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MUJERES Y CIENCIA
“¿Qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo? Si en nuestra crianza nos dieran libros y preceptores, fuéramos tan aptas para los puestos y para las cátedras como los hombres…” María de Zayas
Las mujeres han tenido a lo largo de la historia muchas dificultades para realizar su labor en el mundo de la ciencia. Hoy en día, en pleno siglo XXI, la presencia de las mujeres en las categorías académicas y científicas de responsabilidad es aún escasa. En una entrevista a la neuróloga Rita Levi-Montalcini en 2005, Premio Nobel de Medicina en 1986, le preguntaron si existían diferencias entre el cerebro de hombres y mujeres. “En cuanto a las funciones cognitivas, no hay diferencia alguna”- manifestó.
Formación igual, trabajo desigual Sin embargo, en 2006, existen diversas barreras y mecanismos de exclusión a la participación de las mujeres en la ciencia. Son barreras estructurales, tanto en la sociedad como en las instituciones de la ciencia, que han obstaculizado el avance profesional de las mujeres. “Las causas son complejas, no hay que buscarlas sólo en la discriminación masculina. Intervienen valores muy arraigados profundamente en la sociedad y en las propias mujeres, como el de que lo más importante para ellas es la familia y los hijos”- dice Carmen Vela, directora general de Ingenasa, en una entrevista para “El País” (19 de enero de 2000). Margarita Salas (primera académica en la Real Academia de Ciencias), también entona un mea culpa: “quizá las mujeres científicas nos hemos resistido a ocupar puestos de dirección científico-administrativa en los pocos casos en los que se nos pueda haber ofrecido”. La igualdad en número de matrículas en la universidad todavía no tiene un reflejo en la sociedad ni en el mundo laboral. Seis de cada diez estudiantes universitarios son mujeres y un 30% del profesorado, pero el porcentaje baja a partir del rango de profesor titular y en cuanto a las cátedras, sólo un 13% estaban ocupadas por mujeres, en 2006. 123
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Ingeniería y arquitectura, esta última cada vez menos, conservan el estereotipo de ser carreras de hombres. Sólo un 20% de los estudiantes de ingeniería son mujeres. Sin embargo, en medicina, derecho o económicas la cifra de alumnas es igual o superior a la de alumnos. En investigación industrial, las mujeres representan el 15% en la Unión Europea. Pero su presencia en puestos jerárquicos desciende hasta el 3%.
“En la ciencia todavía no existe el tanto monta-monta tanto”1 En 1911, la física Marie Curie (Premio Nobel de Física en 1903) se convirtió en la primera persona de la historia en obtener un segundo Premio Nobel (en Química). Sin embargo, entre 1901 y 2006, sólo 12 (el 2´6%) de los 458 premios Nobel de ciencias son mujeres. El prestigioso premio Príncipe de Asturias, que existe desde 1981, sólo se ha concedido a una científica, Jane Goodall, en 2003, y sólo una mujer desde 1989, Margarita Salas, ha obtenido el Premio Rey Jaime I de Investigación Básica -otras tres premiadas lo han sido en la categoría de Investigación Médica: Mercedes Ruiz Moreno, en 1996; Gabriela Morreale de Castro, en 1998, y Manuela Martínez Regúlez, en 2001. Hasta 2006, ninguna mujer ha conseguido un galardón en los apartados de Economía (desde 1991); Protección del Medio Ambiente (desde 1995); Nuevas Tecnologías (desde 2000) o Urbanismo, Paisaje y Sostenibilidad (desde 2005).
La otra mitad de la ciencia Londa Schiebinger en su libro “¿Tiene sexo la mente?” cambia la pregunta tradicional de por qué hay tan pocas mujeres científicas por la de por qué son tan pocas las científicas de las que tenemos noticia. Al parecer, no fue hasta finales del siglo XVIII (1786) cuando apareció la primera enciclopedia dedicada exclusivamente a los logros de las mujeres en el terreno de las ciencias naturales. Se titulaba “Astronomía de las damas” y lo escribió el astrónomo francés Jérôme de Lalande. “Hay trabajos científicos que cuando los hacen mujeres siempre se resaltan menos”- afirma Carmen Ascaso, subdirectora del Instituto de Recursos Naturales del CSIC.
1. Flora de Pablo, presidenta de AMIT, Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas.
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Mujeres que inventan Deborah Jaffe en su libro “Mujeres ingeniosas” recoge tanto a mujeres famosas como anónimas que han dado solución a problemas cotidianos y a otros de gran trascendencia. Según su estudio, la primera patente otorgada a una mujer, al menos en el Reino Unido, data de 1637. Desde esa fecha hasta comienzos de la I Guerra Mundial, recoge 500 inventoras. La lavaplatos y el limpiaparabrisas, los pañales desechables y el Tipp-Ex, pero también la fibra Kevlar, material usado en los chalecos antibalas y los trajes ignífugos; el Zovirax, medicamento contra el herpes; o el Geobond, un material de construcción no tóxico, incombustible e indestructible -todos ellos son inventos de mujeres. En mayo de 2006, nueve inventoras españolas fueron distinguidas en el Salón Internacional de Invenciones de Ginebra por varias ideas ingeniosas: un biberón reciclable de usar y tirar; una jeringuilla que resulta imposible reutilizar; un micro-refrigerador para el transporte de obras de arte… En la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), con fecha 31 de diciembre de 2005, existían 7 patentes en vigor en la Comunidad Autónoma de Cantabria en las que el inventor o el titular declarado era una mujer. Una pomada para quemaduras (solicitada en 1995), o una bolsa desechable para orinal, entre otras. Suponen el 3´76% de las patentes en vigor en Cantabria y el 0´03% del total en vigor por residentes en España.
Porque el talento no basta En el año 2000 se publica el Informe ETAN sobre la situación de las mujeres en ciencia en la Unión Europea. Es el primer intento sistemático de obtener estadísticas sobre las mujeres en ciencia en Europa y usarlas para hacer recomendaciones. Tras constatar que las científicas europeas ocupan muy pocos puestos de decisión; que sus trabajos se evalúan peor; obtienen menos fondos y becas para investigar y están peor remuneradas que sus colegas masculinos, las propuestas abarcan desde revisar el proceso de evaluación de los trabajos y el modo en que se adjudican los puestos importantes, hasta acciones positivas como becas especialmente diseñadas para mujeres, ayudas para compaginar la vida familiar con la investigación o programas que exigen que haya al menos un 40% de mujeres. “Hasta que no haya el mismo número de mujeres que de hombres en las comisiones de selección, las mujeres lo tendrán más difícil” (Inés Alberdi, socióloga, en “El País”, 9 de octubre de 2000). En junio de 2002 se presenta en España la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), integrada por mujeres de la Universidad, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) -el mayor 125
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organismo público dedicado exclusivamente a la investigación en España- y la industria. Entre sus objetivos: reclamar datos desagregados por sexo a todas las instituciones científicas y promover el cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión Europea para la paridad en los tribunales y comités de selección. Otras condiciones sociales necesarias son: padres y madres que apoyen a sus hijas para estudiar carreras de ciencias y técnicas; modelos en las universidades; denuncias por discriminación, difusión de análisis de género, acciones positivas y cambios legislativos. “La postura de las propias mujeres juega un papel importantísimo”- afirma María Cascales, académica de la Real Academia de Farmacia. “No nos quejamos lo suficiente, no denunciamos aquellos casos donde se nos discrimina y somos muchas veces las mujeres las que nos acomodamos, aunque sea por agotamiento, y no aceptamos el reto de luchar”. En la IV Asamblea de AMIT, en noviembre de 2005, el documento Declaración y Estrategias 2005 recomienda: “Toda institución pública en la que se realice investigación y docencia debe generar y hacer accesibles los datos de su personal, a todos los niveles, desagregados por sexos”.
