Muchas veces hemos escuchado acerca de la divinidad de Cristo y de ...

Y es verdad que Cristo es Dios, y que es una verdad que debemos ... en la persona de Cristo habitan dos naturalezas “es uno de los conceptos más difíciles de ...
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Muchas veces hemos escuchado acerca de la divinidad de Cristo y de aquellos argumentos extraídos de la palabra de Dios que afirman esa verdad. Y es verdad que Cristo es Dios, y que es una verdad que debemos defender, especialmente frente a las sectas pseudo cristianas y a la vieja manera de pensar del mundo ahora camuflada en ideas como la new age y otras alternativas. Pero a veces, de tanto hablar de un tema, olvidamos el otro aspecto: la humanidad de Cristo. Y acerca de esta verdad es de la que quisiera escribirles hoy algunas breves meditaciones, para que luego podamos reflexionar y atesorar en nuestros corazones estas tremendas verdades que nos pueden ayudar a conocer más a nuestro gran Dios y ser más parecidos a nuestro Señor Jesucristo. A veces como hijos de Dios solamente comentamos o decimos de memoria algunas frases, o ideas. Una de ellas es “Cristo se humanó”. Si, pero ¿qué significa eso? ¿Qué abarca esta verdad? Juan en su evangelio dice que “El Verbo se hizo carne”. El Verbo es un nombre personal del Dios eterno. La palabra carne se usa para designar a la humanidad en su integridad, con las implicaciones de dependencia y debilidad. Él se hizo carne, es decir, entró en una manera de existencia en la cual las experiencias que les corresponden a los seres humanos serían también suyas. Básicamente, esta es una declaración que se transforma en la base de todas las demás implicaciones. 1)

LAS IMPLICACIONES DE LA HUMANIDAD DE CRISTO

Ya para empezar hay que tener mucho cuidado para explicar esto, ya que como dice Ryrie, explicar que en la persona de Cristo habitan dos naturalezas “es uno de los conceptos más difíciles de comprender en la teología”.1 Como también escribe Chafer, esta incomparable Persona es de cuatro esencias Divinidad, cuerpo humano, alma humana y espíritu humano. Por eso la persona de Cristo es sobrenatural. Pero para comenzar a entender un poco acerca de qué implicaba que en la persona de Cristo habitaba dos naturalezas, debemos entender ciertas verdades: 1.1 El concepto de naturaleza: teológicamente hablando, la naturaleza debe ser considerada un “complejo de atributos”. De esta forma podemos ver en la persona de Cristo a alguien que tiene sed, pero que también es omnipotente. 1.2 La naturaleza humana no se puede mezclar con la divina, ya que de otra forma la divina dejaría de serlo. 1.3 Tampoco las naturalezas deben ser consideradas separadas, porque si no terminaríamos afirmando que habría dos personas (como enseñaba el nestorianismo) Esto significa que los atributos de ambas naturalezas pertenecen a la misma Persona única sin mezclar las naturalezas o dividir la persona. Sin embargo ¿qué ocurrió entonces durante la vida terrenal de Cristo?

A pesar de que afirmamos que donde estuvo la humanidad de Cristo también estuvo su Divinidad, debemos reconocer que durante la vida terrenal el Hijo de Dios no manifestó atributos divinos, por extraño que parezca. Me imagino que muchos de ustedes pensarán en aquellos versículos que hablan que Cristo conocía lo que había en el corazón del hombre, o aquellos que afirman que él conocía los pensamientos de los discípulos o de los religiosos de la época. También se acordarán cuando Cristo resucitaba personas. ¿Cómo puede ser que eso no sean muestras de sus atributos divinos? Bueno, hermanos, tengo que recordarles que el mismo Pedro también supo cosas que otros habían hecho en oculto (Hch. 5 con Ananías y Safira, cuando Pedro dice “¿por qué convinisteis en tentar al Espíritu Santo de Dios?”), y también resucitó a Dorcas o Tabita, en Hechos 9. Así que, para los judíos, que encontraban tan importantes las señales de autoridad de los profetas, Pedro y Jesús hicieron lo mismo, pero ¿con qué poder entonces? Evidentemente en el poder el Espíritu Santo de Dios. Cristo estuvo permanentemente lleno del Espíritu Santo, y es por eso que pudo realizar esos milagros. Pedro también estuvo lleno en los momentos mencionados, y también hizo lo mismo. Hay un momento, si, que puede considerarse como una manifestación divina durante la vida terrenal de Cristo, y esa es la transfiguración. A)

