entre Jaén (45.000) y Sevilla (50.000). Sobre el caso de Sevilla, en este período puede verse el reciente libro de M. T uñón de L ara : Luchas obreras y cam pesinas en la A ndalucía del siglo XX. Ja én (1917-1920). Sevilla (1930-1932). Madrid, 1978.

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desde el com ienzo, a p esar del escaso papel electo ral jugado p or el cam p esin ad o de las zonas latifu n d istas en el d e rro c a ­ m ien to de la M on arq u ía y p ro clam ació n de la R ep ú b lica n. En la d eclaració n de principios p u b licad a en El Sol al día sigu ien ­ te del estab lecim ien to p acífico de la R epública, se reco g e — no sin vag u ed ad — las asp iracion es secu lares del cam pesinado, siendo éste el único punto socio-económ ico reflejad o en dicho m an ifiesto: «El G obierno provisional d e cla ra que la propiedad p riv ad a q u ed a g a ra n tiz a d a p or la ley, en con secu en cia, no po­ d rá ser exp rop iad a, sino p or c a u s a de utilid ad p ú b lica y p rev ia la indem nización corresp on d ien te. M as este Gobierno, sensible al ab andono ab soluto en que h a vivido la in m en sa m a s a c a m ­ p esin a esp añ ola, al d esin terés de que h a sido objeto la econ om ía a g r a r i a del país, y la in co n g ru en cia del d erech o que la o rd en a con los p rincipios que in sp iran y deben in sp ira r las legislacio­ nes actu ales, ad op ta com o n o rm a de su actu a ció n el re co n o ci­ m ien to de que el d erech o a g ra rio debe resp on d er a la fu n ción social de la tierra.» El p rob lem a a g ra rio se co n v ierte desde el p rincipio en un foco de aten ció n leg islativ a por p a rte del G obierno provisional. En la a ce le ra ció n y p u esta en p rá c tic a de estas n o rm as in icia ­ les jugó u n p apel decisivo el PSO E, el único de la coalición g u ­ b ern am en tal que a su m a q u in a ria o rg a n iz a tiv a n acio n al u n ía u n p ro g ra m a a g ra rio co h eren te y u n a org an izació n sindical — la F ed eració n N acion al de T rab ajad o res de la T ie rra (FNTT)— sólidam ente im p lan tad a en las m ás im p o rtan tes zonas a g ra ria s del país 112. D entro del G obierno provisional, los so cialistas te ­

11 Es sabido que en las elecciones de abril de 1931 fue el voto de las grandes ciudades el que determinó el triunfo republicano. Sobre el insignificante papel del campesinado en este momento concreto, cfr. M a u r ic e , J ., o . c ., págs. 24-25 y 31-32. Para una información más amplia puede verse la obra de M. M a r t ín ez C uadrado, Elecciones y partidos políticos de España (1868-1931). Madrid, 1969, tomo II. 12 La FNTT, organismo autónomo en el seno de la UGT, fue creada formalmente en 1930. Sin embargo, la actividad rural de los socia­ listas se inicia mucho antes, a partir de la oleada de huelgas de 1903­ 1904, en competencia con los anarcosindicalistas, cuya implantación campesina es muy anterior. A raíz del trienio bolchevique (1918-1920), la presencia socialista no hizo sino crecer entre los campesinos. El órgano de difusión de la FNTT era El O brero de la Tierra, que tiraba unos 80.000 ejemplares, a mediados de 1932.

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n ía n ad em ás tres m inistros, siendo L argo C ab allero desde la c a r te r a de T rab ajo el que m ás im pulsó esta p rim eriza, im p or­ ta n te y polém ica legislación a g ra ria de la República. D ichas n o rm as p lan tearo n de e n tra d a el p rob lem a de los pequeños a rre n d a ta rio s y el de los jorn aleros. R especto a los prim eros, se to m aro n m edidas ten d en tes a e v ita r los d esahucios y las su ­ b id as en los arren d am ien to s, así com o a p ro m o cio n ar a rre n d a ­ m ien tos de tipo colectivo en línea con el pen sam ien to m ás o r­ to d o xam en te socialista. Las p olém icas m ás fu ertes com en zaron con los d ecretos sobre los jorn aleros, en tre los que d estacan : a) El d ecreto que fijab a la jornada laboral cam p esin a en o ch o h oras, con lo que in d irectam en te se prom u eve u n a co n ­ siderab le subida de los salario s reales, sobre todo en las épocas de la recolección . b) La fam o sa ley de términos municipales (28-IV-1931), u n a de las m ás co n tro v ertid as y que d eterm in ab a la co n tra ta ció n ob ligatoria de los jorn aleros de un m unicipio con p riorid ad so­ b re la m an o de o b ra de otros pueblos o regiones. Se p reten d ía así im pedir la co n tra ta ció n de ob reros am arillos o rom p e-h u el­ gas, a los que con frecu en cia acu d ían los caciq u es locales en los m om entos de crisis lab orales. La m edida, sin em b argo, p ro­ v o ca b a tensiones en tre los m ism os jorn aleros, y aunque su in­ ten ció n social e ra cla ra , rep resen tó de hecho «una a m en aza g ra v e de d esorgan ización de la vida econ óm ica del cam p o de­ bido al in ten to de a d e cu a r la o ferta de trab ajo a los lím ites m unicipales, to talm en te artificiales desde el punto de vista eco ­ n óm ico 13. c) El d ecreto de 7 de m ayo del 31 sobre el laboreo forzoso de las fin cas, an te el tem o r de que los g ran d es te rra te n ie n te s las d e ja ra n in cu ltas p a ra b loq u ear con u n a crisis de su b sisten cia y de p aro el p ro g ra m a a g ra rio e, incluso, la estabilidad políti­ c a de la p rop ia República. El tem o r de los p rop ietarios au m en ­ tó an te el c a r á c te r vago de d eterm in ad os concep tos y giros co n ­ tenidos en el d ecreto, cu y a ap licación , p or o tra p arte, co rre s­ p on d ía a consejos m unicip ales fácilm en te presionables por las o rg an izacio n es sindicales de la localidad. 13 M alefakis , E.,

o . c .,

pág. 202.

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66 A d em ás de tod as estas n orm as, se estab lecieron los jurados mixtos de p atron os y obreros, con el fin de v ig ila r la ap licació n de la legislación a g r a r ia rep u b lican a en el m edio ru ra l. Estos jurados, con trolad os en su m ay o ría p or la FN TT con el ap oyo de L arg o C aballero, p ro v o caro n frecu en te s ro ces con los a n a r ­ quistas, cu y as im p acien cias rev o lu cio n arias no se a co m p asab an fácilm en te a la m o d eració n de que h a cía n g a la en estos m o­ m entos iniciales los socialistas 14. E stas p rim eras leyes y d ecretos del G obierno provisional p reten d ían c r e a r u n a n u ev a co rrelació n de fu erzas fre n te al pod er hegem ón ico de las oligarq u ías ru rale s. Tal era, en defini­ tiva, uno de los fu n d am en tos de los distintos p royectos de re ­ form a agraria que em p ezaron a d eb atirse a p a rtir de julio de 1931. El p rim ero de dichos p royectos fue el de la Com isión T éc­ n ica A g ra ria , elab orad o sobre todo p or tre s esp ecialistas: S á n ­ chez R om án (jurista), Flores de Lem us (econom ista) y el in ge­ niero agrón om o P a scu al C arrión . El p ro g ra m a de re fo rm a que p resen taro n e n co n tra ría n u m ero sas dificultades en el seno de la coalición g u b ern am en tal. P reten d ían c o n c e n tra r los esfu er­ zos políticos y económ icos del G obierno en la solución del p ro ­ b lem a a g ra rio de las zonas latifu n d istas, sin necesid ad de e x ­ p rop iación p a ra no p erd er recu rso s fin an ciero s con costosas in ­ dem nizaciones cam p esin as p or año, ocupando por «tiem po in ­ definido» las tie rra s de un sólo p rop ietario que en las c a to rc e p rovin cias latifu n d istas (A n d alu cía, E x tre m a d u ra , S a la m a n ca , Toledo, C iudad R eal y A lb acete), exced iera n de u n as d eterm i­ n ad as dim ensiones, bajo los au spicios de u n In stitu to de R e­ fo rm a A g ra ria (IRA) destinado a «tran sfo rm a r la con stitu ció n a g ra ria española» 15. Los gastos, que serían cuan tiosos, a p e sa r 14 Muchos cenetistas pensaban que la proclamación de la Repú­ blica significaría de inmediato el reparto de tierras. La FNTT, por el contrario, atemperaba urgencias, moderaba objetivos y recordaba que «una reforma agraria no puede completarse en un año o dos». Cfr. M a l e f a k is , E., o . c ., págs. 369 y sigs.

15 La propiedad de las tierras, mientras no se decidiese lo contra­ rio, la mantenían los mismos dueños, como «acredita» el canon esta­ blecido por el IRA; pero el usufructo definitivo pasaba a manos de los campesinos en un sistema parecido al de los antiguos arren-

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de que las indem nizaciones casi se h a ría n in n ecesarias, se des­ tin a ría n a d o tar de útiles y h e rra m ie n ta s a los individuos, a las co o p erativ as o a las colectivid ad es asen tad as y, en p arte, se co n seg u iría a tra v é s de u n im puesto p rogresivo a los g ran d es p rop ietarios de todo el país. L a re a cció n que p rovocó este p royecto en gru p os y periódi­ cos de la d erech a no se hizo esp erar. C asi tod as las crítica s se c e n tra ro n en que las ocu p acion es se h a ría n en tod as las fin ca s latifu n d istas y no sólo en las m al cu ltivad as, com o h ab ía sido n o rm a trad icio n al en los p royectos de los tre in ta años a n te rio ­ res. E n el seno del G obierno provisional, desde los ra d ica le s a los so cialistas — aun q u e p or razon es d istin tas— , la oposición fue tam b ién b astan te g en eralizad a y en u n a sem an a el p ro ­ y ecto de la Com isión T écn ica fue abandonado. Se en carg ó en ton ces a u n a comisión ministerial, p resid id a p or A lcalá Z am ora, la elab oración de un nuevo p royecto, que fue p resen tad o a las C ortes a fines del m es de agosto. A unque el nuevo texto re co g ía alg u n as de las asp iracion es de la Com i­ sión T écn ica, se d istan ciab a de ésta a la h o ra de d e te rm in a r el tipo de fin ca a fe cta d a por la refo rm a. Y a no serían «todas las g ran d es propiedades», sino que la re fo rm a sería aplicable sólo en tre s casos: las fin cas situ ad as en zonas de reg ad ío y no es­ tuviesen p u estas en riego, las que n orm alm en te h ab ían estad o siem pre arre n d a d a s y las propiedades de la nobleza que tu ­ v ie ra n un origen «feudal». El retro ceso en d eterm in ad os a s ­ pectos e ra evidente: m u ltitu d de g ran d es p rop ietarios «direc­ tos» q u ed ab an exp lícitam en te excluidos de la re fo rm a y las in ­ dem nizaciones aco rd ad as por A lcalá Z am o ra sólo podían p e r­ ju d icar a la nobleza, y a que el resto de los p rop ietarios a fe c ta ­ dos serían indem nizados con el v alo r de sus fin cas al p recio del m ercad o. A p esar de sus p untos de m od eración , el p royecto de la comisión ministerial de «ninguna m a n e ra elim in ab a la posibilidad de llev ar a cab o u n a re fo rm a im p ortan te» (M alefakis), y aunque saludado con cie rta confianza p or sectores co n ­ servad ores, fue tam b ién criticad o en estos m edios por conside­ r a r in alcan zab les p a ra las posibilidades econ óm icas del país

damientos medievales. Sobre el particular, más ampliamente en P. CaLa R eform a A graria de la Segunda R epública y la situación actual de la agricultura española. Barcelona, 1973.

r r ió n :

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algunos de los objetivos propuestos. El Debate, p or ejem plo, co n ­ sid erab a im posible p a g a r las in dem nizaciones a co rd a d a s e in s­ ta la r al m ism o tiem po 75.000 cam p esin os an u ales. A nte la dis­ yu n tiva, el ó rg an o de p ren sa del catolicism o co n serv ad o r p ro ­ p on ía la red u cció n del n ú m ero de asen tam ien tos. En las C ortes, la oposición de rep u b lican os de izq u ierd a y, sobre todo, de los so cialistas, d e rro ta ro n un p ro y ecto que co n sid erab an e x ce si­ v am en te m oderado, recom en d an d o en su lu g a r la cre a ció n de u n a Com isión P a rla m e n ta ria que e stu d iara la re fo rm a y p ro ­ p u siera u n as m edidas m ás d rá stica s y rad icales. L a p ro p u esta de la Com isión P a rla m e n ta ria se con vierte en u n a n u ev a a lte rn a tiv a que e x tre m a las m edidas del p royecto de A lcalá Z am ora, pero que se vio a su vez con d icion ad a p or u n a serie de votos p a rticu la re s — de Diego H idalgo y de Díaz del M oral— que se tra n sfo rm a ro n de hech o en nuevos p ro y e c­ tos globales. T an tas p rop u estas no h a cía n sino co m p licar aú n m ás los de­ b ates y pon er de m an ifiesto las co n trad iccio n es in te rn a s de los firm an tes del P acto de S an S eb astián , que el te m a a g ra rio evi­ d en ciab a a ca d a m om ento. A fines del año 1931, A z a ñ a d en u n ­ c ia b a en un discu rso esta situ ación y reco n o cía que la reforma agraria e r a un te m a d em asiado com plejo p a ra ser resu elto en poco tiem po. S im u ltán eam en te, el nuevo m in istro de A g ricu ltu ­ ra , M arcelin o Domingo, del p artid o rad ical-so cialista, co n fir­ m a b a la an u lació n del últim o p royecto de la Com isión P a r la ­ m e n ta ria y la p resen tació n de uno nuevo, que sería p re se n ta ­ do a las C ortes a com ienzos de 1932. H a s ta fines de m arzo no se p resen tó el p royecto an u n ciad o p or Domingo. El re tra s o sirvió, en tre o tra s cosas, p a ra a p a ci­ g u a r los ánim os de la opinión y de los p arla m e n ta rio s en torn o a la refo rm a, y p a ra co n ciliar las p o stu ras de socialistas y r e ­ publican os de izquierda, los ú nicos grupos políticos que podían co n seg u ir u n a salid a co n stitu cio n al al tem a ag ra rio . El p ro y ecto inicial de D om ingo co n stab a de 24 artícu lo s y, en conjunto, a p a re c ía m ás flexible que el p resen tad o a n te rio r­ m en te p or la Com isión P a rla m e n ta ria . Sobre todo por lo que re sp e cta al tra ta m ie n to que se d ab a a la nobleza, p or el c a ­ r á c te r de las con fiscacion es (sólo ap licab les a las llam ad as pro­ piedades ilegítimas, com o los señoríos ju risd iccionales que la no­

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69 b leza d eten tab a en p ropiedad desde com ienzos del siglo xix) y p or los tipos de tie rra s exp rop iab les en su totalid ad que se r e ­ d u cían a cu atro : los y a señalados señoríos jurisd iccionales, las tie rra s m al cu ltivad as, las que ven ían siendo cu ltiv ad as en a rre n d am ien to y las que situ ad as en zonas de regad íos no h u ­ b ieran sido tran sfo rm ad as. Como se a p re cia con facilidad, se reco g en principios y a establecidos por el reg en eracio n ism o o p o r los intentos refo rm istas an terio res. P or lo dem ás, tod as las tie rra s ad q u irid as legalm en te y que tu v ie ra n que ser exp ro p ia­ das p or la refo rm a, h ab ían de ser indem nizadas n orm alm en te en títulos de la deuda, con un v alo r que oscilab a en tre 5 y 20 v e­ ces su líquido imponible. O tros aspectos, por el co n trario , a fe cta b a n con cla rid a d al sistem a trad icio n al de la e s tru c tu ra de propiedad, com o la ap li­ ca ció n de la exp rop iación a cultivadores directos, la p re fe re n cia en los asen tam ien tos (reducidos a 20.000 por año) de los jo r­ n ales sobre los a rre n d a ta rio s o los pequeños p rop ietarios y las lim itacion es estab lecid as a la propiedad en c a d a térm in o m u ­ nicipal. Este últim o asp ecto, u n a de las claves del p royecto, quedó recogid o en la base 5.a, ap a rta d o 13, y dice así: Las p ro ­ piedades p erten ecien tes a tod a p erson a n a tu ra l o ju ríd ica, en la p a rte de su exten sión que en ca d a térm in o m u n icip al e x ce d a de las cifras que señalen las Ju n ta s p rovin ciales p a ra c a d a uno de aquéllos, según las n ecesidades de la localidad, propiedades que h an de e s ta r com p ren d id as d en tro de los lím ites que a co n ­ tin u ació n se exp resan : 1. En secano: a) T ierras ded icad as al cultivo h erb áceo en a lte rn a tiv a , de 300 a 600 h e ctá re a s. b) O livares asociados o no a otros cultivos, de 150 a 300 h e c­ tá re a s. c) T erren os dedicados al cultivo de la vid, de 100 a 150 h e c­ tá re a s. C uando las viñ as estén filoxerad as, p rev ia d e cla ra ció n oficial de esta en ferm ed ad , se co n sid erarán en cu a n to a su e x ­ tensión com o tie rra s ded icad as al cu ltivo h erb áceo en a lte r­ n a tiv a, y si los terren o s fuesen de regad ío, com o los del caso segundo de este m ism o ap artad o . d) T ierras con árboles o arb u stos fru tales en p lan tació n r e ­ g u la r de 100 a 200 h e ctá re a s.

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e) D ehesas de p asto y labor, con arb olad o o sin él, de 400 a 750 h e ctá re a s. 2.

En regad ío:

T erren os com prendidos en las g ran d es zonas regab les, m e r­ ced a ob ras realizad as con el au xilio del Estad o y no incluidos en la Ley de 7 de junio de 1905, de 10 a 50 h e c tá re a s ...» A unque en la p rá c tic a y en los d eb ates de las C ortes la ap li­ ca ció n de e sta b ase 5.a fue m ás to leran te, re p re se n ta b a aú n u n as posibilidades de re fo rm a in q u ietan tes p a ra no pocos p ro­ p ietarios, com o de fo rm a in d icativ a exp re sa n estos d atos to ­ m ados de la ap reciació n que en su m om ento h icie ra P a scu a l C a r r i ó n 16: SUPERFICIE QUE SE CALCULA REUNEN LOS GRANDES PROPIETARIOS Propietarios de más de 250 Ha

Propietarios de más de 500 Ha

Extensión Extensión Extensión Núm. Ha Núm. Ha Ha

Provincias

Región manchega: Ciudad R e a l .............. ... T oledo......................... ... Albacete .................... ...

1.974.115 1.534.635 1.486.309

1.527 1.079 950

1.293.050 885.500 764.850

810 517 477

1.042.100 691.800 599.300

Sumas parciales ... ...

4.995.059

3.556

2.946.400

1.804

2.233.200

Salamanca ............... ... Cáceres ..................... ... Badajoz ..................... ...

1.232.137 1.997.083 2.164.672

782 1.407 1.899

586.764 1.277.881 1.319.156

407 810 898

455.686 1.035.423 969.156

Sumas parciales ... ...

5.393.892

4.088

3.183.801

2.115

2.460.265

1.368.037 1.372.662 1.406.250 732.349 1.009.048

830 1.053 1.242 655 541

643.100 720.900 824.415 468.150 466.164

410 455 543 304 278

496.100 511.600 579.787 345.300 374.109

Sumas p arciales........ 5.888.346 4.321 3.122.729 ^ C arrión , P.: Los latifundios..., pág. 363.

1.990

2.306.898

Región extremeña:

Región hética: J a é n ................... ........ Córdoba ......... ......... Sevilla ....................... C á d iz ........................... Huelva ......... .........

... ... ... ... ...

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71 P ropietarios de más de 250 Ha P rovincias

Propietarios de más de 500 Ha

E xtensión Ha

Núm.

Extensión Extensión Ha Núm. Ha

A l m e r í a ...................... ... G ran ad a ...................... ... M álaga ....................... ...

877.420 1.252.944 728.511

333 740 479

233.060 595.950 320.700

116 353 187

157.313 460.500 218.500

Sum as parciales ... ...

2.858.875

1.552

1.149.710

656

836.313

... 19.136.172 13.517 10.402.640

6.565

7.836.674

R e g ió n p e n ib é tic a :

Sum as totales ...

Ju n to a estas y o tras con crecion es, cab e d e s ta c a r tam bién otros asp ectos recogid os en el p royecto y que a fe cta b a n ta n to a la orien tació n de la ley com o a su realizació n p rá ctica . L a concesión, por ejemplo, h ech a a los socialistas, de p erm itir a los nuevos colonos sólo el u su fru cto de las tierra s, m ien tras el E stad o co n serv ab a la n u d a p ro p ie d a d , lo que p ro v o ca ría sa ­ ñ u d as crítica s de sectores católicos por lo que ca lifica b a n de «sovietización». L a ap licación de la re fo rm a a todo el te rrito rio n acio n al, au n q u e se estab lecía p rio ritariam en te en las 14 p ro ­ vin cias latifu n d istas, quedando las 36 restan te s p a ra «etapas posteriores» (base 2.a). Se e n ca rg a b a la realizació n de la re fo r­ m a al Consejo Ejecu tivo del IRA, de quien dependían las J u n ­ ta s P rovin ciales y al que se d otab a de los m edios fin an cieros p a r a su p u esta en m a rch a , estableciéndose en 50 m illones de p esetas la can tid ad m ín im a an u al de dotación, aun q u e en la p rá c tic a m u ch as veces no fue siq u iera can tid ad m áxim a. Las reaccio n es que el p royecto p rovocó no fu eron d em asia­ do á sp eras en sus com ienzos. A lgunos asp ectos con cretos, com o el a taq u e a los cu ltivad ores directos y las con sid erad as bajas indem nizaciones, p ro v o caro n la oposición de la p ren sa co n se r­ v a d o ra y u n a actitu d o b stru ccio n ista en el P arlam en to por p a r­ te de la m in oría a g ra ria , que p reten d ía a la r g a r indefinidam en­ te la discusión y la ap ro b ació n fin al del proyecto. Fue éste p resen tad o en las C ortes el 10 de m ayo de 1932 y

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p a sa ría n c u a tro largos, can sin os y ab u rrid os m eses de activ id ad p a rla m e n ta ria y de m in u ciosa discusión, en la que p ocas v eces in tervin ieron los h om b res claves de ca d a p artid o. E sta len titu d y ap a re n te fa lta de in terés cam b ió rad icalm e n te a p a rtir del 10 de agosto del m ism o año, com o co n secu e n cia de la sanjurjada, que p rovocó u n a re a cció n in u sitad a en h om b res h a s ta en ton ces d istan ciad o s de los debates. Las fu e rz a s del p a cto de S an S eb astián se coh esion aron n u ev am en te an te el fa n ta s ­ m a del peligro m o n árq u ico y el p royecto de re fo rm a a g r a r ia fue uno de los que se b en eficiaron de e sta co y u n tu ra inespe­ ra d a . El d eb ate se aceleró y, ad em ás, se rad icalizó. A z a ñ a in ­ tervin o con todo el peso de su p restigio rep u b lican o y señ aló a la nobleza te rra te n ie n te com o la cu lpable de éste y o tro s previsibles ataq u es a la R epública, p or lo que h a b ía que des­ m a n te la r su poder económ ico p a ra im pedir p eligrosas re in ci­ dencias. O tras in terven cion es de los socialistas en la m ism a d irección d eterm in aro n la ap licació n de n u evas m edidas re s ­ trictiv a s del p royecto inicial, que afectó en co n cre to no a to d a la nobleza, com o en un prin cip io se qu ería, sino a la grandeza , con fiscan d o los bienes de la m ism a que y a fu e ra n objeto de refo rm a. L a p articip ació n del estam en to nobiliario en el golpe de S an ju rjo no estab a del todo c la r a y señ a la b a y a u n as peli­ g ro sas excep cion es a los p rincipios establecidos en la Ley de Bases. De tod as form as, re s u lta exp licab le el am b ien te de e x a l­ tació n cread o por el fra ca sa d o intento, que ace le ró los d eb ates h a s ta la ap ro b ació n fin al de la ley el d ía 9 de sep tiem b re de 1932, por 318 votos a fa v o r y 19 en co n tra , junto con m ás de 130 au sen cias, alg u n as de ellas sign ificativas. A p rob ad a la ley, q u ed ab a lo m ás difícil y ard u o: su a p lica ­ ción. Com o señ ala ju stam en te M alefakis, aquellas C ortes n o e ra n todo el país, ni siq u iera su m ás co h eren te rep resen tació n . Los grupos co n serv ad o res y d erech istas era n sociológicam en te m ás n u m erosos y poderosos que su rep rese n ta ció n p a rla m e n ­ ta ria , y los an arco sin d icalistas — p or el flan co de la izq u ierd a— no h ab ían , por supuesto, p resen tad o can d id atos p a ra u n a fic­ ción en la que no creían . Su peso real, sin em b argo, e ra aú n in cu estion ab le en las zonas latifu n d istas y su oposición a la m od eración refo rm ista se puso trá g ica m e n te de m an ifiesto en los sucesos de C asas V iejas (11-12 en ero 1933), ta n ferozm en te

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rep rim id os que puso en evid en cia a la R ep ú b lica b u rg u esa y d esacred itó a la coalición en el poder. Estos problem as, así com o el prolijo fu n cion am ien to b u ro crá tico del IRA, exp lican la len ­ ta ap licación de la ley desde su ap ro b ació n en el casi otoño de 1932 y d u ran te el añ o siguiente. Es lo cierto que a fines de 1933 los resu ltad os e ra n m ás bien pobres y desalen tad ores, com o ponen de m an ifiesto estos d atos del IRA, donde se in­ clu yen tam b ién los asen tam ien tos realizad os tra s la crisis del gobierno A zañ a en septiem bre de 1933 17:

ASENTAMIENTOS EFECTUADOS BAJO LA LEY DE REFORMA AGRARIA ANTES DEL 31 DE DICIEMBRE DE 1933 Asentados

Hectáreas

... ... ... ... ... ... ...

2.500 680 640 211 150 140 78

905 10.960 3.941 3.048 2.166 2.503 680

T o t a l .................. . ...

4.399

24.203

PROVINCIA Jaén ....................................................... . Toled o.................................................... . Cádiz ..................................................... . Córdoba .......................... ................... . Ciudad Real ....................................... . Sevilla ................................................... . Badajoz ................................................. .

De tod as form as, la p olítica a g ra ria del p rim er bienio no debe ser co n cep tu ad a exclu siv am en te p or estos pobres re su l­ tados. En el h a b e r del gobierno A zañ a h ay que in clu ir la o cu ­ p ación de tie rra s e xtrem eñ as en b ase al d ecreto de lab oreo forzoso e in ten sificación de cu ltivo 18 y el in crem en to sa la ria l de los jorn aleros g ra c ia s a la a ctu a ció n de los ju rad os m ixtos y a la presión de las o rgan izacion es sindicales, en especial de la FNTT. P ero la coalición en el poder que p resid ía A zañ a se h a b ía ido desin tegran d o. Los lam en tab les sucesos de C asas V iejas,

17 M a l e f a k i s , E., o . c ., pág. 325, donde, por otra parte, advierte con razón que los datos de asentados en Jaén parecen un excesivo error de cálculo si se les compara con la superficie expropiada y que más coherente sería la cifra de 250 campesinos asentados. 18 M a u r i c e , J., o . c ., pág. 44, afirma que por este concepto se ocu­ paron 123.305 hectáreas.

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n u ev as elecciones m unicip ales en 2.653 localidades (ab ril de 1933) y de 15 nuevos m iem bros del T rib u n al de G a ra n tía s C ons­ titu cion ales (septiem bre de 1933), con sendos reveses p a r a la a lia n z a so cial-azañ ista, d eterm in aro n la dim isión del G obierno y la co n v o cato ria de n u evas elecciones gen erales. U n a com p le­ ja tra m a de circu n sta n cia s, com o la desunión de la coalición rep u b lican o-socialista, la reo rg an izació n de la d e re ch a en to r­ no a la CED A de Gil Robles, el absen tism o activ o del a n a rq u is­ m o ta n d u ram en te castig ad o por el G obierno an terio r, el voto fem en in o y el d esp ertar electo ral de las ca p a s m edias co n ser­ v a d o ras de ciu d ad es y pueblos, con d icion aron el triu n fo de u n a n u ev a coalición de cen tro -d erech a, que e n tra b a a g o b e rn a r a l país en n oviem bre de 1933. L a ca íd a del gab in ete A z a ñ a no significó de inm ed iato el fra c a s o de la reforma agraria. Las exp rop iacion es y los a sen ­ tam ien tos co n tin u aro n realizán d ose d u ran te los m in isterios de R am ón F aced y Cirilo del Río, que d esem p eñ aron la c a r te r a de A g ricu ltu ra en los gobiernos ce n trista s de fin ales de 1933 y p a rte de 1934. M ás aú n , bajo la gestión de F a ce d y Del Río se distribuyó incluso m ás tie r r a en tre los cam p esin os que en la e tap a de M arcelin o Domingo, últim o m in istro del ra m o en el gobierno de A z a ñ a 19. Es v erd ad que cam b ia ro n alg u n as n o r­ m as y d ecretos, com o la am n istía d e cre ta d a p o r las C o rte s en a b ril de 1934 a los p articip an tes en la san ju rjad a- pero la legis­ lació n a g r a r ia se m an tu v o en líneas gen erales. E ste p a n o ra m a em pezó a c a m b ia r a p a rtir de octu b re del 34, tr a s la rep resión de los sucesos revolu cion arios de este m es en C a ta lu ñ a y A stu rias. L a oposición o b rera en el P arla m e n to o f u e ra de él h ab ía sido ta n d u ram en te ca stig a d a que difícil­ m en te podía h a c e r v a le r sus d erech os y sus asp iracion es so cia ­ les. L a d erech a, m ás se g u ra de sí, in icia en ton ces desde el pod er u n a política egoísta y, a la la rg a , suicida. Sobre todo, cu an d o acced e al M inisterio de A g ricu ltu ra el m iem bro m ás lib eral de la CEDA, M anuel G im énez F ern án d ez, con la ilusión a p a sio n a ­ d a de llev ar a la p rá c tic a la d o ctrin a del «catolicism o p ro g re ­

19 Si entre septiembre de 1932 y diciembre de 1933 el IRA había establecido a 4.399 campesinos sobre 24.203 hectáreas, Cirilo del Río en los nueve primeros meses de 1934 estableció a 6.269 campesinos en 81.558 hectáreas. Cfr. M a l e fa k is , E., o . c ., pág. 398.

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15 sista» del m om ento que, resp etan d o los derech os de propiedad, p reten d ía que la tie rra cu m p liera su «función social». Sobre e s ta base se pu b lica el d ecreto del 2 de en ero de 1935, que de­ ten ía el proceso de exp rop iacion es p or p arte del IRA, susti­ tuido por «ocupaciones tem p orales», en las que los pequeños a rre n d a ta rio s o cam pesinos que p oseyeran in stru m en tos de cu ltivo ten d rían p referen cia sobre los sim ples jorn aleros. El p royecto fa v o re cía sin duda a los yu n tero s extrem eñ os, pero se p lan teab a en u n a co y u n tu ra poco p rop icia p a ra los jo rn a le ­ ros, p or el descenso de los salarios reales y el au m en to in con ­ tenible del p aro, que a fectab a, por estas fech as, a un cu a rto de m illón de trab ajad o res ag rícolas. L a p olítica a g ra ria de Gim énez F ern án d ez sign ificab a u n a a lte rn a tiv a n u eva, y au n q u e m o d erad a en los m edios y en los objetivos, no puede calificarse de ab solu tam en te re a ccio n a ria . La p rop ia d erech a a g ra ria la acogió con recelos y su sp icacias, que se co n v irtiero n en p olv ared a p a rla m e n ta ria cu an d o com en ­ zó a d iscu tirse en las C ortes u n a n u ev a Ley de A rre n d a m ie n ­ tos, p resen tad a p or G im énez Fern án d ez, sobre un an tig u o p ro ­ yecto de Cirilo del Río, au n q u e con p recisiones m ás rad icales. L a m in o ría a g r a r ia y el a la d erech a de la CEDA se m an tu v ie­ ro n insensibles a las frecu en tes ap elacion es de Gim énez F e r­ n án d ez a la resp on sab ilid ad y a la co n cien cia cristia n a que d ecían p rofesar. Se p rod u ce en ton ces esa cu rio sa d ialéctica que h a p asad o incluso al an ecd o tario com ú n del p a rla m e n ta ­ rism o español. «Si u sted persiste en in te n ta r ro b a r n u e stra s fin cas con citas de las en cíclicas, acab arem o s volviéndonos cis­ m áticos», am en azab a u n día el in teg rista Lam am ié de C lairac. «Si socialism o sign ifica un sistem a que in ten ta re fo rm a r la so­ cied ad (...) cu an d o las cosas están m al, en ton ces soy socialis­ ta», resp on d ía el m in istro de A g ricu ltu ra an te la a cu sació n de «bolchevique» que le lan zab an m iem bros de su propio p artido. A n te u n a oposición ta n sistem ática y c e rra d a por p a rte de sus propios correligion arios, se com p ren d e que la gestión m inis­ te ria l se h icie ra imposible. L a d e rro ta de Gim énez F ern án d ez significó el fra ca so de cu a lq u ier p ro y ecto refo rm ista serio por p arte de la coalición gob ern an te. El M inisterio y los organ ism os p a rla m e n ta rio s de A g ric u ltu ra ca y e ro n bajo el con trol de los grupos m ás re a c c io ­

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n arios: m on árq u icos trad icio n alistas, p artid o a g ra rio y a la de­ re c h a de la CEDA. U n a n u ev a ley del v era n o de 1935 v e n ía a sig n ificar en la p rá c tic a la «R eform a de la R efo rm a A g ra ­ ria». Se derogó el in v en tario de la propiedad exprop iab le, se elim inó el p rincipio de con fiscación , salvo p a ra m u y d eterm i­ n ados casos, y se elevó el tipo de com p en sación de las e x p ro ­ p iaciones h a s ta situ arlo de hech o en el p recio de m e rca d o de las tie rra s. Esto ú ltim o h a c ía in alcan zab le la exp rop iación de n u evas fin cas, d ad a la situ ación econ óm ica y las posibilidades del IRA, red u cid as a la can tid ad de 50 m illones de p esetas a l añ o com o tope m áxim o de disponibilidades. D u ran te los seis m eses de su ap licación , la n u ev a ley fue agostan d o un o de los sueños de m od ern ización m ás am b iciosam en te p lan tead os p o r la II República. L a situ ación , sin em b argo, n o ta rd a ría en ca m b ia r. A fin a ­ les de 1935, u n a serie de escán d alos y co rru p cio n es fin an cieras, que afe cta b a n al P artid o R ad ical, uno de los ejes de la co ali­ ción g u b ern am en tal, d eterm in aro n u n a n u e v a crisis de gob ier­ no y la celeb ració n de o tra s eleccion es g en erales. Dos E sp añ as, que h ab ían y a exp u esto su con cep ción de la R epública, se en ­ fre n ta b a n p a ra d irim ir en la síntesis de la d ia lé ctica el fu tu ro inm ediato del régim en : el F ren te N acion al y el F re n te Pop u lar. L as elecciones de feb rero de 1936 o frecería n en el P a rla m e n to u n a n u ev a co n fig u ració n del esp ectro político, con 258 escañ o s p a ra el F ren te Pop u lar, 152 p a ra las d erech as y u n a tím id a re p resen tació n de 62 escañ os p a ra el cen tro , que poco h a b ría de co n d icio n ar y a a un país ta n ten sam en te dividido. L a reforma agraria tom ó de n uevo u n ritm o acelerad o, com o y a a n u n ciab a el p ro g ra m a electo ral del F re n te P o p u la r20. En el nuevo gobierno A zañ a, fue n om b rad o p a ra la c a r te r a de A g ricu ltu ra el m iem bro de Izq u ierd a R ep u b lican a Ruiz Funes, que in crem en tó los asen tam ien to s cam p esin os al m ism o tiem p o que d ero g ab a la legislación re a c c io n a ria de los últim os m eses de 1935. Los so cialistas, p or su p arte, y a no se fia b a n d em asiad o de las p a lab ras y las «buenas intenciones» de la b u rg u esía p ro g resista, y p resio n ab a desde p o stu ras m u ch o m ás ra d ic a -

20 Recogido, sobre todo, en el punto III del programa agrario, donde se explican las «medidas para la reforma de la propiedad de la tierra». Cfr. M a u r ic e , J., o . c ., pág. 145.

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fizad as al G obierno p a ra que ap ro v e ch a ra el triu n fo electo ral co n m edidas au tén ticam en te rev o lu cio n arias. El Obrero de la Tierra , órg an o de la FNTT, reflejab a con e xactitu d esta u rg e n ­ c ia m a x im alista fren te a actitu d es m o d erad as o evolucionistas: «El señor A zañ a h ab la de modos civilizados. E stos modos p u e­ den ser p erfectam en te ad ecu ad os p a ra aquellos que tom an tre s com id as calien tes al día, p ero n u estros cam pesinos no fig u ran en sus filas», escrib ía el 28 de m arzo de 1936. Se in icia así u n a c a m p a ñ a en fa v o r de los asen tam ien tos oficiales y de las o cu ­ p acion es esp on tán eas por p a rte de cam pesinos, que cu lm in a en el m ism o m es de m arzo en Badajoz, con la ocu p ación de 3.000 fin cas p or unos 60.000 cam pesinos p erfectam en te o rg a n i­ zados. El G obierno no pudo, aunque lo intentó, e v ita r estos m ovim ientos populares, así com o el d esarrollo de h u elgas y conflictos, que pusieron incluso en peligro la p rod u ctivid ad a g r a r ia de v a ria s zonas. Los datos recogid os p or el IRA dan sólo u n a idea red u cid a del av an ce de la re fo rm a en estos m eses, pero son, a p esar de su corted ad , b u en a m u estra del am biente que se h ab ía cread o al co m en zar la p rim a v e ra de 1936 21:

A SEN TA M IEN TO S REALIZADOS B A JO EL FREN TE POPULAR. A N A LISIS CRONOLOGICO

Cam pesinos asentados

Sup erficie ocupada (hectáreas)

......... .......... ......... ......... ..........

72.428 21.789 5.940 3.855 6.909

249.616 150.490 41.921 55.282 74.746

T o t a l e s ............... ..........

110.921

572.055

M ES M arzo ... A b r i l ........ M ayo ... Ju n io ... Ju lio ... .

Como muestra este cuadro, los asentamientos espontáneos disminuyeron a partir de mayo y el Gobierno volvió a con­ 21 M alefakis , E., o . c ., p ág. 432, donde ad em ás se p re c isa la v e r a ­ cid ad y lim itació n de e stas cifras.

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tro la r el desarrollo de la re fo rm a a g ra ria , au n q u e a un ritm o m uy su p erior al del cu atrien io p reced en te. De tod as form as, las clases poseed oras y co n serv ad o ras con tem p lab an este g iro a celerad o con tem o r y con la esp eran za ca lla d a de que los ru m o res que en aq u ella p rim a v e ra circu la b a n se h icie ra n pon­ to realid ad ; m uchos se o rg an izab an o co lab o rab an y a e s tre c h a ­ m en te con las fu erzas políticas y m ilitares que h ab ían p a cta d o en la som b ra la d estru cció n de la República. El 18 de julio de 1936 la lu ch a de clases en la E sp añ a co n tem p o rán ea ad q u i­ ría unos tin tes d ram ático s, apocalípticos. L a reforma agraria quedó en el cen tro de la con tien d a com o un o de los ejes de la discordia, con c a ra c te re s opuestos según fu e ra el signo de la s a rm as. «La posesión de la tie r r a — con clu ye M alefakis— quedó decidida en fu n ción de su localización g eo g ráfica. Donde el levan tam ien to fue dom inado, los com ités locales so cialistas y an arq u istas o cu p aro n las tie rra s y el Estad o legalizó su acción . Allí donde logró h acerse con la v icto ria, los colonos asen tad o s p or la R ep ú b lica fueron, en su m ay o ría, exp ulsados de sus tie­ rra s . En am b as zonas estas accion es se vieron a co m p a ñ a d a s por la violencia. En am b as la frase «aplicando la re fo rm a a g r a ­ ria» se con virtió en u n terrib le eufem ism o p a ra la m a ta n z a de los enem igos de clase que, si ten ían su erte, recib ían un pe­ dazo de tie rra p a ra ser en terrad o s. La re fo rm a a g ra ria , com o cu estión que podía resolverse p or la vía legal y no p or la vio­ len cia, h ab ía term in ad o. L a v alero sa exp erien cia de la R ep ú ­ b lica h ab ía concluido catastró ficam en te» 22.

22 M alefakis ,

E.,

o . c .,

pág. 441.

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ESTRATEGIA DE CLASES Y REFORMISMO AGRARIO Por Miguel Roiz Célix P ro fe s o r de S o c io lo g ía de ia U n iv e rs id a d de M a d rid

El reformismo agrario y sus efectos N u estras conclusiones, debido a la am plitud del tem a, que puede ser ob servado desde d istin tas p ersp ectivas y niveles, se lim itan a p la n te a r la p ro b lem ática de las relacio n es en tre p la­ nes region ales ag ra rio s de la «era F ran co» y e stra te g ia cla sista del régim en h a s ta 1975. Concebim os la política a g ra ria desde 1940 com o de tipo «pa­ te rn a lista estatal» en sus procedim ientos. C uando a sus fin alid a­ des y objetivos éstos h an ido evolucionando a p a rtir de la p rop ia evolución ideológica y política del régim en , por lo que, au n q u e h an ap arecid o confusos ap aren tem en te, en cu b rían u n a tá c tic a d eterm in ad a en cam in ad a h a cia unos fines políticos co h eren tes y sistem áticos. T erm in ad o el fran q u ism o, podem os p erm itirn os re a liz a r un b alan ce de su p olítica a g ra ria en el asp ecto region al. C reem os que, por un lado, a p a re c e rá n asp ectos relacio n ad o s con su es­ tra te g ia p a rcia l cu an to a d eterm in ad os grupos de presión, su ideología y su p ro p ag an d a. P or otro lado, a p a re c e rá n aspectos

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80 relacio n ad o s con la e stra te g ia g en eral del cap italism o español y esp ecialm en te aquellos de in teg ració n de la econ om ía a g r a ­ ria en el m odo de p rod u cción m a te ria l ca p ita lista de tipo m onopolista. E sta e s tra te g ia p arece ser la que h a pervivido por en cim a de tod as las dem ás y h a gob ern ad o d ire cta o in d ire cta ­ m en te la tra n sfo rm a ció n de la a g ric u ltu ra esp añ ola e incluso del m odo de vid a a g ra rio . ' El cap italism o in d u strial y fin an ciero , especialm en te, h a sido el gru p o de presión que, ap oyad o en la A d m in istración y en el con trol del m ercad o , h a ido utilizando este reform ism o, ta n to global com o region al, en su beneficio, d estru yen d o m itos políticos 1 y crean d o nuevos m odelos p a ra la rep ro d u cció n de la e s tru c tu ra de clases a n te rio r a la II República, que incluso en cierto s asp ectos se h a acen tu ad o m ás. P artim o s h istó ricam en te de la d en u n cia de que los fines so­ ciales de los años iniciales de este reform ism o, al que dam os cla ra m e n te un c a r á c te r p eyoritario, b asados en u n a p ro p a g a n ­ d a socio-política re a c tiv a c o n tra los in telectu ales a g ra rio s de la R ep ú b lica («P atria, p an y justicia», «defensa del tra b a jo c o n tra el cap italism o», «justicia social» y tan to s otros) y llevado a cab o p rin cip alm en te p or p a rte de ideólogos falan g istas, ha

encubierto siempre unos fines reales de afianzamiento y de­ fensa a ultranza de un capitalismo agrario y un conservadu­ rismo politice, que a su vez en contrapartida ha apoyado cuan­ do no nutrido los cargos altos y medios de la Administración franquista. La p ru eb a de estas hipótesis se re v ific a rá en el caso de que con sigam os d em o strar g en eralm en te, y a p a rtir de casos co n ­ creto s, que los v erd ad ero s objetivos obtenidos y la e stra te g ia p a r a con segu irlos h an sido los del cap italism o español, y que los a p aren tes objetivos de tipo social e ig u a lita rista sólo h a n tenido un c a r á c te r p rop agan d ístico, n o m in alista y v erb al con objetivos de p ersu asión p olítica m ás que de tra n sfo rm a ció n de la realid ad socio-económ ica. A sim ism o h a y que te n e r en c u e n ta que ju stifican do la n e ­ cesid ad de unos d eterm in ad os efectos de crecim ien to econ ó­ 1 Uno de los mitos más evidentemente destruido ha sido el de «La tierra, para el que la trabaja».