“Que las mujeres tengan lo que merecen”2 “El problema no es sólo cuántas científicas logran llegar al escalón superior de Profesora de Investigación, sino cuándo (14 años más tarde que los hombres)”dice Flora de Pablo, presidenta de AMIT, en una mesa redonda. En el verano de 2001, sólo había tres rectoras en las más de 60 universidades españolas. En la Real Academia de Ciencias sigue sentándose como miembro de número una sola científica (Margarita Salas, desde 1988) entre los 42 miembros. En la Real Academia de Medicina, una sola médica (Carmen Maroto, desde 1999) entre cincuenta miembros. Sólo la Real Academia de Farmacia ha progresado desde la primera incorporación, en 1987 (María Cascales). Hoy, de 50 miembros, 5 son mujeres. Pero todavía no existe ninguna mujer en las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación ni en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. ¿Somos menos productivas científicamente que nuestros colegas de comparable nivel? - se pregunta Flora de Pablo. Este análisis no se ha abordado aún en ninguna institución de España de forma rigurosa y completa (hay algunos estudios parciales o de áreas determinadas)- se contesta. Pero según los realizados, no hay diferencias significativas de productividad entre hombres y mujeres de categoría equivalente.
2. Carmen Vela, directora general de Ingenasa, empresa de biotecnología aplicada a la sanidad animal.
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“No más, pero no menos”3 Los informes europeos del grupo de Helsinki y ETAN de los años 1999-2000 manifestaron que Europa estaba perdiendo un gran potencial intelectual al no incorporar a las mujeres plenamente a la investigación y a la ciencia. En el 2006, el Grupo Helsinki sobre Mujeres y Ciencia, constituida por expertas y expertos en cuestiones de género de los países de la Unión Europea, consiguió el X Premio Internacional del Grupo Compostela-Xunta de Galicia “por su labor como foro europeo de promoción y diseño de políticas de igualdad de género, e incorporación de las mujeres al mundo científico, ámbito básico para el futuro de la UE”. En España, en 2005, se creó dentro del Ministerio de Educación y Ciencia la Unidad de Mujeres y Ciencia (UMYC). Presidida por Capitalina Díez Martínez, su finalidad es llevar a cabo medidas de acción positiva en el ámbito científico, tecnológico y académico, para favorecer el objetivo de la igualdad de género. Desde el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en julio de 2006, se realizó una convocatoria para la concesión de ayudas al desarrollo y actuaciones que impulsen la igualdad de género en la sociedad de la información. En noviembre de 2006 tuvo lugar en la Universidad Complutense de Madrid, dirigido a estudiantes de grado y postgrado, el I Congreso “Los estudios sobre las mujeres, de género y feministas”.
Modelos de mujeres Desde 1901, los reyes suecos han entregado 320 premios a distinguidos físicos y químicos, pero sólo en 5 ocasiones fue una mujer la elegida y en tres de ellas, de la familia Curie. Las últimas, fueron Maria Goeppert-Mayer, en 1963, que consiguió el Nobel de Física, y Dorothy Crowfoot Hodgkin, que recibió el de Química, en 1964, hace ya más de cuarenta años. “Ha habido muchísimas mujeres en la historia que se han dedicado a la ciencia en todas las disciplinas: alquimistas, astrónomas, médicas, botánicas, paleontólogas, matemáticas, geólogas y, sin embargo, son poquísimos los nombres que conocemos”- contaba la periodista Victoria Toro, comisaria de la exposición “La estirpe de Isis. Mujeres en la historia de la ciencia”, a Malén Aznárez en “El País” del 29 de mayo de 2005. “Hasta la primera mitad del siglo XX sólo aparece citada en la historia de la ciencia Marie Curie… La mayoría de los trabajos de las mujeres anteriores se han atribuido a sus padres, hermanos, maridos, compañeros o amantes”. 3. Flora de Pablo, presidenta de AMIT.
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Y continúa: “Es más fácil decidirse a ser científica si se sabe que antes ha habido miles…Para ser científica no se necesita ser un genio, se puede tener familia y además dedicarse a la ciencia”. Sin embargo, el estereotipo de la mujer científica sigue siendo que ésta triunfe junto a su compañero y/o que renuncie a su vida familiar para dedicarse a la ciencia.
Esperanzas: “Otra ciencia es posible”4 Un grupo de importantes empresas con actividades en I+D, entre ellas, Airbus, Air Liquide, Siemens, Rolls Royce, LʼOréal, etc, han presentado un documento de Declaración de Intenciones donde se comprometen a duplicar el número de mujeres científicas e ingenieras en sus empresas y a conseguir que sus capacidades sean utilizadas del mejor modo. También se comprometen a colaborar para que este asunto forme parte prioritaria de sus agendas en un intento de dar visibilidad al binomio mujer/investigación industrial. “Para ser un buen científico hay que ser persistente, tenaz y paciente”- dice Margarita Salas. “Paciencia y perseverancia que las mujeres tenemos”- añade Carmen Ascaso, dedicada a la microscopía electrónica, campo en el que extrañamente existen más mujeres que hombres. “Hay que invertir más en investigación”- reclama Margarita Salas. “Un país sin investigación es un país sin desarrollo, puesto que es la investigación básica la que origina el desarrollo. En la Unión Europea de media se gasta un 2% del PIB, mientras que en España estamos en el 0´9%”. En la actualidad, tres asociaciones de ámbito nacional buscan promover los estudios de las mujeres y la participación de las investigadoras en el sistema educativo de ciencia y tecnología: AMIT, Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (a ella pertenecen tres investigadoras de la Universidad de Cantabria: Mª Teresa Barriuso Pérez, Teresa Rodrigo Anoro y Marian Ros Lasierra); AEIHM, Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres, cuya secretaria es Montserrat Cabré Pairet, a su vez directora del Aula Interdisciplinar Isabel Torres, en Santander; y AUDEM, Asociación Universitaria de Estudios de las Mujeres. En Cantabria, desde 2004, funciona el Aula Interdisciplinar Isabel Torres en Estudios de las Mujeres y del Género, que concede el Premio del mismo nombre con carácter bianual. Su directora es Montserrat Cabré Pairet.
4. Mª Angeles Durán, Premio Nacional de Investigación en Ciencias Económicas, Sociales y Jurídicas, 2002.
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Mujeres y ciencia en Cantabria En la Universidad de Cantabria, en noviembre de 2006, veinticinco mujeres dirigían grupos de investigación (19 si nos atenemos sólo a los relacionados con la ciencia y la tecnología). Las líneas de investigación abarcan desde la corrosión marina a la radiactividad ambiental, la genética forense, la ordenación de espacios industriales o la eliminación de nitrógeno en efluentes líquidos. Dirección femenina de grupos de investigación en la Universidad de Cantabria:
* Puede o no ser catedrática.