DEBILIDAD

Uno de los aspectos de la humanidad de Cristo más visibles es su debilidad, o la manifestación de aquellas necesidades que cualquier ser humano tiene. Cristo tuvo un cuerpo humano que tuvo un crecimiento normal (Lucas 2:52). Tuvo hambre (Mateo 4:2), tuvo sed (Juan 19:28), se cansó (Juan 4:6), experimentó el amor y la compasión (Mateo 9:36), lloró (Juan 11:35), fue probado (Hebreos 4:15). Todas estas son características de una genuina humanidad. B)

DEPENDENCIA

¿En qué se manifestó su dependencia? En muchos aspectos: Se dice de Cristo que es el autor y consumador de la fe: La palabra “autor” significa en el original “aquel que la generó” pero consumador implica el hecho de que también la vivió. O sea, Cristo vivió “por fe”. Pero fe es la confianza en lo que va a pasar en el futuro. Entonces la pregunta es : ¿cómo Cristo pudo vivir “por fe”, si hubiera usado su omnisciencia?. Eso no sería fe. La única solución a este dilema es que para ser el autor y consumador de la fe, Jesús tuvo que voluntariamente dejar de lado sus atributos divinos y confiar en la revelación del Padre. Dentro de ese aspecto de la fe, encontramos un párrafo que es difícil de interpretar y que muchas veces ha producido estupor en muchos cristianos, y es el de Hebreos 5:7-9. Aquí vemos a Cristo rogando, suplicando y aun llorando en la presencia del Padre durante su tiempo de oración en el Getsemaní, casi seguro. Y fue oído, no por ser divino, sino a causa de su temor reverente. Algunos hermanos han pensado que esos ruegos fueron para que si fuera posible, Dios no le permitiera morir. Otros, que pedía que la turba no lo matara para que pudiera llegar a la cruz para cumplir su misión. Pero lo más probable es que estuviera pidiendo para que Dios Padre aceptara su sacrificio y lo librara de la muerte, tipificada en la “copa de ira” que debía tomar el Señor durante su sacrificio. El tomar la “copa de ira” por parte de Cristo tiene una implicación tremenda no sólo para su humanidad demostrando un amor sin límite, sino en su divinidad, ya que Cristo también tiene su naturaleza divina en esa persona, como vimos anteriormente, y sabemos que la divinidad es eterna, sin tiempo. Eso significa que si Cristo no fuera liberado de la muerte, podía llegar a morir por una eternidad. ¿Nos damos cuenta de eso? Yo creo que no. Ni yo mismo soy