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81 m ico a p a rtir del I P lan de D esarrollo, la política a g ra ria de los distintos gobiernos, en especial los económ icos desde C a ­ rre ro B lan co a A rias N av arro , se h ab ían d eclarad o a b ie rta ­ m en te cap italista, lo que sign ifica en cierto sentido la co rro b o ­ ra ció n oficial de la e scasa validez de la ideología de los p ri­ m eros planes region ales y su su p eración por un desarrollism o p rod u ctivo posterior. Com o in d icad ores de estas relacio n es estrateg ia-id eo lo g ía proponem os a n a liz a r la e s tru c tu ra de clases a g ra ria s c re a d a p or estos planes, el cam bio o tran sfo rm ació n obtenidos en los asp ecto s económ icos y socio-u rb an ísticos y el tipo de ra cio n a ­ lidad de los em p resario s ag rario s. Nos cen tram o s exclu siv am en te en el análisis de los objetivos y fines bu scad os y obtenidos en los tres planes region ales m ás im p o rtan tes desde 1940: el Badajoz, el Ja é n y el T ie rra de C am pos. Dos de estos planes: el B ad ajoz y el T ierra de C am pos los h em os an alizad o d irectam en te en diversos trab a jo s de cam po realizad os en tre 1970 y 1972, a p a rtir de estudios sociológicos en p rofu n d id ad sobre Pueblonuevo del G u ad ian a, en Badajoz, y sobre u n a c o m a rc a del río C ea com prendiendo diez pueblos de la zona te rra c a m p in a de V alladolid y León. C u an to al an álisis del P lan Ja é n los en tresa ca m o s de las d iv ersas p u b licaciones, tan to oficiales com o a c a d é m ic a s 2, así com o p or las crítica s a p arecid as en diferen tes periódicos y rev istas. E s ta d irección del d esarrollo reg io n al ag rario , en cam in ad a h a c ia u n au m en to de la p rod u ctivid ad econ óm ica a p a rtir de u n a a ctu ació n esta ta l sobre la e s tru c tu ra y situ ación de clase, que d eb ería h a b e r afectad o tam b ién secu n d ariam en te a la co n cie n cia de clase cam p esin a h a sido u n a co n stan te en todo este reform ism o a g ra rio fran q u ista, estu v ieran o no e stu v ieran en el poder los ideólogos, sin d icalistas y falan g istas, fren te a los te cn ó cra ta s. A unque los ejes person ales fu eran , en el p rim er caso, C avestan y, y en el segundo, Allende y G a rcía -B á x te r, dos

2 Destaca por su interés en cuanto a datos la tesis doctoral «Die­ ciséis años del Plan Jaén», realizada por Pedro Ortega Campos y pu­ blicada en 1974 por la Cámara de Comercio de Jaén.

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person ajes estrech am en te vin cu lad os al cap italism o fra n q u ista y a la ideología falan g ista. El desarrollo de las clases m edias p ro p ietarias a g ra ria s se vinculó a u n crecim ien to p u ram en te p rod u ctivo de la a g ricu l­ tu r a y g an ad ería, que se acen tu ó a p a rtir de 1965 con el a u ­ m en to de la d em an d a de alim en tos y del consum o en g en eral desde las g ran d es ciu d ad es y zon as in d u striales. Desde este d esarrollo de d eterm in ad a e s tru c tu ra «interm edia» se v en ía tam b ién a a p o y a r a las clases alta s a g ra ria s , esp ecialm en te a los latifu n d istas del su r de E sp añ a e in d irectam en te a las g ra n ­ des em p resas in d u striales a g ra ria s , ta n to n acio n ales com o p riv ad as (co n serv eras, co n stru cto ra s de m aq u in aria, tra n s fo r­ m ad o ras, etc.), com o fo rm a de fa v o re c e r u n a a cu m u lació n de cap ital b asad o en la exp lotación exten siv a-in ten siv a de la tie r r a y de la té c n ic a que dé la fu e rz a de trab ajo . A ello d eb ería co ad y u v ar la m ejo ra de la in fra e s tru c tu ra ru r a l (co m u n ica­ ciones, regad íos, can ales, puentes, servicios de e lectricid ad , a g u a co rrien te y e n e rg ía ...) y los p recio s políticos de d eterm i­ n ados artícu lo s b ásicos (cereales, aceite, sem illas, rem o lach a, h o rta liz a s...), así com o la cre a ció n de unid ad es m ay o res de exp lotación . En este proceso, pues, se h a m arg in ad o to talm en te la im ­ p o rta n cia de la m an o de obra, por lo m enos a nivel c u a n tita ­ tivo y estable, y a que p o r su propio c a r á c te r el tra b a jo a g ra rio a ce n tu a b a tan to su c a r á c te r de tem p o ralid ad com o en m u ch os casos de tecn ificació n , con m asiv a u tilización de m a q u in a ria y m an o de o b ra cu alificad a y esp ecializad a.

N uestra pregunta principal se centra en saber si ha existido o no una contradicción esencial en esta política, basada apa­ rentemente en favorecer al campesino sin tierra o con tierra para cam biar sus posibilidades iniciales de clase a p a rtir de su tecn ificació n em p resarial (m ayores u n idades de cultivo, especialización p rofesional, estab lecim ien to de sistem as m ixtos, u tilización de m aq u in aria, abonos, sem illas) e in te g ra ció n al m ercad o; o bien la creació n , consolidación y fijación de e s ta clase estab le estim u lad a p or las posibilidades p ro g resiv as de los gran d es em p resario s a g ra rio s e incluso p or p a rte de d e te r­ m in ad as em p resas estatales o m onopolistas, que n e ce sita ría n ,

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83 desde u n a p ersp ectiva, o que se ap o y arían , desde la otra, en e sta re fo rm a p a r a a c e n tu a r su d eterm in ación económ ica. N u estras dos hipótesis secu n d arias serían:

¿Ha logrado la reforma agraria franquista terminar con la extrema diferencia de clases en el campo español? ¿Ha logrado , por otro lado , un desarrollo social del campo y un aumento del ”statu s ” del campesino en las regiones donde se ha aplicado totalmente? N u estra p resen tació n se lim ita a o frecer u n a exposición de los c a ra c te re s m ás descollan tes de c a d a plan region al, p a ra ponerlos en co rrelació n con los resu ltad o s reales m ás signi­ ficativos. Q uerem os co m p ro b ar si la intención p olítica h a sido re a l­ m en te la de lo g ra r un consenso político y un apoyo incondicio­ n a l al régim en , ta n to a p a rtir de las clases alta s trad icion ales, a las que se a p o y a ría in d irectam en te, com o crean d o u n a e stru c­ tu r a in term ed ia, en el Sur; y consolidando la em p resa m ed ia fa m iliar a g r a r ia en la m eseta, de fo rm a que se p erm itiría a cam b io u n a p olítica g en eral de in d u strialización y te rce riz a ció n de n u e stra econom ía. P a r a ello h ab ía que seleccio n ar u n as d eterm in ad as regiones o co m a rca s a g ra ria s donde existiese u n a población o bien co n se rv ad o ra y co rp o rativ ista (C astilla, T ie rra de Cam pos) o bien rev o lu cio n aria (E xtrem ad u ra, A n d alu cía), a las que se p od ría e n sa y a r u n a p olítica co h eren te de clases, dirigiéndolas h a c ia su co n serv ació n o cam b io en la posición in icial o bien p a ra co n v ertirlas en clases-p uen te o »colchón» en tre cam pociudad, p o b res-rico s...

I.

EL PLAN BADAJOZ

E ste p rim er plan a g ra rio del régim en com enzó en 1952 con la ley del 7 de ab ril con objetivos de: racio n alizació n de la p rod u cción econ óm ica a g ra ria , equilibrio en tre posibilidades y ap ro v ech am ien to de los recu rso s, tran sfo rm ació n de los re c u r­ sos en beneficio de las activid ad es in d u striales, p oten ciación del papel tu te la r del In stitu to N acion al de C olonización y del In stitu to N acion al de In d u stria y bú sq u ed a de u n a ineludible

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ren tab ilid ad p a ra estas in versiones del Estad o. El P lan d uró diez años, h a s ta 1962, cu an to a co n stru cció n de in fra e s tru c tu ra a g ra ria , poblados y regad íos, y h a s ta 1965 cu a n to a la ay u d a cre d iticia p a r a la in stalació n de in d u strias. En B ad ajoz el latifu n d ism o h a sido siem pre p red om in an te, p or ejem plo, las p ropiedades su p eriores a las 250 h e c tá re a s rep re se n ta b a n en 1936 sólo el 0,57 p or 100 de la propiedad de to d a la p ro v in cia y al m ism o tiem po el 51 p o r 100 de la e x te n ­ sión to tal de la tie r r a disponible. Y m u ch as de estas g ran d es p ropiedades e ra n terren o s de secan o o dehesas, sin g ra n a p ro ­ v ech am ien to ni ren tab ilid ad , esp ecialm en te p o r la fa lta de in ­ versión de los p rop ietarios, que en m u ch os casos e ra n c la r a ­ m en te ab sen tistas. L a base del P lan lo con stitu yó, sin em b argo, la reg u lació n del río G u ad ian a con la co n stru cció n de cin co p resas de em b al­ se p a ra la tra n sfo rm a ció n del secan o en regad ío. Y p a ra co m ­ p lem en tar el cam b io de la in fra e s tru c tu ra se co n stru y ero n nuevos pueblos com o resid en cia de los colonos-pequeños p ro ­ p ietario s a los que se ad ju d icaro n p a rcelas m edias de u n as cin co h e c tá re a s de regad ío. T am bién se e lectrifica ro n los pueblos y las in stalacion es a g ra ria s , creán d o se espacios p a ra la u b ica ­ ción de in d u strias tran sfo rm ad o ras. El Estad o, a tra v é s del In stitu to N acion al de Colonización, fue adqu irien d o tie rra s de secan o de los latifu n d istas, aunque

reservando a los antiguos propietarios una parte de las tierras transform adas en regadío. H a sta 1965 se h ab ían con stru id o 24 pueblos nuevos y se h ab ían estab lecid o en ellos c e rc a de 3.500 colonos, que co m p ra ­ ro n su vivien d a y p a rc e la a créd ito, así com o los aperos, el g an ad o in icial y com prom etién d ose a devolverlo al In stitu to a u n plazo larg o de veinte años. U n asp ecto que se en fatizab a m u ch o en el P lan e ra la indus­ tria liz a c ió n 3, que se estim ab a que — p rev ista la g ra n p ro d u c­ ción in m in en te— p od rían d a r salid a d ire c ta a la p rod u cción de h ortalizas, leche, c a rn e y p rod u ctos in d u striales, así com o

3 Muchos pueblos en lugar de querer tierra quieren industrializa­ ción, pero no se han dado cuenta de que es otra forma de dominación y dependencia.

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85 fa c ilita r trab ajo estab le o estacio n al a los hijos de los colonos* y otros asalariad o s ag ríco las. O tro asp ecto m u y en fatizad o y estim ulado p or el P lan fue el estab lecim ien to de co o p erativ as a g ra ria s , tan to de p rod u cción com o de consum o, com o fo rm a de con segu ir ta n to m ejores p recios p a ra la v e n ta de los p rod u ctos ag ra rio s com o p a ra la co m p ra de m aq u in aria, piensos, abonos e incluso alim entos. P a re ce ser que p o lítica m e n te 4 este P lan e ra u n a ré p lica d isim u lad a y p ro p ag an d ística del fran q u ism o a la p o lítica a g r a r ia del In stitu to de R eform a A g ra ria de la II R e p ú b lic a 5 com o u n a resp u esta a la cru d eza de la g u e rra civil en B ad ajo z y u n a concesión de «tierra p a ra el que la trab aja » , y com o p ri­ m e ra m edida p a ra elim in ar el m a le sta r e stru ctu ra l de la p ro ­ v in cia y los posibles con flictos clasistas. C u an to a los resu ltad os de este Plan, d estacam o s que en g en eral, y debido al p roceso evolutivo económ ico y político, la e stra te g ia de re p a rto de la tie rra a los trab aja d o re s h a sido to talm en te su p erad a p or las c ir c u n s ta n c ia s 6, fra ca sa n d o u n a p o lítica de exp lotacion es a g ra ria s m edias que en cu alq u ier caso d eb erían re e s tru c tu ra rs e com o de m ay o r tam añ o. Los v erd ad ero s beneficios h an sido los an tigu os re se rv ista s — su ave fo rm a oficialista de d en om in ar a los te rra te n ie n te s— , que, aunque tien en a h o ra algo m enos de tie rra , siguen teniendo el predom inio económ ico y social de la e s tru c tu ra p rovin cial de la tie rra , incluso de m ay o r calid ad por ser de regad ío, h ab ién ­ doles b eneficiado la in fra e s tru c tu ra en todos los sentidos, de fo rm a que su p rod u cción h a sido m u ch o m ay o r y de tipo e x te n ­ sivo fren te a la pequ eñ a p rod u cción de tipo intensivo de los colonos. Sólo se pudo, ad em ás, co n v ertir en pequeños p ro p ietario s a u n a p a rte m u y peq u eñ a del p ro letariad o ag ríco la, siendo, con b ase a los 22.381 b racero s censad os oficialm en te en 1950, sólo el 15 por 100, rep resen tan d o este p o rcen taje la fra cció n de nuevos em p resarios ag ríco las y a los que se q u e ría a t r a e r 4 V e r L ópez de S eba stiá n : Política A graria de España (1920-1970). Guadiana. Madrid, 1971. 5 C arrión , P.: L o s latifundios en España. M a d rid , 1932. 6 Ver los fracasos del reparto en Hispanoamérica e n H ugo N e ir a : Los A ndes, tierra o muerte. ZYX. Madrid, 1968.

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con con n otacion es p ro p ag an d ísticas de acceso de «status» m e­ dio ru ra l, según se puede o b serv ar an alizan d o los folletos de p ro p ag an d a rep artid o s en los pueblos viejos de la p rovin cia. L a prom oción en B ad ajoz de los colonos com o clase a sce n ­ dente desde la p rop ia e stra te g ia del régim en , no se h a logrado. A dem ás, tan to p or su fa lta de p od er sindical com o p or su d ep en d en cia de los p recios políticos m arca d o s p or las in d u s­ tria s de tran sfo rm ació n a los p rincipios p rod u ctos a g ra rio s, no dejan de e s ta r objetivam en te en u n a situ ación m ed ia-b aja con num erosos c a ra c te re s de dep en d en cia eco n ó m ica e incluso con indicios de condición de asalariad o s, los p recios de co n cierto con alg u n as fáb ricas, p or ejemplo. El nivel de vid a p rovin cial de Bad ajoz en co m p aració n con el nivel m edio de E sp añ a en 1970 no h a v ariad o de situ ación en los veinte años, p erm an ecien d o la p ro v in cia en u n nivel bajo, incluso por debajo de o tra s p rovin cias an d alu zas o de la sub­ m eseta S u r, donde no se h a realizad o n in gú n plan region al. En estos pueblos «nuevos», que hem os visitad o p erso n al­ m en te rep etid as veces, la vid a co tid ian a lan gu id ece e n tre la fa tig a del tra b a jo y del clim a y la fa lta de tod a vida de ocio, co m u n icació n y p articip ació n . A d em ás no puede e x istir u n a u rb an izació n p or un p rob lem a de fa lta de visión e s tra té g ic a a lo larg o de la p rop ia co n stru cció n de estos pueblos pequeños. L a existen cia de pocos pueblos, pero gran d es, h u b iera p erm i­ tido tan to u n as m ay o res posibilidades de in d u strialización com o de au m en to del nivel de servicios y d otaciones u rb an os, ed u cativos y de ocio. Pero, in discutiblem ente, en la e stra te g ia de seg reg ació n y división de la clase tra b a ja d o ra , la e xisten cia de m ás pueblos y de m en or tam añ o e ra u n a g a ra n tía de las facilid ad es de co n tro l político e incluso p olicíaco en unos años de situ ación p olítica ten sa. L a em ig ració n de la g ra n m a y o ría de los hijos de colonos h a sido la resp u esta que en co n tram o s an te estas m edidas de p la­ n ificación c la ra m e n te seg reg ativ as, d em ostran d o no sólo su p rop ia n eg ació n de la fo rm a de vid a ru ra l, sino incluso de las propias m edidas políticas del régim en fren te al cam p o y al p ro letariad o ru ra l, clase con la que n u n ca se h an vinculado. Se dan b astan tes caso s incluso, p or lo m enos h a s ta 1975, de colonos que d eseab an d ejar, y en algunos casos dejaban, la

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p a rc e la y los pueblos p a ra ca m b ia r a un em pleo in d u strial o de servicios; lo que com p rom ete incluso la fu n ción de las m e ­ didas econ óm icas, pudiendo o c u rrir que en el lapso de u n a g e n e ració n , cu an d o las tie rra s y la vivienda estén p agad as, se p on gan a la v en ta p a ra volver a p a s a r a m anos de los g r a n ­ des p ro p ietario s... El coop erativism o h a sido un com pleto fra ca so , esp ecial­ m en te p or no h ab erse b asad o en un sindicalism o au tón om o ni en u n a au to o rg an izació n . De hecho, en p rá ctica m e n te todos los pueblos, es un in stru m en to en m an os de los fu n cion arios del I. N. P. (con evidente c a r á c te r de su p erem p resarios) e incluso de los p rop ietarios de las in d u strias y g ran d es terra te n ie n te s.

II.

E L PLAN JA EN

El II P lan R egional fue el Ja é n , que se puso en m a rc h a por o rd en del 17 de julio de 1953, con objetivos sim ilares a los del P la n Badajoz, queriendo tam b ién o frecer soluciones d rá stica s al p a ro endém ico de la provin cia, tan to p erm an en te com o es­ tacio n al, y ele v a r el nivel de vida m ed ia del cam p esin o y de la p rovin cia. Los objetivos m ás im p ortan tes se en co n trab a n en la p u esta en regad ío de terren o s de secano, en la co n stru cció n de algunos nuevos pueblos, en la rep ob lación forestal, electrificació n , in ­ d u strializació n , m in ería y com u n icacion es, así com o tendiendo a l cam bio p rod u ctivo desde la a g ric u ltu ra a la in d u stria tra n s ­ fo rm a d o ra y e x tra c tiv a , y al cam bio de cultivos, desde el olivar v el ce re a l a u n a m ay o r g am a, au n q u e poten cian d o el regad ío. De 1954 a 1970 se in virtieron 7.488 m illones de pesetas, c a n ­ tid ad m uy im p o rtan te si tenem os en cu e n ta que sólo se lo­ g ra ro n p on er en regad ío 19.809 h e ctá re a s y que sólo se acen ta ro n 542 nuevos colonos en un to tal de 2.734 h e c tá re a s de regad ío, con p a rce la s m edias de c u a tro o cinco h e ctá re a s, r e ­ p artién d ose — eso sí— h u ertos pequeños a 1.548 ob reros a g ríco ­ las que tra b a ja b a n p a ra los co rtijero s y gran d es e m p re sa s... A unque el P lan te n ía que h ab er term in ad o en 1965, se p ro rro g ó h a s ta 1967 e incluso d uró h a s ta 1970 p a ra d eterm i­ n ados aspectos. Las inversiones p lan ificad as por el E stad o no se

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88 llevaron en m uchos casos a cab o (m inería, por ejemplo, ni in ­ d u strializació n ), esp ecialm en te p or prob lem as cred iticios y por d escon fian za en su ren tab ilid ad . Tam bién el regad ío c r e a ­ do fue m enor, y a que de las 29.760 h e c tá re a s p lan ificad as sólo se realizaro n 25.440, y cu an to a regad íos locales, de 38.500 h e ctá re a s p lan ificad as q u ed aron solam ente en 14.500..., n o habiéndose realizad o n u n ca ni d eterm in ad as com u n icacion es por fe rro ca rril, in vestigación de a g u a s su b te rrá n e a s ni m i­ n e ría ... Los puestos de trab ajo cread o s fu eron 5.043 por p a rte del P a tro n a to y de 2.429 p or p arte de la in iciativ a p r iv a d a 7, im ­ p o rta n cia que hem os de re la tiv iz a r si tenem os en cu e n ta que m u ch as de las in d u strias h an sido de c a r á c te r cla ra m e n te e stacio n al (alim en ticias, o liv areras, textiles), au n q u e con c ie r ta im p o rtan cia de las sid ero m etalú rg icas, esp ecialm en te la con s­ tru cció n de vehículos y m aq u in aria ag ríco la. H a habido u n cierto cam bio de cultivos, habiendo au m en tad o los de cereales, legum inosas, p a ta ta s, p lan tas in d u striales, fo rra je ra s y p ro ­ ductos de h o rticu ltu ra ; aunque, h acien d o h o n o r a la v erd ad , sigue siendo p rio rita ria la p rod u cción de a ceite e incluso vino, cultivos clásicos. Uno de los éxitos relativ o s de este P lan h a sido la m ejo ra del nivel de servicios de los pueblos, así com o de sus co m u n icacio ­ nes por c a rre te ra . O tro, la tran sfo rm ació n en regad ío, que tod avía m ás que en el P lan Badajoz, h a b eneficiado a los g ra n ­ des p rop ietarios en 17.075 h e ctá re a s, rep resen tan d o el 86 p o r 100 de la tie rra tra n sfo rm a d a en la p rovin cia. Los obreros ag ríco las sólo obtu vieron — en m ín im a c a n ti­ d ad— un h u erto de 0,5 h e c tá re a s y alg u n as colocacion es indus­ triales m u y esp ecializad as o estacion ales, p or lo que u n a p a rte de ellos tu vieron en b u en a m edida que segu ir siendo b ra ce ro s o p ra c tic a r la «eventualidad itin e r a n te » ...8, a p a rte de seguir,

7 Declaraciones del gobernador civil señor Pardo Gayoso a la prensa en 1970. 8 Así denominamos al pobre asalariado temporal que tiene que desplazarse a varias regiones de España, e incluso de Francia, para prestar su trabajo eventual, según la estación, en recogida de pi­ miento, tomate, uva, naranja, olivo..., e incluso compartiéndolo con trabajo en el turismo.

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ta n to el p aro endém ico com o la em igración , siem pre a las zonas y poblaciones in d u striales... L a co m p aració n de algu n os datos nos da resu ltad os com ­ p letam en te d erro tistas. En 1950 la población resid en te en zo­ n a s ru ra le s e ra del 23 p or 100, m ien tras que en 1960 e ra del 24 p or 100. El p o rcen taje de obreros ag ríco las a salariad o s h a seguido au m en tan d o (el 83,1 por 100 de la población to tal a s a ­ lariad a), y la em ig ració n en los m ism os diez años fue p a ra tod a la p ro v in cia de 89.930 person as, de las cu ales 80.601 fu e­ ron cam pesinos con tie rra s o sin t i e r r a s 9. Uno de los estrato s m ás beneficiados h an sido las indus­ tria s, incluso las estab lecid as an tes de 1950, que h an recibido fu ertes subvenciones y créd itos estatales, tan to por p a rte del M inisterio de In d u stria com o del P atro n ato . Poniendo al des­ cu b ierto la in ten cion alid ad laten te del P lan y de la política de «desarrollo ag rario » de estos años. E sta in d u strialización tam p oco cam bió la e s tru c tu ra de la p rod u cción p rovincial, si tenem os en cu en ta que en 1969 la población a g ra ria de Ja é n rep resen tab a el 51,3 por 100, fre n ­ te a u n a m ed ia del 32,6 por 100 p a ra tod a Esp añ a. Y aú n hoy sigue la p ro v in cia siendo p red om in an tem en te a g ra ria , y con predom inio del latifundism o. Estos efectos sociales nos d estacan el inm ovilism o de la e s tru c tu ra provincial, tan to p ro d u ctiv a com o de clases, f a ­ vorab le al dom inio de la a g ric u ltu ra de latifundism o sobre la p eq u eñ a y m ed ia propiedad, e incluso sobre la in d u stria. El P lan sólo h a servido p a ra que se h ay an podido re p ro d u cir f a ­ vorab lem en te las relacion es in iciales de p rod u cción , de tipo sem i-feudal y oligárq u icas. La con ten ción de la «m iseria c a m ­ pesina» en los años sesen ta y seten ta por m edio de u n a tóm id a in d u strialización se h a con vertid o hoy en u n a v e rd a d e ra n u ev a m iseria p a ra m u ch os de los cam pesinos, condenados al p aro forzoso y a la rad icalizació n clasista. El au m en to de la re n ta per capita de la p ro v in cia en tre 1960 y 1970 sólo h a beneficiado a los g ran d es y m edios p ro p ieta­ rios, al ca lo r del au m en to de los p recios del aceite y otros 9 O rteg a C ampos , P.: Dieciséis años del Plan Jaén. Cámara Oficial de Industria y Comercio de.Jaén, 1973.

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p rod u ctos a g rario s, así com o a los ob reros in d u striales y de servicios. E s ta e s tru c tu ra h a sido la que h a p erm itido u n a e m ig ra ­ ción m asiva, sin h a b e r existido u n a m ovilidad social a sce n ­ dente desde el cam p o ni desde las clases b ajas, lo que nos p erm ite d eterm in ar la situ ación c la r a de subdesarrollo del cam p esin ad o y de la p ro v in cia d en tro de la fo rm ació n eco­ n óm ica esp añ ola. En relació n con la e stra te g ia del P lan Badajoz, que en de­ finitiva h a cread o u n a n u ev a clase m ed ia b a ja a g ra ria b a s­ ta n te n u m ero sa con base en los colonos, en el P lan Ja é n , p or el co n trario , no se h a cread o n in gú n e stra cto in term edio, sino que se h a afian zad o al pod er económ ico y político de los te ­ rra te n ie n te s e in d u striales.

III.

E L PLAN DE TIERRA DE CAMPOS

Este P lan, el últim o reg io n al del fran q u ism o, com enzó en septiem bre de 1965 com o fo rm a de re a c c io n a r fre n te a la de­ p resión de to d a la reg ió n de T ie rra de C am pos y la despobla­ ción y em ig ració n galop an te. Se planificó p rim ord ialm en te co ­ mo de con versión de terren o de secan o en reg ad ío y com o m ejo ra de to d a la in fra e s tru c tu ra a g r a r ia y servicios de los pueblos con efectos especiales sobre la e s tru c tu ra de la tie rra y la exp lotación , p or m edio de accion es de C o n cen tració n P a r ­ ce la ria y O rd en ació n R u ral. E n 1977, el Plan, después de dos p ró rro g as, sigue en vigor, aunque m u y aten u ad o en fu n ción de la p rop ia crisis de la p la ­ n ificació n econ óm ica. Sus objetivos plan ificad os h a n sido los relacion ad os con la m od ificación de la e s tru c tu ra a g ra ria en relació n con los fa cto re s en crisis m ás im p o rtan tes de la p ro ­ d u cción (m inifundism o, m onocultivo, fa lta de in icia tiv a p ri­ v ad a, etc.), de fo rm a a pod er c r e a r procesos de su p eración , ta n to de la e s tru c tu ra com o de la m en talid ad trad icio n al, p a ra p erm itir el pase de u n m odo de v id a trad icio n a l de secan o a otro m od ern o y m ás v ariad o, h acien d o h in cap ié en la fu n ­ ción de la ed u cació n y p rom oción de adultos. En este P lan se h a m an ifestad o u n a in ten ción ideológica

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m u y cla ra : la de re v ita liz a r econ óm icam en te u n a región p a r a ­ d ig m ática de la C astilla trad icio n al, com o ejem plo de la de­ fen sa p or p a rte del régim en en u n a de las e stru ctu ra s so­ ciales que m ás le ay u d aro n a estab le ce rse ..., inten ción que e stá m u y c la ra y evidente en todos los discursos e incluso en el p reám b u lo de la Ley. H asta 1971 se ten ían que h ab er invertido 11.360 m illones de pesetas. P ero de 1968 a dicho añ o sólo se in virtieron 8.452 m illones, rep resen tan d o alred ed o r del 70 p or 100 de las p re ­ visiones. El resto de las in versiones se h an realizad o p rá c ti­ ca m e n te de 1970 a 1975. E ste P lan h a aprendido de algu n os de los fra ca so s de los p lanes an terio res y h a in ten tad o ser m ás un p lan de re fo rm a y d esarrollo ín teg ro del cam p o que a c tu a r en fu n ción de u n a e stra te g ia in d u strial, que en cu alq u ier caso h a incidido ta m ­ bién, aunque levem ente, a p a rtir de la cre a ció n de in d u strias tra n sfo rm ad o ras de prod u ctos del cam po. A unque la e m ig ra ­ ció n no se h a p arad o, sí se h a lograd o re e s tru c tu ra r u n a pe­ q u e ñ a em p resa fam iliar a g ra ria b asad a en el m inifundism o ce re a lista, creán d ose sólo p ocas veces unidades m ay o res de cu ltivo y u n a m ay o r v aried ad de cultivos que su stitu y eran al tra d icio n al m onocultivo de cereales g ran o y vid. F ren te a u n a in ten cion alid ad laten te de los planes de B a ­ dajoz y Ja é n fav o rab les a los g ran d es p rop ietarios, com o en la zon a T e rra ca m p iñ a los h ay m uy escasam en te 10, en este P lan h a habido beneficio g en eral de los pequeños y m edios p ro ­ pietarios, aun q u e fav o rab le en los últim os años a los inno­ vad o res ag ra rio s (en establos, nuevos cultivos, etc.), esp ecial­ m en te apoyados por los organ ism os ag ra rio s de la A dm inis­ tra c ió n (O rdenación R u ral y E xten sión A g ra ria , especialm ente). C u riosam en te, las inversiones en in fra e s tru c tu ra de regadío, que e ra uno de los objetivos del Plan, no se h a n llevado a cab o; sin em b argo, se h an ap licad o n u evas inversiones a la m e jo ra de los servicios y com u n icacion es de los pueblos, que

10 Uno de los ejemplos de latifundismo se da en el municipio de Mayorga, en la zona vallisoletana de Tierra de Campos, donde cinco propietarios dominan el 30 por 100 de la propiedad, estudiado por nosotros en 1971-72.

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en u n a e s tru c tu ra so cio -u rb an ística d isem in ad a e ra n m u y n e ­ cesarios, au n q u e con dudoso ren d im ien to a la rg o plazo, si se co rro b o ran las ten d en cias de la co n cen tració n p ro g resiv a de la p oblación en pocos núcleos, p ero de alto nivel u rb an o. Las subvenciones y créd itos, p or el co n tra rio , h a n ido a p a ­ ra r, en la m a y o ría de los casos, a los p ro p ietario s m edios y gran d es, p rovocan d o u n a red istrib u ció n de las posibilidades de riq u eza que a fe c ta rá a un cam b io desde u n ig u alitarism o socio-económ ico in icial h a c ia u n a d iferen ciación p ro g re siv a en ­ tre in n ovad ores pudientes y pequeños p rop ietarios m a rg in a le s o d ep en d ien tes... C u an to a la p rom oción co o p erativ a, d estacam o s que la m a ­ y o ría de las asociacion es existen tes se h an beneficiado de las subvenciones y créd itos estatales sin h ab erse basad o sino m ín im am en te en el esp íritu coop erativo, p or lo que su su p er­ v iv en cia es dudosa, p or lo m enos en las pequeñas. M ien tras que las g ran d es co op erativas, y esp ecialm en te las v itivin ícolas y rem o lach eras, se co n v e rtirá n sin n in g u n a duda en g ran d es em p resas cap italistas, que m a n ten d rán asa la ria d o s incluso a algu n os de sus asociados. E s ta acció n reg io n al refo rm ista está en T ie rra de C am pos term in an d o cla ra m e n te con la peq u eñ a em p resa fa m ilia r a g r a ­ ria, y a que en la e stra te g ia defendida por los técn icos de la A d m in istración éstos tienden a p rom over, fo m e n ta r y a y u d a r a aq u ellas em p resas que se in teg ran al sistem a ca p ita lista y u rb an o, g en eralm en te las b asad as en exp lotacion es g ran d es y m edias o en in stalacion es in n ovad oras.

IV.

CONCLUSIONES

N u estras con clusiones co n firm an las tesis ap u n tad as p o r diversos estudiosos del te m a a g ra rio 11 de que el latifu n d ism o com o e s tru c tu ra socio-p rod u ctiva p red om in an te h a a u m e n ta ­ do y se h a afian zad o en el su r de E sp añ a a p a rtir de la polí­ tic a del régim en fra n q u ista de p lanes region ales y p recios po­ líticos p a r a d eterm in ad os artícu lo s del cam po. Incluso a p a re ­

11 E. Malefakis, V. Pérez Díaz y E. Sevilla Guzmán, por ejemplo.

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c e n ten d en cias a u n a co n cen tració n y exp lotación óp tim a del latifu n d ism o en oposición al an tigu o absentism o, m od ificán ­ dose las bases del status a g ra rio alto, que v a p asan d o desde el prestigio de clase al p restigio de la acu m u lació n cap italista. Los resu ltad os del p roceso que p odríam os d en om in ar de «desarrollo reg io n al de España» en tro n ca n con los resu ltad os del p roceso denom inado «de crecim ien to económ ico», y, desde luego, se opone a todo p roceso de ig u alitarism o social y eco ­ n óm ico en el cam po, afectan d o a los p rocesos políticos de de­ m o cra tiz a ció n re a l desde 1977. Es de esp erar, p o r ello, que a p a rtir de 1978 la e stra te g ia g u b ern am en tal cu a n to al p roble­ m a a g ra rio se m odifique, y a que es evidente que en tre 1939 y 1976 no h a cam b iad o la situ ación de las clases, sino que se h a a cen tu ad o , poniéndose ad em ás al servicio del d esarrollo in ­ d u strial y financiero de to d a la econom ía. En cu alq u ier caso, tenem os que c ritic a r los m illones de pe­ se ta s que se h an g astad o desde 1950 p a ra solu cion ar a p a re n te ­ m e n te u n a p ro b lem ática ru ra l que persiste y que incluso h a servido p a ra a fia n z a r el pod er de las clases alta s ru ra le s. Y que, evid en tem en te, se co n trap o n e cla ra m e n te con la política p ro ­ p u e sta por el In stitu to de R eform a A g ra ria en tre los años 1932 y 1936. El régim en no h a querido ni podido c re a r un igu alitarism o social y clasista que h u b iera rep resen tad o u n a p ro p a g a n d a de h ech o de algunos de los postulados falan g ista s y jonsistas so­ b re la sociedad y política a g ra ria s, debido a la in flu en cia de los grupos de presión in d u strial y fin an cieros, que h a n ob liga­ do a p a g a r su can o n a los ag ricu lto res, p a ra su in te g ra ció n en la «nueva sociedad d e sa rro llista » ... En cierto sentido se h a cread o el em brión de u n as n u evas clases m edias a g ra ria s , que n acid as al ca lo r de u n as subven­ cion es y créd ito s fav o rab les al su rgim ien to de u n cap italism o m edio, pueden re p re se n ta r en el fu tu ro la a lte rn a tiv a c o n tra los extrem o s y con flictos en tre «pobres» y «ricos», conflictos que prevem os v a a ser viru len to en los próxim os años, sobre todo si no se a ta ja n algu n os de los efectos de la crisis eco ­ n ó m ica. A unque observam os que esta n u e v a clase su rge m u ­ ch o m ás esp on tán eam en te a p a rtir de la p eq u eñ a em p resa a g r a r ia y esp ecialm en te en zonas com o T ie rra de C am pos, que

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en region es com o las del su r de E sp añ a, donde el inm ovilism o incluso em p resarial es m áxim o y el predom inio de los g ra n ­ des p rop ietarios y em p resarios a g ríco las total. Los objetivos de tipo social del rég im en no se h an cu m ­ plido n u n ca, sobre todo cu an to a a m p lia r la base fu n cion al del ig u alitarism o social de la tie rra . Se h a p royectad o, sobre todo en el P lan B adajoz, u n a in terp retació n del re p a rto de la tie r r a p a r a el que la trab aje, de tipo p a te rn a lista y de defen­ sa y estím ulo del individualism o p rod u ctivo fa m iliar, c o a rta n ­ do to d a e s tru c tu ra posibilista su p e ra d o ra de la peq u eñ a em ­ p re sa y ten d ien te a cu alq u ier colectivism o y asociacion ism o a g ra rio «real». De e s ta fo rm a, ad em ás, la d ep en d en cia de este n u evo p ro p ietario h a sido doble, fren te a u n coloso de doble cab eza: la A d m in istración y sus técn icos, y la in d u stria tra n s ­ fo rm a d o ra y los g ran d es p ro p ietario s ag ríco las; no h ab ien d o existido n u n ca u n a socialización re a l de los m edios de p ro ­ d u cció n ... E s ta p olítica en tro n ca, com o y a indicam os so m eram en te an tes, con la e stra te g ia g en eral del cap italism o de fa v o re ce r al g ra n em p resario y a las g ran d es un id ad es p ro d u ctiv as co m o fo rm a de a s e n ta r sin g ran d es tra u m a s a las in d u strias a g r a ­ ria s y c r e a r u n a red com p leta de dom inio del ca p ita l sobre el tra b ajo en el cam po. Se h a fav o recid o así, d ire cta o in d irectam en te, según los c a ­ sos, la em ig ració n de m an o de o b ra desde el cam p o a la in ­ d u stria y servicios, que p or procesos inducidos h an dejado sin ca p acid ad de tra b a jo a m u ch as peq u eñ as em p resas fa m i­ liares, que o h an d esap arecid o o v eg etan esp eran d o su d esap a­ rición , con lo que la tie r r a m ás o m enos ta rd e p od rá ser co n ­ ce n tra d a en p ocas m anos. De hecho, sabem os de casos de b an cos que en V alladolid e stán com p ran d o tie rra s y a co n cen trad as p reviam en te por Con­ ce n tra ció n P a rc e la ria , ta n to con fines de esp ecu lació n com o de p u esta en exp lo tació n y ren tab ilid ad p ro d u ctiv a in d u strial. L a d iferen cia ra d ica l de clases en el cam p o en tre prop ie­ ta rio s y n o p rop ietarios, en tre b ra ce ro s y em p resarios, no se h a aten u ad o, sino que h a au m en tad o, sobre todo en los ú lti­ m os años, en que a la crisis e s tru c tu ra l econ óm ica del cam p o se h a sum ado la crisis del cam p esin ad o com o clase tra d icio n a l.

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95 El p ro p ietario pequeño que no h a lograd o su p e ra r la si­ tu a ció n de em p resario m arg in al, p rob ab lem en te o se co n v e r­ tir á en a sa la ria d o o seg u irá en u n a situ ación de d ep en d en cia de otros p rop ietarios, aceleran d o la dicotom ización de clases o la e s tru c tu ra y refu erzo de u n a n u ev a clase m edia, esp ecial­ m en te ob servable en la M eseta de este ú ltim o caso. L a p ro b lem ática de la e s tru ctu ra ció n te rrito ria l y socio u r­ b a n ística del cam p o se vuelve a p la n te a r com o en 1950. E x ­ cep to en algu n os casos de T ie rra de C am pos, sigue existiendo u n a e s tru c tu ra de pueblos in ad ecu ad a p a ra u n a econom ía de m edios y un restab lecim ien to p oblacional ra cio n a l que p erm ita u n a u rb an izació n del cam po. P o r ejem plo, estos pueblos pe­ queños de B ad ajoz y Ja é n siguen siendo poco fu n cion ales a u n a in d u strialización ru ra l, y poco fav o rab les no sólo a un posible crecim ien to, sino incluso a su propio m an ten im ien to. E stas region es y p rovin cias a las que se q u ería p ro v o ca r a r ­ tificialm en te u n proceso de d esarrollo p a ra a lc a n z a r lu g ares p rio ritario s d en tro de la econ om ía a g ra ria , son — p a ra d ó jica ­ m en te— alg u n as de las ú ltim as en el crecim ien to, A PESA R O PO R C A U SA DE ESTO S PLA N ES. Bien es v erd ad que sin ellos se h u b ieran con vertid o tod as las p rovin cias ca stellan as en p rovin cias despobladas (com o S o ria o C u en ca), y las del S u r h u b ieran q uizá acen tu ad o su condición de gettos de m ano de o b ra ev en tu al e itin eran te, que realm en te existe, pero que p o d ría ser peor. A p e sa r de tod as las refo rm as, el g asto de dinero del con ­ trib u y en te y de la acció n de los técn icos ru ra le s, las p rovin ­ cias castellan as del P lan T ie rra de C am pos tien en u n a econ o­ m ía a g ríco la m uy p or debajo de la lev an tin a o de la del valle del Ebro, p o r ejem plo. Y en Ja é n la crisis del o liv ar a r r a s tr a tam b ién la crisis de to d a la econom ía, in clu id a la co n stru c­ ción, que e ra en p a rte la salid a trad icio n al de m u ch os ob reros a g ríco las. Y en B ad ajoz su econ om ía no puede com p etir con la de M u rcia, esp ecialm en te p or u n a p lan ificación de las e x ­ p lotacion es que no es n a d a ren tab le, tan to p a ra el pequeño e m p resario -trab ajad o r com o p a ra la p rovin cia, a p a rte de p ro ­ m o v er u n a depen d en cia de los p recios m arca d o s por las in­ d u strias ag ríco las. A dem ás, estas e s tru c tu ra s a g ra ria s cre a d a s a rtificialm en te

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a p a re ce n in cap aces — después de tan to s años de accion es y a ccio n e s— no sólo p a ra p ro seg u ir solas su desarrollo, sino in­ cluso p a ra m an ten erse, y en las del S u r el p aro no sólo no se h a m itigado, sino que a u m e n ta p ro g resiv am en te. Estos p lanes no h an servido ni econ óm ica ni socialm en te a l país, sino que h an servido — y sirven — a unos d eterm in ad os gru p os económ icos y a d escritos an terio rm en te. Y si se q u ieren m a n te n e r algunos de los objetivos m ínim os de d esarrollo h a ­ b rá, o que a p e la r a volver a d a r facilid ad es a los g ran d es em ­ p resario s te rra te n ie n te s o volver a in su fla r nuevo dinero del co n trib u y en te p a ra re v ita liz a r los p lanes, lo que p od ría lle g a r a ser u n co n trasen tid o en la d em o cracia ca p ita lista en que e stam o s inm ersos. Estos plan es h an servido, ad em ás, p a ra p o te n cia r el dom i­ nio e in flu en cia de d eterm in ad o tipo de em p resas, esp ecial­ m en te las n acion ales dependientes del INI y alg u n as g ran d es co o p erativ as del tipo m onopolista (rem o lach era, o liv arera). En el p rim er caso h an servido p a ra ju stificar u n a p olítica y u n a e s tru c tu ra em p resarial, y en el segundo h an sustituido u n a v e rd a d e ra a g ric u ltu ra de gru p o p or u n a serie de prom ociones político-sindicales de ideología v e rtica lista que h a n utilizado la an tig u a O rg an izació n Sindical y el sistem a co o p e ra tiv ista p a r a sus propios fines. A dem ás, las co n trad iccio n es en tre in d u strialización , p lan i­ ficado y coop eratism o inducido son n u m erosas. U n co o p erati­ vism o au togestion ad o y d em o crático , eficaz y fed erad o a n ive­ les provin ciales, p od ría d a r salid a a sus p rod u ctos a m ejores p recios, pudiendo co m p ra r m a q u in a ria y abonos a precios de costo. P ero a los in d u striales, esp ecialm en te a los de a lim e n ta ­ ció n y textil, no les in te re sa e sta posible a ctu a ció n co o p erativ a p o r la co m p eten cia que rep resen ta. H asta 1975 el predom inio de la presión in d u strial sobre las co o p erativ as h a sido evi­ dente-, hoy p a re ce que las co o p erativ as vu elven a te n d e r a p a r tir del re en cu en tro de sus c a ra c te re s co lectiv istas y la bús­ q u ed a de u n a g e re n cia eficaz y re p resen tativ a , n uevos niveles de co m p eten cia fren te a las in d u strias, lo que h a p rovocad o y a choques en V alladolid (por el te m a de la rem o lach a) y en B ad ajoz (por el tom ate), p o r p on er solos dos ejem plos de los a ñ o s 1976 y 1977. «

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Todos los plan es region ales se h an realizad o en fu n ción de estudios previos sobre las posibilidades d em o g ráficas y econ ó­ m icas existen tes en su origen. P ero no tu vieron en cu e n ta ni los procesos de em ig ració n ni el tra sv a se de re cu rso s econ ó­ m icos desde el cam p o a la in d u s tria ... Ni la d ialé ctica y el co n ­ flicto de clases, cu y a d in ám ica, p a ra le la a la lu ch a p or in te­ reses económ icos, h a sido m u y im p o rtan te en el cam po, espe­ cialm en te en A n d alu cía y E x tre m a d u ra . Los p lan team ien tos in iciales de la e s tra te g ia laten te de es­ tos planes region ales cu an to a la cre a ció n de u n a clase in ­ te rm e d ia «puente» o «colchón», o am b as cosas a la vez, se h a n visto trasto cad o s p or u n proceso de co n cien ciació n y re i­ vin d icació n m u y fu erte. Sigue existiendo latifundism o en las p rovin cias m erid ion a­ les, y los g ran d es ren d im ien tos por h e c tá re a de regad ío se ap o y a n en m u ch os casos en in versiones estatales, de fo rm a q ue el In stitu to N acion al de C olonización h a a ctu a d o v e rd a ­ d eram en te com o un p ro m o to r de d esarrollo económ ico ca p i­ ta lista . Las posibilidades de p rom oción econ óm ica de los tra b a ja ­ d ores asalariad o s siguen siendo ta n to en 1977 com o en 1940 m u y c ircu n scrita s y en m u ch os casos d ra m á tica s. Los escasos puestos de tra b a jo cread o s en la in d u stria h an sido cu b iertos en m u ch os casos por esp ecialistas o técn icos de o tra s p rovin ­ cia s y de zonas u rb an as. El tam añ o de las peq u eñ as p a rce la s fa cilitad as por el Estad o a los colonos de B adajoz son y a casi in sufientes p a ra m a n ten er la fam ilia y p a g a r los créd itos es­ ta ta le s o privados, y el p rop ietario pequeño de T ie rra de C am ­ pos está dejando sus tie rra s en arrien d o a co o p erativ as o em ­ p resario s m edios. En alg u n as de estas provin cias, esp ecialm en te en Ja é n y Badajoz, el p rob lem a del h am b re estacion al, que se intentó so lu cio n ar p or el fran q u ism o, vuelve hoy a a p a re c e r A P E ­ SA R DE ESTOS PLA N ES y afectan d o incluso a pequeños p ro ­ p ietario s, pequeños com ercios y pequeñas in d u strias. La a c e ­ le ra ció n de las h uelgas, con flictos y reivin d icacion es, ap oyan la c rític a que realizam os desde estas p ágin as, de que la v e r­ d a d e ra m otivación de la p olítica region al a g ra ria , e incluso g en eralizan d o de toda la política a g ra ria , h a estado v in cu lad a 7

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a u n a e stra te g ia de clases, que laten te u n as veces y m a n ifie sta otras, h a cread o fenóm enos p olítico-económ icos en los que la lu ch a del p ro letariad o y pequeño p ro p ietario c o n tra los g ra n ­ des terra te n ie n te s y sus aliados, los in n ovad ores a g ra rio s y p rop ietarios m edios, h a cam b iad o su d irección p rim ord ial de lu ch a del «pobre» c o n tra el «rico» y que h oy se dirige m ás y p rim ord ialm en te c o n tra los residuos de u n estad o p a te rn a lis ta y opresor, cu y as actu acio n es h a n tenido de u n a fo rm a u o tr a resu ltad os fra n ca m e n te d ram ático s p a ra la m a y o ría de la po­ blación cam p esin as, tan to del su r com o del ce n tro de E sp a ñ a .