Directora*
Grupo de investigación
Margarita Alonso Martínez
Informática de Gestión
Mª Victoria Biezma Moraleda
Deterioro de materiales. Corrosión
Carmen Blanco Delgado
Química inorgánica
Rosa Mª Blasco Martínez
Ciencias y técnicas historiográficas
Mª Fátima Carrera de la Red
Atlas multimedia de la entonación en Cantabria (AMPERCANT)
Carmen Delgado Viñas
Dinámica territorial de los espacios rurales
Nieves Díaz-Caneja Rodríguez
Radiaciones ionizantes: radiobiología y protección radiológica ambiental y hospitalaria
Josefa Fernández Ferreras
Caracterización y depuración de efluentes
Milagros Garate Larrea
Investigación e intervención psicosocial y psicoeducativa
Myriam García Olalla
Economía Financiera
Raquel González Pellejero
Geografía histórica del paisaje
Mª Amor Hurle González
Fisiopatología del sistema opioide
Concepción López Fernández
Dinámica Estratégica
Matxalen Llosa Blas
Ingeniería genética
Ángela de Meer Lecha-Marzo
Espacios y territorio: análisis y ordenación
Soledad Nogues Linares
Grupo de estudios y proyectos territoriales y urbanos (GEURBAN)
Mª Rosario Portillo Mayorga
Investigación lingüística y literaria
Mª Ángeles Ros Lasierra
Biología del desarrollo: ejes embrionarios y desarrollo de extremidades
Inmaculada Ortiz Uribe
Procesos avanzados de separación (PAS)
Carmen Ruiz Puente
Ingeniería y gestión de proyectos (INGEPRO)
Almudena Suárez Rodríguez
Ingeniería de microondas y sistemas de radiocomunicación
Teresa Susinos Rada
Currículum, diversidad y evaluación (CDE)
Isabel Tejerina Lobo
Formación de lectores y competencia comunicativa
Begoña Torre Olmo
Banca y finanzas de la empresa
Mª Teresa Zarrabeitia Cimiano
Genética forense
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Según las conclusiones del estudio publicado en 2005 “Mujeres y Ciencia en Cantabria. Modos de participación en el sistema educativo de ciencia y tecnología”, llevado a cabo por Montserrat Cabré, Jorge Medina, José Mª Asón y Sergio Briz, “los índices de dirección femenina de grupos de investigación son muy bajos si los comparamos con su presencia como investigadoras”. También se produce una pérdida de mujeres en el nivel de doctorado o éstas se concentran en tareas de apoyo a la investigación y a la docencia más que como personal docente investigador. Además, sus carreras académicas son más lentas que las de los hombres. En cuanto al reconocimiento de la excelencia académica, de los doctorados “honoris causa” concedidos desde 1980 hasta la actualidad, ninguno lo ha sido a una mujer. En Cantabria, existen varios Institutos y unidades de la Universidad de Cantabria asociados al CSIC, el mayor organismo público dedicado exclusivamente a la investigación en España: El Instituto de Física de Cantabria, IFCA5; el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, IIIPC6; el Instituto de Hidráulica Ambiental, INHAM, desde abril de 2006, y el Instituto de Biotecnología y Señalización Celular de Cantabria, IBSECC, que se pondrá en marcha en breve y que será un foco de atracción para empresas de base biológica, especialmente, las de los sectores farmacéutico y agroalimentario. En cuanto a la investigación médica, ésta se desarrolla dentro del IFIMAV, Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla. Entre los distintos grupos de investigación (29), sólo existen cuatro mujeres responsables: Carmen Álvarez Domínguez, del servicio Unidad de investigación Laboratorio de Inmunología; Marta Alonso y Ana Mª Gutiérrez, responsables de Psiquiatría en el Hospital de Sierrallana de Torrelavega, y Cristina Mata, responsable de Reumatología en el mismo hospital. Una auténtica pionera, caída hoy en el olvido a no ser por el Aula y el Premio que hoy llevan su nombre, es Isabel Torres Salas, farmacéutica e investigadora, que en los años treinta del siglo XX fue la única mujer entre los médicos y estudiantes de postgrado de la entonces Casa de Salud Valdecilla. Su contribución científica a la elaboración de dietas aún no ha sido reconocida. En los años cuarenta, cincuenta y sesenta, tras estar investigando en Alemania con un premio Nobel, es directora técnica de unos laboratorios farmacéuticos en Santander, algo muy raro en la época, como reconoce una de las trabajadoras en la empresa.
5. La catedrática Teresa Rodrigo Anoro, miembro del grupo de Altas Energías, es responsable de la línea de investigación “Desarrollo e instrumentación de detectores de partículas”. La única mujer entre los 5 responsables de las líneas de investigación del IFCA. En noviembre de 2006, tres investigadores del IFCA (entre ellos dos mujeres: Alicia Calderón Tazón y Amparo López Virto) ganaron la tercera edición del Concurso de Empresas de Base Tecnológica EMPRECAN. Su proyecto I-Sensor pretende la creación de sistemas de alineamiento multipunto con sensores de silicio amorfo. 6. La profesora titular de la UC, Carmen Tomillo García-Roves, es la única mujer de los 13 investigadores en plantilla. 130
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ISABEL TORRES SALAS, farmacéutica e investigadora: “Morí a la investigación en 1939”.
Isabel Torres Salas, en el centro, entre más de sesenta doctores y estudiantes de posgrado en la Casa de Salud Valdecilla, 1931-1932. Cortesía de Lola Picatoste.
Nació en Cuenca en 1905, pero su vida está vinculada a Santander desde 1929. En el Colegio de Farmacéuticos figura como colegiada desde 1941 hasta su fallecimiento, en Granada en el año 2000. En 1928 se licenció en Farmacia en la Universidad Central de Madrid. Pero su vocación no era regentar una farmacia (“estar en una farmacia vendiendo botes”- dice su sobrina, de nombre también Isabel) sino hacer investigación pura. Como su familia estaba viviendo en Santander cuando se inaugura la Casa de Salud Valdecilla en 1929, decide solicitar su incorporación en el departamento de Química de dicha institución. Ella, la única mujer entre 70 médicos y estudiantes de postgrado, aspiraba a realizar investigación básica, pero su jefe le asignó la tarea de analizar el valor nutricional de la comida consumida en el hospital. Las dietistas eran mujeres en los años 30… A pesar de todo, confecciona el llamado “Esquema dietético Puyal -Torres”, pionero en su época, que relaciona los contenidos de los alimentos en cuanto a hidratos, grasas y proteínas, con vistas a obtener raciones completas y equilibradas. Tras presentar la tesis en 1932, “Contribución al estudio de la composición química de los alimentos españoles”, en 1934 da por concluida su primera etapa en Santander y, de nuevo en Madrid, solicita una beca a la Junta de Ampliación de Estudios para investigar en Alemania sobre las vitaminas. El investigador Fernando Salmón Muñiz en “Valdecilla 75 años” cuenta que fue admitida para la realización de su tesis y especialización en la Casa de Salud Valdecilla en 1930. “El hecho de ser mujer
condicionó su situación profesional en la CSV (no pudo obtener el título de alumna interna -eso significaba dormir allí y en ese momento eran todos hombres… o enfermeras- y en cambio le dieron el de médico externo de guardia, algo pintoresco si tenemos en cuenta que era farmacéutica). También condicionó su proyecto de investigación (análisis de alimentos)”. Fernando Salmón llegó a entrevistarla antes de morir (vivía con su sobrina Isabel desde principios de los 90) y era una mujer desencantada: “Morí (a la investigación básica) en 1939”. Ella quería hacer investigación básica, no aplicada. “Lo de la composición química de los alimentos no le interesaba nada”, pero aprende técnicas de laboratorio, que le servirán primero en Alemania y luego como farmacéutica y directora técnica del Laboratorio Cántabro (luego Industrial Farmacéutica Cantabria), en Santander. En mayo de 1942 figura como farmacéutica en Industrial Farmacéutica Cantabria (IFC), entonces en la calle Monte, con mil pesetas de sueldo. Así consta en el libro de matrícula del personal, y allí estuvo hasta diciembre de 1966 en que se jubiló. Su trabajo como farmacéutica y directora técnica consistía en el desarrollo de formulaciones, el control de calidad, los ensayos, las buenas prácticas de fabricación… (se conserva un envase en el que figura Isabel Torres como director técnico: un inyectable intravenoso para los cólicos de riñón del que decían en Valdecilla que si con él no se le pasaban los dolores al enfermo, es que no era cólico nefrítico). “Era responsable total del buen funcionamiento de los medicamentos que se dispensaran y salieran del laboratorio”. Ernesto Quintana, director gerente de 131
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Industrial Farmacéutica Cantabria en la actualidad, la recuerda como una persona “seria, constante, responsable y muy trabajadora; su forma de trabajo era germánica y hablaba perfectamente el alemán”. El doctor Carballeira, actual director técnico de IFC, la recuerda como una mujer amable que le ayudó en el laboratorio cuando él entró en octubre de 1966 (“Ella ya tenía voluntad de marcharse”). Recuerda sus fichas, escritas en alemán, resúmenes sobre “la estabilidad de la vitamina K” o reseñas sobre las novedades que salían en las revistas alemanas que recibía. “Controlaba todo el proceso. Los dosieres para registro de los medicamentos tenían que ir firmados por ella, que era la garante de que todos los productos cumplieran las normas y protocolos que la administración exigía”. Joaquín Oria Cifrián, administrativo en IFC, recuerda que creó un producto, el cuajo TORMOL (TOR por Torres y MOL por Pérez del Molino, cuyo logotipo era un molino entre dos torres) que se vendió muchísimo a finales de los años 40, en los 50 y en los 60 para hacer quesos. “Se vendía en botes de 25, 50 o 100 gramos. Una porción cuajaba 25 litros”.
