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Cuadro 1
CAPITULO 1
MEMO amarró alrededor de su cabeza la delgada sábana de algodón mostrando su frustración y para cerrar sus oídos a las fuertes voces que venían del cuarto de sus papás.
La cama individual en la cual MEMO dormía apretujaba el pequeño cuarto, y la silla de tres patas se apoyaba en la pared. Recor tes del periódico y fotos de sus jugadores favoritos, pegadas en las tablas de sus paredes, describían el gran amor de MEMO por los deportes.
MEMO, al igual que su papá, tenía chinos negros y piel oscura. MEMO era pequeño de estatura comparado con los otros niños de la misma edad y se miraba aún más pequeño cuando se acurrucaba debajo de la sábana.
La cama comenzó a temblar cuando “Chuly” su perro se acercó y comenzó a lamer a MEMO, como si sintiera el temor y la desesperación que su amo sentía. MEMO salió de la sábana y abrazó la cabeza de Chuly contra sí mismo. Él amaba a su amigable perro, gran y viejo aliado, más que cualquier otra cosa en el mundo.
Chuly había aparecido en la puerta de la casa de MEMO cuatro años atrás, todo mojado, con frío y con hambre. Su papá aceptó que se quedara hasta que su dueño lo reclamara. Las semanas pasaron y nadie reclamó, y ya para ese tiempo toda la familia se había encariñado con el perro, de modo que lo aceptaron como parte de la familia. Un vínculo especial se formó entre MEMO y Chuly, hasta volverse inseparables.
Los ojos cafés de MEMO miraban fijamente la puerta, deseando que su papá y su mamá pronto dejaran de pelear. MEMO sabía que las borracheras de su papá y la falta de dinero eran las razones de las peleas de sus papás.
De repente un escalofrío se apoderó del cuerpo de MEMO, cuando la puerta del frente de su cuarto se abrió violentamente. Rápido MEMO saltó de la cama y se asomó para ver como su padre se iba por la calle de la ciudad.
MEMO se preguntaba si su padre volvería, pero como en el pasado, él sabía que regresaría en la mañana diciendo malas cosas y buscando a tientas su cuarto.
MEMO volvió a su cama y se acostó en la oscuridad, escuchando el más angustioso sonido de todos; era el sollozo de su mamá. MEMO sintió dolor en su corazón, entonces apretó a Chuly fuertemente y así se durmió en medio de los angustiosos sonidos de la noche.
Cuadro 2
Los rayos del sol mañanero entraban por la ventana de Teresita, dando un toque de oro a sus chinos rubios. El miembro más pequeño de la familia Pérez, Teresita, tenía las más hermosas mejillas que usted jamás haya visto. Teresita siempre se levantaba bien temprano.
Teresita se quitó las cobijas y corrió a la ventana. Parecía un hermoso día. Sus ojos azules anhelaban que pronto hubiesen manzanas en el gran árbol del abuelo, que habían plantado juntos en el patio. Para Teresita cada cosa era hermosa y su sonriente personalidad adornaba su vida.
Teresita se fue rápido a la cocina. Cómo deseaba que su mamá se quedara en casa, en lugar de irse a trabajar. Sería muy bonito tener a mamá todo el día en casa.
La señora Pérez sonrió cuando vio a Teresita. ¡Qué rayo de luz brillante era ella! Le abrió sus brazos cuando Teresita brincó hacia a ella para recibir su abrazo.
Julián, el otro miembro de la familia, que tenía seis años, entró a la cocina, todavía con sueño en sus ojos. El contraste entre los dos niños era sorprendente. Teresita era tal como su mamá, mientras que Julián, con sus chinos, se parecía a su papí. Julián sonrió al mismo tiempo que recibió el gran abrazo de su mamá. La señora Pérez rápidamente terminó sus quehaceres antes de salir de prisa al hotel donde trabajaba.
Julián buscó el azúcar. Él era feliz con montones de azúcar, cuando su mamá no estaba cerca, y a Teresita le gustaba todo lo que Julián hacía. Después del desayuno los dos decidieron que ya era hora de despertar a MEMO.
Cuadro 3
Ellos corrieron al cuarto de MEMO y brincaron en la cama mientras se reían, le quitaron las cobijas y le jalaron el pelo. Chuly estaba también muy interesado en la diversión, así que brincó junto a los niños en la cama. Todos se divertían tanto que ninguno se dio cuenta que la puerta se abrió, hasta que ya era tarde. El señor Pérez estaba furioso. Les gritó a los niños que se callaran, si no, los castigaría. Julián y Teresita se escondieron detrás de Chuly mientras MEMO se ponía de pie. “Lo siento”, dijo MEMO, “Nos callaremos, lo prometo”. “Será lo mejor para ustedes”, les dijo el señor Pérez mientras se iba a su cuarto.