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Estructura de la empresa agraria Por José M.a Alonso Torréns In g e n ie ro . C o la b o ra d o r de E . D . I. S .

P reten d e este trab ajo d efinir de fo rm a resu m id a, dado el c a r á c te r de esta publicación, el m undo a g ra rio com o con ju n to de em p resas que d esarro llan la m en cio n ad a activid ad . De los m últiples asp ectos posibles a co n sid erar, relativos a la a ctiv id ad a g ra ria , cen trarem o s la aten ción fu n d am en tal­ m en te en tres cuestiones; la p rim e ra de las cu ales s e rá la re la ­ tiv a al n ú m ero de em p resas a g ra ria s y, por tan to, de e x p lo ta ­ ciones existen tes en Esp añ a, su distrib u ción g e o g rá fica y la evolución su frid a en el período 1962-1972. En segundo lu g ar, se a b o rd a rá n cu estiones p u ram en te físi­ cas, com o son el tam añ o de las exp lotacion es y la p arcelació n de las m ism as. P or últim o, se a n a liz a rá el rég im en de ten e n cia de la tie rra aso ciad a a las exp lotacion es con sid erad as. El ceñ irn os a los años 1962 y 1972, al a n a liz a r la evolución de c a d a u n a de las cuestion es p lan tead as, se debe a que h a sta el p rim ero de los años citad os no se h ab ía realizad o en E sp añ a ningún censo a g ra rio , elab orán d ose de nuevo en 1972, por lo

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que dichos añ os son los únicos de que se dispone in form ación , y a ellos nos referirem o s a lo larg o del p resen te trab ajo . A unque las v ariab les a a n a liz a r sean las m en cion ad as, se p resen ta, en p rim er lu g ar, u n a b reve descrip ción del suelo n acio n al desde la p ersp ectiv a p u ram en te a g ra ria .

DISTRIBUCION DE LA TIERRA M uchas son las posibles clasificacion es de la sup erficie n a ­ cional. Sin em b argo, u n a nos es esp ecialm en te in te re sa n te p or cu an to nos v a a p erm itir co n o cer de un m odo ap roxim ad o el ap ro v ech am ien to del suelo con fines a g ra rio s, ta n to a g ríco la com o g an ad ero y forestal. Tal clasificació n es la que se re a liz a en base a la p rod u ctivid ad o im p rod u ctivid ad de la tie rra , des­ de el punto de v ista que nos ocupa. S egún los Servicios de E stad ística del M inisterio de A g ri­ cu ltu ra, en 1975, los 50 m illones de Has. del te rrito rio n acio n al se d istrib u ían de la siguiente m an era: Miles de Has. Superficie Superficie Superficie Superficie

productiva .................... . la b ra d a ................... . . . . . . . . . no labrada ... ..................... improductiva ... ................

46.865,0 20.329,0 26.536,0 3.610,0

Superficie total ................... .

50.475,0

A su vez, la superficie la b ra d a co n ta b a con 15.316,7 H as. de cultivos h erb áceos, dedicándose las 5.012,3 Has. re sta n te s a los cu ltivos arb ó reo s y arb u stivos. P o r su p a rte , la sup erficie no la b ra d a se dividía en 19.706,1 Has. con p astos y 6.829,9 H as. sin ellos. Así las cosas, vem os que la sup erficie p ro d u ctiv a re p re se n ­ ta el 92,8 p or 100 del territo rio , de la que el 43,3 p or 100 e stá la b ra d a y el 56,7 re sta n te no lo estab a. Con el fin de co m p letar el p a n o ra m a se fa cilita n a co n ti­ n u ación las su p erficies dedicadas, en 1975 a los diferen tes cu l­ tivos:

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101 M iles de Has.

C e re a le s........................................................ Leguminosas ............................................... Patata y hortaliza .............. ............... ... Cultivos industriales y condimentos. Cultivos forrajeros ......... .................... Cultivos leñosos ....... ... ... ... .. ... Prados naturales y pastizales..............

7.196.5 674,7 861,1 1.146.5 1.214,9 5.126,1 19.197,5

Fuente: I. N. E. y M.° A gricu ltu ra.

U n p rim er h ech o a d e stacar, en c o n tra de lo que c a b ría es­ p e ra r, es el re lativ am en te bajo p o rcen taje de superficie dedi­ cad o a cereales, que no re p re se n ta m ás que el 35 p or 100 de la sup erficie lab rad a, y ta n sólo el 15 p or 100 de la p rod u ctiva, a p e sa r del em in en te c a r á c te r ce re a lista de la a g ric u ltu ra es­ p añola. Y a se h a visto a n terio rm en te cóm o ta n sólo el 43,3 por 100 de la sup erficie p ro d u ctiv a estab a cu ltivad a. Si añ ad im os la im p ro d u ctiv a a la no cu ltiv ad a tenem os que el p o rcen taje de tie rra cu ltiv ad a en el to tal del con ju n to n acio n al desciende li­ g e ra m en te h a s ta el 40,2 por 100, rep artién d o se d ich a superficie de fo rm a m u y d esigual a lo larg o del territo rio n acion al, de a cu e rd o con las diferen tes condiciones geológico-gráficas y cli­ m atológicas. C on firm a lo dicho a n terio rm en te el que m ie n tra s existen p rovin cias com o S a n ta n d e r o G uipúzcoa en que la su p erficie la b ra d a rep re se n ta ta n sólo el 4,8 p or 100 y el 6,7 p or 100, re s­ p ectivam en te, de la to tal p rovin cial, existen otras, com o en V alladolid, en que dicho p o rcen taje es del 75,7 por 100, o To­ ledo, con un 65,7 por 100 de su tie rra cu ltivad a, o Sevilla, en que ésta re p re se n ta el 61,1 por 100 de superficie. A doptando la región com o un id ad g e o g rá fica de análisis, vem os en el siguiente cu ad ró n ú m ero 1 cóm o la región m u r­ cia n a , segu id a de C astilla la N ueva, p resen tan el m áxim o de tie rra s cu ltivad as, su p eran d o éstas o las no cu ltivad as, co rres-

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pondiendo los m ínim os de su p erficie cu ltiv a d a a C a n a ria s y G alicia, au n q u e, com o es de todos conocido, p or razo n es m u y d iferentes.

C U A D RO N U M ER O 1 D ISTRIBU CIO N P O R C E N T U A L D E LA S U P E R FIC IE R EG IO N A L SEG U N E S T E C U LT IV A D A O NO

% superficie

Región A n d alu cía........................................ Aragón ............................................. C a n a ria s ........................................... Castilla la N u e v a .......................... Castilla la V i e j a ........................... Cataluña-Baleares ....................... Extremadura .................................. G a lic ia .............................................. L eón-A sturias................................. M u r c ia .............................................. V a le n cia ........................................... Vascongadas-Navarra ................

......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... .........

Cultivada

No cultivada

30,3 38,9 19,9 50,7 43,5 35,5 39,0 19,0 33,3 53,9 43,1 29,6

69,7 61,1 80,1 49,3 56,5 64,5 61,0 80,0 66,7 46,1 56,9 70,4

Fuente: Anuario Económico y Social de España, 1977. Anuario de Estadística Agraria, 1975.

N U M ER O DE EXPLO TA C IO N ES Según d atos del C enso A g ra rio de E sp a ñ a de 1972, a m ás de dos m illones y m edio ascen d ía el n ú m ero de exp lotacion es existen tes en d ich a fech a, de las que m ás de un m illón se ce n ­ tra b a n en A n d alu cía, G a licia y V alen cia, cu an d o en con ju n to ta le s region es disponen del 27 p or 100 del te rrito rio n acion al. A unque de c a ra c te rís tic a s m u y d iferen tes, se h a n citad o t a ­

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103 les region es por ser éstas las de m ay o r nú m ero de exp lotacio­ nes, teniéndose que V iz ca y a -N a v a rra , C an arias y M u rcia son las regiones con m en o r n ú m ero de ellas. En el siguiente cu ad ro n ú m ero 2 se p resen ta la distribución reg io n al de las exp lotacion es a g ra ria s p a ra los años cen sales de 1962 y 1972, in cluyéndose las v ariacio n es p o rcen tu ales h a ­ bidas en el período tra n scu rrid o en tre u n a y o tra fech a.

CUADRO NUMERO 2 EXPLOTACIONES AGRARIAS EN 1962 Y 1972 SEGUN REGIONES

Región

N.° explotaciones

1972

-------- -------------------

% A --------

1962

1972

1962

A ndalucía ................................... ...... . A ragón ......................................... ......... C an arias .......................... ......... ......... C astilla la N u e v a ................... ......... C astilla la V ie ja ....................... ... ... C a ta lu ñ a -B a le a r e s ..................... ......... E xtrem ad u ra .............................. ......... G a l i c i a ......................................... ......... León-A sturias ............................. ......... M u rcia .......................................... ......... V a l e n c i a ......... ........................... ......... V asco n gad as-N avarra .......................

402.142 159.958 84.722 237.425 311.952 243.330 159.132 432.540 317.831 116.888 267.060 123.748

411.539 126.712 100.367 206.653 231.588 192.725 127.255 385.191 236.325 111.740 295.719 88.614

2,3 — 20,7 18,4 — 12,9 — 25,7 — 20,7 — 20,0 — 10,9 — 25,6 — 4,4 10,7 — 28,2

Total nacional ......... .........

2.856.458

2.514.428

— 11,9

Fuente: Censo Agrario de España 1962 y 1972. L a n o ta dom inante, en cu an to al n ú m ero de explotaciones, h a sido la p a u la tin a dism inución de las m ism as, p resen tan d o al final del período un d ecrecim ien to del 11,9 por 100. Tal dis­ m in u ción se h a exp erim en tad o en todas las region es con m a ­ y o r o m en o r intensidad, a excep ción de C an arias, V alen cia y

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m u y d iscretam en te en A n d alu cía, en las que el n ú m ero de e x ­ plotacion es se h a in crem en tad o , y m ás a ce n tu a d a m e n te en la p rim e ra de las citad as, en que dicho in crem en to a lcan zó el 18,4 por 100 en el período citado. M ás ad elan te com p rob arem os cóm o la dism inución del n ú ­ m ero de exp lotacion es, unido a la casi estab ilid ad de la su p er­ ficie exp lotad a, h an d eterm in ad o u n in crem en to en la su p er­ ficie m ed ia de las explotacion es, in crem en to que se h a ten id o ta n to en el con ju n to n acio n al com o en aq u ellas region es en que el n ú m ero de asisten tes h a d ecrecid o o h a crecid o m u y in sign ifican tem en te, com o es el caso y a citad o de A n d alu cía. P or el co n trario , el au m en to de exp lotacion es ce n sad as en C a n a ria s y V alen cia h an d eterm in ad o, com o verem os m ás ad e­ lan te, u n a red u cció n de la sup erficie m ed ia de las m ism as.

TAM AÑO DE LAS EXPLO TA C IO N ES L a sup erficie m ed ia de las exp lotacion es junto con el n ú ­ m ero de p a rcelas que la com ponen son in d icad ores a lta m e n te definitorios de la em p resa ag ríco la. T ratare m o s a co n tin u ació n la p rim e ra de las cu estion es p a ra p osteriorm en te a n a liz a r la segunda. Con los d atos de los censos nom b rad os relativ o s al n ú m ero de exp lotacion es y a la sup erficie a fe c ta d a se h a elab orad o el cu ad ro n ú m ero 3, en el que se fa c ilita la sup erficie to ta l ce n ­ sa d a p or regiones, así com o la m ed ia p o r exp lotación , ob ten id a com o cocien te en tre la sup erficie to tal cen sa d a y el n ú m ero de las existen tes (ver dicho cu ad ro): Y a se indicó a n terio rm en te que la su p erficie to tal explo­ ta d a h ab ía exp erim en tad o u n a m u y p eq u eñ a v ariació n , que, según m u e stra el cu ad ro n ú m ero 3, se c ifra en un in cre m e n ­ to del 2,2 p or 100. P o r en cim a de este v alo r nos en co n tram o s con el 14,3 por 100 de in crem en to exp erim en tad o p o r la su­ p erficie exp lo tad a en M u rcia, teniéndose en el re sto de las region es v ariacio n es p ró xim as a la del con ju n to n acio n al, siendo de d e s ta c a r ad em ás el 4,2 p or 100 y el 4,7 p or 100 de in crem en to en A n d alu cía y C an arias, resp ectiv am en te, y el 6,6 por 100 de d ecrem en to en la región v alen cian a.

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CUADRO NUMERO 3 SUPERFICIE EXPLOTADA Y SUPERFICIE **EDIA POR EXPLOTACION EN 1962 Y 1972 SEGUN REGIONES

1962

R egión

Sup. to ta l Mil. Has.

Sup. m ed ia Sup. to ta l Mil. Has. Has.

%A

Sup. m ed ia Has.

Sup. to ta l

1962 Sup. m ed ia

A n d alu cía ............................... A ragón .................................... C a n a r i a s ................................... C a stilla la N u e v a ............... C a stilla la V ie ja ............... C a ta lu ñ a -B a le a r e s .............. E xtrem ad u ra ........................ G a licia ..................................... L eón-A sturias ...................... M u rcia .................................... V a le n cia ................................. V asco n gad as - N a v a rra ..

7.885,6 4.357,5 569,9 6.465,5 5.891,2 3.154,7 3.822,2 2.424,4 4.337,9 2.109,5 1.995,9 1.634,9

19,6 27,2 6,7 27,2 18,8 12,9 24,0 5,6 13,6 18,0 7,5 13,2

8.214,6 4.428,6 597,1 6.580,3 6.064,4 3.144,4 3.900,6 2.470,4 4.343,7 2.411,5 1.864,3 1.613,6

19,9 34,9 5,9 31,8 23,1 16,3 30,6 6,4 18,4 21,6 6,3 18,2

4,2 1,6 4,7 1,8 2,9 — 0,3 2,0 1,8 0,1 14,3 — 6,6 — 1,3

1,5 28,3 11,9 16,9 22,8 26,3 27,5 14,2 35,3 20,0 16,0 37,8

Total n a c i o n a l ..............

44.649,2

15,6

45.633,5

18,1

2,2

16,0

índice

Fuente: Censos Agrarios 1962 y 1972. Elaboración propia.

5

1972

1972

o

Vi

106

Si co m p aram o s los valores corresp on d ien tes a las v a ria cio ­ nes de la sup erficie exp lo tad a o las exp erim en tad as por el n ú ­ m ero de exp lotacion es incluidas en el cu ad ro n ú m ero 2, se ob­ se rv a cóm o, en térm in os gen erales, los valores absolutos de éstas son m u ch o m ay o res que las v ariacio n e s de superficie, a excep ción del caso an d alu z y m u rcian o , en que la v a ria ció n de la sup erficie superó a la del n ú m ero de explotaciones, siendo d ich as v ariacio n es de igu al signo en la p rim e ra de las region es y de signo co n tra rio en la segu n d a de ellas, en la que la dis­ m inución de exp lotacion es fue aco m p añ ad a de un m a y o r in ­ cre m e n to p o rcen tu al de la superficie su jeta a explotación. L a m a y o r v ariació n del n ú m ero de exp lotacion es h a h ech o que éste sea el fa c to r d eterm in an te en el casi gen eralizad o in crem en to del tam añ o de las exp lotaciones, con las excep cio­ nes que a co n tin u ació n se e n u m erarán : Se pueden estab lecer c u a tro g ran d es grupos de regiones, segú n su co m p o rtam ien to en lo que a v a ria ció n del n ú m ero de exp lotacion es y sup erficie a fe cta d a se refiere. Estos grupos serían : — U n p rim er grupo, que co n stitu y en la excep ción an tes m en cion ad a, y que e stá in teg rad o p o r C a n a ria s y V alen cia, las ú n icas region es en las que se h a in crem en tad o el n ú m ero de exp lotaciones, y au n q u e si bien en la p rim e ra la su p erficie se h a in crem en tad o tam bién, en la segunda, p a ra m a y o r ab u n ­ dam ien to, se h a tenido ad em ás u n a dism inución de la su p er­ ficie, teniéndose com o con secu en cia, en am b as regiones, u n a dism inución de la sup erficie m ed ia de las explotacion es, dis­ m in u ción que se c ifra en co tas su p eriores al 10 p or 100 y al 15 por 100, resp ectiv am en te. — C onstituyen el segundo gru p o las region es v a s c o -n a v a rra y c a ta la n a -b a le a r, en las que en el período que estam os co n ­ sid eran d o se h a producido un d ecrem en to, ta n to en el n ú m ero de exp lotacion es com o en la sup erficie in teresad a, m ás intenso en el n ú m ero que en la superficie, p or lo que la su p erficie m e­ d ia p or exp lotación h a exp erim en tad o in crem en tos superiores al 25 p or 100, siendo el corresp on d ien te a la p rim e ra de las r e ­ giones citad as el m áxim o in crem en to reg io n al del país. — L a región an d alu za con stitu ye p or sí sola un grupo, al

iO índice

107

s e r la ú n ica en que las v ariab les se h a n in crem en tad o, p ero al s e r m a y o r el in crem en to su p erficial que el n u m érico h a p rovo­ ca d o un d iscreto au m en to de la sup erficie m edia. — P or últim o, existe u n gru p o de regiones, que es el m ás n u ­ m eroso, en el que se h an producido las dos condiciones m ás favorab les p a ra lo g ra r un in crem en to del tam añ o m edio de las exp lotacion es. P or un lado, se h a in crem en tad o la su p erficie su jeta a exp lotación y, p or otro, h a dism inuido el n ú m ero de éstas, teniéndose in crem en tos del tam añ o m edio ta n su sta n cia ­ les com o ese 35,3 p or 100 tenido en L eón -A stu rias o el 28,3 por 100 de A ragón . A p esar del casi g en eralizad o in crem en to del ta m a ñ o m e­ dio de las exp lotacion es, la situ ación en 1972 d ista m u ch o aú n de se r la m ás idónea, y así m ien tras la m ed ia n a cio n a l se si­ tu a b a en dicho añ o en 18,1 Has. por explotación , existen reg io ­ nes com o C an arias, V alen cia y G alicia en que el ta m a ñ o m edio d e las exp lotacion es se sitú a en las p roxim idades de las 6 H as., au n q u e tal h ech o ob edezca a circu n sta n cia s diferentes y los r e ­ sultados económ icos obtenidos tam b ién sean m u y distintos. A unque com o m u e stra el cu ad ro n ú m ero 3, las region es que gozan de exp lotacion es de m ay o r tam añ o m edio son, p or este orden, A ragón , C astilla la N u eva y E xtre m a d u ra , en las que se su p eran las 30 H as./exp lo tació n , h ay que a c la r a r que si d iferen ­ ciásem o s la A n d alu cía o rien tal de la occid en tal, esta ú ltim a se situ a ría en el gru p o de las an terio res con un ta m a ñ o m edio de 30,3 H as. p or explotación, m ien tras que el tam a ñ o de la explo­ tació n an d alu za orien tal es de ta n sólo 14,6 Has.

DISTRIBUCION DE LAS EXPLO TA C IO N ES SEG U N TAM AÑO De excesivo podem os ca lifica r el n ú m ero de exp lotacion es de ta m a ñ o in ferio r a las 5 Has. que en 1962 rep rese n ta b a n el 64,3 p or 100 del to tal de explotacion es que disponían de tie rra , y el 62,0 por 100 en 1972. M ás sign ificativo es aú n que en el últim o cen so el 23,1 p or 100 de las exp lotacion es no su p eren la Ha. de superficie, com o m u e stra el siguiente cu ad ro n ú m ero 4, en el que se h an distribuido las exp lotacion es según tam añ os.

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108 C U A D R O N U M ER O 6 D ISTRIBU CIO N D E LA S E X PL O T A C IO N E S SEG U N TA M A Ñ O

Miles de explotaciones 1962

1972

Sin tierras ... .................... Menos de 1 Ha....................................... .................... 1a De 4,9 Has................................ .................... De 5 a 9,9 Has................................. .................... De 10 a 19,9 Has................................ .................... De 20 a 29,9 Has................................. .................... De 30 a 49,9 Has................................ .................... De 50 a 69,9 Has................................ .................... De 70 a 99,9 Has................................ .................... De 100 a 149,9 Has................................ .................... De 150 a 199,9 Has................................ .................... De 200 a 299,9 Has............................. ..................... De 300 a 499,9 Has................................ .................... De 500 a 999,9 Has................................ .................... Más de 1L.000 Has.................................. ....................

151 806 1.031 417 301 112 84 31 21 16 8 9 8 7 5

44 582 979 384 270 101 80 35 24 19 10 10 9

T o ta l.....................................

3.007

2.559

7 5

Fuente: Censos Agrarios de 1962 y 1972. Anuario Estadístico de España.

Como d atos m ás relev an tes h a y que se ñ a la r que si bien la dim ensión m ed ia de las exp lotacion es españ olas se sitú a en las 18,1 Has., la m od a lo h a ce en tre 1 y 4,9 H as., siguiéndole en o r­ den de im p o rta n cia las del e stra to de m enos de 1 H a., co n tan d o e n tre las de am bos in terv alo s en 1962 con ta n sólo el 6,45 por 100 de la su p erficie exp lotad a, m ien tras que las de m ás de 200 Has., que en dicho añ o e ra n ta n sólo el 1 p or 100 de las e x ­ plotaciones, ten ían a su disposición el 49,02 por 100 de la tie rra . A doptando las 50 H as. y 200 H as. com o fro n te ra s que defi­ n en tres ca te g o ría s en las exp lotaciones, pequeñas, m ed ian as y

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CUADRO NUMERO 5 D IS T R IB U C IO N DE LA S E X P LO T A C IO N E S S EG U N T A M A Ñ O Y R E G IO N . 1972

Región

Andalucía ............................ Aragón .................................. C a n a ria s ................................ Castilla la N u e v a .............. Castilla la Vieja ............... Cataluña - Baleares .......... Extrem adura ...................... G a lic ia ................................... León-Asturias ..................... Murcia .................................. Valencia ............................... Vascongadas - N avarra ...

Total nacional ........

Pequeñas (49,9 Has.)

Medianas (50-199,9 Has.)

Grandes (200 Has.)

% A 1972/1962

N

%

N

%

N

%

388.490 114.707 99.349 187.946 212.805 183.107 116.210 383.824 227.345 103.914 292.274 85.066

94,4 90,5 99,0 90,9 91,9 95,0 91,3 99,6 96,2 93,0 98,8 96,0

16.821 9.396 751 14.127 14.750 7.665 6.920 651 6.227 5.928 2.526 2.624

4,1 7,4 0,7 6,8 6,4 4,0 5,4 0,2 2,6 5,3 3,0

6.228 2.609 267 4.581 4.033 1.953 4.125 615 2.753 1.898 919 924

1,5 2,1 0,3 2,2 1,7 1,0 3,3 0,2 1,2 1,7 0,3 1,0

2,9 — 23,1 18,9 — 14,7 — 28,6 — 19,8 — 19,7 — 10,9 — 25,9 — 6,3 12,2 — 29,1

4,8 26,6 30,8 13,5 37,1 14,2 16,1 0 9,6 33,7 — 1,9 13,7

- 2 ,6

2.395.037

95,3

88.487

3,5

30.905

1,2

— 12,3

17,2

12,1

0,8

Pequeñas Medianas Grandes 3,6 6,5 31,5 10,5 24,4 16,8 12,2 7,5 21,9 23,0

8,2

Fuente: Censo Agrario 1962 y 1972; Anuario Económico y Social de España, 1977, y elaboración propia. índice

o

vp

5

110

gran d es, tenem os que la distribución reg io n al de las exp lotacio­ nes según estas tres cate g o ría s es la que m u e stra el cu a d ro n ú m ero 5, que corresp on d e al C enso de 1972, y en el que se h an incluido las v ariacio n es p o rcen tu ales h ab id as en c a d a c a ­ teg o ría y región en el período 1962-1972. A unque el in terv alo in ferio r elegido sea excesiv am en te a m ­ plio, dado los v alo res de la m ed ia y la m od a de las exp lotacio­ nes españolas, es a ltam en te sign ificativo que la región en que dicho in terv alo to m a el m áxim o v a lo r sea G alicia, com o es de todos conocido, en la que ta n sólo se d a un 0,2 de exp lotacion es m ed ian as y gran d es. Le siguen V alen cia y C an arias, en las que la p articip ació n de las exp lotacion es p eq ueñas su p era el 99 p or 100, con lo que las de m ás de 50 Has. re p re se n ta n un 1 por 100 com o m áxim o. A ragón , las dos C astillas y E x tre m a d u ra y A n d alu cía occi­ dental, si d iferen ciásem os a ésta de la orien tal, son las region es que, au n q u e en fra n c a m ay o ría, cu en tan con m enos p roporción de exp lotacion es p equeñas y, en co n secu en cia, se tienen los m á ­ xim os p o rcen tajes de las de c a te g o ría su p erior con predom inio, en cu an to al nú m ero, de las m ed ian as sobre las gran d es, exis­ tiendo la m á x im a p rop orción de estas ú ltim as en E x tre m a d u ra , que re p resen tan el 3,3 p or 100 del to tal de explotaciones, y en A n d alu cía occid en tal, que son el 2,7 p or 100 del to ta l de las existentes. Se vio en el cu ad ro n ú m ero 2 cóm o el n ú m ero de exp lo ta­ ciones h ab ía exp erim en tad o u n a dism inución cifra d a en el 11,9 p or 100 en el período 1962-1972. A h o ra vem os en el a n te rio r cu ad ro cóm o, a p esar de esta dism inución global, el n ú m ero de las de tam añ o m edio y g ran d e h a exp erim en tad o m ayores in ­ crem en to s que el d ecrem en to global, m ien tra s que las de m e ­ n or tam añ o h an evolucionado en el m ism o sentido que el con ­ junto, au n q u e su p eran d o lig eram en te el d ecrem en to p a rcia l al global, com p en san d o así el in crem en to habido en las o tras c a ­ tegorías.

iO índice

111

PARCELACIO N H asta el p resen te m om en to hem os con sid erad o la exp lo ta­ ción com o u nidad de análisis; sin em bargo, esta unidad se en ­ c u e n tra fra g m e n ta d a en m últiples entes, que son las p arcelas, de las que en 1972 existían m ás de 27 m illones, con lo que se ten ía u n a m ed ia de 10,7 p arcelas por explotación, con un ta m a ­ ño m edio de 1,68 Has. p or p arcela. V em os que la situ ación en 1972 h a m ejorado, g ra c ia s a los planes de co n cen tració n , resp ecto a la de 1962, en las que los p a rá m etro s an tes señalados era n de 13,6 p arce la s por exp lo ta­ ción y u n a superficie m ed ia de 1,14 Has. por p arcelas. Sin em ­ b argo, se puede a firm a r ro tu n d am en te que en E sp añ a existe aú n u n a excesiv a atom ización de las explotacion es a g ra ria s, lo que con d u ce a u n a exp lotación irra cio n a l de la tie rra . E n tre otros facto res perjudiciales de la excesiv a p arcelació n de la tie rra no h ay que olvidarse de que dado el c a r á c te r del cam po, éste siente la n ecesid ad de deslin d ar su propiedad de la de sus vecinos, de m odo que, situándonos en el m ejor de los casos, esto es, que todas las p arcelas sean cu ad rad as, y aso cia n ­ do al lindero u n a fra n ja de tie rra im p rod u ctiva de ta n sólo un m etro de an ch o, nos en co n tram o s con que la su m a de tales fra n ­ jas de terren o s es su p erior a 650 Has., superficie que su p era a la de la tie rra exp lotad a en el con ju n to de las tres provin cias v ascas. El siguiente cu ad ro n ú m ero 6 m u estra la d istribución re g io ­ n al de p arcelas, así com o el n ú m ero de p arce la s existen tes por exp lotación y la superficie m ed ia de las m ism as. En él se a p re ­ cia la excesiv a p arcelació n de G alicia, C astilla la V ieja y LeónA stu rias, en las que ca d a exp lotación co n sta de a p ro x im a d a ­ m en te 20 p arcelas de alred ed o r de 1 Ha. en las ú ltim as regiones y de 0,33 Has. en la región gallega. En el polo opuesto en cu an to a tam añ o de las p a rce la s en e n cu en tran A n d alu cía, M u rcia, E x tre m a d u ra y C atalu ñ a-B aleares, en las que las dim ensiones de sus p arce la s oscilan en tre las 4,27 Has. de la ú ltim a y las 6,50 Has. de la p rim era, co rre s­ pondiendo a ésta la m ín im a división, con tan sólo 3,1 p a rce la s por explotación.

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CUADRO NUM ERO 6

K>

P A R C E L A C IO N DE LAS E XP LO TA C IO N E S A G R A R IA S

Superficie media de las parcelas

1972

1962 Región N.° parcelas

Parc./expl.

Andalucía ...................... Aragón ............................ Canarias .......................... Castilla la N u e v a ........ Castilla la Vieja ......... Cataluña - Baleares ... Extrem adura ................ Galicia ............................. León-A sturias............... Murcia ... ...................... Valencia .......................... Vascongadas-N avarra.

1.445.384 1.861.078 382.786 4.570.701 8.797.514 960.850 915.490 9.544.981 7.198.243 507.904 1.555.012 1.240.956

3,6 n ,6 4,5 19,3 28,2 3,9 5,7 22,0 22,6 4,3 5,8 10,0

Total n acio n al.........

38.980.199

^

13,6

N.° parcelas 1.261.855 1.419.616 325.275 ’ 2.998.533 5.042.380 735.149 688.147 7.289.176 4.718.329 420.191 1.340.638 817.659

V

')

Fuente: Censos A g rario s de 1962 y 1972. A n uario E conóm ico y S o cia l de E spaña, 1977 E lab o ració n propia.

27.056.948

Parc./expl.

1962 Has.

3,1 11,2 3,2 14,5 21,8 3,8 5,4 18,9 19,9 3,7 4,5 9,2

5,45 2,34 1,48 1,41 0,66 3,28 4,17 0,25 0,60 4,15 1,28 1,31

10,7

1,14

1972 Has.

^

6,50 3,11__ 1,83 2,19 i,20 4,27 5,66 0,33 0,92 5,73 1,39 1,97 1,68

CUADRO NUM ERO 7

DISTRIBUCION DE LAS PARCELAS SEGUN SUS TAMAÑOS

Menores de 1 Ha. N.° parcelas

%

De 1 a 5 Ha. N.° parcelas

Mayores de 5 Ha.

%

N.° parcelas

%

Total N.° parcelas

%

1962 .................

34.878.955

89,4

3.462.073

8,9

653.161

1,7

38.994.189

100

1972 ........ ... ..

22.543.787

83,3

3.682.914

13,6

830.247

3,1

27.056.948

100



6,3

---



— 30,6

1972/1962 ..



— 35,5

27,1

Fuente? Censos Agrarios 1962 y 1972, Anuario Económico y Social de España 1977.

114

P or lo que re sp e cta a la distrib u ción de las p arcelas, segú n tam añ os, b aste d ecir que au n q u e en el período 1962-1972 se h a exp erim en tad o u n a c la r a dism inución del n ú m ero de las de t a ­ m añ o in ferio r a 1 H a., al fin al del período, éstas a ú n re p re se n ­ tab an el 83 p or 100 de las p arcelas, m ien tra s que las de ta m a ñ o su p erior a las 5 H as. ta n sólo sup on ían el 3 p o r 100 de las to­ tales, com o puede co m p ro b arse en el cu ad ro n ú m ero 7:

R E G IM E N D E T E N E N C IA

De todos los posibles regím en es de exp lotación de la tie rra , el régim en de p ropiedad es el m ás u su al en E sp añ a, b ajo el cu a l se exp lotan ap ro xim ad am en te las tres c u a rta s p artes de la tie­ rra . A lred ed or de la m itad de la tie rra re s ta n te se exp lota en a rren d am ien to y el resto en a p a rc e ría y otros regím en es, du­ p licando la tie rra a fe c ta d a p or éstos a la exp lo tad a en ré g im e n de a p a rce ría , com o m u e stra el cu ad ro n ú m ero 8: En el período que venim os con sid eran d o pocos cam bios se h an exp erim en tad o en el rég im en de exp lotación de la tie rra , y a que la exp lotación d ire cta que a fe cta b a en 1962 al 75,7 p o r 100 de la tie rra , en 1972 h ab ía descendido poco m ás de dos p u n ­ tos y se situ ab a en 73,5 p or 100. El arren d a m ie n to g a n a b a 1,6 puntos y p asab a del 12,2 p or 100 al 13,8 p or 100. A p esar de que los dos regím en es an te rio rm e n te citad o s sean los m ás n orm ales, por lo que la a p a rc e ría y otros re g í­ m enes a fe cta n a u n a p rop orción de tie rra m u ch o m en or, es de s e ñ a la r el cam b io b ru sco exp erim en tad o por éstos, y así m ien tras que en 1962 se tra b a ja b a en a p a rc e ría el 7,4 p o r 100 de la tie r r a y el 4,6 p or 100 bajo otros regím en es, en 1972 los resp ectivos p o rcen tajes era n del 4,5 p or 100 y del 8,2 p or 100, in virtién d ose los térm in os. Podem os con clu ir, pues, que en lo que a régim en de explo­ tació n de la tie rra se refiere ap en as se h a exp erim en tad o c a m ­ bio en los dos sistem as m ay o ritario s: exp lotación d ire cta y arren d am ien to , red u cién d ose m u y con sid erab lem en te la a p a r­ c e ría e in crem en tán d o se h a s ta casi d u p licarse la tie r r a som e­ tid a a otros regím en es. T én gase en cu e n ta que bajo ta l epí-

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CUADRO NUMERO 8

DISTRIBUCION DE LA TIERRA EXPLOTADA SEGUN REGIMEN DE TENENCIA 1972

Región

Explotación directa

Arrendamiento

A p a rce ría

O tros

%

Miles Has.

%

Valencia ...................................... Vascongadas-Navarra ..............

6.333 3.381 544 5.109 4.140 2.407 2.569 1.740 2.579 1.939 1.688 1.107

77,1 78,1 91,3 77,6 68,3 76,6 65,8 70,4 59,4 80,4 90,6 68,6

1.224 413 13 981 1.301 194 903 129 733 131 70 209

14,9 9,5 2,2 14,9 21,4 6,2 32,1 5,2 16,8 5,4 3,7 12,9

377 217 13 140 106 334 234 48 68 297 82 42

4,6 5,0 2,2 2,2 1,7 10,6 6,0 1,9 1,5 12,3 4,4 2,6

280 317 26 345 514 207 195 554 963 44 23 255

3,4 7,3 4,3 5,2 8,5 6,6 5,0 22,4 22,2 1,8 1,2 15,8

Total n a c io n a l....................

33.536

73,5

6.304

13,8

2.069

4,5

3.725

8,2

A ndalucía.................................... A rag ó n .......................................... Canarias ...................................... Castilla la Nueva .................... Castilla la V ie ja ......................... Cataluña-Baleares ..................... E xtrem ad ura.............................. G a lic ia .......................................... León-Asturias.............................. M u r c i a ...............................................

Miles Has.

Miles Has.

%

%

Miles Has.

Fuente; Censo A g rario de 1972, A nuario E conóm ico y S o cia l de E sp aña, 1977, y e la b o ra ció n propia. Vi índice

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g rafe se e n cu e n tra n las tie rra s ab an d on ad as, los grupos y co ­ op erativ as y los m ontes con sorciales. P or regím en es y region es d e sta ca n C a n a ria s y V alen cia, donde m ás del 90 p o r 100 de la tie rra se exp lota d irectam en te, p resen tan d o un m ínim o este sistem a en León -A stu rias, con ta n sólo el 59,4 p or 100 de su tie rra exp lo tad a p or sus prop ietarios. E n a rren d am ien to los m áxim os p o rcen tajes los p re se n ta n E x tre m a d u ra y C astilla la V ieja, en los que m ás del 20 p or 100 de la tie rra que se exp lo ta es arre n d a d a . L a a p a rc e ría , que, com o y a se h a visto, tiene in terés en el con ju n to n acio n al, p resen ta su m áxim o en M u rcia y C a ta lu ñ a B aleares, donde los a p a rce ro s exp lo tan m ás del 10 p or 100 de la tie rra , teniéndose, p or últim o, que bajo otros regím en es las m ay o res prop orcion es de tie rra a fe c ta d a se tien en en G alicia, L eón -A stu rias y V a sco n g a d a s-N a v a rra , a lo cu a l co n trib u irá de fo rm a n a d a d esp reciab le la ab u n d an cia de m ontes co n so r­ ciales incluidos en el título g en érico de «otros regím enes».

C O N C L U S I O N De todo lo expuesto a n terio rm en te quizás el h ech o m ás sig­ nificativo, p or lo que de injusto y de vergon zoso tiene, es la m a la d istrib u ción de la tie rra , de m odo que e n tre unos pocos poseen la m a y o ría del suelo, m ien tras que los m uchos re s ta n ­ tes cu e n ta n con ín fim as can tid ad es de te rre n o . Es alta m e n te elocu en te la rep resen tació n g rá fic a de la su p erficie com o fu n ­ ción del n ú m ero de exp lotacion es que en u n a distribución jus­ ta e ig u a lita ria se a d a p ta ría a la bisectriz, de m odo que al 10 p or 100 de las exp lotacion es le co rresp o n d e ría el 10 p or 100 de la superficie, al 20 p or 100, el 20 p or 100, y así su cesivam en te. Sin em b argo, com o puede a p reciarse, el caso español d ista m u ch o de e sta u tó p ica d istribución, de m odo que la c u rv a re a l p resen ta u n p rim er tra m o casi h o rizo n tal seguido de otro, co m ­ prendido en tre el 90 y el 99 p or 100 del n ú m ero de exp lotacio­ nes, en que la su p erficie exp erim en ta un ligero in crem en to, p a ra a p a rtir de ah í su frir u n a b ru sca ascen sión de ta l m a g ­ n itu d que en ta n sólo el 1 p or 100 re sta n te de exp lotacion es la

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117 superficie se in cre m e n ta en tan to com o lo h ab ía hech o h a sta en tonces. Evid en tem en te, la d esigual distrib u ción de la tie rra lleva consigo u n a d esigual d istribución económ ica, ta n to en lo que se refiere al p atrim on io com o en lo que se refiere al v alo r del p rod u cto obtenido de la tie rra . L a p rod u cción final a g r a r ia en 1972 fue de 313.536 m illones de pesetas, que en la hipótesis de igu ald ad de p roductividad de todas las tie rra s se re p a rtiría n en ap ro xim ad am en te la m i­ tad p a ra las exp lotacion es de m ás de 200 Has. y la o tra m itad e n tre los casi dos m illones y m edio de exp lotacion es m en ores de 200 Has. Esto es, la m itad de la p rod u cción a g r a r ia se la re p a rte n en tre el 99 por 100 de explotacion es y la o tra m itad en tre sólo el 1 por 100 restan te, con lo que los p rim eros p e rci­ b irán en térm in o m edio u n as 60.000 p esetas cu an d o los otros re cib irán m ás de 6.000.000 de pesetas. C laro está que las 60.000 p esetas se rá la prod u cción m edia de las exp lotacion es de m e­ nos de 200 Has., porque si nos fijam os en las de m enos de 5 Has., de las que existen m ás de un m illón y m edio de exp lo ­ tacion es, al a c a p a r a r en tre todas ellas u n a superficie m ín im a h a ce que la prod u cción m ed ia en dicho añ o fuese de ap ro xi­ m ad am en te 11.000 pesetas, o sea, que éstos p ercib ieron 600 ve­ ces m enos que los de m ás de 200 Has. P or lo que resp ecta al v alo r de las tie rra s y las p lan tacio ­ nes, que en 1972 ascen d ían a 3.340.320 m illones de pesetas, su d istribución se rea liz a de la m ism a fo rm a que lo h a ce la tie rra , y así el p atrim on io de las m enos de tre in ta m il explotaciones de m ás de 200 Has. ascien d e a m ás de 50 m illones de pesetas por explotación, cu an d o el de los de m enos de 5 Has. no su p era las 100.000 p esetas.

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LA VIA ASOCIATIVO-COOPERATIVA EN EL MARCO DE LA AUTOGESTION AGRARIA Por Angel López de Torre S o c ió lo g o

Con el fin al de la g u e rra civil se pone fin a u n a ric a y pro­ m e te d o ra e ta p a de exp erien cias co m u n itarias y au togestion aria s d en tro del, m a rco de las distin tas region es y con a rre g lo a diversos m odelos ideológicos: los sindicatos ag ra rio -ca tó lico s (au tén ticas coop erativas), las exp erien cias co o p erativ as so cia­ listas, las com u n as de afiliación an arq u ista, co o p erativ as m o­ delo Rochdale, etc. Se ab re, a la vez, u n a eta p a en teram en te distin ta, m on o­ lítica y d eslab azad a. Distinta.* porque al cam po, com o a los d e­ m ás sectores, se les obligó a ro m p er con el pasado. M onolítica: pues el con cep to de u n icid ad y o rg an icid ad lo v a a in fo rm ar todo. D eslabazada: pues no serían cap aces siq u iera de c r e a r o p o te n cia r un m ovim iento coop erativo com p acto, a su im agen y sem ejanza. El nuevo régim en vio desde el p rim er m om ento en el m o­ vim iento coop erativo m ás bien un enem igo que un posible aliado. P or ello m ism o, tem erosos de no poder a ca lla rlo por la fu erza, lo fu eron m in an d o en sus cim ientos ideológicos, m ie n tra s h a cía n n u evas alab an zas del m ism o. Tal actu a ció n

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ten ía su lógica, si nos aten em os a que h ab ían caído por tie r r a los derechos h u m an os m ás elem en tales y cu alq u ier tipo de reunión, aso ciació n o exp erien cia au to g estio n ad a ca ía n bajo la fiscalización m eticu losa del estado-policía. S u rg ía un nuevo m odelo de o rg an izació n p olítica basad o en la unidad, co n fig u ració n e in teg ració n o rg á n ica de todos los h om bres y pueblos o tie rra s de E sp añ a.

I.