Carmen Cavallé Royo, que entró como administrativa en IFC en 1967, cuando Isabel ya se había ido, recogió la idea de que era una mujer muy independiente, con las ideas muy claras y muy echada para adelante, “una auténtica pionera. Una mujer con carrera universitaria al frente de un laboratorio era algo muy raro en aquella época. La dirección entonces era un mundo de hombres”. Mª Luisa Bernal, la que fuera mujer del director del Laboratorio Cántabro (Manuel Pérez del Molino) en la época en que ella fue directora técnica, cuenta que “era una mujer muy inteligente y trabajadora que hablaba mucho de Alemania. Allí había estado trabajando con un premio Nobel (Otto Meyerhof, Premio Nobel de Medicina en 1922) y había absorbido su metodología y su horario. Vivía en Santander con su madre, una mujer muy activa, en la calle Isabel La Católica”. De su labor como dietista, farmacéutica e investigadora sólo queda hoy su nombre en el Aula Interdisciplinar Isabel Torres de Estudios de las Mujeres y del Género, constituida en 2004, y que cada dos años otorga el Premio Isabel Torres a investigaciones sobre estas materias. A.H.A.
La física y la matemática son dos de las ciencias consideradas más áridas y duras. Pero hay mujeres que han apostado por ellas e incluso no se arrepienten y se lo recomiendan a las nuevas generaciones de mujeres. Estas son algunas historias:
Mª TERESA BARRIUSO PÉREZ, física: “Las mujeres no tenemos tanta ansia de poder como los hombres”.
Mª Teresa Barriuso Pérez.
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Subdirectora del Departamento de Física Moderna de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cantabria y catedrática del Área de Conocimiento de Física Atómica en la actualidad, Teresa nació en Burgos en 1946. Decidió estudiar Física a los 18 años “cuando nadie en mi entorno había hecho una carrera universitaria”. En bachiller había tenido una profesora de física estupenda (“es imprescindible tener buenos profesores”). Termina la carrera en Valladolid en 1968. Forma parte de la primera promoción de Físicas (entonces no había especialidades), en la que empezaron cuatro mujeres y medio centenar de hombres y terminaron (estaban en la orla) 27 hombres y las mismas cuatro mujeres. Eligió la especialidad de Física Nuclear porque fue un profesor de esta materia quien primero le ofreció
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hacer una tesina. Hubo quien directamente le anunció: “Las mujeres, para la cocina y para divertirse”. También un compañero, el primer día de clase, le espetó: “Pero tú, ¿qué haces aquí…?”. Menos mal que eso no la desanimó. “La Universidad como institución nunca ha sido machista; lo son las personas”. Acaba en Cantabria, en 1973, porque el decano entonces, Eugenio Villar (marido de Aurelia Bonet), fue a buscar gente a Valladolid para poner en marcha Físicas en Santander. Su primera hija nace justamente en ese otoño (“entonces no había seguridad social ni baja por maternidad y mucho menos guarderías”) y se reincorpora sin llegar a tener su hija un mes de vida. A base de echar mano de su madre y de carreras para llegar a todo consigue no dejar de trabajar, auque sí ha de ralentizar algo su labor investigadora. “El trabajo científico es muy absorbente”. Pero a base de quitar horas al ocio y trabajar 15 horas diarias consigue compatibilizar su vida familiar y profesional. También porque encuentra apoyo moral en su marido, un hombre inteligente, que entiende la importancia de que siga con su trabajo y la anima en todo momento. Pero cuidar de dos hijas y, posteriormente, de dos abuelas, tiene un precio. Ella ha llegado a catedrática en 2001, “a los cincuenta y tantos”. “Antes no tuve tiempo de encerrarme a hacer una oposición ¿Cómo hacer méritos?. Un catedrático necesita un buen currículo investigador. Has de ir a congresos…”. Sin embargo, no se arrepiente de nada: “No he tenido más porque no he aceptado. No me compensa. Tengo otras prioridades y quiero hacer las cosas bien”.
En la universidad, hace estudios de física básica que luego aplican otros. Por ejemplo, recientemente su equipo ha demostrado por qué el rubí es rojo y la esmeralda verde (cuando deberían ser del mismo color porque ambos tienen cromo como impureza rodeada por varios oxígenos). Durante 50 años se pensó que la razón era porque la distancia del cromo a los oxígenos era distinta, hasta que unos investigadores franceses demuestran que es la misma. Su equipo descubre que el campo eléctrico sobre el cromo es el que determina el color. Esta teoría de los campos eléctricos puede aplicarse luego a pinturas, etc. “La ciencia te deforma y te modifica. Yo en casa hago las recetas como si estuviera en el laboratorio. Y no entiendo a una persona ilógica… Sobre la necesidad de más mujeres en los tribunales de selección, no duda de que sea necesario, pero para ella la clave está en tener en cuenta la trayectoria de esa persona y contemplar las razones por las que no ha rendido en un determinado momento (tener descendencia) como un valor y no como un detrimento en sus méritos. En su caso concreto, como sólo hay tres mujeres catedráticas en toda España de Física Nuclear, les tocaría estar en todos los tribunales de oposición. “Las jóvenes ahora tienen menos ganas de pelear porque supone un esfuerzo y un sacrificio muy grande”. Teresa, en ocasiones, lo habría dejado por agotamiento o aburrimiento, pero su marido no la dejó. “Búscate a uno que comparta”- ha sido el consejo a su hija. “Las mujeres no tenemos tanto ansia de poder como los hombres”- concluye. A.H.A.
Caricatura de Eugenio Villar de Aurelia Bonet, sentada, con los físicos del Instituto de Física Corpuscular (IFIC) de Valencia, 1951.
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AURELIA BONET HORTELANO, física: “Cada mujer ha de ponerse su propia meta”.
Aurelia Bonet Hortelano.