Julián y Teresita dejaron, temerosos, el cuarto mientras Chuly los seguía con su cola entre las patas. MEMO rápidamente se vistió.
Cuadro 4
A Teresita le encantaba lavar los platos con montañas de jabón y agua. Esa mañana ella echó un chorrito extra de jabón, y al hacerlo la tapa salió volando y el jabón cayó todo en la pila. De pronto grandes montañas de espuma se formaron, para deleite de Teresita. Grandes bombas de espuma de jabón se esparcieron por la vieja cocina y el suelo. ¡Nunca había hecho tanta espuma!
Mientras, Julián y MEMO habían terminado sus quehaceres y estaban viendo caricaturas. De repente MEMO vio como una montaña de espuma venía hacia él, después otra y otra... Corrió a la cocina. Había montañas de espuma por todas partes. “¡Teresita Pérez!”, gritó MEMO, enojado.
Cómo era posible que una pequeña de cinco años pudiera meterse en semejantes problemas. MEMO tenía todo el verano para averiguarlo.
Cuadro 5
Una nueva familia se había mudado a vivir a la casa de al lado. MEMO, Julián y Teresita no podían esperar para conocerlos. De repente vino la oportunidad para MEMO, la pelota se había ido al otro lado de la cerca de los nuevos vecinos.
“Yo la traeré”, dijo MEMO brincando la cerca. Justo en ese momento, Pablo se paró en la puerta. Hubo silencio mientras los dos se miraban fijamente. MEMO tartamudeó su nombre, mientras explicaba por qué estaba allí, metido en su casa.
El niño, flaco y grandote le dijo; “Mi nombre es Pablo”. MEMO pensó que debía tener la misma edad que él, aunque Pablo era más alto. Su pelo era corto y casi rojo, y su nariz y mejillas tenían pecas. Su cara estaba rosada por el sol. Inmediatamente después llegaron Julián y Teresita, ellos también querían conocer a sus nuevos vecinos. “¿Hay alguien más en tu familia?”, preguntó Teresita. “Tengo un hermano pequeño llamado Andrés, pero ahora está jugando béisbol en la calle”, respondió Pablo.
Después, una mujer, con la más linda sonrisa que MEMO jamás había visto, vino a la puerta. Era la señora Ramírez, la mamá de Pablo. MEMO mentalmente la comparó con su mamá. Ella tenía el pelo como su mamá, sin embargo era más alta y no se veía tan cansada. Mientras tanto, Julián y Teresita quedaron encantados con la señora Ramírez e inmediatamente se encariñaron con ella. La señora Ramírez, por su parte, disfrutaba riéndose del entusiasmo y los esfuerzos de los niños para tratar de impresionarla.
Luego los niños decidieron ir a jugar béisbol junto con Andrés, el día era perfecto con el sol brillando. Todo el vecindario gritaba y gozaba, mientras el juego estaba en lo más emocionante. Era una tarde de alegría, en medio de tanto ir y venir de las pelotas de béisbol.
Cuadro 6
Después del juego todos quedaron cansadísimos y sedientos, de modo que la señora Ramírez trajo un gran jarra de limonada y galletas de chocolate para que los niños disfrutaran, mientras descansaban en el pasto verde.
Todos estaban de acuerdo en que a la señora Ramírez se le había ocurrido una excelente idea, mientras se chupaban los labios, oliendo las deliciosas galletas y saboreando la limonada que les habían servido. Hasta Chuly suplicaba que se acordaran de él, de modo que la señora Ramírez le aventó tres galletas, para que disfrutara, las cuales atrapó en pleno vuelo y devoró inmediatamente.
Mientras, MEMO y Pablo bromeaban una y otra vez, llegando a ser grandes amigos. “Y tu papá, ¿qué hace?”, preguntó MEMO. “Mi papá es pastormisionero”, respondió Pablo. “¿Tu papá es pastor?”, preguntó MEMO, sorprendido, pues nunca había conocido a uno. Pablo sonrió y dijo: “Oh, los pastores son como cualquier papá, la verdad nosotros somos como cualquier familia”. “Oh, no lo creo”, dijo MEMO pensativo. Luego añadió, “Mi papá no ha podido trabajar por largo tiempo y tiene grandes problemas”. “Lo siento”, dijo Pablo, “pero... bueno; al menos tienen una casa donde vivir.”
“Ah, esa casa es de mi abuelo; es que mi papá no ha podido conseguir trabajo y no tenemos dinero, entonces mi abuelo nos dijo que viniéramos a vivir con él. Pero ya ven”, dijo MEMO todo triste, “a mi abuelo le dio un ataque del corazón hace meses y no sabemos cuando volverá del hospital.”
Cuadro 7
Para Julián y Teresita esta conversación era aburridísima, de modo que decidieron ir a jugar al patio con Andrés en una gran caja de arena. Al rato los niños habían construido ya un enorme castillo de arena de dos pisos, con caminos y hasta con una gran flor en lo alto. El castillo estaba precioso, era el más grande y el mejor que ellos habían visto.
