Maximiliano Patané.

11 ene. 2014 - Brioni y Etro llega a nuestro en- cuentro vestido ... Y la mentalidad de la isla es increíble, porque ... cautivó a marcas como Gucci, Brioni y Etro.
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SÁBADO | 9

| Sábado 11 de enero de 2014

mesa para dos

Top 5

Con un estilo personalísimo y desprejuiciado, el modelo argentino triunfa en Europa y ya cautivó a marcas como Gucci, Brioni y Etro

Inspiradores de la semana

Maximiliano Patané. “Veo que acá nadie se relaja”

1

P

josé ignacio

–¿Qué te convierte en el modelo del momento? –Es cómo llevo el carisma y la energía. Mirá, a Kate Moss, la conozco, somos amigos. Es bajita, apagada, la ves y decís: “No puede vender”, pero tiene ángel. Así que, sin dudas, tienen un porcentaje la belleza y esas cosas, pero hoy en día, para mí, la cosa va mucho más por la personalidad y la actitud. De golpe, en una foto ves un pibe divino, pero no te da nada. Y ves a otro más gordito, con cicatrices, más croto, y tiene algo. Bueno yo voy más por esa onda, algo más artístico. –¿Cómo empezaste? –Conocí a Tommy Dunster en una pizzería. Muy buena onda, me dio el teléfono de un representante. Trabajé un par de meses en la Argentina y en seguida, en un scouting, me llevaron a Europa. Al principio, la peleé como todos. Pero me supe administrar, trabajé con Testino y ese tipo de grandes fotógrafos, hice campañas mundiales muy importantes y como 20 desfiles increíbles y, bueno, la cosa se encaminó bien. –¿Siempre tuviste este look? –Al principio tenía pelo largo, pero no barba. Después, en un viaje por Marruecos, me relajé y dejé de afeitarme. Ahora ni la mantengo. Me gustan las cosas naturales. –¿Y si te piden que te cortes el pelo al estilo marine americano para una producción? –No lo hago, pierdo dinero. Pienso

en mí primero y después en proyectar mi carrera. –¿Te aplican Photoshop? Porque lucís superconservador, por ejemplo en las campañas de la gran cadena de lujo tradicional americana, Brooks Brothers… –¡No! ¿Qué decís? Ni ahí. Si a mí el cliente me quiere, me quiere como soy. No siempre tengo el mismo look en las campañas, a veces el pelo va para atrás y parece largo, pero no tanto, o me ponen algún producto o me hacen un recorte, pero mínimo. Siempre estoy supervisándolo todo, soy muy pesado con eso. –Tenés 33 años. ¿Envejecer para un modelo masculino es tan terrible profesionalmente como para las mujeres? –No, somos como el vino tinto. –¿Y te tenés que cuidar muchísimo con las comidas? –No es como en el caso de las modelos, es otro metabolismo. A mí, igual, lo de la nutrición me interesa. Quizá cuando empezás, tenés que cuidarte como loco y andar todo afeitadito, pero ahora ya no. –¿Te gusta Punta del Este? ¿Por qué la elegís? –Vengo a Punta del Este desde 2002. Me gusta mucho la comida. El mar no, es frío, me debo haber metido dos veces en toda la temporada. Y acá hay lugares divinos que son otra película, pero, en general, donde voy está lleno de gente, fiestas, es muy masivo, y la verdad, no se compara con Ibiza. –¿Pero Ibiza no está ahora colapsada de adolescentes de países nórdicos en turismo de bajo costo para ir a las fiestas tecno? –Sí, pero en Ibiza tenés una energía distinta. Olvidate de la gente, hay rocas y montañas, y es por todo lo que se vivió como parte de Europa. Y la mentalidad de la isla es increíble, porque si la mentalidad no acompaña, al final no tenés más que gente sentada en una roca. A mí me gusta la onda luz, luna, mar y yoga, pero lo que veo es que acá nadie se relaja. Estuve en Chihuahua. La playa es divina, pero está un poco lejos. En Ibiza podés estar en bolas en casi cualquier parte. Las mujeres en tetas, mínimo. Y estás al lado de una familia cualquiera y está todo bien. No vas a bajar en bolas a un restaurante, obvio. Es otra

escritor

^ El novelista norteamericano será una de las figuras que dirán presente en la próxima Feria del Libro de Buenos Aires. Lo hará acompañado del escritor sudafricano J.M. Coetzee