Nació en Valencia en 1927. Allí, en los 50s se licencia en Químicas, se convierte en la primera doctora en Física y es la primera mujer que forma parte del profesorado de Físicas de la recién creada Escuela Politécnica, en 1967. En Bachillerato ya era muy buena estudiante y el ambiente en su casa de hija única era el de “La niña estudia. Silencio”. Lo suyo no le parece meritorio: “La inteligencia es un don que Dios me ha dado. Yo sólo he intentado aprovecharlo”. En los años 50, Valencia es la cuna de la física de partículas. Joaquín Catalá, catedrático de física en la carrera, le ofrece entrar de ayudante en el Instituto de Física Corpuscular, pionero en las investigaciones relacionadas con la técnica de las emulsiones fotográficas. Así realiza su tesis de física nuclear. “En 1950 investigábamos en Física Nuclear en Valencia y en 1953 vinimos (el grupo de Joaquín Catalá) a exponer en la Magdalena nuestros estudios sin imaginar que veinte años más tarde impartiríamos clase en la recién creada Facultad de Ciencias…”. Recuerda que se hospedaron en el Gran Hotel del Sardinero e iban a bailar a La Cabaña canciones de Sepúlveda. En 1971, se incorpora a la Facultad de Ciencias de Santander, en el Departamento de Física Aplicada, y contribuye a la organización de la asignatura de Física General. Hasta su jubilación, han pasado por sus manos más de 20 generaciones de físicos y cerca de 10 de médicos. “Para mí lo más gratificante como científica ha
sido la enseñanza. Lo he pasado muy bien dando clase”. Además de dar clase e impartir cursos de doctorado, organiza las Olimpiadas de Física locales, publica trabajos de investigación en las áreas de Física Nuclear, Radioactividad y Medio Ambiente; y participa en la elaboración de diversos estudios, por ejemplo, el realizado en la Sala de Polícromos de Altamira para establecer un régimen de visitas compatible con la conservación de las pinturas; el estudio de los efectos de la emisión de compuestos de flúor por la empresa Derivados del Flúor en las ganaderías de los alrededores de Ontón; o el estudio de la radioactividad en las aguas medicinales y en la leche cuando se produjo el escape de Chernobyl. En la actualidad, es presidenta de honor de la Asociación AMACI, Mayores Amigos de la Ciencia. Sigue asistiendo a diversos actos y colabora con Cáritas y Manos Unidas. En 2006, la Dirección General de la Mujer la eligió como una de las Grandes Mujeres a las que se homenajeó el 8 de marzo. “La mujer, lo mismo que el hombre, tiene el derecho de elegir su propio destino y llegar hasta donde quiera”. Madre de seis hijos (leyó su tesis doctoral embarazada del tercero), durante diez años interrumpió su actividad universitaria para reincorporarse de nuevo en 1967. “Renuncié porque quise”. Pero no deja de dar clases particulares en casa durante todo este tiempo. Reconoce que su marido, Eugenio Villar, la ha ayudado en todo. “Cuando las cosas se hacen porque una quiere, no pesan”. A su alumnado le ha intentado transmitir no sólo la ciencia sino la honestidad. “El primer día de clase les decía que si querían ganar dinero, hicieran otra cosa. Pero que si les gustaba estudiar, habían encontrado el mejor sitio”. Para ella es una satisfacción encontrarse a antiguos alumnos y alumnas ejerciendo la medicina o en actividades relacionadas con la física. “El 80% de los alumnos de la Facultad de Ciencias han sido alumnos míos”- afirma orgullosa. “Los he tratado con el mismo cariño que si fueran mis hijos”. Ellos correspondieron haciéndole ¡10! homenajes al jubilarse. A lo largo de los años ha podido constatar la presencia de más y más mujeres en las aulas. Con motivo de una conferencia sobre La mujer y la ciencia buscó cifras y datos. “En la Escuela de Caminos, en 13 promociones desde 1970 a 1981 no hay ninguna mujer.
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En 1981, hay 2. Y en 2006, el 31´4% del alumnado son mujeres”. Y, desde la experiencia, aconseja: “Que la mujer se ponga siempre su propia meta. Y que cuente con el apoyo y la comprensión de todos los miembros de su familia”.
A sus hijos e hijas les ha transmitido que lo único que tenemos en la vida es nuestra inteligencia y nuestro trabajo. De ella le gustaría que dijeran que ha sido una profesora y que ha actuado con honestidad. “He dado lo mejor mío en la enseñanza”. A.H.A.
Mª JOSÉ GONZÁLEZ LÓPEZ, matemática: “Las matemáticas desarrollan la capacidad crítica, de razonamiento y de ordenación de ideas”.
Mª José González López.
Doctora en Matemáticas desde 1992, es profesora titular del Departamento de Matemáticas, Estadística y Computación de la Universidad de Cantabria en Didáctica de la Matemática desde 2002. Además, es tesorera de la Sociedad Española de Investigación en Educación Matemática (SEIEM). Mª José nace en Reinosa en 1964. Estudia matemáticas porque “era mi asignatura preferida y no se me daba mal. Mis compañeros me tenían como referente…”. Su madre se asustó, pero nunca le quitaron la idea de la cabeza: “Ya vendrás el año que viene y te cambiarás a Magisterio…”. Cuando en el año 82 inicia en Santander una carrera con fama de “dura”, había una mayoría de mujeres estudiando matemáticas. “Las promociones eran de veinte y pico, 30 con repetidores, y sólo había 6 chicos”. Las chicas, recuerda ahora, la mayoría son docentes en institutos de secundaria; sólo la cuarta parte se dedicaron a la investigación. De los chicos, 5 están hoy en la Universidad.
En cuanto a la elección de especialidad, fue todo una carambola del destino. “En junio buscaban personas de las últimas promociones para formar parte de un proyecto de robótica industrial en colaboración con el departamento de Electrónica”. Sólo había dos becas y las comparten entre los 3 elegidos. Primero como becaria y luego como ayudante, da sus primeros pasos, pero es una situación precaria, siempre con una espada de Damocles sobre la cabeza. Como ayudante, se les exigía pasar un año fuera, en otra universidad, para evitar la endogamia… Así, ya casada, dejando a su marido, también matemático, en Santander, tuvo que irse a Granada durante medio año con su hija de seis, y su madre para ayudarla. “Mi madre ha sido fundamental para criar a mi hija… El tren no se podía perder”. Ha estado tentada de tirar la toalla muchas veces. “Me he arrepentido muchas veces de no haber estudiado oposiciones” (hasta 2002 no saca la plaza de titular). Y también le han dicho que se quedara en casa más de una vez. Pero para ella es fundamental trabajar. “Yo en casa estaría amargada”. Reconoce que las mujeres entre los 30 y los 40 y pico “tenemos un parón hasta que los hijos vuelan solos”. Y también es consciente de que en su mundo la conciliación no existe (“fíjate que ponemos las reuniones en fines de semana para que no interfieran con las clases…”). “En el mundo científico está mal visto que tú reivindiques una condición femenina”. Ella estaba dispuesta a renunciar a cosas por tener hijos. “Los hombres-incluso aquellos que se autodenominan feministas- no son conscientes de lo que cuesta organizar una casa. Es algo que como no se ve, no existe”. “Sigue existiendo una renuncia profesional. Las mujeres nos echamos para atrás porque tenemos demasiadas cosas que llevar. Hay una dependencia genética y cultural 135
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que a nosotras nos frena. Me tengo que enfrentar a mi conciencia, a mi familia… No sé si estoy dispuesta a luchar más, porque hay que lucharlo”. Y eso que ella se considera una privilegiada en su departamento. “No hay explícitamente ninguna discriminación por ser mujer”. “Sin embargo -reflexiona en voz alta- todos los cargos los ocupan los hombres”. Pero para ella está claro: No hubiera habido familia si se hubiera dedicado profesionalmente con la intensidad de otros colegas a quienes el trabajo les absorbe completamente. Con el transcurso del tiempo, como en álgebra la plantilla estaba cubierta, decide cambiarse de área de conocimiento. El área de Didáctica de la matemática (es profesora titular desde 2002) le ha dado grandes satisfacciones. En su labor de formación de profesores de matemáticas de secundaria, intenta transmitirles valores de tipo humanista. “Hay que conseguir que los niños conozcan el mundo a través de las matemáticas. Aplicar el conocimiento matemático a resolver problemas de la vida real: interpretar información gráfica, hipotecas, seguro del hogar… La matemática es algo diferente de los teoremas que aprendemos en la universidad. El conocimiento técnico se puede posponer”.