La «Ley» como instrumento de dominio y no de regulación

L a con cien ciació n de las m asas h ab ía lograd o le v a n ta r la veda: se lo g rab a por p rim e ra vez — en 1877— que la ley re c o ­ nociese el d erech o a aso ciarse. Y dos m ovim ientos sociales p a ­ ralelos — el sindicalism o y el coop erativism o— pudieron sa lir de la cland estinid ad . Pero h ab ía sido m ás fu erte y reiv in d icativ a la presión del sindicalism o y m ás bien pobres los p rim eros pasos del coope­ rativism o. Por ello, tam b ién la org an izació n de los cam pesinos, aunque m ás bien h a b ría que h a b la r de p rom oción social des­ de fu era, se en cau zó a tra v é s de la fó rm u la sindical. T am bién porque en 1906 se dio u n a ley de sind icatos ag ríco las, a la que se ad h irió un m ovim iento de c a r á c te r católico. H asta 1931, d u ran te la II R epública, no se p roclam ó la p ri­ m e ra Ley de C oop erativas. No obstante, los sindicatos ca tó li­ co s-ag rario s siguieron en cu ad rad o s en la Ley de 1906 h a s ta que la n u ev a Ley de C oop erativas de 1942 los d en om in aría coope­ ra tiv a s del cam p o o ca ja s ru rales. Los au to re s de la Ley de 1931 h ab ían intuido, no así los de 1942, que no se tr a ta b a de e n cu a d ra r, sino de fo m en tar la coop eración esp o n tán ea de los cam pesinos. Sin em b argo, lo que se preten d ió en 1942 fue b o rra r y en ­ g lo b ar el m ovim iento coop erativo d en tro del organ ism o u n i­ ta rio y v e rtica l de la O rgan ización Sindical. U n a fu e rte opo­ sición lo evitó; pero em pezó u n a so rd a lu ch a. Desde el 2 de enero de 1942 (fech a del d ictam en de d ich a Ley) h a s ta el 2 de n oviem bre de 1943 (casi dos años) no se p u b lica ría su re g la ­ m en to de ap licación . L a au ton om ía del m ovim iento co o p e ra ­ tivo sería ad em ás m uy relativ a, puesto que al fin y al cab o se

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121 le e n cu a d ra b a d en tro de la O rgan ización Sindical, ta n to a n i­ vel n acio n al com o provin cial, d esap arecien d o, por lo tan to, las fed eracion es y la co n fed eración n acio n al de coop erativas. A u n 1 que se c re a b a n unos organ ism os e x tra ñ o s — llam ados U niones T e rrito riales o N acion ales de C oop erativas (UTECO S)— , su fu n cion am ien to sería p aralelo y supeditado a la O b ra Sindical de C ooperación, d ep artam en to in serto en todas las oficinas de la O rg an izació n Sindical. L a ley e ra tan in com p leta y a b s tra c ta (claro re tro ce so con resp ecto a la de 1931) y el R eglam ento ta n inam ovible, que el caso Z ú ñ iga (1958) e sta ría — com o todos los que le sigu ieron — sin m a rco legal h a s ta que se publicó, p arad ó jicam en te por cierto, el nuevo R eglam ento de co o p erativ as en 1971. En efecto, se h ab ía pedido in sisten tem ente u n a n u ev a ley desde an tes de 1960. El legislad or salía p or sus fueros. La I A sam b lea — a nivel n acio n al— de C oop erativas del C am po no se ce le b ra ría h a s ta 1961, y sería n a tu ra lm e n te en M adrid: re a firm a r la unidad an te todo. La crisis del cam po, que viene con la a p e rtu ra de E sp añ a al ex te rio r y con la consigu ien ­ te p lan ificación y desarrollo de la in d u stria a co sta del cam po, incidió lógicam en te en el m ovim iento coop erativo a g ra rio que — tra s larg o período de h ib ern ació n — d esp ertab a b ru scam en te a la n u eva realid ad de u n a econ om ía de m ercad o d en tro de un co n texto y a n eocap italista. En tod as las p onencias de la a sa m ­ b lea alu d id a su rg ían los clásicos tópicos de que la salud en ­ d ém ica del coop erativism o se debía a la fa lta de fo rm ació n co o p erativ a, a la fa lta de créd ito coop erativo y a la no re fo rm a de la n o rm ativ a co o p erativ a vigente. Algo en teram en te folkló­ rico, porque, no p or ello, la co o p erativ a de Z ú ñ iga y o tra s nb d ejaron de fu n cio n ar (¿e n la ilegalidad?). Así, pues, el d eterioro de los precios, de las co o p erativ as y de la situ ación g en eral del cam p o se debía a las e stru ctu ra s y no a u n as d eterm in ad as co y u n tu ras, que ta n sólo m an ifiestan al ex te rio r el m al que y a viene h acien d o sus estrag o s por dentro. La n u ev a ley no a p a re c e ría h a sta 1974, y su R eglam ento de ap licació n está aú n por ver. Es com o si estu viéram os aú n en 1942. El vacío y la confusión actu alm en te rein an tes no son p a ra describirlos. Si la ley de 1931 in ten tab a c re a r un m ovim iento coop erativo com o fu erza social, la n u ev a elige otro cam in o: el

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de p o ten ciar las em p resas co o p erativ as (in stitu cion alización de la g eren cia, posibilidad de em itir obligaciones, etc.); n a d a dice sobre el tem a de las fed eracion es y co n fed eració n y sobre el d erech o de veto de la O rg an izació n Sindical con que ten ían d ecap itad o h a s ta a h o ra al m ovim iento coop erativo en cu a n to tal. L a ley debe re g u la r e in stitu cio n alizar — p a ra d arle fu e r­ z a — a la p rá c tic a co o p erativ a. P ero en n u estro país su inm ovilism o y su u tilización (de la ley) h a n supuesto u n co rsé e in stru m en to de dom inio y de con trol.

La c rea ció n artificiosa d e otras fó rm u la s asociativchagrarias. P or orden del ll-V I-41 se c re a b a la O b ra S indical de Coloni­ zación y se in stitu ían los G rupos S indicales de Colonización. E ra un in ten to de su p lan tació n de la R efo rm a A g ra ria de la R epública. Uno de los slogans y p rom esas del nuevo rég im en a los cam pesinos h a b ía sido p recisam en te el a b o rd a r lo que la R ep ú b lica no h ab ía sido cap az de llev ar a cabo. P ero el resu ltad o de los terra te n ie n te s a estos regím en es fa scista s los co n v e rtiría en sus g u ard aesp ald as h a s ta el p unto incluso de devolvérseles las tie rra s an terio rm en te rep a rtid a s. R especto al coop erativism o, al igu al que M ussolini con virtió a los «consorcios» (coop erativas de sum inistros) en in stitu cio ­ nes p úblicas dependientes del M inisterio de A g ricu ltu ra , aquí se preten d ió diluir a to d a la a g ric u ltu ra de gru p o d en tro de la O rg an izació n Sindical. Pero, al en co n tra rse con su oposición, tra ta ro n de c r e a r y p o ten ciar desde a rrib a o tra s exp erien cias p aralelas. P or ley del 27-1V-46 se m od ifica la ley de C olonización y se ofrece a y u d a té cn ica y fin a n cie ra a los grupos sindicales. P or d ecreto del 17-XII-59 se con ced e a tales grupos el m ism o tra to fiscal que a las co op erativas. L a «instrucción» de la O b ra Sin d ical de C olonización del 9-V-63 reg la m e n ta los gru p os sindicales de colonización p a ra la exp lotación en com ú n de la tie rra . H ab ía que o fre ce r un ca u ce «oficial» p aralelo a las exp erien cias esp on tán eas tipo Z úñiga, que fu ero n tra ta d a s de com u n istas. Por ley del 25-VI-63 se d a lu g a r a que pu ed an c re a rs e « a g ru ­

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p acion es trig u e ra s de cultivo en com ún», que serían su stitu id as p osteriorm en te (d ecreto del 28-V-66) p or otro tipo de asociación de fines m ás am plios com o «las ag ru p acio n es ce re a lista s de exp lo tació n en com ún, cu y as e stru ctu ra s son innovadas, a su vez, p or d ecreto del 12-VI-70, dándose n o rm as p a ra prom over o tra s nuevas. P or d ecreto sobre ord en ación ru ra l del 2-1-64 se incluye e n tre sus fines la p rom oción de la a g ric u ltu ra de grupo. C abe d ecir, com o glosa final, que tales grupos iban disolvién­ dose u n a vez recib id as las subvenciones prom etid as, pues el plazo vin cu lan te v en ía siendo de seis años fren te a los veinte de las co o p erativ as de la R eform a A g ra ria a ctu a l italian a. Se ap ro v ech aro n de ellos los m ejor inform ad os (situ ación coin ci­ dente con los que o cu p ab an carg o s o de m ay o r nivel económ i­ co). No se consiguió la p reten d id a a g ric u ltu ra de grupo, pues se plan teó incluso a nivel n acio n al u n a revisión sobre el fu n ­ cion am ien to efectivo de tales grupos. En el p rim er estudio-inform e que realicé p a ra el IRYD A sobre el «asociacionism o ag rario » en la Rioja a la v e sa (no fue publicado, sino ta n sólo policopiado) a p a re ce un estudio m ás a fondo de este tem a.

II.

Las experiencias cooperativas desde el prisma económico-em­ presarial

Se h a an alizad o an terio rm en te la in cid en cia que lo jurídico-in stitu cion al h a tenido sobre el asociacion ism o a g ra rio . H ay que d ecir a h o ra que, bajo este otro p rism a económ ico, ap en as si se h a con tad o con la fu e rz a social que supone el coop erativism o a la h o ra de llev ar a cabo el ú nico intento serio, pero fallido p or m al enfocado, de la p lan ificación e co ­ n óm ica de la d écad a 60-70. Se abandonó la política a u tá rq u ica p or e n tra r en la econ o­ m ía de m ercad o. Se cifró todo en el m ero crecim ien to econ ó­ m ico. P a re cía com o si se tra ta s e de lleg ar — en u n a especie de m a rc h a an u al n acio n al— a los niveles de re n ta «per cap ita» y ta sa s de crecim ien to p ro g ram ad o s al inicio de c a d a año. U n a segu n d a cru z a d a n acion al, a m anos a h o ra de los te cn ó cra ta s

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del Opus. Así, al térm in o del I Plan, se lleg ab a a exclamar*. «E sp añ a h a dejado de se r un país fu n d am en talm en te ag rario.» Hubo p ro testas m ás bien ro m án ticas. P ero todos seguim os el juego. Lo cie rto es que la in d u strializació n (sólo se tra ta b a de eso) se hizo a co sta del secto r ag ríco la, que salió realm en te m al p arad o de los dos P lan es de D esarrollo, en tran d o en u n a crisis y d eterio ro p or p recios p agad os-p recios percibidos y por la inflación, etc., y que siguen ag rav án d o se tod avía m ás en la actu alid ad . El d esarrollo a g ríco la y del coop erativism o — com o m edio incluso p a ra re fo rz a r aq u él— q u ed aron red u cid os a e n fá tica s d eclaracio n es p ro g ra m á tica s. D entro de la econ om ía de m e rc a ­ do segu ía p roduciéndose lo que y a no se d em an d ab a, y de u n a fo rm a p u ram en te a rte sa n a l, es d ecir, c a ra , si es que q u erían com p etir en dicho m ercad o . Nos d ecía un riojan o que « p a ra ellos el m onocultivo de las viñ as e r a com o te n e r un hijo tonto en casa: no te puedes d esp ren d er de él, sino que p recisa m á s aten cion es, y así se te com e la h acien d a». Las e stru ctu ra s econ óm icas — que suelen ir ligad as con las políticas— son con d icion am ien tos inevitables en todo p roceso social. El coop erativism o — com o m ovim iento social de ra íce s y ten d en cias so cializad o ras— no h a en co n trad o el cald o de cu ltivo ad ecu ad o — en su la rg a cu a re n te n a de la p o sg u era— p a ra poderse d e sa rro lla r con lib ertad y au ton om ía. R esu lta absu rd o d ejarse co n v en cer sobre la fa lta de esp íritu co o p e ra ti­ vo, etc., cu an d o las ra íce s ú ltim as y p rofu n d as son las e s tru ctu ­ ra s que aq u ejan al coop erativism o en p a rtic u la r y a la a g ri­ c u ltu ra m ism a y, p or supuesto, en m ay o r grad o e in cid en cia que lo que se a p re cia en la tam b ién c rític a a g ric u ltu ra eu rop ea, con lo que se in ten ta aq u ietarn os. El p roced im ien to p a ra a c e rc a rs e a la realid ad econ óm ica de las co o p erativ as es a n a liz a r uno p or uno los asp ectos qué com ponen la e s tru c tu ra econ óm ica de esa realid ad in stitu cio­ n alizad a que llam am os em p resa o u nidad de p roducción. C ierto que las co o p erativ as son em p resas que p resen tan c a ra c te rís ti­ ca s propias, com o cab e e sp e ra r de su ideología y legislación que difieren de las de u n a S. A. P a r a n u estro tra b a jo vam os a tip ificarlas de la siguiente m an era:

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— De u tilización en com ú n de m aq u in aria, m al lla m a d a de producción. — De su m in istros u otros servicios a los socios. — De co m ercializació n e in d u strialización de p rod u ctos ag rario s. — De exp lotación en com ú n de la tie rra , gan ad os, etc. — C ajas R u rales. L a dim ensión del coop erativism o cab e a n a liz a rla desde el p u n to de v ista de su in cid en cia en la econ om ía n acio n al o p ro ­ ducto n acio n al b ruto, o bien p or su in flu en cia en la vida socio­ eco n ó m ica de los pueblos donde existen co o p erativ as o, fin a l­ m ente, p or su p rop ia consolidación in tern a, es decir, porque ta le s co o p erativ as con stitu yen o no em p resas de dim ensión óp tim a y viable, su p eran d o la m arg in alid ad de las e x p lo tacio ­ n es fam iliares en ellas ag ru p ad as. H ay que a d v e rtir que se e n cu e n tra m u y p o ca lite ra tu ra sobre ello y m enos aú n estudios an alítico s re a lm e n te serios y realizad o s «in situ». La con tab ilid ad es m uy elem en tal en la m a y o ría de ellas: se h a ce porque les obligan a p re se n ta r un b a la n ce fin al del ejercicio económ ico. Y al no h a b e r p erson as p re p a ra d a s en los pueblos, suelen lle v a rla el m aestro , el cu ra , e tcé te ra . A veces se llev a incluso a d istan cia, desde la UTECO, y tam p oco en fu n ción de un an álisis con tab le de costes e in­ gresos. R especto al n ú m ero to tal de co o p erativ as a g ra ria s , el R egis­ tro fu n cion a de fo rm a acu m u lativ a, p or lo que re su lta difícil sa b e r en u n m om ento dado el n ú m ero de las que fu n cion an realm en te. T am poco fu n cio n a u n a inspección que g a ra n tice u n a c ie rta p u re z a del m ovim iento coop erativo. Los censos oficiales de estos últim os años vienen a d ar: — — — — — —

Sobre Sobre Sobre Sobre Sobre Sobre dito.

400 co o p erativ as de exp lotación en com ún. 600 co o p erativ as g ran jas. 400 co o p erativ as m olinos. 780 co o p erativ as bodegas. 1.050 co o p erativ as alm azaras. 960 co o p erativ as C ajas R u rales y S ecciones de C ré ­

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— Sobre 3.000 co o p erativ as de sum in istros y servicios. — Sobre 300 co o p erativ as de co m ercializació n e in d u strias a g ra ria s . De las 7.500 del censo, 6.300 e ra n locales, con 1.250.000 fa m i­ lias asociad as. Se ca lc u la sobre u n 15 p or 100 las que y a no fu n cion an , de fo rm a que nos q u ed aríam os con u n n ú m ero a p ro ­ xim ad o de 6.300, de las que 5.300 serían las de ám b ito local.

Aspectos patrimoniales L a dim ensión econ óm ico-em p resarial de u n a co o p e ra tiv a o su consolidación com o em p resa se m ide a tra v é s de su ca p i­ tal cedido (según la d enom inación an tig u a) y el fondo de re s e r­ v a obligatorio, am bos irrep artib les. Su capacidad e m p re sa ria l d ep en d erá asim ism o de su ca p ital reten id o, ap o rtacio n es volun­ ta ria s y fondo de re s e rv a volu n tario, realizad o a base de lim ita r el re p a rto de los resu ltad o s líquidos an u ales. Con los cap itales y fondos an ted ich os se obtiene el ca p ita l social de u n a co o p erativ a. En el caso de las co o p erativ as de m a q u in a ria y m ix ta s (es decir, con sección de sum inistros), el ca p ita l social viene a su­ p on er de 10.000 a 14.000 p esetas p o r socio. Fijándonos en el m on tan te global y m edio p or co o p erativ a, ten d ríam os los si­ guientes resu ltad os, según el inform e sobre el coop erativism o a g ra rio , elab orad o p or A ECO O P y p ublicado p or el Fondo p a r a la in vestigación econ óm ico-social de la C on fed eración de las C ajas de A horros: — U n 5 p or 100 de co o p erativ as tien en c a d a u n a un ca p ita l social su p erior a los cin co m illones de p esetas (algu n as in clu so m ás de 25 m illones: com o es el caso de co n serv e­ ras, ce n trales lech eras, etc.). — U n 16 p or 100 p a sa de un m illón de p esetas. — U n 11 p or 100 tien en en tre m edio y un millón. — U n 46 p o r 100 ro n d an en to rn o al m edio millón. —■ U n 22 p or 100 no llegan a las 100.000 p esetas (p rin cip al­ m en te las de servicios)^

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En estos p o rcen tajes no se incluye a las co o p erativ as de e x ­ p lotación en com ú n ni a las C ajas R u rales. D icho inform e se publicó h a ce siete años. Si en las dos p rim e ra s tipologías la a p o rtació n m ed ia p or socio v en ía a ser de u n as 14.000 pesetas, la m ed ia g en eral p or socio viene a ser de u n as 4.000 pesetas. Coinciden, no obstante, en am bos casos la a p o rta ció n m ed ia a fondo cedido (u n as 1.800 p esetas), y el fondo de re s e rv a m edio por socio es de u n as 100 pesetas, p orque casi tre s c u a rta s p a rte s no tien en ta l fondo de re s e rv a ob ligatoria. El resto h a s ta las 4.000 ó las 14.000 p esetas son ap o rtacio n es o fondos v o lu n ta ria ­ m en te hechos. E n la fe c h a de elab oración del inform e se co n sid erab a un m ínim o de m edio m illón de p esetas de cap ital social p a r a u n a co o p erativ a de servicios y de cinco m illones de p esetas p a ra las de m aq u in aria. Tal co ta sólo la alcan zab an un 30 p or 100, otro 30 p or 100 e ra n co o p erativ as m arg in ales y el 40 p or 100 re sta n te n a v e g ab an en a g u a s p eligrosas. R especto a las C ajas R u rales y S ecciones de C rédito (den tro de o tras co op erativas, estas ú ltim as y a p rá ctica m e n te d esap a­ recid as) se ría in teresan te — p ero m u y com plejo— su t r a t a ­ m iento, d ad a la b reved ad de este artícu lo. R especto a las co o p erativ as de exp lotación en com ún, h a y que in clu ir en su cap ital social el v alo r asign ad o a las tie rra s ap o rtad as. Como prom edio ag ru p an a u n as 45 exp lotacion es fam iliares, con un to tal de u n as 400 h e ctá re a s. T am poco su c a ­ pital social es m u y b oyante, pues sólo un 47 por 100 tiene de prom edio 10 m illones de pesetas, m ien tras que otro 48 por 100 oscilan en tre los dos y tres m illones y m enos de 500.000 p esetas el 5 p o r 100 restan te. H ay u n a tesis d o cto ral del señor A m u n árriz sobre «A gricu l­ tu r a a so cia tiv a en G uipúzcoa y N a v a rra » . E stá p u b licad a (policopiada) en P arís, y fue dirigid a p or el fam oso cooperólogo H. D esroche. A naliza, en p rim er lu g ar, a Z ú ñ iga y Oscoz, des­ pués otros 12 grupos m ás red u cid os y, fin alm en te, la e xp erien ­ c ia de 231 caserío s ag ru p ad o s en LAN A (M ondragón), co o p era­ tiv a c re a d a p a r a la exp lotación de la riq u eza fo restal y le ch e ra de sus asociados. A n aliza — desde su cre a ció n — el d esarrollo de tales co o p erativ as «in situ», habiendo conseguido con m u ch o tra b a jo un an álisis casi único en su gén ero en n u estro país.

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T am bién an a liz a el caso co n creto de Z ú ñ iga — en u n a m ono­ g ra fía del Servicio de C o n cen tració n P a rc e la ria — M iguel B u e ­ no, en un estudio, económ ico p rin cip alm en te y b a sta n te e x h a u s­ tivo. Com o re fe re n cia elocu en te ponem os a co n tin u ació n dos b a ­ la n ces de la co o p erativ a de Z ú ñ ig a con un in terv alo de tre ce años:

Activo -1959 Pesetas

%

Activo -1972 Pesetas

%

Valores inmovilizados ........ . ... Valores de exp lotación ....... . ... Valor real disponible ........ . ...

952.000 553.000 39.000

61 36 3

3.234.000 3.402.000 1.322.000

40 43 17

. ...

1.544.000

100

7.958.000

100

T otal ...............................

Pasivo Pesetas

Activo %

Pesetas

%

Capitales p rop ios.............. Créditos largo plazo......... Créditos corto plazo......... Resultados ..........................

......... ......... ......... .........

418.000 1.006.000 50.000 70.000

27 65 3 9

2.043.000

26

T otal .........................

.........

1.544.000

100

7.958.000

100

5.262.000 653.000 —

66 8 —

Son 21 exp lotacion es fam iliares las ag ru p ad as, con 285 H a en total. A n alizan d o el pasivo, a p a re ce n 418.000 p esetas com o ca p ital propio fren te a 1.056.000 p esetas p re sta d a s p a r a 1959; p ero la situ ación cam b ia en el 72 con 5.262.000 p esetas fre n te a 652.000 pesetas, lo que nos d a u n coeficien te de 8,06 p a ra este añ o (de resu ltas de dividir am b as can tid ad es) d enotando la g ra n in d ep en d en cia econ óm ica de la co o p erativ a, co sa in u ­ sitad a en la g ra n m ay o ría. Y si su m am os el inm ovilizado con el fondo de m an iob ra, re s u lta que dispusieron de casi seis m i­ llones de p esetas en 1972 de ca p ital p erm an en te p a ra h a c e r

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fre n te a los 3,5 m illones de pesetas que em p learon en gastos de exp lotación , sin n ecesid ad de r e c u rrir a créd itos a co rto p la­ zo, siem pre costosos. El p rob lem a del cap ital social «irrepartible» está tom ando u n as p rop orcion es a larm an tes. Es un h ech o el de que lo re h u ­ y en los co o p erativ istas en su m ayoría. O sea, que un as a c ti­ tudes (algo que es psicológico o m oral, en base a sus p reju i­ cios, convicciones, etc.) están rep ercu tien d o g rav em en te en el asp ecto eco n óm ico-em p resarial de tales co op erativas. Sin em ­ b argo, ello no o cu rre en las co o p erativ as in d u striales y g ru ­ pos de exp lotación co m u n itaria de la tie rra del País V asco. C oincide un nivel cu ltu ra l m ás elevado, pero sobre todo un n i­ vel org an izativ o y de e x ig en cia m u tu a, lo que infunde co n ­ fianza a sus socios o asp iran tes. Puede que unos se den de b aja. L a p rod u cción segu irá. Y a nivel social, otros p od rán en co n ­ t r a r allí no sólo unos puestos de trab ajo , sino incluso la po­ sibilidad de p a rtic ip a r y p ro tag o n izar el proceso productivo. Lo que a m i m odo de v er no puede h acerse es el d estin ar a ob ras sociales de la co m a rc a el eq u ivalen te o im p orte del c a p ita l social de u n a co o p erativ a disuelta. Pues si h a sido u n a c ie rta socialización de m edios de p rod u cción por p a rte de ese su b sistem a que es el cooperativism o, debe ser dicho m ovi­ m iento en cu an to ta l quien siga adm in istrán d olos. H ab ría que in te rp elar al sistem a ca p italista el por qué exp rop ia en cie rta s ocasiones o socializa cierto s bienes. ¿ P o r un in terés social in ­ m ed iato o u rg en te? El b ien estar g en eral depende del uso que se h a g a de los m edios de producción. U nos pocos, en efecto, y alu d ien d o a la lib ertad , p riv atizan su p ropiedad y co n tro lan su gestión, especulando y red u cien d o con ello a la servid u m b re al resto de las gentes. D entro de ta l con texto, es claro que no in te re sa a b o rd a r con cru d e z a las cau sas y rem edios p a ra reso lv er e sa situ ación an g u stio sa de los socios que d esconfían de h a c e r o no sus a p o r­ tacio n es y de las co o p erativ as a g ra ria s d escap italizad as que, p iensa uno que si se siguen m an ten ien d o así es porque in te­ r e s a d o ta r de un cierto exotism o a ese «m ercado o zoo n a cio ­ n a l» . No es cu lp a, pues, del poco esp íritu coop erativista.

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130 A sp ecto s co m ercia les U n g rav e prob lem a de las co o p erativ as de n u estro país es el de no lan zarse a la co m ercializació n , entendiendo p or ta l todo el proceso que d iscu rre desde que se to m a por ejem plo la p era del árb ol h a s ta que llega al consu m id or o se indus­ trializa el sob ran te, ofrecién d osela en fo rm a de co n serv as o de dulces. Los eslabones de esos circu ito s com erciales, es decir, los vu l­ g arm en te llam ados in term ed iarios, se llevan la g ra n p a rte del precio final que p a g a el consum idor. Sin em b argo, la dim en­ sión del prom edio de n u estras co o p erativ as a g ra ria s es re d u ­ cido, o al m enos in su ficien te — p ensando en la com p etitivid ad del m ercad o — p a ra a b o rd a r individualm ente dicho p roceso. El p rincipio fed erativ o o de solid arid ad in te rco o p e ra tiv a facili­ ta el que las co o p erativ as de p rim er g rad o p u ed an fe d e ra rse (sin p erd er su au ton om ía) en o tra s de segundo o u lterio r g r a ­ do p a ra a b o rd a r co n ju n tam en te o tra s m etas de m a y o r e n v e r­ g ad u ra. P a ra dicho com etido nos en co n tram o s con los sigu ien tes problem as: — F a lta de esp íritu in tercoop erativo. Tan sólo un red u cid o n ú ­ m ero de co o p erativ as p erten ecen a o tra s de segundo o u l­ te rio r grado. — A u sen cia de cap itales de m an io b ra p a ra co m e rcia liz a r di­ chos p roductos, e s p e ra r al m ejo r m om ento de v e n ta (p a g a r stocks), etc. — La fa lta de exig en cia resp ecto a los p rod u ctos que los so­ cios deben e n tre g a r a su co o p erativ a. — M ala org an izació n de las v en tas y e x ig e n cia de los socios en cu an to a p ercib ir cu an to an tes los resu ltad os o retorn os. — A ltos costes de p rod u cción por fa lta de ra cio n a liz a ció n y plan ificación . — Pequeño volum en de e n tre g a y co m ercializació n p or socio. — Deficiente o rg an izació n p a ra sus com p ras, sum inistros, se r­ vicios, etc.

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131 D entro de la tipología de co op erativas, tenem os que las de servicios son m u y p eq ueñas (incluso a veces son secciones de o tra coop erativa). A veces las UTECO S suelen p ro v eer de ab o­ nos, etc. P o r lo gen eral, no suele ab o rd arse un ren glón ta n im ­ p o rta n te com o es el de adquisición de m aq u in aria. El m ovi­ m iento coop erativo deb iera a b o rd a r estas necesid ad es in clu so a nivel reg io n al p a ra poder e v ita r todo in term ed iario. En las co o p erativ as de m aq u in aria ca d a fam ilia p lan ifica y controla, sus p roducciones. P or ejem plo, pues, no se da u n a previsión de cultivos, con trol de abonado y sem illas y reco g id a y selección de p rod u ctos de fo rm a que se los con trole y hom ogeinice p a ra su p osterior v en ta o com ercialización . A m enudo las bodegas y a lm a z a ra s co o p erativ as se re s trin ­ gen a u n a m e ra función de recogid a, elab o ració n p or m ed ios m ecán ico s del vino o el aceite y su v en ta en com ún. En los casos an tedichos, tod as son co o p erativ as de servicios y no de p rod u cción ni tam p oco de com ercialización , porque lo único que h acen es un servicio a los socios p a ra e la b o ra r o ven d er en com ún, con lo cu al incluso facilitan su lab o r a los in term ed iarios porque de alg u n a fo rm a les tip ifican el vino y les co n ce n tra n la oferta. Suponen ta n sólo u n a co o p erativ a a «tiempo p arcial», tra ta n d o de co m p ag in ar dos ce n tro s de in­ terés, co n trap u esto s en ocasiones. En efecto, el a g ricu lto r in ­ te n ta s a c a r el m áxim o p rovech o de sus fin cas que exp lo ta p a r­ ticu larm en te. Y com o cen tro de in terés secu n d ario está el co ­ m u n itario de la co o p erativ a, cre a d a p a ra servirse de sum inis­ tros o de m aq u in aria. P o r lo que, ad em ás de ser co op eración a tiem po p arcial, es u n a coop eración de signo c o n tra c tu a l o u ti­ lita ria: p red om in a u n cen tro de in terés que es p a rtic u la r (con­ segu ir su cosech a) y lo com u n itario lo h a ce y lo c o n tra ta en ta n to en cu an to le sirv a a él co n cretam en te. Es u n a m en tali­ dad de u su ario m ás que de socio. Como tiene que com p etir p a ra s a c a r ad elan te su caserío, tam b ién v a a la co o p erativ a, pero no a co la b o ra r con los otros, sino a com p etir con ellos p o r d isfru ta r m ás h o ras del tr a c to r o co se ch a r en los días de m ás sol. E n cu an to a las co o p erativ as de segundo g ra d o (con ser­ vas, etc.), se ad vierten idénticos d efectos estru ctu ra le s que en

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las de p rim er grad o. Tienen ad em ás la co m p eten cia «desleal» de las em p resas cap italistas. Les fa lta u n estudio de m e rc a ­ dos. No se h an a b ierto p aso en el m ercad o con m a rca s, o rg a ­ nización, etc., al estilo com o h an in trod u cid o sus p rod u ctos las co o p erativ as in d u striales del gru p o M ondragón. L a espe­ ra n z a se c ifra b a en las co o p erativ as de exp lo tació n en com ún. A b o rd ab an co m u n itariam en te la producción: u n a sola e m p re­ sa, en ten te en el trab ajo , sep aració n de la vid a fa m ilia r de la exp lotación d e las tie rra s, lib eración del tra b a jo a niños y m u ­ jeres, etc. Sin em b argo, sólo con re u n ir 30 p eq ueñas e x p lo ta ­ ciones fam iliares no se consigue sin m ás u n a em p resa coo­ p erativ a, pues te n d rá que cap italizarse, o rg an izarse y a lc a n ­ z a r u n volum en suficien te de ven tas p a ra lo g ra r ren tab ilid ad a sus inversiones. Según el inform e aludido sobre el coop erativism o ag ra rio , en un 33 p or 100 de las co o p erativ as en cu estad as e ra m a y o r el v alo r de las in stalacion es que el de los p rod u ctos co m e r­ cializados, de otro 26 p or 100 no se llegab a a d u p licar el v alor de las inversiones, y el re sta n te 31 p or 100 lo trip licab a. Un tercio, pues, e stá d escap italizán d ose, de fo rm a que no lo g ra rá siq u era rep o n er m aq u in a ria u o tra s in stalacion es. El prom edio de beneficios netos p or H a en Z ú ñ iga e ra de 4.720 p esetas, p asan d o casi a las 8.000 p esetas en 1974. De 40 t r a ­ b ajad ores, se b astab an en co o p erativ a con ocho, y su re m u ­ n eració n e n tra b a en gastos g en erales. P ro d u cían b a sta n te m ás en cereales y ta n sólo b ajab an las p rod u ccion es vegetales, que están en p rop orción a la m an o de obra. Los resu ltad os h u b ieran corresp on d id o sin co o p e ra tiv a en un 73 por 100 al tra b a jo p or sólo el 27 por 100 al cap ital. Con la co o p erativ a cam b iab a la situ ación : un 29 p or 100 al tra b a jo p or 71 por 100 al cap ital. En O scoz (N av ara) h a n p referid o dis­ trib u ir los resu ltad o s p or igu al (m itad a trab ajo , m itad a ca p i­ ta l-tie rra s) tom an d o com o u nidad la ro b ad a y la jo rn a d a e fecti­ v a de trab ajo , que vienen resu ltan d o sobre las 450 p esetas ca d a u n a. A efectos nu m éricos, la H a re s u lta com o a u n as 4.000 pe­ setas, y las jo rn ad as efectiv as de trab ajo suponen u n a p ro ­ p orción de c u a tro a uno en relació n con el n ú m ero to ta l de ro b ad as que lab ran . E n este caso no sólo a los socios, sino

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133 que tam b ién a los hijos en edad de tra b a ja r se les p rop orcio­ n a tra b a jo y les h acen socios de pleno d erecho. Sin em b argo, tam p oco estas co o p erativ as h a n conseguido o rg a n iz a r sus prop ias co o p erativ as de segundo grad o, p a ra v en d er y co m ercializar m ejor sus p roductos, por lo que f a ­ llan tam b ién en su e s tru c tu ra com ercial.

A sp ecto s fin a n ciero s. N in g u n a em p resa cu en ta, al em p ezar, con recu rso s p ro­ pios suficientes. Los gru p os de exp lotación co m u n ita ria v a s­ cos se q uejan de que los p rim eros años p ercib en m enos in ­ gresos que individ u alm en te an tes con su caserío, pero su es­ fu erzo p or cap ita liz a r su em p resa — incluso no percib ien d o resu ltad o s d u ran te los p rim eros años (caso de O scoz)— em ­ p ieza y a a p ro d u cir sus fru tos. P or o tra p arte, suele ser laborioso co n seg u ir créd itos p a ra la co op erativa, com o y a qued a dicho. L a a g ric u ltu ra no p ro­ duce com o la in d u stria p a ra acu d ir al créd ito privado, h a rto oneroso, a p a rte de que la b a n c a p riv ad a y las ca ja s sólo se lo conceden individualm ente y no por co o p erativ a, debido al te ­ m a de las g a ra n tía s o recelo de que la co o p e ra tiv a — de re s ­ ponsabilidad lim itad a— p u ed a fra c a s a r. Sin em b argo, las ap o rtacio n es de los socios o ca p ita l p ro ­ pio de la co o p erativ a podía ser m a y o r que lo que es en la g ra n m ay o ría. Ellos m ism os, por lo tan to, no tien en fe en su co o p erativ a ta l y com o está hoy e s tru ctu ra d a . Y si no se im ­ p lican con u n a fu erte ap o rtació n , tam p o co e x istirá la base n e ­ c e s a ria p a ra su v in cu lación efectiv a y responsable. E sta so­ lid arid ad — p recisa p a ra a b o rd a r u n a em p resa com ú n — está, pues, m in ad a desde sus m ism os cim ientos. Las in v ersio n es en las co o p erativ as de servicios suelen ser b ajas en los edificios. Son algo m ás a lta s en las de m aq u in aria, pues ésta se su m a a lo an terio r. Y sup eriores lógicam en te en las de exp lotación co m u n itaria, pues se tr a ta y a de u n a coo­ p e ra tiv a de producción, incluso suelen to m a r a re n ta tie­ rra s , etc.

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R especto a las de co m ercializació n e in d u strializació n de p rod u ctos ag rario s, h ay g ra n varied ad . H ab ría que d iversifi­ c a r m u ch o su análisis. Los créditos p rovien en en un 27 p or 100 de las C ajas R u ­ ra les, en m en o r g rad o de las C ajas de A h o rro y el resto p ro ­ viene de las ap o rtacio n es v o lu n tarias de los socios. P ero c u a n ­ do se tr a ta de créd itos a larg o plazo y de fu en te oficial, un 5 p or 100 ta n sólo de las co o p erativ as se lleva el 50 p or 100 de ta les créd itos que, p or o tra p arte, son b a sta n te escasos. L a tesorería o el fondo de m an io b ra, p a r a h a c e r fre n te a los gastos de cam p añ a, etc., suele ser m u y pobre com o r e ­ su ltad o de ap lica r el coeficien te u su al en estos casos:

Valores realizables y disponibles Créditos a corto plazo 1.322 m ptas. 0,75. Zúñiga: 1972 = ------------------------= 0,82 1.600 m ptas. Si se co n sid era en otros estudios que u n coeficien te de 0,56 puede se r acep tab le, el caso de Z ú ñ iga puede ca lifica rse de op tim ista. L a solven cia co o p erativ a se m ide ad em ás p or la liq u id ez g e n e ra l que re s u lta de la sigu ien te op eración :

Valores explotación + realizables -f disponibles Créditos a corto plazo Zúñiga:

4.724 m ptas. 1972 = ------------------------= 2,95 1.600 m ptas.

R esu lta un índice m u y satisfacto rio p a ra h a c e r fren te a sus ob ligaciones. Y por fin o tra p ista im p o rtan te p a ra ju z g a r la e s tru c tu ra

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135 fin an ciera de las co o p erativ as es h a lla r el g rad o de inm ovili­ zación.

Valores inmovilizados Activo total 3.234 m ptas. Para Zúñiga-. año 1972 = ---------------------- = 40 % 7.958 m ptas. F re n te a un 60 p or 100 que les re s u lta b a en 1959, o sea al a ñ o de h ab erse cread o, un índice del 40 por 100 es m uy sa ­ tisfactorio.

A sp ecto s a d m in istra tiv o -geren cia les C ad a vez se con fía m ás a los p rofesionales la organ ización a d m in istra tiv a de tod a em p resa. Pero hem os visto que la di­ m ensión, cap italizació n y volum en de ven tas de n u e stra s coo­ p e ra tiv a s no son lo su ficien tem en te g ran d es com o p a ra co n ta r a l m enos con u n geren te, dotado de u n a fo rm ació n polivalente. O tra solución m ejor es la de u n equipo o cen tro de gestión p a ­ r a v a ria s co op erativas, lo que puede reso lv er m ás fácilm en te u n servicio p olivalente resp ecto a llev ar la con tab ilid ad , p la­ n ificar cultivos, in vestigación de m ercad os, h a c e r el p resu p u es­ to g e n eral de activid ad es y m ovim iento de la em p resa, etc. T an sólo un 5 por 100 de las co o p erativ as p re se n ta n u n a di­ m ensión a d ecu ad a y coinciden n orm alm en te con co o p erativ as de co m ercializació n o de segundo grad o. U n D ecreto del año 1700 o frecía la posibilidad de ayu d as o subvenciones a las co o p erativ as que co n tra ta se n un geren te. H ab ía u n a E scu ela de G eren tes C ooperativos en Z arag o za. Y e stab a tam b ién la E scu ela S u p erior de ETEA (Córdoba) a IN EA (V alladolid), am b as re g en tad as por los jesuítas. No se puede d ecir que a nivel n acio n al se h ay an percibido los fru ­ tos, pues tam p oco sabem os el a lca n ce real que h a tenido. U n a la b o r eficiente en este sentido h ay que in iciarla desde la m is­

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m a base, con un cam b io de las e s tru c tu ra s m en tales del c a m ­ pesino. Tal m isión ta n sólo p od ría llev arla en estos m om en tos el Servicio de E xten sión A g ra ria . LAN A (de M ondragón) lo e stá llevando a cab o con las 231 exp lotacion es fam iliares aso­ ciad as. El resto de grupos co m u n itario s del P aís V asco ta m ­ bién lo tien en y a casi organ izad o. Y com o p u n to de re fe re n c ia in teresan te se ría el estudio de los grupos G A EC en F ra n c ia . En este punto son peligrosos ta n to los utópicos com o los te cn ó cra ta s. Los que se a c e rc a n a la co o p e ra tiv a — en sim ism a­ dos por u n fu n d am en talism o a g ra rio (de Jefferso n , C osta, etc.) o por el optim ism o ideológico de sus principios— pueden h a ­ cerle ta n to daño com o los que solam en te la m ira n bajo el p ris­ m a técn ico-econ óm ico, cu an d o el cam p esin o vive la v id a com o un todo y la em p resa co o p erativ a no sólo a so cia cap itales, sino an te tod o d escan sa en la solid arid ad de un grupo. D entro de la e s tru c tu ra co o p erativ a h a b ría que d istin g u ir m uy bien en tre: — — — —

A sam b lea G en eral, con p oder de decisión. J u n ta D irectiva, con su fu n ción de ejecu ción o gobierno. J u n ta de V igilan cia, en su fu n ción de co n tro l (¿ju sticia ?). G eren cia o servicios técn icos encom en d ad os o con trolad os.

Con fre cu e n cia (b astan te m ás del 50 por 100) las co o p erativ an celeb ran ta n sólo u n a asam b lea g en eral al año, no tien en o rg an izad as com isiones (p a ra re p a rtir fu n cion es y resp o n sa­ b ilizar a m ás gente, tien en al Consejo de V ig ilan cia p orq u e h ay que ten erlo y h acen re c a e r la d irección y g e re n cia en u n a o u n as m ism as person as. C on sigu ien tem en te no se d a un auto-gob iern o, no existe in form ación ni resp on sab ilización y tam p oco u n a gestión p rofesion alizad a, inevitable p a ra to d a em p resa. Esto ú ltim o fa cilita el m onopolio de la co o p e ra tiv a por u n a o m u y p ocas person as, que se h ace n in sustituibles y, p or lo tan to , re su lta n etern am en te reelegid as. M uchos de los orígenes de estafas, corru p cion es, etc., tien en su exp licació n en este fu n cion am ien to to talm en te a n tid e m o crá tico e in con ­ testab le.

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137 III.

Baja el prisma social

Es im posible d ilu cid ar cu án d o a ca b a n los asp ectos econ ó­ m icos y dónde em piezan los sociales. Es algo to talm en te in te­ rre lacio n ad o com o n u e stra v id a m ism a (tan to individual com o gru p al). Se h an h ech o b astan tes cosas y a sobre este punto. T ra to de a ñ a d ir algu n as m ás ah o ra. L a in stitu ció n co o p erativ a p reten d e con stitu ir, ad em ás de u n a fó rm u la em p resarial tip ificad a, u n a sociedad o gru p o so­ lid ario que in te n ta a b o rd a r en com ún otro tipo de fines e x tr a ­ económ icos, que llam am os sociales, com o: los cu ltu rales, e x ­ pansivos, etc. S ería in teresan te h a c e r u n estudio sociológico sistem ático sobre la in flu en cia m u tu a y g en eral del gru p o o co o p erativ a en los individuos y v icev ersa resp ecto a tem as com o: p a u ta s de com p ortam ien to, actitu d es, m otivacion es, posible cam b io de v alores o estilo de vida, v irtu alid ad es d esarrollad as, in ci­ d en cia en su en torn o o pueblo, etc. H ab ría que c o n tra s ta r después tales in d icad ores con la in cid en cia re a l que en ello hubiesen tenido los siete clásicos principios coop erativos de R ochdale. H ay que ad v ertir, an te todo, que se ha in stru m en talizad o la co o p erativ a p a ra m od ern izar y «regular» (co n tro lar) los fen ó ­ m enos espontáneos e «inform arles» de «cooperación». L a coo­ p eració n es algo ta n an tigu o com o la existe n cia del hom bre sobre la tie rra . H ubiese sido m u y in teresan te e la b o ra r un m odelo propio y au to g estio n ario sobre las p rop ias exp erien cias que h a tenido ca d a país: los ejidos (Méjico), ayllus (Sudam érica ), m ir (Rusia), etc. Incluso los h a tenido a nivel region al (ad ap tad os al entorno) com o el B eressiak (explotación fo restal co m u n itaria en el País V asco). El liberalism o, desde sus orígenes, t u v o sum o cuidado en d e stru ir las bases de esa coop eración , c o m u n i t a r i s m o o co lec­ tividad a g ra rio . Puso énfasis en d e s a m o r t i z a r p a r t e d e lo s bie­ nes com u n ales y «de propios», pues decían que estab an en m an os m u ertas. O tra b u en a p arte h a id o d esap arecien d o p or el a ca p a ra m ie n to cap italista, a r g u m e n t a n d o s o b r e l a base del p rincipio sag rad o de la «privatización» c o m o m o t o r del des­

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a rro llo y com o b ase p atrim o n ial n e ce sa ria p a r a el tipo de fam ilia b u rg u esa que se proponía. D estru id as tales bases, luego es m ás fácil co n tro la r la im ­ p lan tació n de otros m odelos que fu n d am en talm en te se h a n red u cid o a uno: B och d ale. No se h an perm itido o tra s exp e­ rie n cia s socialistas, an arq u istas, etc. T am poco se h a perm itido la evolución del m odelo R ochdale. A los «arcab u ceros» de su o rto d o xia h a b ría que decir: — Que los propios pioneros de R och d ale tra icio n a ro n los p rin ­ cipios del no lu cro y d e m o cra cia co o p erativ a, pues al cab o de dos d écad as in trod u jeron p erson al asalariad o , etc. — Que no sup ieron ser p rag m ático s al d e c a n ta r sus ideales, p or lo que M a rx los in clu iría d en tro de los socialistas utópicos. — Que los pontífices de este cu lto a R ochdale h a n facilitad o su acom odo a cu alq u iera de los sistem as vigen tes en ca d a caso, m in an d o con ello la fe de las g en tes en dicho m ovi­ m iento social y tro can d o los m ecan ism os del cam b io social p or los de in teg ració n social. Dice el conocido cooperólogo su d am erican o F als B o rd a que h a y que e v ita r el seg u ir m an ten ien d o h éroes, principios y té c ­ n icas d ecad en tes, e ir — m ás que a u n a e s tru ctu ra ció n coope­ r a tiv a — h a c ia u n a gestión co o p erativ a, p a r a lo g ra r que todo de lu g a r poco a poco a u n a tran sfo rm ació n social, p olítica y econ óm ica. Segú n el inform e aludido sobre el coop erativism o a g ra rio , a las p reg u n tas de p or qué eligieron la fó rm u la co o p e ra tiv a en vez de la m e rcan til o S. A., las resp u estas se a g ru p a b a n de la siguiente m an era: — U n 45 p or 100 señ alaro n com o dom in an tes fa cto re s de ín ­ dole económ ico. — U n 40 p or 100 el social. — U n 14,5 p o r 100 ta n sólo señaló com o c a u s a la de e x p lo ta r en com ú n las tie rra s.

