Muestran cómo funciona la evolución

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CIENCIA / SALUD

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Miércoles 24 de agosto de 2011

PRIMERAS EVIDENCIAS s HALLAZGO DE UN INVESTIGADOR ARGENTINO

Muestran cómo funciona la evolución En el laboratorio, lograron probar que la suma de pequeñas mutaciones genéticas generó un gran cambio en una especie de mosca SUSANA GALLARDO PARA LA NACION Todos los seres vivos hemos evolucionado a partir de un ancestro común, como lo afirmó Darwin hace 150 años. Sin embargo, no se conocen los mecanismos que generan la diversidad de organismos que habitan nuestro planeta. Hay científicos que sostienen que las modificaciones en la morfología, así como la aparición de nuevas especies, deberían ocurrir de golpe, con un solo cambio genético de gran impacto en las características del organismo. Otros, en cambio, aseguran que las diferencias entre especies se fueron produciendo a lo largo de muchas generaciones a través de la suma de pequeños cambios genéticos. Ahora, una investigación publicada en Nature proporciona evidencias que respaldan esa segunda hipótesis. “Trabajamos con dos especies emparentadas de la mosca Drosophila, que difieren en un solo rasgo, la presencia de estructuras similares a pelos en lo que sería la espalda de la larva”, explica el primer autor del trabajo, el investigador argentino Nicolás Frankel, que acaba de reinsertarse en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEyN), pero que realizó esta investigación en la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos. Las dos especies son Drosophila melanogaster y Drosophila sechellia, que compartieron un ancestro común hace más de dos millones de años. “D. melanogaster se originó en Africa continental y D. sechellia, en las islas Seichelles, en el océano Indico –explica el doctor Esteban Hasson, profesor en la FCEyN–. Hay muchas diferencias entre ellas, por ejemplo,

en la forma de alimentarse; la primera se nutre de frutos variados; en cambio, la segunda sólo se alimenta de una única planta.” La especie Drosophila melanogaster, en su primer estadio larval, tiene abundancia de pequeños “pelos” en su “espalda”, mientras que Drosophila sechellia los ha perdido. Frankel, interesado en entender los cambios genéticos que subyacen en estas diferencias externas (fenotípicas), trató de determinar en estas moscas las regiones del genoma responsable de la presencia o la ausencia de pelos. Así, junto con un equipo de colaboradores, encontró mutaciones en un gen denominado shavenbaby (bebe afeitado) de Drosophila sechellia. Estas mutaciones consisten en varios cambios de una molécula en una región del gen encargada de activarla (enhancer) y hacen que el gen permanezca inactivo durante el desarrollo embrionario del animal y, por lo tanto, no se fabrique la proteína que produce los pelitos, lo que genera una larva “lampiña”. El investigador se preguntó cuántos cambios genéticos serían necesarios para que la mosca lampiña no tuviera un solo vello en la espalda. La pregunta no es para nada trivial, sino que se vincula con la controversia histórica entre la visión del biólogo y genetista británico Ronald Fisher y la del alemán Richard Goldschmidt. Los seguidores de este último creen que una modificación genética única sería suficiente para conducir al cambio evolutivo; es decir, a la adquisición de rasgos que permitan la adaptación a diferentes condiciones ambientales. En los años 50, Goldschmidt postuló la existencia de seres portadores de una mutación, normalmente

La tecnología y la política

P BÄR

Ya en aquellos años se discutía cómo “manipular” la imagen de un candidato para “venderla” al electorado y cómo hacer para que todas las opiniones tuvieran una exposición equivalente en la arena electrónica