Rápidamente se fueron a buscar a MEMO y a Pablo para mostrarles su obra. Julián se encargó de explicar cada detalle y hasta les habló de los imaginarios dueños del castillo.
“La gente que vive aquí es muy feliz,” dijo Julián. “Gente que nunca pelea y donde el papá ama a todos, especialmente a los niños. Nadie tiene miedo de las oscuridad porque no hay noche y nadie llora cuando tiene que dormir”. “¡Y hay una linda mamá que hace jugo y galletas!”, dijo Teresita entusiasmada.
MEMO sintió un nudo en la garganta, no se había dado cuenta que sus hermanos pequeños estaban siendo tan afectados por la infelicidad de sus padres.
Pablo miró el castillo y luego miró a los dos niños y se preguntaba qué habrían querido decir. Luego vino un pensamiento a su mente. “Un día– les dijo- yo iré a vivir a un castillo parecido al suyo, es un lugar muy lindo donde la gente siempre se ama y es muy feliz. No habrá dolor, ni lagrimas y tampoco habrá noche, porque Jesús, la Luz del mundo, vive ahí”. Los niños estaban atentos.
MEMO por su parte pensaba que Pablo estaba bromeando a los niños, pero Pablo dijo: “Yo no estoy bromeando, realmente iré a vivir en un castillo cuando muera. Mi papá dice que según la Biblia, Jesús está preparando un lugar para nosotros, un lugar que se llama: El Cielo.” Luego Pablo preguntó a Julián y a Teresita “¿Conocen ustedes acerca de Jesús?” Julián y Teresita despacio negaron con sus cabezas y Pablo les explicó que Jesús era el Hijo de Dios y que había venido a la tierra una Navidad. “Oh, sabemos qué es la Navidad” dijo Julián. “Bien, el niño Jesús nació una Navidad y creció para llegar a ser una persona amorosa y maravillosa,” dijo Pablo. Cuadro 8
“A cualquier parte que Jesús iba, mucha gente lo seguía, porque sanaba y ayudaba mucho a los enfermos, y les mostraba su gran amor. Jesús trajo mucha felicidad a este mundo infeliz y lleno de pecado.”
MEMO, por su parte, estaba preocupado por Chuly, pero Pablo prosiguió: “Jesús sabía que había muchas tinieblas en nuestros corazones, por culpa del pecado”.
“Ah, yo se qué es pecado”, dijo Andrés, sentándose junto a ellos en el suelo y cruzando sus piernas. “Es cuando mentimos, robamos o nos enojamos”. “Mi papá dice que el peor de los pecados es no creer en Jesús”.
“Correcto”, dijo Pablo, “y es por eso que Jesús murió en la cruz. Él tomó nuestro castigo por todas las cosas malas que habíamos hecho. Aunque murió, él después resucitó de la muerte ,y así probó ser Dios; y ahora vive en el cielo. Si ustedes le piden a Jesús que entre en sus corazones, él quitará las tinieblas. Yo estoy muy alegre porque Jesús es la luz del mundo.”
MEMO ya se sentía cansado de escuchar a Pablo, entonces decidió aventarle la pelota a Pablo para que parara. Pablo entendió lo que MEMO quería decirle y entonces dejó de hablar, aunque en su corazón oraba para que Dios le mostrara a MEMO su necesidad de Jesús.
Cuadro 9
Los niños siguieron jugando con la pelota en el patio y de repente la pelota se perdió a través del aire y fue a dar justo contra el vidrio de la cocina de la señora Ramírez. Se escuchó un gran escándalo, mientras los niños quedaron paralizados, y en silencio. Pablo decidió ir a buscarla.
“Todo está bien” gritó Pablo cuando vió que MEMO desaparecía corriendo rápidamente. MEMO siguió corriendo para escapar de esta “tragedia”.
Cuadro 10
MEMO corrió rápidamente a su lugar secreto, donde iba siempre que se sentía en problemas, era un lugar en lo alto de su casa, oscuro, que lo único que tenía era una vela para alumbrarse. MEMO buscó la vela en medio de las tinieblas, mientras pensaba si su nuevo amigo le volvería a hablar.
MEMO pensaba si de veras sería cierto lo que Pablo había dicho de Jesús, de que él era la luz y que lo necesitamos en nuestras vidas. Al acercarse a la vela se le vino una idea. Apagó la vela y rápidamente todo se volvió tinieblas. Luego, se apuró a encenderla de nuevo, dando gracias por la luz que daba. MEMO pensaba en cómo era su corazón lleno de tinieblas. ¿Podría Jesús encender su vida y quitar las tinieblas de su corazón? MEMO sabía que había mentido y robado y ahora se encontraba en problemas con su papá. Cuando el papá se diera cuenta que él había quebrado el vidrio se pondría furioso. Si tan sólo su abuelo estuviera en casa para ayudarlo, pensaba.