Para ella es fundamental que la sociedad deje de ver las matemáticas “con miedo, con odio, con ansiedad”. Por eso, y a pesar de las dificultades, no duda en recomendar a las niñas que elijan esta profesión: “Las matemáticas es un contenido muy vocacional y, si te gusta, te engancha. Te permite abstraerte e interpretar los problemas cotidianos con racionalidad. Por otro lado, el matemático es muy versátil. La profesión está sin definir. Se puede trabajar de profesor, en una empresa de ingeniería o en un banco”. Ya se ha acostumbrado a que sólo le pregunten a su marido por sus congresos y sus éxitos. “En algún momento he protestado”. Y cuando su hija la necesite menos, “me dedicaré profesionalmente a desarrollarme un poco más”. ¿Quizá ser catedrática…? De momento, disfruta de la profesión y le ha cogido el gustillo. “Cuando la niña era pequeña, ir a un congreso era una carga”, que le hacía sentirse culpable. Ahora es un placer. “Me he sentido muy acogida por la gente”. A su hija le comunica siempre: “Haz lo que quieras, pero que te permita ser económicamente independiente…”. A.H.A.
La oceanografía y la investigación marina tampoco han sido hasta hace poco un trabajo de mujeres, pero hoy tenemos dos ejemplos, entre otros varios:
ALICIA LAVÍN MONTERO, oceanógrafa: “A veces ha sido duro equilibrar mi carrera y mi vida personal”.
Alicia Lavín Montero.
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Licenciada en Físicas en 1977, en 1978 entra en el IEO (Instituto Español de Oceanografía) de Santander como investigadora en proyectos de oceanografía física y pesquerías hasta 1986. Master en Oceanografía en 1993 en el Instituto Tecnológico de Massachussets (Estados Unidos), es desde 1994 representante española en el Comité de Oceanografía del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar). Doctora en Ciencias Marinas en la Universidad de Cantabria en 1999, es investigadora principal en varios proyectos. Sus especialidades son: la oceanografía física, el cambio climático y la oceanografía operacional; el estudio de las masas de agua y las tendencias en temperatura y salinidad. Alicia nació en Santander en 1955. “Se me cruzó por medio la Oceanografía…”.
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Nunca se ha arrepentido. Decidió hacer Físicas porque para Química se tenía que ir a estudiar fuera. Al terminar, había una beca para Oceanografía Física en el IEO. Fue a hacer una campaña en la Ría de Pontevedra a bordo del barco Naucrates (de investigación) y “aquello me encantó”. Su trabajo como becaria consistía en coger muestras de agua, medir la temperatura, “medíamos corrientes, tomábamos muestras de salinidad…”. Cuando regresó le esperaba una beca del Ministerio para hacer la tesis en Altas Energías (su tesina había tratado precisamente de eso, investigación básica con microscopio, física de partículas…). Pero había probado el trabajo de campo al aire libre y el mar le había atrapado. “La oceanografía es como la meteorología, pero en el océano. Las masas de agua son un registro de lo que ha pasado en otras zonas, como en geología. El mar guarda un testigo de la composición físico-química del agua en las zonas donde se formó”. Alicia no entiende por qué en Oceanografía Física hay tan pocas mujeres (recuerda que cuando ella entró en el IEO se jubilaba Mª Luisa González Sabariegos, la primera oceanógrafa física española). Es cierto que el mar es un mundo duro (los embarques duran entre 15 y 45 días) con pocos días buenos, pero la tecnología ha avanzado mucho “ya no son termómetros y botellitas de agua”, los sistemas de muestreo son más fiables; es un trabajo de grupo, con colaboraciones muy interesantes y donde el ejercicio de la convivencia es fundamental y altamente gratificante. Personalmente, no ha tenido ningún problema por ser mujer, a veces la única, pero sí se ha dado cuenta cuando ha salido fuera de que en la Unión Europea, hace ya años que se intenta promocionar a las mujeres en la investigación e integrarlas en las asambleas consultivas y grupos de evaluación, algo que en España está comenzando. De hecho, en los programas internacionales de investigación, sólo Alicia es la única representante femenina en GEOHAB, un programa de investigación sobre algas tóxicas. Entre 2003 y 2005 fue presidenta del grupo de trabajo de Hidrografía Oceánica del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar), dirigiendo reuniones en Bergen (Noruega), Southampton (Reino Unido) y Rode Island (Estados Unidos). En este contexto internacional es donde ha mejorado sus habilidades organizativas. “A veces ha sido duro equilibrar mi carrera y mi vida personal”. En la actualidad, su interés investigador
se centra en las características de las masas de agua, su variabilidad temporal y cambio climático. “El océano guarda registro de las condiciones pasadas y sus masas de agua nos dan idea de las condiciones existentes en el lugar y punto en que se formaron”. En 1993 se fue a hacer un Master en Oceanografía en el Instituto de Tecnología de Massachussets, en Estados Unidos. “Te preparaban para dirigir. Fue muy duro pero valió la pena. Los profesores eran muy accesibles y me dieron unas referencias y unas colaboraciones muy interesantes. Yo, a todo el mundo le recomendaría salir fuera”. Cuando volvió a España inició su tesis sobre “El cambio climático en el Atlántico”, que terminó en 1999. Ahora está emocionada porque van a colocar una boya de temperatura y salinidad a 2.300 metros de profundidad. “Queremos muestrear toda la columna de agua. A tan sólo 40 millas de la costa tenemos unos 3.500 metros de agua para investigar. Entre los 500 y los 1.200 metros, por ejemplo, hay agua que se formó en el Mediterráneo y salió por el Estrecho de Gibraltar…”. Atrás quedó, inolvidable, su primer embarque en un pesquero, un atunero de Fuenterrabía, en 1980. Tuvo que solicitar la cartilla de navegación, un documento legal para ir al mar que entonces sólo tenían las trabajadoras del Ferry, y cree recordar que lo tuvo que firmar su padre a pesar de ser mayor de edad. “Ibamos a marcar atunes y era la primera mujer. Recuerdo que me dieron el mejor catre, sin goteras; comíamos poniendo sobre el pan lo que había en la cazuela y la gente fue muy considerada”. Como horizonte, en el futuro le gustaría que hubiera un grupo bien consolidado que siguiera con las investigaciones de oceanografía física, tener estaciones automáticas, y que existiera una verdadera oceanografía operacional. “La colaboración ciudadana es muy importante, tanto respetando las boyas cuando éstas están muestreando, grabando datos o transmitiendo, como informando de su paradero si éstas han derivado a las rocas”. Nunca hay que llevárselas a casa como un suvenir. A.H.A.
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PILAR PEREDA PÉREZ, bióloga y jefa de pesca del Instituto Español de Oceanografía (IEO): “Nuestra propia vida como mujeres nos ha impedido en muchas ocasiones tomar una responsabilidad”.
Pilar Pereda Pérez.
