Espectáculos
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Martes 18 de diciembre de 2007
Recientemente recibió el premio Teatro en el Mundo
Matías Sendón: iluminación garantizada Como diseñador de luces y también como coautor de Interiores, este año lo alcanzó el reconocimiento En el panorama teatral porteño, hay figuras que a lo largo de este año han tenido un destacable nivel de producción, un notable crecimiento en lo suyo y que han logrado un reconocimiento entre sus pares. Es el caso de Matías Sendón. Matías es iluminador, una “raza” que suele estar entre las sombras. Sin embargo, el año que está terminando firmó como coautor de Interiores, la apasionante intervención que tuvo lugar en distintos departamentos de un edificio. Asimismo, acaba de recibir el premio Teatro en el Mundo, su primer reconocimiento “formal” en las ligas mayores. Y además realizó un trabajo como Algo de ruido hace, en el cual hizo el diseño de luz y la escenografía y que, para colmo, gustó mucho, muchísimo. “Hace tiempo que venía un poco a mil con esto de las puestas –cuenta el señor de la luz, vestido íntegramente de negro–. Pero este año me metí en proyectos más propios, como fue el caso de Interiores, el trabajo de Mariano Pensotti, Mariana Tirantte, Federico Marrale y mío. Creo que todos estos años de laburo fueron dando sus frutos y debe ser por eso que la gente me convoca.” –Con Interiores se legalizó la importancia del llamado staff técnico, ya que una escenógrafa, un músico, un director y vos aparecieron como coautores de un trabajo. ¿Eso hizo que variara el nivel de compromiso? –De Interiores tengo una clara sensación física: nunca una noche de estreno había estado tan nervioso. Pero, si lo llevo a otro plano, el compromiso fue igual a otros trabajos. En ese aspecto, lo mío pasa por descubrir lo que necesita cada espectáculo y que la luz surja de adentro del montaje. –¿Cómo hacés para que eso suceda? –Me interesa trabajar desde el núcleo de la obra para ver qué es lo que aparece internamente y que la luz no sea un bombardeo externo que pueda embellecer, afear o generar sensaciones en la gente. Me interesa meterme en el imaginario del grupo, ver con lo que se nutre para hacer la obra y desde ahí pensar en la luz. En todos los casos, mi laburo tiene que ver con la lectura del espacio y con ver cómo se complementa con la luz. –En general, los iluminadores comienzan a probar sus ideas a pocos días del estreno. ¿Cómo se su-
Lalola, elogios desde Londres
El encanto de las tiras argentinas
Sendón, el hombre luz, se destacó en 2007 en el panorama teatral porteño LORENA MICONI
ple esa falta de período de prueba? –Esa problemática es complicada y ahí es fundamental la imaginación del iluminador. La luz se incorpora al final, es cierto, pero de Algo de ruido hace, por poner un ejemplo, participé
“Durante mucho tiempo, el iluminador era el jefe técnico de la sala. Acá todo arrancó con Tito Diz: él es el padre de todos nosotros” de los ensayos un año y medio antes del estreno. –En los últimos años comenzó a hablarse de diseño de iluminación en contraposición a la figura del iluminador. ¿A qué responde ese cambio sutil? –A la forma de ejecución de una pues-
ta de luces. Durante mucho tiempo, el iluminador de una obra era el jefe técnico de la sala. Pero hubo gente que comenzó a formarse en esto y a conocer detalles más concretos sobre el trabajo particular. Acá todo arranca con Tito Diz, él es el padre de todos nosotros aunque yo pertenezca a otra generación, bastante alejada a su trabajo. –Cierto. Vos venís después de la generación de Gonzalo Córdova, Eli Sirlin, Alejandro Le Roux, Jorge Pastorini... –Claro, y todos ellos fueron discípulos de Tito Diz. Pero tampoco vengo del palo de los iluminadores, sino que vengo más del cine. A los 20 años comencé la carrera de cine en Avellaneda hasta que, quiebre mediante, me puse a estudiar diseño de iluminación teatral de forma particular con Mauricio Rinaldi.
Chico múltiple La cosa resultó. De hecho, estas últimas temporadas trabajó en las pues-
tas de Rafael Spregelburd, Lola Arias, Héctor Díaz, Gustavo Tarrío, Mariana Chaud, entre tantos otros, y se encuentra ensayando el próximo montaje de Mariela Asensio. Su tarea, como la de todos los iluminadores, no es fácil. Básicamente, porque más allá de temas artísticos deben lidiar con tres aspectos que claramente atentan contra la calidad de sus trabajos: la poca disponibilidad técnica de las salas, tener que compartir la parrilla de luces con otras obras y los desniveles en los operadores técnicos. –¿Esos tres problemas son muy complejos de resolver? –Sí. La limitación técnica es con lo que venimos lidiando desde hace mucho. Pero no sólo acá, en las salas independientes; hasta en el Teatro San Martín tenés esa limitación. La cantidad de obras en una misma sala es otro aspecto que te limita porque no podés mover las luces. Se termina consiguiendo mucho, pero no
lo que uno quisiera. Y con respecto a los operadores, hay mejores y peores, pero es otra variable que debe tener en cuenta el iluminador para no meterse en terrenos muy complejos. Mientras no tengamos otros equipos y mientras las salas no puedan comprar otro material, vamos a estar así durante mucho tiempo. –¿De qué trabajo te sentís realmente orgulloso? –Tuve mucha, muchísima satisfacción, con Algo de ruido hace. Creo que haber tenido la posibilidad de diseñar la luz y la escenografía rinde de otra manera. Todos los trabajos con Mariano Pensotti también me dieron muchas satisfacciones. Vapor, por ejemplo, fue un quiebre por la forma de concebir un espacio abstracto. Claro que después, cuando pensás cosas raras, termina saliendo cualquier mamarracho. Yo también me he mandado algunos...
Alejandro Cruz
En Inglaterra, las telenovelas argentinas no se consiguen. Aunque no es por falta de entusiasmo de los medios. Según una nota publicada en el prestigioso diario británico The Guardian, el fenómeno de las tiras parecen no tener más límite que el del idioma. Ante el enorme éxito que cosecharon los capítulos de Rebelde Way y Sos mi vida en Youtube, la periodista Katie Allen se lamenta por la rigidez del mercado televisivo de su país que aun no se dio cuenta de lo que se está perdiendo. Historias conmovedoras y divertidas pero también un negocio que mueve muchos millones de dólares. Entre los ciclo que más impresionó a Allen figura Lalola, especialmente su elenco. “Peterson podría hacerse cargo ella sola de todo el ciclo, pero, de hecho, no tiene que hacerlo. Muriel Santa Ana y Luciano Castro, evitan los potenciales clichés y entregan momentos de belleza siempre que sean necesarios”, dice la periodista, que lamenta las escasas chances de que la tira, por sus subtítulos, se estrene en el Reino Unido. “Nuestra mayor esperanza es que Hollywood, siguiendo la receta de Betty, la fea, elija a Lalola para hacer la versión en inglés. El tema es que Peterson es tan buena que resulta difícil pensar en muchas actrices de habla inglesa que puedan interpretar la misma mezcla de belleza, humor absurdo y divertidos remates con la excepción, tal vez, de Eva Longoria.”