consciente de eso muchas veces. Pero nuestro Señor estuvo dispuesto a sufrir una muerte eterna por amor a nosotros; una separación eterna (muerte espiritual) de Dios Padre por una eternidad por amor a nosotros. Cristo aprendió la obediencia: Otra frase que muestra su humanidad es la que vemos en este apartado. Cristo debió “aprender”, o sea, llevó a la práctica la obediencia. La naturaleza divina de nuestro Dios evidentemente no necesita aprender nada, por lo que debemos concluir que era la naturaleza humana de Cristo que debía hacerlo, y en un acto de sumisión suprema, someterse a la voluntad del Padre, ya que como siempre decimos, “es fácil ser sumiso y obedecer cuando lo que se nos pide está de acuerdo con nuestras ideas y lo que pensamos, pero cuando se nos pide ser sumisos y no estamos de acuerdo es cuando se ve la verdadera sumisión”. ¿Qué entonces de la supuesta omnisciencia de Cristo?: Muchas veces hemos escuchado que Cristo es omnisciente, y es verdad. Pero debemos siempre recordar que sus atributos divinos no fueron revelados durante su vida. Entonces, ¿por qué la Palabra dice que Cristo sabía lo que los discípulos o los religiosos pensaban, o lo que habían discutido mientras él no estaba, o que daba a entender de qué muerte iba a morir? Bueno, debemos recordar que una persona llena del Espíritu Santo tiene los dones del mismo. Así que fácilmente Cristo pudo usar su don de discernimiento de espíritus para saber lo que ocurría con las personas alrededor, o el don de profecía para saber qué ocurriría en el futuro, además de que el Padre se lo hubiera revelado. Acerca de la revelación del Padre hacia el Hijo es interesante notar que varías veces Cristo habló de eso. He aquí algunos ejemplos: Juan 5:19-20 Habla de que el Hijo ve hacer al Padre, y él hace lo mismo; Juan 6:26 dice que Cristo habla lo que oyó del Padre; Juan 8:28 el Padre le enseñó y eso habla Cristo; Juan 7:16 la doctrina es del Padre. Pero volviendo al tema de la omnisciencia, podemos considerar que lo que Cristo sabía, lo conocía por la revelación del Padre en sus tiempos de comunión. Oró antes de elegir a los discípulos La última situación que quiero considerar con respecto a la dependencia de Cristo con respecto a su Padre, es en el momento cuando debe elegir a los doce discípulos, aun sabiendo que uno le iba a entregar. Quizás no sabía todavía quién, pero quizás supiera como iba a ser traicionado, pero eso son conjeturas. Sin embargo, lo que sí quiero hacer reflexionar es que esta naturaleza humana, llena del Espíritu Santo, en comunión con el Padre de una forma cercana, TUVO LA NECESIDAD DE PASAR TODA UNA NOCHE ORANDO ANTES DE ELEGIR A SUS DISCÍPULOS. ¡Qué ejemplo! Era una decisión importantísima, por eso la dependencia del Padre era total. Para finalizar, entonces, podemos decir que la persona de Cristo en su humanidad debió depender de Dios Padre : entre varias circunstancias, en primer lugar, antes de su muerte en la cruz, necesitó de la fortaleza que solo Dios podía dar para soportar semejante prueba sacrificial por una humanidad olvidadiza y desagradecida; en segundo lugar, para someterse a la voluntad del Padre, cuando pide que se haga la voluntad del Padre y no la suya; en tercer lugar, para aprender del Padre todo lo que debía hacer, enseñar, mostrar en ese aspecto de su ministerio que implicaba manifestar al Padre, y en cuarto lugar, antes de tomar decisiones. 2)

EL ALCANCE DE LA HUMANIDAD DE CRISTO

¿Qué alcance tienen todas estas verdades para nosotros hoy en nuestras vidas cristianas? ¿Sirve para algo saber todas estas cosas? Por supuesto que sí.

Lo primero que debemos entender es que si Cristo, en su persona, vivió como vivió e hizo lo que hizo SOLAMENTE por medio de su humanidad, es para dejarnos ejemplo. Como dice la Palabra en la Primera epístola de Pedro: “Pues PARA ESTO FUISTEIS LLAMADOS; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que SIGAIS SUS PISADAS, el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca...”. Yo creo que a veces los cristianos pensamos que Cristo logró lo que logró solo porque era Dios y porque su naturaleza divina estaba obrando ahí. Pero eso no es la verdad. La verdad es que lo que el Señor logró lo hizo en el poder del Espíritu Santo. De otra manera, él no hubiera dicho a sus discípulos que ellos podrían llegar a hacer las mismas obras que él hizo. Eso significa poder pensar de la misma manera que él pensaba, o tener las mismas prioridades, o contestar de la misma manera que él lo hizo, o manifestar la misma paciencia y humildad que él tuvo. Ese es su ejemplo y esas son sus pisadas que debemos imitar, como si pusiéramos nuestros pies en las huellas dejadas por una persona que caminó anteriormente que nosotros, por ejemplo, en una playa. Es una tremenda responsabilidad, pero es lo que nos está pidiendo el Señor. Para lograrlo nos ha dejado a la persona del Espíritu Santo que nos ayude y nos fortalezca en todo momento. En segundo lugar, que Cristo haya vivido en su naturaleza humana toda experiencia de vida de un ser humano le convierte en un sacerdote compasivo. No en cualquier sacerdote, sino en uno que ha entendido, entiende y entenderá todas nuestras ideas, luchas, emociones, etc porque él ya las ha vivido. Y sabemos que el ministerio sacerdotal es un ministerio de intercesión…en el caso del sacerdote del Antiguo Testamento, la intercesión entre Israel y Jehová. Ahora, se trata de la intercesión entre la iglesia y la persona de Dios Padre. ¡Qué bueno es saber que tenemos un mediador que nos entiende! Eso debe invitarnos y animarnos a ir a él con la confianza suficiente de saber que aquel que nos escucha ya ha pasado por todo lo que nosotros pasamos. Y aún más, ya que la palabra “confiadamente” de Hebreos 4:16 da la idea más de confidencia que de confianza, que es una relación aún más profunda. Uno puede tener confianza con muchas personas para compartir sus ideas, pero sus confidencias las comparte con muchas menos personas. Cristo se ha convertido en nuestro sacerdote confidente. ¿Te diriges a la presencia de nuestro Señor con tus confidencias? ¿O piensas que quizás son muy triviales, muy insignificantes o inentendibles? Yo te animo hoy a que a partir de ahora, si no lo has hecho nunca, o si no lo estás haciendo, te acerques a su presencia con esta actitud de confianza y confidencia. Ese será el camino para conocerle aún más, y ver de una manera más clara como él obra en tu vida. 3)