opularizada en los Estados Unidos por Barack Obama, la última moda tecnológica de la política es Twitter. A ningún candidato o funcionario con aspiraciones se le niegan sus 140 caracteres, que espíritus más poéticos consideran algo así como “haikus” de la aldea global. Los estrategas electorales incluyen esta novedad dentro de su arsenal de triquiñuelas (con la premisa de que “hay que estar”), los analistas intentan dilucidar su influencia en el voto (“permite una relación uno a uno con el ciudadano”) y todos nos sorprendemos de “¡cómo avanza la tecnología!”. Sin embargo, aunque esta circunstancia nos parezca el colmo de la modernidad, basta con hojear revistas antiguas para constatar que ya pasamos por algo muy parecido... ¡hace cuarenta años! Con la diferencia de que la “vedette” de entonces era otro medio de comunicación hoy tan instalado que ya ni siquiera se lo discute: la televisión. El 3 de noviembre de 1970, menos de una semana después de que la Academia Sueca de Ciencias le otorgara el Premio Nobel a Luis Federico Leloir, Primera Plana reproducía un extenso informe de Newsweek sobre la “telepolítica”. “La escalada televisiva transformó (...) la política estadounidense [y] elevó a un nivel sacerdotal a la elite de cineastas que realizan comerciales”, destacaba. Y más adelante agregaba que, como consecuencia, “la venta de los candidatos resultó una historia más apremiante que sus ideas políticas”. También adjudicaba la “salvación” de Nelson Rockefeller a los comerciales en los que había gastado un millón y medio de dólares (de esa época). Ya en aquellos años se discutía cómo “manipular” la imagen de un candidato para “venderla” al electorado y cómo hacer para que todas las opiniones tuvieran una exposición equivalente en la arena electrónica. Es más, para atraer la atención de los noticieros, destaca el artículo, en esos días los políticos recurrían a todo tipo de trucos y artificios. Como ejemplo, menciona al diputado Richard McCarthy, que se había bañado en las aguas contaminadas del río Hudson, en Nueva York, y elevado en un globo con tal de conseguir una nominación al Senado... En fin, ya advierte el Eclesiastés que no hay nada nuevo bajo el sol...

[email protected] Twitter: @norabar

Pastilla ESTABA EN COMA POR EL SINDROME DE GUILLAIN-BARRE

Se recupera el joven internado en Tasmania A casi dos meses de haber enfermado en Tasmania, Martín Renzacci, el joven de 31 años que desarrolló el síndrome de Guillain-Barré durante su luna de miel en Australia, se recupera lentamente. Según el informe médico, salió del estado de coma, respira mejor y se comunica con su esposa. “Martín no puede creer lo

Cambios moleculares

Una pregunta clave

VICEVERSA

NORA

“Luego de introducir sucesivas mutaciones, pudimos confirmar que para que se produjera una diferencia significativa en el número de pelos entre las dos especies eran necesarios muchos cambios genéticos”, relata Frankel, y agrega: “En este caso, un solo cambio no es suficiente para explicar diferencias fenotípicas grandes”.

que le pasó, pero hace chistes”, comentó su esposa. Los primeros síntomas comenzaron en julio pasado en Tasmania. Luego de varios chequeos en el hospital de Hobart, le diagnosticaron el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca por error al sistema nervioso.

FOTOS CEPRO/EXACTAS

Nicolás Frankel, investigador repatriado, en su laboratorio de la Facultad de Ciencias Exactas

Las moscas con espalda lampiña, después de sucesivas mutaciones

perjudicial para el individuo, y con efectos importantes en el fenotipo. Denominó a estos seres “monstruos esperanzados”, porque supuso que, por alguna razón, tal vez ambiental, podrían abrigar una esperanza de subsistir y dar lugar a una nueva especie. Lo normal sería que se extinguieran rápidamente. Dado que los cambios genéticos de efecto grande resultan negativos para la supervivencia del organismo, los “fisherianos” están convencidos de que sólo una serie de pequeñas mutaciones podría ser el motor de la evolución.

Cuando el investigador introducía una mutación en D. melanogaster, observaba que se producía la pérdida de unos pocos pelos. Pero si le agregaba otra mutación, se perdía una cantidad mayor. Cuantas más mutaciones, más pérdida, hasta llegar a una espalda sin pelos. Se debían producir muchas mutaciones de efecto pequeño para que la espalda de la mosca se viera totalmente “lampiña”. Entonces ¿una nueva especie surge como resultado de la acumulación de pequeños cambios en los genes? Esta es la pregunta del millón en biología evolutiva. “La única manera de contestarla es con numerosos ejemplos. El nuestro es sólo uno. Lo interesante del trabajo es que analiza, por primera vez, de manera cuantitativa cómo cada mutación afecta el fenotipo”, subraya Frankel. Por su parte, el doctor Hasson señala: “Este estudio, en el que se utilizaron técnicas de microscopía y genética molecular, pudo reproducir los cambios ocurridos entre estas dos especies desde el momento en que compartieron un ancestro común, hace más de dos millones de años; es decir, nada más ni nada menos que a lo largo de veinte millones de generaciones”.

Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas, UBA.