MEMO sonrió recordando a su abuelo y las diferentes cosas que hacía; su bigote y la divertida manera de cómo lo movía, las pestañas de sus ojos y cómo jugaba con ellas, o cómo hacia adivinanzas para resolver. Esa era tal vez la razon porque el amaba su lugar secreto, pues solo el y su abuelo lo conocían y pasaban buenos momentos allí.
Pero de repente MEMO volvió al presente. Era muy extraño. Algo estaba sucediendo en el cuarto, “algo” parpadeaba... MEMO tomo la vela para investigar y su corazón comenzo a latir fuertemente. Todos sus pensamientos acerca del vidrio roto, de Pablo, y de su papá se fueron. ¿Habría algún secreto en este lugar? El aire rápidamente se llenó de suspenso y misterio, a la vez que MEMO se acercaba más y más. ¿Será algo bueno? ¿o algo malo?.
Cuadro 11
CAPITULO 2
MEMO tomó fuertemente la vela. La luz parpadeaba en medio de las tinieblas, revelando tres cajones sobresalientes. ¡¡Sí, eran bastante grandes!! Rápidamente puso la vela en el suelo y buscó la preciosa cuchilla que su abuelo le había regalado una Navidad. Con mucho cuidado, usando la cuchilla, trató de abrir el cajón para ver que había. El cajón rechinaba por el herrumbre que tenía, y al irse abriendo parecía como quejarse, y de repente, ¡¡¡pum!!!, un pequeño cajón, todo herrumbrado cayó al suelo. MEMO brincó del susto. Luego, con curiosidad, comenzó a abrir el cajoncillo, MEMO no lo podía creer, había encontrado un papel todo arrugado y una llave. Con mucha emoción, se acercó más a luz para saber qué decía y comenzó a leer: (Maestro, al final, en la portada, está el acertijo) “Si encuentras esto después de mí, luego tendrás todo lo que tú ves. Encuentra el tesoro, usa esta llave, Resuelve el acertijo y feliz tú serás:” Acertijo Una fuente de conocimiento se encuentra aquí Busca atrás y lo encontrarás, Tu fuerza es necesaria, el tablón esta cerca, Lo que estaba escondido, ahora aparecerá.
Sus ojos, tan rápidos como flechas se dirigían al comienzo del papel y leía, apenas creyendo lo que sus ojos veían. ¡Un tesoro! ¿Podría ser cierto que él había encontrado las pistas de un tesoro escondido? Una y otra y otra vez estudió el papel, hasta que se le grabo en la mente. Después, con mucho cuidado volvió a doblar el papel y junto con la llave, los guardó en el cajoncillo.
MEMO no tenía idea de cuánto tiempo había pasado allí, en el lugar secreto, y mejor decidió volver donde estaban sus hermanos antes que su mamá regresara. Además ya se sentía hambriento. Tomó el cajoncillo en sus manos, sopló la vela y rápidamente dejó su lugar secreto.
Cuadro 12
La mañana siguiente MEMO llevó a sus hermanos y a Chuly a caminar, así su papá podría dormir tranquilo. MEMO sabía que tenía que decirle a su papá lo del vidrio, pero sería mejor esperar a que estuviera de buenas. “Porfis”, suplicó Julián, “¿Vamos a la tienda?” “Yo me portaré muy, muy, muy bien hoy” dijo Teresita.
MEMO estaba enojado con él mismo. ¿Por qué tuvo que llevar a los niños por ese camino? Él sabía que ellos querrían ir a la tienda de la esquina. MEMO nunca tenía dinero para comprar en la tienda, de modo que robaba. La verdad había estado robando más de lo que se imaginaba. “Está bien, iremos a la tienda hoy” dijo MEMO, “pero será la única vez que iremos durante esta semana”.
Teresita y Julián estallaron de alegría y corrieron adelante de MEMO para entrar en la ansiada tienda, donde se podía conseguir casi de todo.
El señor Pepe; el dueño de la tienda; sonrió a los niños alegremente. Él era muy bajito de estatura, pero cuando se reía, se escuchaba por toda la tienda. Siempre disfrutaba cuando Teresita y Julián llegaban, y le gustaban cuando ellos conversaban.
MEMO se paró cerca de las revistas, haciéndose el distraído. De pie allí; cerca de los dulces, pretendía estar leyendo. En realidad esperaba el momento para poder robarse algunos dulces sin que Pepe lo viera. Mientras, sus hermanos seguían conversando con Pepe, sin darse cuenta lo que MEMO hacía. Al ratito, MEMO dijo que ya tenían que irse, así que le dijo a Julián que llevara a Teresita y salieran de la tienda mientras él pagaba uno de los dulces que tenía en su bolsillo. Así, después, salió de la tienda sin pagar los demás dulces.
