Más allá de la leyenda del rey Arturo

15 ene. 2012 - La espada, la piedra, Arturo y Mer- lín. Estos cuatro elementos invocan inmediatamente a la leyenda milena- ria del rey Arturo. Sin embargo ...
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ESPECTACULOS

Domingo 15 de enero de 2012

TEATRO s ESTRENO MUSICAL

Más allá de la leyenda del rey Arturo Excalibur, de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler, propone una mirada romántica para la puesta del tradicional relato épico JULIETA NASSAU

duda, uno de los favoritos, Emilio Yapor, quien le da vida al joven rey. “Pero para Arturo, Excalibur es mucho más que eso. Es una excusa para encontrar el verdadero amor entre él y su prometida, Guinevere. El quiere ser un héroe para ella, no tanto por la espada o por sus hazañas, sino que puede incluso rechazar el poder por aceptarla a ella”, anticipa en el “intervalo” del ensayo, que cortó justo cuando su personaje decide aceptar su destino y luchar por la espada. “Arturo llega a un punto en que tiene que elegir entre el poder y Guinevere, y la elige a ella; ahí es cuando obtiene la espada, cuando es capaz de amar”, agrega Cibrián sobre esta historia que, además de fantástica y épica, tiene mucho de romántica.

LA NACION La espada, la piedra, Arturo y Merlín. Estos cuatro elementos invocan inmediatamente a la leyenda milenaria del rey Arturo. Sin embargo, sobre la base de este cuarteto se han erigido diversas historias, mitos y creencias alrededor del monarca británico (en realidad celta) más justo de todos, cuya existencia real hace cientos de años es aún un misterio. El miércoles próximo, la fábula, que fue contada en decenas de películas, historietas y relatos, sumará una versión musical, argentina y con el indiscutible sello Cibrián-Mahler, en Excalibur. A pesar de la trama fantástica, sobre el escenario del Astral no habrá varitas mágicas. Tampoco aparecerá un mago anciano, con pelo blanco y sombrero celeste, aquel instaurado en el imaginario colectivo a partir de una película infantil. El Merlín de Excalibur es fornido y tiene una abundante cabellera que combina violetas y azules. Es enérgico y gracioso. Canta, salta, baila, hace bromas y, todo el tiempo, es perseguido por sus obsecuentes “merlinitos” que, también, cantan, saltan, bailan y lo miran, admirados, constantemente. Desde su primer minuto, con una puesta majestuosa, colorida e imponente, la obra de Pepe Cibrián y Angel Mahler se distingue de las versiones conocidas de la leyenda. Aún antes de que aparezcan los efectos y trucos preparados especialmente para este musical, la magia sobrevuela los ensayos, en la víspera del estreno del miércoles próximo. Es el hechizo que cayó sobre el elenco en las audiciones de junio pasado, cuando se transformaron en los discípulos del maestro que se encarga de que cada nota que entonan o cada línea que interpretan consigan encantar. En cada corte del ensayo, los protagonistas y el ensamble se disponen automáticamente alrededor de Cibrián, mientras éste reflexiona frente a ellos respecto de los mensajes de la obra. “Lo importante no es tener la espada sino tirarla, y el tránsito de lucha para llegar a recuperarla. Si vos la tenés y la guardás, de nada sirve, porque se oxida”, explica Cibrián al elenco respecto del simbolismo de la leyenda de Excalibur, la espada incrustada en una piedra, que sólo podrá quitar aquel que fuera el elegido para gobernar el reino donde transcurre esta historia. Esta es la esencia que el musical mantiene de la leyenda. “Arrójame lejos”, reclamaba la espada a quien pudiera obtenerla, a través de un escrito expuesto a su lado, según cuentan las versiones más populares de la fábula, que toca temas como la ambición, el poder y el destino. “La espada es el símbolo: está clavada en una piedra y todo el que vaya a ser rey de este lugar tiene que quitarla a través de la pureza del corazón”, relata a LA NACION, casi de memoria, uno de los discípulos más nuevos, pero sin

De héroes, brujos y villanos

Candela Cibrián Tapia, como Morgana (arriba); Pepe Cibrián y Angel Mahler, creadores

La magia también ocurre en las horas de preparación a la que se someten los actores, especialmente aquellos que deben transformarse en seres de fantasía. Sólo a través de esa voz que tiene como marca registrada, se devela que debajo de ese soberbio traje de Merlín, la peluca y las horas de maquillaje, se encuentra Juan Rodó, el actor fetiche de Cibrián-Mahler, quien encontró en Excalibur al personaje más desopilante de una carrera colmada de personajes oscuros. “Merlín es un personaje sabio, es la guía y el maestro de Arturo, muy paternal, y a la vez, sorprendente. Es un personaje muy delirado, con muchísimo humor y un poco de locura”, describe sobre el resultado final de meses de elaboración de un Merlín propio. Con ruido, ritmo y picardía, el mago entra en la vida de Arturo después de que la villana más pintoresca, Morgana (Candela Cibrián Tapia) irrumpiera en la boda obligada entre el heredero con Guinevere (Luna Perez Lening), cuando ni siquiera se conocían. Encerrados en el mundo mágico y azul de Merlín, donde los elementos vuelan y las cosas desaparecen, los dos jóvenes de naturaleza terrenal se sorprenderán al mismo tiempo que el público ante los trucos de su mentor, que los dejan expectantes y desconcertados. Es en ese refugio donde el mago guiará a su discípulo hacia la espada, junto a la ayuda de Guinevere, de quien el joven rey ter-

