Preadolescentes

Monólogo del Guardia Guardia: (abre la puerta y entra al salón) Con el permiso, Sra. ______, pero escuché que va a contarles la historia acerca de los dos predicadores que adoraron en la prisión. Ya que yo estuve allí, ¿puedo contarles la historia? Maestra: Por supuesto. Qué bueno que vino. Clase, este caballero es el carcelero o el guardia que estaba a cargo de mantener a los prisioneros en la cárcel. Escuchen su historia. Guardia: Pablo y Silas eran dos predicadores. Ellos habían llegado a mi pueblo, Filipos, a decirles a las personas acerca de Jesús y cómo podían ser salvos. Un día iban caminando hacia el lugar de oración y se encontraron a una joven muy enferma que entretenía a las personas diciéndoles historias acerca de ellas y su futuro. Las personas pagaban dinero para escucharla contar estas historias. Ella siguió a Pablo y Silas por varios días gritando: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes les dicen cómo ser salvos. Después de varios días sus gritos incomodaron a Pablo y él la sanó en el nombre de Jesucristo. Las personas que ganaban dinero de los enfermos a quienes esta joven les contaba estas historias se enojaron porque ella ya no podía ganar más dinero. Ellos llevaron a Pablo y Silas a las autoridades (como la policía). Ellos dijeron que eran judíos y causaban alboroto en la ciudad. Ellos dijeron que Pablo y Silas estaban tratando de que los romanos quebraran la ley. La multitud comenzó a gritar y a estar de acuerdo con los dueños de la joven. Las autoridades hicieron que azotaran a Pablo y Silas y los arrojaron en la prisión. A mí me ordenaron que los vigilara cuidadosamente. Yo no iba a arriesgarme a que se escapara y por eso los metí en la celda más adentro, como un calabozo, de la prisión. Les amarré los pies en cepos. Era como un marco de madera con huecos alrededor de los tobillos para que no se movieran. La celda era fría, húmeda y oscura. Pensé que yo había hecho un buen trabajo siguiendo mis órdenes. Entonces, como a la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos. Ellos estaban adorando a Dios. Los otros prisioneros los escuchaban. De repente, un terremoto violento sacudió los cimientos de la prisión. Enseguida todas las puertas de la prisión se abrieron y las cadenas de los prisioneros se soltaron. Me desperté y vi que todas las puertas estaban abiertas. Pensé que los prisioneros habían escapado. Agarré mi espada y estaba listo para quitarme la vida. Yo sabía que si los prisioneros se escapaban mientras yo estaba a cargo, me matarían. Justo entonces Pablo me gritó que no me hiciera daño. Él dijo que todos los prisioneros estaban allí. Yo pedí que iluminaran el lugar y fui a donde estaban Pablo y Silas. Caí temblando a sus pies. Los saqué de la celda y les pregunté: ¿Qué debo hacer para ser salvo? Ellos me dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa. Entonces le dijeron a mi familia, mis siervos, y a mí todo acerca de Jesús. Todos creímos. Yo les lavé las heridas en sus espaldas donde habían sido azotados y les di de comer. Toda mi familia estaba llena de gozo porque habíamos creído en Dios. Fue un tiempo maravilloso para todos nosotros. Aprendimos que podíamos adorar a Dios en la cárcel, en la casa, en la iglesia—en realidad en cualquier lugar y en cualquier momento. Estábamos felices de alabar a Dios. Maestra: Gracias por contarnos su historia. Guardia: Gracias por permitirme compartir. (El guardia sale) Recurso 36: Monólogo del Guardiaia (Sesión 5: Historia bíblica Escuela Bíblica de Vacaciones Preadolescentes. "Aventura en el Safari Africano—Explorando las maravillas de la creación de Dios”. Derecho de autor ©2015 BAPTISTWAY PRESS®. No será vendido. Un ministerio de Baptist General Convention of Texas. www.baptistwaypress.org. Estos materiales de EBV son producidos por BAPTISTWAY PRESS® basados en los materiales desarrollador por Park Cities Baptist Church, Dallas, Texas.