Mientras caminaban MEMO comenzó a sentirse mal por lo que había hecho. Él sabía que robar era pecado y, como Pablo había dicho, Jesús había muerto en la cruz por el pecado. Además ¿qué pasaría si lo veían robando? MEMO no se había dado cuenta tampoco que Dios podía ver todo lo que él hacía; incluso esto de robar dulces y chocolates.
Cuadro 13
Cuando llegaron a la casa su papá ya se había levantado. MEMO respiro profundamente al entrar. Era ahora o nunca. Su corazón casi se le salía y sentía un nudo en su estómago. Caminó hacia donde estaba sentado su papá. “Pa..., yo tengo algo que decirte”, dijo MEMO. Su papá gruñó y siguió comiendo. “Ayer yo rompí el vidrio de la cocina de los vecinos”, dijo asustado MEMO. "¡¡¡¿Qué?!!!”, gritó el señor Pérez. “Nosotros estábamos jugando béisbol y la pelota voló al vidrio de la cocina”.
El cuchillo quedo clavado en la mesa. Mirando furioso a MEMO el señor Pérez vino como un rayo y comenzó a insultar y a decir muchas palabras feas a MEMO. Tomó su cinturón y comenzó a pegarle y pegarle al pobre MEMO. De repente una gran masa peluda saltó sobre el incontrolable papá, gruñendo y botándolo contra el suelo.
Mientras, los niños que escucharon los gritos, vinieron a ver que pasaba. En una de las esquinas estaba su papá, furioso, con Chuly encima, y en la otra esquina estaba MEMO, sentado y aturdido por todo lo que había pasado. “¡Fuera de aquí!” gritó su papá. “Váyanse y déjenme solo” MEMO llamó a Chuly y los cuatro desaparecieron rápidamente, corriendo a la casa de sus vecinos, los Ramírez.
Cuando llegaron a la puerta, sus vecinos se dieron cuenta que algo malo estaba pasando. MEMO estaba muy apenado, por el hecho que otros se estaban dando cuenta de sus problemas familiares. Pero los Ramírez se veían muy amorosos y comprensivos, de modo que rápidamente MEMO comenzó a contar todos los detalles. MEMO también se disculpó por lo del vidrio y prometió trabajar para poder comprarlo. De pronto, MEMO fue interrumpido por Teresita.
Cuadro 14 “¡Qué cuadro más bonito!”, dijo Teresita mientras miraba el cuadro que colgaba en la cocina. “Ah, es el cuadro del Buen Pastor”, respondió Pablo, “Es mi favorito” “¿Qué es un pastor?”, preguntó Teresita “Es un hombre que cuida ovejas. Él cuida que tengan agua y comida, y además las protege de cualquier peligro.” “¿Es por eso que él está cargando a la pequeña oveja en sus brazos?”, preguntó Teresita “El Buen Pastor ama mucho a sus ovejas y aún moriría por ellas para protegerlas”, explicó Pablo. “¿El Pastor aún moriría por sus ovejas?”, preguntó sorprendido Julián. “Oh, sí”, respondió la señora Ramírez.
“La Biblia nos dice que nosotros tenemos un Buen Pastor que quiere velar por nosotros si nosotros lo dejamos. Su nombre es Jesús y el murió por nosotros y resucitó para que podamos ir a vivir a un lugar muy bonito en el cielo”. “Como en nuestro castillo”, dijo Teresita muy contenta.
Pablo se puso a reír y contó a su papá acerca del castillo que los pequeños habían construido y como él había comparado el castillo con el cielo, cuando Julián dijo que dentro del castillo había muchas cosas bonitas.
La señora Ramírez se volvió a los niños y, hablándoles en voz baja les preguntó: “¿Han escuchado ustedes acerca de Jesús, y cómo él desea ser su Buen Pastor? ¿Les gustaría a ustedes pedir perdón a Jesús por todo lo malo que han hecho y para que él sea su Buen Pastor?
“Oh sí, claro”, dijeron Julián y Teresita. Pero MEMO no dijo nada. El Señor Ramírez, tomando la Biblia, les leyó algunos versículos acerca de Jesús y su amor y cómo él había entregado su vida por todos. Después oro con ellos. MEMO, mientras tanto, sólo admiraba el cuadro del Buen Pastor colgado de la pared y pensaba si tal vez el Buen Pastor podría perdonarlo y ayudarlo.
De repente todo fue interrumpido por el ladrar de Chuly. Estaba ladrándole a un carro que se estacionó enfrente de su casa. Un desgreñado hombre salió del carro y saludó al señor Pérez. Entraron a la casa y luego salieron rápidamente para subirse al carro. El señor Pérez cargaba una maleta. Los niños miraron cómo el carro se iba con rumbo extraño a alta velocidad.
MEMO entonces prefirió irse a la casa para ver si su papá había dejado alguna nota. Le dieron gracias a la familia Ramírez por todo lo que habían hecho por ellos y se fueron. Pero antes de irse, MEMO le preguntó a Pablo que si podía venir con él, pues tenía algo importante que enseñarle.