minará enamorándose perdidamente. “Este Arturo es un héroe muy especial, porque necesita mucho de los que tiene alrededor; es héroe porque todos los demás lo ayudan a serlo”, señala Yapor sobre su personaje. “Es muy pasional e instintivo, tiene muchísima fuerza, pero carece de confianza en sí mismo y necesita que sus amigos, su prometida y su padre lo vayan apuntalando para triunfar”, indica. La dicotomía del bien y el mal se ve reflejada en los colores del cambiante escenario. El azul del mundo de Merlín se contrasta con un ambiente rojo y negro, e inundado de calaveras. Es el de Morgana, una villana irónica y resentida, que tiene una ambición desmedida por conseguir la espada y, con ella, el poder. En esa lucha por el poder se encuentran también dos personajes malvados incorporados por Cibrián para hacer aún más estoico el camino de su héroe: Golbar (Hernán Kuttel), el hermanastro de Arturo, y Laria (Diana Amarilla), su madre. “Merlín y Morgana eran una fuerza unida, iban los dos a conseguir juntos el poder, pero después se separan y ella queda con los poderes, pero los utiliza para una venganza”, explica Candela Cibrián Tapia, que volvió a aceptar un desafío de su tío para interpretar a esta mujer que aún conserva resabios de la doncella que fue antes de que un misterioso episodio la transformara en una bruja despiadada. “Morgana sale de la obviedad de la típica mala, ella es divertida, no es que la odian todos. Ella busca el poder, pero lo que más desea es que la recuerden”, describe. La espada, la piedra, Arturo y Merlín están presentes en esta historia, así como la música, el baile, la magia y un elenco destacado. La leyenda volverá a ser contada desde una mirada idealista, disparatada y, sobre todo, musical.

PARA AGENDAR Excalibur: De Pepe Cibrián. Teatro: Astral, Corrientes 1629. Miércoles, jueves y viernes, a las 20.30; sábados, a las 19 y a las 22.30, y domingos, a las 20. Desde $ 150.

Caras conocidas Si miran con atención, los seguidores de la dupla Cibrián-Mahler descubrirán en Arturo una cara conocida. Emilio Yapor se insertó en el mundo del musical en 2010, cuando decidió abrir su carrera de barítono (en la que tuvo como profesor a Juan Rodó) y presentarse a las audiciones para la versión de Drácula por el vigésimo aniversario de su primer estreno. Hace un año, se incorporó al elenco como el Cochero, un personaje secundario, pero en la gira nacional pegó el salto y reemplazó a Germán Barceló como Van Helsing. Le tomó el gusto al género, y en junio último, se presentó para el rol del padre de Arturo en Excalibur. Sin embargo, Cibrián decidió que su destino fuera otro. “A Pepe le gustó lo que yo hacía como Arturo y a mí el personaje me encantaba”, recuerda este intérprete de 25 años. El último elenco de Drácula también se replica entre los primeros nombres del programa de Excalibur. Además de Rodó, quien era el recordado conde, la heroína del nuevo musical, Luna Pérez Lening –de sólo 17 años–, interpretaba a Lucy el año pasado, mientras que Candela Cibrián Tapia era Mina. EDUARDO CARRERA/AFV Y GENTILEZA ALEJANDRO PALACIOS

Colorido y despliegue sobre el escenario del Astral GENTILEZA ALEJANDRO PALACIOS

Detrás de la magia “Hay un instante en que la magia sucede. Es cuando vos sabés que, por ejemplo, hay algo que está pendiendo de un hilo, pero igual crees que eso está volando; ese momento es fascinante”. Angel Mahler se sumergió de lleno en su nuevo desafío para Excalibur, en donde no sólo se hizo cargo de la música, sino también de los efectos especiales. Es como si su pequeño capricho se hubiese hecho realidad, y en la forma de una megaproducción de la avenida Corrientes, que se propone marcar un nuevo hito del teatro, con un espectáculo de un despliegue impresionante. Todo comenzó con un viaje a Las Vegas, donde un show del reconocido ilusionista estadounidense Criss Angel despertó una vieja idea nunca concretada: la

incorporación de magia dentro de una de sus obras. En su regreso a Buenos Aires, y junto a Pepe Cibrián, comenzaron a esbozar una historia de magia que tendría como centro a Merlín y la leyenda del rey Arturo. “Sabíamos que queríamos magia, y escribimos la obra en función a eso; después los trucos se aplicaron en función de las necesidades de la historia”, cuenta. Sin embargo, había que buscar quien cumpliera con los trucos ideados por dos cerebros ajenos al mundo de la magia, y lo consiguieron. “Si hay algo que aprendí, es que nada es imposible para el ilusionismo, todo tiene un truco”, destaca Mahler. Mientras Excalibur iba tomando forma, los directores, junto a los productores Julieta Kalik y Leonardo

Cantón, decidieron apostar todo con una puesta innovadora, que requirió cambios en la estructura del Astral para hacer viables los trucos y los efectos especiales. Además, Mahler acudió al propio Criss Angel para que se hiciera cargo del espectacular truco final, mientras que los ilusionistas argentinos Guillermo Tallon, Hugo Valenzuela y Salvador Sufrate fueron los elegidos para hacer realidad los deseos de los directores sobre el escenario. “La magia está ahí, en la dirección, en la puesta, en la actuación, y en todo lo que hay desde la producción, que es algo que nunca se ha visto. Pero creo que la raíz de la magia la generamos nosotros, los actores”, opina Juan Rodó, cuyo Merlín es uno de los personajes que más uso hace del ilusionismo.