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E sp ecificab an com o m otivacion es econ óm icas: / — S a c a r m ás beneficios de las tie rra s y m e jo ra r la con\ dición econ óm ica. 27 % { — M ecan izar las exp lotacion es y so lu cio n ar la escasez de m an o de obra. — A cogerse a los beneficios del Estad o (subvenciones, p ro tecció n fiscal).

19 %

— E xp lo tació n m ás racio n al. 54 %

— No responden.

L as m otivacion es ap u n tad as son: í — M ejo rar el nivel social y económ ico de los socios y \ m ejo ra social. 30 % i — S olu cion ar el trab ajo excesivo y lib e ra r a la m u jer ( del trab ajo . / — E v ita r la d esap arición del pueblo y re m e d ia r la si\ tu ació n de los lab rad o res m odestos. 10

%

¡ I — D em o strar las v en tajas del grupo, p erseg u ir el prof greso, los asp ectos cu ltu ra l y social, etc.

60 %

— No responden.

H aciendo u n rep aso a los principios coop erativos, tenem os: 1)

R especto a la fo rm ació n co o p erativ a:

El señ or A m u n árriz h a conseguido los siguientes resu ltad os re sp e cto a la fo rm ació n co o p erativ a y la in flu en cia o no de Z ú ñ iga o O scoz (cread os en 1958 y 1964) tan to en los grupos co m u n itario s guipuzcoanos com o n a v a rro s:

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Guipúzcoa % Conocen experiencias cooperativas de la región ... ...................................., ..................... Conocen experiencias cooperativas de otras reg io n es.................... ....................................... Conocen experiencias cooperativas de paí­ ses extran jero s................................................. MEDIA ........................

N avarra %

100

66

93

58

59

17

84

47

Los gru p os guipu zcoan os lleg aro n por sí m ism os y sin in ­ flu en cia de Z ú ñ ig a a o rg an izarse en co o p erativ a. No así en N a v a rra , y ad em ás los p rom otores e ra n ajenos a la co o p e ra tiv a y al pueblo. T am bién p resen tan m ejor calid ad de vid a los guipuzcoanos (a tra v é s de los in d icad ores de tiem po libre, v a ­ cacion es, vid a cu ltu ral, etc.) que los n a v a rro s, au n q u e éstos tienen un m odo de v id a (b ien estar m ateria l, dinero, tie rra s p ropias, ate.) m ás alto. El cam p esin o a nivel n acio n al a cu sa un bajísim o nivel cu ltu ral, cu an d o no lo d esp recia. 2) R esp ecto a la p articip ació n y fu n cion am ien to dem o­ crá tico : Con reu n ion es m ensuales, los guipu zcoan os llegan a u n a asisten cia del 100 p or 100, cu an d o los n a v a rro s no llegan al 70 p or 100. A nivel n acio n al es el 25 por 10Q en un 18 por 100 de coope­ ra tiv a s y del 25 al 50 p or 100 en un 32 por 100 de co op erativas. A d u ras pen as se su p era el 50 por 100 en el resto. T an sólo, ad em ás, dicen ten er com isiones un 23 p or 100 de las co o p e ra ­ tiv as en cu estad as. H ab ría que p a s a r re v ista al voto cu alificad o, a la edad de los socios, conflictos en tre fu n d ad ores y nuevos socios, etc. 3) R esp ecto al g rad o de v in cu lació n co o p e ra tiv a y tr a s ­ cen d en cia al e xterio r: L a a p o rtació n de ca d a socio en los g ru ­ pos vascos v en ía siendo (siem pre los d atos se refieren al añ o 1972) de 200.000 p esetas iniciales, que, su m ad as al v a lo r de especies o gan ad os, llegab an al 1,5 m illón pesetas, a las que h a ­ b ía que su m a r otro 1,5 m illón p esetas del v a lo r ap ro xim ad o de sus tie rra s ap o rtad as (una m ed ia de seis h e ctá re a s). Con tales

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c ifra s y su nivel cu ltu ral, la v in cu lación es fu e rte y b u en a su en ten te en las ta re a s com unes. L a tra sce n d e n cia al e x te rio r se puede m ed ir a tra v é s de u n a serie de facto res. L a ap licación , en el pueblo, del Fondo de O b ras Sociales, sería ta n sólo uno de ellos. O tros serían: lib e ra r del tra b a jo a m u jeres y niños, cam b io de estilo de vida, d a r p royección em p resarial a su em p resa co o p erativ a, etc. E n el caso de las co o p erativ as de exp lotación co m u n ita ria sí h an producido g ra n im pacto. A nalícise el caso de Zúñiga*. e x c u r­ siones, ca rta s , ch arlas, p ren sa, etc. 4)

R especto a la solidaridad in terco o p erativ a e in tersecto rial: Al fo rm a r com o un subsistem a las co o p erativ as den tro del m odelo económ ico-político vigente, las variab les com o el sis­ tem a de precios, su fo rm ació n por el m ercad o, etc., todo ello e stá m ediatizan d o el desarrollo coop erativo. H a b rá de p en ­ sarse en u n a n u eva dim ensión de los asp ectos reivin d icativos y defensivo del m ovim iento coop erativo, en h a ce rse fu ertes no sólo p or el p rincipio fed erativ o en tre co op erativas, sino tam bién en tre los distintos sectores p rod u ctivos p a ra así poder c e r r a r el ciclo sin in terferen cias ajen as a su id iosin crasia, al m enos en la m edida que sea posible. A título de ejemplo, tal sería el caso del coop erativism o israelí, o del m ovim iento co op erativo de M ondragón con sus co o p erativ as de consum o, a g ríco la-g an ad eras, in d u striales, de ah o rro -créd ito , y con sus d e p artam en to s consigu ien tes de in vestigación , de a se ro ra m iento técn ico -em p resarial, estudio de m ercad os, p lan ifica­ ción, etc.

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MUNDO RURAL Y CAMBIO SOCIALra Por Carlos Abaitúa P r o fe s o r de la F a c u lta d de T e o lo g ía de la U n iv e rs id a d del N o r t e . D ire c to r del S e c re ta ria d o S o c ia l de V ito r ia .

El cam bio social no se p rod u ce de golpe ni con la m ism a r a ­ pidez en tod as p artes. Esto h ay que ten erlo en cu e n ta p a ra m a tiz a r la situ ación en ca d a caso. P ero de u n a m a n e ra g en eral creem os p oder o b serv ar que el m undo ru ra l a g ra rio ca m in a h a c ia su tran sfo rm ació n em pujado por tres fu e rz a s que co n ­ dicion an de u n a m a n e ra esp ecífica su evolución: — Los reclam o s de la sociedad de consum o. — El d esarrollo de la té cn ica y la in d u stria. — La tran sfo rm ació n sociocu ltu ral.

1)

E L MUNDO RURAL AGRARIO, «PRESIO N A D O » POR LOS RECLAMOS DE UNA SOCIEDAD DE CONSUMO

El campo, protagonista de los movimientos de población L a tran sfo rm ació n de la población m undial se debe, en g ra n p arte, al éxodo de la gen te del cam po. El h ech o es evidente

1 Este trabajo ha sido tomado del documento ciclostilado «Anima­ ción Comunitaria - Mundo Rural» número 7, publicado por Caritas Española.

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y las estad ísticas, aú n incom p letas, de los últim os años co n fir­ m an la im p o rtan cia del m ism o en E sp añ a. De 1941 a 1960 s a ­ lieron al e x tra n je ro m ás de un m illón de p erson as. Y las sali­ das van au m en tan d o de ritm o en los últim os años después de un descenso en tre los años 1964-65. En el m ism o período, la m ig ració n in terio r ascen d ió a c e r c a de dos m illones de p e r­ sonas. La p ro ced en cia de estas m ig racio n es es, evidentem ente, r u ­ ra l. En el inform e sociológico sobre la situ ación social de E s­ p añ a, publicado recien tem en te p or la Fu n d ación FO ESSA , se dice que u n 37 por 100 de todos los m ig ra n te s p roced en de m unicipios m en ores de diez m il h ab itan tes. El destino de estos traslad o s son las g ran d es ciudades, que ejercen su pod er de a tra cció n sobre el resto del país. E sta s ciu ­ dades au m en tan ca d a vez m ás su población. E n E sp a ñ a las diez p rovin cias m ás in d u strializad as son las que c a d a añ o r e ­ ciben m ay o r n ú m ero de in m ig ran tes y las que cre ce n en m a y o r p rop orción que las dem ás. En cam bio, h a y dieciocho p rovin cias n etam en te ag ríco las que c a d a vez p ierden m ás gente, a p e sa r de que en ellas es m u y alto to d av ía el n ú m ero de n acim ien tos. E n tre los que em ig ran ab u n d an los ob reros a g ríco la s y los pequeños p rop ietarios. P ero las estad ísticas m ás recien tes se­ ñ a lan u n n ú m ero b astan te con sid erab le de p rop ietarios de 20 a 25 h e ctá re a s, lo cu al in d ica que el éxodo ru ra l, lejos de dism i­ n u ir, com ien za a a fe c ta r h a s ta a aquellos que se cre ía n m á s a rra ig a d o s a c a u s a de sus exp lotacion es de ta m a ñ o m ediano.

Consecuencias para el campo y la ciudad En virtu d de la in m ig ració n crecien te, las ciudades, sobre todo aq u ellas que a tra e n el m ay o r n ú m ero de in m ig ran tes c a d a año, se están con virtien d o en las g ran d es cab ezas de un país, m ien tras o tra s zonas se co n v ierten en u n d esierto d em ográfico. E sto con trib u ye, p or u n a p arte, a la d esfig u ració n de su u rb a ­ nism o y, p or o tra, a la ap arició n de los m u ch os problem as que p lan tea un crecim ien to ráp id o. L as ciu d ad es se v a n h a ­ ciendo ca d a vez m enos h u m an as, ta n to p or su ta m a ñ o y el h a c i­ n am ien to de sus edificios com o p or las p re c a ria s condiciones

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de vida y los problem as de alojam iento, de empleo, etc., que agob ian a m uchos de los que viven en ellas. El éxodo ru ra l rep ercu te en el cam po, arreb atá n d o le de golpe u n a g ra n p a rte de su p oblación activ a. Esto no q uiere decir, sin em b argo, que el cam p o p rod u zca p or ello m enos que an tes. L a m ecan izació n y u n a exp lotación m ás p o ten ciad a y m ejor co n ceb id a puede llev ar a la co n secu en cia de que aú n so b ra m u ch a m an o de o b ra en los pueblos ag ríco las. De hecho los países ricos h an visto d escen d er su población a c tiv a ag ríco la, sin que por ello sean m enos ren tab les sus exp lotacion es a g r a ­ rias. Estad os Unidos, por ejemplo, ten ía en el añ o 1957 un 12 p o r 100 de tod a su población en la ag ricu ltu ra , m ien tras que h oy e sta población es escasam en te el 5 por 100. En u n a p rop or­ ción p arecid a desciende la población a c tiv a a g ra ria en F ra n cia , B élgica, Italia, etc.; lo cu al q uiere d ecir que la em ig ració n de p a rte de la población es deseable desde el punto de v ista de la su p eración de la pobreza,

Los «reclamos» de la sociedad de consumo Los traslad o s de la población a g ríco la a la ciu d ad no se p ro­ d u cen por cap rich o o por az a r. E xiste u n a especie de a tra cció n pod erosa que, desde la sociedad de consum o, re cla m a a esta población, poniéndola en el cam in o de su em igración . Desde la p rim e ra revolu ción in d u strial, el cam p o viene a ser la g ra n re s e rv a d em o g ráfica de la sociedad de consum o. P or u n a p arte lo m an tien e en el estatism o de la exp lotación fam iliar, a la que se propone com o el g ra n ideal p a ra la estab ilid ad de la a g ri­ c u ltu ra . P or o tra, prod u ce la crisis de esta m ism a e s tru c tu ra cu an d o le conviene un au m en to de m an o de obra. L a sociedad de consum o posee m uchos recu rso s p a ra pon er en juego sus reclam os. E stra n g u la los exced en tes de p rod u cción con im p ortacion es que d ificu ltan la colocación de los p ro d u c­ tos propios, dism inuye el estím ulo del lab rad o r con la lim ita­ ción de los precios de ven ta, p rotege al m ay o rista o al d istri­ buidor en d etrim en to del p rod u ctor, te rm in a p or lle v a r al á n i­ m o del p ro p ietario o del tra b a ja d o r a g ríco la la idea de que la a g ric u ltu ra sign ifica ca d a vez m enos en el conjunto de la eco ­ n o m ía n acion al. 10

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P or o tra p arte, los m edios de co m u n icació n social tien d en un g ra n puente en tre el m undo u rb an o y el ru ra l, al m ism o tiem po que p resen tan el consum o com o ideal a a lc a n z a r en u n a sociedad de b ien estar. El im p acto que e s ta m en talid ad en el lab rad o r le llev a a c o m p a ra r su situ ació n con el m odelo p ro ­ p uesto p o r la p ro p ag an d a. El resu ltad o de e s ta co n tra sta ció n se tra d u ce en u n a in satisfacción . L a ten acid ad con que la socie­ d ad de con su m o insiste en el m odelo propuesto, m etiéndolo por los ojos, a c a b a p o r p on er en m a rc h a h a c ia la ciu d ad a m u ch os hom b res del cam po. De e s ta m a n e ra au m e n ta c a d a añ o el n ú ­ m ero de exp lotacion es ab an d on ad as.

2) E L MUNDO RURAL AGRARIO, «FO RZA D O » POR DOS SECTORES DE EXPA N SIO N : LA INDUSTRIA Y LA TECNICA La industria crece. ¿Baja la agricultura? Desde h a ce un siglo el crecim ien to económ ico del m u ndo p arece m ás relacio n ad o con la in d u stria que con la a g ricu ltu ra . En las g ran d es ciu d ad es se c o n c e n tra no sólo la población, sino que p arece c o n ce n tra rse tam b ién la riq u eza. E ste h ech o puede llev ar a la conclusión de que la a g ricu ltu ra , que en tiem pos to ­ d av ía no lejanos con stitu yó casi to d a la riq u eza de los países, re p re se n ta c a d a vez m enos en el conjunto de la econ om ía y que el crecim ien to económ ico h a b eneficiado m ás a la in d u stria que a la a g ricu ltu ra . De hecho, la riq u eza que provien e de la a g ric u ltu ra es c u a n ­ titativ am en te m en or que la que p roviene de la in d u stria. L a p rop orción en que la a g ric u ltu ra p a rticip a en el ritm o de c re ­ cim ien to de las re n ta s an u ales de los distintos países v a siendo c a d a añ o m en or. L a m a y o r p a rte de la riq u eza p rod u cid a c a d a añ o proviene de la in d u stria. — E n E sp añ a, en el añ o de 1961, el 25 p o r 100 de la re n ta n acio n al to tal p ro v en ía de la a g ricu ltu ra . — En estos m om entos sólo provien e de este se cto r el 16 p or 100 de la r e n ta to tal.

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147 El crecimiento industrial influye en el desarrollo agrario E sto no q uiere d ecir, sin em b argo, que la a g ric u ltu ra se h a y a estan cad o. Al co n trario , la p rod u ctivid ad del cam p o es hoy m a y o r que en épocas an terio res. Es m ás: h a y u n a fu e rz a que p roviene de la in d u stria com o secto r en exp an sión y que influye positivam en te en la a g ricu ltu ra . E s ta fu e rz a se ejerce de m u ch as m an eras. El h ech o m ism o de que se esté con figu ­ ra n d o u n a población in d u strial con niveles de re n ta elevados h a ce que au m en te la cap acid ad de consum o de p rod u ctos a g r a ­ rios y que estos p rod u ctos tien d an a ser m ás selectos. L a in­ d u strializació n ab re un m ercad o m ás ab u n d an te y al m ism o tiem po m ás exigen te a la ag ricu ltu ra . P e ro la in d u stria y la té cn ica influyen tam b ién en el se cto r a g ra rio , im poniéndole su propio m odelo económ ico. El signo ca ra c te rís tico de la sociedad in d u strial es el sentido económ ico del proceso productivo. Y este signo a c a b a rá tam b ién p or im ­ pon erse en el secto r a g ra rio . Se a p recian ya, a h o ra m ismo, a l­ gunos síntom as de un cam b io de m en talid ad econ óm ica en c u a ­ tro asp ectos im p o rtan tes de la exp lotación ag ríco la: la orien ­ ta ció n de las inversiones, el re cu rso al crédito, la m ecan ización y la re fo rm a de las estru ctu ra s.

Estimula la inversión en la agricultura El cam bio de m en talid ad en el p rim er asp ecto viene siendo g ran d e. El la b ra d o r no rein v e rtía an tes su dinero en la m e jo ra del abonado o de los pastizales, en la adquisición de g an ad o selecto o en la m ejo ra de la a g ric u ltu ra en gen eral. P re fe ría g u a rd a r el dinero, al que d ab a un v alo r en sí m ism o, o in v er­ tirlo en la adquisición de fin cas u rb a n a s p or co n sid erarlas de m ás seg u ra ren tab ilid ad . P ero hoy son c a d a vez m ás im p or­ ta n te s las inversiones en el propio cam po. E xiste u n a te n d e n cia positiva en este sentido estim u lad a p or ese sentido económ ico, que em pieza a ser re c to r del proceso p rod u ctivo tam b ién en la a g ricu ltu ra . La m eta h a c ia la que se o rien tan los nuevos esfu er­ zos del m undo a g ra rio es la elevación de los niveles de p ro d u c­ ción. A ello h a contrib u id o p od erosam en te el m odelo de la so­ cied ad in d u strializad a.

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Fomenta el recurso al crédito El re cu rso al créd ito es otro p aso im p o rtan te p a ra el c re c i­ m iento económ ico de la a g ricu ltu ra . T am bién aquí v a siendo g ran d e la evolución m en tal. Pocos lab rad o res se a rrie sg a b a n en otro tiem po a tra b a ja r con un créd ito. El re cu rso de los u su rero s de otros tiem pos con su secu ela de co n secu en cias tris ­ tes p esab a sobre el cam po. El con cep to de créd ito se lig ab a al de la d euda am en azan te, y m u ch as veces im posible de sald ar, que condujo a m u ch os a la p érd id a de sus propiedades. U n a n u ev a visión fin a n cie ra h a ab ierto u n a aco g id a m ás fav o rab le a los sistem as cred iticios con sid erad os com o n ecesario s de c a r a al fu tu ro. Del m iedo al créd ito se h a p asad o a la d em an d a de este recu rso . P o r o tra p arte, h ay un créd ito oficial a la a g ri­ c u ltu ra que si bien fu n cio n a aú n b a stan te m al, au m e n ta ca d a año. En el año de 1968, p or ejem plo, h a sido en E sp a ñ a 10,2 p or 100 su p erior al añ o a n terio r. Y la B a n c a p riv a d a h a au m en tad o asim ism o su aten ció n fin a n cie ra a este sector.

Contribuye a la mecanización La p a rte m ás im p o rtan te de las inversiones se d estin a al fo­ m ento de la m ecan ización , que es el te rc e r asp ecto en el que la in flu en cia de la sociedad in d u strializad a es m u y d irecta. E s ta in flu en cia se ejerce, an te todo, p or la m ism a o rien tació n de la in d u stria y de la té cn ica h a c ia los in stru m en tos de p rod u cción a g ríco la que p erm ite la m ejo ra de los bienes de equipo de la a g ric u ltu ra a p recios c a d a vez m ás asequibles. L a in d u striali­ zación h a contrib u id o así d irectam en te a la m ecan izació n del cam po. D u ran te m ucho tiem po el cam p o h a ofrecido u n a re siste n cia a la in trod u cción de la m áq u in a. P ero é sta h a e n trad o defini­ tivam en te, in trod u cien d o consigo el com ienzo de un nuevo espí­ ritu y de u n a civilización n u eva p a ra el m undo ru ra l a g ra rio . Es v erd ad que h ay en n u e stra g eo g rafía a g ríco la zonas m u y d iversas a este resp ecto. H ay region es en las que ap en as se h a n introd u cid o las técn icas m od ern as de p rod u cción y o tra s en las cu ales se o frece aú n re siste n cia a la m ecan ización . Pero, en

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conjunto, la a g ric u ltu ra esp añ ola h a recibido un fu erte im pulso de la m ecan ización . El p arq u e de tra c to re s está exp erim en tan d o un au m en to g ran d e: de 4.300 unidades en 1940 a 215.000 tre in ta añ os m ás tard e, c ifra que coincide, m ás o m enos, con las p re ­ visiones que se h icieron en el com ienzo del I P lan de D esarrollo. Dividiendo la superficie actu alm en te la b ra d a p or el to tal de tra cto re s, nos en co n tram o s con u n a m ed ia de m enos de 90 hec­ táreas por tractor , m edia de m ecan ización b astan te acep tab le au n en co m p aració n con los países europeos de m a y o r d e sa rro ­ llo ag ríco la. Sin em b argo, la mecanización no está bien distribuida ni re a lizad a siem pre con a rreg lo a criterio s de ren tab ilid ad . H ay zonas en que sob ran co sech ad o ras o tra cto re s. U n a elem ental ra cio n alizació n del trab ajo a g ríco la en esas zonas h u b iera a co n ­ sejado u n a adquisición m ás p ru d en te y con criterio s de m ay o r ren tab ilid ad . En o tras zonas, en cam bio, y a veces de g ra n n e ­ cesidad de m ecan ización , el re tra so es absoluto. La m ecan ización h a traíd o consigo el au m en to de los niveles de producción. La m ecan ización perm ite p rod u cir m ás con m e­ nos m an o de obra. La elevación de los índices de p rod u cción a g ra ria viene elevándose en los últim os años, au n q u e no ig u al­ m en te en todos los sectores.

Fuerza la reforma de estructuras P ero donde m ás defin itivam en te se v a a sen tir la in flu en cia del m odelo in d u strial es en la re fo rm a de las e stru ctu ra s eco­ n óm icas a g ra ria s. El fa c to r e s tru c tu ra tiene un papel decisivo en el proceso de cam bio de la a g ricu ltu ra . Las e stru ctu ra s son las que p erm iten o en torp ecen el desenvolvim iento n orm al de la econom ía. Y el cam p o no es u n a excep ción en esta regla. La a g ric u ltu ra evoluciona y p ro sp era en la m edida en que los m o­ delos en que se b asa av an zan y p rosp eran . La m a n e ra cóm o la sociedad in d u strializad a fu e rz a la tra n s ­ fo rm ació n de las e stru ctu ra s a g ra ria s es d istinta, según se tra te de econom ías cap italistas o de econ om ías cen tralizad as. En las p rim eras, que son las que por razo n es p rá c tic a s nos in teresan en esta in trod u cción , el desenvolvim iento de la a g ric u ltu ra se

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e n cu e n tra con tres g ran d es obstáculos: los feu d a lism o s, los m i­ n ifu n d io s y la can on ización , p or p a rte de la p ro p a g a n d a de un único modelo, de la explotación fam iliar.

Los feudalismos La su p eració n de los feudalism os h a sido la g ra n ta r e a h is­ tó ric a de las econ om ías ag ríco las d esarrollad as. El proceso h a sido idéntico en los distintos países: e n In g la terra , p or ejem ­ plo, los g ran d es o b stru cto res de la evolución a g ríco la fueron, en principio, los te rraten ien tes. P ero la evolución in d u strial les obligó a ev o lu cio n ar m u y pronto. El principio de la igu ald ad de oportu n id ad es exigido por la n u ev a b u rg u esía in d u strial in ­ fluyó en la d ecad en cia de los privilegios feu d ales e, in d ire cta ­ m ente, con trib u yó a m e rm a r la au to rid ad de los te rra te n ie n te s. Los p rop ietarios de la in d u stria a ca b a ro n con m uchos de los g ran d es poseedores de la tie rra , dando un nuevo ritm o a la a g ricu ltu ra , p a ra liz a d a p or el estatism o feudal. Pero, a su vez, dieron tam b ién al tra s te con el pequeño p ro­ p ietario, que se vio obligado a ab an d o n a r sus tie rra s y el pe­ queño ta lle r a rte sa n a l p a ra tra sla d a rse a la ciu d ad y e n g ro sa r el in cipiente p ro letariad o u rb an o. Los nuevos p rop ietarios, m ás dinám icos que los an terio res, h icieron la revolu ción de la a g ricu ltu ra , pero sin c o n ta r con los h om bres del cam po. S u p eraro n el feudalism o, pero a co sta de su p rim ir tam b ién la exp lotación fa m ilia r p a r a in icia r un estilo de exp lotación inspirado en el esp íritu de la revolu ción in d u strial. En F ra n c ia se produjo el relevo m u ch o m ás tard e. L a b u r­ g u esía que lo realizó p ro v en ía tam b ién de la in d u stria, p ero resp etó m ás las exp lotacion es fam iliares y la ind ep en d en cia del hom bre del cam po, que, por o tra p arte, se alió con los b u r­ gueses p a ra la d efen sa de sus propios in tereses políticos en c o n tra del p roletariad o. Se produjo u n a estab ilid ad de la a g ri­ c u ltu r a e n tre g a d a a gru p os fam iliares de exp lotación tra s la su p eració n del feudalism o. Pero, a su vez, dio luego a e x p lo ta ­ ciones aislad as y no su ficien tem en te g ran d es com o p a ra fa v o ­ re c e r la exp an sión que p erm itirían las co y u n tu ra s econ óm icas

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p osteriores. E ste h a influido en los vaiven es de la a g ric u ltu ra fra n c e s a de los últim os años. En E sp a ñ a , al co n tra rio de otros países europeos, no h a h a ­ bido re fo rm a a g ra ria . López de S eb astián , en su tra b a jo «Re­ fo rm a a g ra ria en el siglo xvm », reco g e algunos intentos, que, de llevarse a cabo, h u b ieran cam b iad o la situ ación del cam po. P ero todos ellos ch o caro n c o n tra la situ ación e stru ctu ra l, que se b a sab a en p rincipios feudales. A ctu alm en te la a g ric u ltu ra esp añ ola está fre n a d a por un trip le feudalism o: eco n ó m ico , ju ­ ríd ico y cu ltu ra l. F eu d a lism o eco n ó m ico .— En o tras ép ocas los señores del c a m ­ po poseían casi todas las tierras. El dom inio se e je rcía por la posesión de la totalid ad del elem ento básico, que es el fa c to r tie rra . E sta es la situ ación aú n a h o ra de m u ch os países sub­ d esarrollad os. En E sp añ a los h ered eros del esp íritu feu d al do­ m in an de o tra m an era, m an ejan d o los hilos del m ercad o e im ­ poniendo el ritm o que los distintos gru p os económ icos quieren a la prod u ctivid ad , a la cap italizació n y a la evolución, en g e­ n e ra l, de la ag ricu ltu ra . F eu d a lism o ju ríd ico .— Es el asp ecto que m ás evid en cia la existen cia del feudalism o en su fo rm a h istó rica m ás e stricta . El latifundio es su m ás a lta expresión. F eu d a lism o cu ltu ra l.— En el siglo xv m los ingleses in v en ta­ ro n el p rincipio de igu ald ad de op ortunidades. No cab e du d a q u e fue en aquel tiem po la b re ch a m ás in teligen tem en te a b ie r­ ta en el co razó n del feudalism o. Con el triu n fo de la igu ald ad de oportunidades, la vieja e s tru c tu ra cay ó p recip itad am en te. P ero el p rincipio se entendió, a su vez, de m a n e ra re strictiv a : la igu ald ad p a r a los h om bres de la in d u stria fren te a los p rivi­ legios de los señores feudales, sin que e n tra ra n en juego los pequeños p rop ietarios o los jorn aleros del cam po. E sta in te r­ p re ta ció n sigue siendo m an ten id a, si no com o principio, sí en la p rá ctica . C on secu en cia de ello es la d ificu ltad que el am ord azam ien to cu ltu ra l supone p a ra la prom oción de aquellos que no pueden su p e ra r los fa cto re s que a c tú a n de fren o en su c re ­ cim ien to por fa lta de h om bres de su propio am b ien te ca p a c i­ tad os p a ra ello. El ca m in o a s e g u ir es la lín ea colectivista, in iciad a sin éxito p o r algunos econ om istas del siglo xvm . Pero, com o ad v ierte

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López de S eb astián , h ace fa lta dos condiciones p a ra que no o c u rra lo que en ton ces se dio: 1) Que el poder social em puje la refo rm a , h acién d ola suya. 2) Que la sociedad la acep te o, lo que es lo m ism o, que se p rep are al pueblo p a ra re alizarla.

Los minifundios empobrecedores Esp ecialm en te en la m itad n o rte de la P en ín su la el ta m a ñ o red u cid o de las unidades de exp lo tació n es otro fren o al des­ arro llo de la a g ricu ltu ra . En el origen del m inifundio h a y r a ­ zones h istó ricas que vienen de la ép oca de la recon q u ista. Las tie rra s reco n q u istad as e ra n distrib u id as de ta l m odo que c a d a uno se ap ro p iab a solam ente aq u ella superficie que podía cu lti­ v ar. T ransm isiones p osteriores y u n a con cep ción m ás sen tim en ­ tal que social de la vin cu lación a la tie rra h a h ech o posible la atom ización an tieco n ó m ica en alg u n as regiones. G alicia es un ejem plo cla ro de los incon ven ien tes que llev a consigo el m inifundio. La región g alleg a tiene algo m enos de tres m illones de h ab itan tes. De ellos c e rc a de 1.900.000 son la ­ b rad ores. E n tre todos ellos cu ltiv an 639.046 h e ctá re a s. El p ro ­ m edio de tie rra s que corresp on d e a c a d a p rop ietario es, p or tan to, in ferior a dos h e ctá re a s. E stas dos h e c tá re a s no está n unidas, sino p a rcelad as en v a ria s unidades d istan ciad as u n a s de otras. In convenientes del m inifundio desde el punto de v ista eco ­ nóm ico: — No es ren tab le. Si se v alo ran los esfuerzos y se tra d u ­ jeran en salarios, los gastos serían sup eriores a los in g re ­ sos. E stá dem ostrad o que cu an d o se t r a ta de g an a d e ría , com o en el caso de G alicia, u n a exp lotación que no p e r­ m ita te n e r m ás de doce cab ezas de gan ad o es ru in osa. — No puede sosten er los servicios n ecesario s p a ra el desen­ volvim iento social de los m unicipios. — No h ay lu g a r a la m ecan izació n ni a la racio n alizació n de la exp lotación . — Se pierde m u ch o tiem po en idas y ven id as a las p iezas desperd igad as.

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153 Inconvenientes desde el punto de v ista social: — E sp íritu de m inifundio o m inifundio c u ltu r a l — Nivel cu ltu ra l bajo. En el fondo del m inifundio h ay u n a razó n re la tiv a m e n te po­ sitiva*. el c a r á c te r fam iliar de la em p resa ag ríco la, que tiene ta n ta im p o rtan cia, p recisam en te en zonas com o G alicia, a p e sa r de lo que luego direm os. L a co n cen tració n p a rc e la ria h a tenido en cu en ta este v alo r fu n d am en tal en su lab or de estos años. P ero no h a ap o rtad o u n a solución al m inifundio al no su p e ra r la in su ficien cia de las unidades de exp lotación y al d e ja r a los m inifundios en las m ism as o p arecid as condiciones de im posi­ bilidad de re m o n ta r los inconven ien tes que p rovienen de la distrib u ción de la tie rra .

Las explotaciones familiares D u ran te m ucho tiem po la exp lotación fam iliar h a sido p ro­ p u esta com o el ideal de la estabilidad econ óm ica y social a g r a ­ ria. A un a h o ra se im pulsa esta visión de la e s tru c tu ra fa m ilia r de exp lotación a tra v é s de los m edios de p ro p ag an d a. En el m edio a g ra rio h an nacido, sin em b argo, serias dudas resp ecto a la validez de un modelo, p or o tra p arte, p rofu n d am en te a r r a i­ gad o en él. Los ag ricu lto res se p reg u n tan si h a y alg u n a espe­ ra n z a de sobrevivir con la vieja e s tru c tu ra en u n a sociedad en la que solam ente los em p resarios bien organ izad os tienen a se g u rad as u n as ven tas elevadas. La p olítica a ctu a l de p ro te c­ ción de precios, de créd itos p a ra la m od ern ización de los m e­ dios de producción, etc., tien en com o objetivo re d u cir la dife­ re n cia en tre la em p resa a g ríco la y la em p resa in d u strial. P ero ¿p u ed e con segu irse este objetivo sin re fo rm a r el m odelo eco ­ nóm ico al que v an dirigid as estas m ed id as? E sta es la p re g u n ta que se h ace el hom bre del cam po, forzado, sin duda, p or la ansied ad en que le coloca su situ ación de in feriorid ad resp ecto de la g ra n sociedad.

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Camino del reagrupamiento C ad a vez se p resien te con m ás clarid ad que la exp lotación fa m ilia r p erten ece a los m odelos económ icos de la ép o ca m e­ dieval y que este tipo de exp lotación m an tien e a los lab rad o res en u n a especie de estad o de alien ación . M ás ad elan te a b o rd a ­ rem os este p ro b lem a con la am p litu d que se m erece. P ero podem os a d v e rtir desde a h o ra que se v a h a cia u n a a g ric u ltu ra de grupo, y esto a p esar de las dificu ltad es con que tro p ieza la re fo rm a a este nivel. El p rim er paso h a sido la acu m u lació n de tie rra p or p a rte de los lab rad o re s que sobreviven a la em ig ració n y que se q u e­ d an con las exp lotacion es que otros ab an d on an . O tras veces esta acu m u lació n h a sido h e ch a p or gen te p roven ien te del sec­ to r in d u strial y que h a p oten ciad o u n as exp lotacion es re n ta ­ bles con cap itales que tien en su origen en otros sectores. N a tu ­ ra lm en te, en este caso la exp lotación fam ilia r cede el paso a u n nuevo latifundism o. En otros casos, em p resas o rg an izad as según el m odelo in­ d u strial c o n tra ta n a v ario s p rop ietarios del cam p o p a ra que p ro d u zcan p a ra ellas, poniendo a su disposición los elem entos de producción. Con este proced im ien to se ra cio n a liz a n las dis­ tin tas exp lotacion es ag ru p ad as. Este sistem a tiene el peligro de que las em p resas gran d es som eten poco a poco a sus in te­ reses a las d istin tas u nidades de exp lotacion es a g ra ria s a las que agru p an . O tro paso im p o rtan te h an sido las co o p erativ as. Es a ú n de­ m asiad o pron to p a ra h a c e r un b alan ce de sus resu ltad o s en E sp añ a. L a ten d en cia al reag ru p am ien to es u n a co n secu en cia de la to m a de co n cien cia de la in feriorid ad de la a g ric u ltu ra resp ecto a los d em ás secto res p roductivos, que h a sido puesto en evi­ d en cia p or el au g e crecien te de la sociedad in d u strial. Los re ­ sultados, sin em b argo, son m ás lentos que en los dem ás. En el añ o de 1960 el 64 p or 100 de las exp lotacion es ten ían en E s­ p añ a m enos de cin co h e ctá re a s. E n E u ro p a o cu rre algo p a re ­ cido. Dos tercio s de las exp lotacion es de la C om unidad E u ro p e a siguen teniendo m enos de diez h e ctá re a s. P ero la ten d en cia

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a l re ag ru p am ien to está in iciad a, y de la fu erz a que v a y a n to ­ m an d o puede depender, en g ra n p arte, el fu tu ro de la a g ri­ cu ltu ra .

3)

E L MUNDO AGRARIO SE ESTA HACIENDO «R EC EPT IV O » EN LO CULTURAL

Características de la ruralidad tradicional El m undo ru ra l trad icio n al se d istin gu ía por se r u n a co m u ­ n id ad cu y a vid a se d esarro llab a en el in terio r de u n a u nidad g eo g ráfica. D entro de esta u nidad co m u n itaria, la vecin d ad e ra un ag lu tin an te p or en cim a de la d iversidad econ óm ica o p ro ­ fesion al. E n torn o a ella se reu n ían los ag ricu lto re s, lo m ism o que los pocos rep resen tan tes de los otros sectores (co m e rcia n ­ tes, artesan o s, etc.). El puesto de c a d a uno en la com unidad ven ía definido en fu n ción del ra n g o fam iliar y ten ía, g e n e ra l­ m ente, c a r á c te r h ered itario . L a vida co m u n ita ria e ra un con d icion am ien to fu erte p a ra la m a n e ra de p en sar y h a s ta p a ra el com p ortam ien to de los individuos in tegrad os en ella. Estos reflejab an , en gen eral, la m en talid ad de la com unidad. E ra bueno o m alo lo que e ra tenido por ta l por la un id ad co m u n itaria. A los juicios y cre e n ­ cias com unes co rresp on d ían tam b ién los com p ortam ien tos in s­ titu cion alizad os y u niform es. La ú n ica d iversidad que ca b ía en la com unidad e ra la división en tre los con sid erad os com o n otab les del pueblo, ca d a uno de los cu ales p ro cu ra b a a tr a e r h a cia su propio clan el m a y o r n ú m ero posible de las fam ilias del pueblo. Toda e sta u nidad e stab a fu ertem en te p rotegid a por el sen­ tido co n serv ad o r del hom bre del cam p o y por su ten d en cia a v a lo ra r, por en cim a de todo, la vida en el in terio r de la co m u ­ nidad. L a fam ilia ejercía en este co n texto un influjo m uy g ra n ­ de com o g u a rd iá n y m an ten ed or, al m ism o tiem po, de las t r a ­ diciones locales. El h ech o de vivir en el in terio r de la fam ilia y de la com u n id ad d ab a origen a un sistem a de relacion es m u tu as b asad o en un conocim ien to p erson al recíp ro co m uy acen tu ad o . Las funcion es sociales se p erson alizab an (la p a rro ­

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q u ia e ra el p árro co ; el concejo, el alcald e). C on tab an m u ch o las p ersonas. En cam bio, las in stitu ciones no ten ían ta n ta im ­ p o rtan cia. El con trol de los com p ortam ien tos individuales p ro ­ ven ían de la relació n p erson al y todo el m undo con ocía la v id a de ca d a uno de los h ab itan tes de la u nidad local. E sta un id ad estab a, p or fin, ap o y ad a en un sistem a de v a ­ lores sociales que se co n v ertía en la razó n ú ltim a de las m oti­ vaciones. El gru p o se ad h ería a d eterm in ad os valores por co n ­ senso gen eral. Las activid ad es p erson ales respondían, a su vez, a la adhesión del gru p o a esos valores sociales.

Ruptura de la unidad tradicional En la situ ación de cam b io a la que el m undo ru ra l a g ra rio e stá llegando, estas c a ra c te rís tic a s de la ru ra lid a d tra d icio n a l están a punto de d esap arecer. La totalid ad de la vid a en el in terio r de la com u n id ad h a em pezado a rom p erse. P o r u n a p arte, se com p lica el horizon te profesional. L a m ecan ización , la im p lan tación de sistem as nuevos de exp lotación y el re a g ru p am ien to p a ra fines económ icos h a traíd o com o co n se cu e n cia el au m en to de la em igración , pero tam bién, al m ism o tiem po, la p resen cia de nuevos p rofesionales del cam p o (peritos, c a p a ­ ta ce s ag ríco las, técn icos de exten sión a g ra ria , etc.). Los r e c la ­ m os de la sociedad de consum o h an influido tam b ién en el c re ­ cim ien to del secto r te rcia rio (com ercio), an tes ta n escaso en los pueblos. Este nuevo horizon te profesional es señal de v ita ­ lidad, pero con trib u ye a u n a v aried ad p rofesional que ca m b ia la fisonom ía u n ita ria an terio r. La vecin d ad es ca d a vez m enos aglu tin an te. Se unen a q u e­ llos que, por razon es econ óm icas o de negocio, con sid eran n e ce ­ sario su unión. N acen así u n as n u evas «com unidades» en el in terio r de la a n tig u a unidad local, ligados p referen tem en te por el in terés económ ico. Esp erem os que sean la base de fo rm as aso ciativ as m ás ric a s p a ra el p o rv en ir económ ico y h u m an o del m undo ru ra l a g ra rio . El co n tacto con o tra s cu ltu ras, facilitad o p or los m edios de co m u n icación social, em pieza a p e rfo ra r el esp íritu co n se rv a ­ d or de an tañ o . L a sociedad de consum o es m ás im a g in a tiv a

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que el an tigu o esp íritu ru ra l «realista» y desconfiado e in cita a u n a m a n e ra m ás a rrie sg a d a de vivir. Y tam b ién m ás p erso­ n al o individual. El m undo ru ra l se está abriendo, en cierto grad o, al plu ralism o no sólo en los juicios y en las creen cias, sino tam b ién en el com p ortam ien to. La trad ició n pierde valor, y la ten d en cia a la innovación, tan c a ra c te rís tic a de la socie­ dad econ óm ica, tiene u n a p arte p rin cip al en el n acim ien to de la n u ev a m en talid ad .

Cambia el sistema de relaciones El h echo de que la vida local no se ap oya y a ta n to en la vecin d ad com o en las ag ru p acio n es que su rgen com o con se­ cu e n cia de las n u evas m etas económ icas, con trib u ye a la a p a ­ rició n de u n a n u ev a m a n e ra de relacio n arse m u tu am en te en el in terio r de la com unidad. Las relacio n es m u tu as tienden a p erd er el c a r á c te r person al que ten ían . A n tes se b u scab an los co n tacto s fre cu e n te s de p e r­ sona a person a. A ctu alm en te son m ás funcion ales. Se deciden en el in terio r de los grupos nuevos que v a tray en d o consigo la n u eva e s tru ctu ra ció n de la exp lotación ag ríco la. El co o p e ra ­ tivism o, p or ejemplo, em pieza a ser uno de los con d icion am ien ­ tos de las n u evas fo rm as de relació n que lle v a rá a un sen ti­ m iento de solidaridad. P o r o tra p arte, las relacio n es se o rien tan h a c ia n u evas d irecciones. L a c o m a rc a se está con virtien d o en la unidad base que a tra e h a c ia sí la vid a de las p eq ueñas co ­ m unidades, con virtién d ose en el cen tro de las relacio n es e x tr a ­ locales. Las reu n ion es se h acen hoy m u ch as veces fu e ra del propio pueblo. Los lazos socioprofesionales o socioeconóm icos p rev alecen sobre los de la vecin d ad e incluso la p rop ia fam ilia. Es obvio que esta n u ev a m a n e ra de a fro n ta r en com ú n los problem as es u n a n ovedad en el m undo ru ra l a g ra rio y que se p rod u ce con u n siglo de re tra s o resp ecto del m undo industrial. A lgunos pien san que estam os asistiendo al n acim ien to de u n a «clase agrícola» que puede co n trib u ir m u ch o al d esarrollo de los acon tecim ien tos socioeconóm icos en el fu tu ro.

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Adhesión a nuevos valores Si en la base de la sociedad ru ra l trad icio n a l e sta b a el a se n ­ tam ien to g en eral de aq u ella com u n id ad a unos d eterm in ad os valores, a h o ra estos v alo res están siendo revisad os o, al m enos, h an en trad o en colisión con v alores nuevos que p roceden, fu n ­ d am en talm en te, del nuevo m undo so cio cu ltu ral h a c ia el que la sociedad ru ra l se e stá abriendo. A los an tig u o s valores, en los que se fu n d ab a la m a n e ra de c u ltiv a r las tie rra s, de e d u c a r los hijos, de vivir en fam ilia, de p r a c tic a r la religión, etc., su ­ ceden h oy otros que con ven cen m ás al nuevo h om bre del c a m ­ po. L a evolución se o rien ta h a c ia los v alores propios de u n a sociedad te cn ifica d a en la que el p rogreso económ ico es co n ­ siderad o com o fu n d am en tal, al m ism o tiem po que el d esarrollo de las posibilidades ta n to individuales com o de grupo. Es fá cil co m p ren d er que la adhesión a la a n tig u a je ra rq u ía de v a lo re s e stá en crisis an te la n u ev a situación.

4)

ACTITUD ES ANTE LA NUEVA SITUACION

L a tran sfo rm ació n del cam po, com o tod as las re fo rm a s a r r o ­ llad oras, p rod u ce d iversas reaccio n es de acu erd o con las di­ v ersas m en talid ad es existen tes. Lo p rim ero que se co n s ta ta en el con ju n to de las re a ccio n e s es u n a g ra n confusión. L a gen te del cam p o no sabe a qué a te ­ n erse. P o r u n a p arte, la a g ric u ltu ra ap a re ce ca d a vez m ás n e ce ­ sa ria en u n a sociedad in d u strializad a. E sta se p re se n ta con u n c a d a vez m ás alto nivel de re n ta y, p o r consiguiente, con u n a cap acid ad m ay o r p a ra con su m ir los p rod u ctos a g ríco las, incluso aquellos que se p rod u cen a costos m ás elevados p o r p ro ced er de u n cultivo m ás seleccionado. P o r o tra p a rte , a p a ­ recen en el m undo ru ra l a g ra rio u n a serie de n u b arro n es que llevan a la d esorien tación . En m edio de e sta confusión, puede c a ta lo g a rse tre s clases de reaccio n es d iferen tes en torn o a otros ta n to s asp ectos de la situ ació n de cam bio.