Nació en Santander en 1953. Se licenció en Biológicas en Oviedo. “Yo quería ser veterinaria, pero creo que en casa no les hacía mucha gracia”. Biológicas se consideró en un determinado momento como una carrera femenina y de vocación, quizá porque no tenía salidas. Cuando terminó la carrera podía haberse quedado en Oviedo en el departamento de Zoología, pero ella quería volver a Santander -algo con lo que aún sueña- así que buscó la forma. Contactó con la Estación de Biología Marina, entonces ya Instituto Oceanográfico, y Orestes Cendrero, su director en ese momento, le permitió acudir a estudiar a la biblioteca de la calle Rualasal. Más tarde, al convocarse las becas del Centro de Investigación y Desarrollo para un estudio integral de la bahía, le toca investigar la fauna bentónica, “los que viven apoyados en el fondo, almejas, chirlas…”. Así, entre contratos temporales y becas, llega 1987 en que saca las oposiciones de funcionaria. Se integra entonces en el equipo de pesca y está a cargo de algunos proyectos de investigación en las pesquerías
demersales (peces e invertebrados destinados a la comercialización, como merluza, rape…). A Pilar lo que más le gusta es estar en los barcos, en cualquier campaña y realizar trabajos técnicos relacionados con la biología. “La Antártida me apasionó, pero hacer campañas en el Cantábrico, también me gusta”. En 1998, tras llevar a cabo un proyecto de coordinación en el que intervenían varios países (“un trabajo duro y cansado, pero que me reportó muchas satisfacciones”), deja Santander para coordinar el programa de pesca del Mediterráneo. Así se inicia su peregrinaje entre Murcia donde vive de alquiler cinco días a la semana- y Madrid, acogida en la casa familiar de sus hermanos, mientras su marido y sus tres hijos quedan en Santander y se reúnen los fines de semana. A Pilar no le asustan las responsabilidades. Desde 2003, es jefa de pesca del IEO, “un trabajo muy absorbente”, y coordina en Madrid los programas de Investigación Pesquera, un trabajo de gestión. Como jefa de pesquerías cree que ha aportado coordinación y orden, “que es lo que mejor se me da”. Y que los 5 programas que existen, se conozcan y se entrelacen. “Que los investigadores sepan unos lo que hacen los otros”. A veces, en su trabajo se ha sentido muy sola. “No hay un trabajo corporativo y a mí me gusta compartir”. El trabajo de los científicos suele ser aislado, independiente e individualista. Ve una diferencia grande entre los hombres y mujeres de antes y los de hoy en día. “Los jóvenes de ahora no se quieren mover: a ellos y a ellas les cuesta embarcarse, ir a una reunión…”. Es consciente de que su trabajo es sacrificado: todos los meses hay una reunión fuera, nacional o internacional; campañas de investigación y “no eres pescador de altura ni marino mercante”. Ella ha llegado a embarcarse embarazada y reconoce que ha dejado su casa “demasiado”. Pero tiene claro que, pese al trabajo y la dedicación no hay por qué prescindir de una familia. “Para los hijos, tener padres con iniciativa y ansias de conocimiento es un ejemplo muy bueno”. Aunque reconoce que se ha perdido momentos importantes en la vida de sus hijos. Pero su marido, con quien comparte todo, sus padres y su hermana le han ayudado mucho.
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“A mi hija le digo que trabaje fuera de casa. Que no renuncie a su trabajo y a su vida personal nunca”. Pero también advierte de los riesgos de la adicción al trabajo: “Cuando estás fuera sin familia, hay que ordenar más la vida porque si no, te entregas demasiado”. En el IEO, como organismo asesor de la Administración, continuamente hay cosas: asesoramientos, revisión
de proyectos, colaboraciones… Y como nadie te espera en casa, estás 10 ó 12 horas al pie del cañón diariamente. Pilar dice que le gustaría acabar su vida profesional como directora del Oceanográfico de Santander para darle el lugar que le corresponde en la vida y en la historia de la ciudad. ”Fue el primero de España…”. A.H.A.
En cuanto a la arquitectura y a la meteorología, a partir de los años 80 y sobre todo, de los 90 del siglo XX, no es infrecuente ver mujeres en las aulas e incluso dando la cara en los espacios dedicados al tiempo por las televisiones. Pero no era lo mismo cuando Mª Cristina Gonzalo Pintor empieza a ejercer su carrera…
Mª CRISTINA GONZALO PINTOR, arquitecta y meteoróloga: “No hay discriminación en meteorología, pero sí la hubo para ejercer la arquitectura”.
Mª Cristina Gonzalo Pintor en su despacho.
Nace en 1913 en Madrid, ciudad donde fallece en el año 2005; sin embargo, desarrolla toda su vida profesional en Cantabria, hasta que se jubila un 31 de diciembre de 1978. Estudia arquitectura antes de la Guerra Civil junto a Matilde Ucelay (descendiente de Cantabria por línea materna y Premio Nacional de Arquitectura 2004) en la Escuela Técnica Superior de Madrid. Tuvieron que hacerles los cuartos de baño porque eran las dos primeras mujeres que estudiaban allí. “Al principio parece que los chicos nos miraron con un poco de sorna, parecían cohibidos ellos más que nosotras. Sólo un
profesor prohibió silbar cuando pasábamos, y una vez dirigió una bronca al curso por estas bromas de jóvenes. Después, nada especial. Resultó, eso sí, un poco raro. No eran tiempos de mujer en la Universidad ni en este tipo de carreras, hasta el punto que me hizo un reportaje Blanco y Negro por estas fechas. Pero la verdad es que nos trataron exactamente igual que a los hombres”. El artículo al que se refiere fue publicado el 21 de febrero de 1932 con el título “Las mujeres en la arquitectura. ¿Sirven para esta profesión?”, ilustrado con sendas caricaturas suyas. Termina la carrera en agosto de 1940 y se da de alta en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, donde figura inscrita hasta el año 1984 con una antigüedad efectiva de más de cuarenta y tres años en la profesión. Prosigue sus estudios de doctorado, siendo una de las primeras doctoras en Arquitectura de España, titulación que obtiene en febrero de 1967. A esta exhaustiva formación se suma su licenciatura en Ciencias Físicas y Matemáticas, una carrera vocacional que compaginó con los estudios de Arquitectura en la Universidad de Madrid. Es la segunda mujer que ingresa por oposición en el Cuerpo Superior del Instituto Nacional de Meteorología, por lo que accede 139
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además al grado militar de comandante de aviación. Su primer y único destino fue Santander, ciudad a la cual se trasladó con su madre ya viuda y donde sufrió, al poco tiempo de llegar, el estallido de la Guerra Civil. Trabajó en el Observatorio Meteorológico de Santander y, según el testimonio de sus hijos, fue responsable del mismo durante algún periodo, así como del servicio meteorológico del Aeropuerto de Parayas. “Recuerdo el famoso ciclón de Santander, que produjo el trágico incendio destructor de gran parte de la ciudad. Predijimos el fenómeno doce horas antes, pero la verdad es que no creíamos que iba a originar las funestas consecuencias que produjo, ni que iba a ser tan intenso. No se me olvida la fecha, fue el 15 de febrero de 1941”, comentaba en una entrevista concedida en 1973 a un periódico de Granada. Nunca se sintió discriminada en el ejercicio de esta profesión: “Lo que ha ocurrido es que a ella no han acudido muchas mujeres. Pero discriminación ni condiciones especiales existen en esto”. Por el contrario, en arquitectura reconoce haber tenido que luchar muchísimo para poder trabajar en un mundo esencialmente masculino igual que cualquier otro compañero. Fue arquitecto municipal de Los Corrales de Buelna y realizó numerosas viviendas y casas unifamiliares en ésta y otras localidades de Cantabria (Santander, Comillas, Castro Urdiales, etc.). Pensaba que las mujeres estaban mejor capacitadas para resolver los
problemas de distribución de espacios y la complejidad del hogar: “Yo, por ejemplo, he seguido llevando mi casa a pesar de ejercer mis profesiones, y eso da un conocimiento experimental y directo muy interesante”. Tanto en arquitectura como en urbanismo, pensaba que las decisiones debían fundamentarse en una conjunción de criterios: “Las soluciones no deben ser ni razonables ni sentimentales, sino muy meditadas”. Aunque no resultó fácil para ella abrirse camino en una sociedad dominada por hombres, Mª Cristina Gonzalo Pintor fue una mujer que supo adaptarse a su tiempo y hacer compatibles sus dos profesiones con la vida familiar. Casada con el bilbaíno Ángel Ausín Careaga, un maestro nacional, cuando le preguntaban que cuáles eran sus mejores obras respondía que sus tres hijos: Mª del Carmen, Miguel e Isabel. Todos ellos nacieron en Santander y, curiosamente, dio a luz a la mayor en la antigua sede del Observatorio Meteorológico de la calle General Dávila. Durante algún tiempo trabajó de profesora en el Colegio de Las Mercedarias, que estaba muy cerca del Observatorio. Tenía carné de conducir y era amante del deporte, aunque también tuvo problemas para practicarlo, ya que estaba mal visto esquiar con pantalones. Con todo, llegó a participar en un campeonato nacional de esquí en Candanchú con Lilí Álvarez, una de las pioneras del deporte en España. Y aún tenía tiempo para coser ya que, según recuerda su hija Mª del Carmen, “su vestido de comunión salió de casa”. M.M.P.