¿Y CON RESPECTO A ACTITUDES DE CRISTO?

Mucho podríamos siempre aprender de su persona. Pero en este estudio específico, refiriéndonos exclusivamente a la humanidad de Cristo, me gustaría llamarles la atención a algunas enseñanzas importantes y sublimes para nosotros. A) El amor de Cristo: Ese amor inagotable, profundo como un vasto mar, le llevó a estar dispuesto a morir, a estar separado de Dios Padre por una eternidad, si eso era posible. Cristo consideró esa posibilidad y por eso rogó, clamó, lloró, pero aún así fue a la cruz. ¿Qué tanto estamos dispuesto nosotros a sufrir por él? Él estaba dispuesto a sufrir semejante castigo por nosotros, ¿qué estás dispuesto a sufrir tu por él? En la medida que estemos dispuesto a pagar el precio que Dios nos indique, ESA SERÁ LA MEDIDA DE NUESTRO AMOR HACIA DIOS. No nos engañemos. A veces pensamos que amamos mucho a Dios y al Señor Jesucristo. Eso se contesta fácilmente... ¿qué precio estás pagando hoy por él? B) La sumisión de Cristo: Estoy seguro que muchas veces nos sorprendemos de cosas que le han ocurrido a Cristo en su vida. Cuanto más, si pensamos que él estaba “ocultando” su divinidad por unos años para vivir como ser humano. Solamente pensando en que Cristo era el verbo hecho carne, nosotros,

en nuestra “sabiduría” seguramente tendríamos muchas “mejores ideas” para llevar a cabo el plan de Dios por medio de Jesucristo, ¿no? ... así como hacemos en nuestra vida también. Pero Cristo se sometió calladamente a la voluntad del Padre. No hubo discusiones, no hubo planes “B”. Sólo estuvo el sometimiento de Cristo a lo que el Padre revelaba o permitía en cada momento. ¿Cómo estamos nosotros en nuestras vidas con respecto a eso? ¿Cómo está nuestra sumisión a la voluntad de Dios, a lo que él nos permite o hace vivir? A veces nos enojamos por tantas cosas sin importancia, sin valor eterno, y no nos damos cuenta de que Dios tiene algo mejor después y por eso nos dice “no” ahora. Es una lucha permanente. En cuanto nos descuidamos y dejamos de pensar en la soberanía de Dios, ¡ZAS! Viene el pensamiento rebelde contra la voluntad de Dios. Debemos humillarnos delante de Dios para rogarle que en su gracia nos permita siempre demostrar la misma sumisión que mostró Cristo. C) La dependencia de Cristo: Si nuestro Señor tuvo necesidad de depender del Padre antes de tomar decisiones y necesitó de la oración, ¿por qué nosotros a veces tomamos decisiones según nuestro parecer? ¿Por qué no dependemos de Dios como hizo Cristo en su vida aquí? Debemos preguntarnos si no vivimos una vida independiente de Dios, si lo dejamos afuera de nuestras vidas a él, a él que nos entiende en cada cosa que vivimos y que nos ama como nadie nos ha amado en este universo. ¿No será que estamos haciendo un mal negocio, olvidándonos de nuestro Señor? Si en algún aspecto te has dado cuenta que es necesario el cambio, es la hora de arrepentirte y volver o mejorar en eso. Recuerda, el sacerdote compasivo te espera. Tomado de la revista “Momento de Decisión”, www.mdedecision.com.ar Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.