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159 Primera reacción: Los «promotores del progreso» En el m undo ru ra l son u n a m in oría, que, sin em b argo, en ­ c u e n tra c a d a vez m ás sim p atizan tes, sobre todo en la g e n e ra ­ ción joven. C onciben el cam b io com o u n hech o irreversib le y lo alien tan . En lo eco n ó m ico ace p ta n com o conven ien te la su­ p eració n de la trad icio n al econ om ía a g ra ria , econ om ía de tru e ­ que, con la econ om ía m o n etaria que concibe el dinero com o in stru m en to de cam bio y la p rod u cción en fu n ción no del co n ­ sumo, sino del com ercio. A cep tan igu alm en te sin re se rv a s la m ecan izació n y la cap italizació n del cam po, en gen eral, com o cam in o p a ra la realizació n de las n u evas asp iracion es. L a p resen cia de nuevos v a lo res sociales que tienden a m o­ d ifica r el tejido de la v id a ru ra l p rod u ce en ellos u n a re a cció n positiva y se tra d u ce en un esfuerzo por in co rp o ra r al am b ien te ru ra l un m a y o r ap recio de la lib ertad , del d esarrollo de la p erson a, de la p rom oción de la m u jer del cam po, del in con ­ form ism o y de cu an to supone u n a su p eración de los esquem as trad icio n ales de pen sam ien to y de con d u cta. Donde m ás len titu d se ob serva es en su re a cció n an te la m odificación de las relacio n es m u tu as en el am b ien te ru ra l. Es difícil h ab itu arse a un nuevo sistem a ta n au sen te de los m oldes trad icio n ales de com p ortam ien to. La d ificultad p a ra la n u e v a d irección de las relacio n es p erson ales prod u ce u n a incom odidad que fácilm en te d eriva en tensiones y divisiones.

Segunda reacción: La masa de los tradicionales En lo eco n ó m ico , ord in ariam en te a ce p ta n las co n secu en cias de la n u ev a situ ación com o defensa an te las presiones de la sociedad in d u strializad a. A n te la invasión de los n u ev o s valores su actitu d es de resis­ te n cia ab solu ta. L a m en talid ad m u y con d icion ad a p or la a n ti­ g u a m a n e ra de vivir se resiste a tod a m odificación en este orden. A n tes el conjunto de valores e ra coh eren te. La vida ru ra l d e scan sab a sobre p ilares firm es: la fam ilia, la tie rra , el t r a ­ bajo, el ah o rro y la m od eración . Los nuevos valores se p resen ­ ta n a la m a s a de los trad icio n ales com o in stigad ores de lo que

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a ellos les p arece d esin teg ració n de la vid a ru ra l. Al nivel de las relaciones h u m an as, su disgusto es to ta l por el cam bio.

Tercera reacción: Los pobres del campo En este gru p o e n tra n los ob reros ag ríco la s de las e x p lo ta ­ cion es latifu n d istas o los pequeños p rop ietarios de zonas e x ­ p lotad as en m inifundio. Su re a cció n an te los tres asp ectos tiene un m ism o denom i­ n ad o r com ún: la falta de esperanza . P ien san que el crecim ien to económico no a lte r a r á m u ch o su prob lem a de su b sistep cia y, sobre todo, su p orven ir. Les resb alan las im plicaciones de unos nuevos valores con los que, en principio, está n de acu erd o , pero pien san que no les a fe cta n dem asiado. En cu a n to a las n u evas relaciones sociales, no están en a ctitu d de c a p ta r la fu e rz a que en el fu tu ro pueden te n e r en orden a u n a socialización que, bien o rien tad a, puede ser p a ra ellos un in stru m en to de r e ­ dención.

5)

CONCLUSION

Este es un esq u em a de las actitu d es de hecho. Todo hom b re de b u en a volu n tad que esté im plicado en la tra n sfo rm a ció n del cam p o (lab rad or, técn ico ag ríco la, ed u cad or, etc.) n ece sita d efinir su p rop ia actitu d . Dos p rem isas p rev ias nos atrev em o s a su g erir com o fu n d am en tales p a ra no eq u ivocarse en el c a ­ m ino h a cia este d escubrim iento: L a p rim era, que se a b ra n los ojos y el esp íritu a la ob servación de los h ech os que sirven de base p a ra la reflexión . V er con clarid ad es condición n e ce ­ s a ria p a ra ju zg ar re cta m e n te y a c tu a r después con eficacia. L a segu n d a p rem isa consiste en la su g eren cia de que lo m ism o la ob servación de los hechos que el juicio o la acció n se des­ arro llen , p referen tem en te, en u n clim a de grupo.

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LA MENTALIDAD RURAL EN ESPAÑA Por Miguel Roiz Célix P r o fe s o r de S o c io lo g ía de la U n iv e rs id a d de M adrid

La problemática de la mentalidad en el mundo rural T ratam o s de o frecer en este artícu lo u n a p ersp ectiv a de la m en talid ad ru ra l española, teniendo en cu e n ta los con d icion an ­ tes de la e x tre m a d iversidad de criterio s y teo rías que existen p a ra in v estig ar y v a lo ra r este asp ecto tan difícil y co n tro ­ vertido. In ten tarem os tam b ién lle g a r a u n a síntesis de la m en tali­ d ad h ip o téticam en te «rural» y «española», au n recon ocien d o la d iversidad de clim as, g eo g rafía y m odo de p rod u cción e xisten ­ tes en las d iversas region es y co m arcas, y a p e sa r de que se puede co n sid erar incluso u n a p reten sión fu e ra de tono e in­ clu so fu e ra de n u estro ám bito de estudio, debido a las polém i­ c a s existen tes al resp ecto. P referim os p or ello m ism o p a rtir de u n a definición c la ra y p re cisa de «m entalidad», obtenida a p a rtir m ás de p rem isas sociológicas que psicológicas, p a ra p a sa r a co n tin u ació n a p re ­ s e n ta r unos ejem plos co n creto s de estudios realizad os en di­ v e rsa s zonas ru ra le s p or distintos in vestigad ores, y a p a rtir de los cu ales podem os circu n scrib ir un ám bito de validez tan to 11

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g eográfico com o tem p oral, y e n tre s a c a r estos ra sg o s g en erales que deseam os ten g an u n a validez suficiente p a ra o fre ce r u n a idea de esta c a ra c te rís tic a an tro p o ló g ica y sociológica ta n d e b a ­ tid a y poco cla ra .

Concebimos «mentalidad» como el conjunto de creencias, ac­ titudes y comportamientos de un grupo concreto dentro de una situación social e histórica c o n c r e t a D estacam os que a n a liz a ­ rem os las m en talid ad es com o conjuntos de rasg o s de grupos y no com o la su m a de los rasg o s individuales de los com po­ nentes de los grupos, de acu erd o con los crite rio s iniciales de la escu ela fra n c e s a de an trop ología, esp ecialm en te p or p a rte de E. D urkheim , M. M auss y L. Levy-B ruhl, lo que nos rem ite en cu alq u ier caso a u n a in terp retació n de tipo sociológico y psicosociológico. La m en talid ad sería, p o r otro lado, y según G. B o u th o u l12: «Las co n d u ctas esp ecíficas de c a d a sociedad con sus m odos de ser, sus m a n e ra s de p en sar y sus fo rm as prop ias de p ro ce d e r...» , de fo rm a que «Los rasg o s m ás c a ra c te rís tico s de la co n d u cta de todo gru p o h u m an o serían co rrelativ o s a su m en talid ad , porque se t r a t a de accion es co n scien tes y no m aquinales». E sta e stre ch a relació n o im b ricació n en tre co n d u cta, m e n ta ­ lidad y sociedad es lo que m ás nos in teresa p a ra p od er p resen ­ ta r ad ecu ad am en te y m a tiz a r alg u n as tesis e lab o rad as ta n to sobre n u e stra s le ctu ra s com o exp erien cias de cam po. A un q u e m aticem os que tod as las con clusiones que p u d iéram os e n tre ­ s a c a r tienen un c a r á c te r p rovisional y p arcial, com o co rre sp o n ­ de tan to al tono de este artícu lo com o a las fu entes, datos y au to res que hem os utilizado. T ra ta r, asim ism o, el te m a de la m en talid ad ru ra l nos obliga a rem itirn o s m etod ológicam en te a aq u ella e s tru c tu ra social c a ­ ra c te riz a d a p o r el predom inio del m odo de p rod u cción y vid a cam pesino, b asad o en la exp lo tació n de p rod u ctos ag ríco las, g an ad ero s y fo restales y p or la v id a y re la ció n en u n m edio no u rb an o ni m arin ero , y de la que se d e riv a ría un « c a rá c te r social» específico.

1 Es aproximadamente la definición que aparece en el Diccionario de Ciencias Sociales. Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1976. 2 G. B o u th o u l : Las mentalidades. «¿Qué sé?» Oikos-Tau. Madrid, 1970, pág. 15.

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De esta form a, lo q u eram os o no, llegarem os a p la n te a r im p lícitam en te la relació n en tre m edio ru ra l y m edio u rb an o, y e n tre m undo trad icio n al fren te a m undo m o d e rn o 3, a p a rtir de las d iferen cias y sim ilitudes en tre m en talid ad ru ra l y m e n ta ­ lidad u rb an a, debido a la p rop ia situ ación de cam b io de la sociedad española, debatiéndose en tre el predom inio de rasg o s de co m p ortam ien to de gru p os trad icio n ales y la e m erg en cia de nuevos rasg o s u rb an os, así com o por la in te rfe re n cia de elem entos m ed iterrán eos, cu y a validez su p era n u e stra s p rop ias fro n teras. P resen tam o s tres ejem plos de e s tru c tu ra s m en tales co n cre ­ tas, así com o sus relacio n es con la sociedad y el m edio g e o g rá ­ fico que las e n m arca, d en tro de tres p ersp ectiv as distin tas de tipo teórico y m etodológico. El p rim er ejem plo se refiere a la m en talid ad ru ra l gallega, c a p ta d a a tra v é s de algunos de los excelen tes estudios re a liz a ­ dos p or el an trop ólogo C arm elo Lison, y donde se exp on en des­ de u n a p ersp ectiv a e stru ctu ra lista y sim bólico-m oral algunos de los ca ra c te re s , rasg o s y com p ortam ien tos m ás d estacab les del hom b re ru ra l gallego, incluso con excelen tes atisbos sobre el m undo ru ra l de G alicia, referid o a los años 1964-1970, ép oca a que se refiere el trab ajo de cam p o y los estudios que hem os c o n s u lta d o 4. El segundo ejem plo se refiere a las ob servacion es del etn ó­ logo e h isto riad o r Ju lio C aro B aro ja, en cu an to a la m en talid ad cam p esin a v asca, a n alizad a en v arios libros, esp ecialm en te en Los Vascos, y re in te rp re ta d a a tra v é s de la relació n del m undo ru ra l con la h isto ria y la ra z a v asca, tra s la que se a p lica un tipo de m etodología h istó rico -cu ltu ral con base en d atos etn o­ gráficos. El te rc e r ejem plo, escogido p o r su p roxim id ad a las dos á re a s p rev iam en te seleccion ad as, se refiere a la m en talid ad cam p e­ sin a de T ie rra de C am pos a p a rtir de estudios propios n u estros

3H.

L efebv r e:

Madrid, 1974.

La vida cotidiana en el mundo moderno. Alianza.

4 Especialm en te los contenidos en los libros siguientes: Antropo­ logía cultural de Galicia, Siglo XXI, M adrid, 1970; Perfiles simbólicomorales de la cultura gallega, A kal, Madrid, 1974, y Ensayos de An­ tropología Social, Ayuso, M adrid, 1973.

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sobre d iversas co m a rca s ru ra le s de las p rovin cias de León y V alla d o lid 5, referid as a los años 1970 y 1971, y cap tad o desdé el punto de v ista in icial de la teo ría psicosociológica del «ca­ r á c te r social» a p a rtir de la m etodología de E. Fro m m y otros teóricos de la «Escu ela de F ran k fu rt». Como se puede o b servar, circu n scrib im o s el m a rco ecológico y g eo g ráfico de estas con clusiones a la m itad n o rte de E sp añ a, de fo rm a que im p lícitam en te recon ocem os que el conocim ien to del m undo ru ra l y del cam p esin o español se h a obtenido a p a rtir de nu m erosos estudios en á re a s co n cre ta s del N orte y N oroeste. No quiere ello d ecir que no ex ista n tam b ién tr a b a ­ jos sobre el com p ortam ien to del cam p esin o del C en tro y S u r de Esp añ a, y a que incluso algu n os de ellos fu ero n realizad os p or antrop ólogos y sociólogos n o rteam erica n o s e ingleses, sino que creem os que el in terés de los in vestigad ores h a tendido a co n ce n tra rse m ás en los pueblos del N orte y N oroeste, in clu ­ so en los de la M eseta, que en el resto, en lo que sin d u d a h a n influido fa cto re s políticos y u n iversitarios. A dem ás, podem os así o fre ce r u n a m u e stra de dos ten d en ­ cias m etod ológicas d iferentes, rep resen ta d a s p or las g ran d es figu ras de J. C aro B aro ja y C. Lison T olosana, ten d en cias que co n v erg en en m uchos casos p a ra m a r c a r las fu tu ra s o rie n ta ­ ciones de los in vestigad ores. O ptam os p or exp o n er los c a ra c te re s de la m en talid ad c a m ­ pesina de fo rm a p rio rita ria a o tra s p ersp ectivas, com o p od ría ser el estudio de la person alid ad , de fo rm a que podam os e x ­ p re s a r de fo rm a d ire cta sus e stre ch a s relacion es, no ta n to con los com p ortam ien tos co n creto s individuales o de grupos, sino tam b ién con la e s tru c tu ra social y el sistem a de v alores y c re e n ­ cias, poniendo m u ch o m ás énfasis en las disposiciones ad q u i­ rid as del individuo que en las disposiciones in n atas. Hem os en tresacad o , ad em ás, de n u estra s le ctu ra s y ex p e ­ rien cias sólo algu n os c a ra c te re s m u y relevan tes, con a p o y a tu ra en trab ajo etn o g ráfico , dejando un an álisis m ás rico y m a ti­ zado p a ra o tra ocasión, y teniendo en cu e n ta al le cto r al que se dirige este artícu lo, gen eralm en te no especializado.

5 Estudio sociológico de una zona de Tierra de Campos castellanoleonesa. Seminario de Desarrollo Comunitario. León, 1971.

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Los modos de pensamiento del campesino en Galicia P a ra Lison, el pueblo gallego h a ido crean d o y rem od elan d o en el tiem po u n a fo rm a p ecu liar de p ercib ir e in te rp re ta r el m undo circu n d an te e inm ediato com o fru to de la e xp erien cia y de la trad ición . De esta fo rm a a p arece en su rep resen tació n un p ecu liar sistem a sim bólico-m oral, que con base en la r e a ­ lidad y la exp erien cia está estrech am en te vin cu lad o con la e s tru c tu ra econ óm ica y social tan to de la región en g en eral com o de alg u n as co m a rca s típ icas y específicas. E ste sistem a m en tal se v in cu la a las u nidades ecológicas y sim bólicas com o p arroq u ia, aldea, casa, así com o a la e s tru c tu ra del m odo de p rod u cción p ecu liar cam p esin o y sus efectos en las relacion es con yu gales, p aren tales y vecinales. L a m en talid ad del pueblo, ad em ás, a p a re ce estrech am en te in flu id a y re la cio n a d a con u n m undo p ecu lia r de creen cias, sup ersticion es y valores específicos, existiendo en g e n e ra l di­ v e rsa s fo rm as de in te n ta r m an ip u lar un m undo que se p resen ­ ta com o de in ten sa cau sació n m ística. El acen tu ad o individualism o del cam pesino a p a re ce m ás bien com o de ám b ito fam iliar que e stricta m e n te p ersonal, de­ trá s del cu al la «casa» com o ente m a te ria l y sim bólico adquie­ re m u ch a relev an cia, gen eralm en te con n otan d o d iferen ciacio ­ nes rad icales en tre lo de «dentro» fren te a lo de «fuera». A p arece, ad em ás, u n a m en talid ad influida m u y e s tre c h a ­ m en te por un sociocen trism o p arroq u ial, que im p lica d eterm i­ nado tipo de solidaridad y obligación re cíp ro ca h a c ia los v e­ cinos. E xiste, asim ism o, la cre e n cia en m últiples ritos a g ra rio s de fertilización , de culto a los m u ertos, así com o en cosas y obje­ tos p ro tecto res: piedras, h ierb as, plan tas, a ra , incienso, e sto la ... E xiste tam b ién un cierto sin cretism o religioso en tre elem en ­ tos católicos y elem entos p agan os p recristian os. L a p articip ació n y co m p lacen cia en acto s colectivos es m u y im p ortan te; por ejemplo, en el C arn av al, m ata n z a , ro m erías, b an q u etes y fiestas, que son frecu en te m otivo p a ra com p eticio­ nes poéticas. El com p ortam ien to económ ico está b asado en el ah o rro y el

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au m en to de la propiedad fam iliar y p ersonal, que g e n e ra en m uchísim os casos descon fian za, envidia e incluso a v a ricia . E xiste un profundo sentido del h um or, que en algunos casos es sarcasm o , tan to referid o a las relacio n es in terfam iliares com o vecinales, no existiendo un sentido del h on or fa m ilia r trá g ico ni d ram ático , aunque se con vierte a m enudo en p rofu n d a iron ía an te la vida y pesim ism o social. Los m ay o res valores se ad scrib en a la fam ilia, y no existe un m enosprecio de la m u jer a ca u sa de la p érd id a de su v irg i­ nidad, sino que se la v a lo ra m u ch o en fu n ción de su fu e rz a de trab ajo y co o p eració n fam iliar y vecinal. Lison en fatiza, por otro lado, que la fo rm a de p e n sa r de los ald ean os gallegos es p ecu liar, debido a la tam b ién p e cu lia r fo rm a de p ercib ir la realid ad y de ra cio n a liz a r la exp erien cia, m u y influida por c a ra c te rís tica s ecológicas y econ óm icas, a u n ­ que tam b ién ritu ales y sim bólicas, exp re sa d a en la dim ensión co g n itiv a de u n a relació n d ialéctica exp erien cia-id eas c u ltu ra ­ les, que es u n a de las claves p a ra in te rp re ta r el co m p o rtam ien ­ to sin g u lar y d iferen ciad o del pueblo gallego fre n te a otros p u e b lo s6, m atizan d o que es evidente que la fa n ta s ía re h a ce la exp erien cia de los cam pesinos, pero no de fo rm a a rb itra ria , sino siguiendo u n as d eterm in ad as m odalidades m a rca d a s por la trad ició n y la costu m b re. Como to d a exp erien cia p ersonal, la del gallego qued a su b ­ su m id a en un co n texto m ás am plio, ord en ad o r e in teg rativ o , de fo rm a que todo an álisis de su m en talid ad rem ite en c u a l­ q u ier caso a un an álisis de la co n fig u ració n cu ltu ra l y del sis­ tem a in terp retativ o y sim bólico en que está inm erso. U n asp ecto m u y in teresan te de las c a ra c te rís tica s m en tales ru ra le s g alleg as es su frecu en te co n trad icció n p rofu n d a con otros sistem as o m itologías extern o s (urbanos, in telectu ales, c a s ­ tellanos), sacan d o a la luz la existen cia de d istin tas posiciones de gru p o an te la r e a lid a d 7, d etrás de las que existen no sólo distintos intereses, sino incluso d istin tas cosm ologías. 6 V er C. L ison : Sobre antropología cognitiva en perfiles simbólicomorales de la cultura gallega. A kal, 1973.

7 Aspecto enfatizad o por Lison en «Breve historial bru jesco g alle­ go», en Ensayos de Antropología Social. A kal. M adrid, 1972.

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Lison en fatiza esen cialm en te los asp ectos sim bólico-m orales, que cree que son los que puedan d a r alg u n a razó n de las re la ­ ciones del grupo con la sociedad d en tro de la sociedad ru ra l gallega: «El dualism o in h eren te a la m en talid ad h u m a n a se m an ifiesta en m uy v a ria d a s form as so ciocu ltu rales; m ejor di­ cho, se refleja d irecta o in d irectam en te, p ositiva o n e g a tiv a ­ m ente, en los com p ortam ien tos y categ o rizacio n es del grupo» 8, p lan tean d o m uy d irectam en te la n ecesid ad del an álisis estru ctu ra iista sim bólico p a ra c a p ta r las co n trad iccio n es y ca te g o ría s b ásicas del gru p o y de su m en talid ad .

La mentalidad del campesino vasco español T ratarem o s ah o ra de la m en talid ad ru ra l del pueblo vasco, que tam b ién p arece o frecern os o tra m u estra de ca ra c te rís tica s p ecu liares y au tó cto n as, y en lo que in flu iría no sólo el m e­ dio ecológico y sociocu ltu ral, sino incluso las ca ra c te rís tica s lin gü ísticas y étn icas. P a ra Ju lio C aro B a r o j a 9, el m odo de p en sa r de los ca m p e ­ sinos vascos h a sufrido u n a in terp retació n h istó rica distorsio­ n ad a, g en eralm en te creán d ose estereotip os de algu n os de los c a ra c te re s m ás acu sad os de su p erson alid ad y p or p a rte de in telectu ales, desde H errero G arcía a O rteg a y G asset, a p a rte de la m ed iación de los sacerd otes, que h an sido los que h an escrito diversas in terp retacio n es p arciales e ideológicas sobre la m en talid ad del pueblo vasco. Ju lio C aro B a ro ja en fatiza que nin gu n o de ellos realm en te d estacó la in flu en cia en las ideas de este pueblo de los objetos m ateriales e in stitu ciones sociales típ icas y p riv ativ as de ellos, por lo que no ten d ría n u n a validez cien tífica. E n tre los rasg o s m ás d estacad os de este pueblo, que ad u ce n u estro au to r, seleccion am os aquellos que con sid eram os m ás in teresan tes: C oncepción filosófica realista, lógica, v u lgar, ám bito an tro p océn trico ru ra l cu an to a la con cep ción del bien y del m al; re li­ 8 Antropología Social de España. Siglo XXI, 1970, pág. 326.

9 J.

C aro B aroja : L o s

Vascos. Instmo. Madrid, 1971, págs. 258 a 266.

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giosidad ca tó lica en trem ezclad a con creen cia s y cultos p a g a ­ nos y a ju stad a a las distin tas fases de la vida, propensión a re c r e a r en su m edio y a v a sco riz a r incluso a los símbolos cris ­ tian os m ás im p ortan tes: Je su cristo y la V irgen , p or ejem plo; e x tre m a p articip ació n y v alo ració n de los ritu a le s extern os, exig en cia de cum plim iento de las obligaciones religiosas y m o­ rales, la m o ral y la religiosidad se ace n tú a n y sim bolizan en u n a e x tre m a oposición d u alista en tre los principios del bien y del m al, que ad em ás e n cu en tran reflejad a en la n a tu ra le z a in m ed iata; creen cias n a tu ra lista s en oscuros poderes laten tes so b ren atu rales, que tienen signos y exp resión e x te rn a ; e x tre m a afición a fiestas, m a s c a ra d a s y ca rn av ales, que im p lica un fu e r­ te sentido y n ecesid ad de p articip ació n p erson al y fa m ilia r en los acon tecim ien tos cíclicos del añ o y de la co m a rca ; e x tre m a ­ das creen cias en la m u erte y en los cultos con ella re la cio n a ­ dos 10, esp ecialm en te lutos, en tierros, fu n erales; im p o rta n cia a los fa cto re s em ocion ales de tipo colectivo ta n to de ám b ito local com o region al; sobriedad verb al, al m ism o tiem po que fu e rte exp resión y riq u eza folk lórica; cierto h u m o r sen tim en tal, y r a ­ cion alid ad u tilitaria, que se p ercib e en las creacio n es m a te ­ riales co n cretas, en las técn icas a g ra ria s y en la a rq u ite c tu ra popular. U n asp ecto m uy im p o rtan te es la d iferen cia de m en talid ad en los distintos pueblos vascos según la v ig en cia de los objetos m ateriales e in stitu ciones trad icio n ales, que puede ser d iferen ­ te incluso en u n a m ism a á re a , lo que im p licaría la e x iste n cia de diversos niveles de m en talid ad trad icio n a l v a s c a d en tro del ám b ito ru ra l de la región . En cu alq u ier caso, lo que p arece que ad q u iere m u ch a im ­ p o rta n cia es que ap a re ce n d istin tas cosm ovisiones d en tro del País V asco, según las co m arcas, llegando C aro B a ro ja a dife­ re n c ia r cin co b ásicas: 1. 2.

El m undo del habitat de los p u ertos de m a r y costa. El m undo del cam p esin o de la zona m ás b a ja y p ró x i­ m a a la co sta de tod as las p rovin cias.

io y e r w .

D ouglas:

Muerte en Murélaga. Seix

y Barral, 1973.

Madrid.

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3. 4. 5.

El m undo del cam p esin o de la zona m ás a lta de estas m ism as regiones. El m undo del cam p esin o de los valles alaveses y n a ­ v arro s. El m undo del cam p esin o de las llan u ra s y tie rra s m á s m eridionales del país.

El carácter campesino en Tierra de Campos Siguiendo las teorías y orien tacion es m etod ológicas en c u a n ­ to al c a r á c te r de E rich Fro m m y sus discípulos n, y en las que la base fu n d am en tal de las d iferen cias de rasg o s m en tales se ad scrib e a las fo rm as esp ecíficas de re la cio n a rse los grupos con el m undo en las dos v ertien tes de.* a) adquisición y asim i­ lación de cosas y objetos; b) relació n con o tras p erson as y co n ­ sigo m ism o, corresp on d ien d o a los dos procesos típicos de asi­ m ilación y de socialización, y a p a rtir de lo que se puede de­ fin ir el c a r á c te r com o «la fo rm a relativ am e n te p erm a n e n te en que la en erg ía h u m an a se e s tru c tu ra en el p ro ce so de asi­ m ilación y de socialización» 112, en co n tram o s en el cam pesino castellan o a p a rtir de n u estras conclusiones: U n c a r á c te r de tipo o rien tad o r acu m u lativo, b asad o en la co n v ersació n y au m en to de la propiedad, el a h o rro y la fam ilia, consid erán d ose a los hijos com o u n a im p o rtan te riq u eza ad q u i­ sitiva y al dinero com o un fin p a ra co n se rv a r la situ ación eco­ n óm ica y el status social. El ideal de este cam p esin o sería el logro de un equilibrio en tre a c tu a r p or sus in tereses económ icos y a c tu a r p o r su sal­ vación etern a, can a lizad as am b as accion es p or la tra d ició n p ro ­ d u ctiv a y p or la trad ició n relig io sa y m oral. P o r en cim a de ello p a re ce que a c tu a ría n p atro n es m orales de com p ortam ien to b a ­ sados en u n a cosm ología y sim bología de tipo jerárq u ico c a tó ­

11 E. F romm y M. M accoby: Sociopsicoanálisis del cam pesino m exi­ cano. FCE. México, 1974. No analizamos estrictamente la mentalidad, aunque consideramos que el análisis del carácter en sentido frommiano entronca y arroja luz sobre aspectos parciales de la mentalidad. 12 Ibid., pág. 48.

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170 lico, donde ten d rían m u ch a im p o rtan cia los valores tra sce n d e n ­ tes de tipo religioso y m oral. E sta m en talid ad v a lo ra m u ch o la resp on sab ilid ad p erson al y fam iliar, así com o las relacio n es c o rre c ta s trad icio n ales de resp eto m u tu o y de co n v iv en cia d en tro de un orden p a tria rc a l, que im p reg n aría tod as las activid ad es econ óm icas, sociales y políticas, y que p ro d u ciría los fenóm enos de depen d en cia local política típicos (caciquism o). E s ta m en talid ad es ab ie rta en cu an to a la ad a p ta ció n de * d eterm in ad os valores u rb an os, esp ecialm en te acep tan d o el p ro­ g reso ed u cativo (que se h a in teriorizad o m ucho), las m ejoras sociou rb an ísticas y un relativ o nivel de in te g ra ció n al con su ­ mo, esp ecialm en te en cu an to a la adquisición de a rtícu lo s du­ ra d e ro s del h o g ar, m uebles, a p arato s, vehículos, etc. D entro de este c a r á c te r g en eral en co n tram o s com o elem en ­ to s claves exp licativos de tipo psicosociológico: a) b)

c)

la fijación p a te rn a en lo p rod u ctivo y la m a te rn a en lo afectivo; la depen d en cia de algu n os de sus ra sg o s del m odo de p rod u cción p red om in an te en un d eterm in ad o m om ento, tan to de tipo m a te ria l com o g en era l (del sistem a); la ideología y el sistem a de v alo res im p eran te.

El vínculo con el p ad re se fija en el proceso de socialización y tra b a jo en la em p resa-fam ilia, en la que el p ad re es p atró n al m ism o tiem po que cab eza de fam ilia, y donde los logros del hijo sólo se obtienen en base a u n a lealtad ab solu ta a la fa m i­ lia y a la em p resa fam iliar, y en u n sistem a económ ico en el que la com p etitivid ad en tre em p resas es tam b ién u n a com petitivid ad en tre fam ilias. El p rem io de esta lealtad , p a ra el hijo, s e rá la adquisición de la em p resa fa m ilia r p o r el sistem a de h eren cia, p rod u cién ­ dose efectos subsidiarios de afirm ació n de rasg o s de a u to rita ­ rism o-su b ord in ación y depen d en cia econ óm ica y de poder, m o­ delán d ose un c a r á c te r co n serv ad o r e incluso re a ccio n a rio en política. A dem ás, en b astan tes casos e sta situ ación p rod u ce ra sg o s de odio y reb eld ía del hijo h a c ia el p ad re o de algu n os de los h erm an o s h a c ia el h erm an o que se rá h ered ero, con flic­

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to s que en los últim os lu stros tienden a solu cion arse con la e m ig ració n 13. El vínculo con la m ad re se m odela en el proceso de e stre ch a co n v iv en cia en el h o g ar y donde el am o r de la m ad re h a cia el niño y adolescente es in condicional y d esinteresado, p lan tean d o relacion es afectiv as de igualdad. A m bas fijaciones tienen su p royección ritu a l en el cu lto a C risto y a la V irgen M aría, concibiéndose en la cosm ología c a tó lica a C risto com o un D ios-P an tocrator, juez y p a tria rc a , y a la V irgen com o la M adre fiel y con stan te, creán d ose un d ualism o que re p e rc u tirá en los rasg o s m en tales y en las p ro ­ yeccion es h a cia la m ujer-esp osa ideal y h a cia los posibles hijos. El cam pesino independiente, que fo rm a la m a y o ría de la e s tru c tu ra p ro d u ctiv a de C astilla y que posee tie rra prop ia en m ay o r o m en or superficie, co n serv a rasg o s ten d en tes a u n a o rien tació n a cu m u lativ a en función de las c a ra c te rís tica s del m odo de p rod u cción ru ra l, por las siguientes cau sas: En u n a a g ric u ltu ra b asad a en la esca sa v a rie d a d de cu lti­ vos, con ciclo co rto de crecim ien to, con autocon su m o, la te n ­ d en cia es a g u a rd a r al fin al del año p rod u ctivo p a rte de la co se ch a (en especies, en dinero) tan to p a ra el consum o fa m ilia r com o p a ra la siem b ra y el ah o rro , con ten d en cia co n stan te m ás h a c ia la co n serv ació n y la acu m u lació n que h a cia el consum o, lo que c re a u n a serie de rasg o s an te el dinero de tipo a v a ricio ­ so, tacañ o , ah o rrativ o y siem pre ten d en te a la co n serv ació n de los recu rso s. Al m ism o tiem po las relacio n es in tern as de p rod u cción son em in en tem en te fam iliares y la p ropiedad de la tie rra que se e x p lo ta es de diversos m iem bros de la fam ilia, lo que obliga a u n a dependencia fam iliar, al m ism o tiem po que a u n a inde­ p en d en cia local, donde la to m a de decisiones es p rop ia y a firm a la in d ependencia p sicosociológica vis a vis no sólo de las o tras unidades p rod u ctivas, sino tam b ién rep ro d u ctiv as (fam ilias), así com o, in d irectam en te, del cam p esin ad o fren te a las re s ta n ­ tes clases de u n a fo rm ació n n acio n al o regional.

13 La emigración sería en esta concepción una forma de dar salida no sólo a una mano de obra subempleada y de carácter estacional, sino a unas energías conflictivas latentes o manifiestas contra el pa­ dre, la familia y el pueblo.

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172 P or otro lado, su co n servad u rism o se afia n z a por el p red o­ m inio de tod as las actitu d es b asad as en la e x p e rie n cia tra d i­ cional, con actitu d es n eg ativ as h a c ia tod a in n ovación que no» exp rese y o frezca sus resu ltad o s en un plazo corto, v a lo rá n ­ dose la efica cia d en tro de un orden político dado, sin d eseos de p ro b ar n u ev as fó rm u las y sistem as innovadores. Este siste­ m a m en tal a b a rc a todos los ám bitos de la vida, desde la p ro ­ ducción, donde se p refieren los cultivos que se con sid eran m á s seguros, a p esar de que no sean d em asiado ren tab les, h a s ta el co n servad u rism o en la elección de cón yu ge y en la elección de políticos, y se p refiere p rocesos y elem entos clásicos y co n ­ servad ores fren te a los m odernos y revolu cion arios, im p re g n a n ­ do tod as las fa c e ta s de las relacio n es sociales e incluso de la s a ctitu d es de los h om b res consigo m ism os. E ste co n servad u rism o tiende, ad em ás, a co n v ertirse en des­ co n fian za h a c ia todo tipo de cam b io o tran sfo rm a ció n im pues­ ta desde fu e ra del propio cam p o, así com o creán d o se a ctitu d e s n eg ativ as h a c ia lo fo rán eo y fo rastero , y p or exten sión h a c ia todo o casi todo lo u rb an o, com o e s tru c tu ra p o rta d o ra de v a lo ­ res an tirru ra le s. Exp u estos algu n os de los p atro n es sociales y psicosociológicos m ás d escollan tes de estas com u n id ad es castellan as, pode­ m os co n feccio n a r el siguiente esq u em a relacio n a l en tre la b a se econ óm ica, el c a r á c te r social y las ideologías y v alo res sociales:

Base económ ica

C arácter social

Ideología y valores

Independencia empresarial

Productivo

Independencia

Pequeña empresa familiar

Acumulativo

Seriedad Formalidad Responsabilidad

Agricultura con carácter subsidiario de la gana­ dería

Conservador

Autoridad tradicional Patriarcalismo Conservadurismo

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CONCLUSIONES Los tres ejem plos an tes descritos, que lam en tab lem en te no hem os podido exp on er de fo rm a com p leta, com o resu ltad o de tre s m etodologías com p letam en te distin tas, nos p erm iten e n tre ­ s a c a r unos rasg o s g en erales sobre la m en talid ad ru ra l, así com o sobre el m undo y la sociedad cam p esin a del N orte y de la M e­ seta-N o rte de Esp añ a. En g en eral podem os d ecir que los c a ra c te re s de la m e n ta ­ lid ad ru ra l se relacio n an estrech am en te: a)

b)

c)

con la c u ltu ra p ecu liar de un pueblo, región o co m a rca , especialm en te en los asp ectos productivos, in stitu cio n a­ les, religiosos y cosm ológicos; con los esquem as cognitivos del cam p o y de la vida t r a ­ dicional española, en especial con la con cep tu alizació n del tiem po, el espacio, los símbolos, las m e tá fo ra s y a n a ­ logías; con el sistem a de valores, ideales y creen cias, g e n e ra l­ m en te rep rod u cid o p or m edio de un proceso h istórico y trad icio n al, que h a perm itido que su b sistan d eterm i­ nados rasg o s sociales en u n as co m a rca s y no en otras.

Asim ism o, algunos de los c a ra c te re s m ás con d icion an tes se re la c io n a ría n estrech am en te con el tipo de ecología y las fo r­ m a s de relació n hom bre y m edio, en u n a d e term in ad a zona, de fo rm a que la ecología de m o n tañ a g e n e ra ría u n as re la cio ­ nes de p rod u cción fam iliares y vecinales, d istin tas de la eco ­ logía de m eseta, afectan d o a d eterm in ad os rasg o s de la m e n ta ­ lidad, esp ecialm en te a tra v é s del sistem a cognitivo y sim bólico, a sí com o por la in flu en cia secu n d aria de elem entos ideológicos, lo que p re fo rm a ría dos m en talid ad es d istintas, a p e sa r que a otros niveles (políticos, por ejemplo) a p a re z ca n com o sim i­ lares. E xisten en las d iversas m en talid ad es d escritas u n a ra c io ­ n alid ad que no es de n in gú n m odo p rim itiv a ni p re ló g ica 14,

14 En el sentido de C. Barcelona, 1974.

L evy B r u h l :

El alm a primitiva. Península.

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aunque en cie rta s regiones, esp ecialm en te en G alicia e incluso en el País V asco, a p a re z ca n v ariad o s elem entos m ágicos y su ­ p ersticiosos de tipo sin crético católico-p agan o. E n cu a lq u ie r caso, esta m en talid ad no es c e rra d a 15 ni re g re siv a , au n q u e sí trad icio n al, co n serv ad o ra e independiente. A unque tam b ién realista, té cn ica y p rogresiva, y estrech am e n te co rre la cio n a d a con las condiciones y lim itacion es del m odo de p rod u cción a g r a ­ rio (depen d en cia com ercial, in segu rid ad p ro d u ctiv a p or el cli­ m a, etc.). Los c a ra c te re s de la m en talid ad ru ra l esp añ ola se re la cio ­ n an m uy estrech am en te con los propios c a ra c te re s de la eco ­ logía, can alizad o a tra v é s de los distintos ra sg o s p ecu liares del m odo de p rod u cción y del m odo de vida, así com o con la polí­ tic a a tra v é s de la estratificació n social in te rn a . El m odo de vida, asim ism o, m a tiz a algunos c a ra c te re s g en erales de la m en talid ad del N orte de Esp añ a, p or ejemplo, y la e stra tifi­ ca ció n social in te rn a im p lica u n as posiciones m ás o m enos c e rc a n a s o lejan as a las posiciones u rb an as, esp ecialm en te r e ­ ferid as a las cap itales co m arcales o provin ciales. En d ich o sentido el secan o y la m eseta m o d elarían unos rasg o s espe­ cíficos d en tro de u n a g en eralid ad de actitu d es; p or ejem plo, el p a tria rca lism o o la d ep en d en cia fam iliar. P a ra Lison, «las ideologías, creen cias, religión y filosofía, valores y actitu d es son esen ciales p a ra el estudio de la un td ad g e o g ráfica». U n tipo de p iz a rra , u n río, p or ejemplo, pueden e s ta r v alorad os y cu ltu rizad os, de fo rm a que son ra d ica lm e n ­ te distintos de las d em ás p iz a rra s y ríos, y no sólo fu era, sino d en tro de la m ism a región . P ero h a y m ás: los elem entos ritu a ­ les, los an im ales y p lan tas, la tie rra , m ontes, ríos, establos y v a c a s están o pueden e s ta r divididos o subdivididos, a so cia ­ dos u opuestos en clasificacio n es sim bólicas que fo rm a n p a rte de la clasificació n sim bólica to tal de la sociedad en la que e n tra n institu ciones, actitu d es y valores. D escu b rir estas c a te gorizacion es y con exion es es el com etido del an trop ólogo 16, y

15 En el sentido de P o p p e r . Ver La sociedad abierta y sus enemigos. Paidós. Buenos Aires, 1968. 16 C. L ison T olosana*. Antropología social de España. Siglo XXI. Ma­ drid, 1971, pág. 224.

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señalándonos los cam in os m etodológicos por los que se pue­ den d escu b rir algunos asp ectos sign ificativos del m undo sim ­ bólico y m en tal del cam pesino. P a r a Ju lio C aro B aro ja, critican d o los criterio s de Taylor, F ra z e r y Levy-B ru h g, los p rocedim ientos lógicos del hom bre trad icio n al serían eq u ivalen tes a los del h om b re de la civili­ zación cien tífico-técn ica, esp ecialm en te cu an to a los aspectos de cau sa-efecto , au n q u e se h a y a n ad ap tad o al m edio físico y ecológico, que señ ala u n as form as y asp ectos donde se p ra c ­ tic a la exp erien cia, con m u ch a im p o rtan cia del m edio cu ltu ral, d e trá s del que existen u n as u otros p atro n es de co n d u cta prevalentes. E xiste u n a racio n alid ad evidente global, que tiene su ori­ gen en las técn icas de trab ajo y su evolución, esp ecialm en te en la división social del trab ajo 17, y que a p a re ce m u y con d i­ cio n ad a por los m edios de rep ro d u cció n económ icos y por la fo rm a de e sta rep rod u cción , esp ecialm en te p or la e s tru c tu ra de la propiedad y exp lotación de la tie rra de labor, pastos, m ontes, ríos y co rrien tes de ag u a, y p or la e s tru c tu ra fam i­ lia r con apoyo de las in stitu ciones religiosas, p olíticas y o rg a ­ n izativas, así com o en ú ltim a in sta n cia por sistem as lógicosim bólicos de p en sam ien to y ord en ación del m undo. C aro B a ro ja con clu ye diciendo que existen op eracion es m en tales equivalentes, au n q u e no «iguales» en todas p artes, desde un pu n to de v ista psicológico. Y que lo que v a ría n son las condiciones de m an ten im ien to y rep rod u cción , especialm en la relació n ecológica hom bre-m edio físico y social, p ro­ duciéndose en p rincipio id én ticas instituciones, pero que pos­ terio rm en te se d iferen cian p or d eterm in ad os m ecan ism os de segu rid ad y con trol social. P o r otro lado, el am b ien te ru ra l (cerrad o , p articip ativo, co n tro lad o r) p erm ite, sin em b argo, la difusión, m a n ten im ien ­ to y rep rod u cción de d eterm in ad os m itos, leyendas, tra d icio ­ nes y cuentos, p or m edio de las p ecu liares fo rm as de com u n i­ cació n en el cam po, influyendo en la cosm ología de la co m u ­ nid ad de u n a fo rm a p red om in an te. 17 R. H orton London, 1973.

y

R.

F iin e g a n :

Modes of Thought. Faber and Faber.