Texto Juana Libedinsky | Foto Rodrigo Néspolo

arece un profeta bíblico. Si los profetas bíblicos fueran increíblemente hot. Maximiliano Patané, el modelo argentino de marcas como Gucci, Brioni y Etro llega a nuestro encuentro vestido con babuchas étnicas multicolores. Las acompaña con un chaleco patchwork iraní, una cantidad de amuletos colgando del cuello (la virgen de Fátima, una “bala budista” de cuarzo, llaves de metal “para la vida, el amor y la salud”) y alpargatas de campesino magrebí. La barba tupida, su marca registrada, viene al viento, y el pelo largo con destellos dorados definitivamente remite más a una versión hollywoodense del libro de Isaías, Jeremías o Ezequiel que a un surfer parafinado de Punta del Este.

paul auster

2

eugenia de chikoff

3

thomas hitzlsperger

experta en protocolo

^ La “condesa de los buenos modales”, que enseñó durante décadas las reglas sociales por radio y televisión, y a través de varios libros, murió esta semana, a los 94 años

Para hacer frente al calor ^b^b^ Su trago favorito, confiesa, es el Negroni, una bebida que disfruta tanto por lo digestiva como por ese dejo amargo que queda en el paladar. Sin embargo, en plena ola de calor esteña, Maxi Patané se inclinó por un vino blanco para acompañar esta charla. En copa y bien helado, resulta un antídoto imbatible a la hora de darse un gusto y combatir las altas temperaturas. Con estilo, por supuesto.

película, pero todo viene con muy buena onda. –En el circuito donde te movés, ¿todos son modelos? –Tengo pocos amigos modelos, son compañeros. Mis amigos, en general, son más grandes y profesionales. Fotógrafos, actores y actrices y, sobre todo, muchos artistas, porque ahora también estoy pintando. Intervengo ropa de hombre y de mujer, puede ser cualquier cosa, shorts, una cartera, zapatos, lo que importa es que tengan que ver con el movimiento. Después quedan como objetos artísticos para usar. Nada es cero kilómetro, son piezas retro o vintage de los 20, 30 o 40 que, a mí, que tengo ojo para la ropa, me llamaron la atención. –¿Las exponés? ¿Las vendés? –Lo que pasa es que me enamoro de las piezas. Me voy tres meses a Ibiza donde tengo una villa increíble, y me dedico a trabajar. Pero como ahora me piden tanto, puede ser que empiece a vender este año. Yo soy así, un poco lento, y como no tengo necesidad de venderlas, por ahora me negué. –¿Y tus parejas? ¿A qué circuito pertenecen?

–Yo estoy abierto a todo. No es que digo metro ochenta, rubia, alta. Lo que pasa es que al final estás en el ambiente y la gente que conocés, con la que terminás saliendo, es de ahí. Si vos sos modelo y el otro es abogado en un estudio del que no se puede mover, por ejemplo, se te complica con los viajes. Pero yo voy a la cabeza de la persona, a que sea inteligente y abierta a la belleza interior. –Esto último suena a cliché... –Pero es verdad. Imaginate que a mí me rebota todo, ni que hablar si las chicas son lindas o no. –¿Las chicas de Punta qué te parecen? –No las vi todavía. –¿De verdad? –Es que yo vivo afuera, vengo por pocos días, y quiero estar todo el tiempo con mis amigos, es la única oportunidad en el año. Además tengo novia desde hace cinco meses. Se llama Magda, nos conocimos en París, cordobesa, 21 años. Me importa cero que sean modelos, pero si se da, se da. –¿Planes a futuro? –No soy muy de planes o de futuro. Lo mío es vivir el presente, seguir sobreviviendo. O cada tanto sorprender, que es lo importante.ß

futbolista

^ El jugador alemán, de 31 años, se convirtió en el primero que confiesa públicamente su homosexualidad, rompiendo así uno de los tabúes del fútbol

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juana molina cantante y actriz

^ De regreso de una gira exitosa por Europa y Japón, donde presentó su sexto y último álbum de estudio, Wed 21, afirmó a la nacion que dio en Vorterix el mejor show de su carrera

5

jerry seinfeld comediante

^ A través de la red social Reddit reveló que escribió un guión junto con su colega Larry David, lo que sus fanáticos vienen esperando desde hace varios años

Estudios culturales

El escándalo que inauguró el Swinging London Andrew Lloyd Webber lleva el célebre caso Profumo, que mezcló política, sexo y espionaje, a los escenarios del West End Carles Gámez EL PAíS