Cuando llegaron a la casa, buscó por todas partes para ver si su papá había dejado algún papel, pero no encontraron nada. MEMO se había ido a buscar al cuarto de su papá y lo único que encontró fue que la ropa de su papa ya no estaba, sin embargo MEMO no les dijo nada a sus hermanos.
Cuadro 15 MEMO y Pablo se fueron al cuarto y cerraron la puerta. “Si yo te enseño algo, ¿me prometes que no se lo dices a nadie?”, MEMO preguntó a Pablo.
Pablo le prometió que no diría nada. Más bien, sentía curiosidad por saber qué había en el cajoncillo herrumbrado que MEMO tenía en sus manos. Rápidamente MEMO abrió el cajón y le pasó el pedazo de papel a Pablo, quien comenzó a leerlo inmediatamente. Pablo estaba muy sorprendido y contento al escuchar la experiencia que MEMO había tenido en su lugar secreto el día anterior. Juntos estudiaron el acertijo otra vez tratando de descifrarlo. “Una fuente de conocimiento se encuentra aquí Busca atrás y lo encontrarás. Tu fuerza es necesaria, el tablón está cerca, Lo que estaba escondido, ahora aparecerá”
“Yo no he podido dormir en toda la noche tratando de entenderlo”, dijo MEMO. “Sólo he dado vueltas y vueltas, ni siquiera he podido entender la primera línea. No puedo pensar donde podría haber una fuente de conocimiento cerca de aquí. Estoy seguro que fue mi abuelo quien hizo el acertijo, pues a él le encantaba hacerlos para que nosotros lo resolviéramos. “Tal vez debemos pensar tal y como tu abuelo pensaría” sugirió Pablo; ¿Qué era importante para él?
MEMO pensó por un minuto. “Bueno, yo creo que los más importante para mi abuelo, era sus árbol de manzanas. Él siente mucho orgullo y gozo cuando habla de su árbol. ¡¡¡Pero un árbol no significa conocimiento!!!
“Tal vez para él ese árbol era una fuente de conocimiento porque él aprendió muchas cosas allí” dijo Pablo. MEMO se quedo pensando por unos momentos y mientras más analizaba trataba de entender lo que significaba. “Ah, ya creo saber dónde es que está el tablón que dice mi abuelo. Él acostumbraba hablar de un sótano que estaba en algún lugar del patio. El tablón podría estar en ese sótano.”
“Y además” interrumpió Pablo muy contento; “Tal vez está detrás del árbol. El acertijo dice: Busca atrás este conocimiento, y si nosotros excavamos detrás del árbol, tendremos que usar nuestra fuerza también.”
Sus ojos se llenaron de alegría al pensar que podrían encontrar el tesoro detrás del árbol. Planes y grandes ideas vinieron y fueron, pensando en cómo y cuándo buscarían el tesoro. Sería mejor hacerlo a media noche, así nadie los vería, y nadie les preguntaría nada. Los dos estuvieron de acuerdo; la medianoche sería el momento.
Cuadro 17
El cielo oscurecía la ciudad. La verdad, estaba bastante oscuro. MEMO pensaba qué bueno que había traído la linterna, aunque la débil luz casi no se veía en medio de las tinieblas, mientras él iba hacia el árbol. De repente una ramita hizo un ruido. MEMO quedó paralizado de miedo mientras Chuly ladró. “¿Eres tú Pablo?”, preguntó MEMO. Pablo apareció detrás del árbol.
“¡Casi me matas del susto!”, dijo MEMO respirando profundamente. “Bueno, aquí afuera la verdad es que da bastante miedo”, dijo Pablo
“Creo que hemos visto muchas películas de miedo últimamente. Mi mamá dice que esas películas no son buenas para nosotros; y ahora veo por qué”.
Los dos niños cargaron sus palas para comenzar a excavar. Pusieron la linterna cerca de una piedra para tener luz. Palada tras palada, pronto se hicieron grandes montañas de tierra que los niños lanzaban bien alto. Pero para mala suerte, a pesar de excavar tanto, no había tesoro ni tampoco se veía el sótano por ninguna parte. “No entiendo”, dijo MEMO. “Yo estaba tan emocionado de que al menos íbamos a encontrar el sótano esta noche.”
“Paremos un ratito”, dijo Pablo muy aburrido. “Yo no había excavado tanto en mi vida”. Los dos niños se tiraron al suelo bien aburridos.
“Tal vez aquí no hay ningún tesoro”, dijo Pablo con voz cansada. “Tal vez el acertijo no era cierto, tal vez sólo era una broma”.
“No creo, mi abuelo no haría eso. Mi papá acostumbraba insinuarnos acerca del tesoro escondido del abuelo, pero ninguno le poníamos atención. Mi abuelo siempre cambiaba de tema. Seguramente el sabía que mi papá, en algún momento, diría todo cuando estuviera borracho, por eso nunca nos dijo nada.”