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Por otro lado, los rasg o s económ icos de la m en talid ad del cam p esin o tien en u n a im p o rtan cia p rim ord ial p a ra o b serv ar la relació n tierra-p ro p ied ad -trab ajo , m u y re le v a n te en u n a so­ cied ad donde tod a la econ om ía se ap o y a en la e s tru c tu ra de propiedad y exp lotación de la tie rra , condicion ad o en e sta E s­ p a ñ a del N orte y de la S u b m eseta N orte por el predom inio del m inifundism o y p arcelizació n , y p o r u n a g e o g ra fía y clim a que en ca d a región (C astilla, G alicia, País V asco) m od elan y e x p resan d eterm in ad as form as y con figu racion es (p atron es am plios de co n d u cta en el sentido de R u th B en ed ict) de fines económ icos, que p arece que en las tres region es tienden a ser de m atiz au stero, acu m u lativ o e inclu so tacañ o . C u an to a la m o ral y la religiosidad, p are ce n c o n se rv a r r a s ­ gos estrictos m u ch o m ás en los juicios y en los ritu ales que en los propios com p ortam ien tos, posiblem ente exp resan d o la fu erza de la tran sició n , el cam b io y la tra n sfo rm a ció n de la socied ad ru ra l española, que es indudable e ineludible. Existe, ad em ás, u n a cosm ología religiosa y trad icio n a l que v in cu la el trab ajo a g ra rio y sus fru tos y resu ltad os con la a ctu a ció n sim bólica de la divinidad o los santos, m atizad o a m enudo (excep to en C astilla) de elem entos supersticiosos e incluso p a ­ gan os. Las ca te g o ría s de la vid a social, ta n to la noción de espacio, tiem po, cau sa-efecto , sagrad o-p rofan o, bien-m al, am igo-en em i­ go, vecin o-forastero, etc., com o todo lo que re p re se n ta prohibi­ ción y tab ú , a p a re ce n dicotom izad as en oposiciones b in arias c la ra m e n te co n fig u rad as sobre u n as e stru ctu ra s p rofu n d as de tipo cosm ológico y religiosidad (cató lica) con m uchos elem en ­ tos sim bólicos in cid en tes e in terfiren tes tan to a nivel m an ifies­ to y con scien te com o laten te y subconsciente. Las relacio n es de la vid a fam iliar, social y p olítica se e x tra ­ polan en cierto sentido a las relacio n es dom in ad as p o r las ca te g o ría s de la religión y de la m oral, con g e n e ra liz a d a je ra r­ q u ía tan to en tre los distintos m iem b ros de la fam ilia com o de la com u n id ad social, crean d o g en eralm en te relacio n es de status ad scrito s fam iliares y p or prestigio, de tipo p a te rn a l e incluso p a tria rc a l. E stas relacio n es c re a n g en eralm en te sen tim ientos p rofu n ­

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dos, p ersisten tes y sistem áticos de tem or, celos, devoción, m e­ nosprecio, deseo, am or, d estacan d o el relativ o c a r á c te r d ogm á­ tico de los sentim ientos en el cam po. A unque las técn icas de en fren tam ien to con la en ferm ed ad física y m en tal, así com o con la m u erte, son g en eralm en te de tipo m oderno, co existen con m uchos elem entos y técn icas p ri­ m itivas y trad icio n ales (cu ran d erism o y m agia, y llenas de elem entos su p ersticio so s). Sin em b argo, estas ú ltim as c a r a c te ­ rísticas no las hem os percibido en T ierra de Cam pos. Asim ism o, la co existen cia de distin tas m en talid ad es d en tro del propio m undo ru ra l no tiende a d arse, por lo m enos en zon as ru ra liz a d a s (de h a b ita t disperso, de núcleos m en ores de dos m il h a b ita n te s), existiendo u n a un iform id ad cu ltu ra l co­ rresp on d ien te al predom inio de los sistem as trad icio n ales c r e a ­ dos o reprod u cid os en p rocesos larg o s y a ritm os lentos (vitales in tern os, que se oponen a los ritm os d inám icos de cam b io y tra n sfo rm a ció n ). Sin em b argo, d en tro de este m edio económ i­ co -cu ltu ral u n iform e existen distintos niveles de a d ap tació n m e n ta l al m edio ru ra l, de fo rm a que las clases b ajas y e s tric ta ­ m en te b asad as en la activ id ad p rim a ria son las m ás in teg rad as, m ien tras que las clases m ás altas, con activid ad es secu n d arias o te rcia ria s, tienden a o rie n ta r sus actitu d es e incluso fo rm as e x ­ te rn a s al m undo urb an o. P odríam os d efinir la m en talid ad cam p esin a del N orte de E sp a ñ a y la de la m eseta castellan a, a p esar de los escasos d atos que poseem os, en principio: com o «una m en talid ad po­ sitiva y con ten d en cia co m arcal», y donde los con textos y nexos de re fe re n cia son teó ricam en te inm ediatos, fren te a los c a ­ ra c te re s p red om in an tem en te m ediatos de la m en talid ad u rb a ­ na, y donde todos los rasg o s cam p esin os tienden a ser d ogm á­ ticos e incluso m an iq u eístas, por lo que se prod u ce a m enudo actitu d es re a ccio n a ria s en los aspectos fam iliares, sociales y políticos. E sta m en talid ad tiene d eterm in ad as p ecu liarid ad es en co ­ rre la ció n con los facto res de cam b io económ ico, social y políti­ co en que está inm erso el cam p o (g en eralm en te p or cau sa s ex te rn as: p olítico-económ icas y a d m in istra tiv a s), lo que se pue­

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de d ejar de ten er en cu e n ta p a ra o b serv ar el cam b io de m en ­ talidad que propone la e stra te g ia ca p ita lista e in d u strial p a ra un cam p o trad icio n al y p rod u ctivo a niveles poco in tegrad os. G en eralm en te hem os observado que au n q u e existe u n a c ie rta ad ap tab ilid ad al cam b io en el m odo de p roducción, esta ad a p ­ tabilidad es su p erficial o p a rcia l y no se co rre la cio n a con la ad ap tab ilid ad a otro m odo de vid a que no sea el trad icio n al. En algu n os casos, com o los de la fam ilia, religión y m oral, por ejemplo, la co n serv ació n de las costu m b res y los valores tra d i­ cionales es m áxim a. L a fu erza del folklore, las costu m b res y los ritos de paso ap o y an esta ten d en cia. P or lo que los crite ­ rios de algunos colegas cu an to a la n ecesid ad de a c tu a r polí­ ticam en te sobre el cam p esin o a tra v é s del cam b io de actitu d es d irectam en te, a p a rte de re p re s e n ta r u n a co n stricció n m o ral y p olítica co n tra d icto ria y de dudosos efectos, sólo p od ría r e a ­ lizarse a tra v é s de un proceso lento de p articip ació n (por ejem ­ plo, con técn icas de d esarrollo co m u n itario y otros tipos de procesos ad ap tativ o s) debidam ente cu alificad o y que em p eza­ se actu an d o sobre las costu m b res fam iliares y p ro d u ctiv as p a ra poderse am p liar p osteriorm en te a otros ám bitos sociales, te ­ m iéndonos que sólo p rod u zcan efectos a p a rtir de la re n o v a ­ ción g en eracio n al y no an tes de u n ciclo de vida. Existe, evid en tem en te, p a ra ir y a a definir algunos de los rasg o s p rin cip ales de estas m en talid ad es un individualism o g en eral y am plio del cam p esin o español, que a ú n así creem os no es ta n a cen tu ad o com o en F ra n cia , por ejem plo 18, en los m om entos de in iciación del cam b io g en era l que tuvo lu g a r en dicho país sobre los años sesen ta y que es eq u ivalen te al n u es­ tro de los años s e te n ta ... Este fa c to r in d ivid u alista español es m uy im p o rtan te y exp licativo tan to de la estab ilid ad com o de la fu erza del cam p esin ad o en crisis 19, y esp ecialm en te de sus actitu d es políticas co n trad icto rias d en tro de la form ación social y econ óm ica, y a d estacad as por sociólogos com o V. P érez D íaz y J. M aestre Alfonso. Este individualism o p re se n ta diversos

18 Ver J u l e s M ilh a u y R. M ontagne : Presente y futuro de la agri­ cultura en Francia. Bosch. Barcelona, 1964. 19 Ver E. B arón : El fin del cam pesinado, ZYC. Madrid, 1971.

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niveles, desde el fam iliar y prod u ctivo h a sta el coop erativo y el voto político. Sin em b argo, el com p ortam ien to económ ico hoy y a no está ta n influido por el clim a y el tiem po, com o e ra an tes. Y la vida fa m iliar tam p oco lo está p or el sentido cíclico de la vid a (las es­ tacion es, el h o rario diario, los desplazam ientos, el tipo de tr a b a ­ jo según clim a ). Am bos com p ortam ien tos están im p regn ad os de u n a racio n alid ad y a té cn ica y em p resarial que, au n q u e no to talm en te in d u strial, h a term in ad o en p arte de depender de la D ivinidad y de las cosm ogonías, así com o de alg u n as sim ­ bolizaciones. El m ercad o, la co m p eten cia y la b ú squeda del m a y o r beneficio económ ico al m en or costo van tam b ién influ­ yendo en las relacion es fam iliares, v ecin ales y co m u n itarias y d estru yen d o m u ch as de estas sim bolizaciones, m itos y cos­ tum bres. Es evidente que ca d a vez m ás la m en talid ad y los com p or­ tam ien tos ru ra le s ap a re ce n influenciados y estre ch a m e n te r e ­ lacion ad os no sólo con las relacio n es de p rod u cción y la e stru c­ tu ra de la producción, sino tam b ién con el tipo de prod u cción (m onocultivo, secano, cerealista, regad ío, v iticu ltu ra , g a n a d e ría v a cu n a, h u erta, etc.), siendo éste uno de los in d icad ores m ás im p o rtan tes p a ra poder p ercib ir las d iferen cias de m en tali­ dad d en tro del m undo cam p esin o en fu n ción de la d iferen ­ c ia co m arcal, por lo que se o rig in aría en la d iferen cia p ro ­ d u ctiva. C u an to a la jera rq u ía de valores, y au n d estacan d o la im ­ p o rta n cia de los valores m ateriales d u rad eros, esp ecialm en te la tie rra , el gan ad o, la c a s a y el dinero, se tiende a d a r m u ch a im p o rtan cia (q u izá y a no priorid ad , m a rca n d o uno de los efec­ tos indudables del cam b io) a los valores m orales y religiosos, esp ecialm en te los relacion ad os con la solidaridad fa m ilia r y co n la co n v iv en cia local y co m u n itaria. Y a p esa r de que sigan pred om in an d o los v alores socioeconóm icos de in d ep en d en cia fa m iliar y em p resarial, lib ertad econ óm ica, em an cip ación p ro­ d u ctiv a y p ropiedad m ín im a de m edios de p roducción, y que en cie rto sentido d en tro de las con d icion an tes «místicos» y «p articipativos» superiores del m undo ru ral, se co n trap o n en

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a la co m p eten cia y al extrem o lu cro de los objetivos de la em ­ p resa cap ita lista y u rb an a. Este análisis, en el que hem os in ten tad o co m p a g in a r lo g e­ n eral con lo específico, tan to cu an to a m etodología com o a ám bitos ru rales, d esh ace todos los equívocos sobre la p resu n ­ ta existen cia de un c a r á c te r y m en talid ad «español» de ám b ito g en eral. L a d iferen cia en los procesos, facto re s co ad y u v an tes y símbolos influ yen tes en la p ercep ción es fa c to r decisivo p a ra la exp erien cia y el m an ten im ien to o re cre a ció n de p a u ta s m en ­ tales y de com p ortam ien to. Las d iferen cias evidentes de la v alo ració n del «honor» o la «virginidad» en C astilla, el País V asco o G alicia se deben fu n d am en talm en te a la d iferen cia de sistem as y relacio n es p ro d u ctiv as y fam iliares que p refo rm an u n as m a n e ra s co n cre ta s de v a lo ra r estos asp ectos en fu n ción del modo de p rod u cción y del m odo de vida específicos y no de otros. C ad a m en talid ad y c a d a rasg o relev a n te s (o sistem as de rasg o s) deben cla rifica rse sólo d en tro del co n texto co n cre to de la sociedad, reg ió n y c o m a rc a en que p erviven, m a rca n d o la e stre ch a relació n g ru p o -territo rio -cu ltu ra -v a lo re s y re firié n ­ dose siem p re con c a r á c te r co m p arativ o o distintivo a o tra s region es y co m a rca s ru ra le s e incluso al m undo u rb an o e in d u strial. Fin alm en te, direm os que en este sistem a social y m en tal rígido y estru ctu rad o , tod a in n ovación in te rn a o e x te rn a im ­ p lica u n a reclasificació n del con ju n to en orden a o tra s re la ­ ciones (e s tru c tu ra lis ta s ), lo que puede su ced er bien de fo rm a con scien te o in con scien te, sistem ática o esp on tán eam en te, a fe c­ tan d o cu alq u ier cam bio, p or ejem plo, económ ico o d em o g ráfi­ co (los m ás relev an tes en la socied ad ru ra l esp añ ola a p a rtir de 1965), al cam b io de v alores y símbolos, así com o cu alq u ier tran sfo rm ació n v a lo ra tiv a a fe c ta a las form as y relacio n es de producción, fam iliares y locales. Como los fines, objetos y m edios extern os, origin ad os en los valores y signos de la sociedad p lan ificad a, u rb a n a , in d u strial y de consum o v an in teg ran d o y englobando ca d a vez m ás todo el ám bito te rrito ria l y c u ltu ra español, es de e sp e ra r que v a y a afectan d o poco a poco a todo el sistem a de v alo res y al m odo

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de vid a y m en talid ad ru ra l, que debido a su fu e rz a y d ogm a­ tism o sólo in te g ra rá algunos elem entos, d e se ch a rá otros y se re e s tru c tu ra rá a un nivel interm edio, de fo rm a que, aun q u e no dejando de ser ru ra l, te n d erá a in te g ra r algu n os rasg o s u rb an os y v alo res extern os, au n q u e a ritm o y nivel distinto segú n la fu e rz a de la trad ició n y la p ersisten cia o cam b io de los can ales de com u n icación in terp erso n al y gru p al.

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CULTURA RURAL Y DEPENDENCIA CAMPESINA 1,1 Por Jesús Contreras A n tro p ó lo g o

1.

Sobre la educación y la cultura

H asta a h o ra h a predom inado un con cep to restrin g id o y eli­ tista de «cultura», lim itando sus contenidos a los de las artes. H a sido un con cep to exclu sivo y exclu yen te: los «cultos» y los «incultos», los «educados» y los «paletos». U n a con cep ción ta l de la cu ltu ra h a pretendido siem pre co n stitu ir u n a leg itim a­ ción o u n a ju stificación de las d iferen cias sociales y econ óm i­ cas existen tes, constitu yén d ose ad em ás en u n a «m oderna y civilizad a Inquisición» de todo un con ju n to de situ acion es so cia­ les que se c ritica n al m ism o tiem po que se ay u d a a m a n te n e r­ las. Lo m ism o o cu rre con el concepto de «educación». E d u cació n es casi sinónim o de «educación escolar». No se a co stu m b ra a in clu ir, en cam bio, o tras fo rm as de ed u cación , com o, p o r ejem ­ plo, el ap ren d izaje de técn icas p ro d u ctiv as d en tro del gru p o dom éstico o del grupo m ás am plio que supone la com unidad en su conjunto. T am poco esto debe e x tra ñ a rn o s. La escu ela es el m edio m ás trad icio n al de in cu lcació n que h a sido utilizado p a ra in te n ta r ju stificar la existen cia y la n ecesid ad de u n a clase social dom in an te y de su acció n en a ra s del «progreso» y del «desarrollo de la civilización occidental».

(1) Este tra b a jo h a sido tomado del docum ento de anim ación co m u n itaria «Mundo Rural», núm. 10, publicado en ciclostil, por C áritas Española.

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El eufem ism o de tod as estas con cep cion es lo vem os m u y cla ra m e n te cu an d o nos traslad am o s al m edio ru ra l. El m edio ru ra l y sus h ab itan tes h an sido, in d istin tam ente, den igrad os o idealizados de un modo ro m án tico e irreal, p ero siem pre con u n a m ism a finalidad: m an te n e r la su p ed itación del m undo r u ­ ra l y la d om inación sobre el m ism o. P a ra ello h a sido n e ce sa ­ rio in cu lca r u n com plejo de in feriorid ad y u n conform ism o, y cu an d o un d esarrollo in d u strial lo h a req u erid o, un descon ­ ten to que p u d iera c o n cre ta rse en la em igración , es d ecir, m a n o de o b ra b a r a ta p a ra los suburbios in d u striales. L a escu e la y la «cultura» h an ju gad o siem pre un papel m u y im p o rtan te en este asp ecto. A n tes no im p o rtab a m u ch o el ab sentism o escolar, tan gen eralizad o en los m edios ru rales. A h ora, desde que la escu ela «cap acita» p a r a la a lte rn a tiv a m ig ra to ria , existe u n m ay o r «interés» p or que la ed u cació n esco la r no sea «p atri­ m onio de u n a m inoría». En cu alq u ier caso, la e scu ela siem p re h a estad o en n u estro país al servicio de un tipo de d esarrollo que h a supeditado sistem áticam en te el cam p o a la ciu d ad y que h a visto en la acom od ación cu ltu ra l del cam p esin o a los p atro n es u rb an o s uno de sus objetivos fu n d am en tales. P a r a co m p ren d er m ejo r el p rob lem a que p lan team os se ría n ecesario d iscu tir algu n os asp ectos previos, tales com o la exis­ ten cia o in existen cia de u n a « cu ltu ra ru ra l» , los m ecan ism os que g en eran la d ep en d en cia social y econ óm ica, y, p or ta n to , cu ltu ral, del cam p esin ad o, así com o alg u n as cu estion es re la ­ tivas a fo rm as esp ecíficas de o rg an izació n social de los c a m ­ pesinos y sus ideologías. D ad a la n ecesid ad de a c la r a r algu n os de estos puntos, lo vam os a h a c e r a con tin u ación , au n q u e se a a m odo de rá p id a in trod u cción .

2.

Cultura rural y cultura campesina

R esu lta difícil en la actu alid ad h a b la r de «cu ltu ra ru ra l» o de « cu ltu ra cam p esin a». E ste segundo térm in o q u izá sea válido p a ra poblaciones cu y a su b sisten cia e s tá b a sa d a e x clu ­ sivam en te en u n a ad ap tació n a u n m edio ag ríco la. P o r esa razó n el con cep to de «cu ltu ra cam p esin a» h u b ie ra sido válid o p a ra alg u n as zonas de n u estro país en u n p asad o m ás o m en os

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185 recien te, según los distintos casos, e incluso hoy d ía p a ra a l­ gu n as zonas que p ra c tic a n u n a ad ap tació n b a sa d a en un r é ­ gim en económ ico de au to su ficien cia y en el que el gru p o do­ m éstico o fam iliar con stitu ye la un id ad de p rod u cción p rin ci­ pal y, en algu n os casos, incluso de d istribución. Com o antropólogos, y com o puede deducirse de las líneas a n terio res, n u estro con cep to de «cu ltu ra» d ista de p oder ser identificado, en lo que se refiere a la «cu ltu ra ru ra l» , con el folklore y la m itología p opular. P a r a nosotros, u n a cu ltu ra ru ra l o cam p esin a se c a ra c te riz a p or u n a serie de p a rtic u la ri­ dades que le son propias. L a p rim era de ellas ra d ic a en el h echo de que los cam pesinos dependen de un m edio físico que r e ­ q uiere u n a ad ap tació n específica. E s a a d ap ta ció n supone u n a d ependencia de las condiciones atm o sféricas, de las estacion es an u ales p a ra la siem b ra y las cosech as, de la fertilid ad del suelo p a ra los b arb ech o s y ab onado de la tie rra , de los pastos, del gan ad o, de sus h áb itos y de su ciclo de rep rod u cción , etc. A su vez el m odo de vida cam p esin o supone u n a tecn o lo g ía o «cul­ tu ra m aterial» d eterm in ad a en cierto tipo de vivien d a que se ad ap te a las n ecesid ad es de la exp lotación eco n ó m ica y que ap rovech e los recu rso s locales p a ra su co n stru cció n . Asim ism o, un m odo de vid a cam p esin o supone u n a d eterm in ad a o rg a n i­ zación econ óm ica, que e s ta rá en fu n ción del g rad o de a u to su ­ ficien cia y de esp ecializació n de la exp lotación , de los m e ca ­ nism os de red istrib u ción e in tercam b io existen tes, del ciclo de rep rod u cción del gru p o dom éstico, del sistem a de h eren cia, de los sistem as de p ropiedad y de ten d en cia de la tie rra , y del agu a, de los sistem as de trib u tació n fiscal, etc. A lgunos de estos asp ectos que acab am o s de c ita r com o económ icos son, a la vez, jurídicos o p araju ríd ico s y pueden e s ta r codificados en el D erecho Civil o co n stitu ir u n D erecho con su etu d in ario. F in al­ m ente, las cu ltu ra s cam p esin as se c a ra c te riz a n p o r u n a a d ap ­ ta ció n ideológica, cuyos contenidos a b a rc a n desde las ra c io n a ­ lizaciones sobre el sistem a económ ico y jurídico h a s ta las ra c io ­ n alizacion es sobre la n a tu ra le z a ; es decir, desde u n a o u n as ideologías sobre la propiedad, la h eren cia, la coop eración , la re n ta , etc., h a s ta u n a religión o u n a p ercep ción esp ecífica del m edio físico, m an ifestad a a tra v é s de las cre e n cia s, las devo­ ciones, las fiestas y cu alesq u iera rito s específicos p a ra , por ejem -

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pío, e v ita r d esg racias o con segu ir u n a p rod u cción suficiente. A h o ra bien, p a ra que p u d iera h ab larse con u n sentido propio de «cu ltu ra cam p esin a», es n ecesario co n sid e ra r otro asp ecto fu n d am en tal: la co n cien cia de que posee u n a cu ltu ra , es decir, un m odo de vid a propio y, al m ism o tiem po, distinto de otros. E sa co n cien cia h a existido en otros tiem pos y existe tam b ién a h o ra. U n a de las m an ifestacio n es de esa co n cien cia viene e x ­ p resad a, por ejem plo, a tra v é s de las reivin d icacion es que, ca d a vez de u n a m a n e ra m ás cla ra , exige el m undo ru ra l, c a r a a evi­ ta r u n a to tal fa lta de identidad y tam b ién el p rogresivo in cre ­ m ento de su dependencia.

3.

El desarrollo de la dependencia campesina

Lo que c a ra c te riz a al m undo ru ra l en n u estro país a h o ra es su consid erab le grad o de dep en d en cia resp ecto de lo u rb an o (concepto de uso co rrelativ o p a ra e x p re s a r u n a relació n de opo­ sición con lo ru ra l). La d ep en d en cia en lo económ ico y la supe­ d itación en lo so cio cu ltu ral resp on d e a u n p roceso, y a m u y avan zad o, de in d u strialización cap italista. Ese proceso se c a ­ ra c te riz a , en lo cu an titativ o , por u n a dism inución p ro g resiv a de la población d ed icad a a las activid ad es in d u striales y a las de servicios. E n lo cu an titativ o , ese proceso se c a ra c te riz a por u n a d esap arición , p ro g resiv a tam bién, de in stitu ciones prop ias de la vid a ru ra l y u n a asim ilación de lo que p od ría llam arse la «orien tación cognitiva» del m odo de v ista u rb an o. A h o ra bien, el ráp id o crecim ien to de las ciu d ad es y el «desarrollo» in d u strial no exp lican p o r sí solos, y, p or supuesto, no ju stifi­ can , esa dep en d en cia ru ra l. Lo que sí p erm itiría e x p lica r esa m arg in ació n y depen d en cia de la sociedad cam p esin a es: 1)

2)

p or u n a p arte, las relacio n es socioeconóm icas, tales com o, p o r ejem plo y fu n d am en talm en te, los sistem as de propiedad y de ten en cia de la tie rra y del a g u a , que h an c a ra c te riz a d o a b u en a p a rte de la población c a m ­ pesina; el contenido específico del d esarrollo in d u strial en E s­ p a ñ a — d esarrollo desigual, h ay que p re cisa r— , que se

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c a ra c te riz a , p a ra sim plificar, por las m ay o res posibili­ dades de acu m u lació n que perm ite la in d u stria y la posibilidad de disponer de u n a m an o de o b ra p e rm a ­ n en tem en te b a ra ta por e sta r p erm an en tem en te ex p u lsa ­ d a del cam po. Los dos puntos que señ alam os son in te r­ dependientes, y así se pone de m an ifiesto en la siguien­ te cita e x tra íd a de La Terra (núm . 1, p ág. 3): «El an álisis del m om ento a ctu a l nos m an ifiesta bien cla ra m e n te que somos (los cam pesinos) víctim as de un p roceso de acu m u lació n cap italista, b u en a p a rte del cu al se h a hech o a n u e stra espalda, ch u p an d o (...) no sólo el ah o rro , ca u sa p or la cu al nos hem os quedado sin fu e r­ za económ ica, sino tam b ién lo m ejor de n u e stra fu e rz a de trab ajo : la juventud, que h a em igrad o en m a sa p a ra in cre m e n ta r el ejército de los trab ajad o re s industriales.»

4.

Los mitos de la «ignorancia» y del «individualismo»

De u n a situ ación com o ésta, ta n n e g ativ a p a ra el cam p esi­ no e incluso p a ra la totalid ad de la sociedad (incluyendo lo u rb an o, por cu an to p elig ra la p rin cip al fuen te de alim en tación ), sólo se exp lica su m an ten im ien to m ed ian te la u tilización de u n a serie de recu rso s, de en tre los cu ales podem os d e sta ca r la alien ación con segu id a m ed ian te la in cu lcació n del m ito de la ig n o ran cia: «Los cam pesinos son ign oran tes» o «paletos», «cortos», «tozudos», «resistentes al cam bio», «con servadores», «ingenuos», etc. U n a am p lia g am a de adjetivos estereotip ad os h a sido u tilizad a p a ra c a ra c te riz a r a los cam pesinos. ¿ P o r qué estos estereotipos y su diversidad? P a ra ju stifica r las co rre s­ p on d ien tes im posiciones, u su rp acion es y n egociacion es de las que el cam pesino h a sido víctim a. ¿ Y qué d ecir del ta n m a n o ­ seado individualism o de los cam p esin os? En efecto, m uchos cam p esin os creen , p or ejemplo, que u n a co o p e ra tiv a podría reso lv er algunos de los prob lem as que tien en p lanteados. Sin em b argo, la con vicción de que u n a exp lotación de tipo com u ­ n itario o coop erativo pod ría ren d ir m u ch o m ás y reso lv er a l­ gunos p roblem as se e n fren ta a u n a con cep ción individualista,

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188

hábilm ente difundida y «provocada» p or p a rte de la id eología de la clase d om inante. F ru to de esa con cep ción son algu n os de los tópicos o frases h ech as que se p resen tan siem pre com o arg u m en to s p reten d id am en te definitivos, irrefu tab les e indis­ cutibles: «Esto (coop erativa) aquí no d a ría resu ltad o. Nos te n ­ d rían que ca m b ia r a todos y h acern o s o tra vez. C uando h ay u n a llam ad a del alcald e p a r a a r re g la r un c a m in a n adie va.» «Cuando h ay m ás de dos, y a no puede ser.» «El que es com ú no es de ningú» (lo que es de to d o s no es de nadie). «La gen te es m u y individualista. S ería m uy bonito h a ­ c e r u n a co o p erativ a gran d e, pero el que tiene u n a v a c a g ran d e dice que la del otro no lo es tan to ; enton ces se e n tra en u n a serie de detalles, y y a no es posible. L a genteno está a co stu m b ra d a a eso.»

5.

La organización social del campesinado explica ciertos rasgos típicos de su ideología

La ideología in d ivid u alista in cu lcad a no sólo re s ta posibi­ lidades al coop erativism o, sino que re sig n a a los cam p esin os en su situ ación y los vuelve escép ticos resp ecto a sus posibili­ dades an te p rob lem as tales com o la com ercialización , los p re ­ cios, la au togestión , etc. Todo ello tam b ién es co n secu en cia del caciq u ism o existen te en m u ch as zonas ru ra le s y no ru ra le s. El caciq u ism o im pone u n as relacio n es v erticale s e n tre el ca ciq u e y el cam p esin o y p reten d e e v ita r las alian zas de clase. L a a p a r­ c e ría es u n a de las in stitu ciones que v e rtica liz a las relacio n es de p rod u cción y consolida la exp lotación sobre el cam pesino. P o r o tra p a rte , d ad a la p en etració n de los caciq u es en las co op erativas, que an tes de la g u e rra civil h ab ían sido con ceb i­ das com o u n in stru m en to de oposición a los caciq u es, es fá cil e x p lica r tam b ién el escep ticism o de los cam p esin os re sp e cto a las co o p erativ as existen tes actu alm en te. Por o tra p arte, el cam p esin ad o español h a ca re cid o de o rg a -

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189

n izaeion es h orizon tales propias, y a que los «sindicatos», las H erm an d ad es de L ab rad o res y G an ad eros se h a n c a ra cte riz a d o por su verticalism o y jerarq u ización , así com o p o r se r in stru m en talizad os en beneficio, p recisam en te, de los «caciques» de u n o y otro tipo. Por eso no es de e x tra ñ a r que las «H erm an ­ dades» estén c a d a vez m ás «m uertas» y que los cam pesinos in ten ten o tras vías de o rg an izació n (com o se está poniendo de m anifiesto ú ltim am en te). Fin alm en te, no podem os olvid ar que existen ciertos asp ec­ tos de la co n cien cia del cam p esin o que m u estra n h a sta qué p u n ­ to h an sido efectivas las in cu lcacio n es a las que nos hem os referid o . En efecto, nos p arece im p o rtan te se ñ a la r (y aunque d eb a g en eralizarse lo que vam os a decir) que la p ercep ción del cam pesino sobre su situ ación a ctu a l está m u y con d icion ad a p or algu n os elem entos de «com p aración », p rovocad os por u n a d e term in ad a con cep ción del «progreso». Así, se h a b la de la m iseria del cam p esin o de «hace unos años», del aislam ien to físico y cu ltu ra l «de an tes», de la tecn o lo g ía « a tra s a d a de a n ­ tes», del an alfab etism o ru ra l «de antes», etc. Este tipo de co n ­ sid eracion es p erm iten o ase g u ra n la rep ro d u cció n de las con ­ d iciones sociales existen tes y, ad em ás, h an supuesto un fa c to r d esm ovilizad or de u n a p a rte de la población cam p esin a, sin o lv id ar otros facto res, por supuesto.

6.

Para una liberación de las poblaciones campesinas

E sta situ ación de d ep endencia del cam p esin ad o resp ecto de los n úcleos u rb an o-in d u striales es la m an ifestació n de u n p ro ­ ceso que no h ace m ás que a ce le ra rse en E sp añ a, com o con se­ c u e n c ia in evitable de un d esarrollo cap ita lista y desigual. D en­ tr o de ese proceso, la escu ela h a contrib u id o a le g itim a r en la co n cie n cia de los cam pesinos y de tod a la población la «nece­ sidad» de dicho proceso. H asta ta l punto ése h a sido uno de los objetivos de la ed u cación esco lar en el m undo ru ra l (incul­ ca n d o p atro n es u rb an os y que el cam p o con stitu ye u n a re a li­ d ad social in ferior), que, com o señ ala P érez Díaz, la ed u cación e n el m undo ru ra l sólo h a servido p a ra ab an d on arlo. A unque este p roceso de tran sfo rm ació n del m edio ru ra l (m u­

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chos de cuyos asp ectos ni siq u iera hem os citado) te n g a m u ch o de irreversib le, no por ello debe d ejar de p en sarse que es po­ sible p lan tearse u n a a lte rn a tiv a p a ra el cam p o español. D ado que hem os in ten tad o c a ra c te r iz a r el m odo de vid a cam p esin o com o el resu ltad o de u n a esp ecífica ad ap tació n ecológica, eco ­ n óm ica, social e ideológica, p odríam os re fe rir las proposiciones de esa a lte rn a tiv a a esos m ism os asp ectos. Así, pues: 1)

2)

3)

4)

en lo ecológico: d eb ería ev itarse el p rogresivo d eterio ro del m edio y m a n te n e r lo m ejor posible un equilibrio en tre el m edio y la exp lotación que el h om bre h ace del m ism o, de tal m a n e ra que q u ed ara a se g u ra d a la re p ro ­ ducción de los recu rso s n atu rales; en lo económ ico: sería n ecesario, p a ra enten d ern os, u n a re fo rm a a g ra ria que elim in ara las tra b a s que supone un d eterm in ad o régim en de propiedad, u n a co rre cció n ab so lu ta de los m ecan ism os de co m ercializació n de la p rod u cción a g r a r ia (p a ra e v ita r la tra d icio n a l in ferio­ rid ad del cam p esin ad o en este asp ecto y p a ra e v ita r tam b ién la dep en d en cia de n u e stra econ om ía de la e x ­ p o rtació n y /o im p ortación ), u n a p lan ificación ra c io n a l al servicio de la colectivid ad ru r a l y no ru ra l, y un a m ­ plio e tc é te ra que no podem os d etalla r ah o ra; en lo social: es algo com plejo sin tetizar u n as p roposicio­ nes m ínim as, sin c a e r en la c a ric a tu r a o en el clisé; pero, en fin, sería n e ce sa ria u n a gestión d e m o crá tica en la u tilización del territo rio que p e rm itie ra a los ca m p e ­ sinos decidirse p or las a lte rn a tiv a s m ás con ven ien tes, regím en es de exp lotación co o p erativ a y colectiva, tra d i­ cion ales y o tra vez u n am plio e tcé te ra ; en lo ideológico: se ría n ecesario un sistem a de v a lo re s que e stim u lara la co o p erativ a, el igu alitarism o, la g es­ tión d e m o crá tica y la a u to c rític a y que re strin g ie ra l a com petición, la desigu ald ad y el au to rita rism o ; u n a ideologia que se ca ra c te riz a , en definitiva, p or p o sib ilitar ca d a vez m ás u n a m a y o r tra n s p a re n c ia de la p ercep ción del m edio y de las relacio n es sociales y econ óm icas, y que, con secu en tem en te, elim in ara la exp lotación del hom b re p or el hom bre.

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191

Como co n secu en cia de estos c u a tro puntos, nos atrevem os a fo rm u lar u n as reflexion es sobre el terren o escolar. En efecto, en la escu ela ru ra l d eb ería op erarse u n a au té n tica revolución, u n a revolu ción que p erm itiera disponer de u n a escu ela al se r­ vicio del Jmedio que la a lb erg a y no p a ra a s e g u ra r la re p ro ­ d ucción o la re se rv a de u n a fu e rz a de trab ajo , siem pre m ás b a ra ta , p a ra la in d u stria. Y a son, p recisam en te p a ra las re a li­ dades del cam p o ni p a ra el d esarrollo de u n a cu ltu ra ru ra l. Por eso nos atrev eríam o s a p rop on er que los cu a tro puntos an te rio res con stitu yen á re a s de conocim ientos y en señ an zas que h ab rían de ten er siem pre un punto de p a rtid a n ecesario: el propio m edio. Al esco lar se le h a de en señ a r a co n o cer su propio am b ien te en lo ecológico, económ ico, social e ideológico. Así, por ejem plo, el niño h a de a p ren d er su h istoria. H ay que v a lo ra r m ás la h isto ria lo cal y tam b ién la g e o g ra fía local, la econ om ía local, las m a te m á tica s locales (las p esas y m edidas, ta n diferen tes y ta n p rop ias de u n as co m a rca s a otras, p or ejemplo, con stitu yen un punto sobre el que h a y que re fle x io ­ n ar) y, p or supuesto, las ideologías locales, etc. Sólo así, a p a rtir de aquí, ten d ría sentido el estudio de unidades sociopolíticas m ás am p lias y la in co rp o ració n de los conocim ientos m ás ab s­ tra c to s y u n iversales. L a escu ela ru ra l tiene a m an o u n am plio e inm ejorable «lab oratorio», un «taller», «cam po de p rá ctica s» , un «archivo», etc. Y no se tr a ta sim plem ente de «ap rovech ar» estas posibilidades; se tr a ta de re co n o ce r que dicho m edio, n a ­ tu ra l y hu m an o, con stitu ye el v erd ad ero sentido de la e d u ca ­ ción esco lar ru ra l, sobre todo en los p rim eros niveles. Que todo esto sea u top ía o realid ad es algo que depende de nosotros mism os. El cam po, el m edio ru ra l, tiene m u ch as reivin d icacion es pendientes.

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índice

EQUIPAMIENTO FAMILIAR Y COLECTIVO DEL MUNDO RURAL ESPAÑOL Por José M .a Alonso Torréns In g e n ie r o . C o la b o ra d o r de E . D . I . S .

INTRODUCCION

El objetivo último y primordial del presente trabajo es el analizar las condiciones de vida del hombre rural y los me­ dios de que dispone para el desenvolvimiento de su vida co­ tidiana, y puesto que ésta se desarrolla fundamentalmente en dos planos diferentes —el fam iliar y el comunal— , es por lo que se diferencia el equipamiento individual o fam iliar del colectivo. Sin em b argo, an tes de e n tra r en el an álisis del eq u ip a­ m iento, tan to individual com o colectivo, conviene definir el m u ndo ru ra l, pues m ien tras p a ra unos, y así lo a ce p ta el I. N. E., éste lo com ponen las p erson as que h a b ita n en los m unicipios de m enos de 2.000 h ab itan tes, con form an d o estas entid ad es de población y sus m o rad ores el m undo ru ra l; otros, p or el co n trario , co n sid eran el h echo ru ra l y a g ra rio de modo em p arejad o, de fo rm a que la activid ad a g ra ria y, por tan to, la m ay o r p rop orción de P. A. a g ra ria conduce a un m ay o r g ra d o de ru ralism o. 13

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194

A m bos concep tos se v an a u tilizar aquí d a d a la d iversidad de fu en tes de in form ación que se u tilizará n y que, en defini­ tiva, am bos criterio s no son co n trad icto rio s, pues no es posible p en sar que en la m ay o ría de las poblaciones de m enos de 2.000 h ab itan tes no sea la a g r a r ia la activ id ad fu n d am en tal.

I.

GRADO DE RURALISMO

A teniéndonos al criterio del I. N. E. de co n sid e ra r zon a ru ra l a la co n stitu id a p or entidades de población de m enos de 2.000 h ab itan tes, la población r u ra l esp añ ola re p re se n ta un 11 p or 100 de la total. Sin em b argo, la distrib u ción esp acial de d ich a población p resen ta d iferen cias ta n n otab les com o la que supone que el 67 p or 100 de la población de la p ro v in cia de Z am o ra sea ru ra l según el crite rio adoptado, m ie n tra s que en la de C ádiz sólo te n g a tal condición un 0,3 p or 100 de la población. Aquí h ay que a c la r a r el caso de las p rovin cias gallegas, que, por su p ecu liar distrib u ción a d m in istra tiv a en m unicipios y p arro q u ias, d an p o rcen tajes de población ru ra l m u y in ferio­ res a la m ed ia n acion al, cu an d o en realid ad se t r a t a de m u n i­ cipios m u y dispersos, con m u ch os asen tam ien to s h u m an os di­ feren tes, las p arro q u ias, de m arcad o c a r á c te r ag ra rio . H ech a la a n te rio r acla ra ció n , se facilita a con tin u ación la ord en ación de las p rovin cias, según los crite rio s citádos.

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195

Provincias

1. Zamora . . 2. G uadalajara . . . . 3. Teruel . . . 4. Avila . . . . 5. Segovia . . 6. Cuenca . . 7. Soria . . . 8. Salamanca 9. Palencia. . 10. Huesca . . 11. Burgos . . 12. Lérida . . . 13. Cáceres . . 14. León. . . . 15. Logroño . . 16. Valladolid. 17. Gerona . . 18. Toledo. . . 19. Navarra. . 20. Tarragona 21. Alava . . . 22. Zaragoza . 23. Castellón . 24. Granada . 25. Albacete . F uen te:

I. N. E.

II.

% población en municipios de — 2.000 ha­ bitantes

Provincias

% población en municipios de — 2.000 ha» hitantes

67,3

1. Lugo . . . 2. Orense . .

68,2 61,2

60,7 60,2 59,4 55,9 53,4 51,8 50,3 47,8 46,1 39,8 37,1 35,3 30,3 27,0 26,6 26,1 25,9 23,0 20,7 20,0 18,6 18,3 16,5 14,0

3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25.

Zamora . Avila . . . Cáceres . Cuenca . . Almería. . Badajoz. . Pontevedra León . . . . Teruel . . . La Coruña Granada . Burgos . . Huesca . . Jaén . . . . Albacete . C. Real . . Salamanca Segovia. . Soria . . . Santander Toledo . . Oviedo . . Córdoba. .

61,1 51,9 49,7 49,4 46,6 45,2 45,1 43,4 40,5 40,4 40,1 37,1 37,6 36,7 35,6 35,2 34,4 32,9 32,7 31,6 31,3 31,1 30,0

Encuesta de población activa. I. N. E. 1975. Censo de 1970.

EQUIPAM IENTO Y CONDICIONES DE LA VIDA FAM ILIAR

M uchos y m u y v ariad o s son los in d icad ores relativ o s al equ ip am ien to dom éstico que definen las condiciones de vid a del hom bre en el ám bito fam iliar. E n tre ellos cab en señ alarse:

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196

ios referentes a la propia vivienda, los servicios con que cuen­ ta, los electrodom ésticos, los bienes de esparcim iento y cul­ tura, etc.

La vivienda El cu ad ro n ú m ero 1 reco g e algu n os resu ltad os obtenidos en la «E n cu esta de equip am ien to y nivel cu ltu ra l de las f a ­ m ilias» realizad o en ab ril de 1975 p or el I. N. E. En él se a p re cia u n a de las p rin cip ales c a ra c te rís tic a s de las vivien ­ das ru ra le s com o es la «antigüedad» de las m ism as.

En efecto, m ien tras que en él conjunto nacion al las vivien­ d as anteriores a 1942 sólo represen tab an el 42 por 100 en la zona rural; este porcentaje se eleva h a sta el 72 por 100, siendo tan sólo el 7,2 por 100 posteriores a 1967, porcentaje que sólo es su perad o m uy discretam ente en las regiones de C astilla la Nueva, V alencia y V asco n gadas-N avarra, siendo A ragón la región en que se d a m ay or;! proporción de viviendas an te­ riores a 1942, alcan zan do éstas el 81 por 100 del total de viviendas ru rales de la re g ió n .: En cuanto a la superficie de las viviendas rurales, éstas se distribuyen en las tres categorías: pequeñ as (menos de 65 m2), m edian as (de 65 a 110 fn2) y gran d es (m ás de 110 m2) en la proporción de 35 por 100, 50 por 100 y 15 por 100, respec­ tivam ente, coincidiendo el porcentaje de las pequeñ as con la m edia nacional, y su peran do las de m ayor tam año en m ás de tres puntos a la m edia correspondiente a costa de dism inuir la s de tam año interm edio. D estacan V asco n g ad as-N av arra y C ataluñ a-B aleares, se­ g u id as del País V alenciano por el m ayor tam año de su s vivien­ d as rurales, no llegando a su p erar en las dos prim eras el 20 por 100 de viviendas m enores de 65 m2, siendo este porcentaje del 26 por 100 en el tercer país. C on secu en tem en te con los datos an terio res, son en estas zonas donde se d a u n a m a y o r p rop orción de viviendas del tam añ o superior» y que en los tres países citad os re p re se n ta n algo m ás del 25 p or 100 de las vivien d as ru rales.

En el polo opuesto nos encontram os con que dos terceras

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C

uadro

n ü m

.

1

DIVERSAS CARACTERISTICAS DE LA VIVIENDA RURAL F echa CONSTRUCCIÓN

Tamaño del municipio y región

P erso n a s S u p e r f ic ie

m2

POR HABITANTE

Menos De 1 a 2 de 1 persona Personas

Antes 1942

Después 1967

Menos 65 m

65 a 110 m

Más 110

...................

42,1

16,8

35,4

52,3

12,3

62,5

33,9

.

72,9

7,2

35,1

49,2

15,7

67,2

29,9

A n d alu cía............................. Aragón ................. ................. Canarias ............................... Castilla la Nueva ............. Castilla la V i e ja ........ Cataluña-Baleares ............. Extremadura .............. ... . G a lic ia ................................... León-A sturias....................... M u rc ia ................................... Valencia.................................. Vascongadas-Navarra ... .

77,8 81,3

7,2 4,6

37,5 38,0

49,5 50,2

13,0 1 1 ,8

51,2 75,9

40,4 23,0

C M

o n ju n t o

en o s

F

de

n a c io n a l

2,000

u en te:

h a b it a n t e s



66,1

74,6 73,7 76,1 33,3 69,1 37,9 72,3 72,6



9,7 5,8 8 ,1 2 ,8

5,6 6 ,6 —

11,8 9,1



43,7 42,8 17,3 41,5 33,3 41,6 65,5 26,5 16,4



44,6 44,3 58,6 51,5 61,1 47,6 31,0 46,3 56,1



1 1 ,8

13,0 24,1 7,0 5,6 1 0 ,8

3,4 27,2 27,5



64,0 6 8 ,6

73,9 59,5 66,7 64,8 51,7 73,7 61,5



34,4 29,0 25,0 34,9 27,8 29,9 41,4 25,0 35,5

Equipamiento y condiciones de la vivienda familiar. I. N. E., mayo 1976. \D ^4

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5

198

p artes de las viviendas ru ra le s m u rcia n a s no llegan a los 65 m 2, su p eran d o los 110 m 2 ta n solam en te un 3,4 p or 100. La lig era superiorid ad , en lo que a sup erficie se refiere, de la vivienda ru ra l fren te al con ju n to n acion al, su p rop ia es­ tru c tu ra arq u ite ctó n ica y m uy esp ecialm en te el ab an d on o m a ­ sivo de la zon a ru ra l d eterm in an que en ella la densidad de p erson as por h ab itació n sea in ferio r a la m ed ia n acio n al, teniéndose que en el 67,2 por 100 de las viviendas ru ra le s existe m enos de u n a p erso n a por h ab itació n y el 29,9 por 100 de ellas cu e n ta en tre u n a y dos p erson as p or h ab itación , sien ­ do en el con ju n to del país estos p o rcen tajes del 62,5 por 100 y el 33,9 por 100, resp ectiv am en te.