LONDRES.– Sexo, política y escándalos acostumbran a ser una combinación magnética, viscosa y, en algunos casos, bastante letal para sus protagonistas. De John Fitzgerald Kennedy a Silvio Berlusconi la hoja de servicios de la clase política está llena de manchas sospechosas que se extienden por despachos y salpican las mansiones de recreo y sus azules y transparentes piscinas. Hace cincuenta años un escándalo sexual sacudía el número 10 de Downing Street del gobierno conservador de Harold MacMillan. Lo que se conoció como el caso Profumo –por el nombre del político protagonista– sazonaría una historia en la que se mezclaban políticos conservadores, adulterios, call girls, estrellas de cine, espías rusos, orgías, proxenetas y Guerra Fría, y que acabaría explotando en la cara de la Inglaterra de moral inmaculada de los primeros años 60. Como protagonistas principales: dos chicas jóvenes, atractivas y ambiciosas, Christine Keeler y Mandy Rice-Davies; un maduro secretario del Ministerio de Guerra, John Profumo, casado con una distinguida actriz del cine británico, Valerie Hobson, y como elemento vertebrador, un conocido y elegante médico osteópata

de la buena sociedad, Stephen Ward, en funciones de intermediario de encuentros sexuales. Aquella historia de secretos y mentiras, sexo y espionaje se ha trasladado ahora a los escenarios del West End londinense con la firma del rey midas de la comedia musical, Andrew Lloyd Webber, y título de uno de los protagonistas: Stephen Ward. El caso que había merecido una adaptación cinematográfica, Scandal (Michael Caton-Jones, 1989), con John Hurt y Bridget Fonda y la música de los Pet Shop Boys, regresa de nuevo a la Inglaterra de los inicios del Swinging London de la mano del creador de El fantasma de la ópera y Evita. El caso Profumo desveló la cara oculta de una sociedad conservadora que cubría sus mentiras y pecados bajo la máscara de la hipocresía victoriana. La misma moral hipócrita y censura que intentaba todavía prohibir una novela como El amante de Lady Chatterley al inicio de la década. La prensa más sensacionalista encontrará en el affaire material de sobra para alimentar el morbo durante meses con historias de orgías y veladas sexuales protagonizadas por políticos y prostitutas, proxenetas y espías rusos. La misma clase política entrará en un estado de paranoia por la posible revelación de otros escándalos,

Stephen Ward, uno de los protagonistas del escándalo sexual de la Guerra Fría chantajes y redes de prostitución en las esferas del poder. En medio del ojo del huracán, Christine Keeler, una joven de origen obrero que alterna sus trabajos ocasionales como modelo –posee un excelente físico de chica de tapa– con los de corista en un conocido cabaret

del Soho londinense, Murray’s Club, frecuentado por artistas, políticos, hombres de negocios, etcétera. Keeler, que a pesar de su juventud ya cuenta con un pasado sentimental bastante accidentado, conoce a Stephen Ward, este personaje que se mueve como pez en el agua entre

ARChiVo

la alta sociedad y que la acoge como su protegida. Gracias a él, su agenda de contactos sexuales se abre a otros horizontes más ambiciosos. Entre sus conquistas se encuentra el secretario de Guerra, John Profumo, y el agregado naval de la embajada rusa y espía, Eugene Ivanov. Una

combinación que acabará resultando explosiva para los servicios de inteligencia con el paisaje de la Guerra Fría. Para su musical, Andrew Lloyd Webber ha elegido como eje central la figura de Stephen Ward, médico osteópata por cuya consulta pasaban personajes como Winston Churchill, Ava Gardner y otras celebridades. Perfil del caballero esnob con sus elegantes gafas Wayfarer y corte traje Savile Row, Ward acabará siendo la víctima o chivo expiatorio del escándalo. Acusado de proxenetismo, se verá sometido a un proceso judicial que se celebra con más sombras que luces –testigos falsos, testimonios apañados por la policía– que lo conducen a una muerte por sobredosis antes de escuchar la sentencia condenatoria. Ward había visto cómo sus conocidos y antiguos clientes le daban la espalda a raíz de la explosión del caso y el proceso judicial. Lejanos quedaban los tiempos cuando era uno de los invitados imprescindibles de las fiestas de la aristocracia y la clase política. Como relata en su obra An English Affair el historiador y biógrafo Richard Davenport-Hines, el caso Profumo supuso un punto de inflexión en la sociedad británica y en el desmantelamiento de una política moral basada en la censura y en la hipocresía sexual. Cincuenta años después, el musical Stephen Ward, de Andrew Lloyd Webber, pone voz y lirismo a una serie de personajes que sin saberlo (ni proponérselo) protagonizaron el escándalo que acabó transformando un país.ß