“Bien, si queremos encontrar el tesoro debemos seguir cavando”, dijo Pablo más esperanzado de antes. Tomó la linterna y alumbró el patio. “Oh, no, hemos hecho montones de túneles alrededor del árbol.” “Está bien”, dijo MEMO, “ni modo, sólo es el jardín del abuelo”
Tomaron sus palas y, aunque parecían más pesadas que antes, y aunque el suelo parecía más duro, los niños siguieron adelante. Estaban tan metidos en el trabajo que ninguno se dio cuenta cuando Chuly movía la cabeza y ponía su cuerpo tenso como indicando algo. Pero cuando lo notaron, los niños pararon de trabajar de repente.
“¿Qué pasa Chuly?”, preguntó MEMO, y se quedaron inmóviles, esperando... mirando la oscuridad muy nerviosos. De repente, escucharon un ruido entre las ramas. Era un hombre que tropezaba al huir de ellos. Cuadro 18
Chuly ladró fuertemente y comenzó a perseguir al intruso. MEMO y Pablo quedaron paralizados por un momento; pero después tiraron las palas al aire y se fueron a perseguir al hombre. Las palas cayeron estrepitosamente al suelo mientras ellos volaban dejando atrás el árbol de manzana y corriendo hacia al callejón en persecución, pero la oscuridad pronto se tragó la veloz figura que corría y sólo quedo el humo de alguien que iba corriendo. ¿Quién sería este intruso? ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Lo agarrarán?
CAPITULO 3 Cuadro 19 “No es posible”, dijo MEMO, “Lo hemos perdido”. Debió haberse ido por el patio de los otros vecinos. MEMO y Pablo se tiraron al suelo muy cansados, pues sus esfuerzos habían sido inútiles. “¿Dijimos algo acerca del acertijo?”, preguntó Pablo. “No estoy seguro...pero de todas maneras ese acertijo sigue siendo un misterio”, dijo MEMO. Aunque la noche había empezado con muchas esperanzas de encontrar algo emocionante; todo había terminado sin sentido; sin el sótano, sin el tesoro, sin el extraño hombre. Aunque MEMO y Pablo fueron las noches siguientes a buscar de nuevo, nunca encontraron nada, aunque MEMO estaba seguro que el había visto al hombre misterioso rondar cerca de la casa. ¿quién sería? Cuadro 20 MEMO estaba tan preocupado en descifrar el acertijo que no se había dado cuenta que su mamá estaba bastante enferma. Se veía muy mal y la tos se le ponía cada vez peor. Una noche se escuchaban uno quejidos muy extraños que venían del cuarto de la señora Pérez. Chuly comenzó a ladrar tratando de llamar la atención de MEMO. “Cállate y déjame dormir”, ordenó MEMO a Chuly, mientras se volvía al otro lado. En ese momento se dio cuenta de los quejidos, entonces se sentó en la cama para escuchar mejor. Sí, eran quejidos que venían del cuarto de su mamá. MEMO fue de prisa para ver que pasaba. Su mamá estaba hirviendo en fiebre. “¿Mami, mami, estás bien?”, preguntó asustado MEMO. La mamá de MEMO se quejaba. Era lo único que hacía. MEMO tomó rápidamente el teléfono para llamar al hospital. Apenas sí podía contener sus lágrimas y su miedo mientras le explicaba a la enfermera lo que pasaba. Los minutos parecían horas mientras esperaban al doctor. Teresita y Julián ya se habían levantado para ir al cuarto de su mamá. Se pararon cerca de la cama tratando de no llorar. “Tal vez hay que orar al Buen Pastor para que ayude a mami”, exclamó Teresita. “Estoy de acuerdo” dijo Julián, mientras los dos bajaban sus cabezas para orar. Al rato llego el doctor. Cuadro 21 MEMO no podía entender por qué el doctor tardaba tanto. MEMO estaba muy inquieto caminando para allá y para acá. ¿Y qué si su mamá moría? Ellos seguro tendrían que irse a vivir a un orfanato. Eso sería terrible para ellos. “Dios, si tú de veras nos escuchas, como dice Pablo, no dejes que mi mamá se muera, tú sabes que la necesitamos, por favor ayúdanos”, oraba MEMO en silencio y con algunas lágrimas en sus ojos. De pronto la puerta del cuarto se abrió. “¿Se va a morir mi mamá?”, preguntó Teresita llorando. “Oh, no, ella estará bien; aunque debe tomar la medicina y estar en reposo”, explicó el doctor. MEMO se sentía muy contento de escuchar esto y en silencio le agradeció a Dios por haberlo escuchado. Mientras; Julián y Teresita también agradecían en sus corazones al Buen Pastor por escuchar su oración. Así todos los niños volvieron a acostarse; muy tranquilos.