Los servicios Dentro del título genérico de «servicios» vam os a con siderar la tenencia o disfrute de aquellos tan im prescindibles como son: el agua* corriente, los servicios de aseo e higiene y la cale­ facción, incluyendo, adem ás, aspectos tales como el com bus­ tible usado en la cocina, la en ergía eléctrica consum ida o la tenencia de teléfono, que nos definen el grad o de desarrollo o de prim itivism o de la vida dom éstica rural, incluyéndose en el cuadro 2 alg u n as de estas cuestiones. Antes de en trar en el an álisis porm enorizado de c a d a uno de los servicios citados, es preciso recalcar el hecho de que no es la «condición ru ral», tal y como aquí se viene entendiendo, el factor determ inante de la m ayor o m enor disponibilidad de los servicios citados. M ás sign ificativa que la condición ru ral es el hecho regional, con la s diferen cias de desarrollo, de todos co­ nocidas, entre u n as y otras, lo que hace que en el propio m undo ru ral se den m ayores diferen cias entre u n as regiones y otras que las h ab id as en el conjunto n acional entre la zona ru ral y la urban a, m ejor equipada. Ante esta situación, y aunque quede fu e ra de los objetivos del presente trabajo, no podem os gen eralizar y eq u ip arar el equipam iento en la población ru ral de E xtrem ad ura con el de V ascon gadas-N avarra, por ejemplo, por lo que aunque m uy som eram ente h ab rá que citar tales diferencias, que en algu nos

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caso s llegan a ser fra n ca m e n te escan d alosas, com o verem os m ás ad elan te. U n p rim er caso, que co rro b o ra lo dicho a n terio rm en te, lo p re sen ta la te n e n cia o c a re n c ia de a g u a co rrie n te en la vivien­ da. En efecto, m ien tras que el 30,5 p or 100 de las viviendas ru ra le s no disponen de ag u a, en la zona u rb a n a éstas sólo r e ­ p re sen tan el 4,4 p or 100, lo que supone que en e sta zona existen siete veces m enos viviendas que en la zon a ru ra l, que no dis­ ponen de a g u a corrien te. Sin em b argo, si tenem os en cu e n ta lo que sucede a nivel re g io n al nos en co n tram o s con que fren te al 4,8 por 100 de viviendas que no disponen de a g u a co rrien te en C atalu ñ a-B aleares, en la reg ió n m u rc ia n a este p o rcen taje es del 79,3 p or 100; en E x tre m a d u ra , del 53,1 p o r 100, y en A stu rias-L eón son el 52,2 p o r 100 las viviendas que no disponen de a g u a co rrien te. V em os que incluso este últim o p o rcen taje es ca si once veces su p erio r al corresp on d ien te a la p rim e ra de las region es citad as. A n álogas con sid eracion es c a b ría h a c e r si tenem os en cu e n ta el h ech o de c o n ta r con a g u a fría y calien te, de la que disponen en la región v a s c o -n a v a rra en el 65,6 p or 100 de las viviendas ru ra le s y ta n sólo en el 4,8 p o r 100 de las extrem eñ as. Q uizá los servicios m ás im prescindibles p a r a el hom bre de h oy sean los de aseo e higiene, m u y posiblem ente ta n n e ce sa ­ rios com o el a g u a co rrien te o la luz eléctrica. Sin em b argo, y pese a ello, en el conjunto n acio n al no disponen de tales se r­ vicios en el 17,6 p or 100 de las viviendas, m otivad o en g ra n m edida p or el altísim o n ú m ero de viviendas ru ra le s que no disponen de tales servicios que rep resen tan el 46,5 p or 100 de ellas. Como es de suponer, las d iferen cias region ales se h a ce n aquí tam b ién sentir, y así en C a talu ñ a-B aleares y V asco n g ad asN a v a rra ap ro xim ad em en te sólo un 10 por 100 de las viviendas no cu en tan con servicios de aseo e higiene, cu an d o en E x tre ­ m ad u ra, León -A stu rias y la región m u rc ia n a dicho p o rcen taje su p e ra el 70 p or 100, teniéndose que el 82,8 p or 100 de las vi­ viendas ru ra le s de la ú ltim a región cita d a no cu e n ta n con dichos servicios. El disfru te de calefacció n , que e stá condicionado en g ra n m ed id a por las d iferen cias clim atológicas, p resen ta, a p a rte de

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200

éstas, las lógicas diferen cias de desarrollo regional, y a sí en León-A sturias y C astilla la Vieja, con tem peratu ras in vern ales m uy rigu rosas, tan sólo disponen de algú n tipo de calefacción en prácticam ente m enos del 20 por 100 de las viviendas ru rales, cuando el 55,1 por 100 de las viviendas de C atalu ñ a-B aleares disponen de calefacción, fundam entalm ente «móvil», y ello a p esar de go zar de tem peratu ras invernales a nivel region al m u­ cho m ás ben ign as que la s su frid as por las dos regiones citad as anteriorm ente. E n el con ju n to del m undo ru ra l, la fa lta de ca le fa cció n a fe c ta al 72,7 p or 100 de las viviendas, con lo que se sitúa, al ig u al que o cu rre en el con ju n to n acio n al, en el servicio m enos gen eralizad o. T én gase en cu en ta que en el con ju n to n acio n al ta n sólo el 13,2 p or 100 de las viviendas no disponen de a g u a co rrien te, el 17,6 p or 100 no tienen servicios de aseo e higiene y las que no tien en calefacció n se elevan h a s ta el 45,7 por 100, lo que supone que en la m itad de las viviendas esp añ olas se p a sa frío, sufriendo ta l in clem en cia tre s c u a rta s p a rte s de las viviendas ru rales. P o r lo que re s p e c ta al com bustible u sad o en la cocin a, e stá cla ro que el desarrollo llev a consigo u n a g en eralizació n del em pleo de fu en tes e n erg éticas de fá cil m anejo, rá p id a s y lim ­ pias, com o son la electricid ad y, au n q u e m enos lim pia, el gas. De este m odo, m ie n tra s que en el con ju n to n acio n al e sta s fu en tes son u tilizad as en el 85 p o r 100 de las viviendas, en las poblaciones de m ás de 50.000 h ab itan tes su uso se g en eraliza ap ro xim ad am en te al 95 p or 100 de las viviendas; las cifra s e x a c ­ ta s son: 6,7 p o r 100 que em p lean la electricid ad y 87,7 p or 100 que co cin an con gas.

Por su parte, el m undo ru ral u tiliza en la preparación de su s com idas, en la s dos terceras p artes de los casos, el gas, si­ guiéndole en im portan cia el em pleo de leñ a y otros com bus­ tibles, como es el petróleo, cuyo uso se extiende al 29,1 por 100 de las viviendas. Si significativo es de por sí el porcentaje global an tes indi­ cado por lo que supone de prim itivism o, m ucho m ás lo es si se tienen en cuenta los datos p arciales regionales, según los cuales en C astilla la Vieja, G alicia, León-A sturias y M urcia el empleo de leñ a y otros com bustibles distintos de la electri-

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C

u a d r o n ú m

. 2

DIVERSOS SERVICIOS DE VIVIENDAS RURALES

T am añ o del m u nicipio y región C onjunto M enos de

nacional ........................ habitantes ..........

2.000

A n d alu cía ........................................... A ragón ................................................. C a n a ria s ................................................ C astilla la N u e v a ............................ C a stilla la V i e j a ............................. C a ta lu ñ a -B a le a re s ............................ E xtrem ad u ra ..................................... G a l i c i a .................................................. L eón-A sturias .................................... M u r c i a .................................................. V a le n cia ... ........................................ V asco n g ad as-N a v a rra..................... F

uen te:

Equipamiento

y

No tien e a g u a co rrien te

13,2 30,5 39,0 18,0 —

32,7 33,2 4,8 53,1 5,6 52,2 79,3 27,2 8,4

No tien e c a le fa c c ió n

No tien e serv icio s de aseo e hig iene

45,7 72,2 86,5 72,8

5,6 0,5 54,6 34,3

62,3 79,3 44,9 97,4 66,7 86,1 93,1 69,1 63,6

53,6 56,9 9,7 71,9 38,9 77,3 82,8 25,6 11,6





S í tien e teléfo n o

33,8 12,4 7,1 19,4 — 13,6 10,1 19,5 9,0 16,7 3,9 —

12,3 21,8

condiciones de la vivienda familiar, I. N. E., mayo 1976. C*

índice

5

202

cidad, el gas y el carb ó n se g en eraliza a casi la m itad de las viviendas, cu an d o no son m ayorías, com o sucede en la ú ltim a región o en G alicia si se to m an en con sid eración en virtu d de su e s tru c tu ra ad m in istrativ a, los m unicipios con u n n ú m ero de h ab itan tes com prendidos en tre 2.000 y 10.000, que es el e stra to m ás d esfavorab le en todo lo que a equipam iento fa m ilia r se refiere. En cu an to al consum o de en erg ía e lé ctrica es de se ñ a la r el h ech o de que en el 87 p or 100 de las viviendas ru ra le s éste no sob rep asa los 100 k w /h al mes, teniendo un consum o m en ­ sual m en or de 25 k w /h en el 34,8 p or 100 de las viviendas. P a ra te n e r u n a id ea de lo que tales consum os suponen b aste d ecir que un televisor en blanco y n egro viene a con su m ir 0,50 k w /h c a d a h o ra de fu n cion am ien to, un frig o rífico 0,20 kw p o r h o ra y u n a p lan ch a 1 k w /h . Como e ra de esp erar, el consum o de en e rg ía e stá ín tim a ­ m en te ligado al g rad o de d esarrollo region al, y así se puede e stim ar que el consum o m en su al m edio de electricid ad en las viviendas ru ra le s de León -A stu rias no supere los 35 k w /h , a p esar de que en d ich a región , que ta n sólo com p ren d e a las p rovin cias de León, Z am o ra, S a la m a n ca y Oviedo, se p ro d u zca ap ro xim ad am en te el 25 p o r 100 de la en erg ía e lé ctrica del país. En el polo opuesto nos en co n tram o s u n a vez m ás con las p ro v in cias v a sco -n a v a rra s y cata la n a s-b a le a re s, en las que el consum o m edio m en su al p or vivien d a se puede situ a r en las p roxim id ad es de los 130-140 k w /h , lo que supone c u a d ru p lica r el consum o de la región astu r-leo n esa, a p e sa r de que la p ro ­ ducción co n ju n ta de las dos region es es in ferio r a la de aq uélla. P o r últim o h a y que se ñ a la r la re la tiv a g e n eralizació n del d isfru te del teléfono en las dos region es m ás d esarro llad as, en las que de c a d a cin co viviendas u n a posee teléfono cu an d o en L eón -A stu rias disponen de él u n a de c a d a 25 viviendas.

Electrodomésticos y aparatos de música y televisión Es en este cam p o donde se n o ta un cierto grad o de des­ arrollo, que no es tal, com o se h a visto an terio rm en te, sino m ás bien u n seu dodesarrollo del m undo ru ra l, en g ra n m e d ica p rod u cid o p or el co n stan te bom b ard eo p u b licitario a que se

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203

ve som etido el hom bre ru ra l, y en p arte, y é sta es quizá la ra z ó n fu n d am en tal, a la red u cid a inversión n e ce sa ria p a ra la ad quisición de estos bienes, dado el sistem a a ctu a l de v e n ta a plazos. A lo exp u esto an terio rm en te se pueden añ ad ir, en tre otros, hechos tales com o: — L a fa lta de m u jeres jóvenes que realice n las ta re a s que trad icio n alm en te h an venido realizan d o, y m u y p a rtic u la r­ m en te el lavad o de la rop a, en los lav ad ero s m u n icip ales o rib e ras de los ríos, p rá c tic a s hoy en desuso. — L a no existen cia de tien d as de com estibles p ereced eros. — La fa lta de cen tro s de esp arcim ien to y re cre o . — Y el propio em peño de los hijos em igrad os en d o ta r en la m edida de sus posibilidades a sus m ay o res de los bienes de que de ellos d isfru tan , un poco llevados p or su p rop ia vanidad. El siguiente cu ad ro núm . 3 m u e stra e\ p o rcen taje de vivien­ d a s que disponen de c a d a uno de los electrod om ésticos y a p a ­ ra to s m ás sign ificativos, tan to en el conjunto n acio n al com o los valores corresp on d ien tes a los m unicipios de h a sta 2.000 h a b itan tes: CU ADRO

NÚ M.

3

P O R C EN TA JE DE HO GARES QUE PO SEEN CADA UNO DE LO S SIG U IE N TE S B IE N E S EN LA V IV IEN D A PRINCIPAL

Electrodoméstico o aparato

Municipios de hasta 2.000 h.

Conjunto nacional

Frigorífico.......................................... .. Lavadora no autom ática................ .. Lavadora au tom ática...................... .. Secadora ............................................. .. Lavavaj i l l a s ....................................... .. Aspirador............................................ .. Radio o tran sisto r............................ .. Televisión........................................... .. Tocadiscos............................................ .. Magnetófono o c a se te ..................... ..

49,9 29,4 10,7 2,9 0,3 0,9 71,9 60,0 5,7 6,3

73,7 31,9 27,9 6,3 2,6 8,7 76,1 79,4 19,1 16,3

F u en te .- Equipamiento y condiciones de las viviendas familiares. I. N. E., mayo 1976.

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Como puede apreciarse, en el m undo ru ral la radio y la televisión son bienes relativam ente generalizados, m ás el p ri­ m ero que el segundo, en con tra de lo que acontece en el con­ junto nacional, en el que la televisión y a h a desplazado a la radio y p resen ta u n a ligera superioridad. E stá claro que a p e sar de la su perioridad aú n existente en el medio ru ral de la radio sobre la televisión es de esp erar que esta ú ltim a in flu y a m uy decisivam ente sobre la población y origin a u n a m ayor dem an da de este bien, como h a sucedido en el medio urbano, lo cual ocasion ará a su vez u n a m ayor de­ m an d a del resto de los bienes citados como consecuencia de la constante p ro p agan d a televisiva de estos bienes, ya citad a an ­ teriorm ente. Vemos, pues, que si bien el prim er y au n prim ordial elem en­ to de esparcim iento se rá la radio, é sta con el tiem po v a per­ diendo terreno y c re a la n ecesidad de en riquecerla con la im a­ gen. U n a vez extendida la televisión, ésta a rr a stra a la pobla­ ción en el sentido de cre ar en ella la necesidad de otros bienes de m ayor o m enor utilidad. Por lo que resp ecta a la distribución region al de tales bienes, es de señ alar la m enor diferen cia que existe en los caso s de la radio y la televisión, en com paración con otros bienes y ser­ vicios, y así m ien tras en mínimo porcentaje de h ogares que disponen de televisión se tienen en León-A sturias y G alicia, con poco m ás del 40 por 100; en V asco n gad as-N avarra y C ataluñ a-B aleares cuentan con televisión en el 74,1 por 100 y 78,7 por 100 de los hogares, respectivam ente, con lo que estos v a ­ lores no llegan a du plicar a aquéllos. Por el contrario, en el disfrute de otros bienes de tan ta utilidad m aterial como son el frigorífico y la lavadora, tanto au tom ática como no autom ática, se presentan idénticas dife­ ren cias a la s expu estas en el ap artad o de servicios. B aste citar, por ejemplo, que en el 82,8 por 100 de los h ogares catalan es y b aleares disponen de frigorífico, m ien tras que en G alicia, en los m unicipios de m enos de 2.000 habitan tes, este porcentaje es del 22,2 por 100 y 16,7 por 100 el correspondiente a los m uni­ cipios com prendidos entre 2.000 y 10.000 habitantes.

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C

uadro

n ú m

.

4

P O R C E N T A JE DE H O G A R ES Q UE P O SE E N D IV E R S O S A PA R A TO S E LE C T R IC O S E T am añ o del m u n icip io y re g ió n

C o n ju n t o M en o s de

n a c io n a l

2 .0 0 0

.....................

h a b it a n t e s .

A n d a lu c ía .................................. A ragón ........................................ C an arias .................................... C astilla la N ueva ................. C astilla la V ie ja ...................... C a talu ñ a-B a le a re s ................ E x trem a d u ra .............................. G a l i c i a ......................................... León-A sturias ......................... M u rcia ........................................... V a le n cia ..................................... V ascongad as-N avarra......... F

u en te:

F r ig o ­ rífic o

Lavad, no a u t.

73,7 49,9 33,2 57,3

31,9 29,4 19,2 30,8

56,0 41,9 82,8 33,5

43,3 32,6 34,1 20,3

2 2 ,2

24,5 24,1 59,2 70,5

A

l e c t r o d o m é s t ic o s



12,7 —

24,9 50,4

L avad . a u to m .

27,9 10,7 4,9 9,9 9,7 8 ,2

23,5 5,1 16,7 3,9 —

1 0 ,0

25,8

paratos

de

m ú s ic a

y

t e l e v is ió n

T o ca ­ M a g n e t. o K -7 disco s

Seca­ d o ra

Lavav a jilla s

A sp i­ rad o r

R a d io o tr a n s .

TV

6,3 2,9 0,7

2 ,6

0,3

8,7 0,9

76,1 71,9 65,9 72,3

79,4 60,0 53,9 59,9

19,1 5,7

75,0 73,6 77,8 60,5 66,7 70,9 55,2 63,7 80,7

65,9 57,8 78,7 50,8 55,6 41,1 58,6 61,6 74,1

3,2 3,4 14,9





0 ,6

0,3

0,5

2,3 1,4 3,3 0,3 16,7 0,4

0 ,1 0 ,2

0 ,6 0 ,8



0,7 25,5

0,7

1,5





5,6 —

1 1 ,1 0 ,1





0,4 0,9



5,1

6 ,1

4,6

2 ,0

5,6 3,0 3,4 4,2 11,4

16,3 6,3 7,7 6 ,2

5,3 4,6 1 1 ,1

4,5 1 1 ,1

2,9 3,4 6,3

1 0 ,6

Equipamiento y condiciones de la vivienda familiar. I. N. E., mayo 1976. ro

o

índice

Ul

5

206

El cu ad ro n ú m ero 4 m u e stra p a ra ca d a región el p o rcen taje de h o g ares que disponen de ca d a uno de los electrod om ésticos de m ay o r uso, así com o de a p a ra to s de m ú sica y televisión.

III.

EQ UIPAM IENTO CO LECTIVO

Las carreteras

Desde la brevedad obligada de este trabajo sólo vamos a considerar unos cuantos indicadores de los muchos existentes relativos al equipamiento colectivo, de entre los que merece ser citado, en primer lugar, la accesibilidad al mundo rural. Es la c a r r e te r a el m edio indispensable p a ra c o n ta c ta r al hom bre con el resto del m undo del que fo rm a p a rte . D ado que p rá ctica m e n te no existe n in gú n n úcleo de población sin c a ­ rre te ra , com o lo d em u estra el h ech o de que en la « E n cu esta sobre in fra e stru ctu ra , servicios y eq uipam iento m unicipal» re a liz a d a en 1971 p o r la P resid en cia de G obierno p a ra el III P lan de D esarrollo, ta n sólo existiese un 0,69 p or 100 de en ­ tid ad es de población que no poseían c a rre te ra s .

A la vista de la casi generalizada posesión de carreteras hay que pensar en que el indicador más significativo al respecto será la mayor o menor calidad del firme, lo que, en definitiva, supone mejor o peor estado del mismo. En 1975, en el con ju n to de c a rre te ra s , tan to de la red com o los corresp on d ien tes a las D iputaciones, existían p a ñ a 20.003,9 kilóm etros de c a rre te ra s de m aca d a m , eq u ivalía al 13,9 p or 100 del to tal de c a rre te ra s citad as, ta l p o rcen taje en 1972 del 31,7 p or 100.

e sta ta l en E s­ lo que siendo

Es claro que no todas las provincias sufren de idéntica proporción de carreteras de macadam, pudiendo afirmarse de forma genérica que el mayor grado de desarrollo de una pro­ vincia lleva consigo la desaparición del macadam para pasar a la calidad inmediatamente superior del tratamiento super­ ficial. Según datos del in form e FO ES S A 1975, existe u n a fu e rté co rrelació n en tre las v ariab les «agrarism o» y «calidad de fir­ me» evalu ad o en % de m a ca d a m sobre el to ta l de firm es, d e

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207

m odo que en ia¿> le ch a s a que se refiere la m en cio n ad a publi­ ca ció n (1970-1973), cu an to m ay o r e ra el p o rcen taje de pob la­ ción a ctiv a del secto r p rim ario en u n a p rovin cia, peores c a r r e ­ te ra s pisaban. Es evidente que la calid ad de las c a rre te ra s de u n a p ro ­ vin cia viene d eterm in ad a p or m últiples variab les, ad em ás de la y a in d icad a, com o pueden ser la situ ación g e o g rá fica de la p rop ia p rovin cia, la densidad de tráfico , la densidad dem o­ g rá fic a de la p rovin cia, etc.; sin em b argo, y au n q u e no existe u n a relació n c la r a y definida, p arece que la v ariab le «porcen­ taje de P. A. a g ra ria » ejerce un papel p rep on d eran te en la d eterm in ació n del firm e de las c a rre te ra s , y así, en 1975, las seis p rovin cias con m a y o r p rop orción de c a rre te ra s de m a c a ­ dam se situ ab an en uno de los p rim eros 25 puestos de la ord en ación provincial, según el g rad o de ag rarism o , osten tan d o la p ro v in cia de Lugo los p rim eros puestos, ta n to en lo que a a g ra rism o se refiere com o en la can tid ad re la tiv a de c a rre te ra s de m acad am .

Las seis provincias antes citadas, además de la de Lugo, que, con el 45,8 por 100 de sus carerteras de ínfima categoría se sitúa a la cabeza, son: Córdoba, que cuenta con un 42,2 por 100 de carreteras de macadam; Badajoz, con el 33,6 por 100; Salamanca, el 33,3 por 100; Jaén, el 29,3 por 100, y Orense, el 27,5 por 100. Como puede apreciarse, todas ellas son provincias de marcado carácter agrario, con clara superioridad de la po­ blación activa agraria sobre el resto de actividades, excepto en Córdoba y Salamanca, en las que el sector servicios es la actividad dominante en cuanto a población ocupada se refiere. El agua y la electricidad

Centrándonos ya en el propio municipio y en los servicios de que éste dispone, y ante la falta de información actualizada relativa a estas materias, es necesario recurrir a la encuesta ya citada en párrafos anteriores, complementando dichos resul­ tados siempre que sea posible con informaciones más recientes. El abastecimiento de agua a una población, junto con el de electricidad, son servicios que resultan indispensables al

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208

hombre de hoy. Sin embargo, en 1971 el 31 por 100 de las en­ tidades de población encuestadas no disponían del primero de los servicios y el 19 por 100 no disponían del segundo. A la v ista de los resu ltad o s p rovin ciales obtenidos en la en cu esta, p a re ce que la fa lta de ab astecim ien to de a g u a a los cen tro s de p oblación viene con d icion ad a fu n d am en talm en te p or las condiciones clim ato ló g icas e h id ro g rá fica s ad v ersas, no siendo fa c to r d eterm in an te el g rad o de ru ra lism o de la p rov iacia. Así nos en co n tram o s con que la m a y o r c a re n c ia de este servicio se p re se n ta en A lm ería, en donde el 77 p or 100 de las entidades de p oblación c a re c e n de ab astecim ien to de a g u a, siguiéndole p rovin cias tales com o G ra n a d a , B aleares, M u rcia, A lican te y Sevilla, y au n q u e las dos p rim e ra s sean cie rtam en te p rovin cias a g ra ria s , no o cu rre así con las re s ­ tan tes.

Si como hemos expuesto el mayor o menor carácter agra­ rio de una provincia no es el factor determinante del abaste­ cimiento a las poblaciones, sí lo es el abastecimiento a las vi­ viendas que las conforman. Lo confirma el que en las provin­ cias de Lugo, Orense, Almería y Pontevedra, que ocupan pues­ tos anteriores al décimo en la clasificación provincial según su agrarismo, más del 80 por 100 de las entidades de población no disponen de abastecimiento de agua a domicilio, cuando en el conjunto nacional estas entidades sólo representan el 47 por 100 del total de núcleos de población. En cuanto a la calidad del agua suministrada hay que se­ ñalar, dejando a un lado cuestiones como el contenido de sa­ les u otros factores que hagan que unas sean más apetecibles que otras, que si bien en el conjunto nacional en el 36 por 100 de los núcleos se presentan problemas de contaminación, exis­ ten provincias como Lugo, La Coruña, Madrid, Pontevedra y Baleares en las que tales problemas se presentan en más del 60 por 100 de los núcleos, llegándose en la primera de las cita­ das a alcanzar el 91 por 100. Para solucionar tal problema no queda otra solución que disponer de estaciones depuradoras, cuya generalización de­ biera venir impuesta por los riesgos de contaminación exis­ tente, lo cual no se acerca siempre a la realidad, y así mien­ tras que en Madrid y La Coruña el porcentaje de entidades

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q u e no disponen de este tipo de estacion es ta n sólo es del 20 p o r 100 y del 35 p o r 100, en Lugo, con un gravísim o riesgo de co n tam in ació n , se eleva y a al 57 por 100, y en B a le a re s y Pon ­ tev ed ra, con idénticos prob lem as cu a n tita tiv a m e n te que M a­ d rid , no gozan de tal d ep u ració n el 81 y el 75 por 100, re sp e c­ tiv am en te, de sus cen tro s de población. Y a se vio an terio rm en te cóm o el sum in istro de electricid ad e s tá m ás gen eralizad o que el ag u a, quedando, según datos de la e n cu esta que venim os m an ejan d o, tan sólo un 19 por 100 de entidades de p oblación sin in stalació n eléctrica . F ig u ra b a a la cab eza en la fa lta de in stalació n e lé ctrica la p ro v in cia de G u ad alajara, que cu e n ta con un 60 por 100 de su población h ab itan d o en m unicipios de m enos de 2.000 h a ­ b ita n tes y con u n a ta s a de P. A. a g r a r ia su p erior a la m edia n acio n al. Tal c a re n c ia se p ad ecía en el 89 p or 100 de los n ú ­ cleos, con lo que se situ ab a en m ás de 25 puntos p or en cim a de sus inm ed iatos seguidores, que e ra n La C oru ñ a, Las P alm as, O rense, Lugo y A lm ería.

L a cultura y la educación

Se puede considerar que la existencia de biblioteca pública es un indicador válido y significativo del acceso a la cultura de un pueblo. Pues bien, si aceptamos tal premisa podemos afirmar que existe una relación inversa entre el nivel cultural de una provincia y su grado de ruralismo. Tal hecho lo con­ firman los resultados obtenidos en la encuesta sobre equipa­ miento municipal, ya citada, de la que se desprende que, aun­ que no existe una relación de proporcionalidad inversa, sí al menos existe una tendencia a que se cumpla tal relación, te­ niéndose que en las provincias en que mayor porcentaje de municipios carecen del citado servicio se tiene una partici­ pación de la P. A. agraria en el total de P. A. superior a la media nacional. Destacan por la falta de bibliotecas públicas las provin­ cias de La Coruña, Santa Cruz de Tenerife, Cuenca, Zamora, Orense, Logroño y Lérida y León, todas ellas con un porcen­ taje de municipios carentes de bibliotecas que oscila entre el 14

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50 por 100 de la última provincia citada y el 75 por 100 de la primera. Por lo que respecta a la educación, y evaluando ésta en tér­ minos de desescolarización, es un hecho claro y comprobado que a mayor grado de ruralismo le corresponde una menor tasa de desescolarización, la cual alcanza las cotas más altas en las zonas urbanas e industriales y, por tanto, es en las provincias con mayor población urbana donde más niños en edad escolar padecen esta deficiencia a pesar de la obligato­ riedad impuesta a la enseñanza y no cumplida por falta de medios. En esta cuestión las provincias que reiteradamente se han venido citando presentan los valores más bajos y, concreta­ mente, Lugo y Pontevedra, dan las menores tasas de desesco­ larización para cederles tres de los cuatro primeros puestos a Madrid, Vizcaya y Sevilla.

La sanidad

No existe en el terreno de la sanidad excesivas diferencias entre provincias agrarias y las que no lo son, si utilizamos los indicadores clásicos de médicos y camas hospitalarias por 1.000 habitantes. Sin embargo, es de todos conocido el tremendo problema que supone la falta del médico en un pueblo, situación fácil­ mente constatable a poco que se conozca el mundo rural, lo que nos hace desechar los indicadores anteriores y recurrir a uno que puede ser altamente significativo: el de médicos por municipio. Según d atos del A n u ario E stad ístico de E sp añ a, el n ú m ero de m édicos colegiados en 1974 que resid ían en algú n m unicipio de la p ro v in cia distinto de la ca p ital asce n d ía a la c ifra de 17.232, con lo que, dado que el n ú m ero de m unicipios supe­ ra b a los 8.500, el n ú m ero de m édicos que le corresp on d ía a c a d a m unicipio, in d ependientem ente de su tam añ o, e ra de p rá ctica m e n te dos m édicos p or m unicipio.

A pesar de que a escala nacional a cada municipio le co­ rresponderían dos médicos, la realidad es muy diferente, y así

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nos encontramos con provincias como Guadalajara y Soria en que el número de municipios triplica al de médicos residentes fuera de la capital. Esto supone que cada médico tiene que atender a la población de tres pueblos, que aunque sean de ínfimo tamaño no, podrán ser atendidos en las condiciones que la medicina moderna reclama, produciéndose, pues, una situa­ ción agobiante para el médico y recibiendo la población afec­ tada un mal servicio médico. Aunque menos acentuadamente, tal situación se presenta en otras muchas provincias, entre las que destacan: Cuenca y Segovia con un médico cada dos municipios, y Zamora, Avila y Lérida con aproximadamente dos médicos para tres municipios, a las que habría que añadir seguramente las pro­ vincias gallegas si existiese en ellas una distribución del te­ rritorio y de la población en municipios análogos a las del resto del país. Habría que añadir a los servicios mencionados cuestiones de tan vital importancia como las de correspondencia y te­ léfonos, servicios comerciales, centros recreativos y otros mu­ chos bienes y servicios que definen el equipamiento de la co­ lectividad; sin embargo, hay que renunciar a tan ambicioso objetivo por la brevedad impuesta, aunque no hay que des­ cartar el profundizar en el tema dada la importancia del mismo.

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ANEXO Algunos problemas del campo andaluz

Todo proceso de industrialización lleva consigo la pérdida de peso específico para el sector agrícola en beneficio de otros sectores productivos. El crecimiento económico español —des­ ordenado y contrahecho— ha agudizado esta crisis inevitable. Los gigantescos costos sociales y humanos que ha provocado podían haberse disminuido con una planificación económica más racional. Una cosa es clara en la actualidad: la agricultura es el sec­ tor más deprimido en el conjunto de la producción. En 1975, la agricultura ocupaba el 22,01 por 100 de la población activa es­ pañola, pero sólo aportaba el 8,90 por 100 del producto nacio­ nal bruto. Este dato nos descubre ya lo que podemos llamar la «baja productividad» del campo. Confrontando los sectores producti­ vos, tenemos estos resultados: V a lo r añadido b ru to por em pleo en 1975

Pesetas A g ricu ltu ra ........ P e s c a .............. . ... ..................... I n d u s t r i a ..................................... Servicios ... ... ... ................

171.000 385.000 450.000 537.000

(B an co de Bilbao, R en ta n a cio n a l 1975)

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Los restantes sectores productivos superan a la agricultura en más del doble, en cuanto a productividad se refiere. Los servicios tienen triple productividad. Desde esta perspectiva, podemos decir que la agricultura no genera plusvalía, que no es rentable. Y, naturalmente, se comprende la creciente descapitalización del sector agrícola y su endeudamiento cada día más agobiante. Pero analizando la realidad desde otro punto de vista, se puede detectar con más precisión el proceso en que estamos sumergidos. La plusvalía generada en la agricultura se tras­ pasa casi íntegramente a otros sectores productivos: — A la industria, a través de la maquinaria agrícola, los abonos, insecticidas, etc. — A los servicios, a través de la comercialización de los productos agrícolas. Podemos decir que la industria y los servicios «se comen» literalmente al campo. Esta visión rápida de una realidad compleja y sangrante nos sugiere tres reflexiones, que pueden introducirnos en la problemática del campo andaluz. Primera.—Se comprende que las regiones, comarcas y zo­ nas predominantemente agrícolas se encuentren cada vez más deprimidas y subdesarrolladas. Por ejemplo, la participación de Andalucía en la renta nacional va decreciendo: — en 1971 e ra el 73,63 por 100 de la m ed ia n acion al.

— en 1973 era el 72,72 por 100. — en 1975 e ra el 71,24 por 100. (E lab orad o sobre d atos del B an co de Bilbao.)

Segunda.—Paralelamente, las comarcas y regiones indus­ trializadas realizan un expolio implacable sobre las regiones marginadas. Los datos de los últimos quince años son espec­ taculares: — El éxodo rural hacia las ciudades. — Las migraciones de las regiones agrícolas hacia las re­ giones industriales.

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— El trasvase de capital agrícola hacia sectores más pro­ ductivos. Tercera.—La solución a los problemas del campo no se pue­ den buscar solamente desde la agricultura misma. Es necesa­ rio encuadrarlos en el conjunto de los sectores productivos y en sus mutuas dependencias. LAS AGRICULTURAS ANDALUZAS La configuración geográfica de Andalucía, los terrenos cul­ tivados, el régimen de tenencia de tierras, los cultivos... son tan diversos, que no se puede hablar del campo andaluz como de una realidad homogénea. Más que de la agricultura anda­ luza, habría que hablar de «las agriculturas andaluzas». Con esta advertencia aportamos algunos elementos que considera­ mos importantes. Excesiva población agrícola... En el últim o trim estre de 1977 los trab aja d o re s a g ríco las sig n ificab an el 27,09 por 100 de la población a ctiv a an d alu za. L a m ed ia n acio n al e ra el 20,71 p or 100, y C ata lu ñ a ten ía el 6,45 por 100 (en cu esta de población a c t i v a ) . P a ra situ arse en la m e­ d ia n acio n al sob ran en A n d alu cía 110.000 tra b a ja d o re s en el cam po. P o r supuesto, si querem os ig u alarn o s con C atalu ñ a, nos sob ran 350.000 cam pesinos.

Esta constatación nos descubre el primer problema de An­ dalucía: el exceso de mano de obra agrícola significa am en aza perm anente de paro. En otros sectores productivos no se crean puestos de trabajo que absorban el excedente de mano de obra agrícola. Por eso el campesino andaluz es carne de emigra­ ción. Mientras la emigración ha sido posible, el paro andaluz ha quedado oculto y escamoteado de forma consciente. El cos­ te social se traduce en la pérdida del 20 por 100 de la población en diez años. ... con enorm e m asa de asalariad o s

En Andalucía, los asalariados suponen el 69,18 por 100 del campesinado. Cifra espectacular que provoca enormes tensio­

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nes en el cam po. Estos asalariad o s sign ifican el 39,93 p or 100 del a sa la ria d o a g ríco la n acion al. (B an co de Bilbao, re n ta n a ­ cion al 1975.) Es cu rioso que el p aro to tal an d alu z suele ro n d a r tam b ién por el 40 p or 100 del p a ro n acion al.

Se trata de un problema típicamente andaluz que reviste extrema agudeza en la Baja Andalucía, donde los asalariados son el 81 por 100 de los campesinos. Andalucía tiene unos 350.000 braceros agrícolas, eventuales permanentes, que sólo encuentran trabajo en las campañas agrícolas. Latifundio-minifundio Las dos realid ad es coexisten en A n d alu cía, p rovocan d o m á s con trad iccion es, si cabe. A lgunos d atos del censo a g ra rio 1972: — El 65,20 por 100 de las exp lotacion es son m en ores de cin ­ co h e ctá re a s. P ero sólo poseen el 4 por 100 de la su p erfi­ cie cen sad a. — El 87,26 p or 100 de las p a rcelas ag ríco las tien en m en os de cin co h e ctá re a s.

— Al contrario, el 1,40 por 100 de las explotaciones poseen más de 200 hectáreas, pero ocupan el 54 por 100 del te­ rritorio. El resu ltad o es que el 95 por 100 de los p rop ietarios a g ríco ­ las son pequeños y m edianos em p resarios. De ellos se c a lc u la que la m itad p or lo m enos n ecesitan b u sca r p or tem p o rad as un trab ajo asa la ria d o p a ra pod er sobrevivir. Y ten gam os en cu e n ta que el trab ajo fam iliar no rem u n erad o en las p eq u eñ as exp lotacion es o cu lta un p rob lem a de au toexp lotación .

En la conflictividad del campo andaluz, los pequeños y me­ dianos propietarios juegan un papel importante. «Empujado por la constante reivindicación salarial, el pequeño propieta­ rio se ve abocado a la socorrida y simple reivindicación de precios agrarios, que, por más justa y urgente que pueda ser, dejan intocable el problema de fondo. En esta línea de simple reivindicación de precios coincide el pequeño con el gran pro­ pietario, a quien sobre todo beneficia esta política, y más aún esta alianza, que nunca pondrá en cuestión la distinta reali­

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dad estructural que separa a unos de otros y que constituye el problema básico de la agricultura andaluza» 1. Este fenómeno explica que en las recientes elecciones a cá­ maras agrarias hayan salido elegidos los representantes de la gran propiedad, más que de la pequeña. ... Con m onocultivos

Aludimos, sobre todo, a dos cultivos que tienen gran impor­ tancia en la agricultura andaluza, por el empleo de mano de obra y por el volumen de producción. A lgodón.— E n 1975, A n d alu cía produjo el 87,39 por 100 del algodón n acion al. Sólo Sevilla a p o rta el 59,49 por 100 del to ta l n acion al. Es un cultivo en regresión (en 1973 significó el 93 por 100

de la producción nacional) por múltiples razones que no ex­ pondremos aquí. Lo que nos interesa subrayar es que, ante la crisis, las grandes explotaciones prefieren cultivar cereales (si no más productivo, al menos más seguro) y el algodón va que­ dando para las pequeñas explotaciones (menos de 10 hectáreas), donde la mano de obra familiar no remunerada hace posible la subsistencia. Nos encontramos con un cultivo conflictivo: «De una parte tiene grandes problemas agronómicos, técnicos y comerciales que cuestionan su rentabilidad y, de otra parte, por falta de alternativas de empleo, ayuda a la subsistencia de una gran masa de pequeños empresarios y jornaleros. Cla­ ramente, la situación es inestable y urge su solución» 2. El olivar. —Andalucía produjo, en 1975, el 73,90 por 100 del aceite de oliva nacional. Sólo Jaén produce el 39,86 por 100. Cultivo más problemático que el algodón porque ocupa mucha más superficie y porque su reconversión supone más pro­ blemas. — Desde el punto de vista social, absorbe mucha mano de obra durante la recolección (como máximo tres meses), pero el resto del año produce paro. 1 L uis G odoy: «Ideal», de G ra n a d a , 4-8-78. 2 G rupo E . R . A. (E stu d io s R u ra le s A n d alu ces). Se t r a t a de un g ru p o de té c ­ n icos, serio s co n o ced o res del cam p o an d alu z, que h a n pu b licad o u n a serie de a r ­ tícu lo s en el «Ideal», de G ra n a d a , d u ra n te el m es de ag o sto de 1978. («Ideal», 11-8-78).

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— Su ren tab ilid ad h a en trad o en crisis p or las cre cie n te s presiones salariales y p or la dism inución en la d em an d a de a ce ite de oliva. P or o tra p arte, h a y u n a g ra n p rop orción de oli­ v a r m arg in al y envejecido. El gru p o ER A afirm a: «Según n u es­ tr a estim ación , casi el 50 por 100 del o liv ar an d alu z no cu b re gastos» 3. H asta el m om ento p resen te, estos cultivos h a n reten id o to ­ d a v ía en su tie rra a b u en a p arte de los cam pesinos. P a ra com ­ p e n sa r las épocas de p aro se h a in stitu cio n alizad o el «nom a­ dism o ag ríco la». Se em ig ra a los hoteles de Ibiza y C atalu ñ a, a la fru ta de Lérida, a la u v a de la M an ch a y de F ra n cia , al to ­ m a te de M u rcia, a la n a ra n ja de A lm e ría ... Y todo el trasieg o en el in terio r de las p rovin cias y c o m a rca s an d alu zas. « P a ra h a cern o s u n a id ea de esta vid a am b u lan te, ca d a añ o salen a F ra n c ia m ás de 30.000 an d alu ces. En las zonas m ás pobres em i­ g r a n fam ilias com p letas con sus n iñ o s...» 4,

LAS BOLSAS DE SUBDESARROLLO El mapa adjunto indica lo que llamamos «bolsas de sub­ desarrollo» dentro del subdesarrollo5 andaluz . Se pueden dis­ tinguir tres grandes bolsas: Sierra Morena? Todo el norte andaluz, desde Huelva hasta Jaén. Sierras sub-béticas: Desde la Serranía de Ronda —gaditana, sevillana y malagueña— hasta el Alto Guadalquivir en Jaén. Sudeste andaluz: Desde la Sierra de Alhama en Granada, las Alpujarras y gran parte de Almería. E stas tres g ran d es bolsas re p re se n ta n el 55,37 por 100 del te rrito rio an d alu z.

La Sierra Morena ha sido tradicionalmente zona ganadera de tipo extensivo, con censos ganaderos muy altos. Los costes 3 Ibid. 4 Los andaluces, paraos, Pepe Godoy y José María García Mauriño.—Editorial Aljibe, Granada, 1978. 5 Para la elaboración de las comarcas hemos utilizado la división de «Comarcalización agraria de España, 1977» del Ministerio de Agricultura.—Los niveles de ren­ ta están tomados del libro «Los andaluces y su renta», publicado por Solidaridad Andaluza, Granada, 1978.—Los datos de población y renta se refiere al año 1975.

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elevados en mano de obra, la falta de infraestructura comer­ cial y de comunicaciones, la ausencia de política agraria por parte del Gobierno... han hecho descender rápidamente la pro­ ducción ganadera. En 1971, la producción final ganadera de Andalucía representaba ya solamente el 12,04 por 100 del total nacional. Pero en 1975 descendió al 9,68 por 100 del conjunto nacional. Las restantes comarcas marginadas son más heterogéneas: producción forestal, explotaciones familiares de autoconsumo, secanos poco productivos, grandes superficies donde la erosión es alarmante y zonas desérticas. Almería y Granada tienen el mayor índice de erosión de toda España. Estas comarcas subdesarrolladas tienen unos puntos en co­ mún que indicamos brevemente: 1. P o ca población y m u y dispersa.— L a densidad m ed ia de p ob lación de estas co m a rca s es de 28 h ab itan te s p or kilóm etro cu a d ra d o (la m ed ia n acio n al en ese m ism o año 1975 e ra de 71 h a b /k m 2 y la de A n d alu cía e ra de 70). H ay co m a rca s con 11, 14, 15 ó 17 h a b /k m 2.

La desertización de casi todas estas comarcas se agrava por la dispersión de sus habitantes: municipios que se componen de 10 y hasta de 40 núcleos de población. Esta distribución geo­ gráfica configura la estructura social: aislamiento, falta de servicios mínimos —agua, luz, escuelas, comunicaciones...—, bajo nivel cultural, etc. 2. Bajo nivel de re n ta . —Casi todas ellas se sitúan en la mitad de la media nacional, oscilando entre el 42 y el 60 por 100. Nos referimos, naturalmente, a la m ed ia de c a d a co m a rca , sabiendo que las cabeceras de comarca «tiran hacia arriba» del conjunto comarcal. La provincia de Granada es la peor si­ tuada en renta por comarcas. Como resumen de estas comarcas marginadas tenemos es­ tos datos: — O cupan el 55,37 por 100 del territo rio andaluz.

— En ellas viven el 21,88 por 100 de la población andaluza. -— Pero sólo reciben el 14,86 por 100 de la renta andaluza. Jo sé GODOY LOPEZ

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(Sierra Morena en el cm. (Biblioteca Promo­ Publicaciones, Madrid, de Economía).

Leal, José Luis: L a agricultura en el desarrollo capitalista español (1940-1970), por José Luis Leal, Joaquín Leguina, José Manuel Naredo, Luis Tarrafeta. Siglo Veintiuno, Editores, Madrid, 1975. e h., 248 p., gráf., 21 cm. ISBN : 84-323-0198-1. Maurice, Jacques: L a reform a agraria en España en el siglo X X (1900-1936). Siglo X X I de España Editores, Madrid, 1975. 159 p., 18 cm. (Estudios de Historia Contemporánea Siglo X X I). ISBN : 84-323-0178-7. Maestre, Juan: H om bre, tierra y depen den cia en el Cam po d e G ibraltar. Cua­ dernos y Ciencia Nueva», Madrid, 1968. 112 págs. Martínez Alier, Juan: La estabilidad del latifundism o. «Ruedo Ibérico», París, 1968. 410 págs. Malefakis, Edward: R eform a agraria y revolución cam pesina en la España d el siglo X X . Trad. Antonio Bosch, Alfredo Pastor... Ariel, Barcelona, 1970. 523 p., 22,5 cm. Plást. blanco (Col. Horas de España). Naredo, José Manuel: La evolución de la agricultura en España. Estela, Barce­ lona, 1971. 169 p., grab., 20 cm. (Col. Papel 451, núm. 4).

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DOCUMENTACION SOCIAL R E V IST A DE E STU D IO S SOCIALES, Y D E SO C IO L O G IA APLICADA

DOCUMENTACION SOCIAL presenta en sus números: — — — —

Estudios teóricos sobre la realidad social general o de sectores específicos. Exposición y análisis de experiencias. Modelos metodológicos para la acción. Documentación y bibliografía.

Su objetivo es ofrecer material de reflexión y estudio sobre los problemas sociales más importantes en nuestro país, respetando el plural enfoque de sus autores NUM EROS PUBLICA DO S REC IEN TE M E N TE: Numero 17. «La liberación de la mupjer». » . 18. «E l cambio social en España». » 19. «La acción de barrios» (agotado). » 20. «Desarraigo y marginación social». » 21. «La autogestión» (agotado). » 22. «Sindicalismo, hoy en España». » 23. «La educación, en crisis». » 24. «Las ciencias sociales en España» (extraordinario). » 25. «La cultura y las clases sociales». » 26/2 7 . «La realidad social y los partidos políticos». » 28. «Sociedad y marginación». » 29. «Ayuntamientos democráticos». » 30/31. «El paro». » 32. «Mundo rural y cambio social». NUM EROS EN PREPA RA CIO N : — «Ecología y medio ambiente». — «Inadaptación y delincuencia juvenil». — «El niño y su problemática». Suscripción anual: 500 pesetas, España, y 14 dólares, extranjero O FERTA E SP E C IA L : — A cada nuevo suscriptor se le regalarán dos números, según existencias. — Los números atrasados se pueden adquirir con el 50 por 100 de descuento.

Pedidos y suscripciones a:

DOCUMENTACION SOCIAL San Bernardo, 99 bis, 6.° MADRID-8

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\ N O V E D A D\

Acaba de aparecer la SIN TESIS ACTUALIZADA DEL III INFORME FOESSA 1978. En esta obra se sintetiza el I II Informe Foessa de 1975 y se actualizan todos sus capítulos hasta 1978, dedicando especial atención al estudio científico de la crisis económica y al reciente cambio político, incluidos los Pactos de la Moncloa y las Elecciones Generales de 15 de junio de 1977 OBRA

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Casi 800 páginas, con profusión de datos y gráficos Pedidos a EURAMERICA, apartado 36.204. Madrid Precio de venta: 700 pesetas índice