La investigación no sólo se desarrolla en la universidad, sino también en la empresa privada. Un ejemplo es el de Ana Cristina Ceballos Rivero, que comenzó como analista en el laboratorio de Nestlé, en La Penilla, y fue ascendiendo peldaños hasta ocupar en la actualidad el puesto de Directora Responsable de Calidad en dicha empresa.
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ANA CRISTINA CEBALLOS RIVERO, directora de Calidad de Nestlé: “Mi gran modelo ha sido mi madre, que hacía tantas cosas que no le gustaban y todas bien”. en un grupo de ornitología con el que anillaban buitres en el valle de Las Batuecas (Las Hurdes, Extremadura): “Organizamos el Primer Encuentro de Anilladores de España, en Béjar. Teníamos un programa en la radio, Tomero y Romillo, sobre ecología”. Hizo su tesina sobre Dermatoglifos, en el Departamento de Antropología. Su hermana mayor había fallecido con veinticuatro años y el padre enfermó. El negocio estaba en crisis y se vino a ayudar a su madre. Tras fallecer su padre, ella tomó las riendas de la familia y se fue a pedir trabajo a la fábrica Nestlé. En el verano de 1984 empezó haciendo una sustitución como analista en el laboratorio: “Analizaba los yogures, el desarrollo de bacterias, leía las placas a ver si había contaminaciones”. En 1985 entra como Ana Cristina Ceballos Rivero junto a Mª José Regil Palacios en la Nestlé. Responsable de Microbiología, que gestiona un departamento de cinco personas: “Fue duro. No les Nace en Vargas el 11 de julio de 1957. La tercera de cinco gustaba tener una mujer como jefa, más joven que ellos, hermanos, dos mujeres y tres hombres. Fue a la escuela y del entorno”. 1990 fue un año difícil en la fábrica: con niñas hasta los trece años: “La maestra, doña Aurora “Hubo problemas serios de contaminaciones y tuvimos Gallo era firme, pero muy buena. Estábamos juntas las que destruir muchos productos. Me volqué en buscar las pequeñas con las mayores y competíamos con ellas”. causas. Siempre me ha gustado la investigación”. Observó Tenía inquietud de saber. Con seis años estudiaba sola por donde podían entrar los insectos, los clasificaba por francés, lo que veía hacer a sus hermanos. áreas, revisaba los aislamientos, las máquinas, en una Los padres tenían un restaurante y les ayudaban: carrera contra las plagas y también contra los roedores. “Había un reparto injusto de las tareas por sexo. Lavar y Con su trabajo, surgió una nueva figura en planchar nos tocaba a las chicas”. la fábrica, Higienista, que se hizo imprescindible: Su madre quería que estudiaran: “Era muy “Prácticamente tuve que construir este puesto. Se trataba curiosa, nos compraba libros y leía mucho”. Quería de buscar las posibles plagas que pudiesen entrar en la estudiar Medicina, pero su madre la persuadió: “Me fábrica. Creo que es un puesto para mujer, porque está decía que no era una carrera para mujeres en aquel basado en el detalle. Hay que hacer muchas cosas a entonces”. En 1968 se preparó para el examen de ingreso la vez, ser muy meticuloso con la lupa, la linterna, los en Bachillerato en el Santa Clara: “Me sentía rara en el prismáticos y tener una visión amplia. Además eres instituto. Coincidimos tres hermanos en el mismo curso, asesora de todo el mundo y tienes que convencer con pero en distinta clase, pues había de chicos y de chicas. hechos y con mucho trabajo”. Estuvo diez años en el Les hacía los deberes. Mis tres hermanos jugaban al puesto, hasta el 2000. fútbol. Hicimos un equipo femenino. Yo quería ser chico, En Nestlé se empezó a fabricar el Pelargón, un sustituto era muy rebelde”. de la leche de vaca, en 1905. Después el Eledón, papilla La influencia de un buen profesor y su acidificada con bacterias que salen de la leche; luego la admiración por el programa “El hombre y la Tierra” de harina lacteada: “Estuve haciendo sobrevivir las bacterias Félix Rodríguez de la Fuente le llevaron a cursar Biología. del Pelargón hasta 1990”. En 1974, con diecisiete años, llegó a Salamanca: “Llegué La fábrica hace chocolates, harinas infantiles, verde, inocente. En casa no se hablaba de política. Al año dietéticos lácteos para el biberón. Hasta hace unos años, siguiente había manifestaciones, palos, carreras delante yogures y cereales. de los grises. Empecé a tomar conciencia social”. Acabó Más tarde, se metió de lleno en la formación. la carrera en León y se especializó en Zoología. Entró Montó unos cursos anuales para toda la fábrica: formaba 141
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a los formadores para la seguridad e higiene personal, y en los procesos de producción; cursos sobre plagas, diseños higiénicos: “Ha sido un camino muy duro, gente que no admite que estés donde estás. Llevo un marcapasos desde 2000. Todo pasa factura”. Conoció a su marido, Antonio Lucio, en León: “Si él no me hubiese apoyado, no habría podido”. No tuvo a su hija hasta 1997. Estuvo tres años de lactancia: “Durante seis meses sólo le di pecho; como vivo al lado, salía dos veces al día para darle de mamar”. En 1998 entra en un proyecto de Mejora Continua en la fábrica. Durante dos años tiene que motivar a la plantilla para el trabajo en equipo y cómo hacer reuniones efectivas. Para ello empieza a traducir información del inglés en casa: “Aprendí inglés de 8 a 10 de la noche, en academias de Torrelavega, Santander y Sarón”. En 2000 se jubila su jefe y la nombran Directora Responsable de Calidad. Doce personas, junto al Director, forman parte del Equipo de Gestión de la fábrica, en el que hay dos mujeres, ella y la jefa del Sector de Fabricación, Mª José Regil Palacios, ingeniera química: “Ella está
en Confitería, que es el sector que más mujeres tiene contratadas, trescientas. Hemos tenido la experiencia de llegar a los cursos de formación y ser las únicas mujeres, pero dimos mucha guerra. Queríamos saber las opiniones de las personas, plantear otros modos de trabajar, nuevas ideas sobre la gestión de una fábrica, sobre la formación. Se ha evolucionado, pero va muy lento”. Ha viajado a Chequia, Alemania, Francia, Portugal, Suiza, Barcelona, tanto para informar, como para formarse y formar a otras personas. Ana Cristina forma parte de la SEM (Sociedad Española de Microbiología de los Alimentos) desde hace quince años así como de la Sociedad de Entomología Internacional. Acude a los congresos y está al tanto de los últimos avances. En general, cree que merece la pena el esfuerzo realizado, aunque le hubiese gustado tener más hijos. Cree que el estar ocupada evita muchas depresiones. Ahora quiere más tiempo para dedicarse a su hija y a otras cosas: “Me gusta hacer punto cruz y el bricolaje”. R.S.D.
En otra faceta, la acuicultura, el Grupo Tinamenor, en Pesúes, tiene abiertas cinco líneas de investigación en la actualidad: investigación y desarrollo de nuevas especies; desarrollo de programas de mejora genética; optimización de los procesos productivos mediante la incorporación de nuevas tecnologías de producción; y mejora de procesos para un mayor ahorro energético y cuidado del medio ambiente.
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