Cuadro 22
La mañana siguiente, al despertar, MEMO se dio cuenta que debía buscar algún trabajo, pues su mamá estaba enferma y no podía trabajar. Pablo estuvo de acuerdo en cuidar a Julián y a Teresita mientras él buscaba. Ya toda la gente tenía niños que ayudaran y nadie necesitaba alguno más. Nadie le daba trabajo a MEMO. “No es justo; nadie me quiere dar trabajo”, le reclamaba MEMO a Pablo. “Y por qué no le pides a don Pepe; el de la tienda; que te dé trabajo?” le dijo Julián, porque había estado escuchando. MEMO no se sintió muy cómodo con la idea. Seguro se sentía mal por las veces que había robado allí. “Me parece muy buena la idea”, dijo Pablo.
MEMO al fin aceptó pero despacio, muy despacio, se fue a buscar a Pepe. MEMO esperaba que no estuviera... pero ahí estaba, sonriendo como siempre. MEMO le preguntó a Pepe; que si por casualidad no necesitaba a alguien que lo ayudara.
“¡Ah, qué casualidad!”, dijo Pepe; “Precisamente el niño que me ayudaba, ya no volverá más y estaba pensando en poner un anuncio, pero, ya ves, apareciste tú, así que el trabajo es tuyo.”
MEMO no podía creerlo. Estaba trabajando en el mismo lugar donde el acostumbraba robar. Cada tarde él aprendía más y más sobre su trabajo. Él pensaba que era una casualidad, aunque Dios tenía un propósito en esto. MEMO sabía que algún día tenía que decirle a Pepe lo que había hecho. Pero sería en el mejor momento.
Un día, cuando MEMO salió para su trabajo, a Julián y a Teresita se les ocurrió que ellos también debían buscar un trabajo y ganar algo de dinero para ayudar a su mamá.
La oportunidad llegó días después. Una exhibición de perros se estaba presentado en el pueblo y al mejor perro le darían un premio de dinero. Por supuesto para Julián y Teresita esta era su oportunidad pues ellos pensaban que ningún perro sería más inteligente que su Chuly, y ninguno se vería mejor que él; aunque, bueno, ¡¡¡tendrían que darle un bañito!!!... ¡¡¡Si Chuly supiera lo que Julián y Teresita estaban planeando!!!
Cuadro 23
La tarde siguiente los niños se quedaron solos en la casa. Esta sería su oportunidad para preparar a Chuly para la presentación.
Los niños se llevaron a Chuly al baño. Primero le echaron un montón de shampoo a la bañera y después un montón de jabón. Había espuma por todas partes. Chuly hacía todo lo posible para salirse de la bañera, mientras los niños trataban de sostenerlo. Todo era un desastre. Había más agua fuera de la bañera que adentro. Pero Chuly tenía que quedar perfecto.
Después comenzaron a secarlo con las toallas, peinarlo y perfumarlo. Todo era muy divertido. Y para terminar; el toque final; un gran moño rosado alrededor del cuello de Chuly. “¡Qué precioso!” exclamó Teresita.
Julián no estaba muy de acuerdo con el moño rosado; pero con el fin de que Chuly ganara, estaba bien. Teresita le puso encima la vieja capa de papá a Chuly, para que no se ensuciara mientras iban a la presentación. Al llegar al lugar los niños no pudieron entrar.
“Lo siento” dijo el hombre. “Deben pagar la entrada si quieren pasar, y además deben presentar los papeles que digan que el perro es un perro fino; si acaso lo es”.
Julián y Teresita no sabían nada de papeles acerca de perros y tampoco tenían dinero para poder entrar. De modo que tuvieron que salir. De pronto a Julián se le ocurrió una idea.
“Metamos a Chuly por este hueco y después nos metemos nosotros, cuando ya estemos adentro nadie notará la diferencia.”
A Teresita le pareció bien y cuando nadie estaba viendo, se metieron por el hueco, dándole una patada a Chuly, lo mandaron hasta donde estaban los otros perros. Cuadro 24
Cuando Chuly se dio cuenta que estaba entre tantos perros; se puso contento; moviendo la cola; comenzó a juguetear con las pequeñas mascotas. En ese momento comenzaba el concurso y todas las finas mascotas comenzaron a desfilar. Chuly salió en carrera para juguetear y cuando todos los perros lo vieron comenzaron a ladrar y ladrar. Unos se soltaron de sus dueños y comenzaron a correr tras Chuly. El concurso se volvió un desastre. La policía tuvo que venir a poner todo en orden. Se llevaron a Julián a Teresita y a Chuly para pedirles razones de todo el caos que habían ocasionado. Castigos, acusaciones y denuncias se hicieron en contra de los niños y su perro. Julián y Teresita fueron fuertemente castigados por su mamá. Las cosas fueron calmándose hasta muchos días después.